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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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jueves, 19 de julio de 2012

El Apocalipsis XXII: El Río de la Vida

Representación del Fleuve de Vie, el «Río de la Vida», del Libro de Apocalipsis, Beato de Urgel, (f°198v-199), c. siglo X.

Apocalipsis: El río de la vida

38. El río de la vida (22:1)

(Ap. 22:1) Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. {2} En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. {3} Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, {4} y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. {5} No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. {6} Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

En el jardín del Edén el hombre se volvió como Dios, conociendo el bien y el mal, pero fue cortado del árbol de la vida. Se volvió su propio Dios y su fuente de vida estaba dentro de él en vez de provenir de Dios, lo que resultó en futilidad y vacío. Como resultado de este vacío, la gente llena sus vidas con cosas, placeres e ídolos. Aquí, en Ap. 22, encontramos ahora a Dios y al Cordero, como la fuente de vida del hombre. El hombre ya no está cortado de la vida de Dios, como lo fueron Adán y Eva. El hombre podía comer del árbol de la vida y vivir para siempre porque Dios vive para siempre. Jesús dijo, "esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado" (Jn. 17:3). Conocer a Dios es conocerlo en forma íntima, como Adán la conoció a Eva. A los malvados Jesús les dijo, "nunca os conocí; apartaos de mí" (Mt. 7:23).

v. 1 - Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero - Las provisiones y alimentos de los ciudadanos de la nueva Jerusalén se describen ahora. Este versículo nos recuerda el río que regaba el Jardín del Edén (Gn. 2:10). La figura viene de la visión de Ezequiel (Ez. 47:1 ff.). El río del agua de vida simboliza la vida eterna. La fuente del agua de la vida ya ha sido mencionada en 21:6. Ahora se ha vuelto un río y el don gratuito del agua de la vida aparece de nuevo en 22:17. En énfasis está en que la vida eterna es un don gratuito. El agua de vida fluye del trono de Dios y del Cordero, que son la fuente de toda vida (Jn. 5:26). En Sal. 46:4 dice, "del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo". El agua de vida es Cristo mismo. Él es la fuente del agua que produce vida eterna (Jn. 4:14). Podría haber una conexión con el mar de vidrio semejante al cristal ante el trono en 4:6. La expresión "diáfana como un cristal" se usa también de la nueva Jerusalén en 21:11.

v. 2 - En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones - Esta ciudad tiene una gran calle. La gran ciudad donde fueron muertos los dos testigos también tenía una calle (11:8), sólo que está es de oro, transparente como vidrio (21:21). Los mártires caminarán sobre esta calle por la eternidad. En Is. 35:8 es llamada un camino, "y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él". "Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido" (Is. 35:10). El río de vida, cuya fuente es Cristo, riega el árbol de la vida y le da vida eterna a todo el que come su fruto (Gn. 3:22). Esto nos trae de vuelta al Génesis; Jesús es el árbol de la vida en Génesis, y es ahora el árbol de vida en Apocalipsis. Él es el principio y el fin.

De nuevo volvemos a nuestro estado anterior a la caída gracias a nuestro representante, el Cordero que fue muerto. El hombre ya no está vedado del árbol de la vida como lo fue en el jardín después que hubo pecado (Gn. 3:22). Él puede comer del árbol y vivir para siempre porque el fruto del árbol imparte vida eterna. Las doce cosechas de fruto que dan fruto cada mes indica abundancia. El número doce podría corresponder a las doce tribus o a los doce apóstoles, pero más probablemente es una provisión constante. El árbol consigue el agua del río del agua de la vida, así que es el árbol de la vida (Ez. 47:12). En la carta a la iglesia en Éfeso, Dios le promete al que venciere que "le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios" (2:7). Así, la nueva Jerusalén es también el paraíso de Dios. Es un nuevo Jardín del Edén. En 22:14 aquellos que lavan sus vestiduras también tienen el derecho al árbol de la vida y pueden pasar por las puertas de la ciudad. En 22:19, si alguna quita de las palabras de este libro de profecía, "Dios quitará su parte del libro de la vida" ("Dios le quitará su parte en el árbol de la Vida", BJ - "Dios le quitará su parte del árbol de la vida", VP). Las hojas son para la sanidad de las naciones que están dentro de la Nueva Jerusalén (21:24). Tal vez Juan tenía en mente una cataplasma. De nuevo se está refiriendo a Ez. 47:12, "su fruto será para comer, y su hoja para medicina".

v. 3 - Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán - No habrá ninguna maldición adánica que involucre a la humanidad en un trabajo doloroso y en la muerte. También vedó a la humanidad del Jardín del Edén y del árbol de la vida que le permitiría vivir por siempre (Gn. 3:17-24). La maldición es ahora revocada para que la humanidad pudiera tomar del fruto del libro de la vida y vivir por siempre. El trono de Dios y del Cordero no está en el cielo remoto sino en la tierra, en la Nueva Jerusalén. La morada de Dios es con el hombre. El cielo se ha mudado a la tierra. En vez del trabajo doloroso Sus siervos lo servirán como también lo sirvieron en la tierra anterior (1:6, 5:10, 7:15). Compare con 5:13, "Al que está sentado en el trono, y al Cordero". Habrá bastante para hacer en el cielo: "sus siervos le servirán".

v. 4 - y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes - Ver el rostro de Dios le fue negado a Moisés (Ex. 33:20). Ver el rostro de Dios es disfrutar de Su favor (Job 33:26, Sal. 17:15, 67:1) y es una recompensa para los puros de corazón (Mt. 5:8). Ver el rostro de Dios es ser como Él. Los santos serán transformados a su semejanza (2 Cor. 3:18, 1 Jn. 3:2). Su nombre sobre sus frentes es una vez más una referencia al sello y a los 144.000 que representan a los redimidos (3:12, 14:1). El sello indica posesión e intimidad.

v. 5 - No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos - Una reiteración de 21:23-25. La presencia continua del Señor será su luz, así que no habrá más noche. La noche es abolida porque está asociada con el mal. La luz está asociada con lo bueno. Jesús fue traicionado de noche. La noche es cuando se comete el pecado (Rom.13:12, 1 Tes. 5:5-8). Los santos son hijos de luz (1 Tesalonicences 5:5). Dios mismo vive en la luz inalcanzable (1 Tim. 1:16). Compare a los que reinan por siempre con el destino de los que siguen a la bestia y que son atormentados día y noche por siempre. Así como cuando las séptima trompeta sonó se anunció que Cristo reinará por siempre (11:15), los santos que lo sirven reinarán con Él por siempre (1 Tes. 4:17). Los que permanecen fieles reinarán con Él (2 Tim. 2:12). Compare la recompensa de los que vencieron en Laodicea: se sentarán con Jesús en Su trono (3:21). Porque Él reina por siempre, también lo harán los santos. Ver Jn. 14:19, "porque yo vivo, vosotros también viviréis". Ver también Dn. 7:18.

v. 6 - Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto - El ángel resalta el hecho de que estas palabras asombrosas son fieles y verdaderas, como lo hizo Dios en 21:5. Esto repite 1:1 donde Dios ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos "las cosas que deben suceder pronto". Esto es nuevamente una de las claves de Apocalipsis. "Pronto" significa el sentido bíblico de "Vengo pronto". Un verdadero profeta profetiza de acuerdo con el Espíritu Santo más que los su propio espíritu le está diciendo (2 Pedro 1:21). Este cuadro del cielo es verdadero, es confiable, vale la pena morir por él. Este es el cuadro del cielo, "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Cor. 2:9). Es el lugar preparado para nosotros por Jesús (Jn. 14:2-3).

39. Vengo pronto (22:7)

(Ap. 22:7) ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. {8} Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. {9} Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. {10} Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. {11} El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. {12} He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. {13} Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. {14} Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. {15} Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. {16} Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. {17} Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

v. 7 - ¡He aquí, vengo pronto! - Jesús viene pronto. Amén. Esto se repite dos veces más. Así como Apocalipsis comenzó con una referencia a la Segunda Venida, termina con tres referencias más. En la primera referencia, 1:7, hay un lamento por la gente del mundo, pero en los versículos finales hay una esperanza bendita del cielo para la iglesia.

v. 7 - Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro - La sexta de las siete bendiciones asociadas con este libro. Esta es similar a la primera bendición en 1:3 en que el lector es alentado para guardar en su corazón lo que está escrito en él. El libro es básicamente pastoral, para alentar a la iglesia a través de su dura experiencia. Por lo tanto, es un trabajo práctico más que teórico acerca del futuro. Los que guardan las palabras de la profecía en este libro heredarán lo que se acaba de describir. Compare con las bendiciones de las bienaventuranzas.

v. 8 - Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas - Juan usa la frase "Yo Juan" también al principio del libro (1:9). Juan, una vez más, enfatiza el hecho que oyó y vio estas cosas; no las inventó. La primera vez que Juan cae al pie del ángel para adorarlo fue después de la escena de la gran multitud cantando Aleluya a Dios y bendiciendo a los invitados a la cena de las bodas del Cordero, y la confirmación del ángel de que estas eran palabras verdaderas de Dios (19:1-10). De nuevo Juan ve visiones impactantes del cielo, y de nuevo el ángel confirma que estas palabras son fieles y verdaderas. Jesús anuncia que Él viene pronto y Juan está tan sobrecogido por estas visiones que intenta adorar al ángel que le trajo estas visiones a él.

v. 9 - Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios - Esta es la segunda vez que Juan adora al ángel. La primera vez fue cuando el ángel confirmó que estas eran las verdaderas palabras de Dios (19:9). En ambas ocasiones es reprendido porque el ángel es su consiervo y a Juan se le dice que adore a Dios. La orden del ángel a Juan, como ha sido para la humanidad (14:7), es de adorar a Dios. Este es un tema del libro. La mayoría de la humanidad prefiere adorar a la bestia, y al hacerlo eligen el lago de fuego. Aquí hemos visto que Juan es considerado como un profeta por el ángel. Los profetas tienen preeminencia sobre los apóstoles en este libro, tal vez porque el libro es una profecía (1:3, 22:7, 10, 18-19). Los siervos de Dios son los que guardan las palabras de este libro y heredan sus bendiciones.

v. 10 - Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca - Las palabras de esta profecía no están selladas porque las cosas profetizadas ocurrirán pronto. Esto se enfatiza también en 1:1 y 22:6. Compare con Daniel, a quien se le dice que selle las palabras del rollo porque el tiempo está lejano (Dn. 12:4). La intención es que conozcamos y entendamos el mensaje de Apocalipsis, aun cuando haya partes que son oscuras.

v. 11 - El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía - El tiempo para el arrepentimiento ha pasado. La humanidad ha tomado una decisión sobre la tierra, sea para bien o para mal, y está grabada en piedra por la eternidad. Ver también Dn. 12:10, Ez. 3:27.

v. 12 - He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra - Una vez más Jesús mismo enfatiza su Segunda Venida, trayendo recompensas con Él (Is. 40:10, 62:11-12). Las recompensas son para los que vencieron en las cartas a las siete iglesias. Ver también Mt. 5:12 que trata con las recompensas para aquellos que son perseguidos, y Mt. 16:27 donde se recompensa a cada persona de acuerdo con lo que ha hecho cuando Él venga. Esto enfatiza nuevamente la responsabilidad personal. Ver también Sal. 62:11, Prov. 19:17, 24:12, Rom. 2:6, Ap. 20:13. El libro no es sólo una profecía; es una carta que enfatiza la vida piadosa, la fidelidad y la paciencia, junto con las recompensas para los que viven de esta forma. Su recompensa ha sido descrita recién, en las secciones anteriores.

v. 13 - Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último - "El Alfa y la Omega" es una repetición de 1:8, 21:6, donde es usado claramente para Dios. "El principio y el fin" es usado para Jesucristo en 1:17 y 2:8 y para Dios en Is. 44:6, 48:12. "El primero y el último" es usado para Dios en 21:6. Sólo en este versículo está enfatizado tres veces. En las versiones anteriores es enfatizado una y dos veces, respectivamente. Alfa y Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego, lo que significa el principio y el fin de la historia (y todo lo que hay en el medio). Él es el Principio porque no hay principio antes de Él, ya que Él existe por la eternidad. Él aplica esto a sí mismo; es un atributo divino. Este versículo es una de las pruebas más fuertes de la deidad de Cristo en la Biblia. Es significativo que viene sólo 9 versículos antes del fin de la Biblia. Compare con Melquisedec (Heb. 7:1) que es "sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre" (Heb. 7:3).

v. 14 - Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad - Esta es la última de las siete bendiciones en el libro y nos recuerda Ap. 7:14 donde lavan sus ropas en la sangre del Cordero, es decir reciben perdón por sus pecados por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. Tener derecho al árbol de la vida es tener vida eterna. Ello sólo pueden entrar a la ciudad por la puerta para recibir el árbol de la vida. La puerta es Jesús (Jn. 10:7-11) que es la perla de gran precio (Mt. 13:45). La ciudad es la Nueva Jerusalén, en el cielo. La única respuesta al pecado del hombre es encontrar perdón por la sangre que es mediante la muerte sacrificial de Cristo en la cruz. Cada persona que quiere entrar a la ciudad debe hacerlo por la puerta (Jesús) y para tener vida eterna debe lavar primeramente sus ropas en la sangre del Cordero (7:14).

v. 15 - Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira - Nada impuro se permite que entre en la ciudad (1 Cor. 6:9-10, Gal. 5:19-21, Col. 3:5-6, Is. 35:8, 52:1), porque es una ciudad santa, la ciudad de Dios, sino sólo los que están escritos en el libro de la vida del Cordero (ver Ap. 20:15, 21:8, 27). La frase "que ama y hace mentira" tipifica la marca de la bestia, es decir sobre la frente (ama mentira) y sobre la mano (hace mentira). La tabla más abajo compara las distintas listas en Apocalipsis.

Ap. 9:20

Ap. 21:8

Ap. 22:15

Idolatría

Idólatras

Idólatras

Asesinato

Asesinos

Asesinos

Artes mágicas

Practican artes mágicas

Practican artes mágicas

Inmoralidad sexual

Sexualmente inmorales

Sexualmente inmorales

Robo

Cobardes

Incrédulos

Viles

Mentirosos

Mentira


v. 16 - Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias - Este testimonio vino de Jesús por medio de su ángel y es para las iglesias, es decir las iglesias de Jesucristo, la comunidad de los santos (cf. 1:1, 10:1).

v. 16 - Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana - Él es el comienzo y el cumplimiento de la profecía. Para "raíz y linaje de David" ver Is. 11:1. La estrella de la mañana es mencionada en 2 Pedro 1:19 y es una recompensa para los que vencen en Tiatira (2:28).

v. 17 - Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente - Tanto el Espíritu y la iglesia están involucrados en la invitación del evangelio. La Iglesia habla y el Espíritu lo hace efectivo. Dos testigos son requeridos para asegurar la verdad de este libro, el Espíritu y la esposa. Este es el ofrecimiento final de salvación. La salvación de Dios es el don gratuito de Dios (Rom. 5:15-17, 6:23) y es ofrece a los que están sedientos (Is. 55:1, Jn. 7:37-38). Este es un recordatorio bienvenido del evangelio en un libro lleno de juicio. Es también adecuado para terminar el último libro de la Biblia. Deja en claro que Dios no está en contra de que la gente obtenga la vida eterna (ver 1 Tim. 2:1-6, Jn. 3:16). Jesús dice que a nadie que venga a Él lo echará fuera (Jn. 6:37).

40. Advertencia (22:18)

(Ap. 22:18) Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. {19} Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

v. 18-19 - Aquí tenemos una advertencia solemne en contra de alterar las palabras de esta profecía. Este libro es la Palabra de Dios y no debe ser alterada. En 1:1 vemos que el autor es Dios. Este es un recordatorio de Dt. 4:2 donde Moisés, mientras le daba la ley a los israelitas, les ordena que no agreguen ni quiten nada de los mandamientos. Ver también Dt. 12:32, 29:20, Prov. 30:6, Jer. 26:2.

41. Bendición final (22:20)
(Ap. 22:20) El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. {21} La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

v. 20 - El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús - Jesús mismo testifica acerca de la verdad de esta profecía. De nuevo, sí, Jesús viene pronto. "Amén, Ven, Señor Jesús" repite Juan. Equivale al arameo maranatha (Nuestro Señor Ven) de 1 Cor. 16:22. La Segunda Venida de Jesús ha sido uno de los grandes temas de este libro y aparece en el primer capítulo (1:7) como en el último. Este es un recordatorio de que el tiempo está cerca y que debemos estar preparados. Ver la bendición del que guarda las palabras de esta profecía en 22:7.

v. 21 - La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén - Esta es la bendición final para el pueblo de Dios. Complementa el saludo de 1:4 en donde la gracia y la paz vienen del Señor y del Espíritu a las siete iglesias. Una vez más, un recordatorio de que la salvación es por gracia y gracia sola. Amén.

Agua de vida (cristianismo)
En el cristianismo, el término Agua de Vida/Agua de la Vida (en griego antiguo: ὕδωρ ζωῆς, hydōr zōēs) se utiliza en el contexto de agua viva; las referencias específicas aparecen en el libro de Apocalipsis (Apocalipsis 21:6 y 22:1), así como en el Evangelio de Juan. En estas referencias, el término «Agua de Vida» se refiere al Espíritu Santo.

Los pasajes que componen Juan 4:10-26 en ocasiones son denominados como el Discurso del Agua de la Vida. Estas referencias en el Evangelio de Juan también se interpretan como el Agua de Vida.

El término se utiliza asimismo cuando se vierte el agua durante las oraciones bautismales, orando por el Espíritu Santo, por ejemplo: «Dale el poder para convertirse en el agua de la vida».

El libro del Apocalipsis
La referencia al Agua de Vida en Apocalipsis 21:6 aparece en el contexto de la Nueva Jerusalén y afirma:

Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

En Apocalipsis 22:1, Juan escribe:

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

La referencia de Apocalipsis es interpretada como el Espíritu Santo. El Catecismo de la Iglesia Católica, 1137, lo considera «uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo».

El tema común de la sed del Agua de Vida en el Libro del Apocalipsis y el Evangelio de Juan se puede resumir de la siguiente manera:

Apocalipsis 21:6Juan 7:37Juan 4:14
... Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida... Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba... el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

El uso del término Agua de Vida en Apocalipsis 20 es parte del «tema de la vida» en el libro de Apocalipsis. Otros casos son el Libro de la Vida en Apocalipsis 21:27 y el Árbol de la Vida en Apocalipsis 22:2, 22:14 y 22:19.​ John R. W. Stott relaciona este tema a la vida eterna con Juan 17:3: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado».

En el Evangelio de Juan
En el Evangelio de Juan algunas referencias al agua, como en Juan 4:15, se identifican tradicionalmente como el Agua de la Vida siendo el Espíritu Santo.

Los pasajes que componen Juan 4:10-26, y se relacionan con la mujer samaritana, en ocasiones son denominados como el Discurso del Agua de Vida. Estas referencias en el Evangelio de Juan también se interpretan como el Agua de Vida.​ El Discurso del Agua de Vida es el segundo de los siete discursos en el Evangelio de Juan, que forman pares con los siete signos en ese evangelio.

Otro discurso, llamado el Discurso del Pan de Vida, aparece en Juan 6:22-59. Por su parte, cada uno de los discursos sobre el Agua de la Vida y el Pan de Vida son ejemplos clave de «discursos temáticos individuales» en el Evangelio de Juan. Sin embargo, estos dos discursos en el Evangelio de Juan se complementan entre sí para formar el tema «Cristo como la Vida».

Según W. E. Vine, el tema «Cristo como la Vida» se refiere a Juan 5:26, donde Jesús dice: «Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo», lo que refleja la afirmación de que Jesús tiene el poder de dar la vida, basada en su relación con el Padre Eterno.


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