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lunes, 4 de agosto de 2014

La Biblia III: Tipos Textuales II

Novum Testamentum Graece

Textos Criticos
Novum Testamentum Graece
Critica Textual, Ecdótica o Texto Critico


Novum Testamentum Graece
El Novum Testamentum Graece («Nuevo testamento en griego») es el título de una edición crítica en griego del Nuevo Testamento elaborada por Eberhard Nestle y Kurt Aland, editado por el Institut für neutestamentliche Textforschung («Instituto para la investigación sobre el texto del Nuevo Testamento»). Este libro ha publicado ya veintiocho ediciones (se suele citar como NA28). Es usado normalmente como base para las traducciones del Nuevo Testamento y como estándar para la investigación académica sobre el Nuevo Testamento.

Compilación
El texto griego presentado está basado sobre el que los críticos textuales bíblicos llaman texto crítico, un texto ecléctico compilado por un comité que examina un gran número de manuscritos para decidir cuál lección (versión) sería más cercana al original probablemente perdido. Los estudiosos usan varios métodos para decidir la reconstrucción más probable, como la fecha de composición (las ediciones más antiguas son preferidas por regla a las más nuevas), la distribución geográfica de una particular lección y corrupciones accidentales o intencionales del texto. En el Novum Testamentum Graece un elevado número de variantes textuales son presentadas en el aparato crítico (las notas a pie de página que distinguen al Novum Testamentum Graece de otras ediciones del Nuevo Testamento en griego). Algunos estudiosos, como el biblista Maurice Robinson​ y el filólogo Wilbur Pickering,​ sostienen que los textos minúsculos reflejan mejor los autógrafos (los originales) que un texto ecléctico como NA27, que se basa en manuscritos del tipo textual alejandrino; este punto de vista ha sido criticado por Gordon Fee​ Bruce Metzger​ entre otros. Ya que la mayor parte de los más antiguos manuscritos existentes son minúsculos, con frecuencia son llamados texto de mayoría. De todas formas se ha de notar que el texto de mayoría en su conjunto está clasificado por los editores del NA27 (incluyendo a Metzger) como un «testigo constantemente citado de primer orden».

El aparato crítico del Novum Testamentum Grace resume las pruebas, provenientes de manuscritos y versiones diferentes, sea a favor que (a veces) contra una selección de las más importantes variantes para el estudio del texto del Nuevo Testamento. Aun cuando no persigue la exhaustividad en la sección de las variantes y en las citas de testimonios, esta edición ofrece a los lectores expertos una base con la cual juzgar por sí mismos qué lección refleje mejor los originales.

El texto griego de la edición vigésimo séptima coincide con el de la cuarta edición del Nuevo Testamento de las Sociedades bíblicas unidas (UBS4), aunque hay alguna diferencia en la subdivisión en parágrafos, en el uso de las mayúsculas, de los signos de puntuación y en la ortografía.​ El aparato crítico en cambio es diferente en las dos obras, en cuanto que el UBS4 tiene como finalidad la traducción, e incluye menos variantes textuales y añade material útil para los traductores.

Historia
La primera edición, publicada por Eberhard Nestle en 1898, combinaba las lecciones de las ediciones de Tischendorf, de Westcott, de Hort, y de Weymouth, colocando la lección mayoritaria en el texto y las minoritarias en el aparato crítico; en 1901 Nestle sustituyó a Weymouth con el texto de Bernhard Weiss y, en las ediciones sucesivas, inició a anotar las lecciones de algunos manuscritos importantes en el aparato. Erwin Nestle, hijo de Eberhard, sucedió al padre tras su muerte y publicó la decimotercera edición en 1927: esta edición introdujo un aparato crítico separado y comenzó a abandonar el principio de la lección mayoritaria.Kurt Aland llegó a ser el editor asociado de la edición vigésimo primera en 1952; a petición de Erwin Nestle, revisó y expandió el aparato crítico, añadiendo muchos manuscritos, un trabajo que llevó a la edición vigésimo quinta de 1963. También los grandes descubrimientos de manuscritos del siglo XX hicieron necesaria una revisión del texto y, con permiso de Nestle, Aland inició la revisión del texto. Aland sometió su trabajo al comité editorial del Greek New Testament de las Sociedades Bíblicas Unidas, y este se convirtió en el texto base de su tercera edición (UBS3) en 1975, cuatro años antes de que fuera publicado en la edición vigésimo sexta del Nestle-Aland. La anterior edición de Nestle-Aland (NA27) reproduce el texto de NA26 (el mismo usado en UBS3 y UBS4) con un aparato crítico enteramente revisado, introducción y apéndices reescritos.

Por otra parte la actual edición (NA28) se caracteriza porque en ella se tuvo que realizar dos tareas diferentes: Primero, el aparato fue revisado a fondo para darle más claridad y hacer que sea más fácil de usar. Segundo, el texto crítico de la Editio Critica Maior fue incorporado en lugares de interés. Como consecuencia de estas alteraciones, que actualmente sólo a las Cartas Generales, esta edición de Nestle- Aland tiene por primera vez en su historia una presentación diferente para diferentes partes del texto. Las Cartas Generales fueron revisadas de acuerdo con un nuevo concepto que, fundamentalmente, a la larga, será adoptado para toda la edición. La revisión de los textos restantes se limita a una inspección minuciosa y al reordenamiento del aparato crítico, mientras que la estructura básica fue dejada intacto. Otra innovación importante es que a partir de ahora Nestle -Aland no sólo estará disponible en su tradicional formato de libro impreso, sino que también viene ya en formato digital. Un conjunto de variantes más completa se encuentra en el Novum Testamentum Graecum – Editio Critica Maior.

Ecdótica
Se denomina ecdótica, crítica textual o crítica menor a una rama de la filología que tiene por cometido editar textos de la forma más fiel posible al original o a la voluntad del autor, procurando principalmente la eliminación de errores de transcripción. Para ello se vale de un amplio instrumental filológico altamente codificado y experimentado milenariamente desde tiempos del Museo de Alejandría, así como de una serie de disciplinas auxiliares como la codicología, la paleografía o la biblioteconomía. Las ediciones que se realizan con criterios ecdóticos se denominan ediciones críticas, en sentido estricto cuando agotan mediante el estudio la transmisión y las posibilidades de determinación del texto y sus diversas lecciones, o más ampliamente ediciones filológicas. Los escribas, amanuenses y copistas en general cometían errores o alteraciones al transcribir caligráficamente los manuscritos.​ Dada una o varias copias de un manuscrito, pero no la original, la crítica textual pretende reconstruir un texto tan cercano al original perdido como sea posible.

La crítica textual ha de afrontar los problemas relativos a Autoría, Datación o fechación y Edición propiamente dicha. El proceso crítico, que se resuelve expositivamente en la configuración de un aparato, tiene sus momentos clave en la recensio, la emendatio y el establecimiento del stemma o árbol genealógico de la obra. La ecdótica es de singular importancia para la edición de textos antiguos y transmitidos de manera fragmentaria o incompleta, cuyo original puede haber desaparecido, y de los que sólo poseemos copias que a menudo difieren entre sí. Se aplica a la reconstrucción de textos que han sido deturpados por el paso del tiempo, la tradición manuscrita, la pérdida de originales, la ausencia de copias fiables, etc. Desde este punto de vista, la ecdótica puede considerarse la arqueología del texto.

Breve historia de la ecdótica
Los primeros filólogos preocupados por la integridad y fidelidad en la edición de las obras fueron los filólogos alejandrinos que editaron las obras de Homero. En la Edad Media, el filólogo romano y padre de la Iglesia San Jerónimo se preocupó de conocer bien el hebreo y el griego para establecer un canon fiable de textos sagrados para el Cristianismo, la Biblia conocida como Vulgata. Con posterioridad, el Humanismo del Renacimiento se aplicó a realizar esa misma tarea con mayor amplitud para la literatura grecolatina clásica, que por primera vez se intentó restituir de manera amplia y, por así decir, programada. En el siglo XIX Karl Lachmann hizo los primeros intentos estables para superar de forma científica el procedimiento impresionista de enmienda de errores (emendatio ope ingenii) de los humanistas. En este sentido hizo también contribuciones Gaston Paris. Por otra parte, Henri Quentin ideó el método reconstructivo,​ ​ y Joseph Bédier​ ​ encontró algunos fallos en el método de Lachmann al editar el Lai de l'ombre: no preveía las contaminaciones "horizontales" entre varios textos simultáneamente. El neolachmannismo, sin embargo, resurgió con fuerza como un mal menor (Sebastiano Timpanaro, Cesare Segre). Pero la era electrónica o digital, no sólo ha aportado una gran catalografía tendente a una ingente unificación por países e incrementado en extremo las posibilidades de búsqueda, localización y cuantificación de materiales sino que, mediante los nuevos campos ya establecidos de la llamada Informática para Humanidades, o Informática humanística o Humanidades digitales y los conceptos y usos de la edición digital, su concepto de hipertexto y las consiguientes nuevas posibilidades que aportan, ha venido a amplificar notablemente el panorama y la gama de medios existentes.

Problemas y peligros de la ecdótica
Un defecto común de las ediciones impresas es, por un lado, la abundancia de erratas o errores, cuya acumulación lleva a deturpar el texto, y por otro lado la falta de sentido crítico a la hora de escoger el mejor texto para realizar una edición. El texto de una edición, pues, debe escogerse por su fidelidad al original del autor, si no es el original mismo. El conjunto de textos que transmite una obra determinada se denomina en crítica textual tradición. Entre estos códices hay que escoger el mejor texto, y no siempre puede encontrarse el texto más fiel en uno determinado de los libros o manuscritos que transmiten una obra: a veces es necesario reconstruir un texto perdido que se conserva fragmentaria, deformada o irregularmente entre varios testimonios dispersos y muchas veces los textos que conservan una obra en la tradición difieren en un pasaje determinado, que se ve alterado o corrupto. Eso exige un gran esfuerzo crítico para presentar un texto homogéneo y fiel y un juicio científico muy fino para encontrar una lectio facilior (lectura más próxima al pasaje original del autor) en vez de una lectio dificilior (lectura errónea y alejada del texto original). Por ejemplo, en las ediciones de Garcilaso de la Vega apareció este verso "y de las verdes hojas" en la publicación de 1543 junto con la obra de Juan Boscán; pero en un manuscrito aparece "y de las verdes ovas". Si tanto en uno como en otro texto la lectura es correcta y fragua sentido, ¿cuál es la correcta?. Durante el Renacimiento se pensó que la más ingeniosa (emendatio ope ingenii) sea la correcta, hasta que en el siglo XIX el filólogo Karl Lachmann (1793-1851) empezó a utilizar criterios más científicos para evitar los errores que provoca la peligrosa intuición.

Un texto antiguo puede haber sido difundido a través de tres tradiciones diferentes según el procedimiento de transmisión: la manuscrita, la impresa y la oral. Cada una genera una tipología diferente de errores de copia. A estas tradiciones puede añadirse modernamente una más, la transmisión electrónica, que genera una tipología de errores mecanizados también distinta. En el caso del manuscrito, este puede ser autógrafo (del autor) o apógrafo (copia de otro). Cuando conservamos un manuscrito sabemos que es original si es autógrafo. A partir del siglo XVIII en la mayor parte de los países se empiezan a regular los derechos de autor, por lo cual no se publica nada sin autorización del autor y es importante en el caso de los impresos: el texto impreso a veces es superior al manuscrito porque el manuscrito ha sido corregido o la edición es revisada por el autor, o la edición se basa en un buen manuscrito no conocido. Actualmente las ediciones son revisadas por el autor: corrección de pruebas. Por ejemplo, en La Regenta se lee "un gabinete viejo" y pasados 70 años de la muerte de Clarín se demuestra que la verdadera expresión era "un gabinete rojo" mirando los manuscritos originales del autor. Por otra parte, en la transmisión los textos pueden haber sufrido otro tipo de estragos relacionados con la cultura: la censura, la adaptación, el resumen, el alargamiento... Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, por ejemplo, tiene hoy veinte páginas más que en 1969, cuando se editó con páginas censuradas en tiempos de Franco.

La codicología enseña cómo describir y estudiar los códices manuscritos. La crítica textual, cómo advertir los errores de copia, enmendarlos y editar un texto con fidelidad al original perdido o arquetipo. Para ello se reconstruye un árbol de testimonios escritos de una obra llamado stemma o estema, que sirve para orientar al editor a través de la tradición que ha transmitido un texto. Los errores de copia, según estatuyó Karl Lachmann, creador del método lachmaniano de edición de textos que lleva su nombre, sirven para separar las ramas de ese árbol estableciendo distintas vías de transmisión. De esa forma se establecen familias de textos por un texto original del cual desciende un grupo de obras.

Eclecticismo
El eclecticismo se refiere a la práctica de consultar una amplia diversidad de testimonios de un original en particular. La práctica se basa en el principio que en las historias más independientes de transmisión es menos probable que se transmitan los mismos errores. Lo que uno omite, el otro podría conservarlo; lo que uno agrega, en el otro probablemente no lo agregue. El eclecticismo permite hacer inferencias para que sean elaboradas hacia el texto original, basadas en la evidencia del contraste entre los testimonios.

Edición crítica
La edición crítica de un texto antiguo supone un trabajo de reconstrucción que pretende devolverlo al estado más cercano al original.

En las antiguas ediciones príncipes de un texto o de un ensayo, el editor (que solía ser al mismo tiempo el impresor) solía basarse en un único manuscrito, cuyo texto corregía él mismo, según su propio criterio, sin comparar dicho manuscrito con otros de la misma obra. Cuando se pretende realizar una edición crítica, en realidad el editor actúa de otro modo, ya que, en su proceso de transmisión, un texto ha podido sufrir alteraciones de muy diversa índole (por ejemplo, diversos daños materiales, añadidos ajenos al original, errores que se han ido multiplicando en el proceso de copia...).

El método Lachmann
El filólogo alemán Carl Lachmann (1793–1851) fue quien estableció las bases de la crítica textual moderna, consistentes en la comparación entre los diversos manuscritos e impresos conservados y en la determinación de sus distintas relaciones de dependencia.

Su método consiste básicamente en realizar un análisis exhaustivo de las divergencias y concordancias que pueden presentar los materiales conservados. Dicho análisis permitirá establecer un árbol genealógico (stemma codicum) de los textos, en el que cada ejemplar proporcionaría, en teoría, mejores o peores lecturas, según sea su antigüedad. Así se acuñó la expresión «recentiores deteriores», refiriéndose a que los textos más recientes, por lógica, ofrecerían lecturas menos fiables.

Filólogos posteriores, entre los que destacan Pasquali y Maas, realizaron nuevas aportaciones para perfeccionar este método y matizaron algunas de las ideas de Lachmann. En cualquier caso, el método de Lachmann aún sigue siendo empleado hoy en día.

Alta crítica
Alta crítica es el nombre dado a los estudios críticos de la Biblia que buscan investigar su origen literario. Es habitual denominarla también como Método histórico-crítico (o crítico-histórico), Crítica mayor, Crítica histórica o Crítica radical. En contraste a la Alta crítica existe la Baja crítica que se enfoca en el estudio de los autores de los textos bíblicos, su proceso de formación editorial, su transmisión histórica y el contexto de formación (el denominado Sitz im Leben).

Las metodologías de ambas (tanto de la alta como de la baja crítica: crítica textual, ecdótica, crítica de fuentes) se aplica también a otros ámbitos de estudio de fuentes documentales; porque la alta crítica utiliza los mismos métodos científicos que se utilizan para estudiar el origen de los textos literarios antiguos. No se limita por tanto necesariamente a la escriturística, sino que se emplea sobre cualquier manuscrito antiguo, medieval o incluso moderno, y también sobre los textos impresos, especialmente los incunables, y de hecho, en teoría, sobre cualquier tipo de soporte de un documento. En general, se aplica especialmente a todos aquellos cuya versión original difiere de las posteriores o, como ocurre en la mayor parte de las fuentes primarias de la Antigüedad, se ha perdido y se pretende reconstruir mediante diferentes procedimientos de análisis de las diferencias y su explicación genealógica. Incluso puede aplicarse a autores que no escribieron textos, sino que hicieron un magisterio oral (Sócrates#El problema de las fuentes). La Alta crítica, sea bíblica, clásica, bizantina o medieval, se enfoca en la fuente de un documento para determinar quién lo escribió, cuándo y dónde fue escrito.

Historia de la Alta crítica
El humanista Desiderio Erasmo (1466? - 1536) se suele acreditar como el primer intelectual en estudiar la Biblia con un enfoque crítico, o bajo cualquier luz que no fuera la de considerarla un texto literalmente revelado,1​ aunque parte de sus métodos también pueden encontrarse en el cristianismo medieval, desde San Agustín (354 - 430) y la posterior escolástica, aunque no aplicados directamente a los textos bíblicos. Ya en el siglo XV, el humanista Lorenzo Valla había demostrado con procedimientos filológicos la falsedad de la donación de Constantino, aunque ese era un texto papal y no bíblico. En los estudios clásicos, la nueva alta crítica del siglo XIX dejó de lado "los esfuerzos para dotar a la antigua religión de sentido literal y pertinencia y en lugar de ello se dedicó a la recolección crítica y a la ordenación de las fuentes materiales."

Alta crítica de otras fuentes teológicas
Tanto la alta como la baja críticas se aplican hoy día a las fuentes teológicas consideradas reveladas por Dios (Sagradas Escrituras) por distintas religiones no judeocristianas, tanto las monoteístas (Islam) como otras (hinduismo, budismo o confucianismo).

Corán
Para el caso del Corán, la moderna Alta crítica está en sus comienzos. Las cuestiones académicas sobre su composición y contenido implican cuestiones polémicas, por ejemplo sobre si el Corán incorpora material tanto del Tanakh (la Biblia hebrea, en gran parte coincidente con el Antiguo Testamento) como del Nuevo Testamento; que algunos niegan o limitan a una mera cita de ejemplos de textos previos (de forma similar a como el Nuevo Testamento lo hace del Antiguo). La existencia de versiones diferentes del Corán también es una cuestión cuestionable, ya que la historia islámica registra que Uthman ibn Affan (el tercer califa, 644-656) recopiló todas las variantes del texto que existían en su época y destruyó las que no aprobaba.

Diplomática
La Diplomática es una ciencia histórica que tiene por objeto el estudio de los documentos, cualquiera que sea su autor, teniendo en cuenta sus caracteres extrínsecos e intrínsecos, es decir, el soporte, escritura, lenguaje, formulismo y demás elementos integrantes para formar juicio de su autenticidad e interpretarlos debidamente.

El nombre diplomática fue tomado del primer libro en la materia De re Diplomatica, de Jean Mabillon, publicado en París en 1681. Fue un estudioso benedictino que empleó este término en su guía para la utilización de documentos oficiales como pruebas, lo cual era un recurso novedoso para la época. En la actualidad, la Diplomática es una ciencia auxiliar de la Historia. Una de las ramas propias es la diplomática pontificia, que estudia los documentos pontificios.

Historia de la Diplomática
De re diplomatica..., Mabillon
Los hombres de Estado fueron los primeros que dieron a conocer documentos de interés histórico, fueron quienes lograron penetrar en los archivos señoriales y en los de las antiguas abadías. A partir del Siglo XVII comienzan a darse a conocer documentos públicos y privados que pertenecieron a la Edad Media, útiles a la Historia para suplir la ausencia de crónicas e historiadores de la época. Era imprescindible verificar la veracidad de los documentos reveladores. En los archivos señoriales y monásticos había gran número de documentos falsos. Con anterioridad al siglo XVII, la Diplomática no se consideraba como una verdadera ciencia, desde siempre las autoridades han dictado reglas para distinguir los documentos auténticos de los falsos. En 1675, el jesuita Daniel Papenbroeck publicó su obra, en la cual denunciaba la falsedad de muchos documentos de la época merovingia, principalmente los de la célebre abadía de San Dionisio de París. En 1681, el P. Jean Mabillon refutó las afirmaciones de Papenbroeck en De re Diplomatica y sentaba los principios de la Diplomática. El propio Papenbroeck acabó por retractarse.

Durante más de cincuenta años, la obra de Mabillon fue considerada como el referente más completo en la materia. Se mantuvo una guerra diplomática entre las congregaciones de los jesuitas y la de los benedictinos que finalizó con una obra titulada El Nouveau traité de Diplomatique, que se utilizó en toda Europa.

Períodos
En la Diplomática apostólica se distinguen cuatro períodos.

El primer período abarca desde los primeros tiempos hasta la ascensión del Papa León IX en 1049. La mayoría de los documentos papales son en forma de carta, salvo las leyes o actas de los sínodos presididos por el Papa. Las cartas papales se distinguen por: la suscripción Bene Valete (Salud) y la fecha completa. Todos los documentos eran autenticados por la impresión en plomo del sello papal (bulla).
El segundo período (1049-1198) abarca desde la ascensión del Papa León IX hasta la ascensión de Inocencio III. Se dividen los documentos en permanentes y transitorios conocidos como privilegia o bullae majores y litterae o bullae minores. Estos documentos se distinguen por la suscripción Yo suscribo, por la rota (dibujo similar al de la bulla, pero impreso con tinta) y el monograma (Bene Valete).
El tercer período (1198-1417), comprende el período del pontificado de Inocencio III hasta la ascensión de Martín V. Se observaron las formalidades y se definieron mejor las reglas. Lo común en este período fue el crecimiento en el uso de las cartas comunes, estas se dividían en dos tipos: de gracia y de justicia. Las primeras se escribieron más elaboradamente y se sellaban con una cuerda de seda; las segundas, fueron escritas con menos cuidado y selladas con cuerda de cáñamo.
El cuarto período abarca desde el año 1417 hasta nuestros días. Se continúan usando las cartas de gracia y de justicia. También existen otros documentos como ser las brevias (breves).

Cancillerías
Cancillería Merovingia. Pertenecientes a los reyes merovingios en Francia, sobreviven 38 ejemplares originales, escritos en papiro y en pergamino. Estas cartas están autenticadas por la firma del rey y del funcionario de mayor rango en la cancillería y por la aplicación del sello real (era la representación de la cabeza del rey). Estos documentos se dividen en:
Capitulares o documentos legislativos.
Preceptos o concesiones a perpetuidad.
Mandatos o documentos ejecutivos.
Sentencias de la corte real.

Cancillería Carolingia. Carlomagno elaboró un monograma con su nombre construido en una cruz. Los diplomas eran autenticados por la signatura del canciller y el sello. Comenzó a emplearse la datación a través de dos palabras: datum (para el tiempo) y actum (para el lugar). Con Luis I los documentos adquieren su forma final, se introduce un monograma construido con la letra H. Los diplomas son redactados por notarios, quienes preservan las formas.
Cancillería Inglesa. Durante el período anglosajón, hasta 1066, se encuentran dos tipos de documentos: los diplomas y los writ (decreto). Los primeros se utilizaron para conceder tierras a perpetuidad en el nombre del rey. Están escritos en latín o inglés antiguo, aunque la cláusula de límites esta en lengua vernácula. Los primeros diplomas conocidos se datan en el año 679 y desaparecen definitivamente hacia el año 1154.

Caracteres extrínsecos y caracteres intrínsecos
Debemos diferenciar los aspectos técnicos y metodológicos que nos llevan a determinar si el documento es verdadero (heurística) de la interpretación acerca de la veracidad de su contenido (hermenéutica). Es decir, un documento puede ser verdadero aunque no diga la verdad. Los documentos tienen dos tipos de caracteres: extrínsecos e intrínsecos. Caracteres extrínsecos. Estos son la materia escritoria, la forma de documento, los instrumentos gráficos, las tintas, las letras, las abreviaturas, signaturas y rúbricas y los sellos. El documento puede ser papiro, pergamino o papel. La forma del documento puede ser: volumen o rollo, hoja suelta o página y cuaderno o libro. Generalmente el papiro se guardó en rollos; el pergamino en rollos o en hojas sueltas y el papel en cuaderno o libro. Los instrumentos utilizados para escribir varían desde el pincel, la pluma, el cáñamo, el punzón, etc. La tinta puede fabricarse sobre la base de tierras de colores, pueden ser negras, rojas, púrpuras, doradas y plateadas. Caracteres intrínsecos. Se pueden definir tres partes en un documento:

Protocolo:
Invocación (puede ser implícita o explícita).
Subscripción o intitulación (nombres y apellidos, títulos y dignidades, tratamientos, calificativos de humildad y honoríficos)
Dirección (persona a la que va dirigida el documento)
Salutación.

Texto:
Introducción. Encontramos el preámbulo, en él se desarrolla una máxima religiosa o moral, una sentencia bíblica o hazañas guerreras, y una notificación en la que se anuncia el contenido del texto.
Cláusulas. Estas pueden ser personales, expositivas o dispositivas.
Finales. Encontramos la sanción que puede ser jurídica y la corroboración, que es acerca del cumplimiento de la sanción.

Escatocolo:
La fecha, los datos históricos y personales.
La invocación final y aprecación.
Los signos de validación que serían subscripciones, signaturas y el sello.

Finalidad
La diplomática al estudiar los documentos, en cierto modo, los critica, es decir, no solamente equivale a juzgar su autenticidad o falsedad, sino también a conocer su valor en vista de los caracteres intrínsecos y extrínsecos que ofrece. Esta crítica, si ha de ser completa, abarca tres funciones:

Clasificar el documento según las distintas tipologías existentes.
Explicar el documento dando la razón de su existencia y señalando su objeto o finalidad y su importancia según su contenido y sus antecedentes y consecuentes.
Declarar su autenticidad ya sea como documento original ya como copia legítima. A partir de esta función pueden hallarse tres tipos de diplomas:
Auténticos, si corresponden a la época y autor a que se atribuyen.
Apócrifos o falsos, si no corresponden ni a uno ni a otro.
Adulterados, si en mayor o menor parte han sido falsificados en el original o en las copias.

Recensión
Se denomina recensión, o ''recensio'', en crítica textual, a la fase inicial para la realización de una edición crítica. La recensión consiste en recopilar todos los materiales existentes de la tradición diplomática directa de un texto del que se va a realizar una edición crítica, para, posteriormente, jerarquizar y relacionar dichos materiales. Para ello deberán reunirse todos los manuscritos, impresos, fotocopias, fotografías, microfilmes, y, más recientemente, medios electrónicos del texto sobre el que se va a realizar la edición crítica. La fase siguiente a la recensión es la collatio. A veces, se denomina también recensio, en oposición al término emendatio, al conjunto de acciones previas a esta última: es decir, la recensión propiamente dicha, la collatio, la eliminatio codicum descriptorum, eliminar los códices que son copia de otro, y la clasificación de los materiales.

Tipos de recensión
La recensión puede clasificarse en cerrada y abierta.

Recensión cerrada
Todos los impresos y manuscritos recopilados proceden de un único modelo, que puede ser un arquetipo, un apógrafo.

Recensión abierta
Los impresos y manuscritos recopilados pueden clasificarse en distintos grupos independientes.

Estema
El estema o stemma (proveniente del latín, stemma, que a su vez deriva del griego, στέμμα, "árbol genealógico"), es el árbol genealógico que puede formarse con las diferentes versiones, manuscrita o impresa, de un texto.

Modo de representación
La representación es idéntica a la de un árbol genealógico. Se suele señalar con una mayúscula cada versión (las letras elegidas en orden alfabético o bien como la inicial del propietario u origen), y mediante letras del alfabeto griego (en mayúsculas o minúsculas) o bien las últimas minúsculas del alfabeto latino los modelos perdidas (original, apógrafo y arquetipo).

Collatio
Se denomina "collatio" o colación a la descripción física de un texto, varía según los tipos de documentos que se esté describiendo.

Ecdótica
En crítica textual, a la fase preparatoria para la realización de una edición crítica que sigue a la recensio. La collatio consiste en la comparación sistemática entre sí del contenido de todos los materiales existentes de la tradición diplomática directa de un texto, uno por uno, para jerarquizar y relacionar dichos materiales. En este proceso, deben anotarse minuciosamente las variantes ofrecidas por los distintos materiales y todos los detalles que puedan resultar de interés, para así poder establecer las relaciones de dependencia entre ellos: saltos de igual a igual, transposiciones de palabras o de líneas, lagunas y diversos errores. Si se presentan dificultades en la comparación de los textos en toda su extensión, se seleccionan una serie de loci critici, es decir, una serie de fragmentos que sean especialmente significativos por sus destacadas corrupciones textuales.

Libros impresos
En bibliografía se denomina colación a la descripción física de un libro: paginación, dimensiones o material complementario. Para libros antiguos es la enumeración de los cuadernillos que componen el libro numerados o con las letras que se usan para las signaturas tipográficas y el número de páginas que lo forman como superíndice.​ Y está relacionado con el registro que se incluía en los libros antiguos con el colofón.

Loci critici
Se denomina loci critici (en lat., 'lugares críticos'), en Crítica Textual, a aquellos fragmentos largos de una obra que son cotejados en la collatio para poder establecer una clasificación provisional de la tradición diplomática.

Cuando se presentan dificultades en la comparación de los textos en toda su extensión, se seleccionan una serie de loci critici, es decir, una serie de fragmentos que sean especialmente significativos por sus destacadas corrupciones textuales (supresiones, errores, interpolaciones o sustitución de una lectio difficilior por una lectio facilior).

Iotacismo
El iotacismo o itacismo es una modificación fonética por la cual un fonema cualquiera (generalmente una vocal) se transforma en [i]. Se aplica principalmente al proceso ocurrido en el griego antiguo, en el que un número de vocales y diptongos convergieron en pronunciación para acabar sonando como [i] en griego moderno.

Etimología
El término iotacismo deriva de la letra griega ι (iota), que en griego antiguo tenía el valor fonético [i]. Aunque en menor medida, se utiliza como sinónimo el término itacismo, derivado de la letra griega η (ēta), pronunciada /ita/ con iotacismo.

El iotacismo del griego antiguo
El griego antiguo tenía un número mucho mayor de vocales que el griego moderno. Entre los siglos siglo V a. C. y siglo III d. C. el sistema vocálico del griego moderno se modificó progresivamente debido a la tendencia de ciertas vocales y diptongos cerrarse cada vez más, hasta que convergieron en el fonema [i]. Por tanto, en griego moderno las vocales o diptongos «ι», «η», «υ», «ει», «οι», «υι» se pronuncian todos como [i].1​ La siguiente tabla muestra gráficamente los diferentes fonemas del griego antiguo y su evolución en [i]:
GrafíaPronunciación antes del iotacismoPronunciación después del iotacismo
η[ɛː][i]
υ[y]
ει[eː]
οι[ɔi]
ηι[ɛːi]
υι[yː]
Este fenómeno, que tuvo lugar en la lengua oral pero nunca fue reflejado oficialmente en la ortografía, dio lugar a diferencias menores o alejamientos de la escritura etimológica en un buen número de documentos antiguos, entre ellos algunas versiones del Nuevo Testamento. El Codex Sinaiticus, del siglo IV d. C., muestra vacilación iotácica, intercambiando la iota simple por épsilon-iota en algunas palabras, y haciendo justo lo contrario en otras ocasiones.

Texto
Un texto es una composición de signos codificados en un sistema de escritura que forma una unidad de sentido. También es una composición de caracteres imprimibles (con grafema) generados por un algoritmo de cifrado que, aunque no tienen sentido para cualquier persona, sí puede ser descifrado por su destinatario original. En otras palabras, un texto es un entramado de signos con una intención comunicativa que adquiere sentido en determinado contexto.

Las ideas esenciales que comunica un texto están contenidas en lo que se suele denominar «macroproposiciones», unidades estructurales de nivel superior o global, que otorgan coherencia al texto constituyendo su hilo central, el esqueleto estructural que cohesiona elementos lingüísticos formales de alto nivel, como los títulos y subtítulos, la secuencia de párrafos, etc. En contraste, las «microproposiciones» son los elementos coayudantes de la cohesión de un texto, pero a nivel más particular o local. Esta distinción fue realizada por Teun van Dijk en 1980.1​

El nivel microestructural o local está asociado con el concepto de cohesión. Se refiere a uno de los fenómenos propios de la coherencia, el de las relaciones particulares y locales que se dan entre elementos lingüísticos, tanto los que remiten unos a otros como los que tienen la función de conectar y organizar. También es un conjunto de oraciones agrupadas en párrafos que habla de un tema determinado.

Texto lingüístico
De acuerdo a Greimas, es un enunciado ya sea gráfico o fónico que nos permite visualizar las palabras que escuchamos que es utilizado para manifestar el proceso lingüístico. Mientras Hjelmslev usa ese término para designar el todo de una cadena lingüística ilimitada (§1).
En lingüística, no todo conjunto de signos constituye un texto. Se le llama texto a la configuración de lengua o habla y se utilizan signos específicos (signo de la lengua o habla) y está organizada según reglas del habla o idioma.

Texto como "diálogo" y texto como "monólogo"
Otra noción importante es que los textos (y discursos) no son sólo "monologales". En lingüística, el término texto sirve tanto para producciones en que sólo hay un emisor (situaciones monogestionadas o monocontroladas) como en las que varios intercambian sus papeles (situaciones poligestionadas o p
olicontroladas) como las conversaciones. El texto contiene conectores y signos, etc.

Ejemplos:
Monologales
Oral: Una declamación, un discurso político.
Escrita: Una carta de solicitud o una novela.
Dialogales
Oral: Una conversación en un bar o en un banco.
Escrita: Una conversación por chat o por cartas.
Características
Este texto o conjunto de signos extraídos de un discurso debe reunir condiciones de textualidad. Las principales son: Cohesión. Coherencia. Significado. Progresividad. Intencionalidad. Adecuación.

Según los lingüistas Beaugrande y Dressler, todo texto bien elaborado ha de presentar siete
características:
Ha de ser coherente, es decir, centrarse en un solo tema, de forma que las diversas ideas vertidas en él han de contribuir a la creación de una idea global.
Ha de tener cohesión, lo que quiere decir que las diversas secuencias que lo construyen han de estar relacionadas entre sí.
Ha de contar con adecuación al destinatario, de forma que utilice un lenguaje comprensible para su lector ideal, pero no necesariamente para todos los lectores (caso de los volcados de núcleo mencionados más arriba) y de forma que, además, ofrezca toda la información necesaria (y el mínimo de información innecesaria) para su lector ideal o destinatario.
Ha de contar con una intención comunicativa, es decir, debe querer decir algo a alguien y por tanto hacer uso de estrategias pertinentes para alcanzar eficacia y eficiencia comunicativa.
Ha de estar enmarcado en una situación comunicativa, es decir, debe ser enunciado desde un aquí y ahora concreto, lo que permite configurar un horizonte de expectativas y un contexto para su comprensión.
Ha de entrar en relación con otros textos o géneros para alcanzar sentido y poder ser interpretado conforme a una serie de competencias, presupuestos, marcos de referencia, tipos y géneros, pues ningún texto existe aisladamente de la red de referencias que le sirve para dotarse de significado.
Ha de poseer información en grado suficiente para resultar novedoso e interesante pero no exigir tanta que colapse su sentido evitando que el destinatario sea capaz de interpretarlo (por ejemplo por una demanda excesiva de conocimientos previos).
Así pues, un texto ha de ser coherente, cohesionado, comprensible para su lector ideal, intencionado, enmarcado en una situación comunicativa e inmerso en otros textos o géneros para alcanzar sentido; igualmente ha de poseer información en grado suficiente para resultar novedoso e interesante.

Tipos de texto
A fin de agrupar y clasificar la enorme diversidad de textos, se han propuesto tipologías textuales. Estas se basan en distintos criterios como la función que cumple el texto en relación con los interlocutores o la estructura global interna que presenta.
La clasificación más simple de los textos, en función de las características que predominan en cada uno (se considera que no hay texto puro, es decir, no hay texto que tenga rasgos correspondientes únicamente a cada categoría, todo texto es híbrido), es como sigue:
textos narrativos textos descriptivos textos argumentativos textos conmutativos textos explicativos textos expositivos textos conclusivos textos informativos textos predictivos
texto formal

Grafema
En teoría de la escritura, un grafema es una unidad «mínima e indivisible» de la escritura1​ usada para una lengua natural. En el alfabeto latino, los grafemas se corresponden con las letras y las marcas diacríticas. En escrituras que guardan una relación poco estrecha con la fonología, como es el caso de la escritura china, existe un número elevado de grafemas que además no son interpretables siempre como sonidos.
Introducción
En una ortografía fonológica cada grafema se corresponde con un fonema. Posiblemente no existe ninguna escritura que emplee un sistema ortográfico completamente fonológico, aunque algunas lenguas están cerca de tener una escritura fonológica. La falta de correspondencia exacta entre ortografía y fonología se da por muchas razones, por ejemplo, puede haber varios grafemas representando un solo fonema (caso de la Ch en español). A esto se le llama dígrafo (dos grafemas para un solo fonema) o trígrafo (tres grafemas para un solo fonema). Por ejemplo, la palabra que contiene tres grafemas (q,u,e) pero sólo dos fonemas, ya que qu es un dígrafo según la ortografía del idioma castellano o español.
Diferentes glifos pueden representar el mismo grafema. Por ejemplo, el primer glifo de la palabra inglesa fish (pescado) equivale al dígrafo en final de la palabra enough (suficiente). Pese a ser diferentes glifos, corresponden al mismo grafema. No todos los glifos son grafemas en el sentido fonológico; por ejemplo el logograma "&" representa la palabra latina et representa una secuencia de dos fonemas. Los grafemas, más que símbolos fijos, son clases de equivalencia de símbolos gráficos que representan diferentes unidades. Por ejemplo, los símbolos "g" y "g" son distintos gráficamente, pero son el mismo grafema.

Signo lingüístico
El signo lingüístico es una unidad lingüística que puede ser percibida por el ser humano mediante los sentidos y que permite representar completamente un evento comunicativo en sus propios términos. Es una construcción social que funciona dentro de un sistema lingüístico y que pone un "elemento" en lugar de otro. Como sistema, tiene la capacidad de aplicarse a sí mismo y de explicar los demás sistemas de signos; pero es importante advertir que en la lingüística y en la semiótica la teoría define al objeto, y por lo tanto el signo es consecuencia de una perspectiva teórica. El signo lingüístico fue abordado por dos autores diferentes, por un lado Ferdinand de Saussure y por el otro Charles Sanders Peirce, quienes a finales del siglo XIX desarrollaron sus estudios en los cuales abordaron un mismo fenómeno: el signo, pero desde diferentes perspectivas: Saussure utiliza una perspectiva lingüística, mientras que la de Peirce es lógico-pragmática. Y ambos sentaron las bases de lo que hoy se conoce como la "Teoría General de los Signos". Si se tiene en cuenta al signo desde la perspectiva del estudio de F. Saussure este establece un signo biplánico: un significado, que es el concepto; y un significante, que es la imagen acústica.
El signo se puede definir como la representación de la realidad. Saussure lo demuestra con su teoría, debido a que todo lo que es interpretado como significado (concepto) se debe a algo de la realidad, por eso se dice que el significante es la huella psíquica que deja en la mente. Esto hace posible que los habitantes que hablan una sola lengua, puedan tener una comunicación efectiva al momento de expresar cualquier tema que tenga relación con el contexto en el que se vive, el receptor pueda entender de que se está hablando. “La lengua es un sistema en donde todos los términos son solidarios y donde el valor de cada uno no resulta más que de la presencia simultánea de los otros.”1​ Ferdinand de Saussure plantea el signo lingüístico como un proceso mental en el cual el significante y significado son biunivocos, es decir, el signo es indivisible y tanto el significante y significado no pueden ser separados; a partir de esto, se dice que el signo es como una moneda de dos caras. El significado es un concepto, mientras que el significante es una imagen acústica. El concepto se encuentra en nuestra mente, dependiendo del contexto y de los referentes adquiridos. En cambio, la imagen acústica no se limita al sonido de la palabra, sino es la huella psíquica que deja en nuestra mente. "El significante lingüístico; en su esencia, de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido, no por su sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás. Este principio es tan esencial, que se aplica a todos los elementos materiales de la lengua, incluidos los fonemas" La teoría propuesta por Saussure a servido como base para la creación de los modelos de comunicación.

Para Saussure el signo lingüístico posee características específicas:

La arbitrariedad del signo lingüístico: hace referencia a que el signo es arbitrario en el sentido que la unión entre el significado y el significante es inmotivada, es decir, convencional. Arbitrario con relación al significado, ya que el enlace que une el significado con el significante es inmotivado, es decir, no existe motivo o razón por el cual exista una relación entre significante y significado. Por ejemplo, en los sinónimos (varios significantes y un solo significado), las lenguas (español: tiza, inglés: chalk), incluso en las onomatopeyas (español: quiquiriquí, francés: cocorico) y las exclamaciones (español: ¡ay!, alemán: ¡au!).

Carácter lineal del significante: Los elementos del significante lingüístico se presentan uno tras otro formando una cadena ya que el significante se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma de éste.3​ El signo es lineal porque el significante se desenvuelve sucesivamente en el tiempo, es decir, no pueden ser pronunciados en forma simultánea, sino uno después del otro, en unidades sucesivas que se producen linealmente en el tiempo. Por ejemplo, ¡a-c-a-b-o-d-e-ll-e-g-a-r!.

Por otra parte Saussure hace referencia al concepto de “Mutabilidad e Inmutabilidad del Signo”.4​ Lo que Saussure intenta diferenciar, por un lado, es que la Inmutabilidad se refiere a que un significante es elegido libremente con relación a la idea que representa pero impuesto con relación a la comunidad lingüística que lo usa. Por el otro, se refiere a la Mutabilidad del signo, es decir, a un cambio o alteración del mismo ya que éste se continúa en el tiempo, la cual siempre conduce a un desplazamiento de la relación entre el significado y el significante.

Principios del signo lingüístico
El signo lingüístico posee las siguientes características:

Arbitrariedad. El lazo que une el significante y el significado es arbitrario. Saussure aclara que con «arbitrario» quiere decir inmotivado: la idea de árbol no está ligada por relación alguna con la secuencia sonora á-r-b-o-l.

Linealidad del significante. El significante se desarrolla en el tiempo: constituye, pues, una línea temporal. En oposición a los significantes visuales (una fotografía por ejemplo), los acústicos solo disponen de la línea del tiempo: sus elementos se presetan unos tras otros formando una cadena. Al pronunciar /árbol/, se emite un sonido detrás de otro: á-r-b-o-l. La representación escrita árbol proporciona también un claro ejemplo: la sucesión en el tiempo es sustituida por la línea espacial de los signos gráficos.

Inmutabilidad y mutabilidad. Con relación a la comunidad que lo utiliza, el signo lingüístico es impuesto, inmutable. Pero los signos lingüísticos con el paso del tiempo pueden alterarse, por lo cual es posible hablar, a la vez, de inmutabilidad y mutabilidad del signo lingüístico. Por ejemplo, en castellano primitivo mecer significaba «menear», «agitar», «encogerse de hombros»; en la actualidad, el significado de este término se ha restringido a «mover acompasadamente la cuna de los niños».

Teoría de PeirceA diferencia de Saussure, a Charles S. Peirce no le preocupaba el funcionamiento de la lengua; su preocupación era más general, ya que le interesaba cómo el ser humano conoce la realidad.

Peirce definió al signo como: «Un signo o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente, o, tal vez, un signo más desarrollado. Este signo creado es lo que yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Esta en lugar de ese objeto no en todos los aspectos si no solo con referencia a una suerte de idea, que a veces he llamado el fundamento del representamen». Para Peirce, el signo es una entidad de tres caras:

Representamen: Es una cualidad material que está en lugar de otra cosa.​
Interpretante: Aclara lo que significa el representamen y a su vez representa el mismo objeto. Peirce distingue tres interpretantes de un signo:
Interpretante Dinámico: se trata del efecto particular que un signo provoca en la mente de un intérprete en una situación concreta de enunciación, en un contexto determinado de utilización.
Interpretante Inmediato: es pensado como el concepto o significado que comporta todo signo, independientemente del contexto y circunstancias de su enunciación. Peirce afirma que se trata de una abstracción y de una posibilidad.
Interpretante Final: presupone a los otros dos tipos de interpretantes. Es el interpretante pensado como un hábito que hace posible la interpretación recurrente y estable de un signo.
Objeto: Peirce hace hincapié en que para que algo sea un signo, debe representar a otra cosa, llamada su objeto. Se referirá a los signos como si tuvieran un único objeto, pero aclara que un signo puede tener más de un objeto. Distingue dos tipos de objeto:
Objeto Inmediato: (interior a la semiosis) es el objeto tal como es representado por el signo mismo, cuyo ser es dependiente de la representación de él en un signo.
Objeto Dinámico: (exterior a la semiosis) es la realidad que por algún medio arbitra la forma de determinar el signo a su representación.
Según Peirce es necesario que existan tres condiciones para que algo sea un signo: El signo debe tener cualidades que sirvan para distinguirlo. El signo debe tener un objeto, aunque la relación del representamen con el objeto no basta para hacer de uno el signo del otro; para ello se necesita un interpretante. La relación semiótica debe ser triádica: comportar un representamen que debe ser reconocido como el signo de un objeto a través de un interpretante. La semiosis, es el instrumento de conocimiento de la realidad, y es siempre para Peirce un proceso triádico de inferencia mediante el cual a un signo (llamado representamen) se le atribuye un objeto a partir de otro signo (llamado interpretante) que remite al mismo objeto. Peirce distingue también tres clases de signos y los clasifica según cómo se presente a sí mismo, cómo se relacione con su objeto y cómo se relacione con su interpretante. De esta manera los clasificó en indicios, íconos y símbolos:
Índices: El signo guarda relación física de causa-efecto o proximidad con el objeto al cual representa, y son espontáneos. Muestran algo sobre las cosas por estar físicamente conectados con ellas. Por ejemplo, el síntoma de una enfermedad.
Iconos: Se dan cuando el signo se parece al objeto representado. Sirven para transmitir ideas de las cosas que representan simplemente imitándolas. Tiene la naturaleza de una apariencia y, como tal, sólo existe en la conciencia. Las representaciones artísticas (escultura, pintura...) son un ejemplo, pero las onomatopeyas, en el plano oral, también.
Símbolos: Se dan cuando hay una relación injustificada entre signo y objeto, como resultado de la conveniencia. El símbolo está conectado con su objeto en virtud de la idea de la mente que usa símbolos, sin la cual no existiría tal conexión. Las palabras, números, signos religiosos y banderas, son, entre otros, algunos ejemplos.

Continua en La Biblia IV: Lenguas Bíblicas
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