Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 4 de abril de 2022

Figuras Retoricas en la Biblia


Es importante identificar las diversas figuras retoricas que tiene la biblia para asi argumentar correctamente sobre alguna doctrina. 

Propósito de las figuras retóricas
Las figuras retóricas son sumamente útiles. Permiten captar un punto difícil al compararlo con algo más fácil de entender. Usando más de una figura retórica, se pueden explicar diversas facetas de un mismo tema. Y también sirven para destacar ideas importantes o hacerlas más interesantes. En la Biblia aparecen muchas. De hecho, se calcula que Jesús empleó más de cincuenta en tan solo uno de sus discursos: el famoso Sermón del Monte. Ahora bien, ¿por qué deberíamos esforzarnos por reconocerlas y entenderlas? Primero, porque añaden calor y color a la lectura de la Palabra de Dios, lo que incrementa nuestro aprecio por ella. Y segundo, porque nos ayudan a captar mejor el mensaje bíblico. Si, por el contrario, no logramos comprenderlas, podrían desconcertarnos o incluso llevarnos a conclusiones erróneas. En las metáforas y símiles suelen compararse dos cosas. Por un lado está aquello de lo que realmente se habla, el término real; y por otro, aquello con que se lo compara, el término imaginario. Y lo que ambas cosas tienen en común lo llamaremos punto de comparación. Así que la clave para entender estas figuras es saber identificar estos tres elementos. Por lo general, resulta relativamente fácil identificar el término real y el imaginario. Sin embargo, cuando tienen varios rasgos en común, puede ser difícil saber cuál es el punto de comparación. ¿Qué nos será útil en estos casos? Normalmente, fijarse en el contexto, esto es, la información que acompaña a la figura retórica.

La Aféresis
La Aféresis es una palabra griega que significa el acto de quitar algo, y se emplea para suprimir una letra o una sílaba al comienzo de la palabra. Así tenemos que la antigua Tesalónica es ahora Salónica; ha desaparecido la primera sílaba. En la Biblia tenemos el ejemplo del último rey de Judá, Joa­quín (v. 2Re_24:6 y ss.), el cual es llamado Jeconías (hebr. Yekhonyáh) en su genealogía, según aparece en 1Cr_3:16; pero, en Jer 22:24, cuando Dios declara que lo va a arrancar (v. tam­bién Jer 37:1), su nombre es cortado para que corresponda al acto, y es llamado «Conías».

Jeconías significa «Yahweh establezca». Al quitarle la prime­ra sílaba, se le quita precisamente el componente «Yah», abre­viatura de Yahweh, y queda así sin la ayuda de Dios para que­dar establecido.

El piadoso rey Josías, cuyo nombre significa «Yahweh sane», expresó su deseo de que Dios estableciera su reino, po­niendo a su hijo el nombre de Eliaquim (Dios establecerá»), quien fue llamado después Joacim («Yahweh establecerá»), que tiene el mismo significado que el del hijo de éste, y nieto de Jo­sías, Joaquín o Jeconías. Pero las esperanzas de Josías fueron en vano. La familia de Josías es notable por la forma en que los nombres de sus descendientes fueron rotos o cambiados, y el reino mismo acabó en el desastre.

El texto de Jeremías 22:4 dice así: «Vivo yo, dice Yahweh, que si Conías, hijo de Joacim rey de Judá, fuera anillo en mi mano de­recha, aun de allí te arrancaría.» Además de la aféresis en el nombre de Jeconías, convirtiéndolo en Conías, es sorprendente en dicho versículo el súbito cambio de la tercera a la segunda persona del singular. En el v. Jeremías 22:30 del mismo capítulo, leemos: «Así dice Yahweh: Escribid lo que sucederá a este hombre (Conías, v. Jeremías 22:28) privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.» Este versículo, que contiene una grave maldición profética, ne­cesita ciertas aclaraciones.

En primer lugar, la frase «privado de descendencia» no sig­nifica que careciese de hijos, pues tuvo siete (v. 1 Cronicas 3:17-18), sino que ninguno de su descendencia según la carne ocuparía el trono de David. Zorobabel, su nieto (v. 1 Cronicas 3:19), llegó a ser gobernador de Judá, después que su abuelo Conías murió en Babilonia (2 Reyes 25:29-30), pero la monarquía no fue restaurada con él.

En segundo lugar, lo que es aún más importante, la monar­quía de Judá (e Israel), «el trono de David» para gobernar so­bre toda «la casa de Jacob», había de ser restaurada en la per­sona de Jesucristo (v. Lucas 1:32-33), pero Jesús no descendía, «se­gún la carne», de Conías, sino sólo según los derechos legales a través de José, esposo de María (v. Mateo 1:16), el cual no era el padre físico, sino legal, de Jesús, mientras que, por la línea de María, la madre de Jesús, el Señor descendía físicamente de David, pero no a través de Conías, como puede verse en la ge­nealogía de Luc 3:23 y ss., que es, sin duda alguna, la genealogía física de María, «de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mateo 1:16). José, pues, no era hijo de Elí (el griego de Lucas 3:23 dice: «el de Elí»), sino su yerno. De este modo admirable, Dios dis­puso que pasasen a Jesús los derechos legales a la corona de Is­rael, sin incurrir en la maldición pronunciada contra la descen­dencia física de Conías.

Las figuras de dicción llamadas síncope (corte en el medio) y apócope (corte al final) no ocurren en la Biblia, aun cuando el griego modifique algunos nombres (por ejemplo, dice Judas en Vez de Judá, que es el correspondiente hebreo). Por consiguiente, no vamos a tratar de ellas aquí.

La Alegoría
Así como la parábola es un símil continuado, así también la alegoría es una metáfora, o una hipocatástasis, continuada. La alegoría, pues, se divide en dos clases: metáfora continuada, como en el Salmos 23; e hipocatástasis continuada, como en el Salmos 80:8-15.

Isaias 5:1-6. En esta porción tenemos una alegoría que combina las dos formas expresadas. La alegoría comienza por aludir im­plícitamente a Judá y Jerusalén (puesto que a ellas va dirigida la profecía, v. Isaias 1:1), con lo que tenemos una hipocatástasis continuada; y, en los vv. Isaias 5.3-7, procede a sustituirlas, con lo que tenemos una metáfora continuada.

Una alegoría puede, a veces, ser ficticia, sin fundamento en las Escrituras, pero Gálatas 4:22 , Gálatas 4:24 nos muestra que una verdade­ra historia, como la narración de Génesis 21, puede ser alegorizada (siempre que esté garantizada por el Espíritu Santo en la Bi­blia misma), sin detrimento de la verdad histórica. Nótese que la alegoría siempre se refiere a un tiempo pasado; en esto se dis­tingue de la profecía, la cual siempre se refiere al futuro.

Génesis 49. Las bendiciones proféticas de Jacob se mezclan aquí, ya sea con el símil (v. 4), ya sea que la metáfora (v. 9). En algunas partes de esta porción, hallamos repetición de metáforas, con lo que tenemos alegoría. 

Jueces 9:7-15. Esta porción no constituye una  parábola, a pesar del epígrafe en nuestras versiones, sino una hipocatástasis continuada, y, por tanto, una alegoría. No es un símil continuado; por consiguiente, no puede ser parábola. Sino fuese por la interpretación que se nos brinda en lo vv. 16-20, no hallaríamos otra cosa que lo que está implícito en la figura. Resulta interesante descubrir que los cuatro árboles mencionados en dicha alegoría - la higuera, el olivo, la vid y la zarza - son precisamente los cuatro que se usan para combinar toda la historia de Israel. La Higuera representa la posición nacional de Israel, de la que sabemos por los evangelios sinópticos que se marchitó y tuvo que ser cortada. El Olivo representa los privilegios del pacto de Dios con Israel, los cuales siguen vigentes (Romanos 11). La Vid representa las bendiciones espirituales de Israel, que sólo pueden hallarse en Cristo, la Vid verdadera (Juan 15). Y la Zarza representa el Anticristo, en cuya sombra vendrán los judíos a cobijarse, pero que resultará para Israel un fuego consumidor en el día de la "angustia de Jacob" (v. Jeremías 30:7)

Isaias 28:20 es igualmente una alegoría (hipocatástasis continuada), en la que se mencionan la cama y la manta, pero no la gente a la que se refieren. El profeta está hablando del pánico que se apoderará de los habitantes de Judá ante la rápida invasión de Senaquerib, pero preferirán ser dejados en su falsa seguridad. Por medio de esta bella alegoría, se les hace saber que su reposo será interrumpido, y que se sueño será perturbado. Otras alegorías pueden hallarse en Mateo 3:10, 12; 5:13; 7:3-5; 9:15; 9:16-17; Lucas 9:62; Juan 4:35; 15:1; Romanos 11:16-18, 13:11-12: 1 Corintios 3:6-8, 12-15; 5:7-8; 2 Corintios 3:2-3; 5:1; 10:3-5; 11:2; Gálatas 6:8; Efesios 6:11.

Mateo 12:43-45. "Mas cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares áridos, etc." Ha de interpretarse con relación a la nación judía contemporánea del Salvador, como explica la última parte del v. 45. Por aplicación, enseña también que el espíritu inmundo, en este caso, sale por su propia voluntad, sin ser arrojado (comp. con vv. 28-29). Cuando es arrojado, jamás vuelve; pero cuando se va por su propia voluntad, vuelve y halla solamente un "carácter reformado", en lugar de la habitación del Espíritu Santo en una persona que ha nacido de nuevo.  

La Aliteración
Esta figura consiste en la repetición de la misma letra (o sí­laba) al comienzo de dos o más palabras sucesivas. Por ejemplo: Pedro perdió preciosas perlas. Por supuesto, esta figura sólo presenta su belleza en los originales hebreo y griego de las Escrituras, pues es muy difícil reproducirla en la traducción a nuestro idioma. Si alguna vez se da también en castellano, será puramente casual y no comportará énfasis alguno.

El cántico de Débora en Jueces 5 abunda en ejemplos de ali­teración, que añaden al texto gran fuerza y belleza en el original. Resulta imposible reproducir esta figura en nuestras ver­siones de la Biblia, pero podemos ofrecer al lector alguna idea del uso de esta figura.

Veamos primero un esquema de la estructura de Jueces 5, antes de presentar unas breves muestras de aliteración en di­cha porción:

A. 2-. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.

B. a. -2, 3. Israel. Ofrecimiento voluntario del pueblo.
     b. 4-8. Contrastes en la situación del país. 
     a. 9. Israel. Ofrecimiento voluntario de los jefes.
     b. 10, 11. Contrastes en la situación del país.

B. b. 12-18. Contraste de actitudes.
     a. 19-22. El enemigo. Asalto y derrota.
     b. -23-27. Contraste de actitudes.
     a. 28-30. El enemigo. Presunción y decepción. 

 A. 3. Alabanza a Yahweh por la vindicación de Israel.

Breves muestras de aliteración en Jueces 5:

Versículos Jueces 5:3-4 : «... Yo cantaré a Yahweh,
Cantaré salmo a Yahweh, el Dios de Israel. 
Cuando saliste de Seír, oh Yahweh, 
Cuando te marchaste...».

Versículo Jueces 5:12: «Despierta, despierta, Débora;
Despierta, despierta, entona cántico...»

Versículo Jueces 5:23: «Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Yahweh, Maldecid severamente a sus moradores...»

La Anafora
Esta figura consiste en la repetición de una misma palabra al comienzo de frases sucesivas, añadiendo así peso y énfasis a las afirmaciones que en ellas se hacen. Algunos ejemplo:

Deuteronomio 28:3-6. "Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, y el fruto de tu tierra, y el fruto de tus bestias, y la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito serás en tu salir." 

Esta misma figura se repite en los vv. 16-19, pero allí no se repiten bendiciones, sino maldiciones. 

2 Samuel 23:5. Cada una de las cinco líneas de este versículo comienza en hebreo por la conjunción ki = porque, que, ya que, sin embargo. 

Salmos 3:1-2 (BH, 2-3). "Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí..." 

Salmos 94:3-4. "¿Hasta cuándo los impíos, Hasta cuándo, oh Yahweh, se gozarán los impíos?  ¿Hasta cuándo se jactarán, hablando cosas arrogantes...? 

Salmos 115:12-13: ",,, nos bendecirá; Bendecirá a la casa de Israel; Bendecirá a la casa de Aarón, Bendecirá a los que temen a Yahweh..." 

Esta figura está en contraste con la de los vv. 9-11, llamada epístrofe (véase en su lugar), por la que se repiten los finales, no los comienzos de las líneas. Otros ejemplos similares, en Salmos 121:7-8; 122:6-7; 123:2-3; 124:1-2. 3-5; 126:2; 127:1; 128:5-6; 129:1-2. 

La Antitesis
Esta figura (del gr. «antí» = frente a (o: contra), + «thesis» = = posición, consiste en poner un pensamiento, idea o frase fren­te a otro, a fin de que el contraste resulte más llamativo. Los hombres usan, con frecuencia, esta figura sin necesidad alguna, sino sólo para llamar la atención y echárselas de ingeniosos, pero la Palabra de Dios la usa con gran propiedad y belleza, es­pecialmente en el libro de Proverbios. Cuando la antítesis se forma contrastando frases afirmativas con otras negativas, se llama enantiosis (que estudiaremos después).


Isaias 1:21. Aquí se dice de Jerusalén: "... en ella habitaba la equidad; pero ahora, los homicidas". 

Lucas 2:14. "¡Gloria a Dios en lo más alto; y sobre la tierra, paz!." V. también en elipsis. 

Romanos 5:18, 19. Las antítesis de estos versículos no necesitan ninguna aclaración. V. también en paronomasia y paregmenon. 

Romanos 6:8. "Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él."

La Antonomasia
Del griego antonomázein = nombrar en lugar de, esta figura se usa cuando un nombre común se aplica a alguien como pro­pio. Por ejemplo, si llamamos a David «el Salmista», o a Pablo «el Apóstol».

Génesis 31:21. El Éufrates es llamado "el río", debido a su grandeza (v. también Josué 24:2; Salmos 72:8; 80:11, donde "el mar" significa "el Gran Mar" o Mediterráneo. V. también Miqueas 7:12).

1 Samuel 4:21. "Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel!", ya que el hebreo "y khavod" significa "no hay gloria". El mismo nombre ocurre una vez más en 14:3. 

Isaias 62:4: "Nunca más te llamarán "Desamparada", ni tu tierra se dirá más "Desolada"; sino que serás llamada "Hefzi-bah" (mi deleite en ella), y tu tierra "Beulah" (desposeída)."

Nótese cómo se alternan aquí las cuatro líneas: la primera y la tercera se refieren al Pueblo, mientras que la segunda y la cuarta se refieren al País.

El Antropomorfismo
antropomorfismo (del griego ἄνθρωπος anthrōpos, «hombre», y μορφή morfē, «forma») es la atribución de características y cualidades humanas a los animales de otras especies, objetos o fenómenos naturales. Es considerada una tendencia innata de la psicología humana. Se trata de una forma de personificación parecida a la prosopopeya.

Por ejemplo, se dice que Dios tiene un "rostro". Él pone Su rostro contra el mal (Levítico 20:6). Números 6:25 se refiere a que Dios hace brillar Su rostro sobre nosotros. También se dice que Dios tiene "manos" en muchas ocasiones. En Éxodo 7:5 Dios dice: "Cuando extienda mi mano contra Egipto". En Isaías 23:11, "Extendió su mano sobre el mar". El salmista se refirió a que Dios tenía armas: "con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos" (Salmo 89:10b). Deuteronomio 4:34 y 5:15, al igual que otros pasajes, mencionan el "brazo extendido" de Dios.

La Escritura también se refiere a los "ojos" de Dios. Leemos que "los ojos del Señor" están sobre los justos (Salmo 34:15). Y Dios tiene la mirada sobre la tierra (Deuteronomio 11:12). En la oración, las Escrituras suelen referirse a los oídos de Dios. Por ejemplo, 2 Reyes 19:16 dice: "Inclina, oh Señor, tu oído, y oye". Nehemías 1:6 dice: "esté ahora atento tu oído". Incluso, algunos pasajes se refieren a los pies de Dios. Por ejemplo, Isaías 66:1 dice: "El Señor dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies...". Muchas de estas referencias son usadas para ayudar a los lectores a entender la idea que Dios estaba tratando de transmitir. Sin embargo, está claro que Dios no tiene un cuerpo físico como el de un humano. En cambio, Jesucristo vino a la tierra como Dios en forma humana (Juan 1:1) para identificarse con la humanidad y morir como sacrificio por los pecados de las personas en su favor.

Aunque el antropomorfismo puede servir para entender mejor los atributos de Dios, es importante no interpretar estas características humanas como si Dios Padre existiera en forma humana. Como dice Isaías 55:8-9, "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos".

El Antropopatismo
El Antropopatismo o Antropopatia (del gr. «ánthropos
» = hombre + «páthos» = a­fecto o sentimiento) consiste en atribuir a Dios acciones, pasio­nes o cualidades humanas. Los hebreos llamaban a esta figura «dérekh benéy 'adám» = camino de los hijos de hombre. Los griegos tenían también otro nombre (además de antropopatía): synkatábasis (de «syn» = junto con + «katá» = abajo + «baí­nein» = ir). De ahí, el vocablo latino «condescensio» = conde­censión.


Las diversas formas en que esta figura puede presentarse dan lugar a las siguientes divisiones y subdivisiones:


I. Seres Humanos, Racionales:

1. Partes y miembros del hombre. 

2. Sentimientos propios de hombres. 

3. Acciones de hombres.

4. Circunstancias:

   (a) Negativas. 

   (b) Positivas. 

   (c) De lugar. 

   (d) De tiempo. 

   (e) De persona.


II. Criaturas Irracionales:

1. Animales.

2. Acciones de ciertos animales.

3. Partes o miembros de ciertos animales. 

4. Plantas:

     (a) Genéricamente. 

     (b) Específicamente. 

                          

III. Cosas Inanimadas:

1. Universales. 

2. Particulares. 

3. Los elementos. 

4. La Tierra.


Cosas Inanimadas.

1. Universales o generales.

Profundidad y altura: Job 11:7, Job 11:8; 1 Corintios 2:10.

Magnitud o grandeza: Exodo 15:16; Exodo 18:11; Números 14:9; Deuteronomio 3:24 ; Esdras 5:8; Salmo 48:1 (BH, 2); Jeremías 32:17, Jeremias 32:18, Jeremias 32:19; Daniel 2:45; Malaquias 1:14, etc.

Comparaciones: Se dice de él que es:

Mayor que el hombre: Job 33:

Mayor que el hombre: Job 33:12.

Mayor que nuestro corazón: 1 Juan 3:20.

Mayor que todos: Juan 10:29 (según lectura probable).

Multitud o plenitud: Salmos 86:15 ; Salmos 103:8 ; Salmos 130:7 A pesar de toda esta condescensión, es imposible imaginar

la grandeza de las perfecciones infinitas de Dios (v. Salmos 36:5-8, BH, 6-9); Romanos 11:33 ; 1 Corintios 2:10, etc.


2. Particulares.

Luz: 1 Juan 1:5. Se necesitaría un libro entero para investigar y explicar todo lo que esta metáfora significa. Primeramente, tendríamos que conocer la naturaleza íntima de la luz. En todo caso, «luz» es símbolo de «santidad» pura, así como «tinieblas» es símbolo de «pecado» voluntario.

Luces: Santiago 1:17 llama a Dios «Padre de las luces»; es decir, la fuente, no sólo de la luz misma, sino de todo lo que produce, lleva y da luz, incluyendo la luminarias celestes: el sol, la luna y las estrellas. Salmos 27:1. «Yahweh es mi luz»; esto es, la fuente y el origen de mi vida, de mi salvación, etc. Comp. Números 6:25; Salmos 36:9 (BH, 10); Salmos 43:3, etc.


3. Ciertos elementos son usados como emblemas de Dios.

Se habla de Dios como:

Fuego: Deuteronomio 4:24 ; Deuteronomio 9:3 ; Deuteronomio 32:27 ; Isaías 10:17. De ahí que el «humo del fuego» (lit., esto es, furor o indignación) denote el punto ál­gido de Su ira: Deuteronomio 29:20 ; Salmos 74:1 ; Salmos 80:4 (BH, 5).

Lámpara: 2 Samuel 22:29 ; Salmos 18:28 (BH, 29). De ahí que Su pa­labra sea llamada así: Salmos 119:105 ; Proverbios 6:23 ; 2 Pedro 1:19.

Aire, viento, aliento: Job 4:9; Salmos 18:15 (BH, 16); Isaías 30:33.

Agua: Salmos 36:8 , Salmos 36:9 (BH, 9, 10); Jeremías 2:13 ; Jeremías 17:13 ; Juan 7:37-39. El don del Espíritu Santo pertenece a esta figura: Isaías 44:3 ;Joel 2:28, Joe 2:29 (BH, 3:1, 2); Zacarías 12:10 ; Hechos 2:17, Hechos 2:18, Hechos 2:33 ; Tito 3:5, 6. Las bendiciones impartidas mediante los méritos de Cristo son llamadas «agua de vida»: Juan 4:10,  Juan 4:14 (comp. Isaias 55:1 ; Ezequiel 36:25 ; Zacarías 14:8).

Trueno: Sal 29:3-9, donde repetidamente se le llama: «Voz de Yahweh.»

Roca: Deuteronomio 32:31 ; Salmos 18:2 (BH, 3); Salmos 31:2 , Salmos 31:3 (BH, 3,4); Salmos 42:9 ; Sal 73:26 ; Isaías 26:4 .

Refugio o escondedero: Sal 91:1 ; Salmos 119:114 ; Isaías 4:6 .

Fortaleza o baluarte: Salmos 31:2, Salmos 31:3 (BH, 3, 4); Salmos 71:3 ; Salmos 91:2 ; Salmos 144:2 ; Zacarías 2:5.

Torre fuerte: Salmos 61:3 (BH, 4); Proverbios 18:10 ; 2 Samuel 22:51 . 

Templo: Apocalipsis 21:22.

Sombra: Salmos 91:1; Salmos 121:5; Isaías 49:2; Isaías 51:16 (comp. Lucas 1:32, 34-35).


La Apóstrofe
El Apóstrofe, esta figura se parece a la personificación o prosopopeya. La palabra apóstrofe procede del latín
“apostrophe” y esta. A su vez del griego “apo” (de) y
“strepho” (volverse). Esto quiere decir que el orador se aleja de sus oyentes inmediatos, para dirigirse a una persona o cosa ausente o imaginaria. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos da
la definición así: “Figura que consiste en cortar de pronto el hilo del discurso o la narración, para dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas para dirigírsela así mismo en iguales términos. “En determinados momentos, las palabras están dirigidas a un objeto impersonal; entonces, la personificación y el apostrofe se combinan. Entonces es una figura literaria de diálogo que consiste en dirigirse, durante un discurso o narración, generalmente con emoción o vehemencia, a un interlocutor que puede estar presente, fallecido o ausente, a objetos inanimados personificados o incluso al propio autor u orador. Generalmente se utiliza el vocativo o el imperativo.​ El empleo de este recurso es muy común en las plegarias u oraciones, en los soliloquios y en las invocaciones. También es frecuente la utilización de esta figura en política, ya que crea la impresión entre el público de que el orador se está dirigiendo directamente a sí mismo, lo que aumenta la receptividad.

I. Apóstrofe a Dios.
Nehemias 4:4; Está Nehemías describiendo la aposición que le hacen los enemigos, y se dirige  de repente a Dios en oración: "Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, etc." 

II. Apóstrofe a Hombres:
1. Determinados. 
2 Samuel 1:24-25. En la elegía sobre la muerte de Saúl y Jonatán, se vuelve súbitamente David hacia las hijas de Israel (v. 24); y luego otra vez, también de súbito, al difunto Jonatán (v. 25).  

2. A uno mismo. 
Esto se expresa, de acuerdo con el idioma hebreo, por medio de la frase "mi hija", que significa, por sinécdoque, la persona misma. 

Salmos 42:5, 11. "¿Por qué te abates. oh alma mía?" V. también en cicloides, heterosis y sinécdoque.  

3. Indeterminados.
Salmos 27:14. Después de orar a Dios por sí mismo, se vuelve David a quienquiera se halle en las mismas circunstancias y le exhorta: "Espera en Yahweh; ten valor y afianza tu corazón; si espera en Yahweh.  

4. En profecías.
En algunas profecías solemnes, Dios le dice al profeta lo que ha de decir, no en estilo indirecto (como es lo corriente), sino en directo, Por ejemplo: 

Isaias 6:9. "Y dijo: Anda y di a este pueblo: Oíd bien , pero no entendáis". etc. En estilo indirecto, sería: "Y me mandó que le dijese al pueblo, etc."

III. Apóstrofe a Animales.
Salmos 148:7, 10; Joel 2:22: "Animales del campo, no temáis"

IV. Apóstrofe a Cosas Inanimadas.
Deuteronomio 32:1. «Escuchad, cielos, y hablaré; y oye, tierra, los di­chos de mi boca.» De esta manera tan solemne se abre el cán­tico de Moisés, que describe toda la historia de Israel desde el principio hasta el fin, y es la clave para entender el pasado

1 Corintios 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Apocalipsis 6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

En el versículo se dirige la palabra a una cosa inanimada (“los montes y peñas”).

La Catacresis 
Esta figura (del gr. «katá» = contra + «khresthai» = usar) consiste en cambiar un vocablo por otro que no guarda rela­ción con el primero, de modo que tal conexión es aparentemen­te incongrua. En la metonimia, hay una relación entre los voca­blos; en la sinécdoque hay asociación; en la endíadis, conexión; pero en la catacresis no hay ninguna de estas tres analogías. No siempre usa el hombre con tino y acierto esta figura, pero cuan­do la usa el Espíritu Santo, es para que paremos nuestra aten­ción, precisamente mediante la aparente incongruidad. A ve­ces, los traductores de la Biblia introducen catacresis donde no las hay. Por ello, es menester estudiar bien los pasajes en que ocurre.

La catacresis puede ser de tres clases:

I. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son remo­tamente afines.

Levítico 26:30. «... y pondré vuestros cadáveres sobre los cadáve­res de vuestros ídolos». El vocablo «cadáveres», en el segundo lugar, no puede aplicarse, propiamente hablando, a los ídolos de madera o piedra, etc., pero sirve para poner de relieve la condición de «dioses muertos», que no ven ni oyen, etc.

II. De dos palabras, cuyos respectivos sentidos son dife­rentes.

Éxodo 5:21. Dice textualmente: «... habéis hecho heder nuestro aroma en los ojos de Faraón». La conexión entre «heder» y «ojos» parece del todo incongrua, pero sirve para poner de re­lieve el grado más elevado de aborrecimiento.

III. De un vocablo en que el griego recibe su verdadero sen­tido por permuta con el hebreo u otro idioma, o con el uso extranjero de tal vocablo.

Mateo 8:6; Hechos 4:27. En estos lugares, el griego pais = niño, se usa en lugar de «siervo», con base en el hebreo na'ar, que sig­nifica ambas cosas.

La Endiadis
Esta figura, que significa «uno mediante dos» (gr. «hen» = = uno + «diá» = mediante + «dys» = dos veces) tiene lugar cuando se emplean dos palabras para expresar una sola idea. Una de las dos palabras expresa la idea; la otra sirve para in­tensificar el sentido de la primera. Es una figura típicamente oriental, aunque se halla también en latín, así como en griego y en hebreo. Un ejemplo latino, sacado de Tácito (Annales, 1, 49, 5), nos servirá de modelo para entenderla: «ultio et satietas» significa: «venganza y saciedad»; el segundo sustantivo se con­vierte, por endíadis, en un potentísimo adjetivo, viniendo a sig­nificar la frase: «una venganza más que suficiente».

El hecho de que dos sustantivos o dos verbos vayan juntos no quiere decir, sin más, que exista endíadis; es preciso que los dos vocablos guarden entre sí alguna relación; no puede haber endíadis cuando los vocablos se oponen entre sí o cuando no guardan entre sí ninguna conexión. Por ejemplo, leemos en Filipenses 1:25 : «... para vuestro provecho y gozo de la fe». No podemos decir que haya endíadis aquí, pues una cosa es el progresar en la fe, y otra el gozarse con otros en la salvación que se obtiene al recibir el evangelio o «buena noticia». Algunos de los ejemplos que presentamos van por vía de su­gerencia más bien que de ilustración. No cabe duda en la ma­yoría de ellos, pero hay unos pocos que se prestan a la discu­sión y, por ello, los sometemos a la consideración y al discer­nimiento del lector.

1. Nombres.
Génesis 1:26. «... Hagamos al hombre en nuestra imagen, con­forme a nuestra semejanza». El sentido es: «... a semejanza de nuestra imagen»; o: «conforme a una imagen muy semejante»,

Génesis 3:16. «Multiplicando multiplicaré (lit. -véase en polip­toton-) tus dolores y tus preñeces (lit.). La endíadis se aclara en el contexto posterior: «con dolor darás a luz los hijos».

Génesis 4:4. «y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas»; esto es, de lo más gordo de los primogénitos de su rebaño.

2. Verbos.
Mateo 13:23. «... éste es el que oye y entiende la palabra»; es de­cir, la oye entendiéndola. Muchos oyen la palabra, pero éste no sólo la oye, sino que la comprende y la vive.

Lucas 6:48. "Es semejante a un hombre que, al construir una casa, excavó y ahondó.."es decir, excavó profundamente.

El Enigma
Este vocablo (gr. aínigma significa un «dicho oscuro», que necesita una investigación, más o menos profunda, para descu­brir su significado. Difiere, pues, de la parábola en que ésta sue­le ir seguida de su interpretación. Si no es interpretada, puede ser llamada enigma. 

Salmos 78:2, citado en Mateo 13:35. Los "arcanos" del Salmo se llaman "cosas escondidas" en Mateo 13:35. El término hebreo para "arcano" es jidah, que significa un dicho anudado o intrincado, que necesita ser "soltado" para hallar su "solución". Dicho término hebreo es traducido de varias maneras en Números 12:8; Jueces 14:12-19; 1 Reyes 10:1; 2 Cronicas 9:1; Salmos 49:4; 78:2; Proverbios 1:6; Ezequiel 17:2; Daniel 8:23; Habacuc 2:6. Hay otros dichos oscuros e intrincados en la Biblia, además de los citados, como: Génesis 49:10. Esto es una forma de enigma: "No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga SIloh." V. en metonimia

El Eufemismo
Del griego euphemízein = usar palabras de buen augurio, esta figura consiste en el empleo de palabras o expresiones agradables, en lugar de otras desagradables, duras o malsonantes. Aunque parezca extraño, la Biblia nunca usa eufemis­mos para hablar de las funciones naturales u ordinarias de la vida; sin embargo, hay en las Escrituras bellos eufemismos para expresar sentimientos tiernos y delicados. Tanto es así que una de las mayores pruebas de la inspiración divina de la Biblia es este marcado contraste entre el hebreo y otros idio­mas a este respecto. Otros idiomas abundan en vocablos y ex­presiones indecentes, mientras que «las palabras de Yahweh son palabras puras». En cuanto a las «partes vergonzosas», como el Espíritu Santo las llama, no hay ningún vocablo en he­breo para expresar las de la mujer; para las del hombre, se usa un eufemismo. Por otro lado, mientras los hombres inventan eu­femismos para cubrir pecados, la Biblia nunca dora el pecado con bellos nombres, sino que lo describe plenamente en toda su miseria y abominación, con lo que el lector no se llama a en­gaño por causa de adornos indebidos. Lo mismo digamos de la muerte, que para los mundanos es «lo irremediable», mientras que, para el creyente, es «dormición».

Génesis 15:15. "Y tú vendrás a tus padres"; en lugar de decirle: "morirás"
Génesis 42:38. "... haréis descender mis canas con dolor al Seol"; esto es, me matareis.

La Fabula
La fábula es una composición literaria narrativa breve, ya en prosa o en verso, en la que los personajes principales suelen ser animales o cosas inanimadas que hablan y actúan como seres humanos. Cada fábula cuenta, en estilo llano, una sola y breve historia o anécdota que alberga una consecuencia aleccionadora. Posee «una intención y redacción didáctica de carácter ético y universal» que casi siempre aparece al final y más raramente al principio, llamada generalmente moraleja o adfabulación. En el Diccionario de retórica y poética de Helena Beristáin se indica que «se trata de un género didáctico mediante el cual suele hacerse crítica de las costumbres y de los vicios locales o nacionales, pero también de las características universales de la naturaleza humana en general».

Jueces 9:7-15

2 Reyes 14:9
Y Jeoás, rey de Israel, envió {mensaje} a Amasías, rey de Judá, diciendo: El cardo que estaba en el Líbano envió a decir al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: ``Da tu hija por mujer a mi hijo." Pero pasó una fiera que estaba en el Líbano, y pisoteó el cardo.

La Gradacion
Cuando la anadiplosis se repite en cláusulas sucesivas, se llama clímax, que significa escala. Hay dos clases de clímax: de palabras Y de sentido. El primero pertenece a la gramática; el segundo, a la retórica. Nos ocuparemos ahora del primero. El clímax de sentido, del que nos ocuparemos más adelante, se di­vide en anábasis, cuando la gradación es hacia arriba, y catá­basis, cuando es hacia abajo. Veamos ejemplos del clímax de palabras:

Oseas 2:21. Ya hemos visto esta porción en la figura anterior. Para que mejor se observe el clímax, lo dispondremos del modo siguiente: «En aquel tiempo responderé, dice Yahweh, yo res­ponderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra; y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jizreel.»

De este modo pone de relieve el Espíritu Santo las bendicio­nes que otorgará Dios a su pueblo, cuando Israel haya alcanza­do misericordia. Por medio de una bella prosopopeya, los pro­ductos de la tierra son presentados aquí como oyendo; ellos, a su vez, gritan a la tierra para que los produzca; la tierra, por su parte, grita a los cielos para que hagan descender la lluvia, el calor, la luz y el aire; y, finalmente, los cielos gritan al Crea­dor, el Dador de todos los bienes, quien, en su justicia, había hecho de bronce los cielos; de hierro, la tierra; y como polvo a la lluvia (v. Deuteronomio 28:23-24); pero en aquel día, Dios dará arrepen­timiento a Israel, y el clamor de Israel llegará a los oídos de DIOS, quien abrirá los cielos y enviará la lluvia para que la tie­rra dé su fruto (v. Jeremías 14:22).

Joel 1:3-4. «De esto contaréis a vuestros hijos, y  vuestros hijos a sus hijos y sus hijos a la otra generación.» Tras de ésta, viene otra gradación: «Lo que quedó de la oruga se lo comió la langosta; y lo que quedó de la langosta, se lo comió el pulgón, y lo que quedó del pulgón, se lo comió el saltón.

Juan 1:1-2. Para poder observar bien la gran solemnidad del clímax con que se abre el cuarto Evangelio, poniendo de relieve la divinidad del Señor Jesucristo, es menester traducir literal­mente del griego: «En el principio era (existía ya) el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y Dios era el Verbo. Éste estaba en el principio con Dios.

El clímax se obtiene aquí mediante el hipérbaton, es decir, mediante la inver-sión de las palabras en el original: «¡ Y Dios era el Verbo!», a la vez que el sentido es cuidadosamente expre­sado al hacer del Verbo el sujeto de la frase (mediante el artícu­lo) y de Dios el predicado (sin artículo, con lo que se expresa la Deidad, no la persona del Padre, como en la frase anterior)

Juan 1:4-5. Las perfecciones y la actividad del Verbo son se­ñaladas aquí mediante otro clímax: «En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron (o:comprendieron).»

Romanos 5:3-5. Y Romanos 8:29-30. 

La Hiperbole
Esta figura (del griego «hypér» = sobre + «bolé» = el hecho de arrojar), se llama así porque añade al sentido una especie de exageración, con la que se aumenta o se disminuye considerablemente algo, más allá de lo que se da a entender literalmente. Ejemplos: 

Génesis 24. "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer" Esto no significa que un hombre tenga que abandonar completamente a sus padres y desentenderse de ellos (lo mismo digamos de Mt 19:5)

Génesis 41:47. "En aquellos siete años de abundancia, la tierra produjo a montones", dando a entender que un grano de trigo, por ejemplo, produjo un montón de granos, lo cual es una expresión hiperbólica de la abundancia de la cosecha. Igualmente en v. 49.

La Ironia
Esta figura, que significa «disimulo», consiste en expresar un pensamiento de tal forma que significa lo contrario de lo que se dice, no para ocultar su verdadero sentido, sino para darle más fuerza. Cuando la ironía comporta ridículo o despre­cio se llama sarcasmo (del verbo griego sarcázo = desgarrar la carne como hacen los perros al comerla). La figura puede divi­dirse en cinco clases:

I. Ironia Divina. Cuando es Dios quien habla. 
II. Ironia Humana. Cuando el que habla es un ser humano.­
III. Ironia Peirástica. Cuando las palabras no consti­tuyen ironía en el sentido ordinario del vocablo, sino que se usan para poner a prueba a alguien (gr. peiras­tikos).
IV. Ironia Simulada. Cuando un ser humano usa las palabr;as con disimulo o hipocresía.
V. Ironia Engañosa. Cuando las palabras son pronunciadas, no sólo con disimulo, sino con engaño.

Génesis 3:4-5. Las palabras de la serpiente son claramente fal­sas, pues Satanás sabía que era todo lo contrario. También Eva debía haberlo sabido, pues eran diametralmente opuestas a la palabra de Dios.

Mateo 2:8. Herodes les dice a los magos: «Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.» Esto era comple­tamente falso, puesto que Herodes quería matado, no adorado.

La Litote
Litote es una figura (del griego litotés = llaneza o sencillez) por la que alguien o algo es disminuido con el fin de poner en alto a otra persona u otra cosa. En esto se diferencia de la fi­gura llamada tapéinosis, pues en esta última lo que se disminu­ye es con el fin de enfatizar su propia grandeza o importancia. En la litote, por tanto, nuestra atención se centra, no en la pe­queñez de la cosa disminuida, sino en la grandeza de aquello con lo que es puesta en contraste.

Génesis 18:27. "Y Abraham replico y dijo: He aquí que ahora he tomado sobre mi hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza." Abraham se humilla aquí y, aludiendo a la creación del hombre del polvo de la tierra (Génesis 2:7), da a entender mucho más de lo que expresa, pues se pone en contraste con el Altísimo y Santísimo Dios al que se dirige. Dios mismo usa esta figura en 1 Reyes 16:2; Salmos 113:7. 

Números 13:33. "y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos". Ésta es una litote de incredulidad. Para ganar crédito ante el pueblo, exageran la talla delos anakim o gigantes de Canaán; y, para ello, tratan de empequeñecer su propia estatura. El lenguaje de la fe usa una figura muy diferente (14:9, ya estudiado en elipsis).  

La Metáfora
Esta figura, del griego metaphorá = transferencia, consiste en transferir a una cosa, sin previo aviso, el significado de otra, por cierta analogía que existe entre ambas. Se distingue del si­mil en que éste anuncia de antemano la semejanza por medio del adverbio «como». Por ejemplo, mientras el símil dice: «Toda carne es como hierba» (1 Pedro 1:24), la metáfora dice: «Que toda carne es hierba» (Isaías 40:6). Así que el símil se ajusta más al hecho, pero la metáfora apela mejor a la imaginación y al sentimiento. Recurrimos a la metáfora cuando decimos de una fotografía: «Éste es mi padre», aun cuando la fotografía se ase­meje ya poco al padre real, pues en ella no se trata de «seme­janza», sino de «representación». La figura está siempre en el verbo «ser», el cual expresa una analogía entre el sujeto y el predicado, no una literal identidad. Dicha analogía es, a veces, muy profunda, por lo que su hallazgo es para nosotros entonces una sorpresa. Más aún, una misma metáfora puede aplicarse a dos objetos distintos, y aun contrarios, para representar dos cualidades distintas. Por ejemplo, hallamos que el vocablo «león» se usa, tanto aplicado a Cristo (como «vencedor» -Apocalipsis 5:5-), como al diablo (como «devorador», 1 Pedro 5:8).

Ha de tenerse en cuenta que el hebreo no tiene, en realidad, verbo sustantivo, pues el verbo «hayah» significa propiamente «llegar a ser»; por tanto, ha de suplirse en toda traducción co­rrecta. En cambio, en griego hallamos el verbo eimi (o su su­plente: gínomai) siempre que haya de expresarse en castellano, excepto en lugares en que se omite por hebraísmo, como ocurre en las «Bienaventuranzas» (Mateo 5:3 y ss.; Lucas 6:20-21). Por con­siguiente, es más fácil discernir una metáfora en el Nuevo Tes­tamento que en el Antiguo.

Salmos 23:1 y ss. En el v. 1, leemos: «Yahweh (es) mi pastor.» Es una metáfora muy expresiva, pues se nos representa a Dios como el que cuida y alimenta a su pueblo mejor que lo pue­da hacer el pastor humano más experto y amoroso con rela­ción a sus ovejas (comp. con Juan 10). En vista de ello, David añade: «Nada me faltará», porque Yahweh es el Yahweh-Yi­rehde Genesis 22:14 , y él proveerá de lo necesario. En el v. Salmos 23:, dice: «Junto a aguas de reposo me pastoreará», porque Él es el Yah­weh-Shalom de Jueces 6:24, y puede dar paz verdadera (comp. con Juan 14:27). En el v. Salmos 23:3, dice: «Confortará (o: restaurará) mi alma, porque es el «Yahweh-Rophekhá» de Éxodo 15:26 para «curar» mi­sericordiosamente (comp. con Hechos 10:38). Sigue diciendo: «Me guiará por sendas de justicia», ya que es el Yahweh-Tsidqénu de Jeremías 23:6; Jeremías 33:16. En el v. Salmos 23:4, añade: «Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo», pues Él es el Yahweh-Shammáh de Ezequiel 48:35. En el Salmos 23:5: «Aderezarás mesa delante de mí en presencia de mis ad­versarios», ya que Dios es el Yahweh-Nissí de Éxodo 17:15: mi bandera, y combatirá por mí, mientras yo banqueteo. Continúa diciendo: «Ungiste mi cabeza con aceite», porque es el Yahweh ­Meqadishkhém de Éxodo 31:13 y ss., que nos santifica. Finalmente, hay una seguridad «Ciertamente») de que todas esas bendicio­nes son nuestras en esta vida y por toda la eternidad (v. Salmos 23:6).

Salmos 84:11 (BH, 12). «Porque sol y escudo (es) Yahweh Dios.» Esto es, él es mi luz y mi defensa.

Salmos 91:4. «Escudo y adarga (es) su verdad», dando a enten­der que la Palabra de Dios es como arma de defensa y de ata­que a un mismo tiempo. En el Salmos 5:10, tenemos una afirma­ción parecida, pero en forma de símil.

Sirvan estos lugares como ejemplos de las numerosas metá­foras que se hallan en el A. T. Añadiremos ahora unos pocos ejemplos del N. T. Mateo 5:13. «Vosotros sois la sal de la tierra»; es decir, repre­sentáis con relación a la tierra lo que la sal literal representa con relación a otras cosas, preservando de la corrupción y de la destrucción; exactamente como diez justos, si se hubiesen ha­llado en Sodoma y Gomorra, habrían preservado de la destruc­ción a dichas ciudades.

Mateo 26:26. «Esto es mi cuerpo» (o: «éste es mi cuerpo»). Pocos pasajes de la Biblia han sido tan distorsionados y mal en­tendidos como éste, por no atender al sentido figurativo del verbo «es». Lo mismo digamos de la frase del v. Mateo 26:28: «Esto es mi sangre» (o: «ésta es mi sangre»). (Nota del traductor: La alter­nativa es difícil de discernir, ya que tanto «sóma» = cuerpo, como «haíma» = sangre, son neutros lo mismo que «toú­to» = esto.) En 1 Corintios 11:25, hallamos: «Esta copa es el nuevo pacto.» Los defensores de la transustanciación tendrían que ex­plicarnos cómo se cambia literalmente la «copa» en el «pacto», Algo semejante hallamos en 1 Corintios 12:27: «vosotros sois el cuer­po de Cristo». Aquí tenemos una metáfora por la que el vocablo «cuerpo» se extiende, por analogía con el cuerpo humano, al organismo espiritual de la Iglesia, cuya «cabeza» (también es metáfora) es Cristo. V. también 1 Corintios 10:16-17. Los estilos parabólico y apocalíptico se prestan especial­mente al uso de metáforas, como podemos ver en Mateo 13:19-23, Mateo 13:37-43; Apocalipsis 1:20; Apocalipsis 5:8; Apocalipsis 16:14; Apocalipsis 17:9, etc.

En algunos casos, el propio verbo «ser» expresa literalmen­te un significado, como en Mateo 9:13; Mateo 12:7; Lucas 15:26 ; Hechos 2:12; Hechos 10:17, etc. Por otra parte, cuando se indica que hay un cambio real, no se usa en el N. T. el verbo griego eimí, sino gínomai, equivalen­te al hebreo hayah; por ejemplo, en Marcos 4:39 «y se hizo gran calma» -lit.-); Lucas 4:3 ; Juan 2:9; Juan 16:20; Hechos 26:28; Apocalipsis 8:8, Apocalipsis 8:11. Éste es un argumento más, en favor de la interpretación metafórica de Mateo 26:26, Mateo 26:28 y paralelos. Otras metáforas interesantes pueden verse en Juan 6:35; Juan 8:12; Juan 10:9; Juan 15:5 (donde el adjetivo alethinós = genuino, nos ayuda a descubrir la metáfora); Galatas 4:24.

La Metonimia
Esta figura (del gr. meta —indicando cambio— y ónoma = = nombre) consiste en el cambio de un nombre por otro con el que el primero guarda alguna relación. Los nombres de las per­sonas se usan, a veces, para designar algo relacionado con ellas. Así decimos: «Es un Murillo», para designar un cuadro pintado por Murillo. Así que la metonimia no se funda en la semejanza, sino en la relación. Cuando de una persona decimos que escribe con mala mano, no queremos decir que su mano sea mala, sino la letra con que escribe.

La metonimia puede ser de cuatro clases: de causa, de efecto, de sujeto y de adjunto.

I. Hay metonimia de causa cuando se pone la causa por el efecto; por ejemplo: el agente, por lo hecho; el instrumento, por el efecto; la acción, por el resultado.
II. Hay metonimia de efecto cuando, por el contrario, se pone el efecto en lugar de la causa.
III. Hay metonimia de sujeto cuando se pone el sujeto en lugar de algo que le pertenece; como, por ejemplo, el poseedor, por lo poseído; la cosa significada, por el signo.
IV. Hay metonimia de adjunto cuando, al contrario que en la anterior, lo que pertenece a algo se pone por la cosa misma a la que pertenece.

Algunos gramáticos añaden una quinta clase de metonimia: cuando el antecedente se pone por el consiguiente; pero esto pertenece realmente a la metonimia de causa.

La Parábola
Del griego «pará» = junto a + «bállein» = arrojar o echar, «parábola» significa, pues, «colocar una cosa al lado de otra, a fin de comparar ambas». Como ya dijimos, la parábola es un sí­mil continuado.

En la versión griega del A. T. (LXX o Septuaginta), ocurre unas 30 veces como traducción del hebreo «mashál», que, en realidad, significa «proverbio». Así puede verse en 1 Samuel 10:12 ; 1 Samuel 24:14 (BH, 13). Comp. con Deuteronomio 28:37 ; 2 Cronicas 7:20 ; Salmos 44:14 (BH, 15); Jeremías 24:9 ; Ezequiel 12:22 ; Ezequiel 16:44 ; Ezequiel 18:2. V. también en Paremia.

Sobre esta base surgió después el posterior sentido de mas­hal, usado con referencia a cualquier dicho que requiere una explicación. Lo vemos ya en Ezequiel 20:47-49. Cuando el N. T. grie­go menciona una «parábola», se refiere siempre a una historia, real o imaginada, que contiene un significado oculto, sin que deba urgirse en cada detalle el punto de la comparación, ya que el símil se halla generalmente sólo en cierto detalle, pero no en los demás. Ya hemos señalado la forma en que el símil del «león» es aplicado a Cristo y al diablo, pero con referencia a cualidades totalmente diferentes. También Cristo es compa­rado a un «ladrón», no en lo que el ladrón tiene de delincuente, sino en lo que tiene de aparecer inesperadamente.

Para interpretar correctamente una parábola, es menester hallar el objetivo de todo el contexto, la gran verdad que allí se nos presenta y la importante lección que se nos enseña. Los mi­nuciosos detalles en los que la parábola puede ir envuelta no deben ser tenidos en cuenta, a no ser que lo exija el objetivo de, la parábola. Además, hay que distinguir entre la interpretación de la parábola y la aplicación que de ella pueda hacerse. Por ejemplo, en la parábola de las «Diez Vírgenes» (Mateo 25:1-12), la interpretación exige que sea colocada en un especial tiempo que precede inmediatamente a la Segunda Venida del Señor, como es evidente por el adverbio de tiempo «entonces» con el que co­mienza. Cualquier otra lección que deduzcamos, como la nece­sidad de velar por nuestra parte, ha de considerarse como una aplicación de la parábola a las circunstancias actuales.

Lo mismo digamos de la parábola de la Gran Cena (Lucas 14:1-24). La aplicación a cualquier tiempo y circunstancia no debe oscurecer la interpretación literal, la cual hace referencia a los sucesivos ministerios conectados con la invitación a la «gran cena»:

(1) Vemos que «un hombre» envió su siervo a los que habían sido invitados de antemano. Esto se cumplió en el ministerio de Pedro (Hechos caps. 2 - 7), pues los primeros invi­tados se excusaron de venir.
(2) «El padre de familia» envía a su «siervo» a que salga «por las plazas y calles de la ciudad». Este fue el segundo ministerio de Pedro (Hechos, caps. 10 -12).
(3) El «señor» envía ahora ,al «siervo» para que salga «a los ca­minos y a los vallados». Este es el ministerio de Pablo a los gentiles (Hechos caps. 13 - 28).

Los sucesos narrados en la parábola pueden ser reales o imaginarios. Pero cuando son imposibles, como cuando árboles o animales nos son presentados hablando, entonces tenemos una fábula. Y cuando la fábula es explicada, tenemos una ale­goría. Esto es lo que ocurre en Jueces 9:8 y ss., como ya hemos visto. Sólo resta una advertencia importante acerca del objetivo de las parábolas. El concepto corriente es que tienen por objeto poner las cosas en claro y hacer que lo complicado resulte sen­cillo. Por esta razón, cualquier joven ministro de Dios o el maestro de la Escuela Dominical recurre a las parábolas como si fueran la cosa más sencilla del mundo; mientras que las pa­rábolas tenían por objeto velar las verdades de los ojos de aquellos que «viendo, no ven; y oyendo, no oyen ni entienden» (Mateo 13 13:13). De aquí que estén entre las porciones más difíciles de la Palabra de Dios.

El Pleonasmo
Esta figura, así llamada del verbo griego pleonázein = ser más que suficiente, ocurre cuando se haya redundancia de pa­labras en una frase. A veces, parece que el sustantivo es super­fluo por hallarse ya su concepto en el adjetivo; otras veces, se usan dos nombres, cuando parecería que basta con uno. Sin embargo, esta redundancia nunca es realmente superflua cuan­do es usada por el Espíritu Santo, pues con ella se nos da un sentido más completo y perfecto de lo que, sin el pleonasmo, quedaría incompleto hasta cierto punto. La figura puede afec­tar a palabras o a frases enteras. Ambas clases se subdividen del modo siguiente:

I. Afectando a palabras: 
1. Ciertas palabras idiomáticas.
2. Palabras no idiomáticas.

II. Afectando a frases:
1. En forma afirmativa.
2. En forma negativa.

La Prosopopeya
Esta figura (del gr. «prósopon» = persona + «poeín» = ha­cer) consiste en presentar cosas inanimadas o animales como si fuesen personas, a ausentes como si estuviesen presentes, y a muertos como si estuviesen vivos. Los latinos la llamaban personificación; con este nombre ha pasado también a nuestro idioma.

La prosopopeya o personificación puede dividirse en seis gru­pos:

I. Miembros del cuerpo humano. Génesis  31:35
II. Animales. Génesis 9:5 
III. Productos de la tierra. Levítico 19:23
IV. Otros objetos inanimados. Génesis 4:10
V. Reinos, países, etc, Isaías 1:5, 6
VI. Acciones humanas, atribuidas a cosas, etc. Génesis  4:7

El Proverbio
Esta figura, que los griegos llamaban «paroimía» (de «pa­rá» = junto a + «oímos» = senda, consiste en un «dicho común, trillado -por decirlo así- por el uso que de él hace la gente». Con el vocablo «paroimía»,vierte el griego de la Septuaginta el hebreo mashal, cuya raíz verbal significa «gobernar» o «ejercer control». Es, pues, obvio que hay alguna conexión entre «pro­verbio» y «norma». Esto es lo que significa el Libro de Prover­bios: Es una colección de máximas normativas que, salidas de la pluma inspirada de Salomón y de otros sabios judíos, entra­ron en el lenguaje del pueblo para servirse de ellas en la vida ordinaria. También se llaman «dichos sentenciosos» por la in­fluencia que ejercen en el gobierno y control de la conducta. El vocablo paroimía sale cinco veces en el N. T.: En Juan 10:6, don­de se traduce por «parábola»; y en Juan 16:25 (dos veces), Juan 16:29 y 2 Pedro 2:22, donde se traduce por «proverbio».

Los proverbios que se hallan en la Biblia pueden dividirse en tres clases:

(1) Los que son citados como existentes ya en el uso común.
(2) Los que, aunque no se citen como tales, se usaban probablemente ya como expresiones proverbiales; y
(3) los que aparecen por primera vez en las Escrituras, pero que, debido a la profundidad de su significado y a su extensa aplicación, pa­saron después a usarse generalmente como dichos proverbiales.

1. Proverbios que se citan como estando ya en uso.

Génesis 10:9.

Números 21:27. «Por tanto, dicen los proverbistas: Venid a Hes­bón, edifíquese y repárese la ciudad de Sehón», etc. Aquí tene­mos tres estrofas, tomadas de un poema popular, y las tres co­mienzan por la expresión «por lo cual». La primera estrofa (vv.b Números 21:27-28) es una llamada irónica a los amorreos a que reedifi­quen su ciudad de Hesbón, que había sido destruida por los is­raelitas (vv. Números 21:25-26). La segunda (v. Números 21:29) es una profecía de la rui­na de Moab. Y la tercera (v. Num 21:30) es la justificación del «¡ay!» pro­ferido en el v. 29. El v. Números 21:30 es oscuro a causa de la letra «r» al final del vocablo asher. Según la Masorah, éste es uno de los 15 casos en que las palabras aparecen bajo unos puntos que indi­can «texto dudoso». De ahí que, como lectura alternativa de la que aparece en nuestras versiones, dicho versículo puede leerse de esta otra manera: «Les hemos disparado; Hesbón fue des­truida hasta Dibón; las mujeres, hasta Nofa; y los hombres, hasta Médeba.»

2. Proverbios que, aunque no se citan como tales, estaban ya probablemente en uso como expresiones proverbiales.

 «Como un grano de mostaza» (Mateo 13:31, Mateo 13:32; Mateo 17:20; Lucas 17:6). Este era, sin duda, un dicho proverbial entre los hebreos (no entre los griegos), para indicar una cosa muy peque­ña.

«Como la arena del mar» (o: «como la arena»). Este dicho se usaba proverbialmente para indicar una vasta multitud que nadie podía contar (Génesis 22:17; Génesis 32:12; Génesis 41:49; Josue 11:4; Jueces 7:12; 1 Samuel 13:5; 2 Samuel 17:11; 1 Reyes 4:20, 1 Reyes 4:29; 1 Reyes 5:9; Job 29:18; Salmos 78:27; Salmos 139:18; Isaías 10:22; Isaías 48:19; Jeremías 15:8; Jeremías 33:22; Oseas 1:10 -BH, 2:1-; Habacuc 1:9; Romanos 9:27; Hebreos 11:12; Apocalipsis 20:8). V. también en hipérbole.

3. Proverbios que aparecen por primera vez en la Biblia; pero que, debido a la plenitud de su significado y a su extensa aplicación, han pasado a ser de uso común como dichos proverbiales. Génesis 22:14.

Deuteronomio 25:4 es una porción que se convirtió más tarde en pro­verbio a causa de su brevedad sentenciosa y llena de posibles aplicaciones (v. 1 Corintios 9:9; 1 Timoteo 5:18).

El Símbolo 
Esta figura, del griego «symbolon» = arrojado juntamente, la usaban los griegos para indicar que una parte de un objeto se correspondía con otra; es decir, lo que hoy llamamos «cu­pón» o cosa semejante. Indica, pues, que un objeto representa una verdad moral o espiritual. El término no ocurre en la Biblia, ni se dice en ella que algo haya de usarse en este sentido. El tér­mino que más se le aproxima es «mystérion»; tanto que los llamados «Padres» griegos lo usaban como sinónimo de «sym­bolon», como puede verse en Justino Mártir (Apología, 1, 27, donde lo aplica a Isaías 7:14).

Esto es lo que viene a significar, sólo unas tres veces, en el N. T. el término «mysterion»: Efesios 5:32; Apocalipsis 1:20; Apoc 17:5, Apocalipsis 17:7; siem­pre en el sentido de «signo secreto».

No cabe duda de que existen muchos símbolos en la Biblia, pero su interpretación exige mucha cautela. En realidad, todas las metonimias son, en cierto sentido, símbolos. Por ejemplo, cuando «copa» se usa por bendición (Salmos 16:5; Salmos 116:13); o «ba­rro», por hombre (Isaías 64:8, -BH, 7); o «puerta», por poder (Mateo 1:1), lo uno es prácticamente símbolo de lo otro.

Los pasos por los que se llega al símbolo son tres:

(1) por metonimia o por metáfora, una cosa se usa para representar otra;
(2) una es usada para indicar implícitamente la otra;
(3) así que­da permanentemente como sustitutiva de la otra en calidad de símbolo de ella. Así, con respecto a la «levadura», tenemos pri­mero la cosa misma que causa la fermentación y, por ello, se prohíbe usada en los sacrificios. Después, por metonimia, se usa para significar lo que está corrompido (1 Corintios 5:6-8). Des­pués, por implicación, las doctrinas perversas (Mateo 16:6). Final­mente se usa en mal sentido, por todo lo que está corrompido de algún modo. De la misma manera, «llave» se usa como sím­bolo de poder y autoridad (Apocalipsis 1:18 ; Apocalipsis 3:7; Isaías 22:22). En Mateo 16:19, el poder de abrir las puertas del reino de los cielos (no de la Iglesia) le es confiado a Pedro, y él ejerció este poder al hacer la oferta final del Mesías a la nación de Israel (Hechos caps., 2, 8 y 10). Este poder era intransferible; por ello, no se puede ha­blar, en este sentido, de «sucesión apostólica».

El Simil
El vocablo procede del latín «símile» = semejante, ya que esta figura consiste en expresar algo que guarda cierta seme­janza con otra cosa. La figura está expresamente indicada en el texto sagrado: en el hebreo, por la partícula ke (prefijada al vo­cablo siguiente); en griego, mediante las conjunciones has o ka­thós = como.

Además de la diferencia que ya hemos anunciado entre el sí­mil y las otras dos figuras afines (metáfora e hipocatástasis), di­fiere también: de la comparación, en que ésta admite diferen­cias tanto como semejanzas; de la alegoría, en que ésta presenta sólo uno de los dos extremos de la comparación y deja al lector la tarea de hallar el otro; y de la metáfora, en que ésta transfie­re, sin aviso previo, la representación. Por consiguiente, el símil carece de «pasión», por decirlo así. Es claro, hermoso y ajustado a la realidad, pero frío y pre­meditado. Con todo, tiene la gran ventaja de que no necesita explicación alguna. Los símiles abundan en la Biblia, añadien­do belleza y fuerza al relato.

Salmos 1:3. «Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas». El símil nos dice aquí que el varón que medita en la palabra de Dios está seguro, protegido y cuidado, como un ár­bol en un jardín o huerto privados, beneficios de los que no dis­fruta un árbol forestal. V. también en elipsis.

Salmos 1:4. «No así los malos, que son como el tamo que arre­bata el viento.» El contraste entre el tamo llevado por el viento, y el árbol «plantado» es de lo más solemne e impresionante. Los dos símiles son los elementos predominantes en la estruc­tura del salmo, como puede observarse fácilmente:

A. a. 1. El varón justo es dichoso por no estar entre los malos.
     b.  2-3. Comparación: «ke'éts» = «como árbol.
     c.     3b. Su prosperidad.
A. c.     4. Lo contrario: «No así...»
     b.    4b. Comparación: «kamóts» = «como tamo».
     a.     5. Los malos son castigados por no estar entre los justos.                      

Finalmente, el último versículo forma grupo aparte, con so­lemnidad majestuosa,como explicándonos el motivo de tan tre­mendo contraste. 

Salmos 5:12 (BH, 13). «... Como con un escudo lo rodearás de tu favor». ¿Por qué es ese «favor» (la gracia de Dios, que es favor gratuito para los indignos) como un escudo? Porque en el favor de Dios hay «vida» (Salmos 30:5 -BH, 6-), «misericordia» (Isaías 60:10); seguridad y «victoria» (Salmos 41:11 -BH, 12-). Por con­siguiente, la oración de los favorecidos de este modo será la que hallamos en Salmos 106:4 . 

Salmos 17:8. «Guárdame como a la niña de tus ojos» (comp. con Deuteronomio 32:10 ; Zacarías 2:8).

Salmos 131:2... Es decir, que no necesita ambicionar nada, así como un niño destetado ya no ansía tomar la leche materna 

Mateo 7:24-27. Aquí tenemos un símil magnífico y extenso, que casi llega a ser clasificable como parábola. Es demasiado largo para recitado como un proverbio, y demasiado claro como para necesitar explicación. Nos da con claridad y fuerza una tremenda lección. 

Mateo 9:36. «... porque estaban extenuadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor». 

1 Pedro 2:25. «Porque erais como ovejas descarriadas (comp. con Isaías 53:6), pero ahora os habiés vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.» Aquí tenemos un símil que está en marcado contraste con el proverbio de 2 Pedro 2:22, en que se habla de la «puerca». Tanto las ovejas descarriadas como la puerca «se vuelven», pero las ovejas se vuelven al pastor, mientras que la puerca se vuelve al cieno. También es digno de notarse que el verbo «volverse», en relación con las ovejas, está en la voz pa­siva, mientras que el verbo «volverse atrás», con relación al pe­rro y a la puerca (v. 2 Pedro 2:21) está en voz activa, dando a entender que las ovejas son constreñidas a volver mediante la fuerza de un poder exterior, mientras que la puerca vuelve al cieno por su propia libre voluntad. V. también en paremia.

A veces, el símil es gramaticalmente una figura, pero impli­ca en realidad la cosa misma. Ejemplos: 

Génesis 25:31. Dice el original: «... Véndeme como en este día tu primogenitura». Lo mismo; en v. Génesis 25:33. 

Números  11:1. Dice el original: «Y aconteció que el pueblo esta­ba como murmuradores, (era) cosa mala a los oídos de Yah­weh». Aquí el símil es idéntico a la realidad: eran realmente murmuradores. 

A veces, el adverbio «como» va seguido por el adverbio «así», para dar más fuerza, profundidad y claridad a la compa­ración. Ejemplos:

Isaias 24:2. «y sucederá como al pueblo, así al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, así a su ama, etc.»

La Sinécdoque
Este vocablo, del griego «syn» = con + «ek» = de + «do­khé» = el acto de recibir, describe una figura por la que un vo­cablo recibe de otro algo, por estar asociado con él mediante al­guna conexión, como cuando se toma la parte en lugar del todo o viceversa. Se distingue de la metonimia en que, en ésta, el in­tercambio se efectúa entre dos nombres (o verbos) relacionados, mientras que, en la sinécdoque, el intercambio se efectúa entre dos ideas asociadas. Puede ser de cuatro clases:

Sinécdoque del género: se pone el género en lugar de la es­pecie:

I. El todo por la mayor parte.
II. Una proposición afirmativa universal que no se extiende a todos los casos particulares.
III. Una negativa universal que no se extiende a todos los casos particulares.
IV. Universales, en general, por particulares.
V.  Significados amplios, en lugar de otros más es­trictos

Sinécdoque de la especie: se pone la especie en lugar del género:

1. Muchos, por todos.
2. Un sentido más estrecho, por otro más amplio.
3. Nombres propios, por comunes.
4. Una especie, por todo el género.
5. Verbos especiales, por generales.
6. Un ejemplo o modelo, por todas las clases.

Sinécdoque del todo: el todo se pone en lugar de una parte:

1. Todos, o cada uno, por el todo.
2. Lo colectivo, por lo particular.
3. El todo, por una de sus partes.
4. Un lugar, por una parte de él.
5. Un tiempo, por una parte de él.

Sinécdoque de la parte: una parte se pone en lugar del todo:

1. Una parte entera de un ser humano, por toda la persona, etc.
2. Una parte entera del ser humano colectivo, por la humanidad.
3. Una parte de una cosa, por la cosa entera. Una parte de tiempo, por todo el tiempo.

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¿Qué es tipología bíblica?"

Respuesta: La tipología es una clase especial de simbolismo. (Un símbolo es algo que representa algo). La tipología se podría definir como un "símbolo profético" porque toda la tipología es una representación de algo futuro. Más concretamente, una tipología en la Escritura, es una persona o una cosa en el Antiguo Testamento que representa a una persona o cosa en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el diluvio en los días de Noé (Génesis 6-7), se usa como una tipología de bautismo en 1 Pedro 3:20-21. Cuando Pedro usa la palabra corresponde, significa en realidad figura.

Cuando decimos que alguien es figura de Cristo, estamos diciendo que una persona en el Antiguo Testamento, se comporta de una manera que corresponda a las acciones o al carácter de Jesús en el Nuevo Testamento. Cuando decimos que algo es "característico" de Cristo, estamos diciendo que un objeto o evento en el Antiguo Testamento, se puede ver como una representación de algún rasgo de Jesús.

La Escritura en sí identifica varios eventos del Antiguo Testamento como tipología de la redención de Cristo, incluyendo el tabernáculo, el sistema de sacrificio y la pascua. El tabernáculo en el Antiguo Testamento se identifica como una tipología en Hebreos 9:8-9: "La primera parte del tabernáculo . . . lo cual es símbolo para el tiempo presente". La entrada del sumo sacerdote en el lugar santísimo una vez al año, era sombra de la mediación de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Posteriormente se dice que el velo del santuario es tipología de Cristo (Hebreos 10:19-20), en el que Su carne fue rasgada, (así como el velo fue rasgado cuando Jesús fue crucificado), para proporcionar la entrada en la presencia de Dios a aquellos que están cubiertos por Su sacrificio.

En Hebreos 9:19-26, todo el sistema de sacrificios se ve como una tipología. Los artículos del "primer pacto" fueron dedicados con la sangre del sacrificio; estos artículos son llamados "las figuras de las cosas celestiales" y "figuras del verdadero" (Versículos 23-24). Este pasaje enseña que los sacrificios del Antiguo Testamento tipifican el sacrificio definitivo de Cristo por los pecados del mundo. La pascua también es tipología de Cristo, según 1 Corintios 5:7, "porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros". Es un estudio enriquecedor y gratificante, el descubrir exactamente lo que los acontecimientos de la pascua nos enseñan acerca de Cristo.

Debemos señalar la diferencia entre una ilustración y una tipología. Una tipología siempre se identifica como tal en el Nuevo Testamento. Un estudiante de la Biblia que encuentra relaciones directas entre una historia del Antiguo Testamento y la vida de Cristo, simplemente está encontrando ilustraciones y no tipologías. En otras palabras, la tipología se determina por la Escritura. El Espíritu Santo inspiró el uso de la tipología; las ilustraciones y las analogías son el resultado del estudio del hombre. Por ejemplo, muchas personas ven paralelos entre José (Génesis 37-45) y Jesús. La humillación y la posterior glorificación de José, pareciera corresponder a la muerte y resurrección de Cristo. Sin embargo, el Nuevo Testamento no utiliza nunca a José como un modelo de Cristo; por lo tanto, a la historia de José se le llama correctamente una ilustración, pero no es tipología de Cristo.