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domingo, 29 de agosto de 2010

Los Profetas II

Ahías profetiza a Jeroboam, (1728) por Gerard Hoet

Los Profetas de Israel: Incomprendidos de ayer, hoy, y siempre
El paso de los siglos ha provocado que tanto sus mensajes como la imagen que tenemos de ellos, se hayan desvirtuado sutilmente. Inevitablemente, se les ha dotado de una cortina de sensacionalismo donde el Profeta se desenvuelve entre lo natural y lo sobrenatural, cuando la realidad es que en su momento no hubo personas más comprometidas y conectadas con el aquí y el ahora.

Empecemos por entender el término: por “profeta” nos referimos a todo aquel que haya tenido un contacto directo y especial con Dios (aclaro lo de especial, porque cualquiera podría decir que “el contacto con la naturaleza nos pone en contacto con Dios, pero ese no es el modo de entender el contacto que tiene el profeta), que se traduce en la encomienda de un mensaje que luego se tiene que transmitir a la demás gente. En estricto, eso nos obliga a definir como “profetas” a Adán y Abraham, por ejemplo. Según la tradición judía, la posibilidad de tener este tipo de contacto especial con Dios concluyó con Malaji (Malaquías), que vivió hacia el siglo IV a. C, al que se le considera el último profeta.

El profeta no debe ser confundido con el vidente. Si una persona en la antigüedad tenía sueños especiales, no por ello se le consideraba profeta. El vidente tenía una visión (valga la redundancia) que le revelaba algo oculto, pero el profeta hacía cosas más sofisticadas (que ya explicaremos). El ejemplo más claro de cómo se puede confundir a un vidente con un profeta es Daniel. Para muchos, es uno de los tantos profetas del antiguo Israel, pero el Judaísmo no lo reconoce como tal. Lo reconoce sólo como un vidente (y cuando hayamos analizado las características de los verdaderos profetas, podremos entender las diferencias trascendentales que hay entre el libro de Daniel y los libros de los demás profetas).

Hay otro punto importante a señalar: aunque técnicamente existen profetas desde Adán, hay un período histórico muy concreto al que se le ubica como el del Profetismo del antiguo Israel, y cuyos protagonistas fueron profetas en un sentido muy especial, directamente definido por el contexto político e histórico de los antiguos reinos israelitas, antes y un poco después del exilio en Babilonia.

En este caso –que es el verdaderamente digno de análisis– hay que ubicar como profetas, en un sentido especial, al grupo que comienza con Samuel y termina con Malaji.

Estamos refiriéndonos al profetismo que estuvo directamente vinculado con la evolución del antiguo Israel como monarquía, desde su inicio bajo los reinados de Saul y David (a quienes Samuel ungió como reyes en su momento), hasta la parte final de la llamada Etapa Persa (539 a. C a 332 a. C.).

La primera característica que sobresale en los Profetas de este período es su postura abiertamente anti-institucional. Son feroces críticos del sistema político y/o religioso. En muchos sentidos, son la contraparte de la Casta Sacerdotal: mientras que esta representa la religión formalizada, sistemática y con protocolos bien definidos, los Profetas representan un cuestionamiento permanente contra todo esto, siempre bajo la bandera de que ningún ritual religioso tiene sentido si no va acompañado de una vida justa en obediencia a los aspectos éticos y espirituales de la Torá.

Muy relacionada con lo anterior, la segunda característica de los Profetas es que son personas profundamente preocupadas por la justicia social. El suyo no es un discurso místico o abstracto. Todo el tiempo se refieren a la obediencia de la Torá no en el sentido ritual, sino en el sentido ético. Y eso sólo se manifiesta en el modo en que una sociedad trata a sus integrantes más desfavorecidos. Por lo mismo, su anti-institucionalidad se extiende no sólo a la crítica de los líderes religiosos, sino también a la de los líderes políticos. Este detalle hace doblemente interesantes los múltiples pasajes en donde los Profetas aparecen anunciando graves desgracias contra tal o cual reino, o incluso contra los propios reinos israelitas. En un primer nivel, está el lógico interés dado que se asume que los Profetas pueden anticipar dichas desgracias gracias a una revelación divina; pero hay otro nivel, más complejo aún porque nos remite a algo que no tiene nada de mágico: en realidad, el Profeta es un analista de su realidad. Sabe que viene la desgracia no sólo porque Dios se lo revele, sino porque entiende que su sociedad no está funcionando. Y una sociedad que no funciona no tiene más destino que el colapso.

¿Qué es, entonces, lo que Dios le revela al profeta? ¿El inminente colapso de una sociedad, o las razones por las cuales viene ese colapso? A fin de cuentas, el Profeta es un analista bastante lógico. Entiende las relaciones entre causas y efectos, y sus anuncios de calamidades pueden estar inmersos en una interpretación teológica, pero al final de cuentas son puro sentido común: quien hace mal, termina mal.

La tercera característica es que el profeta es alguien incómodo. Su mensaje es perturbador, crítico. No está para complacer ni a unos ni a otros. Se trata, literalmente, de la conciencia de toda una sociedad; en su versión más pura, de la voz de los que no tienen voz.

¿Subversivo? No. ¿Anarquista?. Tampoco. Simplemente, alguien comprometido con la justicia. Paradójicamente, los mayores ideales –utópicos, por supuesto– de orden y estabilidad son los propuestos por los profetas. Es una diferencia interesante si lo comparamos al universo sacerdotal: en los libros típicamente sacerdotales, como el Levítico, el orden se da por sentado. Todo tiene una fórmula que lo hace funcionar, y dicha fórmula gira en torno al rito que se celebra en el Tabernáculo, primero, y en el Templo, después, por medio de los sacrificios.

En los libros de los Profetas todo es al revés: no hay orden, sino caos; no hay protocolos ni sacrificios que sirvan, sino la voz del profeta que denuncia que sin justicia o misericordia, todo lo demás es hueco y carece de sentido. Incluso, le resulta una abominación a Dios. Lo sorprendente del Judaísmo es la lucidez con la cual fusiona ambas tradiciones en un mismo volumen sagrado, y nos dice con ello que las dos cosas son necesarias. 

También nos dice en qué orden deben ir: la denuncia del profeta no es la base que luego deba ser reinterpretada por el rigor de la Ley. Es al revés: la base es la Ley, y el profeta es la ruta de interpretación. Los profetas mismos fueron conscientes de ello, y por eso su mensaje siempre estuvo enfocado hacia eso que, exteriormente, parecían atacar: la ley institucionalizada. Pero no, su conflicto no es con eso, sino con el cumplimiento externo vacío de contenido, compromiso interno. Probablemente quien mejor refleja esta dicotomía, incluso esa contradicción, es Jeremías, profeta y sacerdote al mismo tiempo. Él es el modelo del verdadero rebelde en la Biblia: nacido en la Casta Sacerdotal, educado para ministrar desde el interior de la institución, se convierte en uno más de esa dinastía de predicadores rebeldes que no se cansan nunca de denunciar todo aquello que ven mal.

¿Qué es lo que veía mal el profeta-sacerdote Jeremías?. El cumplimiento de los requisitos legales sin que eso hubiese llegado a ser una verdadera conciencia moral.

Por eso, en el que acaso es el capítulo más hermoso de su libro (el 31), nos habla de una época cuando los judíos aprenderíamos a relacionarnos con la Ley, con la Torá, en un nivel distinto al que estábamos acostumbrados. Se refiere primero a esta etapa como una Ley escrita en tablas de piedra, pero anuncia que vendrán días cuando esa Ley estará escrita en los corazones. Este es uno de los pasajes acaso más mal entendidos de la literatura profética. La simpleza de pensar en el profeta como alguien que anuncia el futuro provocó que muchos –judíos y cristianos por igual– vieran en esta predicción de Jeremías el anuncio de una llegada donde, acaso por arte de magia, todo cambiaría para la humanidad. Pero Jeremías va hacia otro lado, hacia otro objetivo. Conocedor del rito como sacerdote que es, comprometido con la denuncia como profeta que no puede evitar ser, de lo que Jeremías habla es de la evolución del Judaísmo que empezó como una religión donde el hacer lo bueno era una obediencia a Dios por mecanismos de coherción (“obedece o vendrá el mal sobre ti”), pero que se transformó en una religión donde lo bueno se hace porque es bueno. Se dejó el mundo de la simple ordenanza, y se llegó al mundo de la Halajá. Se superó el nivel de la obediencia para alcanzar el de la conciencia. Si lo vemos en términos históricos, concluyó la era de los sacerdotes y comenzó la de los rabinos.

Así es el profeta: desconcertante, imposible de ubicar o clasificar, siempre huidizo, siempre molesto, siempre listo para criticar porque siempre anhela que mejoremos.

Su discurso no es sentimental ni místico. No empieza por decirnos que tenemos que amar a D-os o que estudiar su Palabra, sino por embarrarnos en la cara que mientras haya viudas, huérfanos y extranjeros desprotegidos (desempleados, gente sin opciones, inmigrantes, diríamos hoy en día), no podemos decir que amamos a Dios o que estudiamos su Palabra. La mística del profeta sólo existe y tiene sentido en el modo de vivir y en el modo de tratar a nuestros semejantes. 

Así lo cuenta una vieja historia jasídica: se dice que hubo un Rebbe profundamente espiritual, un sabio como pocos, un hombre acostumbrado a vivir en la presencia de Dios. Se dice que sus discípulos decían que había horas en las que estaba desaparecido, que nadie lo encontraba en su casa o en los alrededores, y que seguramente eran los momentos en los que el santo Rebbe iba al cielo, a estar en la presencia de Dios. Uno de sus discípulos un día decidió resolver el misterio. Se escondió y estuvo atento hasta que lo vio salir de casa, disfrazado de hombre del campo. Lo siguió hasta las afueras del pueblo, justo hacia la casa donde vivía una mujer sola, sin esposo y sin hijos, pobre. Y el invierno estaba próximo a llegar. El discípulo se sorprendió de que su maestro se dirigiera hacia allí, pero no se detuvo. Observó como el rabino sacaba de entre sus ropajes un hacha, y lo vio cortar trozos de madera durante horas. Al final, tomó toda la madera cortada, tocó en la casa, y la obsequió a la mujer, que simplemente agradeció el gesto.

Luego, el Rebbe tomó su hacha y regresó a casa. Cuando los demás discípulos vieron a su compañero que había seguido al Rebbe, le preguntaron: “¿Es cierto que todas esas horas que se ausente es porque sube al cielo?” Y el joven contestó, conmovido: “No. Sube mucho más allá del cielo”.

Ese es el verdadero mensaje de los Profetas
Lo sorprendente no es su capacidad para adivinar el futuro, sino su capacidad para transformar el alma humana.

siglo XIII
Míriam
(Posiblemente: Rebelde). Míriam (nombre eventualmente traducido también como María) fue una profetisa y cantora de Israel, hija de Amram y Jocabed, hermana mayor de Aarón y de Moisés.

Vivió en el período en que los israelitas vivían en Egipto como esclavos y el faraón había decidido matar a todos los hijos varones que nacieran. Habiendo estado embarazada, Iojebed, dio luz a Moisés y, para protegerlo, intentó mantenerlo escondido. pero, no pudiendo ocultar más al recién nacido, por miedo a que lo delataran los llantos y toda la familia muriera, "tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río" (Éxodo 2:3-4). Miriam siguió la canastilla para ver que el recién nacido estuviera a salvo.

La canasta fue encontrada por la hija del faraón, que al verlo, decidió adoptarlo. Míriam salió de su escondite, para decirle que le traería a una mujer que le diera pecho al bebé, enviándole a su propia madre. Al niño lo llamaron Moisés.

Hija de Amram y Jocabed [Jokébed], miembros de la tribu de Leví, y hermana de Moisés y Aarón. (Números 26:59; 1 Crónicas 6:1-3.) Aunque su nombre no se menciona específicamente en el relato, debió ser “la hermana de él” que vigiló a Moisés mientras estaba en un arca de papiro colocada entre las cañas del río Nilo. (Éxodo 2:3-4.) Cuando la hija de Faraón descubrió al bebé, “tuvo compasión” de él y reconoció que era “uno de los niños de los hebreos”. A continuación Míriam le preguntó si quería que llamase a una mujer hebrea para criar al niño. Cuando la hija de Faraón le dijo que lo hiciese, “la doncella se fue y llamó a la madre [Jokébed] del niño”, a quien en consecuencia le encargaron la crianza de Moisés hasta que creciese. (Éxodo 2:5-10.)

Lleva la iniciativa entre las mujeres israelitas en un cántico a Jehová
Años más tarde, después de ser testigo del triunfo de Jehová sobre las fuerzas militares de Faraón en el mar Rojo, cuando oyó la canción de Moisés y los hombres de Israel, “Míriam la profetisa” encabezó a las mujeres de Israel en tocar la pandereta y danzar gozosamente. Respondiendo a la canción que inició Moisés, Míriam cantó: “Canten a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete en el mar ha lanzado”. (Éxodo 15:1, 20, 21.)

Se queja de Moisés. Mientras los israelitas estaban en el desierto, Míriam y Aarón se pusieron a hablar mal de Moisés debido a su esposa cusita. Es posible que la posición de prominencia e influencia que tenía Moisés entre el pueblo despertara en Míriam y Aarón un deseo de mayor autoridad debido a los celos, de manera que dijeron: “¿Es simplemente por Moisés solo por quien Jehová ha hablado? ¿No ha hablado también por nosotros?”. Pero Jehová estaba escuchando, y de repente les dijo a Moisés, Míriam y Aarón que fuesen a la tienda de reunión.

Una vez allí, Dios les recordó a los murmuradores que su hermano Moisés era Su siervo, aquel con quien hablaba, no de manera indirecta, sino “boca a boca”. Jehová después preguntó a Míriam y Aarón: “¿Por qué, pues, no temieron hablar contra mi siervo, contra Moisés?”. La cólera de Jehová ardió contra ellos y cuando se apartó la nube de sobre la tienda, “Míriam estaba herida de lepra tan blanca como la nieve”. Aarón suplicó misericordia y Moisés intercedió por ella. Jehová permitió que Míriam regresase al campamento después de una humillante cuarentena de siete días. (Números 12:1-15.)

El que solo se hiriese de lepra a Míriam tal vez indique que era la promotora de aquel mal comportamiento. Puede que su pecado de murmurar contra Moisés fuera mayor que el de Aarón. Por otra parte, es posible que se tratase de un caso de celos entre mujeres (ya que empezaron a hablar contra Moisés debido a su esposa cusita), y que Aarón apoyase a su hermana más bien que a su cuñada. Como a Míriam se la consideraba profetisa, es posible que fuese la mujer más prominente de Israel. Por consiguiente, quizás temiese que la esposa de Moisés la eclipsase. Sin embargo, aparte de estas posibilidades, y aunque fue un grave error que Míriam y Aarón murmurasen contra Moisés, fue especialmente grave la implicación de Míriam, debido a la posición de sujeción al hombre que Dios ha asignado a la mujer. (1 Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:11-14.) Poco antes de entrar en la Tierra Prometida, Moisés puso la conducta pecaminosa de Míriam como ejemplo amonestador, al decir al pueblo que obedeciera las instrucciones sacerdotales sobre la lepra e instarlo a recordar lo que Jehová le había hecho a Míriam cuando salieron de Egipto. (Deuteronomio  24:8-9.)

Míriam murió y fue enterrada en Qadés, en el desierto de Zin, poco antes de la muerte de Aarón. (Números 20:1, 28.) Siglos después Jehová recordó mediante su profeta Miqueas el privilegio del que disfrutaron Míriam y sus hermanos cuando Israel salió de Egipto, diciendo: “Porque te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de esclavos te redimí; y procedí a enviar delante de ti a Moisés, Aarón y Míriam”. (Miqueas 6:4.)

Finees
[Finees] - la cara de la confianza o la boca de una serpiente.

A hijo de Eleazar, uno de los hijos de Aarón, que mató a Zimri y Cozbi.Manifestó gran celo, fue el tercer sacerdote de alta de los Judios y dado de alta su oficina más fielmente durante diecinueve años (Éxodo 06:25;. Numeros 25:14-15).

Eldad
(posiblemente: Dios Ha Amado).

Uno de los setenta ancianos escogidos por Moisés para ayudarle a llevar la carga del pueblo. Debido a la murmuración de la muchedumbre mixta y los israelitas acerca del maná y la falta de carne para comer, Moisés le dijo a Jehová que la carga era demasiado pesada para él solo. Por lo tanto, Jehová le dio instrucciones para que escogiese a setenta ancianos y los llevase a la tienda de reunión; sin embargo, dos de estos ancianos, Eldad y Medad, no fueron a la tienda de reunión, sino que, sin duda por alguna causa justificada, permanecieron en el campamento. 

A continuación, Jehová procedió a tomar parte del espíritu que estaba sobre Moisés y a colocarlo sobre los ancianos, después de lo cual estos empezaron a profetizar. El espíritu también se derramó sobre Eldad y Medad, y se pusieron a actuar como profetas en el campamento. Cuando se informó a Moisés de este incidente, Josué, celoso por su caudillo, solicitó que los detuviese, a lo que Moisés replicó: “No, ¡quisiera yo que todo el pueblo de Jehová fueran profetas, porque Jehová pondría su espíritu sobre ellos!”. (Números 11:13-29.)

Débora
En la Biblia, Débora (en hebreo דְּבוֹרָה‘abeja’) fue una profetisa y la cuarta persona que se desempeñó como juez en el Israel premonárquico (Tanaj y Antiguo Testamento). Débora fue la única jueza que tuvo Israel en la Antigüedad. Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y V del Libro de los Jueces. El primer relato es en prosa, narrando la victoria de las fuerzas israelitas dirigidas por el general Barac, a quien Débora mandó llamar pero profetizó que no lograría la victoria final sobre el general cananeo Sísara. Tal honor correspondió a Jael, la esposa de Héber, un ceneo fabricante de tiendas. Jael mató a Sísara clavándole una estaca de la tienda en la cabeza cuando dormía.

Jueces 5:1 narra la misma historia en verso, que probablemente fue escrita durante la segunda mitad del siglo XII a. C., poco tiempo después que hayan sucedido los eventos que describe. De ser así, entonces este pasaje, llamado a menudo La canción de Débora, sería uno de los pasajes más antiguos de la Biblia, así como también el ejemplo más antiguo conservado de poesía hebrea. También es importante porque es uno de los pasajes más antiguos, donde las mujeres no son ni víctima ni villano. El poema puede haber sido incluido en el Libro de las batallas de Dios mencionado en Números.

Se sabe poco de la vida personal de Débora. Aparentemente estuvo casada con un hombre llamado Lapidoth (‘antorchas’), pero este nombre no aparece fuera del Libro de los Jueces y podría significar simplemente que la propia Débora tenía un alma «ardiente». Fue una poetisa y daba sus sentencias bajo una palmera de Efraín. Algunos aluden a ella como la madre de Israel. Tras su victoria sobre Sísara y el ejército cananeo hubo paz en la región durante cuarenta años.

siglo XI
Samuel (1050-1010 a. C.)
Samuel (en hebreo: שְׁמוּאֵל, "Aquel que escucha a Dios", "el nombre de Dios") fue, según el texto bíblico, un profeta hebreo, líder militar y último juez de Israel.

Relato bíblico
Según el Primer Libro de Samuel, el profeta pertenecía a la Tribu de Leví. Su madre, Ana, era estéril y obtuvo milagrosamente un hijo al que llamó Samuel y consagró al Señor, dejándolo en el santuario de Silo al cuidado del sacerdote Eli (1 Samuel 1-2).

Fue él quien eligió al primer rey de los israelitas, Saúl, quien gobernó el Reino de Israel durante el período de la monarquía unida, siendo predecesor de David.

En la tradición judía tiene un gran peso, al punto que el Talmud llega a decir que este profeta valía tanto como Moisés y Aarón. Según dicha tradición, luego de la muerte de Moisés y Josué, sucedió una confusión en cuanto a ciertas leyes, en especial concerniendo a la prohibición del matrimonio entre amonitas, moabitas e israelitas. Este problema lo resolvió el profeta Samuel, ya que tenía la autoridad suficiente, con la siguiente oración: amonita varón mas no amonita mujer, moabita varón mas no moabita mujer. Es decir, que, dado que el versículo bíblico que prohíbe la mezcolanza entre moabitas, amonitas e israelitas sólo menciona a los varones, excluye a las mujeres amonitas y moabitas de la prohibición, permitiéndoles contraer matrimonio con los judíos.

siglo X
Natán (975-960 a. C.)
Natán (hebreo: נתן הנביא; fl. c. 1000 a. C.) fue un profeta hebreo que, según el texto bíblico, vivió durante el reinado de David. Posiblemente perteneció a la tribu de Leví.

Cuando el rey le reveló a Natán su deseo de edificar un templo para la adoración de Dios, el profeta contestó: "...“Todo lo que esté en tu corazón... anda, hazlo”. Sin embargo, aquella noche Dios le informó a Natán que en vez de ser David quien le construyera un templo, Él le edificaría a David una casa estable hasta tiempo indefinido, y que más tarde sería el descendiente de David quien edificaría la casa de Dios. De modo que por medio de Natán, Dios le anunció a David un pacto para un reino “hasta tiempo indefinido” que no se apartaría de su línea.

Más tarde, Dios envió a Natán para que señalara a David la gravedad del pecado que había cometido contra Urías el hitita con respecto a Bat-seba y la pena divina que se le imponía por ello. Natán lo hizo con tacto, pero de manera decidida. Se valió de una ilustración que hizo que David sin darse cuenta expresase sin prejuicios personales su propio juicio sobre esa acción. Natán le dijo a continuación: “¡Tú mismo eres el hombre!”, y dictó el juicio de Dios sobre David y su casa.

Bat-seba le dio a David un segundo hijo, llamado Salomón. Dios amó a ese hijo, por lo que envió a su profeta Natán, quien “por causa de Dios” llamó al niño Jedidías, que significa “Amado de Jah”. Cuando Adonías intentó apoderarse del trono, al final de la vida de David, Natán tomó las medidas necesarias para que este lo supiera; luego tomó parte en ungir y entronizar a Salomón.

Al parecer Natán y Gad aconsejaron a David sobre el uso de los instrumentos musicales que se empleaban en el santuario, y debieron ser quienes registraron la información de los capítulos de conclusión del Primer Libro de Samuel y todo el Segundo Libro de Samuel. “Entre las palabras de Natán el profeta también se incluyeron “los asuntos de Salomón”.

Posiblemente Natán haya sido el padre de Azarías y Zabud, quienes ocuparon responsabilidades importantes durante el reinado de SalomónAzarías fue un príncipe que supervisaba el trabajo de los diputados, mientras que Zabud, amigo y consejero del rey, era sacerdote.

Gad
Gad (del hebreo: גד; "suerte"). Gad fue uno de los profetas de la corte del Rey David (1010-970) durante el reino unificado de Israel.

Se conoce muy poco de la biografía de este profeta sin libro propio. Parece cercano al entorno de la corte de Jerusalén y su acción discurre entre Moab, el Reino de Israel y el Reino de Judá. Sus consejos se narran en el Primer libro de Samuel: 1 Samuel 22:1-6 y 2 Samuel 24:1-25.

Aconseja a David que vuelva a Judá tras huir de Saúl (1 Samuel 22:5). Posteriormente, anuncia un castigo de Yavé al rey por haber mandado el censo del pueblo. David confiesa su pecado y Gad le ofrece elegir entre tres formas de castigo: siete años de hambre, tres meses de derrotas o tres días de peste.

Finalmente, David se sacrifica por su pueblo y elige la peste para sí y su casa. Tras el castigo, el profeta permite al rey construir un altar a Yavé, símbolo de su reconciliación y se apartó la peste de Israel (2 Samuel 24:11-25).

Profeta y hombre de visiones. Cuando David estaba morando como fugitivo de Saúl en el “lugar inaccesible”, en la cueva de Adulam, le aconsejó que volviese a Judá. (1 Samuel 22:1-5.) Hacia la parte final del reinado de David, cuando este presuntuosamente hizo el censo, Gad le dio tres alternativas de castigo divino. Posteriormente, le recomendó que construyese un altar para Jehová en la era de Arauna (Ornán). (2 Samuel 24:10-19; 1 Cr 21:9-19.) Sobre Gad recaía en parte la responsabilidad de organizar a los músicos para el santuario. (2 Cronicas 29:25.) Por lo general, se les atribuye a Natán y a Gad la última parte de Primero de Samuel y todo el libro de Segundo de Samuel. (1 Cronicas 29:29.)

El libro perdido del profeta Gad
El Libro del profeta Gad es un texto perdido atribuido al profeta Gad. Es descrito, junto al también perdido Libro de Natán el profeta, en 1 Crónicas 29:29.

Es posible que estos tres textos se unieran para formar los dos libros de Samuel que se conservan.

El libro perdido de Gad es también llamado Hechos de Gad el profeta.

Azarías
Azarí­as (heb. y aram. ‘A5ary>h [f], [a quien] “Yahweh ha ayudado [ayudó, socorrió, guardó]” Yaveh ha Ayudado, de origen Hebreo

    Profeta, hijo de Oded, que en 963 a. C. ayudó a Asá al instarlo a ‘buscar a Yaveh’. Como resultado, el rey hizo quitar “las cosas repugnantes” de toda la tierra y consiguió que el pueblo entrara en un pacto, de modo que “a cualquiera que no buscara a Yaveh el Dios de Israel se le diera muerte”(2 Crónicas 15:1-15.)

    Iddo (940 a. C.)
    Iddo ( hebreo: עדו) o Jedo era un profeta bíblico menor. De acuerdo con los Libros de las Crónicas , vivió durante los reinados del Rey Salomón y sus herederos, Roboam Abías , en el Reino de Judá .

    Aunque se sabe poco sobre él, y él aparece solo en los Libros de las Crónicas, el Cronista declara que los eventos del reinado de Salomón, así como las profecías de Iddo acerca del rey rival Jeroboam I de Israel fueron registrados por escrito. Los supuestos registros compuestos por Iddo ya no existen. También se le atribuye la historia del Rey Rehoboam, y la historia de su hijo, el Rey Abijah.

    Una tradición de identificar a Iddo con el profeta anónimo de 1 Reyes 13 puede encontrarse en el Talmud, el historiador judío de CE en el siglo I, Josefo, el comentarista cristiano de los siglos IV y V Jerome, y el comentarista judío medieval Rashi . El protagonista de 1 Reyes 13 se identifica simplemente como "un hombre de Dios" que profetiza contra Jeroboam, como se dice que Iddo hizo en otro lugar. Después de un encuentro desafortunado con un profeta mayor de Betel que le miente y le dice que el ángel de Dios le ordenó brindarle hospitalidad, el "hombre de Dios" es asesinado por un león como castigo por desobedecer inconscientemente un mandamiento divino. El profeta más viejo, también sin nombre, luego usó su propia tumba como lugar de sepultura para el "hombre de Dios".

    El segundo Libro de Reyes registra que, 300 años más tarde, durante el reinado del rey Josías , el rey estaba ocupado en el proceso de quemar huesos humanos para profanar ritualmente el altar de Jeroboam. Durante el viaje para hacerlo, Josías notó la lápida del "hombre de Dios", y cuando le preguntaron se le dijo que era la tumba del hombre que había predicho la destrucción del altar de Jeroboam. Josías ordenó que la tumba quedara intacta en conmemoración de su profecía.

    Además de afirmar que Iddo, el profeta, es el hombre anónimo de 1 Reyes 13Jerónimo también identifica al profeta Iddo con Oded, el padre de Azarías , que se encuentra en 2 Crónicas 15:8.

    Otro Iddo se menciona en Esdras 8:17 como el hombre principal en el lugar Casiphia. Ezra solicita la ayuda de Iddo y sus hermanos para traer sirvientes para el Templo. Es este Iddo a quien Ezra se refiere cuando llama al profeta Zacarías un "hijo de Iddo" en Esdras 5:1 y 6:14. El Libro de Zacarías 1: 1 y 1:7 menciona a Iddo como el abuelo paterno de Zacarías.

    Ahías (934-909 a. C.)
    Ahías o Ajías (en hebreo, אחיה‎) fue un profeta levita, de Silo, en la época de Salomón (siglo X a. C.), según se menciona en la Biblia, en el libro primero de Reyes.

    En 1 Reyes 11:29-39, profetizó a Jeroboam la separación de las diez tribus del norte, del hasta entonces reino unido de Salomón y, anunció que Jeroboam mismo sería el rey del norte de Israel. En 1 Reyes 14:6-16, profetizó a la mujer de Jeroboam, la muerte del hijo del rey, la destrucción de su dinastía y la caída y el cautiverio de Israel, "más allá del río", una expresión usada para indicar al este del Éufrates".

    Según 2 Crónicas 9:29, Ahías escribió un libro, descrito como la Profecía de Ahías el silonita, que contenía información sobre el reinado de Salomón. Este texto, sin embargo, no ha sobrevivido y es uno de los libros perdidos mencionados en la Biblia hebrea.

    Semaias (920 a. C.)
    Semaías (heb. Shemayâ[û], 'Yahweh oyó [oído, oye]' o 'a quien Yahweh ha oído'; aparece en algunos sellos heb. antiguos). Profeta que aconsejó a Roboam que no tratara de conservar las 10 tribus como parte de su reino mediante la fuerza de las armas (-24; -4). Durante la invasión de Sisac contribuyó a que Roboam y los príncipes de Judá se arrepintieran, al poner en evidencia que esa catástrofe había sido el resultado de sus pecados (-8). Se lo menciona como cronista de los hechos de Roboam.

    Profeta enviado por Dios para evitar que Roboam desde que se rebela contra la casa de Israel. Su parte en la revolución y la historia están claramente definidos (1 Reyes 12:22; 2 Crónicas 11:2;. 12:5, 7, 15)

    Profeta de tiempos de Roboam que aconsejó evitar la guerra civil tras la separación de las doce tribus. Cuando el faraón Sisac atacó Jerusalén Semaías habló a Roboam y su corte, diciendo que era un juicio de Dios. El rey y sus príncipes se humillaron diciendo: “Justo es Jehová”. Por lo cual Dios perdonó a Jerusalén, aunque Sisac se llevó sus tesoros. Escribió una historia del reino de Roboam, que no ha llegado a nuestras manos, a menos que sea una referencia a la parte de los libros de Reyes y Crónicas que alude a estos acontecimientos (2 Crónicas 12:1-15).

    2 Crónicas 12:5-16
    5 Entonces vino el profeta Semaías a Roboam y a los príncipes de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac. 6 Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová. 7 Y cuando Jehová vió que se habían humillado, fue palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac. 8 Pero serán sus siervos; para que sepan lo que es servirme a mí, y que es servir a los reinos de las naciones.  ...15 Y las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam hubo guerra constante. 16 Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David: y reinó en su lugar Abías su hijo.

    Jedutún
    (tal vez de una raíz que significa: “alabar”).

    Músico levita. Al parecer a Jedutún se le llamaba anteriormente Etán, pues antes de la llegada del Arca a Jerusalén, se relaciona a “Etán” con los otros músicos: Hemán Asaf, y después se relaciona a “Jedutún” con estos músicos. (1 Crónicas 15:17, 19; 25:1.) Los antepasados de Jedutún no figuran en el registro, pero sí los de Etán. (1 Crónicas  6:44-47.) Sin embargo, no se mencionan descendientes de Etán, pero sí de Jedutún(1 Crónicas 9:16.) El cambio del nombre de Etán (que significa “Que Perdura; Que Fluye Siempre”) al de Jedutún (posiblemente de una raíz que significa “alabar”) sin duda estaba relacionado con la asignación que se le dio. (1 Crónicas 16:41; véase Etán Números 3.)

    Jedutún y su familia de músicos participaron en varias celebraciones en las que lo indicado era “dar gracias y alabar a Jehová” (1 Crónicas 25:3); por ejemplo, cuando se llevó a Jerusalén el arca del pacto. (1 Crónicas 16:1:41-42.) De las veinticuatro divisiones en las que David reorganizó a los músicos del santuario, la segunda, la cuarta, la octava, la décima, la duodécima y la decimocuarta correspondieron a los seis hijos de Jedutún, que trabajaban conjuntamente bajo la dirección de su padre. (1 Crónicas 25:1, 3, 6, 7, 9, 11,15, 17, 19, 21.) El que tanto Jedutún como Asaf y Hemán participaran en estos deberes significó que cada una de las tres ramas principales de los levitas (Merarí, Guersom y Qohat, respectivamente) estaban representadas en los músicos del templo. (1 Crónicas 6:31-47.) Los tres grupos alabaron a Jehová con música cuando Salomón inauguró el templo. (2 Crónicas 5:12-13.) A los descendientes de Jedutún se les menciona durante el reinado de Ezequías e incluso entre los exiliados que regresaron de Babilonia. (2 Crónicas 29:1, 12, 14, 15; Nehemias 11:17.)

    Tres salmos nombran a Jedutún en sus encabezamientos. Dos de ellos (Salmo 39, Salmo 62) dicen: “Al director de Jedutún” (“Al estilo de Iedutún”, Salmo 62), mientras que el tercero (Salmo 77) reza así: “Al director sobre Jedutún”. En cada caso se atribuye la composición del salmo a otra persona: el 39 y el 62, a David, y el 77, a Asaf. De modo que no hay ningún indicio de que Jedutún los compusiera, aunque en otras partes se le llama “el hombre de visiones del rey” y también se dice que “profetizaba con el arpa”. (2 Crónicas 35:15; 1 Crónicas 25:1-3.) Por lo tanto, los encabezamientos de estos tres salmos deben ser instrucciones para su interpretación, identificando quizás un estilo o incluso un instrumento musical que estaba relacionado de algún modo con Jedutún, o que quizás él o sus hijos hayan inventado, introducido, desarrollado o hecho común por medio del uso.

    Hanani (910 a. C.)
    Hanani (hebreo: חנני ) significa "Dios me ha gratificado", o "Dios es misericordioso".

    Profeta que fue enviado para reprender al rey Asa de Judá por entrar en una liga con Ben-Hadad I , rey de Siria, contra el reino del norte de Israel. Hanani fue encarcelado por Asa (2 Crónicas 16:7-10). 

    Este Hanani también fue probablemente el padre del profeta Jehú, quien reprendió a Baasa , rey del reino del norte (1 Reyes 16:7). El Comentario del Púlpito sugiere que ambos "pertenecían al Reino de Judá".

    Vidente, u hombre de visiones, que reprendió al rey Asá de Judá por hacer una alianza con el rey de Siria en vez de confiar en Jehová, y que fue puesto en la casa de los cepos debido a que el rey se ofendió por lo que le dijo. (2 Crónicas 16:1-3, 7-10.).

    Al parecer, Hananí era padre de Jehú, el profeta que reprendió a Baasá, el rey de Israel, y a Jehosafat, el rey de Judá. (1 Reyes 16:1-4, 7; 2 Crónicas 19:2, 3; 20:34.)

    siglo IX
    Elías (875-848 a. C.)
    Elías fue un profeta hebreo que vivió en el siglo IX a. C.. Su nombre es una forma helenizada que proviene del nombre hebreo Ēliyahū (אליהו) y que significa "Mi Dios es Yahvéh"Elías era oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río Jordán. A él se refiere la Biblia en 1 Reyes 17-21 y 2 Reyes 1-2.

    Contexto histórico
    El ministerio profético de Elías comienza en la época del reinado de Acab (hijo de Omrí), quien gobernó el Reino de Israel entre 874 a.C. y 853 a.C..

    Los autores de los Libros de Reyes citan como fuente de sus relatos otro libro hoy perdido, más conocido como "el libro de las crónicas de los Reyes de Israel" (1Reyes 22:39). Posiblemente de tal fuente u otra referida al profeta surge la narración sobre el enfrentamiento entre Elías y el rey Acab, "quien hizo el mal a los ojos de Dios, más que todos los que le habían precedido" y "tomó por mujer a una cananea, Jezabel, hija de Itobaal, rey de Sidón y se fue tras Baal y Asera, le sirvió y se prosternó ante él". No solo el corazón de Acab se desvió de los preceptos de Dios, sino también todo el pueblo, lo que provocó la ejecución de la mayoría de los profetas de Israel y como consecuencia de la iniquidad, Dios hizo que sobreviniera una gran sequía en Samaria y por ende, una hambruna en la región.

    La primera misión
    Elías aparece sorpresivamente en el relato anunciando a Acab la sequía. Luego, se esconde en un arroyo cercano al Jordán y es alimentado por cuervos; después, por mandato de Yahvé, va a Sarepta, un poblado cercano, a la casa de una viuda, en donde el profeta multiplica la comida y resucita a su hijo. Se trata del primer caso documentado de resurrección de un muerto. Elías se enfrenta a Jezabel, que había mandado que mataran a los profetas de Yahvé.

    Elías desafía a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal a que acepten el sacrificio de un buey en un altar preparado para ser incinerado; Elías hace que le preparen un altar igual y además hace que mojen la madera tres veces hasta que se llena un foso alrededor del ara. Yahvé acepta el sacrificio de Elías, para confusión de los profetas de Baal, y en el monte Carmelo los derrota y los degüella con la ayuda del pueblo, tras lo cual termina la sequía.

    Características de Elías
    Elías era humano sujeto a pasiones similares a las nuestras (Santiago 5:17): tras su victoria, huye por temor a la venganza de Jezabel y se adentra en el desierto, deseándose la muerte. Sin embargo, después de que el Ángel de Yahvé le da de comer y beber se sintió reconfortado y anduvo hasta el monte Horeb, donde se esconde en una cueva.

    En medio de una depresión, el profeta Elías ora a Yahvé y demuestra un exceso de celo en su misión. Dios se le manifiesta y le apoya presentándose como una voz apacible y suave tras vientos, temblores y un fuego y le da nuevas misiones, y acaba señalando a Eliseo como su sucesor.

    La segunda misión
    La maldad de Acab y Jezabel enfrentada por Elías no se limitaba al culto de Baal, sino que se proyectaba en el despojo de sus súbditos. El episodio de la viña de Nabot (1 Reyes 21) es representativo de la repetida historia del despojo de las tierras de los campesinos por los gobernantes y grandes propietarios. Otros profetas se referirían a estas situaciones: Isaías; Miqueas 2:2. Elías expresa la sentencia divina contra Jezabel y contra la descendencia de Acab. Derrotado y muerto éste en combate con las tropas del rey de Aram, a pesar de los buenos augurios de los falsos profetas, le sucedió su hijo Ocozías, que anduvo por el camino de su padre y de su madre e hizo pecar a Israel y murió pronto.

    Según 2 Reyes 2:1-13 tras la muerte de Ocozías, (852 a. C.) Dios traspasa el oficio de profeta a Eliseo, «un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.» (2 Reyes 2:11) a la vista de Eliseo. Eliseo toma el manto de Elías y es de este modo reconocido por Yahvé como su profeta.

    Elías en las tradiciones judía y cristiana
    Elías, en la tradición judía es esperado en los hogares israelitas durante todas las festividades de Pascua y se le reserva un asiento en la mesa. El Libro de Malaquías prevé que Elías regresará el Día del Juicio, predicción que le da el estatus de símbolo del Mesías, confiriéndole especial importancia en la creencia judía.

    Muchos creyeron que Juan el Bautista fue el Elías que vino a preparar su camino (Mateo 11:7-15 Malaquias 3:23). De hecho para reforzar esta misión, el propio Juan vestía como Elías: 2 Reyes 1:8, 2 Reyes 2:1-13. Los Evangelios sinópticos, en el pasaje de la Transfiguración, muestran a Elías y Moisés hablando con Jesús (Marcos 9:4). El apócrifo Apocalipsis de Elías lo muestra al lado de Henoc combatiendo contra el hijo de la iniquidad que los mata, luego de lo cual ellos resucitan, en forma similar a lo que ocurre con los dos testigos de Apocalipsis 11 en su enfrentamiento con la bestia.

    El título o nombre Elías en las escrituras también se emplea de diversas maneras, por ejemplo: Elías el Profeta (el cual se describe más arriba) Precursor: En este caso Elías es un título que se da a aquel que es un precursor, como por ejemplo Juan el Bautista, quien fue enviado a preparar el camino para Jesús. Restaurador: También se aplica a personas por motivos de las misiones particulares que habrían de cumplir, como por ejemplo a Juan el Revelador.

    Jahaziel
    Levita a quien el espíritu de Jehová impulsó a dar palabras de ánimo al rey Josafat y a la congregación cuando se vieron amenazados por un ejército enemigo que les superaba en número. “Aquí está lo que Jehová les ha dicho a ustedes:

    ‘No tengan miedo ni se aterroricen a causa de esta gran muchedumbre —declaró Jahaziel—; porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. [...] No tendrán que pelear en esta ocasión. Tomen su posición, esténse quietos y vean la salvación de Jehová a favor de ustedes’.” (2 Crónicas 20:14-17.) Jahaziel era hijo de Zacarías, un levita descendiente de Asaf de la familia de Guersom (Guersón en Génesis 46:11), así que no era sacerdote. (1 Crónicas 6:39-43.)

    Micaias (865-853 a. C.)
    (heb. Mîkâyâhû, Mîkâyehû y Mîkâyâh,"¿quién es como [semejante a] Yahweh?").

    Micaías, era un profeta de Dios en el tiempo de Rey Acab 7o Rey de Israel. Quién pronosticó la caída del rey en Ramot Galaad.

    Hijo de lmla y profeta en tiempos de Acab. Cuando los falsos profetas de la corte aseguraron al rey Acab de Israel que tendría éxito en sus esfuerzos por recuperar de los asirios a Ramot de Galaad por la fuerza de las armas, su aliado Josafat de Judá insistió en que se llamara a un verdadero profeta de Yahweh.

    Como se le dijo que agradara a Acab, al principio Micaías con ironía dio el mismo mensaje que los falsos profetas. Fue evidente para sus oyentes que no quería decir lo que decía, por lo que se le exigió que dijera la verdad. Entonces predijo la derrota y muerte de Acab en Ramot de Galaad. 

    Por esta profecía fue puesto en la cárcel (1 Reyes 22:4-28; 2 Crónicas 18:6-27).

    Eliseo (855-798 a. C.)
    Eliseo fue un profeta hebreo que vivió en Israel entre 850 y 800 a. C. Fue escogido como el sucesor del profeta Elías durante el reinado de los reyes Joram, Jehú, Joacaz y Joás.

    En hebreo, su nombre es Elisha (אֱלִישַׁע), una abreviación de Elishúa, que en español significa "Dios es mi salvación".Eliseo es considerado uno de los «Padres del Carmelo».

    Sus milagros son narrados en la Biblia en el Segundo Libro de Reyes. Hijo de Safat, Eliseo era un pastor-agricultor que nació y habitó en Abel-mehola. Al parecer, Eliseo era un hombre calvo y poseía una gran fortaleza física ya que era capaz de arar la tierra dirigiendo doce yuntas de bueyes. Mientras llevaba a cabo mencionada actividad, Eliseo fue llamado por Elías.

    Llamamiento
    De acuerdo con la narración del Primer libro de los reyes (capítulo 19), Elías huyó de Jezabel, la esposa del rey Acab quien lo había amenazado de muerte y huyó a Judá. En el camino se quedó dormido dos veces y un ángel lo asistió y le ordenó que fuera al monte Horeb caminando durante cuarenta días y se quedara en una cueva. Es allí donde Yahvé-Dios lo consuela, mostrando su «espíritu» y le ordena que vaya a Damasco con la instrucción de ungir a Hazael como rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como profeta y también su sucesor.

    Al pasar Elías frente a Eliseo, mientras este último araba la tierra con una yunta de doce bueyes, le colocó su manto y pasó de largo. Eliseo comprendió éste gesto simbólico y se apresuró a alcanzar a Elías que se alejaba, rogándole que le permitiera ir a despedir a sus padres antes de irse con él. Sacrificó a los bueyes y; asando sus carnes en los asperes de la yunta, hizo un festín de despedida invitando a los lugareños. Concluido esto siguió a Elías para estar a su servicio. Elías lo consideró como si fuera su hijo.

    Personalidad
    Si bien Eliseo fue el heredero profético de Elías, tenía un carácter muy diferente a este último: Elías era una figura solitaria, mientras que Eliseo fue líder de varias generaciones de profetas; se vinculó con los soberanos de Israel pertenecientes a su época, amonestándolos, aconsejándolos en sus guerras y estimulando -cuando lo creyó necesario- la desobediencia hacia ellos.6​ Dentro del cristianismo, Eliseo es considerado un importante precursor de Jesús.6​ En el islam es conocido como Al-Yasa o Alyassa.

    Milagros y Portentos
    -El primer milagro de Eliseo fue dividir las aguas del río Jordán para luego pasar en seco sobre su lecho. (2 Reyes 2:14)
    -El segundo milagro fue sanear el manantial que era la fuente de agua de la ciudad de Bet-el. Sus aguas eran malas, a punto que esterilizaban los cultivos, provocaban enfermedad y hasta muerte. Eliseo las saneó definitivamente arrojando una vasija de sal en el manantial, diciendo 'Así ha dicho YHVH: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad'. (2 Reyes 2:19-22)
    Al regresar de los manantiales a la ciudad de Bet-el (de donde se deduce que el manantial se hallaba a las afueras de la ciudad propiamente dicha) unos muchachos comenzaron a burlarse de su calvicie, entonces Eliseo los maldijo. Acto seguido dos osos de monte emergieron del mismo y atacaron a los muchachos a punto que murieron. (2 Reyes 2:23-24)
    -Hizo brotar aguas del terreno y un torrente en el camino de Edom para abastecer de ella al ejército mancomunado de Israel, Judá y Edom que se hallaba en campaña contra Moab, el cual estaba camino a deshidratarse a causa de la falta de agua. (2 Reyes 3:13-20)
    -Predijo la victoria del Israel sobre Moab y la asolación de sus ciudades e infraestructura. (2 Reyes 3:18-25)
    -Multiplicó el aceite de una sola vasija llenándose varias tinajas con él para una mujer carenciada, a punto que la mujer pudo pagar deudas que contrajo y vivir cierto tiempo de la venta del aceite restante. (2 Reyes 4:1-6)
    -Brindó un hijo a una mujer de Sunam que no podía procrear, prediciéndole con un año de antelación el hecho, el cual se cumplió no obstante la incredulidad inicial de la mujer. (2 Reyes 4:14-17)
    -Resucitó al hijo de la mujer sunamita (2 Reyes 4:27-37). Juzgando que el hijo se hallaba primeramente con unos segadores, y más tarde, previo a fallecer, presentó un fuerte dolor de cabeza (2 Reyes 4:18-20) se deduce que habría muerto de una grave insolación.
    -En Gilgal, habiendo una hambruna, envió a su criado Guejazi a recoger algún vegetal silvestre comestible para él, el propio Guejazi y sus acompañantes. Guejazi recogió un fruto silvestre que resultó ser nocivo, y sin saberlo preparó un guisado con él. Al probar el nocivo potaje, los comensales clamaron a Eliseo: '¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla!'. Eliseo echó un poco de harina al potaje e increíble e inmediatamente se tornó perfectamente comestible y no se halló nada malo en él. (2 Reyes 4:38-41)
    -Durante la hambruna multiplicó veinte panes que trajo un hombre de Baalsalisa, a punto que cien hombres comieron y sobró. (2 Reyes 4:42-44)
    -Curó de lepra a Naamán, general del ejército del rey de Siria, haciéndole sumergirse siete veces en el río Jordán. (2 Reyes 5:8-14)
    Naamán llevaba consigo plata, oro y vestidos (2 Reyes 5:5). Quiso dárselos a Eliseo en agradecimiento por haberle curado, pero este los rechazó. Luego se retiró, y Guejazi, criado de Eliseo, corriendo tras él, mintió a Naamán que Eliseo le enviaba a pedirle plata y vestidos, a lo cual Naamán accedió. Eliseo lo supo por su espíritu, a pesar de que Guejazi se lo ocultó, y en represalia le provocó lepra. (2 Reyes 5:15-27)
    -Sobre el agua hizo flotar el hierro de un hacha prestada a uno de sus compañeros que se hallaba afligido por habérsele ésta hundido al Jordán. (2 Reyes 6:4-7)
    -Desarrollándose una guerra entre Israel y Siria, predijo al rey de Israel que los sirios estarían en el sitio en el cual él tenía planeado instalar el campamento militar para tenderle una emboscada, advirtiéndole, no obstante, que no lo hiciera. Haciendo caso a la palabra de Eliseo, el rey verificó que efectivamente era así. (2 Reyes 6:8-12).
    -Causó ceguera al ejército sirio, el cual había sido enviado para capturarlo. (2 Reyes 6:13-18).
    Ben-Adad, rey de Siria, sitiaba Samaria, no pudiendo ingresar a la ciudad alimentos al punto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, causando una enorme hambruna (2 Reyes 6:24-27) y el rey de Israel se hallaba enclaustrado en la ciudad sin poder hacer nada (2 Reyes 6:24-27). El mismo día que el rey de Israel envió a matar a Eliseo, culpándolo en su desesperación por el hambre y el sitio, Eliseo predijo que al día siguiente, en ésa misma hora, valdría el sea de flor de harina un siclo, y dos seas de cebada un siclo en la puerta de Samaria, y que un hombre que le contradijo lo vería pero no comería de ello. En liberación milagrosa de Samaria su palabra se cumplió con exactitud, y aquél hombre lo vio pero murió aplastado sin más por la horda de gente que se abalanzó en júbilo a la puerta de Samaria. (2 Reyes 6:31-33, 2 Reyes 7:1-2, 17-20).
    -Predijo que Ben-Adad moriría y que Jazael, sirviente del mismo, tomaría el poder en su lugar, a pesar de que el mismo no tenía cabida como heredero y hasta se auto describió como 'perro' para describir su condición, prediciendo además la hostilidad belicista de Jazael hacia Israel. Jazael asesinó al rey y tomó el poder. (2 Reyes 8:10-15, 28).
    -Predijo con uno de sus siervos como vocero a Jehú, futuro rey, entonces siervo del mismo, que erradicaría la descendencia del rey Ajab, y que a Jezabel, esposa del ya difunto rey Ajab, la comerían los perros en el campo de Jezreel sin sepultura (2 Reyes 9:1-11), lo cual se cumplió. (2 Reyes 9:33-35, 10:5-17).
    -Predijo que el rey Joás derrotaría tres veces a los bravos sirios. (2 Reyes 13:19 y 25)
    -Al entrar en contacto con las reliquias de Eliseo, el cadáver de un hombre resucitó. (2 Reyes 13:20-21).

    Jehú (853- a. C.)
    La procedencia del nombre es incierta. Algunos lo traducen como “Yahveh es él”.

    Jehú: (Set. 'Ioú), profeta, descrito en 1 Reyes 16:1, como el hijo de Hanani o Jananí, y profetizando contra Basá, el entonces rey de Israel. Jananí probablemente se identifica con el profeta de ese nombre mencionado en 2 Crónicas 16:7. 

    No se sabe si Jehú perteneció al Reino del Sur o al del Norte, pero, de todos modos, parece que ejerció su ministerio principalmente en el Norte. Aparece luego en el reinado de Josafat, rey de Judá, a quien le censura su alianza con Ajab (cf. 2 Crónicas 19:2-3). Sobrevivió a Josafat, y escribió la historia de su reinado (2 Crónicas 20:34).

    Continua en Los Profetas III
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