La esperanza es que la disciplina sacuda a la persona de tal
manera que cambie de actitud. La disciplina no es castigo, sino el último paso
de un proceso diseñado para salvar al hermano en error.
Disciplina en la iglesia
Hay una inmensa variedad de interpretaciones (o distorsiones) en la práctica del
tema. Es porque, como iglesia, vivimos una tensión entre la
necesidad de ser santa, pura, y la necesidad de amar, aceptar, perdonar.
La congregación que pone mucho énfasis en la
"santidad", en la necesidad de separarse del mal, fácilmente llega a
ser como una "secta" que rechaza a todos menos a los que piensan
exactamente como ellos. Seguramente saben que no vivimos bajo la ley, sin
embargo, su sistema de interpretación, su defensa de las tradiciones que
recibieron de los misioneros o de la generación pasada, llega a ser como una
ley. Y ¡ay del hermano que se atreva a pasar por encima de los límites
trazados!. Pero la iglesia que pone mucho énfasis en la aceptación, con
facilidad se convierte en un "club" que acepta a todos y a todo.
Simplemente se adapta a la cultura que la rodea. En la mayoría de los casos, lo
que la sociedad acepta, ellos también aceptan. Pero al hacerlo, dejan a un lado
el llamado del Señor hacia la santidad. El reto principal de Pablo contra la
iglesia de Corinto, en su primera carta a esa iglesia, en el capítulo 5 (el
caso del hombre que vivía con su madrastra), no tenía que ver tanto con el
pecador, sino con la iglesia porque esta no había disciplinado a ese hombre.
Leamos algunos extremos, por
un lado tenemos a una señorita que bailó con el novio en la fiesta de
casamiento de su hermana. Su iglesia le impuso un castigo fuerte. Difícilmente
podemos justificar bíblicamente la posición de la iglesia.
Por el otro lado tenemos el caso del hijo de uno de los ancianos de la iglesia, que tiene relaciones sexuales con su novia. Todo el mundo lo sabe, pero nadie hace nada. "Y bueno... es algo normal para la juventud actual."
Por el otro lado tenemos el caso del hijo de uno de los ancianos de la iglesia, que tiene relaciones sexuales con su novia. Todo el mundo lo sabe, pero nadie hace nada. "Y bueno... es algo normal para la juventud actual."
Dos extremos que dañan seriamente a la iglesia. El equilibrio entre estos dos extremos es la disciplina
bíblica correctamente aplicada. Enfatizo la palabra "correctamente"
porque en demasiados casos la disciplina que se aplica tiene poco que ver con
las pautas bíblicas. Pero vamos a eso luego.
Razones
Sugiero dos razones porqué la disciplina, necesariamente, es
un tema que la iglesia tiene que comprender y aplicar.
Primero, porque la iglesia de Dios es un templo santo. Ahí
vive el Espíritu de Dios, el Dios Santo. Tal como el Señor exige que cada uno
de nosotros sea santo (1 Pedro 1:16), de igual manera espera que su iglesia también
ande en santidad.
Pero la iglesia es gente, usted y yo. Y no puede ser más
santa que el miembro menos santo. Una de las características de la santidad es
la pureza. Si tenemos un litro de agua, y cae en él un sólo grano de polvo, ya
no es puro. Si la iglesia anda bien, en obediencia a Dios, pero un miembro
persiste en pecado, la iglesia ya no es un templo santo, a menos que se
aplique el proceso de la disciplina bíblica. La tendencia de fingir que los problemas (de los que todo el
mundo reconoce) no existen, produce un tremendo daño a la iglesia. Creo que
aquí se aplica bien la advertencia de Pablo en Efesios 4.30: Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios," Sospecho que algunas de nuestras
congregaciones le hacen llorar.
Segundo, la disciplina es necesaria porque la iglesia es un
cuerpo. Y como bien explica 1 Corintios 12:26, si un miembro de la iglesia
sufre, todos sufren. ¿Qué significa eso?.
Significa que si hay un hermano enfermo espiritualmente,
toda la iglesia sentirá un malestar. Y si no se cura esa enfermedad local, todo
el cuerpo sufrirá. Hay congregaciones que viven por muchos años con las heridas
y cicatrices de un problema que no confrontaron a su debido tiempo, o nunca lo
hicieron.
Naturaleza de la disciplina
Antes de entrar en los detalles acerca de la disciplina
bíblica, quiero destacar dos aspectos de su naturaleza.
Primero, disciplinar es amar.
Primero, disciplinar es amar.
Y ¿qué es amar? Es buscar el bienestar de la otra persona. Y
esto implica que si esa persona se está dañando a sí misma o a otros, amarla es
ayudarle a corregirse. La iglesia que no disciplina a los que persisten en el
pecado no solamente se hace daño a sí misma, sino también a la persona errada.
Amar es ayudar al pecador a salir del error, a huir del pecado, a restaurar su santidad en Cristo.
Amar es ayudar al pecador a salir del error, a huir del pecado, a restaurar su santidad en Cristo.
Segundo, la disciplina nunca debe ser "castigar".
La disciplina bíblica siempre busca sanar. Vamos a pensar en dos casos hipotéticos pero posibles.
La disciplina bíblica siempre busca sanar. Vamos a pensar en dos casos hipotéticos pero posibles.
Ejemplo: Juan, hombre casado con una linda familia, cae en una relación adúltera con su secretaria.
Cuando su esposa se entera, habla con el
pastor de la iglesia. El pastor intenta aconsejar a Juan, y mostrarle su error.
Pero Juan no quiere saber nada. "He orado mucho acerca de esto, y creo que
es Dios quien creó esta relación. Creo que lo comprende y acepta. He encontrado
la verdadera felicidad..." La negación de Juan de considerar su situación,
arrepentirse, y pedir perdón a Dios y a su esposa exige que la iglesia dé paso
al proceso de disciplina. Pero supongamos que Juan reconoce su error. Renuncia a su
relación ilegítima, pide perdón a su esposa. Y va hasta el extremo de pedir
perdón públicamente a la iglesia. ¿Cómo debe responder la iglesia en este caso?. Pues, el Señor mismo nos da la respuesta. ¿Cuántas veces
debemos perdonar a nuestro hermano, y perdonarlo de corazón? Ya sabemos la
respuesta (Mateo 18:35). O como afirma Pablo: "De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13).
Bíblicamente no tenemos facultad para disciplinar a un
hermano que peca pero que se arrepiente.
La disciplina es para el que no se arrepiente.
La disciplina es para el que no se arrepiente.
Modelo de disciplina
Hebreos 12:3-11 nos ofrece el mejor modelo de la disciplina. Habla de la disciplina que todos recibimos, o por lo menos, debemos recibir,
de parte de Dios. Notemos tres características de esta disciplina.
1 Es disciplina paternal, de un Padre que nos ama y
nos comprende.
Un buen padre disciplina porque ama (v. 6). Un buen padre disciplina porque quiere que su hijo crezca hasta ser una persona sana, recta, íntegra. Un buen padre disciplina porque está preocupado por las consecuencias del pecado en la vida de su hijo. Nuestro Padre no nos disciplina porque "merecemos castigo", sino porque necesitamos ser corregidos; Jesucristo se entregó a sí mismo para presentarnos como una iglesia sin mancha y sin arruga.
Un buen padre disciplina porque ama (v. 6). Un buen padre disciplina porque quiere que su hijo crezca hasta ser una persona sana, recta, íntegra. Un buen padre disciplina porque está preocupado por las consecuencias del pecado en la vida de su hijo. Nuestro Padre no nos disciplina porque "merecemos castigo", sino porque necesitamos ser corregidos; Jesucristo se entregó a sí mismo para presentarnos como una iglesia sin mancha y sin arruga.
2 Es disciplina con dolor
En nuestra familia, cuando los chicos eran pequeños, teníamos reservada una tabla ancha que ellos conocían. La tuvimos que utilizar muy pocas veces, pero fue muy efectiva aplicada al trasero de un niño desobediente, porque hacía mucho ruido, y porque la aplicación dolía. Este pasaje habla del sufrimiento, pero es importante destacar que Dios no es el autor de ese sufrimiento. Los hebreos estaban sufriendo las consecuencias de declarar Señor a Jesucristo (10:32-33). Nosotros, parte de un mundo caído, sufrimos de diferentes maneras, pero no son sufrimientos "enviados" por Dios, tal como la persecución que sufrían los hebreos no venía de parte de Dios. (Santiago 1:13, 17).
En nuestra familia, cuando los chicos eran pequeños, teníamos reservada una tabla ancha que ellos conocían. La tuvimos que utilizar muy pocas veces, pero fue muy efectiva aplicada al trasero de un niño desobediente, porque hacía mucho ruido, y porque la aplicación dolía. Este pasaje habla del sufrimiento, pero es importante destacar que Dios no es el autor de ese sufrimiento. Los hebreos estaban sufriendo las consecuencias de declarar Señor a Jesucristo (10:32-33). Nosotros, parte de un mundo caído, sufrimos de diferentes maneras, pero no son sufrimientos "enviados" por Dios, tal como la persecución que sufrían los hebreos no venía de parte de Dios. (Santiago 1:13, 17).
Pero lo que este pasaje destaca (y muchos otros) es que Dios
utiliza ese sufrimiento para nuestro bien. "Es verdad que ninguna disciplina
al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados" (v.
11). Y lo insólito es que, hablando de Jesucristo, el autor de Hebreos dice
"...aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la
obediencia." (5:8).
3 Es disciplina que da fruto
Tanto Santiago (Santiago 1:2, 12) como Pablo (Romanos 5:3, 4) destacan que la prueba, el sufrimiento, nos pueden hacer bien. Dios utiliza lo que nos duele para forjar más de su Hijo en nosotros. La disciplina no solamente sana a personas, sino también a iglesias. Del ejemplo del Padre, vemos que la disciplina nace de una preocupación por el bienestar de nuestros hermanos, y aunque duele, es algo que necesitamos para nuestro bien. Habiendo definido la naturaleza y las características de la disciplina bíblica, se hace necesario explorar el proceso bíblico de cómo aplicar la disciplina.
Tanto Santiago (Santiago 1:2, 12) como Pablo (Romanos 5:3, 4) destacan que la prueba, el sufrimiento, nos pueden hacer bien. Dios utiliza lo que nos duele para forjar más de su Hijo en nosotros. La disciplina no solamente sana a personas, sino también a iglesias. Del ejemplo del Padre, vemos que la disciplina nace de una preocupación por el bienestar de nuestros hermanos, y aunque duele, es algo que necesitamos para nuestro bien. Habiendo definido la naturaleza y las características de la disciplina bíblica, se hace necesario explorar el proceso bíblico de cómo aplicar la disciplina.
¿Cómo se realiza? El proceso.
La iglesia, por su propia salud y por la salud de sus
miembros, necesita practicar la disciplina. Pero como ya hemos visto en los
párrafos anteriores, hay disciplina, y hay disciplina. Una buena mayoría de
la disciplina que practican las iglesias no se practica según las pautas
bíblicas, y en muchos casos, es más castigo que disciplina. La única descripción del proceso que hemos de seguir para
aplicar la disciplina viene del Señor mismo. Esta descripción concuerda con
muchos otros pasajes del Nuevo Testamento. Siguiendo la pauta de Mateo 18:15-17, los pasos son
esencialmente tres.
Primero, acerquémonos personal e individualmente a quien
pensamos que anda mal. Nunca debemos confiar en otros: "quiero que ores
por Juan, porque aparentemente...". Hablar con otros, antes de hablar con
la persona afectada, es chisme, o peor, calumnia. El acercamiento debe ser no para acusar, sino en amor, para
averiguar. Hemos oído de tal cosa, o nos damos cuenta de otra... ¿es cierto? Es
muy posible que nuestras primeras impresiones sean falsas, y con un poco de
conversación se aclara todo. Y con esto, asunto terminado.
Gálatas 6:1 afirma que debemos acercarnos
"amablemente", con mansedumbre, implica que debemos acercarnos con el presupuesto de que nuestra sospecha es
falsa. Especialmente si la "evidencia" viene de terceros, hay una
gran posibilidad de que es una distorsión. Pero, ¿si la sospecha resultó ser cierta, y nuestro hermano
anda mal? Entonces debemos aconsejarle, ayudarle a discernir, con las
Escrituras en la mano, qué no está bien. Buscamos que cambie de actitud, que
reconozca su error, el peligro y riesgos que corre si persevera en el error
(Santiago 5:19). Si nuestro hermano reconoce su error, y se arrepiente de él:
asunto terminado. No debemos hablarle a nadie más acerca del tema. Tampoco hay
indicaciones en el Nuevo Testamento de que debemos "castigar" al pecador
arrepentido. Si Dios perdona, tenemos la obligación de hacer lo mismo (Efesios 4.32). Si no hay purgatorio en el cielo, tampoco debe haberlo en la iglesia. Pero ¿si no quiere aceptar nuestro consejo, si se justifica
y no muestra ninguna intención de cambiar?. Debemos, en ese caso, pasar al
segundo paso del proceso de disciplina.
Segundo, acerquémonos de nuevo al hermano en error, pero
esta vez con una o dos personas más que nos acompañan. Deben ser hermanos de
mucha confianza, hombres y mujeres espirituales, que pueden ayudar en la tarea
de "convencer al pecador" y no ir desparramando la noticia por todos
lados. De esta forma, el "errado" se dará cuenta que no
es simplemente un capricho personal de nuestra parte, sino que es algo que
involucra también a la iglesia. También vemos que el principio de hacer una
acusación acompañado por "dos o tres testigos" es un principio
fundamental en la Biblia (2 Corintios 13:1 y Hebreos 10:28). De nuevo, si reconoce su error, y se arrepiente, asunto
terminado. Nuestro propósito se habrá logrado. Pero si no nos hace caso, entonces hay un tercer paso (Mateo 18:17). Los primeros dos pasos no son asunto de la iglesia. Pero a esta altura
la persona "enferma" ha entrado en un estado grave, y es necesario
involucrar a toda la congregación. No tenemos detalles de cómo proceder con este paso, pero
supongo que será necesario que los "dos o tres testigos" hablen con
el pastor o los ancianos de la iglesia primeramente. Y él (o ellos) hablará con
la persona errada. Si se confirma el testimonio de los testigos, es decir, que
esa persona se mantiene firme en su decisión de no cambiar, entonces será
necesario hacer una denuncia pública en la iglesia. En el Nuevo Testamento, la última etapa de la disciplina involucraba a
toda la iglesia. Lo vemos, por ejemplo, en el caso del hombre que vivía con su
propia madrastra. Las instrucciones del apóstol eran "Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros." (1 Corintios 5:13).
Pablo también dice a la iglesia de Roma que deben apartarse de hermanos que causan divisiones y ponen tropiezos a la iglesia (Romanos 16:17). Exige, como consecuencia, la unidad de la iglesia. Si la iglesia aplica esta clase de disciplina a una persona, hace mucho daño si un miembro de la congregación, o un grupito, reciben al "pobrecito". Esta es la única forma de disciplina que encontramos en el NT. No encontramos diferentes "niveles" de disciplina, menos de castigo. En esencia, hay dos escenarios: el pecador que se arrepiente, y recibe perdón, o el pecador obstinado que está separado de la iglesia. Y en todo caso, la disciplina siempre tiene el mismo propósito: efectuar un cambio en la persona. Como dice Pablo, "para que le dé vergüenza" (2 Tesalonicences 3:14). Si hace falta castigo o venganza, es algo que debemos dejar en las manos del Señor. "A mí me corresponde hacer justicia: yo pagaré, dice el Señor." (Romanos 12:19).
Pablo también dice a la iglesia de Roma que deben apartarse de hermanos que causan divisiones y ponen tropiezos a la iglesia (Romanos 16:17). Exige, como consecuencia, la unidad de la iglesia. Si la iglesia aplica esta clase de disciplina a una persona, hace mucho daño si un miembro de la congregación, o un grupito, reciben al "pobrecito". Esta es la única forma de disciplina que encontramos en el NT. No encontramos diferentes "niveles" de disciplina, menos de castigo. En esencia, hay dos escenarios: el pecador que se arrepiente, y recibe perdón, o el pecador obstinado que está separado de la iglesia. Y en todo caso, la disciplina siempre tiene el mismo propósito: efectuar un cambio en la persona. Como dice Pablo, "para que le dé vergüenza" (2 Tesalonicences 3:14). Si hace falta castigo o venganza, es algo que debemos dejar en las manos del Señor. "A mí me corresponde hacer justicia: yo pagaré, dice el Señor." (Romanos 12:19).
Las causantes
Un tema clave pero delicado, es discernir qué asuntos deben
ser objeto de disciplina. Personalmente, me hubiera gustado que el NT ofreciera
una lista con todos las causantes de la disciplina. Pero, respetando la
sabiduría del Autor del libro, necesitamos discernir entre varios pasajes. Para simplificar el panorama, sugiero, para resumir los
datos, tres causantes principales:
Deben ser disciplinados aquellos que siguen en
directa desobediencia a la Palabra.
Si la Biblia es realmente Palabra de Dios, entonces es la regla absoluta para nuestras vidas. No podemos dejar a un lado los mandatos que no nos convienen, aunque esa sea una práctica bastante común. Con esto todos estaremos de acuerdo, aunque no siempre es fácil ponerlo en práctica. Creo (y reconozco que muchos lo niegan enfáticamente), que hay áreas "grises" en las Escrituras con respecto a prácticas. Es decir, que no son ni blancas ni negras. Un ejemplo. Pablo en 1 Timoteo 2:8 dice que los hombres deben levantar las manos cuando oren. ¿Es pecado no hacerlo? Hay iglesias donde lo hacen, otras que no. Otro ejemplo. El Señor en Juan 13:15 dice que debemos lavar los pies de los hermanos. Hay muy pocos grupos que lo hacen. ¿Será pecado no hacerlo?. Quiero llegar a lo siguiente. Hay temas en el Nuevo Testamento, en los que las iglesias, en la práctica, tienen cierta flexibilidad. No siempre es fácil determinar si la posición de la iglesia depende principalmente de una comprensión clara de las Escrituras, o de una tradición denominacional. Necesitamos discernir dirigidos por el Espíritu. En todo caso, la regla final para la conducta de los creyentes tiene que ser la Palabra, y la iglesia no puede permitir que un hermano directamente la desobedezca.
Debemos disciplinar a los que enseñan falsa doctrina
Si la Biblia es realmente Palabra de Dios, entonces es la regla absoluta para nuestras vidas. No podemos dejar a un lado los mandatos que no nos convienen, aunque esa sea una práctica bastante común. Con esto todos estaremos de acuerdo, aunque no siempre es fácil ponerlo en práctica. Creo (y reconozco que muchos lo niegan enfáticamente), que hay áreas "grises" en las Escrituras con respecto a prácticas. Es decir, que no son ni blancas ni negras. Un ejemplo. Pablo en 1 Timoteo 2:8 dice que los hombres deben levantar las manos cuando oren. ¿Es pecado no hacerlo? Hay iglesias donde lo hacen, otras que no. Otro ejemplo. El Señor en Juan 13:15 dice que debemos lavar los pies de los hermanos. Hay muy pocos grupos que lo hacen. ¿Será pecado no hacerlo?. Quiero llegar a lo siguiente. Hay temas en el Nuevo Testamento, en los que las iglesias, en la práctica, tienen cierta flexibilidad. No siempre es fácil determinar si la posición de la iglesia depende principalmente de una comprensión clara de las Escrituras, o de una tradición denominacional. Necesitamos discernir dirigidos por el Espíritu. En todo caso, la regla final para la conducta de los creyentes tiene que ser la Palabra, y la iglesia no puede permitir que un hermano directamente la desobedezca.
Debemos disciplinar a los que enseñan falsa doctrina
Enseñar doctrina falsa hace mucho daño a la iglesia, y Pablo en su
carta a los Gálatas dice que la persona que lo hace sea "anatema", es
decir, está bajo condenación, algo que se debe evitar (Galatas 1.8). Juan dice que
no debemos recibir a tal persona (2 Juan 10).
Hay muchas advertencias en el Nuevo Testamento acerca de la enseñanza de
doctrina falsa, especialmente porque puede ser (¿siempre es?) enseñanza
diabólica (1 Timoteo 4:1). Pablo en su exhortación a los ancianos de la iglesia de
Éfeso dice que pueden levantarse hombres dentro de la congregación con "nuevas"
verdades, como también "maestros" de afuera que pueden traer doctrina
errónea a la iglesia. Pero es importante destacar que nunca se debe disciplinar a
un hermano porque piensa de una manera diferente que nosotros. Puede ser que su
interpretación de la profecía, por ejemplo, sea diferente de la posición
"oficial" de la iglesia. Pero si esa diferencia no afecta su conducta
cristiana, y si él no intenta imponer sus ideas sobre los otros miembros de la
iglesia, no existe ningún problema. Siempre habrá personas en la congregación
con sus ideas e interpretaciones propias, pero no por esa razón requieren
disciplina, estas son las llamadas posturas.
Se debe disciplinar a los que crean divisiones en
la iglesia
Pasajes como Romanos 16:17-18 y Tito 3:10-11 tratan el tema. Pero el pasaje más contundente es 1 Corintios 3:16-17, en él Pablo dice que Dios destruirá a la persona que destruye a su iglesia. La iglesia es una posesión muy apreciada por Dios, y ¡ay de la persona que le hace daño!. Se ve en las Escrituras que la disciplina es necesaria, pero también que no es arbitraria. Los fariseos preguntaron a Jesús: "¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa por un motivo cualquiera?" (Mateo 19:3), y de la misma manera, podemos preguntarnos: "¿Le está permitido a la iglesia disciplinar por un motivo cualquiera?" En ambos casos la respuesta tiene que ser "no". La disciplina en sí es el acto final de todo un proceso, y llegamos a ese punto solamente en casos extremos, casos que seriamente perjudican a la persona o a la congregación.
Pasajes como Romanos 16:17-18 y Tito 3:10-11 tratan el tema. Pero el pasaje más contundente es 1 Corintios 3:16-17, en él Pablo dice que Dios destruirá a la persona que destruye a su iglesia. La iglesia es una posesión muy apreciada por Dios, y ¡ay de la persona que le hace daño!. Se ve en las Escrituras que la disciplina es necesaria, pero también que no es arbitraria. Los fariseos preguntaron a Jesús: "¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa por un motivo cualquiera?" (Mateo 19:3), y de la misma manera, podemos preguntarnos: "¿Le está permitido a la iglesia disciplinar por un motivo cualquiera?" En ambos casos la respuesta tiene que ser "no". La disciplina en sí es el acto final de todo un proceso, y llegamos a ese punto solamente en casos extremos, casos que seriamente perjudican a la persona o a la congregación.
Funciones de la disciplina
La disciplina en la iglesia cumple por lo menos
tres funciones:
Sirve para despertar al pecador de su situación.
La esperanza es que la disciplina sacuda a la persona de tal manera que cambie de actitud. La disciplina no es castigo, sino el último paso de un proceso diseñado para salvar al hermano en error.
La esperanza es que la disciplina sacuda a la persona de tal manera que cambie de actitud. La disciplina no es castigo, sino el último paso de un proceso diseñado para salvar al hermano en error.
La disciplina sirve para advertir a toda la
iglesia.
No se puede jugar con el pecado. Dios lo odia, y todos deben darse cuenta de que Él exige santidad de su pueblo. Si le permitimos a un hermano que siga con algo que es contrario al carácter Dios, no lo amamos (ni al hermano, ni a Dios).
No se puede jugar con el pecado. Dios lo odia, y todos deben darse cuenta de que Él exige santidad de su pueblo. Si le permitimos a un hermano que siga con algo que es contrario al carácter Dios, no lo amamos (ni al hermano, ni a Dios).
La disciplina es necesaria para la salud del pueblo
de Dios.
Y no solamente eso, sino también por el testimonio de la iglesia frente al mundo. Ya hemos tenido demasiadas noticias de líderes conocidos que han caído en pecado. Ya hemos escuchado demasiadas veces "Fulano es uno de ustedes, y mire cómo vive, mire qué ha hecho. ¡Son todos iguales!".
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Y no solamente eso, sino también por el testimonio de la iglesia frente al mundo. Ya hemos tenido demasiadas noticias de líderes conocidos que han caído en pecado. Ya hemos escuchado demasiadas veces "Fulano es uno de ustedes, y mire cómo vive, mire qué ha hecho. ¡Son todos iguales!".
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