Las sectas judías que permanecieron activas en tiempos de Jesús en Jerusalén, Judea y Galilea podrían haberse llamado partidos, puesto que ninguna excluía a la otra como practicante de la Ley y de los Mandamientos en general, solo había discusiones entre todas en cuanto a la manera de llevarlos a cabo; es decir, de cómo poner en práctica los mandamientos de la Ley (Halajá que significaba práctica de la Ley). La discrepancia en estos asuntos se refleja en el Nuevo Testamento, donde la aguda crítica de Jesús revela la forma exterior de la práctica de los Fariseos y las creencias morales de los Saduceos, que llevaron anteriormente a los Esenios a una vida de retiro y purificación continuas fuera del contacto con los demás, pero nunca a cambiar el lugar de culto, es decir el Templo de Jerusalén.
Los Fariseos
Los fariseos (del hebreo פרושים perushim, de parash, «separar») era una comunidad judía que existió hasta el siglo II, de la presente era.
El grupo atribuía su inicio al período de la cautividad
babilónica (587 a.C.-536 a.C.). Algunos sitúan su origen durante la dominación persa o los consideraban
sucesores de los hasidim (devotos). Se definieron como partido durante la
revuelta de los macabeos contra los invasores Seleucidas (167 – 165 a. C.). Fueron coetáneos
de Los Saduceos, Esenios y Zelotes. Este grupo es citado numerosas veces en los
Evangelios del Nuevo Testamento.
Existencia
Está totalmente probada la existencia de un grupo fariseo durante toda la época final del segundo templo, tal como lo documenta el testimonio múltiple de Flavio Josefo, el NT y la literatura rabínica.
Dicho grupo fariseo tiene sus raíces ya en la época de los hasmoneos. Existían todavía durante la guerra, como lo prueba la delegación de los tres fariseos que fueron enviados a relevar a Josefo de su puesto en Galilea. Son numerosos los textos que nos hablan de la oposición y las tensiones entre fariseos y saduceos en esta época.
De Clase MediaDicho grupo fariseo tiene sus raíces ya en la época de los hasmoneos. Existían todavía durante la guerra, como lo prueba la delegación de los tres fariseos que fueron enviados a relevar a Josefo de su puesto en Galilea. Son numerosos los textos que nos hablan de la oposición y las tensiones entre fariseos y saduceos en esta época.
Los fariseos eran en su mayoría hombres de negocios de la clase media, y por lo tanto estaban en contacto con el hombre común. Los fariseos eran tenidos por el hombre común, en una estima más alta que los saduceos. Aunque ellos eran una minoría en el Sanedrín, y mantenían un número minoritario de posiciones como sacerdotes, ellos parecían controlar las decisiones, haciendo del sanedrín algo más importante de lo que lo hicieron los saduceos, nuevamente debido a que tenían el apoyo de la gente. Las fuentes escritas parecen subrayar el grado de popularidad que los fariseos tenían en la sociedad judía de su época, totalmente desproporcionada si tenemos en cuenta su escaso número. Con todo, dado que las fuentes sobre los fariseos han sido escritas cuando ya los fariseos de Yavne se habían constituido en judaísmo normativo, puede ser que tanto los rabinos, como Josefo, como el propio Nuevo Testamento, y por razones distintas, hayan retroproyectado a la época farisea el tipo de normativismo que los rabinos tuvieron en décadas posteriores.
Sanders ha refutado la opinión de Jeremías, según el cual la corriente farisea era la corriente ya dominante en el judaísmo de finales del segundo templo. Sanders insiste en que en esa época el judaísmo normativo no era todavía el de los fariseos, sino el de los sacerdotes. Ni siquiera cree Sanders que los fariseos controlasen la opinión de las masas de una forma extraoficial. En este punto Flavio Josefo nos ha ofrecido una visión exagerada, con vistas a potenciar la autoridad rabínica de las últimas décadas de siglo. Pero en la época de Jesús los fariseos no controlaban el acceso al templo, ni otorgaban certificados de pureza, ni decidían quién pertenecía o quién no pertenecía al pueblo de la alianza.
Fuentes sobre los Fariseos
Fuentes sobre los Fariseos
El estudio de los fariseos “históricos” en las fuentes rabínicas es mucho más complicado aún que el estudio del Jesús “histórico” en las fuentes cristianas.
Los fariseos como grupo nos son conocidos sobre todo por Flavio Josefo, el Nuevo Testamento y los escritos rabínicos, en este orden de importancia. Cronológicamente es el Nuevo Testamento la fuente más antigua para el conocimiento de los fariseos. No siempre resulta fácil concordar los datos que reflejan estas tres fuentes debido a que todas ellas han sido editadas conforme a determinados intereses ideológicos. Como dice Sievers humorísticamente, “hoy sabemos bastante menos sobre los fariseos de lo que sabía la generación anterior a nosotros”. El criterio más importante para reconstruir a los “fariseos de la historia” será el del testimonio múltiple tanto de fuentes como de formas literarias. Cartas de Pablo, Evangelios, Hechos, Josefo y literatura rabínica representan formas literarias distintas, y representan intereses distintos. En cuanto a su antigüedad, las fuentes más antiguas son el Nuevo Testamento, luego Josefo, y por último la Misná. La más antigua mención a un fariseo es la de Pablo en la carta a los Filipenses 3:5.
El más alto representante del judaísmo era el Sumo Sacerdote, cargo que a la destrucción del templo se volvió innecesario; así el culto pasó a la sinagoga (en hebreo בית כנסת, beit knéset, «casa de reunión»). De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la ley que fue la que redactó los distintos Talmud. A diferencia de los Saduceos, los fariseos
lograron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los
judíos.
Aparte de estas prácticas jurídicas fariseas bien documentadas, podríamos añadir algo acerca de las creencias de los fariseos. Los sinópticos y Hechos testimonian sobre la fe de los fariseos en la resurrección de los muertos, en contraposición con los saduceos que no creían en ella (Marcos 11.20-12,37). También Josefo nos dice que los fariseos diferían de los saduceos en este punto. Los fariseos creían en la inmortalidad del alma, en premios y castigos tras la muerte, y en un pasaje de la resurrección de los muertos, aunque es suficientemente ambiguo para que los gentiles lo interpretasen como reencarnación. La Misná nos dice que quienes no creen en la resurrección de los muertos no tendrán parte en la vida futura. Religiosamente, ellos aceptaban la Palabra escrita como inspirada por Dios. Para el tiempo del ministerio terrenal de Jesucristo, esto habría sido lo que es ahora nuestro Antiguo Testamento. Pero ellos también le concedían igual autoridad a la tradición oral, e intentaban defender su posición diciendo que ésta se remontaba hasta Moisés. Esto no era nada más que legalismo. Estas tradiciones se habían desarrollado a través de los siglos, y se añadían a la Palabra de Dios, lo cual está prohibido (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:18-19), y los fariseos buscaban obedecer estrictamente estas tradiciones junto con el Antiguo Testamento. Los Evangelios abundan en ejemplos de los fariseos tratando estas tradiciones de igual manera que la Palabra de Dios (Mateo 9:14; 15:1-9; 23:5; 23:16, 23; Marcos 7:1-23; Lucas 11:42). Sin embargo, ellos permanecieron fieles a La Palabra de Dios con referencia a ciertas otras doctrinas importantes. En contraste con los Saduceos, ellos sostenían lo siguiente:
1 Creían que Dios controlaba todas las cosas, y no obstante, las decisiones hechas por individuos también contribuían al curso de la vida de una persona.
2 Creían en la resurrección de los muertos (Hechos 23).
3 Creían en una vida después de la vida, con la correspondiente recompensa y castigo sobre una base individual.
4 Creían en la existencia de ángeles y demonios (Hechos 23).
Mientras que los saduceos dejaron de existir después de la destrucción de Jerusalén y del Templo, debido a su naturaleza altamente política, los fariseos, quienes estaban más preocupados con el estado religioso de Israel, continuaron existiendo mucho después de la destrucción de Jerusalén. De hecho, los fariseos estuvieron en contra de la rebelión que trajo la destrucción sobre Jerusalén en el 70 d. C., y después de esto, fueron los primeros en hacer las paces con los romanos.
Por ello, tras la caída del Templo, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto. Los fariseos también fueron responsables por la compilación de La Mishna, un importante documento con referencia a la continuación del judaísmo más allá de la destrucción de su lugar central de adoración, el Templo. Algunos han sugerido que el libro apócrifo Los salmos de Salomón y el Libro de los Jubileos podrían estar escritos por los fariseos, pero no hay manera de probarlo. Otra posible fuente de conocimiento sobre las ideas fariseos puede ser Saulo de Tarso, en la medida en que podamos comprobar cuáles eran las ideas que mantuvo durante su etapa farisea, y de las cuales se distanció en el momento de su conversión. Parece ser que el Saulo fariseo ya creía en la futura venida del Mesías, aunque se resistía a identificarlo con Jesús de Nazaret. Lo mismo puede decirse del sustrato escatológico de la esperanza en unos últimos días como cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Más difícil es entender cuál era la creencia farisea respecto al determinismo y el libre albedrío. Josefo contrasta la posición farisea con la posición más determinista de los esenios, pero es difícil evaluar en qué consistían exactamente ambas posiciones. A diferencia de los saduceos debemos creer todo lo que dice la Biblia, incluyendo lo milagroso y la vida después de la vida. A diferencia de los fariseos, no debemos tratar las tradiciones como si tuvieran una autoridad igual a la de la Escritura, y tampoco debemos permitir que nuestra relación con Dios sea reducida a una lista legalista de reglas y rituales. En la Palestina del siglo I habían surgido algunos grupos entre la población judía como consecuencia de las diversas sensibilidades acerca de las fuentes y los modos de vivir la religión de Israel.
Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados.
Aparte de estas prácticas jurídicas fariseas bien documentadas, podríamos añadir algo acerca de las creencias de los fariseos. Los sinópticos y Hechos testimonian sobre la fe de los fariseos en la resurrección de los muertos, en contraposición con los saduceos que no creían en ella (Marcos 11.20-12,37). También Josefo nos dice que los fariseos diferían de los saduceos en este punto. Los fariseos creían en la inmortalidad del alma, en premios y castigos tras la muerte, y en un pasaje de la resurrección de los muertos, aunque es suficientemente ambiguo para que los gentiles lo interpretasen como reencarnación. La Misná nos dice que quienes no creen en la resurrección de los muertos no tendrán parte en la vida futura. Religiosamente, ellos aceptaban la Palabra escrita como inspirada por Dios. Para el tiempo del ministerio terrenal de Jesucristo, esto habría sido lo que es ahora nuestro Antiguo Testamento. Pero ellos también le concedían igual autoridad a la tradición oral, e intentaban defender su posición diciendo que ésta se remontaba hasta Moisés. Esto no era nada más que legalismo. Estas tradiciones se habían desarrollado a través de los siglos, y se añadían a la Palabra de Dios, lo cual está prohibido (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:18-19), y los fariseos buscaban obedecer estrictamente estas tradiciones junto con el Antiguo Testamento. Los Evangelios abundan en ejemplos de los fariseos tratando estas tradiciones de igual manera que la Palabra de Dios (Mateo 9:14; 15:1-9; 23:5; 23:16, 23; Marcos 7:1-23; Lucas 11:42). Sin embargo, ellos permanecieron fieles a La Palabra de Dios con referencia a ciertas otras doctrinas importantes. En contraste con los Saduceos, ellos sostenían lo siguiente:
1 Creían que Dios controlaba todas las cosas, y no obstante, las decisiones hechas por individuos también contribuían al curso de la vida de una persona.
2 Creían en la resurrección de los muertos (Hechos 23).
3 Creían en una vida después de la vida, con la correspondiente recompensa y castigo sobre una base individual.
4 Creían en la existencia de ángeles y demonios (Hechos 23).
Mientras que los saduceos dejaron de existir después de la destrucción de Jerusalén y del Templo, debido a su naturaleza altamente política, los fariseos, quienes estaban más preocupados con el estado religioso de Israel, continuaron existiendo mucho después de la destrucción de Jerusalén. De hecho, los fariseos estuvieron en contra de la rebelión que trajo la destrucción sobre Jerusalén en el 70 d. C., y después de esto, fueron los primeros en hacer las paces con los romanos.
Por ello, tras la caída del Templo, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto. Los fariseos también fueron responsables por la compilación de La Mishna, un importante documento con referencia a la continuación del judaísmo más allá de la destrucción de su lugar central de adoración, el Templo. Algunos han sugerido que el libro apócrifo Los salmos de Salomón y el Libro de los Jubileos podrían estar escritos por los fariseos, pero no hay manera de probarlo. Otra posible fuente de conocimiento sobre las ideas fariseos puede ser Saulo de Tarso, en la medida en que podamos comprobar cuáles eran las ideas que mantuvo durante su etapa farisea, y de las cuales se distanció en el momento de su conversión. Parece ser que el Saulo fariseo ya creía en la futura venida del Mesías, aunque se resistía a identificarlo con Jesús de Nazaret. Lo mismo puede decirse del sustrato escatológico de la esperanza en unos últimos días como cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Más difícil es entender cuál era la creencia farisea respecto al determinismo y el libre albedrío. Josefo contrasta la posición farisea con la posición más determinista de los esenios, pero es difícil evaluar en qué consistían exactamente ambas posiciones. A diferencia de los saduceos debemos creer todo lo que dice la Biblia, incluyendo lo milagroso y la vida después de la vida. A diferencia de los fariseos, no debemos tratar las tradiciones como si tuvieran una autoridad igual a la de la Escritura, y tampoco debemos permitir que nuestra relación con Dios sea reducida a una lista legalista de reglas y rituales. En la Palestina del siglo I habían surgido algunos grupos entre la población judía como consecuencia de las diversas sensibilidades acerca de las fuentes y los modos de vivir la religión de Israel.
Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados.
Cumplimiento escrupuloso de la Ley
Los fariseos eran bien conocidos por su escrupulosidad en el
cumplimiento de la Ley (Lucas y Josefo). Lo mismo se deja ver al estudiar las
distintas actitudes que fariseos y saduceos tenían en puntos concretos de la
Ley, o sus disputas con Jesús en los evangelios. También Pablo habla de su celo
por la Ley durante su etapa Farisea.
Sin embargo esta escrupulosidad en el cumplimiento de la
Ley, no quita otro rasgo bien testificado de que los fariseos tendían a la
clemencia en el juicio.
Aceptación de las tradiciones de los padres junto a la
Torah escrita
En aquella época había una disputa sobre la interpretación
de la Ley de Moisés, entre diversos grupos que tomaban todos ellos posturas
extremas, pero no coincidentes. Sabemos también de los qumranitas y su celo
por determinados aspectos legales. Los qumranitas apelaban a revelaciones y
profecías. Los fariseos en cambio apelarán a las tradiciones de los padres. Admitían que estas tradiciones no se encontraban en la Ley escrita, pero
intentaban convencer a todos los judíos de la obligatoriedad de dichas
tradiciones, que los saduceos y Jesús mismo rechazaban.
También la Misná hace referencia a la doble Ley, la escrita
y la oral, pero probablemente se trata de un desarrollo doctrinal posterior a
la época de Jesús. Ningún texto de aquella época habla de que los fariseos
hiciesen referencia a una Ley oral, o a una doble Ley. Los rabinos posteriores
quisieron establecer una cadena ininterrumpida que unía el Sinaí con las
tradiciones, como si dichas tradiciones fuesen parte de una Ley oral que
viniese desde Moisés a través de una cadena continua de transmisores. Esta
teoría no estaba aún sistematizada en la época de los fariseos. Aparece ya en
forma embrional en m.Abot 1,1, donde se nos da la cadena que va desde Moisés
hasta Hilel y Samay, y posteriormente hasta Yohanan ben Zakay, el fundador de
la academia de Yavne. De cada una de estas generaciones se nos dice
expresamente que recibió –qibbel- esta Torah de la generación anterior. Aunque la Misná y después el Talmud han elaborado
considerablemente esta visión farisea de las tradiciones de los padres,
convirtiéndola en el dogma de la doble Ley, podemos reconocer que germinalmente
esta doctrina estaba ya presente entre los fariseos históricos de la época de Jesús.
Meier ha resumido el contenido de algunas de estas
tradiciones típicamente farisaicas, siguiendo siempre el criterio de atestación
múltiple. Reproducimos sus conclusiones. En cada caso cita los testimonios
coincidentes en que se nos habla de que estos temas formaban parte de las
preocupaciones fariseas reseñadas en el NT o en los escritos tanaíticos acerca
de rabinos claramente fariseos como Gamaliel I y su hijo Simón I, o
probablemente fariseos como Hilel y Samay.
*reglas de pureza acerca de alimentos y vasijas para
líquidos y alimentos.
*reglas de pureza acerca de cadáveres y tumbas.
*reglas de pureza sobre el culto del templo.
*diezmos, tributos y derechos sacerdotales.
*observancia del sábado y las fiestas.
*matrimonio y divorcio.
Los Fariseos y Jesús
En tiempos de Jesús, los más apreciados por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Dedicaban su mayor atención a las cuestiones relativas a la observancia de las leyes de pureza ritual incluso fuera del templo. Las normas de pureza sacerdotal, establecidas para el culto, pasaron para ellos a marcar un ideal de vida en todas las acciones de la vida cotidiana, que quedaba así ritualizada y sacralizada. Junto a la Ley escrita (Torah o Pentateuco), fueron recopilando una serie de tradiciones y modos de cumplir las prescripciones de la Ley, a las que se concedía cada vez un mayor aprecio hasta que llegaron a ser recibidas como Torah oral, atribuida también a Dios. Según sus convicciones, esa Torah oral fue entregada junto con la Torah escrita a Moisés en el Sinaí, y por tanto ambas tenían idéntica fuerza vinculante. Aunque los fariseos eran rivales con los saduceos, se las ingeniaron para hacer a un lado sus diferencias en una ocasión – el juicio de Cristo. Fue en este punto en el tiempo, que los saduceos y fariseos se unieron para llevar a Cristo a la muerte (Marcos 14:53; 15:1; Juan 11:48-50). Tanto los fariseos como los saduceos se hicieron acreedores a numerosas reprimendas de Jesús. Tal vez la mejor lección que podemos aprender de los fariseos y los saduceos, es el no ser como ellos, en la hipocresía, ya que la ley es correcta.
Conflicto político-religioso
Los fariseos se opusieron a la política del Sumo Sacerdote
Juan Hircano (134-104 a.
C.), quien actuó apoyado por los saduceos. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo,
vivía más como un rey pagano que como un sacerdote judío, y los sectores
tradicionalistas criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio,
reclamando una separación de ambas funciones. El líder fariseo Eleazar exigió
que Juan Hircano renunciara al sumo sacerdocio. El enfrentamiento de los
fariseos contra los saduceos se agudizó durante los reinados de los hijos de
éste, Aristóbulo I (104-103 a.
C.) y Alejandro Janeo (103-76 a.
C.) Este último reprimió un levantamiento popular e hizo crucificar a tres mil
fariseos. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a. C., rehabilitó a los
sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando
su influencia política y religiosa. La reina nombró a su hijo Hircano II como
Sumo Sacerdote, con el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II
se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, que buscó
refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con ayuda farisea sitió
Jerusalén en el 65 a.
C., pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo
Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén
en el 63 a.
C., y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma,
mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea.
El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como gobernante militar de Galilea.
El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como gobernante militar de Galilea.
En el 40 a.
C., Antígono Matatías, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio Parto y de
los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes que había
huido y el general romano Socio, retomaron Jerusalén en el 37 a. C. En connivencia con el
Imperio romano, Herodes fue rey entre el 37 y el 4 a. C. y contrajo matrimonio
con Mariana, hija de Hircano II, a quienes luego ejecutó, provocando la ruptura
entre los fariseos y la dinastía herodiana.
En el 4 a.
C. el fariseo Saddoq y Judas el Galileo se levantaron llamando a no pagar
impuestos a Roma. El hijo de Herodes, Herodes Arquelao y el jefe militar romano
Varo reprimieron el levantamiento: dos mil rebeldes fueron crucificados. Se
considera que esta sublevación fue el origen de los zelotes, que consideraban
que la única forma de quitarse el yugo romano: era a través de alzamiento en
armas, tal como intentaron con fatal y trágico resultado. La rebelión acabó con
el suicidio colectivo de la asediada Masada (año 73 d. C.).
Rasgarse las vestiduras
El pasaje del evangelio en que los fariseos se
"rasgaban las vestiduras" delante de las palabras de Jesús (costumbre antigua en señal de duelo o de ultraje público), ha hecho que la
frase "Rasgarse las vestiduras" sea muy popular en algunos países
cristianos, para expresar la indignación -fingida- de alguien delante de un
hecho determinado, desaprobándolo.
Desavenencias
En muchos pasajes del nuevo testamento los fariseos aparecen
como unos sectarios, defensores de la ley mosaica. Hasta se da el caso que
según una de las tradiciones, son expulsados del Templo de Jerusalén por un
Jesús indignado. De entre todos los grupos judíos contemporáneos, los
fariseos eran los que tenían la doctrina más parecida a la de Jesús. Las
disputas entre uno y otros podrían considerarse disputas de escuela. La mala
imagen de los fariseos en el cristianismo actual, tiene bastante de calumnia.
En la tradición cristiana se ha equiparado judaísmo y fariseísmo, entendiendo
éste como hipocresía y legalismo. Esto es hacer una grave ofensa e injusticia a
toda una importante tradición religiosa que se ve ridículamente caracterizada.
Además al oponer así cristiano y judío, olvidamos que el fariseísmo, en su
sentido malo, es una mala hierba que crece no sólo entre los judíos, sino
también entre los cristianos.
Los Saduceos
Los Saduceos (o zadokitas.)
Prominente secta religiosa del judaísmo relacionada con el sacerdocio. (Hechos 5:17.)
Históricamente, la cuestión de la derivación y el significado del nombre de "saduceos" ha estado estrechamente ligada a la cuestión de la naturaleza del grupo. Desde Abraham Geiger argumentó que los saduceos eran la aristocracia sacerdotal, han llevado a cabo la mayoría de los expertos que su nombre se deriva de "Sadoc", el nombre del sumo sacerdote durante el reinado de Salomón (I Reyes 2:35; Cf. Ezequiel 44:15; 48:11). Así, los saduceos se cree que han sido parte de la elite sacerdotal sadoquita. Hay problemas con esta construcción, sin embargo. El "Sadoc" etimología no explica la duplicación de la "d". Por otra parte, cuando los saduceos apareció en la escena, los sacerdotes sentencia se asmoneos, no sadoquitas. Es poco probable que los asmoneos se han aliado con un grupo rival sacerdotal cuyo nombre en tela de juicio la legitimidad de los sumos sacerdotes asmoneos. Más recientemente, muchos estudiosos han sostenido que los saduceos eran esencialmente una confederación de los hombres ricos y poderosos (esto incluye a miembros de la aristocracia sacerdotal), que tomó un laico-pragmática, en lugar de una religiosa-ideológica, con lo que se refiere a la nación y sus leyes. Junto con este punto de vista, las nuevas etimologías de "saduceos" se han ofrecido. TW Manson propone que detrás del nombre era el syndikoi título griego, que significa "los funcionarios fiscales." R. del Norte sugirió que los saduceos se veían como los administradores de la justicia y que su nombre se deriva de un adjetivo de otro modo sadduq unattested Piel ("sólo").
Estas y otras etimologías resolver algunos problemas, pero plantear otros nuevos, en el fondo, todos ellos siguen siendo especulativos. A la luz de la ausencia total de las fuentes de los saduceos, parece prudente admitir que tanto la naturaleza precisa de los saduceos y la derivación de su nombre siguen siendo inciertas. No se sabe exactamente cuándo apareció la secta religiosa de los saduceos. La primera mención histórica de ellos por nombre aparece en los escritos de Flavio Josefo, donde se indica que en la última mitad del siglo II a. C. estaban enfrentados a Los Fariseos.
La Doctrina de los Saduceos
Religiosamente, los Saduceos eran más conservadores que los Fariseos en un área importante de la doctrina. Los Fariseos concedieron a la ley oral la misma autoridad que a la Palabra de Dios escrita, mientras que los saduceos consideraban que solo la Palabra escrita era de Dios. Los saduceos trabajaron arduamente para preservar la autoridad de la Palabra de Dios escrita, especialmente los Libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio).
Hechos 23:8 dice con referencia a sus creencias religiosas: “Los saduceos dicen que no hay ni resurrección, ni ángel, ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente”.
Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en las numerosas cuestiones casuísticas de los fariseos, y por tanto subestimando lo que aquellos consideraban Torah oral. A diferencia de los fariseos no creían en la pervivencia después de la muerte, ni compartían sus esperanzas escatológicas.
Mientras que ellos pudieran ser elogiados por esto, definitivamente no eran perfectos en cuanto a su punto de vista doctrinal. La siguiente es una breve lista de las creencias que ellos adoptaban y que contradecían la Escritura:
1 Eran extremadamente auto-suficientes, al punto de negar la intervención de Dios en los asuntos de la vida diaria.
2 Negaban cualquier resurrección de los muertos (Mateo 22:23; Marcos 12:18-27; Hechos 23).
3 Negaban cualquier vida después de la muerte, sosteniendo que el alma perece con la muerte, por lo tanto creían que no había ningún castigo o recompensa después de la vida en la tierra.
4 Negaban la existencia del mundo espiritual, por ejemplo Ángeles y demonios (Hechos 23).
Flavio Josefo
(Antigüedades Judías, libro XIII, cap. X, sec. 6.) Josefo también da información acerca de las enseñanzas de esta secta. Sin embargo, hay ciertas dudas de que los datos que presenta se atengan a los hechos. A diferencia de los fariseos —dice Josefo—, los saduceos negaban el destino, afirmando que la persona, mediante sus propias acciones, era la única responsable de lo que le aconteciese. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. V, sec. 9.) Rechazaban las muchas tradiciones orales que observaban los fariseos, así como la creencia farisaica de la inmortalidad del alma y los castigos o recompensas futuros después de la muerte.
Los Saduceos eran más bien ásperos en sus tratos entre sí, y se decía que eran dados a la polémica. Según Josefo, sus enseñanzas atraían a “los ricos”. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. X, sec. 6; libro XVIII, cap. I, sec. 4; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. VIII, sec. 14.)
Como indicó Juan el Bautista, los Saduceos tenían que producir frutos propios de arrepentimiento. Eso se debía a que no habían guardado la ley de Dios, como tampoco habían hecho los fariseos. (Mateo 3:7-8.) El propio Jesús comparó su enseñanza corruptora a la levadura. (Mateo 16:6, 11-12.)
Solo para la Clase Alta
Ellos tendían a ser ricos y mantenían posiciones de poder, incluyendo la de los jefes sacerdotales y el sumo sacerdote, ocupaban la mayoría de los 70 lugares del concilio gobernante llamado el Sanedrín.
Los saduceos, por su parte, eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos habían salido desde el inicio de la ocupación romana los sumos sacerdotes que, en ese momento, eran los representantes judíos ante el poder imperial.
No gozaban de la popularidad ni el afecto popular del que disfrutaban los fariseos, pero tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes.
Trabajaban duramente para mantener la paz, mediante la aceptación de las decisiones de Roma (Israel en este tiempo estaba bajo el dominio de Roma), y de hecho ellos parecían estar más ocupados con la política que con la religión. Por estar amoldados a Roma, y ser la clase rica privilegiada, ellos no se relacionaban bien con el hombre común, como tampoco el hombre común tenía una alta opinión de ellos. El hombre común se relacionaba mejor con aquellos que pertenecían al partido de los fariseos. Aunque los saduceos ocupaban la mayoría de los lugares en el sanedrín, la historia indica que muchas veces ellos tenían que estar de acuerdo con las ideas de la minoría farisea, nuevamente, porque los fariseos eran populares entre las masas.
Los Saduceos y Jesús
Por estar los saduceos más preocupados por la política que por la religión, no se ocuparon de Jesús, hasta que se volvieron temerosos de que Él pudiera atraer la no deseada atención de Roma. Fue en este momento que los saduceos y fariseos se unieron y conspiraron para llevar a Cristo a la muerte (Juan 11:48-50; Marcos 14:53; Marcos 15).
Un grupo de saduceos trató de entrampar a Jesús en la cuestión de la resurrección y el matrimonio de levirato. Pero él los hizo callar, apoyándose en los escritos de Moisés, que los saduceos afirmaban aceptar, y así refutó su punto de vista de que no había resurrección. (Mateo 22:23-34; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-40.) Más tarde, cuando el apóstol Pablo estuvo ante el Sanedrín, logró dividir al alto tribunal judío enfrentando a fariseos con saduceos, un enfrentamiento propiciado por las diferencias religiosas que existían entre ellos. (Hechos 23:6-10).
Aunque los fariseos y los saduceos estaban divididos en sentido religioso, se unieron para tentar a Jesús pidiéndole una señal (Mateo 16:1) y en su oposición general a él. La Biblia parece indicar que los saduceos desempeñaron un papel importante en procurar la muerte de Jesús. Algunos saduceos eran miembros del Sanedrín, el tribunal que conspiró contra Jesús y más tarde lo condenó a muerte. El saduceo y sumo sacerdote Caifás era parte de ese tribunal y probablemente también otros sacerdotes prominentes. (Mateo 26:59-66; Juan 11:47-53; Hechos 5:17, 21). Por lo tanto, cuando las Escrituras Griegas Cristianas hablan de ciertas acciones emprendidas por los principales sacerdotes, seguramente había saduceos implicados. (Mateo 21:45-46; 26:3-4, 62-64; 28:11-12; Juan 7:32.) Parece ser que llevaron la delantera en el intento de detener el crecimiento del cristianismo después de la muerte y resurrección de Jesús. (Hechos 4:1-23; 5:17-42; 9:14). Durante el tiempo de Cristo y la era del Nuevo Testamento, aquellos que eran saduceos, eran aristócratas. Otras menciones de los saduceos se encuentran en Hechos 4:1, Hechos 5:17, y su implicación en la muerte de Jacobo, según el historiador Josefo (Hechos 12:1-2). Los saduceos dejaron de existir en el año 70 d.C. Puesto que este partido existía por sus lazos políticos y sacerdotales, cuando Roma destruyó Jerusalén y el Templo en el 70 d. C., los saduceos fueron también destruidos.
Continua en Las Sectas Judías II: Los Zelotes-Los Herodianos
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