Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 16 de enero de 2017

La Biblia XV: Libros Históricos


Zorobabel y su familia, incluyendo a su nieto Eliachim. Fresco de Miguel Ángel.

Esdras
Esdras (hebreo: עזרא, Ezra;1​ fl. 480–440 BC), también llamado Esdras el escriba (hebreo: עזרא הסופר, Ezra ha-Sofer) y Esdras el sacerdote en el Libro de Esdras. Según la Biblia hebrea, volvió del cautiverio de Babilonia y reintrodujo la Torá en Jerusalén (Esdras 7–10 y Neh 8). Según I Esdras, una traducción griega del Libro de Esdras, todavía en uso en la Iglesia ortodoxa, era también sumo sacerdote.

Su nombre puede ser una abreviación de Azaryahu, "Dios ayuda". En la Septuaginta Ezra se convierte en Esdras (Ἔσδρας), lo mismo que en latín.

El Libro de Esdras describe cómo condujo a un grupo judíos exiliados desde Babilonia hasta su hogar en Jerusalén (Esdras 8.2-14), donde se dice que les obligó a la observancia de la Torá, y a limpiar la comunidad de matrimonios mixtos.

Libro canónico y apócrifos
Según las distintas colecciones de libros de las diferentes comunidades creyentes, existen diversos libros atribuidos al escriba Esdras, que podrían resumirse así
#Texto masoréticoBiblias en españolVulgataSeptuagintaVersiones eslavasVersión etíopeNombres alternativos
1EzraEsdras1 Esdras2 Esdras
B΄ Έσδρας
1 EsdrasEsdras-NehemíasEsdras-Nehemías
2NehemyahNehemías2 EsdrasNehemías
3no existe1 Esdras (apócrifo)3 Esdras (apéndice)1 Esdras
A΄ Έσδρας
2 Esdras2 EsdrasEsdras griego
42 Esdras (apócrifo)2 Esdras (apéndice)no existe3 EsdrasEzra Sutuel(Cap. 3–14)4 Esdras
o Apocalipsis de Esdras
Esdras latino
5no existe(Cap. 1–2)5 Esdras
6(Cap. 15–16)6 Esdras
En la Biblia hebrea
Los libros canónicos Libro de Esdras y Libro de Nehemías son las fuentes más antiguas sobre la actividad de Esdras, mientras que muchos de los otros libros escritos sobre Esdras son trabajos literarios posteriores, dependientes de los canónicos.

Libro de Esdras-Nehemías
Los libros de Esdras y Nehemías formaban originariamente un solo rollo. Más tarde, los judíos dividieron este rollo y lo llamaron Esdras I y II. Las Biblias hebreas modernas llaman a los dos libros, «Esdras y Nehemías», como también lo hacen otras traducciones modernas de la Biblia. Algunas partes del Libro de Esdras (4:8 a 6:18 y 7:12-26) fueron escritas en arameo, pero la mayoría está en idioma hebreo. Esdras era experto en ambas lenguas. Esdras, un descendiente de Seraiah, el sumo sacerdote, estaba viviendo en Babilonia, cuando en el séptimo año de Artajerjes I (~ 457 a. C.), rey de Persia, el rey le envió a Jerusalén a enseñar las leyes de Dios a cualquiera que no las conociese. Esdras condujo a un gran número de exiliados, de vuelta a Jerusalén, donde descubrió que los judíos se habían casado con mujeres no-judías. Al ver esto, rompió sus vestiduras y confesó los pecados de Israel ante Dios, y luego se enfrentó a la oposición de algunos de sus compatriotas para purificar a la comunidad y disolver los matrimonios pecaminosos. Algunos años después, Artajerjes envió a Nehemías (un noble judío de su servicio personal) a Jerusalén, como gobernador, con la tarea de reedificar las murallas de la ciudad. Una vez que fue completada esta tarea, Esdras leyó la Ley de Moisés a la asamblea de los israelitas, y el pueblo y los sacerdotes entraron en un pacto para mantener la ley y separarse de los restantes pueblos.

Nehemías 
Nehemías (hebreo נְחֶמְיָה Ne'hemya, «Yavé ha consolado») es una figura de la cautividad de Babilonia, y el retorno a Sion, cuya historia está consignada en el Tanaj y la Biblia. Está considerado como el principal artífice de la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, como el autor del Libro de Nehemías. Fue gobernador de la provincia de Judea entre el 445 a.C. - 433 a.C. aproximadamente.

Elementos biográficos
De Susa a Jerusalén
Mientras se desempeñaba como copero en Susa, con el rey aqueménida Artajerjes I1​ o bien con Artajerjes II2​), se entera de un informe alarmante de Hanani, uno de sus hermanos sobre la desolación que reina en Jerusalén.3​4​ El duelo que embarga a Nehemías resulta tan evidente, que el rey se interesa por sus problemas, y le permite, quizá con la intercesión de la reina, o de la reina madre, visitar Jerusalén, en calidad de tirshatha (« virrey») de la provincia de Yehoud, bajo dominio persa. Nehemías, llega en el vigésimo año del reinado de Artajerjes, provisto de un firmán que le autoriza a proveerse de madera para la reconstrucción de las murallas. Su llegada a Jerusalén en 445 a. C., contraría grandemente a Sanballat el horonita, gobernador de Samaria, y a Tobías el amonita, gobernador de Amón;5​ su oposición, así como la de Guechem el árabe va aumentando cuando se enteran de los proyectos de Nehemías.

La reconstrucción de la muralla
La reconstrucción de la muralla de Jerusalén había sido emprendida varias veces, antes de Nehemías, pero los intentos habían fracasado. Después de haber inspeccionado Jerusalén por la noche, para obrar con la máxima discreción, instruyó a la familia sacerdotal, y a cuarenta y dos familias de diversas localidades judías para reconstruir las diversas puertas y torres, así como los tramos de muralla entre las puertas y edificios.7​ Sin embargo, los ánimos de los enemigos de los judíos se encendieron, y emprendieron varias tentativas de intimidación; algunos judíos, incluso, aliados con los enemigos de Nehemías, les disuadieron de proseguir los trabajos. Nehemías hizo armarse a los albañiles, instalando atalayas.8​ A pesar de la magnitud de la tarea, ésta se acabó, según el relato bíblico en cincuenta y dos días.

El relato de la construcción, así como el de las ceremonias de inauguración, parecen haber sido consignados varios años después de los acontecimientos descritos.

Las reformas de Nehemías
Tan pronto como se terminó la construcción, Nehemías se dedicó a las reformas políticas.

La primera fue restituir sus tierras a aquéllos a los que tuvieron que desprenderse de ellas para pagar sus deudas. Esta medida, que anulaba toda consideración hacia las propiedades legalmente adquiridas, se aplicó con relativa facilidad. Sin embargo, poco después, Nehemías hubo de hacer frente a varias tentativas de asesinato y de descrédito alentadas por sus enemigos, entre los cuales destacaban el falso profeta Shemaya y la falsa profetisa Noadiya.

Nehemías inició a continuación una encuesta sobre la genealogía de los residentes en Jerusalén, a fin de separar a los extranjeros. A este efecto, se hizo remitir una copia del rollo de las familias retornadas a Sion con el gobernador Zorobabel. El relato hace un paréntesis, sin describir las medidas adoptadas, ni la acogida que tuvieron. Se desprende, según otros pasajes del Libro de Nehemías, que los matrimonios mixtos habían sido frecuentes, incluso en la familia del sumo sacerdote, que se había aliado conyugalmente con Tobías el amonita. Parece pues, que Nehemías, no queriendo alienarse a las capas humildes del pueblo, que había conquistado con su reforma anterior, suspendió sus investigaciones.

El resto de sus reformas, parece ser de naturaleza religiosa, secundando a Esdras en su reinstauración de la ley mosaica, en particular, respectos al sabbat. También instituyó un sistema de impuestos para el mantenimiento del Templo y su culto, a pesar de la oposición que suscitaron sus decretos. Una vez establecidas sus reformas, Nehemías volvió a Susa o a Ecbatana.

Después de su regreso a Jerusalén, en el curso del cual completó su encuesta genealógica, Nehemías se lamentó de la decadencia en la que había caído Jerusalén, durante su ausencia de dos años. (Algunos sitúan en este intervalo el ministerio de Malaquías1​). No se conoce nada de su historia más allá de este punto; probablemente murió en Jerusalén a edad avanzada. Se desconocen el lugar de su muerte y de su sepultura.

Nehemías fue el último gobernador nombrado por la corte de Persia: la provincia de Yehoud será, en efecto, anexionada a la satrapía de Celesiria, y gobernada por un sumo sacerdote nombrado por los sirios.

Cautiverio de Babilonia
Se conoce con el nombre de Cautiverio de Babilonia o Cautividad en Babilonia al período que comprende desde el año 586 hasta 537 a. C. en el que parte considerable de los hebreos que habitaban el sureño Reino de Judá estuvieron exiliados en Babilonia, comenzando la deportación y el exilio de los judíos inmediatamente después de la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo por Nabucodonosor II y finalizando con el supuesto edicto del rey persa Ciro de 538 a. C. que permitió el regreso de los judíos a sus tierras de origen en el año siguiente

Cautiverios hebreos en Mesopotamia
Gran parte de los hebreos que habitaban tanto en el Reino de Israel como en el Reino de Judá conocieron el exilio seguido de un cautiverio en Mesopotamia.

Cautiverio israelita en Asiria. Los habitantes del norteño Reino de Israel lo conocieron a partir de 722 a. C.,5​ cuando el Reino de Israel hubo caído en manos asirias; fueron deportados a Nínive, perdiéndose luego el rastro de las diez tribus norteñas.

Cautiverio judío en Babilonia. Los habitantes del sureño Reino de Judá lo conocieron a partir de 586 a. C., luego de haber caído en manos neobabilónicas; ellos fueron subsecuentemente deportados a Babilonia.

Según la interpretación providencialista los miembros de las diez tribus del Reino de Israel merecieron peor suerte que aquella conocida por las dos tribus del Reino de Judá. Significativamente, ambas comunidades habían oportunamente sido advertidas por los grandes profetas del periodo, Elías e Isaías, respectivamente.

Exilio y cautiverio en la Biblia
Las principales fuentes acerca de lo sucedido son el Segundo Libro de Crónicas y el Segundo Libro de Reyes, finalizando ambos con el Exilio. Esdras comienza con el Exilio y narra lo sucedido luego de éste, con Nehemías, y los profetas Jeremías y Ezequiel quienes lo experimentan el uno en Jerusalén y el otro en Babilonia, y las Lamentaciones que dan testimonio de la catástrofe acontecida, en tanto que Ageo y Zacarías viven el regreso, del que los Salmos hacen explícitamente referencia. El Exilio es por consiguiente de gran importancia en el texto bíblico.

Acerca del Cautiverio en Babilonia, expresa el texto bíblico: En aquel tiempo los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén; y la ciudad fue sitiada.... Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén: a todos los magistrados, a todos los guerreros valientes (un total de diez mil cautivos), y a todos los herreros y artesanos. No quedó nadie, excepto la gente más pobre del pueblo de la tierra.... El rey de Babilonia proclamó rey en lugar de Joaquín a su tío Matanías, y cambió su nombre por el de Sedequías. 2 Reyes 24:10-17 (Versión Reina Valera)

La deportación sucedió en dos fases, una ya en torno a 597 a. C., que afectó a las clases altas, y otra, más general, en 586 a. C., a raíz de la destrucción de Jerusalén.

Esto sucedió a causa de la cólera de Yahveh contra Jerusalén y Judá, hasta que los arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. 2 Reyes: 24:20 (Versión Biblia de Jerusalén)

La liberación por Ciro significó la vuelta de muchos judíos a Israel, pero la mayoría engrosó la Diáspora o dispersión de las comunidades judías fuera de la Tierra Santa, que ya entonces era numerosa en lugares tales como Egipto.

Cautiverio judío en Babilonia (586 a 537 a. C.)
En 931 a. C., luego de la división de lo que otrora había sido reino unido de Israel, los hebreos se encontraron en una posición política débil, prisioneros del juego político de las potencias extranjeras de la Antigüedad, en especial del creciente poderío de los asirios. En 721 a. C., el reino del norte fue aniquilado por las fuerzas asirias.

El reino de Judá obtuvo una considerable prórroga, gracias a la guerra que se libró entre Asiria y Babilonia. Mas en 587 a.C., Nabucodonosor II conquistó Jerusalén, destruyó su Templo y puso fin a la independencia de los hebreos.

A pesar de que se suele considerar al Cautiverio de Babilonia como un destierro total del pueblo hebreo, el traslado de población sólo afectó a las clases altas hebreas. Los conquistadores de Israel tenían interés en impedir que resurgiera allí un poder político fuerte, y para eso, "importaron" por la fuerza a la clase dirigente capaz de liderar una posible revuelta. El bajo pueblo, por su parte, no fue mayormente afectado por estos traslados forzosos.

La pérdida de su independencia nacional fue un enorme trauma para los hebreos, quienes como defensa psicológica dieron el paso del antiguo Yahvismo nacionalista a la religión moderna del judaísmo. Asimismo incubaron las primeras esperanzas mesiánicas, y creyeron que Yahveh los estaba poniendo a prueba para oportunamente producir un milagroso cambio en las circunstancias, que traería consigo el final de los tiempos y el restablecimiento de la independencia judía.10​

A pesar de todos ello, el grupo de hebreos exiliados prosperó. La suerte de los hebreos en Babilonia es narrada por textos bíblicos tales como los libros de Daniel y Ester. Ambos sugieren que los hebreos alcanzaron altas posiciones entre los mesopotámicos. También habrían tomado contacto con las prácticas idolátricas de los babilonios que son descritas con detalle en el libro de Baruc (secretario o escriba del profeta Jeremías). Se trata de una carta (capítulo 6) que Jeremías dictó a Baruc para comunicársela a los judíos antes de ser deportados con el fin de prevenirles de dichas prácticas que Yahvé consideraba contrarias al monoteísmo y por tanto pecaminosas. Consistían en figuras de oro, de plata y de madera hechas por artesanos y orfebres a grandes precios, llevadas a hombros, con lámparas, con coronas en la cabeza, con lujosos vestidos de púrpura, revestidas de oro, tomadas por dioses y seguidas por delante y detrás por multitudes que los adoraban, esperando que les dieran prosperidad y protección.

El año 538 a. C., el rey persa Ciro el Grande conquistó Babilonia y destruyó su imperio, autorizando en 537 a. C. a los hebreos a regresar a la tierra de Israel. Le dio a Jerusalén un estatuto semiautónomo, posiblemente para tener un "estado tapón" que le sirviera de parapeto contra el por entonces creciente poder de Egipto.

Pero, si bien Ciro el Grande autorizó a los judíos a regresar a su tierra nativa, una importante comunidad judía permaneció en Babilonia desde entonces. En Jerusalén, el Templo fue reconstruido por Zorobabel. Los israelitas consiguieron mantener un estatuto semi-independiente hasta el fin del Imperio Persa, en 332 a .C.

Copero
Copero era un oficial o encargado de alto rango en las cortes reales, cuya tarea era servir las bebidas en la mesa. A causa del temor constante a las conspiraciones e intrigas, esta persona debía ser considerada totalmente digna de confianza para poder mantener su posición. Debía proteger la copa del rey ante el riesgo de envenenamientos, por lo que se requería, a veces, probar un poco de vino antes de servirlo.

Sus relaciones de confianza con el rey, a menudo les granjeaba una posición de gran influencia y era muy valorada, por lo que fueron pocos los elegidos a lo largo de la historia. Los requisitos para obtener el trabajo no se llevaban a cabo a la ligera, valorándose y apreciando además de su porte, su modestia, laboriosidad y coraje. Se encuentran coperos en la mitología y la religión, donde los dioses a veces tenían alguno.

Coperos en la Biblia
En la Biblia son mencionados varias veces. Este oficio es mencionado por primera vez en el Génesis 40:1, donde la palabra hebrea es traducida, a veces, no sólo como "copero", sino también como "escanciador" o "mayordomo". La frase: El faraón se enojó contra sus dos eunucos, el "jefe de los coperos" y... (Génesis 40:2) concuerda con el hecho de que podían existir varios coperos bajo el mando de un jefe. Nehemías (cf. Nehemías 1:11) fue el pequeño niño judío, cautivo y exiliado en Persia hasta que los medos y los persas derrotaron a los sucesores del rey Nabucodonosor II y tomaron el control de su imperio, incluyendo todos los cautivos de guerra. Nehemías llegó a la posición de más alto rango de palacio, el de copero del rey Artajerjes I, el nuevo rey de Persia. Su posición puso su vida en riesgo todos los días pero le dio autoridad y un salario importante. Artajerjes le tuvo en gran estima, como se muestra en (Nehemías 2:2 y siguientes). Su capacidad financiera (Nehemías 5:8,10,14,17) indicaría que esta ocupación era muy lucrativa.

Se mencionan además en el Libro Primero de los Reyes 10:5 y en el Libro Segundo de las Crónicas 9:4 donde, entre otras evidencias del esplendor real, se indica haber impresionado a la reina de Saba con la gloria de Salomón.

Pero en otros casos (Libro de Isaías 36:2): Y el rey de Asiria envió al "Rabshakeh" de Laquis a Jerusalén... donde el título de "Rabshakeh", que una vez se pensó que significaba "jefe de los coperos", se da ahora una traducción diferente como "jefe de oficiales" o "príncipes" (BDB debajo de la palabra). Behemot, citado en el Libro de Job, bestia o demonio de los instintos, los placeres de la mesa y el vientre, es el Gran Copero de los infiernos.

Coperos en la antigüedad
Hacia 721 a. C., en la corte de los reyes asirios, el jefe de los coperos o Gran Copero (rab shaqé) era el encargado de presentar la copa real en las ceremonias oficiales.

Los reyes macedonios, incluido Alejandro Magno, estaban rodeados de coperos. Esta función estaba reservada a los hijos de la nobleza. El copero macedonio más famoso fue Yolas, hijo de Antípatro, al que un rumor acusaba del envenenamiento de Alejandro.

Zorobabel
Zorobabel (en hebreo, זְרֻבָּבֶל‎, Zərubbāvel; griego: ζοροβαβελ, Zŏrobabel) personaje bíblico, nieto de Joaquín y líder de los judíos exiliados que retornaron de Babilonia. Según el Nuevo Testamento es uno de los antepasados de Jesús. En el reinado de Ciro, condujo el primer grupo de judíos (42.360 personas según la Biblia) que regresaron a Judá después del cautiverio babilónico, fue, también, quien puso los cimientos del Segundo templo en Jerusalén. Según el historiador musulmán Ya'qubi, Zorobabel recuperó la Torá y los libros de los Profetas, hecho que el judaísmo atribuye a Esdras.1​

Etimología del nombre
Zorobabel en hebreo, puede ser una contracción de Zərua‘ Bāvel (en hebreo, זְרוּעַ בָּבֶל‎), que significa "semilla de Babilonia", refiriéndose a un niño concebido y nacido en Babilonia, o bien de Zərûy Bāvel (en hebreo, זְרוּי בָּבֶל‎), que significaría, "el expulsado de Babilonia".

Zorobabel en la Biblia hebrea
Hijo de Salathiel
La Biblia Hebrea lista a Salathiel como el segundo hijo del Rey Jechônías (Primer libro de Crónicas 3:17). El Neo-rey babilónico Nabucodonosor II exilia a Jechônías de Babilonia y mata al último rey de Judá, tío de Jechônías, el Rey Sedecías. Potencialmente, Salathiel se convertiría en el heredero legítimo al trono, si la monarquía de David hubiese sido restablecida.

La Biblia hebrea tiene textos contrarios en cuanto a si Zorobabel es hijo de Salathiel o de Pedaía. Varios textos explícitamente llaman "Zorobabel al hijo de Salathiel " (Esdras 3:2, Nehemías 12:1, Hageo 1:1,12,14). Sorprendentemente, un texto hace Zerubbabel un sobrino de Salathiel (Primer libro de Crónicas 3:17-19): El rey Jeconiah es el padre de Salathiel y Pedaía, entonces Pedaía es el padre de Zorobabel.

Varias especulaciones se crearon para mostrar cómo ambas genealogías podrían ser verdaderas. Una sugiere que Salathiel muriera sin niños y por lo tanto Pedaiah, su hermano, se casó con su viuda, según la ley judía -levirato- en cuanto a la herencia (Deuteronomio 25:5-6). Si es así, Zerubbabel sería el hijo legal de Salathiel, pero el hijo biológico de Pedaiah.

La otra especulación afirma que el título de "hijo de Salathiel" no hace referencia a un hijo biológico, sino de ser un miembro del "hogar" de Salathiel (en hebreo, בית‎, bet). El término hebreo: "padre" (en hebreo, אב‎, av), puede referirse a un padre de familia, similar al término latino paterfamilias. En este sentido, un hombre que es el "padre" de un hogar, hace referencia a que sea el "padre" de sus propios hermanos biológicos, sobrinos y sobrinas, o cualquier otra persona que cohabitate en su "hogar". Zorobabel (y posiblemente su padre Pedaiah) podría ser llamado "hijos de éste" si vivían en el hogar de Salathiel.

Tal vez ambas especulaciones podrían ser ciertas. Zorobabel podría ser el hijo legal de Salathiel y, por tanto, también un miembro de su hogar. En particular, si Salathiel no tenía hijos biológicos, Zerubabbel como hijo jurídico de Salathiel sería el heredero de la familia y por tanto nuevo "padre" con más autoridad que los demás miembros de la familia.

Sin embargo, otra simplemente especulación sugiere que el texto que identifica a Zorobabel como un hijo de Pedaiah podría ser un error escribal. Ocurre en una parte del texto donde el hebreo parece no congruente y, posiblemente, ilegible (Primer libro de Crónicas 3:16-21).2​ La mención esperada de Salathiel de ser un "padre" parece accidentalmente omitido, y, por tanto, sus hijos se confunden con los de Pedaiah. Puede haber otros problemas con estos versos también.

En cualquier caso, los textos donde Zorobabel se llama "hijo de Salathiel" tienen un contexto que es abiertamente político y parece que Zorobabel hace hincapié en el potencial de la demanda real al trono de la dinastía davídico, por ser el sucesor de Salathiel. Zorobabel se entiende como el sucesor legal de Salathiel, con el título de Zorobabel paralelo al el título de sumo sacerdote Jeshua, "hijo de Jozadak", que hace hincapié en Jeshua de la reclamación correspondiente a la dinastía de sumosacerdotes, descendiente de Aarón. Por lo tanto, con un descendiente de David y el otro de Aarón, estos dos funcionarios tienen la autoridad divina para reconstruir el Templo.

En la Biblia Kadosh (traducción del original al español) En 1 Crónicas 3:19 deja claro que Zorobabel (Zerubavel) era hijo de Salathiel (Hb. Shealtiel).

Zorobabel y Sheshbazar
En la Enciclopedia Judía se considera si la posible identificación de Zorobabel con Sheshbazzar, quien podría ser "el príncipe de Judá" y líder del primer gran grupo de exiliados hebreos que regresan a Jerusalén.

Zorobabel en otros textos
-Receptor de un apocalipsis según el Séfer Zorobabel (Apocalipsis de Zorobabel, siglo VII). Apocalipsis de Zorobabel.
-Desempeña un papel importante en el último trabajo de Sholem Asch titulado El Profeta.3​ Allí se lo presenta como el "Príncipe de Judá" en Tierra Santa. Es uno de los constantes seguidores y mejores amigos del profeta Isaías y desciende de la dinastía davídica.

Zorobabel en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, Zorobabel es mencionado en el Evangelio de Mateo, en la genealogía de Jesús, es allí que se dice es el hijo de Salathiel (del griego Salathiel). Zorobabel se volvió a mencionar en la genealogía de Jesús de Nazaret registradas en el Evangelio de Lucas, verso 3:27, dice que él es el hijo de Salathiel.

I Libro de Crónicas 
I Crónicas (hebreo, דִּבְרֵי הַיָּמִים א, "Divrei Hayamim Álef", «Los anales de los días»), también llamado 1 Crónicas, Primer Libro de las Crónicas y Primer Libro de los Paralipómenos (Παραλειπομένων, Paralipomenōn, «Sobre lo omitido») es un libro bíblico del Antiguo Testamento. En la Biblia cristiana se halla ubicado entre II Reyes y II Crónicas, mientras que en el Tanaj hebreo se encuentra en el penúltimo lugar.

El propósito de I Crónicas es dar una lectura del pasado a la vista del presente y así unificar el pueblo de Dios, rastrear las raíces del rey David y de las doce tribus, y enseñar que la verdadera adoración debe ser el centro de la vida nacional e individual.

Acerca del nombre
La Septuaginta la Vulgata latina dan a ambos libros de las Crónicas el nombre de Paralipómenos, que significa «Lo omitido» o «Adicional»,1​ pues incorpora libremente referencias a textos complementarios; además, tiene una nueva visión de los hechos narrados en Reyes y Samuel, enfatizando en el rey David como modelo de rey unificador del pueblo de Israel.

División del libro original
Al igual que en el caso de Samuel, Reyes y Esdras-Nehemías, lo que en su origen fue un solo libro ha sido dividido más tarde y artificialmente en dos obras. La razón de estas divisiones era, seguramente, convertir el enorme texto del libro original en dos rollos de menores dimensiones y por lo tanto más fáciles de manejar. Por eso, este libro y II Crónicas deben considerarse partes de uno solo.

Asimismo, debe señalarse que I y II Crónicas forman una clara unidad temática y estilística con Esdras y Nehemías.

Autor y época
El autor de I Crónicas es completamente desconocido, aunque la tradición judía lo atribuye al escriba Esdras, posiblemente en razón de las similitudes de vocabulario y estilo con el libro de su nombre.

Su pensamiento demuestra que ha estudiado la doctrina y reflexionado largamente sobre ella de la mano de excelentes maestros judíos.

Escribió su libro a finales del siglo IV o en la primera mitad del III a.C.

Contenido
A. Las genealogías (1:1 - 9:442​).
B. La muerte del rey Saúl (10:1-143​).
C. El reino de David (11:1 - 22:14​).
D. El templo y los levitas (22:2 - 27:345​).
E. Los últimos años de la vida del rey David (28:1 - 29:306​).
Los Libros de las Crónicas hacen una relación histórica de los eventos más importantes del pueblo judío desde los orígenes hasta el decreto de Ciro el Grande que pone en libertad a los hebreos luego del Cautiverio en Babilonia.

I Crónicas en particular narra el período comprendido desde los orígenes hasta la muerte de David. Cuenta la historia desde Adán hasta Saúl en su primera mitad (cap. 1-97​) y luego la de David (cap. 10-298​).

Diferencias con los Libros de los Reyes
Las Crónicas se diferencian de los Reyes en el sentido de que el Cronista ha preferido contar la historia de su pueblo pero poniendo en primer plano los asuntos de la religión. No logra esto mediante la confrontación documental sino más bien comparando cada episodio con los otros libros.

La verdadera intención del autor de I Crónicas parece ser justificar teológicamente las soluciones que los maestros postexílicos dieran a graves problemas religiosos y políticos; la manera de hacer esto es presentar al rey David como modelo perfecto de personalidad judía, refiriendo todo lo que David fue, hizo y dijo a los orígenes mosaicos de la Ley.

Las Crónicas están, por lo tanto, relacionadas con la enseñanza o midrásh, cuya técnica educativa fue siempre analizar el remoto pasado para explicar las realidades del presente.

Utilización de las fuentes
I Crónicas es un libro sumamente dependiente de sus fuentes, especialmente los Reyes. A veces las cita textualmente, pero otras se toma grandes libertades a fin de relatar los hechos de frente a sus objetivos pedagógicos.

Independientemente de ello, la prosa del Cronista es muy rico: abrevia largos párrafos antiguos, moderniza la gramática y el estilo, omite repeticiones, desplaza y ubica correctamente ciertos acontecimientos y agrega su propia verba florida en numerosos puntos del texto.

Sin embargo, supedita todo su trabajo al abrazo de la doctrina, la cual, evidentemente, conoce a la perfección.

Sin embargo, llevado por su fe entusiasta, le gusta ampliar las cifras, y deforma a veces la realidad para dar mayor fuerza a sus tesis.

Sentido religioso
Si se tiene en cuenta el hecho de que en el momento en que se escriben las Crónicas la mayoría de los judíos viven en la Diáspora, entonces queda muy claro que la intención del Cronista es exaltar la unidad del judaísmo.

I Crónicas nos conduce por las genealogías, intentando demostrar que el davidismo se extiende hasta los tiempos contemporáneos (cap. 39​). La genealogía de Saúl se corta en el Exilio y la de los sacerdotes principales se interrumpe también y no continuará sino en Nehemías 12:10.

II Libro de Crónicas
II Crónicas (hebreo, דִּבְרֵי הַיָּמִים ב, Divrei Hayamim Bet, «Los anales de los días B»), también llamado 2 Crónicas, Segundo Libro de las Crónicas y Segundo Libro de los Paralipómenos (Β' Παραλειπομένων, Paralipomenōn, «Sobre lo omitido») es un libro bíblico del Antiguo Testamento. En la Biblia católica se halla ubicado entre I Crónicas y Esdras, en tanto es el último libro del Tanaj hebreo.

Acerca del nombre
La Septuaginta y la Vulgata latina dan a ambos libros de las Crónicas el nombre de Paralipómenos, que significa "Lo omitido", pues incorpora libremente referencias a textos complementarios; además, tiene una nueva visión de los hechos narrados en Reyes y Samuel, enfatizando en el Rey David como modelo de Rey Unificador del pueblo de Israel.

División del libro original
Al igual que en el caso de Samuel, Reyes y Esdras-Nehemías, lo que en su origen fue un solo libro ha sido dividido más tarde y artificialmente en dos obras. La razón de estas divisiones era, seguramente, convertir el enorme texto del libro original en dos rollos de menores dimensiones y por lo tanto más fáciles de manejar. Por eso, este libro y I Crónicas deben considerarse partes de uno solo.

Asimismo, debe señalarse que I y II Crónicas forman una clara unidad temática y estilística con Esdras y Nehemías

Autor y época
El autor de II Crónicas es completamente desconocido, aunque la tradición judía lo atribuye al escriba Esdras, posiblemente en razón de las similitudes de vocabulario y estilo con el libro de su nombre.

Su pensamiento demuestra que ha estudiado la doctrina y reflexionado largamente sobre ella de la mano de excelentes maestros judíos. Escribió su libro a fines del siglo IV o en la primera mitad del III a.C.

Contenido
Los Libros de las Crónicas hacen una relación histórica de los eventos más importantes del pueblo judío desde los orígenes hasta el decreto de Ciro el Grande que pone en libertad a los hebreos luego del Cautiverio en Babilonia.

II Crónicas en particular narra el período comprendido entre la muerte de David y la liberación final. Cuenta la historia de cada rey de manera muy esquemática y no exhaustiva, indicando en general: nombre del padre, nombre de la madre, duración del reinado, sucesor, lugar de la sepultura, principales acontecimientos y sincronía de cada uno de los reyes de Judá.

Diferencias con los Libros de los Reyes
Las Crónicas se diferencian de los Reyes en el sentido de que el Cronista ha preferido contar la historia de su pueblo pero poniendo en primer plano los asuntos de la religión. No logra esto mediante la confrontación documental sino más bien comparando cada

La verdadera intención del autor de II Crónicas parece ser justificar teológicamente las soluciones que los maestros postexílicos dieran a graves problemas religiosos y políticos; la manera de hacer esto es presentar al rey David como modelo perfecto de personalidad judía, refiriendo todo lo que David fue, hizo y dijo a los orígenes mosaicos de la Ley.

Las Crónicas están, por lo tanto, relacionadas con la enseñanza o midrash, cuya técnica educativa fue siempre analizar el remoto pasado para explicar las realidades del presente.

Utilización de las fuentes
II Crónicas es un libro sumamente dependiente de sus fuentes, especialmente los Reyes. A veces las cita textualmente, pero otras se toma grandes libertades a fin de relatar los hechos de frente a sus objetivos pedagógicos.

Independientemente de ello, la prosa del Cronista es muy rico: abrevia largos párrafos antiguos, moderniza la gramática y el estilo, omite repeticiones, desplaza y ubica correctamente ciertos acontecimientos y agrega su propia verba florida en numerosos puntos del texto. Sin embargo, supedita todo su trabajo al abrazo de la doctrina, la cual, evidentemente, conoce a la perfección.

Sentido religioso
Si se tiene en cuenta el hecho de que en el momento en que se escriben las Crónicas la mayoría de los judíos viven en la Diáspora, entonces queda muy claro que la intención del Cronista es exaltar la unidad del judaísmo.

Presenta la comunidad davídica como continuadora y heredera de la sociedad mosaica y no vacila en hablar de una alianza entre Dios y David (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «2 Crónicas 13, 5». Biblia; traducción Reina-Valera, en los mismos términos en que el Éxodo (Biblia) habla de la alianza entre Dios e Israel (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Éxodo». Biblia; traducción Reina-Valera.

Continua en La Biblia XVI: Los Evangelios I
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lunes, 9 de enero de 2017

La Biblia XIV: Los Cinco Rollos II

Óleo que representa al rey Salomón ya anciano y meditabundo, por Isaak Asknaziy

Libro del Eclesiastés
El Libro del Eclesiastés (griego ἐκκλησιαστής, Ekklesiastés, hebreo קֹהֶלֶת, Qohéleth, "eclesiasta", "asambleísta" o "congregacionista"), a veces conocido como el "Libro del Predicador", es un libro del Antiguo Testamento de la Biblia, y también del Tanaj, perteneciente al grupo de los denominados Libros Sapienciales, o de enseñanzas. En el Tanaj judío se ubica entre los Ketuvim (o los "escritos"). En el ordenamiento de la Biblia, el Eclesiastés sigue a los Proverbios y precede al Cantar de los Cantares, mientras que en el Tanaj se encuentra entre estos dos mismos libros, pero en orden inverso: le antecede el Cantar de los Cantares, y le sucede el de Proverbios.

No debe confundirse con el Libro del Eclesiástico, el cual es otro libro sapiencial del Antiguo Testamento, de nombre similar.

Datos generales
Nombre del libro
El autor se llama a sí mismo Qohéleth (קֹהֶלֶת) que significa literalmente "el hombre de la asamblea" o "el representante de la asamblea", el vocero, un tribuno de la asamblea del pueblo, que cansado de las ideas dominantes, se decide a tomar la palabra.

En el Tanaj קֹהֶ֣לֶת (Qohéleth) es el nombre que se da al libro. La Septuaginta griega lo traduce como ἐκκλησιαστής (Ekklesiastés), que significa “miembro de la congregación" o de la asamblea (ecclesía), y de ese título se deriva el título español Eclesiastés. Qohéleth ha sido traducido a partir de Lutero como "el predicador" (Der Prediger) o mejor aún "el orador -(persona que expone un tema ante una audiencia)". Sin embargo, una traducción más aproximada de Qohéleth es "el congregador", lo que también aplica mejor a Salomón e indicaría con qué propósito escribió el autor el libro.

Autor y datación
Eclesiastés es un libro postexílico, cuyo autor se llama a sí mismo "hijo de David" y "rey en Jerusalén" (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 1, 1». Biblia; traducción Reina-Valera, atribuido tradicionalmente, al igual que el Libro de Proverbios, al rey Salomón.

Actualmente su autoría se considera un misterio. Varios círculos de eruditos niegan la autoría salomónica. Comentan que se atribuía a Salomón cualquier obra de tema filosófico eminente de la que se desconocía el autor y que el estilo literario y el uso de la lengua lo ubica en tiempo de los persas de Ciro. Otro argumento es que el autor dice explícitamente en Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 1, 12». Biblia; traducción Reina-Valera. que en el momento de escribir el libro ya no era rey " fui rey en Jerusalén". Sin embargo, quienes defienden la autoría salomónica sostienen que esta última idea presenta oposición histórica pues Salomón fue el hijo de David que llegó al trono, y que su comentario "fui" puede ser una figura retórica o poética.

Actualmente la mayoría de los eruditos comentan que conocer la fecha y autoría del libro con certeza es imposible por falta de evidencias históricas. El círculo de comentaristas a favor de la autoría salomónica lo sitúan en su vejez, cuando su filosofía había sido enriquecida por filosofías foráneas. (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 10, 23-24». Biblia; traducción Reina-Valera.

El primero en dudar de la autoría salomónica del Eclesiastés fue Hugo Grocio, en 1644, quien encontró que en el texto hebreo hay muchas palabras que solamente se encuentran en Daniel y Esdrás. En 1875, en su comentario al Cantar de los Cantares y Eclesiastés, Franz Delitzsch probó que el hebreo de este último no corresponde a la época de Salomón y es posterior al exilio.

El autor parece un hombre incuestionablemente ilustrado. Qohélet conoce lo que pasa fuera de las fronteras de Israel, ha viajado y ha estado en profundo y prolongado contacto con el helenismo. Aunque esto es claro, mucho más difícil resulta establecer con cuál de las tres grandes corrientes de pensamiento helénico comulga o simpatiza: no se sabe si fue cínico, epicúreo o estoico.

Tanto Siegfried como Podechard sostuvieron que el libro estaría compuesto por una base original a la que se han ido añadiendo diversas partes. Ya el epílogo, por el modo en que menciona al autor, sería de redacción posterior. Otros refranes que echan mano de cierta métrica muestran quizás la intervención de otro autor. Sin embargo, los indicios no son suficientes todavía como para afirmar con certeza la diversidad de autores.

La lengua del escrito es ya fuertemente arameizante, con términos que provienen del lenguaje común de la calle o el mercado y con algunos préstamos del persa (como pardes: jardín, huerto, parque; medina: provincia, distrito, barrio), en tanto que las reflexiones corresponden más bien a un fondo helénico.

Canonicidad
Estaba en el canon judío para el siglo I d. C. y aunque se elevaron dudas en ese ámbito, el Concilio de Jamnia los disipó. Se han encontrado fragmentos del Qohélet en las cuevas de Qumram. En el ambiente cristiano, solo Teodoro de Mopsuestia opuso o minimizó la canonicidad del libro.

Contenidos
La estructura del Eclesiastés se presenta como difusa, o formada por una serie de 35 apartados sin conexión. Pero la Biblia de Jerusalén propone, a juicio de David Gonzalo Maeso:

I Parte (1-6):
Título y prólogo sobre el hastío.

Cuatro decepciones:
La gran vida, realización de Salomón.
La condición mortal.
El individuo en la sociedad.
Sátira del dinero y la riqueza.

II Parte (7-12):
Prólogo sobre la risa.
Otras cuatro decepciones:
Sanción en esta vida.
Insatisfacción del amor.
Caprichos de la fortuna.
La senectud.

El Eclesiastés se pregunta cómo afrontar la vida, ya que nada en ella es seguro excepto la muerte. Tiene un tono marcadamente existencial. Reflexiona sobre la fugacidad de los placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bienes de los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida.

La incertidumbre de la existencia es el centro de las reflexiones de Kohélet. Nos invita a disfrutar de la vida, pues nunca podemos estar ciertos de qué nos deparará y también las alegrías de este mundo son un don de Dios. Recomienda aceptar con serenidad las desgracias y la adversidad, pues también ellas serán tan pasajeras como lo es todo en la vida del hombre. La injusticia que con frecuencia domina lo humano, el valor de la sabiduría a pesar de sus inevitables límites, lo inútil de todo afán del ser humano que necesariamente concluye con la muerte, son algunos de los temas intemporales sobre los que reflexiona. Resuena la voz de Kohélet en Ecle. 12, 8 según la versión Reina Valera: "Vanidad de vanidades", dijo el Predicador, "todo es vanidad"

La traducción del inglés en la NVI del mismo versículo: "Meaningless! Meaningless!" says the Teacher. "Everything is meaningless" "Sin sentido! Sin sentido!" dice el Maestro. "Nada tiene sentido"

El Eclesiastés formula varios tópicos literarios universales del desengaño: Edad de oro o "Cualquiera tiempo pasado fue mejor", Vanitas vanitatum, Ubi sunt?, Nihil novum sub sole... pero la conclusión principal tiene que ver con el conocido carpe diem: disfruta del día, disfruta del momento, aprovecha lo que la vida te ofrece para equilibrar el dolor. Quizás el mejor extracto de esta propuesta existencialista se encuentre en Eclesiastes 9: Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el she'ol a donde te encaminas» Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 9, 7-10». Biblia; traducción Reina-Valera.

El profesor Antonio Bonora muestra con claridad que en el Eclesiastés enseña que la vida humana está abocada sin remedio a la muerte y a finitud, y, ya que el conocimiento añade dolor, el pensamiento de la muerte enseña a vivir sin temor la propia condición de criatura, esto es, de ser finito y limitado; la auténtica culpa existencial consiste en la no aceptación de la finitud del ser, en la desesperación que surge por no poder llegar a ser como Dios, en amargarse la existencia en la infinitud del miedo de morir. Cuando el hombre se reconoce y se acepta, frente a Dios, como criatura finita y mortal, conquista la libertad de disfrutar de la vida y de sus dones sensacionales.

Se señala a menudo la conexión del Eclesiastés con el Libro de Job. La pregunta ética por la justicia, o la pregunta por el sentido del sufrimiento, que Job plantea, tiene un contexto de creencias semejante. Así, al final del Libro de Job, éste, al depositar su confianza en Dios, alcanza una vida larga y próspera y mucha descendencia, la máxima expectativa de un ser humano.

Críticas desde el cristianismo
El Eclesiastés ha sufrido variadas críticas, que dependen exclusivamente de citar fuera de contexto y en forma aislada algunas de sus afirmaciones. Así, se lo ha acusado de pesimista, escéptico y epicúreo.

Estos así llamados "errores" desaparecen cuando se contempla a Kohélet en el marco de la sociedad, la religión y la filosofía de su época, ya que el libro se adapta muy bien a la doctrina hebrea de aquel tiempo y a los principios éticos y morales del judaísmo sin contradecirlos en nada.

No es infrecuente que desde posturas cristianas se eche en falta en el Eclesiastés un sentido de la trascendencia de la vida más allá de la muerte. Lo cierto es que el dogma cristiano de la inmortalidad del alma no forma parte de las creencias del judaísmo originario, aunque si hace referencia de la trascendencia espiritual en el Capítulo 12:7 El Eclesiatés es un clásico libro sapiencial cuya intención parece marcado en enseñar a vivir y acompañar al hombre en los vaivenes de su vida. Cobra pleno sentido que disfrutemos cuanto podamos de ésta y no nos desesperemos cuando la fortuna nos sea contraria. Todo pasará. Hemos de mantener nuestra confianza en Dios, no porque nos premie con la eternidad, sino porque Él es la única garantía de justicia y sentido que en vano buscaremos en el mundo humano.

Libro de las citas
Es el libro más citado de la Biblia, incluso en la vida diaria, aunque el que utiliza sus dichos no sepa de dónde provienen:

-"Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (1:2),
-"Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol" (1:9),
-"Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz" (3:1-8);
-"Las generaciones de hombres vienen y van, pero la tierra permanece" (1:4),
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después" (1:10-11).
-"Todos van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo y al polvo volverán" (3:20),
-"Hay gente honrada que es tratada como si cometiera cosas malas, y hay gente malvada que es tratada como si hiciera cosas buenas" (8:14);
-"Las palabras del sabio son como aguijones" (12:11),
-"Escribir libros es una tarea sin fin" (12:12)
-"Todos los ríos terminan en el mar, y el mar no se llena" (1, 7)
-"Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará al otro; pero ¡ay del hombre solo! Cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto" (4: 9-12)
-En la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta su conocimiento, aumenta su dolor (1:18)

El Libro de Ester 
El Libro de Ester (hebreo מְגִילַת אֶסְתֵּר, Meguilat Ester—"Rollo de Ester") es un antiguo libro hebreo y forma parte de los Ketuvim (Escritos), la tercera sección del Tanaj o Biblia hebrea. El texto original hebreo es universalmente considerado canónico. Para el judaísmo, el mismo constituye un libro externo e independiente de la Torá (Pentateuco). Para el cristianismo, el mismo forma parte de los libros del Antiguo Testamento. A su vez, las adiciones posteriores en griego fueron aceptadas como deuterocanónicas por la Iglesia Católica, en tanto que Iglesias Protestantes, Anglicanas y Restauracionistas las excluyen de la Biblia, basándose en la usanza judía y también en el Concilio de Jamnia.

Canonicidad
Meguilat Ester o Rollo de Ester. Arte asquenazí. Manuscrito hebreo miniado con el Libro de Ester; Alemania, c. 1700. Texto leído durante Purim.

El Libro de Ester se conserva hasta hoy en dos formas sustancialmente distintas: un texto en hebreo (la forma más breve, considerado por la mayoría de los investigadores como original), y un texto en griego koiné (también en dos formas bastante divergentes: la de la Septuaginta o Biblia de los Setenta, y la de Luciano de Antioquía, traducciones libres del hebreo que añaden a éste seis largas secciones consideradas deuterocanónicas). La versión hebrea del Libro de Ester era aún discutida por los rabinos en el siglo I d.C., pero finalmente tuvo gran aceptación entre los judíos y, más tarde, tampoco fue objetada por los protestantes.

Las adiciones griegas a la versión hebrea del Libro de Ester fueron puestas en tela de juicio por Jerónimo de Estridón quien, al traducir este libro, recogió las secciones en griego al final de su obra: la Vulgata. Pero fueron finalmente admitidas como canónicas por el Concilio de Trento, junto con otros libros en idéntica situación (como los libros de Tobías y Judit), en respuesta a la Reforma Protestante.

En resumen, el libro es considerado universalmente canónico en su original hebreo, única versión aceptada por los judíos y los protestantes. Las adiciones posteriores en griego fueron aceptadas como deuterocanónicas por los cristianos católicos y ortodoxos, pero se consideran apócrifas por los protestantes, anglicanos y restauracionistas.

Tradicionalmente, los rollos que contienen el Libro de Ester presentan un solo rodillo o cilindro del lado izquierdo, a diferencia de la mayoría de los rollos de la Biblia, tales como las copias manuscritas del Pentateuco (Torá) que tienen dos cilindros, uno de cada lado.

Estilo y organización
El Libro de Ester muestra considerable nacionalismo y emplea un lenguaje directo, poco dado a las metáforas. Al contrario que otros libros bíblicos, Ester no cita fuentes ni se ciñe estrictamente a la doctrina hebrea (incluyendo el concepto de Alianza), ni a Dios como fuente esencial de la espiritualidad y de la vida religiosa del pueblo judío (a pesar de ver Su actuar de manera implícita). De tal manera que en el libro no aparece el nombre de Dios, caso extraordinario en un libro sagrado para el judaísmo y el cristianismo. Debido a ello, el judaísmo no lo incluye en el cuerpo principal de la Torá, sino que lo preserva como texto físicamente separado de la Ley mosaica. Existen sólo dos libros en la Biblia en donde este hecho se verifica: el Libro de Ester, y el Cantar de los Cantares.

La historia de Ester es un drama, no en el sentido griego (lucha del hombre contra el destino), sino en el hebreo: una historia que muestra la providencia de Dios.

Su autor
Se cree que los sucesos de Ester tuvieron lugar en los días en que el poderoso imperio persa estaba en su apogeo, y que abarcan unos 18 años del reinado de Asuero (Jerjes I). Ese período, que se extiende hasta alrededor del 475 a. C., está indicado por testimonio de fuentes griegas, persas y babilonias.

El Libro de Ester es tradicionalmente atribuido a Mardoqueo, testigo ocular y uno de los principales protagonistas del relato. Ya para los críticos modernos, el Libro de Ester fue escrito por un judío desconocido, en Susa (Persia) o en Israel, durante el período que va de finales del siglo V a finales del siglo II a. C.. Por su parte, la traducción y adiciones en griego posiblemente se hicieron poco antes del año 114 a.C.

Personajes del Libro de Ester
En este libro bíblico se menciona a:

Asuero
Gran Rey de Persia, unánimemente identificado con el histórico Jerjes I. Este rey gobernaba desde la India hasta Etiopía sobre 127 provincias. Asuero proclamó reina a Ester en lugar de la reina Vasti, que se había negado a salir para mostrarle su hermosura a los pueblos y a los príncipes, pues la Biblia dice que Vasti era hermosa de aspecto.

Mardoqueo
Era hijo de Yaír (Jaír), hijo de Semeí (Simey), hijo de Quis (Cis), de la tribu de Benjamín. La Biblia menciona en Ester 2:7 que había criado a Hadasá, que es Ester, hija de su tío, porque no tenía padre ni madre; y era moza de hermosa forma y de buen parecer; y como su padre y su madre murieron, Mardoqueo la había tomado por hija suya.

Ester
Era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. Habiendo quedado huérfana de sus padres, su primo Mardoqueo la adoptó y crio como si fuera hija suya. Era moza de hermosa forma y de buen parecer. Su nombre hebreo era Hadasá (que significa mirto) pero le fue cambiado a Ester, que es de origen babilónico y significa ‘estrella’. Fue proclamada reina en lugar de la reina Vasti, pues ganaba la gracia de todos los que la veían.

Amán
Era hijo de Hamdathá (Hamedata), del país de Agag. El rey Asuero le elevó al poder, y le dio un puesto por encima de todos sus otros sevidores. Amán comenzó a odiar a Mardoqueo porque éste no se arrodillaba ni se inclinaba ante él, tal y como lo había mandado el rey. Por eso fue que procuró destruir a los judíos, sin saber (y eso sería la causa final de su perdición) que la propia reina Ester era judía. Amán también es descendiente de Agag, rey de Amalec, quien fue asesinado por el profeta Samuel. Desde entonces, los descendientes del rey Agag se comprometieron en aniquilar a todos los judíos.

Vasti
Era la primera esposa del rey Asuero. En el Libro de Ester, ella resultó desterrada por su negativa a comparecer en el banquete del rey. En efecto, mientras el rey mantenía un magnífico banquete para sus príncipes, nobles y siervos, ella dio un banquete separado para las mujeres. En el séptimo día del banquete, cuando el corazón del rey estaba «alegre por el vino», el rey ordenó a sus chambelanes que convocaran a Vasti para presentarse ante él y sus invitados con la corona regia, y así mostrar su belleza. Vasti no quiso ir, lo que provocó el enojo del rey. Pidió entonces consejo a sus asesores para decidir cómo Vasti debía ser castigada por su desobediencia. Memucán, portavoz principal de los siete príncipes de Medo-Persia, le dijo que Vasti no sólo lo había ofendido a él como rey, sino también a todos los maridos de Persia, cuyas esposas podrían resultar alentadas por las acciones de Vasti a desobedecer a sus esposos. Memucán alentó a Asuero para que despidiera a Vasti y encontrara a otra reina, y los príncipes coincidieron con él. Asuero tomó el consejo de Memucán y terminó por elegir como reina a Esther.21​ En el Midrash, Vasti se describe como una mujer mala y vana. Su nombre hebreo es ושתי.

Enseñanza religiosa
En términos religiosos, el Libro de Ester es más neutral que los demás libros históricos. Sin embargo, así como Judit intentaba probar la intervención de Dios en la victoria judía sobre Asiria, aquí Ester pretende imbuir en los guerreros la confianza en la victoria final del judaísmo gracias a la ayuda de Dios.

Utiliza permanentemente los mecanismos lógicos hebreos: si Dios ama al justo, el justo deberá finalmente triunfar sobre el impío (amonestación de Mardoqueo a Ester: cs. 13-17; comprensión de los personajes de que Dios guía los sucesos: 1:14-16). Además, la acción de Dios siempre opera conforme a su propia Ley.

Género literario: Ester como colofón de los libros históricos
A excepción del rey Asuero, ninguno de los personajes principales que aparecen en el libro (las dos reinas Vasti y Ester, Mardoqueo, y el ministro Amán) aparecen en ninguna fuente histórica conocida. Tampoco está documentado ninguno de los hechos que en él se narran, y sí se sabe por el contrario que el Imperio Persa era muy tolerante con las prácticas religiosas de sus pueblos sometidos (la propia Biblia alaba en varias ocasiones al rey Ciro) y le sería extraño el exterminio de los judíos que Amán pretendía. Sin embargo, tampoco hay pruebas contundentes que refuten su veracidad, ya que el rey Asuero es reconocido en otras fuentes.

Sobre el tema del género líterario, las opiniones de los especialistas abarcan toda la escala, desde el puro mito a la historia estricta. Numerosos críticos (tal el caso de Johannes Schildenberger, Hermann Gunkel, Otto Eissfeldt , André Barucq, etc.) están a favor de una opinión intermedia, es decir, que el libro contiene elementos históricos mezclados con adornos literarios insertados con mayor o menor generosidad. Las adiciones griegas en particular tienen el aspecto de creaciones literarias. Las inexactitudes históricas y otros rasgos característicos del folklore muestran que el autor no tuvo por finalidad escribir historia en sentido estricto, pero tampoco hay razón para desechar la posibilidad de que exista en ese relato un núcleo histórico; la descripción por lo general precisa de la vida persa apoya esa posibilidad.

Ubicación del Libro de Ester la Biblia católica
En la Biblia católica, la ubicación del Libro de Ester varía según las versiones. Por ejemplo, en la Biblia de Jerusalén, y en Torres-Amat se ubica entre el Libro de Judit y I Macabeos, mientras que en la Biblia Latinoamericana se sitúa entre el Libro de las Lamentaciones y el Libro de Tobías.

Asuero
Asuero (hebreo: אחשורוש—Ajashverosh) es el nombre que recibe en el libro bíblico de Ester el rey persa con quien la joven hebrea contrajo matrimonio por consejo de su tutor y (posible) primo Mardoqueo (hebreo: Mordechai). Se le ha identificado con Jerjes I. Poseía 127 provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía según la Santa Biblia de la Torah. Asuero se había separado de su reina anterior, Vasti, quien no quiso comparecer a la orden del rey de mostrar su belleza con la corona real ante los pueblos y príncipes de Persia y Media. Aparentemente, Asuero poseía además varias concubinas; sin embargo, de acuerdo con el libro o rollo que lleva el nombre de su mujer, Ester sí fue la reina principal y —su esposo— el rey Asuero, la amó más que cualquiera de sus otras mujeres (Ester 2: 17-18, 22).

Consortes
Vasti, una mujer insumisa, fue revocada como reina en el tercer año del reinado de Asuero.
Ester, una hermosa doncella judía quien, habiendo sido adoptada por su primo Mardoqueo, se convirtió en reina en el séptimo año del reinado de Asuero.

Ester
Hadassah (en hebreo: הדסה), más conocida como Ester (en hebreo: אסתר), fue una profetisa de la Biblia hebrea y del Antiguo Testamento cristiano. Era una hermosa doncella judía que, siendo huérfana e hija adoptiva de su primo Mardoqueo, se convirtió en la reina de Persia y de Media cuando se casó con el rey Asuero (Jerjes I). Su historia se narra en el Libro de Ester, y se celebra en la fiesta de Purim.

Origen y significado del nombre
Conforme al Libro de Ester, esta joven de origen hebreo se llamaba Hadassah, que significa «mirto».

Cuando entró a formar parte del harén del rey, por recomendación de Mardoqueo decidió usar el nombre de Ester. Este nuevo nombre tal vez se deriva de una forma de llamar al mirto por parte de los medos (ya que el nombre está muy cerca de la raíz de la palabra que indica, en kurdo o en persa; y también el mirto produce una flor en forma de estrella). Otros estudiosos lo hacen derivar del nombre de la diosa Istar.

El significado del nombre Ester deriva del nombre bíblico de origen asirio-babilónico que significa estrella, astro. Un Targum de la tradición hebraica dice que ella era la más bella “estrella de la noche”.

Relato bíblico
Ester era la hija de Abihail, de la tribu de Benjamín, una de las que constituían el Reino de Judá, y cuya élite conoció el exilio en Babilonia (586 a.C.), para obtener, después de varios años, el permiso de volver a su tierra natal a través de un edicto persa (537 a.C.)

La Biblia relata, además del proceso por el que pasa Ester para llegar a ser reina, el valor y la fe que tiene en Yahveh, al querer salvar a su pueblo judío, a pesar de sacrificar su posición como reina, e incluso sacrificar su amor por su propia vida y su esposo.

Características
Ester aparece en la Biblia como una mujer que se caracteriza por su fe, valentía, preocupación por su pueblo, prudencia, autodominio, sumisión, sabiduría y determinación. Ella es leal y obediente a su primo Mardoqueo, y se apresta a cumplir su deber de representar al pueblo judío y alcanzar la salvación. En la tradición judía se la ve como un instrumento de la voluntad de Dios para evitar la destrucción del pueblo judío, para proteger y garantizar la paz durante el exilio.

Mardoqueo
Mardoqueo (en hebreo, מָרְדֳּכַי‎, mɔrdɔ̆ˈxɑj) es un personaje bíblico y uno de los principales protagonistas del Libro de Ester, ligado a la heroína judía que da nombre al libro en cuestión.

Mardoqueo fue un varón judío entroncado en la genealogía de Benjamín y de Saúl (hijo de Jair, hijo de Simí, hijo de Quis).

Mardoqueo es primo de Ester y además es su padre adoptivo, al acogerla y criarla cuando sus padres murieron. Mardoqueo evitó el asesinato del rey Asuero, al anunciarle a la reina Ester que unos de sus hombres procuraban algo contra el rey. Su figura renueva la victoria de Saúl sobre Agag, venciendo a los agagitas de Hamán.

Fue el primo de Ester quien la adoptó después que su padre hubo muerto. Se hizo cargo de ella como si fuese su padre y hasta que los encargados del rey llegaron para buscar a una nueva reina. Entre las muchachas más hermosas de Persia estaba Ester. Desde que llegó al palacio, las doncellas la trataron con cuidados especiales y luego de seis meses, Ester fue presentada ante el rey Asuero.

El libro bíblico de Ester presenta la conspiración de Amán "hijo de Hamedata el agagita" quien quiso matar a Mardoqueo colgándolo en un madero de tormento. Sin embargo, la bella Ester acusa a Amán y el rey Asuero lo manda colgar en ese mismo madero.

Continua en La Biblia XV: Libros Históricos
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