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domingo, 22 de diciembre de 2013

Sectas Judías II: Los Zelotes-Los Herodianos


Los Zelotes

Los zelotes o zelotas fueron un movimiento político-nacionalista en el siglo I fundado por Judas el Galileo poco después de nacer Jesús. Fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a otras facciones como los fariseos o saduceos, a quienes acusaban de tener "celo por el dinero". El vocablo zelota ha pasado a ser sinónimo en varios idiomas de intransigencia o radicalismo militante. El término "zelota", en hebreo kanai (קנאי, frecuentemente usado en su forma plural, קנאים kana'im), significa alguien que cela por Yahvé. El término deriva del griego ζηλωτής (zelotes), (gr.gr. griego zeµloµteµs),"emulador, celoso, admirador o seguidor".
La palabra "zelote" o "zelota" es una trascripción del griego "zelotai" que significa, únicamente, "celosos". A su vez, este término helénico no era sino la traducción de la autodenominación que se daban los componentes de este colectivo: "qannaim" (celosos, en hebreo) o "qananayya" (celosos, en arameo). El nombre implicaba un celo religioso destinado a preservar el honor del Dios de Israel contra cualquier persona, cosa o situación que, a juicio de los zelotes, lo menoscabara.

Inspiración

El partido de los zelotes, descrito por Flavio Josefo como la “cuarta filosofía” entre los judíos. Se les llamaba zelotes porque seguían el ejemplo del sacerdote Matatías y sus hijos y seguidores, que manifestaron celo por la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó suprimir la religión judía (1 Macabeos 2:24–27), y el ejemplo de Finees, que evidenció un celo parecido en momentos de apostasía en el desierto (Números 25:11; Salmo 106:30).  Los zelotes tenían como modelo a Fineés, un nieto de Aarón, que no había dudado, llevado por el celo de Dios, en traspasar de una lanzada a un israelita y a una pagana mientras se encontraban fornicando (Números 25:7-13).  Con este predecente, no debería extrañarnos que los zelotes mataran a los judíos que se casaban con no-judías sin ningún tipo de proceso previo (Sanhedrín 9, 6).

Su movimiento comenzó con Judas de Galilea en los días de Quirino como una oposición clandestina al poderío romano. Ellos sostenían que la violencia era justificada si libraba a la nación de sus opresores extranjeros. Flavio Josefo los describió como fanáticos cuyas extravagantes demandas y destemplada imprudencia se transformaron en obstáculos para su propia causa. El movimiento, no mencionado como tal en el Nuevo Testamento, comenzó cuando Judas el galileo encabezó una sublevación contra los romanos en el año 6 d. C. (Hechos 5:37). “Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.”

Inicios

La primera referencia histórica a los zelotes como partido articulado se nos da en relación con los secuaces de Menahem que, en el año 66 d. C., intentaron hacerse con el control de la guerra contra Roma (Guerra II, 441). El término es utilizado también por Flavio Josefo para hacer referencia a los rebeldes jerosilimitanos del invierno del 66-67 d. C. (Guerra II, 651) y a los seguidores de Juan de Giscala que se hicieron con el área del Templo en el 67 d. C. De la misma manera, las fuentes rabínicas sitúan las actividades de los zelotes en el periodo de la guerra contra Roma (Abot de Rabbi Nathan 6, 8). Estas noticias son evidentemente correctas porque, como ya vimos en su momento, desde la revuelta de Judas el Galileo (que debió de tener lugar durante la infancia de Jesús), los judíos intentaron tratar las tensiones con Roma pacíficamente y, como mucho, recurriendo a lo que ahora denominaríamos "acciones no-violentas". Con todo, la historia de este colectivo ha venido opacada por una referencia contenida en Flavio Josefo (Guerra II, 118; Ant XVII, 9, 23) en el sentido de que Judas el galileo, que se sublevó contra los romanos hacia el 6 d. de C., fue el fundador de la "cuarta filosofía", la de los zelotes. Dado que Josefo acostumbra a denominar a los zelotes, "bandidos" y términos similares, algunos autores han intentado trazar una línea ininterrumpida de existencia de los zelotes desde el año 6 d. C., hasta la toma de Masada. Como ya pudimos ver en la primera parte de esta obra, tal posibilidad no se puede mantener. La muerte de Judas el galileo significó el final de su movimiento (Hechos 5:37) y no tenemos noticias de nada similar - con la excepción de la sublevación del "engañador egipcio" que, no obstante, no parece haber sido un zelote - hasta el año 66 d. C. en el que, correctamente, Flavio Josefo habla de ellos. Intentar interpretar como zelotes a todos los bandoleros – calificados como tal por Josefo - que parecieron durante los sesenta años intermedios no resulta de recibo como ha demostrado recientemente un autor hispano (H. Guevara).

Se ha relacionado el término "sicario" (el que lleva la "sica" o puñal) con los zelotes. La palabra, en su sentido estricto, parece haberse referido propia­mente a asesinos y extorsionadores no impulsados necesariamente por razones políticas. Seguramente eso explica que Flavio Josefo la refiera a los zelotes, sin duda, por su contenido denigratorio. De nuevo, la palabra no puede ser identificada, sin más, con los zelotes. Los zelotes, como lo habría sido este Simón, eran los miembros una facción religiosa y política, fundada hacia el año 6 d. C., por Judas el Galileo (a quién en el texto Hechos de los Apóstoles el miembro del sanedrín Gamaliel menciona como un ejemplo de falso mesías). Los zelotes son considerados como el ala más radical e integrista del judaísmo del siglo I. El historiador de fines de ese siglo, Flavio Josefo responsabiliza a su intransigencia nacionalista de la destrucción del segundo templo de Jerusalén por las tropas romanas comandadas por Tito, alrededor del año 70.

Terrorismo

Considerándose el sucesor espiritual de los macabeos. Cuando aplastaron la sublevación, los zelotes quedaron como el ala extremista de los fariseos, dispuestos a recurrir a las armas antes que pagar tributo. Este grupo estuvo involucrado en actos de terrorismo y actividades de guerrillas. Algunos han señalado su parecido en aspectos teológicos con los fariseos. También se ha señalado su fanatismo nacionalista y su oposición a la ocupación romana. Algunos historiadores los consideran como uno de los primeros grupos terroristas de la historia ya que utilizaban el homicidio de civiles que a su entender colaboraban con el gobierno romano, para disuadir a otros de hacer lo mismo. Dentro del movimiento zelota, una facción radicalizada conocida como los sicarios, se distinguió por su particular virulencia y sectarismo. Los Zelotes tomaron parte activa en la gran rebelión, su objetivo era una Judea independiente del Imperio Romano mediante la lucha armada tal y como sucedió en la Gran Revuelta Judía del 66-73 durante la cual controlaron Jerusalén hasta que la ciudad fue tomada por los romanos, que destruyeron el Templo, y tres años más tarde ocuparon la fortaleza de Masada, el último refugio zelote, tras el suicidio de sus defensores, cerca del mar Muerto, recientemente investigada por los arqueólogos. El fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y romanos. Los zelotes eran vistos como un partido de patriotas judíos militantes del siglo I.

Doctrina

En doctrina eran muy parecidos a los fariseos a causa de su interpretación nacionalista en extremo del Antiguo Testamento, y en espíritu eran como los macabeos. Su intenso deseo de un reino independiente pudiera, haber llevado a algunos de ellos a buscar la compañía de los discípulos de Jesús. Por lo menos a uno de ellos, Simón, se distingue de Simón Pedro por ser llamado “el zelote” (Lucas 6:15; Hechos 1:13).

Para una parte de los fariseos la dimensión política desempeñaba una función decisiva en su posicionamiento vital, y estaba ligada al empeño por la independencia nacional, pues ningún poder ajeno podía imponerse sobre la soberanía del Señor en su pueblo. A éstos se los conoce con el nombre de zelotes, que posiblemente se dieron a sí mismos, aludiendo a su celo por Dios y por el cumplimiento de la Ley. Aunque pensaban que la salvación la concede Dios, estaban convencidos de que el Señor contaba con la colaboración humana para traer esa salvación. Esa colaboración se movía primero en un ámbito puramente religioso, en el celo por el cumplimiento estricto de la Ley. Más tarde, a partir de la década de los cincuenta, consideraban que también había de manifestarse en el ámbito militar, por lo que no se podía rehusarse el uso de la violencia cuando ésta fuera necesaria para vencer, ni había que tener miedo a perder la vida en combate, pues era como un martirio para santificar el nombre del Señor. La teología específica de los zelotes no parece haber sido distinta de la de los fariseos pero, a diferencia de éstos, ellos se manifestaron partidarios de iniciar una acción armada contra Roma que, pensaban, sería respaldada por Dios. Precisamente por ello, eran contrarios al pago del tributo al emperador y a los matrimonios mixtos. Su postura sólo se diferenciaba empero de la de otros judíos en su disposición a usar la violencia. Parece también claro que a su uso de la fuerza armada ligaron aspectos típicos de la violencia revolucionaria como quemar los registros de propiedad, asesinar a miembros de la clase alta, etc. Su postura llevó finalmente a la nación a la ruina (y, en este sentido, es comprensible la postura contraria que adopta Josefo), pero tanto la incapacidad de la clase gobernante judía como la rapacidad romana habían abierto las puertas a que sus posturas radicales (hoy quizá diríamos "fundamentalistas") fueran aceptadas por buena parte de la población.

Jesús y los Zelotes

Robert Eisler ha creído descubrir un vínculo entre el Cristianismo naciente y los zelotes, nacionalistas fanáticos. Este autor ve un mensaje cristiano inicial que se correpondería al de un mesianismo político tendiente a instaurar el reinado de Jesús, en caso necesario, en una Israel libre de romanos e idólatras. Este mismo punto de vista es sostenido por Brandon. Lo único que sabemos con mayor seguridad es que el mundo en el que vivía Jesús estaba fuertemente imbuido de espíritu zelote, pero según Cullmann el mismo Jesús debió constantemente tomar posición en contra de esa avanzada del nacionalismo judío frente a los romanos, desautorizándolo. Fue sólo la política de los últimos procuradores romanos y el estallido del conflicto final contra Roma lo que provocó el nacimiento de los zelotes. Los mismos, por lo tanto, no existieron en vida de Jesús (salvo el caso de Judas el Galileo) y esa circunstancia por si sola - pero a la que se pueden unir muchas más - imposibilita la adscripción del mismo a ese movimiento. Judas el Galileo es mencionado como uno de sus líderes más relevantes y recordado por sus acciones en la época del primer censo en Judea, tal como figura en los Hechos de los Apóstoles. Hoy por hoy, por lo tanto, no creemos que se pueda afirmar que existieran zelotes en el periodo que va de la muerte de Judas el galileo a los primeros años posteriores a la muerte de Jesús y, muy probablemente, al 66 d. C..

En el Nuevo Testamento es conocido el capítulo en la que la libertad de Barrabás, quien podría ser un líder zelote preso, es preferida por una muchedumbre a la de Jesús de Nazaret, atestiguando la popularidad de dicho movimiento en su época.

Mateo 27:15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 18 Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. 21 Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. 

Judas el Galileo

Judas el Galileo, también llamado Judas de Galilea, Judas de Gamala o Judas el gaulonita, fue un dirigente político-religioso judío que ofreció resistencia armada al censo que con propósitos fiscales había sido decretado en la provincia romana de Judea por el legado romano en Siria, Quirino, en el año 6 d. C.. Esto sucedió poco después de que Judea, con el destierro de Herodes Arquelao, pasase a ser administrada directamente por Roma. Su revuelta fue duramente reprimida por los romanos. Estos acontecimientos son relatados por Flavio Josefo en La Guerra de los judíos (Libro II, Capítulo 8); y en las Antigüedades judías (Libro XVIII). Judas es mencionado también por Gamaliel, miembro del Sanedrín, en un discurso puesto en su boca por el autor de Hechos de los Apóstoles (Hechos 5:37). Gamaliel lo utiliza como ejemplo de mesías fallido. En las Antigüedades judías, Flavio Josefo afirma que Judas fundó, junto al fariseo Zadoq, el movimiento de los zelotes, que él considera la cuarta secta del judaísmo del siglo I (junto con saduceos, fariseos y esenios). Josefo culpa a los zelotes de la Gran Revuelta Judía y de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén. Los zelotes predicaban que solo Dios era el verdadero gobernante de Israel, y se negaban a pagar impuestos a los romanos. Judas dirigió un asalto a la guarnición romana en Séforis (a 7 km de Nazaret), entonces la capital de Galilea. Josefo no menciona la muerte de Judas, pero informa de que sus hijos Iago y Simón fueron ejecutados por el procurador Alejandro hacia el año 46, varios años después de la afirmación de Gamaliel. Algunos historiadores consideran muy probable que haya muerto crucificado poco después de la resistencia al censo.

Simón el Zelote

Uno de los discípulos de Jesús, escogido por él como apóstol, provenía posiblemente del movimiento zelote este movimiento, pues es designado inequívocamente como Simón el Zelote en el Evangelio de San Lucas. Esta traducción que hace Lucasζηλωτην zelotei, contrasta con la trascripción griega καναναιονkananaion, de Marcos y καναναιος kananaios, de Mateo, que obviamente se refieren al hebreo qanaim o al arameo kanán.

A uno de los doce apóstoles se le llama Simón el Zelote como dice la escritura en Lucas 6:15 “Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote” y en Hechos 1:13 “Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo”. 

Simón debe de haber sido miembro del partido antes de acudir a Jesús, ya sea a causa de su temperamento celoso o apasionado o por alguna asociación con el partido de los zelotes (Cananita).

El apóstol Simón, también llamado el Zelote, es uno de los doce apóstoles. Antes de unirse a Jesús habría pertenecido al grupo de los zelotes, que luchaban contra Roma. Predicó en Egipto, Libia y, posiblemente, en Persia. Era hijo de Clopas o Alfeo o Cleofás y de María de Cleofás. Fue hermano de Santiago el Menor, José Barsabás, Judas Tadeo, Lidia (discípula) y Lisia (discípula). Por su madre fue hermano de Salomé (discípula) y Susana (discípula), y por su padre, era hermano de Simeón de Jerusalén y de Mateo el Evangelista. Según Hegesipo, Alfeo era primo de José de Nazaret y, por tanto, sería primo de JesúsSimón recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos le llaman «cananeo», Lucas le define «Zelote». "Cananeo" muchas veces se interpreta como un gentilicio, indicativo de que Simón era de Canaán, lo que parece raro, considerando que todos los apóstoles habrían sido naturales de esa macro-región (que abarca Galilea, Judea, Samaria, Transjordania y Líbano), por lo que difícilmente se podría considerar un rasgo distintivo de Simón o fuente de su apelativo. Por otro lado, "cananeo" podría corresponder una transposición al griego de la palabra hebrea que designa a los zelotes: qanaim.

Martirio

Murió como mártir en la costa de Mar Negro cerca del Cáucaso, en el territorio de la actual Abjasia,
en el año 75 d. C., en tierras de Asia menor fue aserrado por en medio por predicar y liberar a una sacerdotisa pagana de un demonio.

Judas Iscariote

Judas Iscariote (en hebreo יהודה איש־קריות [Yəhûḏāh ʾΚqərayyôṯ]) (Keriot, ¿? – Jerusalén, 27-33 d. C.), Se ha especulado en cambio sin ninguna prueba, con que Judas Iscariote era "Judas el sicario". Sin embargo, en el Testamento en Galilea de Nuestro Señor Jesucristo, evangelio apócrifo etíope, se menciona a Judas como zelota (capítulo II, versículo 12) y se le reconoce como hijo de Simón el cananeo o el Canaíta. El nombre de Iscariote sería nada más un apelativo derivado de ish-kraioth (hombre de la sica, el temible puñal curvo de los sicarios). Judas fue uno de los apóstoles de Jesús, no se menciona sobre su llamado ni cuándo se unió a los apóstoles, pero el Evangelio de Juan pone un antecedente importante de la felonía de Judas, ya que él era el tesorero y, según ese evangelio, Judas se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Juan 12:6).

Barrabás

Barrabás es un personaje citado en el Nuevo Testamento, concretamente en relación con el proceso de Jesús ante Poncio Pilato. Según Marcos y Lucas, estaba encarcelado por haber participado en un motín en el que se había cometido un homicidio (Marcos 15:7; Lucas 23:19); Juan indica que era un bandolero (Juan 18:40); y Mateo, se refiere a él sencillamente como “un preso famoso” (Mateo 27:16). La pena para su crimen habría sido la crucifixión, pero según las escrituras de los evangelios habría existido una tradición que permitiría o requeriría que Pilatos indultara a un preso sentenciado a muerte durante la Pascua mediante aclamación popular. A la gente reunida (“ochlos”, que se convirtió en “los judíos” o “la multitud” en las traducciones) se le ofreció la opción de liberar a Jesús o a Barrabás. Se habría aclamado popularmente la liberación de Barrabás, con la consecuente crucifixión de Jesús.

Contexto del personaje

En arameo, Barrabás es Bar Abbâ ( בר-אבא) y significa ‘hijo del padre’.

¿Quién era Barrabás?

El Evangelio de Juan dice que «Barrabás era salteador» (18:40). El evangelio según Marcos 15:7 dice que Barrabás “estaba en cadenas con los sediciosos, que en su sublevación habían cometido asesinato”. El evangelio según Lucas 23:19, 25 declara que el mismo Barrabás “había sido echado en la prisión por cierta sedición que había ocurrido en la ciudad, y por asesinato”. Estaríamos hablando por tanto de un luchador judío contra Roma, y no uno cualquiera, sino, como señala Mateo 27:16 “alguien famoso”. En este sentido se ha creado la idea de que era el líder de una facción sediciosa. El papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, traza el paralelo entre el nombre Bar Abba con la costumbre de otro líder sedicioso, el de la última revolución anti-romana en el año 132 d. C, que fue llamado Bar-Kokebá, «hijo de la estrella».

Controversias sobre su papel en los Evangelios

Para algunos exegetas liberales, la historia de Barrabás es utilizada con frecuencia para justificar el antisemitismo, atribuyendo por la misma al pueblo judío la posible responsabilidad de la crucifixión de Jesús. Otras fuentes consideran que fue utilizada en los primeros tiempos del cristianismo para "limpiar" de culpas al Imperio romano, facilitar la adopción de dicha religión por los romanos y finalmente su oficialización, aunque ello solo sean meras suposiciones, ya que de haber sido así nunca habría sido tal el detonante de desprecio inicial y permanente de las autoridades romanas con respecto a la doctrina cristiana, provocando persecuciones, y además se tenía constancia en el conocimiento secular la mea culpa sobre Pilatos en lo referido a la ejecución de Jesús, tal como narra el historiador Tácito, por lo que esto no era desconocido ni manejado como un "cargo de conciencia del imperio" entre los nuevos adeptos gentiles en lo concerniente al mesianismo que imperaba en Judea. En manuscritos griegos anteriores al siglo III d. C., provenientes de Cesárea, del Sinaí y Siria, y en algunos manuscritos usados por Orígenes, se le llama en Mateo 27:17 “Iesous ho Barabbas”, es decir «Jesús Barrabás», Jesús Bar Abba o Jesús Hijo del Padre. Jesús hijo del padre. Según una interpretación ambos nombres serían paralelos como símbolos de las dos opciones mesiánicas: la acción para un reino aquí, como le preguntaban a Jesús “¿Es ahora que instaurarás tu reino?” o una acción nueva, “mi reino no es de este mundo”, una fuerza transformadora paradójica, aparentemente absurda. Hyam Maccoby, especializado en el estudio de la tradición religiosa cristiana y judía, ha propuesto la teoría de que Bar Abba era el apodo que daban a Jesús, que comenzaba siempre sus plegarias con la palabra Abba, “Padre”, mientras que el uso de “barabbas” o “Bar-abbas” no parece haber sido un nombre común en dicha época. Según esta hipótesis, cuando la multitud en La matanza exigió a Pilato que diera libertad a “Bar Abba” (Barrabás) era la libertad del mismo Jesús la que pedían, incluso se afirma que el mismo Barrabas tenía como primer nombre Yeshua (Jesús) tal y como Orígenes lo hace constar, pero que posteriormente desaparece en las versiones testamentarias, posiblemente porque los primeros cristianos no creyeron conveniente que un bandido llevara el nombre de Jesús.

Otro aspecto conflictivo es la costumbre mencionada en los evangelios de liberar a un prisionero durante la Pascua. Los mismos no están de acuerdo en si era una costumbre hebrea o romana, pero en ninguno de los dos casos se encontraron otros registros históricos que confirmaran la existencia de dicha costumbre. Los registros históricos que se poseen sobre Poncio Pilatos muestran un desprecio por la tierra en donde gobernaba, que consideraba una provincia menor del Imperio romano, y la posibilidad de que honrara una tradición judía sería remota, aunque mantuviere relaciones bastante sanas con el Sumo sacerdote del Templo de Jerusalén, respetando su autonomía como tal. Podría ser posible que Pilatos accediera en el momento una supuesta tradición como excusa para no crucificar a un líder popular y no exponerse a motivar rebeliones, aplicando una especie de acclamatio (derecho de súplica), como ya lo había hecho anteriormente frente a otra muchedumbre embravecida en el hipódromo de la ciudad de Cesarea, Pero esta vez los evangelios no lo retratan como si tuviera la situación bajo control, ya que esta no era otra simple trifulca común, sino que abarcaba directamente la posibilidad sería de desestabilización en su Procurado, esto por las acusaciones de pretender infringir intervención directa sobre los asuntos religiosos internos del pueblo, al tener que definir una sentencia "bajo la protección" de la Ley política romana, acciones donde Pilatos se manejaba con bastante cautela y mantenía al margen. Algunos eruditos han afirmado la posibilidad que Jesús y Barrabás pudiesen haber sido la misma persona, y que estas terminaron siendo entendidas como dos diferentes por factores diversos. Existen varias lecturas acerca de tal hipótesis exegética, una interpretación plantea que habría sido responsabilidad de elementos antisemitas en la iglesia, que al dirigir la petición de libertad hacia una persona retratada como reprobable coloca en el judaísmo la responsabilidad por la crucifixión. También algunos consideran podría haberse tratado de un error de traducción. La multitud podría haber pedido la liberación de “Jesús Barrabás” (bar-Abba en arameo, ‘hijo del padre’), y Pilatos habría rechazado la aclamación popular. Cuando la historia fue traducida a otros idiomas, los traductores podrían no haber dominado el idioma arameo: la petición de liberación habría permanecido, pero Barrabás habría pasado en el proceso a ser una persona diferente. En este sentido, debe señalarse que muy poco tiempo antes, quizás menos de una semana, otra multitud compuesta de seguramente las mismas personas había aclamado a Jesús a su entrada a la ciudad. Pero de la misma forma con ello no se podría descartar la interpretación que dicha figura de rebelde-agitador utilizara Bar Abbâ como una especie de apelativo o "nombre de guerra", muy similar a los atribuidos en los jefes de rebeliones anteriores contra los romanos que eran a la vez tanto políticas como religiosas, y por tanto este fuera un individuo independiente con el mismo nombre Iesous (Jesús), conociéndose el hecho que en Jerusalén el mismo era bastante común entre sus habitantes, y bajo el apelativo Bar-Abba.

Una posible parábola

Algunos estudiosos consideran también la posibilidad de que toda la situación respecto de Barrabás no habría ocurrido realmente, sino que sería un añadido literario a la historia, para constituir una parábola. Se indica que la elección entre uno u otro prisionero, si es retirada de la historia, no altera el curso de los acontecimientos. En este caso, la historia habría estado presente en los textos originales en arameo, antes de su traducción al griego. Un posible motivo para añadir a Barrabás habría sido el de crear una contrafigura opuesta a Jesús, que estaría preso por alzarse violentamente en contra del Imperio romano, mientras que la resistencia de Jesús rechaza por completo la violencia y predica el dar la otra mejilla. La situación obligaría al lector, o al oyente, a tomar partido por uno u otro, y decidir qué forma de proceder es realmente la que se corresponde con Dios. Esta opción, haría de Barrabás el mesías guerrero que algunos judíos esperaban, un zelote, para que los librase de los romanos, prefiriéndole al mesías pacífico, Jesús de Nazaret. Barrabás podría ser también una alegoría de la humanidad. La liberación del pecador Barrabás podría representar la liberación de la humanidad del pecado original de Adán que tuvo lugar con la crucifixión de Jesús.

Los Herodianos

Era un partido político judío adicto a los Herodes. Como los príncipes herodianos dependían de Roma, sus partidarios se sometían de buena voluntad al poder romano, y sostenían que era justo pagar tributo a los emperadores, cosa que negaban los fariseos. Sin embargo, ambos deseaban la continuación de la religión judía, y se unieron para oponerse a la obra de Cristo, el verdadero Mesías

Los herodianos como parte de este partido político minoritario que favorecía la continuación de la dinastía de Herodes. Estuvieron muy activos en los días de Jesús. Normalmente, ellos y los fariseos eran archienemigos, pero aquí aparecen unidos en el común propósito de destruir a Jesús. El mal, lo mismo que la justicia, puede unir a la gente. En veremos en las escrituras se los menciona como enemigos de Jesús, una vez en Galilea y luego en Jerusalén. Hacen alianza con los Fariseos y Saduceos. la biblia dice:

Marcos 3:6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

Marcos 12:13 Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.

Mateo 22:16 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres”.

Su asociación con los fariseos en la cuestión referente al pago del tributo al César sugiere que estaban de acuerdo sobre este asunto, o sea el nacionalismo por oposición a la sumisión al yugo extranjero. Los herodianos pues constituían un partido judío que favorecía a la dinastía herodiana. Como ya lo expresamos, acerca de su carácter y doctrinas nada se sabe con certeza. Algunos opinan que se trataba de un movimiento político judío que simpatizaba especialmente con la casa de Herodes (en este caso, Antipas) por encima de los procuradores romanos, quizás con la esperanza del establecimiento del reino davídico. Si esto era así, resulta sorprendente verles confabulados con los fariseos, cuyas opiniones políticas eran totalmente distintas. Esto muestra hasta qué punto tanto fariseos como herodianos llegaron a ver en Jesús a su enemigo común. La opinión de otros que constituían un partido religioso conocido en la literatura rabínica como los “boetosianos”, es decir adherentes de la familia de Boeto, cuya hija Mariamne fue una de las esposas de Herodes el Grande, y cuyos hijos fueron elevados por él al sumo sacerdocio. En varias ocasiones se aliaron con los fariseos para oponerse a Jesús. Y otras opiniones más al respecto, creen que eran personas que apoyaban a Herodes Antipas, que hizo mucho para agradar al pueblo al vivir como un judío ortodoxo y que, por tanto, debió contar con simpatizantes entre éstos. También es posible que estuvieran en favor del movimiento helenizador apoyado por la familia Herodes. Jerónimo pensó que los herodianos eran soldados de Herodes, mientras que otros comentadores han visto en ellos oficiales de la corte de Herodes. Lo cierto es que los herodianos representaban a un grupo de personas ricas para quienes un gobierno estable significaba prosperidad y seguridad continuadas. y que Jesús representaba un peligro para su estabilidad político, comercial y religiosa.

Continua en Sectas Judías III: Divisiones Étnicas
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martes, 10 de diciembre de 2013

Sectas Judías I: Los Fariseos-Los Saduceos

Las sectas judías que permanecieron activas en tiempos de Jesús en Jerusalén, Judea y  Galilea podrían haberse llamado partidos, puesto que ninguna excluía a la otra como practicante de la Ley y de los  Mandamientos en general, solo había discusiones entre todas en cuanto a la manera de llevarlos a cabo; es decir, de cómo poner en práctica los mandamientos de la Ley (Halajá que significaba práctica de la Ley). La discrepancia en estos asuntos se refleja en el Nuevo Testamento, donde la aguda crítica de Jesús revela la forma exterior de la práctica de los Fariseos y las creencias morales de los Saduceos, que  llevaron anteriormente a los Esenios a una vida de retiro y purificación continuas fuera del contacto con los demás, pero nunca a cambiar el lugar de culto, es decir el Templo de Jerusalén.

Los Fariseos

Los fariseos (del hebreo פרושים perushim, de parash, «separar») era una comunidad judía que existió hasta el siglo II, de la presente era.
El grupo atribuía su inicio al período de la cautividad babilónica (587 a.C.-536 a.C.). Algunos sitúan su origen durante la dominación persa o los consideraban sucesores de los hasidim (devotos). Se definieron como partido durante la revuelta de los macabeos contra los invasores Seleucidas (167 – 165 a. C.). Fueron coetáneos de Los Saduceos, Esenios y Zelotes. Este grupo es citado numerosas veces en los Evangelios del Nuevo Testamento.
 
Existencia

Está totalmente probada la existencia de un grupo fariseo durante toda la época final del segundo templo, tal como lo documenta el testimonio múltiple de Flavio Josefo, el NT y la literatura rabínica.
Dicho grupo fariseo tiene sus raíces ya en la época de los hasmoneos. Existían todavía durante la guerra, como lo prueba la delegación de los tres fariseos que fueron enviados a relevar a Josefo de su puesto en Galilea. Son numerosos los textos que nos hablan de la oposición y las tensiones entre fariseos y saduceos en esta época.

De Clase Media

Los fariseos eran en su mayoría hombres de negocios de la clase media, y por lo tanto estaban en contacto con el hombre común. Los fariseos eran tenidos por el hombre común, en una estima más alta que los saduceos. Aunque ellos eran una minoría en el Sanedrín, y mantenían un número minoritario de posiciones como sacerdotes, ellos parecían controlar las decisiones, haciendo del sanedrín algo más importante de lo que lo hicieron los saduceos, nuevamente debido a que tenían el apoyo de la gente. Las fuentes escritas parecen subrayar el grado de popularidad que los fariseos tenían en la sociedad judía de su época, totalmente desproporcionada si tenemos en cuenta su escaso número. Con todo, dado que las fuentes sobre  los fariseos han sido escritas cuando ya los fariseos de Yavne se habían constituido en judaísmo normativo, puede ser que tanto los rabinos, como Josefo, como el propio Nuevo Testamento, y por razones distintas, hayan retroproyectado a la época farisea el tipo de normativismo que los rabinos tuvieron en décadas posteriores.

Sanders ha refutado la opinión de Jeremías, según el cual la corriente farisea era la corriente ya dominante en el judaísmo de finales del segundo templo. Sanders insiste en que en esa época el judaísmo normativo no era todavía el de los fariseos, sino el de los sacerdotes. Ni siquiera cree Sanders que los fariseos controlasen la opinión de las masas de una forma extraoficial. En este punto Flavio Josefo nos ha ofrecido una visión exagerada, con vistas a potenciar la autoridad rabínica de las últimas décadas de siglo. Pero en la época de Jesús los fariseos no controlaban el acceso al templo, ni otorgaban certificados de pureza, ni decidían quién pertenecía o quién no pertenecía al pueblo de la alianza.

Fuentes sobre los Fariseos

El estudio de los fariseos “históricos” en las fuentes rabínicas es mucho más complicado aún que el estudio del Jesús “histórico” en las fuentes cristianas.

Los fariseos como grupo nos son conocidos sobre todo por Flavio Josefo, el Nuevo Testamento y los escritos rabínicos, en este orden de importancia. Cronológicamente es el Nuevo Testamento la fuente más antigua para el conocimiento de los fariseos. No siempre resulta fácil concordar los datos que reflejan estas tres fuentes debido a que todas ellas han sido editadas conforme a determinados intereses ideológicos. Como dice Sievers humorísticamente, “hoy sabemos bastante menos sobre los fariseos de lo que sabía la generación anterior a nosotros”. El criterio más importante para reconstruir a los “fariseos de la historia” será el del testimonio múltiple tanto de fuentes como de formas literarias. Cartas de Pablo, Evangelios, Hechos, Josefo y literatura rabínica representan formas literarias distintas, y representan intereses distintos. En cuanto a su antigüedad, las fuentes más antiguas son el Nuevo Testamento, luego Josefo, y por último la Misná. La más antigua mención a un fariseo es la de Pablo en la carta a los Filipenses 3:5.

La Doctrina Farisea


El más alto representante del judaísmo era el Sumo Sacerdote, cargo que a la destrucción del templo se volvió innecesario; así el culto pasó a la sinagoga (en hebreo בית כנסת, beit knéset, «casa de reunión»).  De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la ley que fue la que redactó los distintos Talmud. A diferencia de los Saduceos, los fariseos lograron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los judíos.

Aparte de estas prácticas jurídicas fariseas bien documentadas, podríamos añadir algo acerca de las creencias de los fariseos. Los sinópticos y Hechos testimonian sobre la fe de los fariseos en la resurrección de los muertos, en contraposición con los saduceos que no creían en ella (Marcos 11.20-12,37). También Josefo nos dice que los fariseos diferían de los saduceos en este punto. Los fariseos creían en la inmortalidad del alma, en premios y castigos tras la muerte, y en un pasaje de la resurrección de los muertos, aunque es suficientemente ambiguo para que los gentiles lo interpretasen como reencarnación. La Misná nos dice que quienes no creen en la resurrección de los muertos no tendrán parte en la vida futura. Religiosamente, ellos aceptaban la Palabra escrita como inspirada por Dios. Para el tiempo del ministerio terrenal de Jesucristo, esto habría sido lo que es ahora nuestro Antiguo Testamento. Pero ellos también le concedían igual autoridad a la tradición oral, e intentaban defender su posición diciendo que ésta se remontaba hasta Moisés. Esto no era nada más que legalismo. Estas tradiciones se habían desarrollado a través de los siglos, y se añadían a la Palabra de Dios, lo cual está prohibido (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:18-19), y los fariseos buscaban obedecer estrictamente estas tradiciones junto con el Antiguo Testamento. Los Evangelios abundan en ejemplos de los fariseos tratando estas tradiciones de igual manera que la Palabra de Dios (Mateo 9:14; 15:1-9; 23:5; 23:16, 23; Marcos 7:1-23; Lucas 11:42). Sin embargo, ellos permanecieron fieles a La Palabra de Dios con referencia a ciertas otras doctrinas importantes. En contraste con los Saduceos, ellos sostenían lo siguiente:

 1 Creían que Dios controlaba todas las cosas, y no obstante, las decisiones hechas por individuos también contribuían al curso de la vida de una persona.

 2 Creían en la resurrección de los muertos (Hechos 23).

 3 Creían en una vida después de la vida, con la correspondiente recompensa y castigo sobre una base individual.

 4 Creían en la existencia de ángeles y demonios (Hechos 23).

Mientras que los saduceos dejaron de existir después de la destrucción de Jerusalén y del Templo, debido a su naturaleza altamente política, los fariseos, quienes estaban más preocupados con el estado religioso de Israel, continuaron existiendo mucho después de la destrucción de Jerusalén. De hecho, los fariseos estuvieron en contra de la rebelión que trajo la destrucción sobre Jerusalén en el 70 d. C., y después de esto, fueron los primeros en hacer las paces con los romanos.

Por ello, tras la caída del Templo, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto. Los fariseos también fueron responsables por la compilación de La Mishna, un importante documento con referencia a la continuación del judaísmo más allá de la destrucción de su lugar central de adoración, el Templo. Algunos han sugerido que el libro apócrifo Los salmos de Salomón y el Libro de los Jubileos podrían estar escritos por los fariseos, pero no hay manera de probarlo. Otra posible fuente de conocimiento sobre las ideas fariseos puede ser Saulo de Tarso, en la medida en que podamos comprobar cuáles eran las ideas que mantuvo durante su etapa farisea, y de las cuales se distanció en el momento de su conversión. Parece ser que el Saulo fariseo ya creía en la futura venida del Mesías, aunque se resistía a identificarlo con Jesús de Nazaret. Lo mismo puede decirse del sustrato escatológico de la esperanza en unos últimos días como cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Más difícil es entender cuál era la creencia farisea respecto al determinismo y el libre albedrío. Josefo contrasta la posición farisea con la posición más determinista de los esenios, pero es difícil evaluar en qué consistían exactamente ambas posiciones. A diferencia de los saduceos debemos creer todo lo que dice la Biblia, incluyendo lo milagroso y la vida después de la vida. A diferencia de los fariseos, no debemos tratar las tradiciones como si tuvieran una autoridad igual a la de la Escritura, y tampoco debemos permitir que nuestra relación con Dios sea reducida a una lista legalista de reglas y rituales. En la Palestina del siglo I habían surgido algunos grupos entre la población judía como consecuencia de las diversas sensibilidades acerca de las fuentes y los modos de vivir la religión de Israel.

Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados.

Cumplimiento escrupuloso de la Ley

Los fariseos eran bien conocidos por su escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley (Lucas y Josefo). Lo mismo se deja ver al estudiar las distintas actitudes que fariseos y saduceos tenían en puntos concretos de la Ley, o sus disputas con Jesús en los evangelios. También Pablo habla de su celo por la Ley durante su etapa Farisea.

Sin embargo esta escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley, no quita otro rasgo bien testificado de que los fariseos tendían a la clemencia en el juicio.

Aceptación de las tradiciones de los padres junto a la Torah escrita


En aquella época había una disputa sobre la interpretación de la Ley de Moisés, entre diversos grupos que tomaban todos ellos posturas extremas, pero no coincidentes. Sabemos también de los qumranitas y su celo por determinados aspectos legales. Los qumranitas apelaban a revelaciones y profecías. Los fariseos en cambio apelarán a las tradiciones de los padres. Admitían que estas tradiciones no se encontraban en la Ley escrita, pero intentaban convencer a todos los judíos de la obligatoriedad de dichas tradiciones, que los saduceos y Jesús mismo rechazaban.

También la Misná hace referencia a la doble Ley, la escrita y la oral, pero probablemente se trata de un desarrollo doctrinal posterior a la época de Jesús. Ningún texto de aquella época habla de que los fariseos hiciesen referencia a una Ley oral, o a una doble Ley. Los rabinos posteriores quisieron establecer una cadena ininterrumpida que unía el Sinaí con las tradiciones, como si dichas tradiciones fuesen parte de una Ley oral que viniese desde Moisés a través de una cadena continua de transmisores. Esta teoría no estaba aún sistematizada en la época de los fariseos. Aparece ya en forma embrional en m.Abot 1,1, donde se nos da la cadena que va desde Moisés hasta Hilel y Samay, y posteriormente hasta Yohanan ben Zakay, el fundador de la academia de Yavne. De cada una de estas generaciones se nos dice expresamente que recibió –qibbel- esta Torah de la generación anterior. Aunque la Misná y después el Talmud han elaborado considerablemente esta visión farisea de las tradiciones de los padres, convirtiéndola en el dogma de la doble Ley, podemos reconocer que germinalmente esta doctrina estaba ya presente entre los fariseos históricos de la época de Jesús.

Principales observancias legales farisaicas

Meier ha resumido el contenido de algunas de estas tradiciones típicamente farisaicas, siguiendo siempre el criterio de atestación múltiple. Reproducimos sus conclusiones. En cada caso cita los testimonios coincidentes en que se nos habla de que estos temas formaban parte de las preocupaciones fariseas reseñadas en el NT o en los escritos tanaíticos acerca de rabinos claramente fariseos como Gamaliel I y su hijo Simón I, o probablemente fariseos como Hilel y Samay.

*reglas de pureza acerca de alimentos y vasijas para líquidos y alimentos.
*reglas de pureza acerca de cadáveres y tumbas.
*reglas de pureza sobre el culto del templo.
*diezmos, tributos y derechos sacerdotales.
*observancia del sábado y las fiestas.
*matrimonio y divorcio.

Los Fariseos y Jesús

En tiempos de Jesús, los más apreciados por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Dedicaban su mayor atención a las cuestiones relativas a la observancia de las leyes de pureza ritual incluso fuera del templo. Las normas de pureza sacerdotal, establecidas para el culto, pasaron para ellos a marcar un ideal de vida en todas las acciones de la vida cotidiana, que quedaba así ritualizada y sacralizada. Junto a la Ley escrita (Torah o Pentateuco), fueron recopilando una serie de tradiciones y modos de cumplir las prescripciones de la Ley, a las que se concedía cada vez un mayor aprecio hasta que llegaron a ser recibidas como Torah oral, atribuida también a Dios. Según sus convicciones, esa Torah oral fue entregada junto con la Torah escrita a Moisés en el Sinaí, y por tanto ambas tenían idéntica fuerza vinculante. Aunque los fariseos eran rivales con los saduceos, se las ingeniaron para hacer a un lado sus diferencias en una ocasión – el juicio de Cristo. Fue en este punto en el tiempo, que los saduceos y fariseos se unieron para llevar a Cristo a la muerte (Marcos 14:53; 15:1; Juan 11:48-50). Tanto los fariseos como los saduceos se hicieron acreedores a numerosas reprimendas de Jesús. Tal vez la mejor lección que podemos aprender de los fariseos y los saduceos, es el no ser como ellos, en la hipocresía, ya que la ley es correcta.

Conflicto político-religioso

Los fariseos se opusieron a la política del Sumo Sacerdote Juan Hircano (134-104 a. C.), quien actuó apoyado por los saduceos. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo, vivía más como un rey pagano que como un sacerdote judío, y los sectores tradicionalistas criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio, reclamando una separación de ambas funciones. El líder fariseo Eleazar exigió que Juan Hircano renunciara al sumo sacerdocio. El enfrentamiento de los fariseos contra los saduceos se agudizó durante los reinados de los hijos de éste, Aristóbulo I (104-103 a. C.) y Alejandro Janeo (103-76 a. C.) Este último reprimió un levantamiento popular e hizo crucificar a tres mil fariseos. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a. C., rehabilitó a los sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando su influencia política y religiosa. La reina nombró a su hijo Hircano II como Sumo Sacerdote, con el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, que buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con ayuda farisea sitió Jerusalén en el 65 a. C., pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II.

Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en el 63 a. C., y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea.
El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como gobernante militar de Galilea.

En el 40 a. C., Antígono Matatías, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio Parto y de los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes que había huido y el general romano Socio, retomaron Jerusalén en el 37 a. C. En connivencia con el Imperio romano, Herodes fue rey entre el 37 y el 4 a. C. y contrajo matrimonio con Mariana, hija de Hircano II, a quienes luego ejecutó, provocando la ruptura entre los fariseos y la dinastía herodiana.

En el 4 a. C. el fariseo Saddoq y Judas el Galileo se levantaron llamando a no pagar impuestos a Roma. El hijo de Herodes, Herodes Arquelao y el jefe militar romano Varo reprimieron el levantamiento: dos mil rebeldes fueron crucificados. Se considera que esta sublevación fue el origen de los zelotes, que consideraban que la única forma de quitarse el yugo romano: era a través de alzamiento en armas, tal como intentaron con fatal y trágico resultado. La rebelión acabó con el suicidio colectivo de la asediada Masada (año 73 d. C.).

Rasgarse las vestiduras

El pasaje del evangelio en que los fariseos se "rasgaban las vestiduras" delante de las palabras de Jesús (costumbre antigua en señal de duelo o de ultraje público), ha hecho que la frase "Rasgarse las vestiduras" sea muy popular en algunos países cristianos, para expresar la indignación -fingida- de alguien delante de un hecho determinado, desaprobándolo.

Desavenencias

En muchos pasajes del nuevo testamento los fariseos aparecen como unos sectarios, defensores de la ley mosaica. Hasta se da el caso que según una de las tradiciones, son expulsados del Templo de Jerusalén por un Jesús indignado. De entre todos los grupos judíos contemporáneos, los fariseos eran los que tenían la doctrina más parecida a la de Jesús. Las disputas entre uno y otros podrían considerarse disputas de escuela. La mala imagen de los fariseos en el cristianismo actual, tiene bastante de calumnia. En la tradición cristiana se ha equiparado judaísmo y fariseísmo, entendiendo éste como hipocresía y legalismo. Esto es hacer una grave ofensa e injusticia a toda una importante tradición religiosa que se ve ridículamente caracterizada. Además al oponer así cristiano y judío, olvidamos que el fariseísmo, en su sentido malo, es una mala hierba que crece no sólo entre los judíos, sino también entre los cristianos.

Los Saduceos

Los Saduceo(o zadokitas.)
Prominente secta religiosa del judaísmo relacionada con el sacerdocio. (Hechos 5:17.) 
Históricamente, la cuestión de la derivación y el significado del nombre de "saduceos" ha estado estrechamente ligada a la cuestión de la naturaleza del grupo. Desde Abraham Geiger argumentó que los saduceos eran la aristocracia sacerdotal, han llevado a cabo la mayoría de los expertos que su nombre se deriva de "Sadoc", el nombre del sumo sacerdote durante el reinado de Salomón (I Reyes 2:35; Cf. Ezequiel 44:15; 48:11). Así, los saduceos se cree que han sido parte de la elite sacerdotal sadoquita. Hay problemas con esta construcción, sin embargo. El "Sadoc" etimología no explica la duplicación de la "d". Por otra parte, cuando los saduceos apareció en la escena, los sacerdotes sentencia se asmoneos, no sadoquitas. Es poco probable que los asmoneos se han aliado con un grupo rival sacerdotal cuyo nombre en tela de juicio la legitimidad de los sumos sacerdotes asmoneos. Más recientemente, muchos estudiosos han sostenido que los saduceos eran esencialmente una confederación de los hombres ricos y poderosos (esto incluye a miembros de la aristocracia sacerdotal), que tomó un laico-pragmática, en lugar de una religiosa-ideológica, con lo que se refiere a la nación y sus leyes. Junto con este punto de vista, las nuevas etimologías de "saduceos" se han ofrecido. TW Manson propone que detrás del nombre era el syndikoi título griego, que significa "los funcionarios fiscales." R. del Norte sugirió que los saduceos se veían como los administradores de la justicia y que su nombre se deriva de un adjetivo de otro modo sadduq unattested Piel ("sólo"). 

Estas y otras etimologías resolver algunos problemas, pero plantear otros nuevos, en el fondo, todos ellos siguen siendo especulativos. A la luz de la ausencia total de las fuentes de los saduceos, parece prudente admitir que tanto la naturaleza precisa de los saduceos y la derivación de su nombre siguen siendo inciertas. No se sabe exactamente cuándo apareció la secta religiosa de los saduceos. La primera mención histórica de ellos por nombre aparece en los escritos de Flavio Josefo, donde se indica que en la última mitad del siglo II a. C. estaban enfrentados a Los Fariseos. 

La Doctrina de los Saduceos

Religiosamente, los Saduceos eran más conservadores que los Fariseos en un área importante de la doctrina. Los Fariseos concedieron a la ley oral la misma autoridad que a la Palabra de Dios escrita, mientras que los saduceos consideraban que solo la Palabra escrita era de Dios. Los saduceos trabajaron arduamente para preservar la autoridad de la Palabra de Dios escrita, especialmente los Libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio).

Hechos 23:8 dice con referencia a sus creencias religiosas: “Los saduceos dicen que no hay ni resurrección, ni ángel, ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente”.

Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en las numerosas cuestiones casuísticas de los fariseos, y por tanto subestimando lo que aquellos consideraban Torah oral. A diferencia de los fariseos no creían en la pervivencia después de la muerte, ni compartían sus esperanzas escatológicas.

Mientras que ellos pudieran ser elogiados por esto, definitivamente no eran perfectos en cuanto a su punto de vista doctrinal. La siguiente es una breve lista de las creencias que ellos adoptaban y que contradecían la Escritura:

 1 Eran extremadamente auto-suficientes, al punto de negar la intervención de Dios en los asuntos de la vida diaria.

 2 Negaban cualquier resurrección de los muertos (Mateo 22:23; Marcos 12:18-27; Hechos 23).

 3 Negaban cualquier vida después de la muerte, sosteniendo que el alma perece con la muerte, por lo tanto creían que no había ningún castigo o recompensa después de la vida en la tierra.

 4 Negaban la existencia del mundo espiritual, por ejemplo Ángeles y demonios (Hechos 23).

Flavio Josefo

(Antigüedades Judías, libro XIII, cap. X, sec. 6.) Josefo también da información acerca de las enseñanzas de esta secta. Sin embargo, hay ciertas dudas de que los datos que presenta se atengan a los hechos. A diferencia de los fariseos —dice Josefo—, los saduceos negaban el destino, afirmando que la persona, mediante sus propias acciones, era la única responsable de lo que le aconteciese. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. V, sec. 9.) Rechazaban las muchas tradiciones orales que observaban los fariseos, así como la creencia farisaica de la inmortalidad del alma y los castigos o recompensas futuros después de la muerte.

Los Saduceos eran más bien ásperos en sus tratos entre sí, y se decía que eran dados a la polémica. Según Josefo, sus enseñanzas atraían a “los ricos”. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. X, sec. 6; libro XVIII, cap. I, sec. 4; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. VIII, sec. 14.)

Como indicó Juan el Bautista, los Saduceos tenían que producir frutos propios de arrepentimiento. Eso se debía a que no habían guardado la ley de Dios, como tampoco habían hecho los fariseos. (Mateo 3:7-8.) El propio Jesús comparó su enseñanza corruptora a la levadura. (Mateo 16:6, 11-12.)

Solo para la Clase Alta

Ellos tendían a ser ricos y mantenían posiciones de poder, incluyendo la de los jefes sacerdotales y el sumo sacerdote, ocupaban la mayoría de los 70 lugares del concilio gobernante llamado el Sanedrín. 
Los saduceos, por su parte, eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos habían salido desde el inicio de la ocupación romana los sumos sacerdotes que, en ese momento, eran los representantes judíos ante el poder imperial.

No gozaban de la popularidad ni el afecto popular del que disfrutaban los fariseos, pero tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes.

Trabajaban duramente para mantener la paz, mediante la aceptación de las decisiones de Roma (Israel en este tiempo estaba bajo el dominio de Roma), y de hecho ellos parecían estar más ocupados con la política que con la religión. Por estar amoldados a Roma, y ser la clase rica privilegiada, ellos no se relacionaban bien con el hombre común, como tampoco el hombre común tenía una alta opinión de ellos. El hombre común se relacionaba mejor con aquellos que pertenecían al partido de los fariseos. Aunque los saduceos ocupaban la mayoría de los lugares en el sanedrín, la historia indica que muchas veces ellos tenían que estar de acuerdo con las ideas de la minoría farisea, nuevamente, porque los fariseos eran populares entre las masas.

Los Saduceos y Jesús

Por estar los saduceos más preocupados por la política que por la religión, no se ocuparon de Jesús, hasta que se volvieron temerosos de que Él pudiera atraer la no deseada atención de Roma. Fue en este momento que los saduceos y fariseos se unieron y conspiraron para llevar a Cristo a la muerte (Juan 11:48-50; Marcos 14:53; Marcos 15).

Un grupo de saduceos trató de entrampar a Jesús en la cuestión de la resurrección y el matrimonio de levirato. Pero él los hizo callar, apoyándose en los escritos de Moisés, que los saduceos afirmaban aceptar, y así refutó su punto de vista de que no había resurrección. (Mateo 22:23-34; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-40.) Más tarde, cuando el apóstol Pablo estuvo ante el Sanedrín, logró dividir al alto tribunal judío enfrentando a fariseos con saduceos, un enfrentamiento propiciado por las diferencias religiosas que existían entre ellos. (Hechos 23:6-10).

Aunque los fariseos y los saduceos estaban divididos en sentido religioso, se unieron para tentar a Jesús pidiéndole una señal (Mateo 16:1) y en su oposición general a él. La Biblia parece indicar que los saduceos desempeñaron un papel importante en procurar la muerte de Jesús. Algunos saduceos eran miembros del Sanedrín, el tribunal que conspiró contra Jesús y más tarde lo condenó a muerte. El saduceo y sumo sacerdote Caifás era parte de ese tribunal y probablemente también otros sacerdotes prominentes. (Mateo 26:59-66; Juan 11:47-53; Hechos 5:17, 21). Por lo tanto, cuando las Escrituras Griegas Cristianas hablan de ciertas acciones emprendidas por los principales sacerdotes, seguramente había saduceos implicados. (Mateo 21:45-46; 26:3-4, 62-64; 28:11-12; Juan 7:32.) Parece ser que llevaron la delantera en el intento de detener el crecimiento del cristianismo después de la muerte y resurrección de Jesús. (Hechos 4:1-23; 5:17-42; 9:14). Durante el tiempo de Cristo y la era del Nuevo Testamento, aquellos que eran saduceos, eran aristócratas. Otras menciones de los saduceos se encuentran en Hechos 4:1, Hechos 5:17, y su implicación en la muerte de Jacobo, según el historiador Josefo (Hechos 12:1-2). Los saduceos dejaron de existir en el año 70 d.C. Puesto que este partido existía por sus lazos políticos y sacerdotales, cuando Roma destruyó Jerusalén y el Templo en el 70 d. C., los saduceos fueron también destruidos.

Continua en Las Sectas Judías II: Los Zelotes-Los Herodianos
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