Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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viernes, 19 de febrero de 2016

La Biblia XII: Profetas Anteriores II


Samuel Bendice a Saul, por Gustave Dore


Libro de Samuel
También llamado "Primer Libro de Samuel" o "1 Samuel", forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia y del Tanaj. En la Biblia católica se encuentra ubicado entre Rut y II Samuel.

División del libro en varias partes
Se cree que este libro formaba originalmente una sola obra con II Samuel y I y II Reyes. El enorme tamaño de este único rollo, compuesto seguramente por uno o dos autores, debe haber impulsado a su división arbitraria en cuatro partes de un tamaño más manejable. Tanto los LXX como la Vulgata latina llaman a I y II Samuel "I y II Reyes", respectivamente, y a I y II Reyes, "III y IV Reyes", reconociendo desde el origen la artificialidad de la división actual. Algunos autores argumentan, por el contrario, que al dividir los dos libros de Samuel se los "juntó" con ambos Libros de los Reyes unificándolos y suavizando sus diferencias.

Argumento
I Samuel cuenta la historia de Samuel, un importante profeta, y del reinado del rey Saúl hasta su muerte, incluyendo la guerra de los israelitas contra los filisteos y la gran hazaña del pastor David (más tarde rey de Israel) al derrotar al gigante Goliat.

Aspectos históricos
Las Doce Tribus se hallaban sumamente desorganizadas —por decisión propia—. En el período relatado por I Samuel, el peligro común las obligó a unirse. La conclusión lógica de este proceso político sería el establecimiento de una monarquía centralizada.

En consecuencia, Israel se hallaba un paso por detrás de sus vecinos —Moab, Edom y Amón— que ya se habían organizado en forma similar, incluso antes de que los judíos llegaran, liberados, de su largo periplo por el desierto tras el cautiverio en manos de los egipcios. El otro vecino de Israel, Siria tenía también un gobierno monárquico. Todas estas monarquías se diferenciaban así de las ciudades-estado como Canaán o de las tiranías lisas y llanas como los filisteos, constituyéndose en los primeros estados nacionales verdaderos de la región. En eso se convertirán, ni más ni menos, los reyes de Israel retratados en estos libros: en cabezas legales y visibles de un estado nacional organizado. Por supuesto, se comprende que la transición no fue abrupta, sino que se hizo en forma gradual. Luego de los jueces, Dios escoge un continuador a quien da el nombre de rey: Saúl. La transformación que el espíritu divino obra sobre este hebreo por lo demás corriente lo lleva a alcanzar grandes realizaciones. La nueva institución real aparece luego de la victoria amonita que se relata en I Samuel.

En I Samuel, el reinado de Saúl recibe el reconocimiento como autoridad nacional luego de la victoria hebrea contra los amonitas (1 Samuel 11). A pesar de la mirada teocrática que la Biblia otorga a estos gobernantes, siempre subsiste, como un halo de amenaza, cierto aspecto profano en todos los reyes. Todo el proceso explicado no posee una datación histórica segura: primero, porque no poseemos fuentes externas de lo dicho aparte de la Biblia misma y en segundo término porque estos libros se encuentran fuera de sincronía con el resto del Antiguo Testamento.

Aspectos religiosos
Como sucede con otros libros históricos de la Biblia, mediante la mera lectura se evidencia que I Samuel no ha sido escrito para el historiador, sino para el pueblo llano con interés en el aspecto religioso de los hechos narrados. El objetivo de lograr la unidad para mayor gloria de Yahveh ha fracasado bajo Saúl pero tendrá éxito con David, monarca ideal desde el punto de vista del cronista bíblico. Salomón hará tambalearse este andamiaje y los reyes posteriores merecerán la reprobación de los autores de Crónicas y Reyes.

Como las demás naciones, Israel ha querido tener un rey, pero Dios les ha impuesto como condición que este no será un profano, sino también el líder religioso del pueblo. El rey será el ejecutor de la voluntad de Dios en medio de su pueblo, y se le exige para ello que sea fiel y piadoso. Para que no olvide sus deberes, el profeta del Señor estará siempre al lado del monarca para guiarlo y reconvenirlo. Tras la reprobación de Saúl, llegará la fidelidad de David, el hombre elegido según el modelo de liderazgo que la divinidad pretende. No se conformará con nada inferior a él. De su simiente nacerá el Mesías, y este primer despertar de la esperanza mesiánica se extenderá por todos los tiempos hasta consolidarse en el Cristianismo.

II Libro de Samuel
(hebreo, ' שְׁמוּאֵל ב' Shemuel Bet), también llamado "Segundo Libro de Samuel" o "2 Samuel", forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia y del Tanaj. Es precedido en ambos textos por I Samuel y le sigue I Reyes.

División del libro en varias partes
Se cree que este libro formaba originalmente una sola obra con I Samuel y I y II Reyes. El enorme tamaño de este único rollo, compuesto seguramente por uno o dos autores, debe haber impulsado a su división arbitraria en cuatro partes de un tamaño más manejable. Tanto los LXX como la Vulgata latina llaman a I y II Samuel "I y II Reyes", respectivamente, y a I y II Reyes, "III y IV Reyes", reconociendo desde el origen la artificialidad de la división actual. Algunos autores argumentan, por el contrario, que al dividir los dos libros de Samuel se los "juntó" con ambos Libros de los Reyes unificándolos y suavizando sus diferencias.

Argumento
II Samuel cuenta la historia de Israel a partir de la muerte de Saúl (II Sam. 1-20) y el subsiguiente reinado de David, con un suplemento al final (II Sam. 21-24). En otras palabras, abarca, con su libro hermano, el período que va desde el establecimiento de una monarquía formal hasta el fin del gobierno de David. Incluye un período de guerra civil, el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén, el relato del pecado de David, un cántico de Acción de gracias y un oráculo acerca de la descendencia del rey. En estos libros se ve cómo la promesa de Dios hecha a Abraham se está realizando a través del reinado de David: la alianza iniciada con Abraham llega a su plenitud con David.

Aspectos históricos
Para disiparla, se hace menester conocer, al menos someramente, la historia bíblica de ese período.
Las Doce Tribus se hallaban sumamente desorganizadas. En el período relatado por II Samuel, el peligro común las obligó a unirse. La conclusión lógica de este proceso político sería el establecimiento de una monarquía centralizada.

En consecuencia, Israel se hallaba un paso por detrás de sus vecinos —Moab, Edom y Amón— que ya se habían organizado en forma similar, incluso antes de que los judíos llegaran, liberados, de su largo periplo por el desierto tras el cautiverio en manos de los egipcios. El otro vecino de Israel, Absalón tenía también un gobierno monárquico. Todas estas monarquías se diferenciaban así de las ciudades-estado como Canaán o de las tiranías lisas y llanas como los filisteos, constituyéndose en los primeros estados nacionales verdaderos de la región.

En eso se convertirán, ni más ni menos, los reyes de Israel retratados en estos libros: en cabezas legales y visibles de un estado nacional organizado.

Por supuesto, se comprende que la transición no fue abrupta, sino que se hizo en forma gradual. Luego de los jueces, Dios escoge un continuador a quien da el nombre de rey: Saúl. La transformación que el espíritu divino obra sobre este hebreo por lo demás corriente lo lleva a alcanzar grandes realizaciones. La nueva institución real aparece luego de la victoria amonita que se relata en I Samuel.

En II Samuel, el reinado de David conserva los tintes teocráticos que había tenido el de Saúl: ser rey depende de la gracia de Dios que quita u otorga. En el caso particular de este segundo rey, ha sido elegido por la divinidad desde su infancia para sustituir al rey anterior. A pesar de la mirada teocrática que la Biblia otorga a estos gobernantes, siempre subsiste, como un halo de amenaza, cierto aspecto profano en todos los reyes. Es así que II Samuel hace mucho menos hincapié en la voluntad divina que apoya a David, y destaca mucho más sus rasgos humanos, sin omitir ni siquiera aquellos abiertamente pecaminosos.

A pesar o gracias a ello, David es un gran político que comprende que la gran unificación de Israel no puede ser lograda si el rey mismo se rebaja a intervenir en las competitivas disputas entre las tribus. Para subrayar este hecho, traslada el Arca a Jerusalén, que no es capital de ninguna de las tribus en pugna sino una conquista personal suya, concentrando en un solo punto la sede de la vida religiosa y la capital política de la región.

Las tropas que lo apoyan son mercenarias, soldados de fortuna de amplia experiencia, que se quedarán junto a él de modo permanente para garantizar la paz y la armonía de su reinado. El hecho de que David necesite a tantos y tantos guerreros custodiando Jerusalén demuestra que la tan proclamada unidad política no se había logrado aún, al menos de manera definitiva.

La realidad era que, por más que David era a la vez rey de Judá y de Israel, el pueblo al que gobernaba estaba y se sentía aún dividido en dos. Solo los unía la obediencia al rey, lo que convertía al gobierno en una monarquía personalista y, por lo mismo, inestable. Más tarde, Salomón sufrirá el mismo problema: conseguirá sostener la unidad, pero la misma se hará trizas 24 horas después de su muerte. Todo el proceso explicado no posee una datación histórica segura: primero, porque no poseemos fuentes externas de lo dicho aparte de la Biblia misma y en segundo término porque estos libros se encuentran fuera de sincronía con el resto del Antiguo Testamento.

Aspectos religiosos
Como sucede con otros libros históricos de la Biblia, mediante la mera lectura se evidencia que II Samuel no ha sido escrito para el historiador, sino para el pueblo lleno con interés en el aspecto religioso de los hechos narrados. Los temas que sobresalen son: el cumplimiento de la promesa divina, la esperanza mesiánica proveniente de la casa de David con la promesa de un reino estable.
El objetivo de lograr la unidad para mayor gloria de Yahveh ha fracasado bajo Saúl pero tiene éxito con David, monarca ideal desde el punto de vista del cronista bíblico. Salomón hará tambalearse este andamiaje y los reyes posteriores merecerán la reprobación de los autores de Crónicas y Reyes.
Al revés que las demás naciones, Israel ha querido tener un rey, pero Dios les ha impuesto como condición que este no será un profano, sino también el líder religioso del pueblo. El rey será el ejecutor de la voluntad de Dios en medio de su pueblo, y se le exige para ello que sea fiel y piadoso. Para que no olvide sus deberes, el profeta del Señor estará siempre al lado del monarca para guiarlo y reconvenirlo.

Tras la reprobación de Saúl, llegará la fidelidad de David, el hombre elegido según el modelo de liderazgo que la divinidad pretende. No se conformará con nada inferior a él. Acaso como recompensa a la lealtad del rey, en 2 Samuel 7 Dios habla a Natán y le muestra una profecía acerca de los descendientes de David. De su simiente nacerá el Mesías, y este primer despertar de la esperanza mesiánica se extenderá por todos los tiempos hasta consolidarse en el Cristianismo. En este libro viendo una metodología cristiana se puede evidenciar la gran aparición del rey David en todas sus aventuras.

Libro de Reyes
I Reyes (hebreo מְלָכים א, Melajim Álef), es uno de los libros del Antiguo Testamento de la Biblia y del Tanaj. Tanto en la Biblia católica como en la judía, es precedido por el  Segundo Libro de Samuel, y sucedido por el Segundo Libro de los Reyes. Se lo conoce también como "1 Reyes", "Libro Primero de los Reyes", o Libro Tercero de los Reyes o III Reyes en la tradicional denominación de la LXX y la Vulgata latina.

División del libro original
Los investigadores suponen que, originariamente, I Reyes formaba un solo rollo con II Reyes y I y II Samuel. El importante tamaño del libro debe haber impulsado a alguien a dividirlo en cuatro partes más manejables, convirtiéndolo en cuatro rollos más pequeños[cita requerida].

Asuntos narrados
Este libro cuenta la historia de los reinos de Judá e Israel (a partir de 1 Reyes 12), haciendo hincapié muy particularmente en la grandeza del reinado de Salomón (1 Reyes 1-11).

La historia de los dos reinos
Judá e Israel son considerados independientemente, y analizados en forma exhaustiva. El Libro de 1 de Reyes comienza con el reinado de Salomón y termina con el profeta Elías. La diferencia entre ambos marca el tono del libro según muchos exégetas.

Salomón nace después de un escándalo en palacio entre David y Betsabé. Salomón es presentado como un buen rey al comienzo, ora por sabiduría y construye el Templo, tarea que insume siete años. Más tarde, según el relato, toma un gran número de esposas algunas de las cuales lo incitan a adorar a otros dioses, violando la Alianza con Yahvé.

A la muerte de Salomón, el reino unificado se divide. Judá es gobernada por Roboam, hijo de Salomón, mientras que Israel elige como soberano a Jeroboam. Según el libro, los israelitas fueron gobernados por una serie de reyes, muchos de los cuales fueron impíos e idólatras, lo cual alejó a la nación de Dios y ni aun la predicación de Elías pudo traerlos de regreso a Él. Entre los reyes más malvados se mencionan Acab y su esposa Jezabel, quienes prácticamente imponen el culto de Baal en lugar de Yahvé.

Elías trató de llevar a los israelitas de regreso a la adoración de Yahvé, aun desafiando a los sacerdotes idólatras de Baal a confrontarse con Dios en el Monte Carmelo. Desde luego Dios ganó. Esto hizo que la reina Jezabel se enojara (por decir poco) tanto, que ordenó la muerte de Elías, quien huyó y se escondió en el desierto. Deprimido y exhausto, le dijo a Dios: “déjame morir”. Pero Dios le envió comida y ánimo al profeta y le habló en un “suave murmullo”, y en el proceso salvó su vida para la obra aún por hacer.

Estructura
La descripción de los reinados sigue una pauta más o menos constante, pero algo diferente para cada uno de los reinos:

Reino de Judá
-Sincronismo del rey en cuestión con su contemporáneo de Israel;
-Edad del soberano al subir al trono;
-Duración del reinado;
-Nombre de su madre; y
-Juicio religioso sobre su mandato.

Reino de Israel
-Sincronismo del reinado con el de Judá;
-Duración del reinado; y
-Juicio (siempre negativo) que incluye una condena general de índole religiosa y una condena individual por haber continuado el error de dividir el reino.

Fórmulas de cierre
Son iguales para ambos reinos:

-Referencias detalladas a los anales de Judá e Israel;
-Muerte del rey y mención de su sepultura; y
-Si corresponde, nombre del hijo que lo sucede.

Discordancias en la estructura
La rígida estructura de los Libros de los Reyes se viola solo en tres oportunidades: a partir de la caída de Israel, durante el ciclo de Elías y al narrar la historia de Eliseo.

Junto con II Reyes, se puede también ver una estructura concéntrica en la cual los ciclos de Elías y Eliseo (I Reyes 17 -- II Reyes 12) estarían al centro y serían rodeados por tres anillos: el más remoto que habla del esplendor (I Reyes 1-11) y decadencia (II Reyes 18-25) de Jerusalén con la construcción y profanación del Templo respectivamente, y el inicio y fin de la dinastía real; seguido por el inicio (I Reyes 12-14) y fin (II Reyes 17) del Reino del Norte; y por un último anillo en el que se dan descripciones semejantes de los reyes de Judá (I Reyes 15-16 y II Reyes 13-16).

Intención del autor y doctrina
El escritor bíblico manipula libremente sus fuentes: a veces las nombra y cita, pero otras se aparta de ellas, las silencia y las omite.

Cuenta brevemente y con ligereza la expedición egipcia contra Israel (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1 Reyes 14:25-28». Biblia versión Reina-Valera relatando solamente el robo del Templo de Jerusalén por parte del Faraón y el modo en que se apropiaron de los escudos mandados a confeccionar por el rey Salomón. En cambio, no menciona en absoluto la decisiva batalla de Qarqar (853 a. C.).

La explicación es que los Libros de los Reyes no son en realidad históricos sino más bien (una constante en esta sección de la Biblia) historias religiosas. El autor se concentra en el Templo porque en él se consuma la relación del pueblo con Dios. Las normas del culto siguen al Deuteronomio y, en este sentido, el cumplimiento de la Ley (que se guarda precisamente en el Templo) y la reforma religiosa son el fin y el origen de la narración que el autor está redactando (al menos en su versión original).

Temas fundamentales
El concepto básico que transmiten los Libros de los Reyes se puede resumir con estas palabras: Un solo Templo y un solo Dios. Como Reyes no es un libro histórico sino la demostración de una tesis teológica, la conclusión se lee, por ejemplo, en la plegaria de Salomón en la ceremonia de dedicación del Templo (1 Reyes 8). Cada reinado, a su vez, colabora con esa demostración, porque todos los reyes de Israel son condenados. De los de Judá, solo ve con buenos ojos el autor a ocho (los ocho que han enfrentado al paganismo, han ayudado al Templo o han sido fieles a la Ley). De los ocho, solo dos son alabados extensamente.

Análisis de capítulos 8-15
Síntesis
No se expresa con claridad en parte alguna el propósito de estos libros. Pero aun una somera lectura se establecerá con claridad meridiana que el escritor se propone demostrar que aunque Israel tenía un pacto con Dios, la mayor parte de sus monarcas había rechazado y ultrajado las obligaciones inherentes a dicho pacto. se pasa revista tanto a los reyes de Judá como a los de Israel, y hasta donde es posible, se los trata según la época en la que vivían. La validez de cada monarca es determinada mediante la comparación con dos reyes de épocas anteriores, el rey David que se mantuvo bastante fiel al pacto, y el rey Jeroboam de Israel, que hizo caso omiso de dicho pacto. La comparación, hecha de esta forma, demuestra si un monarca determinado "anduvo en todo el camino de David su padre, o anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat" es evidente que el escritor de los Reyes descubrió que sobre estas bases muy pocos de los monarcas de Israel o de Judá guardaron el pacto con Dios. Notables excepciones son Asa (1 de Reyes 15), Josafat (1 de Reyes 22), Ezequías (2 de Reyes 18 -20) y Josías (2 de Reyes 22 -23), y aun estos adolecieron de algunos defectos. David fue el monarca que más se aproximó al ideal. Poco antes de morir, le aconseja a su hijo Salomón que guarde los preceptos de Jehová (1 de Reyes 2:3). Esa conducta es la única esperanza de prosperidad y paz. El apartarse de ese camino, de esa conducta equivalía a exponerse al juicio divino.

Capítulo 8
El arca, que contiene las dos tablas de piedra, es colocada en el lugar santísimo — La gloria de Jehová llena el templo — Salomón ofrece la oración dedicatoria — Pide bendiciones temporales y espirituales sobre el Israel arrepentido y suplicante — El pueblo ofrece sacrificios y adora durante catorce días.

Salomón reunió al pueblo no solo para dedicar el templo sino para que ellos confirmaran su entrega a Dios. ¿Cuál era la diferencia entre el templo y el tabernáculo, y por qué los israelitas cambiaron de uno a otro? El tabernáculo era un lugar móvil de adoración diseñado para el pueblo cuando viajaban hacia la tierra prometida. El templo era un lugar permanente de adoración a Dios después de que los israelitas estaban en paz en su tierra. Traer el arca del pacto al templo significó la presencia actual de Dios en ese lugar. 1 de Reyes 8:2 “…Se reunieron con el rey Salomón todos los hombres de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, el día de la fiesta solemne…” La dedicación del templo coincidió con la Fiesta de los Tabernáculos, alrededor de 11 meses luego de haber terminado su construcción. "La nube que llenó la casa de Jehová", son tomadas por algunos como una alusión al Espíritu Santo. Los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar. Evidentemente, la presencia del Señor no se los permitía. Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel: Salomón tenía la intención de que esta fuera una espectacular “ceremonia de apertura” para el templo. Probablemente estaba en la escala de las grandes producciones de las ceremonias de apertura de nuestros modernos juegos Olímpicos. Para traer el arca del pacto de Jehová: El templo no estaba “abierto” sino hasta que el arca del pacto fue colocado en el lugar santísimo. El arca era el artículo más importante en el templo. El templo fue terminado en el octavo mes (1 Reyes 6:38), pero Salomón eligió el séptimo mes para la dedicación, once meses después, "cuyo tiempo el escogió por un respeto común a la conveniencia de su pueblo, porque ahora ellos habían juntado todos sus frutos, y ahora ellos estaban por subir a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos." También puede haber otra razón. “Ya se había observado que Salomón había diferido la dedicación del templo hacia el siguiente año después de que fuera terminado, porque ese año, de acuerdo con el Arzobispo Usher, era el jubileo."

Capítulo 9
Yavhe se le aparece nuevamente a Salomón — Yavhe promete grandes bendiciones si los israelitas son obedientes y advierte de grandes maldiciones si se apartan de él — Salomón reina con esplendor — Impone tributo sobre los que no son israelitas y construye una flota de naves. Salomón fue especialmente bendecido por Dios. El versículo 2 relata como Dios le apareció por segunda vez, después de la dedicación del templo (véase 1 Reyes 3:4-14). Le dio palabras de ánimo acerca de su gran oración dedicatoria que aparece en el capítulo 8. “Yo he oído tu oración y tu ruego” (9:3) Dios confirmó haber santificado la casa y que sus ojos y corazón estarían siempre en ella. Esas palabras ciertamente eran de gran ánimo para Salomón. Dios le marcó a Salomón el camino: (1) andar delante de mí como anduvo David tu padre, de corazón, (2) hacer las cosas que yo te he mandado, (3) guardar mis estatutos y decretos.

Capítulo 10
La reina de Saba visita a Salomón — La riqueza y la sabiduría de Salomón exceden a las de todos los reyes de la tierra.

Según el Antiguo testamento , la anónima reina de la tierra de Saba acude a Israel habiendo oído de la gran sabiduría del rey Salomón, llevando regalos de especias, oro y piedras preciosas.

Otras versiones como el relato del Corán y el kebra nagast cuentan que la reina quedó tan impresionada con la sabiduría del rey Salomón que se convirtió al monoteísmo y hasta se llegó a decir que la mencionada reina tuvo un hijo del rey hebreo. Sin duda, la cualidad más sobresaliente del rey Salomón, y la que lo hizo famoso, fue su gran sabiduría. La sabiduría de Salomón fue tal que un rabino afirmó: «El que ve a Salomón en un sueño puede esperar sabiduría». Esto alude al hecho de que Salomón recibió su gran don en un sueño, pues Dios se le apareció y ofreció conceder al joven rey su mayor anhelo. La muestra de sabiduría en el conflicto entre dos prostitutas que afirmaban ser la madre del mismo bebé también se menciona en los escritos rabínicos. Se ha dicho de Salomón que no dependía de testigos para decidir un caso, sino que con solo mirar las partes en disputa, sabía cuál tenía razón y cuál no.

Capítulo 11
Salomón se casa con mujeres que no son israelitas y sus esposas desvían el corazón del rey hacia la adoración de dioses falsos — Jehová levanta adversarios en contra de él, entre ellos a Jeroboam hijo de Nabat — Ahías promete a Jeroboam que será rey de diez tribus — Salomón muere y Roboam reina en su lugar.

El mayor de los reinos en la historia de Israel comenzó a tambalearse, no por presiones externas, sino a causa de su debilidad interna. No solo le estaba prohibido a Salomón dedicarse a criar caballos, sino casarse con muchas mujeres. La razón de estas restricciones era que las mujeres paganas podían llevar el pueblo de Dios a la idolatría. Como el Señor había advertido, eso fue lo que sucedió. A pesar de toda su sabiduría, Salomón tenía algunos puntos débiles. No lograba negarse a los deseos lujuriosos ni dejaba de transigir con sus esposas paganas. Ya sea que se casara para fortalecer las alianzas políticas o para obtener un placer personal, estas esposas extranjeras lo llevaron a la idolatría. 1 de Reyes 11:5 “…Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas…” Astoret : La diosa cananea de la fertilidad, cuyo culto incluía no solo ritos sexuales, sino astrología. El culto de Moloc incluía sacrificios humanos, especialmente de niños. El culto de Quemos también era cruel y centrado en la astrología. No obstante, para consolidar el poder político de Israel en la región, contrajo matrimonio con una de las hijas del faraón del Antiguo Egipto Siamón. Salomón se fue rodeando de todos los lujos y fue adquiriendo la grandeza externa de un monarca oriental. Esto hizo, sin embargo, que en la segunda mitad de su reinado cayera en la idolatría, inducido por sus numerosas esposas extranjeras. De acuerdo con 1 Reyes 11:3, «tuvo -contrariando la Ley (Deuteronomio 7:3,4)- setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y esas mujeres le desviaron el corazón» (1 Reyes 11:3). En las transacciones, el rey demostraba que ya no era justo. Reavivó el tema de la esclavitud en los infieles. Permitió sacerdotes que en muchos casos eran indignos. Se cubrió de elementos de guerra (carrozas y caballos). Aquel pecado de Salomón (priorizar la obtención de riquezas por sobre la Ley de Dios) fue la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel. [La división de Israel era inexorable, pero ocurriría en la generación de su hijo] (1 Reyes 11:1-12). Pero aunque cometió este pecado (caer en la vanidad, la soberbia...), se arrepintió y luego escribió el Libro de Eclesiastés para aconsejar a otros a que no siguieran su ejemplo. Allí menciona «vanidad de vanidades, todo es vanidad» y esto se refiere a su vida inicua. Salomón escribe este libro como un testimonio y ejemplo de que las cosas de este mundo no son duraderas.

Capítulo 12
Roboam trata de imponer cargas más pesadas sobre el pueblo — Las diez tribus se rebelan y se vuelven a Jeroboam — Jeroboam se entrega a la idolatría y adora dioses falsos. Cuando Roboam, hijo de Salomón, hizo un llamamiento para una asam­blea nacional en Siquem, Jeroboam fue invitado como representante de los ancianos que solicitaban una reducción en los impuestos. Ignorándolo, Ro­boam se enfrentó con una rebelión y huyó a Jerusalén. Mientras Judá y Benjamín corrieron en su apoyo, las tribus separadas hicieron rey a Jero­boam. La guerra civil y el derramamiento de sangre quedaron conjurados cuando Roboam escuchó la advertencia del profeta Semaías para retener sus fuerzas. Esto dio a Jeroboam la oportunidad para establecerse como rey de Israel. La guerra civil prevaleció durante 22 años del reinado de Jeroboam, aunque la Escritura no indica la extensión de dicha guerra. Indudablemente la agresividad de Roboam fue atemperada por la amenaza de la invasión egipcia, pero II Crónicas 12:15 informa de una constante situación de gue­rra. Incluso ciudades en el Reino del Norte fueron atacadas por Sisac. Tras la muerte de Roboam, Jeroboam atacó Judá, cuyo nuevo rey, Abíam, había rechazado a Israel hasta el extremo de tomar el control de Betel y otras ciudades israelitas (II Crón. 13:13-20). Esto pudo haber tenido algún efecto sobre la elección de Jeroboam de una capital. Al principio, Siquem fue fortificada como la ciudad capital. Si la fortificación de Penuel, al este del Jordán, tuvo la misma implicación, es algo que no parece cierto. Jero­boam residió en la bella ciudad de Tirsa, que fue utilizada como la capital bajo la próxima dinastía (I Reyes 14:17). Aparentemente Jeroboam encon­tró interesante el retener la pauta gubernamental del reino como había preva­lecido en tiempos de Salomón.

Jeroboam tomó la iniciativa en cuestiones religiosas. Naturalmente no quiso que su pueblo acudiese a las sagradas festividades de Jerusalén, por si acaso volviesen a una alianza con Roboam. Erigiendo becerros de oro en Dan y en Betel, instituyó la idolatría en Israel (II Crón. 11:13-15). Nom­bró sacerdotes libremente ignorando las restricciones de Moisés y permitien­do a los israelitas ofrecer sacrificios en varios lugares altos por todo el país. Como sacerdote, no solamente oficiaba ante el altar sino que también, cambió un día de fiesta desde el mes séptimo al octavo (I Reyes 12:25-13:34).

Capítulo 13
Jeroboam es herido y luego es sanado por un profeta de Judá — El profeta entrega su mensaje; un profeta de Bet-el lo desvía del camino y aquel es muerto por un león por su desobediencia — Jeroboam continúa la adoración falsa en Israel.

La agresividad de Jeroboam en la religión fue atemperada cuando fue advertido por un profeta innominado de Judá. Este hombre de Dios, intré­pidamente advirtió al rey, mientras se hallaba de pie y quemaba incienso ante el altar en Betel. El rey inmediatamente ordenó su arresto. El men­saje del profeta, sin embargo, recibió confirmación divina en el destrozo del altar y la incapacidad que tuvo el rey de retirar la mano con la que apun­taba hacia el hombre de Dios. Repentinamente, el mandato desafiante del rey se cambió en súplica por su intercesión. La mano de Jeroboam fue restau­rada conforme el profeta oraba a Dios. El rey deseó recompensar al profeta, pero este último no quiso ni siquiera aceptar su hospitalidad. El hombre de Dios estaba bajo órdenes divinas de marcharse inmediatamente. La consecuencia para el fiel ministerio de este hombre de Dios es digna de notarse. Siendo engañado por un viejo profeta de Betel, el profeta de Judá aceptó su hospitalidad y así precipitó el juicio divino. De vuelta a su hogar, fue muerto por un león y llevado a Betel para su entierro. Tal vez la tumba de este profeta sirvió como recordatorio para las sucesivas generaciones de que la obediencia a Dios era esencial. Ciertamente que tuvo que haber tenido una gran significación para Jeroboam.

Capítulo 14
Ahías predice la ruina de la casa de Jeroboam, así como la muerte de su hijo y la dispersión de los israelitas por causa de su idolatría — Jeroboam muere y Nadab reina — Judá, bajo Roboam, se vuelve a la iniquidad — Sisac, rey de Egipto, toma los tesoros del templo — Roboam muere y Abiam reina

La consecuencia para el fiel ministerio de este hombre de Dios es digna de notarse. Siendo engañado por un viejo profeta de Betel, el profeta de Judá aceptó su hospitalidad y así precipitó el juicio divino. De vuelta a su hogar, fue muerto por un león y llevado a Betel para su entierro. Tal vez la tumba de este profeta sirvió como recordatorio para las sucesivas generacio­nes de que la obediencia a Dios era esencial. Ciertamente que tuvo que haber tenido una gran significación para Jeroboam.

Otro aviso le llegó a Jeroboam por mediación del profeta Ahías. Cuan­do su hijo, Abías, cayó gravemente enfermo, Jeroboam envió a su esposa a consultar al anciano profeta a Silo. Aunque ella iba disfrazada, el profeta ciego la reconoció inmediatamente. Fue enviada de vuelta a Tirsa con el sombrío mensaje de que su hijo no se recobraría. Además, el profeta la advirtió que el fallo en guardar los mandamientos de Dios precipitaría el jui­cio divino, el exterminio de la dinastía de Jeroboam y la cautividad para los israelitas. Antes de que ella llegara al palacio, el niño murió.

A despecho de todas las advertencias proféticas, Jeroboam continuó practicando la idolatría. La lucha civil indudablemente debilitó tanto a Israel, que Jeroboam incluso perdió la ciudad de Betel en los días de Abiam, el hijo de Roboam. Al paso de pocos años, el terrible aviso del profeta fue cumplido en su totalidad. Nadab, el hijo de Jeroboam, reinó menos de dos años. Mientras ponía sitio a la ciudad filistea de Gibetón, fue asesinado por Baasa. Aunque Roboam trató de recuperar el territorio de Israel, desistió a causa (supuestamente) de la profecía del profeta Semeyas, según la cual, ello contravenía la voluntad de Yavé. En el futuro, ambos reinos se enfrentarían frecuentemente, lo que aprovecharían los Estados enemigos vecinos. Así, en el quinto año de reinado de Roboam, se produjo la invasión del faraón Sheshonq I, que pudo saquear el Templo de Jerusalén.

Roboam rey de Judá que reinó entre 928 y 913 a. C. Fue hijo de Salomón con Naamah. Su reinado está consignado en el Primer Libro de Reyes.

Capítulo 15
En Judá, Abiam (Abías) reina con iniquidad y posteriormente Asa reina con rectitud — Nadab y después Baasa reinan con iniquidad en Israel — Baasa destruye la casa de Jeroboam.

Abías (Abiam) sucedió a su padre Roboam, el primer rey de Judá, después de que el reino fue dividido en Judá e Israel. En 2 Crónicas 13 se describe una batalla en particular, en la que el ejército de Israel se levantó en contra de Judá. Abías dijo a Jeroboam y a Israel: “¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y os habéis designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses? Mas en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios, y no le hemos dejado; y los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón, y los que están en la obra son levitas, los cuales queman para Jehová los holocaustos cada mañana y cada tarde, y el incienso aromático; y ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero de oro con sus lámparas para que ardan cada tarde; porque nosotros guardamos la ordenanza de Jehová nuestro Dios, mas vosotros le habéis dejado. Y he aquí Dios está con nosotros por jefe, y sus sacerdotes con las trompetas del júbilo para que suenen contra vosotros. Oh hijos de Israel, no peleéis contra Jehová el Dios de vuestros padres, porque no prosperaréis” (2 Cronicas 13:9-12). Debido a que Abías puso su confianza en Dios, Dios le dio una extraordinaria victoria sobre Jeroboam, quien se había levantado en contra de él junto con las diez tribus apóstatas. Debido al relato anterior sobre la victoria de Abías, podríamos tener la tentación de concluir que él fue un poderoso hombre de Dios. Sin embargo, veremos que su carácter estaba lejos de ser deseable. Abías era lujurioso. Leemos en 2 Crónicas 13:21: “Pero Abías se hizo más poderoso. Tomó catorce mujeres, y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas”. También encontramos que caminó en los pecados de su padre: idolatría y sodomía. 1 Reyes 15:3 dice: “Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre”. Así, hay dos ilustraciones diferentes del mismo hombre: una describe a un hombre que era poderoso y que confiaba en Dios durante la batalla, la otra describe a un hombre que era extremadamente lujurioso y que practicaba el mal.

Asa. Era hijo de Abías, y se nos dice que hizo lo recto ante los ojos del Señor, como David su padre. Es interesante notar que las heridas y las ofensas perduran generación tras generación. Las generaciones del presente asumen las ofensas de las generaciones pasadas. Por esto, las divisiones entre el pueblo de Dios son muy serias. Los hijos de aquellos que se habían apartado de la verdad, estaban cargando con las ofensas de sus padres y atacaban a los piadosos. Hubo constantes guerras entre Israel y Judá, pero Dios permitió que esta separación ocurriera, a causa de las diferencias en el corazón de los pueblos. Leemos en 2 Crónicas 14:2-6: “E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado. Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz”. La justicia de Asa trajo prosperidad a la tierra de Judá.

II Libro de Reyes
II Reyes (hebreo, מְלָכִים ב, Melajim Bet), es uno de los libros del Antiguo Testamento de la Biblia; y el último de los de profecía. Es precedido por el Primer Libro de los Reyes y le siguen el Primer Libro de las Crónicas en las versiones modernas de la Biblia, y el libro de Isaías en la Biblia judía. Se lo conoce también como "2 Reyes", "Libro Segundo de los Reyes", o "IV Reyes" (en los LXX y la Vulgata Latina).

División del libro original
Originariamente, II Reyes formaba un solo rollo con I Reyes y I y II Samuel. El importante tamaño del libro debe haber impulsado a alguien a dividirlo en cuatro partes más manejables, convirtiéndolo en cuatro rollos más pequeños. Por lo tanto, a todos los efectos prácticos debe considerarse uno solo a los cuatro libros. De hecho, en las versiones griega y latina se llama a I y II Samuel "I y II Reyes".

Asuntos narrados
En este libro continúa la historia de los reinos de Judá e Israel desde la muerte de Salomón (929 a. C.) hasta la caída de Samaria (722 a. C.) y de Jerusalén (587 a. C.). También relata los milagros del profeta Eliseo. Desde 2R. 18 hasta el final del libro se continúa la historia para culminar en el Cautiverio de Babilonia.

La historia de los dos reinos
Judá e Israel son considerados independientemente, y analizados en forma exhaustiva y completa. Se estudia un reinado de uno de ellos y a continuación se explica el del reino hermano en el mismo período.

Estructura
La descripción de los reinados sigue una pauta más o menos constante, pero algo diferente para cada uno de los reinos:

Reino de Judá
Sincronismo del rey en cuestión con su contemporáneo de Israel;
Edad del soberano al subir al trono;
Duración del reinado;
Nombre de su madre; y
Juicio religioso sobre su mandato.
Reino de Israel
Sincronismo con el reinado de Judá;
Duración del reinado; y
Juicio (siempre negativo) que incluye una condena general de índole religiosa y una condena individual por haber continuado el error de dividir el reino.
Fórmulas de cierre
Son iguales a I Reyes para ambos reinos

Discordancias en la estructura
La rígida estructura de los Libros de los reyes se viola sólo en tres oportunidades: a partir de la caída de Israel, durante el ciclo de Elías y al narrar la historia de Eliseo.

Alcance del libro
II Reyes concluye con la deportación de los hebreos a la Mesopotamia. Tiene dos apéndices muy cortos que narran el reinado y muerte de Godolías (Guedaliá) y la historia de Joaquín (Yehoyakim).

Intención del autor y doctrina
El escritor bíblico manipula libremente sus fuentes: a veces las nombra y cita, pero otras se aparta de ellas, las silencia y las omite.

La destrucción definitiva de Israel ocupa exactamente cuatro versículos (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «2 Reyes 17:3-6». Biblia versión Reina-Valera, y algunos reinados históricamente muy importantes son despachados con una liviandad que confunde a los historiadores modernos.

La explicación es que los Libros de los Reyes no son en realidad históricos (una constante en esta sección de la Biblia) sino historias religiosas. El autor se concentra en el Templo porque en él se consuma la relación del pueblo con Dios. Las normas del culto siguen al Deuteronomio y, en este sentido, el cumplimiento de la Ley (que se guarda precisamente en el Templo) y la reforma religiosa son el fin y el origen de la narración que el autor está redactando (al menos en su versión original).

Temas fundamentales
El concepto básico que transmiten los Libros de los Reyes se puede resumir con estas palabras: Un solo Templo y un solo Dios. Como Reyes no es un libro histórico sino la demostración de una tesis teológica, la conclusión se lee en las reflexiones del escritor acerca de la destrucción de Israel en 2R. 17. Cada reinado, a su vez, colabora con esa demostración, porque todos los reyes de Israel son condenados. De los de Judá, solo ve con buenos ojos el autor a ocho (los ocho que han enfrentado al paganismo, han ayudado al Templo o han sido fieles a la Ley). De los ocho, solo dos son alabados extensamente.

Continua en La Biblia XII: Profetas Posteriores I
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lunes, 8 de febrero de 2016

La Biblia XII: Profetas Anteriores I

Josué ora a Dios para que el sol se detenga, por Gustave Dore

La división de los profetas de la Biblia en dos partes corresponde a una división cronológica y también una división literaria. La división cronológica, es decir, de tiempo, entre los profetas anteriores y los profetas posteriores cae más o menos entre el séptimo y el octavo siglo antes de Cristo. Los profetas anteriores cubren mayormente los eventos desde la entrada en la tierra prometida de Canaan por el pueblo de Israel, hasta el exilio al comienzo del sexto siglo antes de Cristo. Principalmente, pues, Los Profetas Anteriores cubren los eventos entre el siglo trece y el siglo siete antes de Cristo. Los Profetas Posteriores, en cambio, cubren principalmente los siglos ocho a cuatro antes de Cristo, aunque en una pequeña parte, corresponden al mismo período.

La otra división es literaria. Los Profetas Anteriores son libros históricos, es decir, relatan eventos de la historia de Israel, mientras que Los Profetas Posteriores relatan las profecías de los grandes profetas de los reinos de Israel y Judá. Los escritos históricos no caen dentro del género que nosotros normalmente llamamos profecía. En qué sentido, pues, podemos decir que Los Profetas Anteriores son profetas? Si no hay profecía, cómo pueden ser llamados profetas? Aquí vemos algo de lo amplio que es la profecía bíblica, y lo estrecho que es, muchas veces, nuestro entendimiento de ella. La profecía es más que un mero predición del futuro. La profecía es también la capacidad de discernir el movimiento de Dios en la historia: pasado, presente y futuro. Estos libros, llamados Los Profetas Anteriores, relatan la historia desde una perspectiva espiritual. Los escritores de estos libros no únicamente ven la historia, sino también ven la mano de Dios moviendo en ella. Esta capacidad y este entendimiento vienen sólo bajo la dirección del Espíritu Santo. Esta interpretación de los eventos históricos relacionados con el pueblo de Israel en esa época no es nada menos que una explicación divina de las causas y los propósitos de estos eventos.

Al leer estos libros será claro al lector que su interpretación histórica depende directamente de los libros del Pentateuco. En el Pentateuco, vimos como Dios creó al mundo para que lo glorifique. El ser humano era clave en la revelación de la gloria de Dios en la creación, siendo imagen y semejanza de él. Después vimos cuan pronto el ser humano cayó en pecado, y los desastrosos resultados de ese pecado. A pesar de todo, Dios sigue adelante con su plan de revelar su gloria en nosotros. Para implementar ese plan, Dios eligió a Abraham, como padre de muchas naciones. Eligió también al pueblo de Israel, descendencia de Abraham, para ser su pueblo modelo en el mundo. Lo liberó de la esclavitud en Egipto, y le dio la ley escrita por medio de Moisés llevándolo a la tierra prometida de Canaan para que pudieran vivir según la ley y demonstrar a todas las naciones la grandeza y la gloria de Jehová.

El libro del Deuteronomio termina cuando el pueblo de Israel estaba a punto de entrar en la tierra prometida para comenzar su tarea como pueblo modelo. Al final de este libro, Moisés les exhortaba a guardar toda la ley, para que pudieran vivir tranquilamente en la tierra que el Señor su Dios les iba a dar. En su exhortación, Moisés les explicaba lo bueno que pasaría con ellos si guardaran la ley, y lo malo que les caería ensima si no la guardaran. Los libros de Los Profetas Anteriores eran escritos precisamente para demonstrar la verdad de las profecias de Moises. Claramente estos libros demuestran que cuando el pueblo de Israel se pegaba a la ley de Dios, Dios bendijo sus propósitos, pero cuando extravían de esa ley, Dios permitía caer ensima de ellos todo tipo de calamidad. Los profetas anteriores escribieron precisamente para proclamar al pueblo de Israel y también a la Iglesia de hoy, que Dios es fiel a sus promesas. Si nosotros vivimos según su ley, experimentaremos todo tipo de bendición de la mano de Dios, pero si violamos esa ley, podemos esperar todo tipo de juicio de la misma mano de El.

Aquí vemos la importancia de estos libros para la Iglesia hoy día. Muchas veces ignoramos las historias del Antiguo Testamento, pensando que sólo tiene que ver con los Judíos y no con nosotros. Pablo dijo una vez, refiriendose a las historias de Israel, Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron (1 Corintios 10:6). Las historias de los profetas anteriores son profecías para la Iglesia de Jesucristo, exhortándonos a dejar los pecados y sus resultados desastrosos y pegarnos a Jesús, fuente de ley santa y divina. Así, llenos del Espíritu Santo, nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, cumplimos la justicia de la ley (Romanos 8:4). No seamos torpres, aprendamos la lección.

Los Profetas Anteriores abarcan solamente los libros Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes. Los demás libros históricos, a saber, Rut, 1 y 2 Crónicas, Esdras y Nehemías, en verdad pertenecen a la sección de los Escritos del canon Hebreo. Por eso los consideraremos en otro estudio bajo el titulo Escritos Históricos.

Libros históricos
Se denomina Libros Históricos de la Biblia a una amplia colección de textos ubicada a continuación del Pentateuco y seguida por los Libros Sapienciales. Aunque los cinco primeros libros del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) son, técnicamente, también libros históricos, por su importancia histórica, legal y religiosa se les ha otorgado una categoría especial: Pentateuco para los cristianos (Torá, "la Ley" del Tanaj hebreo).

Período narrado
Los textos históricos cuentan la historia de la humanidad y el pueblo de los judíos desde la muerte de Moisés hasta la rebelión macabea contra el helenismo. En líneas generales, podemos decir que abarcan el período comprendido entre 1240 a. C. y 173 a. C. (unos 11 siglos). Desde la conquista de la Tierra Prometida por los hebreos hasta la lucha contra los griegos, grandes conflictos históricos llegaron y pasaron, y se narran en uno u otro de estos libros: la guerra contra Asiria, la invasión de los babilonios de Nabucodonosor II, la ascensión de los jueces como Rut y Sansón y el período monárquico representado tanto por el rey Saúl como por sus sucesores David y Salomón. La transición de ser un pueblo henoteísta, con diferentes costumbres según las tribus, a pasar a ser un pueblo monoteísta.

Libros de la colección
Los Libros Históricos de la Biblia son doce: Josué, Jueces, Rut, I y II Samuel, I y II Reyes, I y II Crónicas, Esdras, Nehemías, Libro de Ester.

Idioma
Los Libros Históricos se escribieron en hebreo, con las siguientes excepciones: algunos capítulos de Esdras y Daniel y un versículo de Jeremías fueron escritos en arameo.

Canonicidad
Poseemos la mayoría de las versiones hebreas o arameas de los libros históricos, los que son considerados canónicos tanto por católicos y protestantes como por los judíos.

Sin embargo, de algunos textos sólo sobrevive el texto en griego. Al carecer de las versiones hebreas o arameas, judíos y protestantes los consideran apócrifos y por lo tanto se los excluyen de sus Biblias, aunque los católicos los aceptan, llamándolos deuterocanónicos. Se encuentran incluidos en este caso los libros de Judit, Tobías y ciertas partes de Ester (10:4-16:24) entre los libros históricos. A ellos se suman el sapiencial Eclesiástico, y Baruc y partes de Daniel entre los libros proféticos.

Historiografía bíblica
Entre los antiguos hebreos el pasado era importantísimo. Sin descartar en ningún momento la esperanza en un futuro mejor, su propia naturaleza de pueblo del Pacto, de pueblo elegido, obligaba a los judíos a estudiar y repasar en profundidad su pasado, esto es, los tiempos en que, de pueblo perseguido y esclavizado había pasado a ser el "ejército de Yahveh".

Sin embargo, los libros históricos de la Biblia presentan diferentes grados de "historicidad". Esto se debe a que cada uno de los textos tiene su propia manera de relatar la historia. Y muchos fueron siendo reeditados con el tiempo según los intereses de las castas gobernantes.

Es por eso que los expertos han dividido a los libros históricos en seis grupos, dependiendo de su grado de certeza histórica y de los métodos utilizados por sus autores:

David y Salomón (Libros de los Reyes): se toma este período como punto de partida porque es aquí cuando comienza a escribirse verdadera historia en el sentido moderno.
Período intermedio: compuesto por Samuel.
Los Jueces: tiempo en que Israel está dividida y su cultura amenazada por trampas de toda clase.
Éxodo: mucho mejor conservado que el grupo anterior, primero porque se estilaba en aquel tiempo llevar registro minucioso de los hechos, y también porque Israel no se había dividido y el caos subsiguiente estaba aún muchos años en el futuro.
Los Patriarcas: historias relativas a Moisés y Abraham, con medio milenio de distancia entre uno y el otro.
Los orígenes: la creación, genealogías y sistema cronológico particular que pretenden explicar toda la historia que vendrá después.

Libro de Josue
El Libro de Josué (en hebreo, ספר יהושע‎, Sefer Yehoshúa) es el primer libro de los Nevi'im —segunda de las tres partes en que se divide el Tanaj— y sexto libro del Antiguo Testamento. 
Se encuentra ubicado entre el Deuteronomio (último libro del Pentateuco), que termina con la muerte de Moisés a las puertas de Canaán y el Libro de los Jueces.

El libro narra la entrada de los israelitas a la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué, y de servir a Dios en la tierra. Toma su nombre a partir del hombre que sucedió a Moisés como líder de las tribus hebreas. Junto con el Deuteronomio, Jueces, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes y 2 Reyes, pertenece a una tradición de la historia y la ley judía, llamada deuteronómica, que se comenzó a escribir hacia el 550 a. C. durante el exilio babilónico.

Contenido
La comision de Dios a Josue (capítulo 1)
El libro comienza con una breve introducción en donde Josué es designado por Yahvé como sucesor de Moisés, con el compromiso de introducir al pueblo de Israel en la Tierra Prometida. (Josué 1) Josué se había destacado ya en el libro del Éxodo por su valor en la batalla contra los Amalecitas, (Éxodo 17:8-16) y en el libro Números es uno de los hombres enviados por Moisés a explorar la tierra de Canaán. (Números 13:1-33)
Entrada a la Tierra y su conquista (capítulos 2-12)
El libro narra detalladamente una serie de victorias en la Tierra Prometida (Josué 2-12), involucrando a Jericó y Ai, extendiéndose luego hacia el sur y hacia el norte.
División de la tierra (capítulos 13-21)
Posteriormente, el reparto que su protagonista efectúa entre las distintas tribus (Josué 13-21). Siguen a continuación algunos apéndices que dan cuenta de la Asamblea de Siquem y de las disposiciones de Josué.
Despedida de Josué (capítulos 22-24)
Por último, el libro termina con el discurso de despedida al pueblo de Josué y su muerte. (Josué 22-24)

Naturaleza del libro
Un simple vistazo al conjunto del libro nos hace ver que consta de tres partes: la conquista de Canaán (caps. 1-12), la distribución de los territorios conquistados (caps. 13-21) y la unidad de Israel fundada en la fe (caps. 22-24).

El Libro de Josué forma un corpus ideológico y conceptual con los libros del Pentateuco: así como el Génesis importa una promesa y los otros cuatro libros de la Torá son los libros de los mandamientos y las leyes, Josué es el libro donde se relatan las realizaciones, en el que Yahveh se evidencia fiel a sus promesas, las que cumple acabadamente cuando el pueblo judío lo obedece con docilidad.

Josué (personaje bíblico)
Josué o Yehoshúa (en hebreo: יְהוֹשֻׁעַ) es el nombre del sucesor de Moisés, cuyo significado es Yahveh salva o Yahveh de salvación. Josué es un destacado profeta bíblico, cuya vida es narrada en el Libro de Josué. Fue escogido por Dios para suceder a Moisés como líder de los israelitas durante la conquista de Canaán; Josué conquistó la mayor parte del territorio de la tierra prometida y la distribuyó entre las doce Tribus de Israel. Ello tuvo lugar posiblemente hacia 1230-1210 a. C. Es venerado por el judaísmo, el cristianismo y el islam.

Vida de Josué
Según los textos bíblicos, fue el sucesor de Moisés en las campañas militares llevadas a cabo por los hebreos en la conquista de Canaán. Era hijo de Nun , de la tribu de Efraín.6​ Nació en Egipto y tenía probablemente la misma edad que Caleb, con quien suele relacionársele. Participó en los acontecimientos narrados en el Éxodo como ayudante de Moisés. Fue el comandante de los israelitas en la batalla contra los amalecitas en Refidín.

Se convirtió en el lugarteniente de Moisés, y lo esperó a mitad de camino cuando éste subió al Monte Sinaí a recibir los Diez Mandamientos. ​Fue también uno de los doce exploradores enviados por Moisés a la tierra de Canaán, y el único, junto con Caleb, en traer un informe alentador. Su nombre original era Osea u Oseas y Moisés le puso el nombre de Josué, cuyo significado en hebreo es Yahveh salva o Yahveh de salvación, y de hecho Yahveh lo elige como instrumento para realizar su plan de conquista de la tierra prometida.

Conquistó Jericó, cuyas murallas se derrumbaron cuando los sacerdotes que custodiaban el Arca de la Alianza tocaron los shofarim (trompetas de cuerno de cordero), siguiendo las órdenes de Yahvé. Todos los habitantes de la ciudad, incluyendo mujeres y niños, fueron muertos, a excepción de la ramera Rahab, que había colaborado con los espías enviados por Josué, y su familia. La ciudad fue destruida por completo, y Josué maldijo a quien intentara reconstruirla.

Al intentar atacar la ciudad de Hai, sus tropas sufrieron una derrota a causa del pecado de Acán, quien se había apropiado de objetos preciosos que Yahvé había decidido que fueran destruidos. Acán fue lapidado, y Josué logró finalmente conquistar Hai, mediante una hábil estrategia. Los habitantes de Hai sufrieron la misma suerte que los de Jericó. El total de hombres y mujeres exterminados fue de 12.000 ​Posteriormente, y Josué levantó un altar a Yahvé en el monte Ebal. A causa de los éxitos de Josué, los hititas, amorreos, cananeos, pereceos, jebeos y jebuseos establecieron una alianza contra los israelitas. Los gabaonitas consiguieron evitar ser exterminados por los israelitas gracias a una estratagema. ​Josué venció a continuación a una alianza de cinco reyes amorreos que pretendían atacar a los gabaonitas; durante la batalla, para ayudar a los israelitas, Yahvé hizo que el sol se "detuviera" en el cielo. ​Tras la victoria, Josué ejecutó personalmente a los cinco reyes.

A continuación Josué conquistó las ciudades de Maquedá, Libná, Laquis, Eglón, Hebrón y Debir. En todas ellas fueron exterminados todos sus habitantes: "todo lo que tenía vida lo exterminó, como Yahveh, Dios de Israel, se lo había mandado". ​Después venció a Yabín, rey de Jasor, y consumó la conquista de la tierra prometida. Repartió el territorio conquistado entre las tribus de Israel (Josue 13-21). En su ancianidad convocó una asamblea en Siquem y recomendó a los israelitas que mantuvieran su fidelidad a Yahveh. Según el Libro de Josué, falleció a los 110 años de edad, y fue sepultado "su heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas".

La tradición judía se refiere a Josué como "Yehoshúa ben Nun" y le atribuye los diez últimos psukim del quinto libro de Moisés (texto al que se conoce como Devarim, Deuteronomio).

También Yehoshúa es el nombre hebreo de Jesús, abreviado como Yeshua, y es el nombre que, según el evangelio de Lucas (1:32) Yahveh eligió para ponerle el hijo que debía tener a través de una mujer (María) relacionada con algún descendiente de sangre real de David, y al que tenía planeado darle el trono de David para que reinara sin fin sobre la casa de Jacob, el reino de Israel (Lucas 1,32-33). El reino de Israel se había asentado en la tierra conquistada por el otro Yehoshúa (Josué, llamado originalmente Oseas, Números 13:16). Así, el esperado restaurador del reino de Israel (Jesús, Yehoshúa) recibió de Yahveh el mismo nombre que el conquistador de la tierra en la que se había asentado el reino de Israel (Josué, Yehoshúa), que luego caería en poder de los asirios.

Libro de Jueces
El Libro de los Jueces es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, perteneciente al grupo de los Libros Históricos. En la Biblia se encuentra ubicado entre el Libro de Josué y el de Rut. El autor es desconocido; la tradición atribuye el libro a Samuel.

Contexto histórico
Presentan a los Jueces o Libertadores que salvaron al pueblo de la esclavización, después de liberarlos los gobernaron. En tiempos de los Jueces, Israel está completamente desorganizada, sus instituciones están aún sin definir y numerosas potencias la amenazan.

Como esta intervención está librada solamente al arbitrio de la Divinidad, los jueces aparecen y desaparecen a intervalos irregulares de la historia hebrea. Ningún juez llegó a ser jefe supremo porque su función no es lograr la unidad sino solventar un problema puntual: la unificación definitiva habrá de esperar a los Reyes. El contexto histórico en el que se desarrolla este libro abarca el tiempo desde la muerte de Josué hasta la monarquía, durante el cual el pueblo de Israel vive en Canaán.

Contenido
El Libro de los Jueces narra el período que va desde la muerte de Josué hasta el nacimiento de Samuel, un tiempo en que los judíos han abandonado su vida nómada y acaban de instalarse como semisedentarios primero y agricultores luego, habitando en casas de material o chozas de adobe. Aunque Jueces no sigue un plan fijo y bien estructurado, a grandes rasgos pueden distinguirse en él las siguientes partes:

-Primera introducción (1:1-2:5);
-Segunda introducción (2:6-3:6);
-Cuerpo de la obra, con los hechos de los seis "jueces mayores" y algunos menores; y
-Dos apéndices (caps. 17 a 21).

Jueces
Los Jueces que gobernaron Israel son:

Otoniel: (Jueces 3:7-11)
Aod: (Jueces 3:15)
Samgar: (Jueces 3:31)
Débora (Y Barac): (Jue 4-5)
Gedeón: (Jueces 6-8)
Tola: (Jueces 10:1)
Jair: (Jueces 10:3)
Jefté: (Jueces 10:6-12:7)
Ibzán: (Jueces 12:8)
Elón: (Jueces 12:11)
Abdón: (Jueces 12:13)
Sansón: (Jueces 13-16)

Estos apéndices pretenden demostrar la desorganización en que vivían los israelitas cuando carecían de rey.

Sentido religioso
Todo el libro intenta ser una demostración teológica de que la infidelidad a Dios ha sido la causa de todos los males de Israel. Pero Él es misericordioso, y compensa con la llegada de los jueces la impiedad del pueblo. Cuando el hebreo peca y por lo tanto cae esclavo, Dios le envía un libertador. Pero tiempo después ese hebreo caía nuevamente en las malas acciones, con lo que se repetía el ciclo y se hacía necesario otro caudillo libertador. Yahvé no reniega del Pacto con Su pueblo ni le vuelve la espalda jamás. Dios es fiel. Sin embargo, permite que las situaciones conflictivas se susciten, porque el pueblo ha de probar su fidelidad. Este rasgo emparienta a Jueces con el libro del profeta Oseas.

Los Jueces:

Otoniel 
(heb. Othnîêl, "León de Yahweh") fue el primer Juez de Israel, hijo de Cenez y hermano menor o sobrino de Caleb1 (Josue 15:17; Jueces 1:13; 1 Crónicas 4:13). Se distinguió por capturar el pueblo de Debir (o Quiriat-sefer) en Judá de manos de los cananeos.2 Como recompensa recibió a Acsa, la hija de Caleb, la cual había sido prometida a quien conquistara esa ciudad (Josue 15:15-17; Jueces 1:11-13). Su valor fue demostrado una vez más cuando derrotó a Cusan-risataim, rey de Mesopotamia, quien había oprimido a los israelitas durante 8 años. Su victoria produjo 40 años de paz en el país

Aod 
(hebreo, אהוד: Ehud) fue el segundo Juez de Israel. Con la ayuda de Jehová, Aod liberó a los israelitas de Eglón, rey de Moab, y después de ese día la tierra tuvo paz durante ochenta años (1188-1107 a. C.).1 2 Su historia se narra en la Biblia en el Libro de los Jueces capítulo 3: versículos 12-30.

Contexto bíblico
Después de la muerte de Otoniel, el primer juez de Israel, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová y él fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra los israelitas.3 Eglón luego se unió a los hijos de Amón y Amalec, y vino e hirió a Israel y se apoderó de la Ciudad de las Palmeras. Y los israelitas sirvieron a Eglón, durante dieciocho años.

Los israelitas clamaron a Jehová, y él les dio un libertador: Aod benjamita, hijo de Gera, que era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab. Aod se había hecho un puñal de dos filos y de un codo de largo, y se lo ciñó debajo de sus vestidos en su lado derecho. Y le dio el presente a Eglón, y era Eglón hombre muy grueso. Después de que Eglón recibió el presente, Aod despidió a la gente que lo trajo, pero él volvió desde los ídolos que están en Gilgal, y le dijo al rey: "Rey, una palabra secreta tengo que decirte", y él dijo: "Calla", y salieron de delante de él todos los que con él estaban. Aod luego se acercó a Eglón, que estaba sentado en su sala de verano, y dijo: "Tengo palabra de Dios para ti". Y Eglón se levantó, y tomó Aod su puñal con su mano izquierda y lo metió en el vientre de Eglón. Y la empuñadura del puñal entró también tras la hoja, y la gordura de Eglón cubrió la hoja, porque no sacó el puñal de su vientre; y salió el estiércol. Y Aod salió al pasillo y cerró las puertas de la sala y las aseguró con el cerrojo.

Cuando Aod escapó, los siervos de Eglón llegaron a las puertas de la sala de verano y viendo que estaban cerradas pensaron que el rey estaba en reposo. Después de esperar hasta que se confundieron tomaron la llave y abrieron las puertas y vieron que su señor estaba muerto en el suelo. Aod se escapó y él junto con los israelitas mataron a 10,000 hombres moabitas.

Samgar 
("El que huye") fue un personaje del Antiguo Testamento; se lo identifica como el tercer Juez de Israel. Poco se sabe acerca de Samgar, ya que la Biblia no se explaya sobre su tribu ni su nacimiento, sólo indica que era hijo de Anat (no confundir con la diosa semítica Anat). En el texto bíblico (Jueces 3:311 ) se señala que cuando los filisteos iban a invadir (o ya habían invadido Israel) Samgar hijo de Anat los mató, y liberó a Israel, aniquilando a 600 filisteos con una aguijada de bueyes.

Débora
En la Biblia, Débora (en hebreo דְּבוֹרָה, ‘abeja’) fue una profetisa y la cuarta persona que se desempeñó como juez en Israel premonárquico (Tanaj y Antiguo Testamento). Débora fue la única jueza que tuvo Israel en la Antigüedad. Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y V del Libro de los Jueces. El primer relato es en prosa, narrando la victoria de las fuerzas israelitas dirigidas por el general Barak, a quien Débora mandó llamar pero profetizó que no lograría la victoria final sobre el general cananeo Sísara. Tal honor correspondió a Jael, la esposa de Héber, un quenita fabricante de tiendas. Jael mató a Sísara clavándole una estaca de la tienda en la cabeza cuando dormía.

Jueces 5:1 narra la misma historia en verso, que probablemente fue escrita durante la segunda mitad del siglo XII a. C., poco tiempo después que hayan sucedido los eventos que describe. De ser así, entonces este pasaje, llamado a menudo La canción de Débora, sería uno de los pasajes más antiguos de la Biblia, así como también el ejemplo más antiguo conservado de poesía hebrea. También es importante porque es uno de los pasajes más antiguos, donde las mujeres no son ni víctima ni villano. El poema puede haber sido incluido en el Libro de las batallas de Dios mencionado en Números 21:14. Se sabe poco de la vida personal de Débora. Aparentemente estuvo casada con un hombre llamado Lapidoth (‘antorchas’), pero este nombre no aparece fuera del Libro de los Jueces y podría significar simplemente que la propia Débora tenía un alma «ardiente». Fue una poetisa y daba sus sentencias bajo una palmera de Efraín. Algunos aluden a ella como la madre de Israel. Tras su victoria sobre Sísara y el ejército cananita hubo paz en la región durante cuarenta años.

Gedeón
En hebreo (גִּדְעוֹן), el cual significa "Destructor", "Guerrero poderoso", fue un juez y guerrero del Antiguo Israel. Fue el quinto de los jueces del pueblo judío y es considerado como uno de los más sobresalientes por la magnitud de su "obra guerrera" contra uno de los pueblos enemigos de Israel: los madianitas. Hijo de Joás de la tribu de Manasés. Los datos que conocemos de su historia se encuentran relatados en el libro de los Jueces de los capítulos 6 al 8.

Hay dos narraciones de su vocación, no hay acuerdo en el número de sus campañas. Pero la más convalidada es la de la Iglesia Católica. Al parecer las diferencias se deben a la permanencia de dos estratos de redacción, el así llamado "elohísta" y el "yahvista" (véase las fuentes del Pentateuco que, según algunos escrituristas también pueden encontrarse en las narraciones de los libros así llamados "históricos" de la Biblia), otros afirman que hay tres fragmentos independientes que se han unido en un solo relato, otros reconocen dos narraciones didácticas y un texto verdaderamente histórico, etc. Las investigaciones bíblicas no han logrado llegar a un punto de vista unificado. En sustancia, la vida de Gedeón se sitúa tras el asentamiento de los judíos en el llano de Ofrá donde habían asimilado los cultos idolátricos de las poblaciones aledañas. Tras esa infidelidad, Yahveh les habría castigado enviando tribus nómadas y grupos de amalecitas y madianitas a hacerles la guerra. En esos combates, dos hermanos de Gedeón habrían sido asesinados. Los israelitas se arrepintieron y pidieron perdón. Yahveh envió a su ángel a hablar con Gedeón para anunciarle que sería el libertador de su pueblo. Éste pidió una prueba, tras un diálogo algo sarcástico con el ángel. Este último le dio la prueba que pedía abrasando un sacrificio con fuego milagroso. Al día siguiente Gedeón destruyó el altar de Baal y ante la indignación del pueblo, Joás, su padre, le defendió diciendo que si Baal era dios, se encargaría de castigar el sacrilegio. Desde ese día fue conocido como Gedeón Jerobaal. (hebreo Yerubba{al, "Baal contienda contra él" o "combatiente contra Baal", se lo menciona en Jueces 6:32; 7:1; 8:29, 35; 9:1-57; 1 Samuel 12:11; 2 Samuel 11:21). Los grupos nómadas se reunieron para hacer la guerra a Gedeón. Éste reunió un ejército que, con diversas condiciones y pruebas, Yahveh redujo a trescientos hombres (sin contar las tropas auxiliares). Los israelitas atacaron durante la noche y produjeron tal confusión que los madianitas se asesinaban entre ellos y tuvieron que huir despavoridos mientras eran perseguidos por las tropas de Gedeón. Los mismos jefes de Madián, Oreb y Zeeb murieron en la refriega y sus cabezas fueron dadas como trofeo a Gedeón.

Luego de otros combates victoriosos con los madianitas y de castigar a los pueblos que no quisieron colaborar en la persecución, la gente del pueblo quiso que Gedeón fuera su rey. A lo que este no aceptó, alegando que sólo Dios podía reinar en Israel.

Con las joyas tomadas a los vencidos, Gedeón se hizo elaborar un efod. No hay tampoco acuerdo entre los expertos en relación con el efod, unos dicen que se trataba de todo un atuendo sacerdotal con sus joyas y adornos, otros que se trataba de una tabla o instrumentos para hacer consultas a Yahveh. Sin embargo, este efod llevó nuevamente a la idolatría a los israelitas. Gedeón gobernó en Israel otros 40 años que fueron de paz y crecimiento. Tuvo setenta hijos (era polígamo) entre los que destaca Abimelec. Es mencionado en el Libro de Judith 8:1-2 en la carta a los Hebreos, capítulo 11, versículo 32 por su fe e, indirectamente, en el Salmo 83, versículo 124 por sus victorias militares.

En el cristiasmo, la figura de Gedeón aparece mencionada sobre todo en el marco del episodio del Vellocino de Gedeón. Este episodio bíblico pasa a convertirse en el catolicismo en una alegoría de la futura Asunción de María, dejando de ser un simple símbolo de la protección divina del pueblo judío. Esta reinterpreción católica del episodio es la que explica la amplia representación del episodio en las artes plásticas desde la Edad Media, pero también su cita y tratamiento a nivel literario. En la interpretación cristocéntrica del antiguo Testamento, por tanto, el episodio del Vellocino de Gedeón se reinterpretó como una alusión a la fecundación de María por el Espíritu Santo, es decir, como un símbolo o alegoría de la maternidad virginal de María; en el siglo XV, el vellocino de Gedeón se convierte en el símbolo de la Orden del Toisón (=Vellocino en francés) de Oro, substituyendo la figura originaria de Jasón.

Escribe el predicador Alejandro de San Antonio: “26. Que el vellocino de Gedeón fue retrato de aquella divina Señora, es cosa clara. Pero en qué se pareció María al vellocino, lo dixo la dulzura de Bernardo: Caelesti rore arcam rigaturus, totum vellus prius infudit, redempturus genus humanum, pretium universum contulit in Mariam; ut nihil esset bonum, quod per manus Mariae non transiret. Assí como para llenar Dios la tierra de su rocío, le depositó primero en el vellocino cándido, assí para haver de socorrer, y remediar à los hombres depositó nuestro socorro y remedio en su Santíssima Madre, para que no huviesse favor vertido en las criaturas, que no passasse primero por los órganos de aquellas manos generosas. Y es certíssimo, que los consuelos, gracias y mercedes que franqueó este vellocino hermoso a los mortales, se estrenaron en la visita de hoy, desatando en la casa de Isabel todo el rocío de gracias que traía María en su vientre virginal: Ahora veamos en el Texto todo el sucesso del vellocino”.

Tola
Tola (en hebreo, תּוֹלָע‎, Tôlāʻ, ‘gusano, larva’) fue uno de los Jueces de Israel, que reinó 23 años (presumiblemente entre 1149 y 1129 a. C.)

De acuerdo al escueto texto bíblico, Tola, hijo de Puá y nieto de Dodo, sucedió a Abimelec como octavo juez de Israel, y se levantó para liberar a la tierra de los israelitas. Habitó en Samir, en la región montañosa de Efraín, donde murió y fue sepultado, siendo sucedido por Jaír de Galaad.

Jaír 
Jaír de Galaad, del tronco de la Tribu de Manasés, fue un Juez de Israel, el cual reinó por veintidós años. Fue sucesor de Tola.

Como uno de los jueces menores de los hebreos, el nombre de Jaír es citado escuetamente en Jueces, 10, agregándose obscuros datos acerca de su parentela y posesiones:

«Tenía treinta hijos, que montaban treinta burros, y treinta ciudades, que se llaman todavía hoy las aldeas de Jaír, en el país de Galaad.» (Jueces 10: 4)

El texto bíblico señala asimismo que fue sepultado en Camón, siendo sucedido por Jefté.

Jefté
Es un personaje bíblico, juez de Israel por seis años,1 miembro de la tribu de Gad, hijo de Galaad.2 En el Libro de los Jueces se le muestra guiando a los israelitas a la batalla contra los amonitas, y como resultado de un voto, termina sacrificando a su hija.

Los israelitas habían vuelto a adorar a Baal y Astaroth, lo que despertó la ira de Dios, el Dios de los judíos, que los hizo que comenzara una guerra entre ellos y los filisteos y los amonitas (Jue. 10 6-7).4
Hijo de Galaad, Jefté fue desheredado y expulsado por sus medio hermanos, por lo que se trasladó a la región de Tob (según la traducción actual de los manuscritos arameos, el lugar donde estaba Jefté se llamaba Tauta). Sin embargo Los ancianos de Galaad intentaron convencerlo que los liderara en la guerra contra los amonitas, iniciada poco tiempo antes, a lo que Jefté se negó, a menos que después de la guerra conservara la posición de liderazgo, cosa que los ancianos aceptaron (Jueces 11:1-11). Jefté, luego de haber amenazado a los amonitas juró que el primero que atraviese la puerta de mi casa para salir a saludarme después de mi victoria sobre los amonitas, será para Yahveh y lo sacrificaré por el fuego (Biblia Latinoamericana) o cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Amonitas en paz, será de Jehová, y le ofreceré en holocausto (Reina Valera).

Luego ganó la batalla con facilidad (Yahveh los puso en sus manos). Al volver victorioso, lo sale a recibir su única hija (Jueces 11:34). Él se lamenta (rasga sus vestiduras), pues no puede echarse atrás en su promesa. Su hija le dice que debe honrar su promesa. Le pide a su padre llorar su virginidad por dos meses, y vuelve a cumplir el voto (Jueces 11:32-40). Interprentando literalmente lo que dice la biblia, a diferencia del sacrificio no realizado de Abraham (impedido por un ángel), el de Jefté sí fue consumado.

Sacrificio de su hija
Según Voltaire, esta historia es un vestigio de los antiguos sacrificios judíos,6 mientras que otros sostienen que Jefté sólo ofreció la vida de su hija al servicio de Yahveh, y que ella se mantuvo virgen toda la vida a pesar de que la biblia estipula la ejecución del acto del holocausto.7
Hay fuentes, como por ejemplo la Enciclopedia Católica,8 que interpretan que tal comportamiento sería normal dado el salvajismo de la población y la falta de respeto a la ley mosaica por parte de la mayoría de los judíos en ese momento, además de apuntar la existencia de otros votos contemporáneos al Dios de los judíos de similar carácter bárbaro.

Hipótesis de Bullinger
Ethelbert William Bullinger explica que el prefijo hebreo "ו" que es traducido en el verso 31 como "y" también podía significar "o" para los hebreos, comenta que hay abundantes versos bíblicos donde dicho prefijo es traducido como "o".9 (Ejemplos de la traducción del prefijo como "o": Génesis 41:44, Éxodo 20:4, Números 16:14, Deuteronomio 3:24, 2 Samuel 3:29, 1 Reyes 18:10, etc.)
De esta manera el texto explicaría que la niña sería dedicada a Jehová y no ofrecida en holocausto, pues Jefté eligiría entre dos opciones.

Este verso apropiadamente traducido sería: «cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová o lo ofreceré en holocausto». Jueces 11:31.

De esta manera cobraría más sentido el final del relato donde sólo se indica que la hija de Jefté nunca conoció varón, y no muestra indicios de un asesinato o de holocausto: Pasados los dos meses volvió a su padre, quien cumplió el voto que había hecho. La hija de Jefté nunca conoció varón. Jueces 11:39

Hay un ejemplo claro en Números 8:11 de cuando Aarón ofrece los Levitas a Jehová; cual el propósito del ofrecimiento. Cuando se ofrecía un cordero en ofrenda quemada el sacerdote no podía participar de ella comiendo una parte del animal, como sí podía hacerlo en los otros tipos de sacrificios de corderos: La ofrenda quemada era una dedicación total para el Dios de los judíos. El voto que haría pues Jefté no sería el de matar y quemar en sacrificio al primero que le saliera a recibir de su casa cuando volviera victorioso, lo que él habría prometido según Bullinger sería dedicar enteramente al dios de los judíos a esa primera persona que lo saliera a recibir, dedicándola solamente al servicio de Dios. Esto no es congruente con otros versos bíblicos que indican impunidad por sacrificio humano. Según la explicación extraída de algunos estudios bíblicos, Jefté no habría prometido matar y quemar a nadie, sino dedicar dicha persona al servicio de Yahveh y, por lo tanto, entre las normas establecidas por éste y la actitud de Jefté, habría que suponerse que no hay controversia para los creyentes.

Ibzán
Fue un Juez de Israel, sucesor de Jefté. Ibzán llegó a ser padre de 30 hijos y 30 hijas, proporcionando además 30 esposas a sus vástagos varones. Falleció luego de ejercer como jefe de la nación por siete años, y fue sepultado en su ciudad natal: Belén (probablemente se trate de Belén de Zabulón). (Jueces 12:7-10; Josue 19:10, 14, 15).

Elón
("Roble" o "Fuerte"), fue un Juez de Israel, sucesor de Ibsán o Ibzán de Belén. Legisló Israel durante diez años, 1073 - 1063 a. C; murió y fue sepultado en Ajalón, tierras de Zabulón (Jueces 12:11). Fue sucedido por Abdón, anteúltimo juez mencionado en el libro homónimo del Antiguo Testamento.

Abdón
("Siervo") fue uno de los Jueces de Israel en la época que media entre la conquista de Canaán por parte de los israelitas, y la implantación de la monarquía judaica. Proveniente del tronco de Efraín, Abdón aparece en el Jueces 12:13-15, donde se cita que era hijo de Hillel el piratonita. Gobernó Israel durante ocho años, siendo el anteúltimo Juez mencionado en el libro. Fue sucedido por Sansón.

Sanson
Sanson es un nombre proveniente del hebreo tiberiano que significa '[el que] sirve [a Elohim]'. Dicho nombre también es a veces asociado con la idea de pertenecer a la luz, significando "del Sol", posiblemente para proclamar el que su portador era radiante y poderoso. Se conoce en árabe como Shama'un. Sansón fue uno de los últimos jueces israelitas antiguos y se le menciona en el Tanaj. Su quehacer se describe en el Libro de los Jueces, entre los capítulos 13 y 16.

Sansón se caracterizó por poseer una figura recia y una fuerza extraordinaria para combatir contra sus enemigos y llevar a cabo actos heroicos, inalcanzables para la gente común: luchar sin más armas que sus propias manos contra un león, acabar con todo un ejército con sólo una mandíbula de burro y hasta derribar un templo filisteo con su propia fuerza.

Etimología de su nombre
Según la Biblia, el nombre Sansón proviene de la palabra hebrea shemesh (שמש). Ambas significan 'sol' y son frecuentes en los nombres propios de diversos pueblos de origen mesopotámico. A tres kilómetros al sur de Zora, el pueblo natal de Sansón (Jueces 13:2), se encontraba la ciudad de Bet-Shemesh (Casa del Sol, siglo XII a. C.).

En la Biblia
Los israelitas habían vuelto a adorar a Baal y Aserá y ,por esto, Yahveh Elohim, Dios , los entregó en manos de los filisteos por 40 años. Un ángel de Yahveh se apareció a Manoa, de la tribu de Dan, en la ciudad de Zora, y a su mujer (Hatzlelponi), que era estéril. El ángel les predijo que su hijo liberaría a Israel de los filisteos. Según él, la futura madre no debía tomar ni vino ni sidra ni comer nada impuro, y el hijo que nacería no debía cortarse el cabello. Siendo joven, Sansón deja su pueblo para visitar las ciudades filisteas, donde se enamora de una mujer de la ciudad de Timnat, con quien decide contraer matrimonio, a pesar de la oposición de sus padres, que prefieren una joven israelita. Esta decisión se presenta como parte de un plan de Yahveh para atacar a los filisteos. De camino a la petición de mano, es atacado por un león, al que mata.

Yendo a la boda, observa entre los huesos del león un enjambre de abejas con miel, la cual prueba y luego ofrece a su padre. En la fiesta de boda organizada por Sansón, el héroe propone a treinta mozos filisteos un acertijo; si lo resuelven, les daría treinta piezas de lino fino y otros tantos vestidos. Si no, ellos le harían el mismo regalo a Sansón. Tenían los siete días que duraba la fiesta para resolverlo. El acertijo es el siguiente: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura». El enigma es una referencia al león que mató y la miel que de él salió. Como sólo Sansón estaba presente en esa lucha, los treinta mozos no pueden obtener respuesta durante tres días. Al cuarto día, se dirigen a su mujer, amenazándola con prenderle fuego a ella y a la casa de su padre si no descubre la solución. Ante los lloros de su esposa, Sansón decide al séptimo día contarle la respuesta, y ella se la da a sus paisanos. Antes de la puesta de Sol de ese séptimo día, los filisteos le hablan: «¿Qué hay más dulce que la miel, qué hay más fuerte que el léon?». Sansón responde: «Si no hubieseis arado con mi novilla, no habríais adivinado mi acertijo»

Baja entonces a Ascalón, mata a treinta hombres, a los que roba sus vestidos, y se los da a los mozos. Contrariado, se aleja y llega a casa de su padre. Su esposa es dada a otro hombre. Cuando Sansón quiere verla, su suegro se niega, pero le ofrece la hermana menor de la mujer, más bella. En represalia, el israelita caza a trescientas zorras, atándolas por el rabo de dos en dos, y poniendo una tea entre ambos rabos, suelta a los animales por el campo, haciendo arder todas las cosechas enemigas. A su vez y para vengarse, los filisteos queman a su mujer y la casa del padre de ésta, a lo que Sansón responde dando a una paliza a muchos de ellos. Tras esto, se refugia en la roca de Etán. Mientras tanto, los filisteos acuden a Juda pidiendo que entreguen a Sansón. Tres mil hombres de este pueblo lo encuentran, y prometiéndole no matarlo, lo atan y se disponen a entregarlo. Pero cuando esto iba a ocurrir, Sansón rompe las cuerdas, se libera, y usando la quijada de un asno, mata a mil filisteos. Después de esto, es juez de Israel durante veinte años.

Tras ese tiempo, Sansón huye a Gaza, quedándose en casa de una prostituta. Sus enemigos lo esperan a la entrada de la ciudad para matarlo, pero aprovechando la noche, rompe la puerta y se la lleva al monte en frente de Hebrón. Allí se enamora de Dalila (mujer filistea). Los filisteos, a cambio de monedas de plata, la sobornan (Jueces 16:5, 18) y la incitan a lograr que Sansón le revele el secreto de su fuerza. Sansón la engaña, respondiéndole que sería vencido si lo atasen con siete cuerdas húmedas. Dalila le hace caso y lo ata, pero él rompe las cuerdas fácilmente. La mujer vuelve a preguntarle, a lo que él responde que bastaría con atarlo con cuerdas nuevas para que se convirtiese en un hombre normal. Ella le hace caso y él vuelve a romperlas con facilidad. Dalila insiste en querer saber su secreto, y Sansón vuelve a mentirle, diciéndole que se debilitaría si lo atasen sus siete trenzas con hilos, sujetándolas con clavos. Ella lo intenta y vuelve a fracasar por tercera vez.

Tras mucha insistencia por parte de la mujer, Sansón le confiesa que perderá toda su fuerza si le cortan el cabello. Así lo hace un sirviente y lo deja sin su extraordinaria fuerza. Es de notar que su fuerza se debía al juramento nazareo (Jueces 13:25; 15:18), el cual Sansón mismo había roto al despreciar la Ley divina que prohibía tomar como mujer a una extranjera (Deuteronomio 7:3, 4). Sansón no ignoraba que esa mujer era indigna (Jueces 16:8, 12, 14). Los filisteos terminan capturándolo, le sacan los ojos y lo llevan a Gaza, donde, prisionero, trabaja moliendo grano para sus enemigos. No obstante, su pelo vuelve a crecer, de modo que va recuperando su gran fuerza.

Un día, los jefes filisteos se reúnen en el templo para ofrecer un sacrificio a Dagón, por haber puesto en sus manos a su enemigo. Hacen llamar a Sansón para que los entretenga a ellos y a las tres mil personas que allí había. El israelita pide al joven que lo conducía que lo deje entre las columnas sobre las que descansa el edificio, para poder descansar. Sansón invoca Yahveh: Yahveh!, te lo suplico, acuérdate de mí. Dame fuerzas sólo una vez más, y de un sólo golpe me vengaré de todos los filisteos". Haciendo fuerza sobre las columnas, añadió: "Muera yo con los filisteos". El edificio se vino abajo, de tal forma que mató a más personas al morir de las que había matado durante toda su vida. Sus familiares recuperan su cuerpo y lo entierran cerca de la tumba de su padre, Manoa.

En la cultura israelí
La figura ha tenido un gran papel en la construcción de la memoria colectiva del sionismo. Vladimir Jabotinsky, fundador del sionismo revisionista, describe, en su novela Sansón, a este personaje como un israelita atraído por la cultura filistea que le rodea. Noam Chomsky ha dicho que Israel sufre un "complejo de Sansón", que podría llevarlo a su propia destrucción así como a la de los enemigos árabes. Recientemente, algunas unidades de combate israelíes han sido llamadas "Sansón", e incluso el programa nuclear de ese país fue denominado Opción de Sansón.

Continua en La Biblia XII: Profetas Anteriores II 
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