El Tribunal de la Santa Inquisición por Francisco de Goya
Originalmente, la palabra “herejía” propiamente, significaba “escogencia/elección”, específicamente “a un partido”, o “la desunión” (en su forma abstracta). “Herejía” es la misma palabra griega. Herejía es una creencia o teoría controvertida o novedosa, especialmente religiosa, que entra en conflicto con el dogma establecido.
Basándose en la etimología griega de la palabra, que proviene de hairesis (αἵρεσις), que significa una elección o un grupo de creyentes, es una escuela del pensamiento o una opinión particular o específica sobre un punto de doctrina determinado. La herejía es considerada una tendencia y opción de negar las verdades fundamentales de la fe en los dogmas, no respetando la tradición, el magisterio, y la sagrada escritura, en la cual se fundamentan dichos dogmas, herejía viene de la palabra griega “haireseis” (“hah'ee-res-is”). Si la opinión divergente no es tolerada por las autoridades religiosas o por la corriente de opinión mayoritaria, puede llegar a producirse una situación de conflicto y ruptura. Se diferencia de la apostasía, que es la renuncia formal o abandono de una religión, y la blasfemia, que es la injuria o irreverencia hacia la religión.
La herejía es vista entonces como una desviación sobre el contenido de la fe, y puede llegarse a un cisma o división en el seno de la comunidad religiosa, o a una condena de carácter disciplinario por la insumisión a la autoridad eclesiástica considerada legítima. La herejía nace de una divergencia entre escuelas sobre el significado de la verdad (formulada por el dogma). Se desarrolla a la vez en el plano intelectual, por la oposición irreducible de las tesis y en el plano comunitario, por la imposibilidad práctica de vivir en hermandad con los pertenecientes a la otra escuela.
¿Qué es Herejía?
La palabra herejía se usa generalmente para designar “un error en materia de fe, sostenido con pertinacia”, y se puede describir como una enseñanza doctrinal que es contraria a la enseñada normativa comúnmente dada por la Iglesia de acuerdo con las Sagradas Escrituras.
En 2 Pedro 2:1 se le llama herejía destructora a la actividad de los falsos maestros que introducen doctrinas erradas que niegan al Señor.
2 Pedro 2:1 Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
No obstante, el significado literal de herejía es elección, selección, o partido, y en este último sentido se usa en Hechos 24:14.
Hechos 24:14 Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;
Apostasía
La apostasía es el abandono o retiro de la fe cristiana por parte de alguien que la profesaba anteriormente. En el Nuevo Testamento el término griego apostasía solo aparece en dos pasajes, Hechos 21:21 y en 2 Tesalonicenses 2:3, donde se enseña que antes de la venida del día del Señor habrá una rebelión contra Dios, un abandono de la fe.
En el lenguaje bíblico se puede describir la apostasía como un volver atrás y no seguir a Jesús (Juan 6:66), o como renegar o abandonar la fe (1 Timoteo 4:1), o ser arrastrado por el error (2 Pedro 3:17) y como apartarse del Dios vivo (Hebreos 3:12). Las consecuencias de la apostasía son nefastas y se describen en Hebreos 6:4-8 y 10:26-29.
Para no caer en el peligro de la apostasía la Escritura nos motiva a perseverar hasta el fin (Mateo 24:13; Lucas 8:15), estar firmes y retener la doctrina apostólica (2 Tesalonicences 2:15), retener la confianza en Dios (Hebreos 3:14), y resistir al diablo (1 Pedro 5:9) en la confianza de que Dios fortalece a su pueblo frente a las adversidades que pueden llevarlo a la apostasía (1 Pedro 5:10; 2 Tesalonicences 2:16-17).
La Blasfemia
El término blasfemia puede usarse en dos sentidos: El primer sentido implica la expresión o acción injuriosa e irreverente contra Dios, el uso de lenguaje ofensivo contra Dios, cuando en vez de darle honor a Dios, se maldice su nombre y esto se castigaba con la muerte según Levítico 24:10-16 y 1 Reyes 21:10, 13. El mayor pecado que la Biblia registra es la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31s; Marcos 3:28s) que cierra el camino de salvación a la persona.
1 Reyes 21:10 y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera.
El segundo sentido en que se usa blasfemia implica hablar mal, injuriar, difamar, maledicencia, como en Efesios 4:31, Marcos 7:22; Colosenses 3:8 y Tito 3:2. No se puede hablar mal de una persona ya que esta ha sido hecha conforme a la imagen y semejanza de Dios.
La Sana Doctrina
El término sana doctrina se usa en las llamadas cartas pastorales en 1 Timoteo 1:10, 2 Timoteo 4:3 y Tito 2:1, así como expresiones similares, tales como las sanas palabras en 1 Timoteo 6:3; 2 Timoteo 1:13, Tito 2:8 o la sana enseñanza en Tito 1:9, recalcando con esta expresión el hecho que hay un cuerpo de verdades doctrinales que deben ser aceptadas y guardadas por los creyentes.
La palabra que se usa para sana (hyguiainein) quiere decir literalmente portadora de salud; o sea que la sana doctrina es el antídoto, la medicina que se requiere para poder estar libres de la influencia de las doctrinas erróneas que propagan los falsos maestros.
Doctrina de Demonios
La gente realmente no entiende la intención del desarrollo de las doctrinas de demonios. Pablo escribió bajo la dirección del Espíritu Santo, que escribiera sobre esto de modo que entendiéramos lo que eran las doctrinas de los demonios y cómo se manifestarían en los últimos días. Tenemos que entender ese hecho.
1 Carta a Timoteo 4:1-5
1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. 4 Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.
El Espíritu Santo fue enfático e indicó en palabras a Pablo que surgirían dos doctrinas significativas de los demonios en los últimos días que tenían que resistir y exponerse por los elegidos que saben la verdad. Los demonios no decidieron introducir estas doctrinas por casualidad. No son insignificantes. Golpean en el mismo corazón de la intención de Dios en el plan de salvación, y en la suficiencia del sacrificio de Jesucristo. Estas doctrinas son dos errores específicos, que procuran minar la intención racional de la creación.
¿Qué significa tener una conciencia cauterizada?
La conciencia cauterizada es mencionada en 1 Timoteo 4:2, donde el Apóstol Pablo habla acerca de aquellos cuya conciencia ha sido "cauterizada" o dejada insensible en la misma forma que una piel de animal marcada con un hierro llega a ser insensible a más dolor. Para los seres humanos, tener una conciencia cauterizada es el resultado de pecar continua e impenitentemente. Finalmente, el pecado enturbia el sentido moral del bien o del mal, y el pecador impenitente se hace insensible a las advertencias de la conciencia, que Dios ha puesto en cada uno de nosotros para que nos guíen (Romanos 2:15).
En el momento de la salvación, somos limpiados del pecado heredado de Adán y todos los pecados personales. Pero al seguir en nuestro camino como cristianos, seguimos siendo proclives al pecado. Cuando pecamos, Dios nos ha dotado de un método de "limpieza" para restaurarnos al punto de la salvación. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9). Cuando nos dejamos practicar pecados de actitud mental, estamos apagando al Espíritu Santo. Se nos manda a no apagar al Espíritu Santo, Quien nos habita (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando seguimos en nuestros pecados de actitud mental sin confesarlos, y comenzamos a practicar estos pecados en nuestros cuerpos (Santiago 1:15), entristecemos al Espíritu Santo, algo que no debemos hacer (Efesios 4:30). Una vez más, tenemos la opción de confesar y arrepentirnos, o continuar en el pecado y retroceder espiritualmente. Cuando seguimos con el pecado, nuestras almas empiezan a ser moralmente insensibles. Por fin llegamos a un punto donde nuestra conciencia está cauterizada y no es capaz de ayudarnos a discernir entre el bien y el mal. Es como si un hierro caliente se aplicó a nuestra conciencia, y lo destruyó. Y lo que es peor, podemos llegar al lugar donde no nos importa cuán pecaminosos somos. Esto es lo que se quiere decir en 1 Timoteo 4:2, donde Pablo se refiere a los falsos maestros, llamándolos "embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida." (NVI) Se puede ver esto fácilmente con el mal puro. Un asesino en serie, por ejemplo, ha tenido su conciencia cauterizada, y ya no funciona ni le guía en lo que es correcto e incorrecto.
Los cristianos que siguen pecando a pesar de la disciplina divina pueden de hecho pecar ellos mismos de esta vida y a la presencia de Dios. Dios puede llevar un creyente pecaminoso al cielo a fin de impedirlo hacer más daño a sí mismo y a su testimonio para el santo nombre del Señor.
16 Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. 17 Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte. (1 Juan 5:16-17).
Estos pecados no nos hacen perder nuestra salvación, pero sin duda alguna afectan nuestra relación con Dios y con los demás. Somos sabios si nunca nos deterioramos hasta el punto de tener la conciencia cauterizada.
A partir del edicto de Constantino I el Grande en el año 313 y más particularmente a partir del concilio de Nicomedia en el año 317, erigido en tribunal destinado a imponer a Arrio una primera confesión de fe bajo pena de excomunión, el dogma se define como norma de la «fe verdadera» como reacción a las desviaciones heréticas. Más tarde, en el concilio de Nicea I, en el año 325 d.C. se define como herética una doctrina divergente de la enseñanza oficial de la Iglesia y de sus dogmas consagrados por su autoridad (obispo, concilio) en la base a las Escrituras y la Tradición.
Posteriormente, autores como Agustín de Hipona destacaron por su vehemencia en combatir las herejías cristianas y otras ideas como el maniqueísmo. La herejía (casi sinónimo de heterodoxia) puede ser una ocasión de crear una nueva forma de ortodoxia. En el contexto del desarrollo de las heterodoxias de los siglos II y III, una heterodoxia se convierte en herejía a partir del momento de su condena por medio de un concilio.
La palabra ocurre en el Nuevo Testamento, unas 9 veces y es traducida como “secta” en los siguientes pasajes:
Hechos 5:17: “Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;”
Hechos 15:5: “Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.”
Hechos 24:5: “Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos.”
Hechos 26:5: “los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo.”
Hechos 28:22: “Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.”
También es traducida como “herejía” en los siguientes versículos:
Hechos 24:14: “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;”
Gálatas 5:20: “idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,”
2 Pedro 2:1: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.”
Como a cristianos se nos advierte contra las “herejías” en muchos versículos:
Hechos 20:29-30: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.”
Filipenses 3:2: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.”
Las herejías incluyen la negación del monoteísmo (Mormonismo, Testigos de Jehová), de la Trinidad (Mormones, Testigos de Jehová, Islam), la deidad de Cristo (Testigos de Jehová, Islam), y la persona del Espíritu Santo (Testigos de Jehová, Cristadelfianos, El Camino Internacional). Otras herejías son las enseñanzas de que los hombres se convierten en dioses (Mormonismo), de que existen muchos dioses (Mormonismo), de que Jesús perdió Su divinidad en el infierno y terminó la expiación allí, de que las buenas obras son necesarias para la salvación /Nota: Todos los cultos seudo cristianos dicen esto), etc.
“De hecho, el error nunca es establecido en su deformidad desnuda, no sea que siendo expuesto, pueda ser detectado de una vez. Sino que es vestido hábilmente como atractivo en su forma externa, para hacerlo parecer al inexperto (tan ridículo como la expresión pareciera) más verdadero que la verdad misma.” (Ireneo, Contra las Herejías 1.2).
La Biblia condena tanto las doctrinas falsas como los falsos maestros.
Gálatas 1:8-9
8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
(Ver también: 1 Corintios 16:22; 2 Corintios 11:13-15; 1 Timoteo 1:18-20; Tito 3:10).
Los cristianos son salvos por la fe en la obra de Jesús en la cruz; pero la sola fe por sí misma no es suficiente. Permítannos explicarlo: La fe no es una sustancia que Ud. obtiene. La fe es creer, y la fe es tan buena solo en quien Ud. la coloca. Los falsos dioses no salvan a nadie. Esta es la razón por la cual el Dios verdadero dice en Éxodo 20:3: “No tendrás dioses ajenos delante de mí.”
La fe en sí no es lo que salva. Note, que la humanidad tiene fe en lo que hace, en todo lo que logra; pero esa fe no la salvará; solo la fe en el Dios verdadero es lo que salva.
Herejía y heterodoxia
La palabra heterodoxia, de origen griego, es la cualidad del heterodoxo, el cual está disconforme con el dogma de una religión.
Contra las herejías
Contra las Herejías (Adversus haereses, Κατὰ αἱρέσεων) es una obra de cinco volúmenes escrita por Ireneo de Lyon en el siglo segundo. La obra fue considerada escrita alrededor del año 180, por mencionarse a Eleuterio como actual obispo de Roma.
En ella, Ireneo identifica y describe las muchas escuelas gnósticas de su tiempo. Solo existen fragmentos del texto original en griego, pero hay muchas copias enteras en latín que se hicieron poco después de su publicación en griego, y los libros IV y V están también presentes en la traducción literal al armenio.
Estructura
Contra las Herejías está compuesto por cinco libros. Cada libro es una obra individual, cada libro se enfoca en un tema de argumento. El libro I habla sobre las herejías gnósticas de Valentín el gnóstico y sus predecesores que van desde Simón el Mago hasta los ofitas y cainitas.
El libro II provee pruebas racionales que comprueban que el valentinismo no tiene méritos en términos de doctrinas.
El libro III demuestra que estas doctrinas son falsas siendo esto comprobado por los Evangelios. El Libro IV presenta a Jesús resaltando la unidad de Antiguo Testamento y el Evangelio. El libro V, el final, se enfoca en múltiples dichos de Jesús y en las cartas de Pablo de Tarso.
Propósito
El propósito de Contra las Herejías fue refutar las enseñanzas de varios grupos gnósticos; aparentemente, muchos mercaderes griegos empezaron oratorias y campañas para hacer prosperar el gnosticismo en el arzobispado de Ireneo. Otra teoría popular sugiere que un grupo de gnósticos conocidos como los valentinianos tomaron parte de las celebraciones en la Iglesia primitiva a pesar de sus radicales diferencias con ésta.
También se dice que los gnósticos se reunían secretamente afuera de las iglesias regularmente y allí discutían sobre su sabiduría secreta y sobre la escritura que decían que les pertenecía. Como obispo, Ireneo sintió la obligación de mantenerse alerta de los valentinianos para proteger a la Iglesia de ellos. Para esto, Ireneo se educó y se informó sobre las doctrinas y tradiciones gnósticas. Con el tiempo esto lo dirigió a compilar su obra.
Sin embargo, al parecer la principal razón de Ireneo de escribir esta obra fue haber percibido que los cristianos en la provincia de Asia menor y Frigia necesitaban especialmente su protección de los gnósticos, debido a que ellos no tenían tantos obispos que supervisaran y ayudar a mantener esta clase de problemas bajo control. Ireneo también debió de haber pensado que los del este eran ignorantes y no muy bien informados sobre estos asuntos que sucedían en el oeste. Debido a que Ireneo permanecía en la provincia de Galia del Imperio romano del oeste y en cambio la comunidad cristiana de Asia permanecía lejos. Ireneo se dio cuenta de escribir este tratado sería la mejor manera de informar y ofrecerles una guía.
Contra las herejías fue la principal descripción del gnosticismo hasta el descubrimiento de los Manuscritos de Nag Hammadi en 1945.
Continua en Las Herejías II: Sectas I
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