Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 26 de junio de 2017

La Biblia XXI: A las Cinco iglesias I


Mapa de Galacia


Epístola a los gálatas
La Epístola a los gálatas es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que habitaban la provincia romana de Galacia, en Asia Menor (que correspondía a la actual zona sur del asia menor, donde asentaban las ciudades de Licaonia, Iconio, Listra, Derbe y Antioquia de Pisidia).

Datación
Se escribió entre los años 50 a 56 d. C. aproximadamente. Se sabe que la escribió luego de dos visitas a esa provincia1​ y que, conforme el Libro de los Hechos, Pablo y Bernabé visitaron la zona entre los años 47 y 48 d.C. por primera vez, y luego volvió Pablo con Silas cuando volvían de la reunión o concilio de Jerusalén en el año 49 d.C. Puede que Pablo la escribiera desde Corinto en su estadía allí de casi dos años, entre el 50 y el 52 d.C. Otros la ubican en una fecha más tardía, alrededor del 56 d.C.

Tema
Es la vindicación del Evangelio de Jesucristo, en contraposición con los preceptos judíos (Ley ceremonial) que se habían mezclado dentro de la iglesia cristiana de ese lugar. La epístola revaloriza y asienta orientación y rumbo, pues los gálatas comenzaron a ir para atrás, y volvían a la Ley mosaica, creyendo así afirmar su salvación. La carta es una clara enseñanza contra los judaizantes.

La carta es fiel en demostrar muchos rasgos de los habitantes de esas ciudades. Los judaizantes eran una fuerte secta en el cristianismo primitivo, y al parecer había calado profundamente, ya que estos negaban el apostolado de Pablo. Y usaban la zona del Asia Menor como un lugar predilecto para divulgar sus enseñanzas.

Autenticidad
La autenticidad está dada por los registros más antiguos encontrados. Esta carta fue utilizada por Policarpo de Esmirna en el siglo II d.C.; figura en el fragmento Muratori, y en los escritos de Ireneo de Lyon. Además, se encontró con ocho cartas más en el llamado manuscrito de Chester Beatty del año 200 d.C. También otros patriarcas de la iglesia primitiva la mencionan, tales como Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes. Se la menciona por nombre en el canon reducido de Marción. Todo el canon anterior al concilio de Cartago, en el año 397 d.C., la incluían en los escritos como auténtica. Además existe una clara correlación y estilo con los otros escritos de Pablo.

Contenido
Capítulo 1
En Gálatas 1:13​ comienza Pablo la epístola identificándose a sí mismo como autor de la misma y con la habitual referencia al origen divino de su apostolado.
Gálatas 1:24​ señala a las Iglesias de Galacia como destinatarias de la epístola. Quienes son estas iglesias ha dado lugar a controversias. En general, se asume que se trata de las iglesias de la provincia romana de Galacia que Pablo había visitado en dos ocasiones y con las que mantenía emotivas relaciones.
En Gálatas 1:35​, como es habitual en todas las epístolas que se le reconocen, Pablo desea a sus interlocutores que la gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y de nuestro señor Jesucristo.
Gálatas 1:46​ prolonga la salutación más allá de lo que Pablo acostumbra. En efecto, Romanos, Corintios, Corintios, Filipenses, Tesalonicenses y Filemón dan por concluida la salutación en el punto anterior. La prolongación a los Gálatas se interpreta como un realce introductorio de lo que van a ser las tesis expuestas en la epístola.
Gálatas 1:11-18 introduce un apunte biográfico en donde Pablo recalca su independencia apostólica. Afirma primero que su evangelio no lo recibió de los hombres, sino de Jesucristo. Poco después afirma que después de su experiencia en Damasco, marchó a Arabia, y sólo después de tres años subió a Jerusalén para conocer a Cefas (Pedro). Este pasaje no está en contradicción con el paralelo de Hechos 9:19-30, sino que muestra que entre Hechos 9:19 ("algunos días") y Hechos 9:23 ("muchos días"), hubo una estancia en Arabia, y el total acumulado es aproximadamente los tres años que narra Pablo en la Epístola, y que el libro de Hechos no pretende mostrar explícitamente.
Gálatas 1:19 hace mención en esta carta a «Santiago, el hermano del Señor», jefe de la comunidad de Jerusalén y una de las tres «columnas» de la primitiva iglesia (Gálatas 2:9). Teniendo en cuenta que la expresión «Señor» sólo la utiliza para referirse a Jesús de Nazaret, se refiere a Santiago, hermano de Jesús. Según algunos autores, no parece posible que este Santiago pueda ser un personaje inventado en sus cartas, ya que se trata de alguien conocido e influyente en la iglesia primitiva, de modo que sería una ficción difícil de mantener. Además, el mismo «Santiago, hermano de Jesús», es nombrado por el historiador judío Flavio Josefo. Así, la carta de Pablo apuntaría a Jesús como referente de «Santiago, el hermano del Señor»Pablo nombra en esta epístola también a las otras dos «columnas» de la iglesia, Simón Pedro y Juan, también testigos directos de Jesús.

Capítulo 2
Gálatas 2:11-14 muestra las tensiones con las comunidades aparecen en este pasaje donde Pablo narra un incidente con Pedro ocurrido tiempo atrás en Antioquía. Conocido es que Santiago era partidario de la observancia de la Torá y Pedro no. Sucedió entonces que llegados unos discípulos de Santiago a Antioquía, Pedro se comportó con disimulo dejando el comportamiento liberal que llevaba y aparentó una falsa observancia. Este comportamiento es el que Pablo le amonestó. La situación conflictiva que describe contra Pedro contribuye a la credibilidad de Pablo como fuente historiográfica.

Capítulo 3
Gálatas 3:1-5 afirma que la recepción del Espíritu Santo es un hecho conocido en el cristianismo y el judaísmo. Una de las consecuencias de la expansión del cristianismo más allá de la esfera de influencia del judaísmo fue la recepción del Espíritu por parte de no judíos, de no observantes de la ley, tal como se relata en la conversión del centurión Cornelio (Hechos 10). Pablo en este capítulo trata el problema de si el Espíritu Santo se recibe por la ley judía o por la nueva ley del amor, por la fe en Jesucristo.
Gálatas 3:6-14 utiliza el argumento de la promesa de Abraham para subordinar a ella el cumplimiento de la Torá.
Gálatas 3:19-29 indica que la ley ceremonial fue sólo un medio para llevar a los judíos a Cristo. Ya no es necesario sacrificar un cordero por los pecados, ese cordero fue Jesús.

Capítulo 4
Gálatas 4:13-15 contiene un apunte biográfico acerca de una enfermedad que padeció Pablo mientras evangelizaba en Galacia y sobre cuya naturaleza se ha especulado mucho. Se ha dicho que podría ser algún tipo de ceguera, por aquello de que si hubieseis podido, me habríais dado vuestros ojos. En relación con este pasaje se señala otro en 2 Corintios 12:7-10 donde Pablo afirma primero tener un aguijón en la carne y poco después: me complazco en las enfermedades... pues soy fuerte cuando parezco débil.
Gálatas 4:27 posee una cita evangélica que también es utilizada en la Segunda epístola de Clemente. La cita original es de Isaías 54:1. De aquí surge la cuestión de si el autor anónimo de dicha epístola depende de Pablo o de la tradición veterotestamentaria.

Capítulo 5
Pablo habla de la verdadera libertad, no de esa que cubre los deseos de la carne sino el de ser esclavos de Cristo y habla que el esclavo de los deseos carnales no heredará el reino de Dios tal como lo hace el que da frutos en Cristo. Estos no serán condenados por la ley si se dejan llevar por el Espíritu.

Capítulo 6
Sorprende que en una carta donde la ley no ha sido considerada precisamente como algo positivo, ahora se hable de ley de Cristo. ¿Qué ley es ésta que Pablo atribuye a Cristo y a la que alude en otros pasajes de sus cartas. Puede decirse, por supuesto, que la ley de Cristo es simple y pura y que es simplemente el Amor. Pero, dando un paso más, puede también decirse que la ley de Cristo es el propio Cristo en cuanto que se ha hecho para nosotros modelo y norma suprema de conducta.

Incidente de Antioquía
El Incidente de Antioquía fue una disputa ocurrida en la Era apostólica entre los apóstoles Pablo y Pedro, que se produjo en la ciudad de Antioquía en torno a la mitad del siglo I. La fuente primaria para el incidente es la epístola de Pablo a los Gálatas 2:11-14.. Desde Ferdinand Christian Baur, los estudiosos han encontrado evidencia de un conflicto entre los líderes del cristianismo primitivo; por ejemplo James D.G. Dunn propone que Pedro era el «hombre-puente» entre los puntos de vista opuestos de Pablo y Jacobo el Justo.1​ El resultado final del incidente sigue siendo incierto lo que resulta en varios puntos de vista cristianos del Antiguo Pacto en la actualidad.

Los cristianos gentiles y la Torá
Véanse también: Controversia de la circuncisión en el cristianismo primitivo y Pablo y el judaísmo.
Como los gentiles comenzaron a convertirse del paganismo al cristianismo, surgió una disputa entre los líderes cristianos en cuanto a si los gentiles tenían que observar todos los preceptos de la Ley de Moisés. En particular, se debatió si los gentiles conversos debían circuncidarse y observar las leyes dietéticas; especialmente la circuncisión, que se consideraba repulsiva en la cultura helenística.2​

Probablemente completamente independiente de Pablo, pero alrededor del mismo período de tiempo, el tema de los gentiles y la Torá también fue objeto de debate entre los rabinos según consta en el Talmud. Esto dio lugar a la doctrina de las Siete Leyes de Noé, para ser seguidas por los gentiles, así como la determinación de que «los gentiles no pueden ser enseñados en la Torá». En el siglo XVIII, el rabino Jacob Emden era de la opinión que el objetivo original de Jesús, y especialmente Pablo, solamente fue convertir a los gentiles a las Siete Leyes de Noé, mientras que permitían a los judíos seguir la completa Ley Mosaica. Pablo era un firme defensor de la posición de que los gentiles no necesitaban ser circuncidados ni observan las leyes dietéticas, una posición que algunos tomaron como antinomismo. Otros, a veces denominados judaizantes, sintieron que los cristianos gentiles necesitaban cumplir plenamente la Ley de Moisés.

Concilio de Jerusalén
Pablo dejó Antioquía y viajó a Jerusalén para hablar de su misión a los gentiles con los «pilares de la autoridad» del cristianismo. Al describir el resultado de esta reunión, Pablo dice «reconocieron que se me había confiado la buena noticia para los no circuncidados». Los Hechos de los Apóstoles describen la controversia ser resuelta por el discurso de Pedro y concluida con la decisión de Jacobo el Justo de no exigir la circuncisión de los gentiles convertidos. Hechos cita a Pedro y a Santiago como diciendo:

Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. —Hechos 15, 7-11.

Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: «Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos». Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. —Hechos 15, 13-20.

Este Decreto Apostólico todavía es observado por la Iglesia Ortodoxa Oriental.
Sin embargo, la fiabilidad histórica de los Hechos de los Apóstoles se disputa.

El incidente
De acuerdo con la Epístola a los Gálatas, capítulo 2, Pedro había viajado a Antioquía y había una disputa entre él y Pablo. La epístola no exactamente dice si esto ocurrió antes o después del concilio de Jerusalén, pero el incidente se menciona en la carta de Pablo como su siguiente tema después de describir una reunión en Jerusalén, que los estudiosos consideran a menudo que es el concilio. Gálatas 2:11-13. dice:

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

Para consternación de Pablo, el resto de los cristianos judíos de Antioquía se pusieron del lado de Pedro, incluyendo al desde hace mucho tiempo colaborador de Pablo, Bernabé:

Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

Los Hechos de los Apóstoles relatan una ruptura entre Pablo y Bernabé poco después del Concilio de Jerusalén, pero da como motivo el estado físico de Juan Marcos para unirse a la misión de Pablo (Hechos 15, 36-40.). Hechos también describe el momento en que Pedro fue a la casa de un gentil. Hechos 11, 1-3. dice:

Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?

Esto se describe como haber sucedido antes de la muerte del rey Herodes (Agripa) en el 44 d. C., y por lo tanto años antes del Concilio de Jerusalén (c. 50). Hechos es completamente silencioso acerca de cualquier enfrentamiento entre Pedro y Pablo, en éste o en cualquier otro momento.

Existe cierto debate que el enfrentamiento en realidad no era entre Pablo y Pedro el apóstol, sino con otro de los identificados 70 discípulos de la época con el mismo nombre que Pedro. En 1708, el jesuita francés Jean Hardouin escribió una tesis que sostiene que «Pedro» era en realidad «otro Pedro», de ahí el énfasis de usar el nombre de Cefas (arameo de Pedro) para referirse al apóstol.

Resultado
El resultado final del incidente sigue siendo incierto; de hecho, el tema de la ley bíblica en el cristianismo sigue siendo controvertida hasta la actualidad. La Catholic Encyclopedia afirma: «El relato de Pablo del incidente no deja ninguna duda de que San Pedro vio la justicia de la reprensión». En contraste, L. Michael White en su De Jesús al cristianismo [From Jesus to Christianity] afirma:

La discusión con Pedro fue un fracaso total de bravata política y Pablo pronto dejó Antioquía como persona non grata, nunca más regresó.

Según la tradición de la iglesia, Pedro y Pablo enseñaron juntos en Roma y fundaron el cristianismo en esa ciudad. Eusebio cita a Dionisio, obispo de Corinto como diciendo, «Ellos enseñaron de igual manera en Italia, y sufrieron el martirio al mismo tiempo». Esto puede indicar su reconciliación. En 2 Pedro 3, 16., las cartas de Pablo son llamadas «escritura», lo que indica la relación que el escritor tenía de la autoridad apostólica de Pablo. Sin embargo, algunos eruditos modernos consideran que la Segunda Epístola de Pedro es pseudoepigráfica

Galacia
Galacia es una antigua región del Asia Menor (actualmente Turquía) donde se asentaron algunas tribus migratorias de galos procedentes de las tierras germanas a principios del siglo III a. C. La región tomó su nombre de estos galos y sus habitantes se llamaron gálatas.

La Galia y los galos
Para los geógrafos de la antigüedad, la «tierra céltica» era aquella extensión que lindaba con los Pirineos y los Alpes y otras tierras fuera del mundo clásico. Siempre que el geógrafo Estrabón quería referirse a estas tierras las llamaba keltai. La palabra celta no definía una etnia, sino un concepto geográfico.

Sin embargo, los romanos no los denominaban así; para ellos los habitantes de estas tierras eran galos, independientemente del lugar geográfico donde se encontraran, más allá de los Alpes, cerca de los ligures (en Italia), allende a las columnas de Hércules (España) o Asia Menor (Turquía). La Galia o las Galias era por antonomasia el territorio europeo (lo que hoy es Francia, aproximadamente), y Galacia era el territorio de Anatolia, en Asia Menor. Sus habitantes, los de un sitio y otro, eran llamados siempre galos.

El asalto a Delfos
En el año 279 a. C., algunas tribus de aquellos galos (o celtas) se dirigieron desde más allá de los Alpes hacia Provenza y la península Itálica; un tercer grupo llegó hasta Grecia y en Delfos amenazaron con destruir el santuario de Apolo. Pero aquel ataque fue un fracaso y no precisamente por la acción del contingente humano, sino por la ayuda del dios Apolo que invocó a la Naturaleza, que se puso de parte de los griegos, según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo IIPausanias. Al parecer hubo un gran terremoto, tormenta con rayos y truenos, noches con heladas y nevadas y desprendimiento de rocas de las montañas cercanas. Breno, el jefe de los gálatas, resultó gravemente herido y adelantó su muerte bebiendo “una gran cantidad de vino puro”, según palabras del historiador. Hay que tener en cuenta que en esta época el vino se bebía diluido en agua, de ahí que el hecho llamara la atención del escritor. También describe la valentía y la bravura de aquellas gentes.

La llegada a Asia Menor
Aquellos galos derrotados y rechazados iniciaron su camino hacia el norte y el noreste y se fueron desperdigando al llegar a Asia Menor. Por entonces reinaba en Pérgamo el rey Eumenes I, que les rechazó ayudado por su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron repelidos en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estos rechazos fueron beneficiosos para la trayectoria de la cultura helenística, que quizás de otro modo se habría truncado. Después de estas derrotas, los grupos de galos se desperdigaron por otros lugares de Anatolia y se fueron asentando en las cuencas de los actuales ríos Kizil Irmak y Delice Irmak. Allí crearon una región propia que se llegó a llamar Galacia, cuya capital fue Ancyra (Ankara). Desde allí se fueron adueñando de las poblaciones de la costa egea.

Provincia romana
A partir del 189 a. C. esta región junto con otras adyacentes fue gobernada directamente por Roma, hasta que en el 25 a. C. se convirtió en provincia romana con el nombre de Galatia.

En el siglo I, esta zona fue visitada por Pablo, quien entregó una epístola a sus habitantes, los gálatas, en las distintas iglesias cristianas que ya existían. En el siglo XI Galacia cayó en poder de los selyúcidas.

Los galos o gálatas en Estambul
En esta ciudad existe (siglo XXI) un barrio que se llama Gálata. Es una colina que se halla rodeada de calles sinuosas, con casas de estilo occidental. En este lugar se fueron instalando en el siglo XX los distintos inmigrantes que llegaban para hacer fortuna.

La torre de Gálata es una fortificación que formaba parte de un conjunto que construyeron los genoveses en el antiguo barrio de Gálata, en el año 1348. Era un momento en que las relaciones que tenían con Constantinopla (antiguo nombre de Estambul) no eran muy buenas y además se veían constantemente amenazados por los venecianos, que fueron desde siempre sus rivales.

Gálatas
Los gálatas fueron los habitantes de origen galo que, provenientes de la Galia, se asentaron en una región del Asia Menor.

Historia
A partir de los siglos VIII a. C y el V a. C, diversos pueblos celtas se extendieron desde su núcleo original centroeuropeo por gran parte de Europa, llegando un pueblo originario de la Galia, los gálatas, por el este hasta el territorio de la actual Turquía, asentándonse en la región anatolia de Galacia.

Según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II, Pausanias, en el año 279 a. C., algunas tribus de galos se dirigieron hacia Grecia a través de los Balcanes llegando a atacar el oráculo de Delfos y el santuario de Apolo, siendo finalmente derrotados, cayendo muerto Brenno, su comandante.

Tras esta derrota, esta tribu se dirigió hacia Asia Menor donde, después de grandes enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, fueron derrotados por éstos y se dirigieron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron en una región que pasó a llamarse Galacia, formando pequeños Estados independientes que se irían consolidando durante los reinados de los reyes sucesores de Antíoco, y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas. El rey seléucida Antíoco I Sóter ganó su epíteto tras vencerlos en la batalla de los elefantes.

Más tarde, debido a los continuos saqueos en la región por parte de los gálatas, el rey de Pérgamo Eumenes I se enfrentó a ellos, derrotándolos ayudado de su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron derrotados en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estas victorias fueron beneficiosas para la trayectoria de la cultura helenística que quizás de otro modo se habría truncado.

Como resultado de esto se establecieron en el centro de la península de Anatolia, y su territorio más tarde pasaría formar la provincia de Galacia. Hacia el siglo V d. C. tenemos testimonios de que los gálatas, aun habiendo adoptado una cultura y modo de vida ya típicamente griegos, conservaban su lengua. Así Pablo en la carta a los Gálatas menciona nombres claramente celtas, y Jerónimo dejó constancia en sus escritos de que la lengua de los gálatas resultaba parecida al dialecto galo de Tréveris. Dado que el origen de los gálatas se encontraba en la Galia, es muy posible que de hecho el gálata fuera originalmente un dialecto galo.

La antigua ciudad de Ankara, que fue sometida antaño por Alejandro Magno, pasó a ser la capital de esta región, con el nombre de Ancyra. La dinastía turca de los Selyúcidas la rebautizó más tarde como Angora. El nombre de Ankara fue restablecido en 1930.

Epístola a los Efesios
La Epístola a los efesios, abreviada generalmente efesios, es el décimo libro del Nuevo Testamento. Se atribuye su escritura a Pablo de Tarso en Roma para sus seguidores de la Iglesia de Éfeso (en Asia Menor) alrededor del mismo tiempo del escribir la Epístola a los colosenses, teniendo ambos textos muchos puntos en común. A partir de 1792, algunos estudiosos la han definido como Deutero-Paulina, es decir, escrita con el nombre de Pablo por un autor posterior que ha sido influenciado por su pensamiento.

Contenido
La Epístola a los colosenses es, en su mayor parte, polémica, diseñada para refutar ciertas doctrinas teosóficas que habían entrado en la iglesia de Colosas. En cuanto a los efesios, no parecen basarse en algún asunto en particular, es simplemente una carta escrita por causa del amor del apóstol Pablo a sus seguidores en ese lugar, e indica su deseo de que ellos pudieran entender todas sus órdenes así como su comprensión personal del evangelio. Información basada en el Libro de Caleb Ortiz en su tercera edición.

Bosquejo
Salutación (Efesios 1, 1-2.)
La iglesia en el propósito de Dios (Efesios 1, 3-14.)
La iglesia en el poder de Dios (Efesios 1, 15-2, 10.)
La iglesia como la casa de Dios (Efesios 2, 11-22.)
La iglesia como la revelación de Dios (Efesios 3, 1-13.)
La iglesia y la plenitud de Dios (Efesios 3, 14-21.)
La iglesia y los estándares de Dios (Efesios 4, 1-6, 9.)
La iglesia y la armadura de Dios (Efesios 6, 10-20.)
Conclusión (Efesios 6, 21-24.)

Viajes de Pablo a Éfeso
La primera visita de Pablo a Éfeso fue sólo de tres meses. Se encuentra la historia en Hechos 18:19-21. La obra que fue empezada allí fue avanzada por Apolos (Hechos 24-26.), Priscila y Aquila.

Sobre su segunda visita, a principios del año siguiente, él permaneció en Éfeso "tres años", ya que descubrió que esa región era la llave a las provincias occidentales de Asia Menor. Aquí "una puerta grande y eficaz" le fue abierta (1 Corintios 16:9.) y la iglesia fue establecida y reforzada por sus diligentes trabajos allí (Hechos 20:20-31.). Desde Éfeso extendió el evangelio por el extranjero "casi en toda Asia" (Hechos 19:26.). La Palabra "poderosamente creció y prevaleció" a pesar de toda la oposición y persecución que él encontró.

Sobre su último viaje a Jerusalén, el apóstol desembarcó en Mileto y, tras convocar a los líderes de la Iglesia de Éfeso, les dio un discurso de despedida, ya que sabía que no los volvería a ver. En él les exhortó a mirar por ellos mismos y por todo el rebaño, después de orar hubo gran llanto de todos porque no verían más su rostro (Hechos 20:18-35.). Sin embargo, Pablo dijo ser abandonado en Efeso al menos una vez en 2 Timoteo 1:15.

Autoría
La comunidad académica se encuentra dividida con respecto a la autoría de la epístola de Efesios, pudiendose resumir en 4 posturas.

-La postura tradicional que establece que la epístola fue escrita por Pablo. Para ello se basa en la propia epístola (el primer versículo de la carta identifica a Pablo como su autor) así como las primeras listas de libros del Nuevo testamento, incluyendo el canón de Marción y el fragmento Muratorio. Estudiosos modernos que apoyan esta postura incluyen a Frank Thielman, Ezra Abbot, Asting, Gaugler, Grant, Harnack, Haupt, Fenton John Anthony Hort, Klijn, Johann David Michaelis, A. Robert, and André Feuillet, Sanders, Schille, Brooke Foss Westcott, and Theodor Zahn

-Escrito por Pablo pero con interpolaciones de otro autor.
Esta postura es defendida por Albertz, Benoit, Cerfaux, Goguel, Harrison, H. J. Holtzmann, Murphy-O'Connor, and Wagenfuhrer.

-Escrito por un autor distinto, basándose en el estudio sintáctico y léxico de las cartas de Pablo así como su terminología y escatología. Entre los académicos que apoyan esta postura podemos encontrar a Allan, Beare, Brandon, Bultmann, Conzelmann, Dibelius, Goodspeed, Kilsemann, J. Knox, W.L. Knox, Kümmel, K and S Lake, Marxsen, Masson, Mitton, Moffatt, Nineham, Pokorny, Schweizer, and J. Weiss.

-Otro grupo concluye que falta evidencia que pueda llevar a una conclusión sobre el tema.
En este grupo se encontrarían los siguientes autores: Cadbury, Julicher, McNeile, and Williams.

Fecha y lugar de la epístola
Si Pablo fue el autor de la epístola ésta sería escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo (Efesios 3:1., Efesios 4:1., Efesios 6:20.) y probablemente inmediatamente después de su llegada allí, por el año 62, cuatro años después de haberse separado de los líderes de Éfeso en Mileto. Sin embargo, los estudiosos que niegan la autoría de Pablo datan la carta entre el 70 - 80 d.C. En este caso, la carta podría haberse escrito dentro de la misma iglesia de Éfeso.

Objetivo
El objetivo del autor no era realmente polémico, ya que no se menciona ningún error que él haya procurado indicar o refutar. El objeto del apóstol es asentar las bases de la nueva religión y definir la causa, la meta y el fin de la iglesia de los fieles en Cristo. Él habla a los Efesios como de un prototipo o de una muestra de la iglesia universal.

En la Epístola a los Romanos, Pablo escribe del punto de vista de justificación por la justicia imputada de Cristo; aquí él escribe del punto de vista de la unión al Redentor, y de ahí de la unidad de la iglesia verdadera de Cristo.

Según los seguidores del cristianismo, este es quizás el libro más profundo existente acerca de la iglesia, que toca las mayores profundidades de la doctrina cristiana, y escala las alturas de la experiencia cristiana; y el punto que el apóstol claramente esperó que los efesios lo entendiera es evidencia de la habilidad y madurez que los seguidores de Pablo habían alcanzado luego de su predicación en Éfeso.

Relación entre Efesios y Colosenses
Las cartas del apóstol son el arrebato ferviente de celo pastoral y su conexión, escrito sin la reserva y en la simplicidad; los sentimientos vienen calientes del corazón, sin la formación, poda, y arreglo de un discurso formal. Hay una transcripción fresca y familiar del sentimiento, tan frecuente una introducción de la locución coloquial, y tanto de franqueza conversacional y vivacidad, que el lector asocia la imagen del escritor con cada párrafo, y el oído parece agarrar y reconocer los mismos tonos de la dirección viva. ¿Es entonces cualquier punto de asombro que una carta debería parecerse al otro, o que dos escritos sobre el mismo tiempo deberían tener tanto en común y tanto que es peculiar?. La relación cercana de diseño y sujeto entre las epístolas a Colosas y Éfeso debe afectar a cada lector. Su relación precisa el uno al otro ha dado ocasión a mucha discusión. La gran probabilidad consiste en que la epístola a Colosas fue escrita primeramente; los pasos paralelos en el libro de Efesios, que son aproximadamente cuarenta y dos, teniendo el aspecto de ser extensiones de la epístola a los cristianos en Colosas.

Apolos
Apolos (Griego: Ἀπολλώς) fue un cristiano judío del siglo I, mencionado varias veces en el Nuevo Testamento. Un contemporáneo del Apóstol Pablo que jugó una función importante en el desarrollo temprano de las congregaciones de Éfeso y Corinto.

Referencia bíblica
Apolos es el primero en ser mencionado como predicador cristiano, quien había venido a Éfeso (probablemente en el año 52-3), donde fue descrito como «ferviente en espíritu, habló y enseñó con exactitud las cosas relacionadas con Jesús, aunque sepa sólo el bautismo de Juan» (Hechos 18:24-25)Priscilla Aquila, un par cristianos judíos que habían venido a Éfeso con el Apóstol Pablo, instruyeron a Apolos: «Cuando Priscila y Aquila le oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron la manera de Dios más adecuadamente».[Hechos 18:26][1]
Las diferencias entre las dos comprensiones probablemente estaban relacionadas al bautismo en el Espíritu Santo, ya que Apolos «conocía sólo el bautismo de Juan». Más tarde, en ausencia de Apolos, sucede un encuentro entre Pablo y algunos discípulos en Éfeso:

Antes de la llegada de Pablo, Apolos se había mudado de Éfeso a Acaya [Hechos 18:27] y vivía en Corinto, la capital provincial de Acaya.[2]1​[Hechos 19:1] El libro de Hechos informa que Apolos llegados a Acaya con una carta de recomendación de los cristianos de Éfeso quienes «escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo». (Hechos 18:27-28).[3]

La primera epístola de Pablo a los corintios (55 AD) menciona a Apolos como una figura importante en Corinto. Pablo describió la función de Apolos en Corinto: «Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer» [1 corintios 3:6] No hay ninguna indicación de que Apolos fuera favorecido o aprobara una sobreestimación de su persona.[4][5]<Pablo le instó para ir a Corinto, pero Apolos lo rechazó, declarando que iría más tarde cuando tuviera una oportunidad.[1 corintios 16:12][6]

Apolos es mencionado más de una vez en el Nuevo Testamento. En la Epístola a Tito, dice «A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte».[Tito 3:13][7]

Información extrabíblica
Jerónimo declara que Apolos estaba tan descontento con la división en Corinto, que se retiró a Creta con Zenas, el abogado; y cuando la congregación fue curada por las cartas de Pablo, Apolos regresó a la ciudad, y se convirtió en su obispo. Versionaes menos probables, lo mencionan como obispo de Duras, o de Iconio en Phrygia, o de Cesarea.

Importancia
Martín Lutero y algunos eruditos estudiosos modernos han propuesto a Apolos como el autor de la Epístola a los Hebreos, más que Pablo de Tarso o Bernabé. Ambos, Apolos y Bernabé, eran cristianos judíos con autoridad intelectual suficiente.3​ Sin embargo, no hay textos supervivientes conocidos que se atribuyan a Apolos.

El Comentario de Púlpito le describe cuando «un hombre muy notable» y reconoce que Pablo lo tenía en gran estima.

El origen de Apolos en Alexandria ha dado lugar a especulaciones de que haya predicado en el estilo alegórico de Filón de Alejandría. El teólogo Jerome Murphy-O'Connor, por ejemplo, comentó: «es difícil de imaginar que un judío de Alejandría ... pudiera haber escapado de la influencia de Filón, el gran dirigente intelectual ... al parecer se ha mostrado especialmente preocupado con educación y predicando». Apolos está considerado como santo por varias iglesias cristianas, incluyendo el Iglesia luterana Sínodo de Misuri, los cuales mantienen una conmemoración para él, junto con los santos Aquila y Priscila, el 13 de febrero.

Priscila
Priscila o Prisca era la esposa de Aquila, muy mencionada junto con su esposo en el Nuevo Testamento. Eran posiblemente judíos, fabricantes de tiendas. Vivieron en Roma hasta que el emperador Claudio, por decreto imperial, estableció la expulsión de los judíos de Roma. Priscila y su esposo fueron a vivir a Corinto. Desde el año 50 d. C. estuvieron con Pablo en varios lugares: Roma, Éfeso y Corinto.

El nombre Priscila es el disminutivo de Prisca (del latín: antigua). Pablo la llama Prisca cuando la menciona en las cartas paulinas o epístolas paulinas, mientras que Lucas la menciona como Priscila.

En la Carta de Pablo a los Romanos (Romanos.16:3-4) se lee: Saludad a Prisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su cabeza.

Según las "Actas de los Mártires", escritas en el siglo X, era una adolescente que fue llevada al anfiteatro para diversión de la gente. Un león se lanzó sobre ella pero en lugar de hacerla pedazos se echó sus pies. En vista de esta situación, la devolvieron de nuevo a la cárcel. Algún tiempo después fue ejecutada y se dice que un águila veló por su cuerpo hasta su entierro en las Catacumbas de Priscila. De todos modos, el relato de las «Actas», que datan a lo más del siglo X, tiene un valor histórico muy relativo. El relato parece una simple reproducción del martirio legendario de Santa Tatiana, con ligeras modificaciones.

Desde muy antiguo a esta joven romana se le tributó culto en Roma. En el siglo IX unas excavaciones arqueológicas descubrieron e identificaron que estaba enterrada en el Monte Aventino con el nombre de Priscila, mujer de Aquila, un judío cristiano. En Roma se encuentra la iglesia de Santa Prisca, que fue construida sobre las ruinas de un santuario del dios pagano Mitra.

Variantes
Femenino: Priscila, Pricila, Prisila. Masculino: Pricilo, Priscilo.

Éfeso
Éfeso (griego: Έφεσος, Ephesos; latín: Ephesus; turco: Efes) fue en la antigüedad una localidad del Asia Menor, en la actual Turquía. Fue una de las doce ciudades jónicas a orillas del mar Egeo, situada entre el extremo norte de Panayr Dağ (el antiguo monte Pion) y la desembocadura del río Caístro y tenía un puerto llamado Panormo. Al este se hallaban la colina de Ayasoluk, con el valle a sus pies, y la población actual de Selçuk, cerca del mar, el monte Pion y el monte Coreso (actual Bulbul Dagh), a cuyos pies se encontraba la ciudad antigua. Ha sido inscrito por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2015. Fue un importante centro religioso, cultural y comercial. Actualmente sus ruinas constituyen una atracción turística importante.

Toponimia
Estrabón menciona el mito de que a Éfeso durante un tiempo se la llamó Esmirna por una amazona. Plinio el Viejo indica, además de este, otros nombres que se le habían dado antes de llamarse Éfeso: Álope, Traquia, Ortigia, Amorges, Hemonio y Ptelea.

Población
Parte del trazado original de esta famosa ciudad de la antigüedad está ocupado por la pequeña villa de Ayasaluk, cuyo nombre se cree que es la corrupción del griego hagios theologos, es decir, «el santo teólogo».

Economía
La actividad económica de Éfeso se centra fundamentalmente en el turismo que atraen las notables ruinas grecorromanas de la ciudad antigua, y los restos paleocristianos y bizantinos, que atraen igualmente a muchos peregrinos. Si bien en la antigüedad clásica Éfeso fue una importante ciudad portuaria, desde el siglo V en adelante, debido al mar, sufrió, por procesos de sedimentación y erosión, un fuerte retroceso que lo ha alejado de la actual línea de la costa, por lo que su puerto fue abandonado hace mucho.

Historia
Fundación
Se ha identificado a Éfeso como la ciudad de Apasa o Abasa, mencionada por los hititas como la capital del reino de Arzawa. También se ha encontrado cerámica micénica.

Ferécides (citado por Estrabón) atribuye la fundación de Éfeso a colonos jonios dirigidos por Androclo, hijo del rey ateniense Codro, que expulsaron a los léleges y carios que habitaban la región. Androclo también ocupó la isla de Samos y otras islas vecinas que pasaron a estar bajo el dominio de Éfeso durante un breve periodo. Una leyenda, en cambio, atribuye la fundación a las Amazonas. Se contaba que la amazona Esmirna se había apoderado de la ciudad y que por ella durante un tiempo se llamó Esmirna a Éfeso. De hecho, Estrabón cuenta que la destacada ciudad de Esmirna había sido fundada por una expedición que partió de Éfeso. Otra leyenda indicaba que el santuario de Artemisa había sido fundado por el autóctono Coreso y por un hijo del dios-río Caístro llamado Éfeso, del cual habría tomado su nombre la ciudad.

Periodos arcaico y clásico
La primera noticia cierta que se tiene de la ciudad es una guerra con los magnesios (los habitantes de Magnesia del Meandro) en la que vencieron los magnesios.

En el siglo VII a. C. los cimerios invadieron el Asia Menor en el reinado del rey de Lidia Ardis. Subieron por el valle del Caistro y debieron llegar a Éfeso, pero nada se sabe de los daños que causaron a la ciudad. En estos ataques fue destruida Magnesia.
En el siglo VI a. C., el rey de Lidia Creso sometió a los jonios y eolios de Asia Menor. Éfeso fue la primera ciudad asediada por este rey. Heródoto narra que los asediados dedicaron sus oraciones a Artemisa y unieron el templo y la ciudad mediante una soga.
A fines del siglo VI a. C. pertenecía a Persia. En 499 a. C., cuando los atenienses y los eretrios juntamente con los jonios marcharon contra Sardes, desembarcaron en Éfeso y dejaron los barcos en el cabo Coreso. Gente de la ciudad les guiaron por el valle del Caístro hasta el monte Tmolo. Sardes fue incendiada y se retiraron, pero fueron perseguidos hasta Éfeso, donde fueron derrotados por los persas. En 494 a. C. tras la Batalla naval de Lade algunos combatientes de Quíos perseguidos se replegaron a Mícala y fueron de noche a Éfeso cuando se estaba celebrando la fiesta de las Tesmoforias. Allí los ciudadanos, que desconocían lo que había pasado, les atacaron pensando que eran ladrones, y mataron a unos cuantos. Por estos hechos se sabe que Éfeso no tenía barcos de guerra, y por tanto se supone que no participaba en la revuelta jónica, pese a que simpatizaban con ella.[cita requerida] Jerjes I incendió algunos templos, pero al de Éfeso no le pasó nada.

Durante la primera parte de la guerra del Peloponeso perteneció a la Liga de Delos puesto que aparece en los registros de tributos a Atenas entre los años 454/3 y 415 a. C. donde llegó a pagar un phoros de 7,5 talentos. Sin embargo, durante la parte final de esta guerra fue una de las ciudades de Jonia que se rebeló contra Atenas. Casi al final de la guerra, el comandante ateniense Trasilo, que hacía una expedición de saqueo, desembarcó en Éfeso; el sátrapa persa Tisafernes reunió un ejército y, con ayuda de naves procedentes de las ciudades sicilianas de Siracusa y Selinunte, pudo evitar el saqueo de la ciudad derrotando a los atenienses. Los efesios, agradecidos, honraron a los siracusanos y selinuntios e incluso otorgaron el derecho de ciudadanía a los habitantes de Selinunte que quisieran vivir en Éfeso puesto que su ciudad había sido destruida por Cartago en el 409 a. C.

Lisandro, el jefe de la flota espartana, llegó con una poderosa flota a Éfeso en 407 a. C. El ateniense Antíoco, que estaba en la batalla de Notio como comandante de Alcibíades, se enfrentó con él, pero el espartano obtuvo la victoria. Después de la batalla de Egospótamos, los efesios dedicaron una estatua a Lisandro (y otros espartanos menos conocidos) en el templo de Artemisa. Pero después de la victoria de Conón en la batalla de Cnido fueron sustituidas por estatuas de Conón y Timoteo.

Cuando en el año 334 a. C. llegó a Éfeso Alejandro Magno, estaba en manos de los persas. Este suprimió el sistema oligárquico que imperaba en la ciudad e instauró una democracia. También realizó un sacrificio en honor de Artemisa y decretó que los impuestos que antes se pagaban a los persas, fueran depositados a partir de entonces en el templo de Artemisa.

Período helenístico
Lisímaco de Tracia construyó las murallas cerca de la ciudad en un nuevo emplazamiento más favorable, a 2 km al este del templo de Artemisa en el 289-288 a. C., según se ha deducido a partir de un decreto de Mileto, y como los efesios no querían cambiar sus emplazamientos hacia el lugar de las murallas, inundó la ciudad cerrando las salidas del agua un día de mucha lluvia, y así la ciudad vieja fue arrasada. A la nueva ciudad fueron llevados también ciudadanos de Colofón y Lébedos.

Después de la muerte de Lisímaco, Éfeso estuvo bajo el dominio del Imperio Seleúcida y después pasó a control del Egipto Ptolemaico. Volvió a ser controlado por el Imperio Seleúcida en la época de Antíoco III el Grande, que pasó el invierno de 197/6 a. C. en la ciudad. Allí recibió al general cartaginés Aníbal. Durante la guerra romano-siria, en el año 190 a. C. la flota seléucida se enfrentó a la romana cerca de Córico o Mioneso, donde el almirante seléucida Polixénidas fue derrotado y se tuvo que refugiar en Éfeso. Después de la batalla de Magnesia del Sípilo, Éfeso fue entregada a los romanos. Después de la guerra se firmó la paz de Apamea en la que los romanos dieron la ciudad a Eumenes II de Pérgamo (188 a. C.), así como otras ciudades y comarcas.

En 133 a. C., Atalo III murió y dejó sus dominios a Roma, pero Aristónico, hijo del rey Eumenes II de Pérgamo y de una mujer de Éfeso, se rebeló y quiso ocupar el reino. Éfeso le hizo frente y le derrotó en una batalla naval cerca de Cime. Se creó la provincia de Asia de la que Éfeso fue la capital y residencia del gobernador, y también fue cabecera de un convento jurídico, al que acudían los cesarientes, metropolitas, cilbianos de arriba y de abajo, misomacedones, mastaurenses, briulitas, hipepenos y dioshieritas.

Cuando Mitridates invadió Jonia en el año 88 a. C. fue bien recibido en Éfeso y se tiraron las estatuas de los romanos. Mitrídates ordenó la masacre general de los romanos, y los efesios cumplieron la orden sin respetar ni siquiera a los que se refugiaron en el templo de Artemisa, a los que mataron. Mitrídates se casó con Monime, la hija de Filopemen, en la ciudad de Estratonicea de Caria, y nombró a éste como gobernador de Éfeso. Pronto los efesios se rebelaron y mataron al general póntico Zenobio, el mismo que había deportado a la gente de Quíos. Sila, después de derrotar a Mitrídates, castigó a Éfeso, a la que impuso una dura contribución.

Éfeso después de eso ya no tuvo autonomía real. Era un puerto de los romanos. Después de Farsalia, Metelo Escipión, que estaba en Éfeso, quiso el dinero del templo, pero fue llamado por Pompeyo para unirse a él en el Epiro.

Después de la derrota de Bruto y Casio en Filipos, Marco Antonio visitó Éfeso e hizo sacrificios a la diosa y perdonó a los partidarios de los derrotados que se habían refugiado en el templo (todos menos dos) y exigió a los efesios el tributo de 10 años en un solo año (Éfeso había dado en dos años los tributos de 10 años a Bruto y Casio). Los efesios pidieron perdón y explicaron que habían estado obligados a dar los tributos y ya no les quedaba nada y entonces Antonio aceptó los impuestos de 9 años a pagar en dos años.28​ En el templo de Artemisa en Éfeso, Marco Antonio capturó a los hermanos de Cleopatra y los hizo matar, según Dion Casio. Antes de la batalla de Accio la flota de Marco Antonio y Cleopatra estaba en Éfeso, donde llegó con la reina. Después de la batalla (31 a. C.), Éfeso, por sugerencia de Octavio Augusto, dedicó estatuas a Julio César.

La ciudad bajo el imperio romano
La ciudad prosperó durante el Imperio romano. En tiempos de Estrabón, su riqueza se basaba en el comercio, y toda la región hasta Capadocia estaba llena de caminos que facilitaban el intercambio comercial. Dice que había un senado dirigido por los epilectos que gobernaba la ciudad, senado que había sido instituido por Lisímaco. La ciudad tenía un grammateus, funcionario común a todas las ciudades griegas, y un arconte que cuidaba del registro de títulos.

Tiberio quiso eliminar el derecho de asilo del templo, a lo que los efesios se opusieron diciendo que había sido aceptado por persas, macedonios y romanos hasta entonces; el asilo se utilizaba normalmente por delincuentes. El puerto se arregló en tiempos de Nerón, por obra de Barea Soranus, gobernador de Asia. En torno a los años 114-120 se construyó la Biblioteca de Celso que, con una capacidad estimada de 12 000 volúmenes, se convirtió en una de las más grandes de su época.

En 262 d. C. la ciudad y el templo fueron asolados por los godos. El templo quedó destruido y ya no se reconstruyó, aunque se mantuvo el culto entre sus ruinas. Desde entonces la ciudad entró en una decadencia que se acentuó por dos terremotos que se produjeron en los años 358 y 368 así como porque los sedimentos del río Caístro en el puerto y la falta de un adecuado drenaje de los mismos provocaban cada vez más dificultades a los barcos que llegaban al puerto.

Éfeso y los primitivos cristianos
Pablo de Tarso permaneció tres años en Éfeso a partir del 54. En aquella época debía existir una importante comunidad judía en Éfeso que contaba con una sinagoga. Más tarde, también en Éfeso, sufriría cautiverio (hacia el año 57). Algunos opinan que esto debió haberse producido más tarde, aunque no después del 63. Se cree que en esa época escribió su Epístola a los filipenses, además de la epístola a los efesios.

Juan el Apóstol se trasladó a Éfeso hacia el año 62. Con la persecución del emperador Domiciano, Juan fue desterrado a la isla de Patmos y sólo pudo volver a Éfeso cuando murió Domiciano, donde siguió dirigiendo la iglesia y donde falleció pocos años después a edad muy avanzada. En el Apocalipsis, la iglesia de Éfeso es una de las siete iglesias a las que se dirigen las «cartas de Jesús».

Ignacio de Antioquía escribió también una carta a los efesios en el siglo II.

El 22 de junio de 431 se inició el tercer Concilio Ecuménico, conocido como Concilio de Éfeso, convocado por el emperador Teodosio II e impulsado por el patriarca Cirilo de Alejandría para combatir el nestorianismo. Otro concilio, acerca del monofisismo, tuvo lugar el año 449, y es conocido como Latrocinio de Éfeso puesto que el papa León I lo declaró nulo.

Edad Media
Durante los siglos VII y VIII, Éfeso estuvo permanentemente hostigada por los árabes. A la vez, la falta de drenaje de los sedimentos del puerto que ya provocaba problemas en los siglos anteriores, junto con una serie de inundaciones provocó que el puerto resultara definitivamente cegado, con lo que la ciudad fue deshabitándose de forma progresiva. En el siglo XI los turcos selyúcidas tomaron el control del lugar, que ya carecía de toda población. Otros turcos, los llamados otomanos, se apoderaron del lugar en 1304, construyeron la mezquita de İsa Bey y rebautizaron el lugar con el nombre de Ayaslug. Las tropas del turco-mongol Tamerlán (1402) arrasaron la basílica de San Juan y la mezquita, que fue reconstruida poco después.

Redescubrimiento
En 1863 el arqueólogo John Turtle Wood inició las excavaciones en busca del templo de Artemisa, cuyos restos finalmente encontró en 1869. Los trabajos arqueológicos fueron continuados por Hogart, y luego por un equipo austriaco desde 1895, bajo la dirección de Otto Bennford. Durante los siglos XX y XXI continuaron los trabajos arqueológicos a cargo del Instituto Arqueológico Austriaco.

Actualmente las ruinas son visitadas principalmente por cruceros que proceden del puerto de Kuşadası, situado a 19 km. Es un sitio amplio, que no ha sido excavado todavía por completo, pero lo que se puede observar da una cierta idea de su esplendor original.

Monumentos y lugares de interés
Los principales restos de Éfeso se distribuyen a lo largo de las vías principales de la antigua ciudad, que son la calle de los Curetes, que va desde la puerta de Heracles a la biblioteca de Celso; el camino de mármol, que se extiende desde allí hasta el teatro, y la vía Arcadia, que va desde allí hasta los baños del puerto.

Los restos más destacados son:
El enorme teatro, ubicado en una posición muy sobresaliente dominando el paisaje sobre la calle del puerto. El mayor de su época, tenía capacidad para alrededor de 25 000 espectadores y se empleaba también para espectáculos circenses.
El odeón, un pequeño teatro del siglo II.
La biblioteca de Celso, construida por el cónsul Gayo Julio Aquila Polemeano, en honor a su padre, Tiberio Julio Celso Polemeano, que había ocupado diversos cargos públicos, incluido el de procónsul de Asia y cuyo sarcófago de mármol se encuentra en una cámara bajo el ábside. Su fachada fue reconstruida entre 1970 y 1978. Esta biblioteca fue construida mirando hacia el este para que las salas de lectura aprovecharan mejor la luz matutina.
La puerta de Mazaeus y Mitrídates, construida en el año 40 por dos esclavos en honor a Augusto, que los había liberado.
El ágora del estado, situada en un lugar distinto de la llamada ágora comercial.
La fuente de Laecanius Bassus, construida en los años 80-82.
La basílica romana, del siglo I, con columnas jónicas.
El estadio.
El Octágono, que es una tumba que se considera de Arsínoe IV.
El pritaneo, que era la sede de los magistrados.
Varias termas romanas.
Las letrinas públicas.
El monumento a Memio, en honor del arquitecto que construyó el acueducto, del siglo I.
El templo de Domiciano, dedicado al emperador Domiciano, del siglo I.
La fuente de Trajano, de principios del siglo II.
El gimnasio este, que también contaba con termas y el gimnasio de Vedius, ambos del siglo II.
El templo de Adriano, de orden corintio, construido en el siglo II y dedicado al emperador Adriano.
El templo de Serapis, construido por comerciantes egipcios en el siglo II.
El burdel, que es una casa que se supone que fue un burdel debido al hallazgo de una estatua de Príapo con un gran falo.
La puerta de Magnesia.
La puerta de Heracles, que contiene relieves donde se representa al héroe, del siglo II.
Las casas-terraza, una serie de casas adosadas donde vivían personas adineradas, decoradas con mosaicos.
Las murallas de Lisímaco.
La tumba de San Lucas, que es una tumba simbólica dedicada a Lucas el Evangelista.
La Iglesia de María, del siglo V, que fue sede obispal.

En los alrededores se hallan:
La Basílica de San Juan de Éfeso, construida en el siglo VI en el sitio donde supuestamente San Juan escribió su evangelio. Esta iglesia fue construida por Justiniano.
La casa de la Virgen María, donde vivió la madre de Jesús, según la tradición. Es una estructura del siglo VII.
La mezquita de İsa Bey, del siglo XIV.

El culto de Artemisa
El templo de Artemisa en Éfeso es una de las siete maravillas del mundo antiguo y el mayor templo de la Antigüedad, con 120 columnas de 20 m de altura, de las que sólo sobrevive una. En él se veneraba a la «Señora de Éfeso», una divinidad de múltiples pechos a la que los griegos identificaron como Artemisa.

Al menos desde el siglo VIII a. C. ya existió un primer templo. Después de su destrucción por los cimerios, fue reconstruido a principios del siglo VI a. C. por Quersifrón, con ayuda de Teodoro y terminado por Metágenes, hijo del primero. La estatua de la diosa era de oro. En los alrededores del templo estaba el riachuelo llamado Selinos. El culto fue llevado por los foceos a Masalia y desde allí a sus colonias.

El templo fue incendiado por Eróstrato, en el año 355 a. C. según se dice, la noche que nació Alejandro Magno, con el único propósito de ser famoso, pero fue reconstruido por un arquitecto cuyo nombre probablemente sería Dinócrates, aunque Estrabón, citando a Artemidoro, menciona el nombre de Quirócrates.

Cuando Alejandro entró en la ciudad, ofreció pagar todos los gastos de reconstrucción, pero la ciudad no lo aceptó y se limitó a poner el nombre del conquistador al templo. La reconstrucción duró 220 años, pese a que la gente de Éfeso colaboró al máximo. Fue erigido en un terreno pantanoso para protegerlo de los terremotos.

Durante el dominio romano, hubo un conflicto con motivo de la asignación al templo de Artemisa de los impuestos que producían la laguna llamada Selinusia y otra laguna unida a ella, en la desembocadura del Caístro. Los recaudadores de impuestos pretendieron privar al templo de estos impuestos, pero se envió al geógrafo Artemidoro de Éfeso como embajador a Roma y consiguió que estos ingresos pertenecieran al templo. En agradecimiento, a Artemidoro se le erigió una estatua de oro en el templo. El templo fue saqueado y quemado por los godos en el año 262.

Los siete durmientes de Éfeso
Éfeso es el lugar en el que transcurre la antigua leyenda de los siete durmientes de Éfeso, los cuales son considerados santos por los católicos y ortodoxos. Dicha historia cuenta que eran perseguidos por su creencia en Dios y que dormían en una cueva cerca de Éfeso durante siglos.

Efesios ilustres
Estrabón cita como personajes ilustres de Éfeso al filósofo Heráclito; el legislador Hermodoro; los pintores Parrasio de Éfeso y Apeles, y también a Alejandro Licno, de quien dice que era político, y escritor de obras de historia, astronomía y geografía, en verso.

Otros efesios de renombre fueron:
Calino de Éfeso, poeta.
Hiponacte, poeta.
Heráclito, filósofo.
Zenódoto de Éfeso, bibliotecario de Alejandría.
Artemidoro de Éfeso, geógrafo.
Agasio de Éfeso, escultor.
Máximo de Éfeso, mártir.
Jenofonte de Éfeso, novelista.

Continua en La Biblia XXI: A las Cinco iglesias II
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lunes, 12 de junio de 2017

La Biblia XX: A los Corintios

1 Corintios 7:33-8:4 en el Papiro 15, escrito en el siglo III.

Primera epístola a los corintios
Pablo de Tarso según una representación en el monasterio de Stavronikita, en el Monte Athos.
La Primera epístola a los corintios (abreviado 1 Co) es un libro del Nuevo Testamento de la Biblia. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a la comunidad cristiana o Iglesia de Corinto.

Fue escrita desde Éfeso cerca del tiempo de la Pascua en el tercer año del viaje de Pablo allí,2​ sobre el año 57 después de Cristo, cuando planeaba visitar Macedonia para más tarde regresar a Corinto.

Este libro trata sobre Pablo, quien mandaba cartas a los lugares que visitaba para recomendarles cosas.

Autor y datación
La Primera epístola a los Corintios fue escrita en Éfeso, donde, según Hechos 20.31, Pablo vivió tres años, probablemente entre el 54 y el 57. Mientras estaba allí, los creyentes de la congregación le hicieron llegar, posiblemente por conducto de Estéfanas, Fortunato y Acaico (cf. 16.17), algunas consultas, a las que respondió con la presente carta (cf. los pasajes que comienzan en 7.1, 25; 8.1, y también 10.23; 11.2; 12.1; 15.1).

La Iglesia de Corinto
A pesar de no pertenecer a la Pentarquía,3​ la Iglesia de Corinto es una de las más conocidas. Debe su fama a las dos epístolas que le remitió San Pablo y a la que le ha enviado Clemente de Roma.

Contenido
Capítulo I
Comienza la epístola con una extensa salutación. Extensa, se entiende, en términos actuales pero habitual entre los escritores antiguos, más proclives a recrearse en los prolegómenos.

Pablo, llamado por la voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús y Sóstenes, hermano, a la Iglesia de Dios en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos. I Corintios 1,1-2

En este saludo, Pablo dice de sí mismo que es apóstol por la voluntad de Dios, aludiendo a su tardía y atípica conversión. Pablo era un extraño en la comunidad apostólica ya que no pertenecía a los doce ni a sus discípulos más inmediatos. Al no recibir de ellos la encomienda apostólica, Pablo se convirtió en un factor inopinado y decisivo de la expansión del cristianismo. Después de una alabanza de las virtudes de la comunidad de Corinto (1,4-9), añade: he sabido por Cloe que hay discordias entre vosotros (1,11), señalando así el eje argumental de la epístola.

A continuación, disimulada tras un apunte biográfico, desarrolla una pieza doctrinal que será un lugar común de la teología posterior. Se trata de la extrañeza entre la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Al respecto esta es la cita más conocida:

Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes.

I Corintios 1,19
Mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos...

I Corintios 1,22-23
Capítulo II
Este capítulo hace mención al fundamento de la fe cristiana, y Pablo enseña donde debe estar basada esta fe. Aunque Pablo era un hombre muy sabio y elocuente en lo que respecta a la exposición de las sagradas escrituras, él se propuso no predicar entre los corintios con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino más bien con demostración del Espíritu y el poder de Dios. Lo que Pablo quería dejar claro, es que la salvación del hombre no depende de su sabiduría, ni de su habilidad para alcanzarla, sino que esta ha de obtenerse por el infinito poder de Dios en su sola soberanía.

Capítulo V
A pesar de mentarse como primera epístola, no debe de ser así, según afirma Pablo: que ya os escribí otra carta (1 Corintios 5,9).

Capítulo VI
Este capítulo habla de hacer recapacitar que los injustos no entraran en el reino de los cielos si no recapacitan y dejan el pecado.

1¿Cómo se atreve alguno de vosotros, teniendo un asunto contra otro, a ir a juicio delante de los injustos y no, más bien, delante de los santos? 2 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar pleitos tan pequeños? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más las cosas de esta vida! 4 Por tanto, en caso de haber pleitos con respecto a las cosas de esta vida, a los que para la Iglesia son de poca estima, ¿a éstos ponéis para juzgar? 5 Para avergonzaros lo digo. Pues, ¿qué? ¿No hay entre vosotros ni un solo sabio que pueda juzgar entre sus hermanos? 6 Pero hermano va a juicio contra hermano, ¡y esto ante los incrédulos! 7 Sin lugar a duda, ya es un fracaso total para vosotros el que tengáis pleitos entre vosotros. ¿Por qué no sufrir más bien la injusticia? ¿Por qué no ser más bien defraudados? 8 Sin embargo, vosotros hacéis injusticia y defraudáis, ¡y esto a los hermanos! 9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, pero ya sois santificados, pero ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Capítulo VII
Expone la doctrina del matrimonio. En los versículos del 1 al 9 diríamos que los temas son: la responsabilidad conyugal mutua, se deja en claro que cada uno le pertenece al otro, y que ambos no pueden negarse a no ser por mutuo consentimiento y con algún propósito específico. El otro tema es el celibato, lo trata a nivel de consejo, aquellos que no se han casado que puedan permanecer así, y los que enviudaron que no busquen casarse nuevamente; siempre y cuando puedan permanecer de esa manera sin pecar.

Es bueno para el hombre no tocar a una mujer, por lo tanto, digo a los solteros y a las viudas que es bueno para ellos soportarlo así como yo. Pero si no pueden contenerse, que se casen, porque es mejor casarse que arder

Algunos afirman que el apóstol Pablo era de esta idea porque tenía el regreso del Señor Jesucristo como inminente, por tanto era mejor concentrarse en asuntos del Evangelio en esos «últimos tiempos» antes que en asuntos de pareja.

Del versículo 10 al 24 se trata el tema del divorcio. Este siempre ha sido un tema bastante conflictivo. En los versos 10 y 11 es claro que lo que el Apóstol aconseja es permanecer juntos, aún afirma que aquel que sufrió una separación debe permanecer sin casarse; en este caso ambos son creyentes. El conflicto está en el versículo 15, donde el matrimonio es mixto, uno creyente y otro no. Pablo ha dejado claro que el creyente debe procurar no separarse en los matrimonios mixtos. El asunto está cuando es el no creyente el que decide divorciarse, sin lugar a dudas esta persona se divorcia para volverse a casar, ¿qué debe hacer el creyente divorciado?, ¿es para él el mandato de Pablo de I Corintios 7:11 "y si se separa, quédese sin casar". Algunos pensadores bíblicos no nos dicen nada y enrumban sus comentarios por la posición conservadora... quédese sin casar, otros toman el texto de I Corintios 7:15 pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre y se interpreta que esto abre la puerta a volverse a casar si el cónyuge no creyente lo hace.

Capítulo VIII
El capítulo VIII trata una cuestión que preocupaba en las comunidades cristianas. Era dicha cuestión si se podía comer carne sacrificada a los ídolos. Casi en todas las comunidades se notaba la tensión entre sus miembros pagano-cristianos y sus miembros judeo-cristianos. Por el sólo hecho de provenir de culturas diferentes tenían ya perspectivas diferentes. Comer carne sacrificada a los ídolos era para los paganos una cuestión cotidiana y nada problemática. No así para los afectos al judaísmo a quienes su ley se los prohibía expresamente.

Capítulo XIII
Se trata de uno de los capítulos más populares de la biblia a causa de la encendida defensa del amor como fuerza fundamental del cristianismo. Es una lectura de referencia en la celebración del matrimonio cristiano.

«El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». 1 Corintios 13,4-7.

Capítulo XIV
En este capítulo el apóstol Pablo aborda un tema tan controvertido como la profecía así como el orden del desarrollo de la reunión de culto.

Desde el primer versículo Pablo sirve la polémica tras darle un grado de importancia (μᾶλλον mayor grado en griego) superior, al menos en este momento, a lo profético que incluso al amor o a los dones espirituales, temas que casualmente ha tratado en capítulos anteriores.

En el transcurso del capítulo el escritor intenta esclarecer la importancia de la profecía, así como establecer una clara diferencia de propósitos entre el profetizar y el hablar en lenguas.

Tras abordar estos temas místicos, el apóstol decide enmarcar el funcionamiento de estos, en un fluir ordenado para que sea de provecho y no para confusión para la Iglesia.

Pablo acaba el texto haciendo una mención a la actitud de las mujeres en la reunión de los santos 14:33-35 allí, le indica a las mujeres "guarden silencio en las congregaciones" "si quieren aprender algo, interroguen a sus esposos". Los versículos restantes son un resumen de todo el capítulo.

Capítulo XV
1 Corintios 15 es el decimoquinto capítulo de la Primera Epístola a los Corintios del apóstol Pablo. Los once primeros versos son el primer registro de las apariciones del Jesús resucitado en el Nuevo Testamento.

El resto del capítulo subraya la primacía de la resurrección para el cristianismo. Las lecturas del texto se dan en los servicios del domingo de Pascua y los funerales, donde los dolientes tienen la garantía de la «expectativa segura y cierta de la resurrección a una vida mejor».

La resurrección de Jesús (15:1-11)
La muerte, sepultura y resurrección de Cristo están documentadas en los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El relato de las apariciones de la resurrección de Jesús en los versículos 3-7 parece ser una declaración de un credo pre-paulino temprano.

La antigüedad del credo ha sido localizada por la mayoría de los eruditos bíblicos a no más de cinco años después de la muerte de Jesús, probablemente procedente de la comunidad apostólica de Jerusalén.3​4​7​8​9​10​ Basándose en el análisis lingüístico, la versión recibida por Pablo parece haber incluido los versículos 3b-6a y 7.11​ El credo es considerado históricamente fiable y está aceptado que preserva un testimonio único y verificable de la época.

En disidencia con la opinión mayoritaria, Robert M. Price14​ y Hermann Detering,15​ escribiendo en la revista Journal of Higher Criticism (editado por Price) argumentaron que 1 Corintios 15, 3-7. no era un credo cristiano primitivo escrito dentro de los cinco años de la muerte de Jesús. Negaron que Pablo escribió los versos, y creían que eran una interpolación posiblemente datada tan lejos como el comienzo del siglo II. Price escribe que «El par de palabras en el versículo 3a, ‹recibir/entregar› (paralambanein/paradidonai) es, como a menudo se ha señalado, el lenguaje técnico para la transmisión de la tradición rabínica». De acuerdo con Price, este (supuestamente interpolado) texto contradice el relato de la conversión de Pablo descrito en Gálatas 1, 13-24. que niega explícitamente que Pablo haya enseñado el evangelio de Cristo por algún hombre, sino más bien por Jesús mismo.14​ Sin embargo, muchos comentaristas tienen la opinión de que Pablo «recibió» esto de Jesús.16​ Apuntan a 1 Corintios 11, 23. como evidencia de esta idea:16​ «Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan [...]». Las palabras griegas para «recibir/entregar» son las mismas aquí que en 1 Corintios 15:3.

Pero en contra de estos estudiosos, Geza Vermes defiende la opinión mayoritaria en la resurrección. Vermes dice que las palabras de Pablo son «una tradición que ha heredado de sus mayores en la fe en relación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús».17​ De acuerdo a la epístola de Pablo a los Gálatas, él previamente se había reunido dos de las personas mencionadas en estos versículos como testigos de la resurrección: Jacobo el Justo y Cefas/Pedro:

Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. —Gálatas 1, 18-20.

Por otra parte, incluso los estudiosos escépticos coinciden en que el credo de 1 Corintios 15 no es una interpolación, sino era un credo formulado y enseñó en una fecha muy temprana después de la muerte de Jesús. Gerd Lüdemann, un estudioso escéptico, sostiene que «los elementos de la tradición deben ser fechados en los dos primeros años después de la crucifixión de Jesús [...] a más tardar tres años [...]».18​ Michael Goulder, otro estudioso escéptico, afirma que «se remonta al menos a lo que Pablo enseñó cuando se convirtió, un par de años después de la crucifixión».

La resurrección de los muertos (15:12-58)
Jesús y los creyentes (15:12-19)
En los versículos 12-19, Pablo, en respuesta a algunos que expresaban dudas en la congregación de Corinto, a la que está dirigida la carta, aduce la importancia fundamental de la resurrección como una doctrina cristiana. A través de estos versículos, Pablo está haciendo hincapié en la importancia de la resurrección de Jesucristo y su relevancia como el corazón del cristianismo. Pablo reprende a la Iglesia de Corinto diciendo que si Jesús no resucitó después de la crucifixión, entonces no tiene sentido la fe del cristianismo (1 Corintios 15, 12-19.).

El postrer enemigo (15:20-28)
En los versículos 20-28, Pablo afirma que Cristo volverá en poder y pondrá a sus «enemigos debajo de sus pies» (1 Corintios 15, 25.) e incluso la muerte, «el postrer enemigo», será destruida (1 Corintios 15, 26.).

Bautismo por los muertos (15:29)
En el versículo 29 Pablo cita la práctica del bautismo por los muertos como testimonio para la doctrina de la resurrección. Este principio de la obra vicaria por los muertos es una obra importante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? —1 Corintios 15, 29.

No erréis (15:33-34)
El versículo 33 tiene una cita de la literatura griega clásica. Según el historiador de la iglesia Sócrates de Constantinopla, procede de una tragedia griega de Eurípides, pero la erudición moderna, siguiendo a Jerónimo, la atribuye a la comedia Thaĩs de Menandro, o Menandro citando a Eurípides. Podría no haber sido una cita directa de Pablo: «Este dicho fue ampliamente conocido como una familiar cita familiar».

No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo. —1 Corintios 15, 33.

La resurrección de la carne (15:35-58)
El capítulo concluye con un registro de la naturaleza de la resurrección. En el juicio final se elevará a los muertos y tanto los vivos como los muertos serán transformados a un «cuerpo espiritual» (15:44).

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

—1 Corintios 15, 51-53.
A través del poder de Cristo, «Sorbida es la muerte en victoria». Haciendo referencia a un verso de Oseas, Pablo pregunta: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?», igualando el pecado con la muerte y la ley judaica, que ahora ha sido conquistada y sustituida por la victoria de Cristo (1 Corintios 15, 54-55.).

Parusía
El término parusía (griego: παρουσία, romanización: parousía, literalmente: «presencia, llegada»),​ para la mayoría de los cristianos, es el acontecimiento esperado al final de la historia: la Segunda venida de Cristo a la Tierra. En la Biblia, este hecho se menciona en diversas ocasiones, incluidos los cuatro evangelios.

Etimología
«Parusía» deriva del término griego παρουσία (parousía), forma sustantivada del verbo πάρειμι (páreimi, «estar presente, asistir»). El significado principal del sustantivo era «presencia» o «bienes», aunque en sentido figurado podía significar «venida» o «llegada». En el griego del Nuevo Testamento se utiliza, salvo excepción, con el significado escatológico del segundo advenimiento de Cristo.

Parusía en la teología contemporánea
La manifestación inicial de esta presencia sería mostrada con la destrucción del templo (devastado por Tito durante el gobierno del emperador Vespasiano en el año 70) como símbolo del fin del pacto del Antiguo Testamento, y más plenamente durante su presencia final concerniente a la consumación y fin del orden mundial.

El estudio y uso del término parousia fue revivido a finales del siglo XIX con el desarrollo del preterismo y la publicación de la obra de James Stuart Russell La Parousia, Doctrina de la segunda venida del Señor.

En la Época Contemporánea, los milleristas anunciaron la Segunda Venida en primera instancia para el año 1843, y finalmente para el 22 de octubre de 1844, tras el estudio de la profecía de Daniel 8, 14. y Daniel 9, 24-27. donde se aseguraba que el Santuario sería purificado. William Miller, líder del movimiento millerista, interpretó que el Santuario del que se hablaba en dicho verso, era la Tierra y que esta sería purificada con el fuego de la gloria de Cristo.6​ Al no cumplirse la Segunda venida de Cristo anunciada por Miller, dicho evento pasó a ser conocido como el Gran Chasco, el cual dio origen a varios grupos religiosos como los adventistas del séptimo día y los testigos de Jehová. Tras un estudio de la epístola a los Hebreos, donde en repetidas ocasiones se señala a Jesucristo, como Sumo sacerdote del santuario celestial, los adventistas llegaron a la conclusión de que los cálculos de Miller habían sido correctos, mas no su interpretación, sino que Cristo habría pasado el 22 de octubre de 1844, del Lugar santo al Lugar santísimo del santuario celestial para comenzar con el juicio investigador.8​ Al contrario del movimiento millerista del cual salieron, se niegan a poner fechas para la parusía o segunda venida de Cristo, citando Mateo 24, 27-36. en donde se describe dicho evento con gran gloria, en el que Cristo juntaría a sus escogidos, pero él mismo asegura que "del día ni la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos sino solo [su] Padre". Por otra parte, los testigos de Jehová, siguieron anunciando la segunda venida con fechas exactas hasta 1925. Hoy en día, aseguran que en 1914 Jesucristo fue entronizado como rey en los cielos para gobernar sobre la tierra después del armagedón. Charles Taze Russell enfatizó en su enseñanza la parusía y se interesó mucho en ella, siendo quien dio las primeras fechas sobre esta en los tiempos tempranos de la iglesia de los testigos de Jehová.

Un folio del papiro 46, conteniendo el pasaje correspondiente a la Segunda epístola a los corintios 11:33–12:9. El folio presenta una laguna al pie. Se trata de un papiro de Categoría I según la clasificación de Kurt Aland y Barbara Aland y fue datado de los años 175-225.

Segunda epístola a los corintios
La segunda epístola a los corintios es un escrito que pertenece al Nuevo Testamento, la parte más reciente de la Biblia. El conjunto de documentos que forman el Nuevo Testamento se escribieron en el siglo primero. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a la comunidad cristiana en Corinto.

Poco después de escribir su primera carta a los corintios, Pablo salió de Éfeso para llegar a Macedonia. Escrita por el año 57, tiene como finalidad la apologética del ministerio apóstolico de Pablo.

Tras observar el fruto de su primera epístola con la creación de nuevas comunidades cristianas, la segunda carta se dirige nuevamente a estos conversos, a los que se trata con gran cariño: «Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones».

Contenido
Capítulo 11
-Pablo recuerda a los corintios que su sustento era dispensado por los hermanos de Macedonia, es decir, por la comunidad de Filipos, según se desprende de Filipenses., que a ellos nunca les fue gravoso y que su predicación fue gratuita.

-es uno de esos pasajes de tono arduo y polémico en los que Pablo defiende su labor predicadora y su condición apostólica, extendiéndose en un relato pormenorizado de las penurias y padecimientos soportados.

-En el versículo 22, Pablo reafirma su origen judío diciendo de sus enemigos: ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también.1​ Dado que Pablo defendía una relajación de la ley judía para los cristianos gentiles, el sector judaizante de las comunidades le acusaba de ser poco judío, máxime cuando era de Tarso, es decir, un judío de la diáspora. Pablo se defendía diciendo yo más, es decir, yo soy tan judío como el que más y cuando perseguí a la iglesia fui su más celoso perseguidor.

-En el versículo 23, Pablo continúa la misma argumentación para defenderse de otra de las acusaciones que se le hacían. Pablo se consideraba ministro de Cristo en virtud de su encuentro con él en Damasco. En todas sus epístolas recordaba que su apostolado era de origen divino y tampoco aceptaba que se lo tuviese por menos apóstol que otros. Por eso decía: ¿Son ministros de Cristo? Yo más. En trabajos, más. En azotes, más. En peligros de muerte, más.

-En este pasaje comienza Pablo un relato de sus desventuras.

Capítulo 12
-Pablo dice de sí mismo: Me ha sido dado un aguijón en la carne, para que no me engría.

El aguijón o espina en la carne puede referirse a una dolencia física o a un malestar espiritual. Aún pudiendo tratarse de una enfermedad física, Pablo la interpreta como efecto espiritual que contrapesa el orgullo que le podría sobrevenir por la excelencia única de sus experiencias espirituales. Dicha espina podría ser la misma enfermedad que le sobrevino durante la predicación a los gálatas 

Antigua Corinto
Corinto o Korinto (en griego: Κόρινθος, Kórinthos) fue una ciudad-estado (polis) ubicada en el istmo de Corinto, la estrecha franja de tierra que une el Peloponeso con la Grecia continental, a medio camino entre Atenas y Esparta. La ciudad moderna de Corinto se encuentra a aproximadamente 5 km al noreste de las ruinas antiguas. Desde 1896, excavaciones arqueológicas sistemáticas de Corinto llevadas a cabo por la American School of Classical Studies at Athens han revelado grandes partes de la ciudad antigua e investigaciones recientes dirigidas por el Ministerio de Cultura griego han ilustrado importantes facetas nuevas sobre la Antigüedad.

Historia
Prehistoria y mitos fundacionales
En un mito corintio relatado en el siglo II a. C. por Pausanias,1​ Briareo, uno de los Hecatónquiros, fue el árbitro en una disputa entre Poseidón y Helios, entre el mar y el sol: su veredicto fue que el istmo de Corinto pertenecería a Poseidón y la acrópolis de Corinto, Acrocorinto, a Helios.

La fuente Pirene está ubicada en el recinto delimitado por las murallas de la acrópolis. En su obra Descripción de Grecia, Pausanias refiere esto:

Detrás del templo hay una fuente que, según dicen, es regalo de Asopo. Habiendo visto Sísifo a Zeus raptar a la hija de ese río, se negó a decirle al padre quién era el raptor hasta que le diera un manantial en el Acrocorinto.

Algunos de los reyes míticos de Corinto más relevantes fueron Pólibo, padre adoptivo de Edipo o Belerofonte, que tuvo que abandonar la ciudad tras matar accidentalmente a su hermano.

Corinto es mencionada por Homero entre los territorios que lucharon bajo el mando de Agamenón en la guerra de Troya, si bien este autor también utiliza el antiguo nombre de Éfira para referirse a esta ciudad. La tradición dice que cuando los dorios llegaron a Corinto, tuvieron que luchar contra los eolios o contra los jonios que habitaban en la ciudad. Cuando los dorios alcanzaron el poder, reinaron en Corinto durante muchas generaciones. Según indica Diodoro Sículo desde que llegaron los heráclidas (es decir, los dorios) hasta la tiranía de Cípselo en Corinto pasaron 447 años.

Época Arcaica
Antes de la llegada de Cípselo, sin embargo, destacaron los llamados reyes Baquíadas (en griego antiguo: Βακχιάδαι Bakkhiadai). Estos pertenecían a un clan dórico muy unido, era la familia gobernante de la Corinto arcaica en los siglos VIII y VII a. C., un período de expansión del poder cultural corintio. En 747 a. C., una revolución aristocrática encabezada por el clan baquíada, compuesto por un par de cientos de hombres, derrocó al rey Telestes y, tomó el poder.  Posteriormente, Telestes fue asesinado por Arieo y Perantas, que a su vez eran baquíadas. Gobernaron como un grupo: se elegía anualmente un pritano, quien ocupaba el cargo real por un breve plazo,​ sin duda, un consejo (aunque no está documentado específicamente en los materiales literarios) y un polemarco para comandar el ejército.

Durante el gobierno baquíada, de 747 a 657 a. C.,Nota 3​ Corinto se convirtió en un Estado unificado. En esta época se construyeron grandes edificios públicos y monumentos. Los corintios fundaron durante el período Baquíada muchas ciudades: Molicria, Siracusa (hacia el 734 a. C.), Córcira (hacia el 733 a. C.) y otras.

Para 730 a. C., Corinto emergió como una gran ciudad griega, gracias al comercio marítimo y el desarrollo de su industria cerámica. Según Tucídides los corintios, en el siglo VII a. C, fueron los primeros en ocuparse de las construcciones navales con técnicas muy semejantes a las de la época en que él escribió. Según él, el armador corintio Aminocles habría inventado el trirreme, construyendo cuatro para los samios, hacia el año 704 a. C.

Aristóteles cuenta la historia de Filolao de Corinto, un baquíada que era legislador en Tebas y se convirtió en amante de Diocles, el ganador de los Juegos Olímpicos. Ambos vivieron durante el resto de sus vidas en Tebas. Sus tumbas fueron construidas cerca una de otra, y la de Filolao apuntaba hacia Corinto, mientras que la Diocles le daba la espalda.

Cípselo, quien había sido un polemarca, obtuvo una profecía del oráculo de Delfos y la interpretó como que debía tomar el control de Corinto. Así, en 657 a. C., los Baquíadas fueron expulsados por el tirano Cípselo, cuya propia madre era de dicho linaje, pero, por ser pobre se casó fuera del clan. Los Baquíadas huyeron.

Fue una de las primeras ciudades griegas en utilizar la moneda. Estas eran muy importantes debido a la actividad principal de la ciudad. Las primeras de ellas fueron acuñadas en el siglo VII a. C. Tenían diversos motivos, figuras mitológicas, animales y otras acompañadas de pequeños símbolos que las distinguían. Corinto era la ciudad que organizaba los juegos Ístmicos, de similares características a los celebrados en Olimpia aunque menos famosos que estos.

Cípselo (657-627 a. C.) fue sustituido por su hijo Periandro (627-583 a. C.), que fue protector del comercio y las artes. Siguió fundando colonias: Ambracia, Anactorio, Léucade, Apolonia de Iliria y otras.

En el 635 a. C. la colonia de Corcira derrotó a su metrópoli en una batalla naval, pero después fue nuevamente sometida. La única colonia al este del golfo Sarónico fue Potidea en la Calcídica. A Periandro le sucedió su nieto Psamético que reinó sólo tres años y fue derrocado por los espartanos que instituyeron un gobierno aristocrático y Corinto fue un aliado permanente de la confederación lacedemonia.

En un período posterior los corintios rechazaron ayudar a Cleómenes I, rey de Esparta a restaurar a Hipias de Atenas, y enviaron 20 trirremes a Atenas para ayudarla en la guerra contra Egina.

Periodo clásico
Pero después de la Guerras Médicas, Megara se alió con Atenas y los corintios entraron en guerra con Megara, territorio que invadieron, pero fueron derrotados por el estratego ateniense Mirónides (457 a. C.). Después se firmó la paz, pero la enemistad con Atenas siguió, sobre todo por la ayuda de ésta a la ex colonia de Corcira, que fue una de las causas de la Guerra del Peloponeso.

Durante esta guerra la flota peloponesia fue básicamente corintia. Con la Paz de Nicias del 421 a. C., los corintios no se quisieron sumar e intentaron configurar otra liga con Argos, Mantinea y Élide, pero pronto volvió a formar alianza con Esparta, que se mantuvo hasta el final de la guerra. Cuando Atenas se rindió después de la batalla de Egospótamos, los corintios y beocios pidieron arrasar la ciudad derrotada, pero el espartiata Lisandro no lo consintió.

La hegemonía espartana pronto se mostró más opresiva que la ateniense, de modo que los corintios, junto a los argivos, atenienses y beocios configuraron una coalición que, sustentada en las profundas arcas persas, hizo frente al imperialismo espartano en la llamada Guerra de Corinto (395-386 a. C.), buena parte de la cual fue dirimida en su territorio. En el verano de 394 tuvieron lugar dos de las mayores batallas hoplíticas del mundo griego antiguo, en Nemea y Coronea, ambas vencidas «técnicamente» por los lacedemonios, que no obtuvieron ventajas estratégicas. En los siguientes años la Corintia fue sometida a una guerra de depredación y de pillaje que provocó el estallido de una stásis o conflicto civil en el seno de la ciudadanía, alentada por los intereses de los estados hegemónicos. Según Jenofonte, los argivos aprovecharon esta situación para anexionarse Corinto, pero más probablemente el filolaconio Jenofonte convirtió en sinecismo o unión política la presencia de una guarnición militar argiva en el Acrocorinto, la ciudadela o acrópolis corintia. De cualquier forma la Paz del Rey o Paz de Antálcidas, alcanzada en la primavera de 386 a. C., acabó con cualquier proyecto argivo de anexión sobre Corinto al evacuar la guarnición del Acrocorinto; además de permitir el retorno de los exiliados corintios, obviamente filoespartanos, que procuraron la fidelidad de Corinto hacia Esparta en los años sucesivos.

En la guerra que siguió entre Tebas y Esparta, los corintios fueron leales a Esparta, pero el territorio hubo de firmar una paz separada.

La ciudad permaneció independiente bajo gobierno oligárquico. Timófanes intentó conseguir la tiranía, pero fue muerto por su propio hermano Timoleón (344 a. C.). En el año 338 a. C. la ciudad fue conquistada por Filipo II de Macedonia, que la hizo el centro de la Liga de Corinto, controlada por él mismo.

Periodo helenístico
Después de la batalla de Queronea los macedonios establecieron una guarnición en el Acrocorinto. Esta guarnición fue sorprendida por el líder de la Liga Aquea, Arato, que incorporó Corinto a dicha liga (243 a. C.).

En 223 a. C., la ciudad fue ocupada por Antígono III Dosón que la quería como base contra la Liga Etolia y Cleómenes. Filipo, hijo adoptivo de Antígono la conservó hasta que fue derrotado en la batalla de Cinoscéfalas (197 a. C.) y Corinto fue declarada ciudad libre por los romanos y unida a la Liga Aquea otra vez. Una guarnición romana se estableció en el Acrocorinto. Corinto fue después capital de la Liga y fue allí donde los embajadores romanos fueron maltratados lo que provocó el ultimátum del Senado Romano a la Liga. Derrotada ésta, el cónsul romano Lucio Mumio entró en Corinto sin oposición y se vengó de la ciudad y sus habitantes: los hombres fueron ejecutados y las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos; las obras de arte fueron llevadas a Roma y la ciudad fue saqueada y destruida (146 a. C.) Continuó despoblada y destruida unos cien años y su territorio fue entregado a Sición o fue hecho ager público. El comercio se trasladó a Delos.

Periodo romano
En el año 46 a. C., Julio César, decidió reconstruir la ciudad y envió una colonia de veteranos y hombres libres (Colonia Julia Corintia o Colonia Juli Corint o Colonia Julia Corintia Augusta, según las diferentes inscripciones). La ciudad se recuperó (44 a. C.) y cuando Pablo de Tarso la visitó en el siglo I, era una ciudad importante, capital de la provincia de Acaya, y residencia del procónsul de Acaya Junius Gallio. Pablo de Tarso fundó un grupo cristiano el año 50, al cual dirigió sus epístolas. En el siglo II, fue visitada por Pausanias y tenía numerosos edificios. Continuó siendo la capital de la provincia romana de Acaya durante todo el Imperio romano. En 395 fue saqueada por Alarico I y en 521 fue destruida por un terremoto.

Corinto se caracterizó por la difusión del arte. Pinturas, esculturas de mármol y bronce, y las famosas jarras de terracota estuvieron entre las obras que se producían. También fue una ciudad donde se desarrolló la poesía, pero en cambio no hay noticias sobre sus oradores.

Los corintios tenían predicamento de ser sexualmente liberales, a los que contribuía el hecho de tener un puerto con un gran tránsito de mercancías, y por lo tanto, con gran afluencia de marineros de muchos lugares. En el santuario de Afrodita, sito en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución sagrada, y tenía más de un millar de heteras esclavas. El emperador romano Adriano la embelleció alcanzando gran prosperidad.

Pero tanta opulencia atrajo a otros pueblos para saquear sus riquezas. Estos pueblos fueron los hérulos en el siglo III, los visigodos en el siglo IV y en el VIII los eslavos.

Desde la Edad Media hasta el terremoto de 1858
Por lo demás, siguió la suerte del resto de Grecia y por tanto perteneció sucesivamente a los emperadores bizantinos de Constantinopla. Fue conquistada por los francos en 1205, luego por los venecianos y en 1459 por los otomanos.

Un gran terremoto en 1858 provocó la destrucción de la antigua ciudad y su reconstrucción varios kilómetros al norte, junto al mar.

Ciudad antigua
La ciudad actual está unos 6 km al noreste de la antigua que estaba situada en el istmo de Corinto en la prolongación hacia este de las montañas de Geranea, procedentes del norte y que llegaban de lado a lado. Estaba en el golfo Sarónico y estaba unida por una vía a Megara.

Tenía al sur las montañas Oneia y la ciudadela estaba en una roca llamada Acrocorinto; la parte plana estaba protegida por murallas (Muros Largos) que protegían la zona hasta el puerto de la ciudad, que estaba en Lecaón y la zona de Céncreas. La ciudad protegía los tres pasos del istmo. Después del terremoto del siglo VI que la destruyó se convirtió en un lugar conocido como Gorto, hasta el siglo XIX cuando recuperó su nombre.

Población
Se ha estimado que en el siglo V a. C. Corinto tenía una población libre de entre 46 000 y 51 000 habitantes y una población total, incluyendo esclavos, de entre 66 000 y 73 000.

Restos arqueológicos
De la época griega prácticamente no se conserva nada y los pocos restos que aún se pueden ver son todos romanos, como las columnas del templo de Apolo. Entre los restos romanos hay que mencionar algunas tumbas, los restos de unos baños y un anfiteatro.

Monumentos y edificios de la Antigüedad
En tiempos de Pausanias, destacaban en Corinto los siguientes monumentos y edificios:

En el puerto de Lequeo había un santuario de Poseidón y una imagen suya de bronce.
En el puerto de Céncreas (el puerto del golfo Sarónico) se ubicaban un templo de Afrodita con estatua de mármol, una estatua de Poseidón de bronce, un santuario de Asclepio y otro de Isis, además de un torrente de agua salada y tibia llamado baño de Helena.
Junto a la puerta de Corinto, viniendo de Céncreas, estaba la tumba de Diógenes de Sinope.
Ante la ciudad se hallaba el bosque sagrado de Craneon, con un recinto de Belerofonte, un templo de Afrodita Melénide y la tumba de Lais.
El ágora incluía una estatua de Artemisa Efesia, xoanas de Dioniso, un templo de Tiqué (Fortuna), un santuario de todos los dioses, estatuas de Poseidón, Apolo Clario, Afrodita, Hermes, Zeus, Atenea y las musas y un templo de Octavia (dedicado a la hermana de Augusto).
En el camino a Lequeo había unos propileos con dos carros dorados sobre los que estaban representados Faetón y Helios, además de una estatua de bronce de Heracles en sus proximidades. También había en ese camino una estatua de bronce de Hermes sentado con un carnero, otra estatua de Poseidón y Leucotea y otra de Palemón sobre un delfín.
La fuente Pirene, junto a la que había una estatua de Apolo y un recinto con una pintura de Odiseo atacando a los pretendientes.
Numerosas termas por la ciudad. Ante las llamadas termas de Euricles había imágenes de Poseidón y Artemisa.
Numerosas fuentes, puesto que el emperador Adriano había hecho obras para traer agua desde Estínfalo.
En el camino desde el ágora hacia Sición había un templo y estatua de Apolo, la fuente de Glauce, el odeón y la supuesta tumba de los hijos de Medea.
El santuario de Atenea Calinítide; cerca de esta se hallaba una xoana de Heracles.
El teatro
Un gimnasio, junto al que se hallaban un templo de Zeus y otro de Asclepio.
El Acrocorinto, con dos recintos sagrados de Isis, dos recintos sagrados de Serapis, altares de Helios, un santuario de Ananké y Bía, un templo de la Madre de los dioses, un templo de Deméter y Coré, un templo de las Moiras, un santuario de Hera Bunea, un templo de Afrodita, con imágenes de la diosa, de Helios y de Eros y una fuente de donde procedía el agua de la ciudad.
La fuente Lerna
El santuario de Zeus Capitolino
La puerta teneática, junto a un santuario de Ilitía.
En el camino a Sición había un templo de Apolo, que en tiempos de Pausanias estaba quemado.
Además, Pausanias tenía noticia de que había existido un templo de Zeus Olímpico, pero ya había sido destruido.

Santuario de Hera
Remontando el golfo de Corinto hacia el norte se llega a la península de Perachora, donde se encuentran los restos del santuario de Hera Acrea (ákron significa promontorio).

Templo de Poseidón en Istmia
En otro emplazamiento próximo, en Istmia, se hallan restos de un templo dórico de Poseidón que fue erigido hacia el 700 a. C. y luego sustituido por un segundo templo de mayor tamaño hacia el 465 a. C.

Restos arqueológicos
Entre los restos arqueológicos que se conservan en el yacimiento arqueológico destacan las siete columnas que quedan en pie del templo de Apolo que Pausanias ubicaba en la calle que partía del agora e iba hasta Sición. También se hallan restos destacados de la fuente Pirene, de la fuente Glauce, del templo de Asclepio, del ágora romana, del odeón, del teatro, del anfiteatro romano, y del llamado templo E, un templo romano que Pausanias dijo que había sido dedicado a Octavia, la hermana de Augusto. Asimismo hay restos del diolkos, una calzada usada para el transporte de embarcaciones a través del istmo.

En el acrocorinto se conservan murallas de diversas épocas, aunque predominan las de época bizantina que debieron levantarse en el siglo X. En la cima se hallan restos de numerosos edificios que incluyen iglesias bizantinas, torres venecianas y mezquitas turcas.

Templo de Apolo
Hasta el último decenio del siglo XIX, el único e importante monumento que se levantaba en la plaza, a los pies del Acrocorinto, era en realidad un monumento arcaico: un templo dórico de grandes columnas monolíticas, actualmente identificado con el templo de Apolo.

El primero en recordarlo es Ciriaco de'Pizzicolli di Ancona, famoso navegante, anticuario y humanista que visitó Corinto en 1436.

«Entre muchas ruinas dispersas -escribe en latín- tan solo permanecen intactas diez enormes columnas del templo de Juno Corintia con sus grandes arquitrabes: las columnas tienen un diámetro de siete palmos (1,55 m), los arquitrabes, una longitud de dieciséis palmos (3,54 m)»

En realidad el número de las columnas entonces en pie era mayor de diez, probablemente trece, como resulta de un añadido del mismo tiempo de Ciriaco. El templo ha sido fechado, por la cerámica hallada, hacia el 540 a. C., aunque había sido erigido sobre un templo anterior. Se conservan en pie siete columnas del mismo.

En la descripción de una jornada de viaje contenida en el Códice Ambrosiano, atribuida a un tal Domenicus Brixianus y fechada en torno al 1470, se dice además:

«En Corinto, hacia el golfo de Patras, había edificios antiguos, muros gruesos de piedras cuadradas. Quedan ahora en pie unas doce o catorce columnas de mármol y bastante grandes, colocadas a escuadra».

Un monumento tan grande, el templo griego más grande del Peloponeso, no podía escapar a la atención de los diversos viajeros que visitaron Grecia en los siglos siguientes. Le Sieur Du Loir, que estuvo en Corinto antes de 1654, e incluso Jacques Spon y George Wheler, que la visitaron en 1676, encontraron un templo con doce columnas en pie (once del peristilo más una columna aislada en la zona del opistodomos.

Julien David Le Roy, que la vio poco después, probablemente exagera cuando dibuja el templo con catorce columnas (trece más una). Cuando J. Stuart visitó el edificio en 1776, se habían añadido pequeñas habitaciones turcas, pero todavía permanecían en pie once columnas del peristilo y una más aislada.

A. Blouet, sin embargo, que visitó Corinto en 1828 con la expedición científica francesa a Morea, sólo vio en pie siete columnas del peristilo, las que permanecen hoy. Aquella aislada o había sido demolida o se había desplomado antes de 1875. Las otras cuatro habían sido reducidas a fragmentos por el gobernador turco antes de 1818 para construir una casa.

William Martin Leake, a quien se deben importantes publicaciones sobre monumentos de Grecia, es el primero que lo ubica temporalmente en la mitad del siglo VII a. C. y que lo identifica, aunque erróneamente, con el templo recordado por Pausanias, de Atenea Calinítide, la diosa que había proporcionado a Belerofonte el caballo Pegaso, después de que ella lo había domado y puesto un freno.

El primer estudio científico del monumento se debe al célebre arquitecto y arqueólogo alemán Wilhelm Dörpfeld en 1886. Clarificó parcialmente la planimetría y la forma del templo, examinó las restauraciones de la época romana, y lo atribuyó, dado que la cella estaba dividida en dos, a dos divinidades, con la exclusión de Atenea Calinítide.

Diez años después, la Escuela Americana de estudios clásicos de Atenas inició la excavación del templo, dirigida por R. B. Richardson. El área fue completamente explorada entre 1896 y 1901, y tras la primera campaña Richardson podía ya proponer la identificación del templo como el de Apolo, identificación que actualmente se considera cierta, tomando como base la descripción de Pausanias y a los monumentos vecinos, como la fuente de Glauce y el teatro romano.

Su datación ya está confirmada en torno al 540 a. C., por algunos fragmentos de cerámica encontrada entre los desperdicios acumulados al hacer los bloques.

El templo de Apolo, erguido sobre una altura que dominaba el ágora, era de grandes dimensiones, 21,5 por 53,8 m, y períptero, es decir, rodeado de una fila de columnas (28), seis en los lados cortos, 15 en los largos.

Cada columna era de un solo bloque y tenía 7,2 m de altura. En el interior de la columnata se abría la naos, precedida de una pronao y seguida del opistodomos, con dos columnas cada uno, entre las antas, y una doble cella, cuya cubierta venía sostenida por dos filas de columnas.

El refinamiento y lo imponente de la construcción vienen evidenciados por el uso de las correcciones ópticas, que aparecen por primera vez en un templo griego, curvando hacia arriba el estilóbato, tanto en los flancos como en el frente.

La exploración de la zona ha demostrado igualmente que en el mismo lugar se había levantado antes un templo todavía más arcaico, del siglo VII a. C.

Ágoras
En la parte central de la ciudad antigua aparecieron los restos del ágora romana, y a un nivel inferior los pocos vestigios de la más pequeña ágora griega.

Bajo la basílica romana en la calle de Lequeo, se hallaron los restos de un mercado griego del siglo V a. C., llamada «ágora de los peces», en forma de gran galería.

El ágora romana, que medía unos 160 x 95 m, se extendía a dos niveles, separados por una fila de tiendas y estaba rodeada por templos, basílicas, pórticos y otros monumentos, y dominada por el cercano templo de Apolo y por el llamado templo de Octavia.

Los templos estaban agrupados en el lado oeste del ágora. Todos tenían una cella precedida por un pronaos con columnas. Se caracterizaban por un alto podio o basamento —típico de los templos romanos— que los hacía accesibles desde la plaza a través de una escalinata. Los arqueólogos estadounidenses los han denominado al igual que a los demás templos de Corinto con letras del alfabeto, de la D a la K.

El pequeño templo D estaba consagrado a Hermes. Pausanias vio una estatua del dios en su interior y otra ante la cella,​ posiblemente sobre la base circular cerca del ángulo sur de la cella. El templo F, donde se hallado una inscripción con el nombre de Venus, debería corresponder al templo de la Tique de la descripción de Pausanias. El templo G debería ser el Panteón, es decir, el templo dedicado a todas las divinidades, incluso los que no tenían un lugar específico de culto. Los templos H e I, que parecen construidos bajo el emperador Cómodo (algunos decenios después de la muerte de Pausanias) podrían estar dedicados a Hércules y Neptuno en el lugar que Pausanias recuerda los baños de Poseidón.​ Mas retrasados respecto del ágora estaban los templos K y D: el primero orientado de manera diferente que los otros, podía estar dedicado a Apolo, el segundo parece estar consagrado a Hermes. Pausanias vio una estatua suya en el interior y otra delante de la cella, quizá sobre una base circular que se ha encontrado allí. Delante del lado oriental del templo K un templo monóptero, es decir, una construcción circular con ocho columnas corintias sobre un alto podio cuadrangular. En el arquitrabe hay una inscripción erigida por el magistrado local Cneo Babio Filino, conocido también por otras inscripciones de Corinto.

El lado norte del ágora estaba formado, hacia el templo de Apolo, por un pórtico de 16 tiendas de época tardo imperial, y que precedía a un pórtico más antiguo. Más al este se elevaba la llamada facha de los prisioneros, es decir, el acceso monumental desde la plaza a una gran basílica romana construida longitudinalmente en la calle del Lequeo. Debajo de esta basílica se han encontrado los restos del mercado griego. La alta fachada estaba integrada por un pórtico en dos planos, en el que al menos cuatro columnas del plano superior habían sido sustituidas por estatuas colosales de bárbaros prisioneros erigidas en piares y apoyadas sobre plintos. El edificio ha sido atribuido al templo del emperador Septimio Severo. En los prisioneros se reconoce al los partos vencidos por él, en los plintos están representadas la Victoria y la Partia sojuzgada.

El acceso al foro desde la calle del Lequeo estaba formado por un gran arco sobre el que Pausanias vio las cuadrigas doradas de Helios y de su hijo Faetón. A continuación hay un pórtico detrás del cual está la fuente Anfítrite. En uso ya en época arcaica y celebrada por sus aguas, la fuente sufrió numerosas modificaciones hasta el arreglo monumental realizado por el mecenas Herodes Ático en el siglo II, con un gran patio con tres ábsides y un embalse rectangular al descubierto.

El lado este del ágora está ocupado por los restos de la Basílica Julia, llamada así porque probablemente fue construida en la época de Augusto. Serví de tribunal y de sala de reuniones. Bajo la escalera de entada se ha encontrado en piedra clcárea, la línea de salida para los certámenes de carreras en el estadio, que ocupaba gran parte del ágora griega.

Las tiendas que delimitaban el lado sur del ágora, o más exactamente su nivel inferior, están interrumpidas en el centro por la bema, la tribuna desde la cual hablaban los oradores y el gobernador romano. Es tradición que Pablo de Tarso, acusado pro los judíos de Corinto, intervino aquí para defender la religión cristiana delante de Lucio Julio Galio Anneo (hermano del filósofo Séneca y tío del poeta Lucano), que fue procónsul, es decir, gobernador de la provincia de Acaya desde año 51 al 52. Sobre la bema se levantó en la Edad Media, una iglesia de tres naves de la que aún quedan los cimientos.

La parte más alta del ágora, a la que se accedía por escaleras abiertas entre las tiendas, estaba delimitada al sur por un pórtico en dos planos, de unos 160 m de largo, y construido en el siglo IV a. C., que se puede considerar la construcción civil más grande de la Antigua Grecia. Excavado una mitad en 1904, y la otra en 1933 y 1939, el resultado de las excavaciones fue publicado en 1954 por Oscar Broneer, que estudió sus importantes modificaciones desde la época griega a la romana. originariamente, la stoa sur estaba constituida por una doble columnata, con 71 columnas dóricas en el exterior y 34 jónicas en el interior, en las que se abrían 33 tiendas u oficinas de dos plantas. Cada tienda estaba dividida en dos ambientes, en el primero se encontraba un pozo de agua que llegaba desde la fuente Anfítrite. El destino del edificio no es aún totalmente seguro, dado que en las excavaciones se han hallado muchos fragmentos de copas de vino, se ha sugerido que se tate de una especie de gran albergue destinado a las muchas heteras de Corinto, o más sencillamente que reagrupara una serie de tabernas, en las que los pozos servirían para conservar frescos el vino y los alimentos. Pero puesto que el edificio es de época macedónica , se ha expuesto otra hipótesis:

la stoa sur habría sido construida para alojar a los representantes o delegaciones de las diversas ciudades griegas, que habrían tenido en la planta superior sus alojamientos y en la inferior sus oficinas o almacenes, o también lugares de diversión. Cuando se disolvió la Liga de Corinto, después de Alejandro Magno, habría sido destinada a otros usos. En época romana el edificio fue reconstruido y ampliamente modificado. En una parte se pueden reconocer los edificios administrativos de la ciudad: la sede de los agonotetas, que dirigían los Juegos Ístmicos, la curia o bouleterion, sede del senado local, la oficina de los duoviros, es decir, de los dos magistrados más importantes de la colonia, y también la oficina del gobernador de la provincia. Detrás del gran pórtico fue añadida una nueva basílica rectangular muy parecida a la Julia. Otro edificio, el llamado sudoriental, situado en el lado este del ágora, se ha propuesto su identificación con el tabularium, el archivo ciudadano. Estaba precedido por un pórtico jónico y dividido en tras naves.

Centro Urbano
Al oeste del ágora, junto al moderno museo, están los restos de un gran templo períptero sobre un alto podio, el templo E, originariamente en el centro de un amplio patio. Su identificación, sobre la base de la descripción de Pausanias, con el templo dedicado a Octavia la Menor,38​la hermana de Augusto, es poco segura. Se ha pensado también en el Capitolio, el templo de la tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva, o en un Augusteo, es decir, en un templo dedicado a la familia imperial julio claudia, fundadora de la nueva Corinto.

Más al norte está la fuente Creúsa excavada en la roca, entre las más antiguas y modificadas en diversas ocasiones. El cercano templo C, en un recinto cuadrado, ea quizás el de Hera Acrea, cuyo clto provenía probablemente de la no lejana Peracora.

Poco más al norte están los restos del teatro y del odeón, unidos por un edificio de varias plantas reconstruido en el siglo II por Herodes Ático. El teatro, estudiado por R. Stillwell en 1952, es sus restos visibles de época romana, pero también se han indivdualizado vestigios del más antiguo teatro griego, quizás del siglo V a. C. El odeón, exhumado en 1907 y estudiado por Oscar Broneer en 1932, con forma de pequeño teatro cubierto, resulta de implantación romana. Servía preferentemente para espectáculos musicales. Ambos edificios fueron objeto de diversas transformaciones, y en el siglo III fueron utilizados para organizar combates de gladiadores. La orchestra semicircular del teatro podía ser también ampliada para organizar allí espectáculos acuáticos, los llamados tetimimos, representaciones míticas en honor de Tetis.

Las excavaciones se desarrollaron también a lo largo de la ancha calle pavimentada que llevaba del ágora hacia el Lequeo, flanqueada por estrechas aceras y bordeada de pórticos, que permitían poder pasear tanto al sol como a la sombra. La presencia de peldaños muestra que la zona no era utilizada para el tráfico rodado. En su izquierda, más allá de la basílica, se han hallado los restos de un mercado romano con una gran exedra. En la derecha, además de la fuente Anfítrite, están los restos del períbolo de Apolo, un gran patio con columnas famoso en la antigüedad por una gran estatua del dios y por un fresco que representaba el episodio homérico de Odiseo matando a los pretendientes a la mano de Penélope. Más allá hay un edificio termal, quizás identificable con las termas de Euricles recordadas por Pausanias y, aún más lejos del ágora, solo en parte excavados los restos de otras termas más grandes.

Más lejos del centro urbano, unos 400 m al norte del teatro y a lado de los muros, está el complejo del Asclepeion, el santuario del dios de la medicina Asclepio, excavado entre 1929-1934 bajo la supervisión de Ferdinand Jozef Maria de Waele, de la universidad holandesa de Nimega —entonces perteneciente al staff de la Escuela Norteamericana— y publicado en 1951 por C. Roebuck, que completó las excavaciones. Está constituido por un pequeño templo dórico (unos 15 x 8,5 m) y dentro de un gran patio de columnas y por un segundo patio, también conectado al culto de Asclepio, con la fuente que Pausanias llama Lerna. Del Asclepeion proceden muchos elementos anatómicos de terracota (brazo, piernas, manos, pies, etc.) ofrecidos al dios pro una curación obtenida.

A los pies del Acrocorinto, Ronald Strout excavó en 1964 el santuario de Deméter y Coré de la Corinto griega. Los restos bastante mal conservados, abarcan del siglo VI al IV a. C. Allí se reconocen ambientes para banquetes, que formaban parte del ritual del culto, y se han encontrado muchas estatuillas femeninas de terracota y numerosos platos para ofrendas votivas.

Corintios famosos
Dinarco, uno de los oradores áticos.
Diógenes de Sinope, uno de los cínicos más conocidos.
Eufránor, escultor y pintor del siglo IV a. C.
Periandro, uno de los Siete Sabios de Grecia.
Dionisio de Corinto, obispo de Corinto del siglo II.

Continua en La Biblia XXI: A las Cinco Iglesias I
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