Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 19 de enero de 2009

Jesucristo II: Bautismo-Vida Publica






Bautismo de Jesús por Gustav Dore

Bautismo y Tentaciones
La llegada de Jesús fue profetizada por Juan el Bautista o el Bautizante - su primo - según el Evangelio de Lucas por quien Jesús fue bautizado en el río Jordán. Durante el bautismo, el Espíritu de Dios, en forma de paloma, descendió sobre Jesús, y se escuchó la voz de Dios. Según los sinópticos, el Espíritu condujo a Jesús al desierto, donde ayunó durante cuarenta días y superó las tentaciones a las que fue sometido por el Demonio. No se menciona este episodio en el Evangelio de Juan. Después Jesús marchó a Galilea, se estableció en Cafarnaún, y comenzó a predicar la llegada del Reino de Dios.

Vida Publica
Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando el evangelio y realizando numerosos milagros. El orden de los hechos y dichos de Jesús varía según los diferentes relatos evangélicos. Tampoco se indica cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús, aunque el Evangelio de Juan menciona que Jesús celebró la fiesta anual de la Pascua judía (Pésaj) en Jerusalén en tres ocasiones. Los sinópticos mencionan solo la fiesta de Pascua en la que Jesús fue crucificado. Gran parte de los hechos de la vida pública de Jesús narrados en los evangelios tienen como escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del mar de Tiberíades, o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm, pero también otras, como Corozaín o Betsaida. También visitó, en el sur de la región, localidades como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado, Nazaret, donde fue recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos. Su predicación se extendió también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó Jerusalén en tres ocasiones desde el comienzo de su vida pública), y estuvo en Jericó y Betania (donde resucitó a Lázaro). Escogió a sus principales seguidores (llamados en los evangelios Apóstoles; en griego, «enviados»), en número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los sinópticos se menciona la lista siguiente: Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que posteriormente traicionaría a Jesús (Mateo 10:2-4; Marcos 3:16-19; Lucas 6:13-16). Algunos de ellos eran pescadores, como las dos parejas de hermanos formadas respectivamente por Pedro y Andrés, y Juan y Santiago. Mateo se identifica generalmente con Leví el de Alfeo, un publicano de quien en los tres sinópticos se relata brevemente cómo fue llamado por Jesús (Mateo 9:9; Marcos 2:14; Lucas 5:27-28) lo que acarreó a Jesús numerosos reproches de los fariseos. El Evangelio de Juan solo menciona los nombres de nueve de los apóstoles, aunque en varios pasajes hace referencia a que eran doce. Predicó tanto en sinagogas como al aire libre, y las muchedumbres se congregaban para escuchar sus palabras. Entre sus discursos, destaca el llamado Sermón de la Montaña o sermón del monte, en el Evangelio de Mateo 5 y 7. 

Las Parábolas
Utilizó a menudo parábolas para explicar a sus seguidores el Reino de Dios. Las parábolas de Jesús son breves relatos cuyo contenido es enigmático (a menudo han de ser después explicadas por Jesús). Tienen en general un contenido escatológico y aparecen exclusivamente en los evangelios sinópticos. Entre las más conocidas están:

La parábola del sembradorMateo 13:3-9; Marcos 4:3-9; Lucas 8:5-8
La de la semilla que crece: Marcos 4:29
La del grano de mostaza: Mateo 13:31-32 y Marcos 4:30-32),
La de la cizañaMateo 13:24-30
La de la oveja perdida: Mateo 18:12-14 y  Lucas 15:3-7
La del siervo despiadado: Mateo 18:23-35
La de los obreros enviados a la viñaMateo 20:1-16
La de los dos hijosMateo 21:28-32
La de los viñadores homicidasMateo 21:33-42, Marcos 12:1-11 y Lucas 20:9-18
La de los invitados a la bodaMateo 22:1-14
La de las diez vírgenesMateo 25:1-13
La de los talentosMateo 25:14-30 y Lucas 19:12-27.

Solo estas Dos Parábolas aparecen solo en el Evangelio de Lucas, se trata de:

La parábola del buen samaritano: Lucas 10:30-37
La del hijo pródigo: Lucas 15:11-32.

En las parábolas, Jesús utiliza frecuentemente imágenes relacionadas con la vida campesina. Mantuvo controversias con miembros de algunas de las más importantes sectas religiosas del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la compasión y la lealtad (Mateo 12:38-40; Lucas 20:45-47). La originalidad de su mensaje radicaba en la insistencia en el amor al enemigo (Mateo 5:38-48 y Lucas 6:27-36) así como en su relación estrechísima con Dios a quien llamaba en arameo con la expresión familiar Abba (Padre) que ni Marcos (Marcos 14:36) ni Pablo (Romanos 8:15; Galatas 4:6) traducen. Se trata de un Dios cercano que busca a los marginados, a los oprimidos (Lucas 4:18) y a los pecadores (Lucas 15) para ofrecerles su misericordia. La oración del Padre nuestro (Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4), que recomendó utilizar a sus seguidores, es clara expresión de esta relación de cercanía con Dios antes mencionada.

Milagros
Según los evangelios, durante su ministerio Jesús realizó varios milagros. En total, en los cuatro evangelios canónicos se narran veintisiete milagros, de los cuales catorce son curaciones de distintas enfermedades, cinco Expulsiones de demonios, tres resurrecciones, dos prodigios de tipo natural y tres signos extraordinarios.

Los Evangelios narran las siguientes curaciones milagrosas obradas por Jesús:

Sanó la Fiebre, de la suegra de Pedro, en su casa en Cafarnaúm, tomándola de la mano (Marcos 1:29-31; Mateo 5:14-15;  4:38-39);
Sanó a un Leproso, un habitando de la ciudad de Galilea mediante la palabra y el contacto de su manos (Marcos 1:40-45; Mateo 8:1-4; Lucas 5:12-16);
Sanó a un Paralítico, en Cafarnaúm que le fue presentado en una camilla y al que había perdonado sus pecados, ordenándole que se levantara y se fuera a su casa (Marcos 2:1-12; Mateo 9:1-8; Lucas 5:7-26);
Sanó a un Hombre con la Mano Seca, en Sábado en una sinagoga, mediante la palabra (Marcos 3:1-6; Mateo 12:9-14;Lucas 6:6-11);
Sanó a una Mujer que padecía Flujo de Sangre, ella fue sanada al tocar el vestido de Jesús (Marcos 5:25-34; Mateo 9:18-26; Lucas 8:40-56);
- Sanó a un Sordomudo, en la Decápolis metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y diciendo: «Effatá», que significaría ‘ábrete’ (Marcos 7:31-37);
- Sanó a un ciego, en Betsaida poniéndole saliva en los ojos e imponiéndole las manos (Marcos 8:22-26):

Jesús Escupió
Este es otro de esos temas que no se suele abordar por temor a ser chocante con los feligreses, pero yo parto de un principio muy claro y sencillo y es que debemos hablar de todo lo que vemos en la Biblia. DE TODO. No sólo de ciertas cosas. Y una de las cosas que siempre me han llamado la atención en los evangelios es que, en varias ocasiones (3 para ser exactos) Jesús escupió para realizar curaciones. Marcos es el único que ha dejado constancia de estos dos milagros y Juan de uno y, por ese motivo, resulta un tanto obscuro. Sin embargo, es un milagro muy significativo y tiene una relación directa con el sorprendente cambio en el mensaje de Jesús que sigue a este incidente.

Primer caso: En el Evangelio de Marcos 7:31-37
31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. 32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33 Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar. 

Para sanar a un sordo y tartamudo, cerca del Mar de Galilea, la gente le rogó a Jesús que "le pusiera la mano encima". Eso habría bastado para sanar al enfermo. Pero Jesús, en vez de hacer eso, prefirió tomar al enfermo "aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y ESCUPIENDO, tocó su lengua". Y gimió Jesús y dijo: "Efata" es decir: Sé abierto, y quedó sanado el varón. Esto es real y fueron parte de las señales y prodigios que hizo el señor en su ministerio, pero también Jesus nos quiere decir que quiere cambiar nuestra manera de oír y nuestra manera de hablar no puso su lengua en la del mudo, escupió sus manos y las puso en su lengua, en la saliva esta la mayor cantidad de ADN o Genes el puso de sus Genes de su genética celestial par cambiar su manera de hablar, luego hablaba bien, el quiere cambiar nuestra manera de hablar no en derrota si no en victoria no en duda sino en fe. Por eso JESÚS escupió y luego toco su lengua, pero si notamos le abrió los oídos porque nadie puede seguir ordenes si no oye, Jesús lo saco de la multitud, porque lo consideraban inmundo, pero en el v. 35 dice y desatada la atadura de su lengua, y hablo claramente si vemos ¿desato que? pues claro la maldición que lo tenia atado.

Segundo caso: En el Evangelio de Marcos 8:22-26
22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24 Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

Estando en la ciudad de Betsaida, le trajeron a un ciego "y le rogaron que lo TOCASE", igualito que en el caso anterior. Y ahí también Jesús prefirió salir de la aldea con el ciego, "y ESCUPIENDO en sus ojos, le puso LAS MANOS ENCIMA" y una segunda vez sobre LOS OJOS "y le hizo que mirase, y fue restablecido y vio de lejos y claramente a todos".

Hay dos cosas en este relato que son de sumo interés. Una de ellas es el proceso que siguió nuestro Señor en esta curación y la segunda es la prohibición que impuso a este hombre. El hacía las cosas según lo requiriese la situación, y no hay realmente dos milagros que sean iguales, pero este es asombrosamente diferente debido a dos aspectos extraordinarios. En esta ocasión escupe directamente sobre los ojos de este ciego, de modo que se usa de una manera continua el escupitajo. Es difícil saber exactamente por qué. Muchos comentadores se han enfrentado y han debatido el tema. William Barclay sugiere que eso fue algo que hizo para acomodarse a la creencia de las gentes en cuanto a que hay algo terapéutico en la saliva. Betsaida, era donde nuestro Señor había realizado muchos milagros, pero entonces no permite al hombre entrar a la ciudad, algo que sin duda concuerda con lo que hemos visto en muchas ocasiones. Jesús solía decir con cierta frecuencia a las personas:
"no digáis nada acerca de lo que os ha sucedido."

El motivo es evidentemente que no quería suscitar el amor a lo milagroso, que se producía con tanta facilidad entre estas gentes, al igual que sucede en nuestros días. Esto explica el por qué las personas que pretenden hacer milagros atraen tan grandes multitudes y llaman tanto la atención. Las personas tienen un gran deseo de ver ante sus propios ojos estas actividades sobrenaturales, pero Jesús les estaba constantemente quitando importancia. Sanaba físicamente y se producían milagros, pero no estaba satisfecho con las reacciones de aquellas personas que sencillamente se mostraban ansiosas por presenciar milagros. Por lo que en estos momentos ejerce un control mas estricto. No quería que el hombre entrase ni siquiera en la aldea, como habían hecho otros antes que él, contando lo que Jesús les había dicho que no contasen. De modo que le pone límite a este hombre para restarle importancia al milagro, porque Jesús intentaba siempre suplir la verdadera necesidad del ser humano, el sufrimiento espiritual interior, y sanar ese aspecto de su vida.

Tercer caso: En el Evangelio de Juan 9:1-7
1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.  

Cerca del estanque de SiloéJesús sanó al ciego de nacimiento. Esta vez, Jesús "ESCUPIÓ en tierra, e HIZO LODO con la SALIVA, y UNTO con el LODO LOS OJOS del ciego"Luego le dijo que fuera a lavarse los ojos en las aguas del estanque de Siloé, "y regresó viendo". Pero esta vez, detalle sorprendente, NO sacó al ciego de la ciudad. Es así que la Biblia nos relata una historia fascinante sobre una persona que no podía ver, era ciego desde el día que había nacido. Nos situamos en los tiempos en que el Hijo de Dios camino por este mundo, más precisamente en Jerusalén, 2000 años atrás el apóstol Juan nos relata esta historia en el capítulo 9. El estaba mendigando muy cerca del templo donde los judíos adoraban a Dios; una persona ciega en esos tiempos no podía hacer otra cosa, dependía de la misericordia de aquellos que pasaban por su camino. Pero un día como cualquier otro en el camino de este hombre pasó Jesús y no fue un día más sino que fue un nuevo comienzo para él. Pero antes de este milagro el Señor Jesús fue a Jerusalén para el Banquete de Tabernáculos (Juan 7:1-10) y, aparentemente, todavía está allí. Hay dos conexiones entre ese banquete y nuestro texto del capitulo 9: Durante el festival, grandes candelabros se encendían en los patios de los templos, en lo alto de los montes, simbolizando “la revelación y verdad de la fe judía”. En el Festival de TabernáculosJesús se declara ser la luz del mundo (Juan 8:12), una declaración que se repite en nuestra lección del Evangelio (Juan 9:5). En el festival, sacerdotes echaban agua de la Piscina de Siloam sobre los escalones del templo “para que el agua fluyera hacia abajo y fuera del Templo hasta el mundo afuera, y así se indicaba la manera en la que la fe judía satisfaría al mundo”. 

La Piscina de Siloam es el lugar donde Jesús le dirá al hombre ciego que se lave el barro de sus ojos. En este pasaje bíblico los discípulos de Jesús pensaban como los fariseos y las demás personas, que si alguien estaba enfermo o si estaba sufriendo es porque habían hecho algo mal, que el sufrimiento es causado por el pecado. Podría ser el pecado de los padres. Éxodo 20:5 dice, “Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen” – un pensamiento que se repite en Éxodo 34:7; Numero 14:18; y Deuteronomio 5:9. Sin embargo, no debemos olvidar que hay una conexión entre pecado y sufrimiento. Eso no era verdad en el caso de este hombre ciego, pero a menudo sí lo es. Por esa razón los discípulos le preguntaban a Jesús que quien era culpable. “¿Quién pecó que causo que este hombre esta ciego? ¿Pecó él? ¿O pecaron sus padres?.” La respuesta de Jesús fue maravillosa. No era la culpa de nadie que ese hombre estaba ciego. Dios permitió que el hombre estuviera ciego para que la gente pudiera ver la obra de Dios. Cierto es que Talmud le atribuye virtudes curativas a la saliva pero sabemos que la redacción del Talmud (de Babilonia y de Jerusalén) se realizó mucho después del ministerio de Jesús. La gente de aquel entonces creía en el uso medicinal del escupitajo. Aquí, en las manos de Jesús, este remedio familiar se convierte en un vehículo para sanar físicamente y para revelación espiritual.

Pero, ¿y el lodo ?
El uso del barro recuerda a la historia de la creación, donde Dios trajo vida del polvo de la tierra (Genesis 2:7).  El que Jesús cure al hombre ciego es creativo, y no solo restaurativo. El hombre ciego de nacimiento, nunca disfrutó de una vista que podía ser restaurada. En vez, Jesús crea vista ex nihilo – de la nada – igual que Dios creó el mundo ex nihilo – de la nadaJesús escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y se lo unto en los ojos y le dijo: "Ve, lávate en el estanque de Siloé” (v. 7). Esto nos parece extraño, desagradable y antihigiénico; pero en el mundo antiguo era muy corriente. La saliva, especialmente la de alguna persona distinguida, se creía que tenía propiedades curativas, por lo tanto la saliva representa un don espontaneo de Jesús y la tierra  la creación humana Dios soplo su Espíritu en el hombre que fue creado del polvo y le dio vida (Génesis 2:7). Las instrucciones de Jesús para que se lave en la piscina recuerdan a la historia de Naaman y Elisha (2 Reyes 5:9-14). En ambos instantes, el lavarse es requerido, el que cura no acompaña al enfermo al agua, y el curar toma lugar solo después de que la persona obedezca. La gente lo veía y le decía: “¿pero no eres tu el que se sienta a mendigar como puedes ver, quién te sano”?. “Ese hombre que se llama Jesús lo hizo” “¿Donde está El ?.” “No sé donde esta solo sé que El lo hizo.” ¿Por qué sucedió esto?. Fue para que La obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Siloé significa “Enviado”, precisamente este era el ministerio de Jesús El era el enviado de Dios al mundo y actualmente es el ministerio de la iglesia. Este lugar antiguamente era el estanque del rey que estaba junto a los jardines reales, también fue descrito como “Puerta de la fuente” (Nehemías 3:15) era la entrada de agua a Jerusalén que había construido tan ingeniosamente el rey Ezequías (2 Reyes 20:20) esto representa a Cristo como el agua viva. El historiador Flavio Josefo describe el estanque de Siloé en el siglo I como teniendo unos 47 m de largo, 6 de ancho y 6 de profundidad y ubicado en la parte sudeste de la ciudad de Jerusalén, no lejos del templo. “Y fue entonces, y lavóse, y volvió viendo” (v. 7). 

Doble Milagro
El hombre está curado. No solo están curados sus ojos, pero un segundo milagro toma lugar también. Al cerebro de una persona ciega de nacimiento le falta la habilidad de procesar información visual correctamente. La respuesta inicial al ser restaurada la vista suele ser confusión. Puede llevar mucho tiempo para que una persona así funcione normalmente. Un neurólogo dice, “Uno debe morir como una persona ciega para nacer de nuevo como una persona que puede ver”, cuando Jesús cura los ojos de este hombre, también le da la habilidad mental para comprender lo que está viendo. El punto sobre todo esto es que no esta en que escupió o si no escupió, en tal o cual caso, pasa por otro lado. Nosotros tendemos a repetir los métodos que funcionan y nos cuesta cambiar, si pedimos un milagro queremos que sea de la forma que yo espero suceda, por eso Dios varia sus formas de hacer el milagro para que no nos aferremos a los modos en que sucedieron sino pongamos nuestra atención al Dios de los milagros. Fíjense como sana a la niña del centurión, quien le dice que él también era hombre de autoridad y que si decía una orden se hacia como decía, por ello Jesús se sorprende de la fe de este hombre. Hay muchos ejemplos en la biblia de milagros de muchas formas diferentes y creo que el punto es mirar al Dios de los milagros y no tanto al milagro en si. Estos milagros fueron realizados porque los enfermos no pusieron oposición y solo así dejaron de ver lo terrenal para ver lo celestial. Aquí se nos muestra que la oposición mas grande para ver el poder de Dios, son las ofensas que las personas nos hagan. Hoy el escupir a alguien es vulgar y ofensivo, pero cuando eso no se toma en cuenta los obstáculos son vencidos y estamos listos para recibir la bendición de Dios. Le digo esto por siguiente razón. Cuando Jesús era llevado para ser crucificado, la Biblia nos dice que fue escarnecido, azotado, herido y hasta escupido, pero ni aun así dijo nada, Lucas 18:32 Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Marcos 15:19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Nos alteramos cuando le ponemos atención a las cosas que nos hacen, pero si no las vemos, nunca actuaremos como nuestros verdugos que sabemos que van por el camino de la condenación. Jesús se quedo callado no dijo una palabra y eso ya había sido profetizado por el profeta Isaías, cuando dijo: Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. (Isaias 53:7).

Sanó a Bartimeo, el ciego de Jericó (Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-45);
Sanó a distancia al criado del Centurión, en Cafarnaúm (Mateo 8:5-13, Lucas 7:1-10, Juan 4:43-54; Juan 4:43-54);
Sanó a una mujer que llevaba 18 años Encorvada y no podía enderezarse, mediante la palabra y la imposición de manos, Esta curación tuvo lugar también en sábado y en una sinagoga; (Lucas 13:10-17).
Sanó a un Hidrópico, en sábado, en casa de uno de los principales fariseos (Lucas 14:1-6).
Sanó a diez Leprosos, que encontró de camino a Jerusalén, mediante la palabra (Lucas 17:11-19).
Sanó a un Hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo, en Jerusalénen sábado (Juan 5:1-9).
Sanó a un Ciego de nacimiento, untándolo con lodo y saliva, tras lo cual le ordenó lavarse en la piscina o estanque de Siloé (Juan 9:1-12).

En los Evangelios Canónicos aparecen cinco relatos de expulsiones de espíritus impuros realizados por Jesús:

-Expulsó a un demonio en la sinagoga de Cafarnaúm (Marcos 1:21-28; 4:31-37);
-A otro en la región de Gerasa o Gadara (Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-21; Lucas 8:26-39);
-A otro que poseía a la hija de una Mujer Sirofenicia (Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30);
-A otro que atormentaba a un Epiléptico (Mateo 17:20-24; Marcos 9:14-27; Lucas 9:37-43);
-A un «demonio mudo» (Lucas 11:14; Mateo 12:22).

Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo genérico a Liberaciones de Jesús (Marcos 1:32-34; Marcos 3:10-12).

Según los Evangelios, Jesús obró tres Resurrecciones:

-La hija de Jairo (Marcos 5:21-24, 39 Mateo 9:18-26, 8:40-56).
-Al hijo de la Viuda en la ciudad de Naín (Lucas 7:11-17).
-Lázaro (Juan 11:1-44).

Jesús obró también, según los evangelios, dos prodigios de tipo natural, en los que se pone de manifiesto la obediencia de las fuerzas naturales (el mar y el viento) a su autoridad.

Ordena a la Tempestad, que se calme y esta obedece (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41 y Lucas 8:22-25).
Camina sobre las Aguasy no se hunde (Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52; Juan 6:16-21).

Jesús levitó en las aguas del mar, Pedro también, pero dudó y se hundió. Se denomina levitación el efecto por el que un cuerpo u objeto se halla en suspensión estable en el espacio, sin mediación de otro objeto físico en contacto con el primero que sustente al que levita o "flota", todo ello bajo efectos de la gravedad.

Evangelio de Mateo 14:25 
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos ANDANDO SOBRE EL MAR

Es un pasaje verdaderamente profundo en la Cristología. Jesús se va definiendo al pueblo y a sus discípulos, va revelando quién es él, Mateo con el pensamiento judío plasma su figura a la del DIOS Hebreo, para el comentario de este pasaje lo citamos todo en su lo importante de resaltar es que Jesús no va con sus discípulos en la barca. Jesús a su costumbre, después de despedir aquella muchedumbre, sube al monte o al estilo de la Teología, se encuentra con su Padre en oración y comparte el trabajo, los logros e incluso el milagro de la multiplicación de los panes y peces. Los discípulos en la barca ya van a una distancia considerable (muchos estadios= 180 mts a 185 mts); han avanzado de 4 a 5 kilómetros y se va a desarrollar una escena única, maravillosa entre las 3 y 6 de la mañana que abarca la cuarta vigilia, sí la multiplicación nos hace ver el poder de Dios, su gloria, la siguiente escena hace reflexionar y preguntarse: ¿quién es Jesús?; la barca es agitada por el mar, pero de ese momento lo extraordinario es que sus discípulos ven como testigos: 

Mateo 14:25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.

Está Epifanía divina a sus discípulos es fundamental para darse cuenta que es el Hijo de Dios el que viene a ellos: 

Mateo 14:26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: “Es un fantasma”, y de miedo se pusieron a gritar.

Su raciocinio llegó a un límite, lo que ven algunos escépticos decían que era porque estaban medio dormidos, no hubiera existido ese griterío ni histeria, sólo un fantasma lo puede hacer dada la idea de un fantasma que se tiene en su entorno, un hombre no lo puede hacer y Jesús pone todo en orden cuando habla, cuando el verbo se dirige a los hombres:

Mateo 14:27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: “¡Ánimo!, soy yo; no temáis.”

En el evangelio de Mateo 14:25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino el hacia ellos, caminando sobre el mar.  La cuarta vigilia de la noche es de 3 a 6 de la mañana. El Señor se hace presente en lo más oscuro de la noche. Y entonces comienza a clarear. Algunos Padres de la Iglesia, le dan diversas interpretaciones. Por ejemplo que lo de la cuarta vigilia representa lo siguiente:

La primera es la de la Ley, La segunda la de los profetas, La tercera Su venida histórica y La cuarta cuando venga al final de los tiempos.

Algunos comentaristas quieren entender esta escena como meramente ‘simbólica’. Consideran que no era posible que Jesús caminara sobre las aguas. Pero eso es verlo solamente como Hombre, no como Dios. Aquel que creó el mar, ¿no podrá caminar sobre él? ¡claro que sí!. Y si ha habido místicos que pueden levitar y elevarse del suelo por el poder de satanás y sólo son hombres comunes, ¿no iba Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre a poder caminar sobre el agua?. Los evangelios nos relatan que Pedro y sus compañeros se metieron en un pequeño bote una tarde para cruzar el mar (el lago) de Galilea. Jesús quería estar solo, así que se fueron a navegar sin Él. A Pedro no le incomodó eso: había estado en barcas toda la vida. Pero esta vez se desencadenó una tormenta. Y no se trató de una ráfaga cualquiera. El Evangelio de Mateo dice que la barca era "Zarandeada" por las olas. Fue tan violenta que lo único que los discípulos podían hacer era mantenerla a flote. Para las tres de la mañana me imagino que no estarían preocupados por llegar a la otra orilla: solo querían seguir vivos. Entonces uno de los discípulos notó una sombra que se movía sobre el agua en dirección a ellos. Mientras se acercaba, comenzó a notarse una figura humana que caminaba. Detengámonos un momento para dejar que la imagen tome forma. Los discípulos estaban angustiados y la única persona que podía ayudarlos se estaba acercando a ellos. Solo que Él no estaba en la barca y los discípulos no lo reconocieron. Maravillosamente, el no tener una embarcación no parecía impedir a Jesús en lo absoluto. Pero los discípulos estaban convencidos de que se trataba de un fantasma, así que se aterrorizaron y gritaron con temor. Desde nuestra perspectiva, podemos preguntarnos cómo es que no pudieron saber que se trataba de Jesús¿Quién más podría ser?. Mateo, sin embargo, quiere que sepamos que algunas veces se requiere de los ojos de la fe para reconocer a Jesús cuando está cerca. Muchas veces, a mitad de la tormenta, zarandeados por las olas de la decepción y la duda, no somos mejores que los discípulos si se trata de reconocer la presencia de Jesús.

¿Qué pretendía Jesús caminando sobre el lago a las tres de la mañana?
Solo por un momento profundicemos un poco. David Garland halla una pista en la versión que da Marcos de esta historia en su evangelio.

Marcos 6:48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. 

Marcos dice que Jesús "iba a pasarlos de largo" o "adelantarseles" sobre el agua pero que, cuando lo vieron caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma.

¿Por qué Jesús quería "pasarlos de largo"? ¿Decidió competir con ellos en una carrera? ¿Quería impresionarlos con un truco realmente bueno?.

Garland señala que el verbo parérjomai ("pasar junto") es utilizado en la traducción griega del Antiguo Testamento como un término técnico relacionado con una teofanía: esos momentos determinantes cuando Dios hizo "apariciones notables y temporales en el reino terrestre para un grupo o individuo seleccionado con el propósito de comunicar un mensaje". "Cuando yo pase en todo mi esplendor…", dijo Dios a Moisés mientras lo colocaba en la hendidura de una roca para que pudiera verlo, y luego le dio a conocer su nombre "pasando delante de él". Dios le dijo a Elías que se presentara en la montaña ante Él, porque estaba a punto de "pasar por allí". Esto recuerda lo que dice el Salmo 77:19; un texto que menciona las hazañas de Dios para salvar a Su pueblo y habla de que Dios camina sobre las aguas. Mateo deja claro que Jesús es Aquel que puede caminar sobre las aguas como sólo Dios puede hacerlo.

Libro de Salmos 77:19 En el mar fue tu camino,Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas.

Hay un patrón en estas historias. En cada caso Dios tuvo que atraer la atención a través de la zarza ardiente, del viento y del fuego o caminando sobre el agua. En cada caso Dios los llamó a hacer algo extraordinario. También en cada caso la persona a quien Dios llamó, sintió temor. Pero cada vez que esa persona dijo "sí" a su llamado, sintió el poder de Dios en su vida. Así que, cuando Jesús se acercó a los discípulos sobre el agua intentando "pasarlos de largo", no estaba nada más que haciendo un formidable acto sobrenatural. Estaba revelando su divina presencia y poder. Solo Dios puede hacer algo así: "Él (…) reprendió al viento y a las olas". Es interesante observar que los discípulos entraron a la barca originalmente por órdenes de Jesús. Tenían que aprender, al igual que nosotros, que la obediencia no es garantía para evitar la adversidad. Y en el instante en que la tormenta captó toda su atención, Jesús decidió que era el momento en el que los discípulos tenían que aprender un poquito más acerca de Él. Parafraseando: "De eso se trata, amigos", les aseguro. "Pueden confiar en mí. Conocen mi carácter y mi capacidad. Pueden entregarme con seguridad su destino en mis manos. Tengan valor. Soy yo." No lo habían entendido en su totalidad todavía, pero Dios los visitó en la carne, al caminar sobre el agua. Mateo quiso que sus lectores entendieran que, a menudo, Jesús viene cuando menos se lo espera: a las 3 de la mañana, en medio de una tormenta. Dale Bruner anota "de acuerdo a las Santas Escrituras, los extremos humanos son un punto frecuente de encuentro con Dios". Esos momentos determinantes, dispuestos por Dios, los tendremos tú y yo. Dios todavía les pide a sus seguidores hacer cosas extraordinarias y, si no lo estás buscando, es posible que no lo veas. En la barca se sentaron doce discípulos y no sabemos cómo es que once de ellos respondieron a esa voz. Tal vez con confusión, admiración, incredulidad o con un poco de cada una. Pero uno de ellos, Pedro, estaba a punto de convertirse en un caminante sobre el agua. Él reconoció la presencia de Dios en el lugar más inusual. Se dio cuenta que esta era una extraordinaria oportunidad para el crecimiento y la aventura espiritual. Así que se le ocurrió una idea. Ellos Disciernen entre la Fe y la Necedad. Pedro espetó al caminante sobre el agua: "Si eres tú … mándame que vaya a ti sobre el agua".

¿Por qué razón incluye Mateo este detalle? ¿Por qué Pedro simplemente no se zambulló en el agua?.

Creo que por un motivo muy importante. Esta no es una historia acerca de cómo correr riesgos. Se trata en esencia de un relato sobre la obediencia. Eso significa que tengo que discernir entre un llamado auténtico de Dios, y lo que puede ser simplemente un necio impulso mío. El valor por sí solo no es suficiente, debe estar acompañado de sabiduría y discernimiento. Mateo no elogia el arriesgarse por su propio bien. Jesús no busca gente que salta de los puentes con cuerdas elásticas, ni pilotos que planean en aparatos voladores caseros, ni corredores de autos que persiguen tornados. Caminar sobre el agua no es algo que Pedro hiciera con propósitos recreativos. Esta no es una historia sobre deportes peligrosos, es acerca de discipulado radical. Eso significa que antes que Pedro salga de la barca, más vale que esté seguro de que Jesús piensa que es una buena idea. Por eso es que pide claridad: "Si eres tú… mándame". Al instante Conmueve la prontitud con la que Jesús los tranquiliza, les hace ver que no es un fantasma sino que es Él quien camina sobre el agua. ¡Ánimo! Esa palabra le encanta a Jesús. Con frecuencia leemos en los Evangelios que la usa. Se ve que no quiere que caigamos en el desánimo y todo lo que éste conlleva: depresión, desesperanza, falta de fe. Yo soy, Jesús les deja ver que no están solos, que viene a ellos, como lo prometió. “Se hace reconocer usando la misma fórmula que utilizó Dios en el Horeb: ‘Yo soy’ (Exodo 3:14), pero la pronuncia con sentido de humanidad, busca infundir valor, decirles que no deben temer nada...”

Para Mateo ese ‘Yo soy’, dicho en medio del mar, es proclamación de la identidad divina. Pero la revelación no ha alcanzado de lleno al corazón de los discípulos. Por eso tiene que tranquilizarlos. No temáis una y otra vez leemos en los evangelios esta invitación de Jesús a desechar todo temor y creo que, en la oscuridad, Jesús sonrió. Tal vez se carcajeó, y todo debido a que una persona en la barca, entendió. Pedro tuvo una vaga noción de lo que el Maestro hacía. Y no solo eso, tuvo suficiente fe para creer que también podía compartir la aventura. Decidió que quería ser parte de la historia del primer caminante sobre el agua: "¡Mándame!." 

Realizo también Tres signos Extraordinarios, que tienen un sentido acusadamente simbólico:

- La Multiplicación de los Panes y los Peces. Es el único de todos los milagros de Jesús que es registrado por todos los evangelios (Marcos 6:32-44; Mateo 14:13-21; Lucas 9:10-17; Juan 6:1-13). Ocurre en dos ocasiones según los evangelios de Marcos (Marcos 8:1-10) y Mateo (Mateo 15:32-39);
- La Pesca Milagrosa (Lucas 5:1-11; Juan 21:1-19);
- La Conversión del Agua en Vino, esto se realizo en la ciudad de Caná, en la celebración de una Boda (Juan 2:1-11).
      En esos tiempos, los escribas, fariseos y otros, atribuyeron a una confabulación con Belzebú este poder de expulsar a los demonios. Jesús se defendió enérgicamente de estas acusaciones. Según los relatos evangélicos, Jesús no solo tenía el poder de expulsar demonios, sino que transmitió ese poder a sus seguidores. Incluso se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor de Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre.

      La Transfiguración
      Los Evangelios sinópticos relatan que Jesús subió a un monte a orar con algunos de los apóstoles, y mientras oraba se transformó el aspecto de su rostro, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente. La parte de la aparición de Moisés Elías, se interpreta muchas veces como la confirmación de que Jesús venia a cumplir la ley y los profetas. Los apóstoles dormían mientras tanto, pero al despertar vieron a Jesús junto a Moisés y ElíasPedro sugirió que hicieran tres tiendas: para Jesús, Moisés y Elías. Entonces apareció una nube y se oyó una voz celestial, que dijo: «Este es mi Hijo elegido, escuchadle». Los discípulos no contaron lo que habían visto. En cierta ocasión Jesús se presentó con tres de sus discípulos conocidos como Pedro, Jacobo y Juan y ellos vieron personalmente a dos personajes bíblicos de tiempos antiguos llamados Moisés y Elías que platicaban con Jesús, su asombro debe haber sido muy grande porque dichos personajes ya habían fallecido muchos siglos antes, pero esta sorpresa fue aun mayor cuando vieron que Jesús experimentaba un proceso de cambio asombroso, llamado la transfiguración y quizá nunca visto antes de envolverse en una luz tan brillante como el sol, pero aun mas, cuando desde el cielo, fue escuchada una voz que dijo: Este es mi hijo amado, a él oid. Era Dios quien hablaba y era Jesús quien mostraba la gloria pura de Dios el Padre en la tierra, veamos esto en el texto bíblico:

      Mateo 17:1-5 
      1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; 2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. 4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.

      Los discípulos habían visto con sus propios ojos la gloria de Dios en Jesús. Ellos deben haber recordado la palabra dicha por los Profetas: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” Vamos a estudiar este tema, de la luz del mundo al calor de lo espiritual, tal y como lo recomienda la misma palabra de Dios en:

      1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

      Jesús dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12)

      Y ya vimos de qué luz estamos hablando y que es la misma luz de aquel día cuando se transfiguró delante de sus discípulos. Esta luz ya la habíamos visto en el Monte Sinaí cuando Moisés contempló una zarza envuelta en fuego.

      Éxodo 3:2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.”

      Y es la misma luz que Moisés experimentó en su rostro después de haber hablado con Dios en el Monte Sinaí,

      Éxodo 34:28-30 
      28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. 29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. 30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.

      Y de esa luz es que nos habla Jesús cuando dice: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.” Eso se los dice a los discípulos que le siguen de acuerdo a sus mismas palabras: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Todo esto nos está encaminando a entender que la vida en Cristo es una luz, misma que hace una gran distinción con aquellos que persisten en vivir fuera de Cristo y son considerados como muertos. Estas palabras se comprenden mejor: 

      Marcos 12:27 Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

      Lucas 1:79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.

      Hechos 26:18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. 

      Efesios 5:8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. 

      1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

      En el caso de Jesús esta luz permanece aun cuando su cuerpo sea invisible como cuando se le apareció a Pablo y que podemos leer en Hechos 9:3-5 “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.” La luz que rodea a Jesús conocida como la gloria de Dios podemos leerla en:

      Mateo 16:27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Lucas 2:9 “Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 

      Hechos 22:11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.

      Continua en Jesucristo III: La Entrada Triunfal-La Vía Dolorosa
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      lunes, 5 de enero de 2009

      Jesucristo I: Nacimiento-Niñez


      Nacimiento de Jesucristo por Gustave Dore

      Jesus de Nazaret, también conocido como Jesús, Cristo o Jesucristo, es la figura central del cristianismo. Para la mayoría de las denominaciones cristianas, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano. En el islam, donde es conocido por el nombre de Isa, lo consideran también como uno de sus profetas más importantes. Es uno de los personajes que han ejercido una mayor influencia en la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura, Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30. Lo que se conoce de Jesús depende casi absolutamente de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 30 ó 40 años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse. Existe una minoría que niega la existencia histórica de Jesús de Nazaret.

      El Cristo
      Cristo (del latín Christus, y este del griego antiguo Χριστός, Christós) es una traducción del término hebreo «Mesías» (מָשִׁיחַ, Māšîaḥ), que significa «ungido», y que se emplea como título o epíteto de Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento. En el cristianismo, Cristo se utiliza como sinónimo de Jesús. Los seguidores de Jesús son conocidos como «cristianos» porque ellos creen y confiesan que Jesús es el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento, por lo cual le llamaban «Jesús Cristo», que quiere decir «Jesús, el Mesías» (en hebreo: Yeshua Ha'Mashiaj), o bien, en su uso recíproco: «Cristo Jesús» («El Mesías Jesús»). El título «Cristo» también se encuentra dentro del nombre personal «Jesucristo», y se menciona como un sinónimo de Jesús de Nazaret en la fe cristiana, que lo considera salvador y redentor de los hombres, el «Verbo» (o Palabra) de Dios encarnado y «el Hijo unigénito de Dios».

      Las principales creencias cristianas acerca de Jesucristo incluyen su consideración como el Hijo de Dios, constituido como Señor; que fue concebido por el Espíritu Santo y que nació de la Virgen María; que fue crucificado, muerto y sepultado durante el mandato de Poncio Pilato; que descendió a los infiernos y posteriormente resucitó de la muerte y subió a los cielos, donde se encuentra junto a Dios Padre y desde donde volverá para el Juicio Final. La Cristología, un área de la teología, se ocupa principalmente de estudiar la naturaleza divina de la persona de Jesucristo, según los evangelios canónicos y los demás escritos del Nuevo Testamento. El título «Mesías» fue utilizado en el Libro de Daniel, que habla de un «Mesías Príncipe» en la profecía acerca de «las setenta semanas». También aparece en el Libro de los Salmos, donde se habla de los reyes y príncipes que conspiran contra Yahveh y contra su ungido. En los evangelios canónicos. Jesús es llamado «el Cristo» en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento donde se le describe como ungido con el Espíritu Santo. Algunas referencias incluyen Mateo 1:16, Mateo 27:17, Mateo 27:22, Marcos 8:29, Lucas 2:11, Lucas 9:20 y Juan 1:41. En el evangelio de Mateo se trata el tema en el siguiente pasaje: Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» Y ellos dijeron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Respondiendo Simón Pedro, dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y Jesús, respondiendo, le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Evangelio de Mateo 16:13-17.

      En el evangelio de Juan, el título de «Cristo» se usa como nombre de Jesús: «[…] la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo». «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo»

      Fecha de nacimiento de Jesús
      La fecha de nacimiento de Jesús no se indica en los evangelios ni en ninguna referencia histórica, pero la mayoría de los teólogos asumen un año de nacimiento entre el 6 a. C. y el 4 a. C.​ La evidencia histórica es demasiado incompleta para permitir una datación definitiva, pero el año se estima a través de tres enfoques diferentes:
      (a) mediante el análisis de referencias a eventos históricos conocidos mencionados en los relatos de la natividad en los evangelios de Mateo y Lucas;
      (b) trabajando en retrospectiva desde la estimación del comienzo del ministerio de Jesús;
      (c) alineaciones astrológicas o astronómicas.​ El día o la temporada se han estimado mediante varios métodos, incluyendo la descripción de los pastores cuidando de sus ovejas.

      Año de nacimiento
      Registros del nacimiento de Jesús
      María y José se registran para el censo bajo el gobernador Quirino. Mosaico bizantino (c. 1315).
      El teólogo alemán Karl Rahner señala que los evangelios, en general, no proporcionan suficientes detalles de fechas para satisfacer las demandas de los historiadores modernos. Así, los relatos de la natividad en los evangelios del Nuevo Testamento de Mateo y Lucas no mencionan una fecha o época del año para el nacimiento de Jesús. El también teólogo Marcus Borg afirma que la mayoría de los estudiosos no consideran los registros de la natividad de Lucas y Mateo como históricamente fácticos. Por esta razón, no se los considera un método fiable para determinar la fecha de nacimiento de Jesús.​ Rahner añade que los autores de los evangelios generalmente se enfocaron en elementos teológicos más que en cronologías históricas.

      Tanto Mateo como Lucas asocian el nacimiento de Jesús con la época de Herodes el Grande.​ Mateo 2:1 señala que «Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes». También da a entender que Jesús pudo tener hasta dos años en el momento de la visita de los magos (Magi), porque Herodes ordenó el asesinato de todos los niños hasta la edad de dos años, «conforme al tiempo que había inquirido de los magos» (Mateo 2:16). En adición, si la frase de Lucas 3:23 «Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años» se interpreta en el sentido de 32 años, esto podría coincidir con una fecha de nacimiento justo dentro del reinado de Herodes, quien murió en el 4 a. C.

      Lucas 1:5 menciona el reinado de Herodes poco antes del nacimiento de Jesús, y ubica el nacimiento durante el censo de Quirino, mencionado por el historiador judío Josefo en su libro Antigüedades judías (escrito c. 93 d. C.), fechándolo alrededor del año 6 d. C., al indicar que la gobernación de Siria de Quirino/Cirenio comenzó en ese año y se llevó a cabo un censo durante su mandato en algún momento entre 6 y 7 d. C.​ Dado que Herodes murió varios años antes de este censo, la mayoría de los eruditos descartan el censo y generalmente aceptan una fecha de nacimiento entre 6 y 4 a. C., el año en el que murió Herodes.​ Tertuliano sostuvo, unos dos siglos más tarde, que se realizaron otros censos en todo el mundo romano bajo Saturnino al mismo tiempo. Algunos eruditos y comentaristas bíblicos creen que los dos relatos se pueden armonizar, argumentando que el texto de Lucas puede leerse como «censo antes de que Cirenio [Quirino] fuera gobernador de Siria», es decir, que Lucas en realidad se estaba refiriendo a un censo completamente diferente. Sin embargo la mayoría de los académicos rechaza estos argumentos.

      Otros registros evangélicos
      Otro enfoque para estimar el año de nacimiento de Jesús se basa en un intento de trabajar en retrospectiva desde el momento en que comenzó a predicar, usando la declaración en Lucas 3:23 de que «era como de treinta años» en ese momento. Jesús comenzó a predicar después de ser bautizado por Juan el Bautista y, según Lucas, Juan solo comenzó a bautizar personas en «el año decimoquinto del imperio de Tiberio César» (Lucas 3:1-2), lo que los eruditos estiman sitúe el año aproximadamente entre el 28 y el 29 d. C. Al trabajar en retrospectiva a partir de esto, parecería que Jesús probablemente nació no más tarde del año 1 a. C. Otra teoría es que la muerte de Herodes fue tan tarde como después del eclipse de enero de 1 a. C. o incluso en 1 d. C., después del eclipse que ocurrió en diciembre de 1 a. C. Esta fecha es confirmada independientemente por una referencia en el Evangelio de Juan (Juan 2:20), que señala que el Templo estaba en su cuadragésimo sexto año de construcción cuando Jesús comenzó su ministerio durante la Pascua, que corresponde aproximadamente al 27-29 d. C., según estimaciones académicas.

      Día y temporada
      A pesar de la celebración moderna de la Navidad en diciembre, ni el Evangelio de Mateo ni el Evangelio de Lucas mencionan una temporada para el nacimiento de Jesús. Se han hecho argumentos eruditos sobre si los pastores habrían estado pastando su rebaño durante el invierno, con algunos estudiosos desafiando un nacimiento invernal para Jesús y algunos defendiendo la idea citando la suavidad de los inviernos en el antiguo Israel y las reglas rabínicas con respecto a las ovejas cerca de Belén antes de febrero.

      Alexander Murray sostiene que la celebración de la Navidad como el día del nacimiento de Jesús se basa en una fecha de una fiesta pagana en lugar de un análisis histórico. Saturnalia, la fiesta romana de Saturno, se asoció con el solsticio de invierno. Saturnalia se celebraba el 17 de diciembre del calendario juliano y luego se expandió con festividades hasta el 23 de diciembre. La festividad se celebró con un sacrificio en el Templo de Saturno y en el Foro Romano, así como con un banquete público, seguido de obsequios privados, fiestas continuas y una atmósfera de carnaval que trastocaba las normas sociales romanas. La fiesta romana de Natalis Solis Invicti también se ha sugerido, ya que se celebró el 25 de diciembre y se asoció con algunos emperadores destacados. Es probable que la fecha de la fiesta cristiana (católica) fuera elegida por el marcado contraste y triunfo de Cristo sobre el paganismo; de hecho, los nuevos conversos que intentaron introducir elementos paganos en las celebraciones cristianas fueron severamente reprendidos.

      Alternativamente, el 25 de diciembre puede haber sido seleccionado debido a su proximidad al solsticio de invierno debido a su significado teológico simbólico. Después del solsticio, los días comienzan a alargarse con más horas de luz solar, lo que los cristianos consideran como la representación de la Luz de Cristo entrando en el mundo. Este simbolismo se aplica igualmente a la celebración de la Natividad de Juan el Bautista el 24 de junio, cerca del solsticio de verano, basada en el comentario de Juan sobre Jesús: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3:30). En los siglos I y II, el Día del Señor (domingo) fue la primera celebración cristiana e incluyó una serie de temas teológicos. En el siglo II, la resurrección de Jesús se convirtió en una fiesta separada (ahora llamada Pascua) y en el mismo siglo comenzó a celebrarse la Epifanía en las Iglesias orientales el 6 de enero. La fiesta de la Natividad, que más tarde se convirtió en Navidad, fue una fiesta del siglo IV en la Iglesia occidental, especialmente en Roma y el norte de África, aunque no se sabe exactamente dónde y cuándo se celebró por primera vez. La fuente más antigua que indica el 25 de diciembre como la fecha de nacimiento de Jesús es probablemente un libro de Hipólito de Roma, escrito a principios del siglo III. Basó su punto de vista en la suposición de que la concepción de Jesús tuvo lugar en el equinoccio de primavera, que Hipólito fechó en el 25 de marzo, y luego agregó nueve meses para calcular la fecha de nacimiento. Esa fecha se utilizó luego para la celebración de Navidad. Juan Crisóstomo también abogó por una fecha del 25 de diciembre a fines del siglo IV, basando su argumento en la suposición de que la ofrenda de incienso mencionada en Lucas 1:8-11 se refiere a la ofrenda de incienso por un sumo sacerdote en Yom Kipur (principios de octubre) y contando quince meses hacia adelante. Sin embargo, esto fue muy probablemente una justificación retrospectiva de una elección ya hecha en lugar de un intento genuino de derivar la fecha de nacimiento correcta. Por último, el 25 de diciembre podría ser una referencia a la fecha de la Fiesta de la Dedicación, que se produce el 25 de Kislev del calendario judío. Esto requeriría que los primeros cristianos simplemente tradujeran Kislev directamente a diciembre.

      Nacimiento e Infancia
      Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente de los evangelios de Mateo 1:18, 2:23 y Lucas 1:5, 2:52. No hay relatos de este tipo en los evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones de Mateo y Lucas difieren entre sí:

      El Evangelio de Mateo:
      -María y su esposo, José, viven (según parece, pues no se relata ningún viaje) en Belén.
      -María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías que su hijo será el Mesías que esperan los judíos, Mateo 1:19-21.

      Libro del Profeta Isaias 7:14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

      -Unos magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el «rey de los judíos que acaba de nacer» con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes el Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño.
      -De nuevo, el ángel visita a José (Mateo 2:13) y le advierte de la inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye a Egipto y permanece allí hasta la muerte del monarca (de nuevo notificada a José por el ángel, que se le presenta por tercera vez: Evangelio de Mateo 2:19-23. Entonces, José se instala con su familia en Nazaret, en Galilea.

      El Evangelio de Lucas:
      -María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. 
      -La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista ―ya que en este evangelio, María e Isabel, madre del Bautista, son parientes― y el nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel (lo que se conoce como Anunciación:
      Lucas 1:26-38).
      -El emperador Augusto ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores.
      -Lucas añade además breves relatos sobre la circuncisión de Jesús, sobre su presentación en el Templo y su encuentro con los doctores en el Templo de Jerusalén, en un viaje realizado con motivo de la Pascua, cuando contaba doce años.
      -En los evangelios de Mateo y de Lucas aparecen sendas genealogías de Jesús (Mateo 1:2-16; Lucas 3:23-38). La de Mateo se remonta al patriarca Abraham, y la de Lucas a Adán, el primer hombre según el Génesis. Estas dos genealogías son idénticas entre Abrahán y David, pero difieren a partir de este último, ya que la de Mateo hace a Jesús descendiente de Salomón, mientras que, según Lucas, su linaje procedería de Natam, otro de los hijos de David. En ambos casos, lo que se muestra es la ascendencia de José, a pesar de que, según los relatos de la infancia, éste solo habría sido el padre putativo de Jesús.

      ¿Qué sucedió durante la niñez de Jesús?
      A excepción de Lucas 2:41-52, la Biblia no nos dice nada acerca de la juventud de Jesús. De este incidente, sabemos ciertas cosas acerca de la niñez de Jesús. Primero, que Él era el hijo de unos padres que eran devotos en sus observancias religiosas. Como era requerido por su fe, José y María hacían una peregrinación anual a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua. Adicionalmente, ellos llevaron a su hijo de 12 años para celebrar Su primera Fiesta en preparación para Su bar mitzvah que sería a la edad de 13 años, cuando los niños judíos conmemoran su paso a la adultez. Aquí vemos a un típico niño en una típica familia de esos días. También vemos en esta historia que la permanencia de Jesús en el templo no fue ni maliciosa ni desobediente, sino el resultado natural de Su conocimiento de que Él tenía que estar en los negocios de Su Padre. El hecho de que Él había asombrado a los maestros del templo con Su sabiduría y conocimiento, habla de sus extraordinarias habilidades, mientras que el hecho de escuchar y hacerles preguntas a Sus maestros, demuestra que Él era totalmente respetuoso, asumiendo el papel de un estudiante como correspondía a un niño de Su edad. De este incidente hasta Su bautismo a la edad de 30 años, todo lo que sabemos de la juventud de Jesús es que Él se fue de Jerusalén y regresó a Nazaret con Sus padres y “era obediente a ellos” (Lucas 2:51).

      Él cumplió Su deber con sus padres terrenales en sumisión al quinto mandamiento, una parte esencial de la perfecta obediencia a la ley de Moisés, la cual Él cumplió a favor nuestro. Más allá de eso, todo lo que sabemos es que “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. ” (Lucas 2:52). Evidentemente, esto es todo lo que Dios determinó que necesitábamos saber. Hay algunos escrito extra-bíblicos que contienen historias de la juventud de Jesús (el Evangelio de Tomás, por ejemplo). Pero no tenemos manera de saber si algunas de estas historias son verdaderas y confiables. Dios eligió no decirnos mucho acerca de la niñez de Jesús – así que solo debemos confiar en Él, de que nos ha informado todo lo que necesitamos saber. El Niño Jesús entre los doctores o la Disputa con los doctores es el nombre dado a un pasaje del evangelio de Lucas (Lucas 2:41-50), donde se relata la presencia de Jesús entre los denominados doctores de la religión hebrea. También se encuentra en el evangelio Apócrifo Árabe de la Infancia de Jesús. Los padres de Jesús, María y José, acudían todos los años a Jerusalén por la Fiesta de Pascua (Celebración del Éxodo de Egipto) A la edad de doce años y con ocasión de la visita a la ciudad, Jesús desapareció de la vista de María y José para dirigirse al Templo de Jerusalén. Allí transcurrió un tiempo escuchando y preguntando a los doctores del Templo, quienes quedaron asombrados por sus conocimientos teológicos. Tardaron tres días en encontrarlo y, al hacerlo, María le recriminó la preocupación que le había causado a ella y a José, a lo que Jesús respondió, «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debía estar en las cosas de mi Padre?» Lucas 2:49. Los evangelios constituyen el último de los relatos de la infancia de Jesús. Hasta ese momento, en el propio evangelio de Lucas (Lucas 2:51), Jesús se había mostrado obediente con sus padres hasta el extremo de ser ejemplar. En la interpretación profetica, los tres días de separación de sus padres, en especial de María, se muestran como un signo de lo que será la Redención con el sacrificio del Dios Hijo al Dios Padre y la muerte en la cruz. Es la primera ocasión en la que Jesús muestra lo que será su actividad de predicación: El diálogo con los demás, en vez de la mera transmisión de las normas.

      Jesús pasó su niñez y juventud en una aldea de montaña. No había en la tierra lugar que no habría resultado honrado por su presencia. Habría sido un privilegio para los palacios reales recibirle como huésped. Pero él pasó por alto las mansiones de los ricos, las cortes reales y los renombrados atrios del saber, para vivir en el obscuro y despreciado pueblo de Nazaret. Es admirable por su significado el breve relato de sus primeros años. En el resplandor del rostro de su Padre, Jesús. Su inteligencia era viva y aguda; tenía una reflexión y una sabiduría que superaban a sus años. Sin embargo, su carácter era de hermosa simetría. Las facultades de su intelecto y de su cuerpo se desarrollaban gradualmente, en armonía con las leyes de la niñez. Durante su infancia, Jesús manifestó una disposición especialmente amable. Sus manos voluntarias estaban siempre listas para servir a otros. Revelaba una paciencia que nada podía perturbar, y una veracidad que nunca sacrificaba la integridad. En los buenos principios, era firme como una roca, y su vida revelaba la gracia de una cortesía desinteresada. Con profundo interés, la madre de Jesús miraba el desarrollo de sus facultades, y contemplaba la perfección de su carácter. Con deleite trataba de estimular esa mentalidad inteligente y receptiva. Mediante el Espíritu Santo recibió sabiduría para cooperar con los agentes celestiales en el desarrollo de este niño que no tenía otro padre que Dios. Desde los tiempos más remotos, los fieles de Israel habían prestado mucha atención a la educación de la juventud. El Señor había indicado que, desde la más tierna infancia, debía enseñarse a los niños su bondad y grandeza, especialmente en la forma en que se revelaban en la ley divina y en la historia de Israel.

      Los cantos, las oraciones y las lecciones de las Escrituras debían adaptarse a los intelectos en desarrollo. Los padres debían enseñar a sus hijos que la ley de Dios es una expresión de su carácter, y que al recibir los principios de la ley en el corazón, la imagen de Dios se grababa en la mente y el alma. Gran parte de la enseñanza era oral; pero los jóvenes aprendían también a leer los escritos hebreos; y podían estudiar los pergaminos del Antiguo Testamento. En los días de Cristo, el pueblo o ciudad que no hacía provisión para la instrucción religiosa de los jóvenes, se consideraba bajo la maldición de Dios. Sin embargo, la enseñanza había llegado a ser formalista. La tradición había suplantado en gran medida a las Escrituras. La verdadera educación debía inducir a los jóvenes a que "buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen." Pero los maestros judíos dedicaban su atención al ceremonial. Llenaban las mentes de asuntos inútiles para el estudiante, que no podían ser reconocidos en la escuela superior del cielo. La experiencia que se obtiene por una aceptación personal de la Palabra de Dios, no tenía cabida en su sistema educativo. Absortos en las ceremonias externas, los alumnos no encontraban tiempo para pasar horas de quietud con Dios. No oían su voz que hablaba al corazón. En su búsqueda de conocimiento, se apartaban de la Fuente de la sabiduría. Los grandes hechos esenciales del servicio de Dios eran descuidados. Los principios de la ley eran obscurecidos. Lo que se consideraba como educación superior, era el mayor obstáculo para el desarrollo verdadero. Bajo la preparación que daban los rabinos, las facultades de la juventud eran reprimidas. Su intelecto se paralizaba y estrechaba. El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre. Y al pasar de la niñez a la adolescencia, no frecuentó las escuelas de los rabinos. No necesitaba la instrucción que podía obtenerse de tales fuentes, porque Dios era su instructor. La pregunta hecha durante el ministerio del Salvador "¿Cómo sabe éste letras, no habiendo aprendido?" no indica que Jesús no sabía leer, sino meramente que no había recibido una educación rabínica.

      Puesto que él adquirió saber como nosotros podemos adquirirlo, su conocimiento íntimo de las Escrituras nos demuestra cuán diligentemente dedicó sus primeros años al estudio de la Palabra de Dios. Delante de él se extendía la gran biblioteca de las obras de Dios. El que había hecho todas las cosas, estudió las lecciones que su propia mano había escrito en la tierra, el mar y el cielo. Apartado de los caminos profanos del mundo, adquiría conocimiento científico de la naturaleza. Estudiaba la vida de las plantas, los animales y los hombres. Desde sus más tiernos años, fue dominado por un propósito: vivió para beneficiar a otros. Para ello, hallaba recursos en la naturaleza; al estudiar la vida de las plantas y de los animales concebía nuevas ideas de los medios y modos de realizarlo. Continuamente trataba de sacar de las cosas que veía ilustraciones con las cuales presentar los vivos oráculos de Dios. Las parábolas mediante las cuales, durante su ministerio, le gustaba enseñar sus lecciones de verdad, demuestran cuán abierto estaba su espíritu a la influencia de la naturaleza, y cómo había obtenido enseñanzas espirituales de las cosas que le rodeaban en la vida diaria. Así se revelaba a Jesús el significado de la Palabra y las obras de Dios, mientras trataba de comprender la razón de las cosas que veía. Le acompañaban los seres celestiales, y se gozaba cultivando santos pensamientos y comuniones. Desde el primer destello de la inteligencia, estuvo constantemente creciendo en gracia espiritual y conocimiento de la verdad. Todo niño puede aprender como Jesús. Mientras tratemos de familiarizarnos con nuestro Padre celestial mediante su Palabra, los ángeles se nos acercarán, nuestro intelecto se fortalecerá, nuestro carácter se elevará y refinará. Llegaremos a ser más semejantes a nuestro Salvador. Y mientras contemplemos la hermosura y grandiosidad de la naturaleza, nuestros afectos se elevarán a Dios. Mientras el espíritu se prosterna asombrado, el alma se vigoriza poniéndose en contacto con el ser infinito mediante sus obras. La comunión con Dios por medio de la oración desarrolla las facultades mentales y morales, y las espirituales se fortalecen mientras cultivamos pensamientos relativos a las cosas espirituales. La vida de Jesús estuvo en armonía con Dios. Mientras era niño, pensaba y hablaba como niño; pero ningún vestigio de pecado mancilló la imagen de Dios en él. Sin embargo, no estuvo exento de tentación. Los habitantes de Nazaret eran proverbiales por su maldad.

      La pregunta que hizo Natanael: "¿De Nazaret puede haber algo de bueno?", demuestra la poca estima en que se los tenía generalmente. Jesús fue colocado donde su carácter iba a ser probado. Le era necesario estar constantemente en guardia a fin de conservar su pureza. Estuvo sujeto a todos los conflictos que nosotros tenemos que arrastrar, a fin de sernos un ejemplo en la niñez, la adolescencia y la edad adulta. Satanás fue incansable en sus esfuerzos por vencer al Niño de Nazaret. Desde sus primeros años Jesús fue guardado por los ángeles celestiales; sin embargo, su vida fue una larga lucha contra las potestades de las tinieblas. El que hubiese en la tierra una vida libre de la contaminación del mal era algo que ofendía y dejaba perplejo al príncipe de las tinieblas. Los padres de Jesús eran pobres y dependían de su trabajo diario para su sostén. El conoció la pobreza, la abnegación y las privaciones. Esto fue para él una salvaguardia. En su vida laboriosa, no había momentos ociosos que invitasen a la tentación. No había horas vacías que preparasen el camino para las compañías corruptas. En cuanto le era posible, cerraba la puerta al tentador. Ni la ganancia ni el placer, ni los aplausos ni la censura, podían inducirle a consentir en un acto pecaminoso. Era sabio para discernir el mal, y fuerte para resistirlo. Jesus fue el único ser que vivió sin pecar en esta tierra. Sin embargo, durante casi treinta años moró entre los perversos habitantes de Nazaret. Este hecho es una reprensión para los que creen que dependen del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir una vida sin mácula. La tentación, la pobreza, la adversidad son la disciplina que se necesita para desarrollar pureza y firmeza. Jesús vivió en un hogar de artesanos, y con fidelidad y alegría desempeñó su parte en llevar las cargas de la familia. Siendo Dios, ahora era un siervo voluntario, un hijo amante y obediente.

      Aprendió un oficio, y con sus propias manos trabajaba en la carpintería con José. Vestido como un obrero común, recorría las calles de la pequeña ciudad, yendo a su humilde trabajo y volviendo de él. No empleaba su poder divino para disminuir sus cargas ni aliviar su trabajo. Mientras Jesús trabajaba en su niñez y juventud, su mente y cuerpo se desarrollaban. No empleaba temerariamente sus facultades físicas, sino de una manera que las conservase en buena salud, a fin de ejecutar el mejor trabajo en todo ramo. No quería ser deficiente ni aun en el manejo de las herramientas. Fue perfecto como obrero, como lo fue en carácter. Por su ejemplo, nos enseñó que es nuestro deber ser laboriosos, y que nuestro trabajo debe cumplirse con exactitud y esmero, y que una labor tal es honorable. El ejercicio que enseña a las manos a ser útiles, y prepara a los jóvenes para llevar su parte de las cargas de la vida, da fuerza física y desarrolla toda facultad. Todos deben hallar algo que hacer benéfico para sí y para otros. Dios nos asignó el trabajo como una bendición, y sólo el obrero diligente halla la verdadera gloria y el gozo de la vida. La aprobación de Dios descansa con amante seguridad sobre los niños y jóvenes que alegremente asumen su parte en los deberes de la familia, y comparten las cargas de sus padres. Los tales, al salir del hogar, serán miembros útiles de la sociedad. Durante toda su vida terrenal, Jesús trabajó con fervor y constancia. Esperaba mucho resultado; por lo tanto intentaba grandes cosas.

      Después que hubo entrado en su ministerio, dijo: "Conviéneme obrar las obras del que me envió, entretanto que el día dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar." Jesús no rehuyó los cuidados y la responsabilidad, como los rehuyen muchos que profesan seguirle. Y debido a que tratan de eludir esta disciplina, muchos son débiles y faltos de eficiencia. Tal vez posean rasgos preciosos y amables, pero son cobardes y casi inútiles cuando se han de arrostrar dificultades y superar obstáculos. El carácter positivo y enérgico, sólido y fuerte que manifestó Cristo, debe desarrollarse en nosotros, mediante la misma disciplina que él soportó. Y a nosotros se nos ofrece la gracia que recibió él. Mientras vivió entre los hombres, nuestro Salvador compartió la suerte de los pobres. Conoció por experiencia sus cuidados y penurias, y podía consolar y estimular a todos los humildes trabajadores. Los que tienen un verdadero concepto de la enseñanza de su vida, no creerán nunca que deba hacerse distinción entre las clases, que los ricos han de ser honrados más que los pobres dignos. Jesús trabajaba con alegría y tacto.

      Se necesita mucha paciencia y espiritualidad para introducir la religión de la Biblia en la vida familiar y en el taller; para soportar la tensión de los negocios mundanales, y, sin embargo, continuar deseando sinceramente la gloria de Dios. En esto Cristo fue un ayudador. Nunca estuvo tan embargado por los cuidados de este mundo que no tuviese tiempo o pensamientos para las cosas celestiales. A menudo expresaba su alegría cantando salmos e himnos celestiales. A menudo los moradores de Nazaret oían su voz que se elevaba en alabanza y agradecimiento a Dios. Mantenía comunión con el Cielo mediante el canto; y cuando sus compañeros se quejaban por el cansancio, eran alegrados por la dulce melodía que brotaba de sus labios. Sus alabanzas parecían ahuyentar a los malos ángeles, y como incienso, llenaban el lugar de fragancia. La mente de los que le oían se alejaba del destierro que aquí sufrían para elevarse a la patria celestial.

      Jesús era la fuente de la misericordia sanadora para el mundo; y durante todos aquellos años de reclusión en Nazaret, su vida se derramó en raudales de simpatía y ternura. Aquel cuya palabra sostenía los mundos podía agacharse a aliviar un pájaro herido. No había nada tan insignificante que no mereciese su atención o sus servicios. Así, mientras crecía en sabiduría y estatura, Jesús crecía en gracia para con Dios y los hombres. Se granjeaba la simpatía de todos tos corazones, mostrándose capaz de simpatizar con todos. La atmósfera de esperanza y de valor que le rodeaba hacía de él una bendición en todo hogar. Y a menudo, en la sinagoga, los sábados, se le pedía que leyese la lección de los profetas, y el corazón de los oyentes se conmovía al ver irradiar una nueva luz de las palabras familiares del texto sagrado. Sin embargo, Jesús rehuía la ostentación. Durante todos los años de su estadía en Nazaret, no manifestó su poder milagroso. No buscó ninguna posición elevada, ni asumió títulos. Su vida tranquila y sencilla, y aun el silencio de las Escrituras acerca de sus primeros años, nos enseñan una lección importante.

      Cuanto más tranquila y sencilla sea la vida del niño, cuanto más libre de excitación artificial y más en armonía con la naturaleza, más favorable será para el vigor físico y mental y para la fuerza espiritual. Jesús es nuestro ejemplo. Son muchos los que se espacian con interés en el período de su ministerio público, mientras pasan por alto la enseñanza de sus primeros años. Pero es en su vida familiar donde es el modelo para todos los niños y jóvenes. El Salvador condescendió en ser pobre, a fin de enseñarnos cuán íntimamente podemos andar con Dios nosotros los de suerte humilde. Vivió para agradar, honrar y glorificar a su Padre en las cosas comunes de la vida. Empezó su obra consagrando el humilde oficio del artesano que trabaja para ganarse el pan cotidiano. Estaba haciendo el servicio de Dios tanto cuando trabajaba en el banco del carpintero como cuando hacía milagros para la muchedumbre. Y todo joven que siga fiel y obedientemente el ejemplo de Cristo en su humilde hogar, puede aferrarse a estas palabras que el Padre dijo de él por el Espíritu Santo: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma toma contentamiento."

      José de Nazaret en el Nuevo Testamento
      José de Nazaret (heb.יוסף הקדוש) fue, en el cristianismo y según diversos textos neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). De condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1:1-17 Lucas 3:23-38, lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. En efecto, el evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lucas 2:41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los Evangelios canónicos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mateo 1:18), que implica su fidelidad a la Ley y su santidad. La figura de José fue contemplada y admirada por diversos Padres y Doctores de la Iglesia y es hoy objeto de estudio de una rama particular de la Teología, la Josefología.

      El evangelio de Mateo 1:18-24 muestra parte del drama que vivió José de Nazaret al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla, en secreto porque era justo, porque no quería que fuera apedreada según lo dispuesto en la Ley (Deuteronomio 22:20-21). La Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén interpreta que la justicia de José consistió en no querer encubrir con su nombre a un niño cuyo padre ignoraba, pero también en que, convencido de la virtud de María, se negaba a entregarla al riguroso procedimiento de la Ley. Según el evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños que ella concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María (Mateo 1:20-24). Luego, antes que Herodes el Grande ordenara matar a los niños menores de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su madre y huyó a Egipto (Mateo 2:13-18). Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de Galilea, a Nazaret (Mateo 2:19-23) Según el evangelio de Lucas, Nazaret había sido el lugar de residencia de María, ya desposada con José, cuando acaeció la Anunciación (Lucas 1:26-38).

      Significado del nombre, y oficio de José
      José (o Joseph en su transcripción arcaica al español, usada hasta inicios del Siglo XIX) es un nombre masculino de origen hebreo que deriva de yôsef (יוסף) «añada», del verbo lehosif (להוסיף) «añadir». La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis.

      Génesis 30:22-24
      22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. 23 Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; 24 y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo.» 

      El hecho de que José de Nazaret sea mencionado como padre putativo de Jesús, habría dado lugar en castellano al acrónimo Pepe, resultante del conjunto de ambas iniciales. Sin embargo otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español). El evangelio de Mateo en griego señala que Jesús de Nazaret era «hijo del artesano» (Mateo 13:55ay el evangelio de Marcos expresa que a Jesús mismo le hacían de ese oficio: «¿No es éste el artesano?» (Marcos 6:3). El término griego usado en ambos casos, «τεχτων», no corresponde específicamente a «carpintero», sino a «artesano», a «obrero», aunque más frecuentemente se diga de José que era carpintero. De hecho, así se lo suele traducir en la mayoría de las Biblias, incluyendo la Biblia de Jerusalén: «¿No es éste (Jesús) el hijo del carpintero?» (Mateo 13:55a). Entre los judíos, el año duodécimo era la línea de demarcación entre la niñez y la adolescencia. Al cumplir ese año, el niño hebreo era llamado hijo de la ley y también hijo de Dios. Se le daban oportunidades especiales para instruirse en la religión, y se esperaba que participase en sus fiestas y ritos sagrados. De acuerdo con esta costumbre, Jesús hizo en su niñez una visita de Pascua a Jerusalén. Como todos los israelitas devotos, José y María subían cada año para asistir a la Pascua; y cuando Jesús tuvo la edad requerida, le llevaron consigo.

      Había tres fiestas anuales: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de las Cabañas o Tabernaculos, en las cuales todos los hombres de Israel debían presentarse delante del Señor en Jerusalén. De estas fiestas, la Pascua era la más concurrida. Acudían muchos de todos los países donde se hallaban dispersos los judíos. De todas partes de Palestina, venían los adoradores en grandes multitudes. El viaje desde Galilea ocupaba varios días, y los viajeros se unían en grandes grupos para obtener compañía y protección. Las mujeres y los ancianos iban montados en bueyes o asnos en los lugares escabrosos del camino. Los hombres fuertes y los jóvenes viajaban a pie. El tiempo de la Pascua correspondía a fines de marzo o principios de abril, y todo el país era alegrado por las flores y el canto de los pájaros. A lo largo de todo el camino, había lugares memorables en la historia de Israel, y los padres y las madres relataban a sus hijos las maravillas que Dios había hecho en favor de su pueblo en los siglos pasados. Amenizaban su viaje con cantos y música, y cuando por fin se vislumbraban las torres de Jerusalén, todas las voces cantaban la triunfante estrofa: "En tus atrios descansarán nuestros pies ¡oh Jerusalen!... Reine la paz dentro de tus muros, y la abundancia en ... tus palacios."

      La observancia de la Pascua empezó con el nacimiento de la nación hebrea
      La última noche de servidumbre en Egipto, cuando aun no se veían indicios de liberación, Dios le ordenó que se preparase para una liberación inmediata. El había advertido al faraón del juicio final de los egipcios, e indicó a los hebreos que reuniesen a sus familias en sus moradas. Habiendo asperjado los dinteles de sus puertas con la sangre del cordero inmolado, habían de comer el cordero asado, con pan sin levadura y hierbas amargas. "Así habéis de comerlo --dijo,-- ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente: es la Pascua de Jehová." A la medianoche, todos los primogénitos de los egipcios perecieron. Entonces el rey envió a Israel el mensaje: "Salid de en medio de mi pueblo; . . . e id, servid a Jehová, como habéis dicho." Los hebreos salieron de Egipto como una nación independiente. El Señor había ordenado que la Pascua fuese observada anualmente. Éxodo 12:26-27.

      Y así, de generación en generación, había de repetirse la historia de esa liberación maravillosa.

      La Pascua iba seguida de los siete días de Panes Azimos o sin Levadura (Éxodo 29:2, 23; Números 6:15, 17, 19; Levíticos 2:4; 6:16-17; 7:12, 8, 2:26), como era ordenado por la Ley (Éxodo 23:18; 34:25; Levíticos 2:11). También se ordenó su uso para la fiesta de la Pascua (Éxodo 12:8, .15; 13:3, 6, 7; Números 9:11; Deuteronomio 16:3-4, 8). El segundo día de la fiesta, se presentaba una gavilla de cebada delante del Señor como primicias de la mies o cosecha del año. Todas las ceremonias de la fiesta eran figuras de la obra de Cristo. La liberación de Israel del yugo egipcio era una lección objetiva de la redención, que la Pascua estaba destinada a rememorar. El cordero inmolado, el pan sin levadura, la gavilla de las primicias, representaban al Salvador. Para la mayor parte del pueblo que vivía en los días de Cristo, la observancia de esta fiesta había degenerado en formalismo. Pero ¡cuál no era su significado para el Hijo de Dios!. Por primera vez, el niño Jesús miraba el templo. Veía a los sacerdotes de albos vestidos cumplir su solemne ministerio. Contemplaba la sangrante víctima sobre el altar del sacrificio. Juntamente con los adoradores, se inclinaba en oración mientras que la nube de incienso ascendía delante de Dios. Presenciaba los impresionantes ritos del servicio pascual. Día tras día, veía más claramente su significado. Todo acto parecía ligado con su propia vida.

      José y María esperaban que se le pudiese inducir a reverenciar a esos sabios y a prestar más diligente atención a sus requerimientos. Pero en el templo Jesús había sido enseñado por Dios, y empezó en seguida a impartir lo que había recibido. En aquel tiempo, una dependencia del templo servía de local para una escuela sagrada, semejante a las escuelas de los profetas. Allí rabinos eminentes se reunían con sus alumnos, y allí se dirigió el niño Jesús. Sentándose a los pies de aquellos hombres graves y sabios, escuchaba sus enseñanzas. Como quien busca sabiduría, interrogaba a esos maestros acerca de las profecías y de los acontecimientos que entonces ocurrían y señalaban el advenimiento del Mesías. Jesús se presentó como quien tiene sed del conocimiento de Dios. Sus preguntas sugerían verdades profundas que habían quedado obscurecidas desde hacía mucho tiempo, y que, sin embargo, eran vitales para la salvación de las almas. Al paso que cada pregunta revelaba cuán estrecha y superficial era la sabiduría de los sabios, les presentaba una lección divina, y hacía ver la verdad desde un nuevo punto de vista. Los rabinos sabían que Jesús no había recibido instrucción en sus escuelas; y, sin embargo, su comprensión de las profecías excedía en mucho a la suya. Dios estaba tratando de dar luz a aquellos dirigentes de Israel, y empleaba el único medio por el cual podían ser alcanzados. Su orgullo se habría negado a admitir que podían recibir instrucción de alguno. No querían admitir que no habían interpretado correctamente las Escrituras que pretendían enseñar. Se preguntaban unos a otros: ¿Cómo tiene este joven conocimiento no habiendo nunca aprendido?. La luz estaba resplandeciendo en las tinieblas; "mas las tinieblas no la comprendieron." Juan 1:5. Mientras tanto, José y María estaban en gran perplejidad y angustia. Al salir de Jerusalén habían perdido de vista a Jesús, y no sabían que se había quedado atrás. El país estaba entonces densamente poblado, y las caravanas de Galilea eran muy grandes. Había mucha confusión al salir de la ciudad.

      Mientras viajaban, el placer de andar con amigos y conocidos absorbió su atención, y no notaron la ausencia de Jesús hasta que llegó la noche. Entonces, al detenerse para descansar, echaron de menos la mano servicial de su hijo. Suponiendo que estaría con el grupo que los acompañaba, no sintieron ansiedad. Aunque era joven, habían confiado implícitamente en él esperando que cuando le necesitasen, estaría listo para ayudarles, anticipándose a sus menesteres como siempre lo había hecho. Pero ahora sus temores se despertaron. Le buscaron por toda la compañía, pero en vano. Estremeciéndose, recordaron cómo Herodes había tratado de destruirle en su infancia. Sombríos presentimientos llenaron sus corazones; y se hizo cada uno amargos reproches. Volviendo a Jerusalén, prosiguieron su búsqueda. Al día siguiente, mientras andaban entre los adoradores del templo, una voz familiar les llamó la atención. No podían equivocarse; no había otra voz como la suya, tan seria y ferviente, aunque tan melodiosa. En la escuela de los rabinos, encontraron a Jesús. Aunque llenos de regocijo, no podían olvidar su pesar y ansiedad. Cuando estuvo otra vez reunido con ellos, la madre le dijo, con palabras que implicaban un reproche: Lucas 2:48 Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. 49 Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?. Al hallarle en el templo, habían escuchado lo que sucedía entre él y los rabinos, y se habían asombrado de sus preguntas y respuestas. Sus palabras despertaron en ellos pensamientos que nunca habrían de olvidarse. Y la pregunta que les dirigiera encerraba una lección. "¿No sabíais --les dijo-- que en los negocios de mi Padre me conviene estar?".

      En la respuesta que dio a su madre, Jesús demostró por primera vez que comprendía su relación con Dios. Antes de su nacimiento, el ángel había dicho a María:
      Lucas 1:32-33.

      María había ponderado estas palabras en su corazón; sin embargo, aunque creía que su hijo había de ser el Mesías de Israel, no comprendía su misión. En esta ocasión, no entendió sus palabras; pero sabía que había negado que fuera hijo de José y se había declarado Hijo de Dios. Jesús no ignoraba su relación con sus padres terrenales. Desde Jerusalén volvió a casa con ellos, y les ayudó en su vida de trabajo. Ocultó en su corazón el misterio de su misión, esperando sumiso el momento señalado en que debía emprender su labor. Durante dieciocho años después de haber aseverado ser Hijo de Dios, reconoció el vínculo que le unía a la familia de Nazaret, y cumplió los deberes de hijo, hermano, amigo y ciudadano. Al revelársele a Jesús su misión en el templo, rehuyó el contacto de la multitud. Deseaba volver tranquilamente de Jerusalén, con aquellos que conocían el secreto de su vida. Mediante el servicio pascual, Dios estaba tratando de apartar a sus hijos de sus congojas mundanales, y recordarles la obra admirable que él realizara al librarlos de Egipto. El deseaba que viesen en esta obra una promesa de la liberación del pecado. Así como la sangre del cordero inmolado protegió los hogares de Israel, la sangre de Cristo había de salvar sus almas; pero podían ser salvos por Cristo únicamente en la medida en que por la fe se apropiaban la vida de él. No había virtud en el servicio simbólico, sino en la medida en que dirigía a los adoradores hacia Cristo como su Salvador personal. Dios deseaba que fuesen inducidos a estudiar y meditar con oración acerca de la misión de Cristo.

      El Salvador no sentía atracción por esas compañías. Jesús esperaba dirigir la atención de José y María a las profecías referentes a un Salvador que había de sufrir, mientras volviese solo con ellos de Jerusalén. Así como Jesús había estado separado de ella y ella le había buscado con pesar tres días, cuando fuese ofrecido por los pecados del mundo, lo volvería a perder tres días. Y cuando saliese de la tumba, su pesar se volvería a tornar en gozo. ¡Pero cuánto mejor habría soportado la angustia de su muerte si hubiese comprendido las Escrituras hacia las cuales trataba ahora de dirigir sus pensamientos!. Si José y María hubiesen fortalecido su ánimo en Dios, podrían haberse dado cuenta del carácter sagrado de su cometido, y no habrían perdido de vista a Jesús. Por la negligencia de un día, perdieron de vista al Salvador; pero el hallarle les costó tres días de ansiosa búsqueda. En nuestro trato mutuo, debemos tener cuidado de no olvidar a Jesús, ni pasar por alto el hecho de que no está con nosotros. Cuando nos dejamos absorber por las cosas mundanales de tal manera que no nos acordamos de Aquel en quien se concentra nuestra esperanza de vida eterna, nos separamos de Jesús. Esta es la razón por la cual existe con tanta frecuencia el desaliento entre los que profesan seguir a Cristo. Muchos asisten a los servicios religiosos, y se sienten refrigerados y consolados por la Palabra de Dios; pero por descuidar la meditación, la vigilancia y la oración, pierden la bendición, y se hallan más indigentes que antes de recibirla. Con frecuencia les parece que Dios los ha tratado duramente. No ven que ellos tienen la culpa. Mientras nos asociamos unos con otros, podemos ser una bendición mutua. Si pertenecemos a Cristo, nuestros pensamientos más dulces se referirán a él. Nos deleitaremos en hablar de él; y mientras hablemos unos a otros de su amor, nuestros corazones serán enternecidos por las influencias divinas. Contemplando la belleza de su carácter, seremos "transformados de gloria en gloria en la misma semejanza."

      La Adoración de los Paganos: Los Reyes Magos
      La palabra griega μαγοι (mάgoi) se traduce como “magos” en las versiones RVR60, LBLA, y RVA, mientras que en las versiones RVC y NIV usan la palabra “sabios”. Originalmente, la palabra generalmente se refiere a una clase de hombres sabios persas, y posiblemente sacerdotes, que eran intérpretes de señales especiales, sobre todo en la astrología. Con el tiempo, la palabra fue utilizada de diversas maneras para referirse a personas con conocimientos y habilidades sobrenaturales, magos, o incluso engañadores o embaucadores. Los Padres de la Iglesia reconocían en la adoración del Niño por los Reyes Magos, la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos no eran parte del pueblo de Israel, pero supieron utilizar sus conocimientos (astronomía) para descubrir al Salvador. Se cumplió primero en ellos la profecía de que por medio de Israel, Dios se manifestaría a todos los hombres. Jesús vino para salvar a todos, no solo los judíos. Herodes descubre en el anuncio del nacimiento de un rey una amenaza para sus intereses. Utiliza la mentira con intenciones criminales. No se sentía seguro en su trono porque los judíos lo odiaban. Era hijo del idumeo Antipatro, quien ayudó a los romanos a conquistar a Palestina. Su título de rey se lo debía a los romanos y los judíos no aceptaban que un extranjero fuese su rey. Herodes se había casado con una princesa judía pero la mandó a asesinar junto con los hijos que tuvo con ella. Los sumos sacerdotes y los maestros de la ley, por su parte, supieron informar a los Reyes Magos sobre donde debía nacer el Mesías según las profecías (Miqueas 5:2): en Belén de Judá; sin embargo ellos mismos no fueron a adorarlo. Los magos buscaban a Dios en las estrellas, pero estas les guiaron para encontrarlo en la tierra, en la humildad, junto con María, Su Madre.

      ¿El relato bíblico de los magos apoya la historia tradicional que rodea a estos enigmáticos personajes? ¿Quiénes eran? ¿Cómo supieron sobre el Rey de los Judíos? ¿Cuántos eran? ¿Cuándo y dónde vieron al Señor Jesucristo?

      Muy posible los magos conocían algunas profecías mesiánicas de los judíos porque estos residían en todos los países, por eso llegaron a Jerusalén y acuden al palacio de Herodes preguntando por el rey de los judíos, cuya estrella habían visto. La narrativa original en el evangelio de Mateo habla solamente de unos Magos de Oriente, sin especificar su número, sus nombres o su medio de transporte, que efectivamente siguieron una estrella que los guiaba.

      he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño..” (Mateo 2:9). Evangelio de Mateo 2:1-2.

      El significado original de mάgoi en vista de lo mencionado aquí, probablemente sea: Sabios que interpretaban señales especiales. Existen al menos tres razones para identificarlos de ese modo:

      -En el relato dieron a conocer que estaban interesados en las señales en los cielos. 
      -La Biblia dice que eran “de Oriente,” lo cual estaba en la dirección de Babilonia y la antigua Persia.
      -De todos los pueblos de “Oriente,” los babilonios tuvieron muchas oportunidades de aprender sobre las Escrituras Judías, que contenían múltiples promesas sobre la venida del MesíasDaniel era un funcionario del gobierno influyente en Babilonia
      alrededor de 600 años a. C. y él predijo la venida del Mesías. Libro del Profeta Daniel 9:24-26.

      Además, decenas de miles de judíos vivían en
      Babilonia durante el tiempo del exilio (605-536 a. C.), y mantuvieron una gran presencia allí durante los siguientes siglos. Algunos académicos creen que el
      libro de Números informó a los magos sobre el niño que sería precedido por una estrella. (Números 24:17).

      Tal vez se les dijo sobre el nacimiento del Mesías por medio de un sueño. Después de todo, Dios les advirtió en sueños que no volvieran a Herodes después de haber visto al niño Jesús y de haberle presentado sus regalos (Mateo 2:12). Si bien estas son los dos sugerencias creíbles, no tenemos suficiente información sobre los magos para saberlo con seguridad. Sin embargo, podemos estar seguros de que estaban totalmente a la espera de poder contemplar a un niño que nació como “Rey de los Judíos”. Esta probablemente sea la razón por la que viajaron primero a Jerusalén, el lugar más probable para el nacimiento de un rey judío.

      La Tradición
      Según cuenta la tradición, pasados 12 días del nacimiento de Jesus llegaron a adorarlo Tres Reyes Magos provenientes de Oriente. Guiados por la estrella de Belén, los tres magos, de nombre Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron montados en un caballo, un camello y un elefante hasta donde se encontraba la sagrada familia y ofrecieron al neonato tres obsequios:

      Oro (representando las riquezas terrenales),
      Incienso (como símbolo de lo divino) y
      Mirra (en anticipación a los sufrimientos a los que se enfrentaría el redentor en su vida adulta).

      La gran mayoría de los detalles de la historia son adornos narrativos que se han ido añadiendo a través de los siglos en diferentes culturas cristianas. Las tradiciones populares han ido añadiendo detalles sobre lo que en verdad se conoce. Por ejemplo, se dice que los reyes eran, uno rubio, uno moreno, otro negro.

      ¿Cuántos reyes magos vinieron a ver a Jesús?
      Aunque hay himnos y tradiciones populares de la Navidad que nos dicen que tres reyes magos visitaron a Cristo, la Biblia no nos da el número de los magos. Hay poca o ninguna base bíblica o histórica para identificar a estas personas como reyes. Mateo escribió lo siguiente en relación con la visita de los "Reyes"
      Magos: 9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2:9-11).

      La opinión tradicional de que tres reyes magos viajaron a ver a Cristo se basa probablemente en el hecho que le dieron tres regalos. Sin embargo, ya que la Biblia no nos dice el número de magos, sólo podemos especular. Sabemos que por lo menos fueron dos magos y podrían haber sido muchos más. Algunos creen que la visita de los magos es un cumplimiento de lo que dice en: Libro del Profeta Isaías 60:3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.

      Si esto fuera verdad, esto proporcionaría apoyo a su identificación como reyes. Sin embargo, el contexto de este versículo parece estar hablando de algo diferente, y no hay ninguna indicación en el Nuevo Testamento de que los magos eran reyes. Además, Mateo estaba muy empeñado en identificar el cumplimiento de la profecía, ya que lo menciona tres veces sólo en el capítulo 2, pero no citó este evento como un cumplimiento de lo que dice en Isaías 60:3.

      ¿De China y Arabia?
      Recientemente, en base a un documento del siglo VIII conocido como "Revelación de los Reyes Magos”, algunos han afirmado que los magos eran de la China. Aunque la Biblia no descarta la China, hay algunos problemas con las afirmaciones hechas en el documento. Por ejemplo, los “magos” de la China eran descendientes de Set, (el Hijo que nació después de la muerte de Abel) quienes supuestamente les dieron una profecía acerca de una estrella que simbolizaría el nacimiento del Hijo de Dios. Si bien todos nosotros somos descendientes de Set, debemos recordar que todos los descendientes de Set que no eran descendientes de Noé fueron destruidos en el Diluvio. La información que estuvo a disposición para estos supuestos magos chinos habría estado a disposición de todos los descendientes de Noé.
      Además, se abriría la posibilidad de que habría algo de verdad profética en fuentes que no son la Palabra de Dios, pero la Biblia dice que a los judíos se les fue confiada la Palabra de Dios (Romanos 3:1-2). Hay una pequeña posibilidad de que los magos hayan sido de algún otro lugar y no de PersiaJustino Mártir los colocó en Arabia, pero habría sido una trayectoria de norte a sur, no de este a oeste. Tiene más sentido, que si llegaron de la China, habrían recibido su información durante los días de Salomón cuando la gente llegaba de todas partes para oír su sabiduría (1 Reyes 10:24). Ya que los magos eran una casta específica de alto nivel asociados con las estrellas y la sabiduría en Persia, y a la luz de la interpretación de la Escritura con la Escritura (donde se menciona que son de Babilonia—más tarde Persia—en Daniel), tiene más sentido pensar que vinieron de allí.

      ¿La Navidad? 
      Según el diccionario la Navidad es un término que proviene del latín "nativitas" que significa "nacimiento" o "natividad". Por otra parte, existen serias dudas de que el nacimiento de Jesús se produjera un 25 de diciembre. En la Biblia, Lucas habla de la actividad de los pastores de la zona en los días del nacimiento, cuidando a sus rebaños y a los corderos recién nacidos durante la noche, algo que sucede en primavera, y no en pleno invierno. Además, el 25 de diciembre es precisamente la fecha en que los romanos, que dominaban la región en aquél tiempo, celebraban sus Saturnales, una de sus festividades más importantes y para la que se adornaban calles y casas y se intercambiaban regalos. No es casualidad que, para evitar ser perseguidos, los primeros cristianos eligieran precisamente esa fecha para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Más tarde, en el siglo IV, cuando el Emperador Constantino adoptó oficialmente el Cristianismo, el 25 de diciembre se conservó como el día de la Navidad. El 25 de diciembre fue oficialmente reconocido como la fecha del nacimiento de Jesús en el año 345, por influencia de Juan Crisóstomo y Gregorio Nacianzo, aunque es casi comprobado que Jesús no nació el 25 de diciembre, según la Biblia, por las siguientes razones:

      - Las condiciones climáticas. Jesús no pudo haber nacido en invierno, porque como dice en: Evangelio de Lucas 2:8 había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.

      Entonces, los pastores estaban en el campo con sus rebaños a la intemperie y esto sería imposible el 25 de diciembre, porque en el hemisferio norte, el invierno comienza el 21 de diciembre y en el sur empieza el verano.

      - Las costumbres de las tierras bíblicas. Los pastores de Israel traían sus rebaños del campo a los rediles siempre antes del 15 de octubre, esto prueba la imposibilidad de que el nacimiento de Cristo sea el 25 de diciembre.
      - El nacimiento de Juan el Bautista. En Lucas 1:24-38 vemos que Jesús es menor que Juan el Bautista, su primo, exactamente seis meses. Elizabeth tenía ya seis meses de embarazo cuando María concibió sobrenaturalmente a Jesús. Veamos la fecha del nacimiento para dar un aproximado del la verdadera fecha del nacimiento de Jesús. Zacarías, el padre de Juan, era un sacerdote que ejercía su ministerio en Jerusalén. El ritual judío establecía que cada sacerdote tenía un tiempo definido del año en que servía en el templo. Según en el: 1 de Crónicas 24:7 La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, 8 la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, 9 la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín,

      Habían 24 turnos de servicio durante el año religioso judío, confirmado por el historiador judío Flavio Josefo en su libro “Antigüedades de los judíos" donde cuenta que cada uno de estos turnos o cursos de servicio duraban una semana y que después de seis meses cada sacerdote repetía su turno sirviendo en total dos veces al año. En Lucas 1, vemos que Zacarías pertenecía a la clase de Abías y servía en el templo según le correspondía a los de su clase (versos 5,8). Esta fecha del año correspondiente a esta clase era el octavo en orden, de acuerdo a 1 Crónicas 24:10. Es decir, entre el 27 de Iyar y el 5 de Siván, que en nuestro calendario equivalen a la semana del 1 al 8 de junio. Después de esta semana, Zacarías debió quedarse a ministrar por siete días más porque era obligación de todos los sacerdotes prestar servicio conjunto en las fiestas religiosas judías (que en estas fechas era Pentecostés). Terminando su ministerio regresó a su casa. Y como dice Lucas 1:23-24 su esposa concibió a Juan. Por eso es muy probable que Juan fue engendrado a mediados del mes de junio, por lo que nació nueve meses después, es decir, a mediados del mes de marzo. En Lucas 1:26 y 36 nos da a entender que Jesús era menor que Juan por seis meses. Así que si sumamos seis meses a la fecha de nacimiento de Juan en marzo, veremos que la fecha del nacimiento de Jesús corresponde a setiembre, fecha que concuerda con el relato bíblico de los pastores y sus rebaños en el campo, porque evidentemente no era invierno, si no comienzos del otoño en la zona de Israel. Lucas 1:26-27, 36-37. La fecha no es lo más importante, todo lo que se diga en cuanto a fechas son nada más que probabilidades. Lo importante es que Jesús vino al mundo a morir por nosotros en la cruz y ese es el verdadero sentido de la Navidad y nosotros debemos recordarlo siempre. Navidad es Jesús.

      Los Padres de la Iglesia
      La fiesta de la Navidad no está incluida en la lista de festividades cristianas de Ireneo ni en la lista de Tertuliano acerca del mismo tema, las cuales son las listas más antiguas que se conocen. La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en Alejandría, cerca del año 200 d. C., cuando Clemente de Alejandría indica que ciertos teólogos egipcios “muy curiosos” asignan no solo el año sino también el día real del nacimiento de Cristo como 25 pashons copto (20 de mayo) (El idioma copto o lengua copta es el nombre utilizado para referirse a la última etapa del idioma egipcio antiguo). En el vigésimo octavo año de Augusto. Desde 221, en la obra Chronographiai, Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús. Para la época del Concilio de Nicea I en 325 d. C. la Iglesia Alejandrina ya había fijado el Díes nativitatis et epifaníae.

      Adopción de la fecha de Navidad como 25 de diciembre
      Existen diversas teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la Navidad. Según defiende William J. Thige, ya en el siglo III d. C. se celebraría el nacimiento de Jesucristo el 25 de diciembre, aún antes de que los romanos celebraran la fiesta del Sol invencible (Sol Invictus). Según otros autores, la celebración de esta fiesta el 25 de diciembre se debe a la antigua celebración Romana del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis), adaptada por la Iglesia católica en el siglo III d. C. para permitir la conversión de los pueblos paganos. En Antioquía, probablemente en 386 d. C., Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre, aunque parte de la comunidad ya guardaba ese día por lo menos desde diez años antes. En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha. En Roma, puede ser confirmado solamente cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la sanción por el emperador Constantino. Finalmente el papa Liberio decreta este día como el nacimiento de Jesús de Nazaret en 354. La lectura atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de un banquete de Navidad en Constantinopla no sucedió sino hasta 379, bajo San Gregorio Nacianceno. La fiesta fue introducida en Antioquía hacia 380 d. C.. En Jerusalén, Egeria, en el siglo IV, atestiguó el banquete de la presentación, cuarenta días después del 6 de enero, el 15 de febrero, que debe haber sido la fecha de celebración del nacimiento. El banquete de diciembre alcanzó Egipto en el siglo V. Algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo IV como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtiera al cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos.

      La Navidad en la Primera Iglesia
      Sin embargo, los primeros discípulos de Cristo (llamados posteriormente cristianos en Hechos 11:26) no celebraban la Navidad, divergencias con respecto a la fecha del nacimiento han hecho que se adoptara el 25 de diciembre como fecha oficial de su natalicio y el 06 de enero como la Epifanía (Esto todavía se celebra en Argentina, Armenia, España, Ecuador, Perú, Paraguay, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Chile, Uruguay y Venezuela). Para las Iglesias Orientales la Epifanía es más importante que la Natividad, ya que es ese día cuando se da a conocer al mundo, en la persona de los extranjeros. Algunas tradiciones de la Navidad, particularmente las de Escandinavia, tienen su origen en la celebración germánica de Yule, como son el árbol de Navidad. La Navidad se conoce como Yule (o jul).

      Prohibición de la celebración de la Navidad
      Durante la Reforma protestante, la celebración del nacimiento de Cristo fue prohibida por algunas iglesias protestantes, llamándola "Trampas de los papistas" y hasta "Garras de la bestia", debido a su relación con el catolicismo y el paganismo antiguo. Después de la victoria parlamentaria contra el Rey Carlos I durante la Guerra civil inglesa en 1647, los gobernantes puritanos ingleses prohibieron la celebración de la Navidad. El pueblo se rebeló realizando varios motines hasta tomar ciudades importantes como Canterbury, donde decoraban las puertas con eslóganes que hablaban de la santidad de la fiesta. La Restauración de 1660 puso fin a la prohibición, pero muchos de los miembros del clero reformista, no conformes, rechazaban las celebraciones navideñas, utilizando argumentos puritanos. En la época colonial de los Estados Unidos, los puritanos de Nueva Inglaterra rechazaron la Navidad, y su celebración fue declarada ilegal en Boston de 1659 a 1681. Al mismo tiempo, los cristianos residentes de Virginia y Nueva York siguieron las celebraciones libremente. La Navidad cayó en desgracia en los Estados Unidos después de la Revolución, porque se consideraba una costumbre inglesa. En la década de 1820, las tensiones sectarias en Inglaterra se habían aliviado y algunos escritores británicos comenzaron a preocuparse, pues la Navidad estaba en vías de desaparición. Dado que imaginaban la Navidad como un tiempo de celebración sincero, hicieron esfuerzos para revivir la fiesta. El libro de Charles Dickens Un cuento de Navidad, publicado en 1843, desempeñó un importante papel en la reinvención de la fiesta de Navidad, haciendo hincapié en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración familiar. La Navidad fue declarada día feriado federal de los Estados Unidos en 1870, en ley firmada por el Presidente Ulysses S. Grant, pero aún es una fiesta muy discutida por los distintos líderes puritanos de la nación. Actualmente, los más serios estudiosos y eruditos de la Biblia coinciden en que Jesús no nació el 25 de Diciembre como la tradición cristiana nos dice. ¿Por qué?. Porque los pastores tenían a sus rebaños fuera, en el campo (Lucas 2.8) lo que implica que esto sucedió antes de Octubre. Y asimismo hay que tener en cuenta de que la razón del peregrinaje de José y su esposa embarazada, María, fue para ser censado. Ningún administrador romano que se respetara, hubiera requerido hacer un censo que implicara el viajar por Judea en la temporada en que ésta era intransitable. (Mateo 24:20).

      Continua en Jesucristo II: Bautismo-Vida Publica
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