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lunes, 14 de septiembre de 2009

Las Herejías IX: Sectas VIII

Fray Dulcino. Litografía de Michele Doyen

Siglo XIII (1200-1300)

Segarelistas
Los segarelistas o segarelianos, también conocidos como Hermanos Apostólicos fueron los miembros de una secta fundada en el siglo XIII por Gerardo Segarelli que argumentaba que había que darlo todo en caridad, incluso a las mujeres.

Gerardo Segarelli era un hombre de muy humilde nacimiento, que no tenía noción alguna de las letras. Quiso ser admitido en la Orden Franciscana y como le rehusaron, se hizo un hábito parecido a aquél con que se acostumbraba a representar a los apóstoles en los cuadros. Vendió una pequeña finca que constituía toda su fortuna y distribuyó su producto entre los pobres. Se propuso vivir como san Francisco e imitar a Jesucristo y para aventajar a dicho santo en la imitación del Señor, se hizo circuncidar, se colocó en una cuna y se hizo amamantar por una mujer.

Creencias
Reunió pronto una pandilla cuyos miembros se llamaron segarelistas y también apostólicos; eran mendigos y vagabundos que proclamaban que todo había de ser común, incluso las mujeres. Afirmaban que Dios Padre había juzgado el mundo con severidad y justicia, que la gracias y la sabiduría habían caracterizado el reinado de Jesucristo, pero que este reinado había pasado al del Espíritu Santo, que es un reinado de amor y caridad. En este reinado la caridad es la única ley, pero una ley que obliga indispensablemente y no admite la menor excepción. Así, según decían, no puede rehusarse nada de lo que se pide por caridad. A esta sola palabra los sectarios de Segarel daban todo cuanto poseían excepto sus mujeres, por más que enseñasen que hasta ellas eran comunes.

Final
La Inquisición hizo prender a Segarel y lo quemó, pero su discípulo Dulcino se puso al frente de su secta, que alcanzó una gran difusión durante un tiempo, hasta su ejecución junto a los demás líderes del grupo en 1307.

Gerardo Segarelli

Biografía
Nació cerca de Parma. En su juventud solicitó la admisión de un monasterio franciscano en Parma, pero al parecer se le denegó porque exhibía síntomas de una demencia. Sin embargo, se mantuvo en torno al monasterio por un tiempo, visitando a menudo el convento y la iglesia para sentarse o arrodillarse ante el altar. Influido quizá por una representación sobre el altar de los doce apóstoles, Segalelli se dejó crecer el pelo y la barba, se descalzó y sólo vestía una túnica blanca imitando a los cristianos primitivos.

Después de vender sus posesiones en 1260, se fue al mercado de Parma y distribuyó sus ganancias. Segalelli deambulaba por las calles llamando a la gente al arrepentimiento (penitentiam agite), anunciando que el reino de los cielos estaba próximo y pidiendo su sustento en el nombre de Cristo.

Continuó con esta actividad durante tres años hasta que un tal "Robert" - que había sido criado de los franciscanos- se le unió; antes del final de ese año, unas treinta personas más se les habían unido. Segalelli comenzó a predicar en otras ciudades y el número de sus seguidores creció, provenientes de entre los pobres. Después de algunas evasivas iniciales aceptó que se le eligiera líder. El grupo caminaba por las calles cantando himnos, predicado a los que escuchaban, comiendo lo que la gente le daba y compartiéndolo con los pobres.

El movimiento se extendió no sólo a lo largo de Lombardía, sino también a Alemania, Francia, España e Inglaterra. Algunos Apóstoles fueron calumniados en un consejo en Würzburg y se emitió un decreto que les prohibió predicar y pedir y se advirtió a la gente que se abstuvieran de darles comida o agua. Otros Apóstoles fueron proscritos en Inglaterra en un consejo en Chichester en 1289; no es seguro si estas sectas se conectan directamente a la de Segalelli, no obstante, existen muchas analogías entre ellas.

En un momento posterior, en 1300, los seguidores de los Apóstoles se encuentran en España, donde un tal Richard de Alejandría predicó con gran éxito, sobre todo en Galicia. En 1320, Pedro de Lugo - un seguidor de Richard - fue llevado ante la Inquisición en Toulouse.

Fue en Lombardía donde los discípulos de Segalelli tuvieron más éxito y comenzaron a atraer a los enemigos. El obispo de Parma se informó en 1280 de que Segalelli estaba dirigiendo invectivas contra la Iglesia por lo que lo mandó capturar inmediatamente. Tras el examen las autoridades llegaron a la conclusión de que era un pobre visionario demente y lo liberaron.

En 1286, sin embargo, probablemente presionado por la Inquisición, el obispo le prohibió la entrada a la ciudad. Parece que Segarelli rompió la prohibición en 1294, regresando clandestinamente a su ciudad natal. Fue llevado de nuevo ante el obispo, abjuró y se le condenó a cadena perpetua, mientras que cuatro de sus seguidores fueron quemados vivos. No está claro por qué, pero en el año 1300 fue interrogado de nuevo por el gran inquisidor de Parma: encontrado culpable de volver a caer en los errores anteriormente abjurados, fue esta vez quemado en la hoguera.

Dulcinianismo
Dulcino
Dulcino (1250-1307), conocido también como Fray Dulcino o Dulcino de Novara (en italiano Dolcino da Novara), fue un líder religioso italiano, continuador del milenarismo de Gerardo Segarelli y fundador de la secta de los Hermanos Apostólicos (en italiano, Fraticelli Apostolici) o dulcinistas.

Predicó la proximidad del fin de los tiempos y el descenso del Espíritu sobre los apostólicos. El papa Clemente V decretó contra él y sus seguidores una cruzada, durante la cual fue capturado, torturado y quemado vivo.

Dulcino y los Hermanos Apostólicos
No se conoce con exactitud el lugar de nacimiento de Dulcino, cuyo verdadero nombre era al parecer Davide Tornielli. Se cree que nació en la provincia italiana de Novara, perteneciente al Piamonte. Según la inquisición de Bernardo Gui,[1]​ era hijo ilegítimo de un cura, que huyó a Vercelli tras ser condenado por ladrón, para unirse a la secta de Segarelli, "ese mendigo loco y sodomita", donde se dedicaban a los robos y al sexo libre. Sin embargo, la mayoría de las fuentes coinciden en apuntarlo como hijo de una rica familia, predicador competente y carismático, con buen conocimiento de la Biblia, y que cursó, desde joven, estudios eclesiásticos.

A la muerte de Segarelli, Dulcino se convirtió en cabeza de los Hermanos Apostólicos, y en 1303 emigró con sus seguidores a las montañas del Trentino, cerca del Lago de Garda, donde conoció a Margherita da Trento, hija de la condesa Oderica di Arco, que a partir de entonces fue su compañera sentimental.

En 1304, los dulcinistas atravesaron las montañas lombardas hasta Valsesia, donde su número se incrementó con siervos que huían de los dominios de los obispos de Novara y Vercelli.

La secta fundada por Dulcino contó en su apogeo con un número máximo de entre cinco mil y diez mil seguidores. El papa Clemente V despachó desde Aviñón una cruzada contra los dulcinistas, concediendo a quienes participaran en ella una indulgencia plenaria. Las tropas fueron dirigidas por el obispo de Vercelli, Raniero. Los dulcinistas se procuraron alimento por medio de pillajes cometidos en las campiñas de Valsesia, mientras se refugiaban en una improvisada fortificación en el monte Rubello, cerca de Biella, soportando la hambruna y las nevadas. Cuando fueron derrotados, durante la Semana Santa del año 1307, la mayoría de los Hermanos Apostólicos fueron pasados por las armas inmediatamente, pero el propio Dulcino, su pareja Margherita y su lugarteniente Longino di Bérgamo fueron capturados para su posterior juicio por la Inquisición. Los dos últimos fueron condenados y quemados en la hoguera en Biella en junio de 1307, y Dulcino fue obligado a presenciar sus suplicios, oportunidad en que mostró una entereza notable, según las memorias de la época. En julio del mismo año Dulcino fue torturado y quemado vivo en Vercelli, sorprendiendo a público y verdugos por su templanza ante los tormentos.

Podemos llegar a vislumbrar la popularidad de los herejes a partir de los juicios que la Inquisición aún llevaba adelante hacia 1330, en la región de Trento (norte de Italia), contra aquellos que habían brindado hospitalidad a los apostólicos en el momento en que su líder, Fray Dulcino, treinta años antes, había pasado por la región. En el momento de su llegada se abrieron muchas puertas para brindar refugio a Dulcino y sus seguidores. Nuevamente en 1304, cuando junto al anuncio de la llegada de un reino sagrado de pobreza y amor Fray Dulcino fundó una comunidad entre las montañas de Vercellese (Piamonte), los campesinos de la zona, que ya se habían levantado contra el Obispo de Vercelli, le dieron su apoyo. Durante tres años los dulcinianos resistieron a las cruzadas y al bloqueo que el Obispo dispuso en su contra —hubo mujeres vestidas como hombres luchando junto a ellos. Finalmente, fueron derrotados sólo por el hambre y la aplastante superioridad de las fuerzas que la Iglesia había movilizado. El mismo día en el que las tropas reunidas por el Obispo de Vercelli finalmente vencieron, «más de mil herejes murieron en las llamas o en el río o por la espada, de los modos más crueles». Margherita, la compañera de Dulcino, fue lentamente quemada hasta morir ante sus ojos porque se negó a retractarse. Dulcino fue arrastrado y poco a poco hecho pedazos por los caminos de la montaña, a fin de brindar un ejemplo conveniente a la población local.

Las ideas de Dulcino
Es difícil distinguir sus verdaderas ideas de las acusaciones que se le dirigieron con motivo de la cruzada ordenada por la Santa Sede, entonces radicada en Aviñón. Anunció un inminente fin de los tiempos, en el cual el orden y la paz serían restablecidos. Criticó a la Iglesia por la acumulación de riquezas y predicó la austeridad.

Las bases de sus ideas eran:
  • La oposición a la jerarquía eclesiástica y la conversión de la iglesia a los ideales de pobreza y humildad.
  • La oposición al sistema feudal.
  • La liberación de los hombres de cualquier restricción.
  • La organización de una sociedad igualitaria, de ayuda y respeto mutuos, basada en la propiedad comunitaria y en la igualdad de sexos.
Por estas ideas se le ha considerado uno de los reformadores de la iglesia, así como el impulsor de los ideales de la Revolución francesa, e incluso del anarquismo y del socialismo.

Según Dulcino, la historia de la humanidad constaba de cuatro períodos:
  • El del Antiguo Testamento, caracterizado por la multiplicación del género humano.
  • El de Jesucristo y los Apóstoles, caracterizado por la castidad y pobreza.
  • El iniciado por el emperador Constantino y el papa Silvestre I, caracterizado por una decadencia de la Iglesia a causa de la acumulación de riquezas y ambiciones.
  • El de los apostólicos, caracterizado por el modo de vivir austero, en pobreza y castidad, que se prolongaría hasta el fin de los tiempos.
Dulcino dejó escritas sus ideas en una serie de cartas enviadas a los Apostólicos entre el 1300 y el 1307, de las cuales al menos tres fueron compiladas por Bernardo Gui en su De secta illorum qui dicunt esse de ordine Apostolorum.

Dulcino en la literatura
Dante Alighieri nombra a Dulcino en La Divina Comedia (Infierno XXVIII, 55-60), poniendo en boca de Mahoma las siguientes palabras, en las que le recomienda proveerse de víveres y abrigo para evitar su próxima derrota por parte del obispo de Vercelli, al que llama "El novarés":

Or di’ a fra Dolcin dunque che s’armi,
Tu che forse vedrai lo sole in breve,
S’egli non vuol qui tosto seguitarmi,
Sì di vivanda, che stretta di neve
Non rechi la vittoria al Noarese,
Ch’altrimenti acquistar non saria a lieve.

Es decir:

"Pues dile a Fray Dulcino que se avitualle
tú que tal vez pronto verás el sol
si no desea unírseme aquí, quemado
que se procure víveres, pues las nevadas
darán paso a la victoria del novarés
que de otro modo no le sería fácil conquistar".

Friedrich Nietzsche exaltó la figura de Dulcino como prototipo del Übermensch (superhombre o suprahombre), imaginándolo «dulce y despiadado, por encima de toda miserable moral, el individuo capaz de colocarse más allá del bien y del mal».

Umberto Eco menciona a Dulcino frecuentemente en su novela El nombre de la rosa. El diálogo entre el narrador, Adso, y su maestro, Guillermo de Baskerville, cuenta la historia de Dulcino, pero dejando gran parte a la imaginación del lector.

Marcel Schwob hace de Dulcino el tema del noveno capítulo de Vidas imaginarias.

Frailes Apostólicos
Los Hermanos del Libre Espíritu o Frailes del Libre Espíritu fue una comunidad sectaria surgida en las regiones de Flandes y Renania que duró desde 1250 hasta 1525, y tiene origen en la herejía del Adamismo del siglo II d. C.. Los personajes más conocidos que formaron parte fueron:

Amaury de Bene, teólogo (1206).
Otlieb de Estrasburgo (1215).
David de Dinant (1215).


Algunos historiadores han defendido que Amaury de Bene estuvo influenciado por el pensamiento de Juan Escoto Erígena y por la Escuela Palatina, aunque llevando claramente al extremo sus opiniones. Los seguidores de ésta comunidad también fueron conocidos como amaurinos, bons enfants, pauperes Christi, picardos o mineros en algunas regiones del Mediterráneo. Incluso, como afirma Wilhelm Fraenger, el pintor El Bosco podría haber pertenecido a esta secta.

Pensamiento
Las ideas principales de Los Hermanos del Libre Espíritu fueron de carácter anti-jerárquico, defensa de ideas panteístas, además, sostenían que Dios estaba en todo y en todos a través de la presencia del Espíritu Santo, lo que ocasionó una fusión entre Dios y la criatura. Además, la creencia de que Dios estaba en todos llevó a negar la existencia del pecado y, por lo tanto, llegaron a defender que es innecesario recurrir al auxilio de los sacramentos ya que el hombre no debía someterse a las limitaciones que impone la ley moral. También desconocieron la divinidad de Jesucristo como su acción redentora hacia el pecado original de la Humanidad. Si que defendieron, en cambio, la eternidad de la creación.

Estas posturas y además el rechazo del papel y de la validez de la Iglesia, de los sacramentos y de la Sagradas Escrituras hicieron que fuesen condenados por el Papa Inocencio III (1198-1216), lo cual hizo que el teólogo Amaury de Bene se retractara. Marcados por una tendencia netamente anarquista, se opusieron a todo orden establecido, esta comunidad fue acusada de promover el libertinaje, por sus prácticas de amor libre, nudismo y otras actitudes calificadas como "desviaciones".

Persecución
Finalmente, al ser duramente reprimidos tanto por las autoridades eclesiásticas como por las seculares, los Hermanos del Libre Espíritu desaparecieron en 1411. Aunque siguió difundiéndose clandestinamente en los telares flamencos, para reencarnarse muchos años después en la secta de los "Libertinos".

Joaquinismo
Los joaquinitas o joaquinistas fueron los seguidores de las enseñanzas del Abad
Joaquín de Fiore, iniciador de un movimiento heterodoxo surgido en el siglo XII, que proponía una reinterpretación de la historia y del evangelio, para seguir el llamado «Evangelio eterno». Influyeron notablemente en diversos grupos heterodoxos y heréticos, fundamentalmente en los franciscanos espirituales y en los fraticelli, que proponían una observancia más estricta de la Regla franciscana, así como en diversos grupos milenaristas a lo largo de la historia.

Pensamiento
Las obras de Joaquín de Fiore parecen dividir la historia en tres edades:

-La primera era la «edad del padre». La edad del padre era la época de la Antigua Alianza.
-La segunda fue la «edad del Hijo», y por lo tanto el mundo del cristianismo.
-La edad de la tercera y última sería la del Espíritu Santo, a partir de la Parusía.

Este será un nuevo «Evangelio eterno» que se pondrá de manifiesto con la sustitución de la Iglesia jerárquica y corrupta por la Iglesia del Espíritu, sobre la base de la igualdad y la utopía monástica. La primera y segunda edades tienen tiene cuarenta y dos generaciones. Joaquín parecía sugerir que la era cristiana terminó en 1260 con la llegada del Anticristo, por la que edad utópica está al llegar. El pensamiento de los joaquinistas «tienen su origen en la profunda convicción de poseer una llamada personal a la misión profética. Joaquín de Fiore se siente el Bautista y el Elías de los nuevos tiempos. Este profundo convencimiento se acrecienta en la meditación de la Sagrada Escritura, que interpreta llevando el método alegórico a las mayores y arbitrarias exageraciones».

Controversia
En 1215, algunas de sus ideas fueron condenados en el IV Concilio de Letrán. Por otra parte, sus admiradores llegaron a creer en el comienzo de esta nueva era se iniciará con la llegada de un virtuoso papa procedente de la orden franciscana, que podría ser Celestino V. Su renuncia y posterior muerte en las mazmorras del siguiente papa, fue considerado un signo de la venida del Anticristo. Por lo tanto, en el pensamiento joaquinista, la Iglesia Católica era la ramera de Babilonia y el papa el mismo anticristo, pensamiento que sería recuperado por Lutero en la reforma protestante, y que condujo a una ruptura con el catolicismo. Al mismo tiempo, o poco antes, se decidió que incluso los escritos de Joaquín eran el «Evangelio Eterno», o la ruta de acceso al mismo.

Influencias
El pensamiento de Joaquín de Fiore ha sido una influencia constante en algunos místicos y teólogos, siendo estudiada con profundidad. Dante lo coloca entre santo Tomás de Aquino y san Buenaventura en el canto XII del Paraíso. Algunos autores destacan la influencia del joaquinismo en Bernardino de Siena y el mismo Buenaventura, así como en los mentados «franciscanos espirituales»Gerardo de Borgo San Donnino, Juan de Parma, Salimbene de Adán, Ubertino de Casale, Hugo de Digne, Pedro Juan Olivi y otros autores, como Arnaldo de Vilanova y movimientos religiosos, como el de las beguinas, los fraticelli, los hermanos del libre espíritu, los ranters los flagelantes. durante el Renacimiento se releyeron sus escritos, influyendo en Jerónimo SavonarolaJuan Bautista Vico, Cola de Rienzo, Nicolás de Cusa, John Wickliffe, que usó en su Trialogus la obra joaquinita De Semine Scripturarum y, posteriormente, incluso en los socialistas utópicos de Henri de Saint-Simon.

Actualidad
Teorías similares son seguidas actualmente por diversos movimientos de carácter cristiano, como es el caso de los Testigos de Jehová. Actualmente existe una escisión paralela en España que analiza la posible beatificación, santificación y posterior divinización del personaje de Joaquín Prior por sus considerables aportaciones a la mejora de la sociedad y de los estudiantes (especialmente aquellos referidos a los que se encontraban realizando investigaciones en métodos de interpretar partituras con flauta dulce u otros instrumentos de viento madera). Su mayor zona de influencia se encuentra localizara en el Oeste de Castilla y León, aunque se han encontrado diferentes adhesiones al este nuevo Joaquinismo en zonas cercanas a la Comunidad Autonoma de Asturias. En tiempos más actuales el presidente de los Estados Unidos Barack Obama fue criticado por varios teólogos católicos cuando citó a Joaquín de Fiore en varias ocasiones durante su campaña presidencial. La Santa Sede reiteró que las ideas de Joaquín eran heréticas.

Franciscanos espirituales
Los franciscanos espirituales fue un movimiento dentro de la orden franciscana que defendía la más integral, celosa, rígida y espiritual observancia de la Regla y del Testamento de san Francisco de Asís. En las fuentes medievales se llaman también fratres zelantes, fratres pauperes, pauperes eremitae y otros. Surgieron poco después de la muerte de san Buenaventura en 1274 y fueron condenados en 1318 por Juan XXII. Después de la condena tuvieron suertes diversas: unos se sometieron, otros formaron una nueva fundación que tuvo por jefe a Angelo da Clareno, y otros se pasaron a los rebeldes fraticelli. Hasta 1318 los tres focos de los espirituales fueron Las Marcas y Toscana en Italia, Provenza en Francia y el reino de Aragón en España.

El conflicto conllevó la separación de la primera orden franciscana en dos grupos, los franciscanos conventuales y los franciscanos de la observancia. El conflicto entre los espirituales, los conventuales y los fraticelli actúa como argumento de fondo de la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco

Ideas características
En primer lugar, el joaquinismo, es decir, la adhesión a las ideas de Joaquín de Fiore (†1202). Luego, la insistencia en una observancia rígida de las voluntades y del ejemplo de san Francisco de Asís, especialmente en lo que se refiere a la pobreza. Rechazaban toda interpretación o limitación pontificia de la Regla, llegando a negar la competencia papal a este respecto. También rechazaban cualquier componenda que quitara normatividad a lo expresado por Francisco de Asís en su testamento. Además, había una aversión hacia los estudios, debida a su convicción de que comprometían los primitivos ideales de san Francisco. Finalmente, la tendencia a la vida más retirada, contemplativa y eremítica, frente a otros tipos de apostolado.

Origen
Hay quienes creen que hubo antecesores de los espirituales incluso entre los compañeros de san Francisco, destacando a fray León de Asís (†1271), Bernardo di Quintavalle y el biógrafo del fundador Tomás de Celano. Pero antes de la muerte de san Buenaventura no es posible hablar del movimiento espiritualista en sentido amplio y marcado. La Orden Franciscana quedó jurídicamente constituida en 1209. El Padre Juan Parente había logrado de Gregorio IX, en 1220, la declaración de que el testamento de san Francisco de Asís no tenía carácter de obligatoriedad, pero sí la Regla.

Previamente, habían surgido dos tendencias de la interpretación de la Regla respecto del inciso de «no hacer glosas»: Mientras unos entendían «sin glosa, a la letra», los llamados Espirituales entendían «sin glosa, razonablemente», afanándose en la libertad espiritual para guardar la Regla de manera más estricta, porque creían que el espíritu de la Regla era practicarla «sin glosas». Este fue el origen de las luchas.

Mientras los Papas buscan fortalecer la unidad con las interpretaciones que dan a la Regla, el descontento crece entre la Comunidad, que proponen una observancia más benigna, y los llamados Espirituales, que luchan denodadamente para que se les permita observar con libertad la Regla interpretada a su manera. Sus famosos jefes -Angelo da Clareno, Ubertino da Casale y Pedro Juan Olivi- fueron favorecidos por Celestino V, que les concedió cierta autonomía.

Desarrollo
Bonifacio VIII, en cambio, les lanzó excomuniones. Durante el pontificado de Clemente V (†1314) los espirituales de Provenza se convirtieron en los primeros acusadores de la comunidad de la Orden, interpretando algunas ideas de san Francisco, de Juan de Parma, de Hugo de Digne y del mismo Olivi según su pensamiento, llegando a utilizar los relatos de la primitiva historia franciscana para apoyar sus ideas. En 1310 Clemente V se decidió a realizar una investigación en la Orden franciscana. Mientras tanto salieron panfletos de acusación y de defensa por ambas partes. Incluso el concilio de Vienne de 1311-1312 se ocupó de estas cuestiones, investigación que cristalizó en la declaración papal de la Regla franciscana, Exivi de Paradiso.

Condena papal
En el seno de la orden franciscana se había producido en 1245 una división entre los llamados conventuales y los franciscanos espirituales, radicales que defendían un ideal de pobreza absoluta alegando que tanto Jesús como sus discípulos carecían de posesiones ni individuales ni comunitarios. Este conflicto llevó a una seria división dentro de la orden franciscana. Por lo que Juan XXII el 7 de octubre de 1317, por medio de la bula papal Quorumdam exigit ordenó que los así llamados espirituales, que habían iniciado formas de vida eremítica, se sometieran a la obediencia de los superiores de su comunidad. Posteriormente, con la bula papal Sancta Romana, del 30 de diciembre de 1317, fueron condenados los rebeldes bajo sus distintas denominaciones: fraticelli, fraticelos, etc., y poco después la bula papal Gloriosam Ecclesiam del 23 de enero de 1318, con la que los espirituales desobedientes y contumaces fueron definitivamente condenados los últimos grupos de espirituales afincados en Sicilia. Pero en la orden franciscana todavía se sucedieron varias alternativas de lucha en torno a la pobreza. Las declaraciones realizadas por el capítulo general de Perusa, celebrado en 1322, mueven al papa a redactar la bula papal Cum inter nonnullos del 12 de noviembre de 1323, condenando como herética la doctrina de los espirituales de Perusa. Después, dictó una orden en 1328, deponiendo al Ministro general de la orden Miguel de Cesena, rebelde a la autoridad pontificia por la bula papal Cum Michaël de Caesena del 28 de mayo de 1328 y excomulgándolo el 6 de junio de 1329 por la bula papal Dudum ad nostri. Juan XXII nombra a Bertrand Augier de la Tour como vicario general de la orden y le encarga la celebración de un nuevo capítulo general (celebrado en París en 1329) que elija al nuevo ministro general de los franciscanos, resultando electo Gerardo Odónis.

Espirituales representativos
Los principales representantes del grupo denominado los Espirituales fueron:
  • Pedro Juan Olivi (+ 1298), Lector en París y después en Florencia. Hombre de santa vida y uno de los más grandes doctores de la Orden, que en Aviñón tomó a su cargo la defensa de los Espirituales, quienes le veneraban como su profeta, y depuró en parte las doctrinas del Abad Joaquín.
  • Angelo da Clareno (+1337), quien sufrió muchas pruebas y persecución por sostener obstinadamente sus doctrinas. En su Historia Septem tribulationum Ordinis Minorum enaltece la memoria de los jefes de los Espirituales, interpretando con parcialidad la vida y hechos de Francisco de Asís. Durante algún tiempo los clarenistas lograron cierta autonomía y perduraron hasta el pontificado de San Pío V.
  • Ubertino da Casale (+ 1330). Persona de carácter complejo, que obraba más por pasión que por devoción. Sostuvo los ideales espirituales con hábil y fogosa dialéctica. Escribió una apología del joaquinismo: Arbor crucifixae vitae Jesu. Después de su lucha contra las relajaciones de la comunidad, obtuvo del papa Juan XXII licencia de pasarse a los Benedictinos.
Radicales del movimiento franciscano
Radicales del movimiento franciscano con respecto a las teorías de Joaquín de Fiore, el que había profetizado una nueva y última era del Espíritu Santo a partir del año 1260, la cual fue tomada por los franciscanos espirituales, seguidores fanatizados de San Francisco de Asís, fundador del movimiento, quienes en su tergiversación se consideraron elegidos para predicar el fin del mundo y de la iglesia.

Historia
Si bien muchas obras figuran a nombre del abate calabrés Joaquín de Fiore, sólo tres son reconocidas auténticas por la mayoría de los investigadores: Concordia dell'autentico e nuovo Testamento, Commento all'Apocalisse, y Salterio delle dieci corde. Son falsos algunos libros que se le atribuyeron, como los Vaticinia Pontificum, de gran celebridad en la Edad Media, y los comentarios a las profecías de Cirilo, Merlín y la Sibila Eritrea. En la Concordia dell'autentico e nuovo Testamento habiendo comparado a Jesucristo con Salomón, hijo predilecto del rey David, equipara a Federico II con Absalón, hijo rebelde de aquel. Para todos los joaquinistas, Federico II era tenido como el Anticristo, o al menos uno de sus precursores. Joaquín de Fiore habría profetizado su nacimiento de Constanza, esposa de Enrique VI, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien sería el futuro y más peligroso enemigo de la Iglesia.

En su exégesis de las Sagradas Escrituras, Joaquín de Fiore elaboró una interpretación de la historia como un ascenso en tres edades sucesivas, cada una de ellas presidida por una de las personas de la Trinidad. la primera edad era la del Padre, o de la Ley, la segunda la del Hijo, o del Evangelio, la tercera, la del Espíritu. La primera había sido de temor y servidumbre, la segunda de fe y sumisión filial, la tercera sería de amor, alegría y libertad.

Cada edad había sido precedida de un período de incubación: en la primera edad desde Adán hasta Abraham, en la segunda desde Elías hasta Jesucristo, en la tercera, desde San Benito y estaba cerca a su fin cuando Joaquín compuso sus obras. Según San Mateo, entre Cristo y Abraham se contaban 42 generaciones, por lo tanto, el período entre Cristo y el cumplimiento de la tercera edad también debería ser de 42 generaciones. Considerando cada generación como un lapso de 30 años, situó la culminación de la historia humana entre los años 1200 y 1260.

Ya en vida de San Francisco de Asís, se habían manifestado dos tendencias en la orden por él creada: una a imitación de Jesucristo quería practicar la pobreza absoluta viviendo únicamente de la mendicidad y el trabajo manual; la segunda apuntaba a una pobreza relativa. Cuando los franciscanos espirituales se negaron a aceptar las innovaciones que se impusieron a la orden mendicante creada por Francisco, tomaron las profecías de Joaquín de Fiore, las editaron y comentaron. Idearon profecías que le atribuyeron, que acabarían incluso teniendo más notoriedad que las auténticas. Adaptaron la escatología joaquinista, para ser considerados la nueva orden que, reemplazando a la Iglesia Romana, debía conducir a la humanidad hacia las glorias de la edad del Espíritu.

Por una bula de 1230, el Papa Gregorio IX declaró que el testamento de Francisco de Asís no obligaba a los integrantes de su orden; que el dinero, aunque les estuviera prohibido podía ser aceptado y administrado para sus necesidades, y que también podían hacer uso de otras cosas necesarias, como los conventos, libros, etc. Inocencio IV en 1245, con su bula añadió a los frailes el permiso de poder recurrir al nuncio apostólico para declarar otras cosas que les fueran necesarias, y dispuso que sus bienes fueran propiedad de la Santa Sede.

La corriente franciscana más rígida no aceptaría esas disposiciones, al ser partidarios de una observancia literal de las reglas. Eran una minoría y encabezados por fray Angel Clareno, y luego por fray Ubertino de Casale, llamáronse a sí mismos franciscanos espirituales. La cuestión se convirtió en preocupante para la jerarquía eclesiástica, al afirmarse en el seno de los espirituales las corrientes joaquinistas, que con el joaquinista Juan de Parma, general de la orden desde 1247 a 1257, tuvieron gran prevalencia sobre la misma.

El concilio lateranense del 1215 ya había condenado las afirmaciones trinitarias de Joaquín de Fiore; y Alejandro IV, en una carta de 1255 al obispo de París anunció la condena contra L'introduttorio all'Evangelo eterno de Gerardo de Borgo San Donnino, donde éste afirmaba que Joaquín de Fiore había predicado que el evangelio eterno, anunciador de la tercera edad de la humanidad, sería anunciado por el ángel del sexto sello del Apocalipsis, el cual –según Borgo Sandonnino– era Francisco de Asís, quien llevaba los estigmas de Jesucristo. La orden franciscana sería la encargada de predicar el fin del mundo y de la iglesia, siendo fijado como límite el año 1260.

El decreto de Anagni de Alejandro IV, en octubre de 1255, si bien no condenaba expresamente las doctrinas joaquinistas, intervenía oportunamente contra ellas. Juan de Parma, general de la orden franciscana fue enjuiciado, y su sucesor, San Buenaventura salvó la unidad de la orden, frenando el progreso de los franciscanos espirituales. Fueron perseguidos, dispersados y encarcelados. Luego enviados a misionar a tierras lejanas.

Más tarde, su desgracia creció con la fundación de la secta de los frailes apostólicos, por Gerardo Segarelli en Parma hacia 1260. Había vendido todos sus bienes y se dio a predicar la pobreza y penitencia según el espíritu joaquinista. Esperaba que ese año se iniciaría la era del Espíritu Santo. Sus seguidores se esparcieron por otras regiones de Italia, siendo perseguidos a partir de 1286. En 1300, Segarelli fue quemado vivo por la Inquisición bajo el cargo de herejía.

Siglo XIV (1300-1400)

Fraticelos
Con el nombre de fraticelli se conoce a un amplio grupo de herejes de la Edad Media tardía (1300-1500) que deben su origen a los franciscanos espirituales que se rebelaron contra las disposiciones y declaraciones del papa Juan XXII referentes a la pobreza franciscana. Hay que distinguirlos de los espirituales, que les precedieron hasta 1318, aunque tuvieran ideas comunes. La diferenciación entre los últimos espirituales, los fraticelli y otros grupos de herejes es difícil, pues se relacionaron, aunque organizativamente no estuvieran conectados entre ellos, con los apostólicos, los miguelistas, los begardos, las beguinas, los dulcinistas, los joaquinitas y los fratres de opinione.

En parte emparentados con los franciscanos espirituales, los fraticelli llevaron sus ideas hasta el extremo, especialmente las referentes a la pobreza, la absoluta intangibilidad de la Regla de la primera orden franciscana, siguiendo además las ideas joaquinistas. Por influjo de los neomaniqueos, los fraticelli aceptaron la idea de las dos Iglesias, una espiritual y otra carnal (ésta sería la romana, jerárquica y jurídica), llegando a negar la validez de los sacramentos, a causa de su elemento material y porque se administraban por clero ilegítimo (autorizado por la jerarquía «romana»). Finalmente, adoptaron, por lo menos algunos, aberraciones morales en materia de castidad. Se difundieron bastante en Italia, de donde pasaron, perseguidos por la Inquisición, a Cataluña, Grecia y Persia. En el siglo XV se aliaron también con los husitas bohemos.

Trabajaron y escribieron contra ellos, a menudo por autorización pontificia, Andrea Ricci de Florencia, Juan de Capistrano, Giacomo de la Marca, Antonino de Florencia Giovanni de Celle.

Continua en Las Herejías X: Sectas IX
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