Sana Doctrina

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, Judas 1:3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

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lunes, 27 de marzo de 2017

La Biblia XVII: Hechos de los Apóstoles II

La última oración de los mártires cristianos, Jean-Léon Gérôme (1883).

Historia del cristianismo
La historia del cristianismo se refiere a la religión cristiana, a sus seguidores y a la Iglesia cristiana, con sus diferentes denominaciones, desde el siglo I hasta la actualidad.

Raíces del cristianismo
Raíces judaicas
Jesús y sus primeros discípulos fueron judíos. El cristianismo continuó utilizando las escrituras sagradas hebreas, convirtiéndose el Tanaj en lo que hoy se conoce como el Antiguo Testamento. Aceptando muchas doctrinas fundamentales del judaísmo, como el monoteísmo, el libre albedrío y el Mesías, término hebreo usualmente traducido como mesías en español, y su equivalente Cristo (Cristos "[el] ungido" en griego).

Relaciones con el mundo helenista
La Tierra de Israel fue sumamente disputada por los antiguos imperios, debido en gran parte a su ubicación geográfica. Estaba en medio de dos grandes rutas comerciales: Egipto y Mesopotamia, Arabia y Asia Menor. Alejandro Magno que derrotó a los persas y se adueñó de Palestina, cuando fue recibido en triunfo en Jerusalén, fue considerado por muchos el mesías tan esperado. Tras la muerte de Alejandro (323 a. C.), Ptolomeo I se posesiona de Egipto, Seleuco I se adueña de Asiria y nuevamente Palestina queda en discordia. Recordando la ideología de Alejandro, que era unir a toda la humanidad bajo una misma civilización de tonalidad marcadamente griega (fusión denominada Helenismo), esta fusión combinaba elementos griegos con otros tomados de las civilizaciones conquistadas, aún variando de región en región. Esto le dio una unidad a la cuenca del Mediterráneo, que serviría a la expansión del Imperio romano y al cristianismo mediante la predicación del Evangelio. Para los judíos el helenismo era una amenaza para su religión, pues la filosofía helenística era politeísta. La presión del helenismo era constante y la fidelidad de los judíos a su Dios y a sus tradiciones también. Esta presión desató una rebelión por una parte de los judíos macabeos, quienes se rebelaron contra el helenismo de los seléucidas, quienes pretendían imponer sus ideales.

Posteriormente, se presenta el romano Pompeyo en el 63 a. C. quien toma Palestina deponiendo al último de los macabeos, Aristóbulo II. La política romana era tolerante a la religión y las costumbres de los pueblos conquistados.

Herodes I, que no era de etnia hebrea sino idumeo, aunque judío por religión, hizo todo lo posible por introducir el helenismo, a tal grado que, para agradar a los romanos, intentó colocar un águila en la entrada del Templo de Jerusalén, lo cual provocó una rebelión nuevamente, que se sofocó con dos mil crucifixiones.

Durante este tiempo existían grupos religiosos como los fariseos que eran un partido del pueblo y no gozaban de las ventajas materiales que otorgaba el régimen romano y velaban por cumplir la ley, creían en la resurrección y en la existencia de los ángeles. Los saduceos eran el partido de la aristocracia, cuyos intereses les llevaban a colaborar con el régimen. Eran aristócratas y conservadores, no creían en la resurrección ni en los ángeles. Los zelotes eran extremistas militantes que se oponían tenazmente al régimen romano. Jesús y los apóstoles estaban más cerca de los fariseos en la doctrina (Jesús no los criticó por ser malos judíos, sino porque en su afán de cumplir la ley se olvidaban de los seres humanos). Todos los partidos y todas las sectas judías tenían algo en común, compartían el monoteísmo ético y la esperanza escatológica.

-El monoteísmo ético: Creencia en un solo Dios. Dios requiere algo más que un servicio apropiado, requiere "la justicia" entre los seres humanos (aunque la justicia la interpretaba cada grupo de manera distinta) y honrar a Dios con toda la vida misma.
-La esperanza escatológica: Guardaban la esperanza mesiánica, creían firmemente que el día llegaría cuando Dios interviniera en la historia de Israel y el cumplir un "reino de Paz y Justicia". Estas fueron las bases para el cristianismo, ya que ayudaron a su expansión por todo el Imperio romano.

El cristianismo también continuó con muchos de los patrones encontrados en el judaísmo de la época de Jesús, como la adaptación de la forma litúrgica de la adoración en la sinagoga a la iglesia o templo; la oración; la utilización de las sagradas escrituras; un calendario religioso; el uso de la música en himnos y oración; además de disciplinas como el ayuno. Los cristianos adoptaron inicialmente las traducciones griegas de las escrituras judías, conocidas como la Septuaginta, como su propia Biblia, y más tarde se canonizaron muchos de los libros del Nuevo Testamento.

Inicios del cristianismo
El cristianismo comenzó entre un pequeño número de judíos. En el libro de los Hechos de los Apóstoles 1:15 se mencionan cerca de 120. En el siglo III, el cristianismo creció hasta convertirse en la congregación dominante en el norte del mundo mediterráneo. También se extendió de forma importante al este y al sur del Mediterráneo. Esta sección examinará aquellos primeros 300 años.

Los hechos que acontecieron en los primeros años del cristianismo se relatan en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Actualmente se cuestiona la veracidad de algunos de estos relatos debido a la gran proliferación de libros falsos sobre los Hechos (o Actos) de los apóstoles que abundaban durante el cristianismo primitivo, pero la mayor parte ha mantenido la esencia del mensaje, confirmado por evidencia arqueológica reciente.

La Iglesia cristiana primitiva
El concepto "judeocristianos primitivos" es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús de Nazaret, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Así como los 3000 convertidos en Pentecostés luego de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La más grande división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Sin embargo, después de la conversión de Cornelio y su aceptación como cristiano, ahora existía otro grupo, los cristianos gentiles. Como un movimiento escatológico, anticiparon que los gentiles se transformarían al Dios de Israel como lo profetizaba Isaías en los versículos 56:6-8. El Nuevo Testamento no utiliza el término "gentil-cristiano" o "judío-cristiano". En cambio, el apóstol Pablo escribe contra quienes, estando circuncidados, se separaban de los no circuncisos, o querían obligar a los adultos no circuncisos a circuncidarse para pertenecer a la comunidad cristiana:

Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. Epístola a los gálatas 5, 16

Circuncisos y no circuncisos se interpretan generalmente como judíos y griegos respectivamente, siendo estos últimos quienes predominaban. Sin embargo, esto puede ser una simplificación excesiva de la realidad en la provincia de Judea del siglo I: existían algunos judíos que no seguían circuncidándose, y algunos griegos (llamados prosélitos o judaizantes) que sí lo hacían además de otros tales como egipcios y etíopes.

Final de la etapa apostólica
Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Santiago, que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y lo ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederlo, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Se cree que Pablo fue decapitado y Pedro fue muerto crucificado boca abajo en Roma durante la persecución por parte de Nerón. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan solo Juan, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos.

Con el emperador Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose, hasta que en el año 90 con el imperio bajo el emperador Nerva (de quien dice su biógrafo Xifilino que «no permitió que se acusase a nadie por haber observado las ceremonias de la religión judaica o haber descuidado el culto de los dioses»), pudo regresar Juan a Éfeso, y pocos años después falleció, a edad muy avanzada. Con su muerte (hacia el año 100) concluye la etapa apostólica.

La Didaché y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva.

Mártires del siglo I
Esteban el primer mártir.
Santiago el Mayor, apóstol.
Pablo de Tarso, apóstol.
Simón Pedro, apóstol.
Onésimo, discípulo de Pablo
Ignacio de Antioquía, discípulo de Pedro y primer arzobispo de Antioquía después de él.
Tecla de Iconio, discípula de Pablo, que entre las mujeres recibió el tratamiento de protomártir.1​
Apolinar de Rávena, obispo.
Feliciano de Córdoba.
Pedro de Rates, obispo de Braga.
Marciano de Siracusa, obispo.

Los apologistas
Justino Mártir, convertido de la filosofía griega.
Atenágoras de Atenas
Apolonio
Teófilo de Antioquía
Melitón de Sardes
Lactancio
Minucio Félix

Los escritos
Los primeros cristianos produjeron durante la historia muchos cánones importantes y otras obras literarias descritas dentro de la organización de la Iglesia Cristiana. Una de las primeras de éstas es la Didaché, el cual es normalmente fechado a finales del primer o inicios del segundo siglo.

Las Actas de los mártires recogen las actas de los procesos judiciales contra los cristianos, relatos de testigos y leyendas varias sobre los primeros mártires cristianos.

Primeras herejías
Las disputas de doctrinas comenzaron en los inicios del cristianismo. La Iglesia cristiana organizó concilios para resolver estos asuntos. Los concilios que representan a toda la Iglesia cristiana fueron llamados concilios ecuménicos. Algunos grupos fueron rechazados por herejes, como por ejemplo:

Simonianismo
Nicolaísmo
Judaizantes
Gnosticismo
Marcionismo
Montanismo
Adopcionismo
Mandeanismo
Monarquianismo
Nestorianismo
Apolinarismo
Arrianismo
Docetismo

Arrio (discípulo del obispo Pablo de Samosata) era un líder entre los cristianos que tenía un entendimiento muy particular del movimiento trinitarista, reflejando la divinidad natural de Cristo. Aunque muchos de los escritos de Arrio fueron destruidos por el emperador Constantino, podemos inferir por los argumentos de Atanasio de Alejandría contra Arrio, algunos conceptos básicos del movimiento.

La hipótesis de Arrio era que Jesús fue creado por Dios (como en, "Hubo un tiempo donde el Hijo no lo era"), y por ende, era "secundario" a Dios. Su texto de prueba primaria era Juan 17:3. Por su parte, la posición del cristianismo tradicional era que Jesús fue y siempre ha sido divino, y que tiene una naturaleza divina junto con el Padre y el Espíritu Santo: existe una Trinidad santa y completa, asimismo homogénea, es decir, las tres personas tienen el mismo rango.

Gnosticismo
Un movimiento filosófico-religioso griego conocido como gnosticismo se había desarrollado casi al mismo tiempo que el cristianismo. Muchos seguidores de este movimiento fueron también cristianos y enseñaban una síntesis de los dos sistemas de creencias. Esto produjo una gran controversia en la iglesia primitiva.

Las interpretaciones gnósticas diferían de la corriente principal del cristianismo, debido a que cristianos ortodoxos toman una interpretación literal de los evangelios como las correctas, mientras que los gnósticos tienden a leerlas como una alegoría.

Religiones competidoras
El cristianismo no era la única religión que buscaba creyentes en el siglo I. Los historiadores modernos del mundo romano, a menudo ponen interés en lo que ellos llaman "religiones mistéricas" o "cultos mistéricos" que comenzaron en el último siglo de la República Romana y se fueron incrementando durante los siglos del Imperio romano. Autores romanos, tales como Tito Livio, comentan la importación de "dioses foráneos" entre las calles del estado romano. El judaísmo también recibe creyentes y en algunos casos hicieron proselitismo activamente. El Nuevo Testamento refleja una clase de personas a quienes se les refiere como 'creyentes en Dios' quienes se piensa que son gentiles convertidos, quizás aquellos quienes no se habían circuncidado; Filón de Alejandría hace explícito el deber de los judíos de recibir a los nuevos creyentes.

Maniqueísmo
El maniqueísmo era una de las mayores religiones antiguas. Aunque su forma organizada se encuentra casi extinta hoy, un revivamiento se ha intentado bajo el nombre de neomaniqueísmo. Sin embargo, la mayoría de los escritos de su fundador, el profeta Mani, se han perdido. Algunos estudiosos argumentan que su influencia continúa sutilmente mediante Agustín de Hipona, quien se convirtió al cristianismo desde el maniqueísmo y que sus escritos continúan siendo de gran influencia entre teólogos católicos y protestantes (recordemos que Martín Lutero fue un monje agustino).

La religión fue fundada por Mani, quien se dice que nace en el occidente del Imperio persa y vivió aproximadamente entre los años 210 y 275. El nombre Mani es más un título de respeto más que un nombre personal. Este título fue asumido por el fundador mismo y reemplazó completamente su nombre personal de tal forma que no se conoce su nombre preciso. Mani fue influenciado por el mandeísmo y comenzó a predicar en una edad temprana. Se declaraba como el Paráclito, como se promete en el Nuevo Testamento: el Último Profeta y Sello de los Profetas que finalizaban la sucesión del hombre guiado por Dios e incluían figuras tales como Zoroastro, Hermes, Platón, Buda y Jesús.

El maniqueísmo recoge elementos de las sectas dualistas, así como del mitraísmo. Sus creyentes hicieron muchos esfuerzos para incluir todas las tradiciones religiosas conocidas en su fe. Como resultado, preservaron muchos trabajos apócrifos cristianos, como Hechos de Tomás, que de otra forma se hubiese perdido. Mani se empeñaba en describirse como un "discípulo de Jesucristo", pero la iglesia ortodoxa lo rechazó como hereje.

Siglos II y III
Orígenes.
En el segundo siglo de nuestra era, numerosos eruditos comenzaron a producir escritos que nos ayudan a entender la forma en que se desarrolló el cristianismo. Estos escritos se pueden agrupar en dos grandes categorías, trabajos dirigidos a una amplia audiencia de eruditos no creyentes y trabajos dirigidos a aquéllos que se consideraban cristianos. Los escritos para los no creyentes se llamaban usualmente "apologéticos" en el mismo sentido que el discurso dado por Sócrates en su defensa ante la asamblea ateniense, llamada Apología cuya palabra en griego significa "acción de hablar en defensa de alguien". Los apologistas, como se conoce a estos autores, hacen una presentación para clases educadas de las creencias cristianas, a menudo asociadas con un ataque de las creencias y prácticas de los paganos.

Otros escritos tienen el propósito de instruir y amonestar a los hermanos cristianos. Muchos escritos de este período, sin embargo, sucumbieron a la destrucción de la Iglesia católica primitiva como herejías, o en desacuerdo con su mensaje. Aun así, hoy en día se han encontrado escritos como el Evangelio de Tomás en 1945.

Origen y evolución de la jerarquía en la Iglesia cristiana
En la Iglesia, después de las primeras autoridades de carácter carismático en forma de apóstoles, al desaparecer éstos, emergen en las comunidades cristianas las estructuras jerárquicas que se asemejan a las de las sociedades de donde proceden. Se distinguen dos bloques:

En las comunidades de origen hebreo, se establecía un gobierno colegial de ancianos o presbíteros, que seguía la tradición judía, procedentes de las familias más importantes o de las sinagogas. Esta colegiación estaba a su vez presidida por otro anciano, que en tiempos anteriores, en Jerusalén llegó a ser Santiago, el hermano de Jesús.

En las comunidades de mayoría gentil, la Iglesia era gobernada por un colegio de obispos (episcopoi) y diáconos. Las figuras de los obispos como prototipos de autoridad y supervisores de la población cristiana urbana son los encargados de la administración, prefectos y gestores, mientras que los diáconos son los servidores o siervos.

Esta doble estructura jerárquica inicial del cristianismo fue tendiendo lentamente a la unificación para todas las iglesias, fusionándose los obispos y los presbíteros, aunque por un tiempo se les denominara indistintamente. Finalmente se establecieron las condiciones para poder aspirar a obispo, e igualmente, para el peldaño inferior de los diáconos, en sus principales tareas asistenciales, administrativas y auxiliares de los obispos.

Siglo IV
Muchos escritos de este período fueron traducidos en los libros de los Padres Nicenos y post Nicenos.

Desarrollo del canon de la escritura
Los cristianos consideran que la Biblia contiene el núcleo central de la revelación de Dios, si bien la Iglesia católica incluye, como parte de la revelación, la Tradición. Con el pasar del tiempo, la Iglesia católica determinó cuáles libros forman parte del canon de la Biblia y cuáles no, distinguiendo entre textos inspirados y textos no inspirados por Dios. Ello explica que existan libros surgidos en ambientes cercanos al cristianismo que no se consideran como parte de la Biblia ni por los católicos ni por otros grupos cristianos: Un evangelio de Santo Tomás, otro de San Pedro, Hechos de San Pablo, otros de San Juan, un Apocalipsis atribuido a Pedro.

En un principio, no existía un listado oficial de libros del Nuevo Testamento. Dentro del cristianismo primitivo se tomaban en consideración sólo las "Escrituras", los libros sagrados del judaísmo que fueron traducidos al griego e incluidos en la llamada Biblia "Septuaginta". Esta compilación incluía también a los libros llamados deuterocanónicos aceptados por la Iglesia católica y apócrifos por los protestantes. Los LXX o Septuaginta es la que San Pablo llama "Escrituras" en sus escritos.

El proceso de conformación de lo que actualmente se conoce como Biblia es el siguiente: La Iglesia católica dio la lista de los libros que se consideraban inspirados por el Espíritu Santo, la que fue declarada por la autoridad de los papas Damaso I, Siricio I e Inocencio I4​ , y por los siguientes concilios y sínodos: Sínodo Romano en el año 382, Concilio de Hipona en el año 393, III Concilio de Cartago en el año 397 y IV Concilio de Cartago en el año 419. Este fue el mismo nuevo testamento que utilizaron Martín Lutero y Juan Calvino.

Canon del Antiguo Testamento
Después de Jesucristo los judíos en Jamnia quitaron los deuterocanónicos del canon de su Tanaj usando un criterio anticristiano[cita requerida]. Esto implicaría que los judíos ya no tenían autoridad para designar qué libros eran inspirados, sino más bien la primitiva Iglesia y ésta había aceptado la versión de los LXX o Septuaginta. Además, que la versión que San Pablo cita en sus epístolas es la Septuaginta y es a la que se refiere cuando habla de la Escrituras.

Los libros incluidos en la versión de los LXX son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, los dos libros de Samuel (I Samuel y II Samuel), los dos libros de los Reyes (I Reyes y II Reyes), los dos libros de las Crónicas (I Crónicas y II Crónicas), Esdras, Nehemías, Ester, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, las Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

Los judíos tenían dos cánones para sus libros santos: el breve o palestinense y el largo o alejandrino. El breve está conformado por 39 libros y se divide en tres partes: Torá (La Ley), Nevi'im (Profetas) y Ketuvim (escritos), el acrónimo de estas tres partes da como resultado la palabra Tanak o Tanaj. A estos 39 libros se les conoce como libros "proto-canónicos". El canon de Palestina se hizo en Jamnia, y está basado en una traducción hebrea de la Biblia hecha después de Cristo; no son los textos originales sino una traducción.

La versión de los LXX (el Antiguo Testamento en griego) está conformada por 46 libros con siete libros más que son: Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, I y II de Macabeos y Sabiduría. Además esta versión de los setenta tenía algunas secciones griegas de Ester y Daniel que no están en los proto-canónicos. A estos libros se les llama "deutero-canónicos".

Los judíos en Alejandría creían que Dios no dejaba de comunicarse con su pueblo incluso fuera de Israel, e iluminaba a sus hijos en las nuevas circunstancias en que se encontraban.[cita requerida]

Jesús debió usar el canon corto o palestinense, pero los apóstoles, al llevar el Evangelio a todo el Imperio romano, usaron el canon alejandrino. La Iglesia primitiva recibió este canon que consta de 46 libros.

A partir del año 393 diferentes concilios, fueron precisando la lista de los Libros "canónicos" para la Iglesia cristiana. Estos fueron: el Concilio de Hipona en el año 393, el Concilio de Cartago en los años 397 y 419, el Concilio de Florencia en el año 1441 y el concilio de Trento en el año 1546.

Los protestantes admiten como libros sagrados los 39 libros del canon hebreo que fue fijado después de Cristo por los judíos, sin ninguna intervención cristiana. El primero que negó la canonicidad de los libros deuterocanónicos fue Carlstadt en 1520, y después Lutero en 1534 y Calvino en 1540. Aunque Lutero parece contradecirse pues en su Comentario sobre San Juan dijo: "Estamos obligados a admitir de los papistas que ellos tienen la Palabra de Dios, que la hemos recibido de ellos, y que sin ellos no tendríamos ningún conocimiento de ésta". Esta Iglesia "papista" pronunció que los 73 libros que componen el Antiguo y Nuevo Testamento son revelación.

El obispo Melitón de Sardes registró la primera lista conocida de la Septuaginta en el año 170 d. C. Contenía 45 libros, pareciera que falta uno puesto que el libro de las Lamentaciones se consideraba como parte de Jeremías.

Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento está formado por 27 libros, y se divide en cuatro partes: el Evangelio o Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis. De estos libros, siete fueron puestos en duda: Epístola a los Hebreos, Epístola de Santiago, segunda epístola de Pedro, segunda epístola de Juan, tercera epístola de Juan, epístola de Judas y Apocalipsis. La duda de que fueran inspirados fundaba sobre su autenticidad.

En la Iglesia primitiva, la regla de fe se encontraba en la enseñanza oral de los apóstoles y de los primeros evangelizadores. Pasado el tiempo, esa generación empezó a morir y se sintió la urgencia de consignar por escrito las enseñanzas de Jesucristo y los rasgos más sobresalientes de su vida. Esta es la causa de los escritos de los Evangelios. Por otra parte, de acuerdo a los problemas que iban surgiendo los apóstoles alimentaban espiritualmente a sus fieles mediante cartas. Este fue el origen de las Epístolas.

A finales del siglo I y principios del siglo II, la colección de escritos variaba de una iglesia a otra. Además en el siglo II, las ideas del hereje Marción, que afirmaba que únicamente el Evangelio de Lucas y las diez epístolas de Pablo tenían un origen divino; y del montanismo, que pretendía introducir como libros santos los escritos de Montano, apresuraron la determinación del Canon del Nuevo Testamento.

En tiempos de San Agustín, los concilios de Hipona en al año 393 y de Cartago años 397 y 419 (conocidos como los concilios africanos) reconocieron los 27 libros, así como el concilio de Trullo (Constantinopla, en el 692) y el concilio florentino en 1441.

El protestantismo renovó antiguas dudas y excluyó algunos libros. El doctor Martín Lutero rechazaba Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis. En el Concilio de Trento celebrado en 1546, se presentó oficial y dogmáticamente la lista íntegra del Nuevo Testamento. La explicación teológica era que los libros debían ser revelados por el Espíritu Santo y transmitidos fielmente por él. Los principales criterios prácticos fueron cuatro: su origen apostólico o de la generación apostólica, su ortodoxia en la doctrina, su uso litúrgico y su uso generalizado.

Siglos IV y V: oficialización del cristianismo en el Imperio romano
Constantino I
El emperador Constantino I junto con Licinio, promulgaron en el 313 el Edicto de Milán, decretando libertad de cultos en todo el Imperio y terminando así la persecución a los cristianos. Constantino fue, como los emperadores antes que él, el sacerdote superior del mitraísmo. Sin embargo, también estaba interesado en crear unidad para facilitar el gobierno, y para hacer esto se involucró en la disputa entre grupos cristianos sobre el arrianismo, invocando el Primer Concilio de Nicea, este concilio produjo el Credo Niceno.

Constantino mitigó algunas diferencias entre el cristianismo ortodoxo y su principal competidor, la religión oficial del Sol Invictus. Por ejemplo, en tiempos de Constantino se decretó el domingo cristiano como día de reposo oficial. Además, Constantino instituyó el uso de símbolo chi-rho (crismón), representativo del cristianismo, aunque según algunos estudiosos esto servía para propósitos cristianos y no cristianos simultáneamente. Después se empezó a celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, debido a que esta era la fecha de celebración del nacimiento de Mitra y Baco, así como la fecha de los festivales del solsticio de invierno tales como la Saturnalia.

La creencia popular dice que Constantino I era cristiano, sin embargo, nunca repudió oficialmente su posición de alto sacerdote de Mitra Sol Invictus públicamente, y su única "conversión" conocida fue moribundo en su cama (como se dijo luego por Padres de la Iglesia cristiana posteriores), lo cual es imposible de verificar. Sin embargo, no era inusual para la gente del siglo IV el evitar convertirse completamente al cristianismo hasta muy avanzada su vida, por la fuerza de las advertencias en contra de que continuaran en pecado después de haberse convertido y por las consecuencias espirituales que aquello traía.

Cambio constantiniano
Críticos de la unión de la Iglesia y el Estado apuntan a este cambio como el comienzo de la era del constantinianismo, cuando el cristianismo y la voluntad de Dios gradualmente se vieron identificadas con la voluntad de la élite gobernante; y en algunos casos fue más que una justificación religiosa para el ejercicio del poder.

Arrianismo
Arrio (250-336) proponía que Jesús y Dios estaban muy separados y eran entidades diferentes: Jesús estaba más cerca de Dios que ningún otro humano, pero nació humano, y no tenía una existencia previa, por ende no era Dios; una persona parecida o semejante a Dios, sin ser necesariamente el mismo. Por otra parte, Dios había existido siempre. Arrio sentía que cualquier intento de reconocer la divinidad de Cristo desdibujaba la línea entre el cristianismo y las religiones paganas. Si el cristianismo reconocía dos dioses separados, el Padre y Jesús, se convertiría en una religión politeísta.

Credo Niceno
Dentro del Concilio de Nicea, la asamblea compuso un credo para expresar la fe de la Iglesia cristiana. Se incluyó entre otras cosas la intervención de Constantino para que se incluyera la palabra “consubstancial”,6​ llegando finalmente al Credo de Nicea.

Cesaropapismo
El cesaropapismo se inició cuando el papa León III coronó a Carlomagno emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ocasionando dos efectos: el apoyo de la Iglesia al Estado y viceversa, el apoyo del Estado a la Iglesia, lo cual derivó en el cesaropapismo, que sostenía la teoría del origen divino de los reyes y les daba poder absoluto sobre la religión y el gobierno a la vez.

Reavivamiento del paganismo por Roma en el siglo IV
Golpeado por estos desarrollos, el emperador Juliano (denominado "el Apóstata" debido a su rechazo del cristianismo y su conversión al mitraísmo y al neoplatonismo) intentó restaurar el estado anterior entre las religiones del imperio al eliminar los privilegios dados por antiguos emperadores romanos como Constantino (exención de impuestos entre el clero cristiano, por ejemplo), prohibiendo a las distintas denominaciones cristianas perseguirse entre sí y volviendo a traer a arzobispos quienes habían sido proscritos por el arrianismo, alentando al judaísmo y una suerte de neopaganismo.

Cristianismo niceno se opone a los emperadores bizantinos
San Atanasio exiliado de su arzobispado en Alejandría al menos cinco veces por oponerse al arrianismo.
San Juan Crisóstomo (patriarca de Constantinopla) muere en el exilio por criticar a la corte imperial en sus homilías.
El cristianismo se convierte en religión del Estado
La oposición de Juliano duró por poco, emperadores como Constantino II repelieron las acciones de Juliano e incentivaron el crecimiento del cristianismo. Este estado de cosas fue finalmente reforzado por una serie de decretos (como el Edicto de Tesalónica) por el emperador niceno Teodosio I, comenzando en febrero de 381, y continuando por su reinado. Así, a fines del siglo IV el cristianismo se transformó en la religión oficial del Imperio romano.

Otro material de esta era
Ambrosio de Milán (arzobispo y santo).
Pentarquía, organización de la iglesia en 5 patriarcados.

Primeras controversias cristológicas
Las controversias cristológicas incluyen examen de preguntas como: ¿era Cristo divino, humano, un ser angélico creado, o más allá de una simple clasificación en una de estas categorías? ¿Los milagros de Cristo realmente cambiaron la realidad física o sólo eran simbólicos? ¿El cuerpo de Cristo realmente se elevó de la muerte o el Cristo resucitado era un ser sobrenatural que no estaba limitado por las leyes físicas?

-Arrio, Atanasio de Alejandría
-Diodoro de Sicilia, Teodoro de Mopsuestia
-Cirilo de Alejandría y Nestorio
-El concilio de Éfeso antinestoriano y el concilio de Calcedonia antimonofisita en el 451.
-La búsqueda por la reconciliación y la herejía de una voluntad (monotelismo, la creencia de que Jesucristo tenía una voluntad [divina] como oposición a las dos voluntades, una divina y otra humana). El Quinto concilio ecuménico condenó el monotelismo y falló al alcanzar la reconciliación deseada por el emperador bizantino.

Siglo V
La conversión del mundo mediterráneo
Agustín de Hipona
Jerónimo de Estridón

Desarrollo del cristianismo fuera del mundo mediterráneo
El cristianismo no estuvo restringido a la cuenca mediterránea y a sus alrededores; en el tiempo de Jesús una gran proporción de población judía vivía en Mesopotamia, fuera del Imperio romano, especialmente en la ciudad de Babilonia, donde se desarrolló gran parte del Talmud.

-Cristianos de Santo Tomás se establecen en India posiblemente comenzando en 52 y ciertamente hasta antes de 325.
-Cristianismo en Etiopía.
-Cristianismo en el Imperio sasánida
-El cristianismo llega a las islas Británicas.

-El cristianismo llega a Irlanda (datado tradicionalmente en 432) y la evolución del cristianismo céltico.
Misioneros irlandeses y la diseminación del cristianismo a Bretaña y el norte de Europa.
-El establecimiento de la autoridad papal en Irlanda después del Gran Cisma.

-Cristianos nestorianos viajan por la ruta de la seda para establecer una comunidad en la Dinastía Tang con capital en Chang'an, construyendo la Pagoda Daqin en 640.

Persecuciones
Las Cruzadas
Persecución a los cristianos
Iconoclasia

Diseminación del cristianismo en Europa central y oriental
Santos Cirilo y Metodius traducen la Biblia y la liturgia en la Iglesia eslava en el siglo IX.
El Bautismo de Kiev en 988 disemina el cristianismo por toda Rusia, estableciendo la identidad cristiana oriental de Ucrania, Bielorrusia y Rusia.

Iglesia cristiana y Estado en el medievo occidental
Papa Gregorio VII
Órdenes monásticas
Inquisición e Inquisición medieval

Cisma entre Oriente y Occidente
-Tomó mucho tiempo en desarrollarse; los temas principales fueron el papel del papa de Roma y la cláusula Filioque. El cisma "oficial" aconteció en 1054, por la excomunión romana del Patriarca de Constantinopla Miguel I Cerulario, seguido por la excomunión constantinopolitana del representante del papa.
-Las excomuniones fueron rescindidas mutuamente por el papa y el patriarca de Constantinopla en la década de 1960, aun así el cisma no ha sido eliminado por completo.

El Gran Cisma se produjo entre el catolicismo Romano y la ortodoxia Oriental. Ambas tradiciones ponen énfasis en la sucesión apostólica, e históricamente ambas aseguran ser la única descendencia legítima de la Iglesia primitiva. Cada una, además, asevera mantener de manera más correcta la tradición de los apóstoles y que la otra se ha desviado. Los católicos romanos a menudo se refieren a sí mismos simplemente como "católicos", que significa "universal", y mantienen que también son ortodoxos. Los ortodoxos orientales se refieren a sí mismos simplemente como "ortodoxos" que significa "adoración correcta", y también se denominan a sí mismos católicos. Inicialmente, el cisma era primordialmente entre el Oriente y el Occidente, pero hoy ambas congregaciones están extendidas por todo el mundo. Aún se refieren entre ellas en esos términos por razones históricas.

Finales de la Edad Media
Las Cruzadas
El movimiento conciliador
Humanismo cristiano
Fin del Imperio bizantino en 1453
Caza de brujas

América antigua
Conquistadores
Santería, una fusión del catolicismo con tradiciones religiosas de África occidental traídas originalmente entre los esclavos.

La reforma protestante y la contrarreforma católica
El rol de la imprenta de Juan Gutenberg en la diseminación de los textos reformistas.
Martín Lutero
Juan Calvino y el Calvinismo
Biblia King James
Concilio de Trento
Guerra de los Treinta Años
Inquisición
Reforma Radical y los Anabaptistas
Amish, Menonitas

Surgimiento de las denominaciones religiosas del protestantismo
Discute el levantamiento de las mayores denominaciones religiosas después de la Reforma Protestante y los retos enfrentados por el catolicismo.
Iglesias bautistas
Iglesias presbiterianas
Iglesia de Inglaterra
John Wesley y el Metodismo
Francis Asbury, Thomas Coke y Metodismo Americano
Primer Gran Despertar
Pentecostalismo
Luteranismo
Hermandades de Cristo
Los Puritanos
Los Cuáqueros
Noconformistas
La Guerra Civil Inglesa
Congreso de Religiones, 1893

Siglo XIX
Resurgimiento católico en la Europa Romántica
Anglocatólicos o Movimiento de Oxford en la Iglesia de Inglaterra
Misioneros y Colonialismo
Friedrich Schleiermacher y el Cristianismo Liberal

Anticlericalismo y comunismo ateo
En algunos movimientos revolucionarios la Iglesia católica fue vista como aliada con los gobernantes derrocados, por lo que fue perseguida. Por ejemplo, después de la Revolución francesa y de la Revolución mexicana hubo acciones de persecución y represalia contra los católicos. En el contexto del mundo comunista, Karl Marx condenó a la religión como el "opio del pueblo" [1] y los gobiernos marxista-leninistas del siglo XX a menudo eran ateos; de estos, sólo Albania se declaró oficialmente como un estado ateo.

Siglo XX
El cristianismo en el siglo XX se caracteriza por una fragmentación acelerada. El siglo vio el levantamiento de grupos liberales y conservadores, así como una secularización general de la sociedad occidental. La Iglesia católica instituyó muchas reformas para modernizarse. Los misioneros hicieron incursiones en el Lejano oriente, estableciendo seguidores en China, Taiwán y Japón. Al mismo tiempo, la persecución en la Europa Oriental comunista y la Unión Soviética trajo a muchos cristianos ortodoxos a la Europa Occidental y a los Estados Unidos, aumentando el contacto entre el cristianismo occidental y oriental. Además, el ecumenismo creció en importancia, cuyo comienzo fue en la Conferencia Misionera de Edimburgo en 1910, aunque se critica que Latinoamérica haya sido excluida debido a que la predicación protestante en Latinoamérica ha sido frecuentemente anticatólica.

Reformas católicas
Concilio Vaticano II
Iniciativas ecuménicas
Anatemas (excomuniones) del Gran Cisma revocadas mutuamente por el papa y el patriarca de Constantinopla (1960).
Papa Juan Pablo II

Otros movimientos
Otro movimiento que creció en el siglo XX fue el Anarquismo cristiano, el cual rechaza la iglesia cristiana, estado o cualquier otro poder excepto el de Dios. También creen en la no violencia absoluta. El libro de León Tolstói llamado El Reino de Dios está dentro de ti publicado en 1894 fue el catalizador de este movimiento.

En la década de los 50, se dio una expansión evangélica en América. La prosperidad posterior a la segunda guerra mundial experimentada en Estados Unidos también tuvo efectos religiosos, denominados "fundamentalismo morfológico". El número de templos cristianos aumentó, y las actividades de las Iglesias evangélicas crecieron expansivamente.

Dentro del catolicismo surge formalmente en los años 60 la Teología de la Liberación (T.L.) en América Latina, como respuesta al malestar producido por la opresión y la pobreza características de los pueblos de esta región. La Iglesia católica de manera oficial no acepta los postulados de la T.L., por una posible estrecha relación con el marxismo, aunque los teólogos de la liberación niegan tal relación, aunque sí aceptan la existencia de conceptos como la lucha de clases. Sin embargo, la Iglesia católica de todas formas sí acepta algunos postulados de la misma T.L. sobre todo en lo referente a la necesidad de libertad de los pueblos en el mundo, pero generalizando también la idea a la libertad de los otros pecados también.

Otro desarrollo notable en el siglo XX dentro del cristianismo fue el levantamiento de movimientos pentecostales. Aunque sus raíces datan desde antes del año 1900, su nacimiento real se atribuye comúnmente al siglo XX. Brotaron de raíces metodistas, se levantaron de las reuniones en una misión urbana en la calle Azusa en Los Ángeles. Desde ahí se diseminaron por todo el mundo, llevado por aquellos quienes experimentaron lo que creen ser movimientos milagrosos de Dios en ese lugar. El pentecostalismo, que dio inicio al movimiento carismático dentro de denominaciones ya establecidas, continúa siendo una importante fuerza en el cristianismo occidental.

Modernismo y la reacción fundamentalista
Las implicaciones radicales de las influencias científicas y culturales por la Ilustración se hicieron notar en las Iglesias protestantes, especialmente en el siglo XIX; el cristianismo liberal pretendía unir a las Iglesias junto con la amplia revolución que el modernismo representaba. Al hacerlo, nuevas aproximaciones críticas de la Biblia fueron desarrolladas, nuevas actitudes se volvieron evidentes sobre el rol de la religión en la sociedad, y un nuevo pensamiento comenzó a cuestionar las casi universalmente aceptadas definiciones del cristianismo ortodoxo.

En reacción a estos acontecimientos, el fundamentalismo cristiano fue un movimiento que rechazaba las influencias radicales del humanismo filosófico, debido a que afectaban al cristianismo. Apuntando especialmente a los alcances críticos de la interpretación de la Biblia, y tratando de bloquear las incursiones hechas en sus iglesias cristianas por presunciones científicas ateas, los fundamentalistas comenzaron a aparecer en varias denominaciones como movimientos independientes numerosos de resistencia a los bruscos cambios del cristianismo histórico. Con el tiempo, los movimientos fundamentalistas evangélicos se habían dividido en dos ramas, una con la etiqueta de fundamentalista, mientras que un movimiento más moderado prefirió la etiqueta de evangélico. Aunque ambos movimientos se originaron primeramente en el mundo anglosajón, la mayoría de los Evangélicos se encuentran por todas partes.

El auge del movimiento evangélico
En los Estados Unidos y en el resto del mundo, ha habido un marcado crecimiento del sector evangélico de las denominaciones protestantes, especialmente en aquellas que se identifican exclusivamente como evangélicas, y un declive de aquellas Iglesias identificadas con corrientes más liberales. En el periodo de entreguerras (años 20), el cristianismo liberal fue el sector de más rápido crecimiento, cosa que cambió después de la segunda guerra mundial, cuando dirigentes de tendencia más conservadora arribaron a las estructuras eclesiásticas.

El movimiento evangélico no es una entidad. Las Iglesias evangélicas y sus seguidores no pueden ser fácilmente clasificados. La mayoría no es fundamentalista, en el estricto sentido que algunos dan a ese término, aunque muchos se siguen refiriendo a sí mismos como tales.

Sin embargo, el movimiento ha logrado manejarse de una manera informal, para reservar el nombre de Evangélico para aquellos grupos y creyentes que se adhieren a una profesión de fe cristiana que ellos consideran histórica, una paleo-ortodoxia, como algunos la denominan. Aquellos que se denominan "evangélicos moderados" señalan mantenerse aún más unidos a esos fundamentos cristianos "históricos", y los "evangélicos liberales" no se aplican a sí mismos este apelativo en términos definitorios de su teología, sino que de su vida "progresiva" en la perspectiva cívica, social o científica.

Existe una gran diversidad de comunidades evangélicas alrededor del mundo, los lazos entre ellas son sólo aparentes (varias organizaciones locales y globales los vinculan, pero ninguna a todos), pero la mayoría coincide en las siguientes creencias: una "alta estima" de las Escrituras, creencia en la deidad de Cristo, en la Trinidad, en la salvación por gracia mediante la fe, en la resurrección física de Cristo, por mencionar solo algunas.

Evangelismo en la ventana 10/40
Evangélicos definen y priorizan esfuerzos para alcanzar a los "no alcanzados" a fines del siglo XX y principios del XXI al enfocarse en países que se encuentran entre las latitudes 10º norte y 40º sur. Esta área está dominada mayormente por naciones musulmanas, muchas de las cuales no permiten misioneros de otras religiones en sus países.

La diseminación del laicismo
En Europa Occidental existe un alejamiento general de la observancia religiosa y creencias de las enseñanzas cristianas y se mueven hacia el laicismo. La "secularización de la sociedad", atribuida al tiempo del Renacimiento y los años siguientes, es la mayor responsable de este movimiento. Por ejemplo, un estudio hecho por la Gallup International Millennium muestra que sólo un sexto de los europeos va a servicios religiosos regulares, menos de la mitad tienen a Dios como de "suma importancia", y sólo el 40% cree en un "Dios personal". Aunque la gran mayoría considera que "pertenecen" a una denominación religiosa. Los números muestran que la "de-cristianización" de Europa ha comenzado lentamente a caminar en la dirección opuesta.

En Norteamérica, Suramérica y Australia, los otros tres continentes donde el cristianismo es la religión profesada dominante, la observancia religiosa es más alta que en Europa. Al mismo tiempo, estas regiones a menudo son vistas por otras naciones como conservadoras y "victorianas" en su urbanidad social.

Sudamérica, históricamente católica, ha experimentado una gran infusión evangélica en los últimos 80 años debido a la influencia de misioneros evangélicos. Por ejemplo, en Brasil, el país más grande del continente, es el país con mayor número de católicos del mundo y al mismo tiempo el que tiene el mayor número de evangélicos. Algunas de las más grandes congregaciones en el mundo se encuentran en Brasil; también en Colombia, un país de tradición católica está sufriendo cambios dramáticos en su sociedad ya que el cristianismo evangélico está creciendo de manera exponencial, solo en la ciudad capital Bogotá se encuentran las iglesias en las que se congregan en grupos de 1000, 3000, 10000 y hasta 50000.

Historiografía
Historiadores del cristianismo fueron:

Eusebio de Cesarea
Gregorio de Tours
Cesar Baronius
Isaac Casaubon
Edward Gibbon

Persecución a los cristianos
Numerosos cristianos han sufrido persecuciones por parte de no cristianos e incluso de otros cristianos de creencias diversas o más o menos estrictas durante la historia del cristianismo.

Tales persecuciones tienen o tuvieron varios grados de intensidad, desde el arresto sin garantías, la mengua de derechos públicos, el encarcelamiento, el azotamiento y la tortura, hasta la ejecución, llamada martirio, pasando por el pago de un impuesto suplementario —como el caso de los mozárabes—, la confiscación de sus bienes o incluso la destrucción de sus propiedades, su arte, sus libros y sus símbolos o la incitación a abjurar de sus principios y delatar a otros cristianos.

Persecución a los cristianos por judíos
Antecedentes
El Nuevo Testamento dice que los primeros cristianos, comenzando por el propio Jesús, sufrieron persecución a manos de los jefes judíos de esa época. También relata el principio de persecuciones por los romanos. El término «los cristianos» es usado con frecuencia en una forma indiscriminada que ha sido causa de controversia.

Según el Nuevo Testamento, la persecución de los primeros cristianos continuó después de la muerte de Jesús. Pedro y Juan fueron encarcelados por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías, quien no obstante los liberó más tarde (Hechos 4:1-21). En otro momento, todos los apóstoles fueron encarcelados por el sumo sacerdote y otros saduceos, pero fueron liberados por un ángel (Hechos 5:17-18). Los apóstoles, tras haber escapado, fueron llevados nuevamente ante el Sanedrín, pero esta vez Gamaliel, un rabino fariseo bien conocido de la literatura rabínica, convenció al Sanedrín de liberarlos (Hechos 5:27-40).

La razón más probable de la persecución fue, por parte de los judíos, la evidente herejía que representaba la doctrina cristiana desde un punto de vista de la doctrina tradicional judía, ya que entre otras cosas, la idea de un Dios-Hombre chocaba de frente con su arraigado monoteísmo (esto se percibe claramente en la narración bíblica de los hechos de los primeros cristianos). Es deducible además que a oídos romanos, la predicación de los cristianos sobre el inminente regreso del rey de los judíos y el establecimiento de su reino, era sediciosa. Los romanos dieron a los judíos en ese tiempo un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos tendrían que suprimir cualquier tesis sediciosa, como las que defendían los cristianos. Esta oposición judía fue un potente motor para plantar en Roma la semilla del odio al incipiente cristianismo.

Muerte de Esteban
El Nuevo Testamento relata la lapidación de Esteban (Hechos 6:8-7:60) por miembros del Sanedrín. Esteban es recordado en el cristianismo como el primer mártir (del griego: mártÿros, ‘testigo’).

Saulo de Tarso (Pablo)
La ejecución de Esteban fue seguida de una gran persecución de cristianos (Hechos 8:1-3), dirigida por un fariseo llamado Saulo Pablo de Tarso, enviando a muchos cristianos a prisión. Según el Nuevo Testamento, esta persecución continuó hasta que Saulo se convirtió al cristianismo (y cambió su nombre a Pablo), tras decir que había visto una luz brillante y oído la voz de Jesús en el camino hacia Damasco, donde estaba viajando para encarcelar a más cristianos (Hechos 9:1-22).

Hechos 9:23-25 dice que «los judíos» en Damasco trataron entonces de matar a Pablo. Estaban esperándole en las puertas del pueblo, pero los evadió al ser bajado sobre el muro de la ciudad en una canasta por otros cristianos y luego escapó hacia Jerusalén. Comprensiblemente, tuvo dificultad al principio para convencer a los cristianos de Jerusalén que él, su antiguo perseguidor, se había convertido y de que ahora estaba siendo perseguido a su vez (Hechos 9:26-27). Otro atentado se hizo contra su vida, esta vez por «los grecianos» (KJV), refiriéndose a un grupo de judíos helenistas (Hechos 9:29), a quienes él debatió mientras estaban dentro y alrededor de Jerusalén.

Persecución a cristianos en el Imperio romano
Antecedentes
Al principio, los romanos consideraron el cristianismo como una nueva secta judía. Aparte de las esporádicas persecuciones de Nerón y Domiciano, durante el siglo I los cristianos tuvieron que enfrentarse con mayor frecuencia con la animadversión de los escribas y fariseos, rectores del judaísmo, que con las autoridades romanas.

Sobre la base de diversos testimonios1​ se afirma que durante la segunda mitad del siglo I, todo el siglo II y hasta el siglo IV, los cristianos fueron también perseguidos por autoridades del Imperio romano, que consideraba a los cristianos, ya sea como judíos sediciosos (recordando que en el año 70 los judíos armaron una revuelta en Judea que originó la destrucción de Jerusalén y la deportación de los judíos de su territorio a manos romanas), o como rebeldes políticos. El historiador Suetonio menciona las revueltas causadas en Roma en tiempo del emperador Claudio «por un tal Cresto», a quien cabe identificar con Cristo, cuyas doctrinas debían haber sido divulgadas por emigrantes o esclavos judíos en Roma. Asimismo, Tácito en sus Anales habla de la persecución a los cristianos («nombre que toman de un tal Cristo»), por parte de Nerón.

Tertuliano, en su Apología contra los gentiles, escrita en el año 200, explica cuáles eran los delitos que la fama imputaba a los cristianos:

Que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que están atados a los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impíamente con las hermanas o las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular, y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos. Tertuliano, Apología, c.7

Los gentiles asimilaban las reuniones nocturnas de los cristianos a ritos orientales de los «misterios», como los de Eleusis y Samos, enraizados en las prácticas mágicas, los misterios de Cibeles, los de Isis, originarios de Egipto, o los de Mitra, procedentes de Persia, que alcanzaron notable difusión incluso en España y en especial en la costa catalana.

En este contexto, hay que recordar que se hizo costumbre entre varios emperadores romanos el erigir estatuas propias en las diversas ciudades del imperio, y en autoproclamarse dioses o hijos de dioses (bajo el título de señor de señores) a los que sus súbditos debían de respetar. Un signo ejemplar de esto era la obligación de adorar o cuando menos arrodillarse ante las estatuas de los emperadores en las ciudades donde se encontraran.

Los cristianos, tomando como principio el que Jesús es el único Señor de señores, y el único hijo del Dios verdadero, se negaban a tomar tales actitudes. Los romanos, antes que juzgar sus creencias, verían en estos gestos las actitudes de una rebelión política contra el imperio, lo cual originó varias persecuciones contra los cristianos en esa época. Los componentes ideológicos potencialmente subversivos de las doctrinas y costumbres cristianas debieron ser tomadas como una amenaza para el estatus quo del orden social romano y una amenaza, sobre todo para las clases privilegiadas de ese orden.

Tal es el caso de la creencia en la filiación divina de toda la humanidad («Todos somos hijos de Dios») que implicaba la hermandad universal («todos somos hermanos») y la dignidad humana («cualquier cosa que le hicierais al más pequeño de ellos es como si me lo hicierais a mí»), un alegato a favor de la igualdad que chocaba frontalmente con una sociedad esclavista. También el alegato contra la riqueza y las prácticas comunistas de los primeros cristianos (que ponían a disposición de la «comunidad» todos sus bienes cuando entraban a formar parte de ella) debieron resultar amenazadores para los poderosos y privilegiados del imperio. El cristianismo fue inicialmente una religión dirigida a los humildes, a los que sufren injusticia, los pobres y a los esclavos, los grupos sociales más numerosos en un imperio en crisis, y entre los que se extendió rapidísimamente a pesar de los esfuerzos de las autoridades por evitarlo.

Hubo diez grandes persecuciones romanas contra el Cristianismo, denominadas generalmente con el nombre de los emperadores que las decretaron: las de Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.

Puesto que el cristianismo era considerado ilegal en el imperio, los cristianos debían ocultarse. Sus reuniones serían entonces secretas y son famosas las catacumbas de la ciudad de Roma, donde se dice que los cristianos se reunían,2​ aunque según los testimonios cristianos conservados, las catacumbas no eran el medio más utilizado para esconderse, ya que la mayor parte de las reuniones de culto, se haría secretamente en las mismas casas de los fieles. Para identificarse habrían utilizado símbolos que a ojos romanos no fueran evidentes, como el símbolo del Pez (Ichthys, o IXΘΥΣ en griego), acrónimo que significaba para ellos Iēsoûs CHristós THeoû hYiós Sōtér, 'Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador'.

La persecución de Nerón, 64-68
Una de las más conocidas e implacables y quizá la más temprana es la originada por el emperador Nerón, en torno al cual se originó la leyenda de su autoría del incendio que acabó con varios barrios de la ciudad de Roma. El historiador Cornelio Tácito escribió a principios del siglo II que ante el rumor popular de que el incendio se había originado por orden superior, halló en los cristianos los chivos expiatorios que en principio satisficieron la ira del pueblo. Fueron cruelmente reprimidos, según los Anales de Tácito. Suetonio, otro escritor prominente de principios del siglo II corrobora la versión, señalando que entre las obras públicas de Nerón se contaba «persiguió a los cristianos». Esta sería una de las razones que habrán llevado a cristianos como Pedro o Pablo a la muerte en Roma, de lo que hablan escritores cristianos de los primeros siglos como Clemente I.

La persecución de Domiciano, 81-96
Otro emperador que se recuerda por su crueldad con los cristianos fue Domiciano, entre los años 81 y 96. Entre los numerosos cristianos martirizados durante esta persecución estaban Simeón, obispo de Jerusalén, que fue crucificado. Flavia, hija de un senador romano, fue asimismo desterrada al Ponto; y se dictó una ley diciendo: «Que ningún cristiano, una vez traído ante un tribunal, quede exento de castigo sin que renuncie a su religión».

La persecución de Trajano, 109-111
Entre 109 y 111 d. C, Plinio el Joven fue enviado por el emperador Trajano (98-117) a la provincia de Bitinia como gobernador. Durante su mandato, Plinio encuentra a los cristianos, y escribe al emperador sobre ellos. El gobernador indicó que había ordenado la ejecución de varios cristianos. Sin embargo, no estaba seguro de qué hacer con aquellos que dijeron que ya no eran cristianos, y pidió consejo a Trajano. El emperador respondió que los cristianos no deben ser buscados y que las acusaciones anónimas deben ser rechazadas como una muestra «indigna de nuestra época», y si se retractan y «adoran a nuestros dioses», deben ser liberados. Los que persistan, sin embargo, deben ser castigados.

La persecución de Marco Aurelio, 161-180
Parte del problema que los cristianos tuvieron durante esta época, fue mayormente provocada por el populacho, que saqueó a las comunidades cristianas de Asia Menor fundadas por el Apóstol Pablo. Sin embargo, la condena de Marco Aurelio al cristianismo, tuvo repercusiones tan conocidas como la condena a muerte de Justino, que ocurrió durante esta época. La Persecución de Lyon, que fue precedida por la violencia colectiva incluyendo asaltos, robos y lapidaciones (Eusebio, Historia eclesiástica 5.1.7), provocó la aniquilación de la floreciente cristiandad de esta ciudad (según se dijo, por ateísmo e inmoralidad). Otros cristianos conocidos fueron torturados y martirizados en este momento, como Potino o Blandina

La persecución de Septimio Severo, 202-210
Otro emperador bajo quien los cristianos sufrieron fue Septimio Severo, que gobernó desde el 193-211. Durante su reinado, Clemente de Alejandría dejó escrito: «Muchos mártires son quemados a diario, confinados o decapitados, ante nuestros ojos».

Septimio Severo usó la persecución como pretexto para atribuir a los cristianos la peste y el hambre que asolaban el imperio; en esta persecución, especialmente violenta, sufrieron martirio Santa Cecilia y su esposo Valeriano y tuvo lugar el famoso episodio de la Legión fulminante.

El emperador Severo quizás no estaba personalmente en contra de los cristianos, pero la iglesia estaba ganando poder y la adhesión masiva de fieles condujo al sentimiento popular anti-cristiano y su persecución en Cartago, Alejandría, Roma y Corinto aproximadamente entre 202 y 210.

En el año 202 Septimio promulgó una ley que prohibió la difusión del cristianismo y el judaísmo. Este fue el primer decreto universal prohibiendo la conversión al cristianismo. Estallaron violentas persecuciones en Egipto y África del Norte. Leonidas, defensor del cristianismo, fue decapitado; su hijo Orígenes fue perdonado porque su madre escondió su ropa. Una joven fue cruelmente torturada y luego quemada en una caldera de brea ardiente con su madre. Perpetua y Felicidad fueron martirizadas durante este tiempo, al igual que muchos estudiantes de Orígenes de Alejandría.

La persecución de Maximino, 235
Maximino el Tracio inició una persecución dirigida principalmente contra los jefes de la Iglesia en el año 235. Una de sus primeras víctimas fue Ponciano, que con Hipólito fue desterrado a la isla de la Cerdeña.

La persecución de Decio, 250-251
La persecución de Decio arrojó numerosos eremitas a los bosques; entre sus mártires se cuentan el papa San Fabián y Santa Águeda; el célebre Orígenes sufrió tales tormentos que murió después a consecuencia de ellos. La persecución de los cristianos se extendió a todo el Imperio durante el reinado de Decio y marcó de forma duradera a la iglesia cristiana.

En enero de 250, Decio publicó un edicto por el que se requería que todos los ciudadanos hicieran un sacrificio para mayor gloria del emperador en la presencia de un oficial romano y así obtener un certificado (Libellus) que demostrara que lo habían hecho. En general, la opinión pública condenaba la violencia del gobierno y se admiraba de la resistencia pasiva de los mártires con lo que el movimiento cristiano se fortaleció. La persecución de Decio cesó en 251, pocos meses antes de su muerte.

La persecución de Decio tuvo repercusiones duraderas para la iglesia: ¿Cómo deben ser tratados los que habían comprado un certificado o había hecho realmente el sacrificio? Parece que en la mayoría de las iglesias, los apóstatas fueron aceptados de nuevo al seno de la iglesia, pero algunos grupos se les negó la entrada a la iglesia. Esto plantea importantes cuestiones acerca de la naturaleza de la Iglesia, el perdón, y el alto valor del martirio. Un siglo y medio más tarde, san Agustín discutió con un influyente grupo llamados Donatistas, que se separó de la Iglesia Católica porque ésta abrazó a los que se habían acobardado.

Gregorio de Tours glosa las persecuciones en su Historia de los francos:

Bajo el emperador Decio muchas persecuciones se levantaron contra el nombre de Cristo, y hubo tal masacre de los creyentes que no podían ser contados. Babillas, obispo de Antioquía, con sus tres pequeños hijos, Urban, Prilidan y Epolon, y Sixto, obispo de Roma, Lorenzo, un archidiácono, e Hipólito, se perfecciona por el martirio, ya que confesó el nombre del Señor. Valentiniano y Novaciano eran los jefes herejes más activos en contra de nuestra fe, animando al enemigo. En este momento, siete hombres fueron ordenados como obispos y enviados a los galos a predicar, como la historia del martirio del santo mártir Saturnino refiere. Porque dice: "En el consulado de Decio y Grato, como la memoria fiel, recuerda, la ciudad de Toulouse, recibió al santo Saturnino como su primer y más grande obispo". Estos obispos fueron enviados: Catianus obispo de Tours, Trófimo obispo de Arles, Pablo obispo de Narbona, Saturnino obispo de Tolosa, Dionisio obispo de París; Stremonius obispo de Clermont, Marcial obispo de Limoges.

Los escritos de Cipriano, obispo de Cartago, arrojan luz sobre las consecuencias de la persecución de Decio en la comunidad cristiana cartaginesa.

La persecución de Valeriano, 256-259
Bajo el reinado de Valeriano, que subió al trono en 253, todos los clérigos cristianos fueron obligados a sacrificar a los dioses romanos. En un edicto de 257, el castigo fue el exilio, en 258, el castigo era la muerte. Senadores cristianos, caballeros y damas fueron también obligados a sacrificar, bajo pena de fuertes multas, reducción de rango y, más tarde, la muerte. Por último, se prohibió a todos los cristianos visitar sus cementerios. Entre los ejecutados por Valeriano se encuentran: San Cipriano, obispo de Cartago, y Sixto II, obispo de Roma. Según una carta escrita por Dionisio durante este tiempo, «hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, doncellas y matronas, soldados y civiles, de toda edad y raza, algunos por la flagelación y el fuego, otros por la espada, han conquistado en la lucha y ganado sus coronas». La persecución terminó con la captura de Valeriano por Persia. Su hijo y sucesor Galieno, revocó los edictos de su padre.

Una orden de arrestar a un cristiano, de fecha 28 de febrero 256, se encontró entre los Papiros de Oxirrinco (P. Oxy 3035). En el documento no se detallan los motivos de la detención.

La persecución de Diocleciano, La gran persecución, 303-313
La persecución de Diocleciano fue la más grave, pues este quiso reformar el imperio en todos los aspectos y una parte muy esencial de su política era reforzar el culto imperial. Fue instigado a ella por los césares Maximiano y Galerio; hasta ciudades enteras cristianas fueron arrasadas. Fue tan larga esta persecución que fue llamada la Era de los mártires, y entre los más célebres se cuentan varios papas, San Sebastián, San Pancracio y Santa Inés.

La persecución de Juliano
Juliano el Apóstata fue el último emperador pagano del Imperio romano. Se crio en un momento en que el paganismo estaba en declive, en Roma. Al ser proclamado augusto en el año 361, Juliano de inmediato declaró su fe a los antiguos dioses romanos y buscó provocar un renacimiento pagano. Sin embargo, fue asesinado en Persia en el año 363 y su intento de restaurar el paganismo finalmente fracasó.

Juliano utilizó muchos métodos para romper sutilmente la Iglesia. Recordó a los obispos que habían sido desterrados por las enseñanzas heréticas, el clero fue despojado de su derecho a viajar por cuenta del Estado (como lo habían hecho anteriormente) y prohibió a los cristianos enseñar obras clásicas tales como la Ilíada o la Odisea. Juliano fue sustituido por el emperador cristiano Joviano.

Persecuciones a cristianos en el mundo moderno
En el transcurso de la descristianización de Francia durante la Revolución de ese país, se dieron las primeras persecuciones a los cristianos en la época moderna, considerándose mártires a cientos de sacerdotes y religiosos que fueron asesinados en ese periodo de la historia, como en las llamadas Masacres de septiembre y los 191 Mártires de París en la Revolución Francesa (1792). Se considera que el primer genocidio moderno se produjo en La Vendée, al oeste de Francia, cuando en 1793 los jacobinos anticlericales de la Revolución mataron a miles de campesinos católicos considerados como contrarrevolucionarios. En 1794, durante el período conocido como «El Terror», se guillotinaron 16 monjas en Compiègne por negarse a renunciar a sus votos monásticos (años después este hecho inspiró la obra Diálogos de Carmelitas). Un mes antes corrieron la misma suerte cuatro monjas de Arras Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, mientras ejercían su misión caritativa, son conocidas como las Martíres de Cambrai.

Una de las mayores persecuciones contra los cristianos de la historia moderna tuvo lugar en Vietnam a lo largo del periodo que va desde 1625 hasta 1886. Se calcula que en esos años fueron asesinados unos 130 000 cristianos.

Persecuciones a cristianos desde inicios del siglo XX hasta nuestros días
Según diversos estudios, en el siglo XX habrían sido asesinados unos 45 millones de cristianos.

En España, desde 1934 a 1939 —periodo que va desde la revolución de octubre hasta la Guerra Civil Española—, se contabilizan alrededor de 10 mil católicos (sacerdotes, religiosos y laicos) asesinados por motivos religiosos. Esta persecución, por su intensidad, ha podido ser calificada la mayor de toda la historia del cristianismo:

En toda la historia de la universal Iglesia no hay un solo precedente, ni siquiera en las persecuciones romanas, del sacrificio sangriento, en poco más de un semestre, de doce obispos, cuatro mil sacerdotes y más de dos mil religiosos.

En 2001 el número de cristianos asesinados por motivos de su fe sería superior a 160 mil.

Entre los años 2003 y 2009, según informó Asianews en diciembre de 2009, habrían sido asesinados alrededor de 2000 cristianos en Irak. A causa de la inestabilidad y de los ataques dirigidos contra cristianos, muchos de ellos han huido a otros territorios: de los cerca de 800 mil cristianos que había en 2003, se calcula que quedan 450 mil en 2010.

Por lo que se refiere a la India, entre 2008 y 2010 se registraron más de 1000 episodios anticristianos en el estado de Karnataka, según se informó en marzo de 2010. En el estado de Orissa, entre los años 2008 y 2010, más de 4000 cristianos sufrieron persecución y presiones para convertirse a la religión hindú.

Según unas declaraciones de Mario Mauro en agosto de 2010, que fungía entonces como representante de la OSCE contra la discriminación de los cristianos, de 100 personas que mueren al año por persecución religiosa, 75 serían cristianos. Ese mismo mes de agosto de 2010, monseñor Mario Toso, Secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, declaró que los cristianos eran el grupo religioso más perseguido en el mundo. Habría, según los datos de ese año, unos 200 millones de cristianos en situaciones de persecución. En cambio, según un informe publicado también en 2010 por la Comisión de las Conferencias Episcopales Europeas, el número de cristianos perseguidos estaría en torno a la cifra de 100 millones.

En cuanto al número de cristianos muertos anualmente por su fe, según una declaración hecha pública en junio de 2011 por Massimo Introvigne, representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para la lucha contra la intolerancia y la discriminación contra los cristianos, se trataría de 105 000 muertos al año. La cifra fue puesta en discusión en 2013, sea por la modalidad en la que se obtuvo, sea por lo elevado de la misma. Según otro estudio, el número de cristianos asesinados anualmente durante la primera década del siglo XXI sería de 10 000.

En el presente, se registran ejemplos de intolerancia o persecución hacia cristianos particularmente en países de África, entre ellos, Egipto, Marruecos, Nigeria, Kenia, República Centroafricana, y en Asia, en países como Pakistán, Indonesia, regiones de la India, Laos, y hasta en Arabia Saudita, donde la apertura de templos cristianos está prohibida.

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lunes, 13 de marzo de 2017

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La Última Cena, por Leonardo da Vinci

Hechos de los Apóstoles
Hechos de los Apóstoles (en griego antiguo: Πράξεις τῶν Ἀποστόλων, Práxeis tôn Apostólōn; en latín: Āctūs Apostolōrum) abreviado comúnmente a Hechos, es el nombre del quinto libro del Nuevo Testamento, en el cual se narra la historia del conocido como período apostólico.

Probablemente tenga el mismo origen que el Evangelio de Lucas, con el que forma lo que se suele llamar el opus lucanum; de hecho el libro en su inicio manifiesta que es un segundo tratado. Sin embargo, los textos se separaron antes de que se escribieran los manuscritos que llegaron hasta hoy. Con esta separación se buscaba cultivar el conocimiento de los evangelios como una unidad de archivos sagrados, a los cuales los Hechos servían como una especie de apéndice. Es de un interés y valor históricos únicos: no hay ningún otro libro como este dentro del Nuevo Testamento.

El libro de los Hechos es la única historia de la Iglesia primitiva, primitiva tanto en el espíritu como en la sustancia; sin él sería imposible tener un cuadro coherente de la edad apostólica. Con él, las epístolas paulinas son de un valor histórico incalculable; sin él, permanecerían incomprensiblemente fragmentarias e incompletas, a menudo incluso confundirían.

El autor escribe con estilo de tratado (Hechos 1:1.). Al principio también se conoció con los siguientes nombres: Los Hechos, El evangelio del Espíritu Santo y El evangelio de la resurrección.

No contiene la historia de todos los apóstoles, sino solo la de Pedro y de Pablo de Tarso. Juan es mencionado solo tres veces, y todo lo que se cuenta de Santiago (Jacob, Jacobo o Sanct Yago), el hijo de Zebedeo, es su ejecución por Herodes (Hechos 12;1). Al inicio del libro se menciona a los doce, incluyendo a Matías (que sustituyó a Judas Iscariote). También a lo largo del libro se menciona a Bernabé de Chipre, a Marcos (probablemente se trate del primer evangelista), Santiago el «hermano del Señor», entre otros.

Autor
La evidencia externa, que es relativamente extensa y temprana, como el fragmento muratoriano (una traducción del siglo VII de un texto griego del siglo II descubierta por Ludovico Antonio Muratori en el XVIII), Ireneo, Tertuliano, Clemente y Orígenes todos apuntan a Lucas, el compañero de Pablo (Filemón 24.), quien tal vez estaba con él como médico (Colosenses 4, 14.)

El mismo libro de Hechos indica que fue escrito por un compañero de Pablo. En Hechos 16:10. el escritor, sin previo aviso, pasa de la tercera persona a la primera: «Pero cuando vio la visión enseguida procuramos avanzar hacia Macedonia» (ver también Hechos 20, 5-22., Hechos 21, 12-18. y Hechos 27, 1-28, 16).

La evidencia de la autoría del tercer evangelio también cuenta para los Hechos (se puede comparar Lucas 1:1-4. con Hechos 1:1. Aunque el autor nunca menciona su propio nombre, la tradición de atribuir la autoría a Lucas data por lo menos del segundo cuarto del siglo II.

Datación
La datación mayoritaria (Norman Perrin, E. Lohse, P. Vielhauer, O. Cullman) sitúa a este libro en los años 80, debido a que esta es la década en que se suele fechar el Evangelio según san Lucas, que lo precede. Sin embargo, la horquilla datacional que puede encontrarse en la bibliografía acerca de este tema es muy amplia.

La datación más tardía está limitada por la existencia del papiro P45, de la primera mitad del siglo III y por la mención que la Epistula apostolorum hace de este texto a mediados del siglo II. Autores como E. Schürer o F. C. Burkitt han sugerido que Hechos era posterior a las Antigüedades judías de Flavio Josefo, al señalar posibles dependencias de Hechos con respecto a la obra de Josefo. Esta teoría ha sido rebatida por autores como Adolf von Harnack, F. J. Foackes Jackson, W. Kümmel, G. W. H. Lampe y T. W. Manson.

Algunos autores (B. Reicke, C. Vidal) proponen fechas anteriores al año 70 o incluso al año 62, basándose en los siguientes datos:

-El libro finaliza bruscamente con el comienzo de la cautividad de Pablo en Roma, hacia el año 60.
-Aunque relata el martirio del diácono Esteban y del apóstol Santiago el de Zebedeo, no menciona el de Santiago el Justo, que tuvo lugar en el año 62 y habría supuesto un argumento importante para retratar a los dirigentes judíos como enemigos del evangelio, exculpando a los romanos, en el mismo tono conciliador que el resto del libro.
-No menciona la muerte de Pedro en las persecuciones de Nerón, en los años 62-64
-Tampoco relata la muerte del personaje más prominente del libro, Pablo de Tarso, también como mártir, en los años 60.
-Presenta a los dirigentes judíos, especialmente a los saduceos, como enemigos, entre los que no se incluye de forma tan clara a los romanos, de modo similar al evangelio de Lucas. Esto no parece coherente con el ambiente de persecución romana contra el cristianismo que se inició con Nerón.
-Tampoco se menciona, ni directa ni indirectamente, la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70, que habría servido para reforzar la imagen de Jesús como hijo de Dios.
-El principal problema que presenta esta teoría, es que Lucas 21. profetiza la destrucción de Jerusalén. Dado que se supone que la profecía está escrita después finalizar la guerra en el año 70, suele situarse a Lucas después de esta fecha. Sin embargo, autores como C.C. Torrey y C.H. Dodd exponen que Lucas 21 no da ningún detalle histórico de la destrucción de Jerusalén, sino que toma todas las imágenes del Antiguo Testamento (Jeremías 21., Zacarias 12., Zacarias 14., Esdras 9., Salmos 79., Ezequiel 40-48., etc.).

Datos sobre Jesús de Nazaret
El relato resulta historiográficamente menos fiable que otros con respecto a la biografía de Jesús de Nazaret, debido a que es más tardío (posterior al evangelio de San Lucas) y más elaborado desde un punto de vista catequético y para el proceso de creación de la iglesia. Contiene únicamente relatos de la resurrección y algunos dichos atribuidos a Pedro.

Menciona a «Santiago el hermano de Juan» (Hechos 12:2., Hechos 15:13. y siguientes, no se refiere al mismo Santiago), en lo que coincide con las cartas de Pablo.

Temática
CapítuloTemas
1(v8)Poder Espiritual
2(v21)Llamado Divino
2(v38)"Buscar a Dios"
8(v22)Arrepentimiento
18(v24)"Conocimiento Espiritual"
25(v27)'Inocencia
27(v24)"Providencia"
28(v31)Reino Espiritual

Simbologia
capítuloversículosímbolo
2033Plata
2033Oro
2713Tempestad
2739Naufragio
282Fuego
284Víbora
2820Cadena
288Fiebre

Apóstol
En la religión cristiana, los apóstoles (en griego: Απόστολος, ‘enviado’)? son los hombres escogidos por Jesús de Nazaret para que fueran «pescadores de hombres», es decir, para multiplicar su presencia y propagar su mensaje. Por extensión, el término apóstol ha devenido una expresión utilizada para identificar al propagador de una doctrina o creencia religiosa, e incluso a los individuos que diseminan ideas sociales y políticas.

Definición de apóstol cristiano
“Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado; y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-204​).

Si bien está ampliamente aceptado que los doce discípulos que escogió Jesús -a los que se añaden luego Matías y finalmente Pablo de Tarso- fueron los apóstoles originales, no existe consenso entre las diferentes religiones cristianas respecto a qué otras personas, hasta la actualidad, puedan usar este título con la misma autoridad original. Varias iglesias, como la mormona y la Iglesia Nueva Apostólica, creen por fe estar conducidas por apóstoles de la actualidad, los cuales son escogidos por Dios.

De acuerdo con lo que aparece en la Biblia, son cinco las características necesarias para ser llamado «apóstol»:

-Haber conocido personalmente a Jesús.
-Haber sido escogidos y enviados por Jesús.
-Haber sido testigos de Jesucristo resucitado.
-Dar la vida por Dios y por el evangelio.
-Seguir a Jesucristo.

Todos los apóstoles, excepto Matías que fue elegido por sorteo para reemplazar a Judas Iscariote, cumplieron estas cinco características. En el caso de Pablo de Tarso no está claro si vio a Jesucristo, dado que solo se menciona que escuchó la voz de Jesucristo y quedó ciego, pero se sobreentiende que fue elegido personalmente por Cristo. Posteriormente, firmó sus escritos como «Pablo, Apóstol de los gentiles» y fue protagonista de la mayor parte del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Por otro lado, una interpretación que tiende a equiparar el término de «discípulo de Jesús» con el de «apóstol» indica que, aunque inicialmente fueron doce, luego fueron extendidos a setenta (Lucas 10,15​6​) y luego a más de quinientos discípulos enviados por Jesucristo para llevar la buena nueva al mundo y extender el Reino de Dios en la Tierra, a quienes puede aplicárseles el título de apóstol.

En todo caso, un apóstol debe ser testimonio del poder de Dios a través de la realización de señales, prodigios y milagros (sanación de los enfermos, exorcismos, resurrecciones), y de la predicación del evangelio.

Los doce apóstoles
Según el Nuevo Testamento, los doce apóstoles definitivos fueron aquellos que no abandonaron a Jesús cuando este les indicó que debían comer su cuerpo y beber su sangre, simbolizados por el vino y el pan en la Santa Cena, para alcanzar la vida eterna (Juan.):

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?

Ellos fueron, en orden de elección:

-Simón, hijo de Jonás o Juan (Simón bar Jonah o Šim`ôn bar-Yônâ) (Mateo 16:18), renombrado por Jesús como Pedro (Marcos 3:16). También conocido como Simón bar Jochanan (arameo) o Simón Pedro.
-Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. También conocido por el nombre Jacobo.
-Andrés, hermano de Pedro y exdiscípulo de Juan el Bautista.
-Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo (por tanto, hermano de Santiago el Mayor). Jesús llamó a ambos Bo-aner'ges, lo que significa 'hijos del trueno'. (Marcos 3:17)
-Felipe de Betsaida
-Bartolomé, hijo de Talemai, llamado también Natanael de Caná.
-Tomás, también llamado Dídimo o Mellizo.
-Mateo, el publicano o recaudador de impuestos, llamado también Leví.
-Santiago el Menor, también conocido como Santiago, hijo de Alfeo.
-Judas Tadeo. En algunos manuscritos de Mateo, el nombre «Lebbaeus» ocupa su lugar o es llamado -Judas, hermano de Santiago (Lucas 6:16).
-Simón el Cananeo, el Celador o Zelote (guerrillero).
-Judas Iscariote. También es referido como «Judas, hijo de Simón» (Juan 6:71; Juan 13:26). Judas, a causa de su traición a Jesús, se ahorcó (de acuerdo a Mateo 27:5 y Hechos 1:18) y a raíz de esto se escogió a Matías en su lugar.
-Matías, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el Monte de la sangre (Hechos 1:12-26).

Todos ellos eran galileos con excepción de Judas Iscariote, que se presume era de Judea (para algunos Iscariote significaría textualmente isqueriot, «de Queriot» al sur del distrito de Judá); mientras algunos lo interpretan como de Isacar. Después de la resurrección y ascensión de Jesucristo y tras haberse suicidado Judas Iscariote, los once Apóstoles restantes se reunieron y eligieron a Matías para completar nuevamente el número de doce Apóstoles enviados a las doce tribus de Israel.

Otros apóstoles de la Iglesia
En el Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles, son llamados apóstoles otros personajes, específicamente: Pablo de Tarso y Bernabé. Otros son asimilados al colegio apostólico, como Silas, Timoteo, Tito, Andrónico, Joias.

La Iglesia utiliza el título de apóstol antes del nombre de quienes reciben el servicio de apostolado y están a cargo de la Iglesia y de la expansión del Reino de Dios. Como el término apóstol se refiere a enviado, en ocasiones se agrega la mención de a dónde o a quienes se le envía: Así, el Apóstol Pablo es el Apóstol de los Gentiles.

La Iglesia católica ha utilizado posteriormente el sobrenombre de apóstol —en sentido más general— para otros propagadores de su fe (por ejemplo, San Francisco Javier es el Apóstol de las Indias), pero no se antepone el título al nombre (no se dice el apóstol Francisco Javier). Otros ejemplos son San José de Anchieta (Apóstol de Brasil), San Junípero Serra (Apóstol de California) y San Pedro de Betancur (Apóstol de Guatemala), entre otros.

Apóstoles en la actualidad
Iglesia católica
La Iglesia católica, tanto en su rama latina como en su rama oriental, afirma guardar la sucesión apostólica histórica por medio de sus obispos. Así el obispo de Roma es sucesor de Pedro, el Obispo de Bizancio es sucesor del apóstol san Andrés. Ninguna ordenación episcopal es válida si el candidato no ha sido ordenado por otro obispo que tenga sucesión apostólica. Y así sucesivamente hasta remontarse a los apóstoles.

La Iglesia nueva apostólica
La Iglesia nueva apostólica cree estar conducida por Apóstoles del tiempo final. Su fe en dicha afirmación radica en que consideran indispensables el actuar de los Apóstoles de Cristo para que éste regrese a la tierra a buscar a su pueblo para una eternidad en gloria en los cielos.

Su creencia es que, si bien los Apóstoles del círculo primitivo fallecieron años después de la ascensión de Jesús, en el siglo XVIII volvió a derramarse el Espíritu Santo por el cual fueron llamados nuevos hombres para continuar con el trabajo en la viña. Para los nuevos apostólicos el ministerio del apóstol ocupa un lugar central en su teología particular ya que por relato bíblico creen que los apóstoles son indispensables para conducir al pueblo en el tiempo final hasta que se cumpla la promesa del Hijo de Dios. Actualmente, la cabeza institucional de la Iglesia nueva apóstolica es Jean-Luc Schneider (1959) (en:), considerado como apóstol mayor por dicha Iglesia.

Denominaciones protestantes
Para los Evangélicos, Apóstol, designa a aquella persona que funda una iglesia, con el fin de "expandir el reino de Dios", es junto al de Profeta, Evangelista, Pastor y Maestro, uno de los cinco ministerios instaurados por Jesús.

Período preniceno
El período preniceno (que literalmente significa "antes de Nicea") de la historia del cristianismo primitivo hace referencia al período posterior al período apostólico del siglo I d. C., hasta el Primer Concilio de Nicea de 325. Las iglesias cristianas de esta época solían estar gobernadas por obispos y existe evidencia que cuando se les desafío con ideas contrapuestas doctrinalmente tras el declive de la Iglesia de Jerusalén, buscaron apoyo del Obispo de Roma, quien era visto como el heredero por sucesión apostólica de la autoridad de Pedro Simón. Esta parte de la historia del cristianismo es relevante, por cuanto tuvo un impacto significativo sobre la unidad de la doctrina a través de la cristiandad y en la extensión del cristianismo hacia un área cada vez mayor del mundo. Entre las figuras más prominentes de esta era, conocidos como los Padres Prenicenos o cristianos proto ortodoxos, generalmente estuvieron de acuerdo en la mayor parte de la doctrina.

Período apostólico
El período apostólico o edad apostólica de la historia del cristianismo se considera tradicionalmente como el período de los Doce Apóstoles, y estaría datado entre la gran comisión de los apóstoles por las apariciones de Jesús en Jerusalén hacia el año 30 d. C. hasta la muerte del último de los apóstoles, que se cree fue la de Juan el Apóstol en Anatolia hacia el año 100 d. C. Tradicionalmente se ha creído que los apóstoles se dispersaron desde Jerusalén.1​ Se trata de una época de especial significado para la tradición cristiana, al ser la etapa en la que vivieron los apóstoles directos de Jesucristo. Entre las fuentes primarias que reflejan la era apostólica se cuentan las cartas auténticas de Pablo de Tarso y el libro de los Hechos de los Apóstoles. Los Hechos transmiten un conjunto de informaciones sobre la vida de los apóstoles y las primeras comunidades cristianas en los años siguientes a la muerte de Jesús. Tradicionalmente atribuidos a Lucas el Evangelista, su valoración historiográfica es sin embargo controvertida: no se pone en cuestión el cuadro general que muestra el libro de los Hechos, pero al confrontar de cerca este escrito con las cartas auténticas de Pablo de Tarso, aparecen ciertos matices o ausencias en el campo de los acontecimientos. Por otra parte, las cartas auténticas de Pablo son un conjunto de escritos neotestamentarios conformado por las siguientes obras: la Primera epístola a los tesalonicenses, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los corintios, la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a Filemón, la Epístola a los romanos. Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:

-Porque se conoce a ciencia cierta su autor, y su autenticidad resulta reconocida ampliamente desde el análisis científico-literario actual.
-Porque su fecha de redacción es la más antigua de los libros del Nuevo Testamento, apenas 20-25 años posterior a la muerte de Jesús de Nazaret, y probablemente anterior incluso a la de los evangelios en su versión definitiva conocida hoy, por lo que constituyen documentación de carácter capital en cualquier análisis sobre los inicios del cristianismo.

De acuerdo a diversos estudiosos, los seguidores de Jesús estaban formados principalmente por sectas judías apocalípticos durante la época del Segundo Templo del siglo I. Algunos cristianos primitivos eran estrictamente judíos, como los ebionitas y los primeros líderes de Jerusalén, siendo todos ellos llamados colectivamente judeocristianos. Durante este período eran liderados por Santiago el Justo. Pablo de Tarso, comúnmente conocido como san Pablo, persiguió a los primeros judeocristianos, hasta que se convirtió y comenzó su labor misionera entre los gentiles por la que se lo conocería posteriormente con el título de «apóstol de los gentiles» o «apóstol de las naciones». De acuerdo al Oxford Dictionary of the Christian Church y diversos biblistas, la influencia de Pablo sobre el pensamiento cristiano es más significativa que la de ningún otro autor del Nuevo Testamento. Tras la Destrucción del Segundo Templo en el año 70 d. C, o al menos tras la Revuelta de Bar Kokhba del 132, Jerusalén dejó de ser el centro de la Iglesia cristiana. En el siglo II, el cristianismo se estableció como una religión predominantemente gentil y se expandió por el Imperio Romano y más allá.

Padres apostólicos
La carta atribuida al apóstol Bernabé se cuenta entre los escritos de los padres apostólicos.
Se llaman padres apostólicos a los autores del cristianismo primitivo que, según la tradición, tuvieron algún contacto con uno o más de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Son un subconjunto de los padres de la Iglesia, se trata de escritores del siglo I y de principios del siglo II, cuyos escritos tienen una profunda importancia para conocer qué creían los primeros cristianos. Se caracterizan por ser textos descriptivos o normativos que tratan de explicar la naturaleza de la novedosa doctrina cristiana.

Desarrollo de la clasificación
La expresión tuvo su origen en la obra que Jean-Baptiste Cotelier publicó en 1672, titulada Patres aevi apostolici («padres de la era apostólica»). Cotelier consideraba tales a Bernabé, Clemente de Roma —que según el testimonio de Ireneo de Lyon efectivamente fue discípulo de los apóstoles Pedro y Pablo—, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna —que según Ireneo​ fue discípulo del apóstol Juan— y Hermas de Roma.

La denominación Patres Apostolici («padres apostólicos») apareció por primera vez en 1699, cuando el teólogo protestante Th. Ittig publicó su Bibliotheca Patrum Apostolicorum graeco-latina, si bien solamente incluía a Clemente, Ignacio y Policarpo.

En 1765 Andrés Gallandi reimprimió la obra de Cotelier, agregando los fragmentos conocidos de Papías de Hierápolis —a quien san Jerónimo califica como auditor Ioannis, oyente de Juan— y el bello escrito anónimo llamado A Diogneto. Luego la lista de padres apostólicos se ha ido ampliando y reduciendo de acuerdo con los estudios de patrología. Por ejemplo, la narración del martirio de Ignacio de Antioquía había sido incluida por Cotelier, pero fue luego descartada. Finalmente se agregó la Didaché, descubierta en 1873.

De los martyria, un género literario de pleno derecho en el cristianismo primitivo en el que se relata el martirio de un santo, las ediciones modernas solo incluyen el de Policarpo, Martyrium Polycarpi, enviado por la Iglesia de Esmirna —sede de Policarpo— a la Iglesia de Philomelium en Frigia. Si bien su valor histórico es muy desigual, se lo considera cercano a los hechos. El de Ignacio es de fecha tardía, y el de Clemente es totalmente novelesco.

La mayoría de estos escritos son cartas de contenido pastoral y exhortativo. Casi ni se presenta la apología aunque sí alerta de herejías o posibles cismas.

La Didaché
Didaché es una palabra griega que significa Enseñanza. Hacia el año 70 de nuestra era en las colinas de Palestina, de Siria, o quizá en su misma capital, Antioquía, se compuso breve texto cristiano de singular importancia. En tan solo 552 palabras, el desconocido autor resumió la moral cristiana,​ los preceptos litúrgicos para la celebración del bautismo y de la eucaristía, ciertas reflexiones sobre la jerarquía eclesiástica, y algunos párrafos alentando la esperanza en la Segunda venida de Cristo.

Este escrito tuvo un amplio reconocimiento en las comunidades cristianas primitivas y fue citado por varios autores antiguos, pero su texto original estuvo perdido durante largos siglos. En 1873 Filoteos Bryennios lo halló en un códice del siglo XI bajo el título de Enseñanza de los doce apóstoles (abreviado y en griego, Didaché). Desde entonces la obra ha sido de gran interés, ya que describe el cristianismo de una época en la cual los testimonios extra-bíblicos son prácticamente nulos.

Epístola de Clemente
Otro escrito clasificado entre la patrística apostólica es la Primera Epístola de Clemente a los Corintios. El nombre es Epístola Primera porque existe una Segunda, a la que ya en tiempos antiguos se la consideraba pseudoepigráfica. Se la atribuye a Clemente de Roma, que fue obispo de esa ciudad a fines del siglo I: Orígenes, Eusebio de Cesarea y Jerónimo afirman que este Clemente es el mismo que Pablo de Tarso menciona en el capítulo 4 de su Epístola a los Filipenses. La Carta, que está firmada por «La Iglesia de Roma», tiene por objeto resolver una disputa acaecida en la Iglesia de Corinto, donde varios presbíteros habían sido depuestos de sus cargos. Se estima que su redacción tuvo lugar poco tiempo después de la persecución de Domiciano en el año 96.

Importancia de los padres apostólicos
Si bien no es posible afirmar a ciencia cierta que todos ellos hayan tratado a los apóstoles, estos autores transmiten un eco vivo de su predicación. La exposición de la fe evidente en los escritos de estos autores destella sobre los posteriores apologistas por cuanto permanecieron ajenos al debate antiherético que caracterizó al segundo eslabón en la cadena del cristianismo (los apologetas), aun cuando en los escritos apostólicos existan evidencias de una oposición al docetismo judaizante en la teología del Verbo encarnado de Ignacio de Antioquía o en el caso de Clemente también, donde observamos un contraste con las escisiones que ocurrieron en la comunidad de Éfeso. En todo caso, el talante literario de estos documentos y de los personajes que los crearon está más motivado por exponer la fe que por defenderla del error, si bien no se confunde con este. En efecto, el autor de A Diogneto afirma: «No trato de cosas extrañas ni inquiero cuestiones absurdas, sino que, habiendo sido discípulo de los apóstoles, me hago maestro de las naciones y administro lo que yo he recibido a los que se han convertido en discípulos dignos de la Verdad.»

Según Jules Lebreton en La Iglesia Primitiva, los mismos Padres poseían una clara conciencia de su posición de sucesores: Clemente afirma haber escrito que su carta por impulso del Espíritu, pero reconoce la verdadera inspiración en San Pablo. Ignacio al tiempo que se reconoce en línea de continuidad con los doce, indica: «Yo no puedo imponerles mandatos del valor que tienen los de Pedro y Pablo, ellos eran apóstoles; yo no soy más que un condenado a muerte». Con todo, la conciencia de ser el eslabón inmediato en la cadena que por los apóstoles unía a los creyentes con el Señor les hizo emplear la palabra predicada y escrita con un acento único, a tal grado que después de los libros neotestamentarios, no hay un conjunto de obras que proporcionen impresión tan inmediata de la comunidad congregada en torno a la fe en Jesucristo como los padres apostólicos.

Lista de textos
-La Didaché es el hijo pródigo de estos escritos por ser el más tardío en descubrirse e incorporarse al grupo, y haber llegado, sin embargo, a ser el más importante de todos ellos.
-La primera carta que Clemente de Roma o Clemente Romano escribió a los corintios. Hay también una Segunda Carta pero es muy contestada la autoría clementina de ella. Se cree que Clemente fue convertido al cristianismo por el apóstol Simón Pedro.
-Las cartas de Ignacio de Antioquía, mártir y obispo de Antioquía.
-La Carta a los filipenses de Policarpo de Esmirna. Discípulo según Ireneo de Lyon de Juan el Apóstol.
-Epístola de Bernabé. Se trata de un tratado atribuido a José Bernabé, compañero de Pablo de Tarso.
-La carta anónima enviada a Diogneto.
-Los fragmentos de la Explicación de los dichos del Señor de Papías de Hierápolis.
-Al libro El Pastor de Hermas de Roma, a veces se le considera apostólico debido a que Pablo en su carta a los Romanos menciona a una persona llamada Hermas (Romanos 16:14). En realidad el autor de este libro sería otro Hermas vivido a fines del siglo II o inicios del III.

Cristianismo primitivo
Cristianismo primitivo o paleocristianismo es el período de la historia del cristianismo anterior al Primer Concilio de Nicea (año 325). Se divide habitualmente en dos fases: el período apostólico (siglo I) y el período preniceno (siglos II, III y comienzos del IV). Para el periodo posterior, en que el cristianismo pasa a ser la religión oficial del Imperio romano, se utilizan denominaciones como cristianismo bajoimperial; y, más adelante, cristianismo medieval.

Los primeros cristianos, tal como son descritos en el Nuevo Testamento (especialmente en Hechos de los Apóstoles), eran judíos, ya fuera de nacimiento o por conversión, para los cuales se utilizaba el término bíblico "prosélito", y denominados por los historiadores como judeocristianos. Hechos de los Apóstoles y la Epístola a los Gálatas recogen que la primera comunidad cristiana estaba centrada en Jerusalén y entre sus líderes estaban Pedro, Santiago y Juan. Pablo de Tarso, tras su conversión al cristianismo, reivindicó para sí el título de "Apóstol de los gentiles". La influencia de Pablo en el pensamiento cristiano es reconocida como más significativa que la de cualquier otro escritor del Nuevo Testamento.4​ Hacia el final del siglo I, el cristianismo comenzó a ser reconocido interna y externamente como una religión diferente del judaísmo rabínico, el cual se refinó y desarrolló con posterioridad a la destrucción del segundo templo de Jerusalén.

Tal y como aparece recogido en numerosas citas del Nuevo Testamento, así como en otros textos cristianos del primer siglo de nuestra era, los primeros cristianos generalmente utilizaban y reverenciaban la Biblia Judía como su libro sagrado, fundamentalmente a través de las traducciones griegas (Septuaginta) o arameas (Targum), buena parte de las cuales están escritas en forma narrativa donde "en la historia bíblica Dios es el protagonista, Satán (o las personas o poderes malignos) son el antagonista, y el pueblo de Dios es el agonista".

A medida que el canon del Nuevo Testamento se desarrolló, las Cartas de San Pablo, los Evangelios canónicos y varios otros textos fueron también reconocidos como escrituras y textos sagrados para ser leídos en la iglesia. Las cartas de Pablo, especialmente la Epístola a los Romanos, establecieron una teología basada en Cristo antes que en la Ley Mosaica, pero la mayor parte de las denominaciones cristianas todavía consideran las "prescripciones morales" de la Ley Mosaica, como los Diez Mandamientos, el Gran Mandamiento y la Regla de Oro como relevantes. Los cristianos primitivos demostraron un amplio catálogo de creencias y prácticas, buena parte de las cuales fueron posteriormente rechazadas como heréticas.

Historia
Las comunidades primitivas del cristianismo surgen como una secta apocalíptica del judaísmo (Hechos 24:5) a la que los historiadores denominan judeocristianismo. Estos primeros cristianos se llaman a sí mismos "Nazarenos" o "los del Camino". Los primeros cristianos acuden a las sinagogas, como todos los otros grupos dentro del judaísmo tradicional (época del segundo templo). Su proclama es de tipo profético y enseñan que Yeshua el Nazareno, Jesús de Nazaret, es el Mesías anunciado por los profetas. A Jesús, a quien las autoridades romanas y judías habían crucificado, Yahve lo ha resucitado (según el Nuevo Testamento). Como regla de vida enseñan la Torá y las obras del Espíritu Santo, de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.

La primera parte de este período, durante la vida de los Doce Apóstoles, se denomina Período Apostólico. Luego de la resurrección de Jesús, los Apóstoles se dispersaron fuera de Jerusalén y la labor misionera del primer cristianismo lo expandió a diferentes ciudades del mundo helénico e incluso más allá del Imperio Romano. Los primeros cristianos sufrieron persecuciones esporádicas como consecuencia de su rechazo al culto imperial del emperador como divinidad. La persecución aumentó en Asia Menor hacia el final del siglo I,7​ así como en Roma en las postrimerías del Gran incendio de Roma en el 64 d. C..

Durante el Período Preniceno que siguió al Período Apostólico, surgió simultáneamente una gran diversidad de visiones, siendo significativa la presencia de características unificadoras entre ellas que no habían existido en el anterior Período Apostólico. Entre estas tendencias unificadoras se encuentran el rechazo del judaísmo y de las prácticas judaicas. El cristianismo primitivo se fue separando gradualmente del judaísmo, hasta el distanciamiento definitivo después de la destrucción del segundo templo de Jerusalén, en el año 70. En el siguiente siglo se establecería como una religión predominantemente de gentiles en el ámbito del Imperio Romano.

De acuerdo con Will Durant, la Iglesia cristiana prevaleció sobre el paganismo porque ofrecía una doctrina mucho más atractiva y porque los líderes de la iglesia se dirigieron a las necesidades humanas mejor que sus rivales. Sin embargo, esta explicación no es suficiente para los cristianos, quienes ven allí más bien el cumplimiento del mandato y la promesa de Jesús a sus apóstoles, al finalizar el evangelio de Mateo (28: 18-20): "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.".

Comunidades paulinas
Aunque la evangelización de paganos ya se había iniciado antes de la conversión de Pablo de Tarso en el año 36, es éste quien impulsa la propagación del cristianismo, comenzando por Arabia y Damasco, pero será en el año 45, con el inicio de su primer viaje misionero, cuando se empezará a propagar ampliamente el cristianismo.

Año 50
En el año 50, surge la tensión entre las tendencias judías tradicionales y los creyentes gentiles (no judíos) convertidos al cristianismo primitivo provenientes de las comunidades palestinas. Llega a un momento de crisis y confusión, lo cual ocurre al no saber si a los nuevos creyentes de origen gentil (no judío) les corresponde el observar la Ley al igual que al pueblo hebreo. Esta disputa (Hechos 15) es resuelta en el Concilio de Jerusalén.

Década del año 50
Hacia el año 51, Pablo de Tarso escribe la Primera Carta a los Tesalonicenses dirigida a la comunidad de Tesalónica, fundada en el año 50. Este es el texto más antiguo del Nuevo Testamento. Ya se definen por escrito algunos de los dogmas más importantes del cristianismo.

Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz. (1 Tesalonicences 1:1)
Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. (1 Tesalonicences 1:6)
... cómo abandonando los ídolos, os volvisteis al Dios vivo y verdadero, y vivir guardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro. (1 Tesalonicences 1:9b-10)

No se nombra en todo el Nuevo Testamento a la Santísima Trinidad. Sin embargo, en esta carta se habla del Espíritu Santo, de Dios Padre y de su Hijo. De la afirmación monoteísta de un solo Dios vivo y verdadero. De la esperanza en la segunda venida de Jesucristo y de su papel redentor. Se da a Jesús el título de Señor, que era habitualmente utilizado para dirigirse al dios nacional en los países del entorno de Judea (Egipto, Mesopotamia, etc.).

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con Él. (1 Tesalonicences 4:13-14)

Se afirma la creencia en la resurrección de los muertos. Creían en esos momentos que la segunda venida de Cristo era inminente. Se preocupaban y entristecían porque algunos seres queridos morían sin haber visto llegar a Jesucristo en la gloria del final de los tiempos. Por esta razón, Pablo continuó:

Esto es lo que os decimos como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues Él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tes 4, 15-17)

Durante el tercer viaje de Pablo de Tarso, el Apóstol escribe la mayoría de su obra epistolar. Tradicionalmente esta etapa se data de los años 54 a 57, en tanto que las posturas revisionistas tienden a ubicarla entre los años 51 y 54. En esa etapa de su vida, Pablo escribió buena parte de su obra epistolar: la Carta a los gálatas, la Carta a los filipenses, dirigida a la comunidad de Filipo, fundada hacia el año 49, la Carta a Filemón y la Carta a los romanos. Esta última está datada de los años 55 a 58.

Años 70-100. Redacción de los evangelios
Diversos relatos originados entre los años 28-30 y los años 70, se transmiten de forma oral o escrita. Son recopilados y reelaborados por los evangelistas, que los insertan en un marco geográfico con bases históricas[cita requerida], dando lugar a los Evangelios.

Años 70: Evangelio de Marcos
El estudio crítico del Evangelio según Marcos ha aportado en los últimos años datos acerca de las características de las primitivas comunidades cristianas.

Años 80: Evangelios de Mateo y Lucas
En el Evangelio según Mateo se observa la relación conflictiva de la primitiva comunidad cristiana con los fariseos que habían escapado a la destrucción de Jerusalén. El Evangelio según Lucas muestra ciertas características de las comunidades cristianas procedentes del paganismo.

Final del siglo I
El Evangelio según Juan, las cartas y el libro del Apocalipsis aportan algunos datos del final del siglo I y principios del siglo II, que estuvo marcado por las persecuciones romanas.

Continua en La Biblia XVII: Hechos de los Apóstoles II
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