Según los cuatro evangelios, Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno, para que se cumplieran las palabras del profeta Zacarías.
Libro del Profeta Zacarias 9:9
He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga
Fue recibido por una multitud, que lo aclamó como «hijo de David» (según el Evangelio de Lucas, fue aclamado solo por sus discípulos). En los evangelios de Lucas y de Juan, Jesús es aclamado como rey. Según los evangelios sinópticos, a continuación fue al Templo de Jerusalén, y expulsó de allí a los cambistas y a los vendedores de animales para los sacrificios rituales, el Evangelio de Juan, en cambio, sitúa este episodio al comienzo de la vida pública de Jesús, y lo relaciona con una profecía sobre la destrucción del Templo y otros acontecimientos futuros.
Unción en Betania y Última Cena
En Betania, cerca de Jerusalén, fue ungido con perfumes por una mujer. Según los sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana designa como Última Cena. En el transcurso de esta cena pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos, diciendo «Tomad y comed, este es mi cuerpo» y, a continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: «Bebed de él todos, porque esta es la sangre de la Alianza, que será derramada por la multitud para la remisión de los pecados». Profetizó también, según los sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.
En el Getsemaní
Fue en Getsemaní, un huerto que de acuerdo con el Nuevo Testamento estuvo Jesús orando la noche en que iba a ser entregado por Judas para ser crucificado. El nombre 'Getsemaní' aparece en los evangelios (Mateo 26:36 y Marcos 14:32). Esta palabra viene del arameo “Gath – Smane “, que significa "prensa de aceite". El lugar está ubicado en la ciudad de Jerusalén, más específicamente en el Monte de los Olivos. Jesús se dirigió al huerto donde acostumbraba a reunirse con sus discípulos a orar y por su mente cruzó la agonía que sufriría hasta la muerte. Lo más dramático no es ser flagelado, azotado o cualquier otro calificativo con que se quiera expresar el sufrimiento físico de Jesús, porque al fin y al cabo al estar en esa situación el cuerpo entra en estado de shock y comienza a asumir todo el impacto y el rigor del castigo. Lo más impresionante es tener la capacidad intelectual y mente abierta para saber lo que le esperaba sin poder hacer nada más que cumplir la voluntad que su amado Padre le ha encomendado. De ahí que cobren tanta importancia sus palabras: "Oren constantemente para no caer en la tentación, porque el Espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
En Betania, cerca de Jerusalén, fue ungido con perfumes por una mujer. Según los sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana designa como Última Cena. En el transcurso de esta cena pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos, diciendo «Tomad y comed, este es mi cuerpo» y, a continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: «Bebed de él todos, porque esta es la sangre de la Alianza, que será derramada por la multitud para la remisión de los pecados». Profetizó también, según los sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.
En el Getsemaní
Fue en Getsemaní, un huerto que de acuerdo con el Nuevo Testamento estuvo Jesús orando la noche en que iba a ser entregado por Judas para ser crucificado. El nombre 'Getsemaní' aparece en los evangelios (Mateo 26:36 y Marcos 14:32). Esta palabra viene del arameo “Gath – Smane “, que significa "prensa de aceite". El lugar está ubicado en la ciudad de Jerusalén, más específicamente en el Monte de los Olivos. Jesús se dirigió al huerto donde acostumbraba a reunirse con sus discípulos a orar y por su mente cruzó la agonía que sufriría hasta la muerte. Lo más dramático no es ser flagelado, azotado o cualquier otro calificativo con que se quiera expresar el sufrimiento físico de Jesús, porque al fin y al cabo al estar en esa situación el cuerpo entra en estado de shock y comienza a asumir todo el impacto y el rigor del castigo. Lo más impresionante es tener la capacidad intelectual y mente abierta para saber lo que le esperaba sin poder hacer nada más que cumplir la voluntad que su amado Padre le ha encomendado. De ahí que cobren tanta importancia sus palabras: "Oren constantemente para no caer en la tentación, porque el Espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
Hematidrosis
La causa de la Hematidrosis es un intenso estrés que provoca en el organismo una descarga del sistema nervioso vegetativo simpático (reacción de alarma o estrés), que entre otros efectos cardiovasculares y metabólicos, cursa con una fuerte vaso-constricción cutánea y abdominal (lo que desplaza un gran volumen de sangre). El sentido de este proceso es que el organismo se prepara para el peligro llevando toda la sangre a órganos vitales (corazón y cerebro). Esto hace que aumente mucho la presión arterial, y se activa en el organismo una descarga simpática colinérgica vasodilatadora que provoca una gran sudoración para perder volumen y así disminuir la presión. Entonces sucede que toda la sangre que ha sido expulsada del intestino y de la superficie cutánea se dirige a donde hay vasodilatación, a las glándulas sudoríparas, el tejido no soporta la presión y la sangre se extravasa saliendo al exterior en el sudor. y se produce la coloracion de tejidos con el pigmento de sangre, es asi que entonces bajo esa gran "stress" emocional, los vasos capilares pequeños de las glándulas sudoríparas pueden romperse y de esta manera mezclarse sangre con sudor. Solamente este proceso hubiera podido producir debilidades marcadas y posiblemente el shock. Por profesión, Lucas, el autor de los libros del Nuevo Testamento, el Evangelio de Lucas y Hechos de los Apostoles, era un médico. Sus escritos muestran que estaba familiarizado con el lenguaje técnico de los colegios médicos griegos de Asia Menor. Por ejemplo, de los cuatro escritores del evangelio, solamente el médico Lucas hizo referencia a la mala experiencia de Jesús como “agonía” (griego agonía). A causa de esta agonía en cuanto a las cosas que iban a suceder, leemos que durante la oración de Jesús, “era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Solamente Lucas hizo referencia al sudor (idros) de Jesús, un término muy usado en el lenguaje médico, y solamente Lucas hizo referencia a que el sudor de Jesús consistía de grandes gotas de sangre (thromboi jaimatos)—una condición médica a la que Aristóteles y Teofrasto aludieron (Hobart, 1882, pp. 80-84). El término griego thromboi (de donde obtenemos la palabra “trombo”, “trombina”, et.al.) hace referencia al coágulo de la sangre (Nicoll, s.d., 1:631; Vincent, 1887,1:425). El erudito en Biblia Richard Lenski comentó acerca del uso de este término: “‘Como gotas de sangre’, thromboi, significa que la sangre se mezcló con el sudor y espesó los glóbulos tanto que estos cayeron al suelo como pequeños coágulos que no simplemente mancharon la piel” (1961, p. 1077). La palabra griega josei (“era...como”) hace referencia a la condición, no a una comparación, como el erudito en griego Henry Alford observó: Parece claro que la intención del Evangelista fue expresar la idea que el sudor era (no se sentía como, sino era como gotas de sangre; estaba teñido de sangre,—porque así entiendo el término josei, como algo que distingue las gotas muy teñidas con sangre, de la sangre pura... Suponer que solamente se sentía como gotas de sangre (¿por qué no gotas de cualquier otra cosa? Y ¿gotas de sangre de qué, y de donde?) es nulificar la fuerza de la oración, y hacer que la inserción de jaimatos no solamente sea superflua sino también absurda (1874, 1:648, itálicas en original; cf. Robertson, 1934, p. 1140).
Concluimos que se debe entender literalmente la terminología que el escritor del evangelio usa para hacer referencia a la angustia mental severa que Jesús experimentó, que Su sudor se tornó sangriento (cf. Robertson, 1930, 2:272). Al investigar la literatura médica podemos ver que, aunque se debe reconocer que esta condición es rara, ha sucedido. A esta condición se hace referencia comúnmente como hematidrosis o hemohidrosis (Allen, 1967, pp. 745-747), y causa excreción de sangre o pigmento de la sangre en el sudor. Bajo condiciones de gran estrés emocional, se pueden romper los pequeños capilares en las glándulas sudoríparas (Lumpkin, 1978), mezclando por ende la sangre con la transpiración. Se ha reportado esta condición en casos extremos de estrés (vea Sutton, 1956, pp. 1393-1394). Durante los últimos años del siglo XX, se estudiaron 76 casos de Hematidrosis, y se los clasificaron en categorías de acuerdo a factores causativos (Holoubek y Holoubek, 1996). Se descubrió que el temor agudo y la contemplación mental intensa eran las causas más frecuentes. Aunque la cantidad de pérdida de sangre generalmente es mínima, la hematidrosis también causa que la piel llegue a estar extremadamente delicada y frágil (Barbet, 1953, pp. 74-75; Lumpkin, 1978), lo cual hubiera hecho que los maltratos físicos de Cristo fueran incluso más dolorosos. Por medio de estos factores se puede ver que incluso antes que Jesús enfrentara la tortura de la cruz, ya había sufrido más allá de lo que muchos de nosotros jamás sufriremos. Su conocimiento penetrante de la naturaleza atroz del pecado, sus efectos destructivos y letales, la pena y el dolor que causa y la medida extrema necesaria para lidiar con el pecado, convirtió la pasión de Cristo en un evento más allá de nuestro entendimiento.
Arresto
La tarde del primer día de las fiestas de los panes sin levadura, Jesús y sus 12 discípulos celebraron la pascua con una cena. Ahí, Jesús anunció que uno de ellos lo iba a traicionar. Después de haber cenado, el grupo fue al Monte de los Olivos. Es aquí, durante esta escena tarde en la noche, que empezamos a entender el sufrimiento humano de Jesús. Cuando llegaron al huerto de Getsemaní, pidió a sus discípulos que se mantuvieran orando mientras subió a un lugar aparte con Pedro, Jacobo y Juan. Estos tres discípulos vieron a un Jesús muy angustiado. Quizás nunca lo habían visto en esa condición de tristeza profunda.
Evangelio de Mateo 26:38
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Fue sincero con ellos y les dijo como se sentía. Se alejó un poco más y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. Algunas versiones dicen que cayó al piso. Con el corazón cargado oró:
Evangelio de Mateo 26:39-42
Y39 endo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: 40 ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? , les dijo. 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Jesús sabía que los próximos días iban a ser de inmenso dolor. Hasta los profetizas habían dado detalles de la tortura que tendría que soportar y de los clavos que entrarían en su cuerpo. En su naturaleza humana no pudo resistir el golpe al corazón, a la mente, al cuerpo, y por esta razón oraba para que Dios estuviera con él.
Lucas 22:44 dice que "Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra".
En la soledad de Getsemaní Jesús pudo haber tomado el chance de escapar, de huir y librar su propia vida. Si lo hubiese hecho, ¿Qué, entonces, hubiese pasado con nosotros? Jesús fue obediente a la voluntad de Dios, se levanto después de orar y regreso a los discípulos, los cuales encontró de nuevo durmiendo. Dijo:
Evangelio de Mateo 26:45
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
Tras la cena, según los sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios. En ese momento Judas apareció con guardias y un grupo de gente armada listos para tomar al Mesías en custodia. Se acercó a Jesús y con un beso lo saludo. Esa era la señal que había acordado con los líderes que organizaron el arresto. Fue de esta forma que Judas, uno de los 12 discípulos, traicionó a Jesús. Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y huyeron.
Juicio
Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás, suegro de Caifás). Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había profetizado. A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido y criminal, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.
Concluimos que se debe entender literalmente la terminología que el escritor del evangelio usa para hacer referencia a la angustia mental severa que Jesús experimentó, que Su sudor se tornó sangriento (cf. Robertson, 1930, 2:272). Al investigar la literatura médica podemos ver que, aunque se debe reconocer que esta condición es rara, ha sucedido. A esta condición se hace referencia comúnmente como hematidrosis o hemohidrosis (Allen, 1967, pp. 745-747), y causa excreción de sangre o pigmento de la sangre en el sudor. Bajo condiciones de gran estrés emocional, se pueden romper los pequeños capilares en las glándulas sudoríparas (Lumpkin, 1978), mezclando por ende la sangre con la transpiración. Se ha reportado esta condición en casos extremos de estrés (vea Sutton, 1956, pp. 1393-1394). Durante los últimos años del siglo XX, se estudiaron 76 casos de Hematidrosis, y se los clasificaron en categorías de acuerdo a factores causativos (Holoubek y Holoubek, 1996). Se descubrió que el temor agudo y la contemplación mental intensa eran las causas más frecuentes. Aunque la cantidad de pérdida de sangre generalmente es mínima, la hematidrosis también causa que la piel llegue a estar extremadamente delicada y frágil (Barbet, 1953, pp. 74-75; Lumpkin, 1978), lo cual hubiera hecho que los maltratos físicos de Cristo fueran incluso más dolorosos. Por medio de estos factores se puede ver que incluso antes que Jesús enfrentara la tortura de la cruz, ya había sufrido más allá de lo que muchos de nosotros jamás sufriremos. Su conocimiento penetrante de la naturaleza atroz del pecado, sus efectos destructivos y letales, la pena y el dolor que causa y la medida extrema necesaria para lidiar con el pecado, convirtió la pasión de Cristo en un evento más allá de nuestro entendimiento.
Arresto
La tarde del primer día de las fiestas de los panes sin levadura, Jesús y sus 12 discípulos celebraron la pascua con una cena. Ahí, Jesús anunció que uno de ellos lo iba a traicionar. Después de haber cenado, el grupo fue al Monte de los Olivos. Es aquí, durante esta escena tarde en la noche, que empezamos a entender el sufrimiento humano de Jesús. Cuando llegaron al huerto de Getsemaní, pidió a sus discípulos que se mantuvieran orando mientras subió a un lugar aparte con Pedro, Jacobo y Juan. Estos tres discípulos vieron a un Jesús muy angustiado. Quizás nunca lo habían visto en esa condición de tristeza profunda.
Evangelio de Mateo 26:38
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Fue sincero con ellos y les dijo como se sentía. Se alejó un poco más y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. Algunas versiones dicen que cayó al piso. Con el corazón cargado oró:
Evangelio de Mateo 26:39-42
Y39 endo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: 40 ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? , les dijo. 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Jesús sabía que los próximos días iban a ser de inmenso dolor. Hasta los profetizas habían dado detalles de la tortura que tendría que soportar y de los clavos que entrarían en su cuerpo. En su naturaleza humana no pudo resistir el golpe al corazón, a la mente, al cuerpo, y por esta razón oraba para que Dios estuviera con él.
Lucas 22:44 dice que "Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra".
En la soledad de Getsemaní Jesús pudo haber tomado el chance de escapar, de huir y librar su propia vida. Si lo hubiese hecho, ¿Qué, entonces, hubiese pasado con nosotros? Jesús fue obediente a la voluntad de Dios, se levanto después de orar y regreso a los discípulos, los cuales encontró de nuevo durmiendo. Dijo:
Evangelio de Mateo 26:45
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
Tras la cena, según los sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios. En ese momento Judas apareció con guardias y un grupo de gente armada listos para tomar al Mesías en custodia. Se acercó a Jesús y con un beso lo saludo. Esa era la señal que había acordado con los líderes que organizaron el arresto. Fue de esta forma que Judas, uno de los 12 discípulos, traicionó a Jesús. Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y huyeron.
Juicio
Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás, suegro de Caifás). Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había profetizado. A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido y criminal, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.
El Sufrimiento
El pesado patíbulo de la cruz fue atado sobre sus hombros. La procesión del condenado Cristo, dos malhechores y el grupo de ejecución de soldados romanos encabezados por un centurión comenzó su lenta marcha por la ruta que hoy conocemos como "la Vía Dolorosa". A pesar de los esfuerzos de Jesús para caminar erguido, el peso del madero junto con el espasmo producido por la perdida de sangre era demasiado. Tropezó y cayo clavándose el tosco madero en la piel lacerada y músculos del hombro. Trato de levantarse pero los músculos humanos habían sido llevados mas allá de su tolerancia. El centurión, ansioso de proseguir con la crucifixión, eligió a un fornido africano del norte que miraba, llamado Simón de Cirene, para llevar la cruz. Jesús lo seguía sangrando aún y transpirando el frío y pegajoso sudor del espasmo. La marcha de unos 600 metros desde el Fuerte Antonia al Gólgota fue finalmente completada y el prisionero volvió a ser desnudado excepto por el taparrabo que se les permitía a los judíos.
Por la Vía Dolorosa
La Vía Dolorosa es una calle de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Dicha calle se ha tomado, tradicionalmente, como parte del itinerario que tomó Cristo, cargando con la Cruz, camino de su crucifixión. En la misma se encuentran marcadas nueve de las 15 estaciones del Viacrucis. Las restantes estaciones se encuentran dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. Es un importante foco de peregrinaje. La Vía Dolorosa, el camino que recorrió Jesús desde el lugar donde le sentenció Poncio Pilatos hasta el Gólgota, significa "camino de los dolores". El hermoso canto que comienza diciendo "En una lejana colina..." ha llevado a muchos a imaginarse este último camino como una escena bucólica y tranquila, un camino que discurre quizás entre viejos olivos hasta lo alto de una montaña donde unas cruces descarnadas contrastan con el cielo. Sin embargo, al caminar por la verdadera calle de la Jerusalén Vieja que recibe el nombre de "Vía Dolorosa" se disipan estas imágenes, pero afortunadamente se sustituyen por otras más profundas que le acercarán a aquellos momentos que siempre ha atesorado en su interior. Es posible que esta calle sea ruidosa y esté llena de vendedores tratando de llamar su atención y pregonando sus mercancías. Viejos edificios de piedra se elevan a ambos lados, y en lugar de un paseo por el campo bordeado de árboles hay unos escalones de piedra que suben por la ciudad y que parecen interminables. En ocasiones, los visitantes cristianos se sorprenden al darse cuenta de que esto no es nuevo; de hecho, es exactamente lo que habría visto Jesús aquel viernes. Era la semana de Pascua; Jerusalén era un hervidero de peregrinos. Muchos habrían apartado la vista por miedo a los romanos. De hecho, éstos obligaron a Simón de Cirene a llevar la cruz (Marcos 15:21). Desde que los cristianos comenzaron a llegar a la Ciudad Santa, han recorrido el último camino de Jesús. Al menos durante los mil últimos años es el mismo por el que pasan los actuales visitantes. Con el tiempo, los relatos sagrados se fueron materializando en puntos concretos: las estaciones del Vía Crucis.
Itinerario Tradicional
El itinerario tradicional empieza justo dentro de la Puerta de los Leones (Puerta de San Esteban), cerca de la localización de la antigua Fortaleza Antonia, dirigiéndose hacia el Oeste a través de la ciudad antigua hacia la Iglesia del Santo Sepulcro. Este itinerario está basado en la procesión organizada por los Franciscanos en el siglo XIV. Mientras las señalizaciones de las denominaciones del resto de las diferentes calles hierosolimitanas son traducidas a inglés, hebreo y árabe, el nombre VÍA DOLOROSA es utilizado en los tres idiomas.
Otros itinerarios
Una procesión bizantina el Miércoles Santo empezaba desde lo alto del Monte de los Olivos, deteniéndose en Getsemaní, entrando en la Ciudad Vieja a través de la Puerta de los Leones y proseguía aproximadamente por la actual Vía Dolorosa hasta la Iglesia del santo sepulcro. Alrededor del siglo VIII, algunas estaciones eran hechas siguiendo un camino que atravesaba el sur de la ciudad vieja, a la casa de Caifás en el Monte Sion, hacia el Pretorio, prosiguiendo luego hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.
Las XIV estaciones
I Estación
La Primera Estación es cercana al Monasterio de la Flagelación, donde Cristo fue interrogado por Poncio Pilato y posteriormente condenado. Pilato mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: «¡Salve, rey de los judíos!», y lo abofeteaban. Evangelio de Juan 19:1-3. Aquí está en el Pretorio, donde Pilatos condenó a Jesús y éste tomó la cruz (Marcos 15:15). Actualmente hay un convento que ocupa una pequeña parte de esta enorme fortaleza. En sus sótanos hay losas antiguas, conocidas según la tradición como Gábbata (Juan 19:13) o enlosado. Bajo este pavimento hay un gigantesco aljibe construido por Herodes el Grande que seguramente saciaría la sed de los soldados romanos que se burlaron de Jesús (Mateo 27:27-31). Entre las antigüedades, unos 6 metros por debajo de la actual carretera, los visitantes encuentran las estaciones del Vía Crucis modestamente marcadas. Cuando el Ayuntamiento de Jerusalén encontró piedras antiguas durante las labores de mantenimiento que realizó hace algunos años, volvió a pavimentar la actual Vía Dolorosa con ellas, las más adecuadas para mostrar los lugares sagrados a los visitantes cristianos. La capilla construida en los años 1920 donde hubo un edificio erigido por los Cruzados, es ahora llevado por los Franciscanos, posee unas magníficas vidrieras representado a Cristo siendo martirizado en la columna, Poncio Pilatos lavándose las manos y la liberación de Barrabás. Sobre el altar mayor, bajo la cúpula central, se encuentra un mosaico en el que sobre un fondo dorado aparece la Corona de Espinas.
II Estación
Se encuentra cerca de la antigua construcción romana conocida como el Arco del Ecce Homo, en memoria de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato, mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano. Sólo una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano (en el año 135 a. C.) para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente. El arco izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro de la Iglesia del Ecce Homo. Esta iglesia fue construida durante la segunda mitad del siglo pasado en un lugar que poseía restos de antiguas ruinas, como el mencionado arco romano, parte de las fortificaciones y patio de la Fortaleza Antonia e importantes vestigios del pavimento de la calzada romana, el llamado litoestrato. En algunas de las piedras existen signos de un antiguo juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.
Se encuentra cerca de la antigua construcción romana conocida como el Arco del Ecce Homo, en memoria de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato, mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano. Sólo una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano (en el año 135 a. C.) para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente. El arco izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro de la Iglesia del Ecce Homo. Esta iglesia fue construida durante la segunda mitad del siglo pasado en un lugar que poseía restos de antiguas ruinas, como el mencionado arco romano, parte de las fortificaciones y patio de la Fortaleza Antonia e importantes vestigios del pavimento de la calzada romana, el llamado litoestrato. En algunas de las piedras existen signos de un antiguo juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.
III Estación
Pasado el Pretorio se encuentra la tercera estación, donde Jesús se cayó con la cruz; la tradición dice que este episodio se repitió, y por eso está marcado mediante otras dos estaciones. Rememora la primera caída de Cristo en su camino a la crucifixión. El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la Iglesia Católica Armenia. Es un edificio del siglo XIX renovado completamente por soldados católicos de la armada libre polaca durante la Segunda Guerra Mundial.
Pasado el Pretorio se encuentra la tercera estación, donde Jesús se cayó con la cruz; la tradición dice que este episodio se repitió, y por eso está marcado mediante otras dos estaciones. Rememora la primera caída de Cristo en su camino a la crucifixión. El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la Iglesia Católica Armenia. Es un edificio del siglo XIX renovado completamente por soldados católicos de la armada libre polaca durante la Segunda Guerra Mundial.
IV Estación
Es donde Simón tomó la cruz. Cada estación tiene su propia historia: Jesús se encuentra con María, una mujer noble de Jerusalén limpia el sudor de la frente de Jesús, Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (Lucas, 23:27-30), El encuentro entre Jesús y su madre se conmemora mediante un pequeño oratorio con una exquisita luneta sobre la entrada, adornada con un bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky. Este encuentro, sin embargo, no aparece en los textos canónicos. Y por último, las estaciones de la crucifixión y el entierro, situada en la antigua Iglesia del Santo Sepulcro. A pesar de (o quizás debido a) su ambiente actual, el entorno de la Vía Dolorosa transmite verdaderamente cómo era Jerusalén tal como la debió de vivir Jesús en esas últimas horas.
Es donde Simón tomó la cruz. Cada estación tiene su propia historia: Jesús se encuentra con María, una mujer noble de Jerusalén limpia el sudor de la frente de Jesús, Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (Lucas, 23:27-30), El encuentro entre Jesús y su madre se conmemora mediante un pequeño oratorio con una exquisita luneta sobre la entrada, adornada con un bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky. Este encuentro, sin embargo, no aparece en los textos canónicos. Y por último, las estaciones de la crucifixión y el entierro, situada en la antigua Iglesia del Santo Sepulcro. A pesar de (o quizás debido a) su ambiente actual, el entorno de la Vía Dolorosa transmite verdaderamente cómo era Jerusalén tal como la debió de vivir Jesús en esas últimas horas.
V Estación
Una inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del encuentro entre Jesús y Simón de Cirene, que fue quien llevó la pesada cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la crucifixión. Este episodio es recogido en los tres Evangelios sinópticos.
Una inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del encuentro entre Jesús y Simón de Cirene, que fue quien llevó la pesada cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la crucifixión. Este episodio es recogido en los tres Evangelios sinópticos.
VI Estación
Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del encuentro entre Jesús y la mujer Verónica, cuya tumba también puede ser visitada en la misma. La reliquia de este encuentro, en el cual, según la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de seda, en el que sus facciones quedaron impresas. Actualmente existen diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.
Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del encuentro entre Jesús y la mujer Verónica, cuya tumba también puede ser visitada en la misma. La reliquia de este encuentro, en el cual, según la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de seda, en el que sus facciones quedaron impresas. Actualmente existen diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.
VII Estación
El lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del Mercado.
El lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del Mercado.
VIII Estación
En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo hay una cruz tallada ennegrecida por el tiempo. Este es el lugar donde se supone que Jesús encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según Lucas.
En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo hay una cruz tallada ennegrecida por el tiempo. Este es el lugar donde se supone que Jesús encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según Lucas.
IX Estación
La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto.
La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto.
Estaciones X, XI, XII,XIII, XIV y XV
Las siguientes Estaciones Penitenciales están situadas dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. y allí ocurre la muerte de Jesucristo.
Las siguientes Estaciones Penitenciales están situadas dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. y allí ocurre la muerte de Jesucristo.
Leer: Lucas 23:26-33.
Continua en Jesucristo IV: Crucifixión-Sepultura-----------------------------
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