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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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domingo, 17 de diciembre de 2017

La Biblia XIII: Libros Poéticos III












Los Salmos
Libro que al parecer consiste en cinco colecciones de canciones sagradas —1) Salmos 1–41; 2) Salmos 42–72; 3) Salmos 73–89; 4) Salmos 90–106; 5) Salmos 107–150— que finalizan cada una con una bendición dirigida a Jehová. Desde tiempos antiguos, debió conocerse a cada uno de los salmos por un número, según el lugar que ocupaba en el libro. Por ejemplo, lo que actualmente se llama el “salmo segundo” también se designaba así en el siglo I E.C. (Hechos 13:33.)

Estilo. La poesía del libro de los Salmos consiste en pensamientos o expresiones paralelas. Los salmos acrósticos o alfabéticos tienen una característica distinta. (Salmos 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, 119 y 145.) En estos el versículo o los versículos iniciales de la primera estrofa empiezan con la letra hebrea ʼá·lef; el siguiente versículo o versículos, con behth, y así sucesivamente con todas o casi todas las letras del alfabeto hebreo. Este orden debió servir de ayuda mnemotécnica. Si se desea considerar la terminología que se halla en el libro de los Salmos, véanse ALAMOT; GUITIT; HIGAYÓN; MAHALAT, II; MASKIL; MIKTAM; MUT-LABEN; NEHILOT; SÉLAH; SEMINIT;

Encabezamientos. Los encabezamientos hallados en el principio de muchos salmos identifican al escritor, suministran información complementaria, proveen instrucciones musicales o indican el uso o propósito del salmo. (Véanse los encabezamientos del Salmos 3, 4, 5, 6, 7, 30, 38, 60, 92 y 102.) A veces los encabezamientos proporcionan la información necesaria para localizar otros textos que arrojan luz sobre un salmo en particular. (Compárese el Salmos 51 con 2 Samuel 11:2-15; 12:1-14.) Como otras partes poéticas de la Biblia a menudo comienzan de manera similar (Éxodo 15:1; Deuteronomio 31:30; 33:1; Jueces 5:1; compárese 2 Samuel 22:1 con el Salmo 18, encab.), tales encabezamientos deben proceder de los mismos escritores o de quienes coleccionaron los salmos. Apoya esta conclusión el que los encabezamientos formaran parte del texto principal cuando se escribió el Rollo del mar Muerto de los Salmos (fechado entre los años 30 y 50 E.C.).

Escritores. Los encabezamientos atribuyen setenta y tres de los ciento cincuenta salmos a David; once, a los hijos de Coré (uno de estos [Salmos 88] menciona también a Hemán); doce, a Asaf (probablemente la casa de Asaf; véase ASAF núm. 1); uno, a Moisés; uno, a Salomón, y uno, a Etán el ezrahíta. Además, el Salmo 72 es “respecto de Salomón”, y al parecer lo escribió David. (Véase Salmos 72:20.) De Hechos 4:25 y Hebreos 4:7 se desprende que David también escribió los Salmos 2 y 95. Los Salmos 10, 43, 71 91 parecen ser continuaciones de los Salmos 9, 42, 70 y 90, respectivamente. Por lo tanto, los Salmos 10 y 71 se pueden atribuir a David; el Salmo 43, a los hijos de Coré, y el Salmo 91, a Moisés.

Hay indicios de que el Salmo 119 lo escribió el joven Príncipe Ezequías. (Versos 9-10, 23, 46, 99 y 100). No se puede determinar quién o quiénes escribieron los 40 Salmos restantes.

Los Salmos se escribieron uno por uno a lo largo de un período de unos mil años desde el tiempo de Moisés hasta después del regreso del exilio en Babilonia. (Sl 90, encab.; 126:1, 2; 137:1, 8.)

Compilación. Puesto que David compuso muchos salmos y organizó a los músicos levitas en 24 grupos de servicio, es lógico concluir que él comenzó a coleccionar estos cánticos para el uso en el santuario. (2 Sa 23:1; 1 Cr 25:1-31; 2 Cr 29:25-30.) Después deben haberse hecho otras colecciones, como se puede deducir de las porciones repetidas que hay en el libro. (Compárense los Salmo 14 y 53; 40:13-17 y Sl 70; 57:7-11 y Sl 108:1-5.) Muchos eruditos creen que Esdras fue quien compiló el libro de los Salmos en su forma final.

Hay indicios de que el contenido del libro de los Salmos quedó en su forma definitiva en fecha temprana. El orden y el contenido del libro en la Septuaginta griega concuerda básicamente con el texto hebreo. Por lo tanto, es razonable pensar que el libro de los Salmos ya estaba completo en el siglo III a. E.C., cuando se empezó a trabajar en esa traducción griega. Un fragmento del texto hebreo que estaba en uso durante el tercer cuarto del siglo I E.C. y que contiene el Salmo 150:1-6 está seguido inmediatamente por una columna en blanco. Esto parece indicar que este antiguo manuscrito hebreo terminaba el libro de los Salmos en ese punto, y por lo tanto también correspondía con el texto masorético.

La conservación exacta del texto. El Rollo del mar Muerto de los Salmos suministra prueba de que el texto hebreo se ha conservado con exactitud. Aunque es unos novecientos años más antiguo que el texto masorético, que es el que por lo general se acepta, el contenido de este rollo (41 salmos canónicos completos o fragmentarios) corresponde esencialmente con el texto en que se basan la mayoría de las traducciones. El profesor J. A. Sanders comentó: “La mayor parte de [las variaciones] son ortográficas, y solo son importantes para aquellos eruditos que están interesados en asuntos tales como las claves para la pronunciación del hebreo antiguo y otros aspectos semejantes. [...] Se aprecia inmediatamente que algunas variaciones son mejoras del texto, en especial las que ofrecen un texto hebreo más claro, pero influyen poco o nada en la traducción o interpretación”. (The Dead Sea Psalms Scroll, 1967, pág. 15.)

Inspirado por Dios. No puede haber duda de que el libro de los Salmos es parte de la Palabra inspirada de Dios. Está en completa armonía con el resto de las Escrituras. Muchas de sus ideas se encuentran reflejadas en otros libros de la Biblia. (Compárese Sl 1 con Jer 17:5-8; Sl 49:12 con Ec 3:19 y 2Pe 2:12; Sl 49:17 con Lu 12:20, 21.) Además, en las Escrituras Griegas Cristianas hay muchas citas de los Salmos. (Sl 5:9 [Ro 3:13]; 8:6 [1Co 15:27; Ef 1:22]; 10:7 [Ro 3:14]; 14:1-3; 53:1-3 [Ro 3:10-12]; 19:4 [Ro 10:18]; 24:1 [1Co 10:26]; 32:1, 2 [Ro 4:7, 8]; 36:1 [Ro 3:18]; 44:22 [Ro 8:36]; 50:14 [Mt 5:33]; 51:4 [Ro 3:4]; 56:4, 11; 118:6 [Heb 13:6]; 62:12 [Ro 2:6]; 69:22, 23 [Ro 11:9, 10]; 78:24 [Jn 6:31]; 94:11 [1Co 3:20]; 95:7-11 [Heb 3:7-11, 15; 4:3-7]; 102:25-27 [Heb 1:10-12]; 104:4 [Heb 1:7]; 112:9 [2Co 9:9]; 116:10 [2Co 4:13]; 144:3 [Heb 2:6], y otros.)

David escribió con referencia a sí mismo: “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua”. (2 Sa 23:2.) Tal inspiración está confirmada tanto por el apóstol Pedro (Hch 1:15, 16) como por el escritor de la carta a los Hebreos (3:7, 8; 4:7) y otros cristianos del primer siglo. (Hch 4:23-25.) El testimonio más notable es el del Hijo de Dios. (Lu 20:41-44.) Después de su resurrección, dijo a sus discípulos: “Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos [el primer libro de los Hagiógrafos o Escritos Sagrados y que por lo tanto daba nombre a toda esta sección] acerca de mí tenían que cumplirse”. (Lucas 24:44.)

Las experiencias y actividades del Mesías estaban predichas. Un examen de las Escrituras Griegas Cristianas revela que en los Salmos se predijeron muchos detalles sobre las actividades y experiencias del Mesías, como demostrarán los siguientes ejemplos.

Cuando Jesús se presentó para bautizarse, indicó que había venido a hacer la “voluntad” de su Padre en conexión con el sacrificio de su propio cuerpo, que Dios había ‘preparado’, y con la abolición de los sacrificios ofrecidos de acuerdo con la Ley, como se registra en el Salmo 40:6-8. (Heb 10:5-10.) Jehová aceptó la presentación que hizo Jesús de sí mismo al derramar su espíritu sobre él y reconocerlo como su Hijo, tal como se había predicho en el Salmo 2:7. (Mr 1:9-11; Heb; 1:5; 5:5.) Además, como se había indicado en el Salmo 8:4-6, el hombre Jesús fue hecho “un poco inferior a los ángeles”. (Heb 2:6-8.)

Durante el transcurso de su ministerio, él reunió y preparó a sus discípulos. No se avergonzó de llamarles sus “hermanos”, como se había escrito en el Salmo 22:22. (Heb 2:11, 12; compárese con Mt 12:46-50; Jn 20:17.) En armonía con lo predicho en los Salmos, Jesús habló en ilustraciones (Sl 78:2; Mt 13:35), manifestó celo por la casa de Jehová al limpiarla del mercantilismo y no se agradó a sí mismo. (Sl 69:9; Jn 2:13-17; Ro 15:3.) No obstante, le odiaron sin causa. (Sl 35:19; 69:4; Jn 15:25.) El ministerio de Cristo Jesús a favor de los judíos circuncisos sirvió para verificar las promesas que habían recibido sus antepasados, y más tarde indujo a personas de las naciones a que glorificasen y alabasen a Jehová, hecho que también se había predicho. (Sl 18:49; 117:1; Ro 15:9, 11.)

Cuando Jesús entró en Jerusalén montado sobre el pollino de un asna, las muchedumbres le aclamaron con las palabras del Salmo 118:26. (Mateo 21:9.) Los principales sacerdotes y escribas pusieron objeciones a que los muchachos que estaban en el templo reconocieran a Jesús como el “Hijo de David”, pero Jesús acalló a los opositores religiosos citando el Salmo 8:2. (Mt 21:15, 16.)

El libro de los Salmos predijo que un asociado íntimo traicionaría a Jesús (Salmo 41:9; Juan 13:18) y que se buscaría a alguien para reemplazarlo. (Salmo 69:25; 109:8; Hechos 1:20.) Incluso se había predicho que habría gobernantes (Herodes y Poncio Pilato) que tomarían su posición contra Jesús con hombres de las naciones (como los soldados romanos) y con pueblos de Israel (Sl 2:1, 2; Hch 4:24-28), y también que los edificadores religiosos judíos lo rechazarían. (Salmo 118:22, 23; Mateo 21:42; Marcos 12:10, 11; Hechos 4:11.) Además, tal como se predijo en el Salmo 27:12, falsos testigos testificaron contra él. (Mateo 26:59-61.)

Al llegar al lugar donde se fijó en el madero a Jesús, se le ofreció vino mezclado con hiel. (Salmo 69:21; Mateo 27:34.) Aludiendo de manera profética a la ejecución en sí, el salmista escribió: “Perros me han cercado; la asamblea de malhechores mismos me ha circundado. Como un león acometen mis manos y mis pies”. (Salmo 22:16.) Los soldados romanos echaron suertes para repartirse las prendas de vestir de Jesús. (Salmo 22:18; Mateo 27:35; Lucas 23:34; Juan 19:24.) Sus enemigos religiosos se burlaron de él con las palabras registradas por el salmista. (Salmo 22:8; Mateo 27:41-43.) Sufriendo debido a su intensa sed, Jesús pidió algo de beber (Salmo 22:15; Jn 19:28), y nuevamente le ofrecieron vino agrio. (Salmo l 69:21; Mt 27:48; Jn 19:29, 30.) Justo antes de su muerte, citó del Salmo 22:1 al exclamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. (Mt 27:46; Mr 15:34.) Cuando exhaló su último suspiro, se remitió al Salmo 31:5 al decir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lu 23:46.) Como también había predicho el salmista, no se quebró ninguno de sus huesos. (Sl 34:20; Jn 19:33, 36.)

Aunque colocaron a Jesús en una tumba, no fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción, sino que fue levantado de entre los muertos. (Sl 16:8-10; Hch 2:25-31; 13:35-37.) Cuando ascendió al cielo, se sentó a la diestra de Dios, a la espera de que sus enemigos fuesen colocados como banquillo para sus pies. (Sl 110:1; Hch 2:34, 35.) También llegó a ser un sacerdote a la manera de Melquisedec (Sl 110:4; Heb 5:6, 10; 6:20; 7:17, 21), y dio dádivas en la forma de hombres. (Sl 68:18; Ef 4:8-11.) Todos estos detalles se profetizaron en el libro de los Salmos. La venida de Jesús como ejecutor designado por Dios para destruir y hacer añicos a las naciones aún está en el futuro. (Sl 2:9; Rev 2:27; 19:14, 15.) Después, Cristo, en calidad de Rey, traerá bendiciones duraderas a sus súbditos leales. La descripción que se hace del reinado de Salomón en el Salmo 72 aplica en un grado aún mayor al Mesías. Como testimonio de este hecho, está la profecía de Zacarías (9:9, 10) que repite las palabras del Salmo 72:8 y se aplica a Cristo Jesús. (Mt 21:5.)

Para ver otros cumplimientos del libro de los Salmos, compárese el Salmo 45 con Hebreos 1:8, 9; Revelación 19:7-9, 11-15; 21:2, 9-11.

Más que solo bella poesía. Además de señalar acontecimientos futuros, los Salmos contienen mucho de lo que se puede derivar estímulo y utilizarlo como guía. Los Salmos son más que solo bella poesía. Describen la vida tal como realmente es, los gozos, penas, temores y desilusiones. El testimonio de la íntima relación de los salmistas con Jehová Dios es manifiesto de principio a fin, y se realzan las actividades y cualidades divinas, cuya mención motiva expresiones de alabanza y agradecimiento.

Se muestra que la felicidad verdadera proviene de evitar la asociación con los inicuos, deleitarse en la ley de Jehová (Sl 1:1, 2), refugiarse en su ungido (2:11, 12), confiar en Jehová (40:4), actuar con consideración para con los de condición humilde (41:1, 2), recibir corrección de parte de Jehová (94:12, 13), obedecer sus mandamientos (112:1; 119:1, 2) y tenerle como Dios y Ayudante (146:5, 6).

Se aconseja que se confíe en Jehová: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo” (Sl 55:22; 37:5). Tal confianza excluye el temor a los hombres (56:4, 11).

Para conseguir la aprobación divina, se anima a que se ‘espere a Dios’ (Sl 42:5, 11; 43:5) y a que se hable y actúe de la manera correcta (1:1-6; 15:1-5; 24:3-5; 34:13, 14; 37:3, 4, 8, 27; 39:1; 100:2). Se subraya el valor del buen compañerismo (18:25, 26; 26:4, 5). Y se aconseja no envidiar la prosperidad o el éxito de los inicuos, pues perecerán (37:1, 2, 7-11).

Los Salmos indican que es propio que los siervos de Dios oren por cosas como la salvación o la liberación (Sl 3:7, 8; 6:4; 35:1-8; 71:1-6), el favor (4:1; 9:13), la guía (5:8; 19:12-14; 25:4, 5; 27:11; 43:3), la protección (17:8), el perdón de pecados (25:7, 11, 18; 32:5, 6; 41:4; 51:1-9), para tener un corazón puro y un espíritu nuevo y constante (51:10), y a favor de la glorificación del nombre divino (115:1). También pueden orar para que Dios los examine, refine (26:2) y juzgue (35:24; 43:1), así como para que se les enseñe la bondad, la sensatez, el conocimiento y las disposiciones reglamentarias de Dios (119:66, 68, 73, 124, 125, 135).

Resaltan las actividades y cualidades de Dios. Los Salmos intensifican el aprecio por Jehová Dios, cuya existencia solo negaría el insensato. (Sl 14:1; 19:7-11; 53:1.) A Jehová se le revela como “amador de justicia y derecho” (33:5), “refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias” (46:1). Es un Juez justo (7:11; 9:4, 8), el Creador (8:3; 19:1; 33:6), Rey (10:16; 24:8-10), Pastor (23:1-6) y Maestro (25:9, 12), el Proveedor tanto del hombre como de los animales (34:10; 147:9), el Salvador o Libertador (35:10; 37:39, 40; 40:17; 54:7) y la Fuente de la vida (36:9), así como del consuelo (86:17), la bendición y la fuerza (29:11).

Jehová “no se olvidará del clamor de los afligidos” (Salmo 9:12; 10:14), sino que responderá a las oraciones de sus siervos (3:4; 30:1, 2; 34:4, 6, 17, 18), los recompensará y los protegerá (3:3, 5, 6; 4:3, 8; 9:9, 10; 10:17, 18; 18:2, 20-24; 33:18-20; 34:22; véase 34:7 con respecto a la protección angélica). Odia la iniquidad y actúa contra los malhechores (5:4-6, 9, 10; 9:5, 6, 17, 18; 21:8-12; 99:8).

Se dice que Jehová es inspirador de temor (Sl 76:7), grande (77:13) y, sin embargo, humilde (18:35); es santo (99:5) y abunda en bondad (31:19) y poder (147:5). Es “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y apego a la verdad” (86:15). Su entendimiento es inenarrable (147:5) y sus obras creativas indican su sabiduría (104:24). Cuenta el número de las estrellas y a todas las llama por su nombre (147:4). Puede ver hasta el embrión humano (139:16), sanar todas las dolencias (103:3) y hacer que cesen las guerras al destruir el equipo bélico del enemigo (46:9). Ha intervenido de manera activa en muchos acontecimientos de la historia en pro de su justo propósito (44:1-3; 78:1-72; 81:5-7; 105:8-45; 106:7-46; 114:1-8; 135:8-12; 136:4-26). Un Dios así realmente merece recibir la alabanza y las gracias (92:1; 96:1-4; 146–150). El confiar en los hombres (60:11; 62:9), las riquezas (49:6-12, 17) o los ídolos (115:4-8; 135:15-18) sería una tontedad.

Hablan del valor de la Palabra de Dios. Los Salmos también enseñan aprecio por la Palabra de Dios. En ellos se dice que los dichos de Jehová son puros (Sl 12:6) y refinados (18:30). Su ley es preciosa (119:72) y es la verdad (119:142). Resultan beneficios duraderos de observar su perfecta ley, sus fidedignos recordatorios, sus rectas órdenes, sus limpios mandamientos y sus justas decisiones judiciales (19:7-11). La Palabra de Dios sirve para iluminar nuestra senda (119:105), y sus mandamientos dan sabiduría, perspicacia y entendimiento (119:98-100, 104).

Aclaran y complementan otros textos. A veces los Salmos aclaran o complementan otras partes de la Biblia. Muestran que el ‘afligir el alma de uno’, como lo hacían los israelitas en el Día de Expiación (Levíticos 16:29; 23:27; Números 29:7), tiene que ver con el ayuno. (Sl 35:13.) Solo el salmista habla del trato severo que, al menos al principio, se dio a José mientras estuvo en prisión en Egipto: “Con grilletes afligieron sus pies, en hierros entró su alma” (105:18). Aprendemos de los Salmos que hubo “diputaciones de ángeles” que intervinieron en las plagas de Egipto (78:44-51) y que las aguas provistas de manera milagrosa en el desierto “pasaron por las regiones áridas como un río” (105:41), lo que proveyó a la nación de Israel y sus muchos animales domésticos un amplio y accesible suministro de agua. Los Salmos muestran que el Faraón murió en el mar Rojo (136:15).

Los Salmos indican que los israelitas experimentaron reveses y muchas dificultades antes de derrotar a los edomitas en el valle de la Sal. (Sl 60, encab., 60 vss. 1, 3, 9.) Esto da a entender que los edomitas invadieron Judá mientras la nación estaba guerreando en el N. contra las fuerzas de Aram-naharaim y Aram-Zobá.

El Salmo 101 revela cómo administraba David los asuntos de Estado. Solo seleccionaba como siervos suyos a personas fieles. No podía soportar a individuos arrogantes y tampoco toleraba la calumnia. Diariamente se preocupaba de enjuiciar a los inicuos.

PUNTOS SOBRESALIENTES DE LOS SALMOS
Compilación de 150 cánticos sagrados, muchos de los cuales se basan en las experiencias personales de David y otros siervos de Jehová

Compuestos durante un período de unos mil años, que comienza en el tiempo de Moisés y se extiende hasta después del retorno de los judíos del destierro en Babilonia
Expresiones de gracias y alabanza a Jehová
Debido a la grandeza de su nombre (99:3; Sl 113; 148:13, 14)
Por sus maravillosas obras creativas (33:1-9; 148:1-12)
Porque es el Gran Pastor (Sl 23)
Porque contesta las oraciones (21:1-7; Sl 28; Sl 116; 118:21)
Por ser quien es (Sl 50; 95:1-7; 96:4-13; Sl 97; Sl 150)
Por librar de los enemigos y de situaciones angustiosas (Sl 18; Sl 30; Sl 107; Sl 140; Sl 149)
Por sus juicios justos (67:3, 4; Sl 98)
Por sus cualidades personales (57:9-11; Sl 92; Sl 100; 108:1-4; Sl 117; 138:1, 2)
Por la abundancia de sus provisiones (37:25; 67:5-7; 145:15, 16)
Por la relación que tuvo con su pueblo en el pasado (Sl 66; Sl 81; Sl 105; Sl 106; Sl 126; 136:10-24; Sl 147)
Peticiones a Dios de misericordia y ayuda
De liberación de los enemigos (Sl 3-5; Sl 7; Sl 12; Sl 13; Sl 17; Sl 31; Sl 59)
De perdón de pecados (19:12, 13; 25:7, 11; Sl 32; 51:1, 2, 7-15; Sl 130)
Para que guíe nuestra conducta (119:124, 125; 143:8, 10)
De apoyo en períodos de enfermedad y angustia (41:1-4)
De ayuda cuando se está afligido (6:2, 9; 9:13, 14; Sl 123)
Profecías cumplidas en el Mesías
Procedía de la línea real de David (89:3, 4, 29, 36, 37; 132:11)
El celo por la casa de Jehová le consumió (69:9)
Hablaba con ilustraciones (78:2)
Le traicionó un asociado íntimo (41:9; 55:12-14)
Se indicó cómo se le ejecutaría (22:16, nota)
Le vituperaron e injuriaron (22:6-8; 69:9)
Echaron suertes sobre su prenda de vestir (22:18)
Le dieron a beber vinagre (69:21)
No se le quebró ningún hueso (34:20)
Fue levantado del Seol (16:10)
La piedra rechazada por los edificadores pasó a ser cabeza del ángulo (118:22)
Ascendió a lo alto, dio dones en la forma de hombres (68:18)
Fue glorificado y se le dio dominio sobre todas las cosas (8:5-8)
Se le dio poder real (2:6; Sl 110)
Destruirá a las naciones que se le opongan (2:8, 9; 45:3-5)
Celebra una boda real; nombrará príncipes en la tierra (45:2, 6-17)
Su gobernación sobre la tierra será justa y compasiva (Sl 72)
Doctrinas bíblicas fundamentales que se mencionan en el libro de los Salmos
La identidad y las cualidades del Dios verdadero (78:38, 39; 83:18; 86:15; 90:1-4; 102:24-27; Sl 103; Sl 139)
La soberanía de Jehová (11:4-7; 24:1; Sl 29; Sl 44; Sl 47; Sl 48; Sl 76; Sl 93)
La santificación del nombre de Dios (Sl 79; Sl 83)
Todos los hombres son pecadores (14:1-3; 51:5; 53:1-3)
La necedad de la idolatría (115:4-8; 135:15-18)
La condición de los muertos (6:5; 88:10-12; 115:17; 146:4)
La tierra será un hogar duradero para los justos (37:9-11, 29; 104:5; 115:16)
Consejo inspirado para ayudarnos a obtener la aprobación de Jehová
Tema a Jehová y obedezca sus mandamientos (112:1-4; Sl 128)
Cultive aprecio por las expresiones y la ley de Dios (1:2; 19:7-11; Sl 119)
Confíe en Jehová (9:10; 115:9-11; Sl 125; 146:5-7)
Espere con paciencia a que Él actúe (Sl 42; Sl 43)
Siga tras la paz y la justicia (34:14, 15)
Aprecie profundamente el compañerismo con el pueblo de Dios y el estar en Su casa (Sl 84; Sl 122; Sl 133)
Evite las malas compañías (1:1; 26:4, 5; 101:3-8)
Enseñe a sus hijos acerca de los tratos de Jehová (78:3-8)
Hable la verdad; evite la calumnia y los juramentos falsos (15:2, 3; 24:3-5; 34:13)
Guarde su palabra, aun cuando no le sea ventajoso (15:4)
Evite el mal uso del dinero (15:5)
La generosidad produce bendiciones (112:5-10)
Alabe a Jehová en público (26:7, 12; 40:9)

Carácter Profético de los Salmos
Sin embargo, lo que hemos visto en el punto anterior no agota el mensaje sustancial de los Salmos, puesto que los salmistas no sólo describen sus propios sentimientos. El Espíritu de Cristo ha trabajado en ellos, ha compartido con ellos tristezas y gozo y ha estado en ellos (léase Isaías 63:9; 1 Pedro 1:11). Este es el motivo por el cual hallamos a Cristo en todos los Salmos, y no sólo en los Salmos mesiánicos, de los que podemos considerar los siguientes: Salmos 16, 22, 24, 40, 68 y 118.

Los Salmos mesiánicos se refieren a Cristo muy puntualmente. No obstante, en el Nuevo Testamento hallamos menciones de Salmos que también se refieren al Señor, y que no son mesiánicos. Debemos mencionar muy especialmente los siguientes:

Salmo 2:7: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33).
Salmo 8:6: “Todo lo sujetaste bajo sus pies” (Hebreos 2: 6-10).
Salmo 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18).
Salmo 45:6: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8).
Salmo 110:1: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha…” (Mateo 22:44).

Podríamos agregar muchas otras referencias. Casi la mitad de todas las citas mesiánicas provienen de los Salmos. Si contemplamos el vínculo espiritual que había entre Cristo y los creyentes israelitas que escribieron los Salmos, entonces podremos percibir el carácter claramente profético de estos últimos.
El Espíritu de Cristo estaba compenetrado con las experiencias y los sentimientos de aquellos creyentes israelitas. Los sentimientos y sufrimientos del Señor, como hombre verdadero y perfecto, son descritos de una forma muy conmovedora, pues ellos son una prueba del interés que Él tenía en su pueblo terrenal. El carácter profético de los Salmos puede observarse en la descripción de la historia del remanente judío de los últimos días. Pero, recordemos, no son los eventos externos los descritos sino los sentimientos íntimos de este remanente. Esto explicaría las súplicas por castigo o venganza sobre sus enemigos (Por ejemplo, Salmo 137:9), las cuales resultan difíciles de comprender para muchos lectores. Los sentimientos expresados en esos Salmos provienen de creyentes, pero no de cristianos que pertenecen a la época de la gracia (léase Romanos 12:17-21). Son los sentimientos de creyentes judíos que vivirán en los últimos días. Ellos esperarán la salvación de Dios y el justo castigo de sus opresores, especialmente del Anticristo.

Los Proverbios
(hebreo מִשְׁלֵיMishlei) es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, que se clasifica entre los Libros Sapienciales del cristianismo, y entre los Ketuvim o "Escritos" del judaísmo. Está compuesto por extensas colecciones de máximas o sentencias de contenido religioso o moral y se ubica en la Biblia entre el libro de los Salmos y Eclesiastés, y en la Biblia judía entre los libros de Job y Rut.

Nombre del Libro
Enseñanzas de inspiración más bien religiosa y moral, fundadas en observaciones comunes, las más de las veces expresadas por medio de imágenes evocadas o sugeridas, que reclaman un esfuerzo de reflexión para ser comprendidas. La Septuaginta la denomina παροιμίαι y la Vulgata usa proverbia
ambos son términos que restringen el sentido original de la palabra hebrea al de refrán o máxima. Estas sentencias morales son con frecuencia fruto de la revelación divina y otras veces provienen de la experiencia humana y de su sabiduría (otros aspectos de la influencia de Dios). Suelen expresarse, como otros conceptos de la pedagogía bíblica, en forma de comparaciones, ritmos verbales, expresiones agudas o relatos enigmáticos. Está destinado a lectores inteligentes, porque la mayor parte de las veces el esfuerzo de desentrañar sus contenidos exige una cierta preparación. La palabra "proverbio" se entiende también como refrán conciso, alegoría o adagio, siempre encerrando una enseñanza simple de la experiencia humana que puede contener o no una afirmación teológica.

Autor y época
Los Proverbios se atribuyen tradicionalmente al rey Salomón. Los capítulos 10 al 22, 16 así como 25 al 29 son atribuidos a Salomón y al menos se puede demostrar, por medio del uso que en ellos se hace de géneros literarios más arcaicos como el dístico, que son de los más antiguos del libro. Asimismo se hacen menciones a la vida cortesana que no podrían provenir de tiempos posteriores dado que el índice de esplendor y de florecimiento no será igualado en los reinados posteriores.
La sección de máximas de la segunda de ellas eran ya antiguas y muy bien conocidas en tiempos de Ezequías, esto es, durante las invasiones asirias de alrededor de 722 a. C. Sin embargo, también se encuentran algunos arameísmos que complican la datación o, al menos, dan cuenta de ciertos retoques o añadidos posteriores.

Canonicidad y uso en la liturgia
Las discusiones realizadas en ámbito judío sobre su canonicidad se cerraron tras el Concilio de Jamnia. Por su parte, en ámbito cristiano, Teodoro de Mopsuestia al parecer no negó que el libro de los Proverbios pertenezca al canon pero sí consideró que su contenido versaba sobre prudencia humana. Asimismo, en siglos posteriores algunos autores como Spinoza y Leclerc han negado también su canonicidad.

Estructura
Es muy difícil clasificar el contenido del libro, porque no ha podido encontrarse ningún orden lógico en la secuencia de proverbios que contiene. El orden de las secciones es indiferente a los contenidos, y dentro de cada una de ellas no se advierte ningún método. El libro tiene un prólogo, una serie de colecciones y un epílogo. El prólogo (Proverbios 1-9) consiste en un largo discurso que se interrumpe dos veces para insertar arengas que provienen de la Sabiduría, mientras que las dos grandes colecciones (Proverbios 10-22 y Proverbios 25-29) muestran la forma antiquísima del
mashal tradicional. La redacción actual, sin embargo, es muy posterior. Según los estudios de Whybray que han sido generalmente aceptados por los demás exegetas se puede dividir el libro de los Proverbios en ocho secciones:

1:8 – 9, 18 Elogio de la sabiduría
10:1 – 22, 16 Reglas de comportamiento
22:17 – 24, 34 Templanza y pereza
25 – 29 Diversas máximas
30:1-14 Sabiduría de Dios
30:15-33 Proverbios numéricos
31:1-9 Consejos a los reyes
31:10-31 Alabanzas a la mujer fuerte

Más simple, se puede clasificar en:
1 al 9 La Sabiduría
10 al 31:9 Los Refranes
31:10 al 31:31 Poema a la mujer virtuosa

La sabiduría en Israel
Aún cuando se exprese un cierto conocimiento práctico que permita alcanzar la felicidad, la sabiduría expresada en los libros sapienciales nunca deja de lado la fe en Yahveh mostrando así su profundidad religiosa antes que práctica o moral. Las fuentes usadas por estos sabios son los textos de los profetas. Otra característica es cierta tendencia a personificar o achacar a la sabiduría acciones humanas. La línea argumental del libro está claramente establecida en Proverbios 1:2-7. Se basa en el concepto de Sabiduría que se expresa en los Libros Sapienciales: el "sabio", que se presenta ante el pueblo como una persona que proviene de Dios y habla en Su nombre; por lo mismo, el sabio comparte algunos de los atributos de la divinidad. En otras oportunidades, la deidad misma asume el papel de sabio, como creador del mundo y organizador de la moral. La sabiduría de los Proverbios, en fin, son las enseñanzas de la filosofía teológica que enseñan al hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.

Contactos con otras tradiciones
Como la mayoría de la literatura sapiencial, los Proverbios demuestran en varios pasajes que los sabios que los escribieron (o Salomón mismo) tenían un fuerte contacto y un profundo conocimiento de la literatura sapiencial de Oriente y especialmente de Egipto. A pesar de ello, la adaptación a la mentalidad y el espíritu hebreo es perfecto, ya que no traicionan en ningún momento la estructura tradicional judía, su estilo ni su vocabulario.

Sentido Religioso
Además de la monocorde repetición de fórmulas casi idénticas, el libro contiene numerosos consejos y órdenes pedestres y terrenales, que no parecen tener relación alguna con un mensaje divino. Sus ideas de la vida y de la relación entre Hombre y Dios son simples y terrenales. Pero las verdades que expresa son incuestionables para el hombre con experiencia y la mayoría de los consejos no han perdido su validez a pesar de los miles de años transcurridos. La idea de que el Hombre ha sido llamado al servicio de Yahvéh no lo dispensa de actuar con sabiduría en los asuntos de menor rango, porque las virtudes naturales y la sabiduría de la tierra, el campo y la familia están en la raíz misma de la santidad. Para comprender acabadamente la literatura de este período se debe entender el punto de vista de los sabios y Salomón, a saber: la revelación cristiana, con su bien y su mal, su justicia y su pecado, son muy posteriores a su época, y el concepto de recompensa y castigo en el más allá les era completamente desconocido. Es por ello que los estrechos límites de sus enseñanzas parecen insuficientes desde el punto de vista de la religión y la moral cristianas modernas. Sin embargo, los sabios que escribieron los Proverbios lo hicieron como transmisores y depositarios de la sabiduría de sus antepasados, buscando la forma de transmitirla hasta nuestros días. Si este trabajo no se hubiera efectuado, estas antiguas tradiciones nos serían ajenas por entero.
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En el tiempo de Ezequías ya se mencionaba este hecho (“conforme al mandamiento de David”, 2 Crónicas 29:25-30) y también se citaban los Salmos de David y de Asaf. Por lo tanto, los Salmos ya habían sido reunidos en una suerte de colección. Los últimos Salmos fueron escritos en la época de Esdras (siglo V a. C.). El Salmo 137 se refiere claramente a la cautividad babilónica. Según algunos investigadores, fue Esdras, sacerdote y escriba, quien completó la colección final de los Salmos (Esdras 3:10).
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En el Nuevo Testamento se le atribuye a David la autoría de los siguientes Salmos:

-Salmo 2 (Hechos 4:25) y
-Salmo 95 (Hebreos 4:7).
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Encabezado de los Salmos
A excepción de unos pocos Salmos, todos los demás tienen un encabezado. Los 34 Salmos sin título son los siguientes: 1, 2, 10, 43, 71, 93-97, 99, 104-107, 111-119, 135-137, 146-150 (las palabras “Alabad a Dios o Alabad a Jehová " no son títulos, sino que pertenecen al texto).

Los encabezados más importantes son:

Masquil: Hay 13 Salmos que llevan este título: Salmo 32, 42, 44, 45, 52-55, 74, 78, 88, 89, 142). Probablemente, masquil signifique enseñanza o instrucción. 
Poema: Los Salmos 16 y 56 a 60 tienen como encabezado la palabra poema (en hebreo, mictam).
Cánticos graduales: Los Salmos 120 a 134 son cánticos graduales o canciones de las subidas, compuestos para ser cantados en los viajes hacia las grandes fiestas en Jerusalén o durante la subida al monte donde se hallaba asentado el Templo.
Al músico principal: Hay 55 Salmos de la época de David que tienen este encabezado. El músico principal ciertamente era el conductor del coro en el Templo. Por lo tanto podemos ver en este personaje una alusión al Señor Jesús mismo, quien dirige las alabanzas en medio de la asamblea (comparar Salmo 22:22; Hebreos 2:12).

Hay otras expresiones que no requieren ser estudiadas especialmente o que ya están explicadas en las diferentes ediciones de la Biblia.
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Una de las principales dificultades al tratar de interpretar los Salmos se debe a las cualidades de la poesía hebrea, expresión del ánimo peculiar del pueblo israelita, más intuitivo y sensible que el griego. La poesía hebrea se caracteriza por una métrica especial fundada en el paralelismo semántico: repetir la misma idea dos veces por lo menos con distintas palabras:

El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
(Salmo 10:11) R-V.

El malvado cree que Dios se olvida, que se tapa la cara y nunca ve nada (Salmo 10:11) DHH.

Son rasgos principales su concisión y carácter elíptico. Las ideas se fijan con pocas palabras, y se dejan implícitas muchas relaciones. Se renuncia a completar los nexos entre las ideas para que las palabras sueltas encuentren en el oyente lo que el poeta no consignó en el texto. Si a eso se añade que, por lo general, la poesía hebrea es breve, el trabajo exegético se dificulta mucho no existe entonces la posibilidad de confrontar el texto en estudio con otros y elaborar por este medio una explicación conjunta que ilumine el detalle. Si los poemas fueran más extensos, las distintas partes se iluminarían, y ayudarían a comprender el conjunto del poema. (Gunkel 1933:18). La brevedad y la elipsis de los poemas hebreos se resolvían en su época gracias a un contexto histórico y social que compartían el poeta y sus contemporáneos. El desconocimiento de ese contexto esconde actualmente el sentido real del poema y deja paso a toda clase de especulaciones.

Encabezamiento de los salmos atribuidos a:
-David, 73 Salmos los cuales hallamos principalmente en los Libros I, II y V. 
-12 Salmos llevan el nombre de Asaf, (probablemente la casa de Asaf); director del coro del templo de David (1 Crónicas 16:7; 2 Crónicas 29:30).
-10 Salmos, escritos por los hijos de Coré, (Salmos 42-43(1); 4445; 46-48(1) 47; 49; 84-85; 87)
-1 de estos [Salmo 88], menciona también a Hemán);
-2 Salmos, por Salomón, (Salmos 72 127), el Salmo 72 es “respecto de Salomón”, y al parecer lo escribió David. (Salmo 72:20).
-1 por Etán, (Salmo 89).
-1 por Moisés, (Salmo 90).

Algunas veces, David menciona en el encabezado del Salmo la razón por la cual lo ha compuesto:
Salmos 3, 7, 18, 34, 51, 54, 57, 59, 60, 63, 142. También hallamos uno de estos encabezados en 2 Samuel 22. En este capítulo leemos, palabra por palabra, un paralelo casi exacto del Salmo 18.

Continua en La Biblia XIV: Los Cinco Rollos I
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