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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 22 de septiembre de 2014

La Biblia V: Cánones II

La primera página de la versión erasmiana del Nuevo Testamento.

La Biblia del rey Jacobo
La Biblia del rey Jacobo o Versión Autorizada del Rey Jacobo [en inglés, King James Version (KJV), Authorized Version (AV) o King James Bible (KJB)] es una traducción al inglés de la Biblia. Fue publicada por primera vez en 1611, y ha tenido un enorme impacto sobre las posteriores traducciones al inglés del texto bíblico, y sobre la literatura inglesa en general. Las obras de escritores famosos como John Bunyan, John Milton, Herman Melville, John Dryden William Wordsworth muestran una fuerte influencia de su léxico y su sintaxis.

Fue escrita en el denominado inglés moderno temprano (Early Modern English), aún cuando algunas estructuras lingüísticas y gramaticales utilizadas en ella ya se consideraban arcaicas en la época en que se publicó. Además de aludir a esta versión como Biblia de 1611, en Estados Unidos se la denomina habitualmente King James Version, en tanto que en el Reino Unido se la llama Authorised Version. Debe su nombre al monarca Jacobo I de Inglaterra. El texto griego utilizado por los traductores de la King James Version es llamado comúnmente Textus Receptus, el cual a su vez tuvo sus inicios a comienzos de 1500, cuando se hicieron los primeros textos griegos impresos. La Biblia Complutense era una Biblia políglota, publicada en varios volúmenes. El quinto volumen, el cual incluía el texto griego del Nuevo Testamento, fue impreso en 1514. No obstante, el texto griego de Erasmo, impreso en 1516, fue el primero en ser comercializado. Por esta razón, y otras, el texto preparado por Erasmo sobrepasó al texto Complutense en popularidad, y ejerció la influencia más grande sobre todos los textos que surgieron durante los siglos posteriores.

Después que el texto de Erasmo hubo afrontado varias revisiones, Roberto Estienne, llamado comúnmente como Estefanus, publicó ediciones sucesivas del texto griego. Sus dos primeras ediciones eran compuestos del texto de Erasmo y el texto Complutense. Sin embargo, la tercera edición (1550) estaba basada principalmente en la cuarta y quinta edición del texto de Erasmo. Esta edición de 1550 ganó una vasta aceptación en Inglaterra, y para muchos es sinónimo del Texto Recibido. No obstante, no fue hasta 1624 que la frase Texto Recibido, o en el latín, Textus Receptus, fue realmente acuñada, y luego ésta estuvo desde el prólogo hasta la tercera edición del texto griego publicado por Bonaventure y Abraham Elzevir. Las palabras eran, como fueron descritas por Bruce Metzger, parte de "una más o menos frase causal anunciando la edición (lo que los modernos publicadores podrían llamar la 'propaganda')." La frase alardeaba en latín de que el texto presentado era "el texto que es ahora recibido por todos." Así nació la frase Textus Receptus, o Texto Recibido.

El texto publicado por los hermanos Elzevir fue tomado principalmente del texto publicado por Teodoro Beza en 1565. El texto de Beza mostraba su herencia del de Estefanus, y, finalmente, del de Erasmo. Es este texto básico, común a Erasmo, Estefanus, Beza y los hermanos Elzevir, el cual reposa detrás de todas las traducciones protestantes al Inglés que fueron hechas del idioma griego antes del decimonoveno siglo, incluyendo la King James Version. Según la Nueva Enciclopedia de Conocimiento Religioso, de Schaff-Herzog, "El Textus Receptus... se resuelve en sí esencialmente en aquello de la última edición de Erasmo."

Como lo declaramos antes, ninguna traducción se debe a la reverencia que muchos tienen hacia la King James Version ó versión del rey Jacobo. Es más, aun cuando la King James Version represente la traducción erudita del griego, debido al texto griego que yace detrás de ella, ésta incluso es quizá algo menos merecedora de tan alta estima que algunas otras traducciones. Bruce Metzger escribe: "Tan supersticiosa ha sido la reverencia otorgada al Textus Receptus que en algunos casos intentos por criticarlo o enmendarlo han sido considerados como semejantes a sacrilegio. Aún cuando su base textual sea esencialmente un puñado de minúsculos manuscritos coleccionados recientemente y al azar, y en una docena de pasajes su interpretación esté sustentada por testigos griegos no conocidos. "(The Text of the New Testament, p. 106).

La vasta mayoría de variaciones textuales entre el Textus Receptus y textos posteriores (las cuales en gran parte están basadas en manuscritos más antiguos que han sido descubiertos o han sido puestos a disposición sólo en los últimos 150 años) no son de importancia alguna. Con frecuencia, las variantes son tales que no se distinguen en absoluto después de ser traducidas al Inglés. En otros tiempos las variantes representan el esfuerzo de algún escriba para suplementar un registro sinóptico con un detalle legítimamente provisto en el registro de algún otro sinóptico. No obstante, ocasionalmente las variantes son más serias. Aunque mucho crédito se le debe a Erasmo por haber hecho disponible realmente el texto griego, el texto que él presentó no era de buena calidad. La mitad de la docena de manuscritos utilizados por Erasmo eran todos de origen reciente. La mayoría, si no todos, eran del siglo XV, aún cuando dos pudieron haber estado elaborados ya en el siglo XII. Él tenía sólo un manuscrito que contenía el libro del Apocalipsis, y a éste le faltaba la hoja final, la cual contenía los últimos seis versos del Apocalipsis. Para estos versos, Erasmo se volvió a la Vulgata, una traducción en latín de las escrituras. Erasmo tradujo el latín nuevamente al griego. Así, para esos versos, se ideó el texto griego que en el futuro vino a ser traducido al Inglés en la King James Version. Intentar descubrir el texto griego original al mirar en la traducción del latín es un poco como intentar descubrir los ingredientes exactos utilizados al hacer un pastel de chocolate alemán al probarlo. Aún cuando su suposición pueda estar cerca, no será exactamente correcta. Así, algunas palabras que nunca han sido halladas en ningún manuscrito griego fueron incorporadas en el texto de Erasmo, y a su vez, en el Textus Receptus y en la King James Version. Por ejemplo, en Apocalipsis 22:19, la frase "libro de la vida" en la King James Version debería ser "árbol de la vida", según todos los manuscritos griegos conocidos. En otros pasajes también, Erasmo colocó en su texto palabras y frases halladas en la Vulgata en latín, pero sustentadas virtualmente por ningún manuscrito griego. Así, en Hechos 9:5-6, la King James Version hereda de la Vulgata por vía de Erasmo las siguientes palabras: ... es duro para ti dar puntapiés contra las punzadas. Y él temblando y atónito dijo, Señor, ¿qué quieres tú que yo haga? Y el Señor le dijo...


Debemos notar que estas palabras en efecto pertenecen legítimamente al registro de Pablo de su conversión como es registrado por Lucas en Hechos 26:14-15, y, por lo tanto, ningún error fáctico ha sido introducido en esta instancia.

Textus Receptus
Textus Receptus, término en latín que significa "texto recibido", es el nombre por el cual se conoce el texto griego del Nuevo Testamento editado por Erasmo de Róterdam (Desiderius Erasmus) e impreso por primera vez en 1516 y luego, corregido, en 1519, 1522, 1527 y 1533. Este texto representa a un conjunto de manuscritos en lengua griega del Nuevo Testamento, de los cuales los más antiguos datan aproximadamente del siglo X, y son la base de muchas traducciones clásicas de la Biblia, como la versión Reina-Valera en español como diferentes traducciones en otros idiomas (versiones anteriores a 1881). Buenaventura y Abrahán Elzevir, introdujeron el término 'textus receptus' como parte del prefacio a su edición del texto en 1633.1​ No debe confundirse con el Texto masorético, del Antiguo Testamento en hebreo.

Historia
Primera edición
A partir de 1512 Erasmo comenzó a trabajar para la impresión una edición latina del Nuevo Testamento, para lo cual recopiló variados manuscritos de la Vulgata y para corregir su traducción se apoyó en manuscritos griegos. En abril de 1515 acordó con el impresor Johann Froben la publicación de su traducción latina y de un texto griego que le sirviera como base. A partir de julio de 1515, usó siete manuscritos para realizar la edición griega: los Minúsculos 1eap, 1rK, 2e, 2ap, 4ap, 7p y 817.

Para cada libro del Nuevo Testamento comparó al menos tres o cuatro de los manuscritos, excepto en el Apocalipsis, que solamente estaba en uno de los manuscritos y desgraciadamente a éste le faltaba la última hoja con seis versos. Decidió retraducir este final del latín al griego, tomándolo de la variante textual libro vitae de la Vulgata, que en Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Apocalipsis 22, 19». Biblia versión Reina-Valera. en lugar de decir απο του ξυλου ("del árbol") dice απο βιβλου ("del libro"), una lectura que no se encuentra en ningún manuscrito griego. En algunos otros casos también incorporó el texto de la Vulgata Latina, como por ejemplo en Hechos 9:5-6. Esto sumado al hecho de que los manuscritos en los que se basó representan una forma tardía del texto bizantino hizo necesario un gran progreso hasta llegar al grado de restablecimiento del texto griego tal como lo exponen hoy los textos maestros más modernos [como ser el de Nestle-Aland, Merk, Bover, entre otros]. Estos últimos toman como base manuscritos mucho más tempranos, como ser el Códice Sinaitico (siglo IV) o el Códice del Vaticano 1209 (siglo IV), tomando en cuenta otros como el Papiro 46 (cuya datación es cercana al año 200 de nuestra era) o el Papiro 75 (Siglo III), entre tantos otros. La impresión comenzó el 2 de octubre de 1515 y terminó el 1 de marzo de 1516, publicada con el título de Novum Instrumentum omne. La versión en griego, la primera impresa en la historia, contenía sin embargo varios errores tipográficos.

Segunda edición
La segunda edición, corregida en 440 sitios, apareció en 1519 y utilizó también en manuscrito griego conocido como Minúsculo 3 o Codex Cosendocensis. Estaba titulada como Testamentum y contenía también la nueva traducción latina de Erasmo. López de Zúñiga reprochó a Erasmo que en su texto faltaba la parte de 1 Juan 5, ahora conocida como Coma Juanina, y Erasmo respondió que no la había encontrado en ningún manuscrito griego. Erasmus prometió insertarla en ediciones futuras con la condición de que se encontrase un solo manuscrito griego con esa frase.

La segunda edición fue utilizada por Lutero para su traducción de la Biblia al alemán.

Otras ediciones de Erasmo
La Tercera edición, de 1522, difería de la anterior en 118 lugares e incluyó la cláusula añadida conocida como Coma Juanina, ya que posteriormente fue encontrada en un único manuscrito de elaboración tardía del siglo XVI, la Minúscula 61, aunque Erasmo expresó sus dudas sobre su autenticidad en sus «Anotaciones».

En la Cuarta edición de 1527, Erasmo mejoró su texto usando la Políglota complutense y en el libro del Apocalipsis introdujo 90 modificaciones. En el resto del texto esta edición sólo difería de la tercera en 20 lugares. Se imprimió en tres columnas paralelas, que contenían el texto griego, la versión latina de Erasmo y la VulgataEn noviembre de 1533 Juan Ginés de Sepúlveda envió a Erasmo una descripción del antiguo manuscrito vaticano, informándole de que difería del texto que él había editado en 365 lugares a favor de la Vulgata. En otra carta que envió a Erasmo en 1534, Sepúlveda le informó que los manuscritos griegos estaban alterados a partir de la Vulgata.

La Quinta edición de Erasmo fue publicada en 1535, un año antes de su muerte. Dejó de lado la Vulgata. Del resto, esta edición difería de la cuarta sólo en 4 lugares.

Ediciones posteriores
Robert Estienne, conocido como Stephanus, un impresor de París, publicó el Nuevo Testamento griego en cuatro ocasiones, en 1546, 1549, 1550 1551, la última en Ginebra. Las dos primeras están entre los textos griegos más bellos conocidos, y conocida como O mirificam. La tercera edición incluye un instrumental crítico en el que manuscritos citados se refieren al texto, marcados por símbolos (de α para ις). Usó la Polyglotta Complutense (simbolizada por α) y 15 manuscritos griegos. Entre éstos se incluyó el Códice de Beza, el Códice Regius y los Minusculos 4, 5, 6, 2817, 8 y 9. Significó el primer paso hacia la moderna crítica textual y se conoce como la Editio Regia. La edición de 1551 contiene la traducción latina de Erasmo y la Vulgatae introdujo por primera vez la división del Nuevo Testamento en versículos.

La tercera edición de Estienne fue utilizada por Theodore Beza, quien la editó nueve veces entre 1565 y 1604. En el aparato crítico de su segunda edición entre los manuscritos utilizados incluyó el Codex Claromontanus y el Nuevo Testamento siríaco publicado por Emmanuel Tremellius en 1569.

Diferencias con las versiones modernas
El lector de habla hispana puede remitirse a la Biblia Paralela (publicada por Editorial Vida) para contrastar una versión [Reina Valera 1960] de las Sagradas Escrituras traducida del Textus Receptus con otra [Nueva Versión Internacional] basada en ediciones modernas del texto griego ( ver Comprendamos cómo se formó la Biblia de Neil R. Lightfoot, Editorial Mundo Hispano, págs. 208, 209, 211 y 212).

A continuación veremos algunas de las diferencias que podemos encontrar entre el Textus Receptus (con todas las características de manuscritos del siglo XIV XV -The Text of the New Testament and Introduction to the Critical Editions and to the Theory and Practice of Modern Textual Criticism de Kurt Aland Barbara Aland, Eerdmans Publishing, pág. 4-) y textos más modernos (confeccionados sobre manuscritos que llegan incluso a principios del siglo II -el Papiro 52 se data como cercano al 125 d. C.-). Para la cita del Textus Receptus lo exponemos tal como aparece en Novum Testamentum Textus Stephanici A.D. 1550. En cuanto al texto moderno que nos servirá de ejemplo es The Greek New Testament cuarta edición revisada editado por Sociedades Bíblicas Unidas.

Mateo 6:4
Textus Receptus: οπως η σου η ελεημοσυνη εν τω κρυπτω και ο πατηρ σου ο βλεπων εν τω κρυπτω αυτος αποδωσει σοι εν τω φανερω.

Reina-Valera 1960: "para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público."

The Greek New Testament (SBU): ὅπως ᾖ σου ἡ ἐλεημοσύνη ἐν τῷ κρυπτῷ· καὶ ὁ πατήρ σου ὁ βλέπων ἐν τῷ κρυπτῷ ἀποδώσει σοι.

Nueva Versión Internacional: "para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará."

1 Juan 5:7-8
Textus Receptus: οτι τρεις εισιν οι μαρτυρουντες εν τω ουρανω ο πατηρ ο λογος και το αγιον πνευμα και ουτοι οι τρεις εν εισιν και τρεις εισιν οι μαρτυρουντες εν τη γη το πνευμα και το υδωρ και το αιμα και οι τρεις εις το εν εισιν

Reina-Valera 1960: "Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan."

The Greek New Testament (SBU): ὅτι τρεῖς εἰσιν οἱ μαρτυροῦντες, τὸ πνεῦμα καὶ τὸ ὕδωρ καὶ τὸ αἷμα, καὶ οἱ τρεῖς εἰς τὸ ἕν εἰσιν.

Reina Valera Actualizada (Editorial Mundo Hispano): "Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres concuerdan."

Nos damos cuenta que algunas diferencias entre el Textus Receptus y las ediciones críticas modernas son importantes. Esto ha llevado a que el Textus Receptus tenga defensores y detractores. Sus defensores lo llaman también "Majority Text"Texto Mayoritario, Texto de la Mayoría. Esto se debe a que la mayoría de los manuscritos griegos presentan la forma bizantina del texto -recordemos que esta es la misma que la del Textus Receptus-. Esto parecería suficiente razón creer en una superioridad del Textus Receptus sobre los textos modernos. Sin embargo, este dato por sí solo no implica que el texto sea más fiel, es decir, más cercano al original, a la autógrafa. ¿Por qué decimos esto?. Bueno, toda esa gran cantidad de manuscritos podrían ser copias (directa e indirectamente) de un solo manuscrito. La gran similitud entre los manuscritos bizantinos nos debería hacer pensar en esta posibilidad. Además al momento de determinar lo confiable de un manuscrito debemos considerar cuan cercana al original es tal copia. Recordemos que las ediciones críticas modernas consideran también manuscritos varios siglos más antiguos que los que conforman el llamado Texto Mayoritario.

Vale recordar que el nombre técnico que reciben los escritos originales es Autógrafa y que es a las copias en el idioma original a las que se denomina manuscritos. La autógrafa original de los textos bíblicos no existe, pero si manuscritos de gran antigüedad, siendo los más importantes en lo que refiere a las Escrituras Hebreoarameas, a inicios del siglo XXI los Manuscritos del Mar Muerto o Escritos de Qumram (que son manuscritos del Antiguo Testamento).

Defensa del Texto Recibido
Edward Hills fue el primer crítico textual que defendió al Texto Recibido. Parte de la defensa de la superioridad del tipo textual bizantino del Nuevo Testamento, realizada a finales del siglo XIX por J. W. BurgonEdward Miller, valora los trabajos de ErasmoStephanus Beza y además se centra en exponer diversos argumentos doctrinales. Aunque otros expertos han defendido el Texto Recibido, algunos parten de argumentos fundamentalmente doctrinales no están reconocidos como críticos textuales (por ejemplo Theodore Letis, David Hocking) o sus obras no están en un nivel erudito (por ejemplo Terence H. Brown o D. A. Waite).

Wilbur Norman Pickering ha hecho un completo resumen de los argumentos que desde el punto de vista de la crítica textual permiten defender el Texto Recibido y el tipo de texto bizantino en que se basa. Sin embargo, la debilidad de los argumentos de Wilbur Norman Pickering han sido puestos en evidencia por el Dr. Daniel B. Wallace, profesor de griego y de Nuevo Testamento del Dallas Theological Seminary.​

Novum Instrumentum
Novum Instrumentum o también conocido como Novum Instrumentum omne es el primer Nuevo Testamento publicado en griego (1516), preparado por Erasmo de Róterdam (1469-1536) e impreso por Johann Froben (1460-1527) en Basilea. Aunque el primer Nuevo Testamento en griego que se imprimió fue la Biblia políglota complutense (1514), ésta fue la segunda en publicarse (1522). La edición de Erasmo fue la base para la mayoría de las traducciones modernas del Nuevo Testamento en los siglos XVI-XIX.

Primera edición
En 1512, Erasmo había estado en negociaciones con el impresor Badius Ascensius para que publicase en París la Vulgata de Jerónimo de Estridón y una nueva edición de los Adagia. Las negociaciones no tuvieron éxito y Erasmo no continuó sus contactos con Badius. En esa época, Erasmo no pensaba en el Nuevo Testamento griego. No es seguro cuándo decidió Erasmo preparar su edición del mismo, pero, en una visita a Basilea en agosto de 1514, se puso en contacto con Johann Froben. Muchos estudiosos creen que Froben había oído hablar de la próxima edición española de la Biblia políglota e intentaba adelantarse al proyecto de Alcalá (por ejemplo, S. P. Tregelles). Algunos, sin embargo, dudan de que ésta fuese la motivación de Froben (por ejemplo, Bruce Metzger), ya que ninguna evidencia lo sostiene. Probablemente incluyó el texto griego para probar la superioridad de su versión latina. El siguiente encuentro tuvo lugar en abril de 1515 en la Universidad de Cambridge. Como resultado, en julio del mismo año Erasmo viajó a Basilea y comenzó a trabajar. No llevó consigo ningún manuscrito griego y esperaba encontrar algunos en Basilea.

En la biblioteca de los dominicos tomó en préstamo algunos. Utilizó siete manuscritos, identificados como sigue:
ManuscritoContenidoFecha
Minúsculo 1eapEl NT entero excepto el ApocalipsisSiglo XII
Minúsculo 1rKApocalipsisSiglo XII
Minúsculo 2eEvangeliosSiglo XII
Minúsculo 2apHechos y EpístolasSiglo XII
Minúsculo 4apEpístolas de PabloSiglo XV
Minúsculo 7pEpístolas de PabloSiglo XII
Minúsculo 817EvangeliosSiglo XV

Los manuscritos 1eap y 1rK se los prestó a Erasmo Johannes Reuchlin. El restó los tomó prestados de los dominicos. Es significativo el hecho de que no emplease el Codex Basilensis, que se hallaba en la Universidad de Basilea y estaba accesible para Erasmo. Éste tuvo, pues, tres manuscritos de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles; cuatro de las Epístolas paulinas, pero sólo un manuscrito del Apocalipsis. Para cada libro del Nuevo Testamento comparó tres o cuatro manuscritos excepto en el caso del último, el Apocalipsis. Desgraciadamente, el manuscrito de éste no estaba completo: le faltaba la última hoja, que contenía los últimos seis versículos del libro. En lugar de postergar la publicación con vistas a buscar otro manuscrito, decidió traducir los versículos faltantes del latín al griego, tomándolos de la Vulgata. Incluso en otras partes del libro del Apocalipsis y otros libros del Nuevo Testamento introdujo Erasmo material traducido al griego por él, tomado de la Vulgata. F. H. A. Scrivener hizo notar que en Apocalipsis 17:4 creó una palabra griega nueva, ακαθαρτητος (en vez de τα ακαθαρτα). No existía en griego la palabra ακαθαρτητος.​ En Apocalipsis 17:8, utilizó καιπερ εστιν («y sin embargo es...») en vez de και παρεσται (y vendrá). En Hechos 9:6, la pregunta que Pablo pregunta en el momento de su conversión en el camino de Damasco, Τρέμων τε καὶ θαμβὣν εἲπεν κύριε τί μέ θέλεις ποιῆσαι («y, tembloroso y asombrado dijo: ¿Señor, qué quieres que yo haga?») se incorporó tomándola de la Vulgata.

La impresión comenzó el 2 de octubre de 1515 y se terminó en muy breve plazo, el 1 de marzo de 1516. Se hizo con grandes prisas, con errores tipográficos, y se tituló de manera inusual:

Novum Instrumentum omne, diligenter ab Erasmo Rot. Recognitum et Emendatum, non solum ad Graecam veritatem verum etiam ad multorum
utiusq; linguae codicum eorumq; veterum simul et emendatorum fidem, postremo ad probatissimorum autorum citationem, emendationem et interpretationem, praecipue, Origenis, Chrysostomi, Cyrilli, Vulgarij, Hieronymi, Cypriani, Ambrosij, hilaryj, Augustini, una cum annotatines, quae lectorem doceant, quid qua ratione mutatum sit.

Este título, en especial las palabras: Novum Instrumentum ... Recognitum et Emendatum, significan: Nuevo Testamento... revisado y mejorado. El título tiene que hacer referencia al texto latino de la Vulgata, no a ningún texto griego, pues en ese momento no había ninguna edición impresa del Nuevo Testamento griego en circulación. En la dedicatoria al Papa León X, Erasmo dice:

Yo notaba que esa enseñanza que constituye nuestra salvación había que tenerla en una forma mucho más pura y viva si se buscaba en el manantial principal y se tomaba de las fuentes auténticas en vez de estanques y riachuelos. Y, así, he revisado todo el Nuevo Testamento (según lo llaman) contrastándolo con el modelo del original griego... He añadido anotaciones propias, con vistas a, en primer lugar, mostrar al lector los cambios que he realizado y por qué; en segundo lugar, para desenredar y explicar cualquier cosa que pueda ser complicada, ambigua u oscura.

Era una edición bilingüe; el texto en griego estaba en la columna izquierda; el latino, en la derecha; y resulta evidente que el texto griego no era el objetivo principal de esta edición, sino que lo era el texto latino de la Vulgata.

Segunda edición
La recepción de la primera edición fue ambigua; en cuestión de tres años se realizó una segunda. En ésta se empleó el término más familiar Testamentum en lugar de Instrumentum. Por otro lado, en la segunda edición (1519) Erasmo usó también el manuscrito Minúscula 3 (todo el NT excepto el Apocalipsis; siglo XII). Se cambió el texto en unos 400 lugares, corrigiéndose la mayoría de los errores tipográficos, aunque no todos. Se añadieron algunos nuevos errores de lectura al texto. En esta edición, además, Erasmo sustituyó el texto de la Vulgata de Jerónimo por su propia traducción, más elegante. La traducción latina obtuvo una buena recepción. Después de esta edición, Erasmo se implicó en diversas polémicas y controversias. En particular, diversas objeciones a las «Anotaciones» llegaron desde las universidades de Cambridge y de Oxford.

López de Zúñiga, conocido como Stunica, uno de los editores de la Políglota complutense de Ximenes, reprochó a Erasmo que en su texto faltaba parte de 1 Juan 5:7-8 (la Coma Juanina). Erasmo respondió que no la había encontrado en ningún manuscrito griego. Stunica contestó a su vez que los manuscritos latinos eran más fiables que los griegos. En 1520, el arzobispo de York, Edward Lee, acusó a Erasmo de promover el arrianismo.9​ Erasmus prometió que insertaría la Comma Johanneum en ediciones futuras a condición de que se encontrase un solo manuscrito griego con ese pasaje.

Otro ataque vino en 1521 de parte de Paulus Bombasius, el prefecto de la Biblioteca Vaticana, ya que Erasmo, en el texto griego, se alejaba de las lecturas habituales de la Vulgata. Informó a Erasmo de que en la Biblioteca Vaticana se conservaba una copia sumamente antigua de las Escrituras (el Codex Vaticanus). Envió dos extractos del manuscrito que contenían 1 Juan 4:1-3 
y 5:7-11, pero sin incluir la Comma.

La segunda edición constituyó una de las bases de la traducción al alemán de Lutero.

Tercera edición
En la tercera edición del texto griego de Erasmo, de 1522, se incluyó la Coma Juanina, ya que posteriormente se había encontrado un único manuscrito en griego del siglo XVI que la contenía (Minúscula 61), aunque Erasmo había expresado sus dudas sobre la autenticidad del pasaje en sus «Anotaciones». La tercera edición difería de la segunda en 118 lugares.

Juan Ecolampadio y Gerbelius, los subeditores de Erasmo, insistieron en que éste introdujese más lecturas del manuscrito Minúscula 1 en la tercera edición, pero, según Erasmo, el texto de este códice estaba alterado a través de los manuscritos latinos y tenía solamente un valor secundario.10​

Esta edición la utilizó Robert Estienne en sus ediciones del Nuevo Testamento Griego de 1546 1549.

Cuarta y quinta edición
Poco después de la publicación de su tercera edición, Erasmo había visto la Políglota complutense, y empleó su texto para mejorar el suyo propio. En el libro del Apocalipsis, alteró unos noventa pasajes en la cuarta edición (1527). Exceptuando el Apocalipsis, esta edición sólo difería de la tercera en unos veinte lugares. Se imprimió en tres columnas paralelas, que contenían el texto griego, la versión latina de Erasmo y la Vulgata.

En noviembre de 1533, antes de la aparición de la quinta edición, Sepúlveda envió a Erasmo una descripción del antiguo manuscrito vaticano, informándole de que difería del texto que él había editado en 365 lugares a favor de la Vulgata.11​ En otra carta que envió a Erasmo en 1534, Sepúlveda le informó de que los manuscritos griegos estaban alterados a partir de la VulgataEn la quinta edición de Erasmo, publicada en 1535, el año antes de su muerte, se dejó de lado la Vulgata. Según Mill, esta edición difería de la cuarta sólo en cuatro lugares.

Las ediciones cuarta y quinta no fueron tan importantes como la tercera en la historia del texto del Nuevo Testamento. La demanda popular de Nuevos Testamentos en griego condujo a un aluvión de ediciones autorizadas y no autorizadas a comienzos del siglo XVI, casi todas las cuales se basaban en la obra de Erasmo e incorporaban sus particulares lecturas, aunque, de modo típico, también introducían cierto número de cambios menores propios.

Impugnación
Hasta el siglo XVI se mantuvo en Occidente la traducción latina de Jerónimo conocida como «la Vulgata» (proveniente del latín vulgar) que incorporaba tanto el canon judío como aquellos escritos de la Septuaginta. 

Cuando reformadores protestantes impugnaron el canon católico, este canon, el de la Septuaginta y de la Vulgata fue nuevamente confirmado, por medio de una declaración dogmática, definida en la cuarta sesión del I Concilio de Trento, del 8 de abril de 1546, reconociendo más claramente la canonicidad de algunas escrituras cuestionadas por Lutero, que desde ese mismo siglo comenzaron a ser llamados Deuterocanónicos (concepto introducido por Sixto de Siena).

Las definiciones doctrinales del Concilio de Trento no fueron reconocidas ni asumidas por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX.

Durante la Reforma protestante, algunos reformadores canónicos propusieron diferentes listas de las que se encuentra actualmente en uso en la Iglesia de Roma. Aunque no sin debate, la lista de los libros del Nuevo Testamento vendría a seguir siendo la misma, sin embargo, en el Antiguo Testamento los textos presentes en la Septuaginta cayó de favor. En el momento en que vendría a ser eliminado de la mayoría de los cánones protestantes. Martín Lutero cuestionó la necesidad de mantener los libros «apócrifos» junto a los del canon judío y los agrupó como un apéndice edificante al final de su traducción al alemán de la Biblia. Por lo tanto, en un contexto católico estos textos se denominan libros Deuterocanónicos, mientras que en un contexto protestante que se hace referencia como libros Apócrifos, la etiqueta se aplica a todos los textos excluidos del canon bíblico que estaban en la Septuaginta. Cabe señalar también, que tanto católicos como protestantes describen algunos otros libros, como el Libro de los hechos de Pedro, como apócrifos.

En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado «sola escritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana.

Actualmente, los libros que no son considerados canónicos por católicos y ortodoxos, reciben el nombre de libros apócrifos a su vez, esos mismos libros suelen ser denominados pseudoepígrafos por los protestantes, que, habitualmente, respetan también el nombre de Deuterocanónicos (literalmente, ‘del segundo canon’) para aquellos que han recibido reconocimiento canónico de católicos y ortodoxos (en general, son libros escritos originalmente en griego, incluidos en la traducción al griego de la Biblia judía conocida como la Septuaginta o de los LXX). No obstante, algunas corrientes protestantes fundamentalistas insisten en conservar el nombre de apócrifos para los libros Deuterocanónicos. Con todo, hay que señalar, que los primeros cristianos no usaban la Biblia hebrea, sino que usaban la Septuaginta o de los LXX por cuanto varios de los nuevos cristianos fueron judíos de cultura griega, como por ejemplo, Pablo de Tarso, Esteban, y los evangelistas Lucas y Marcos.

Por lo tanto, el Antiguo Testamento protestante de hoy tiene 39 libros, el número varía del número de los libros en el Tanaj (aunque no en contenido) a causa de un método diferente de la división. También varía el orden y el nombre de los libros, mientras que la Iglesia católica romana reconoce a 46 libros como parte del Antiguo Testamento canónico. Así pues, las versiones católicas de la Biblia constan de 73 escritos, en tanto que las más de las versiones protestantes solo contienen 66. Sin embargo, las Biblias de los anabaptistas, luteranos, anglicanos episcopalianos, incluyen los Deuterocanónicos, si bien bajo el rubro de «apócrifos»; ya que los consideran «lectura edificante», pero no canónica. Las versiones ortodoxas, por su parte, incluyen 76 libros en total.

Divisiones de la Biblia
En la actualidad, cada uno de los libros de la Biblia se encuentra dividido en capítulos y versículos, lo que permite que se pueda hallar fácilmente un determinado pasaje.
Sin embargo, es importante destacar que los escritores originales de la Biblia nunca la dividieron de esa forma. Debido a la necesidad de facilitar la búsqueda de un pasaje particular, desde la antigüedad los creyentes idearon ciertas distribuciones textuales, aunque ninguna de estas fue adoptada universalmente.

La Biblia Parisiense, publicada en 1226, fue la primera Biblia que contó con la división de capítulos que tenemos ahora, y el causante de ese arreglo fue el inglés Stephen Langton.
En el año de 1555, el francés Robert Estienne (o Robertus Stephanus), publicó una Biblia en idioma latín, que incluyó por primera vez nuestra división actual de capítulos y versículos.

Divisiones Antiguas
Los textos originales (hebreos, arameos y griegos) tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, no estaban divididos en capítulos y versículos. Los escritores sagrados compusieron un texto largo y continuo desde la primera hasta la última página, que inclusive no contaba con signos de puntuación que guiaran al lector.

Al parecer, la primera división sistemática de una sección de la Biblia, surgió de la necesidad que tuvieron los judíos de implementar un plan de lectura organizado de la Ley (es decir de los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) para sus reuniones en sus sinagogas durante el día de reposo (o séptimo día). Así, alrededor del año 586 a.C., la Ley fue dividida en 154 secciones llamadas sedarim, que conducían a un plan de lectura de tres años.

Unos 50 años más tarde, la Ley se seccionó en 54 divisiones llamadas perashiyyot, a fin de establecer un plan de lectura para un año. Como complemento, se seleccionaron 54 trozos de los libros de los profetas, a los que llamaron haftarot (o despedidas), porque con su lectura se cerraban las funciones litúrgicas de la lectura de la Biblia. (Ver Hechos 13:14-15 y 13:27). Lucas 4:16-30, narra que en una sinagoga de Nazaret, Jesucristo leyó la haftará que correspondía a ese día de reposo, y sorprendió a sus oyentes al decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Posteriormente, además de la Ley, también se dividieron en párrafos los demás textos del Antiguo Testamento, y estos se indicaron por dos letras del alfabeto hebreo. La letra 'Pe' indicaba la sección abierta de un párrafo que se iniciaba en una nueva línea, mientras que la letra 'Samech' indicaba la sección cerrada. Los ejemplares más antiguos conocidos, como el Rollo del Mar Muerto de Isaías (que data del año 150 a. C.), utilizan estas dos letras hebreas para sus divisiones de párrafos. Sin embargo no se obtuvo uniformidad, puesto que los judíos palestinos, se nos dice, tenían versos más cortos que los judíos babilonios.

En el Nuevo Testamento encontramos una viva muestra de cómo se citaron las porciones de la Biblia en los primeros siglos de la Era Cristiana. Los escritores cristianos de los primeros siglos, usaron esta misma manera para referirse a los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos se citaban haciendo referencia a un evento, a un personaje, a un autor o a un libro, pero con poca especificidad. Jesucristo se refirió a lo que hoy conocemos como el capítulo 3 del Éxodo, llamándolo el pasaje de la zarza (Marcos 12:26, Lucas 20:37). El apóstol Pablo se refirió a lo que hoy conocemos como
1 Reyes 19:14-18, diciendo que se trataba de un pasaje de la historia de Elías (Romanos 11:2-4). Jesucristo se refirió al Salmo 110:1, diciendo que eso fue dicho por David en el libro de los Salmos (Marcos 12:36, Lucas 20:42). El apóstol Mateo se refirió a lo que hoy se conoce como Isaías 53:4, diciendo que eso fue dicho por el profeta Isaías (Mateo 8:17). Al parecer, la cita más específica es aquella donde el apóstol Pablo dice: “como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33). También hay referencias bastante generales que simplemente dicen: “lo dicho por el profeta” (Mateo 1:22-23), “escrito está en los profetas” (Juan 6:45), “como está escrito en la ley del Señor” (Lucas 2:23), “para que se cumpliese la Escritura” (Juan 19:24), “pues la Escritura dice” (Romanos 10:11), “la palabra que está escrita” (1. Corintios 15:54), “contiene la Escritura” (1. Pedro 2:8), etc.; o simplemente comenzaban a mencionar porciones de la Biblia de corrido con el discurso que venían desarrollando (Por ejemplo Hebreos 1:5-14).

Los primeros cristianos se reunían semanalmente para leer los libros sagrados. Ellos siguieron el método judío de la lectura de la Ley y de ciertas porciones de los profetas, pero también le agregaron la lectura del Nuevo Testamento. Es por esto que en una época muy temprana, resolvieron dividir los rollos del Nuevo Testamento en secciones o capítulos que pudieran ser cómodamente leídos en sus reuniones. Parece que muchos copistas se sintieron en libertad de insertar divisiones a su antojo. Tertuliano (150-222 d.C), escribió a finales del siglo II, acerca de capítulos de diferentes libros de la Biblia. Dionisio (190-264 d.C.) declaró que algunos habían examinado el libro del Apocalipsis capítulo por capítulo.

A mediados del siglo III, Amonio de Alejandría completó una armonía de los evangelios (de Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Para esto, tomó al evangelio de Mateo como su norma y lo comparó con los otros evangelios. Así se dispuso a mostrar los pasajes que eran comunes a los cuatro, los que eran comunes a tres, y así sucesivamente. En el siglo IV, Eusebio de Cesarea (260-340 d. C.) mejoró el trabajo de Amonio, dividiendo a los evangelios en secciones temáticas conocidas como kefalaia (tablas o cánones) dándoles una numeración. Estas secciones fueron mucho más pequeñas que las de nuestros capítulos actuales, ya que había 355 en Mateo, 234 en Marcos, 342 en Lucas 231 en Juan. Dicha división se adoptó en muchos manuscritos que contenían el texto en latín y en griego (como por ejemplo el Códice Sinaítico).

Hacia el final del siglo IV, se añadió una nueva división llamada titloi (títulos), que eran porciones de los evangelios con resúmenes colocados en la parte superior o inferior de la página, y que a su vez agrupaban a varias kefalaia. Había 68 titloi en Mateo, 48 en Marcos, 83 en Lucas 18 en Juan. Los otros libros del Nuevo Testamento fueron similarmente divididos, aunque no sabemos exactamente cuando. Aunque las divisiones anteriores fueron bastante extendidas, esto no quiere decir que eran las únicas existentes. Por ejemplo, el Códice Vaticano, del siglo IV d. C., incluye marcas en el margen que son divisiones en 'capítulos' (para Mateo tiene 170 divisiones, que no son los 28 capítulos de la división que usamos; para Marcos 62 divisiones).

Entre los siglos VI X, el texto hebreo alcanza su forma definitiva. Este trabajo fue obra de escribas judíos que la historia conoce con el nombre de 'masoretas', de donde procede el nombre de Texto Masorético. Los masoretas se dedicaron a recoger y poner por escrito la 'masora', es decir, el conjunto de observaciones críticas sobre el texto inspirado acumuladas durante siglos, muchas de ellas transmitidas oralmente. Los masoretas introdujeron, además, todo un complejo sistema para la pronunciación y comprensión correctas del texto, cuyo valor a veces nos es desconocido: vocales, signos o acentos musicales (que indican el tono recitativo con el que el texto se tenía que leer), pausales (equivalentes a nuestros signos de puntuación), tónicos (acento normal de la palabra) y otros signos diacríticos.  A partir del siglo VII, los masoretas subdividieron a los antiguos perashiyyot (que permitían leer toda la Ley en un año) en 669 segmentos más pequeños llamados sidrim, a fin de facilitar la ubicación de referencias. Para el siglo IX, establecieron la división de todo el texto del Antiguo Testamento en versículos y en secciones (pisqah).

La Actual División en Capítulos
Al parecer, nuestra actual división de capítulos y versículos fue iniciada por Lanfranco de Canterbury (1005-1089 d.C.), y erróneamente algunos le han atribuido su completo desarrollo a él. Él nació en Pavía (Italia). En el año 1042 se convirtió en monje católico romano, y para el año 1045 fundó una escuela en la Abadía de Bec (En Normandía, Francia), la cual adquirió una gran reputación atrayendo a alumnos de varias partes de Europa, y de ellos varios alcanzaron posiciones muy influyentes. Tras convertirse en consejero de Guillermo I de Inglaterra, alcanzó la influencia para ser nombrado arzobispo de Canterbury en el 1070 d.C. y ostentó dicho cargo hasta su muerte.

Una prueba de que desde el siglo XI, había un avance para la división en capítulos que poseemos actualmente, queda demostrado en el hecho de que cardenal Humberto de Silva Candida, alrededor del año 1059, citó a los capítulos 12 y 13 del Éxodo, y al 23 de Levítico, de acuerdo con nuestra división actual de los capítulos.

Durante el siglo XIII floreció la Universidad de Paris (o La Sorbona), y esta se destacó como el mayor centro de educación teológica del catolicismo romano durante la edad media. Debido a la procedencia internacional de los estudiantes, se generó un cierto caos en razón a las diversas maneras que ellos tenían para identificar alguna parte de la Escritura, por lo cual se mostró claramente la necesidad de implementar un sistema normalizado de capitulación. Stephen Langton (1150-1228), de origen inglés, quien fue profesor de la Universidad de Paris durante unos 25 años, fue el encargado de trabajar en dicha unificación. A medida que los estudiantes iban regresando a sus lugares de origen, llevaban consigo la nueva división que habían aprendido en París. En el el año de 1206, Stephen Langton viajó a Roma para ser nombrado cardenal, y en el año 1218 se trasladó a Inglaterra para ejercer como Arzobispo de Canterbury. Para el año 1226, la Universidad de Paris publicó una edición de la Vulgata Latina, conocida como la Biblia Parisiense, y en ella se introdujo la división hecha por Stephen Langton. Debido al renombre de la Universidad de Paris, esta edición alcanzó gran difusión y se propagó por toda Europa, llegando a ser el único texto utilizado durante más de tres siglos. Las publicaciones posteriores siguieron el formato de Stephen Langton.

Posteriormente Hugo de San Cher (1200-1264) [en latín Hugo de Sancto Caro], dirigió a un grupo de unos 500 monjes en la realización de una concordancia para la Bíblia en la versión Vulgata Latina. Dicho trabajo fue terminado en el año de 1240. Como el objetivo fue el de facilitar la búsqueda de cualquier palabra en la Escritura, Hugo de San Cher subdividió a los capítulos en siete partes (no párrafos) de una misma longitud, y los marcó en el margen con las letras A, B, C, D, E, F, G, a fin de que se hiciera referencia a un pasaje con el número del capítulo y la letra (o letras) que lo contuvieran. Sin embargo, en los salmos más cortos, la división no siempre se extendió a siete. Esta división (excepto en los Salmos) fue modificada por Conrad de Halberstadt (c. 1290), quien redujo las divisiones de los capítulos más cortos de siete a cuatro, de modo que se identificaran desde la A a la D. Una errónea opinión común, atribuye la división actual de los capítulos de la Biblia a Hugo de San Cher, y esta proviene del testimonio de  Gilbert Genebrard (m. 1597), quien dijo que cuando el cardenal Hugo hizo la concordancia, también hizo esa división. Sin embargo, hemos visto que la actual división en capítulos fue terminada por Stephen Langton, y que Hugo de San Cher lo que hizo fue una subdivisión de los mismos para facilitar el encuentro de las palabras a partir de su concordancia. La difusión de estas divisiones fue tan bien recibida, que incluso por razones prácticas fue adoptada por los propios judíos. El rabí Salomon Ben Ismael, las insertó por primera vez en manuscritos del texto hebreo alrededor del año 1330 d.C.

La Actual División en Versículos
Algunos han atribuido erróneamente la actual división de versículos al rabino Mardoqueo Natán. En realidad él no hizo esa división tal y como la conocemos ahora, pero lo que sí hizo fue subdividir con números (y no con letras) los capítulos propuestos por Stephen Langton para el Antiguo Testamento. Inspirado en la gran utilidad de la Concordancia de Hugo de San Cher, se puso a trabajar en una concordancia hebrea para uso de los judíos. Principió esta obra en el año de 1438, y la concluyó en el de 1445.

Sanctes Pagnino (1470-1536), fue un católico dominico, que en el año de 1528 imprimió una Biblia en latín conocida como la “Veteris et Novi Testamenti nova translatio”, la cual ganó buena aceptación entre los rabinos por su adhesión literal al texto hebreo. Él también subdividió en versículos numerados, los capítulos propuestos por Stephen Langton. Para el Antiguo Testamento siguió más o menos los versos masoréticos. Los versículos que puso para el Nuevo Testamento, eran tres o cuatro veces más largos que los actuales. Aún así, la subdivisión de Pagnino nunca fue ampliamente adoptada.

Robert Estienne (1503-1559) [en latín Robertus Stephanus], fue un prestigioso impresor y humanista francés. Debido a que él se identificó con el movimiento protestante, experimentó la hostilidad de los teólogos católicos de La Sorbona, por lo cual se vio obligado a dejar París para radicarse en Ginebra (Suiza). En el año de 1551, él imprimió un Nuevo Testamento Griego, en el cual apareció por primera vez nuestra actual división de versículos para esa parte de la Biblia. En el año de 1555, imprimió toda la Biblia en latín, y esa fue la primera vez en que la Biblia apareció con la división completa de capítulos y versículos que poseemos en la actualidad. Para los libros del Antiguo Testamento y para los deuterocanónicos, él adoptó con algunos retoques la división hecha por Sanctes Pagnino. Los números de los capítulos y de los versículos no estaban inmersos dentro del texto bíblico, sino en las márgenes.

En 1565, Teodoro de Beza inscribió los números de los versículos propuestos por Robert Estienne, en el interior del texto mismo.
En 1569, Casiodoro de Reina publicó en Basilea (Suiza), la primera traducción completa de toda la Biblia al idioma español, y en ella incluyó la división actual de capítulos y versículos.
En 1572, Arias Montano introdujo definitivamente la división actual de versículos en la Biblia hebrea, en su gran obra exegética, la Políglota de Amberes.
En 1592, El Papa Clemente VIII, hizo publicar una nueva versión de la Biblia en latín para uso oficial de la Iglesia Católica, y en ella se incluyó la división actual de capítulos y versículos.

Así que finalizando el Siglo XVI, los judíos, los protestantes y los católicos habían aceptado la división en capítulos introducida por Stephen Langton y la subdivisión en versículos introducida por Robert Estienne. De manera que desde entonces, estas divisiones en capítulos y versículos ganaron aceptación como una una forma estándar para localizar las porciones de la Escritura y se impusieron en el mundo entero.

Críticas al Arreglo Actual de Capítulos y Versículos
El hecho de contar con un sistema normalizado de capítulos y versículos para referirse a las partes de la Escritura es de una bondad indiscutible. Sin embargo, la actual división en capítulos y versículos ha recibido justas críticas, pues en varias ocasiones los capítulos de Stephen Langton no respetan la unidad del discurso, y del mismo modo los versículos de Robert Estienne aparecen en medio de una oración, pensamiento o frase, en lugar de formar párrafos convenientes y lógicos. Por ende, cuando vamos a interpretar la Biblia debemos ignorar esa división, entendiendo que su único propósito es el de facilitar la referencia. Algunas ediciones modernas han intentado rescatar la unidad del discurso al añadir subtítulos, pero aún así, el estudiante de la Biblia siempre debe tener presente que dichos subtítulos son arreglos de los editores, y que estos no forman parte del texto sagrado original.

Como ilustración de las divisiones deficientes de los capítulos, mostramos estos ejemplos:

-El relato de la creación de Génesis 1, no termina realmente en el versículo 1:31, sino en la mitad del versículo 2:4 con la frase: “Estos son los orígenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados”.
Por lo cual, el capítulo 2 del libro del Génesis, que habla sobre Adán y Eva en el Huerto del Edén, en realidad debió haber empezado con la otra mitad de lo que ahora se conoce como el versículo 2:4, o sea con la frase: “Cuando YHWH Dios hizo la tierra y los cielos”.

-Génesis 9, toca dos asuntos distintos. En Génesis 9:1-17 se está hablando del pacto que Dios hizo con Noé y con sus hijos, del cual ya se venía hablando desde Génesis 8:15.
Mientras tanto, en Génesis 9:18-29 se está hablando de Noé y su descendencia, que es un relato que continúa en el capítulo 10.

-Isaías 53 habla de la profecía de Jesucristo en su rol de Siervo del Señor, pero en realidad este tema fue empezado en Isaías 52:13, con las palabras: “He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto”.
-El Sermón del Monte, es un solo relato que abarca los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo. Si esto no se tiene en cuenta, se pierde la unidad conceptual.
-En el libro del Apocalipsis, hay temas que incluyen varios capítulos, por ejemplo el Cordero desatando los 7 sellos (Apocalipsis 6:1-8:5), las 7 trompetas (Apocalipsis 8:6-11:19), y las 7 plagas postreras (Apocalipsis 15:1-19:21).

De igual modo, como ilustración de las deficiencias en las divisiones de los versículos, podemos mostrar estos ejemplos:

-En el Salmo 19, la última línea del versículo 4 debió ser la primera línea del versículo 5, pues al igual que los versículos 5 y 6 se refiere al sol, el cual sin pronunciar ni una sola palabra, da testimonio por toda la tierra de la gloria del Dios Creador.
-Para hallar el sentido completo de ciertos Proverbios, debemos tomar más de un versículo. Por ejemplo: “No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido, porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren” (Proverbios 22:22-23). Y también: “No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos, porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios” (Proverbios 24:1-2).
-Para hallar el sentido completo de ciertas frases, por lo general debemos tomar más de un versículo. Por ejemplo: “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto, del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:67-75).

Romanos 2:5 termina con una frase incompleta que debió incluir el contenido del versículo 6, a fin de aclarar en una sola porción que Dios es quien pagará a cada uno conforme a sus obras.

-En Apocalipsis 20 se habla de las dos resurrecciones. La primera resurrección ocurre antes del milenio, y la segunda resurrección después del milenio. Por lo tanto, la frase “Esta es la primera resurrección”, no debió terminar el versículo 5 sino que debió empezar el versículo 6.
Es evidente que si los muertos del versículo 4 aparecen ya resucitados, y los otros muertos no vuelven a la vida sino después de los mil años, la primera resurrección no puede ser la de los del versículo 5, sino la de los del versículo 4. La frase: “Pero el resto de los muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”, se trata de un obvio paréntesis entre lo tratado en el versículo 4 y lo que continúa en el 6.

Basándose en un comentario poco claro del hijo de Estienne, algunos estudiosos han afirmado que el impresor hizo sus divisiones de los versículos mientras viajaba a caballo de París a Lyon (lo que explica los saltos a veces no naturales). Lo más probable es que la intención del hijo de Estienne fue la de decir que su padre dividió el texto mientras descansaba en posadas durante el viaje.

El Antiguo y el Nuevo Testamento, en cuanto podemos juzgar por el testimonio antiguo, y por los manuscritos hebreos, samaritanos, griegos y latinos, siempre han sido divididos en porciones cortas y manejables, y poco importa si los llamamos capítulos o párrafos. La división de los libros de la Biblia fue la obra de muchas personas durante muchos años. Las primeras divisiones fueron hechas con un propósito de lectura litúrgica, pero luego también se añadieron divisiones con el propósito de facilitar el estudio detallado. Nuestra división actual de capítulos fue terminada por Stephen Langton, pero fue aceptada universalmente debido al prestigio de la Universidad de París que editó la Biblia Parisina, una versión que contenía las divisiones de Langton. La actual división en versículos propuesta por Robert Estienne, fue aceptada universalmente debido al prestigio que éste tenía como impresor.
A finales del Siglo XVI, los protestantes, los judíos y los católicos, ya habían adoptado nuestra división actual de capítulos y versículos, que desde entonces se hizo universal. Dichas divisiones han recibido justas críticas, ya que en muchas ocasiones los capítulos no conservan la unidad del discurso, y los versículos no mantienen la continuidad de las frases. Sin embargo, la posibilidad de citar uniformemente una parte de la Biblia en cualquier parte del mundo, es una bondad que sobrepasa a los errores de unidad conceptual. Muy difícilmente otro sistema podría reemplazar al actual.

Continua en La Biblia V: Cánones III
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