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lunes, 9 de enero de 2017

La Biblia XIV: Los Cinco Rollos II

Óleo que representa al rey Salomón ya anciano y meditabundo, por Isaak Asknaziy

Libro del Eclesiastés
El Libro del Eclesiastés (griego ἐκκλησιαστής, Ekklesiastés, hebreo קֹהֶלֶת, Qohéleth, "eclesiasta", "asambleísta" o "congregacionista"), a veces conocido como el "Libro del Predicador", es un libro del Antiguo Testamento de la Biblia, y también del Tanaj, perteneciente al grupo de los denominados Libros Sapienciales, o de enseñanzas. En el Tanaj judío se ubica entre los Ketuvim (o los "escritos"). En el ordenamiento de la Biblia, el Eclesiastés sigue a los Proverbios y precede al Cantar de los Cantares, mientras que en el Tanaj se encuentra entre estos dos mismos libros, pero en orden inverso: le antecede el Cantar de los Cantares, y le sucede el de Proverbios.

No debe confundirse con el Libro del Eclesiástico, el cual es otro libro sapiencial del Antiguo Testamento, de nombre similar.

Datos generales
Nombre del libro
El autor se llama a sí mismo Qohéleth (קֹהֶלֶת) que significa literalmente "el hombre de la asamblea" o "el representante de la asamblea", el vocero, un tribuno de la asamblea del pueblo, que cansado de las ideas dominantes, se decide a tomar la palabra.

En el Tanaj קֹהֶ֣לֶת (Qohéleth) es el nombre que se da al libro. La Septuaginta griega lo traduce como ἐκκλησιαστής (Ekklesiastés), que significa “miembro de la congregación" o de la asamblea (ecclesía), y de ese título se deriva el título español Eclesiastés. Qohéleth ha sido traducido a partir de Lutero como "el predicador" (Der Prediger) o mejor aún "el orador -(persona que expone un tema ante una audiencia)". Sin embargo, una traducción más aproximada de Qohéleth es "el congregador", lo que también aplica mejor a Salomón e indicaría con qué propósito escribió el autor el libro.

Autor y datación
Eclesiastés es un libro postexílico, cuyo autor se llama a sí mismo "hijo de David" y "rey en Jerusalén" (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 1, 1». Biblia; traducción Reina-Valera, atribuido tradicionalmente, al igual que el Libro de Proverbios, al rey Salomón.

Actualmente su autoría se considera un misterio. Varios círculos de eruditos niegan la autoría salomónica. Comentan que se atribuía a Salomón cualquier obra de tema filosófico eminente de la que se desconocía el autor y que el estilo literario y el uso de la lengua lo ubica en tiempo de los persas de Ciro. Otro argumento es que el autor dice explícitamente en Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 1, 12». Biblia; traducción Reina-Valera. que en el momento de escribir el libro ya no era rey " fui rey en Jerusalén". Sin embargo, quienes defienden la autoría salomónica sostienen que esta última idea presenta oposición histórica pues Salomón fue el hijo de David que llegó al trono, y que su comentario "fui" puede ser una figura retórica o poética.

Actualmente la mayoría de los eruditos comentan que conocer la fecha y autoría del libro con certeza es imposible por falta de evidencias históricas. El círculo de comentaristas a favor de la autoría salomónica lo sitúan en su vejez, cuando su filosofía había sido enriquecida por filosofías foráneas. (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 10, 23-24». Biblia; traducción Reina-Valera.

El primero en dudar de la autoría salomónica del Eclesiastés fue Hugo Grocio, en 1644, quien encontró que en el texto hebreo hay muchas palabras que solamente se encuentran en Daniel y Esdrás. En 1875, en su comentario al Cantar de los Cantares y Eclesiastés, Franz Delitzsch probó que el hebreo de este último no corresponde a la época de Salomón y es posterior al exilio.

El autor parece un hombre incuestionablemente ilustrado. Qohélet conoce lo que pasa fuera de las fronteras de Israel, ha viajado y ha estado en profundo y prolongado contacto con el helenismo. Aunque esto es claro, mucho más difícil resulta establecer con cuál de las tres grandes corrientes de pensamiento helénico comulga o simpatiza: no se sabe si fue cínico, epicúreo o estoico.

Tanto Siegfried como Podechard sostuvieron que el libro estaría compuesto por una base original a la que se han ido añadiendo diversas partes. Ya el epílogo, por el modo en que menciona al autor, sería de redacción posterior. Otros refranes que echan mano de cierta métrica muestran quizás la intervención de otro autor. Sin embargo, los indicios no son suficientes todavía como para afirmar con certeza la diversidad de autores.

La lengua del escrito es ya fuertemente arameizante, con términos que provienen del lenguaje común de la calle o el mercado y con algunos préstamos del persa (como pardes: jardín, huerto, parque; medina: provincia, distrito, barrio), en tanto que las reflexiones corresponden más bien a un fondo helénico.

Canonicidad
Estaba en el canon judío para el siglo I d. C. y aunque se elevaron dudas en ese ámbito, el Concilio de Jamnia los disipó. Se han encontrado fragmentos del Qohélet en las cuevas de Qumram. En el ambiente cristiano, solo Teodoro de Mopsuestia opuso o minimizó la canonicidad del libro.

Contenidos
La estructura del Eclesiastés se presenta como difusa, o formada por una serie de 35 apartados sin conexión. Pero la Biblia de Jerusalén propone, a juicio de David Gonzalo Maeso:

I Parte (1-6):
Título y prólogo sobre el hastío.

Cuatro decepciones:
La gran vida, realización de Salomón.
La condición mortal.
El individuo en la sociedad.
Sátira del dinero y la riqueza.

II Parte (7-12):
Prólogo sobre la risa.
Otras cuatro decepciones:
Sanción en esta vida.
Insatisfacción del amor.
Caprichos de la fortuna.
La senectud.

El Eclesiastés se pregunta cómo afrontar la vida, ya que nada en ella es seguro excepto la muerte. Tiene un tono marcadamente existencial. Reflexiona sobre la fugacidad de los placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bienes de los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida.

La incertidumbre de la existencia es el centro de las reflexiones de Kohélet. Nos invita a disfrutar de la vida, pues nunca podemos estar ciertos de qué nos deparará y también las alegrías de este mundo son un don de Dios. Recomienda aceptar con serenidad las desgracias y la adversidad, pues también ellas serán tan pasajeras como lo es todo en la vida del hombre. La injusticia que con frecuencia domina lo humano, el valor de la sabiduría a pesar de sus inevitables límites, lo inútil de todo afán del ser humano que necesariamente concluye con la muerte, son algunos de los temas intemporales sobre los que reflexiona. Resuena la voz de Kohélet en Ecle. 12, 8 según la versión Reina Valera: "Vanidad de vanidades", dijo el Predicador, "todo es vanidad"

La traducción del inglés en la NVI del mismo versículo: "Meaningless! Meaningless!" says the Teacher. "Everything is meaningless" "Sin sentido! Sin sentido!" dice el Maestro. "Nada tiene sentido"

El Eclesiastés formula varios tópicos literarios universales del desengaño: Edad de oro o "Cualquiera tiempo pasado fue mejor", Vanitas vanitatum, Ubi sunt?, Nihil novum sub sole... pero la conclusión principal tiene que ver con el conocido carpe diem: disfruta del día, disfruta del momento, aprovecha lo que la vida te ofrece para equilibrar el dolor. Quizás el mejor extracto de esta propuesta existencialista se encuentre en Eclesiastes 9: Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el she'ol a donde te encaminas» Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Eclesiastes 9, 7-10». Biblia; traducción Reina-Valera.

El profesor Antonio Bonora muestra con claridad que en el Eclesiastés enseña que la vida humana está abocada sin remedio a la muerte y a finitud, y, ya que el conocimiento añade dolor, el pensamiento de la muerte enseña a vivir sin temor la propia condición de criatura, esto es, de ser finito y limitado; la auténtica culpa existencial consiste en la no aceptación de la finitud del ser, en la desesperación que surge por no poder llegar a ser como Dios, en amargarse la existencia en la infinitud del miedo de morir. Cuando el hombre se reconoce y se acepta, frente a Dios, como criatura finita y mortal, conquista la libertad de disfrutar de la vida y de sus dones sensacionales.

Se señala a menudo la conexión del Eclesiastés con el Libro de Job. La pregunta ética por la justicia, o la pregunta por el sentido del sufrimiento, que Job plantea, tiene un contexto de creencias semejante. Así, al final del Libro de Job, éste, al depositar su confianza en Dios, alcanza una vida larga y próspera y mucha descendencia, la máxima expectativa de un ser humano.

Críticas desde el cristianismo
El Eclesiastés ha sufrido variadas críticas, que dependen exclusivamente de citar fuera de contexto y en forma aislada algunas de sus afirmaciones. Así, se lo ha acusado de pesimista, escéptico y epicúreo.

Estos así llamados "errores" desaparecen cuando se contempla a Kohélet en el marco de la sociedad, la religión y la filosofía de su época, ya que el libro se adapta muy bien a la doctrina hebrea de aquel tiempo y a los principios éticos y morales del judaísmo sin contradecirlos en nada.

No es infrecuente que desde posturas cristianas se eche en falta en el Eclesiastés un sentido de la trascendencia de la vida más allá de la muerte. Lo cierto es que el dogma cristiano de la inmortalidad del alma no forma parte de las creencias del judaísmo originario, aunque si hace referencia de la trascendencia espiritual en el Capítulo 12:7 El Eclesiatés es un clásico libro sapiencial cuya intención parece marcado en enseñar a vivir y acompañar al hombre en los vaivenes de su vida. Cobra pleno sentido que disfrutemos cuanto podamos de ésta y no nos desesperemos cuando la fortuna nos sea contraria. Todo pasará. Hemos de mantener nuestra confianza en Dios, no porque nos premie con la eternidad, sino porque Él es la única garantía de justicia y sentido que en vano buscaremos en el mundo humano.

Libro de las citas
Es el libro más citado de la Biblia, incluso en la vida diaria, aunque el que utiliza sus dichos no sepa de dónde provienen:

-"Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (1:2),
-"Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol" (1:9),
-"Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz" (3:1-8);
-"Las generaciones de hombres vienen y van, pero la tierra permanece" (1:4),
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después" (1:10-11).
-"Todos van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo y al polvo volverán" (3:20),
-"Hay gente honrada que es tratada como si cometiera cosas malas, y hay gente malvada que es tratada como si hiciera cosas buenas" (8:14);
-"Las palabras del sabio son como aguijones" (12:11),
-"Escribir libros es una tarea sin fin" (12:12)
-"Todos los ríos terminan en el mar, y el mar no se llena" (1, 7)
-"Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará al otro; pero ¡ay del hombre solo! Cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto" (4: 9-12)
-En la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta su conocimiento, aumenta su dolor (1:18)

El Libro de Ester 
El Libro de Ester (hebreo מְגִילַת אֶסְתֵּר, Meguilat Ester—"Rollo de Ester") es un antiguo libro hebreo y forma parte de los Ketuvim (Escritos), la tercera sección del Tanaj o Biblia hebrea. El texto original hebreo es universalmente considerado canónico. Para el judaísmo, el mismo constituye un libro externo e independiente de la Torá (Pentateuco). Para el cristianismo, el mismo forma parte de los libros del Antiguo Testamento. A su vez, las adiciones posteriores en griego fueron aceptadas como deuterocanónicas por la Iglesia Católica, en tanto que Iglesias Protestantes, Anglicanas y Restauracionistas las excluyen de la Biblia, basándose en la usanza judía y también en el Concilio de Jamnia.

Canonicidad
Meguilat Ester o Rollo de Ester. Arte asquenazí. Manuscrito hebreo miniado con el Libro de Ester; Alemania, c. 1700. Texto leído durante Purim.

El Libro de Ester se conserva hasta hoy en dos formas sustancialmente distintas: un texto en hebreo (la forma más breve, considerado por la mayoría de los investigadores como original), y un texto en griego koiné (también en dos formas bastante divergentes: la de la Septuaginta o Biblia de los Setenta, y la de Luciano de Antioquía, traducciones libres del hebreo que añaden a éste seis largas secciones consideradas deuterocanónicas). La versión hebrea del Libro de Ester era aún discutida por los rabinos en el siglo I d.C., pero finalmente tuvo gran aceptación entre los judíos y, más tarde, tampoco fue objetada por los protestantes.

Las adiciones griegas a la versión hebrea del Libro de Ester fueron puestas en tela de juicio por Jerónimo de Estridón quien, al traducir este libro, recogió las secciones en griego al final de su obra: la Vulgata. Pero fueron finalmente admitidas como canónicas por el Concilio de Trento, junto con otros libros en idéntica situación (como los libros de Tobías y Judit), en respuesta a la Reforma Protestante.

En resumen, el libro es considerado universalmente canónico en su original hebreo, única versión aceptada por los judíos y los protestantes. Las adiciones posteriores en griego fueron aceptadas como deuterocanónicas por los cristianos católicos y ortodoxos, pero se consideran apócrifas por los protestantes, anglicanos y restauracionistas.

Tradicionalmente, los rollos que contienen el Libro de Ester presentan un solo rodillo o cilindro del lado izquierdo, a diferencia de la mayoría de los rollos de la Biblia, tales como las copias manuscritas del Pentateuco (Torá) que tienen dos cilindros, uno de cada lado.

Estilo y organización
El Libro de Ester muestra considerable nacionalismo y emplea un lenguaje directo, poco dado a las metáforas. Al contrario que otros libros bíblicos, Ester no cita fuentes ni se ciñe estrictamente a la doctrina hebrea (incluyendo el concepto de Alianza), ni a Dios como fuente esencial de la espiritualidad y de la vida religiosa del pueblo judío (a pesar de ver Su actuar de manera implícita). De tal manera que en el libro no aparece el nombre de Dios, caso extraordinario en un libro sagrado para el judaísmo y el cristianismo. Debido a ello, el judaísmo no lo incluye en el cuerpo principal de la Torá, sino que lo preserva como texto físicamente separado de la Ley mosaica. Existen sólo dos libros en la Biblia en donde este hecho se verifica: el Libro de Ester, y el Cantar de los Cantares.

La historia de Ester es un drama, no en el sentido griego (lucha del hombre contra el destino), sino en el hebreo: una historia que muestra la providencia de Dios.

Su autor
Se cree que los sucesos de Ester tuvieron lugar en los días en que el poderoso imperio persa estaba en su apogeo, y que abarcan unos 18 años del reinado de Asuero (Jerjes I). Ese período, que se extiende hasta alrededor del 475 a. C., está indicado por testimonio de fuentes griegas, persas y babilonias.

El Libro de Ester es tradicionalmente atribuido a Mardoqueo, testigo ocular y uno de los principales protagonistas del relato. Ya para los críticos modernos, el Libro de Ester fue escrito por un judío desconocido, en Susa (Persia) o en Israel, durante el período que va de finales del siglo V a finales del siglo II a. C.. Por su parte, la traducción y adiciones en griego posiblemente se hicieron poco antes del año 114 a.C.

Personajes del Libro de Ester
En este libro bíblico se menciona a:

Asuero
Gran Rey de Persia, unánimemente identificado con el histórico Jerjes I. Este rey gobernaba desde la India hasta Etiopía sobre 127 provincias. Asuero proclamó reina a Ester en lugar de la reina Vasti, que se había negado a salir para mostrarle su hermosura a los pueblos y a los príncipes, pues la Biblia dice que Vasti era hermosa de aspecto.

Mardoqueo
Era hijo de Yaír (Jaír), hijo de Semeí (Simey), hijo de Quis (Cis), de la tribu de Benjamín. La Biblia menciona en Ester 2:7 que había criado a Hadasá, que es Ester, hija de su tío, porque no tenía padre ni madre; y era moza de hermosa forma y de buen parecer; y como su padre y su madre murieron, Mardoqueo la había tomado por hija suya.

Ester
Era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. Habiendo quedado huérfana de sus padres, su primo Mardoqueo la adoptó y crio como si fuera hija suya. Era moza de hermosa forma y de buen parecer. Su nombre hebreo era Hadasá (que significa mirto) pero le fue cambiado a Ester, que es de origen babilónico y significa ‘estrella’. Fue proclamada reina en lugar de la reina Vasti, pues ganaba la gracia de todos los que la veían.

Amán
Era hijo de Hamdathá (Hamedata), del país de Agag. El rey Asuero le elevó al poder, y le dio un puesto por encima de todos sus otros sevidores. Amán comenzó a odiar a Mardoqueo porque éste no se arrodillaba ni se inclinaba ante él, tal y como lo había mandado el rey. Por eso fue que procuró destruir a los judíos, sin saber (y eso sería la causa final de su perdición) que la propia reina Ester era judía. Amán también es descendiente de Agag, rey de Amalec, quien fue asesinado por el profeta Samuel. Desde entonces, los descendientes del rey Agag se comprometieron en aniquilar a todos los judíos.

Vasti
Era la primera esposa del rey Asuero. En el Libro de Ester, ella resultó desterrada por su negativa a comparecer en el banquete del rey. En efecto, mientras el rey mantenía un magnífico banquete para sus príncipes, nobles y siervos, ella dio un banquete separado para las mujeres. En el séptimo día del banquete, cuando el corazón del rey estaba «alegre por el vino», el rey ordenó a sus chambelanes que convocaran a Vasti para presentarse ante él y sus invitados con la corona regia, y así mostrar su belleza. Vasti no quiso ir, lo que provocó el enojo del rey. Pidió entonces consejo a sus asesores para decidir cómo Vasti debía ser castigada por su desobediencia. Memucán, portavoz principal de los siete príncipes de Medo-Persia, le dijo que Vasti no sólo lo había ofendido a él como rey, sino también a todos los maridos de Persia, cuyas esposas podrían resultar alentadas por las acciones de Vasti a desobedecer a sus esposos. Memucán alentó a Asuero para que despidiera a Vasti y encontrara a otra reina, y los príncipes coincidieron con él. Asuero tomó el consejo de Memucán y terminó por elegir como reina a Esther.21​ En el Midrash, Vasti se describe como una mujer mala y vana. Su nombre hebreo es ושתי.

Enseñanza religiosa
En términos religiosos, el Libro de Ester es más neutral que los demás libros históricos. Sin embargo, así como Judit intentaba probar la intervención de Dios en la victoria judía sobre Asiria, aquí Ester pretende imbuir en los guerreros la confianza en la victoria final del judaísmo gracias a la ayuda de Dios.

Utiliza permanentemente los mecanismos lógicos hebreos: si Dios ama al justo, el justo deberá finalmente triunfar sobre el impío (amonestación de Mardoqueo a Ester: cs. 13-17; comprensión de los personajes de que Dios guía los sucesos: 1:14-16). Además, la acción de Dios siempre opera conforme a su propia Ley.

Género literario: Ester como colofón de los libros históricos
A excepción del rey Asuero, ninguno de los personajes principales que aparecen en el libro (las dos reinas Vasti y Ester, Mardoqueo, y el ministro Amán) aparecen en ninguna fuente histórica conocida. Tampoco está documentado ninguno de los hechos que en él se narran, y sí se sabe por el contrario que el Imperio Persa era muy tolerante con las prácticas religiosas de sus pueblos sometidos (la propia Biblia alaba en varias ocasiones al rey Ciro) y le sería extraño el exterminio de los judíos que Amán pretendía. Sin embargo, tampoco hay pruebas contundentes que refuten su veracidad, ya que el rey Asuero es reconocido en otras fuentes.

Sobre el tema del género líterario, las opiniones de los especialistas abarcan toda la escala, desde el puro mito a la historia estricta. Numerosos críticos (tal el caso de Johannes Schildenberger, Hermann Gunkel, Otto Eissfeldt , André Barucq, etc.) están a favor de una opinión intermedia, es decir, que el libro contiene elementos históricos mezclados con adornos literarios insertados con mayor o menor generosidad. Las adiciones griegas en particular tienen el aspecto de creaciones literarias. Las inexactitudes históricas y otros rasgos característicos del folklore muestran que el autor no tuvo por finalidad escribir historia en sentido estricto, pero tampoco hay razón para desechar la posibilidad de que exista en ese relato un núcleo histórico; la descripción por lo general precisa de la vida persa apoya esa posibilidad.

Ubicación del Libro de Ester la Biblia católica
En la Biblia católica, la ubicación del Libro de Ester varía según las versiones. Por ejemplo, en la Biblia de Jerusalén, y en Torres-Amat se ubica entre el Libro de Judit y I Macabeos, mientras que en la Biblia Latinoamericana se sitúa entre el Libro de las Lamentaciones y el Libro de Tobías.

Asuero
Asuero (hebreo: אחשורוש—Ajashverosh) es el nombre que recibe en el libro bíblico de Ester el rey persa con quien la joven hebrea contrajo matrimonio por consejo de su tutor y (posible) primo Mardoqueo (hebreo: Mordechai). Se le ha identificado con Jerjes I. Poseía 127 provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía según la Santa Biblia de la Torah. Asuero se había separado de su reina anterior, Vasti, quien no quiso comparecer a la orden del rey de mostrar su belleza con la corona real ante los pueblos y príncipes de Persia y Media. Aparentemente, Asuero poseía además varias concubinas; sin embargo, de acuerdo con el libro o rollo que lleva el nombre de su mujer, Ester sí fue la reina principal y —su esposo— el rey Asuero, la amó más que cualquiera de sus otras mujeres (Ester 2: 17-18, 22).

Consortes
Vasti, una mujer insumisa, fue revocada como reina en el tercer año del reinado de Asuero.
Ester, una hermosa doncella judía quien, habiendo sido adoptada por su primo Mardoqueo, se convirtió en reina en el séptimo año del reinado de Asuero.

Ester
Hadassah (en hebreo: הדסה), más conocida como Ester (en hebreo: אסתר), fue una profetisa de la Biblia hebrea y del Antiguo Testamento cristiano. Era una hermosa doncella judía que, siendo huérfana e hija adoptiva de su primo Mardoqueo, se convirtió en la reina de Persia y de Media cuando se casó con el rey Asuero (Jerjes I). Su historia se narra en el Libro de Ester, y se celebra en la fiesta de Purim.

Origen y significado del nombre
Conforme al Libro de Ester, esta joven de origen hebreo se llamaba Hadassah, que significa «mirto».

Cuando entró a formar parte del harén del rey, por recomendación de Mardoqueo decidió usar el nombre de Ester. Este nuevo nombre tal vez se deriva de una forma de llamar al mirto por parte de los medos (ya que el nombre está muy cerca de la raíz de la palabra que indica, en kurdo o en persa; y también el mirto produce una flor en forma de estrella). Otros estudiosos lo hacen derivar del nombre de la diosa Istar.

El significado del nombre Ester deriva del nombre bíblico de origen asirio-babilónico que significa estrella, astro. Un Targum de la tradición hebraica dice que ella era la más bella “estrella de la noche”.

Relato bíblico
Ester era la hija de Abihail, de la tribu de Benjamín, una de las que constituían el Reino de Judá, y cuya élite conoció el exilio en Babilonia (586 a.C.), para obtener, después de varios años, el permiso de volver a su tierra natal a través de un edicto persa (537 a.C.)

La Biblia relata, además del proceso por el que pasa Ester para llegar a ser reina, el valor y la fe que tiene en Yahveh, al querer salvar a su pueblo judío, a pesar de sacrificar su posición como reina, e incluso sacrificar su amor por su propia vida y su esposo.

Características
Ester aparece en la Biblia como una mujer que se caracteriza por su fe, valentía, preocupación por su pueblo, prudencia, autodominio, sumisión, sabiduría y determinación. Ella es leal y obediente a su primo Mardoqueo, y se apresta a cumplir su deber de representar al pueblo judío y alcanzar la salvación. En la tradición judía se la ve como un instrumento de la voluntad de Dios para evitar la destrucción del pueblo judío, para proteger y garantizar la paz durante el exilio.

Mardoqueo
Mardoqueo (en hebreo, מָרְדֳּכַי‎, mɔrdɔ̆ˈxɑj) es un personaje bíblico y uno de los principales protagonistas del Libro de Ester, ligado a la heroína judía que da nombre al libro en cuestión.

Mardoqueo fue un varón judío entroncado en la genealogía de Benjamín y de Saúl (hijo de Jair, hijo de Simí, hijo de Quis).

Mardoqueo es primo de Ester y además es su padre adoptivo, al acogerla y criarla cuando sus padres murieron. Mardoqueo evitó el asesinato del rey Asuero, al anunciarle a la reina Ester que unos de sus hombres procuraban algo contra el rey. Su figura renueva la victoria de Saúl sobre Agag, venciendo a los agagitas de Hamán.

Fue el primo de Ester quien la adoptó después que su padre hubo muerto. Se hizo cargo de ella como si fuese su padre y hasta que los encargados del rey llegaron para buscar a una nueva reina. Entre las muchachas más hermosas de Persia estaba Ester. Desde que llegó al palacio, las doncellas la trataron con cuidados especiales y luego de seis meses, Ester fue presentada ante el rey Asuero.

El libro bíblico de Ester presenta la conspiración de Amán "hijo de Hamedata el agagita" quien quiso matar a Mardoqueo colgándolo en un madero de tormento. Sin embargo, la bella Ester acusa a Amán y el rey Asuero lo manda colgar en ese mismo madero.

Continua en La Biblia XV: Libros Históricos
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