Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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domingo, 19 de octubre de 2014

La Biblia VI: Apócrifos I

Los trece Códices de Nag Hammadi con los tratados que los constituyen

Los Evangelios apócrifos
Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de la Biblia israelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes. Entre esos escritos se encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.

El término apócrifo (griego: από 'lejos', κρυφος 'oculto'; latín: apócryphus), que originalmente significaba "ocultar lejos", y luego fue derivando en "oculto, obscuro", ha sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de textos y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos. Con él se califican una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no reconocieron como parte de la Sagrada Escritura, pero que se presentan con nombres o características que los hacen aparecer como si fueran libros canónicos. Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si se considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es "canónico". El canon consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido tardíamente se dice que es "deuterocanónico". En ocasiones un libro puede ser simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Tomás. Ni Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la biblia. Cuestiones distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por Salomón y la de si forma o no forma parte de la Biblia.

Diferencias entre los evangelios canónicos y apócrifos
Es un fragmento de papiro con dichos o pronunciamientos (logia) escritos en griego que el autor pone en labios de Jesús. Fue descubierto por Grenfell Hunt en 1897 y está datado de la primera mitad del siglo III. Se considera una sección del apócrifo evangelio de Tomás. A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido,2​ y fueron abrupta o progresivamente desconsiderados por las comunidades cristianas para el anuncio de la «buena noticia» (significado etimológico del término «evangelio»).

Estilo y contenido en general
Los evangelios denominados «canónicos» conservan el estilo propio de una predicación apostólica templada, carente de adornos. Algunos autores redactaron otros escritos distintos de los evangelios resultantes de aquella predicación apostólica. En los evangelios apócrifos, se pueden encontrar relatos resultantes de abundante fantasía (en algunos de ellos, Jesús realiza milagros mucho más numerosos y extravagantes), o doctrinas diferentes de las transmitidas en los evangelios canónicos, o enseñanzas misteriosas reservadas a unos pocos. Las Iglesias cristianas históricas consideraron que estos escritos son el resultado de una incorrecta intelección de lo que significa la palabra «evangelio». En general, se observa en los «evangelios canónicos» un estilo mucho más sobrio que en los «evangelios apócrifos». Varios apócrifos ya no fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas.

Autoría
A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos escritores apenas señalan su autoría de los escritos, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la presunta autoría del escrito por parte de algún personaje distinguido de la comunidad (Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.), buscando un respaldo en ese nombre.

Intelección
Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo, el evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego, apokryphos) al entendimiento de la mayoría, quizá con la finalidad de dar apoyo a sus doctrinas cuando éstas no estaban en total acuerdo con los materiales canónicos, incluidos hoy en la Sagrada Escritura. Estos mensajes ocultos entre los discursos atribuidos a Jesús estaban reservados a los iniciados en esas comunidades. Aunque en principio se calificó como «apócrifo» únicamente a este tipo de escritos, se extendió posteriormente esta valoración a todos los materiales que no se incluyeron en el canon del Nuevo Testamento, independientemente de su finalidad, oculta o no. Según el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española), «apócrifo» significa «fabuloso», «supuesto» «fingido». En nuestros días, la acepción más utilizada para el término «apócrifo» presenta una connotación de falsedad. Por tal motivo, se ha empezado a llamar también a esos escritos «evangelios extracanónicos», para evitar la evocación de algo falso, siendo que las Iglesias cristianas históricas consideran que son materiales no inspirados por Dios, aunque no por eso carentes de valor.

Evangelios apócrifos
El término apócrifos, lejos de referirse a las consabidas acepciones adversas negativas que tiene, es una expresión que reviste otro carácter: se trata de textos cuyo acceso fue oculto, vedado, denegado ante las grandes masas de cristianos católico-ortodoxos, escritos revestidos en un aura de magia y misticismo.

Se trata de otras palabras y enseñanzas de Jesús, que posiblemente fueron escritas por siete, Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés (hermano de Simón Pedro), Judas Iscariote, Simón el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor (hermano de Juan), de los doce discípulos de Cristo, ya que de acuerdo con los textos del Nuevo testamento, sólo aparecen compilados documentos escritos por cinco, Mateo, Juan (hermano de Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor), Simón Pedro (hermano de Andrés), Judas Tadeo y su hermano Jacobo hijo de Alfeo, conocido como Santiago el Menor, de estos doce discípulos. Se trata de escritos que alegan ser las enseñanzas ocultas de los restantes apóstoles y cuyo contenido no respalda muchas de las ideas mesiánicas comúnmente aceptadas por grupos de cristianos, y que fueron documentos tenidos en gran estimación. Los apócrifos del Nuevo Testamento incluyen varios evangelios y vidas de los apóstoles. Algunos de ellos fueron escritos evidentemente por autores gnósticos o miembros de otros grupos posteriormente definidos como herejes. Muchos de estos textos fueron descubiertos durante los siglos XIX y XX, generando una intensa oleada de especulaciones en torno a su importancia en los inicios del cristianismo entre los eruditos religiosos. Si bien los protestantes, católicos y, en general, los ortodoxos están de acuerdo acerca de qué libros deben ser incluidos en el canon del Nuevo testamento, la Iglesia ortodoxa etíope solía incluir las epístolas I y II de Clemente y al Pastor de Hermas. A su vez, otras iglesias como la Copta tenían en sus pasajes escritos que describían la niñez de Jesús.

Lutero consideraba apócrifa a la epístola de Santiago, dudando y cuestionando su autoría a manos de cualquiera de los dos apóstoles llamados por el nombre de Jacobo Santiago, que algunos atribuyen a otro JacoboSantiago el Justo. También porque la epístola contiene una declaración que contradice aparentemente las enseñanzas de Lutero de la salvación solo por la fe: la "fe sin obras está muerta" (2:26). Lutero, en su propia edición de la Biblia, degradó y relegó al nivel de unos simples apéndices la Epístola de Santiago y otros tres documentos, a saber: la Epístola a los Hebreos, la Epístola de Judas y el libro de Apocalipsis. Posteriormente se incluyeron estos libros con el canon protestante en su Nuevo Testamento, pero los colocaron luego de esos libros. Por lo tanto, los libros del Nuevo Testamento luterano (al menos en alemán) están ordenados en forma diferente a otras Biblias protestantes.

Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadi en 1945. Otro evangelio propio de las corrientes gnósticas dentro del cristianismo de los primeros siglos, atribuido a Judas de Carioth, el Evangelio de Judas, generó expectativa entre los seguidores de estudios y cuestiones del judeocristianismo cuando fue rescatado, reconstruido y presentado en el año 2006, en esfuerzo conjunto de Maecenas Foundation y National Geographic Society.

Han ejercido y ejercen un enorme influjo en la piedad e iconografía cristianas. Entre las tradiciones conservadas únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los padres de María, (Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el templo, el número y los nombres de los Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar), y la presencia de un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí también se encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del Mal Ladrón (Gestas); la historia de Verónica (recogida inclusive en la devoción piadosa del Via Crucis, de tradición católica); el nombre de Longinos, el centurión que atravesó el costado de Jesús en la cruz; o la primera sugerencia explícita de la virginidad perpetua de María, que se encuentra en el Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas tradiciones en la liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido entre los Evangelios canónicos.

Entre los textos apócrifos se cuentan numerosos Evangelios; entre ellos hay los que llevan nombres de personajes famosos de la iglesia primitiva a los que se atribuyen estos escritos, como el Evangelio de Tomás, del cual se encontraron antiguas copias en copto, manuscritas por una comunidad de cristianos gnósticos; otros fueron titulados por el supuesto contenido de la obra (Evangelio de la Verdad), por su origen (evangelios atribuidos a Marción, a Cerinto) o por el grupo al que estuvieron destinados (Evangelio de los Hebreos, de los Griegos, etc.).

En el siglo XIX comenzaron a hacerse unos estudios a fondo sobre estos textos. Se hallaron escritos "apócrifos" desde el año 300 a. C. hasta el Nuevo testamento, que proporcionaron a los investigadores una gran riqueza como fuentes históricas, así como posturas divergentes sobre temas como inmortalidad y resurrección, y la creencia en ellos a través de los siglos, desde un punto de vista siempre escatológico.

Valoración de los evangelios apócrifos
Durante algún tiempo, varios de esos escritos fueron tenidos como canónicos por comunidades o grupos del judaísmo o del cristianismo. Más aún, algunos de ellos dejaron su huella en textos y celebraciones litúrgicas y en la piedad popular. Si bien muchos textos apócrifos permearon ciertos aspectos de la liturgia y de la piedad de los fieles cristianos, las Iglesias cristianas históricas tienden a considerar que los materiales apócrifos en general no aportan contenidos de relevancia para la fe de los creyentes. Sin embargo, los estudiosos y especialistas de las propias Iglesias consideran que el estudio de los evangelios apócrifos puede ser útil para conocer el pensamiento y la forma de expresión de la fe que tuvieron ciertos grupos judíos o cristianos en momentos específicos de la Historia. En una extensa carta a Laeta, quien le había consultado sobre la crianza de su hija Paula, Jerónimo da una serie de consejos; entre ellos, que la instruya en las Escrituras, sugiriendo el orden en que ha de leerlas, añadiendo: "Que [Paula] evite todos los escritos apócrifos, y si ella es llevada a leerlos no por la verdad de la doctrinas que contienen sino por respeto a los milagros contenidos en ellos, que ella entienda que no son escritos por aquellos a quienes son adjudicados, que muchos elementos defectuosos se han introducido en ellos, y que requiere una discreción infinita buscar el oro en medio de la suciedad"Jerónimo.

Clasificación
Entre los más de 50 descritos, pueden citarse:

Evangelios Gnósticos
Evangelio de Tomás - Evangelio de Marción - Evangelio de María Magdalena - Evangelio de Judas - Evangelio apócrifo de Juan - Evangelio de Valentín o Evangelio de la Verdad - Evangelio griego de los egipcios

Evangelios de la Natividad
Protoevangelio de Santiago - Evangelio del pseudo-Mateo -  Evangelio de la natividad de María - Extractos del "Liber de Infantia Salvatoris" (cód. Arundel 404 del British Museum) - Otros apócrifos de la Natividad

Evangelios de la Infancia
Evangelios de la infancia de Tomás - Evangelio árabe de la infancia - Historia de José el Carpintero -Evangelio armenio de la infancia - Liber de Infantia Salvatoris (ms. lat. 11867 de la Biblioteca Nacional de París)

Evangelios de Pasión y Resurrección
Evangelio de Pedro (fragm. de Akhmim) - Evangelio de Nicodemo, también llamado "Hechos de Pilatos" (Acta Pilati) y Escritos complementarios - Evangelio de Bartolomé

Evangelios asuncionistas
Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo) - Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica - Narración del Pseudo José de Arimatea

Cartas del Señor
Correspondencia entre Jesús y Abgaro - Carta del domingo

Otros
Evangelio secreto de Marcos - Evangelio del Pseudo-Santiago - Evangelio cátaro del pseudo-Juan -Evangelio de Bernabé - Evangelio de Taciano - Evangelio de los nazarenos - Evangelio de Ammonio - Evangelio de la Venganza del Salvador - Evangelio de la muerte de Pilato - Evangelio apócrifo de Galilea

Manuscritos de Nag Hammadi
Apocalipsis de Pablo

Evangelios perdidos
Evangelio de los hebreos - Evangelio de los ebionitas, también llamado "Evangelio de los Doce" -Evangelio de los Egipcios - Evangelio o Tradiciones de Matías - Evangelio de Tomás - Evangelio de Felipe - Evangelio de Pedro - Evangelio de los adversarios de la Ley y de los Profetas - Memoria de los Apóstoles - Tres clases de frutos de vida cristiana - Evangelio de los cuatro rincones y quicios del mundo - Evangelio de Apeles - Nacimiento de María - Evangelio de Judas Iscariote - Evangelio de Eva - Ascensión de Santiago - Evangelio vivo - Preguntas de María - Evangelio de la Perfección - Evangelio de Basílides - Evangelio de Marción

Fragmentos papiráceos
Oxyrhynchus pap. 655 - Oxyrhynchus pap. 840 - Oxyrhynchus pap. 1081 - Berlin pap. 11710 -Fragmento evangélico de Fayum - Fragmento de El Cairo n. 10735 - "Logia" de Oxyrhynchus -Egerton pap. 2 - Fragmento P. Ryl. III, 463 - Fragmentos evangélicos coptos

Agrapha
Agrapha canónicos extraevangélicos - Variantes de los manuscritos evangélicos - Agrapha citados por los Padres - Agrapha de origen musulmán

Traducciones al español
Hay varias traducciones al español de los llamados Evangelios apócrifos. Entre las completas pueden citarse Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González-Blanco, Madrid, 1934, 3 tomos, reimpresa en 2 tomos por Hyspamérica-Ediciones Argentina, 1985; es la versión más completa, porque incluye textos que no se consideran hoy en día apócrifos; y la edición crítica bilingüe de Aurelio de Santos Otero, Los Evangelios Apócrifos, La Editorial Católica: Biblioteca de Autores Cristianos, 1956, reimpresa varias veces, la última en 2005. Hay muchas otras que no poseen nihil obstat ni imprimatur y otras parciales. Sumándolas todas son las siguientes:

-Los Evangelios Apócrifos: Colección de textos griegos y latinos. Versión crítica, estudios introductorios, comentarios e ilustraciones por Aurelio de Santos Otero. Biblioteca de Autores Cristianos; t. 148. 1963. 10ª ed. (rev. y corr.) Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1999.
-Evangelios apócrifos [recopilado por Joseph Carter]. Málaga, Sirio, D.L. 1996.
-Evangelios apócrifos. Barberà del Vallès (Barcelona), Humanitas, D.L. 1994.
-Los evangelios apócrifos: para esclarecer el Nuevo Testamento.Textos escogidos y presentados por Pierre Crépon; [traducido por M. García Viñó]. Madrid, Edaf, D.L. 1993.
-Evangelios Apócrifos, según la versión de Uriel Koss. Pedro Muñoz (Ciudad Real), Perea, D.L. 1990.
-Evangelios apócrifos, según la versión de Charles Michael..., P. Peeters. Barcelona, Edicomunicación, D.L. 1989.
-Evangelios apócrifos [traducción, Edmundo González-Blanco]. Barcelona, Hyspamérica, 1987.
-La cueva de los tesoros. Apócrifos cristianos. Edición de Pilar González Casado. Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España. 
-Hechos apócrifos de los apóstoles. Edición de Antonio Piñero, Tomos I y II. Editorial Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España. ISBN 84-7914-716-4 (Obra completa).
-Hechos de Andrés y Mateo en la ciudad de los antropófagos. Martirio del Apóstol San Mateo.
-Apócrifos Cristianos. Edición de Concepción García Lázaro y Gonzalo Aranda Pérez, Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España.
-Biblioteca de Nag Hammadi. Volúmenes I, II, III. Textos Gnósticos. Edición de Antonio Piñero y colaboradores. Editorial Trotta. Madrid, España. ISBN 84-8164-163-4 (Obra completa).
-El evangelio de Judas. Textos Gnósticos. Edición de Francisco García Bazán. Editorial Trotta. Madrid, España.
-Apócrifos árabes cristianos. Edición de Juan Pedro Monferrer Sala. Editorial Trotta. Madrid, España. 
-La dormición de la virgen. Cinco relatos árabes. Edición de Pilar González Casado. Editorial Trotta. Madrid, España.

Frases Apócrifas
Las frases apócrifas son frases célebres que se citan de forma incorrecta o se atribuyen a fuentes erróneas. La palabra "apócrifa" proviene del griego Απόκρυφα que significa ocultar lejos, y actualmente se relaciona con la autenticidad dudosa.

Ejemplos
"Ayúdate que yo te ayudaré". Suele ser atribuida a Jesús, sin embargo en la Biblia no existe tal expresión; la más aproximada podría estar en Josué 1:9 que dice "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".
"Al que madruga Dios le ayuda" es una frase que no se encuentra en la Biblia, ni ninguna parecida. Una aproximación a esta frase se encuentra en Proverbios 9:17 que dice: "Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan". También se puede encontrar en el Antiguo Testamento en el que se muestra que el pueblo tenía que madrugar para recoger el maná del cielo.
"Errar es humano, pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía" es una de la gran cantidad de frases que se le atribuye al grupo Les Luthiers, sin embargo estos lo han desmentido.
"Elemental, mi querido Watson" es atribuida a Sherlock Holmes, sin embargo esta combinación exacta de palabras no existe en los libros originales, sino en películas e historietas de otros autores.
"Ladran Sancho, señal que cabalgamos".

Es sin duda, la frase apócrifa más conocida de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha - Escrita por Cervantes ”. En dicha obra, cabe resaltar que en ninguno de sus párrafos se encuentra la frase de referencia; de hecho, ni siquiera hay una frase parecida.

La frase es de Goethe en su poema "Kläffer" (Ladrador, 1808), prueba de ello es que en español, la referencia más antigua conocida se encuentra en la edición de agosto de 1903 de la Revista «Nuestro Tiempo»; en el artículo «Los dos catolicismos», de Edmundo González Blanco, dice: «El perro, empleando la comparación de Goethe, quisiera acompañarnos desde el establo; pero el eco de sus ladridos nos prueba que cabalgamos». El poema de Goethe al que se refiere dice (traducción de Arturo):
Kläffer (1808)Ladrador (1808)
Wir reiten in die Kreuz und Quer
Nach Freuden und Geschäften;
Doch immer kläfft es hinterher
Und bellt aus allen Kräften.
So will der Spitz aus unserm Stall
Uns immerfort begleiten,
Und seines Bellens lauter Schall
Beweist nur, daß wir reiten.
Cabalgamos por el mundo
En busca de fortuna y de placeres
Mas siempre atrás nos ladran,
Ladran con fuerza…
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos

Ágrafa de Jesús
Se denominan Ágrafa (griego no escrita; singular agraphon) a los dichos atribuidos a Jesús no contenidos en los evangelios canónicos. El término fue utilizado por primera vez por Johann Gottfried Körner, un teólogo alemán, estudioso de la Biblia en 1776. En el Evangelio de Juan (Jn 20,30: 21,25), San Juan deja constancia de que no estaba escrito todo lo que había dicho y hecho Jesús.
Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.

Las ciencias bíblicas han ido recogiendo durante años los dichos y hechos de Jesús de fuentes antiguas extrabíblicas. Las primeras colecciones fundamentales fueron las de A. Resch, entre 1889 y 1906.

Fuente
Los evangelios canónicos, según ellos mismos afirman, no contienen todas las cosas que Jesús pronunció en su vida. Esto generó en ciertos ámbitos la pregunta acerca de la completitud de la Biblia y si quizá alguna parte importante de su enseñanza se hubiese perdido. Así abundaron distintos conjuntos de dichos y frases atribuidas a Jesús que se han preservado en distintas fuentes. Este material forma parte de los ágrafa: son los dichos que originalmente no fueron registrados en los evangelios o se atribuyeron a Jesús de fuentes distintas a los evangelios canónicos.

Las fuentes de los ágrafa son al menos tres grupos:
1. Los ágrafa contenidos en los libros canónicos del Nuevo Testamento, obviamente fuera de los cuatro evangelios. Es el caso de los Hechos de los Apóstoles (Hch 20, 35).
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
2. Los que citan los Padres Apostólicos (por ejemplo, Epístola de Bernabé 12,1) y los contenidos en las variantes de los códices del Nuevo Testamento.
De nuevo igualmente define acerca de la cruz en otro profeta, que dice: ¿Y cuándo se cumplirán estas cosas? Dice el Señor: Cuando el madero se incline y se levante y cuando del madero destilare sangre. Ahí tienes otra vez cómo se habla de la cruz y del que había de ser crucificado.
3. Finalmente, fuentes apócrifas, fuentes judías así como en fuentes islámicas más tardías. Por ejemplo el Corán (19,30-33).
Dijo él: Soy el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta. Me ha bendecido dondequiera que me encuentre y me ha ordenado la azalá y el azaque mientras viva, y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento, desgraciado. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida.

Entre las fuentes apócrifas la más representativa es el Evangelio de Tomás, un escrito gnóstico con 114 dichos, algunos de ellos presentes en los evangelios canónicos y otros no.

En loa Padres Apostólicos 
En los escritos del primer siglo cristiano, llamado también período de los Padres Apostólicos por el hecho de que muchos escritores habían conocido a los apóstoles o a sus discípulos directos, se conservan algunos dichos transmitidos a viva voz por tradición oral. A veces sucede que estos dichos son recogidos en momentos muy tempranos y en lugares muy dispersos lo cual alimenta la hipótesis de que hayan sido diseminados como parte constitutiva del mensaje cristiano.

Sude en tu mano la limosna
El antiguo texto titulado Didaché o Enseñanza de los doce apóstoles, escrito a mediados del siglo I en Siria, contiene una cita que ha sido interpretada como tradición oral de una enseñanza de Jesús de Nazaret: Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.

El autor hace esta cita de Jesús para justificar y explicar lo que había afirmado: «¡Ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; mas el que recibe sin sufrir necesidad, tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué».

Trescientos años más tarde, del otro lado del mediterráneo, Agustín de Hipona (354 – 430) en su comentario al salmo 102 vuelve a citar este ágrafon: «Enim dictum est "omni petenti te da", et de alio dictum est "desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum cui eam des"», que en español significa: «En efecto, ha sido dicho "da a todo el que te pida", y sobre el otro tema ha sido dicho: "sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la das"».​ No sabemos de qué texto lo leyó, pero efectivamente se repite la misma cita que en la Didaché, y la vuelve a repetir en su comentario al salmo 46,. En ambas ocasiones se inicia la frase con «dictum est»: ha sido dicho. Más sorprendente es la cita que hace en su comentario al salmo 142, afirmando que «La escritura dice»: «Scriptura dicit: Sudet eleemosyna in manu tua...».​

También Casiodoro (c. 485 – c. 580), describiendo el salmo 40 en su Expositio in Salterium dice «Scriptum est etiam: Desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum, cui eam tradas», que quiere decir: «Está escrito también: sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la des». Similarmente el papa Gregorio Magno (c. 540 – 604) en su Regula Pastoralis afirma «Scriptum est: Desudet eleemosyna in manu tua», y lo mismo dice Bernardo de Claraval (1090 – 1153).

Jesucristo Juez
Otro ágrafon recogido por los padres apostólicos es el que reporta Justino el Mártir (c. 100/114 - 162/168) en su obra Diálogo con Trifón: Justino expone una doctrina cristiana acerca del Juicio de Jesucristo, diciendo que según el antiguo Libro de Ezequiel (Ez 18:21-32) el justo que abandone la justicia será condenado, y el malvado que se arrepienta será perdonado, y que acerca de eso Jesús habría dicho: En el estado en que os sorprenda, en ése también os juzgaré.

Esto mismo reporta Clemente de Alejandría (c. 150 – c. 215) en Quis Dives Salvetur? (¿Quién es el rico que se salva?) en el capítulo 40, párrafo 

Mi misterio es para míUn ágrafon ciertamente menos claro que el anterior es aquel citado por Clemente de Alejandría en su obra Stromata, a veces llamada Miscelánea: en su quinto libro el décimo capítulo trata sobre la opinión de los apóstoles acerca de velar los misterios de la fe. Y dice Clemente Alejandrino:
El Señor anunció en Evangelio: mi misterio es para mí, y para los hijos de mi casa. Entre los siglos II y III se escribieron unas Homilías atribuidas a Clemente Romano, y en la décimo novena de ellas aparece lo siguiente «Y Pedro dijo: "Recordamos que nuestro Señor y Maestro nos ordenó, 'Guarden los misterios, para mí, y para los hijos de mi casa'"».

Fuentes apócrifasEn 1897 y 1903 se descubrieron valiosos papiros que contenían estos dichos en Oxyrhynchus, Egipto. Las primeras tradiciones atribuían a san Mateo un libro donde se recogían estos dichos de Jesús.

Otros posibles dichos auténticos de Jesús se pueden encontrar en las fuentes cristianas no canónicas, tales como el evangelio de Tomás, el evangelio de Felipe, y los escritos de los primeros líderes cristianos como Clemente de Roma y Jerónimo de Estridón. Los escribas cristianos han preservado cientos de refranes de Jesús aparte de los evangelios, algunos de los cuales se suponen auténticos y otros legendarios.

El Evangelio de MarcosOtro ejemplo proviene del Evangelio de Marcos, donde un dicho de Jesús fue probablemente añadido al evangelio casi quinientos años después de que fuera escrito, (Marcos 9, 49).
Y todo sacrificio será salado con sal.

La datación tardía de este dicho se demuestra por el hecho de que no aparece en los primeros manuscritos de Marcos, ni en latín ni en griego, y es por tanto probablemente inédito en las ediciones originales de Marcos.

Diferencia entre apócrifos y deuterocanónicos
Existen controversias tradicionales entre los diferentes grupos confesionales en el seno de la tradición judeocristiana; dado que cada uno entre los principales grupos (cristianos ortodoxos, cristianos orientales —coptos, eutiquianos, siríacos nestorianos, etc.—, católicos, protestantes y otras tendencias) ha venido planteando a través de los siglos algunas importantes diferencias con respecto del canon de los grupos restantes y ha ido reservando el término de «apócrifos» para distintos grupos de textos y de escritos no incluidos en su propia versión del Canon bíblico, aunque estén en la de otro u otros.

Los representantes del protestantismo han llamado Apócrifos a los documentos Deuterocanónicos, que son reivindicados como parte integrante del canon por distintas iglesias cristianas ortodoxas, cristianas orientales y católica. Y usan el término Pseudoepígrafos, «escritos falsamente atribuidos», para hacer referencia al resto de los libros surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos y que, sin embargo, no han sido aceptados por ninguno de los grupos antes mencionados.

El primero en usar el término en este sentido fue Jerónimo, en los escritos en que comenta la tarea que representó la traducción al latín del texto bíblico, a fin de designar a algunos de los libros que hoy son conocidos como deuterocanónicos, que habían sido incluidos en la Biblia judía griega (canon alejandrino), llamada Biblia septuaginta, o Biblia de los LXX, aun cuando no aparecen en el Tanaj judío hebreo-arameo (Canon Palestinense), que fue redefinido por judíos fariseos históricos y neotestamentarios, durante los trabajos del Sínodo de Jamnia, en fecha tan tardía como el 95 d. C., y luego utilizada por las comunidades judías de los siglos posteriores. Jerónimo ignoraba las grandes disensiones que esta aventurada decisión atraería con el tiempo entre las Cristiandades del Mundo Occidental.

Doce de estos libros: Tobit, Judit, el Resto de Ester, Baruc, la Epístola de Jeremías, la Historia de Susana, la Historia de Bel y el Dragón, el pasaje Daniel 3:24-90 (en el cual se contiene la Oración de Azarías el Himno de los tres Jóvenes), Sabiduría, Eclesiástico, 1 Macabeos y 2 Macabeos, finalmente serían aceptados por los distintos grupos históricos cristianos (cristianos ortodoxos, cristianos orientales —cópticos eutiquianos, siríacos nestorianos, etc.— y católicos).

Otros de esos textos: el Capítulo 151 del Libro de los Salmos de David (comúnmente llamado Salmo 151), el Capítulo 8 del Libro de las Odas, 3 Esdras 3 Macabeos, así como el Epílogo Griego del Libro de Job, los Epígrafes Griegos de varios de los Salmos de David y el Epígrafe Griego del Capítulo 1 del Libro de las Lamentaciones fueron recibidos como parte integrante del canon por todos esos grupos, excepto por la Iglesia católica. Todos estos escritos han sido ratificados por los escritos de muchos de los padres de la iglesia de oriente y occidente. Y, en el caso concreto de la iglesia latina, los doce documentos de la primera lista fueron legitimados por el Sínodo de Roma, en el año 380 d. C., y el Concilio de Hipona, en el año 393 d. C. A pesar de lo cual, el término «apócrifos» volvió a ser aplicado a esos doce textos por Martín Lutero y otros reformadores protestantes del siglo XVI. A causa de lo cual, la iglesia occidental ratificó su legitimación durante los trabajos del Concilio de Trento en 1546.

Algunos otros libros, incluidos en las Biblias Septuaginta (griega) y Peshitta (siríaca), como 4 Esdras, 4 Macabeos, el Libro de las odas y el Libro de los Salmos de Salomón, pueden ser leídos entre los apéndices de algunas importantes versiones y ediciones de la Biblia; como la Vulgata latina de Jerónimo, la Biblia eslavónica de Ostrog, la Biblia sinodal rusa, la Biblia del Oso de Reina (1569), la Biblia del cántaro de Valera (1602), la King James version (1611), la Revised standard version y la New revised standard version. Otros libros fueron vistos como textos sagrados e inspirados por comunidades judías marginadas, padres de la iglesia y grupos de cristianos, siendo rechazados como apócrifos más tarde, o más allá de los contextos en los cuales ellos fueron acogidos:

La Peshitta siríaca, la Biblia «oficial» de todas las iglesias Siríacas Nestorianas (las Iglesias de Siria, Asiria, Caldea, el Asia Central, Armenia, el Turquestán, China y la India, de entre cuyas filas se separó Mahoma, y, en cuyo seguimiento, a su vez, el Islam musulmán), incluye en su Libro de los Salmos, además del Salmo 151, los Salmos numerados 152, 153, 154 y 155, y la versión siríaca a la Apocalipsis de BarucLos Beta Israel, antiguos habitantes de Etiopía, tenían como libros sagrados, además del Sirácida, el Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos. Y la Iglesia Cristiana Ortodoxa de Etiopía incluye en su Biblia formas largas etíopes de los libros de Enoc, los Jubileos, el Resto de palabras de Baruc, 1 Macabeos, 2 Macabeos y 3 Macabeos.

Estos documentos fueron rechazados por los fariseos de los siglos I y II, así como por los judíos actuales y grupos protestantes y paraprotestantes de múltiples tendencias; pero conservados por los israelitas, por los judíos de la dispersión y por los cristianismos tempranos e históricos. Los judíos actuales y los protestantes han llamado «apócrifos», de manera sistemática, a todos los escritos deuterocanónicos, excluyéndolos de sus propias versiones de la Biblia. Sin embargo, algunas de las Biblias protestantes más importantes los han incluido. Se cita como ejemplos la Biblia de Lutero, la King James Version, la Revised Standard Version y la New Revised Standard Version.

Casiodoro de Reina decidió incluirlos como parte integral del Antiguo testamento en la Biblia del oso, la primera edición de la Reina-Valera, en el año de 1569. Y Cipriano de Valera, su primer revisor y corrector de estilo, optó por reunirlos aparte, como un tercer grupo de textos intertestamentarios, entre el Antiguo y el Nuevo testamento, en la Biblia del Cántaro, de 1602. Sin embargo, a causa de confrontaciones de tipo ideológico, fueron suprimidos en 1860 por Lorenzo Lucena Pedrosa. Pero en 2009 ha sido publicada en España la Biblia del Siglo de Oro, que es una edición actualizada del texto de Reina y Valera, con restitución de nueve de sus doce Deuterocanónicos.

Continua en La Biblia VI: Apócrifos II
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