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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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domingo, 21 de junio de 2009

Las Herejías IV: Sectas III

La Trinidad por José de Ribera y Cucó (1635)

Siglo III (200-300)

Patripasianismo
El patripasianismo (del latín pater, patris, padre, y passus, padecer) fue una doctrina cristiana monarquianista de los siglos II y III que negaba el dogma de la Trinidad al considerar la misma como tres manifestaciones de un ser divino único, sosteniendo que fue el mismísimo Dios Padre quien había venido a la Tierra y había sufrido en la cruz bajo la apariencia del Hijo.

Esta doctrina, considerada herética tras ser condenada en 261 por el Concilio de Alejandría, es también conocida como sabelianismo al ser su principal defensor el obispo Sabelio.

Modalismo o Sabelianismo
Modalismo es un término "acuñado en el Siglo XIX" (por opositores trinitarios), siguiendo tal vez la filosofía de Baruch Spinoza, para describir una posición, según sus seguidores, estrictamente monoteísta, y presente no sólo en los cristianos de los primeros siglos sino en toda la historia de la Iglesia Cristiana, donde Dios es definido como un Espíritu Único e Indivisible, que se manifiesta al hombre de diversos modos (Hebreos 1:2; 1 Timoteo 3:16; 2 Corintios 5:19; Juan 14:8-9), y que fue manifestado en carne como Jesucristo con el propósito de redimir al hombre (1 Timoteo 3:15-16).

Antes de la invención del término modalismo, dicha doctrina había sido conocida con términos como Monarquianismo, o la creencia en un solo Rey o Monarca que es Dios; sabelianismo o herejía sabeliana, contra la que luchó en el siglo IV, Basilio Magno.

Debate
Una de las mayores dificultades para estudiar el avance del modalismo en la edad postapostólica, radica en el hecho de que el sistema católico romano aceptó en el Concilio de Niceaen el 325 d. C. el dogma de la Trinidad, como su dogma de fe con relación a Dios y el mismo dogma es hoy también fundamental para las iglesias ortodoxas y las iglesias protestantes. Según sus seguidores actuales, las ideas modalistas debieron de alcanzar una difusión notable entre los cristianos de los siglos II y III, ya que Tertuliano (un trinitario temprano) escribió una de sus principales obras teológicas, Contra Praxeas, específicamente para refutar esta doctrina. Fue en este documento donde Tertuliano utilizó por vez primera el vocablo latino trinitas que significa Trinidad. Es necesario reconocer sin embargo que ya antes Teófilo de Antioquía había utilizado la palabra griega Τριας (trinitas) para expresar la unión de las tres Divinas Personas.

Contra Praxeas
En la obra "Contra Práxeas"Tertuliano comenta que "los simples", y agrega que siempre constituyen la mayoría de los creyentes, se sorprenden de lo que denomina la "dispensación". (Un Dios en Tres Personas), lo que ha sido interpretado por muchos partidarios del modalismo como un reconocimiento de que la suya era la creencia dominante de finales del siglo II y principios del siglo III.

Práxeas sostenía que Jesús es el Dios único que fue manifestado en carne a fin de traer salvación a la humanidad y afirmaba que el único Dios es el Padre. "El Hijo -y por lo mismo el Espíritu Santo- no son más que nombres, formas de hablar con las que nos referimos a un único ser" («vox et sonus oris»: Adv. Praxeam, 7).

El Concilio de Nicea rechazó la oposición al dogma de la Trinidad y fundamentalmente enfrentó una concepción de contenido totalmente diferente al modalismo, la de Arrio, quien sostenía que Jesucristo, Hijo de Dios, no era el mismo Dios Padre, sino que el único Dios verdadero lo adoptó como Hijo, en previsión de sus méritos. (Atanasio, Oratio contra Arianos I,5-6). Para Arrio, el Padre es la única persona del Dios Creador de todo y según él, esa era la creencia original de los primeros cristianos.(Arrio, Thalia). 

Monarquianismo Modalista y Monarquianismo Dinámico
La palabra monarca viene de dos palabras griegas; mono que significa solo, y arca que significa mando, gobierno. Monarca, pues, quiere decir el que ejerce el mando por sí solo, aquel en quien está concentrado el Monopolio del poder, esto es, significa el rey absoluto. Así, el Monarquianismo fue un término que se utilizó en contra de la idea trinitaria de un Dios compuesto por tres personas.

Los historiadores han usado el término Monarquianismo, para describir dos creencias completamente diferentes y sin ninguna relación doctrinal entre sí:

El monarquianismo modalista (o simplemente modalismo) y,
El monarquianismo dinámico.

El modalismo, también fue conocido como monarquianismo modalista. La palabra monarca, enfatizaba que el Rey del universo es uno solo, y modalismo que Dios se ha manifestado al hombre de diversos modos. El monarquianismo modalista identificaba a Jesucristo como Dios mismo (el Padre) manifestado en carne.

De otro lado, el monarquianismo dinámico o Adopcionismo, declaraba que Jesús era un ser inferior y subordinado a Dios. Mantenía que Jesús era un ser humano que llegó a ser el Hijo de Dios a causa de la sabiduría divina o el Logos que habitaba en El.

Antiguos Exponentes del Modalismo: Desde la Edad Postapostólica hasta el Concilio de Nicea

Los líderes modalistas prominentes fueron Noeto de Esmirna, Práxeas y Sabelio. Noeto fue profesor de Práxeas en Asia Menor, Práxeas predicó en Roma cerca del año 190 d. C. y Sabelio predicó en Roma cerca del año 215.

Noeto de Esmirna
Por los años 180-200 d. C., Noeto de Esmirna expuso que Cristo, si es Dios, es Padre también, porque de lo contrario no sería Dios, ya que no hay más Dios que el Padre. Para defender su tesis, recurría sobre todo a los textos de la Escritura sobre la Unicidad Divina y la unión del Hijo con el Padre. De Noeto se tienen noticias indirectas por la obra de Hipólito de Roma, Philosophumena o “Refutación de todas las herejías”.

Praxeas
Contemporáneo de Noeto, fue Práxeas, quien predicó por Roma y CartagoPráxeas afirmaba que el único Dios es el Padre. "El Hijo -y por lo mismo el Espíritu Santo- no son más que nombres, formas de hablar con las que nos referimos a un único ser" («vox et sonus orís»: Adv. Praxeam, 7). Esto según Tertuliano, quien escribió un tratado en contra de Práxeas, de quien conseguimos mucha información acerca de los modalistas

Sabelio
Sabelio, originario de la Pentápolis de Libia, predicó en Roma entre los años (199-217) y allí ganó numerosos seguidores. Debido a que Sabelio fue el modalista más prominente, los historiadores a menudo llaman a la doctrina: el Sabelianismo.

Esta doctrina de Sabelio, heresiarca africano del siglo III, fundada en la creencia de un solo Dios que se revela bajo tres nombres diferentes, y negando, por tanto, la distinción de las tres Personas y el misterio de la Santísima Trinidad.

Sabelio concebía que toda la plenitud de la Deidad moraba en Cristo, y mantenía que los términos Padre e Hijo, eran solamente designaciones diferentes del único Dios, quién por causa de ser el origen de todo es conocido como el Padre, pero referente a su apariencia en medio de la humanidad es conocido como el Hijo. Esta explicación condujo a una conclusión por parte de los trinitarios de que si el Padre y el Hijo estaban totalmente identificados, entonces el Padre había sufrido en la cruz igual que el Hijo. Esta teología recibió el nombre de patripasianismo. Sin embargo, es cuestionable que Sabelio hubiera promulgado que Jesús murió como Padre (en su Divinidad), sino que él enseñaba que la muerte de Cristo se dio en su condición de Hijo (o de varón perfecto).

Hipólito, quien compartía las ideas de Tertuliano, en su obra Philosopheumena, acusó de sabelianismo Ceferino (quien fue obispo de Roma en el periodo 199-217 d. C.) y, junto con Tertuliano, también a su sucesor Calixto (217-222). Éste, a su vez, acusó a Tertuliano y a Hipólito como propagadores de falsas doctrinas.

El historiador Adolf von Harnack, a propósito del conflicto desatado entre Hipólito y los obispos Ceferino y Calixto, afirmó que la Unicidad de Dios era la posición mayoritaria de aquella época, siendo la fe común de la gente sencilla, y que esta fue modificada posteriormente por la influencia de la especulación que desarrollaron los apologistas griegos, quienes enseñaron que el logos (el Verbo o la Palabra) era alguien distinto al Padre, lo que conllevó a la formulación de los dogmas trinitarios en los siglos IV y V.

Comodiano
Otro líder cristiano llamado Comodiano, enseñó en Roma poco antes de la persecución de Diocleciano (245-313 d. C.), y escribió poemas impregnados de la enseñanza de la unidad de Dios.

Desde el Concilio de Nicea hasta el comienzo de la Edad Media
En el año 336, fue convocado un sínodo en Constantinopla, donde Marcelo de Ancira fue desterrado por la iglesia romana, acusado de sabelianismo. El libro que le hizo famoso fue su tratado contra el arriano Asterio, que fue la más importante de sus obras. Por desgracia, no sabemos ni siquiera su título. En un concilio celebrado en Sárdica en el año 343, se aseguró que Marcelo creyó que el Verbo (o Logos) era el eterno plan de Dios para con el hombre, por consiguiente, la Palabra solo empezó a ser Hijo a partir de la encarnación (ya que el Hijo es la Palabra hecha carne). De esta manera, Marcelo contradecía la posición del evangelista San Juan y de la Iglesia católica, de que el Verbo (La Palabra) era una persona eterna que estuvo con Dios desde la eternidad. Marcelo también escribió otras obras en contra de los arrianos, pero ninguna de éstas se ha conservado. Marcelo también escribió otras obras en contra de los arrianos, pero ninguna de estas se han conservado.

Fotino de Sirmio, fue un discípulo de Marcelo de AnciraFotino consideró al Logos como la facultad de Dios para auto revelarse o darse a conocer al hombre. Recalcó que no había ningún “Hijo trinitario” o “Hijo Eterno”, ya que el Hijo no existió antes de ser engendrado en la virgen María, porque en la Biblia se entiende por Hijo de Dios, a la manifestación de Dios en carne como Cristo, el hombre perfecto. Contra él escribió Audiencio, un obispo español católico romano, que en el libro titulado De fide adversus omnes haereticos, se dirigió a sus seguidores como fotinianos (también conocidos como bonosiacos). En el concilio de Sirmio, realizado en el 351 d. C. se lanzaron anatemas contra Fotino y sus seguidores. En el año 385, el hispano Prisciliano (aprox. 340-385), fue torturado y decapitado junto con algunos de sus seguidores. La acusación contra Prisciliano era que este no aceptaba el dogma de un dios compuesto por personas divinas y se alineaba con posiciones sabelianistas.

Edad Media
Algunos escritores modernos de orientación pentecostal hallan evidencia de que la doctrina modalista existía entre los priscilianistas (c. 350-c. 700), los euquites (c. 350-c. 900)los bogomilos (c. 900-c. 1400) y los cátaros (c. 1000-1500). Algunos teólogos medievales tuvieron que enfrentarse a acusaciones de modalismo por parte de las autoridades eclesiásticas de la época. Así, por ejemplo, Pedro Abelardo (1079-1142), quien fundó y dirigió la Universidad de París, fue acusado de sabelianismo tras la publicación de su obra Theologia Summi Boni. Condenado en un sínodo provincial celebrado en Soissons en 1121, tuvo que quemar públicamente su libro y retirarse a un convento.

Reforma Protestante
Algunos grupos de anabautistas, que creían en la necesidad del bautismo en el nombre de Jesús dentro del plan de salvación, sostenían ideas modalistas. Miguel Servet (1511-1553) defendió ideas de tipo modalista, como que Jesús era Dios sin que pudiera establecerse ninguna distinción entre personas divinas, sino que Dios se manifestaba como Padre, Hijo o Espíritu según la ocasión. Sin embargo, también afirmó que el Hijo de Dios no había existido como tal antes de la concepción de María, sino sólo como Logos o palabra de Dios.

Unicidad de Dios
Algunas iglesias pentecostales, particularmente las conocidas como Pentecostales del Nombre de Jesucristo, profesan actualmente la teología de la Unicidad de Dios, que fue conocida desde el siglo XIX como modalismo. Los Pentecostales del Nombre de Jesucristo defienden la teología modalista, aunque prefieren utilizar el término Unicidad de Dios.

Basilio el Grande
San Basilio de Cesarea (ca. 330 -1 de enero, 379), llamado Basilio el Magno (en griego: Μέγας Βασίλειος), fue obispo de Cesarea y preeminente clérigo del siglo IV. Es santo de la Iglesia Ortodoxa y uno de los cuatro principales Padres de la Iglesia Griega, junto con Atanasio, Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo. Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) son denominados Padres Capadocios. Es también santo y doctor de la Iglesia Católica y figura en el Calendario de Santos Luterano.

Basilio es el nombre que en la tradición griega lleva Papá Noel. Es él quien se cree que visita a los niños el primero de enero (cuando tiene Basilio su festividad). Se corresponde con san Nicolás que aparece el día de Navidad, o con los Reyes Magos, que llegan el 6 de enero.

Biografía
Basilio nació alrededor del año 330 en Cesarea, Capadocia. Provenía de una familia acomodada y piadosa en la que hubo varios santos, entre ellos están su padre, también llamado Basilio, su madre Emelia, su abuela Macrina la Mayor, hermana Macrina la Joven y hermanos Gregorio de Nisa y Pedro de Cesarea, que llegó a ser obispo de Sebaste. Algunos historiadores de la Iglesia han sugerido que Teosebia –que también es santa para la Iglesia Ortodoxa Oriental– fue su hermana menor.

Cuando aún era un niño su familia se trasladó al Ponto, pero pronto volvieron a Capadocia, a vivir con familiares de su madre, y según parece estuvieron al cuidado de su abuela Macrina. Ávido de saber, se trasladó a Constantinopla. Vivió allí y en Atenas unos cuatro o cinco años. En este último lugar tuvo como compañero de estudios a Gregorio Nacianceno, y entabló amistad con el que llegaría a ser emperador Juliano el Apóstata. Ambos estuvieron profundamente influenciados por Orígenes. Entre ambos escribieron una Antología llamada Philokalia.

Fue en Atenas donde comenzó a pensar seriamente en la religión y se decidió a buscar a los más famosos santos eremitas de Siria y Arabia para aprender de ellos el modo de alcanzar un estado de ferviente piedad y de mantener su cuerpo sometido mediante el ascetismo, lo que solía denominar “una vida filosófica”.

Después de esto lo encontramos al frente de un convento cerca de Arnesi en el Ponto, donde su madre Emelia, ya viuda, su hermana Macrina y otras mujeres se dedican a una piadosa vida de oración y obras de caridad. Eustacio de Sebaste ya había trabajado en Ponto a favor de una vida anacoreta, y Basilio le reverenciaba por ello, a pesar de que diferían sobre algunos aspectos dogmáticos, lo que poco a poco fue distanciándoles. Tomando partido desde el principio y en el Concilio de Constantinopla con los homoousianos, Basilio coincidió especialmente con los que superaron la aversión al homoousios oponiéndose al arrianismo, y de este modo aproximándose a Atanasio de Alejandría. Al igual que Atanasio, se opuso también a la herejía macedoniana.

Asimismo se distanció de su obispo, Dionisio de Cesarea, que únicamente había suscrito la forma de acuerdo de Nicea, y con el que se reconcilió sólo cuando éste estaba a punto de morir. Fue ordenado presbítero de la Iglesia de Cesarea en 365; su ordenación fue probablemente consecuencia de los ruegos de sus superiores eclesiásticos, que deseaban utilizar su talento contra los arrianos, ya que, en esa parte del país, eran numerosos y gozaban del favor del emperador arriano, Valente, que reinaba en esa época en Constantinopla.

Tuvo una moción interior, que lo dirigió enteramente a Dios, como él mismo explica: Un día, como si despertase de un sueño profundo, volví mis ojos a la admirable luz de la verdad del Evangelio..., y lloré por mi miserable vida.

En 370 muere Eusebio de Cesarea de Capadocia, obispo de Cesarea de Capadocia, y Basilio fue elegido para sustituirle. Fue entonces cuando se pudieron apreciar sus grandes dotes. Cesarea de Capadocia era una importante diócesis, y su obispo era, ex officio, exarca de la gran diócesis de Ponto. Apasionado y un tanto imperioso, Basilio también era generoso y accesible. Su celo por la ortodoxia no le impedía advertir las virtudes de sus adversarios; y por mor de la paz y la caridad renunciaba sin dificultad a utilizar la terminología ortodoxa cuando ello era posible sin sacrificar la verdad. Resistió con todo su poder al emperador Valente, que se esforzó en introducir el arrianismo en su diócesis, e impresionó tanto al emperador, que aunque estuvo tentado a eliminar al intratable obispo, terminó por dejarle tranquilo.

Para salvar a la Iglesia del arrianismo, Basilio inició contactos con Occidente, y mediante la ayuda de Atanasio intentó superar sus recelos hacia los homoiousianos. Las dificultades habían aumentado al plantear la cuestión de la esencia del Espíritu Santo. A pesar de que Basilio había defendido con objetividad la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo, se sumaba aquellos que, fieles a la tradición oriental, no admitían el predicado homoousios al tercero; esto se le había reprochado ya en 371 por los zelotes ortodoxos, que había entre los monjes, y Atanasio lo defendió. Mantuvo su relación con Eustacio a pesar de las diferencias dogmáticas, lo que provocó ciertos recelos. Por otra parte, Basilio fue gravemente ofendido por los defensores del homousianismo, que a él le parecían estar reviviendo la herejía sabeliana.

No vivió para ver el final de las desafortunadas controversias entre facciones y el éxito absoluto de sus esfuerzos para mediar entre Roma y Oriente. Sufrió una enfermedad del hígado que le produjo una muerte prematura. Un perdurable monumento a su dedicación episcopal hacia los pobres fue el gran instituto ante las puertas de Cesarea que fue utilizado como casa para los pobres, hospital y hospicio (lo llamó «Basiliades» y se podría decir que fue el germen de los modernos hospitales para enfermos).

Escritos
Los principales escritos teológicos de Basilio son su De Spiritu Sancto, una lúcida y edificante reflexión sobre la Escritura y la tradición cristiana primitiva (para probar la divinidad del Espíritu Santo) y su Refutación de la apología del impío Eunomio, escrito en 363 ó 364, tres libros contra Eunomio de Cícico, el máximo exponente del arrianismo anomeo. Los tres primeros libros de la Refutación son obra suya, los libros cuarto y quinto, que suelen también incluirse, no se deben a Basilio ni a Apolinar de Laodicea, sino quizás a Dídimo de Alejandría.

Fue célebre predicador; se han conservado muchas de sus homilías, incluida una serie de sermones cuaresmales sobre el Hexameron (los seis días de la Creación). Algunos, como el dedicado contra la usura y el referido al hambre, de 368, resultan de valor para la historia de la moral; otros muestran los honores que hay que rendir a mártires y reliquias. Sus incitaciones para que los jóvenes estudiaran literatura clásica, muestran que su propia educación tuvo una perdurable influencia sobre él, y que le enseñó a apreciar la importancia propedéutica de los clásicos.

Su inclinación hacia el ascetismo puede verse en las Moralia y Regulae, manuales de ética para utilizar en el mundo y en el claustro, respectivamente. De las reglas monásticas atribuidas a Basilio, la más breve de todas es la que más probablemente es obra suya.

Es en los manuales de ética y en los sermones morales donde se ilustran los aspectos prácticos de su teología teorética. Así, por ejemplo, es en su Sermón a los lazicanos donde encontramos que es nuestra naturaleza común la que nos obliga a tratar las necesidades de nuestros vecinos (v.gr.: hambre, sed) como si fueran nuestras, a pesar de que se trate de un individuo diferenciado. Posteriormente los teólogos explican explícitamente que esto es un ejemplo de cómo los santos se convierten en imagen de la naturaleza común de las personas de la Trinidad.

Sus trescientas cartas muestran un carácter rico y observador, que a pesar de los problemas derivados de su endeble salud y de sus vicisitudes eclesiásticas, permaneció optimista, tierno e incluso juguetón. Sus principales esfuerzos como reformador se dirigieron al mejoramiento de la liturgia y a la reforma de las órdenes monásticas orientales.

La mayor parte de las liturgias que llevan el nombre de Basilio, en la forma presente, no son obra suya; sin embargo, mantienen reminiscencias de su actividad en este campo, al establecer fórmulas para las oraciones de la liturgia y al promover el canto en la misa. Hay una liturgia que puede serle atribuida, se trata de La divina liturgia de Basilio el Grande, una liturgia que es algo más larga que la más celebrada Divina liturgia de Juan Crisóstomo; todavía es utilizada en determinadas festividades en las Iglesias Católicas Bizantinas y en la Iglesia Ortodoxa Bizantina, tales como los domingos de cuaresma.

Todas sus obras, así como unas pocas falsamente atribuidas, están disponibles en Patrologia Graeca, que incluye traducciones latinas de calidad variable. De muy pocas hay una edición crítica.

Maniqueísmo
Maniqueísmo es el nombre que recibe la religión universalista fundada por el sabio persa Mani (o Manes) (c. 215-276), quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad. El maniqueísmo se concibe desde sus orígenes como la fe definitiva, por cuanto pretende completar e invalidar a todas las demás. Al rivalizar en este sentido con otras religiones, como el zoroastrismo, el budismo, el cristianismo y el islam, de sus contactos con ellas se derivaron numerosos fenómenos de fusión doctrinal. La definición teológica del maniqueísmo ha dividido a la crítica. Mientras que, para algunos eruditos, el fenómeno maniqueo no es reductible a una concepción dualista de la divinidad y el cosmos, ni es definible como gnosticismo, para otros muchos estudiosos es esencialmente gnóstico y dualista.

Se divulgó desde la Antigüedad tardía por el Imperio romano e Imperio Sasánida, y en la Edad Media, por el mundo islámico, Asia Central y China, donde perduraría, al menos, hasta el siglo XVII. Por ello, sus escritos litúrgicos sagrados y fuentes propias se encuentran registrados en múltiples lenguas, entre ellas, latín, griego, copto, persa medio, chino, parto, sogdiano, etcétera. Por lo demás, existen fuentes no maniqueas que informan sobre las creencias y costumbres de esta religión desde San Agustín a al-Biruni. En la Edad Media, catarismo y bogomilismo fueron consideradas herejías de raigambre maniquea, y en la actualidad algunas sectas y nuevas religiones se declaran maniqueas o neomaniqueas, aunque sin relación directa o histórica con el maniqueísmo.

Historia
Comenzando en el siglo III en Babilonia, en el Imperio Sasánida, se extendió a través del Oriente hasta China por la cuenca del río Tarim, y en muchas partes del Imperio romano. Fue una religión universalista, que aprovechó la Ruta de la Seda para su expansión, pero que se vio pronto perseguida en el área islámica y el Occidente cristiano, perdurando sobre todo en el Extremo Oriente. Según todas las evidencias disponibles, el maniqueísmo sobrevivió, fundamentalmente, en China, hasta inicios del siglo XVII, durante la dinastía Ming (1368-1644), y algunas de sus ideas y principios, incluso, hasta más adelante, a principios del siglo XX. En 2005 un equipo de estudiosos ha postulado la posibilidad de que un culto maniqueo haya podido sobrevivir hasta el presente.

La vida de la comunidad maniquea
La comunidad maniquea se dividía en dos grupos:

-Los elegidos, en latín electi, pasaban su tiempo en oración, practicaban el celibato y eran vegetarianos. Tras su muerte, según la teología maniquea, los elegidos alcanzaban el Reino de la Luz.
-Los oyentes, en latín auditores, debían servir a los elegidos, podían contraer matrimonio (aunque les estaba desaconsejado tener hijos) y practicaban ayuno todas las semanas. A su muerte, esperaban reencarnarse en elegidos.

Para que el Reino de la Luz triunfara sobre las tinieblas, todos los elegidos y oyentes debían alcanzar el Reino de la Luz. En realidad, no era un triunfo lo que buscaban los maniqueos, sino un retorno al estado original, la separación del Bien y del Mal. Pues el mal es indestructible, la única forma de alcanzar el Reino de la Luz es huir de las Tinieblas.

La fiesta del Bema
La fiesta religiosa fundamental de los maniqueos era el Bema, que se celebraba anualmente:

El Bema fue originalmente, en la Iglesia Cristiana Siríaca, un asiento situado en mitad de la nave desde el cual el obispo presidía y se leía el Evangelio. En los templos maniqueos, el Bema era un trono de cinco peldaños, cubierto por valiosos tejidos, simbolizando las cinco escalas de la jerarquía. La cima del Bema estaba siempre vacía, ya que correspondía al asiento de Mani. Esta celebración tenía lugar durante el equinoccio de primavera, y era precedida por ayunos, simbolizando la Pasión y muerte de Mani, constituyendo un estricto paralelo de la Pascua Cristiana. Aunque se presume que a menudo, el Bema estaba vacío, hay algunas evidencias procedentes del escrito maniqueo en copto "Salmos del Bema", de que en el Bema se hallaba una copia del Arzhang, libro ilustrado según la tradición por Mani, que narraba la creación del Universo.

Doctrina
Los maniqueos, a semejanza de los gnósticos, mandeos y mazdeístas, eran dualistas: creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el Bien y el Mal, que eran asociados a la Luz (Zurván) y las Tinieblas (Ahrimán) y, por tanto, consideraban que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio. Esto se explicaba a través de un conjunto de mitos antropogónicos, de influencia gnóstica y zoroástrica. En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la Luz atrapada. Desprecian por eso la materia, incluso el cuerpo.

Los «oyentes» aspiraban a reencarnarse como «elegidos», los cuales ya no necesitarían reencarnarse más. Zoroastro, Platón, Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habrían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el Sello de los Profetas. En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad humana por los males cometidos porque cree que no son producto de la libre voluntad, sino del dominio del mal sobre nuestra vida. Por esto consideraban al pavo real (pavo cristatus) su animal sagrado, porque sus colores en el plumaje revelaban los distintos estados espirituales por los que pasaba el cuerpo para lograr purificarse y transformarse en el espíritu divino.

Antidicomarianitas
Secta oriental que floreció alrededor del año 200 hasta el 400 d.C., y se les llamó de este modo por ser "oponentes de María". Los ebionitas fueron los primeros que mantuvieron que Nuestro Señor era simplemente el hijo de San José y María. Esta doctrina acabó repugnando hasta a sus seguidores y fue después modificada para enseñar que, aunque Nuestro Señor nació de Santa María a través del Espíritu Santo, después José y María tuvieron vida marital y tuvieron otros muchos hijos. La secta negaba la fórmula "siempre-virgen María" usada en las liturgias griegas y latinas.

La primera referencia a esta secta aparece en Tertuliano y las doctrinas que enseñaban fueron expresamente mencionadas por Orígenes (Homilía in Lucam, III, 940). Ciertos arrianos, eudocios y eunomianos, fueron grandes defensores de estas ideas. La secta alcanzó su máximo desarrollo en Arabia hacia finales del siglo IV y el nombre de antidicomarianitas se lo aplicó expresamente San Epifanio, quien escribió contra ellos una interesante carta en la que narraba su historia, doctrinas y pruebas de su falsedad (San Epifanio, Contra Hæres., LXXVIII, 1033 ss.).

Bibliografía: MIGNE, P. G. (Paris, 1862); ORIGEN, XIII, 1813; IDEM, St. Epiphanius, XLII, 699-739.

Fuente: Shipman, Andrew. "Antidicomarianites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01562a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M

Continua en Las Herejías V: Sectas IV
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lunes, 8 de junio de 2009

Las Herejías III: Sectas II

El Jardin de las Delicias por el Bosco
Siglo II (100-200)

Nicolaísmo
El término Nicolaísmo viene del griego νικολαιτων y significa «los partidarios del conquistador» o «los seguidores del vencedor» (νικο = el vencedor o el conquistador, λαως = pueblo, gente, seguidores) o simplemente «los seguidores de Nicolás». Han sido propuestas las más diversas hipótesis sobre este término que aparece sin traducir en las diversas versiones contemporáneas de la Biblia, como por ejemplo, para entender la obra de los nicolaítas, es necesario en primer lugar definir el origen de la palabra:

Nicolaíta proviene del griego Nico que significa dominio o conquista sobre otros y Laos que significa pueblo, gente común, seglar o laico. De ahí podemos analizar la composición Nicolaos que viene a ser algo así como Dominio sobre el pueblo. En segundo lugar, es importante considerar el mensaje a las siete iglesia de Asia menor detallado en Apocalipsis 2 3. La obra y doctrina de los nicolaítas, consistió en jerarquizar a la iglesia, destruyendo el armazón horizontal, para levantar uno piramidal. Esa es la obra y doctrina que tanto aborrece El Señor. Así nace el clero (Nico) y el laicado (Laos). Una casta clerical con privilegios especiales, fuerte vínculo con el césar y un evidente dominio sobre el resto del pueblo (laicos).

Apocalipsis 2:6, 15
6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco ... 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.

Al leer estos pasajes del Apocalipsis, la pregunta que surge es: ¿Cuál es la obra o doctrina de los nicolaítas?

Históricamente se ha interpretado que el mensaje a las siete iglesias, denota el estado espiritual que ha vivido la iglesia a través de la historia, desde los apóstoles hasta la venida del Señor. La mención de los nicolaítas, Dios la hace en dos iglesias, Éfeso y Pérgamo. En el caso de Éfeso, es un reconocimiento al rechazo de la obra de los nicolaítas, pero en Pérgamo es una dura reprensión a acoger la doctrina de los nicolaítas. Esto nos permite inferir que en esa iglesia, se había consolidado aquella corriente de pensamiento. La carta a Éfeso representa el inicio de la iglesia desde el día de Pentecostés, mientras que la carta a Pérgamo nos muestra la decadencia espiritual de la iglesia. Éfeso significa
“Deseada”, pero Pérgamo significa “Casamiento”. La deseada iglesia de Cristo había decaído hasta llegar al punto de olvidar su compromiso con su Señor y definitivamente “contraer matrimonio” con otro. La pregunta que brota inevitablemente es ¿Con quien se casó la iglesia de Pérgamo?. Para responder esta pregunta, es imprescindible considerar lo que El Señor le dice a esta iglesia:

“Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás” (Apocalipsis 2:13).

La Biblia es sumamente clara en precisarnos que el trono de satanás no esta en el cielo ni en el infierno, sino que en el mundo. El Señor Jesucristo lo dijo con plena claridad: “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” Juan 14:30.

Considerando esto, ya podemos saber con quien se casó la iglesia de Pérgamo. Ella no considera que debe estar alejada del mundo y a salir de él. Ella mora en el mundo y mora donde esta el trono del mismo diablo. Pérgamo tipifica al compromiso que la iglesia asumió con el estado y con el mundo. Las convicciones se habían echado por tierra a fin de agradar al mundo por sobre los mandatos del Señor. Muchos ubican el período de esta iglesia aproximadamente por el año 320 d. C. en pleno gobierno de Constantino, quien por primera vez institucionaliza el concepto de césaro - papismo, osea la presencia de un líder político y religioso, que en la actualidad se conoce como papa.

Los Nicolaítas comenzaron a dividir al pueblo de Dios en dos grupos. Los Clérigos que eran personas
“apartadas”, doctas, espirituales y con privilegios, y los laicos que correspondían al resto del pueblo. Desde aquel tiempo comienza esa estructura piramidal dentro de la iglesia, aún no teniendo asidero en las santas escrituras. La sencillez de la iglesia, se vio paulatinamente reemplazada por una institución organizada con jerarquías y con moldes seculares y paganos extraídos del romanismo. En otras palabras, era el nacimiento de la iglesia de Roma. Veamos los que enseña Pedro al respecto: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros ...Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros” 1 Pedro 5:1-2.

Las palabras de Pedro son exageradamente claras. Los ancianos u obispos (es exactamente lo mismo) no están sobre la grey como lo reclama el nicolaítismo, sino que “ENTRE” ellos. La función del pastor no es establecer una dictadura hegemónica e infalible, sino que servir entre los hermanos. Si aún no es suficiente este argumento, sigamos leyendo a Pedro: “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” 1 Pedro 5:3.

La palabra señorío ya había sido advertida por el Señor Jesucristo en Mateo 20:25-27, y es una característica propia del mundo y no de la que debiera existir entre los hermanos.

Las Edades de la Iglesia
Otra interpretación del término, sería «Conquistador del pueblo»; esto cuadra con lo indicado por William Branham, que postula en su libro: Las 7 edades de la Iglesia que esta corriente nicolaíta, surgida en los primeros años de la Iglesia (edad de Éfeso), conquistó al pueblo a través de la degradación de las personas en su vida espiritual, lo que en las edades posteriores se intensificó gradualmente. Para algunos es una designación genérica de la herejía, para otros una secta cuyas concepciones no conocemos. La Biblia de Jerusalén dice que se trató de una doctrina que anunciaba las especulaciones de los gnósticos del siglo II.

Watchman Nee creía que designaba a quienes establecieron el domino de las jerarquías sobre la iglesia y refería a un grupo de personas que se consideraban a sí mismas superiores a los creyentes comunes. Otros en cambio piensan que los nicolaítas eran opuestos a toda norma o autoridad. No se sabe a ciencia cierta cuáles eran sus prácticas religiosas. Ireneo dice que eran seguidores de Nicolás, uno de los siete diáconos, pero Clemente de Alejandría defiende a Nicolás diciendo que sus seguidores lo malinterpretaron.

Hay algunos tratados que intentan sugerir que los nicolaítas eran una secta que estaba invadiendo a las iglesias cristianas con costumbres antinomianas y que profesaban el libertinaje. No obstante, muchos tratados históricos y responsables que han abordado este tema, descartan tal aseveración.

Balaam y Jezabel
Una explicación distinta es la que ve en el nombre Nikólaos (en griego = vencedor o dominador del pueblo) la traducción griega del hebreo Bala'am (dominador del pueblo), del nombre del profeta-adivino que provocó, según algunas interpretaciones judías, la desviación moral y religiosa de Israel, que comió de los ídolos y pecó de fornicación (Números 25:1-9; 3l:16; Josue 13:22). En este sentido, Nicolaíta sería sinónimo de persona que pervierte las costumbres morales y religiosas.

El ambiente eclesial de la comunidad de Juan combate esta herejía por sus características peculiares: tendencia a la Gnosis, falta de valores morales, libre desahogo de las pasiones, desórdenes sexuales, etc. Las cartas de Apocalipsis 2:6, 14-15, 20-24, presentan la herejía como un cúmulo de horrores y definen las doctrinas nicolaítas como profundidades de Satanás (Apocalipsis 2:24). En el comentario del
Apocalipsis más antiguo que se conoce, escrito por Victorino de Pettau en el siglo II, éste habla de los nicolaítas como «hombres falsos y turbadores que ministrando bajo el nombre de Nicolás crearon para ellos una herejía diciendo que las viandas ofrecidas a los ídolos podían ser exorcizadas y luego comidas, y que cualquiera que cometiere fornicación podía recibir la paz al octavo día».

Esta descripción posiblemente sea otra especulación. Para otros, lo más conveniente sería que se tomara a los nicolaítas en conjunto con las otras doctrinas falsas denunciadas en Apocalipsis. La mejor clave para descifrar la falsa enseñanza de este secta herética, y casi la única clave que disponemos, es su correlación con dos errores más: la “doctrina de Balaam (2:14) y las “profecías de Jezabel” (2:20). Todo indica que los tres — Nicolaítas, Balaamitas, Jezabelitas — eran una y la misma herejía. Y de Balaam y Jezabel.

Juan señala el mismo error grave: enseñan al pueblo de Dios a comer viandas sacrificadas a ídolos y a cometer fornicación.

Aquí surgen algunas preguntas: ¿Qué tiene de malo comer carne sacrificada a los ídolos, si uno no cree en ellos?. Pablo lo permitía, porque los ídolos no son nada (1 Corintios 8:1-10). Entonces, ¿por que lo prohíbe Juan?. Otra pregunta: ¿de qué tipo de fornicación se trata aquí?. ¿Sería posible maestros cristianos enseñaran el “amor libre” en las iglesias y que un grupo de cristianos y cristianas lo practicaran?. También: ¿Qué tiene que ver Balaam con todo esto?.

El Antiguo Testamento habla de Balaam pero en ninguna parte menciona lo de comidas sacrificadas a ídolos ni fornicación. Pero inmediatamente después del episodio de Balaam, la Biblia cuenta que los israelitas comenzaron a fornicar con las hijas de
Moab, a asistir a sacrificios y a comer lo sacrificado. Por eso, Dios ordenó una gran masacre en Baal-peor (Numeros 25:1-3, 9). Los rabinos explican el papel de Balaam en esa tragedia. Cuando no pudo profetizar contra Israel, y temía que iba a perder el pago prometido por Balac, Balaam concibió otra estrategia para cobrar su sueldo: Después del fracaso de su misión profética, Balaam propuso a Balac
levantar tiendas con una mujer vieja afuera que invitaba a los isrealitas a entrar a comprar lino. Adentro una jovencita bonita les ofrecía vino amonita, y al quedarse borrachos les seducía sexualmente para hacerles adorar a ídolos y renegar a Dios (Véase Stam, Apocalipsis, Tomo I p. 108-109). Parece que Juan cita esa historia antigua para asociar la doctrina de los nicolaítas con uno de los personajes más repugnantes del Antiguo Testamento.

Lugar donde se menciona a los Nicolaitas
La antigua ciudad de Pérgamo (griego Πέργαμος) se hallaba situada en el noroeste de Asia Menor (actual Turquía), a 30 km de la costa del mar Egeo y frente a la isla de Lesbos, en la región llamada Misia. Bergama, la antigua Pérgamo, fue históricamente uno de los principales centros culturales. Hoy es uno de los principales parques arqueológicos de Turquía. Paseando por su acrópolis hay que acercarse a los templos de Trajano y
Dionisos, al monumental Altar de Zeus, al Santuario de Deméter o al Gimnasio. La Acrópolis está extendida sobre tres terrazas y el ágora. La ciudad se asienta sobre unas fértiles tierras, de ahí que fuese poblada desde tiempos prehistóricos. Gracias al Río Selinus, aquí se desarrollaron las soberanías lidia y persa. En el año 334 a. C., Pérgamo pasó a formar parte del imperio de Alejandro el Magno. A la muerte del gran emperador, la ciudad pasó a ser gobernada por el general Lisímaco. Poco después, Filetairos la convirtió en un reino independiente. Sus ruinas rodean a la actual ciudad de Bergama, construida sobre los cimientos de lo que fue la parte baja de
Pérgamo. La leyenda dice que la ciudad de
Pérgamo fue fundada por Pérgamos, hijo de
Neoptólemo y Andrómaca, todos ellos personajes de la Guerra de Troya.

Absorbidos por los Gnósticos
A pesar de esta fuerte polémica, la herejía sobrevivió hasta finales del siglo II, cuando fue absorbida por la primitiva herejía gnóstica, la ofita, nombre que alude al culto de la serpiente (en griego ophis).

Adamismo
El adamismo es una doctrina herética surgida en el siglo II en el norte de África y que pretendía, mediante la práctica del nudismo, retornar a la inocencia originaria del Edén descrita en el Génesis. Su doctrina defendía la absoluta desnudez y el rechazo del matrimonio al considerarlo una consecuencia del pecado original. Respecto a su moral sexual existen visiones contradictorias. Según algunos autores practicaban el amor libre y los identifican con las sectas libertinas que menciona Clemente de Alejandria, otros incluyen en su doctrina una componente ascética que incorporaría una estricta abstinencia sexual.

La primera reseña histórica sobre esta doctrina se recoge en el Panarion, obra de Epifanio de Salamis sobre las herejías de su tiempo. San Agustín también se refirió a ellos en sus escritos. El movimiento original desaparece en el siglo IV para volver a surgir en el siglo XIII en Austria, Bohemia y Flandes, donde se mantuvo hasta que, a finales del siglo XV, las persecuciones lo hicieron desaparecer. Por otro lado, el adamismo tuvo eco dentro de algunas sectas religiosas disidentes durante la época de la Commonwealth de Inglaterra en el siglo XVII.

En el siglo XX, movimientos religiosos que defendían el nudismo aparecieron en los Estados Unidos, entre los que destacan el surgido en 1925 dirigido por Anna Rhodes o la creación, en 1985, de la Iglesia Nudista Cristiana del Santo Doncel Jesús. Algunos autores piensan que la podría ser una representación de la mitología adamita, ya que la secta de los Hermanos del Libre Espíritu, que seguían sus principios, estaba en la población de Bolduque, donde residía el pintor. El fondo de su ideología era que «el hombre debe ser tan feliz aquí en la tierra como lo será un día en el cielo» (Tommaso Campanella, La Ciudad del Sol, 1568).

Monarquianismo
El monarquianismo o monarquismo constituye un grupo de corrientes doctrinales, totalmente opuestas entre sí, que tenían como única característica relacionada la creencia de que Dios era un sólo Rey (monarca) y que no era una pluralidad de personas. Por ser contrarias a la posición trinitaria, fueron consideradas heréticas por el Cristianismo Histórico.

Entre los monarquianistas tenemos:

El Modalismo, que se oponía férreamente al dogma de la trinidad. De acuerdo con la concepción trinitaria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son cada una de las tres personas de la trinidad. En cambio, los modalistas explicaban que, de acuerdo con la Biblia, estos términos nunca pretendían hacer distinciones de tres personas eternas dentro de la naturaleza de Dios, sino que simplemente se referían a modos o manifestaciones de Dios. En otras palabras, Dios es un ser individual y único y los diversos términos usados para describirle (tales como Padre, Hijo y Espíritu Santo) son designaciones aplicadas a sus diferentes formas de actuar o a las diferentes relaciones que Él tiene para con el hombre.

El Adopcionismo, que afirmaba que Jesús era un ser humano que en su bautismo había sido "adoptado" por el Padre y que sólo recibió el espíritu divino una vez que hubo ascendido a los cielos.

Adopcionismo
El adopcionismo es la doctrina según la cual Jesús era un ser humano, elevado a categoría divina por designio de Dios por su adopción, o bien al ser concebido, o en algún momento a lo largo de su vida, o tras su muerte.

Precedentes del adopcionismo cristiano
Había al menos dos concepciones más o menos similares (no necesariamente excluyentes la una de la otra) de las cuales puede emanar esta idea:

-En el pensamiento judío, el mesías es un ser humano elegido por Dios para llevar a cabo su obra espectacular: tomar a los hebreos (un pueblo hasta entonces frecuentemente sometido por otros más poderosos), rescatarlos de la opresión y llevar el Reino de los Cielos a la tierra trayendo paz y prosperidad. En este sentido, el mesías no es el Hijo de Dios tal como lo considera el cristianismo.

-En la tradición griega existían héroes elevados a la condición divina después de extraordinarias proezas o hazañas, por medio de la apoteosis. El más importante ejemplo de esto es Heracles, que después de haber sido quemado en una pira es tomado por su padre Zeus para gobernar a su lado. Debido al predominio del Imperio romano, cuya orientación cultural era predominantemente griega, en la época de los primeros cristianos es altamente probable que este ejemplo estuviera a su alcance, a la manera de una historia popular. Al mismo tiempo, el adopcionismo era psicológicamente interesante para los primeros cristianos, y era fácil identificarse con un héroe como Jesús, un ser humano como cualquiera que es elegido ("adoptado") por Dios y que en consecuencia daba esperanzas de salvación a los propios cristianos, tan humildes ante Dios como su héroe máximo.

Primeros adopcionistas
Uno de los adopcionistas más famosos fue Teódoto el Curtidor, habitante de Bizancio que llevó la prédica de esta doctrina a Roma en el año 190. Andando el tiempo, a medida que el cristianismo prendió en las capas superiores del Imperio romano, fue imponiéndose como doctrina el encarnacionismo, según la cual Jesús desde siempre había sido Hijo de Dios (concretamente la Segunda Persona de Dios). El adopcionismo fue progresivamente arrinconado, a pesar de que teológicamente el encarnacionismo plantea una serie de dificultades que el adopcionismo no las ofrece (la mayor de ella: reconocer la existencia de varias personas divinas, y al mismo tiempo profesar el monoteísmo). A lo largo de las llamadas disputas cristológicas, el adopcionismo sería resucitado, en una versión más refinada, por Pablo de Samosata (en el siglo III) y por su discípulo Arrio. También fue adopcionista el obispo Fotino de Sirmio, depuesto el año 351 por el Sínodo de Sirmio. El arrianismo, en efecto, se transformaría en la herejía más atosigadora que debería afrontar la joven Iglesia en sus primeros años. Finalmente, después de la formulaciones doctrinales de los Concilios de Nicea (325) y
Calcedonia (381), el adopcionismo fue finalmente abandonado.

Adopcionismo medieval
Hubo un resurgimiento a finales del siglo VIII, con Elipandoobispo de Toledo, y Félix de Urgel. El monje español Beato de Liébana, junto con el obispo Eterio de Osma y el Reino de Asturias, combatieron el adopcionismo (considerado herejía), obstinadamente defendido por Elipando. Fue condenado en el segundo concilio ecuménico de Nicea (en 787). En los años 794 799, los papas Adriano I y León III condenaron el adopcionismo como herejía en los sínodos de Fráncfort y Roma, respectivamente.

Ofitas
Ofitas, ofianos (ophianoi ὄφιανοι) y ofismoson denominaciones genéricas para varias sectas gnósticas que se desarrollaron alrededor del año 100 en Siria y Egipto. Su nombre se deriva del griego ὄφις (ophis"serpiente"). Común a estas sectas era la gran importancia que daban a la serpiente del Génesis (la del relato bíblico del pecado original de Adán y Eva), por su conexión con el árbol del conocimiento del bien y del mal, y la de éste con la gnosis ("conocimiento"). Contrariamente a la interpretación cristiana ortodoxa de la serpiente como Satanás, los ofitas veían en la serpiente una figura positiva, heroica; mientras que al Dios del Antiguo Testamento lo identificaban con una figura negativa, malvada (un demiurgo al que denominan Yaldabaoth el leontoeides -"rostro de león"-).

La imposición de la doctrina cristiana ortodoxa a partir del siglo IV implicó la destrucción de todos los textos de los ofitas; con lo que la mayor parte de la información acerca de estas sectas sólo puede ser obtenida de aquello que decían de ellas sus enemigos: Hipólito de RomaIreneo de Lyon, Orígenes y Epifanio de Salamis. Algunos textos ofitas, sin embargo, han sido recuperados en descubrimientos arqueológicos recientes, como los de Nag Hammadi (Evangelio apócrifo de Juan, Hipóstasis de los Arcontes o Sobre el origen del mundo).

Fundamentos
Según los teólogos Orígenes, Ireneo de Lyon y otros, la esencia de la doctrina ofita era que el Dios del Antiguo Testamento fue una deidad misantrópica para aquellos que creían que el poder de la humanidad tenía que ser liberado. Ya que la Biblia no identifica con precisión a la serpiente como Satanás, los ofitas se sintieron perfectamente justificados en su posición, asegurando que lo que la serpiente buscaba en realidad era entregar a Adán y Eva el conocimiento, y la prohibición de este conocimiento, era por tanto, asimilable con la figura que tanto el cristianismo como el judaísmo identifican con Dios. Así, otros enemigos del Yahveh del Antiguo Testamento se convierten en héroes para la secta.

Rituales
Los miembros progresaban a través de ceremonias de iniciación completamente formales que incluían símbolos de purificación, vida, espíritu y fuego. El sistema completo de la secta parecía tener una combinación de la doctrina cristiana con misterios orientales (particularmente los de la diosa egipcia Isis) y otros conceptos de las mitologías orientales. Como una marca de reverencia para la serpiente, ésta toma parte en la misa de comunión de la secta. Epifanio de Salamis (un padre de la iglesia del siglo IV) la llamó "la misa abominable" y la describe del modo siguiente: La serpiente fue mantenida en una cesta conocida como la cista mystica. Al inicio de la misa la serpiente es convocada. Ésta se desliza entre los panes que se encuentran en la mesa después de lo cual es partido y comido. Después de esto, cada uno de los presentes besan a la serpiente en la boca para lo cual ha sido domada por un encantamiento. Se recuestan y comienzan a adorar a la serpiente como parte del servicio eucarístico. Después, claman haber enviado un himno al Padre y entonces concluyen sus misterios.

Persecución
Los cristianos que apoyaban la ortodoxia de la iglesia veían en el gnosticismo su máximo enemigo, y les era particularmente repugnante que los ofitas tuvieran a la serpiente como un ideal de adoración; esta circunstancia hizo que los ofitas fueran perseguidos con particular violencia.

Sectas ofitas
Los naasenos, quienes veían en la serpiente al ser supremo (del hebreo na'asch -"serpiente"-).
Los setitas, para quienes Set era el patriarca de los espirituales.
Los peratas, (del griego peras -"penetrar"-).
Los cainitas, que veían en Caín su líder espiritual.
Los encratitas, secta fundada por Taciano; se distinguían por practicar una ascética rigurosa, oponerse al matrimonio y fomentar otras normas morales que desafiaban a las propugnadas por la ortodoxia.
Los bardesanes, discípulos de Valentín el Gnóstico, que llevó sus ideas a Oriente.

Encratismo
El encratismo es una herejía cristiana surgida a mitad del siglo II, aunque sus orígenes pueden remontarse a los tiempos apostólicos. Su existencia se prolongó hasta fines del siglo IV. El apelativo deriva de un término griego que significa continente, moderado. Los encratitas son los continentes por antonomasia. Profesaban el más rígido ascetismo prohibiendo el uso de la carne y del vino en las comidas y oponiéndose al matrimonio. Para justificar sus doctrinas se servían de los pasajes del Nuevo Testamento que recomiendan la templanza, aislándolos del contexto, interpretándolos unilateralmente e incluso alterándolos. Según parece, los apócrifos llamados Hechos de Pablo, de San Juan y de San Pedro, son obra de autores encratitas.

Doctrina
Su teología deriva del concepto neoplatónico y gnóstico de la materia como principio del mal, obra del demiurgo, enemigo de Dios. De esta premisa deducían lógicamente que era preciso luchar contra la materia y su autor, lo cual les llevaba a conclusiones que se resumen en el dualismo maniqueo.

Precursores
Los precursores del encratismo fueron los allobianos
del país de los Sármatas, Cerdón y sobre todo
Marción. Los allobianos habitaban en las afueras de las ciudades al aire libre. Según el testimonio de
Clemente de Alejandría se alimentaban de bellotas y frutos, bebían sólo agua, y se abstenían del matrimonio. Muchos neoconversos fueron atraídos por esta doctrina en sus comienzos. Introdujeron en la práctica un modo de vida que tendía a dar a simples consejos evangélicos el valor de preceptos rígidos, absolutamente indispensables para la salvación. Esto les llevó a condenar el uso de la carne, del vino y del matrimonio. Era la aplicación en terreno práctico de su teoría dualista: abstenerse y mortificarse para no colaborar en la obra del demiurgo. La ideología encratita se percibió como un peligro para la Iglesia y para la sociedad, especialmente por su aversión al matrimonio. Por esto, desde el primer momento, patriarcas y escritores de la Iglesia como Ireneo, Tertuliano, Hipólito Romano, Epifanio y otros, la consideraron herética. Los encratitas, según estos autores, pretendían abolir el género humano. Esto, según argumentaban, era ofensivo para Dios, autor de la unión del hombre y la mujer, que había santificado el matrimonio con su presencia en las bodas de Caná y había inspirado numerosos textos bíblicos sobre la licitud y la santidad de la unión conyugal, institución que la Biblia misma calificaba de honrosa.

Principales teóricos del encratismo
Hay que citar, por orden cronológico, en primer lugar a Julio Cassiano el maestro doceta que compuso una obra en defensa de sus principios ascéticos titulada Peri eunouchias o Peri encrateias (Sobre la continencia), que se ha perdido. Después de él, el principal doctor de los encratitas fue Taciano. Ireneo le hace responsable, junto con Saturnino y Marción, de la nueva herejía. Jerónimo lo llama príncipe de los encratitas. Si no fue su iniciador absoluto, parece, sin embargo, que Taciano es el organizador de la secta y el autor de la formal separación de los encratitas del cuerpo de la Iglesia.

Poco después de Taciano, un cierto Severo refuerza la herejía dándole un marcado carácter ebionita. Admitiendo la Ley, los Profetas y los Evangelios interpretados a su modo, rechaza las epístolas de Pablo y los Hechos de los Apóstoles. De este modo se forma una secta dentro de la misma secta. El nuevo partido toma el nombre de su organizador para distinguirse de los demás encratitas. El hecho del cisma severiano hace suponer divergencias doctrinales y luchas intestinas en el seno del encratismo. Por lo demás, los severianos no fueron los únicos en separarse. También algunos maniqueos tomaron el apelativo de continentes. Otros se hicieron llamar apotácticos o renunciadores porque pretendían haber renunciado a todos los placeres del mundo. Acuarianos o Hidropasianos se apellidaban aquellos a quienes su abstinencia absoluta de vino les llevaba a celebrar la eucaristía con agua sola. Los Sacóforos se distinguían por su atuendo exterior consistente en un saccos, especie de túnica de tela burda. Con estas divisiones internas subsistió la herejía hasta fines del siglo IV.

Oposición al Encratismo
Tan pronto se delineó el carácter herético del grupo se promovió, de parte católica, una campaña para neutralizar la herejía. Los medios adoptados fueron de tres géneros: la refutación teórica de sus principios doctrinales, llevada a cabo por los patriarcas y escritores eclesiásticos, las sanciones canónicas y los edictos imperiales. Entre los autores eclesiásticos que más eficazmente combatieron el encratismo teórico, destacan Ireneo, Tertuliano, Hipólito, Clemente de Alejandría Orígenes. De las muchas sanciones canónicas de que fueron objeto, la más famosa fue la adoptada contra ellos por las Iglesias de África al no reconocer la validez de su bautismo. De este hecho arranca la polémica entre Cipriano y el papa Esteban.

Por lo que atañe al problema de la abstinencia exagerada, el Concilio de Ancira (año 314) permite a los sacerdotes y diáconos el abstenerse de la carne en las comidas con tal que la hayan probado al principio. Los que se nieguen a hacerlo deben ser excluidos del orden clerical. Como se ve, la intención del canon es clara. La misma intención se descubre en el canon 51 de los llamados Cánones Apostólicos que se refiere a los clérigos, diáconos, sacerdotes y obispos que se abstienen del matrimonio, carne y vino no por motivos de legítimo ascetismo, sino por infamia, es decir, por desprecio de las obras de Dios. Con todo, el golpe mortal para el encratismo en todas sus formas y variedades, no provino de las disposiciones del derecho eclesiástico, sino de las del civil. Poco después del Concilio de Nicea, Constantino emanó una constitución contra los herejes. Más tarde, Teodosio el Grande en 381 y 383 condena a los que bajo diversas denominaciones profesen el error de los maniqueos. Cita nominalmente a los encratitas, apotácticos, acuarianos y sacóforos, a los que califica de «sectas inaceptables». A partir del siglo V los encratitas, a raíz de estas disposiciones, dejan de ser una amenaza a la ortodoxia católica.

Ebionismo
Ebionismo o ebionaioi (griego: Ἐβιωναῖοι; derivado del hebreo אביונים ebion, que significa "el pobre"
o "los pobres"), es un término patrístico que hace referencia a una o varias sectas judeocristianas que existieron durante el cristianismo primitivo. Veían a Jesús como el Mesías pero manteniendo una cristología "baja", es decir, afirmaban que Jesús era el Mesías pero rechazaban su preexistencia, esto es, que tuviera naturaleza divina y que su nacimiento hubiera sido virginal e insistían en la necesidad de seguir los ritos y leyes judías cumpliendo preceptos como la circuncisión, el sábado o las prohibiciones alimenticias (cashrut). Los ebionistas solo utilizaban uno de los evangelios según los hebreos, reverenciaban a Santiago y rechazaban a Pablo de Tarso como un apóstata de la ley. Su nombre sugiere que otorgaban un especial valor a la pobreza voluntaria. Las últimas comunidades ebionitas podrían haber desaparecido alrededor del siglo V.

Referencias históricas

Los Ebionitas se deben distinguir, tal y como Ireneo
de Lyon deja claro ya en el siglo II, de los Nazarenos, judíos creyentes en Jesús como Mesías, y descendientes de la primitiva iglesia judía de Jerusalén, que si creían en la Divinidad de Jesús y además celebraban el sábado como día de reposo del Señor. Ya que no hay evidencia arqueológica autentificada para comprobar la existencia de los ebionitas, su naturaleza e historia no pueden ser reconstruidas de referencias que no han perdurado. Lo poco que se conoce de ellos viene de referencias críticas por influencias de antiguos teólogos y escritores de la iglesia cristiana, quienes los consideraban "heréticos" y "judaizantes". Sin embargo, de acuerdo con los estudiosos de la actualidad quienes han estudiado su pertenencia a la historia, los ebionitas existieron como una comunidad distinta de la cristianidad temprana, antes y después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., pero fueron marginados y perseguidos por cristianos gentiles a pesar de la posibilidad de que hayan sido tan fieles a las enseñanzas de Jesús como el mismo Pablo de Tarso.

Historia
En el año 140, Justino Mártir, en su texto más antiguo que conocemos, describe una secta alejada de la iglesia que observa la Ley de Moisés, y que la sostienen como obligación universal. En el 180 d. C., Ireneo de Lyon
fue el primero en usar el término "Ebionitas"
para describir una secta herética y judeizante, que calificaba como tercamente aferrados a la ley. En el 212 d. C., Orígenes remarca que el nombre deriva de la palabra hebrea "evyon", que significa pobre. La más completa pero a la vez cuestionable relato viene de Epifanio de Salamis, quien escribió un tratado de herética en el siglo IV, denunciando 80 sectas heréticas, entre las cuales se encontraba el Ebionismo.
Estas son descripciones generales de su ideología religiosa, aunque en ocasiones hay citas de sus evangelios, que de otra manera estarían perdidos para nosotros.

Usualmente dependiendo entre si para su valoración, los Padres de la Iglesia distinguieron a los Ebionitas de los Carpocracianos, Cerintos, Elcesaiteos, Nasoraneos, Nazarenos, Nazoraneos y los
Sampsaenos, muchos de los cuales eran las primeras sectas de judíos discípulos de Jesús que sostenían su gnosticismo tradicional referentes al punto de vista cristiano que los ebionitas rechazaban. Eusebio de Cesarea, menciona sin embargo, que la minoría ebionista se acercó a hacer suyas estas ideas a pesar de continuar con el nombre de la secta.

Marcionismo
El Marcionismo fue una incipiente doctrina cristiana del siglo II. Durante esta temprana etapa de consolidación cristiana, el fundamento teológico de esta rama tuvo una notable influencia dualista. Toma su nombre de su principal creador, el teólogo y exitoso comerciante Marción (85-150 d. C.).

Marción
Nacido en Sinope, en Asia Menor (hoy Sinop,
Turquía), hijo de un obispo que fue excomulgado, Marción prosperó como comerciante y naviero. Viajó a Roma entre 135 140 d. C. buscando ser nombrado dignatario de la Iglesia, sin lograrlo. Fue declarado hereje y excomulgado en 144 d. C.. En el momento de su muerte (150) había logrado exitosamente el primer cisma del Cristianismo, cuyos efectos se prolongarían hasta el siglo III. Elaboró la primera gran herejía cristiana y redactó el primer canon del Nuevo Testamento, sistemáticamente organizado conforme a su propio dogma. A pesar de que suele atribuírsele el carácter de “gnóstico” nunca tuvo ese carácter, no obstante su cercanía, antes de elaborar su propio cuerpo doctrinal, con la herejía Docética. Este primer canon de "su nuevo testamento", ayudó a la iglesia cristiana del siglo II a motivarse rápidamente para preparar el canon auténtico de los libros del Nuevo Testamento. Hasta entonces se leía el Antiguo Testamento, porciones del Nuevo Testamento y cartas del apóstol Pablo en las congregaciones, pero no había un canon del Nuevo Testamento como tal.

Orígenes
En su época, siglo IIRoma es la ciudad más importante del mundo, centro del poder, del comercio, de la cultura, es habitada por personas que provienen de todas partes de Europa, del Norte de África y de Asia Menor, Durante la primera mitad de este siglo el Cristianismo se encuentra unido, tiene como símbolo principal al pez, todavía no han conquistado para su fe el carácter de religión oficial del Imperio y aún son una secta más, pero es la más activa: tiene adeptos en todos los estratos de la sociedad, incluso entre los patricios. El Emperador Tito Elio Adriano Antonino
prohíbe la persecución de cristianos y en la primera parte de este siglo se inicia la costumbre de enterrar en el subsuelo a los muertos en “las catacumbas”, es la época de los más grandes “gnósticos”, Valentín y
Basílides, este último vive en Alejandría. Roma
disfruta de un largo período de prosperidad y de respeto a los cultos religiosos, lo cual permite el florecimiento del cristianismo y es precisamente en ese momento cuando Marción llega a la capital del imperio romano, con el propósito de obtener una archidiócesis y para ello dispone de 200.000 sextercios, sin embargo no logra su cometido y es entonces que decide organizar su propia iglesia, cosa que logra con éxito, además de que organiza su cuerpo doctrinal y publica su versión revisada del Nuevo Testamento. Los textos que eventualmente conformarían el Nuevo Testamento, hasta antes de Marción, circulaban en fragmentos aislados como cartas, algunas apócrifas, sin que existiera un canon unificado respecto a ellas. La extraordinaria idea de publicar su propio Nuevo Testamento y separarse del cuerpo principal, obligó al cristianismo a revisar y a establecer su propio canon del Nuevo Testamento.

Doctrina
A pesar de que no existe ninguna duda de que
Marción escribió al menos dos obras muy importantes, “Los Evangelios” y “Antítesis” ambas se han perdido, sin embargo gracias a Tertuliano, su más devoto impugnador es posible reconstruir las enseñanzas de Marción. El primer aspecto relevante es que Marción distingue y separa como cosas totalmente diferentes al Dios Creador del Antiguo Testamento, Yahvé, del Dios verdadero, Padre, capaz de encarnar a un hijo hombre, Cristo conforme al Nuevo Testamento y concluye que ambas religiones son paralelas y que tienen por única conexión a la geografía.

El primer paso en la lógica de Marción, fue desterrar del cristianismo al Antiguo Testamento y de inmediato agregar que el Mesías al que se refiere el Antiguo Testamento no es Cristo, que aún no se ha cumplido esa profecía y que cuando ocurra, si llegara a ocurrir, el Mesías del Antiguo Testamento se llamará
Emmanuel y no JesúsEmmanuel, el Mesías judío estaría destinado de manera exclusiva al pueblo judío y sólo tendría prosélitos entre estos, los descendientes de David, además contra él se levantarán los pueblos y los imperios y él responderá bélicamente, insiste
Marción: este Mesías no ha llegado ni se ha cumplido esa profecía con Cristo, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. En este punto Marción dice que sólo
Pablo logró entender a Cristo, razón por la cual tuvo profundas diferencias con Pedro quien no comprendió las enseñanzas de Cristo y junto con los demás apóstoles trató de conservar el cristianismo como una secta judaica, cosa que finalmente debe ser resuelta separando con nitidez y de manera definitiva ambas religiones, ambos testamentos, ambos dioses, para lo cual no sólo rechazó el Antiguo Testamento, sino que procedió a rechazar todos los elementos del Nuevo Testamento que consideraba judíos. Para lograrlo, de todas las Escrituras escogió el Evangelio de Lucas, excluyendo los relatos sobre el nacimiento de Cristo por considerarlos citas de la Biblia judía, y revisa minuciosamente y acepta como verdaderas sólo diez de las cartas de Pablo por considerarlas exentas de judaísmo (Gálatas, 1 y 2 de Corintios, Romanos, 1 y 2 de Tesalonicenses, Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón), rechazando las otras cuatro (1 y 2 Timoteo, Hebreos y Tito).

De esta manera Marción es el primer cristiano que establece un canon preciso, una estricta delimitación del Nuevo Testamento aceptado y verdadero, lo cual constituye un poderoso instrumento religioso en esa época y a la postre obliga a la Iglesia primitiva a seguir por ese mismo camino y a formular el Nuevo Testamento que duraría sin modificaciones hasta la Reforma Protestante. Posteriormente escribió la
“Antítesis” que es un análisis de las contradicciones entre el cristianismo, el Dios Padre del Nuevo Testamento y el judaísmo y el Dios Creador del Antiguo Testamento.

Las Antítesis
La siguiente es una reconstrucción de las Antítesis
de Marción:

-El Dios del Nuevo Testamento es desconocido: «Nadie conoce al Padre, sino el Hijo», mientras que el Dios del Antiguo Testamento es conocido por Adán y por los demás impíos.
-Cristo conocía lo que hay en el corazón del Hombre; el Creador pregunta a Adán¿dónde estas?.
-Cristo era bueno con los ciegos, que David había mandado matar.
-Cristo da vista a los ciegos, mientras el Creador no cura la ceguera de Isaac.
-Moisés se impone como juez entre sus hermanos que pelean. Cuando a Jesús le piden que resuelva una disputa, él se niega.
-Los israelitas salieron bien equipados de Egipto después de despojar a los egipcios por orden del Creador. Cristo manda a predicar a sus discípulos «sin nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno».
-El Creador legisla «ojo por ojo, y diente por diente»; el Hijo del Dios Supremo dice «si te pegan en una mejilla, presenta la otra».
-La Ley declara que si uno toma un vestido ajeno, el culpable pagará el doble; Cristo declara «al que te quite el manto, no le niegues la túnica»
-El Creador envía fuego sobre los enemigos de EliseoJesús reprende a los discípulos que le piden que envíe fuego.
-El Creador envía los osos que devoran a 42 niños que se habían burlado de Eliseo; Cristo dice a sus discípulos «dejad que los niños vengan a mí».
-El Creador sanó sólo un leproso por medio de Eliseo, cuando en Israel había muchos, y para ello necesitó que se lavara en agua siete veces; el Hijo del Dios Supremo sanó a diez, con su sola palabra, e inmediatamente; por otra parte, el que regresa glorificando a Dios no cumple la Ley. 
-El profeta del Creador dice «que no oigan los que tienen oídos»; Cristo dice «el que tenga oídos, que oiga». 
-La Ley dice «Maldito el que está colgado de un madero»; Cristo fue colgado en un madero.
-El Cristo judío vendrá sólo para Israel; el Cristo de Dios viene para todos los pueblos de la tierra. 
-El Dios bueno es bueno ante todos; el Creador se preocupa sólo de los que le pertenecen. 
-El Bueno salva a los que creen en Él, pero no castiga al resto; el Creador salva sus fieles y castiga al resto. 
-La maldición es la característica de la Ley; la bendición caracteriza al Evangelio.
-En la Ley, el Creador ha dicho: «Yo hago al rico y al pobre»; pero Cristo sólo llama bienaventurado al pobre.
-En la Ley se le da la fortuna a los ricos y la desgracia a los pobres; en el Evangelio es al revés.
-La ley manda amar al prójimo y odiar al enemigo; pero es necesario amar a los enemigos.
El Creador ha establecido el Sábado, que Cristo no ha observado.
La Ley prohíbe tocar a una mujer con flujos de sangre; el Cristo de Dios no sólo la toca sino que la sana.

Su rechazo al Dios del Antiguo Testamento suponía también un rechazo de su obra: la Creación; por lo que predicaba que la materia y el cuerpo eran en esencia malos. Basándose en este principio doctrinal predicó que Jesús no se encarnó jamás, que su cuerpo fue sólo apariencia, por lo que negaba la encarnación del Verbo, así como la resurrección de los muertos. A pesar de negar la corporalidad de Jesús, afirmaba que su sufrimiento y muerte fueron reales en cierta medida. Asimismo la negación de la encarnación suponía para Marción que Jesús no era hijo de José ni de María, para lo cual se basaba en Lucas 8:21: “Mas Él respondió: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

La influencia docética en el rito marcionita
Influido por la herejía docética y por el platonismo,
Marción considera que la carnalidad es corrupta, o un simple reflejo de la realidad, por ello ordena la abstinencia carnal, rechaza el placer en cualquier forma, obligando a los creyentes de su Iglesia a una vida de pobreza y privación extrema, la cual fue parte importante para el fin de esta herejía, pues incluso se opuso al placer sexual dentro del matrimonio. En lógica con lo anterior y no obstante que el rito de la Iglesia marcionita copiaba el rito católico, difería en la pobreza de los hábitos y en que, en lugar del vino se utilizaba agua, pues la asociación del vino con la sangre era contraria con la parte gnóstica que influyó en menor grado, pero que definitivamente se aprecia en estos dos aspectos del ritual.

Montanismo
El montanismo fue un movimiento que se produjo en el interior de las comunidades cristianas primitivas, como un esfuerzo para revalidar las realidades pneumáticas y escatológicas de los primeros tiempos de la Iglesia. Se trataba de un «movimiento reavivador», como sería llamado posteriormente. El conocimiento que se tiene de este movimiento se funda en el testimonio de los autores cristianos, como
Eusebio de Cesarea, Epifanio, Clemente de Alejandría, Orígenes e Hipólito. De mayor importancia es, sin embargo, una fuente original en los escritos de Tertuliano, que se adhirió al montanismo hacia el final de su vida.

Los inicios del montanismo
El origen de este movimiento se puede fijar entre los años 160 y 170 en Ardabau, Frigia. Allí, un hombre llamado Montano se sintió transportado a estados de éxtasis durante los cuales profería advertencias proféticas. Luego se unieron a él dos mujeres, Prisca y Maximila, que también empezaron a profetizar, y cuya popularidad llegó a superar a la del propio
Montano. Montano y sus profetisas anunciaban el final inminente del mundo, ordenando a sus fieles que se reunieran en un lugar determinado para esperar allí el descenso de la Jerusalén celestial. Esta profecía fue acogida rápidamente en distintos estratos de la sociedad, los cuales se organizaron en comunidades y realizaron una propaganda muy activa entre cristianos y paganos.

La doctrina montanista
El montanismo, a diferencia de la gnosis y del
marcionismo, no pretendía anunciar una nueva doctrina sino más bien revalorizar ciertos elementos relativamente olvidados de la doctrina tradicional:

La escatología, que caracterizaba a la doctrina montanista al afirmar que el fin de los tiempos se acercaba y que llegaría en un plazo muy breve, con lo que resurgía la espera de la parusía tal como lo habían esperado las primeras generaciones cristianas. El montanismo insistió en las prácticas ordinarias en la Iglesia de entonces: preparación al martirio, ayuno, xerofagia (abstención de alimentos húmedos),
castidad dentro del matrimonio, prohibición de segundas nupcias, negativa a conceder el perdón a un cristiano bautizado incluso en el caso de que hiciera penitencia.

El profetismo, el cual es el elemento verdaderamente dominante en el montanismo. Sus promotores intentaron revivir el profetismo cristiano, que apenas existía en la época. No obstante, su concepción del profetismo difería sustancialmente de la tradición primitiva, puesto que los profetas del montanismo se consideraban receptáculos de la divinidad: no eran ellos quienes hablaban, era el Espíritu quien hablaba por su boca. Así, Montano era un nuevo Paráclito que continuaba la revelación contenida en el Evangelio.

El destino del montanismo
El movimiento se difundió rápidamente, y hacia el final del siglo II alcanzó su máxima expansión. En Oriente, y especialmente en Asia Menor, fue donde logró mayor importancia y donde persistió por más tiempo, subsistiendo hasta fines del siglo IV. También logró gran aceptación en Occidente, aunque más brevemente. Se encuentran rastros de este movimiento en el año 177 en Lyon. La carta de los mártires de Lyon a las iglesias de Asia y de Roma, por ejemplo, habla de la doctrina de Montano. También se encuentran evidencias de él en Roma y en África, donde, hacia el año 205Tertuliano se adhirió oficialmente al movimiento.

Continua en Las Herejías IV: Sectas III
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