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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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domingo, 29 de marzo de 2015

Domingo de Ramos (La Entrada Triunfal)



Libro del Profeta Zacarias 9.9 

Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.


La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, sucedió el domingo anterior a su muerte. Fue una entrada grandiosa y al mismo tiempo, humilde. La ciudad estaba llena de peregrinos para celebrar la pascua judía. Una gran multitud rodeó a Jesús y con ramos de olivos y palmas en las manos, lo acompañó en su entrada en la ciudad, entre cánticos y exclamaciones. Muchos lo seguían con fe y esperanza.

Ahora La Fiesta de los Tabernáculos o la Fiesta de las Enramadas es el cumplimiento personal de la venida del Padre y del Hijo por medio del Espíritu Santo para hacer su morada en la personalidad de los santos.

La séptima y última fiesta solemne del Señor era la fiesta de los Tabernáculos.

Libro de Levítico 23.34
Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la Fiesta solemne de los Tabernáculos al Señor por siete días.  


Los Evangelios sitúan la entrada de Jesús en Jerusalén en los días que preceden a la Pascua. Sin embargo, ellos han recogido las tradiciones relativas a este acontecimiento, presentándolas dentro del marco de una entronización mesiánica, comparable con la de la Fiesta judía de los Tabernáculos: el Mesías esperado, en esta fiesta ha llegado realmente.
La fiesta judía de los Tabernáculos tenía lugar en otra época del año, distinta a la de la Pascua: en la época de la recolección de las cosechas, para celebrar la fecundidad, al mismo tiempo que se imploraba la bendición divina para el año nuevo. Este interés por el año futuro había servido a los profetas para convertir la fiesta en una fiesta con carácter Escatológico.

El ritual tradicional de la Fiesta de los Tabernáculos incluía la costumbre de agitar ramas de árboles (Lev 23.33-34; Neh 8.13-18).
Ciertos ritos particulares, al ritmo del Salmo 117-118, hacían referencia a la fecundidad de los últimos
tiempos (Juan 7.38-39), y constituían una verdadera entronización del futuro Mesías.

El Domingo de Ramos se conjugan, en los recuerdos evangélicos, la inspiración pascual con la inspiración mesiánica de la fiesta de los Tabernáculos. 

En nuestra celebración del Domingo de Ramos ocupa un lugar importante una procesión que precede a la celebración de la cena del Señor. Los Ramos que llevamos en nuestras manos son un símbolo de la dignidad real del Mesías. Jesús es el Salvador. Con él comienza el Reino de Dios. El es el Mesías, palabra hebrea que en griego se traduce por Cristo, y que en nuestra lengua significa el Ungido. 

Los Israelitas fueron ordenados a vivir durante siete días bajo “Enramadas” hechas de ramas de árboles. Después de completados los siete días el octavo día era de gran regocijo.

La fiesta de los Tabernáculos era tiempo de dar gracias por el fruto de la época de cosecha anterior, y además tiempo de alegre anticipación por la pronta venida de la lluvia para la semilla (la lluvia temprana) que marca el comienzo del nuevo año de agricultura.

El dominio de Cristo sobre el cielo y la tierra nueva es el cumplimiento espiritual que abarca todo el Reino de la fiesta de los Tabernáculos, cuando todos los salvos se regocijarán con increíble alegría por las cosas que Dios ha logrado. El octavo día significa el primer día de la nueva semana de la eternidad, la semana que no tiene fin.

¡Qué maravilloso es darse cuenta que la “mañana” de la vida apenas estará comenzando cuando la nueva Jerusalén descienda del cielo nuevo y llegue a reposar sobre la tierra nueva!

Según lo entendemos nosotros, el cumplimiento personal de la Fiesta de los Tabernáculos en los santos está por llegar y se expresará cada vez más durante las horas más oscuras que serán justamente antes de que regrese Jesús (Isaías 60:2), culminando con la aparición de Cristo y de Sus santos en las nubes del cielo. El cumplimiento espiritual de la fiesta de los Tabernáculos es la provisión que Dios ha hecho para Sus santos para que puedan hacerle frente a la era de horrores morales que está por llegar.

Aun hoy estamos siendo preparados para que more en nosotros la Plenitud de Dios, conforme el Espíritu Santo nos capacita para llevar a la muerte las obras de nuestra naturaleza pecaminosa y también para experimentar la crucifixión de nuestro amor propio y voluntad propia.

Del capítulo 14 al capítulo 17 del Evangelio según Juan se discuten algunos aspectos de los cumplimientos personales espirituales de la fiesta de los Tabernáculos del Antiguo Testamento.

El “hogar de mi Padre” es Cristo – Cabeza y Cuerpo. Es el “buen olivo” del capítulo 11 del Libro de Romanos. Cada uno de nosotros ha sido invitado a volverse una habitación en el Templo eterno de Dios.

Quizá el versículo más pertinente con respecto al cumplimiento personal de la fiesta de los Tabernáculos es Juan 14:23:

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos Morada con él. 

Juan 14:23 no se está refiriendo al cumplimiento personal de la cuarta fiesta Levítica, la fiesta de Pentecostés. La fiesta de Pentecostés es cumplida cuando somos bautizados en el Espíritu Santo.

Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: (Juan 14:16 – NVI)

Más bien, Juan 14:23 se está refiriendo al cumplimiento personal de la séptima fiesta Levítica, la fiesta de los Tabernáculos. El Padre y el Hijo entran a nosotros a través del Espíritu Santo y hacen de nosotros su Templo eterno. Es la voluntad de Dios que nosotros seamos llenados con la plenitud de Dios (Efesios 3:19).

Juan 7:37-39 también está hablando sobre el cumplimiento de la fiesta de los Tabernáculos.

Jesús estaba observando el gozo del octavo día de la fiesta de los Tabernáculos, “el más solemne de la fiesta”. El sacerdote llevaba en un tazón dorado agua de Siloé y lo vaciaba sobre el Altar de los Holocaustos. El capítulo 12 de Isaías se estaba cantando en ese momento:

Evangelio de Juan 7.37-38
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esta Escritura es cumplida hasta cierto punto cuando recibimos al Espíritu Santo. Pero el vencimiento del cumplimiento ha sido reservado para el Día del Señor.

Libro del Profeta Ezequiel 47.9
Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

Ezequiel 47:9 es el cumplimiento de Juan 7:38. El Señor nos está purificando hoy para estar preparados para la venida del Padre y del Hijo a morar en nosotros en un grado mayor al que jamás antes habíamos experimentado. Juan 14:23 es una experiencia definitiva, tan definitiva como volver a nacer o ser lleno del Espíritu Santo. Sin embargo, a diferencia del bautismo con el Espíritu, para que se cumpla la experiencia de los Tabernáculos debemos seguir adelante durante un periodo de tiempo conforme somos purificados del pecado y conforme aprendemos a vivir en la Persona y Presencia de Dios.

La experiencia real, el cumplimiento personal de la fiesta de los Tabernáculos, que nos está llegando se describe en el Capítulo 12 de Isaías

Pensemos en las palabras de Isaías, Capítulo 12. Conforme el individuo entra en el cumplimiento personal espiritual de la fiesta de los Tabernáculos del Antiguo Testamento éstas palabras empiezan a tener mucho significado.  Entonces comprendemos lo que el Espíritu de Cristo estaba proclamando en Isaías.

Libro del Profeta Isaías 12.1

En aquel día…”

La expresión “aquel día” es usada por todo el Libro de Isaías, y también en Juan 14:20. Se refiere al Día del Señor, el día en que Cristo llega a gobernar en nuestro corazón en todo Su esplendor. “Sólo el Señor será exaltado en aquel día.”

“… dirás: ‘Cantaré a ti…”

Por dos mil años la gente Cristiana, frecuentemente, se ha señalado hacia sí misma y hacia sus obras. Pero conforme entramos al cumplimiento de la fiesta de los Tabernáculos el Señor mismo se vuelve el Centro glorioso de nuestra atención. ¡Lo alabamos siempre!

“…oh Señor; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado..”

De acuerdo a los evangelios canónicos la Entrada a Jerusalén describe el momento en que Jesús de Nazaret entró triunfalmente a Jerusalén, en medio de una multitud que lo aclamaba como el Hijo de Dios.  las personas estaban con hojas de olivo, el olivo es el árbol típico de la región donde vivió Jesús. Por eso los habitantes de Jerusalén salieron al encuentro de Jesús con ramos de olivo.

El Domingo de Ramos conmemora este hecho. La narración de la entrada a Jerusalén está escrita en el Nuevo Testamento, de la Biblia, siendo mencionada por todos los evangelios canónicos: (Evangelio de Mateo capítulo 21. 1-9; Evangelio de Marcos capítulo 11. 1-10; Evangelio de Lucas, capítulo 19. 28-40; Evangelio de Juan, capítulo 12. 12-19)

Antes de entrar a Jerusalén, Jesús se detuvo en Betania y Betfagé, y el Evangelio de Juan añade que cenó con Lázaro y sus hermanas María y Martha. Ahí, se describe que Jesús envió a dos discípulos (no mencionados) a la aldea cercana, con órdenes de recuperar un borrico que había sido atado, pero nunca montado y dijo si os preguntan, decid que el Señor necesita el Asno, y que les será devuelto luego

Los sinópticos y Juan establecen que Jesús supo que había gente en el área, como Simón el Leproso, así que pudo haber argumentado que la presencia del borrico había sido organizada por los discípulos de Jesús. El Evangelio de Juan, no obstante, simplemente dice que Jesús encontró el borrico. Juan y los Sinópticos establecen que Jesús entonces montó al borrico (o en Mateo al borrico y a la burra, madre de éste), dentro de Jerusalén.

Los sinópticos añaden que los discípulos pudieron poner sus capas en el animal, haciéndolo así más confortable. Los Evangelios describen cómo Jesús entró a Jerusalén y cómo la gente alfombraba su camino y también cómo dejaba a un lado pequeñas ramas de árbol. La gente también cantaba una parte del Libro de los Salmos, específicamente los versículos 25-26 del capítulo 118. ...Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Bendito es el enviado del Reino de Nuestro Padre David... El lugar de esta entrada no está especificado, pero se supone que tuvo lugar en la Puerta Dorada, desde donde se creía que el Mesías entraría a Jerusalén, otros estudiosos piensan que el lugar fue hacia el sur, pues tenía entrada directa hacia el templo. (Kilgallen 210). Ver también Marcos 11

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