Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 26 de junio de 2017

La Biblia XXI: A las Cinco iglesias I


Mapa de Galacia


Epístola a los gálatas
La Epístola a los gálatas es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que habitaban la provincia romana de Galacia, en Asia Menor (que correspondía a la actual zona sur del asia menor, donde asentaban las ciudades de Licaonia, Iconio, Listra, Derbe y Antioquia de Pisidia).

Datación
Se escribió entre los años 50 a 56 d. C. aproximadamente. Se sabe que la escribió luego de dos visitas a esa provincia1​ y que, conforme el Libro de los Hechos, Pablo y Bernabé visitaron la zona entre los años 47 y 48 d.C. por primera vez, y luego volvió Pablo con Silas cuando volvían de la reunión o concilio de Jerusalén en el año 49 d.C. Puede que Pablo la escribiera desde Corinto en su estadía allí de casi dos años, entre el 50 y el 52 d.C. Otros la ubican en una fecha más tardía, alrededor del 56 d.C.

Tema
Es la vindicación del Evangelio de Jesucristo, en contraposición con los preceptos judíos (Ley ceremonial) que se habían mezclado dentro de la iglesia cristiana de ese lugar. La epístola revaloriza y asienta orientación y rumbo, pues los gálatas comenzaron a ir para atrás, y volvían a la Ley mosaica, creyendo así afirmar su salvación. La carta es una clara enseñanza contra los judaizantes.

La carta es fiel en demostrar muchos rasgos de los habitantes de esas ciudades. Los judaizantes eran una fuerte secta en el cristianismo primitivo, y al parecer había calado profundamente, ya que estos negaban el apostolado de Pablo. Y usaban la zona del Asia Menor como un lugar predilecto para divulgar sus enseñanzas.

Autenticidad
La autenticidad está dada por los registros más antiguos encontrados. Esta carta fue utilizada por Policarpo de Esmirna en el siglo II d.C.; figura en el fragmento Muratori, y en los escritos de Ireneo de Lyon. Además, se encontró con ocho cartas más en el llamado manuscrito de Chester Beatty del año 200 d.C. También otros patriarcas de la iglesia primitiva la mencionan, tales como Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes. Se la menciona por nombre en el canon reducido de Marción. Todo el canon anterior al concilio de Cartago, en el año 397 d.C., la incluían en los escritos como auténtica. Además existe una clara correlación y estilo con los otros escritos de Pablo.

Contenido
Capítulo 1
En Gálatas 1:13​ comienza Pablo la epístola identificándose a sí mismo como autor de la misma y con la habitual referencia al origen divino de su apostolado.
Gálatas 1:24​ señala a las Iglesias de Galacia como destinatarias de la epístola. Quienes son estas iglesias ha dado lugar a controversias. En general, se asume que se trata de las iglesias de la provincia romana de Galacia que Pablo había visitado en dos ocasiones y con las que mantenía emotivas relaciones.
En Gálatas 1:35​, como es habitual en todas las epístolas que se le reconocen, Pablo desea a sus interlocutores que la gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y de nuestro señor Jesucristo.
Gálatas 1:46​ prolonga la salutación más allá de lo que Pablo acostumbra. En efecto, Romanos, Corintios, Corintios, Filipenses, Tesalonicenses y Filemón dan por concluida la salutación en el punto anterior. La prolongación a los Gálatas se interpreta como un realce introductorio de lo que van a ser las tesis expuestas en la epístola.
Gálatas 1:11-18 introduce un apunte biográfico en donde Pablo recalca su independencia apostólica. Afirma primero que su evangelio no lo recibió de los hombres, sino de Jesucristo. Poco después afirma que después de su experiencia en Damasco, marchó a Arabia, y sólo después de tres años subió a Jerusalén para conocer a Cefas (Pedro). Este pasaje no está en contradicción con el paralelo de Hechos 9:19-30, sino que muestra que entre Hechos 9:19 ("algunos días") y Hechos 9:23 ("muchos días"), hubo una estancia en Arabia, y el total acumulado es aproximadamente los tres años que narra Pablo en la Epístola, y que el libro de Hechos no pretende mostrar explícitamente.
Gálatas 1:19 hace mención en esta carta a «Santiago, el hermano del Señor», jefe de la comunidad de Jerusalén y una de las tres «columnas» de la primitiva iglesia (Gálatas 2:9). Teniendo en cuenta que la expresión «Señor» sólo la utiliza para referirse a Jesús de Nazaret, se refiere a Santiago, hermano de Jesús. Según algunos autores, no parece posible que este Santiago pueda ser un personaje inventado en sus cartas, ya que se trata de alguien conocido e influyente en la iglesia primitiva, de modo que sería una ficción difícil de mantener. Además, el mismo «Santiago, hermano de Jesús», es nombrado por el historiador judío Flavio Josefo. Así, la carta de Pablo apuntaría a Jesús como referente de «Santiago, el hermano del Señor»Pablo nombra en esta epístola también a las otras dos «columnas» de la iglesia, Simón Pedro y Juan, también testigos directos de Jesús.

Capítulo 2
Gálatas 2:11-14 muestra las tensiones con las comunidades aparecen en este pasaje donde Pablo narra un incidente con Pedro ocurrido tiempo atrás en Antioquía. Conocido es que Santiago era partidario de la observancia de la Torá y Pedro no. Sucedió entonces que llegados unos discípulos de Santiago a Antioquía, Pedro se comportó con disimulo dejando el comportamiento liberal que llevaba y aparentó una falsa observancia. Este comportamiento es el que Pablo le amonestó. La situación conflictiva que describe contra Pedro contribuye a la credibilidad de Pablo como fuente historiográfica.

Capítulo 3
Gálatas 3:1-5 afirma que la recepción del Espíritu Santo es un hecho conocido en el cristianismo y el judaísmo. Una de las consecuencias de la expansión del cristianismo más allá de la esfera de influencia del judaísmo fue la recepción del Espíritu por parte de no judíos, de no observantes de la ley, tal como se relata en la conversión del centurión Cornelio (Hechos 10). Pablo en este capítulo trata el problema de si el Espíritu Santo se recibe por la ley judía o por la nueva ley del amor, por la fe en Jesucristo.
Gálatas 3:6-14 utiliza el argumento de la promesa de Abraham para subordinar a ella el cumplimiento de la Torá.
Gálatas 3:19-29 indica que la ley ceremonial fue sólo un medio para llevar a los judíos a Cristo. Ya no es necesario sacrificar un cordero por los pecados, ese cordero fue Jesús.

Capítulo 4
Gálatas 4:13-15 contiene un apunte biográfico acerca de una enfermedad que padeció Pablo mientras evangelizaba en Galacia y sobre cuya naturaleza se ha especulado mucho. Se ha dicho que podría ser algún tipo de ceguera, por aquello de que si hubieseis podido, me habríais dado vuestros ojos. En relación con este pasaje se señala otro en 2 Corintios 12:7-10 donde Pablo afirma primero tener un aguijón en la carne y poco después: me complazco en las enfermedades... pues soy fuerte cuando parezco débil.
Gálatas 4:27 posee una cita evangélica que también es utilizada en la Segunda epístola de Clemente. La cita original es de Isaías 54:1. De aquí surge la cuestión de si el autor anónimo de dicha epístola depende de Pablo o de la tradición veterotestamentaria.

Capítulo 5
Pablo habla de la verdadera libertad, no de esa que cubre los deseos de la carne sino el de ser esclavos de Cristo y habla que el esclavo de los deseos carnales no heredará el reino de Dios tal como lo hace el que da frutos en Cristo. Estos no serán condenados por la ley si se dejan llevar por el Espíritu.

Capítulo 6
Sorprende que en una carta donde la ley no ha sido considerada precisamente como algo positivo, ahora se hable de ley de Cristo. ¿Qué ley es ésta que Pablo atribuye a Cristo y a la que alude en otros pasajes de sus cartas. Puede decirse, por supuesto, que la ley de Cristo es simple y pura y que es simplemente el Amor. Pero, dando un paso más, puede también decirse que la ley de Cristo es el propio Cristo en cuanto que se ha hecho para nosotros modelo y norma suprema de conducta.

Incidente de Antioquía
El Incidente de Antioquía fue una disputa ocurrida en la Era apostólica entre los apóstoles Pablo y Pedro, que se produjo en la ciudad de Antioquía en torno a la mitad del siglo I. La fuente primaria para el incidente es la epístola de Pablo a los Gálatas 2:11-14.. Desde Ferdinand Christian Baur, los estudiosos han encontrado evidencia de un conflicto entre los líderes del cristianismo primitivo; por ejemplo James D.G. Dunn propone que Pedro era el «hombre-puente» entre los puntos de vista opuestos de Pablo y Jacobo el Justo.1​ El resultado final del incidente sigue siendo incierto lo que resulta en varios puntos de vista cristianos del Antiguo Pacto en la actualidad.

Los cristianos gentiles y la Torá
Véanse también: Controversia de la circuncisión en el cristianismo primitivo y Pablo y el judaísmo.
Como los gentiles comenzaron a convertirse del paganismo al cristianismo, surgió una disputa entre los líderes cristianos en cuanto a si los gentiles tenían que observar todos los preceptos de la Ley de Moisés. En particular, se debatió si los gentiles conversos debían circuncidarse y observar las leyes dietéticas; especialmente la circuncisión, que se consideraba repulsiva en la cultura helenística.2​

Probablemente completamente independiente de Pablo, pero alrededor del mismo período de tiempo, el tema de los gentiles y la Torá también fue objeto de debate entre los rabinos según consta en el Talmud. Esto dio lugar a la doctrina de las Siete Leyes de Noé, para ser seguidas por los gentiles, así como la determinación de que «los gentiles no pueden ser enseñados en la Torá». En el siglo XVIII, el rabino Jacob Emden era de la opinión que el objetivo original de Jesús, y especialmente Pablo, solamente fue convertir a los gentiles a las Siete Leyes de Noé, mientras que permitían a los judíos seguir la completa Ley Mosaica. Pablo era un firme defensor de la posición de que los gentiles no necesitaban ser circuncidados ni observan las leyes dietéticas, una posición que algunos tomaron como antinomismo. Otros, a veces denominados judaizantes, sintieron que los cristianos gentiles necesitaban cumplir plenamente la Ley de Moisés.

Concilio de Jerusalén
Pablo dejó Antioquía y viajó a Jerusalén para hablar de su misión a los gentiles con los «pilares de la autoridad» del cristianismo. Al describir el resultado de esta reunión, Pablo dice «reconocieron que se me había confiado la buena noticia para los no circuncidados». Los Hechos de los Apóstoles describen la controversia ser resuelta por el discurso de Pedro y concluida con la decisión de Jacobo el Justo de no exigir la circuncisión de los gentiles convertidos. Hechos cita a Pedro y a Santiago como diciendo:

Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. —Hechos 15, 7-11.

Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: «Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos». Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. —Hechos 15, 13-20.

Este Decreto Apostólico todavía es observado por la Iglesia Ortodoxa Oriental.
Sin embargo, la fiabilidad histórica de los Hechos de los Apóstoles se disputa.

El incidente
De acuerdo con la Epístola a los Gálatas, capítulo 2, Pedro había viajado a Antioquía y había una disputa entre él y Pablo. La epístola no exactamente dice si esto ocurrió antes o después del concilio de Jerusalén, pero el incidente se menciona en la carta de Pablo como su siguiente tema después de describir una reunión en Jerusalén, que los estudiosos consideran a menudo que es el concilio. Gálatas 2:11-13. dice:

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

Para consternación de Pablo, el resto de los cristianos judíos de Antioquía se pusieron del lado de Pedro, incluyendo al desde hace mucho tiempo colaborador de Pablo, Bernabé:

Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

Los Hechos de los Apóstoles relatan una ruptura entre Pablo y Bernabé poco después del Concilio de Jerusalén, pero da como motivo el estado físico de Juan Marcos para unirse a la misión de Pablo (Hechos 15, 36-40.). Hechos también describe el momento en que Pedro fue a la casa de un gentil. Hechos 11, 1-3. dice:

Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?

Esto se describe como haber sucedido antes de la muerte del rey Herodes (Agripa) en el 44 d. C., y por lo tanto años antes del Concilio de Jerusalén (c. 50). Hechos es completamente silencioso acerca de cualquier enfrentamiento entre Pedro y Pablo, en éste o en cualquier otro momento.

Existe cierto debate que el enfrentamiento en realidad no era entre Pablo y Pedro el apóstol, sino con otro de los identificados 70 discípulos de la época con el mismo nombre que Pedro. En 1708, el jesuita francés Jean Hardouin escribió una tesis que sostiene que «Pedro» era en realidad «otro Pedro», de ahí el énfasis de usar el nombre de Cefas (arameo de Pedro) para referirse al apóstol.

Resultado
El resultado final del incidente sigue siendo incierto; de hecho, el tema de la ley bíblica en el cristianismo sigue siendo controvertida hasta la actualidad. La Catholic Encyclopedia afirma: «El relato de Pablo del incidente no deja ninguna duda de que San Pedro vio la justicia de la reprensión». En contraste, L. Michael White en su De Jesús al cristianismo [From Jesus to Christianity] afirma:

La discusión con Pedro fue un fracaso total de bravata política y Pablo pronto dejó Antioquía como persona non grata, nunca más regresó.

Según la tradición de la iglesia, Pedro y Pablo enseñaron juntos en Roma y fundaron el cristianismo en esa ciudad. Eusebio cita a Dionisio, obispo de Corinto como diciendo, «Ellos enseñaron de igual manera en Italia, y sufrieron el martirio al mismo tiempo». Esto puede indicar su reconciliación. En 2 Pedro 3, 16., las cartas de Pablo son llamadas «escritura», lo que indica la relación que el escritor tenía de la autoridad apostólica de Pablo. Sin embargo, algunos eruditos modernos consideran que la Segunda Epístola de Pedro es pseudoepigráfica

Galacia
Galacia es una antigua región del Asia Menor (actualmente Turquía) donde se asentaron algunas tribus migratorias de galos procedentes de las tierras germanas a principios del siglo III a. C. La región tomó su nombre de estos galos y sus habitantes se llamaron gálatas.

La Galia y los galos
Para los geógrafos de la antigüedad, la «tierra céltica» era aquella extensión que lindaba con los Pirineos y los Alpes y otras tierras fuera del mundo clásico. Siempre que el geógrafo Estrabón quería referirse a estas tierras las llamaba keltai. La palabra celta no definía una etnia, sino un concepto geográfico.

Sin embargo, los romanos no los denominaban así; para ellos los habitantes de estas tierras eran galos, independientemente del lugar geográfico donde se encontraran, más allá de los Alpes, cerca de los ligures (en Italia), allende a las columnas de Hércules (España) o Asia Menor (Turquía). La Galia o las Galias era por antonomasia el territorio europeo (lo que hoy es Francia, aproximadamente), y Galacia era el territorio de Anatolia, en Asia Menor. Sus habitantes, los de un sitio y otro, eran llamados siempre galos.

El asalto a Delfos
En el año 279 a. C., algunas tribus de aquellos galos (o celtas) se dirigieron desde más allá de los Alpes hacia Provenza y la península Itálica; un tercer grupo llegó hasta Grecia y en Delfos amenazaron con destruir el santuario de Apolo. Pero aquel ataque fue un fracaso y no precisamente por la acción del contingente humano, sino por la ayuda del dios Apolo que invocó a la Naturaleza, que se puso de parte de los griegos, según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo IIPausanias. Al parecer hubo un gran terremoto, tormenta con rayos y truenos, noches con heladas y nevadas y desprendimiento de rocas de las montañas cercanas. Breno, el jefe de los gálatas, resultó gravemente herido y adelantó su muerte bebiendo “una gran cantidad de vino puro”, según palabras del historiador. Hay que tener en cuenta que en esta época el vino se bebía diluido en agua, de ahí que el hecho llamara la atención del escritor. También describe la valentía y la bravura de aquellas gentes.

La llegada a Asia Menor
Aquellos galos derrotados y rechazados iniciaron su camino hacia el norte y el noreste y se fueron desperdigando al llegar a Asia Menor. Por entonces reinaba en Pérgamo el rey Eumenes I, que les rechazó ayudado por su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron repelidos en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estos rechazos fueron beneficiosos para la trayectoria de la cultura helenística, que quizás de otro modo se habría truncado. Después de estas derrotas, los grupos de galos se desperdigaron por otros lugares de Anatolia y se fueron asentando en las cuencas de los actuales ríos Kizil Irmak y Delice Irmak. Allí crearon una región propia que se llegó a llamar Galacia, cuya capital fue Ancyra (Ankara). Desde allí se fueron adueñando de las poblaciones de la costa egea.

Provincia romana
A partir del 189 a. C. esta región junto con otras adyacentes fue gobernada directamente por Roma, hasta que en el 25 a. C. se convirtió en provincia romana con el nombre de Galatia.

En el siglo I, esta zona fue visitada por Pablo, quien entregó una epístola a sus habitantes, los gálatas, en las distintas iglesias cristianas que ya existían. En el siglo XI Galacia cayó en poder de los selyúcidas.

Los galos o gálatas en Estambul
En esta ciudad existe (siglo XXI) un barrio que se llama Gálata. Es una colina que se halla rodeada de calles sinuosas, con casas de estilo occidental. En este lugar se fueron instalando en el siglo XX los distintos inmigrantes que llegaban para hacer fortuna.

La torre de Gálata es una fortificación que formaba parte de un conjunto que construyeron los genoveses en el antiguo barrio de Gálata, en el año 1348. Era un momento en que las relaciones que tenían con Constantinopla (antiguo nombre de Estambul) no eran muy buenas y además se veían constantemente amenazados por los venecianos, que fueron desde siempre sus rivales.

Gálatas
Los gálatas fueron los habitantes de origen galo que, provenientes de la Galia, se asentaron en una región del Asia Menor.

Historia
A partir de los siglos VIII a. C y el V a. C, diversos pueblos celtas se extendieron desde su núcleo original centroeuropeo por gran parte de Europa, llegando un pueblo originario de la Galia, los gálatas, por el este hasta el territorio de la actual Turquía, asentándonse en la región anatolia de Galacia.

Según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II, Pausanias, en el año 279 a. C., algunas tribus de galos se dirigieron hacia Grecia a través de los Balcanes llegando a atacar el oráculo de Delfos y el santuario de Apolo, siendo finalmente derrotados, cayendo muerto Brenno, su comandante.

Tras esta derrota, esta tribu se dirigió hacia Asia Menor donde, después de grandes enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, fueron derrotados por éstos y se dirigieron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron en una región que pasó a llamarse Galacia, formando pequeños Estados independientes que se irían consolidando durante los reinados de los reyes sucesores de Antíoco, y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas. El rey seléucida Antíoco I Sóter ganó su epíteto tras vencerlos en la batalla de los elefantes.

Más tarde, debido a los continuos saqueos en la región por parte de los gálatas, el rey de Pérgamo Eumenes I se enfrentó a ellos, derrotándolos ayudado de su gran ejército de mercenarios. Poco después llegaron nuevos destacamentos desde las selvas de Germania y volvieron a atacar, pero de nuevo fueron derrotados en Pérgamo y en las grandes ciudades de la costa de Asia Menor por el sucesor de Eumenes, el rey Átalo I. Los historiadores piensan que estas victorias fueron beneficiosas para la trayectoria de la cultura helenística que quizás de otro modo se habría truncado.

Como resultado de esto se establecieron en el centro de la península de Anatolia, y su territorio más tarde pasaría formar la provincia de Galacia. Hacia el siglo V d. C. tenemos testimonios de que los gálatas, aun habiendo adoptado una cultura y modo de vida ya típicamente griegos, conservaban su lengua. Así Pablo en la carta a los Gálatas menciona nombres claramente celtas, y Jerónimo dejó constancia en sus escritos de que la lengua de los gálatas resultaba parecida al dialecto galo de Tréveris. Dado que el origen de los gálatas se encontraba en la Galia, es muy posible que de hecho el gálata fuera originalmente un dialecto galo.

La antigua ciudad de Ankara, que fue sometida antaño por Alejandro Magno, pasó a ser la capital de esta región, con el nombre de Ancyra. La dinastía turca de los Selyúcidas la rebautizó más tarde como Angora. El nombre de Ankara fue restablecido en 1930.

Epístola a los Efesios
La Epístola a los efesios, abreviada generalmente efesios, es el décimo libro del Nuevo Testamento. Se atribuye su escritura a Pablo de Tarso en Roma para sus seguidores de la Iglesia de Éfeso (en Asia Menor) alrededor del mismo tiempo del escribir la Epístola a los colosenses, teniendo ambos textos muchos puntos en común. A partir de 1792, algunos estudiosos la han definido como Deutero-Paulina, es decir, escrita con el nombre de Pablo por un autor posterior que ha sido influenciado por su pensamiento.

Contenido
La Epístola a los colosenses es, en su mayor parte, polémica, diseñada para refutar ciertas doctrinas teosóficas que habían entrado en la iglesia de Colosas. En cuanto a los efesios, no parecen basarse en algún asunto en particular, es simplemente una carta escrita por causa del amor del apóstol Pablo a sus seguidores en ese lugar, e indica su deseo de que ellos pudieran entender todas sus órdenes así como su comprensión personal del evangelio. Información basada en el Libro de Caleb Ortiz en su tercera edición.

Bosquejo
Salutación (Efesios 1, 1-2.)
La iglesia en el propósito de Dios (Efesios 1, 3-14.)
La iglesia en el poder de Dios (Efesios 1, 15-2, 10.)
La iglesia como la casa de Dios (Efesios 2, 11-22.)
La iglesia como la revelación de Dios (Efesios 3, 1-13.)
La iglesia y la plenitud de Dios (Efesios 3, 14-21.)
La iglesia y los estándares de Dios (Efesios 4, 1-6, 9.)
La iglesia y la armadura de Dios (Efesios 6, 10-20.)
Conclusión (Efesios 6, 21-24.)

Viajes de Pablo a Éfeso
La primera visita de Pablo a Éfeso fue sólo de tres meses. Se encuentra la historia en Hechos 18:19-21. La obra que fue empezada allí fue avanzada por Apolos (Hechos 24-26.), Priscila y Aquila.

Sobre su segunda visita, a principios del año siguiente, él permaneció en Éfeso "tres años", ya que descubrió que esa región era la llave a las provincias occidentales de Asia Menor. Aquí "una puerta grande y eficaz" le fue abierta (1 Corintios 16:9.) y la iglesia fue establecida y reforzada por sus diligentes trabajos allí (Hechos 20:20-31.). Desde Éfeso extendió el evangelio por el extranjero "casi en toda Asia" (Hechos 19:26.). La Palabra "poderosamente creció y prevaleció" a pesar de toda la oposición y persecución que él encontró.

Sobre su último viaje a Jerusalén, el apóstol desembarcó en Mileto y, tras convocar a los líderes de la Iglesia de Éfeso, les dio un discurso de despedida, ya que sabía que no los volvería a ver. En él les exhortó a mirar por ellos mismos y por todo el rebaño, después de orar hubo gran llanto de todos porque no verían más su rostro (Hechos 20:18-35.). Sin embargo, Pablo dijo ser abandonado en Efeso al menos una vez en 2 Timoteo 1:15.

Autoría
La comunidad académica se encuentra dividida con respecto a la autoría de la epístola de Efesios, pudiendose resumir en 4 posturas.

-La postura tradicional que establece que la epístola fue escrita por Pablo. Para ello se basa en la propia epístola (el primer versículo de la carta identifica a Pablo como su autor) así como las primeras listas de libros del Nuevo testamento, incluyendo el canón de Marción y el fragmento Muratorio. Estudiosos modernos que apoyan esta postura incluyen a Frank Thielman, Ezra Abbot, Asting, Gaugler, Grant, Harnack, Haupt, Fenton John Anthony Hort, Klijn, Johann David Michaelis, A. Robert, and André Feuillet, Sanders, Schille, Brooke Foss Westcott, and Theodor Zahn

-Escrito por Pablo pero con interpolaciones de otro autor.
Esta postura es defendida por Albertz, Benoit, Cerfaux, Goguel, Harrison, H. J. Holtzmann, Murphy-O'Connor, and Wagenfuhrer.

-Escrito por un autor distinto, basándose en el estudio sintáctico y léxico de las cartas de Pablo así como su terminología y escatología. Entre los académicos que apoyan esta postura podemos encontrar a Allan, Beare, Brandon, Bultmann, Conzelmann, Dibelius, Goodspeed, Kilsemann, J. Knox, W.L. Knox, Kümmel, K and S Lake, Marxsen, Masson, Mitton, Moffatt, Nineham, Pokorny, Schweizer, and J. Weiss.

-Otro grupo concluye que falta evidencia que pueda llevar a una conclusión sobre el tema.
En este grupo se encontrarían los siguientes autores: Cadbury, Julicher, McNeile, and Williams.

Fecha y lugar de la epístola
Si Pablo fue el autor de la epístola ésta sería escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo (Efesios 3:1., Efesios 4:1., Efesios 6:20.) y probablemente inmediatamente después de su llegada allí, por el año 62, cuatro años después de haberse separado de los líderes de Éfeso en Mileto. Sin embargo, los estudiosos que niegan la autoría de Pablo datan la carta entre el 70 - 80 d.C. En este caso, la carta podría haberse escrito dentro de la misma iglesia de Éfeso.

Objetivo
El objetivo del autor no era realmente polémico, ya que no se menciona ningún error que él haya procurado indicar o refutar. El objeto del apóstol es asentar las bases de la nueva religión y definir la causa, la meta y el fin de la iglesia de los fieles en Cristo. Él habla a los Efesios como de un prototipo o de una muestra de la iglesia universal.

En la Epístola a los Romanos, Pablo escribe del punto de vista de justificación por la justicia imputada de Cristo; aquí él escribe del punto de vista de la unión al Redentor, y de ahí de la unidad de la iglesia verdadera de Cristo.

Según los seguidores del cristianismo, este es quizás el libro más profundo existente acerca de la iglesia, que toca las mayores profundidades de la doctrina cristiana, y escala las alturas de la experiencia cristiana; y el punto que el apóstol claramente esperó que los efesios lo entendiera es evidencia de la habilidad y madurez que los seguidores de Pablo habían alcanzado luego de su predicación en Éfeso.

Relación entre Efesios y Colosenses
Las cartas del apóstol son el arrebato ferviente de celo pastoral y su conexión, escrito sin la reserva y en la simplicidad; los sentimientos vienen calientes del corazón, sin la formación, poda, y arreglo de un discurso formal. Hay una transcripción fresca y familiar del sentimiento, tan frecuente una introducción de la locución coloquial, y tanto de franqueza conversacional y vivacidad, que el lector asocia la imagen del escritor con cada párrafo, y el oído parece agarrar y reconocer los mismos tonos de la dirección viva. ¿Es entonces cualquier punto de asombro que una carta debería parecerse al otro, o que dos escritos sobre el mismo tiempo deberían tener tanto en común y tanto que es peculiar?. La relación cercana de diseño y sujeto entre las epístolas a Colosas y Éfeso debe afectar a cada lector. Su relación precisa el uno al otro ha dado ocasión a mucha discusión. La gran probabilidad consiste en que la epístola a Colosas fue escrita primeramente; los pasos paralelos en el libro de Efesios, que son aproximadamente cuarenta y dos, teniendo el aspecto de ser extensiones de la epístola a los cristianos en Colosas.

Apolos
Apolos (Griego: Ἀπολλώς) fue un cristiano judío del siglo I, mencionado varias veces en el Nuevo Testamento. Un contemporáneo del Apóstol Pablo que jugó una función importante en el desarrollo temprano de las congregaciones de Éfeso y Corinto.

Referencia bíblica
Apolos es el primero en ser mencionado como predicador cristiano, quien había venido a Éfeso (probablemente en el año 52-3), donde fue descrito como «ferviente en espíritu, habló y enseñó con exactitud las cosas relacionadas con Jesús, aunque sepa sólo el bautismo de Juan» (Hechos 18:24-25)Priscilla Aquila, un par cristianos judíos que habían venido a Éfeso con el Apóstol Pablo, instruyeron a Apolos: «Cuando Priscila y Aquila le oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron la manera de Dios más adecuadamente».[Hechos 18:26][1]
Las diferencias entre las dos comprensiones probablemente estaban relacionadas al bautismo en el Espíritu Santo, ya que Apolos «conocía sólo el bautismo de Juan». Más tarde, en ausencia de Apolos, sucede un encuentro entre Pablo y algunos discípulos en Éfeso:

Antes de la llegada de Pablo, Apolos se había mudado de Éfeso a Acaya [Hechos 18:27] y vivía en Corinto, la capital provincial de Acaya.[2]1​[Hechos 19:1] El libro de Hechos informa que Apolos llegados a Acaya con una carta de recomendación de los cristianos de Éfeso quienes «escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo». (Hechos 18:27-28).[3]

La primera epístola de Pablo a los corintios (55 AD) menciona a Apolos como una figura importante en Corinto. Pablo describió la función de Apolos en Corinto: «Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer» [1 corintios 3:6] No hay ninguna indicación de que Apolos fuera favorecido o aprobara una sobreestimación de su persona.[4][5]<Pablo le instó para ir a Corinto, pero Apolos lo rechazó, declarando que iría más tarde cuando tuviera una oportunidad.[1 corintios 16:12][6]

Apolos es mencionado más de una vez en el Nuevo Testamento. En la Epístola a Tito, dice «A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte».[Tito 3:13][7]

Información extrabíblica
Jerónimo declara que Apolos estaba tan descontento con la división en Corinto, que se retiró a Creta con Zenas, el abogado; y cuando la congregación fue curada por las cartas de Pablo, Apolos regresó a la ciudad, y se convirtió en su obispo. Versionaes menos probables, lo mencionan como obispo de Duras, o de Iconio en Phrygia, o de Cesarea.

Importancia
Martín Lutero y algunos eruditos estudiosos modernos han propuesto a Apolos como el autor de la Epístola a los Hebreos, más que Pablo de Tarso o Bernabé. Ambos, Apolos y Bernabé, eran cristianos judíos con autoridad intelectual suficiente.3​ Sin embargo, no hay textos supervivientes conocidos que se atribuyan a Apolos.

El Comentario de Púlpito le describe cuando «un hombre muy notable» y reconoce que Pablo lo tenía en gran estima.

El origen de Apolos en Alexandria ha dado lugar a especulaciones de que haya predicado en el estilo alegórico de Filón de Alejandría. El teólogo Jerome Murphy-O'Connor, por ejemplo, comentó: «es difícil de imaginar que un judío de Alejandría ... pudiera haber escapado de la influencia de Filón, el gran dirigente intelectual ... al parecer se ha mostrado especialmente preocupado con educación y predicando». Apolos está considerado como santo por varias iglesias cristianas, incluyendo el Iglesia luterana Sínodo de Misuri, los cuales mantienen una conmemoración para él, junto con los santos Aquila y Priscila, el 13 de febrero.

Priscila
Priscila o Prisca era la esposa de Aquila, muy mencionada junto con su esposo en el Nuevo Testamento. Eran posiblemente judíos, fabricantes de tiendas. Vivieron en Roma hasta que el emperador Claudio, por decreto imperial, estableció la expulsión de los judíos de Roma. Priscila y su esposo fueron a vivir a Corinto. Desde el año 50 d. C. estuvieron con Pablo en varios lugares: Roma, Éfeso y Corinto.

El nombre Priscila es el disminutivo de Prisca (del latín: antigua). Pablo la llama Prisca cuando la menciona en las cartas paulinas o epístolas paulinas, mientras que Lucas la menciona como Priscila.

En la Carta de Pablo a los Romanos (Romanos.16:3-4) se lee: Saludad a Prisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su cabeza.

Según las "Actas de los Mártires", escritas en el siglo X, era una adolescente que fue llevada al anfiteatro para diversión de la gente. Un león se lanzó sobre ella pero en lugar de hacerla pedazos se echó sus pies. En vista de esta situación, la devolvieron de nuevo a la cárcel. Algún tiempo después fue ejecutada y se dice que un águila veló por su cuerpo hasta su entierro en las Catacumbas de Priscila. De todos modos, el relato de las «Actas», que datan a lo más del siglo X, tiene un valor histórico muy relativo. El relato parece una simple reproducción del martirio legendario de Santa Tatiana, con ligeras modificaciones.

Desde muy antiguo a esta joven romana se le tributó culto en Roma. En el siglo IX unas excavaciones arqueológicas descubrieron e identificaron que estaba enterrada en el Monte Aventino con el nombre de Priscila, mujer de Aquila, un judío cristiano. En Roma se encuentra la iglesia de Santa Prisca, que fue construida sobre las ruinas de un santuario del dios pagano Mitra.

Variantes
Femenino: Priscila, Pricila, Prisila. Masculino: Pricilo, Priscilo.

Éfeso
Éfeso (griego: Έφεσος, Ephesos; latín: Ephesus; turco: Efes) fue en la antigüedad una localidad del Asia Menor, en la actual Turquía. Fue una de las doce ciudades jónicas a orillas del mar Egeo, situada entre el extremo norte de Panayr Dağ (el antiguo monte Pion) y la desembocadura del río Caístro y tenía un puerto llamado Panormo. Al este se hallaban la colina de Ayasoluk, con el valle a sus pies, y la población actual de Selçuk, cerca del mar, el monte Pion y el monte Coreso (actual Bulbul Dagh), a cuyos pies se encontraba la ciudad antigua. Ha sido inscrito por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2015. Fue un importante centro religioso, cultural y comercial. Actualmente sus ruinas constituyen una atracción turística importante.

Toponimia
Estrabón menciona el mito de que a Éfeso durante un tiempo se la llamó Esmirna por una amazona. Plinio el Viejo indica, además de este, otros nombres que se le habían dado antes de llamarse Éfeso: Álope, Traquia, Ortigia, Amorges, Hemonio y Ptelea.

Población
Parte del trazado original de esta famosa ciudad de la antigüedad está ocupado por la pequeña villa de Ayasaluk, cuyo nombre se cree que es la corrupción del griego hagios theologos, es decir, «el santo teólogo».

Economía
La actividad económica de Éfeso se centra fundamentalmente en el turismo que atraen las notables ruinas grecorromanas de la ciudad antigua, y los restos paleocristianos y bizantinos, que atraen igualmente a muchos peregrinos. Si bien en la antigüedad clásica Éfeso fue una importante ciudad portuaria, desde el siglo V en adelante, debido al mar, sufrió, por procesos de sedimentación y erosión, un fuerte retroceso que lo ha alejado de la actual línea de la costa, por lo que su puerto fue abandonado hace mucho.

Historia
Fundación
Se ha identificado a Éfeso como la ciudad de Apasa o Abasa, mencionada por los hititas como la capital del reino de Arzawa. También se ha encontrado cerámica micénica.

Ferécides (citado por Estrabón) atribuye la fundación de Éfeso a colonos jonios dirigidos por Androclo, hijo del rey ateniense Codro, que expulsaron a los léleges y carios que habitaban la región. Androclo también ocupó la isla de Samos y otras islas vecinas que pasaron a estar bajo el dominio de Éfeso durante un breve periodo. Una leyenda, en cambio, atribuye la fundación a las Amazonas. Se contaba que la amazona Esmirna se había apoderado de la ciudad y que por ella durante un tiempo se llamó Esmirna a Éfeso. De hecho, Estrabón cuenta que la destacada ciudad de Esmirna había sido fundada por una expedición que partió de Éfeso. Otra leyenda indicaba que el santuario de Artemisa había sido fundado por el autóctono Coreso y por un hijo del dios-río Caístro llamado Éfeso, del cual habría tomado su nombre la ciudad.

Periodos arcaico y clásico
La primera noticia cierta que se tiene de la ciudad es una guerra con los magnesios (los habitantes de Magnesia del Meandro) en la que vencieron los magnesios.

En el siglo VII a. C. los cimerios invadieron el Asia Menor en el reinado del rey de Lidia Ardis. Subieron por el valle del Caistro y debieron llegar a Éfeso, pero nada se sabe de los daños que causaron a la ciudad. En estos ataques fue destruida Magnesia.
En el siglo VI a. C., el rey de Lidia Creso sometió a los jonios y eolios de Asia Menor. Éfeso fue la primera ciudad asediada por este rey. Heródoto narra que los asediados dedicaron sus oraciones a Artemisa y unieron el templo y la ciudad mediante una soga.
A fines del siglo VI a. C. pertenecía a Persia. En 499 a. C., cuando los atenienses y los eretrios juntamente con los jonios marcharon contra Sardes, desembarcaron en Éfeso y dejaron los barcos en el cabo Coreso. Gente de la ciudad les guiaron por el valle del Caístro hasta el monte Tmolo. Sardes fue incendiada y se retiraron, pero fueron perseguidos hasta Éfeso, donde fueron derrotados por los persas. En 494 a. C. tras la Batalla naval de Lade algunos combatientes de Quíos perseguidos se replegaron a Mícala y fueron de noche a Éfeso cuando se estaba celebrando la fiesta de las Tesmoforias. Allí los ciudadanos, que desconocían lo que había pasado, les atacaron pensando que eran ladrones, y mataron a unos cuantos. Por estos hechos se sabe que Éfeso no tenía barcos de guerra, y por tanto se supone que no participaba en la revuelta jónica, pese a que simpatizaban con ella.[cita requerida] Jerjes I incendió algunos templos, pero al de Éfeso no le pasó nada.

Durante la primera parte de la guerra del Peloponeso perteneció a la Liga de Delos puesto que aparece en los registros de tributos a Atenas entre los años 454/3 y 415 a. C. donde llegó a pagar un phoros de 7,5 talentos. Sin embargo, durante la parte final de esta guerra fue una de las ciudades de Jonia que se rebeló contra Atenas. Casi al final de la guerra, el comandante ateniense Trasilo, que hacía una expedición de saqueo, desembarcó en Éfeso; el sátrapa persa Tisafernes reunió un ejército y, con ayuda de naves procedentes de las ciudades sicilianas de Siracusa y Selinunte, pudo evitar el saqueo de la ciudad derrotando a los atenienses. Los efesios, agradecidos, honraron a los siracusanos y selinuntios e incluso otorgaron el derecho de ciudadanía a los habitantes de Selinunte que quisieran vivir en Éfeso puesto que su ciudad había sido destruida por Cartago en el 409 a. C.

Lisandro, el jefe de la flota espartana, llegó con una poderosa flota a Éfeso en 407 a. C. El ateniense Antíoco, que estaba en la batalla de Notio como comandante de Alcibíades, se enfrentó con él, pero el espartano obtuvo la victoria. Después de la batalla de Egospótamos, los efesios dedicaron una estatua a Lisandro (y otros espartanos menos conocidos) en el templo de Artemisa. Pero después de la victoria de Conón en la batalla de Cnido fueron sustituidas por estatuas de Conón y Timoteo.

Cuando en el año 334 a. C. llegó a Éfeso Alejandro Magno, estaba en manos de los persas. Este suprimió el sistema oligárquico que imperaba en la ciudad e instauró una democracia. También realizó un sacrificio en honor de Artemisa y decretó que los impuestos que antes se pagaban a los persas, fueran depositados a partir de entonces en el templo de Artemisa.

Período helenístico
Lisímaco de Tracia construyó las murallas cerca de la ciudad en un nuevo emplazamiento más favorable, a 2 km al este del templo de Artemisa en el 289-288 a. C., según se ha deducido a partir de un decreto de Mileto, y como los efesios no querían cambiar sus emplazamientos hacia el lugar de las murallas, inundó la ciudad cerrando las salidas del agua un día de mucha lluvia, y así la ciudad vieja fue arrasada. A la nueva ciudad fueron llevados también ciudadanos de Colofón y Lébedos.

Después de la muerte de Lisímaco, Éfeso estuvo bajo el dominio del Imperio Seleúcida y después pasó a control del Egipto Ptolemaico. Volvió a ser controlado por el Imperio Seleúcida en la época de Antíoco III el Grande, que pasó el invierno de 197/6 a. C. en la ciudad. Allí recibió al general cartaginés Aníbal. Durante la guerra romano-siria, en el año 190 a. C. la flota seléucida se enfrentó a la romana cerca de Córico o Mioneso, donde el almirante seléucida Polixénidas fue derrotado y se tuvo que refugiar en Éfeso. Después de la batalla de Magnesia del Sípilo, Éfeso fue entregada a los romanos. Después de la guerra se firmó la paz de Apamea en la que los romanos dieron la ciudad a Eumenes II de Pérgamo (188 a. C.), así como otras ciudades y comarcas.

En 133 a. C., Atalo III murió y dejó sus dominios a Roma, pero Aristónico, hijo del rey Eumenes II de Pérgamo y de una mujer de Éfeso, se rebeló y quiso ocupar el reino. Éfeso le hizo frente y le derrotó en una batalla naval cerca de Cime. Se creó la provincia de Asia de la que Éfeso fue la capital y residencia del gobernador, y también fue cabecera de un convento jurídico, al que acudían los cesarientes, metropolitas, cilbianos de arriba y de abajo, misomacedones, mastaurenses, briulitas, hipepenos y dioshieritas.

Cuando Mitridates invadió Jonia en el año 88 a. C. fue bien recibido en Éfeso y se tiraron las estatuas de los romanos. Mitrídates ordenó la masacre general de los romanos, y los efesios cumplieron la orden sin respetar ni siquiera a los que se refugiaron en el templo de Artemisa, a los que mataron. Mitrídates se casó con Monime, la hija de Filopemen, en la ciudad de Estratonicea de Caria, y nombró a éste como gobernador de Éfeso. Pronto los efesios se rebelaron y mataron al general póntico Zenobio, el mismo que había deportado a la gente de Quíos. Sila, después de derrotar a Mitrídates, castigó a Éfeso, a la que impuso una dura contribución.

Éfeso después de eso ya no tuvo autonomía real. Era un puerto de los romanos. Después de Farsalia, Metelo Escipión, que estaba en Éfeso, quiso el dinero del templo, pero fue llamado por Pompeyo para unirse a él en el Epiro.

Después de la derrota de Bruto y Casio en Filipos, Marco Antonio visitó Éfeso e hizo sacrificios a la diosa y perdonó a los partidarios de los derrotados que se habían refugiado en el templo (todos menos dos) y exigió a los efesios el tributo de 10 años en un solo año (Éfeso había dado en dos años los tributos de 10 años a Bruto y Casio). Los efesios pidieron perdón y explicaron que habían estado obligados a dar los tributos y ya no les quedaba nada y entonces Antonio aceptó los impuestos de 9 años a pagar en dos años.28​ En el templo de Artemisa en Éfeso, Marco Antonio capturó a los hermanos de Cleopatra y los hizo matar, según Dion Casio. Antes de la batalla de Accio la flota de Marco Antonio y Cleopatra estaba en Éfeso, donde llegó con la reina. Después de la batalla (31 a. C.), Éfeso, por sugerencia de Octavio Augusto, dedicó estatuas a Julio César.

La ciudad bajo el imperio romano
La ciudad prosperó durante el Imperio romano. En tiempos de Estrabón, su riqueza se basaba en el comercio, y toda la región hasta Capadocia estaba llena de caminos que facilitaban el intercambio comercial. Dice que había un senado dirigido por los epilectos que gobernaba la ciudad, senado que había sido instituido por Lisímaco. La ciudad tenía un grammateus, funcionario común a todas las ciudades griegas, y un arconte que cuidaba del registro de títulos.

Tiberio quiso eliminar el derecho de asilo del templo, a lo que los efesios se opusieron diciendo que había sido aceptado por persas, macedonios y romanos hasta entonces; el asilo se utilizaba normalmente por delincuentes. El puerto se arregló en tiempos de Nerón, por obra de Barea Soranus, gobernador de Asia. En torno a los años 114-120 se construyó la Biblioteca de Celso que, con una capacidad estimada de 12 000 volúmenes, se convirtió en una de las más grandes de su época.

En 262 d. C. la ciudad y el templo fueron asolados por los godos. El templo quedó destruido y ya no se reconstruyó, aunque se mantuvo el culto entre sus ruinas. Desde entonces la ciudad entró en una decadencia que se acentuó por dos terremotos que se produjeron en los años 358 y 368 así como porque los sedimentos del río Caístro en el puerto y la falta de un adecuado drenaje de los mismos provocaban cada vez más dificultades a los barcos que llegaban al puerto.

Éfeso y los primitivos cristianos
Pablo de Tarso permaneció tres años en Éfeso a partir del 54. En aquella época debía existir una importante comunidad judía en Éfeso que contaba con una sinagoga. Más tarde, también en Éfeso, sufriría cautiverio (hacia el año 57). Algunos opinan que esto debió haberse producido más tarde, aunque no después del 63. Se cree que en esa época escribió su Epístola a los filipenses, además de la epístola a los efesios.

Juan el Apóstol se trasladó a Éfeso hacia el año 62. Con la persecución del emperador Domiciano, Juan fue desterrado a la isla de Patmos y sólo pudo volver a Éfeso cuando murió Domiciano, donde siguió dirigiendo la iglesia y donde falleció pocos años después a edad muy avanzada. En el Apocalipsis, la iglesia de Éfeso es una de las siete iglesias a las que se dirigen las «cartas de Jesús».

Ignacio de Antioquía escribió también una carta a los efesios en el siglo II.

El 22 de junio de 431 se inició el tercer Concilio Ecuménico, conocido como Concilio de Éfeso, convocado por el emperador Teodosio II e impulsado por el patriarca Cirilo de Alejandría para combatir el nestorianismo. Otro concilio, acerca del monofisismo, tuvo lugar el año 449, y es conocido como Latrocinio de Éfeso puesto que el papa León I lo declaró nulo.

Edad Media
Durante los siglos VII y VIII, Éfeso estuvo permanentemente hostigada por los árabes. A la vez, la falta de drenaje de los sedimentos del puerto que ya provocaba problemas en los siglos anteriores, junto con una serie de inundaciones provocó que el puerto resultara definitivamente cegado, con lo que la ciudad fue deshabitándose de forma progresiva. En el siglo XI los turcos selyúcidas tomaron el control del lugar, que ya carecía de toda población. Otros turcos, los llamados otomanos, se apoderaron del lugar en 1304, construyeron la mezquita de İsa Bey y rebautizaron el lugar con el nombre de Ayaslug. Las tropas del turco-mongol Tamerlán (1402) arrasaron la basílica de San Juan y la mezquita, que fue reconstruida poco después.

Redescubrimiento
En 1863 el arqueólogo John Turtle Wood inició las excavaciones en busca del templo de Artemisa, cuyos restos finalmente encontró en 1869. Los trabajos arqueológicos fueron continuados por Hogart, y luego por un equipo austriaco desde 1895, bajo la dirección de Otto Bennford. Durante los siglos XX y XXI continuaron los trabajos arqueológicos a cargo del Instituto Arqueológico Austriaco.

Actualmente las ruinas son visitadas principalmente por cruceros que proceden del puerto de Kuşadası, situado a 19 km. Es un sitio amplio, que no ha sido excavado todavía por completo, pero lo que se puede observar da una cierta idea de su esplendor original.

Monumentos y lugares de interés
Los principales restos de Éfeso se distribuyen a lo largo de las vías principales de la antigua ciudad, que son la calle de los Curetes, que va desde la puerta de Heracles a la biblioteca de Celso; el camino de mármol, que se extiende desde allí hasta el teatro, y la vía Arcadia, que va desde allí hasta los baños del puerto.

Los restos más destacados son:
El enorme teatro, ubicado en una posición muy sobresaliente dominando el paisaje sobre la calle del puerto. El mayor de su época, tenía capacidad para alrededor de 25 000 espectadores y se empleaba también para espectáculos circenses.
El odeón, un pequeño teatro del siglo II.
La biblioteca de Celso, construida por el cónsul Gayo Julio Aquila Polemeano, en honor a su padre, Tiberio Julio Celso Polemeano, que había ocupado diversos cargos públicos, incluido el de procónsul de Asia y cuyo sarcófago de mármol se encuentra en una cámara bajo el ábside. Su fachada fue reconstruida entre 1970 y 1978. Esta biblioteca fue construida mirando hacia el este para que las salas de lectura aprovecharan mejor la luz matutina.
La puerta de Mazaeus y Mitrídates, construida en el año 40 por dos esclavos en honor a Augusto, que los había liberado.
El ágora del estado, situada en un lugar distinto de la llamada ágora comercial.
La fuente de Laecanius Bassus, construida en los años 80-82.
La basílica romana, del siglo I, con columnas jónicas.
El estadio.
El Octágono, que es una tumba que se considera de Arsínoe IV.
El pritaneo, que era la sede de los magistrados.
Varias termas romanas.
Las letrinas públicas.
El monumento a Memio, en honor del arquitecto que construyó el acueducto, del siglo I.
El templo de Domiciano, dedicado al emperador Domiciano, del siglo I.
La fuente de Trajano, de principios del siglo II.
El gimnasio este, que también contaba con termas y el gimnasio de Vedius, ambos del siglo II.
El templo de Adriano, de orden corintio, construido en el siglo II y dedicado al emperador Adriano.
El templo de Serapis, construido por comerciantes egipcios en el siglo II.
El burdel, que es una casa que se supone que fue un burdel debido al hallazgo de una estatua de Príapo con un gran falo.
La puerta de Magnesia.
La puerta de Heracles, que contiene relieves donde se representa al héroe, del siglo II.
Las casas-terraza, una serie de casas adosadas donde vivían personas adineradas, decoradas con mosaicos.
Las murallas de Lisímaco.
La tumba de San Lucas, que es una tumba simbólica dedicada a Lucas el Evangelista.
La Iglesia de María, del siglo V, que fue sede obispal.

En los alrededores se hallan:
La Basílica de San Juan de Éfeso, construida en el siglo VI en el sitio donde supuestamente San Juan escribió su evangelio. Esta iglesia fue construida por Justiniano.
La casa de la Virgen María, donde vivió la madre de Jesús, según la tradición. Es una estructura del siglo VII.
La mezquita de İsa Bey, del siglo XIV.

El culto de Artemisa
El templo de Artemisa en Éfeso es una de las siete maravillas del mundo antiguo y el mayor templo de la Antigüedad, con 120 columnas de 20 m de altura, de las que sólo sobrevive una. En él se veneraba a la «Señora de Éfeso», una divinidad de múltiples pechos a la que los griegos identificaron como Artemisa.

Al menos desde el siglo VIII a. C. ya existió un primer templo. Después de su destrucción por los cimerios, fue reconstruido a principios del siglo VI a. C. por Quersifrón, con ayuda de Teodoro y terminado por Metágenes, hijo del primero. La estatua de la diosa era de oro. En los alrededores del templo estaba el riachuelo llamado Selinos. El culto fue llevado por los foceos a Masalia y desde allí a sus colonias.

El templo fue incendiado por Eróstrato, en el año 355 a. C. según se dice, la noche que nació Alejandro Magno, con el único propósito de ser famoso, pero fue reconstruido por un arquitecto cuyo nombre probablemente sería Dinócrates, aunque Estrabón, citando a Artemidoro, menciona el nombre de Quirócrates.

Cuando Alejandro entró en la ciudad, ofreció pagar todos los gastos de reconstrucción, pero la ciudad no lo aceptó y se limitó a poner el nombre del conquistador al templo. La reconstrucción duró 220 años, pese a que la gente de Éfeso colaboró al máximo. Fue erigido en un terreno pantanoso para protegerlo de los terremotos.

Durante el dominio romano, hubo un conflicto con motivo de la asignación al templo de Artemisa de los impuestos que producían la laguna llamada Selinusia y otra laguna unida a ella, en la desembocadura del Caístro. Los recaudadores de impuestos pretendieron privar al templo de estos impuestos, pero se envió al geógrafo Artemidoro de Éfeso como embajador a Roma y consiguió que estos ingresos pertenecieran al templo. En agradecimiento, a Artemidoro se le erigió una estatua de oro en el templo. El templo fue saqueado y quemado por los godos en el año 262.

Los siete durmientes de Éfeso
Éfeso es el lugar en el que transcurre la antigua leyenda de los siete durmientes de Éfeso, los cuales son considerados santos por los católicos y ortodoxos. Dicha historia cuenta que eran perseguidos por su creencia en Dios y que dormían en una cueva cerca de Éfeso durante siglos.

Efesios ilustres
Estrabón cita como personajes ilustres de Éfeso al filósofo Heráclito; el legislador Hermodoro; los pintores Parrasio de Éfeso y Apeles, y también a Alejandro Licno, de quien dice que era político, y escritor de obras de historia, astronomía y geografía, en verso.

Otros efesios de renombre fueron:
Calino de Éfeso, poeta.
Hiponacte, poeta.
Heráclito, filósofo.
Zenódoto de Éfeso, bibliotecario de Alejandría.
Artemidoro de Éfeso, geógrafo.
Agasio de Éfeso, escultor.
Máximo de Éfeso, mártir.
Jenofonte de Éfeso, novelista.

Continua en La Biblia XXI: A las Cinco iglesias II
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