Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 13 de marzo de 2017

La Biblia XVII: Hechos de los Apóstoles I

La Última Cena, por Leonardo da Vinci

Hechos de los Apóstoles
Hechos de los Apóstoles (en griego antiguo: Πράξεις τῶν Ἀποστόλων, Práxeis tôn Apostólōn; en latín: Āctūs Apostolōrum) abreviado comúnmente a Hechos, es el nombre del quinto libro del Nuevo Testamento, en el cual se narra la historia del conocido como período apostólico.

Probablemente tenga el mismo origen que el Evangelio de Lucas, con el que forma lo que se suele llamar el opus lucanum; de hecho el libro en su inicio manifiesta que es un segundo tratado. Sin embargo, los textos se separaron antes de que se escribieran los manuscritos que llegaron hasta hoy. Con esta separación se buscaba cultivar el conocimiento de los evangelios como una unidad de archivos sagrados, a los cuales los Hechos servían como una especie de apéndice. Es de un interés y valor históricos únicos: no hay ningún otro libro como este dentro del Nuevo Testamento.

El libro de los Hechos es la única historia de la Iglesia primitiva, primitiva tanto en el espíritu como en la sustancia; sin él sería imposible tener un cuadro coherente de la edad apostólica. Con él, las epístolas paulinas son de un valor histórico incalculable; sin él, permanecerían incomprensiblemente fragmentarias e incompletas, a menudo incluso confundirían.

El autor escribe con estilo de tratado (Hechos 1:1.). Al principio también se conoció con los siguientes nombres: Los Hechos, El evangelio del Espíritu Santo y El evangelio de la resurrección.

No contiene la historia de todos los apóstoles, sino solo la de Pedro y de Pablo de Tarso. Juan es mencionado solo tres veces, y todo lo que se cuenta de Santiago (Jacob, Jacobo o Sanct Yago), el hijo de Zebedeo, es su ejecución por Herodes (Hechos 12;1). Al inicio del libro se menciona a los doce, incluyendo a Matías (que sustituyó a Judas Iscariote). También a lo largo del libro se menciona a Bernabé de Chipre, a Marcos (probablemente se trate del primer evangelista), Santiago el «hermano del Señor», entre otros.

Autor
La evidencia externa, que es relativamente extensa y temprana, como el fragmento muratoriano (una traducción del siglo VII de un texto griego del siglo II descubierta por Ludovico Antonio Muratori en el XVIII), Ireneo, Tertuliano, Clemente y Orígenes todos apuntan a Lucas, el compañero de Pablo (Filemón 24.), quien tal vez estaba con él como médico (Colosenses 4, 14.)

El mismo libro de Hechos indica que fue escrito por un compañero de Pablo. En Hechos 16:10. el escritor, sin previo aviso, pasa de la tercera persona a la primera: «Pero cuando vio la visión enseguida procuramos avanzar hacia Macedonia» (ver también Hechos 20, 5-22., Hechos 21, 12-18. y Hechos 27, 1-28, 16).

La evidencia de la autoría del tercer evangelio también cuenta para los Hechos (se puede comparar Lucas 1:1-4. con Hechos 1:1. Aunque el autor nunca menciona su propio nombre, la tradición de atribuir la autoría a Lucas data por lo menos del segundo cuarto del siglo II.

Datación
La datación mayoritaria (Norman Perrin, E. Lohse, P. Vielhauer, O. Cullman) sitúa a este libro en los años 80, debido a que esta es la década en que se suele fechar el Evangelio según san Lucas, que lo precede. Sin embargo, la horquilla datacional que puede encontrarse en la bibliografía acerca de este tema es muy amplia.

La datación más tardía está limitada por la existencia del papiro P45, de la primera mitad del siglo III y por la mención que la Epistula apostolorum hace de este texto a mediados del siglo II. Autores como E. Schürer o F. C. Burkitt han sugerido que Hechos era posterior a las Antigüedades judías de Flavio Josefo, al señalar posibles dependencias de Hechos con respecto a la obra de Josefo. Esta teoría ha sido rebatida por autores como Adolf von Harnack, F. J. Foackes Jackson, W. Kümmel, G. W. H. Lampe y T. W. Manson.

Algunos autores (B. Reicke, C. Vidal) proponen fechas anteriores al año 70 o incluso al año 62, basándose en los siguientes datos:

-El libro finaliza bruscamente con el comienzo de la cautividad de Pablo en Roma, hacia el año 60.
-Aunque relata el martirio del diácono Esteban y del apóstol Santiago el de Zebedeo, no menciona el de Santiago el Justo, que tuvo lugar en el año 62 y habría supuesto un argumento importante para retratar a los dirigentes judíos como enemigos del evangelio, exculpando a los romanos, en el mismo tono conciliador que el resto del libro.
-No menciona la muerte de Pedro en las persecuciones de Nerón, en los años 62-64
-Tampoco relata la muerte del personaje más prominente del libro, Pablo de Tarso, también como mártir, en los años 60.
-Presenta a los dirigentes judíos, especialmente a los saduceos, como enemigos, entre los que no se incluye de forma tan clara a los romanos, de modo similar al evangelio de Lucas. Esto no parece coherente con el ambiente de persecución romana contra el cristianismo que se inició con Nerón.
-Tampoco se menciona, ni directa ni indirectamente, la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70, que habría servido para reforzar la imagen de Jesús como hijo de Dios.
-El principal problema que presenta esta teoría, es que Lucas 21. profetiza la destrucción de Jerusalén. Dado que se supone que la profecía está escrita después finalizar la guerra en el año 70, suele situarse a Lucas después de esta fecha. Sin embargo, autores como C.C. Torrey y C.H. Dodd exponen que Lucas 21 no da ningún detalle histórico de la destrucción de Jerusalén, sino que toma todas las imágenes del Antiguo Testamento (Jeremías 21., Zacarias 12., Zacarias 14., Esdras 9., Salmos 79., Ezequiel 40-48., etc.).

Datos sobre Jesús de Nazaret
El relato resulta historiográficamente menos fiable que otros con respecto a la biografía de Jesús de Nazaret, debido a que es más tardío (posterior al evangelio de San Lucas) y más elaborado desde un punto de vista catequético y para el proceso de creación de la iglesia. Contiene únicamente relatos de la resurrección y algunos dichos atribuidos a Pedro.

Menciona a «Santiago el hermano de Juan» (Hechos 12:2., Hechos 15:13. y siguientes, no se refiere al mismo Santiago), en lo que coincide con las cartas de Pablo.

Temática
CapítuloTemas
1(v8)Poder Espiritual
2(v21)Llamado Divino
2(v38)"Buscar a Dios"
8(v22)Arrepentimiento
18(v24)"Conocimiento Espiritual"
25(v27)'Inocencia
27(v24)"Providencia"
28(v31)Reino Espiritual

Simbologia
capítuloversículosímbolo
2033Plata
2033Oro
2713Tempestad
2739Naufragio
282Fuego
284Víbora
2820Cadena
288Fiebre

Apóstol
En la religión cristiana, los apóstoles (en griego: Απόστολος, ‘enviado’)? son los hombres escogidos por Jesús de Nazaret para que fueran «pescadores de hombres», es decir, para multiplicar su presencia y propagar su mensaje. Por extensión, el término apóstol ha devenido una expresión utilizada para identificar al propagador de una doctrina o creencia religiosa, e incluso a los individuos que diseminan ideas sociales y políticas.

Definición de apóstol cristiano
“Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado; y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-204​).

Si bien está ampliamente aceptado que los doce discípulos que escogió Jesús -a los que se añaden luego Matías y finalmente Pablo de Tarso- fueron los apóstoles originales, no existe consenso entre las diferentes religiones cristianas respecto a qué otras personas, hasta la actualidad, puedan usar este título con la misma autoridad original. Varias iglesias, como la mormona y la Iglesia Nueva Apostólica, creen por fe estar conducidas por apóstoles de la actualidad, los cuales son escogidos por Dios.

De acuerdo con lo que aparece en la Biblia, son cinco las características necesarias para ser llamado «apóstol»:

-Haber conocido personalmente a Jesús.
-Haber sido escogidos y enviados por Jesús.
-Haber sido testigos de Jesucristo resucitado.
-Dar la vida por Dios y por el evangelio.
-Seguir a Jesucristo.

Todos los apóstoles, excepto Matías que fue elegido por sorteo para reemplazar a Judas Iscariote, cumplieron estas cinco características. En el caso de Pablo de Tarso no está claro si vio a Jesucristo, dado que solo se menciona que escuchó la voz de Jesucristo y quedó ciego, pero se sobreentiende que fue elegido personalmente por Cristo. Posteriormente, firmó sus escritos como «Pablo, Apóstol de los gentiles» y fue protagonista de la mayor parte del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Por otro lado, una interpretación que tiende a equiparar el término de «discípulo de Jesús» con el de «apóstol» indica que, aunque inicialmente fueron doce, luego fueron extendidos a setenta (Lucas 10,15​6​) y luego a más de quinientos discípulos enviados por Jesucristo para llevar la buena nueva al mundo y extender el Reino de Dios en la Tierra, a quienes puede aplicárseles el título de apóstol.

En todo caso, un apóstol debe ser testimonio del poder de Dios a través de la realización de señales, prodigios y milagros (sanación de los enfermos, exorcismos, resurrecciones), y de la predicación del evangelio.

Los doce apóstoles
Según el Nuevo Testamento, los doce apóstoles definitivos fueron aquellos que no abandonaron a Jesús cuando este les indicó que debían comer su cuerpo y beber su sangre, simbolizados por el vino y el pan en la Santa Cena, para alcanzar la vida eterna (Juan.):

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?

Ellos fueron, en orden de elección:

-Simón, hijo de Jonás o Juan (Simón bar Jonah o Šim`ôn bar-Yônâ) (Mateo 16:18), renombrado por Jesús como Pedro (Marcos 3:16). También conocido como Simón bar Jochanan (arameo) o Simón Pedro.
-Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. También conocido por el nombre Jacobo.
-Andrés, hermano de Pedro y exdiscípulo de Juan el Bautista.
-Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo (por tanto, hermano de Santiago el Mayor). Jesús llamó a ambos Bo-aner'ges, lo que significa 'hijos del trueno'. (Marcos 3:17)
-Felipe de Betsaida
-Bartolomé, hijo de Talemai, llamado también Natanael de Caná.
-Tomás, también llamado Dídimo o Mellizo.
-Mateo, el publicano o recaudador de impuestos, llamado también Leví.
-Santiago el Menor, también conocido como Santiago, hijo de Alfeo.
-Judas Tadeo. En algunos manuscritos de Mateo, el nombre «Lebbaeus» ocupa su lugar o es llamado -Judas, hermano de Santiago (Lucas 6:16).
-Simón el Cananeo, el Celador o Zelote (guerrillero).
-Judas Iscariote. También es referido como «Judas, hijo de Simón» (Juan 6:71; Juan 13:26). Judas, a causa de su traición a Jesús, se ahorcó (de acuerdo a Mateo 27:5 y Hechos 1:18) y a raíz de esto se escogió a Matías en su lugar.
-Matías, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el Monte de la sangre (Hechos 1:12-26).

Todos ellos eran galileos con excepción de Judas Iscariote, que se presume era de Judea (para algunos Iscariote significaría textualmente isqueriot, «de Queriot» al sur del distrito de Judá); mientras algunos lo interpretan como de Isacar. Después de la resurrección y ascensión de Jesucristo y tras haberse suicidado Judas Iscariote, los once Apóstoles restantes se reunieron y eligieron a Matías para completar nuevamente el número de doce Apóstoles enviados a las doce tribus de Israel.

Otros apóstoles de la Iglesia
En el Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles, son llamados apóstoles otros personajes, específicamente: Pablo de Tarso y Bernabé. Otros son asimilados al colegio apostólico, como Silas, Timoteo, Tito, Andrónico, Joias.

La Iglesia utiliza el título de apóstol antes del nombre de quienes reciben el servicio de apostolado y están a cargo de la Iglesia y de la expansión del Reino de Dios. Como el término apóstol se refiere a enviado, en ocasiones se agrega la mención de a dónde o a quienes se le envía: Así, el Apóstol Pablo es el Apóstol de los Gentiles.

La Iglesia católica ha utilizado posteriormente el sobrenombre de apóstol —en sentido más general— para otros propagadores de su fe (por ejemplo, San Francisco Javier es el Apóstol de las Indias), pero no se antepone el título al nombre (no se dice el apóstol Francisco Javier). Otros ejemplos son San José de Anchieta (Apóstol de Brasil), San Junípero Serra (Apóstol de California) y San Pedro de Betancur (Apóstol de Guatemala), entre otros.

Apóstoles en la actualidad
Iglesia católica
La Iglesia católica, tanto en su rama latina como en su rama oriental, afirma guardar la sucesión apostólica histórica por medio de sus obispos. Así el obispo de Roma es sucesor de Pedro, el Obispo de Bizancio es sucesor del apóstol san Andrés. Ninguna ordenación episcopal es válida si el candidato no ha sido ordenado por otro obispo que tenga sucesión apostólica. Y así sucesivamente hasta remontarse a los apóstoles.

La Iglesia nueva apostólica
La Iglesia nueva apostólica cree estar conducida por Apóstoles del tiempo final. Su fe en dicha afirmación radica en que consideran indispensables el actuar de los Apóstoles de Cristo para que éste regrese a la tierra a buscar a su pueblo para una eternidad en gloria en los cielos.

Su creencia es que, si bien los Apóstoles del círculo primitivo fallecieron años después de la ascensión de Jesús, en el siglo XVIII volvió a derramarse el Espíritu Santo por el cual fueron llamados nuevos hombres para continuar con el trabajo en la viña. Para los nuevos apostólicos el ministerio del apóstol ocupa un lugar central en su teología particular ya que por relato bíblico creen que los apóstoles son indispensables para conducir al pueblo en el tiempo final hasta que se cumpla la promesa del Hijo de Dios. Actualmente, la cabeza institucional de la Iglesia nueva apóstolica es Jean-Luc Schneider (1959) (en:), considerado como apóstol mayor por dicha Iglesia.

Denominaciones protestantes
Para los Evangélicos, Apóstol, designa a aquella persona que funda una iglesia, con el fin de "expandir el reino de Dios", es junto al de Profeta, Evangelista, Pastor y Maestro, uno de los cinco ministerios instaurados por Jesús.

Período preniceno
El período preniceno (que literalmente significa "antes de Nicea") de la historia del cristianismo primitivo hace referencia al período posterior al período apostólico del siglo I d. C., hasta el Primer Concilio de Nicea de 325. Las iglesias cristianas de esta época solían estar gobernadas por obispos y existe evidencia que cuando se les desafío con ideas contrapuestas doctrinalmente tras el declive de la Iglesia de Jerusalén, buscaron apoyo del Obispo de Roma, quien era visto como el heredero por sucesión apostólica de la autoridad de Pedro Simón. Esta parte de la historia del cristianismo es relevante, por cuanto tuvo un impacto significativo sobre la unidad de la doctrina a través de la cristiandad y en la extensión del cristianismo hacia un área cada vez mayor del mundo. Entre las figuras más prominentes de esta era, conocidos como los Padres Prenicenos o cristianos proto ortodoxos, generalmente estuvieron de acuerdo en la mayor parte de la doctrina.

Período apostólico
El período apostólico o edad apostólica de la historia del cristianismo se considera tradicionalmente como el período de los Doce Apóstoles, y estaría datado entre la gran comisión de los apóstoles por las apariciones de Jesús en Jerusalén hacia el año 30 d. C. hasta la muerte del último de los apóstoles, que se cree fue la de Juan el Apóstol en Anatolia hacia el año 100 d. C. Tradicionalmente se ha creído que los apóstoles se dispersaron desde Jerusalén.1​ Se trata de una época de especial significado para la tradición cristiana, al ser la etapa en la que vivieron los apóstoles directos de Jesucristo. Entre las fuentes primarias que reflejan la era apostólica se cuentan las cartas auténticas de Pablo de Tarso y el libro de los Hechos de los Apóstoles. Los Hechos transmiten un conjunto de informaciones sobre la vida de los apóstoles y las primeras comunidades cristianas en los años siguientes a la muerte de Jesús. Tradicionalmente atribuidos a Lucas el Evangelista, su valoración historiográfica es sin embargo controvertida: no se pone en cuestión el cuadro general que muestra el libro de los Hechos, pero al confrontar de cerca este escrito con las cartas auténticas de Pablo de Tarso, aparecen ciertos matices o ausencias en el campo de los acontecimientos. Por otra parte, las cartas auténticas de Pablo son un conjunto de escritos neotestamentarios conformado por las siguientes obras: la Primera epístola a los tesalonicenses, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los corintios, la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a Filemón, la Epístola a los romanos. Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:

-Porque se conoce a ciencia cierta su autor, y su autenticidad resulta reconocida ampliamente desde el análisis científico-literario actual.
-Porque su fecha de redacción es la más antigua de los libros del Nuevo Testamento, apenas 20-25 años posterior a la muerte de Jesús de Nazaret, y probablemente anterior incluso a la de los evangelios en su versión definitiva conocida hoy, por lo que constituyen documentación de carácter capital en cualquier análisis sobre los inicios del cristianismo.

De acuerdo a diversos estudiosos, los seguidores de Jesús estaban formados principalmente por sectas judías apocalípticos durante la época del Segundo Templo del siglo I. Algunos cristianos primitivos eran estrictamente judíos, como los ebionitas y los primeros líderes de Jerusalén, siendo todos ellos llamados colectivamente judeocristianos. Durante este período eran liderados por Santiago el Justo. Pablo de Tarso, comúnmente conocido como san Pablo, persiguió a los primeros judeocristianos, hasta que se convirtió y comenzó su labor misionera entre los gentiles por la que se lo conocería posteriormente con el título de «apóstol de los gentiles» o «apóstol de las naciones». De acuerdo al Oxford Dictionary of the Christian Church y diversos biblistas, la influencia de Pablo sobre el pensamiento cristiano es más significativa que la de ningún otro autor del Nuevo Testamento. Tras la Destrucción del Segundo Templo en el año 70 d. C, o al menos tras la Revuelta de Bar Kokhba del 132, Jerusalén dejó de ser el centro de la Iglesia cristiana. En el siglo II, el cristianismo se estableció como una religión predominantemente gentil y se expandió por el Imperio Romano y más allá.

Padres apostólicos
La carta atribuida al apóstol Bernabé se cuenta entre los escritos de los padres apostólicos.
Se llaman padres apostólicos a los autores del cristianismo primitivo que, según la tradición, tuvieron algún contacto con uno o más de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Son un subconjunto de los padres de la Iglesia, se trata de escritores del siglo I y de principios del siglo II, cuyos escritos tienen una profunda importancia para conocer qué creían los primeros cristianos. Se caracterizan por ser textos descriptivos o normativos que tratan de explicar la naturaleza de la novedosa doctrina cristiana.

Desarrollo de la clasificación
La expresión tuvo su origen en la obra que Jean-Baptiste Cotelier publicó en 1672, titulada Patres aevi apostolici («padres de la era apostólica»). Cotelier consideraba tales a Bernabé, Clemente de Roma —que según el testimonio de Ireneo de Lyon efectivamente fue discípulo de los apóstoles Pedro y Pablo—, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna —que según Ireneo​ fue discípulo del apóstol Juan— y Hermas de Roma.

La denominación Patres Apostolici («padres apostólicos») apareció por primera vez en 1699, cuando el teólogo protestante Th. Ittig publicó su Bibliotheca Patrum Apostolicorum graeco-latina, si bien solamente incluía a Clemente, Ignacio y Policarpo.

En 1765 Andrés Gallandi reimprimió la obra de Cotelier, agregando los fragmentos conocidos de Papías de Hierápolis —a quien san Jerónimo califica como auditor Ioannis, oyente de Juan— y el bello escrito anónimo llamado A Diogneto. Luego la lista de padres apostólicos se ha ido ampliando y reduciendo de acuerdo con los estudios de patrología. Por ejemplo, la narración del martirio de Ignacio de Antioquía había sido incluida por Cotelier, pero fue luego descartada. Finalmente se agregó la Didaché, descubierta en 1873.

De los martyria, un género literario de pleno derecho en el cristianismo primitivo en el que se relata el martirio de un santo, las ediciones modernas solo incluyen el de Policarpo, Martyrium Polycarpi, enviado por la Iglesia de Esmirna —sede de Policarpo— a la Iglesia de Philomelium en Frigia. Si bien su valor histórico es muy desigual, se lo considera cercano a los hechos. El de Ignacio es de fecha tardía, y el de Clemente es totalmente novelesco.

La mayoría de estos escritos son cartas de contenido pastoral y exhortativo. Casi ni se presenta la apología aunque sí alerta de herejías o posibles cismas.

La Didaché
Didaché es una palabra griega que significa Enseñanza. Hacia el año 70 de nuestra era en las colinas de Palestina, de Siria, o quizá en su misma capital, Antioquía, se compuso breve texto cristiano de singular importancia. En tan solo 552 palabras, el desconocido autor resumió la moral cristiana,​ los preceptos litúrgicos para la celebración del bautismo y de la eucaristía, ciertas reflexiones sobre la jerarquía eclesiástica, y algunos párrafos alentando la esperanza en la Segunda venida de Cristo.

Este escrito tuvo un amplio reconocimiento en las comunidades cristianas primitivas y fue citado por varios autores antiguos, pero su texto original estuvo perdido durante largos siglos. En 1873 Filoteos Bryennios lo halló en un códice del siglo XI bajo el título de Enseñanza de los doce apóstoles (abreviado y en griego, Didaché). Desde entonces la obra ha sido de gran interés, ya que describe el cristianismo de una época en la cual los testimonios extra-bíblicos son prácticamente nulos.

Epístola de Clemente
Otro escrito clasificado entre la patrística apostólica es la Primera Epístola de Clemente a los Corintios. El nombre es Epístola Primera porque existe una Segunda, a la que ya en tiempos antiguos se la consideraba pseudoepigráfica. Se la atribuye a Clemente de Roma, que fue obispo de esa ciudad a fines del siglo I: Orígenes, Eusebio de Cesarea y Jerónimo afirman que este Clemente es el mismo que Pablo de Tarso menciona en el capítulo 4 de su Epístola a los Filipenses. La Carta, que está firmada por «La Iglesia de Roma», tiene por objeto resolver una disputa acaecida en la Iglesia de Corinto, donde varios presbíteros habían sido depuestos de sus cargos. Se estima que su redacción tuvo lugar poco tiempo después de la persecución de Domiciano en el año 96.

Importancia de los padres apostólicos
Si bien no es posible afirmar a ciencia cierta que todos ellos hayan tratado a los apóstoles, estos autores transmiten un eco vivo de su predicación. La exposición de la fe evidente en los escritos de estos autores destella sobre los posteriores apologistas por cuanto permanecieron ajenos al debate antiherético que caracterizó al segundo eslabón en la cadena del cristianismo (los apologetas), aun cuando en los escritos apostólicos existan evidencias de una oposición al docetismo judaizante en la teología del Verbo encarnado de Ignacio de Antioquía o en el caso de Clemente también, donde observamos un contraste con las escisiones que ocurrieron en la comunidad de Éfeso. En todo caso, el talante literario de estos documentos y de los personajes que los crearon está más motivado por exponer la fe que por defenderla del error, si bien no se confunde con este. En efecto, el autor de A Diogneto afirma: «No trato de cosas extrañas ni inquiero cuestiones absurdas, sino que, habiendo sido discípulo de los apóstoles, me hago maestro de las naciones y administro lo que yo he recibido a los que se han convertido en discípulos dignos de la Verdad.»

Según Jules Lebreton en La Iglesia Primitiva, los mismos Padres poseían una clara conciencia de su posición de sucesores: Clemente afirma haber escrito que su carta por impulso del Espíritu, pero reconoce la verdadera inspiración en San Pablo. Ignacio al tiempo que se reconoce en línea de continuidad con los doce, indica: «Yo no puedo imponerles mandatos del valor que tienen los de Pedro y Pablo, ellos eran apóstoles; yo no soy más que un condenado a muerte». Con todo, la conciencia de ser el eslabón inmediato en la cadena que por los apóstoles unía a los creyentes con el Señor les hizo emplear la palabra predicada y escrita con un acento único, a tal grado que después de los libros neotestamentarios, no hay un conjunto de obras que proporcionen impresión tan inmediata de la comunidad congregada en torno a la fe en Jesucristo como los padres apostólicos.

Lista de textos
-La Didaché es el hijo pródigo de estos escritos por ser el más tardío en descubrirse e incorporarse al grupo, y haber llegado, sin embargo, a ser el más importante de todos ellos.
-La primera carta que Clemente de Roma o Clemente Romano escribió a los corintios. Hay también una Segunda Carta pero es muy contestada la autoría clementina de ella. Se cree que Clemente fue convertido al cristianismo por el apóstol Simón Pedro.
-Las cartas de Ignacio de Antioquía, mártir y obispo de Antioquía.
-La Carta a los filipenses de Policarpo de Esmirna. Discípulo según Ireneo de Lyon de Juan el Apóstol.
-Epístola de Bernabé. Se trata de un tratado atribuido a José Bernabé, compañero de Pablo de Tarso.
-La carta anónima enviada a Diogneto.
-Los fragmentos de la Explicación de los dichos del Señor de Papías de Hierápolis.
-Al libro El Pastor de Hermas de Roma, a veces se le considera apostólico debido a que Pablo en su carta a los Romanos menciona a una persona llamada Hermas (Romanos 16:14). En realidad el autor de este libro sería otro Hermas vivido a fines del siglo II o inicios del III.

Cristianismo primitivo
Cristianismo primitivo o paleocristianismo es el período de la historia del cristianismo anterior al Primer Concilio de Nicea (año 325). Se divide habitualmente en dos fases: el período apostólico (siglo I) y el período preniceno (siglos II, III y comienzos del IV). Para el periodo posterior, en que el cristianismo pasa a ser la religión oficial del Imperio romano, se utilizan denominaciones como cristianismo bajoimperial; y, más adelante, cristianismo medieval.

Los primeros cristianos, tal como son descritos en el Nuevo Testamento (especialmente en Hechos de los Apóstoles), eran judíos, ya fuera de nacimiento o por conversión, para los cuales se utilizaba el término bíblico "prosélito", y denominados por los historiadores como judeocristianos. Hechos de los Apóstoles y la Epístola a los Gálatas recogen que la primera comunidad cristiana estaba centrada en Jerusalén y entre sus líderes estaban Pedro, Santiago y Juan. Pablo de Tarso, tras su conversión al cristianismo, reivindicó para sí el título de "Apóstol de los gentiles". La influencia de Pablo en el pensamiento cristiano es reconocida como más significativa que la de cualquier otro escritor del Nuevo Testamento.4​ Hacia el final del siglo I, el cristianismo comenzó a ser reconocido interna y externamente como una religión diferente del judaísmo rabínico, el cual se refinó y desarrolló con posterioridad a la destrucción del segundo templo de Jerusalén.

Tal y como aparece recogido en numerosas citas del Nuevo Testamento, así como en otros textos cristianos del primer siglo de nuestra era, los primeros cristianos generalmente utilizaban y reverenciaban la Biblia Judía como su libro sagrado, fundamentalmente a través de las traducciones griegas (Septuaginta) o arameas (Targum), buena parte de las cuales están escritas en forma narrativa donde "en la historia bíblica Dios es el protagonista, Satán (o las personas o poderes malignos) son el antagonista, y el pueblo de Dios es el agonista".

A medida que el canon del Nuevo Testamento se desarrolló, las Cartas de San Pablo, los Evangelios canónicos y varios otros textos fueron también reconocidos como escrituras y textos sagrados para ser leídos en la iglesia. Las cartas de Pablo, especialmente la Epístola a los Romanos, establecieron una teología basada en Cristo antes que en la Ley Mosaica, pero la mayor parte de las denominaciones cristianas todavía consideran las "prescripciones morales" de la Ley Mosaica, como los Diez Mandamientos, el Gran Mandamiento y la Regla de Oro como relevantes. Los cristianos primitivos demostraron un amplio catálogo de creencias y prácticas, buena parte de las cuales fueron posteriormente rechazadas como heréticas.

Historia
Las comunidades primitivas del cristianismo surgen como una secta apocalíptica del judaísmo (Hechos 24:5) a la que los historiadores denominan judeocristianismo. Estos primeros cristianos se llaman a sí mismos "Nazarenos" o "los del Camino". Los primeros cristianos acuden a las sinagogas, como todos los otros grupos dentro del judaísmo tradicional (época del segundo templo). Su proclama es de tipo profético y enseñan que Yeshua el Nazareno, Jesús de Nazaret, es el Mesías anunciado por los profetas. A Jesús, a quien las autoridades romanas y judías habían crucificado, Yahve lo ha resucitado (según el Nuevo Testamento). Como regla de vida enseñan la Torá y las obras del Espíritu Santo, de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.

La primera parte de este período, durante la vida de los Doce Apóstoles, se denomina Período Apostólico. Luego de la resurrección de Jesús, los Apóstoles se dispersaron fuera de Jerusalén y la labor misionera del primer cristianismo lo expandió a diferentes ciudades del mundo helénico e incluso más allá del Imperio Romano. Los primeros cristianos sufrieron persecuciones esporádicas como consecuencia de su rechazo al culto imperial del emperador como divinidad. La persecución aumentó en Asia Menor hacia el final del siglo I,7​ así como en Roma en las postrimerías del Gran incendio de Roma en el 64 d. C..

Durante el Período Preniceno que siguió al Período Apostólico, surgió simultáneamente una gran diversidad de visiones, siendo significativa la presencia de características unificadoras entre ellas que no habían existido en el anterior Período Apostólico. Entre estas tendencias unificadoras se encuentran el rechazo del judaísmo y de las prácticas judaicas. El cristianismo primitivo se fue separando gradualmente del judaísmo, hasta el distanciamiento definitivo después de la destrucción del segundo templo de Jerusalén, en el año 70. En el siguiente siglo se establecería como una religión predominantemente de gentiles en el ámbito del Imperio Romano.

De acuerdo con Will Durant, la Iglesia cristiana prevaleció sobre el paganismo porque ofrecía una doctrina mucho más atractiva y porque los líderes de la iglesia se dirigieron a las necesidades humanas mejor que sus rivales. Sin embargo, esta explicación no es suficiente para los cristianos, quienes ven allí más bien el cumplimiento del mandato y la promesa de Jesús a sus apóstoles, al finalizar el evangelio de Mateo (28: 18-20): "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.".

Comunidades paulinas
Aunque la evangelización de paganos ya se había iniciado antes de la conversión de Pablo de Tarso en el año 36, es éste quien impulsa la propagación del cristianismo, comenzando por Arabia y Damasco, pero será en el año 45, con el inicio de su primer viaje misionero, cuando se empezará a propagar ampliamente el cristianismo.

Año 50
En el año 50, surge la tensión entre las tendencias judías tradicionales y los creyentes gentiles (no judíos) convertidos al cristianismo primitivo provenientes de las comunidades palestinas. Llega a un momento de crisis y confusión, lo cual ocurre al no saber si a los nuevos creyentes de origen gentil (no judío) les corresponde el observar la Ley al igual que al pueblo hebreo. Esta disputa (Hechos 15) es resuelta en el Concilio de Jerusalén.

Década del año 50
Hacia el año 51, Pablo de Tarso escribe la Primera Carta a los Tesalonicenses dirigida a la comunidad de Tesalónica, fundada en el año 50. Este es el texto más antiguo del Nuevo Testamento. Ya se definen por escrito algunos de los dogmas más importantes del cristianismo.

Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz. (1 Tesalonicences 1:1)
Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. (1 Tesalonicences 1:6)
... cómo abandonando los ídolos, os volvisteis al Dios vivo y verdadero, y vivir guardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro. (1 Tesalonicences 1:9b-10)

No se nombra en todo el Nuevo Testamento a la Santísima Trinidad. Sin embargo, en esta carta se habla del Espíritu Santo, de Dios Padre y de su Hijo. De la afirmación monoteísta de un solo Dios vivo y verdadero. De la esperanza en la segunda venida de Jesucristo y de su papel redentor. Se da a Jesús el título de Señor, que era habitualmente utilizado para dirigirse al dios nacional en los países del entorno de Judea (Egipto, Mesopotamia, etc.).

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con Él. (1 Tesalonicences 4:13-14)

Se afirma la creencia en la resurrección de los muertos. Creían en esos momentos que la segunda venida de Cristo era inminente. Se preocupaban y entristecían porque algunos seres queridos morían sin haber visto llegar a Jesucristo en la gloria del final de los tiempos. Por esta razón, Pablo continuó:

Esto es lo que os decimos como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues Él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tes 4, 15-17)

Durante el tercer viaje de Pablo de Tarso, el Apóstol escribe la mayoría de su obra epistolar. Tradicionalmente esta etapa se data de los años 54 a 57, en tanto que las posturas revisionistas tienden a ubicarla entre los años 51 y 54. En esa etapa de su vida, Pablo escribió buena parte de su obra epistolar: la Carta a los gálatas, la Carta a los filipenses, dirigida a la comunidad de Filipo, fundada hacia el año 49, la Carta a Filemón y la Carta a los romanos. Esta última está datada de los años 55 a 58.

Años 70-100. Redacción de los evangelios
Diversos relatos originados entre los años 28-30 y los años 70, se transmiten de forma oral o escrita. Son recopilados y reelaborados por los evangelistas, que los insertan en un marco geográfico con bases históricas[cita requerida], dando lugar a los Evangelios.

Años 70: Evangelio de Marcos
El estudio crítico del Evangelio según Marcos ha aportado en los últimos años datos acerca de las características de las primitivas comunidades cristianas.

Años 80: Evangelios de Mateo y Lucas
En el Evangelio según Mateo se observa la relación conflictiva de la primitiva comunidad cristiana con los fariseos que habían escapado a la destrucción de Jerusalén. El Evangelio según Lucas muestra ciertas características de las comunidades cristianas procedentes del paganismo.

Final del siglo I
El Evangelio según Juan, las cartas y el libro del Apocalipsis aportan algunos datos del final del siglo I y principios del siglo II, que estuvo marcado por las persecuciones romanas.

Continua en La Biblia XVII: Hechos de los Apóstoles II
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