Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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domingo, 24 de diciembre de 2017

Concilios I: Ecuménicos I

Jacobo el Justo, cuyo juicio fue aprobado en el Decreto Apostólico de Hechos 15:19-29, c. 50 d. C.: «(...) yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre (...)».


Los Concilios
El concilio (del latín concilĭum) es una reunión o asamblea de autoridades religiosas (obispos y otros eclesiásticos) efectuada en la Iglesia católica y en la Iglesia ortodoxa, para deliberar o decidir sobre las materias doctrinales y de disciplina.

Concilios en la Iglesia Católica
En la Iglesia católica, hay:

-Los concilios ecuménicos, generales o universales. Hasta 1054, fecha en que se produjo el Cisma de Oriente y Occidente, se contabilizaron ocho concilios de este tipo. Convocados por el emperador, salvo el octavo que fue convocado conjuntamente por el emperador bizantino y el papa; participaban los obispos , abades y patriarcas de toda la cristiandad (concilios griegos). Desde 1054 este tipo de concilios sólo se celebraron en Occidente, por la Iglesia católica, y sumaron otros doce concilios, siendo convocados en todos los casos por el papa y participando todo el episcopado católico (concilios latinos). Otros concilios celebrados alternativamente por la Iglesia ortodoxa no se incluirán en esta línea. El último concilio ecuménico fue el Vaticano II ya que su sede fue la Ciudad del Vaticano. La convocatoria la realizó Juan XXIII en 1959, iniciado por este mismo en 1962[cita requerida] y fue clausurado por Pablo VI en el año 1965.
-Los concilios nacionales o plenarios. Son convocados con autorización papal y en ellos sólo participa el episcopado de un continente, estado o región. Entre ellos están los concilios (nacionales) de Toledo, que fueron juntas de prelados y magnates durante la dominación visigoda, que se celebraron en dicha ciudad para tratar asuntos eclesiásticos y militares.
-Los concilios provinciales. Son convocados por el obispo metropolitano de la diócesis provincial correspondiente, se celebran periódicamente cada veinte años, y en ellos participan los titulares de oficios eclesiásticos de la diócesis.

Ecuménismo
Ecumenismo es la tendencia o movimiento que busca la restauración de la unidad de los cristianos, es decir, la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas «históricas», separadas desde los grandes cismas. Si bien el término «oikoumenē» se utilizó desde los tiempos del Imperio Romano para expresar al mundo como unidad, en la actualidad la palabra «ecumenismo» tiene una significación eminentemente religiosa, y es usada primordialmente para aludir a los movimientos existentes en el seno del cristianismo cuyo propósito consiste en la unificación de las diferentes denominaciones cristianas, separadas por cuestiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica. En cambio, la búsqueda de cooperación entre diferentes religiones (tanto entre las religiones abrahámicas —judaísmo, cristianismo e islam— como con otras) se llama diálogo interreligioso.

Conclio Ecumenico
Un concilio ecuménico es una asamblea celebrada por la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas con carácter general a la que son convocados todos los obispos para reconocer la verdad en materia de doctrina o de práctica y proclamarla. El término concilio proviene del latín concilium, que significa "asamblea". Ecuménico, proviene del latín oecumenicum, traducción a su vez del griego οἰκουμένoν, que significa (mundo) habitado. La reunión de apóstoles y presbíteros celebrada en Jerusalén, hacia el año 50, no se cuenta como concilio ecuménico

Los concilios ecuménicos se numeran del I al XXI, y se dividen en dos grupos: griegos y latinos, según el idioma de los documentos oficiales. Los griegos, que tuvieran lugar en Oriente, fueron convocados por los emperadores de la época, contando con el acuerdo o aquiesciencia del papa, que con frecuencia envió un delegado. Los concilios latinos, reunidos en Occidente, fueron convocados por los papas.

Los concilios de la Iglesia católica son convocados por el papa y presididos por él o por un delegado suyo, y en ellos habrá de estar representada una mayoría de los obispos de las provincias eclesiásticas. Para la validez de sus acuerdos es preciso, como condición sine qua non, la sanción del mismo papa.

Concilios pre-Nicenos
Los concilios o sínodos pre-Nicenos fueron, en su mayor parte, reuniones de naturaleza regional, nunca llegando a reunir a todos los obispos de la Iglesia. A pesar de eso, estos concilios eran muy importantes para clarificar varios aspectos doctrinales o disciplinares en los principios del Cristianismo y sus decisiones, en general, son seguidas por muchos cristianos y obispos que no participaron en estos encuentros. El ejemplo más paradigmático de estos concilios es el Concilio de Jerusalén (49 d. C.), que liberó a la Iglesia cristiana naciente de las reglas antiguas de la Sinagoga y, por eso, marcó definitivamente la desvinculación del cristianismo del judaísmo y confirmó para siempre el ingreso de los gentiles (no-judíos) en la cristiandad. El primer concilio con el objetivo de reunir a todos los obispos de la Iglesia, y por lo tanto ecuménico, se realizó solamente en 325 y se llamó I Concilio de Nicea.

Núm.

Papa durante el Concilio

Localización y designación

Año de celebración del
Concilio

Temas principales
San PedroJerusalénOtoño de 51Los convertidos del paganismo (nuevos cristianos) exentos de ciertas prácticas de la ley mosaica, como la circuncisión. Véase controversia de la circuncisión
San Víctor IConcilio (Sínodo) de Roma197Examina la cuestión de la fecha de la Pascua, que se celebra de manera diferente en Oriente y Occidente.
San Esteban IConcilio (Sínodo) de Cartago256Cipriano, obispo de Cartago, reúne 87 obispos africanos. Discuten el Cisma novaciano.
Concilio (Sínodo) de Elvira306Reúne 19 obispos; las decisiones son de los obispos (universi episcopi dixerunt), pero participaron también 26 presbíteros y estaban presentes los diáconos y el pueblo en general (astantibus diaconis et omni plebe). Decretan el celibato del clero.
San Silvestre IConcilio (Sínodo) de Galia314Constantino convoca en Arlés, 33 obispos africanos, intentado evitar el Cisma donatista.
I Concilio: 
Concilio de Jerusalen
Concilio de Jerusalén (o Conferencia Apostólica) es un nombre aplicado por los historiadores y teólogos a un concilio cristiano de la era apostólica, que se celebró en Jerusalén y es fechado alrededor del año 50 d. C. Es único entre los antiguos consejos preecuménicos, por lo cual es considerado por los católicos y ortodoxos como un prototipo y precursor de los Concilios Ecuménicos posteriores y una parte clave de la ética cristiana.

El Concilio decidió que los gentiles convertidos al cristianismo no estaban obligados a mantener la mayor parte de la Ley de Moisés, incluyendo las normas relativas a la circuncisión de los varones. El Concilio hizo, sin embargo, conservar las prohibiciones de comer sangre, la carne que contiene la sangre, la carne de los animales muertos no adecuadamente, y sobre la fornicación y la idolatría, lo que a veces es referido como el Decreto Apostólico o Cuadrilateral de Jerusalén. Las descripciones del concilio se encuentran en Hechos de los Apóstoles, capítulo 15 (en dos formas diferentes, las versiones alejandrina y occidental) y posiblemente también en la carta de Pablo a los Gálatas, capítulo 2. Algunos eruditos discuten que Gálatas 2 trata sobre el Concilio de Jerusalén (en particular porque Gálatas 2 describe una reunión privada), mientras que otros estudiosos cuestionan la fiabilidad histórica de los Hechos de los Apóstoles.

El Concilio de Jerusalén es el nombre dado a la primera reunión normativa del cristianismo (la iglesia cristiana primitiva) hacia el año 50, según se relata en el capítulo 15 de los Hechos de los apóstoles.

Es el Primer Concilio Ecuménico es en otras palabras un encuentro entre los responsables de las dos grandes comunidades de la Iglesia naciente: la de Jerusalén, llena de judíos que observan la ley (613 preceptos), y la de Antioquia, llena de gentiles que viven el Evangelio libre de la ley. El relato del encuentro aparece en el centro de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 15). El futuro de la Iglesia está en juego: ¿se acepta el Evangelio libre de la ley? ¿se impone a los gentiles el legalismo judío? ¿está amenazada la unidad de la Iglesia naciente? El problema no es algo pasado, tiene incidencia actual: ¿se da hoy un legalismo cristiano? ¿se acepta la evangelización de los gentiles? ¿se necesita un concilio semejante?

Antecedentes históricos
El Concilio de Jerusalén suele fecharse en torno al año 50 d. C., unos veinte años después de la crucifixión de Jesús, que se fecha entre el 26 y el 36 d. C. Hechos 15 y Gálatas 2, ambos sugieren que la reunión fue llamada para debatir si los gentiles varones que se estaban convirtiendo en seguidores de Jesús, estaban obligados a circuncidarse (presumiblemente de acuerdo con Génesis 17:14, una ley de Dios que, según Génesis 17:13-19, Dios dijo que sería eterna). Sin embargo, la circuncisión era considerada repulsiva durante el período de helenización del Mediterráneo Oriental.

En ese momento, la mayoría de los seguidores de Jesús (que los historiadores se refieren como judeocristianos) eran judíos de nacimiento, e incluso conversos, que consideraban al cristianismo primitivo como parte del judaísmo. Según Alister McGrath, los cristianos judíos afirmaban todos los aspectos del entonces contemporáneo judaísmo del Segundo Templo con la adición de la creencia de que Jesús era el Mesías. A menos que los varones fueran circuncidados, no podían ser del pueblo de Dios. La reunión fue convocada para decidir si la circuncisión para los gentiles conversos era requisito para ser miembro de la comunidad, ya que ciertas personas estaban enseñando que «Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos». Hechos 15:1-2

La circuncisión como mandato es asociada con Abraham, pero se cita como el «rito de Moisés» porque Moisés es considerado el dador tradicional de la ley en su conjunto. El mandato de la circuncisión se hizo más oficial y obligatorio en la Ley del Pacto Mosaico. En Juan 7:22 se informan las palabras de Jesús sobre que Moisés dio la circuncisión a las personas.

Temas y resultados
El propósito de la reunión, según Hechos, era resolver un desacuerdo en Antioquía, que tenía implicaciones más amplias que simplemente la circuncisión, puesto que la circuncisión es la señal «eterna» del Pacto de Abraham (Génesis 17:9-14). Algunos de los fariseos que se habían convertido en creyentes, insistieron en que «es necesario circuncidarlos, y mandarles [a los creyentes] que guarden la ley de Moisés» (Hechos 15:5), aunque el Unvarnished New Testament traduce: «Tienen que ser circuncidados; tenemos que proclamar y guardar la ley de Moisés». El principal problema que se abordó estaba relacionado con el requisito de la circuncisión, como el autor de los Hechos se refiere, pero otros asuntos importantes surgieron también, como el Decreto Apostólico indica. La disputa fue entre aquellos, como los seguidores de los «Pilares de la Iglesia», liderados por Jacobo, que creían, tras su interpretación de la Gran Comisión, que la iglesia debía observar la Torá, es decir, las reglas del judaísmo tradicional; los del apóstol Pablo, que creían que no había tal necesidad.

En el Concilio, siguiendo el consejo ofrecido por Simón Pedro (Hechos 15:7-11), el apóstol Jacobo presentó una propuesta, que fue aceptada por la Iglesia y conocida como el Decreto Apostólico: Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.

Hechos 15:23-29 establece el contenido de la carta por escrito de conformidad con la propuesta de Jacobo. La versión occidental de los Hechos añade la forma negativa de la Regla de Oro: «cualquier cosa que vosotros no habríais hecho a vosotros mismos, no lo hagas a otro».

Se trata de determinadas cuestiones más amplias que la de la circuncisión, particularmente cuestiones alimenticias, pero también la fornicación, la idolatría y la sangre, así como la aplicación de la ley bíblica a los no judíos. Los Apóstoles y los ancianos declararon en el Concilio: «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien» (Hechos 15:28-29). Este Decreto Apostólico fue considerado vinculante para todas las otras congregaciones cristianas locales en otras regiones.

El escritor de los Hechos relata una reafirmación por Jacobo y los ancianos de Jerusalén de los contenidos de la carta con motivo de la última visita de Pablo a Jerusalén, inmediatamente antes de la detención de Pablo en el templo, relatando: «Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos». Los ancianos entonces procedieron a notificar a Pablo de lo que parece haber sido una preocupación común entre los creyentes judíos, que él estaba enseñando a los judíos de la diáspora convertidos al cristianismo «a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres». Recuerdan a la asamblea, diciendo «en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación». En opinión de algunos estudiosos, el recordatorio de Santiago y los ancianos aquí es una expresión de la preocupación de que Pablo no estaba enseñando plenamente la decisión de la carta del Concilio de Jerusalén a los gentiles, sobre todo en lo que se refiere a la carne kosher no estrangulada, que contrasta con el asesoramiento de Pablo a los gentiles en Corinto, «de todo lo que se vende en la carnicería, comed» (1 Corintios 10:25).

Historicidad
La descripción del Concilio Apostólico en Hechos 15, considerado como el mismo evento descrito en Gálatas 2 para algunos estudiosos es contradictoria al registro de Gálatas. La historicidad del relato de Lucas ha sido cuestionada, y fue rechazada por completo por algunos estudiosos a mediados y finales del siglo XX. Sin embargo, la erudición más reciente se inclina hacia el tratamiento del Concilio de Jerusalén y sus resoluciones como un acontecimiento histórico,​ aunque esto a veces se expresa con cautela. Bruce Metzger, en su Textual Commentary on the Greek New Testament, incluye un resumen de la investigación actual sobre el tema de alrededor de 1994:

En conclusión, por lo tanto, parece que la solución menos satisfactoria de los elementos textuales complicados y los problemas exegéticos del Decreto Apostólico es considerar el decreto cuadrilateral como original (alimentos ofrecidos a los ídolos, carne estrangulada, comer sangre, y la falta de castidad, ya sea ritual o moral), y para explicar las dos formas del decreto triple de alguna manera tales como las sugeridas anteriormente. Existe una extensa literatura sobre el texto y la exégesis del Decreto Apostólico. [...] Según Jacques Dupont, la erudición actual de es prácticamente unánime en considerar el texto 'oriental' del decreto como el único texto auténtico (de cuatro elementos) y en la interpretación de sus prescripciones en un sentido no ético, sino ritual. [Les problèmes du Livre des Actes d'après les travaux récents (Louvain, 1950), p. 70].

Interpretación de la decisión del Concilio
El Decreto Apostólico de Jacobo fue que la mayoría de la ley mosaica, incluyendo el requisito de la circuncisión de los varones, no era obligatorio para los gentiles conversos, posiblemente con el fin de hacer más fácil para que se unan al movimiento. Sin embargo, el Concilio hizo mantener las prohibiciones contra los gentiles convertidos como el consumo de la carne con sangre, o la carne de los animales muertos no correctamente. También conserva las prohibiciones contra la «fornicación» y la «adoración de ídolos». En efecto, la Iglesia de Jerusalén creó un enfoque flexible que algunos acusan de ser un doble estándar: uno para los cristianos judíos y otro para los conversos gentiles (por paralelo del judaísmo). El Decreto puede ser un importante acto de la diferenciación de la Iglesia desde sus raíces judías, dependiendo de cuando la ley judía noájida fue desarrollada. Alrededor del mismo período de tiempo, las autoridades del judaísmo rabínico hicieron su requerimiento de la circuncisión aún más estricto. La decisión creó una categoría de personas que eran miembros de la comunidad cristiana (que todavía se consideraba a sí misma como parte de la comunidad judía), que, en determinadas situaciones, serían inadmisibles para la comunidad judía más amplia, porque eran incircuncisos, además de otras objeciones relativas a las 613 mitzvot. Por otro lado, algunos en la Iglesia primitiva no tardaron mucho para decidir que los requisitos de la Torá no eran necesarios para judíos conversos tampoco (como el Evangelio de los hebreos y el Diálogo con Trifón de Justino Mártir y el marcionismo; Pablo también afirma repetidamente que los judíos como los gentiles son uno en Cristo, lo que puede ser interpretado como diciendo que no se distinguen de cualquier manera, incluida su relación con la ley mosaica).

La determinación de lo que siguió depende de cómo se cree fiable los distintos textos existentes. Algunos estudiosos han tomado un punto de vista muy escéptico de la exactitud de los Hechos. Por otra parte, Pablo parece haber rechazado «estar atado a los patrones particulares de comportamiento y la práctica». Por ejemplo, véase 1 Corintios 9:20-23. Él no se involucra en una disputa con los Corintios que aparentemente se sienten total libertad para comer lo sacrificado a los ídolos, no apela o incluso menciona el concilio de Jerusalén. Más bien intenta persuadirlos apelando a los cuidados que deben tener para otros creyentes que podrían no sentirse tan libres.

Desde su posición de dominación, debido en parte a su liderazgo de Jacobo, la Iglesia de Jerusalén sufrió la primera persecución y eventual caída, pero nunca la eliminación total (véase por ejemplo el Patriarca Ortodoxo de Jerusalén, Jerusalén en el cristianismo y Pentarquía). La cuestión de la relación con los judíos y los cristianos judíos continuó durante algún tiempo, de hecho, todavía es objeto de debate hoy.

Interpretación moderna
El artículo de la Enciclopedia Judía, «New Testament — Spirit of Jewish Proselytism in Christianity», afirma: Porque grande como fue el éxito de Bernabé y Pablo en el mundo pagano, las autoridades de Jerusalén insistían en la circuncisión como condición de admisión de miembros en la iglesia, hasta que, por iniciativa de Pedro y de Jacobo, la cabeza de la iglesia de Jerusalén, se acordó que la aceptación de las Leyes de Noé (es decir, en relación con la evitación de la idolatría, la fornicación, y el consumo de carne cortada de un animal vivo) debía exigirse de los paganos deseosos de entrar en la Iglesia.

Asimismo, en el artículo Gentiles: Gentiles May Not Be Taught the Torah, afirma: R. Emden, en una apología notable del cristianismo que figura en el apéndice de Seder Olam, da su opinión de que la intención original de Jesús, y en especial de Pablo, era convertir sólo a los gentiles a las siete leyes morales de Moisés y dejar que los judíos siguieran la ley mosaica, lo que explica las aparentes contradicciones en el Nuevo Testamento respecto a las leyes de Moisés y el sábado.

El artículo «Judaizantes» de la Enciclopedia Católica afirma: Pablo, en cambio, no sólo no se opuso a la observancia de la ley mosaica, siempre y cuando no interfiera con la libertad de los gentiles, pero se ajustaba a sus prescripciones cuando la ocasión lo requería (1 Corintios 9:20). De esta manera él poco después de circuncidó a Timoteo (Hechos 16:1-3), y él estaba en el mismo acto de observar el ritual mosaico cuando fue arrestado en Jerusalén (Hechos 21:26 ss.)

Joseph Fitzmyer niega que el Decreto Apostólico se basa en la Ley Noájida (Génesis 9) y en su lugar propone Levítico 17-18 como base. También sostiene que la decisión fue entiende como un compromiso práctico para ayudar a los cristianos judíos y gentiles a llevarse bien, no una afirmación teológica destinada a atar a los cristianos de todos los tiempos.

De acuerdo con el obispo católico del siglo xix Karl Josef von Hefele, el Decreto Apostólico del Concilio de Jerusalén «ha sido obsoleto desde hace siglos en Occidente», aunque todavía es reconocido y observado por la Iglesia Ortodoxa Griega. Los hiperdispensacionalistas de Hechos 28, como el anglicana E.W. Bullinger en el siglo XX, serían otro ejemplo de un grupo que cree que el decreto (y todo lo anterior a Hechos 28) debe dejar de cumplirse.

Según Raíces Hebreas (grupo judeocristiano actual): «La cuestión principal del llamado Concilio de Jerusalén no era ‹¿Cómo deben comportarse los gentiles?›. La pregunta era ‹¿Qué necesitan hacer los gentiles para ser salvos?›. [...] En el momento del Concilio de Jerusalén, el Nuevo Testamento no estaba escrito. Pablo instruye a Timoteo (2 Timoteo 2:15, 3:15-16) a estudiar la Palabra de la Escritura. La única Escritura disponible en ese momento era el Antiguo Testamento. ¿Debemos concluir que es permisible para los creyentes gentiles a codiciar, robar, deshonrar a sus padres, y participar en el ocultismo, pues ninguno de los mandamientos que prohíben estas cosas se especifican [en Hechos 15]? Obviamente las palabras de Jacobo no pueden decir que ninguno de los mandamientos de la Torá son válidos salvo estas cuatro cosas, por los escritores de las epístolas del Nuevo Testamento, al escribir años más tarde, constantemente citan de la Torá para instruir a los creyentes gentiles. La confusión empieza a aclararse cuando el resto de la declaración de Jacobo se lee: ‹Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo› (Hechos 15:21). En otras palabras, esto es similar a lo que uno oye de telepredicadores de hoy (parafraseado): Ir a una iglesia creyente en la Biblia para escuchar la Palabra de Dios después de que se acepta a Jesucristo como Salvador».

La circuncisión
La mayoría de los cristianos consideran la circuncisión es solamente un ritual opcional, pero el judaísmo ortodoxo considera que es una de las obligatorias 613 mitzvot, siguiendo Génesis 17:10-27, y la ley del pacto (o señal eterna) por el cual los hombres firmaron el pacto con Dios, en la sangre, y por lo tanto se convirtió en un pueblo de Dios, sujeto a su protección o maldición. Esto, de acuerdo a la Torá, fue la forma en que Abraham firmó el pacto con Dios y con ello comenzó el judaísmo. En el siglo I, no existía la anestesia moderna y los antibióticos, y las tasas de mortalidad eran altas de las operaciones médicas, incluso menores. Exigir un varón adulto gentil ser circuncidado para llegar a ser un seguidor de Jesús, no solamente pudo haber sido aterrador, sino también mortal. Esta es la razón por la cual este Concilio fue llamado por Jacobo, quien, según Gálatas 2:10, concluyó que Pablo no tendría que exigir a sus hombres a ser circuncidados, y de acuerdo con el relato de Lucas en Hechos 15:13-21, Jacobo no sólo permitió a los hombres no circuncidados permanecer en el grupo, sino que dijo en el cierre del Concilio (Hechos 15:19): «Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios».

Como para el judaísmo ortodoxo de hoy, los rabinos no creen que los gentiles deben ser circuncidados, a menos que deseen convertirse al judaísmo, lo que es desaconsejado. En cambio, los gentiles sólo tienen que seguir las Siete Leyes de Noé para tener la seguridad de un lugar en el Mundo Venidero.
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Antecedentes
Año 48 d.C. Jesús murió y resucitó hace 15 años. Tiberio Claudio César gobernaba el Imperio Romano. Recién en el año 64 se implicaría a la Iglesia como responsable del gran incendio de Roma, en tiempos de Nerón, iniciando la primera persecución. En ese marco el Concilio de Jerusalén es un encuentro entre los responsables de las dos grandes comunidades de la Iglesia Católica naciente: la de Jerusalén, llena de judíos que observan la Ley de Moisés (613 preceptos), y la de Antioquia, llena de gentiles que viven el Evangelio sin cumplir todos los preceptos de la Ley Mosaica. El relato del encuentro aparece en el centro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 15).

La comunidad de Jerusalén tiene su origen en la misión de Jesús, que empieza en la Galilea de los gentiles (Mateo 4:15) y termina en Jerusalén. Cuando evangeliza, Jesús no está solo, comparte su misión. Con él están los doce (Lucas 9:1-6), los setenta y dos (10:1), las mujeres que le acompañan (8:1-3). La comunidad de Jesús está abierta a todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (8:21).

Tras la muerte de Jesús, se incorporan sus familiares. Los discípulos, reunidos en oración, esperan el don del espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y sus hermanos (Hechos 1:14). Entre ellos está Santiago el Menor, que dirigirá el grupo más estrechamente vinculado a la ley (Galatas 2:12). Tras la muerte de Judas, el grupo de los doce se recompone con la elección de Matías. Las condiciones requeridas son: haber acompañado a Jesús y ser testigo de su resurrección. El número de los reunidos es de unos ciento veinte (Hechos 1:15-26).

La primera comunidad cristiana recibe el Espíritu Santo en medio de fuertes resistencias: De repente vino del cielo un ruido como de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos (Hch 2,2-3). Aparecen las constantes de la evangelización apostólica: la confesión de Jesús como Señor, la conversión, el bautismo, el perdón de parte de Dios, el don del espíritu, la incorporación a la comunidad, la enseñanza de los apóstoles, la comunión, la fracción del pan por las casas, la oración, muchos prodigios y señales, la comunicación de bienes (Hch 2,36-47). Denunciados ante el sanedrín, Pedro y los apóstoles responden con valentía: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (5,29).

En medio de diferentes tensiones, el sector griego de la comunidad adquiere organización propia con la elección de los siete (Hechos 6:1-6). Se multiplica el número de discípulos y muchos sacerdotes van aceptando la fe (6:7). La denuncia profética del templo y de la ley, realizada por Esteban (uno de los siete), le supone la muerte (6:8-8.4). El encuentro de Felipe (otro de los siete) con el eunuco etíope manifiesta que la experiencia de fe desborda fronteras culturales y religiosas (8:26-40). La experiencia de Pedro en casa de Cornelio abre las puertas de la Iglesia naciente a los paganos, sin necesidad de hacerse judíos (Hechos 10 y 11). El año 44 el rey Herodes hace morir por la espada a Santiago el Mayor, uno de los doce, y llega también a prender a Pedro, pero éste puede escapar (12:1-17). En la comunidad de Jerusalén miles de judíos se han hecho cristianos y todos ellos son celosos partidarios de la ley (21:20). 

Según Josefo, Santiago el Menorel hermano de Jesús es lapidado el año 62. La comunidad se dispersa antes de la destrucción de Jerusalén, realizada por Tito en el año 70. La comunidad de Antioquia nace con ocasión de la persecución que se centra en el sector griego de la comunidad de Jerusalén: Los que se habían dispersado cuando la persecución provocada por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, al llegar a Antioquia, hablaban también a los griegos y les anunciaban la buena noticia del Señor Jesús. La mano del Señor estaba con ellos y un gran número recibió la fe y se convirtió al Señor. La noticia de esto llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé Antioquia. Cuando llegó y vio la gracia de Dios se alegró y exhortaba a todos a permanecer, con corazón firme, unidos al Señor (Hechos 11:19-22). 
Bernabé partió para Tarso en busca de Pablo y le llevó a Antioquia: Estuvieron juntos durante un año entero en la iglesia e instruyeron a muchos (11:25-26).

Cuando se celebra el concilio de Jerusalén, hacia el año 48, la comunidad de Antioquia lleva ya más de diez años de existencia y ha admitido en su seno a muchos gentiles, sin imponerles la aceptación de la ley judía. Es un grupo con identidad propia: En Antioquia fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos (11:26). La comunidad vive el Evangelio libre de la ley judía y es plenamente iglesia de Cristo.

¿Una Iglesia cristiana-judía o una Iglesia nueva? es decir, quien entraba en la naciente Iglesia, ¿tenía que circuncidarse y observar toda la ley de Moisés...o abrirse a una nueva realidad, un nuevo estilo? Para esto se reunió el primer concilio en Jerusalén, con Pedro a la cabeza y los demás apóstoles y decidieron con la luz del Espíritu Santo que no era necesario circuncidarse

Por lo tanto se realizó como consecuencia de acaloradas discusiones acerca del carácter que el cristianismo debía mantener entre los gentiles. la Iglesia, que se consideraba como el verdadero Israel, esperaba que el cristianismo continuara según las normas del Antiguo Testamento. Sin embargo la conversión de multitudes de gentiles (se refiere a personas no judías), hizo surgir al menos dos inquietudes:

¿Era legitimo el directo acercamiento de San Pablo de Tarso y Bernabé a los paganos si estos no cumplían los requisitos del judaísmo?. ¿Cual debía ser el reglamento en el futuro? ¿Debía procederse en base a una norma conveniente o en base a la Ley de Dios?

Estas preguntas surgieron por que los cristianos gentiles no realizaban ciertas practicas como la circuncisión (Génesis 17:9-14), además de que la practica de comer juntos judíos y gentiles en las iglesias de Antioquia y Galacia, escandalizaba a los judíos de Jerusalén, y hacia mas difícil su evangelización.

Cuando llegaron judíos creyentes en Jesucristo a la comunidad de Antioquía, se escandalizaron al ver que los miembros conversos no habían sido circuncidados ni cumplían otros preceptos de las leyes judías. Estas personas, que no aparecen determinadas mayormente en el texto de los Hechos, comenzaron a predicar que era necesaria la circuncisión (La circuncisión consiste en cortar una porción del prepucio del pene que cubre al glande, dejándolo permanentemente al descubierto). Y la asunción de toda la Torá (La Torá de Moisés es el libro de la instrucción que Dios entregó a Israel en el Sinaí, que consta de 613 preceptos cuyo cumplimiento implica aceptar como propia la voluntad de Dios. 

Aunque estos preceptos abarcaban desde lo civil, lo sanitario y lo religioso, en realidad son la clave de la conexión con Dios (algunos de estos preceptos están en la Torá en forma expresa, otros se deducen en el textoAntiguo Testamento), causando un gran estupor entre los primeros creyentes griegos. Por esta razón, los discípulos de Antioquía encomendaron a Pablo de Tarso y Bernabé junto a “algunos de ellos” a acudir hasta Jerusalén para zanjar la situación.

Características
Características de las comunidades Cristianas fuera de Jerusalen:
-Son comunidades afincadas en el mundo helenista. Esto le ofrecía múltiples ventajas, pues era el mundo más culto, pero también traía la amenaza de un paganismo hedonista, de atractivos y fáciles cultos religiosos, costumbres reñidas con el evangelio. Ahora se entienden las continuas advertencias, recomendaciones y llamadas de atención de Pablo a esas comunidades.
-La mayor parte de ellas estaban enclavadas en las regiones costeras del norte del Mediterráneo (Asia Menor, Grecia, Italia); dentro, por tanto del imperio romano. Tanto Pablo como sus colaboradores procuraron establecer las comunidades cristianas en centros neurálgicos, en ciudades unidas entre sí por una fuerte red de comunicaciones. Así se favorecía el contacto y el diálogo entre las comunidades cristianas.

-Son comunidades establecidas en núcleos urbanos en contraste con las comunidades rurales palestinenses. Pablo no es ciertamente el fundador del cristianismo, pero sí es el creador del cristianismo entre los gentiles con todo lo que este acontecimiento iba a suponer para la evolución del cristianismo.
-Dentro de las ciudades en las que se asientan, el ámbito natural de las comunidades es la casa. Son comunidades domésticas que se reúnen en las casas para celebrar su fe y alimentarla.
-Son comunidades formadas por cristianos de procedencia tanto judía como pagana. Esto trajo, al inicio, sus dificultades, pero que fueron superándose con el amor cristiano.
-Son comunidades en las que, junto al entusiasmo y el heroísmo, está presente el pecado. No eran comunidades santas, sino comunidades que querían ser santas; con virtudes y defectos, con ejemplos maravillosos y con pecados. Pero ésta es la Iglesia de Cristo, santa y pecadora al mismo tiempo, santa y necesitada de continua conversión.

Dificultades
El rechazo del judaísmo a los gentiles, rechazo del que ni siquiera Pedro puede escapar aquí, motivará que se convoque el Concilio de Jerusalén. En esta reunión, de importancia capital para la Iglesia, las tesis de Pablo a favor de la completa apertura de la Buena Nueva a los gentiles triunfarán frente a las defendidas por los fariseos cristianizados que propugnaban la exclusión de los no judíos. Pero la postura de Pedro, que se decantó por las tesis de Pablo, decantó la balanza a favor de la universalidad de la Buena Nueva. A partir de esta fecha histórica, el mensaje de Cristo será proclamado a todos los pueblos de la tierra sin importar su raza. La controversia suscitada durante la visita de Pedro a Antioquía confirma la rectitud de Pablo, para el cual la verdad del Evangelio no admite adaptaciones. ¿Qué sucedió? En aquel entonces, un judeo-cristiano circunciso no podía sentarse a la mesa de un cristiano pagano sin con ello incurrir en la impureza. Ahora bien, en el contexto antioqueno, Pedro es el testigo de la supremacía de la fe en Cristo, que recoge en sí a todos los hombres. Es claro entonces que este principio contrasta con la situación arriba mencionada.

Pedro ante la llegada de los cristianos enviados por Santiago, que preside la comunidad de Jerusalén, ocultó su postura. Ante esto, Pablo se rebeló: me confronté con él, porque era digno de represión”.
El compromiso resuelto en Jerusalén protegía la existencia de las comunidades mixtas que Pablo había predicado en las jóvenes iglesias del Asia menor. Sin embargo, la plena comunión entre circuncisos e incircuncisos resultaba problemática., entonces ¿Debería ser considerada secundaria la salvación de JesucristoPablo reivindica la nueva vida en la fe, el don del Espíritu y la supremacía de la divina promesa sobre la Ley. El contraste surgió entre Santiago y la Iglesia de Jerusalén, con Pedro y Bernabé (quienes dudosos, se aliaron con Santiago), y con la misma Iglesia de Antioquía que confirma el compromiso tomado (Hechos 15:40). Silas será el único que lo siguió. Después de este largo “noviciado”, que duró 15 años, se abre un nuevo período para Pablo.

El problema a tratarse en Jerusalén no eran las “supuestas diferencias” entre Pedro y Pablo pues sino Pedro Pablo no hubieran sido usados como instrumentos de Dios para exponer las soluciones al problema bajo la guía y dirección del Espíritu Santo. A estas alturas de su vida ministerial el Apóstol Pedro había sido tratado en la presencia del Señor por dos incidentes mencionados en las escrituras. El primero lo menciona el Apóstol Pablo en Gálatas 2:11-21.En esta ocasión Pablo le reprochó a Pedro su hipocresía. Este todavía tenía ciertos vestigios del legalismo hipócrita que tanto daño hizo ayer como lo sigue haciendo hoy. Es allí donde el Apóstol le recuerda a Pedro que: “El hombre no es Justificado por las obras de la ley si no por la fe en Jesucristo” (Gálatas 2:16 ).
Luego para terminar su obra en el, Dios lo llevo a casa de Cornelio para dejarle saber que: “Lo que Dios limpio no lo llame inmundo el hombre”. Bajo esta experiencia el entendió que: “Dios no hace acepción de personas, si no que en toda nación se agrada del que le teme y hace Justicia”.

Por eso quedo: “Atónito cuando vio a los creyentes entre los gentiles recibir el Espíritu Santo y hablar en otras lenguas y que magnificaban a Dios”. 

Al cabo de tan trascendental experiencia entendió que el reino de Dios se abrió para los gentiles y él mismo ordenó que fueran bautizados en agua (Hechos 10:15, 34-35, 44-48).

La iglesia recibió el testimonio de Pedro con: “Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18).

Es por esta razón que el concilio en Jerusalén no es una disputa de legalismo entre Pedro y Pablo si no contra los de la Secta de los fariseos quienes fueron reprendidos y desenmascarados por los poderosos testimonios que dieron tanto Pedro (15:7-11) como Bernabé y Pablo (15:12-21).

La fe de Pedro y Pablo a estas alturas de su vida era ejemplar. Es por eso que en sus escritos ambos por inspiración del Espíritu Santo hablan una misma cosa y en ningún momento hay entre ellos contradicción.

En los hechos tratados en el concilio en Jerusalén se deja ver la transparencia de conciencia conciliatoria que existía tanto en Pablo como en Pedro al momento de ser celebrado. Allí se corrigió cierto desorden que estaba siendo promovido dentro de la Iglesia por una facción de Judíos de “la secta de los Fariseos” que querían hacer a los creyentes de entre los gentiles a “circuncidarse y guardar la Ley de Moisés” (Hechos 16:5). Pues según ellos decían “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos" (Hechos 15:1).

Bernabé Pablo fueron bien recibidos en Jerusalén, tanto de “la iglesia como de los Apóstoles y los ancianos” (15:4). No olvidemos que Pedro estaba allí y era uno de los principales de los Apóstoles.

Las reales dificultades eran:
- Incomprensiones y falsas acusaciones, por todas partes y procedentes de sus mismos hermanos judíos y de los paganos, griegos y romanos contra Pablo, Bernabe, Silas y otros.
- Cárcel, desde donde escribió varias cartas el Apostol Pablo.
- Martirio en Roma, Pablo decapitado, hacia el año 67, durante la persecución de Nerón contra los cristianos.

Objetivo
El principal objetivo de este concilio era determinar si el gentil piadoso creyente en Jesús debía convertirse formalmente al judaísmo (lo que implicaba ser circuncidado y seguir todos los preceptos del Antiguo testamento (o sea, la Torá). 

Aunque estos preceptos abarcaban desde lo civil, lo sanitario y lo religioso, en realidad son la clave de la conexión con Dios. Algunos de estos preceptos están en la Toráh en forma expresa, otros se deducen en el texto o bastaba con seguir ciertos preceptos que la Toráh impuso antes de que Israel fuese nación, junto con la obediencia a Jesús, el Mesías. La postura que expuso Santiago está registrada en Hechos 15:20; la asamblea lo aprobó y posteriormente envió a otros creyentes para que comuniquen la decisión tomada:

Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que estas necesarias: Abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Hechos 15:28-29.

Estos preceptos para los gentiles están también registrados en el judaísmo, bajo el nombre de: preceptos noájidas (Talmud, Sanedrín 56 a y b). De los mandamientos noájidasaparecen en el Concilio de Jerusalén y los demás aparecen implícitos en las enseñanzas de Pablo a los gentiles:

No adorar dioses falsos
No blasfemar.
No asesinar.
No robar.
No mantener adulterio.
No comer carne de animal con sangre o vida (lo ahogado, la sangre).
Promover el juicio y la justicia en el lugar de residencia (Vidas honestas y rectas).

Participantes y proceso
El concilio fue presidido por Santiago (hermano de Jesús de Nazarety los apóstoles Simón Pedro y Juan, quienes eran los lideres de la Iglesia de Jerusalén, junto a otros ancianos de la misma. 

La Iglesia de Antioquia de Siria la representaban Bernabé, Pablo de Tarso y Tito. Además de los mencionados Pablo, Bernabé y miembros de la iglesia de Antioquía, participaron los apóstoles, y presbíteros (ancianos) de la comunidad de Jerusalén.


Primero expusieron algunos de la rama farisaica, que proponían imponer toda la Toráh (ley) de Moisés a los gentiles. Luego la intervención de Pedro es decisiva. El apóstol recuerda su propia experiencia en el caso de Cornelio y saca las consecuencias, justificando el proceder de la comunidad de Antioquia.  Bernabé y Pablo proclaman la acción de Dios en medio de los gentiles: Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había obrado por medio de ellos entre los gentiles (11,12) explicaron sus posturas, pronunciaron dos importantes discursos Pedro y Yakov (Santiago el Mayor). Finalmente interviene Santiago el Mayor hermano de Jesus, responsable del grupo que observa la ley judía: Este Yakov evidentemente no es el mismo apóstol que murió en el año 44. Y parece que fue el mismo Yakov que escribió el libro bíblico que lleva el nombre de Jacobo (Santiago, en algunas versiones).

Documentos
Al final del concilio se escribe el “decreto de Jerusalén” que luego de exponer la situación determina que los conversos no judíos sólo deben cumplir con ciertos preceptos durante un breve tiempo mientras vayan incorporando a través del tiempo la observancia de los mandamientos de Dios entregados mediante Moises. Los preceptos básicos para el gentíl recién convertido son: abstenerse de idolatría, de impureza sexual, de ahogado y de sangre. El texto de esta carta es el que sigue: 23 Los Apóstoles y ancianos saludan a los hermanos gentiles de Antioquia, Siria y Cilicia. 24 Por cuanto hemos oído que algunos de los nuestros, a los cuales no hemos dado ningún mandato, os han inquietado con palabras, turbando vuestros ánimos, 25 nos ha parecido bien de forma unánime elegir a unos varones y enviarlos a vosotros, con los queridos Bernabé y Pablo, 26 hombres que han encomendado su vida al servicio de nuestro Señor Jesús el Mesías. 27 Así que hemos enviado a Judas y Silas, y ellos os informarán de palabra de las mismas cosas. 28 Fue el parecer del Espíritu Santo, y el nuestro, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de lo ahogado, y de fornicación. Haréis bien en absteneros de tales cosas. Tened salud (Hechos 15.23-29)

Se repite la idea bíblica de abstenerse de sangre, de igual modo, que Dios le dijo a Noé (Noaj) y su familia (toda la humanidad) después del Diluvio, en: Génesis 9:3 Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento: todo os lo doy, lo mismo que os di la hierba verde. 4 Sólo dejaréis de comer la carne con su alma, es decir, con su sangre, 5 y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre: la reclamaré a todo animal y al hombre: a todos y a cada uno reclamaré el alma humana.

Conclusiones
La posición de no enseñar ni observar mas leyes de la Torah aplica solo a los nuevos conversos durante un breve tiempo, porque al comenzar con la vida congregacional, asistiendo regularmente los sábados a la sinagoga y a toda la liturgia hebrea, lo natural es que las personas aprendan de los rabinos y maestros la observancia de los mandamientos, asunto base de la predicación de los apóstoles y las enseñanzas del Mesias.

Lo natural es que "Se enseñe la ley cada sábado". La fuente de este dictamen se encuentra a continuación del acuerdo tomado entre Santiago y Pablo19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo (Hechos de los Apóstoles 15:19-21).

En cuanto a la idea de que Jesus no hizo nada distinto del judaismo ni menos que lo abolió, queda totalmente aclarado por las palabras expuestas en el libro de: Mateo 23:1-3.

Otra importante declaración de que los mandamientos en ningún momento han salido de la vida del creyente es Jesús es la siguiente declaración17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. (Mateo 5:17-18).

En este contexto se pueden comprender perfectamente el acuerdo final de Pablo con Santiago respecto a la observancia de mandamientos básicos para los gentiles recién convertidos, dado que se espera aprendan de los escribas y fariseos los mandamientos entregados por Dios a Moises para su pueblo. Este tema también lo trata Pablo con gentiles convertidos, quienes al provenir de religiones paganas querían volver a incorporarlas a su diario vivir: 8 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros. (Epístola a los Gálatas 4:8-11).

Por tanto en el concilio se acordó que los gentiles cristianos:
- No pasaran al Judaísmo como medio de obtener la salvación de Dios.
- Que cumplieran con las practicas de no comer sangre, ni carne de animal sacrificado o ahogado,y no ser fornicarios (promiscuidad sexual).
- Y fueron confirmados Bernabé y Pablo de Tarso, como Apóstoles de los gentiles.

Luego este acuerdo fue llevado a todas las iglesias. Hechos 15.

Continua en Concilios I: Ecuménicos II
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domingo, 17 de diciembre de 2017

La Biblia XIII: Libros Poéticos III












Los Salmos
Libro que al parecer consiste en cinco colecciones de canciones sagradas —1) Salmos 1–41; 2) Salmos 42–72; 3) Salmos 73–89; 4) Salmos 90–106; 5) Salmos 107–150— que finalizan cada una con una bendición dirigida a Jehová. Desde tiempos antiguos, debió conocerse a cada uno de los salmos por un número, según el lugar que ocupaba en el libro. Por ejemplo, lo que actualmente se llama el “salmo segundo” también se designaba así en el siglo I E.C. (Hechos 13:33.)

Estilo. La poesía del libro de los Salmos consiste en pensamientos o expresiones paralelas. Los salmos acrósticos o alfabéticos tienen una característica distinta. (Salmos 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, 119 y 145.) En estos el versículo o los versículos iniciales de la primera estrofa empiezan con la letra hebrea ʼá·lef; el siguiente versículo o versículos, con behth, y así sucesivamente con todas o casi todas las letras del alfabeto hebreo. Este orden debió servir de ayuda mnemotécnica. Si se desea considerar la terminología que se halla en el libro de los Salmos, véanse ALAMOT; GUITIT; HIGAYÓN; MAHALAT, II; MASKIL; MIKTAM; MUT-LABEN; NEHILOT; SÉLAH; SEMINIT;

Encabezamientos. Los encabezamientos hallados en el principio de muchos salmos identifican al escritor, suministran información complementaria, proveen instrucciones musicales o indican el uso o propósito del salmo. (Véanse los encabezamientos del Salmos 3, 4, 5, 6, 7, 30, 38, 60, 92 y 102.) A veces los encabezamientos proporcionan la información necesaria para localizar otros textos que arrojan luz sobre un salmo en particular. (Compárese el Salmos 51 con 2 Samuel 11:2-15; 12:1-14.) Como otras partes poéticas de la Biblia a menudo comienzan de manera similar (Éxodo 15:1; Deuteronomio 31:30; 33:1; Jueces 5:1; compárese 2 Samuel 22:1 con el Salmo 18, encab.), tales encabezamientos deben proceder de los mismos escritores o de quienes coleccionaron los salmos. Apoya esta conclusión el que los encabezamientos formaran parte del texto principal cuando se escribió el Rollo del mar Muerto de los Salmos (fechado entre los años 30 y 50 E.C.).

Escritores. Los encabezamientos atribuyen setenta y tres de los ciento cincuenta salmos a David; once, a los hijos de Coré (uno de estos [Salmos 88] menciona también a Hemán); doce, a Asaf (probablemente la casa de Asaf; véase ASAF núm. 1); uno, a Moisés; uno, a Salomón, y uno, a Etán el ezrahíta. Además, el Salmo 72 es “respecto de Salomón”, y al parecer lo escribió David. (Véase Salmos 72:20.) De Hechos 4:25 y Hebreos 4:7 se desprende que David también escribió los Salmos 2 y 95. Los Salmos 10, 43, 71 91 parecen ser continuaciones de los Salmos 9, 42, 70 y 90, respectivamente. Por lo tanto, los Salmos 10 y 71 se pueden atribuir a David; el Salmo 43, a los hijos de Coré, y el Salmo 91, a Moisés.

Hay indicios de que el Salmo 119 lo escribió el joven Príncipe Ezequías. (Versos 9-10, 23, 46, 99 y 100). No se puede determinar quién o quiénes escribieron los 40 Salmos restantes.

Los Salmos se escribieron uno por uno a lo largo de un período de unos mil años desde el tiempo de Moisés hasta después del regreso del exilio en Babilonia. (Sl 90, encab.; 126:1, 2; 137:1, 8.)

Compilación. Puesto que David compuso muchos salmos y organizó a los músicos levitas en 24 grupos de servicio, es lógico concluir que él comenzó a coleccionar estos cánticos para el uso en el santuario. (2 Sa 23:1; 1 Cr 25:1-31; 2 Cr 29:25-30.) Después deben haberse hecho otras colecciones, como se puede deducir de las porciones repetidas que hay en el libro. (Compárense los Salmo 14 y 53; 40:13-17 y Sl 70; 57:7-11 y Sl 108:1-5.) Muchos eruditos creen que Esdras fue quien compiló el libro de los Salmos en su forma final.

Hay indicios de que el contenido del libro de los Salmos quedó en su forma definitiva en fecha temprana. El orden y el contenido del libro en la Septuaginta griega concuerda básicamente con el texto hebreo. Por lo tanto, es razonable pensar que el libro de los Salmos ya estaba completo en el siglo III a. E.C., cuando se empezó a trabajar en esa traducción griega. Un fragmento del texto hebreo que estaba en uso durante el tercer cuarto del siglo I E.C. y que contiene el Salmo 150:1-6 está seguido inmediatamente por una columna en blanco. Esto parece indicar que este antiguo manuscrito hebreo terminaba el libro de los Salmos en ese punto, y por lo tanto también correspondía con el texto masorético.

La conservación exacta del texto. El Rollo del mar Muerto de los Salmos suministra prueba de que el texto hebreo se ha conservado con exactitud. Aunque es unos novecientos años más antiguo que el texto masorético, que es el que por lo general se acepta, el contenido de este rollo (41 salmos canónicos completos o fragmentarios) corresponde esencialmente con el texto en que se basan la mayoría de las traducciones. El profesor J. A. Sanders comentó: “La mayor parte de [las variaciones] son ortográficas, y solo son importantes para aquellos eruditos que están interesados en asuntos tales como las claves para la pronunciación del hebreo antiguo y otros aspectos semejantes. [...] Se aprecia inmediatamente que algunas variaciones son mejoras del texto, en especial las que ofrecen un texto hebreo más claro, pero influyen poco o nada en la traducción o interpretación”. (The Dead Sea Psalms Scroll, 1967, pág. 15.)

Inspirado por Dios. No puede haber duda de que el libro de los Salmos es parte de la Palabra inspirada de Dios. Está en completa armonía con el resto de las Escrituras. Muchas de sus ideas se encuentran reflejadas en otros libros de la Biblia. (Compárese Sl 1 con Jer 17:5-8; Sl 49:12 con Ec 3:19 y 2Pe 2:12; Sl 49:17 con Lu 12:20, 21.) Además, en las Escrituras Griegas Cristianas hay muchas citas de los Salmos. (Sl 5:9 [Ro 3:13]; 8:6 [1Co 15:27; Ef 1:22]; 10:7 [Ro 3:14]; 14:1-3; 53:1-3 [Ro 3:10-12]; 19:4 [Ro 10:18]; 24:1 [1Co 10:26]; 32:1, 2 [Ro 4:7, 8]; 36:1 [Ro 3:18]; 44:22 [Ro 8:36]; 50:14 [Mt 5:33]; 51:4 [Ro 3:4]; 56:4, 11; 118:6 [Heb 13:6]; 62:12 [Ro 2:6]; 69:22, 23 [Ro 11:9, 10]; 78:24 [Jn 6:31]; 94:11 [1Co 3:20]; 95:7-11 [Heb 3:7-11, 15; 4:3-7]; 102:25-27 [Heb 1:10-12]; 104:4 [Heb 1:7]; 112:9 [2Co 9:9]; 116:10 [2Co 4:13]; 144:3 [Heb 2:6], y otros.)

David escribió con referencia a sí mismo: “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua”. (2 Sa 23:2.) Tal inspiración está confirmada tanto por el apóstol Pedro (Hch 1:15, 16) como por el escritor de la carta a los Hebreos (3:7, 8; 4:7) y otros cristianos del primer siglo. (Hch 4:23-25.) El testimonio más notable es el del Hijo de Dios. (Lu 20:41-44.) Después de su resurrección, dijo a sus discípulos: “Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos [el primer libro de los Hagiógrafos o Escritos Sagrados y que por lo tanto daba nombre a toda esta sección] acerca de mí tenían que cumplirse”. (Lucas 24:44.)

Las experiencias y actividades del Mesías estaban predichas. Un examen de las Escrituras Griegas Cristianas revela que en los Salmos se predijeron muchos detalles sobre las actividades y experiencias del Mesías, como demostrarán los siguientes ejemplos.

Cuando Jesús se presentó para bautizarse, indicó que había venido a hacer la “voluntad” de su Padre en conexión con el sacrificio de su propio cuerpo, que Dios había ‘preparado’, y con la abolición de los sacrificios ofrecidos de acuerdo con la Ley, como se registra en el Salmo 40:6-8. (Heb 10:5-10.) Jehová aceptó la presentación que hizo Jesús de sí mismo al derramar su espíritu sobre él y reconocerlo como su Hijo, tal como se había predicho en el Salmo 2:7. (Mr 1:9-11; Heb; 1:5; 5:5.) Además, como se había indicado en el Salmo 8:4-6, el hombre Jesús fue hecho “un poco inferior a los ángeles”. (Heb 2:6-8.)

Durante el transcurso de su ministerio, él reunió y preparó a sus discípulos. No se avergonzó de llamarles sus “hermanos”, como se había escrito en el Salmo 22:22. (Heb 2:11, 12; compárese con Mt 12:46-50; Jn 20:17.) En armonía con lo predicho en los Salmos, Jesús habló en ilustraciones (Sl 78:2; Mt 13:35), manifestó celo por la casa de Jehová al limpiarla del mercantilismo y no se agradó a sí mismo. (Sl 69:9; Jn 2:13-17; Ro 15:3.) No obstante, le odiaron sin causa. (Sl 35:19; 69:4; Jn 15:25.) El ministerio de Cristo Jesús a favor de los judíos circuncisos sirvió para verificar las promesas que habían recibido sus antepasados, y más tarde indujo a personas de las naciones a que glorificasen y alabasen a Jehová, hecho que también se había predicho. (Sl 18:49; 117:1; Ro 15:9, 11.)

Cuando Jesús entró en Jerusalén montado sobre el pollino de un asna, las muchedumbres le aclamaron con las palabras del Salmo 118:26. (Mateo 21:9.) Los principales sacerdotes y escribas pusieron objeciones a que los muchachos que estaban en el templo reconocieran a Jesús como el “Hijo de David”, pero Jesús acalló a los opositores religiosos citando el Salmo 8:2. (Mt 21:15, 16.)

El libro de los Salmos predijo que un asociado íntimo traicionaría a Jesús (Salmo 41:9; Juan 13:18) y que se buscaría a alguien para reemplazarlo. (Salmo 69:25; 109:8; Hechos 1:20.) Incluso se había predicho que habría gobernantes (Herodes y Poncio Pilato) que tomarían su posición contra Jesús con hombres de las naciones (como los soldados romanos) y con pueblos de Israel (Sl 2:1, 2; Hch 4:24-28), y también que los edificadores religiosos judíos lo rechazarían. (Salmo 118:22, 23; Mateo 21:42; Marcos 12:10, 11; Hechos 4:11.) Además, tal como se predijo en el Salmo 27:12, falsos testigos testificaron contra él. (Mateo 26:59-61.)

Al llegar al lugar donde se fijó en el madero a Jesús, se le ofreció vino mezclado con hiel. (Salmo 69:21; Mateo 27:34.) Aludiendo de manera profética a la ejecución en sí, el salmista escribió: “Perros me han cercado; la asamblea de malhechores mismos me ha circundado. Como un león acometen mis manos y mis pies”. (Salmo 22:16.) Los soldados romanos echaron suertes para repartirse las prendas de vestir de Jesús. (Salmo 22:18; Mateo 27:35; Lucas 23:34; Juan 19:24.) Sus enemigos religiosos se burlaron de él con las palabras registradas por el salmista. (Salmo 22:8; Mateo 27:41-43.) Sufriendo debido a su intensa sed, Jesús pidió algo de beber (Salmo 22:15; Jn 19:28), y nuevamente le ofrecieron vino agrio. (Salmo l 69:21; Mt 27:48; Jn 19:29, 30.) Justo antes de su muerte, citó del Salmo 22:1 al exclamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. (Mt 27:46; Mr 15:34.) Cuando exhaló su último suspiro, se remitió al Salmo 31:5 al decir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lu 23:46.) Como también había predicho el salmista, no se quebró ninguno de sus huesos. (Sl 34:20; Jn 19:33, 36.)

Aunque colocaron a Jesús en una tumba, no fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción, sino que fue levantado de entre los muertos. (Sl 16:8-10; Hch 2:25-31; 13:35-37.) Cuando ascendió al cielo, se sentó a la diestra de Dios, a la espera de que sus enemigos fuesen colocados como banquillo para sus pies. (Sl 110:1; Hch 2:34, 35.) También llegó a ser un sacerdote a la manera de Melquisedec (Sl 110:4; Heb 5:6, 10; 6:20; 7:17, 21), y dio dádivas en la forma de hombres. (Sl 68:18; Ef 4:8-11.) Todos estos detalles se profetizaron en el libro de los Salmos. La venida de Jesús como ejecutor designado por Dios para destruir y hacer añicos a las naciones aún está en el futuro. (Sl 2:9; Rev 2:27; 19:14, 15.) Después, Cristo, en calidad de Rey, traerá bendiciones duraderas a sus súbditos leales. La descripción que se hace del reinado de Salomón en el Salmo 72 aplica en un grado aún mayor al Mesías. Como testimonio de este hecho, está la profecía de Zacarías (9:9, 10) que repite las palabras del Salmo 72:8 y se aplica a Cristo Jesús. (Mt 21:5.)

Para ver otros cumplimientos del libro de los Salmos, compárese el Salmo 45 con Hebreos 1:8, 9; Revelación 19:7-9, 11-15; 21:2, 9-11.

Más que solo bella poesía. Además de señalar acontecimientos futuros, los Salmos contienen mucho de lo que se puede derivar estímulo y utilizarlo como guía. Los Salmos son más que solo bella poesía. Describen la vida tal como realmente es, los gozos, penas, temores y desilusiones. El testimonio de la íntima relación de los salmistas con Jehová Dios es manifiesto de principio a fin, y se realzan las actividades y cualidades divinas, cuya mención motiva expresiones de alabanza y agradecimiento.

Se muestra que la felicidad verdadera proviene de evitar la asociación con los inicuos, deleitarse en la ley de Jehová (Sl 1:1, 2), refugiarse en su ungido (2:11, 12), confiar en Jehová (40:4), actuar con consideración para con los de condición humilde (41:1, 2), recibir corrección de parte de Jehová (94:12, 13), obedecer sus mandamientos (112:1; 119:1, 2) y tenerle como Dios y Ayudante (146:5, 6).

Se aconseja que se confíe en Jehová: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo” (Sl 55:22; 37:5). Tal confianza excluye el temor a los hombres (56:4, 11).

Para conseguir la aprobación divina, se anima a que se ‘espere a Dios’ (Sl 42:5, 11; 43:5) y a que se hable y actúe de la manera correcta (1:1-6; 15:1-5; 24:3-5; 34:13, 14; 37:3, 4, 8, 27; 39:1; 100:2). Se subraya el valor del buen compañerismo (18:25, 26; 26:4, 5). Y se aconseja no envidiar la prosperidad o el éxito de los inicuos, pues perecerán (37:1, 2, 7-11).

Los Salmos indican que es propio que los siervos de Dios oren por cosas como la salvación o la liberación (Sl 3:7, 8; 6:4; 35:1-8; 71:1-6), el favor (4:1; 9:13), la guía (5:8; 19:12-14; 25:4, 5; 27:11; 43:3), la protección (17:8), el perdón de pecados (25:7, 11, 18; 32:5, 6; 41:4; 51:1-9), para tener un corazón puro y un espíritu nuevo y constante (51:10), y a favor de la glorificación del nombre divino (115:1). También pueden orar para que Dios los examine, refine (26:2) y juzgue (35:24; 43:1), así como para que se les enseñe la bondad, la sensatez, el conocimiento y las disposiciones reglamentarias de Dios (119:66, 68, 73, 124, 125, 135).

Resaltan las actividades y cualidades de Dios. Los Salmos intensifican el aprecio por Jehová Dios, cuya existencia solo negaría el insensato. (Sl 14:1; 19:7-11; 53:1.) A Jehová se le revela como “amador de justicia y derecho” (33:5), “refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias” (46:1). Es un Juez justo (7:11; 9:4, 8), el Creador (8:3; 19:1; 33:6), Rey (10:16; 24:8-10), Pastor (23:1-6) y Maestro (25:9, 12), el Proveedor tanto del hombre como de los animales (34:10; 147:9), el Salvador o Libertador (35:10; 37:39, 40; 40:17; 54:7) y la Fuente de la vida (36:9), así como del consuelo (86:17), la bendición y la fuerza (29:11).

Jehová “no se olvidará del clamor de los afligidos” (Salmo 9:12; 10:14), sino que responderá a las oraciones de sus siervos (3:4; 30:1, 2; 34:4, 6, 17, 18), los recompensará y los protegerá (3:3, 5, 6; 4:3, 8; 9:9, 10; 10:17, 18; 18:2, 20-24; 33:18-20; 34:22; véase 34:7 con respecto a la protección angélica). Odia la iniquidad y actúa contra los malhechores (5:4-6, 9, 10; 9:5, 6, 17, 18; 21:8-12; 99:8).

Se dice que Jehová es inspirador de temor (Sl 76:7), grande (77:13) y, sin embargo, humilde (18:35); es santo (99:5) y abunda en bondad (31:19) y poder (147:5). Es “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y apego a la verdad” (86:15). Su entendimiento es inenarrable (147:5) y sus obras creativas indican su sabiduría (104:24). Cuenta el número de las estrellas y a todas las llama por su nombre (147:4). Puede ver hasta el embrión humano (139:16), sanar todas las dolencias (103:3) y hacer que cesen las guerras al destruir el equipo bélico del enemigo (46:9). Ha intervenido de manera activa en muchos acontecimientos de la historia en pro de su justo propósito (44:1-3; 78:1-72; 81:5-7; 105:8-45; 106:7-46; 114:1-8; 135:8-12; 136:4-26). Un Dios así realmente merece recibir la alabanza y las gracias (92:1; 96:1-4; 146–150). El confiar en los hombres (60:11; 62:9), las riquezas (49:6-12, 17) o los ídolos (115:4-8; 135:15-18) sería una tontedad.

Hablan del valor de la Palabra de Dios. Los Salmos también enseñan aprecio por la Palabra de Dios. En ellos se dice que los dichos de Jehová son puros (Sl 12:6) y refinados (18:30). Su ley es preciosa (119:72) y es la verdad (119:142). Resultan beneficios duraderos de observar su perfecta ley, sus fidedignos recordatorios, sus rectas órdenes, sus limpios mandamientos y sus justas decisiones judiciales (19:7-11). La Palabra de Dios sirve para iluminar nuestra senda (119:105), y sus mandamientos dan sabiduría, perspicacia y entendimiento (119:98-100, 104).

Aclaran y complementan otros textos. A veces los Salmos aclaran o complementan otras partes de la Biblia. Muestran que el ‘afligir el alma de uno’, como lo hacían los israelitas en el Día de Expiación (Levíticos 16:29; 23:27; Números 29:7), tiene que ver con el ayuno. (Sl 35:13.) Solo el salmista habla del trato severo que, al menos al principio, se dio a José mientras estuvo en prisión en Egipto: “Con grilletes afligieron sus pies, en hierros entró su alma” (105:18). Aprendemos de los Salmos que hubo “diputaciones de ángeles” que intervinieron en las plagas de Egipto (78:44-51) y que las aguas provistas de manera milagrosa en el desierto “pasaron por las regiones áridas como un río” (105:41), lo que proveyó a la nación de Israel y sus muchos animales domésticos un amplio y accesible suministro de agua. Los Salmos muestran que el Faraón murió en el mar Rojo (136:15).

Los Salmos indican que los israelitas experimentaron reveses y muchas dificultades antes de derrotar a los edomitas en el valle de la Sal. (Sl 60, encab., 60 vss. 1, 3, 9.) Esto da a entender que los edomitas invadieron Judá mientras la nación estaba guerreando en el N. contra las fuerzas de Aram-naharaim y Aram-Zobá.

El Salmo 101 revela cómo administraba David los asuntos de Estado. Solo seleccionaba como siervos suyos a personas fieles. No podía soportar a individuos arrogantes y tampoco toleraba la calumnia. Diariamente se preocupaba de enjuiciar a los inicuos.

PUNTOS SOBRESALIENTES DE LOS SALMOS
Compilación de 150 cánticos sagrados, muchos de los cuales se basan en las experiencias personales de David y otros siervos de Jehová

Compuestos durante un período de unos mil años, que comienza en el tiempo de Moisés y se extiende hasta después del retorno de los judíos del destierro en Babilonia
Expresiones de gracias y alabanza a Jehová
Debido a la grandeza de su nombre (99:3; Sl 113; 148:13, 14)
Por sus maravillosas obras creativas (33:1-9; 148:1-12)
Porque es el Gran Pastor (Sl 23)
Porque contesta las oraciones (21:1-7; Sl 28; Sl 116; 118:21)
Por ser quien es (Sl 50; 95:1-7; 96:4-13; Sl 97; Sl 150)
Por librar de los enemigos y de situaciones angustiosas (Sl 18; Sl 30; Sl 107; Sl 140; Sl 149)
Por sus juicios justos (67:3, 4; Sl 98)
Por sus cualidades personales (57:9-11; Sl 92; Sl 100; 108:1-4; Sl 117; 138:1, 2)
Por la abundancia de sus provisiones (37:25; 67:5-7; 145:15, 16)
Por la relación que tuvo con su pueblo en el pasado (Sl 66; Sl 81; Sl 105; Sl 106; Sl 126; 136:10-24; Sl 147)
Peticiones a Dios de misericordia y ayuda
De liberación de los enemigos (Sl 3-5; Sl 7; Sl 12; Sl 13; Sl 17; Sl 31; Sl 59)
De perdón de pecados (19:12, 13; 25:7, 11; Sl 32; 51:1, 2, 7-15; Sl 130)
Para que guíe nuestra conducta (119:124, 125; 143:8, 10)
De apoyo en períodos de enfermedad y angustia (41:1-4)
De ayuda cuando se está afligido (6:2, 9; 9:13, 14; Sl 123)
Profecías cumplidas en el Mesías
Procedía de la línea real de David (89:3, 4, 29, 36, 37; 132:11)
El celo por la casa de Jehová le consumió (69:9)
Hablaba con ilustraciones (78:2)
Le traicionó un asociado íntimo (41:9; 55:12-14)
Se indicó cómo se le ejecutaría (22:16, nota)
Le vituperaron e injuriaron (22:6-8; 69:9)
Echaron suertes sobre su prenda de vestir (22:18)
Le dieron a beber vinagre (69:21)
No se le quebró ningún hueso (34:20)
Fue levantado del Seol (16:10)
La piedra rechazada por los edificadores pasó a ser cabeza del ángulo (118:22)
Ascendió a lo alto, dio dones en la forma de hombres (68:18)
Fue glorificado y se le dio dominio sobre todas las cosas (8:5-8)
Se le dio poder real (2:6; Sl 110)
Destruirá a las naciones que se le opongan (2:8, 9; 45:3-5)
Celebra una boda real; nombrará príncipes en la tierra (45:2, 6-17)
Su gobernación sobre la tierra será justa y compasiva (Sl 72)
Doctrinas bíblicas fundamentales que se mencionan en el libro de los Salmos
La identidad y las cualidades del Dios verdadero (78:38, 39; 83:18; 86:15; 90:1-4; 102:24-27; Sl 103; Sl 139)
La soberanía de Jehová (11:4-7; 24:1; Sl 29; Sl 44; Sl 47; Sl 48; Sl 76; Sl 93)
La santificación del nombre de Dios (Sl 79; Sl 83)
Todos los hombres son pecadores (14:1-3; 51:5; 53:1-3)
La necedad de la idolatría (115:4-8; 135:15-18)
La condición de los muertos (6:5; 88:10-12; 115:17; 146:4)
La tierra será un hogar duradero para los justos (37:9-11, 29; 104:5; 115:16)
Consejo inspirado para ayudarnos a obtener la aprobación de Jehová
Tema a Jehová y obedezca sus mandamientos (112:1-4; Sl 128)
Cultive aprecio por las expresiones y la ley de Dios (1:2; 19:7-11; Sl 119)
Confíe en Jehová (9:10; 115:9-11; Sl 125; 146:5-7)
Espere con paciencia a que Él actúe (Sl 42; Sl 43)
Siga tras la paz y la justicia (34:14, 15)
Aprecie profundamente el compañerismo con el pueblo de Dios y el estar en Su casa (Sl 84; Sl 122; Sl 133)
Evite las malas compañías (1:1; 26:4, 5; 101:3-8)
Enseñe a sus hijos acerca de los tratos de Jehová (78:3-8)
Hable la verdad; evite la calumnia y los juramentos falsos (15:2, 3; 24:3-5; 34:13)
Guarde su palabra, aun cuando no le sea ventajoso (15:4)
Evite el mal uso del dinero (15:5)
La generosidad produce bendiciones (112:5-10)
Alabe a Jehová en público (26:7, 12; 40:9)

Carácter Profético de los Salmos
Sin embargo, lo que hemos visto en el punto anterior no agota el mensaje sustancial de los Salmos, puesto que los salmistas no sólo describen sus propios sentimientos. El Espíritu de Cristo ha trabajado en ellos, ha compartido con ellos tristezas y gozo y ha estado en ellos (léase Isaías 63:9; 1 Pedro 1:11). Este es el motivo por el cual hallamos a Cristo en todos los Salmos, y no sólo en los Salmos mesiánicos, de los que podemos considerar los siguientes: Salmos 16, 22, 24, 40, 68 y 118.

Los Salmos mesiánicos se refieren a Cristo muy puntualmente. No obstante, en el Nuevo Testamento hallamos menciones de Salmos que también se refieren al Señor, y que no son mesiánicos. Debemos mencionar muy especialmente los siguientes:

Salmo 2:7: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33).
Salmo 8:6: “Todo lo sujetaste bajo sus pies” (Hebreos 2: 6-10).
Salmo 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18).
Salmo 45:6: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8).
Salmo 110:1: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha…” (Mateo 22:44).

Podríamos agregar muchas otras referencias. Casi la mitad de todas las citas mesiánicas provienen de los Salmos. Si contemplamos el vínculo espiritual que había entre Cristo y los creyentes israelitas que escribieron los Salmos, entonces podremos percibir el carácter claramente profético de estos últimos.
El Espíritu de Cristo estaba compenetrado con las experiencias y los sentimientos de aquellos creyentes israelitas. Los sentimientos y sufrimientos del Señor, como hombre verdadero y perfecto, son descritos de una forma muy conmovedora, pues ellos son una prueba del interés que Él tenía en su pueblo terrenal. El carácter profético de los Salmos puede observarse en la descripción de la historia del remanente judío de los últimos días. Pero, recordemos, no son los eventos externos los descritos sino los sentimientos íntimos de este remanente. Esto explicaría las súplicas por castigo o venganza sobre sus enemigos (Por ejemplo, Salmo 137:9), las cuales resultan difíciles de comprender para muchos lectores. Los sentimientos expresados en esos Salmos provienen de creyentes, pero no de cristianos que pertenecen a la época de la gracia (léase Romanos 12:17-21). Son los sentimientos de creyentes judíos que vivirán en los últimos días. Ellos esperarán la salvación de Dios y el justo castigo de sus opresores, especialmente del Anticristo.

Los Proverbios
(hebreo מִשְׁלֵיMishlei) es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, que se clasifica entre los Libros Sapienciales del cristianismo, y entre los Ketuvim o "Escritos" del judaísmo. Está compuesto por extensas colecciones de máximas o sentencias de contenido religioso o moral y se ubica en la Biblia entre el libro de los Salmos y Eclesiastés, y en la Biblia judía entre los libros de Job y Rut.

Nombre del Libro
Enseñanzas de inspiración más bien religiosa y moral, fundadas en observaciones comunes, las más de las veces expresadas por medio de imágenes evocadas o sugeridas, que reclaman un esfuerzo de reflexión para ser comprendidas. La Septuaginta la denomina παροιμίαι y la Vulgata usa proverbia
ambos son términos que restringen el sentido original de la palabra hebrea al de refrán o máxima. Estas sentencias morales son con frecuencia fruto de la revelación divina y otras veces provienen de la experiencia humana y de su sabiduría (otros aspectos de la influencia de Dios). Suelen expresarse, como otros conceptos de la pedagogía bíblica, en forma de comparaciones, ritmos verbales, expresiones agudas o relatos enigmáticos. Está destinado a lectores inteligentes, porque la mayor parte de las veces el esfuerzo de desentrañar sus contenidos exige una cierta preparación. La palabra "proverbio" se entiende también como refrán conciso, alegoría o adagio, siempre encerrando una enseñanza simple de la experiencia humana que puede contener o no una afirmación teológica.

Autor y época
Los Proverbios se atribuyen tradicionalmente al rey Salomón. Los capítulos 10 al 22, 16 así como 25 al 29 son atribuidos a Salomón y al menos se puede demostrar, por medio del uso que en ellos se hace de géneros literarios más arcaicos como el dístico, que son de los más antiguos del libro. Asimismo se hacen menciones a la vida cortesana que no podrían provenir de tiempos posteriores dado que el índice de esplendor y de florecimiento no será igualado en los reinados posteriores.
La sección de máximas de la segunda de ellas eran ya antiguas y muy bien conocidas en tiempos de Ezequías, esto es, durante las invasiones asirias de alrededor de 722 a. C. Sin embargo, también se encuentran algunos arameísmos que complican la datación o, al menos, dan cuenta de ciertos retoques o añadidos posteriores.

Canonicidad y uso en la liturgia
Las discusiones realizadas en ámbito judío sobre su canonicidad se cerraron tras el Concilio de Jamnia. Por su parte, en ámbito cristiano, Teodoro de Mopsuestia al parecer no negó que el libro de los Proverbios pertenezca al canon pero sí consideró que su contenido versaba sobre prudencia humana. Asimismo, en siglos posteriores algunos autores como Spinoza y Leclerc han negado también su canonicidad.

Estructura
Es muy difícil clasificar el contenido del libro, porque no ha podido encontrarse ningún orden lógico en la secuencia de proverbios que contiene. El orden de las secciones es indiferente a los contenidos, y dentro de cada una de ellas no se advierte ningún método. El libro tiene un prólogo, una serie de colecciones y un epílogo. El prólogo (Proverbios 1-9) consiste en un largo discurso que se interrumpe dos veces para insertar arengas que provienen de la Sabiduría, mientras que las dos grandes colecciones (Proverbios 10-22 y Proverbios 25-29) muestran la forma antiquísima del
mashal tradicional. La redacción actual, sin embargo, es muy posterior. Según los estudios de Whybray que han sido generalmente aceptados por los demás exegetas se puede dividir el libro de los Proverbios en ocho secciones:

1:8 – 9, 18 Elogio de la sabiduría
10:1 – 22, 16 Reglas de comportamiento
22:17 – 24, 34 Templanza y pereza
25 – 29 Diversas máximas
30:1-14 Sabiduría de Dios
30:15-33 Proverbios numéricos
31:1-9 Consejos a los reyes
31:10-31 Alabanzas a la mujer fuerte

Más simple, se puede clasificar en:
1 al 9 La Sabiduría
10 al 31:9 Los Refranes
31:10 al 31:31 Poema a la mujer virtuosa

La sabiduría en Israel
Aún cuando se exprese un cierto conocimiento práctico que permita alcanzar la felicidad, la sabiduría expresada en los libros sapienciales nunca deja de lado la fe en Yahveh mostrando así su profundidad religiosa antes que práctica o moral. Las fuentes usadas por estos sabios son los textos de los profetas. Otra característica es cierta tendencia a personificar o achacar a la sabiduría acciones humanas. La línea argumental del libro está claramente establecida en Proverbios 1:2-7. Se basa en el concepto de Sabiduría que se expresa en los Libros Sapienciales: el "sabio", que se presenta ante el pueblo como una persona que proviene de Dios y habla en Su nombre; por lo mismo, el sabio comparte algunos de los atributos de la divinidad. En otras oportunidades, la deidad misma asume el papel de sabio, como creador del mundo y organizador de la moral. La sabiduría de los Proverbios, en fin, son las enseñanzas de la filosofía teológica que enseñan al hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.

Contactos con otras tradiciones
Como la mayoría de la literatura sapiencial, los Proverbios demuestran en varios pasajes que los sabios que los escribieron (o Salomón mismo) tenían un fuerte contacto y un profundo conocimiento de la literatura sapiencial de Oriente y especialmente de Egipto. A pesar de ello, la adaptación a la mentalidad y el espíritu hebreo es perfecto, ya que no traicionan en ningún momento la estructura tradicional judía, su estilo ni su vocabulario.

Sentido Religioso
Además de la monocorde repetición de fórmulas casi idénticas, el libro contiene numerosos consejos y órdenes pedestres y terrenales, que no parecen tener relación alguna con un mensaje divino. Sus ideas de la vida y de la relación entre Hombre y Dios son simples y terrenales. Pero las verdades que expresa son incuestionables para el hombre con experiencia y la mayoría de los consejos no han perdido su validez a pesar de los miles de años transcurridos. La idea de que el Hombre ha sido llamado al servicio de Yahvéh no lo dispensa de actuar con sabiduría en los asuntos de menor rango, porque las virtudes naturales y la sabiduría de la tierra, el campo y la familia están en la raíz misma de la santidad. Para comprender acabadamente la literatura de este período se debe entender el punto de vista de los sabios y Salomón, a saber: la revelación cristiana, con su bien y su mal, su justicia y su pecado, son muy posteriores a su época, y el concepto de recompensa y castigo en el más allá les era completamente desconocido. Es por ello que los estrechos límites de sus enseñanzas parecen insuficientes desde el punto de vista de la religión y la moral cristianas modernas. Sin embargo, los sabios que escribieron los Proverbios lo hicieron como transmisores y depositarios de la sabiduría de sus antepasados, buscando la forma de transmitirla hasta nuestros días. Si este trabajo no se hubiera efectuado, estas antiguas tradiciones nos serían ajenas por entero.
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En el tiempo de Ezequías ya se mencionaba este hecho (“conforme al mandamiento de David”, 2 Crónicas 29:25-30) y también se citaban los Salmos de David y de Asaf. Por lo tanto, los Salmos ya habían sido reunidos en una suerte de colección. Los últimos Salmos fueron escritos en la época de Esdras (siglo V a. C.). El Salmo 137 se refiere claramente a la cautividad babilónica. Según algunos investigadores, fue Esdras, sacerdote y escriba, quien completó la colección final de los Salmos (Esdras 3:10).
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En el Nuevo Testamento se le atribuye a David la autoría de los siguientes Salmos:

-Salmo 2 (Hechos 4:25) y
-Salmo 95 (Hebreos 4:7).
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Encabezado de los Salmos
A excepción de unos pocos Salmos, todos los demás tienen un encabezado. Los 34 Salmos sin título son los siguientes: 1, 2, 10, 43, 71, 93-97, 99, 104-107, 111-119, 135-137, 146-150 (las palabras “Alabad a Dios o Alabad a Jehová " no son títulos, sino que pertenecen al texto).

Los encabezados más importantes son:

Masquil: Hay 13 Salmos que llevan este título: Salmo 32, 42, 44, 45, 52-55, 74, 78, 88, 89, 142). Probablemente, masquil signifique enseñanza o instrucción. 
Poema: Los Salmos 16 y 56 a 60 tienen como encabezado la palabra poema (en hebreo, mictam).
Cánticos graduales: Los Salmos 120 a 134 son cánticos graduales o canciones de las subidas, compuestos para ser cantados en los viajes hacia las grandes fiestas en Jerusalén o durante la subida al monte donde se hallaba asentado el Templo.
Al músico principal: Hay 55 Salmos de la época de David que tienen este encabezado. El músico principal ciertamente era el conductor del coro en el Templo. Por lo tanto podemos ver en este personaje una alusión al Señor Jesús mismo, quien dirige las alabanzas en medio de la asamblea (comparar Salmo 22:22; Hebreos 2:12).

Hay otras expresiones que no requieren ser estudiadas especialmente o que ya están explicadas en las diferentes ediciones de la Biblia.
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Una de las principales dificultades al tratar de interpretar los Salmos se debe a las cualidades de la poesía hebrea, expresión del ánimo peculiar del pueblo israelita, más intuitivo y sensible que el griego. La poesía hebrea se caracteriza por una métrica especial fundada en el paralelismo semántico: repetir la misma idea dos veces por lo menos con distintas palabras:

El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
(Salmo 10:11) R-V.

El malvado cree que Dios se olvida, que se tapa la cara y nunca ve nada (Salmo 10:11) DHH.

Son rasgos principales su concisión y carácter elíptico. Las ideas se fijan con pocas palabras, y se dejan implícitas muchas relaciones. Se renuncia a completar los nexos entre las ideas para que las palabras sueltas encuentren en el oyente lo que el poeta no consignó en el texto. Si a eso se añade que, por lo general, la poesía hebrea es breve, el trabajo exegético se dificulta mucho no existe entonces la posibilidad de confrontar el texto en estudio con otros y elaborar por este medio una explicación conjunta que ilumine el detalle. Si los poemas fueran más extensos, las distintas partes se iluminarían, y ayudarían a comprender el conjunto del poema. (Gunkel 1933:18). La brevedad y la elipsis de los poemas hebreos se resolvían en su época gracias a un contexto histórico y social que compartían el poeta y sus contemporáneos. El desconocimiento de ese contexto esconde actualmente el sentido real del poema y deja paso a toda clase de especulaciones.

Encabezamiento de los salmos atribuidos a:
-David, 73 Salmos los cuales hallamos principalmente en los Libros I, II y V. 
-12 Salmos llevan el nombre de Asaf, (probablemente la casa de Asaf); director del coro del templo de David (1 Crónicas 16:7; 2 Crónicas 29:30).
-10 Salmos, escritos por los hijos de Coré, (Salmos 42-43(1); 4445; 46-48(1) 47; 49; 84-85; 87)
-1 de estos [Salmo 88], menciona también a Hemán);
-2 Salmos, por Salomón, (Salmos 72 127), el Salmo 72 es “respecto de Salomón”, y al parecer lo escribió David. (Salmo 72:20).
-1 por Etán, (Salmo 89).
-1 por Moisés, (Salmo 90).

Algunas veces, David menciona en el encabezado del Salmo la razón por la cual lo ha compuesto:
Salmos 3, 7, 18, 34, 51, 54, 57, 59, 60, 63, 142. También hallamos uno de estos encabezados en 2 Samuel 22. En este capítulo leemos, palabra por palabra, un paralelo casi exacto del Salmo 18.

Continua en La Biblia XIV: Los Cinco Rollos I
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