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sábado, 31 de diciembre de 2016

La Biblia XIV: Los Cinco Rollos I

Noemí, Rut y Orfa, por William Blake, 1795

Cantar de los Cantares 
Cantar de los Cantares (hebreo שִׁיר הַשִּׁירִים, Shir Hashirim), conocido también como Cantar de Salomón o Cantar de los Cantares de Salomón, es uno de los libros de la Biblia y del Tanaj.

Datos generales
Origen del nombre
La construcción Cantar de los Cantares tiene valor superlativo, análogo al de otras expresiones como "Rey de reyes" (Ezequiel 26,7; Daniel 2, 37), "Libro de los libros", "Santo de los santos" o Sábado de sábados. Este honroso tratamiento implica reputarlo "El Cantar por excelencia", superior a todos los demás y el singular y el excelso entre los de su misma textura. El nombre, concretamente, dimana del capítulo 1 versículo 1 ("La canción superlativa que es de Salomón") "la canción de las canciones".

Colocación
En la Biblia hebrea encabeza los libros llamados megillot y se ubica entre Rut y Eclesiastés. En la Biblia cristiana católica se encuentra entre Eclesiastés y Sabiduría. En la Biblia cristiana protestante se encuentra ubicado entre los libros de Eclesiastés e Isaías.

Autor y fecha
La introducción a este libro señala a Salomón como autor del libro, y así lo han considerado tradicionalmente las religiones judía y cristiana. Sin embargo, esta atribución supone que la obra debió componerse en el siglo X a. C., lo cual se considera inverosímil, pues, como señala el arqueólogo Israel Finkelstein, los cinco primeros libros de La Biblia no se compusieron hasta el siglo VII a. C.

La atribución a Salomón es, pues, ficticia, pues la cultura hebraico-bíblica no surge hasta el cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto es, además, obviamente tardío y contiene algunos arameísmos e incluso influencias del griego, lo que sugiere que cuando se compuso ya estaba escrita la Septuaginta. Por todos esos motivos filológicos y por la simbología de la obra, Ricciotti sitúa la redacción en el siglo IV a. C.

Canonicidad y uso litúrgico
Su canonicidad fue puesta en duda en el ámbito judío, pero establecida firmemente en el Concilio de Jamnia. En la tradición cristiana siempre ha sido considerado canónico. Llama la atención el uso que se da de este libro en la misa en memoria de María Magdalena.

Contenido
Estructura del cantar
Se han propuesto varias interpretaciones sobre la estructura de la obra y el género literario al que pertenece. Así, Lapide divide el libro en cinco secciones; Muntz, en seis escenas, y Bossuet, en siete cantos; pero hay aspectos que dan unidad:

Se trata de dos amantes separados, que se buscan ávidamente, claman su amor común, se reúnen y se ven de nuevo separados, esperando llegar, después de una prueba de que triunfa la amada, a poseerse definitivamente.

Esquema
El Cantar de los Cantares, al no seguir un orden preestablecido, siempre ha planteado dificultades a la hora de dividirlo para su estudio. Se lo ha considerado dividido, según las diferentes consideraciones, en cinco secciones, en cinco cánticos, en seis escenas, en siete poemas y más, hasta llegar al caso extremo de considerarlo formado por veintitrés cantos. La división más moderna y aceptada es la siguiente, que consta de un prólogo, cinco poemas y dos apéndices:

El prólogo (1, 2-4)
Primer canto (1, 5 - 2,7)
Segundo canto (2, 8 - 3, 5)
Tercer canto (3, 6 - 5, 1)
Cuarto canto (5, 2 - 6, 3)
Quinto canto (6, 4 - 8, 7)
Hay dos apéndices añadidos con posterioridad (8, 8-14)

Contenido general
A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura como un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, ajeno a todo plan organizado y que escapa a cualquier categorización rigurosa.

Trata de dos amantes, un joven pastor y una sulamita, que han sido obligados a separarse, que se buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "el amor siempre triunfa". Una de las claves del Cantar de los Cantares es la forma descriptiva, sensual e inspiradora, con la que se desarrollan todas las situaciones utilizando la metáfora a través del mundo de la naturaleza, los frutos, las flores, los capullos, los árboles y la miel, para relacionarlo con los enamorados, el deseo de verse y el amor profundo entre ambos. Las palabras utilizadas y la forma de usarlas inspiraron muchos sermones como los de Bernardo de Claraval, quien encontró en las Cántigas, una forma nueva de expresar el amor hacia Dios.

Género literario del cantar
Panigarola, Jacobi y Guitton afirman que se trata de una obra dramático-lírica. Generalmente se niega que tenga carácter histórico.

Interpretaciones
Las interpretaciones antiguas
Dado su carácter canónico dentro de la Biblia hebrea, se ha dudado de que se le diera un sentido literal, abogando más bien por un sentido alegórico. Por esta línea siguen Esdras (4 Esd 5, 24-26),1​ el Tárgum y el Talmud. Lusseau afirma: Algunas torpezas de exégesis más o menos fantásticas no logran oscurecer la concepción esencial que se formaron del Cantar los judíos: la obra canta las bodas místicas del Señor con su pueblo escogido. cf. Cazelles, obra citada en la bibliografía, pág. 657

Los analistas antiguos no judíos se mantuvieron fieles a esta explicación, y lo mismo hacen los judíos modernos y la inmensa mayoría de las confesiones cristianas: Dios es el perfecto esposo del pueblo creyente y, como cualquier pareja de amantes, ambos suelen sufrir desilusiones, desesperanzas y problemas. Con el cristianismo la imagen alegórica se actualizó: el cantar trata del matrimonio místico de Cristo con su Iglesia. Y aunque las correspondencias de la esposa hayan variado (la humanidad, el alma fiel del creyente), la interpretación simbólica prima durante bastante tiempo. Teodoro de Mopsuestia consideraba que el libro era una evocación de la relación de Salomón con una princesa egipcia.

El sentido literal, fue vuelto a proponer por Sebastian Castellio (en el año 1537), en el ámbito judío. A partir de allí, diversos exégetas cristianos, entre los que se cuenta al mismo Bossuet, le dan una interpretación literal que da pie para la interpretación alegórica.

La otra escuela sostiene que la obra debe leerse en el sentido literal, es decir, no es más que una colección de cantos eróticos que celebran el amor humano protagonizado por un hombre y una mujer (cosa que también mandaría la Biblia). Según algunos analistas, el libro evitaría cuidadosamente la profanación de este amor, ya que el casamiento del hombre y la mujer estaría bendito por Dios y deseado por Él. No es la primera vez, como se ha dicho, que el tema es tratado en el Antiguo Testamento, y la santidad que para la Iglesia significa el matrimonio religioso justificaría que se lo entienda tanto de manera llana como alegórica.

Desde el siglo XVIII hasta nuestros días
La interpretación alegórica se enriquece con nuevas imágenes, como la de la unión de Salomón con la sabiduría (Rosenmüller),o la unión entre Israel y Judá (Hug). Al mismo tiempo, la interpretación literal siguió ganando adeptos como Renan. La interpretación llamada tipológica (es decir, que al sentido literal se superpone uno alegórico dado a conocer por la misma revelación) continúa siendo defendida por autores como Miller y Hontheim.

En los años 50 se abrió una nueva forma de considerar el sentido literal: según Dubarle y Audet el Cantar de los Cantares es un libro que canta y celebra el amor esponsal manifestando el modo querido por Dios para su desarrollo.

Otras interpretaciones
A lo largo de la historia, se le han atribuido interpretaciones cristianas y cabalísticas: la Virgen María, la Iglesia como esposa de Jesús (ver Apocalipsis: 12) y la Sabiduría. En el ámbito cabalístico, se dice que la mujer simboliza la sabiduría, en tanto hace alusión a la letra escrita (de color negro en los rollos de la Torah): «Soy morena, pero hermosa» (Cantares 1:5).

Sulamita
Sulamita es un nombre propio femenino de origen hebreo (shûlammîth), que significa «la mansa» o «la pacífica».

Origen
Nativa de Sulem, que tal vez sea Sunem, por el hecho de que dicha ciudad se conocía como Sulem en los días de Eusebio (siglo IV d. C.). Este nombre aparece en el Cantar de los Cantares (6:13) para referirse a una joven. Se dice que Salomón usó dicho nombre para referirse a la belleza de la joven.

Homilías sobre el Cantar de los Cantares
Las Homilías sobre el Cantar de los Cantares de Gregorio de Nisa es una obra de la literatura mística cristiana. Como su nombre sugiere, el libro es un comentario exegético del Cantar de los Cantares.

Autor y contexto de la obra
Gregorio de Nisa es uno de los tres Padres capadocios. Hay que encuadrar su producción literaria dentro de la metodología de la Escuela de Cesarea, caracterizada por un gusto preferente por la interpretación alegórica, simbólica y espiritual de la Biblia. Hablar de la Escuela de Cesarea implica indirectamente hablar de Orígenes y la gnosis alejandrina, cuya influencia en la teología del Niseno es reconocible tanto en la metodología como en los contenidos. La teología de san Gregorio, sin embargo, se separa de la gnosis alejandrina en un aspecto esencial y distintivo como es la primacía interior del amor sobre el conocimiento. Esta distinción supone el arranque de una espiritualidad cristiana de nuevo cuño, llamada Teología mística.

Hay que enmarcar las homilías de San Gregorio dentro de los esfuerzos teológicos realizados en los primeros siglos del cristianismo para elaborar una exégesis cristiana del Antiguo Testamento. Esta cuestión tuvo especial importancia en esos siglos porque el rechazo de los escritos veterotestamentarios fue motivo de controversia y bandera de algunos grupos afines al Gnosticismo cristiano, como los marcionistas.

En este sentido, el Cantar de los Cantares fue siempre un libro difícil, por su carácter epitalámico. En algunos círculos de la tradición judía existía el convencimiento de que el Cantar no debía entenderse según su sentido literal sino que debía buscarse una interpretación alegórica o simbólica del mismo. A ello contribuía el hecho de que su autor fuese Salomón, tenido por el más sabio de los hombres. La extrañeza que aún hoy puede causar su lectura fue compartida por los teólogos de Cesarea que interpretaron este libro como una descripción de la vía unitiva mística, de la unión del alma (la esposa) con Dios (el esposo). En concreto: Proverbios, Eclesiastés y el Cantar fueron considerados como un trasunto de los tres grados de la vía interior: principiante, aprovechado y perfecto.

Es inevitable, cuando se habla de la unión de la esposa y el esposo, no pensar en la obra poética y espiritual de san Juan de la Cruz. Si esta última se puede considerar como la cima de un monte o el fruto de un árbol, las homilías de san Gregorio y su Vida de Moisés pueden tomarse como base y raíz de las mismas.

Quince son las homilías de Gregorio, en las cuales desgrana e interpreta sucesivamente pasajes del Cantar hasta (6,10):

Interpretación alegórica
La interpretación alegórica del Cantar utiliza unos elementos interpretativos generales sobre los cuales se desarrolla el resto de la interpretación. Dichos elementos son:

-la esposa como la Iglesia.
-El Esposo como Cristo.
-El matrimonio como la unión de Cristo y la Iglesia, de la que es eco la del alma con Dios.
-El cortejo de la esposa como la comunidad de fieles que canta con ella y escucha con ella lo que el Esposo dice.
-El cortejo del Esposo como el coro de ángeles y hombres perfectos.

Sobre estos elementos generales desarrolla San Gregorio su exégesis del Cantar, de la cual se ofrecen algunos ejemplos ilustrativos, no exhaustivos.

Soy morena, pero hermosa, hijas de Jerusalén. (Cantares 1,5)

Esto dice la esposa de sí misma. Para San Gregorio, la blancura es imagen de pureza del alma. Un alma que de sí misma dice que es morena, representa entonces un alma tocada por el pecado. La hermosura, que aun así dice conservar, no proviene de sí misma sino del amor que, como gracia, recibe del esposo. (Homilía II)

En mi lecho, por la noche, busqué al amado de mi alma, busquéle y no le hallé. (Cantares 3,1)

Esto dice la esposa al comienzo del Canto tercero, frase que supone una ruptura con la dinámica de los dos anteriores. Hasta entonces, los esposos se habían buscado y dedicado cantos de alabanza. Cuando parecía que la unión era inminente, la esposa se da cuenta de que su amado no está con ella. Para San Gregorio, esta frase debe interpretarse dentro del contexto de las tres vías místicas. Elevada el alma por encima de los sentidos encuentra que, lejos de alcanzar la deseada unión con el esposo, llega a una solitaria oscuridad. Si esperaba conocer al esposo, descubre que todavía no puede y necesita emprender una nueva búsqueda que debe llevarla más allá de las realidades inteligibles (ángeles). La cima donde ha llegado es, en definitiva, comienzo de una nueva ascensión. (Homilía VI)

Mi amado metió la mano por el hueco de la cerradura y mi entrañas se estremecieron (Cantares 5,4)

Orígenes y Gregorio advertían que la lectura del Cantar requería cierta sutileza espiritual para no interpretar de forma grosera algunos pasajes. La interpretación de Gregorio para este pasaje encuentra una continuidad en cierta experiencia que describen otros autores místicos como Ruysbroeck o el mismo San Juan, y en la que Dios, según afirman, entra de algún modo secreto en el alma y la toca en un sentido espiritual, produciéndole lo que la cita anterior señala: un estremecimiento interior.(Homilía IX).

Cabe añadir que el método alegórico practicado en la Escuela de Cesarea condujo a exageraciones interpretativas que fueron motivo de controversia con otra escuela, cercana en el tiempo y el espacio, como la Escuela de Antioquía. Propugnaba esta última una exégesis bíblica de carácter literal, que a su vez era desestimada por la de Cesarea. La polémica entre ambas escuelas influyó posteriormente en el rechazo del origenismo.

Libro de Rut
Rut, también llamado Libro de Rut, es uno de los libros bíblicos del Tanaj y del Antiguo Testamento, precedido por el Libro de los Jueces y seguido por I Samuel. En el Tanaj hebreo se lo cuenta entre los Ketuvim ("escritos").

Autor y época
El autor del libro de Rut es desconocido; algunos detalles de su estilo y argumento ubican la fecha de su composición en la época posterior al Exilio en Babilonia.

Otros por su parte argumentan la posibilidad de que el escrito data de fechas posteriores a la coronación de David, pues al final del libro se encuentra su genealogía. El hecho de que no se mencione a Salomón convence a muchos estudiosos de que debe ser fechado antes del reinado de este.

Origen del nombre
El libro ha sido bautizado con el nombre de una de sus protagonistas, mujer moabita llamada Rut, viuda y sin hijos. Por su bondad y piedad para con su suegra fue aceptada y bendecida por Dios.

Rut, una moabita que, después de la muerte de su esposo Mahlon, se dirigió a Belén con su también enviudada suegra Noemi, ocupa un lugar importante en la historia israelita, ya que llegó a ser antecesora de David (rut 4:18-22) y de Jesús (Mateo 1:1-5).

Argumento
El libro narra la historia de Elimelec, un hombre de Belén de Judá que emigró con su familia al país de Moab. Su mujer se llamaba Noemí y sus hijos, Quelión y Mahlón. Al morir Elimelec, sus dos hijos se casaron con Orfa y Rut de Moab, respectivamente.

Unos diez años más tarde, murieron también los dos hijos sin dejar descendencia, y entonces Noemí, acompañada de su nuera Rut, regresó a Belén, mientras que Orfa decidió regresar con su familia. Al llegar a Belén, Rut y Noemí no tenían nada, por lo que Rut se puso a trabajar en el campo de Booz, uno de los primos de la familia de Elimelec. Como otro familiar no estuvo dispuesto a casarse con Rut, ese deber le correspondió Booz, que ya se había sentido atraído por la moabita. De este matrimonio nació un hijo, Obed, que más tarde sería abuelo del rey David. Así, Rut ingresa por sus propias virtudes en la religión judía.

Propósito
Las intenciones principales del libro son :

a) Demostrar que había bondad y fidelidad de Dios en Israel durante el período cruel y desenfrenado de los jueces. No todos los hebreos se dieron a la idolatría, la concupiscencia y el derramamiento de sangre en aquel entonces. Ross comenta: “esta hermosa órbita nos pinta un cuadro de las santas bendiciones que descienden sobre la vida social y doméstica de cualquier época, cuando prevalecen una fe sencilla en Dios y un amor sincero al prójimo.

b) Revelar la providencia divina. Dios en sus inescrutables designios, permite grandes males para traer bien a los suyos, y se interesa en las cosas más ordinarias de la vida diaria. Incluso para las personas menos importantes. Aunque la tragedia de la familia de Elimelec fue dolorosa y numerosas sus desgracias, Dios recompensó ampliamente la piedad de Noemí y la bondad de Rut.

c) Proporcionar una lección misionera, demostrando de qué manera una mujer gentil se convirtió en la seguidora del verdadero Dios y como se incorporó a la vida del pueblo Dios. En Dios no hay acepción de razas; Él toma bajo sus alas de protección a los extranjeros que confían en Él.

d) Demostrar de qué manera David descendió de una mujer cuya fe –no su raza- fue lo que la salvó.

Casi todos los comentaristas consideran el libro de Rut como un ensayo sobre la soberanía de Dios que destaca su misericordia y relata el final feliz de una historia que comienza con una escena de hambre, muerte y desconsuelo. Desafortunadamente, esas observaciones se hacen a menudo invocando los reiterados lamentos de Noemí, quien se quejaba amargamente de que la mano de Dios se había levantado contra ella (1.13, 20, 21). Dos veces, en sus lamentaciones, Noemí usa el término «Todopoderoso» para referirse a Dios, haciendo énfasis en que su irresistible poder se había vuelto contra ella. Sin embargo, no es necesario presumir que el punto de vista de Noemí deba ser aceptado como una revelación espiritual llamada a convertirse en doctrina. Por el contrario, se comprenden mejor sus palabras como una expresión de humana perplejidad recogida por la historia. Esta aclaración, a la hora de considerar las palabras de Noemí, parece imprescindible para una sana interpretación del texto. Atribuir a la intención o a la mano de Dios los desastres que aparecen en este libro no concuerda con la revelación que ofrece la Escritura, en su conjunto, sobre la naturaleza divina. La hambruna (1.1) era un subproducto natural del pecado, un castigo que el pueblo se impuso a sí mismo por su desobediencia. El Señor les había advertido que la propia tierra se volvería en su contra si le eran infieles (Dt 28.15, 16, 23, 24, 38–40). Aún más, la decisión de Elimelec de mudarse con su familia a los campos de Moab (1.2) no se presenta como fruto de indicación divina alguna, sino de su propia elección. ¿Por qué sugerir que los acontecimientos que ocurrieron a continuación (su muerte y la de sus hijos) se debieron a la providencia divina? Existe otra razón para afirmar que estos infortunados acontecimientos, aunque no escapaban a la omnisciencia divina, no constituyeron un castigo de Dios, sino el resultado natural de circunstancias ajenas a la promesa divina. La protección de Dios es para aquellos que se mantienen obedientes en la heredad que de Él han recibido. Por lo tanto, Noemí representa algo más que una teología folclórica. Aunque obviamente era una mujer sincera y creyente, se revela vulnerable a la práctica común de culpar a Dios por aquellos acontecimientos que alejan, causan la muerte o perjudican a su gente, y frente a los cuales la humanidad indefensa no puede hacer nada. Pero la Escritura revela, a través de la integridad de su mensaje, que tales infortunios no proceden directamente de Dios, sino son el resultado del castigo que pesa sobre los seres humanos por el pecado original o el fruto de la carne cuando decide seguir sus propios caminos, no importa lo malicioso o inocente del intento, o consecuencia del asalto directo de nuestro gran adversario, el diablo (Jn 10.10).

Rut es un libro que demuestra que la soberanía de Dios no está minimizada por esas observaciones. Por el contrario, subraya que el objetivo de Él es su soberana gracia y poder. Como Todopoderoso deja en libertad al hombre y no se opone, pero transforma las restricciones, los daños, las dificultades y los consejos que nos llevan al fracaso y que son el resultado del pecado, la carne o el diablo.

Características
Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás..

Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.

El primer grupo quería prohibir hasta los matrimonios mixtos, y los últimos profetas se adscribieron a esta teoría y preconizan severamente contra las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut, al igual que Job y Jonás.

El autor de Rut se preocupa por mostrar la gloria de Dios a través de Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia, sumisión y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Yahvéh a través de ella.

Sentido religioso
Si bien el libro es bastante liberal y universalista, su sentido último es de equilibrio y compromiso entre las dos corrientes contrapuestas. Si bien es cierto que el judaísmo debe conservar su unidad y pureza doctrinaria, los analistas cristianos afirman que esto está equilibrado por la aproximación del Evangelio que viene, en el sentido de que, a partir de aquí, será también misión esencial del pueblo judío preparar la difusión de la verdad entre las demás naciones.

Símbolos presentes
Rut es, como otros libros históricos de la Biblia, una narración histórica cuya finalidad es trazar una parábola moral. Los fines que pretende lograr el autor son éticos y literarios además de históricos.

Los nombres de los personajes encierran significados profundos: Noemí ("mi graciosa"), Mahlón ("languidez"), Quelión ("consunción"), Orfa ("la que vuelve la espalda") y finalmente Rut ("la compañera"). Todo esto apoya y ayuda a la narración, aunque es posible que algunos sentidos ocultos escapen hoy en día al lector moderno.

Es definitivamente un relato de fe, amor y evidentemente con una gran tipología mesiánica.

Generación Fares
El Libro especifica la generación de Farés: Farés, Hezrón, Aram o Ram, Aminadab, Naasón, Salmon o Salma, Boaz o Booz, Obed, Isaí o Jesé, David.

Costumbre de renuncia a herencia o a compra preferente
Dice el Libro que era antigua costumbre en el Israel de aquella época que cuando alguien renunciaba a heredar un bien o a ejercer su derecho preferente a comprarlo, se quitaba ante testigos su sandalia y se la daba al que, tras su renuncia, había de heredar o ser comprador. (Rut 4,7).

Booz
Boaz es un personaje bíblico que aparece en el libro de Rut. Boaz es quien se casa con Rut, que engendra un hijo suyo, Obed, padre de Isai y por tanto, es bisabuelo de David. Es un hombre muy rico y poseedor de tierras, que permitió que Rut recogiera las gavillas de trigo que dejaban sus trabajadores; posteriormente aceptó tomarla como esposa y serían bisabuelos del Rey David.

Su padre fue Salmón y su madre Raab. Este personaje inspiró uno de los poemas más célebres que aparece en La leyenda de los siglos, de Víctor Hugo: Boaz dormido.

Libro de las Lamentaciones
El Libro de las Lamentaciones (איכה ʾēḫā(h), Eikha), atribuido a Jeremías, es un documento del Antiguo Testamento de la Biblia, y también del Tanaj.

Nombre y ubicación
La Biblia cristiana lo ubica en las series de Libros proféticos, entre Jeremías y Ezequiel en las Biblias protestantes, y entre Jeremías y Baruc, en las ediciones católicas y ortodoxas. En tanto el Tanaj lo ubica en la sección correspondiente a los Ketuvim (כְּתוּבִים), ‘Escritos’, entre el Rollo de Rut y el Rollo del Eclesiastés. Sin embargo, las versiones griega y latina las colocan a continuación de Jeremías, a quien se atribuye su composición.

El nombre hebreo del libro es ekah. Más tarde, la literatura rabínica lo llamó qinot, que los LXX tradujeron como Trenos y la Vulgata por "Lamentaciones".

Autor
Tanto la tradición judía como la cristiana atribuyen el libro a la pluma de Jeremías, apoyando sus afirmaciones en el hecho de que el contenido de los poemas corresponden a la época en que vivió el profeta. En la Septuaginta1​ y en la versión de Torres Amat se relata que fue éste profeta quien pronunció esas palabras al contemplar a Jerusalén devastada:

“Después que Israel fue llevado cautivo y quedo Jerusalén desierta, estaba sentado el profeta Jeremías llorando, y endechó sobre Jerusalén con la siguiente lamentación, y suspirando con amargura de animo y dando alaridos, dijo:”

Sin embargo, no hay prueba alguna de la autoría de Jeremías. El único indicio es una sola frase en II Crónicas: "Jeremías compuso una lamentación sobre Yosiyahu". A pesar de que en efecto el libro se escribió en forma inmediata a los hechos, es difícil certificar la atribución.

El primer problema es que Jeremías no parece un hombre inclinado a géneros tan complicados y difíciles como los poemas de lamentación; por otra parte, no formaba parte del partido proegipcio (el libro implora la ayuda del faraón), ni se alegró por la muerte de Sedecías (el libro la celebra), ni, por cierto, testimoniaría en contra de la verdad de las profecías (era él mismo un profeta).

Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al mismo tiempo. Los autores verdaderos fueron obviamente judíos piadosos y versados en la Ley, y, con toda probabilidad, eran sacerdotes que conocían perfectamente el Libro de Jeremías. El capítulo 1 puede ser tan antiguo como de 597 a. C.

Por lo tanto, es difícil que las manifestaciones del Talmud, los LXX y el Tárgum en el sentido de que Jeremías escribió el texto puedan mantenerse. Las tres fuentes no hacen en realidad nada más que repetir la atribución de Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «2 Crónicas». Biblia; traducción Reina-Valera.

Seguir a la antigua fuente solucionaba el problema de atribución con autoridad bíblica pero hoy se sabe que no corresponde a la autoridad.

Época
Salvo el capítulo 1, las Lamentaciones fueron escritas en Jerusalén en fecha posterior a la caída de la ciudad en manos de los caldeos y deben haber servido para las ceremonias religiosas que persistieron en el templo luego del Exilio.

Utilización
Como los textos se refieren al arrepentimiento por las desobediencias que causaron la catástrofe bélica, junto con el duelo de la ciudad y sus habitantes, los judíos las recitan en el gran ayuno que conmemora la destrucción del Segundo Gran Templo de Jerusalén a manos de los babilonios.

Contenido
El libro contiene cinco poemas de lamentación por la destrucción de Jerusalén tras haber caído en manos de Nabucodonosor II en 587 a. C.

Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al mismo tiempo. Evocan, por tanto, la destrucción de Judá y el horror del sitio de la ciudad.

Primera lamentación
El poeta llora la catástrofe y, personificando a la ciudad como alegoría, ambos reconocen el pecado del pueblo que causara la dura caída.

Segunda lamentación
Se conduele del castigo tan severo que Yahvéh envía a los judíos y exige a la ciudad que haga penitencia.

Tercera lamentación
Equipara su propio sufrimiento con el del resto de la ciudad y anhela para sí los perdones de la divinidad.

Cuarta lamentación
Nueva lamentación por la catástrofe y el abandono en que se encuentra la ciudad.

Quinta lamentación
Es un fuerte grito que pide ayuda y una lamentación de todo el pueblo que imploran la ayuda de Yahvéh. La Vulgata latina la titula "Oración del profeta Jeremías".

Características particulares
Las cinco endechas o elegías son independientes unas de otras y presentan características distintas. La tercera es una lamentación individual; la quinta una colectiva y la primera, segunda y cuarta constituyen oraciones fúnebres.

Las cuatro primeras configuran cantos alfabéticos en los cuales cada verso comienza con una letra hebrea distinta. Sin embargo, el orden alfabético de la lamentación primera es totalmente distinto de los de la segunda, tercera y cuarta.

Continua en La Biblia XIV: Los Cinco Rollos II
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viernes, 9 de diciembre de 2016

La Biblia XIII: Libros Poéticos II

Página de un antiguo Salterio (Salmo 1)

Los Salmos 
Los salmos (en hebreo תְּהִילִים, Tehilim, "Alabanzas") son un conjunto de cinco libros de poesía religiosa hebrea que forma parte del Tanaj judío y del Antiguo Testamento cristiano. Está incluido entre los llamados Libros Sapienciales. También se le conoce como Alabanzas o Salterio. Suele encontrarse entre los libros de Job, Proverbios, Cantares.

Datos generales y títulos
Origen de la literatura hebrea
Las poesías de estilo salmódico son muy abundantes en las tradiciones literarias sumeria, asiria y babilónica desde la más remota antigüedad. Estas culturas empleaban sobre todo salmos en forma de himnos o lamentaciones.

Muchos himnos religiosos egipcios (especialmente el "Himno a Atón"), inspiraron en forma directa diferentes salmos, cuyo ejemplo más evidente es el Salmo 104 (ver referencias).

La cultura cananea influyó sobre los salmos y probablemente también sobre el resto de la literatura hebrea. El rey David, quien según la Biblia era poeta (no se cuenta con ninguna otra biografía suya), perfeccionó la organización litúrgica y aplicó un poderoso impulso a la poesía salmódica hasta alcanzar la gran variedad y calidad de los poemas reunidos en este libro.

Durante el período de la dominación persa, los salmos estuvieron en pleno apogeo y se fueron diversificando en multitud de estilos y géneros diferentes: himnos, imágenes mesiánicas, lamentaciones individuales o grupales, escatología, súplicas a Dios donde se confiaba en recibir una respuesta, textos didácticos que recuerdan importantes episodios históricos, cánticos de acción de gracias de personas individuales o de la nación entera, etcétera.

La poesía hebrea
Una de las principales dificultades al tratar de interpretar1​ los Salmos se debe a las cualidades de la poesía hebrea, expresión del ánimo peculiar del pueblo israelita, más intuitivo y sensible que el griego. La poesía hebrea se caracteriza por una métrica especial fundada en el paralelismo semántico: repetir la misma idea dos veces por lo menos con distintas palabras:
El malvado cree que Dios se olvida,
que se tapa la cara y nunca ve nada (Salm. X, 11)

Son rasgos principales su concisión y carácter elíptico. Las ideas se fijan con pocas palabras,3​ y se dejan implícitas muchas relaciones. Se renuncia a completar los nexos entre las ideas4​ para que las palabras sueltas encuentren en el oyente lo que el poeta no consignó en el texto. Si a eso se añade que, por lo general, la poesía hebrea es breve,5​ el trabajo exegético se dificulta mucho6​ no existe entonces la posibilidad de confrontar el texto en estudio con otros y elaborar por este medio una explicación conjunta que ilumine el detalle.

Si los poemas fueran más extensos... las distintas partes se iluminarían... y ayudarían a comprender el conjunto del poema. (Gunkel 1933:18)

La brevedad y la elipsis de los poemas hebreos se resolvían en su época gracias a un contexto histórico y social que compartían el poeta y sus contemporáneos. El desconocimiento de ese contexto esconde actualmente el sentido real del poema y deja paso a toda clase de especulaciones.7​

Colocación y nombre
En la Biblia hebrea, el Libro de los Salmos se encuentra al inicio de la tercera sección, llamada ketuvim (escritos). En la versión de los LXX o Septuaginta, encabeza también la sección de libros llamados didácticos. En cambio, las versiones latinas lo han colocado siempre tras el Libro de Job. La Biblia hebrea lo denomina tehillim o sefer tehillim, forma plural del nombre tehillah, que significa himno o alabanza. También usa, al inicio de 57 salmos, la palabra mizmor, que se emplea para hablar de un poema que se canta y es acompañado por instrumentos de cuerda (kinnor). La versión de los LXX los llama ψαλμοι o βιβλος ψαλμων, aunque el Código Alejandrino use la expresión psalterion, que es el nombre del instrumento de cuerdas con que los oficiantes judíos acompañaban los cánticos de alabanza a Yahveh o Jehová. Por extensión, más tarde el término se aplicó a la colección de himnos y finalmente al libro que la contuvo.

Contenidos
Al parecer se trataba de una recolección oficial de cantos usados en la liturgia y que se empleaban en Jerusalén en el período del segundo templo. Son 150 salmos en total. Ahora bien, existen diferencias en cuanto a la división. Todas las versiones comprenden exactamente 150 salmos. El problema se suscita al comparar las versiones hebreas con la Septuaginta y la Vulgata. Así, se pueden observar discrepancias en la numeración y división de algunos salmos. Si bien estas divergencias se refieren siempre a casos puntuales y particulares, inevitablemente repercuten en la numeración general.

La numeración que les otorga el texto hebreo sólo se corresponde con los LXX y con la Vulgata en los 8 primeros salmos y en los 3 últimos. La Biblia griega fusiona los Salmos 9 y 10 en uno solo, y hace lo mismo con el 113 y 114. De manera inversa, divide en dos el 116, y denomina a las partes resultantes 114 115, y de la división del 147 hace los salmos 146 y 147. Como regla mnemotécnica, puede decirse que, entre los salmos 10 y 148, la numeración de la Septuaginta y la Vulgata es igual a la numeración hebrea menos 1. Usualmente, sin embargo, cuando se habla del Salmo n, sin dar mayores explicaciones, se está refiriendo a la numeración original hebrea. Los salmos aparecen en el original hebreo agrupados en cinco libros o colecciones, separados por doxologías que aparecen al final de los salmos 41, 72, 89, 106 y 150. Este último consiste todo él en una doxología. La primera mención a la recolección que de alguna manera permite datarla se encuentra en el prólogo a una traducción del Eclesiástico que se escribió hacia el 117 a. C. donde se indica que el libro de los Salmos ya formaba parte de la Biblia hebrea a inicios del siglo II a. C.

Subdivisiones
El Libro de los Salmos se compone, en realidad, de 5 colecciones de cánticos que el antiguo pueblo de Israel empleaba en su adoración. Para tener una clara y conveniente división del libro, debemos tener en cuenta el punto de vista profético; todas las otras divisiones que puedan realizarse son en mayor o menor medida inadecuadas. Es destacable que entre las estructuras similares que poseen los Salmos y el Pentateuco pueden establecerse ciertos paralelismos. Gran parte de éstos están encabezados por anotaciones referidas al autor, su forma o el contexto en el que se escribieron (los llamados "títulos"). Muchos de ellos emplean un orden alfabético. El primer Salmo de cada libro presenta, por decirlo de alguna manera, un «título», y el último de cada libro concluye con una alabanza. Las subdivisiones serían las siguientes, separadas cada parte por una doxología:

Libro I (Salmo 1 - Salmo 41)La separación entre el justo y el injusto.
El primer libro de los Salmos desarrolla el principio de separación que rige entre el justo y el injusto en medio del pueblo de Dios. En relación con esto, el Mesías es presentado como:

El Hijo de Dios (Salmo 2), El Hijo del hombre (Salmo 8), El Siervo sufriente (Salmo 22) y 
La verdadera ofrenda (Salmo 40). El nombre de Dios que prevalece en este libro es el del pacto, Jehová (mencionado unas 275 veces).

 Salmo 1    El justo y el injusto.
 Salmo 2    El Rey según Dios: el Mesías.
 Salmo 3    La confianza de David en el Dios inmutable.
 Salmo 4    La confianza de David en los especiales cuidados de Dios.
 Salmo 5    Jehová escucha el clamor de su pueblo.
 Salmo 6    Plegaria por misericordia.
 Salmo 7    Oración por el justo castigo del opresor.
 Salmo 8    El reinado del Hijo del Hombre.
 Salmo 9    Alabanza a Dios por la victoria sobre los enemigos.
 Salmo 10  Plegaria para ser salvados de los malvados.
 Salmo 11  El justo en medio de la maldad.
 Salmo 12  La confianza del justo en medio de la maldad.
 Salmo 13  Igual al 12.
 Salmo 14  La ruina generalizada de la Humanidad .
 Salmo 15  Características del verdadero temor de Dios.
 Salmo 16  Cristo, el Hombre perfecto.
 Salmo 17  Oración del justo para obtener protección.
 Salmo 18  Alabanza a Dios.
 Salmo 19  El testimonio de Dios en la Creación.
 Salmo 20  La ayuda desde el Santuario.
 Salmo 21  Alabanza Real de victoria.
 Salmo 22  Los sufrimientos y la gloria de Cristo.
 Salmo 23  Cristo, el buen Pastor.
 Salmo 24  Cristo, el Rey de gloria.
 Salmo 25  Ruego por salvación y perdón.
 Salmo 26  Oración de un hombre recto.
 Salmo 27  El deseo de estar en la presencia de Dios.
 Salmo 28  Un clamor en la angustia.
 Salmo 29  El poder de Dios por encima de todas las cosas.
 Salmo 30  Alabanza por la ayuda recibida de Dios.
 Salmo 31  Salvado del enemigo.
 Salmo 32  La bendición del perdón.
 Salmo 33  Adoración al Creador.
 Salmo 34  La experiencia de aquellos que aman a Dios.
 Salmo 35  El clamor del que está afligido.
 Salmo 36  Los pensamientos del impío y la misericordia de Dios.
 Salmo 37  La confianza en Dios en medio de un mundo malo.
 Salmo 38  Los sufrimientos de los creyentes a causa de sus pecados.
 Salmo 39  Todo hombre es vanidad.
 Salmo 40  Cristo, el Siervo de Dios obediente.
 Salmo 41  Confianza, traición y triunfo.

Libro II (Salmo 42 - Salmo 72)Los sufrimientos del justo.
En el segundo libro hallamos los sufrimientos del justo, quien, privado de toda bendición, vive en grande tribulación y por lo cual clama a Dios en su agonía (Elohim es mencionado más de 200 veces).

Salmo 42   El justo desea a Dios.
Salmo 43   Continuación del Salmo 42.
Salmo 44   Estando en aflicción, el pueblo clama a Dios.
Salmo 45   Cristo, Rey y Esposo.
Salmo 46   Dios es refugio y fortaleza.
Salmo 47   Dios es Rey.
Salmo 48   La Ciudad de Dios.
Salmo 49   La vanidad de las riquezas terrenales.
Salmo 50   El justo juicio de Dios
Salmo 51   Confesión de pecados y arrepentimiento.
Salmo 52   Condenación del malvado.
Salmo 53   Apostasía de los malvados.
Salmo 54   El clamor de los que temen a Dios para salvación.
Salmo 55   Oración para la destrucción de los enemigos.
Salmo 56   Confianza en la fidelidad de Dios.
Salmo 57   Confianza en la salvación de Dios.
Salmo 58   Dios se revela a sí mismo en juicio.
Salmo 59   Auxilio para el desprotegido.
Salmo 60   Lamentación en medio de una tremenda aflicción.
Salmo 61   Dios es el verdadero refugio.
Salmo 62   Dios es el único que salva.
Salmo 63   Sed de Dios.
Salmo 64   El fin de los enemigos.
Salmo 65   Las ricas bendiciones de Dios.
Salmo 66   El reconocimiento de la justa intervención de Dios.
Salmo 67   Perspectiva de la bendición de Dios.
Salmo 68   El cumplimiento de la liberación.
Salmo 69   El lamento del Mesías rechazado.
Salmo 70   Clamor por salvación.
Salmo 71   Avivamiento del pueblo de Dios.
Salmo 72   Anuncio del Reinado de paz.

Libro III (Salmo 73 - Salmo 89)El retorno del pueblo y la bondad de Dios.
El tercer libro describe el retorno del pueblo de Israel y la misericordia de Dios hacia ellos.  

Salmo 73   Un enigma y su solución.
Salmo 74   La destrucción del Santuario.
Salmo 75   Dios actúa en juicio.
Salmo 76   Las poderosas victorias de Dios.
Salmo 77   Retrospectiva de la fe.
Salmo 78   Los tratos de Dios en la historia de Israel.
Salmo 79   Oración a causa de la destrucción de Jerusalén.
Salmo 80   Oración del pueblo por su aflicción.
Salmo 81   El pueblo reunido renueva su esperanza.
Salmo 82   Dios juzga a los jueces.
Salmo 83   Oración por los ataques del enemigo.
Salmo 84   El deleite de estar en el Santuario de Jehová.
Salmo 85   El pueblo de Dios disfruta de las bendiciones prometidas.
Salmo 86   El alma temerosa de Dios en humilde oración (único Salmo de David en el  Libro III).
Salmo 87   Sión, la ciudad de Dios.
Salmo 88   Una oración que surge de una profunda aflicción.
Salmo 89   El pacto de Dios y Su fidelidad.

Libro IV (Salmo 90 - Salmo 106)El gobierno de Jehová en el Milenio.
El cuarto libro comienza, estando ya el primogénito en el mundo habitable, con el reinado de Jehová (aparece 100 veces). Se refiere al comienzo del reinado del Hijo del hombre glorificado durante el Milenio, luego de haber salvado a toda Israel.

Salmo 90   Dios es eterno y los hombres mortales (de Moisés, probablemente el Salmo más antiguo)
Salmo 91   La confianza ejemplar de un hombre en Dios.
Salmo 92   Canción de alabanza en el Santuario.
Salmo 93   Jehová reina en toda su majestad.
Salmo 94   Clamor por justicia y venganza.
Salmo 95   Alabanza a Jehová como Creador y Salvador de su pueblo.
Salmo 96   Alabanza a Jehová como Creador y Juez de la Tierra.
Salmo 97   La manifestación de Jehová como Rey.
Salmo 98   Alabanza a Jehová, el Rey.
Salmo 99   El reinado de Jehová.
Salmo 100  La adoración universal a Jehová.
Salmo 101  Los principios del gobierno de Jehová.
Salmo 102  Dios manifestado en carne.
Salmo 103  Alabanza de Israel por los designios de Dios.
Salmo 104  Alabanza al Dios Creador.
Salmo 105  Retrospectiva histórica: La fidelidad de Dios hacia Israel.
Salmo 106  Retrospectiva histórica: La infidelidad de Israel para con Dios.

Libro V (Salmo 107 - Salmo 150)Resumen de los caminos de Dios para con su pueblo.
El quinto libro presenta un resumen de los caminos de Jehová  para con su pueblo Israel, como así también la alabanza que Él merece a causa de su misericordia (Salmos 111-113; 146-150).

Salmo 107  Jehová libra de todas las dificultades.
Salmo 108  La salvación futura.
Salmo 109  La hostilidad hacia Cristo.
Salmo 110  Cristo como Sacerdote y Rey.
Salmo 111  Alabanza por las maravillosas obras de Jehová.
Salmo 112  La bendición de Jehová a favor de los que le temen.
Salmo 113  Alabanza al nombre de Jehová.
Salmo 114  El poder del Dios de Jacob.
Salmo 115  Sólo Dios merece toda la honra.
Salmo 116  Alabanza a Dios por su ayuda en la aflicción.
Salmo 117  Alabanza de las naciones (este es el Salmo más breve).
Salmo 118  Israel reconoce la verdadera piedra angular. (es el Salmo más citado en el N.T.).
Salmo 119  Alabanza por la Palabra de Dios (es el Salmo más extenso).
Salmo 120  La solemnidad del temor a Dios.
Salmo 121  Dios como protector de Israel.
Salmo 122  La Casa y la Ciudad de Dios.
Salmo 123  Fuente de ayuda para Israel en tiempo de tribulación.
Salmo 124  Salvación en medio de la aflicción.
Salmo 125  La perfecta seguridad.
Salmo 126  Sembrando con lágrimas y cosechando con regocijo.
Salmo 127  Bendiciones para la casa.
Salmo 128  Bendiciones para la familia.
Salmo 129  La mano poderosa de Dios.
Salmo 130  Arrepentimiento y perdón.
Salmo 131  Descanso y satisfacción.
Salmo 132  La habitación de Jehová en Sión.
Salmo 133  La bendición de la comunión entre hermanos.
Salmo 134  La adoración en el Santuario.
Salmo 135  El conocimiento y la adoración al verdadero Dios.
Salmo 136  Alabanza de la misericordia eterna de Dios.
Salmo 137  Recuerdos del exilio.
Salmo 138  Alabanza a Dios por su salvación.
Salmo 139  El corazón que anhela la presencia de Dios.
Salmo 140  Jehová, fuente de socorro para el justo.
Salmo 141  Oración del justo en medio de los malvados.
Salmo 142  Jehová, refugio para el solitario.
Salmo 143  Oración por liberación de la profunda aflicción.
Salmo 144  La verdadera fuente de poder.
Salmo 145  Alabanza a Dios en el Milenio.
Salmo 146  Oración personal del justo.
Salmo 147  Alabanza del pueblo de Dios.
Salmo 148  Alabanza de la Creación entera.
Salmo 149  Alabanza por medio de un cántico nuevo.
Salmo 150  Final. Resumen de las alabanzas a Dios.

Sin embargo, hay salmos duplicados (por ejemplo, el 14, que se encuentra en el 54). Otro aspecto que hace pensar en la diversidad de autores y momentos o en la existencia de otras colecciones anteriores es la falta de homogeneidad en el uso de palabras como Yahveh o Elohim, ya que se considera habitualmente que los salmos que usan Elohim para referirse a Dios son más antiguos que los yahvistas.

Títulos
La mayoría de los Salmos contienen un encabezado a modo de título. La versión de los LXX incluye más que el texto masorético. La versión hebrea da como autor de 73 salmos a David y la LXX, 84.
Se usan algunas expresiones para dar a entender el tipo de salmo:

Mizmor (salmo) en 57 ocasiones.
Shir (cantos) en 30 ocasiones.
Tefillah (oraciones) en 3 ocasiones.
Tehillah (himnos o cantos de alabanza) en 1 ocasión.
Miktam (traducido como “poema para inscripción”) en 6 ocasiones como por ejemplo en los salmos 16, 56-60).
Maskil (trozo hecho con arte) en 13 ocasiones (salmos 32, 42, 44, 45, 52-55, 74, 78, 88, 89 y 142).
Siggayon (lamentación) en 1 ocasión.

Se llama lamed auctoris a una indicación que ofrece información sobre el creador del salmo o su dedicatoria. Recientemente se ha puesto en duda su pertenencia original al salmo, debido a la cantidad de variantes que presenta. En los títulos se ofrecen también datos sobre los instrumentos musicales empleados o de acompañamiento o incluso del uso de melodías conocidas: de cuerda, voces de soprano, tonadas del “no destruyas”. Hay indicaciones e incluso palabras que no han logrado ser dilucidadas con certeza, como la expresión selah ("interludio", en la LXX, y “siempre”, en la Vulgata de Jerónimo de Estridón). En los salmos 8, 81 y 84, aparece el vocablo hebreo gui·tit empleado, en el antiguo Israel, en la composición. Se cree que la expresión se·mi·nit indica una
disminución de una octava. Finalmente, en el salmo 5 se halla la neji-lóhth, de significado incierto y que probablemente derive de ja-líl o "flauta", en hebreo. Hay también en los títulos algunas indicaciones sobre el momento en que se debían usar: bien en peregrinaciones, bien para la celebración de la dedicación del templo o para el sábado, entre otros. Finalmente, algunos salmos incluyen en los títulos una explicación del momento en el que supuestamente se habría compuesto el salmo: la huida de David ante Saúl, el arrepentimiento tras la muerte de Uríasla guerra con Absalón, etcétera.

Un buen número de Padres de la Iglesia se manifiestan a favor de considerar también como inspirados estos textos de los títulos de los salmos debido a que, según opinan, serían obra del mismo autor. Pero también muchos discuten no solo su origen sino también su veracidad. En la actualidad, la mayor parte de los exégetas niegan su carácter canónico.

El Texto
El texto original de los Salmos estaba en hebreo. Los manuscritos más antiguos con los que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo X aunque los fragmentos que se encontraron en Qumram sean de mediados del siglo I. Dado que se trataba de un texto muy usado con fines litúrgicos, sufrió diversas transformaciones y cambios que hacen muy difícil descubrir el texto hebreo que fue la fuente de las traducciones más antiguas con que se cuenta. Esto se puede comprobar si se comparan textos duplicados como el del Salmo 18 con 2 Samuel 33 o el Salmo 14 con el 53. A esto se añade el hecho de que el período de composición de todos ellos va de VI a VIII siglos. Aun cuando se encontraron en Qumram diversos textos e incluso, en algunos casos, variantes de un mismo salmo, el más importante es el rótulo de cuero 11QPs, con 41 salmos: 7 apócrifos (con el himno que se menciona en Sab 51, 13-20, y el Salmo 151, que aparece también en la Septuaginta) y los últimos 33 salmos del salterio canónico.

Traducciones
Se habla de una especie de grupos de salmos dentro del salterio o incluso de “salterios dentro del salterio”, y es que todas las técnicas de crítica textual se han usado en los textos de los Salmos. A continuación se enumeran diversas traducciones:

Septuaginta. Según la mayoría de los críticos, la traducción es de mala calidad, pero es la más antigua (fines del siglo II a. C.). De hecho, Beaucamp afirma:

Las divergencias señaladas entre el texto griego de los LXX y el del texto masorético parecen debidas al traductor y al original hebraico usado. Por entonces el salterio hebraico era idéntico al que poseemos hoy, pero todavía había inseguridades en los detalles DBS 201. A pesar de sus incorrecciones tanto en la traducción como en el mismo griego, se usa para tratar de dilucidar el texto hebreo que le sirvió de base. Fue recensionada por Luciano de Antioquía y Hesiquio de Antioquía.
Otras versiones en griego. Según Jerónimo, hubo también otras versiones griegas que usó para su texto latino. Una, llamada “de Áquila” (realizada a inicios del siglo II), y la de Símaco (hacia el año 200). Pesitta o versión siriaca común. Existe ya una versión crítica preparada por W. E. Barnes. El Tárgum es la versión en arameo que también resulta útil para descubrir la versión original o fuente hebrea. Se caracteriza por la cantidad de comentarios que se añaden al texto. Versiones latinas. Tres son obra de Jerónimo:

La Primera a partir de la Vetus Latina (que a su vez es traducción de la Septuaginta);
La Segunda se hizo en Palestina; en realidad, es una revisión de la anterior que se conoce como Salterio Gallicano (fue adoptada en las Galias) y, tras la aprobación papal en 1568, entró también en el salterio;
La Tercera se compuso entre el 390 y el 405 a partir de un texto en hebreo (de ahí su nombre de Psalterium iuxta hebraeos).

La nueva Vulgata de 1979 hace otra traducción que, además, unifica la numeración con la hebraica.

Géneros Literarios de los Salmos
Existe discusión entre los exegetas sobre el modo de clasificar los géneros literarios o variantes de los salmos. Es tan grande la variedad de géneros o posibles clasificaciones que fácilmente quien busca rigor y detalle se verá defraudado. La distinción más general es la que parte del que hace la oración para distinguir si es uno solo o una comunidad o grupo. Los salmos que expresan la oración de la comunidad suelen ser litúrgicos. Sin embargo, hay casos en que una oración de una persona corresponde a la plegaria de un rey o de un sacerdote lo que implica una oración litúrgica y además colectiva. Una primera propuesta que se ha mostrado infructuosa es dividir los salmos por las tradiciones de las que serían eco. Algunos salmos llaman a Dios Jehová o Yahveh, mientras que otros lo denominan Elohim. Esta facilidad para identificar los salmos y agruparlos en dos colecciones según el uso que hagan de los distintos nombres de Dios ha generado los términos "colecciones o tradiciones yahvista o elohísta". Es evidente que la única clasificación de utilidad será aquella que los separe según su género literario; sin embargo, esta tarea también ha demostrado ser dificultosa dado que la literatura judía no es individual, sino comunitaria. Las fuentes de sus escritos son numerosas, pero, todas terminan remitiendo al culto y la liturgia. Como todos los salmos vienen de la celebración litúrgica, también comparten un esquema estructural común. Teniendo esto en cuenta, se han individualizado tres condiciones que varios salmos han de cumplir para poder ser incluidos en una categoría común:

Deben proceder originalmente de un mismo ámbito;
Tener un trasfondo intelectual y filosófico común; y
Poseer formas literarias semejantes.

De ahí la clasificación que se ofrece a continuación y que sigue a grandes rasgos la ofrecida por Drijvers.

Los Himnos
Hay varios himnos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (cf. Éxodo 15:21, Jueces 5) como en el Nuevo Testamento (cf. Lucas 1:46-55, Lucas 1:68-79). Los himnos - salmos tienen como característica principal es el ser cantos de alabanza, de glorificación desinteresada, es decir, no contienen peticiones o ruegos. Además tiene un esquema más o menos fijo. Comienza por una invitación a la alabanza y en el desarrollo se ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado incluyendo a veces largos relatos de sus hazañas. Las conclusiones suelen ser variadas: repiten la introducción, hacen una promesa o voto, una oración. Algunos tratan, como motivo de alabanza, la creación; otros la historia del pueblo de Israel y la acción divina en ella. Se detienen sea en las maravillas del mundo sea también en los hechos que muestran el amor divino al hombre.
La redacción es casi siempre impersonal lo que facilita su uso litúrgico o al menos el que se pueda emplear como medio para la oración en común. Incluso las indicaciones de gestos o movimientos (arrodillarse, alzar los brazos, etc.) tienen un sentido litúrgico y permiten también dar con el contexto original en que eran usados.

Las súplicas
En este caso prima el ruego personal (cf. Salmos 3; 5; 13; 22; 25, etc.) por sobre el colectivo (Salmos 4; 79; 80; 83, etc.) aunque las formas gramaticales de una persona bien pueden referirse a la oración del sacerdote que en realidad es una oración por intenciones colectivas. En general todos son una respuesta religiosa ante las desgracias y la persecución de los enemigos, respuesta que incluye la petición de ayuda divina. Suelen comenzar por una invocación breve o por un recuerdo apenas esbozado de las bondades divinas. Luego viene la descripción de las desgracias que aquejan al suplicante quien a veces deja sonar sus quejas, lamentaciones y gritos. Normalmente desembocan en un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede salir de tal situación y que resulta imprescindible la acción de Dios. Esto sirve de marco e introducción a la súplica propiamente dicha que puede ser genérica (“Actúa, Señor”) o concreta. En la conclusión se suele hacer un acto de confianza en que Dios dará cuanto se le ha pedido. Los salmos más conocidos y usados en la oración son de este género. Así el Salmo 22 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, el Salmo 51 o Miserere y el Salmo 130 conocido como De profundis.

Salmos de acción de gracias
Aquí también encontramos tanto salmos de gratitud cuyo sujeto es una persona (cf. Salmos 18; 32; 34; 40) como también varias o un colectivo (cf. Salmos 66; 67; 124; 129). La introducción es muy semejante a la de los himnos, a la que sigue una narración de los motivos para dar gracias (una situación penosa que se ha resuelto, un ataque o persecución superada, etc.) añadiendo una oración de súplica. Luego sigue el relato de la acción divina salvadora. Concluyen con la acción de gracias propiamente dicha y actos de confianza en el poder de Dios.

Salmos reales
Tienen dos modalidades: algunos salmos que hablan sobre el rey de Israel y otros que muestran la realeza divina. La tradición de ambos grupos de salmos es davídica en el sentido de que se apoya tanto en la elección divina del Rey David como en la promesa que Yahveh le hizo sobre la perpetuidad de su dinastía. Inicialmente usados para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la monarquía son reutilizados en sentido mesiánico. Los más representativos son el Salmo 2, el 45, el 89 y el 110 (para los directamente relacionados con la dinastía davídica) y los Salmos 47; 93 al 99 sobre la realeza de Yahveh. Dada su diversidad de funciones, resulta más difícil establecer un esquema general.

Salmos mesiánicos
El tema de los salmos mesiánicos es discutido entre las escuelas a tal punto que hizo necesaria la intervención de la Comisión bíblica en la Iglesia católica. Es evidente la tensión mesiánica que vivía Israel y también que los evangelistas se apropiaron de algunos salmos para darles sentido de profecías que Jesús estaría cumpliendo. Sin embargo, se discute sobre qué salmos contendrían este tipo de profecía y cuáles serían extrapolaciones.

Cánticos de Sion
Muy relacionados con los dos géneros anteriores, se trata de salmos que cantan las glorias de Sion, himnos de forma clásica pero a partir de un tema único. Recuerdan los diversos momentos de la presencia de Yahveh con su pueblo desde el diálogo con Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al Templo de Jerusalén.

Salmos didácticos y salmos de sabiduría
Se trata de composiciones destinadas a la enseñanza. Se caracterizan por varios elementos formales que ayudan a hacerlos más didácticos y fácilmente memorizables: siguen un orden alfabético en la primera letra de algunos versos (cf. Salmos 9-10; 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145), tratan de la Ley o de la ética israelita.

Otras categorías
Autores como Lipinski Peinador abogan por una clasificación que incluya también otros géneros como salmos de imprecación, de profecía, de maldición, etc. También se habla de salmos mixtos, es decir, que tienen formas o contenidos propios de diversos géneros de los mencionados anteriormente.
El Salmo 137 que narra las desventuras de los judíos en la cautividad no queda dentro de ninguno de los géneros mencionados anteriormente.

Origen e Historia de los Salmos
La dilucidación del origen o al menos del contexto litúrgico o no para el que fueron creados los salmos es un problema todavía no resuelto por las diversas escuelas exegéticas. Además se trata de composiciones que han variado su uso dentro de la misma comunidad judía dando origen a añadidos e incluso nuevos salmos que respondieran a las situaciones litúrgicas o sociales del pueblo que oraba con ellos. Las opiniones entre los exégetas sobre este punto son ampliamente diversas aun cuando hasta el siglo XIX eran más uniformes. Los antiguos exegetas concordaban en fijar la fecha de creación de los salmos en el período tras la cautividad en Babilonia, incluso en el de los Macabeos. En época reciente los análisis de géneros y de influencias han diversificado las escuelas. Unos subrayan las diversas influencias que logran entresacar y con eso fijan las composiciones en tiempos posteriores incluso a la cautividad de Babilonia. Otros subrayan la relación entre el salmo y su uso cultural y por tanto, los datan en relación con las fiestas que se celebraban en el Templo. Finalmente algunos tras considerar las variantes y añadidos creen que el origen de muchos salmos sería tan antiguo que resultaría imposible encontrarlo. Ante las diversas propuestas, Caselles afirma:
Muchos salmos son antiguos y vehiculan recuerdos de su origen que nada tienen de artificial. La mayoría de alusiones mitológicas de los salmos son auténticas y dan fe de su antigüedad. Lo que no quita que el procedimiento haya podido imitarse en época reciente, y que pueda hablarse, en ciertos casos, de falso arcaísmo, debido a un simple procedimiento literario.

Autores de los Salmos
En los títulos de 73 salmos en la versión hebrea dice “De David”, mientras que 12 salmos son "de Asaf", 11 "de los hijos de Coré", 2 "de Salomón", otros "de Moisés", Hemán y Etán y 35 están sin atribución ninguna, o 48 Salmos no exhiben el nombre de su autor.

La versión griega atribuye 82 Salmos David. Existe una tradición sobre el origen davídico del salterio. Está basada en menciones de diversos libros de la Biblia y en los títulos de los mismos salmos: 73 salmos de la versión hebrea dicen “De David” y algunos incluso añaden la ocasión en que fueron escritos. También en el Nuevo Testamento se da por supuesta la autoría davídica de algunos salmos.

Por ejemplo Jesús cita el Salmo 110, declarando que David fue el autor: «¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David». Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?” Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»;

4diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. 43 El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: 44  Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 45 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Mateo 22:42-45. 

Si sumamos estos 2 Salmos a los 73 que llevan el nombre de David, obtenemos un total de 75 Salmos de David, lo que significa que él escribió exactamente la mitad del total de 150. David realmente tenía capacidad para hacer esto. Era un formidable poeta, tocaba instrumentos musicales y cantaba (1 Samuel 16:18; 2 Samuel 23:1). Estaba lleno del Espíritu de Dios (1 Samuel 16:13; 2 Samuel 23:2) y a lo largo de su vida de fe había pasado por muchas experiencias junto a Dios. Muchas porciones de las Escrituras nos enseñan que David verdaderamente fue muy activo en cuanto a la poesía y la música (ver 1 Samuel 18:10; 2 Samuel 1:17-18; 6:5; 1 Crónicas 6:31; 16:7; 25:1; 2 Crónicas 7:6; 29:30; Esdras 3:10; Nehemías 12:24, 36, 45; Amós 6:5).

Sin embargo, está claro que no todos los salmos son obra de David aun cuando la expresión psalterium davidicum haya sido empleada también por el Concilio de Trento. La crítica textual ha intentado descubrir las influencias dentro de los salmos para poder ofrecer algún dato, aunque sea mínimo, sobre sus posibles autores y mucho más del período dentro del desarrollo religioso en Israel. Aunque, tan solo leyendo los encabezados de cada salmo, se pueden encontrar varios autores aparte de David: MoisésAsaf, Herman, los hijos de Core, Salomón, Etan y Jedutum y algunos de ellos sin determinar a los que se llaman Salmos Huérfanos. El Salmo 79 (según la numeración de la versión hebrea) es un lamento por la destrucción de Jerusalén, escrito por lo tanto, por lo menos cuatro siglos después de David. Luis Alonso Schökel da la siguiente muestra de atribuciones de autoría de tres salmos por parte de diferentes biblistas:

Salmo 23.
Franz Delitzsch: no hay razón para dudar que el autor es David.
De Wette: nada se opone, nada abona la autoría de David.
Heinrich Ewald: el autor es de la época inmediatamente posterior a David y Salomón.
Walter Baethgen: exílico, como muestra el tono y el verso 6.
Eduard Hitzig: por la composición, el lenguaje y la claridad, hay que datado en el siglo VII; podría ser de Jeremías.
Heinrich Graetz: del tiempo de Manasés Joaquín.

Salmo 90.
Franz Delitzsch: de Moisés; nada prueba que sea tardío.
De Wette: en su tenor actual no puede ser de Moisés.
Heinrich Ewald: por contenido y estilo bien puede ser mosaico, cierto anterior a David, sea de Moisés o de Samuel.
Rosenmuller: probablemente de la época de Antíoco (siglo II).
Eduard Hitzig: muy tardío.
Hoberg: nada se opone a la atribución mosaica del título.
Koster, Graetz y Olshausen: postexílico.

El Salmo 90 es probablemente el más antiguo: “Oración de Moisés, varón de Dios.” Moisés vivió en el siglo XV a. C. Sin embargo, la mayoría de los Salmos fueron compuestos en la época en la que David introdujo el canto en el templo (1 Crónicas 25).

Salmo 127.
Hengstenberg: la atribución a Salomón del título se confirma por el contenido.
De Wette: que Salomón sea el autor no es impensable, aunque el título reposa en un error.
Olshausen: postexílico, de la época de Simón.
Heinrich Graetz: de Nehemías.

De allí el comentario del propio Alonso Schökel«Cada autor hace la atribución basándose en su concepción global, que es en buena parte conjetura. La mayoría de los comentaristas actuales han tomado la prudente decisión de no discutir el problema del autor del salterio o de salmos individuales»

Mensaje
Dada la gran diversidad de géneros literarios y de prospectivas teológicas o exegéticas resulta difícil hacer una descripción de la doctrina contenida en los salmos. Se ha de discurrir por una vía intermedia entre quien considera el salterio como un todo y quiere extraer de allí enseñanzas y quien busca sencillamente ver la evolución de la experiencia religiosa que los salmos muestran. Algunos salmos son o eran usados para peregrinaciones y otras actividades litúrgicas. Los sacrificios y holocaustos se animaban con salmos de acción de gracias. Sin embargo, algunos salmos quedan fuera del aspecto netamente litúrgico y manifiestan más la espiritualidad o experiencia espiritual del autor. Incluso movimientos como los anawim (pobres de Yahveh) quedan expresados en salmos como el 34 el 37.

Algunos temas doctrinales
Dios es el principal interlocutor de todos los salmos, en especial de los himnos. Es un Dios grande, omnipotente y trascendente pero también se le aplican verbos de acciones humanas, sobre todo en los salmos de súplica o de acción de gracias. Se afirma sólida y repetidamente el monoteísmo pero no como algo doctrinal sino subrayando su grandeza, su superioridad sobre los ídolos. Hablan del poder de Dios en la creación y en la historia. En relación con el hombre, Dios es quien hace justicia y libra a los oprimidos o que sufren injusticia. La idea de la paternidad divina casi no aparece en los salmos de manera textual pero sí su fidelidad y su amor eternos (cf. Salmo 136). Se subraya continuamente la necesidad de una confianza absoluta en la acción de Dios. Muestran la certeza de que todo lo que se pida será concedido e invitan a Yahveh a actuar sin demora. En los salmos de acción de gracias se manifiesta esa confianza realizada sea en aspectos como la cosecha abundante sea también por el triunfo sobre la enfermedad o los enemigos. Los salmos de peregrinación o de procesión, como ya se ha mencionado ofrecen útil información sobre la liturgia pero también muestran otro de los temas recurrentes en la piedad de Israel: la devoción por el Templo y la presencia de Yahveh en él. Las diversas actitudes del creyente ante la divinidad son otro tema recurrente en los salmos. Fidelidad, optar por el camino de Dios, vivir en Él, veneración de la palabra del Señor y de la ley, pobreza, humildad. Ante las situaciones de injusticia manifiesta y todavía más ante aquellas que se prolongan en el tiempo, los salmistas suelen recordar que se trata de una victoria aparente pues la dicha del malvado y la permanencia de esas situaciones inicuas serán temporales. Sin embargo, también instan con fuerza a Dios a actuar con prontitud o dirigen su mirada a la retribución que los justos recibirán de Yahveh por todas estas penalidades. Con todo, para algunos no parece haber una base de fe en la vida eterna o en una recompensa tras la muerte en los salmos, sin embargo, hay porciones de los salmos que mencionan el tema de la vida después de la muerte (cf. Salmo XLVIII, 14). Hay también expresiones de franco querer el mal para los enemigos: Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas piedad de los que obran pérfidamente. [...] No los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar vagabundos por tu poder y abátelos, ¡oh, Señor, escudo nuestro! [...] Acábalos en tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay un Dios que domina en Jacob. Salmos 59:6, 12, 14.

Utilización de los Salmos
La primitiva iglesia cristiana adoptó los salmos como plegaria litúrgica debido no solo a la influencia de sectores judaizantes sino también para defenderse de las creaciones espontáneas y a menudo heréticas que derivaban de la originalidad.

Los salmos en la historia de la cultura
La literatura y la música han recogido en muchos momentos y de muy diferentes formas los salmos, especialmente algunos de ellos. El salmo Miserere por ejemplo va a alcanzar una relevante recepción: Orlando di Lasso, Giovanni Pierluigi da Palestrina o Gregorio Allegri le dedicarán sendas composiciones. Muchos de los coros en La Creación, oratorio de Joseph Haydn están basados en salmos. Ya en el siglo XX, Ígor Stravinski escribirá una Sinfonía de los Salmos (1930) para coro y orquesta. Leonard Bernstein compondrá en 1965 los Chichester Psalms.

Continua en La Biblia XIII: Libros Poéticos III
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