Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 9 de noviembre de 2009

Jesucristo V: Resurrección-Ascensión

La Ascensión por Gustave Dore

La Resurrección
Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones. En todos ellos, la primera en descubrir la resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y Lucas) relatan también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían según los evangelios:

- En el Evangelio de MateoMaría Magdalena y «la otra María» fueron al sepulcro en la mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que presenciaron la escena, temblaron de miedo y «se quedaron como muertos» (Mateo 28:1-4). El ángel anunció a las mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea, donde podrían verle. Al regresar, el propio Jesús les salió al encuentro, y les repitió que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea (Mateo 28:5-10). Entre tanto, los guardias avisaron a los príncipes de los sacerdotes de lo ocurrido. Éstos les sobornaron para que divulgaran la idea de que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo (Mateo 28:11-15). Los once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el encargo de predicar el evangelio (Mateo 28:16-20).

- En el Evangelio de Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la intención de ungir a Jesús con perfumes (Marcos 16:1-2). 

Vieron que la piedra que cubría el sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un joven vestido con una túnica blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les ordenó que dijesen a los discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que María y sus compañeras no dijeron nada a nadie, pues tenían miedo (Marcos 16:3-8). A continuación, se dice que Jesús se apareció a María Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los seguidores de Jesús la buena noticia, pero no fue creída (Marcos 16:9-11). Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino: cuando estos discípulos contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó (Marcos 16:12-13). Finalmente, se apareció a los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su resurrección. Les encomendó predicar el evangelio. (Marcos 16:14-18, 20).

- En el Evangelio de Lucas, algunas mujeres, María Magdalena, Juana y María de Santiago, y otras cuyos nombres no se mencionan, acudieron al sepulcro para ungir a Jesús con perfumes. Encontraron removida la piedra del sepulcro, entraron en él y no encontraron el cuerpo (Lucas 24:1-3). Entonces se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes, quienes les anunciaron la resurrección de Jesús (Lucas 24:4-7).

Las mujeres anunciaron la resurrección a los apóstoles, pero estos no las creyeron (Lucas 24:8-11), excepto Pedro, que fue al sepulcro y comprobó que el cuerpo había desaparecido (Lucas 24:12). Ese mismo día, Jesús se apareció a dos discípulos que caminaban de Jerusalén a Emaús, que lo reconocieron en el momento de la fracción del pan (Lucas 24:13-35). Poco después se presentó ante los once, que creyeron que se trataba de un espíritu, pero les demostró que era él en carne y huesos, y comió en su presencia (Lucas 24:36-43). Les explicó el sentido de su muerte y resurrección (Lucas 24:44-49).

- En el Evangelio de Juan, María Magdalena fue al sepulcro muy de madrugada y descubrió que la piedra había sido removida. Corrió en busca de Pedro y del «discípulo a quien Jesús amaba» para avisarles (Juan 20:1-2). Los dos corrieron hacia el sepulcro. El discípulo amado llegó primero, pero no entró en el sepulcro. Pedro entró primero y vio las fajas y el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo entró después, «y vio y creyó» (Juan 20:3-10). Maria Magdalena se quedó fuera, y se le aparecieron dos ángeles vestidos de blanco. Le preguntaron: «¿Por qué lloras, mujer?», y ella contestó: «Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Se volvió hacia atrás, y vio a Jesús resucitado, quien le preguntó a su vez por qué lloraba. Magdalena le confundió con el hortelano, y le preguntó dónde había puesto a Jesús. Jesús la llamó: «¡María!», y ella lo reconoció, respondiendo: «¡Rabbuní!». Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no había subido al Padre, y pidió que avisara a sus hermanos de que iba a subir al Padre. Entonces ella fue a anunciar lo ocurrido a los discípulos (Juan 20:11-18).

Ese mismo día, por la tarde, Jesús se apareció al lugar en que los discípulos se encontraban ocultos por temor de los judíos. Les saludó diciendo «La paz sea con vosotros», les mostró la mano y el costado, y, soplando, les envió el Espíritu Santo.

Uno de los once, Tomás, no estaba con el resto cuando tuvo lugar la aparición de Jesús, y no creyó que el aparecido fuera realmente Jesús (Juan 20:19-25). Ocho días después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos, incluido Tomás. Para vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano y su costado. Tomás creyó en él (Juan 20:26-29). Más adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus discípulos cuando estaban pescando junto al Mar de Tiberiades. No habían pescado nada; les pidió que volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces. Entonces lo reconocieron, y comieron con él panes y peces (Juan 21:1-14). Tras esto, se relata una conversación entre Jesús y Pedro, en la que interviene también el «discípulo amado» Juan 21:15 y 23:1.

La Ascensión
La doctrina cristiana sostiene comúnmente que Cristo ascendió en forma física al Cielo tras su Resurrección en presencia de sus Apóstoles.

Evangelio de Marcos 16:19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 

Evangelio de Lucas 24:50-51
50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. 51 Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.

Hechos de los Apóstoles 1:9-10 
9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba,...

Marcos sólo describe que la Ascensión tuvo lugar y la relaciona con la glorificación del Resucitado, llama a la Fe y la conversión, y se inicia la predicación del Evangelio. Lucas, en su Evangelio, es aún más breve diciendo que luego de bendecirlos fue llevado al Cielo. Sólo en los Hechos de los Apóstoles, se especifica que los discípulos volvieron a Jerusalén desde el Monte de los Olivos. Aunque no hay evidencia documental de la existencia de la fiesta de la ascensión, previa al siglo V, san Agustín de Hipona señaló su origen apostólico, y se refirió a ella como una celebración de carácter universal en la Iglesia desde antes de su tiempo.

Asimismo, aparecen menciones frecuentes en los escritos de Juan CrisóstomoGregorio de Nisa, y en las Constituciones apostólicas del siglo IV. La peregrinación de Egeria hace referencia a la vigilia de esa festividad y a la fiesta en sí, tal como se conserva en la iglesia construida sobre la gruta de Belén. Es posible que antes del siglo V el hecho narrado en los evangelios se conmemorara en conjunto con la solemnidad de la Pascua o de Pentecostés. También se cree que el tan discutido decreto 43 del Concilio de Elvira (c. 300) que condenaba la práctica de la observación de una fiesta en el cuadragésimo día después de Pascua y que dejaba de lado la celebración de Pentecostés en el quincuagésimo día, implicaría que se conmemoraba la Ascensión junto con Pentecostés. Se encuentran representaciones del misterio en dípticos y frescos de datación tan temprana como del siglo V.

Significado e importancia de la ascensión de Jesucristo

Después de que Jesús resucitó de los muertos, Él “se presentó vivo” (Hechos 1:3), a las mujeres cerca de la tumba (Mateo 28:9-10), a Sus discípulos (Lucas 24:36-43), y a más de otras 500 personas (1 Corintios 15:6). En los días siguientes a Su resurrección, Jesús instruyó a Sus discípulos acerca del reino de Dios (Hechos 1:3). Cuarenta días después de la resurrección, Jesús y Sus discípulos fueron al Monte de los Olivos cerca de Jerusalén. Allí, Jesús les prometió a Sus seguidores que pronto recibirían el Espíritu Santo, y les indicó que permanecieran en Jerusalén hasta que el Espíritu hubiera venido. Después, Jesús los bendijo y mientras les daba la bendición, comenzó a ascender al cielo. El relato de la ascensión de Jesús se encuentra en Lucas 24:50-51 y Hechos 1:9-11. Mientras los discípulos se esforzaban por echar una última mirada a Jesús, una nube lo ocultó de sus ojos, y aparecieron dos ángeles que les prometieron que Cristo regresaría “…tal como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:10-11).

Jesús Asciende al Cielo
El cielo no es un lugar al que vamos sino una situación en la que seremos transformados si vivimos en el amor y en la gracia de Dios. El cielo de las estrellas y de los viajes espaciales de los astronautas y el cielo de nuestra fe no son idénticos. Por eso cuando rezamos el Credo un domingo tras otro y decimos que Cristo subió a los cielos no queremos decir que El, anticipándose a la ciencia moderna, emprendiera un viaje sideral. En el cielo de la fe no existe el tiempo, la dirección, la distancia ni el espacio. Eso vale para nuestro cielo espacial. El cielo de la fe es Dios mismo de quien las Escrituras dicen:

1 Timoteo 6:16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.

Del mismo modo, la subida de Cristo al cielo no es igual a la subida de nuestros cohetes; éstos se trasladan constantemente de un espacio a otro, se encuentran constantemente dentro del tiempo y nunca pueden salir de estas coordenadas por más lejanos que viajen por espacios indefinidos.

La subida de Cristo al cielo es también un pasar, pero del tiempo a la eternidad, de lo visible a lo invisible. de la inminencia a la transcendencia, de la opacidad del mundo a la luz divina, de los seres humanos a Dios. Con su ascensión al cielo Cristo fue por consiguiente entronizado en la esfera divina; penetró en un mundo que escapa a nuestras posibilidades. Nadie sube hasta allí si no ha sido elevado por Dios (cfr. Lucas 24:51; Hechos 1:9).

El vive ahora con el Padre, en la absoluta perfección, presencia, ubicuidad, amor, gloria, luz, felicidad, una vez alcanzada la meta que toda la creación está llamada a lograr. Cuando proclamamos que Cristo subió al cielo pensamos en todo eso ¿Qué decir entonces de la narración de Lucas al final de su evangelio (Lucas 24:50-53) y al comienzo de los Hechos de los Apóstole(Hechos 1:9-11) donde cuenta con algunos detalles la subida de Cristo a los cielos hasta que una nube lo ocultó de los ojos de los espectadores?. Si la ascensión de Cristo no significa una subida física al cielo estelar, ¿por qué entonces Lucas la describió así?. ¿Qué pretendía decir?. Para dar respuesta a esto tenemos que comprender una serie de datos acerca del estilo y género literario de la literatura antigua.

La ascensión, ¿fue visible o invisible?
En primer lugar constatemos el hecho de que es Lucas el único que narra el acontecimiento de la ascensión en términos de una ocultación palpable y de un desaparecer visible de Cristo en el cielo, cuarenta días después de la resurrección. En la Escritura se expone claramente que la ascensión de Jesús fue literal, regresando corporalmente al cielo. Él se levantó gradual y visiblemente de la tierra, siendo observado por muchos atentos espectadores.

Marcos sólo dice: «El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios» (16:19). Sabemos que el final de Marcos 16:9-20, es un añadido posterior y que este fragmento depende del relato de Lucas. Mateo no conoce ninguna escena de ocultamiento de Jesús; termina así su evangelio:

«18 Jesús les dijo: se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra... 20 Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos» (Mateo 28:18, 20).

Para Mateo, Jesús ya ascendió al cielo al resucitar. El que dice «todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra» ya ha sido investido de ese poder; ya está a la derecha de Dios en los cielos. Para Juan la muerte de Jesús significó ya su pasar al Padre (Juan 3:13): «Dejo el mundo y voy al Padre» (16:28). Cuando dice: «Recibid el Espíritu Santo», según la teología de Juan eso significa que Jesús ya está en el cielo y envía desde allá su Espíritu (Juan 7:39; 16:7). 

Para Pablo la resurrección significaba siempre elevación en poder junto a Dios (Romanos 1:3-4; Filipenses 2:9-11). 1 Timoteo 3:16 habla de su exaltación a la gloria.

Pedro habla también de Jesucristo «que subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios» (1 Pedro 3:22). En todos estos pasajes la ascensión no es un acontecimiento visible para los apóstoles, sino invisible y en conexión inmediata con la resurrección.

Esta perspectiva que contemplaba conjuntamente resurrección y ascensión se mantuvo, a pesar del relato de Lucas, hasta el siglo IV, como atestiguan los Padres de la Iglesia, como Tertuliano, Hipólito, Eusebio, Atanasio, Ambrosio, Jerónimo y otros. Jerónimo, por ejemplo, predicaba: «el domingo es el día de la resurrección, el día de los cristianos, nuestro día. Por eso se llama el día del Señor, porque en este día Nuestro Señor subió, victorioso, al Padre» (Corpus Christianorum, 78,550).

La ascensión de Jesucristo es significativa por muchas razones:

1) Señaló el final de Su ministerio terrenal.
Dios el Padre amorosamente había enviado a Su Hijo al mundo en Belén, y ahora el Hijo estaba regresando al Padre. Su período de limitación humana había terminado.

2) Significaba el éxito de Su obra terrenal.
Él había cumplido con todo lo que tenía que haber hecho.

3) Marcó el retorno a Su gloria celestial.
La gloria de Jesús había estado velada durante Su tiempo en la tierra, con una breve excepción en la Transfiguración (Mateo 17:1-9).

4) Simbolizó Su exaltación por el Padre (Efesios 1:20-23).
Aquel con quien el Padre estaba grandemente complacido (Mateo 17:5) era recibido arriba con honor, dándosele un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9).

5) Le permitió preparar un lugar para nosotros (Juan 14:2).

6) Indicó el inicio de Su nuevo ministerio como Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16) y Mediador de un Nuevo Pacto (Hebreos 9:15).

7) Estableció el patrón para Su regreso.

Cuando Jesús venga para establecer Su Reino, Él regresará de la misma manera en que se fue literal, corporal, y visiblemente en las nubes (Hechos 1:11; Daniel 7:13-14; Mateo 24:30 y Apocalipsis 1:7). En la actualidad, el Señor Jesús está en el Cielo. Las Escrituras lo describen con frecuencia a la diestra del Padre, una posición de honor y autoridad (Salmo 110:1; Efesios 1:20; Hebreos 8:1).

Cristo es la Cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18), el dador de los dones espirituales (Efesios 4:7-8), y Aquel que lo llena todo en todo (Efesios 4:9-10). Esta ascensión de Cristo fue el evento que hizo la transición de Jesús de Su ministerio terrenal a Su ministerio celestial.

Continua en Jesucristo VI: Repercusiones Históricas
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