Son especialmente relevantes su modelo atómico y su tabla de pesos relativos de los elementos, que contribuyeron a sentar las bases de la química moderna. También es conocido por haber descrito el daltonismo, defecto visual relativo a la percepción de los colores que padecía y que lleva su nombre. Nació de una familia que fueron creyentes cuaqueros (grupo Protestante), cristianos estudiosos de la biblia. Hijo de un tejedor. John Dalton fue conocido siempre como un hombre de Dios devoto, puro y consagrado a propagar la fe en Jesucristo. Dalton fue enviado a una escuela cuáquera donde aprendió matemática y destacó lo suficiente para que, a la edad de 12 años, pudo contribuir con la economía familiar dando clases a otros niños, primero en su casa y después en el templo cuáquero. Los ingresos eran modestos por lo que se dedicó a trabajos agrícolas hasta que en 1781 se asoció con su hermano Jonathan, que ayudaba a uno de sus primos a llevar una escuela cuáquera en la cercana Kendal. Alrededor de 1790 Dalton consideró la posibilidad de estudiar derecho o medicina, pero no encontró apoyo de su familia para sus proyectos —a los disidentes religiosos de la época se les impedía asistir o enseñar en universidades inglesas— por lo que permaneció en Kendal hasta que en la primavera de 1793 se trasladó a Mánchester.
En su juventud Dalton estuvo muy influenciado por un prominente cuáquero de Eaglesfield llamado Elihu Robinson, competente meteorólogo además de fabricante de instrumental, que fue quien despertó su interés por las Matemáticas y la Meteorología. En 1794, poco después de su llegada a Mánchester, Dalton fue elegido miembro de la Sociedad Filosófica y Literaria de Manchester, informalmente conocida como «Lit & Phil», ante la que unas semanas más tarde presentó su primer trabajo, Hechos extraordinarios relacionados con la visión de los colores, en el que postulaba que las deficiencias en la percepción del color se deben a anomalías del humor vítreo. Era la primera vez en la que no solo se describía el hecho de la falta de percepción del color en algunas personas, sino que también se daba una explicación causal al fenómeno. Aunque su teoría fue desacreditada estando él mismo en vida, la investigación profunda y metódica que realizó sobre su propio problema visual causó una impresión tal que su nombre se convirtió en el término común para designar la ceguera al color, el daltonismo, de ahí viene del nombre del fundador que descubrió el fenómeno de la ceguera.
Dalton fue el fundador de la Asociación Británica para el avance de la ciencia en 1831, un año más tarde fue premiado con el doctorado en la Universidad de Oxford y cuando le entregaron su doctorado John Dalton levantó sus ojos al cielo, y dijo a las personas que lo entrevistaron: «mi doctorado es la obra de la sabiduría de Dios actuando en mi pobre mente humana». Dalton conocía las ideas de Newton acerca de la materia. Dalton se lanzo a realizar diversos experimentos con loa cuales probar la veracidad de su tan atacada teoría de las mezclas de los gases. Años atrás Priestley, Rutherford, Cavendish y Lavoisier habían demostrado que la atmósfera estaba compuesta de cuatro gases: Oxígeno, Nitrógeno, dióxido de carbono y vapor de agua, pero ninguno de ellos indicó cómo estaban unidos entre sí. La ley de Henry dice: “la cantidad de gas disuelto en un volumen fijo de un líquido a una temperatura dada es proporcional a la presión”.
Esta ley, que confirmaba las ideas mecánicas de la absorción de los gases, fue ampliada posteriormente por Dalton al agregar que: “La cantidad disuelta de cualquier gas de una mezcla es proporcional a su presión parcial”. El cuaderno de 1803 indica que durante ese año trabajó incansablemente sobre ese tema. En octubre de ese año, en una reunión de Manchester Literary and Philosophical Society, discutió sus resultados y sus proyectos:
"la gran dificultad para aceptar la hipótesis mecánica de la solubilidad de los gases en agua consiste en que diferentes gases obedecen leyes diferentes. ¿por qué el agua no acepta la misma cantidad de cada gas? no tengo aún la respuesta a esa pregunta, pero sospecho que se debe al peso y al número de las partículas últimas de cada gas. Aquellos con partículas más ligeras y sencillas serán menos absorbibles, mientras que los otros lo será más, de acuerdo a su peso y complejidad. Una investigación sobre el peso relativo de las partículas últimas de los cuerpos, hasta donde yo sé, es completamente nueva, y la he iniciado con éxito".
Dalton bautizó átomos a las partículas últimas de los cuerpos. Amadeo Avogadro no enseño como pesar los átomos. Dalton resolvió también el problema de manera indirecta; es decir, en lugar de establecer el peso absoluto de cada átomo, buscó la relación entre sus pesos. de esta manera se preparo la primera tabla de pesos atómicos relativos, pilar sobre el que descansan, con las modificaciones del caso, todos los cálculos químicos que hoy se realizan, para preparar desde medicinas, plásticos y alimentos hasta vidrio o acero. En 1806 decidió ir a Escocia a defender sus propuestas en una serie de conferencias públicas.En su presentación comentó: "el campo de la ciencia es grande; por lo tanto es imposible para cualquier individuo cultivarlo completamente. Mi atención se ha dirigido durante los últimos años al estudio del calor, los fluidos elásticos y los elementos fundamentales de los cuerpos, así como la manera en que se combinan por medio de esto demostrar cómo con nuevos principios se producirá el cambio más importante en la química, reduciendo el todo a una ciencia de gran simplicidad y de fácil comprensión. mi objetivo con esas conferencias es mostrarles cómo llegué a estas ideas. Las conferencias fueron un éxito y constituyeron la plataforma de lanzamiento de su libro sobre la teoría atómica, new system, el que apareció publicado por primera vez en 1808.
Michael Faraday (1791-1867)
Ha sido catalogado como uno de los científicos más influyentes de la historia, y diversos autores lo han llamado "el mayor experimentador en la historia de la ciencia". James Clerk Maxwell lo consideró "el padre de la ciencia electromagnética", una rama en la que hizo grandes aportaciones, experimentos, y estudios, al igual que en la electroquímica. Realizó muchos descubrimientos históricos y trascendentales, entre los que se incluyen el campo magnético, la inducción electromagnética, el diamagnetismo, la electrólisis y sus leyes, y muchos otros. Al descubrir que un conductor mecánico se mueve en un campo magnético generando una diferencia de potencial, Faraday construyó el primer dinamo o generador electromagnético (el disco de Faraday), un generador homopolar, que fue utilizado como generador de energía eléctrica en bicicletas y bombillas de baja intensidad. También descubrió el benceno, inventó el primer diseño del mechero de Bunsen, el sistema de números de oxidación, realizó estudios sobre el clatrato de cloro, los voltajes, los circuitos cerrados, el flujo magético, y demás. Sus invenciones y aportaciones al estudio de la física y química incluyen la Ley de Inducción, el efecto Faraday (que trata la interacción entre la luz y un campo magnético), la jaula de Faraday, la constante de Faraday, el rotador, la onda Faraday, la rueda Faraday, la rotación electromagnética, las líneas de fuerza, y muchas más. Popularizó y teorizó los términos 'ánodo', 'cátodo', 'electrodo', y 'ion'. Durante su vida, este científico rechazó el título de caballero inglés, se negó dos veces a ser presidente de la Sociedad Real de Inglaterra y se negó a la petición del gobierno británico de desarrollar armas químicas para la guerra. Siendo un hombre sumamente humilde, como veremos a continuación, "él no creía que el Cristo de los apóstoles aceptaría esos honores mundanos," o que ocuparían la ciencia para fines pecaminosos. No obstante, Faraday fue reconocido como un científico ejemplar, y llegó a relacionarse personalmente con otras eminencias intelectuales, entre ellos David Brewster, Charles Babbage, James David Forbes, y John Dalton.
Su fe cristiana
Faraday era miembro de la iglesia Sandemania, una pequeña iglesia cristiana, conservadora, sin clero, esta Comunidad Sandemaniana fue una forma de la Iglesia Protestante que se había escindido de la Iglesia de Escocia. Los sandemanios, denominados así por su simpatía con la teología de Robert Sandeman, abogaban por la interpretación literal de la Biblia e intentaban vivir el sentido del amor y la comunidad que había caracterizado a las primeras comunidades cristianas. Esta influencia religiosa fue importante para Faraday ya que las teorías que más tarde desarrolló estuvieron fuertemente influenciadas por la creencia en la unidad del mundo. Los sandemanios se extinguieron a finales del siglo XIX. Los padres de Faraday comenzaron a asistir a las reuniones de dicha denominación cristiana, y el mismo Faraday acudió a las reuniones desde joven. En 1831, Faraday se había vuelto miembro del Asilo de Huérfanos de Londres y el 1 de julio del año siguiente, se convirtió en diácono de su Iglesia. Una de sus tareas en ese puesto era cuidar de los enfermos, una labor que realizó con un compromiso a la causa cristiana durante la década más prolífica de sus contribuciones científicas.
El 29 de Julio de 1840, Faraday escribía una carta desde Bringhton, en la que daba noticias sobre una de sus amigas de la iglesia que estaba enferma:"Nuestra querida amiga Mary Straker está muy enferma y no podemos sino temer que la naturaleza de su enfermedad indique la ruptura de su constitución y la aproximación de ese tiempo en que estará bien... pero ella es muy paciente y es confortada por las escrituras en la gran y gloriosa esperanza de alivio no sólo de estas cosas sino de toda tristeza y suspiración por medio de Jesucristo, y se regocija en compañía de sus amigos." [The Correspondence of Michael Faraday, Volume 2: 1832-1840. p. 684].
En 1840, Faraday recibió una propuesta para convertirse en el "Elder" (anciano) de su congregación, un puesto que requería aún más inversión de su tiempo en la Iglesia. Faraday estuvo pensando hasta que finalmente aceptó el cargo el 15 de octubre de ese año. El 28 de octubre escribió una carta a William Buchanan, el pastor de la congregación; en la que la decía: "Usted sabe bastante bien como trabaja el corazón, pero apenas se puede imaginar la locura y aflicción que me ha venido a partir del llamado de la Iglesia: no dudé que fuera obra del Señor, pero mi total falta de méritos e ineptitud me hizo temblar con el temor de que fuera el aumento de la condena en ese día en que Dios juzgará a todos los hombres por medio de Jesucristo, porque pensé en lo que dijo al Faraón: "por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder."
"Pero es la ley de los hermanos y su consuelo y, sobre todo, yo espero que el poder de Dios haya eliminado gran parte de este problema por el cual no puedo sino temer y temblar. Y cuando otra vez me siento confortado y feliz, mi tonto corazón sugiere que tal vez estoy aliviado sólo por sentir un poco la gran importancia del cargo que me he atrevido a aceptar - pero me esfuerzo por desechar esos pensamientos y me alivio con las muchas promesas de que Él será la fuerza de su pueblo, - de que Él les dará una boca y sabiduría que todos sus adversarios no podrán contradecir; de que su poder se perfeccioná en la debilidad - de que no es por algo que nosotros hayamos hecho o podamos hacer, sino que es por su propio nombre el que trabaje haciendo a su pueblo dispuesto en el día de su poder y de que de ciertamente hay suficiente y mucho más que suficiente para hacer que incluso un corazón tan tonto como el mío pueda regocijarse y tener confianza en el Señor." [The Correspondence of Michael Faraday, Volume 2: 1832-1840. p. 704].
Hacia el año de 1854, Faraday dio una conferencia sobre educación ambiental, en la que expresó su opinión respecto a la relación entre la ciencia y la religión:
"Tengo que hacer una distinción que, sin importar lo que les parezca a los demás, es para mí de mayor importancia. Por muy elevada que sea la posición del hombre por encima de las criaturas a su alrededor, hay una posición más alta y más exaltada de su visión, y son interminables las formas en las que ocupa sus pensamientos acerca de los temores o esperanzas o expectativas de una vida futura. Yo creo que la verdad de ese futuro no puede conocerse por medio de un ejercicio de facultades mentales, por muy profundo que éste sea. Que se le da a conocer a él por medio de otra enseñanza que no es la suya propia, y que simplemente se recibe a través de creencia de un testimonio dado. Que nadie suponga [ni] por un instante que la auto-educación que estoy por recomendar, con respecto a las cosas de esta vida, concierne a la consideración alguna de la esperanza puesta delante de nosotros, como si el hombre por medio del razonamiento pudiera encontrar a Dios. Sería impropio en este punto adentrarse en este tema más allá de pretender una absoluta distinción entre la creencia religiosa y la ordinaria. Se me reprochará la debilidad de rechazar la aplicación de esas operaciones mentales... estoy contento de llevar este reproche. Sin embargo, incluso en los asuntos terrenales creo que "las cosas invisibles de él, desde la creación del mundo son claramente visibles, siendo entendidas por las cosas que son hechas, incluso Su eterno poder y Divinidad", y nunca he visto nada incompatible entre las cosas del hombre que pueden ser conocidas por el espíritu del hombre que es en él, y aquellas cosas más elevadas que conciernen a su futuro, el cual el conoce por el espíritu." (Faraday estaba aludiendo a la Epístola del apóstol Pablo en Romanos 1:20). Published Works. Chemical Manipulation, being Instructions to Students in Chemistry (1st ed. 1827, 2nd 1830, 3rd 1842); Experimental Researches in Electricity, (3 vols., 1844-55); Experimental Researches in Chemistry and Physics (1859); Lectures on the Chemical History of a Candle (1861); On the Various Forces in Nature.
Michael Faraday llegó a realizar otros oratorios, exhortaciones y sermones, de los cuáles, cuatro predicaciones se conservan en un volumen titulado "Selección de exhortaciones entregadas a varias iglesias de Cristo por el difunto Michael Faraday" (1910), cuyo editor fue el científico y físico James Rorie, entre otros. Los sermones de Faraday contienen una serie de citas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento intercaladas con comentarios de Faraday. Se hace evidente de la lectura de estos sermones, que Faraday, sin duda de sus oyentes, estaban muy familiarizado con las Escrituras. El uso generalizado de las referencias bíblicas no sería posible sin un conocimiento profundo de la Biblia. Los miembros de la iglesia Sandemania, de hecho, hacían hincapié en la Biblia como fuente de sus creencias y conducta en la vida. Así, el estudio bíblico fue fundamental para su enseñanza.
El cristianismo de Faraday, que algunos han catalogado como presbiteriano, sostenía que era necesario expresar su fe tanto en los detalles más pequeños de la vida cotidiana, como en los más grandes. Uno de sus biógrafos comenta que "él era continuamente presionado por ser el invitado de la alta y la nobleza, pero el, si era posible, declinaba, prefiriendo visitar alguna pobre hermana en problemas para ayudarla, tomar una taza de te con ella, leer la Biblia y orar". J. Kendall,Michael Faraday: Man of Simplicity. (London: Faber and Faber, 1955), p. 171.
El cristianismo de Faraday, que algunos han catalogado como presbiteriano, sostenía que era necesario expresar su fe tanto en los detalles más pequeños de la vida cotidiana, como en los más grandes. Uno de sus biógrafos comenta que "él era continuamente presionado por ser el invitado de la alta y la nobleza, pero el, si era posible, declinaba, prefiriendo visitar alguna pobre hermana en problemas para ayudarla, tomar una taza de te con ella, leer la Biblia y orar". J. Kendall,Michael Faraday: Man of Simplicity. (London: Faber and Faber, 1955), p. 171.
El científico John Tyndal describió que la oración de Faraday era como "... la petición de un hijo en cuyo corazón Dios había enviado el Espíritu de su Hijo, y quien con absoluta confianza pedía una bendición de su padre." J.H. Gladstone, Michael Faraday (Nueva York: Harper and Brothers, 1873), pp. 118-119.
Jim Baggot escribió que "Faraday no encontró ningún conflicto entre sus creencias religiosas y sus actividades como científico y filósofo. El vió sus descubrimientos de las leyes de la naturaleza como parte del proceso continuo de leer el libro de la naturaleza, no difiere al principio del proceso de lectura de la Biblia para descubrir las leyes de Dios. Un fuerte sentido de la unidad de Dios y la naturaleza invadió la vida de Faraday y su trabajo". New Scientist No. 1787 (21 septiembre 1991) Jim Baggot.
Sobre las leyes naturales, Faraday escribió: "...al permitir a la mente aplicarse al poder de la naturaleza a través de la ley, se transmiten los regalos de Dios al hombre." Lecture Notes (1858), citado en The Life and Letters of Faraday (1870) por Bence Jones, Vol. 2, p. 404. "El libro de la naturaleza que hemos de leer, está escrito por el dedo de Dios". (Faraday, Prince Consort Albert in the audience; Seeger 1983, p.101).
En cuanto a la naturaleza de la Iglesia contemporánea, en uno de sus sermones, el 7 de junio de 1863, Faraday, dijo:"Piensen por un momento, hermanos, de la Iglesia de Cristo, lo que significa y lo que debería ser. Cuando la Palabra de Dios ha resonado, ahí su pueblo es unido junto, en pequeñas compañías (y podemos considerar que hay muchas de ellos dispersas en el mundo de las cuales no sabemos nada), reunidas afuera del mundo, para la obediencia de todas las cosas que Cristo ha mandado". (Faraday, según cita Eichman, 1993, 94-95). "Los avivamientos y lo demás., no pueden preocupar al cristiano que es enseñado por Dios (por medio de Su Palabra y el Espíritu Santo) para confiar en la promesa de salvación a través de las obras de Jesucristo. Él encontrará su guía en la Palabra de Dios, y comprometerá el mantenimiento de de su alma en las manos de Dios ... El que es enseñado por el Espíritu Santo, no necesita de multitud ni avivamiento que le enseñe, si el se mantiene sólo, es plenamente instruido porque el consolador (el Espíritu) que lleva las cosas de Cristo y se las muestra a su pueblo. Y, si en la misericordia de Dios, debe agradarle que uno viendo la conmoción a su alrededor deba estar dirigido a examinar sus caminos, será sólo en la Palabra de su testimonio, la Palabra de Dios, que se encuentre la revelación del camino nuevo y viviente, por el cual el puede regocijarse en la esperanza de entrar en el Reino de Cristo." (Carta de Faraday de 1859, (N. 3540) de Bence Jones, citado en The Correspondence of Michael Faraday: November 1855-October 1860, pp 431 432 433). "Me arrodillo ante Aquél que es Señor de todo, y espero estar aguardando pacientemente a Su tiempo y modo de librarme de acuerdo a Su Palabra Divina y a las grandes y preciosas promesas por las cuales Su pueblo es hecho partícipe de la naturaleza divina." (Faraday, en Jones 1870, Vol. II, 471). "Yo estoy, espero, muy agradecido de que en la abstinencia de las potencias y las cosas de la vida, la buena esperanza sigue estando en mí, lo que hace a la contemplación de la muerte, un consuelo- no un miedo. Esta paz es únicamente un regalo de Dios, y como Él es quien lo da, ¿por qué deberíamos tener miedo?. Su indescriptible regalo en su Hijo amado es el fundamento de la esperanza sin duda, y ahí está el descanso para los que (como tú y como yo) nos estamos acercando al final de nuestras últimas palabras aquí abajo." [Carta a Auguste de la Rive (1861), citada en The Philosopher's Tree: A Selection of Michael Faraday's Writings (1999) por Peter Day, p. 199]. "...aunque el pensamiento de la muerte trae el pensamiento de la sentencia [el juicio], que está muy por encima de todos los problemas que surgen de la ruptura de meros lazos terrenales, también trae al cristiano el pensamiento de aquel que murió, fue juzgado y que resucitó para la justificación de aquellos que creen en Él". (Faraday, según cita Jones 1870, Vol. II., 424)."Bacon en su instrucción nos dice que el estudiante científico no debería ser como la hormiga, que recolecta meramente, ni como la araña que teje desde sus propias entrañas, sino más bien como la abeja que recolecta y produce." "La fe en la divinidad y la obra de Cristo es el don de Dios y la evidencia de esta fe es la obediencia a los mandamientos de Cristo." Silvanus Thompson (2005), Michael Faraday His Life And Work, p. 287.
En otro de sus sermones (Londres, 7 de julio 1861), Faraday dijo: "Y por lo tanto, hermanos, debemos valorar el privilegio de conocer la verdad de Dios más allá de lo que podemos tener en este mundo. Cuanto más vemos la perfección de la ley de Dios cumplida en Cristo, más debemos dar gracias a Dios por su don indescriptible". (Faraday, según cita Eichman 1993, 93-94).
Cuando se le preguntó cuáles eran sus especulaciones sobre la vida después de la muerte, respondió:
"¿Especulaciones? No tengo ninguna. Estoy descansando en certezas. Yo sé a Quién le he creído, y estoy persuadido de que Él es capaz de guardar lo que le he encomendado hasta aquel día." [Faraday estaba parafraseando 2 Timoteo 1:12], citado en The Homiletic Review (Abril de 1896), p. 442.
Cuando se le preguntó cuáles eran sus especulaciones sobre la vida después de la muerte, respondió:
"¿Especulaciones? No tengo ninguna. Estoy descansando en certezas. Yo sé a Quién le he creído, y estoy persuadido de que Él es capaz de guardar lo que le he encomendado hasta aquel día." [Faraday estaba parafraseando 2 Timoteo 1:12], citado en The Homiletic Review (Abril de 1896), p. 442.
Michael Faraday murió en su casa en Hampton Court el 25 de agosto de 1867 a los 75 años. En su lecho de muerte se le preguntó "¿Alguna vez has reflexionado por ti mismo cuál será tu ocupación en el otro mundo?" Respondiendo, con sus últimas palabras, dijo: "Estaré con Cristo, y eso es suficiente." Cita en The Speaker's QuoteBook (1997) editado por Roy B. Zuck, p. 108.
"Gracias a Dios, en primer lugar, por todos sus dones " B. Bowers, Michael Faraday y la Electricidad, Priory Press, Hove, Sussex, p. 34, 1974., p. 86.
Max Planck (1858-1947)
Su Fe en Dios
Ante la pregunta de un observador: "¿Piensa usted que la conciencia puede ser explicada en términos de materia?" Max Planck respondió: "No. Considero a la conciencia como algo fundamental. Considero a la materia como un derivado de la conciencia. No podemos ir más allá de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos existente, postula la conciencia." [Planck, citado en De Purucker, 1940, cap. 13].
Planck creía que la difusión del ateísmo acarrearía una destrucción social: "No es de extrañarse que el movimiento de los ateos, que declara que la religión es sólo una ilusión deliberada, inventada por los sacerdotes en búsqueda de poder, y que para la piadosa creencia en un Poder superior no tiene nada más que palabras de burla, entusiastamente hace uso del conocimiento científico progresista y en una supuesta unidad con él, se expande a un ritmo cada vez más rápido de su acción desintegradora en todas las naciones de la tierra, y en todos los niveles sociales. No necesito explicar con más detalle que con su victoria se desvanecerían no sólo todos los tesoros más preciados de nuestra cultura sino — lo que es aún peor — también las perspectivas de un futuro mejor." [Max Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958].
En una de sus famosas conferencias titulado "Religión y Ciencia," en mayo de 1937, Max Planck habló de la compatibilidad entre ambas áreas de la vida humana. Al igual que Einstein, habló de los límites de la ciencia respecto a la moral. Al igual que Millikan, aseguró que un conflicto real entre ambas es imposible. Al igual que Bacon, reconoció a Dios como un objetivo de la ciencia, y al igual que Newton, refirió la creencia en Dios como una necesidad, recalcando el papel de la religión, y su compatibilidad con la ciencia: "Habiendo aprendido a conocer las demandas que, la religión por un lado, y la ciencia por el otro, presentan para los problemas de una concepción del mundo generalizada, vamos a examinar si, y en qué medida, éstas distintas demandas pueden ser mutuamente reconciliadas entre sí. En primer lugar, es evidente que esta examinación puede extenderse únicamente hasta donde las disposiciones de la religión y las ciencias entren en conflicto entre sí. De este modo, todos los problemas de la ética quedan fuera del campo de las ciencias, mientras que las dimensiones de las constantes universales quedan sin relevancia en la religión. Por un lado, la religión y las ciencias tienen un punto de encuentro en la cuestión relativa a la existencia y naturaleza de un poder supremo que gobierna el mundo, y aquí, las respuestas dadas por ambas, son, hasta cierto punto, al menos comparables. Como hemos visto, de ninguna manera son mutuamente contradictorias, sino que están de acuerdo, en primer lugar, en el hecho de que existe un orden universal racional independiente del hombre, y en segundo lugar, en la visión de que el carácter de este orden universal nunca se podrá saber directamente, sino que sólo se podrá reconocer o inferir indirectamente. En ésta cuestión, la religión emplea sus propios símbolos característicos, mientras que la ciencia natural utiliza mediciones basadas en experiencias sensoriales. Por lo tanto, nada se interpone en nuestro camino (y nuestro instintivo esfuerzo intelectual lo exige para una imagen unificada del mundo) al identificar entre una y otra, las dos fuerzas que siempre están activas, aún siendo un tanto misteriosas: el orden universal de las ciencias y el Dios de la religión. En consecuencia, la divinidad a la que la persona religiosa busca acercarse por medio de sus símbolos palpables, es consustancial con el poder que actúa conforme a las leyes naturales para las que los datos sensitivos de los científicos proporcionan un cierto grado de evidencia. Sin embargo, a pesar de esta unanimidad, también debe señalarse una distinción fundamental. Para la persona religiosa, Dios viene directa e inmediatamente. Él y Su Voluntad omnipotente son el manantial de toda la vida y de todos los acontecimientos, tanto en el mundo material como en el mundo espiritual. Aunque Él no pueda ser entendido por la razón humana, los símbolos religiosos le dan una visión directa de Él, y Él planta su mensaje sagrado en las almas de aquellos que fielmente se encomiendan a Él. En contraste a esto, el investigador de las ciencias no reconoce inmediatamente nada, salvo el contenido de sus experiencias sensoriales y de las mediciones basadas en éstas. Comienza a partir de este punto, en un camino de investigación inductiva, para aproximarse lo mejor que pueda al fin supremo y eternamente inalcanzable de su búsqueda: Dios y Su orden universal. Por tanto, tanto la religión como las ciencias requieren una creencia en Dios para realizar sus actividades, en la primera, Él es el punto de partida, en la segunda, Él es el objetivo de todo proceso de pensamiento. En la primera, Él representa la fundación, en la segunda la corona de cualquier razonamiento sobre la visión del mundo. Esta diferencia corresponde a los diferentes roles de la religión y de la ciencia en la vida humana. La ciencia quiere que el hombre aprenda, la religión quiere que actúe. La única base sólida para el aprendizaje es la suministrada por la percepción empírica; la asunción de un orden universal funciona aquí meramente como una condición esencial para la formulación de preguntas fructíferas. Pero éste no es el camino a seguirse cuando se trata de la acción, porque la decisión volitiva del hombre no puede esperar hasta que la cognición se haya completado, y a menudo necesita hacerla imperativa para tomar decisiones o traducir nuestras actitudes mentales a acción inmediata. La reflexión larga y tediosa no puede permitirnos moldear nuestras decisiones y actitudes apropiadamente; esa instrucción definida y clara solamente la podemos obtener por medio de un enlace directo e interno con Dios. Esta sola instrucción es la única capaz de darnos la firmeza interior y la paz mental duradera que debe ser considerada como la más alta bendición en la vida. Y si atribuimos a Dios, además de Su omnipotencia y omnisciencia, también las cualidades de bondad y de amor, recurrir a Él produce una mayor sensación de seguridad y de felicidad en el ser humano sediento de consuelo. Contra esta concepción ni aun la más mínima objeción puede plantearse desde el campo de las ciencias, porque como lo indicamos anteriormente, las cuestiones de ética se encuentran totalmente fuera de su dominio. No importa dónde y que tan lejos veamos, en ningún lugar encontramos una contradicción entre la religión y la ciencia. Por el contrario, nos encontramos con una completa concordancia en los mismos aspectos de importancia decisiva. La religión y la ciencia no se excluyen entre sí, como muchos contemporáneos nuestros creerían o temerían. Se complementan mutuamente y se condicionan la una a la otra. La prueba más inmediata sobre la compatibilidad entre la religión y la ciencia, incluso bajo el escrutinio crítico más meticuloso, es el hecho histórico de que los mismísimos científicos más grandes de todos los tiempos — hombres como Kepler, Newton, Leibniz — estaban permeados por una actitud religiosa de lo más profunda. En los albores de nuestra era civilizada, los practicantes de las ciencias eran al mismo tiempo los guardianes de la religión. La más antigua de todas las ciencias aplicadas, la medicina, estaba en manos de los sacerdotes, y en la Edad Media la investigación científica todavía se llevaba a cabo principalmente en los monasterios. Más tarde, conforme la civilización continuó progresando y diversificando sus labores, la separación de los caminos se hizo cada vez más pronunciada, correspondiendo a la distinta naturaleza de las tareas y actividades de la religión y de las ciencias. Porque la actitud correcta ante cuestiones éticas no se puede adquirir partiendo de un conocimiento meramente racional, como tampoco una visión del mundo podrá jamás reemplazar conocimientos y destrezas específicas. Mas los dos caminos no se desvían, sino que van paralelos uno junto al otro, y se interceptan en un perpetuo objetivo común. No hay mejor manera de comprender esto propiamente mas que continuar esforzándose para obtener una comprensión cada vez más profunda de la naturaleza y las dificultades de la ciencia, por un lado, y de la fe religiosa por el otro. Entonces aparecerá con cada vez con mayor claridad que, aunque los métodos son diferentes — puesto que la ciencia opera principalmente con el intelecto, y la religión predominantemente con el sentimiento — el significado del trabajo y la dirección del progreso son, sin embargo, absolutamente idénticos. La religión y la ciencia están luchando una batalla conjuntas en una cruzada incesante e ininterrumpida en contra del escepticismo y en contra del dogmatismo, en contra de la incredulidad y en contra de la superstición, y el grito de guerra en esta cruzada siempre ha sido, y siempre será: "¡Sea por Dios!" [Max Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958, p. 27). Religion and Natural Science (Conferenia dada en 1937) Max Planck: Scientific Autobiography and Other Papers, trans. F. Gaynor (New York, 1949), pp. 184] [También citado en Heilbron (1986), p. 185.]
Para Max Planck, Dios era la única forma de encontrar seguridad ante la certidumbre e incertidumbre de la vida, lo cuál, según él mismo, sólo se podía lograr confiando plenamente en su voluntad y poderío: "La religión representa un vínculo del hombre con Dios. Consiste en una humildad reverente ante un Poder sobrenatural al cuál la vida humana está subordinada y que tiene en su poder nuestro bienestar y nuestra miseria. Permanecer en contacto permanente con este Poder y mantenerlo todo el tiempo inclinado hacia uno mismo, es el esfuerzo interminable y la meta más alta del hombre creyente, porque solamente de esa manera uno puede sentirse seguro ante los peligros esperados e inesperados, que amenazan la vida de uno, y que pueden tomar parte en la felicidad más alta - la paz psíquica interior - que sólo puede ser alcanzada por medio de la fuerte unión con Dios y confianza incondicional a Su Omnipotencia y voluntad de ayudar." [Planck, Religion und Naturwissenschaft (1958), p. 9.]
En otra ocasión, el alemán expresó su rechazo al cientificismo: "La ciencia no puede resolver el misterio definitivo de la naturaleza, y eso es porque, en el último análisis, nosotros mismos somos partes de la naturaleza y por lo tanto parte del misterio que estamos tratando de resolver". [Planck, Where is Science Going? (1932).]
Max Planck reconoció la soberanía de Dios: "El valor de la religión supera al individuo. No sólo cada hombre tiene su propia religión, sino que la religión requiere su validez por una comunidad, por una nación, raza, y por toda la humanidad. Puesto que Dios reina por igual en todos los países del mundo, todo el mundo con todos sus tesoros y horrores es sometido ante Él." [Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958, p. 9.]
"Que Dios existía antes de que hubiera seres humanos en la Tierra, que Él sostiene al mundo entero, a creyentes y no creyentes, en su mano Omnipotente para la eternidad, y que Él permanecerá entronizado en un nivel inaccesible para la comprensión humana poco después de la Tierra y todo lo que hay en ella se haya hecho ruinas; Aquellos que profesan esta fe y que, inspirada por ella, en veneración y confianza plena, se sienten a salvo de los peligros de la vida bajo la protección del Todopoderoso, sólo ellos puede contarse a sí mismos entre los verdaderamente religiosos." [Planck, citado en Staguhn 1992, p. 152.]
En su libro más importante "¿A dónde va la ciencia?" (1932) (en inglés: Where Is Science Going?), Planck señaló: "Nunca podrá haber ninguna oposición verdadera entre la religión y la ciencia, porque la una complementa a la otra. Toda persona seria y reflexiva se da cuenta, pienso yo, de que el elemento religioso en su naturaleza debe ser reconocido y cultivado si todas las fuerzas del alma humana han de actuar en conjunto en un equilibrio perfecto y armonioso. Y, verdaderamente, no es casualidad que los grandes pensadores de todas las épocas eran almas profundamente religiosas." [Planck, 1977, p. 168.] "Cualquiera que ha estado seriamente ocupado en el trabajo científico de cualquier tipo, se da cuenta de que encima de la entrada de las puertas del templo de la ciencia están escritas estas palabras: 'Debes tener fe'. Es una cualidad de la que el científico no puede prescindir." [Planck, 1932].
Max Planck no reconocía el origen de la materia en términos evolucionistas, y rechazaba tajantemente el materialismo. Abogaba por la creencia de que el origen de todo había sido llevado a cabo por medio del Diseñador Inteligente: "Como físico, es decir, un hombre que había dedicado su vida entera a una ciencia totalmente prosáica, la exploración de la materia; seguro que nadie sospecharía que soy un visionario. Y así, después de haber estudiado el átomo, ¡les aseguro que no existe la materia como tal! Toda la materia surge y persiste debido solamente a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo. Y aun así, en todo el universo no hay fuerza que sea inteligente o eterna [por sí misma], y por lo tanto debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una consciencia, una Mente inteligente o Espíritu; este es el origen de toda la materia. No la visible, sino la materia transitoria es la real, la verdadera, la realidad - ya que la materia ni siquiera existiría sin el espíritu - pero lo invisible, el espíritu inmortal ¡es realidad!. Dado que, sin embargo, el espíritu por sí mismo no podría existir, porque todo espíritu pertenece a un ser, tenemos que aceptar convincentemente que somos seres espirituales.
Dado que, sin embargo, los seres espirituales no pueden existir por sí mismos tampoco, sino que tienen que ser creados, no tengo miedo de nombrar a este Creador misterioso al igual que todas esas personas culturales de la Tierra que lo han estado haciendo durante los últimos milenios: ¡Dios!. Con esto, el físico que ha ocupado de la materia se mueve desde el ámbito material al reino espiritual; y con ello nuestra tarea ha llegado a su fin, y debemos dejar nuestra investigación en manos de la filosofía." ["Das Wesen der Materie [La naturaleza de la materia], discurso en Florencia, Italia (1944) (de Archiv zur Geschichte der Max -Planck-Gesellschaft, Abt. Va, Rep. 11 Planck, N º. 1797) (Citado también en Eggenstein, 1984, Parte I, véase "Materialistic Science on the Wrong Track" ('La ciencia materialista en el rumbo equivocado'].
Durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, se intentó un golpe de Estado conocido como el "Complot del 20 de julio," el cuál tenía como finalidad derrocar el régimen de Adolfo Hitler.
Debido a su participación, Erwin Planck, el hijo de Max, fue ejecutado por los nazis en febrero de 1945. Al respecto, Planck escribió una carta a su amigo Anton Kippenberg, el 14 de marzo de 1945, en la que escribía al respecto: "Si en algún lugar hay consuelo, es en el Eterno, y considero que es una gracia del cielo que la creencia en el Eterno haya estado arraigada profundamente en mí desde la infancia. Que Dios te proteja y te fortalezca por todo lo que aún pueda pasar antes de que esta locura en la que nos vemos forzados a vivir llegue a su fin." [Planck, citado en Heilbron, 1986, pp. 195-196]. Por si fuera poco, Max Planck creía en la vida después de la muerte; creía en la existencia de "otro mundo, exaltado por encima de este, donde podemos tener y tener un refugio en cualquier momento." [Planck, citado en Heilbron 1986, 197.]
Finalmente, Max Planck también manifestó su creencia en Jesucristo y la eternidad de sus enseñanzas: "Los Teólogos clarividentes están trabajando ahora para extraer el metal eterno de las enseñanzas de Jesús y para forjarlo por todos los tiempos."
[Planck to Study (2 de diciembtre de 1913), (Autog. I/383, SPK); citado en Heilbron 1986, 67; y en J. L. Heilbron (1987), The Dilemmas of an Upright Man: Max Planck As Spokesman for German Science, University of California Press, p. 67.] Original: “Farsighted theologians are now working to mine the eternal metal from the teachings of Jesus and to forge it for all time.”]
Continua en Cristianos Científicos VI: Boyle-Edison-Marconi
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