Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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lunes, 6 de octubre de 2014

La Biblia V: Cánones III

Antiguo Testamento de la Biblia de Gutenberg.

Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento es —según el canon cristiano— la primera parte de la Biblia. Contiene el Pentateuco, y otras series de libros históricos, sapienciales y proféticos. En total se numeran en el Antiguo Testamento 39 libros en la versión protestante, 46 libros en la versión de la Iglesia católica, y 51 libros en la de la Iglesia ortodoxa.

Los judíos dividen los libros del Tanaj en tres grupos distintos: Torá (la Ley), Neviim (los Profetas) y Ketuvim (los Hagiógrafos). El grupo denominado testigos de Jehová prefiere la expresión Escrituras Hebreas para referirse a esta colección de libros.

En el judaísmo
El Antiguo Testamento de los cristianos en el judaísmo es llamado Tanaj, un acrónimo para Torá, Neviim y Ketuvim (Ley, Profetas y Escritos). El Tanaj consiste en la Torá de Moisés, el único libro considerado como dictado y escrito por Dios mismo y entregado a Moisés en el Monte Sinaí; los Profetas, que son los libros que se consideran como inspirados por Revelación Profética; y los Escritos, que son una colección de escritos poéticos e históricos que se consideran inspirados por el Ruaj haKodesh (Espíritu Santo). Puesto que Dios en su Torá manda no añadir ni quitar nada de la Torá de Moisés, toda escritura que viniese después es medida a la luz de la Torá. Así, los libros que menos se acoplan a la Torá son considerados menos inspirados y por tanto, menos importantes. Por este motivo, el judaísmo no considera los Escritos de los discípulos de Jesús como inspiración Divina, por tanto la Biblia judía solo se compone del Tanaj. Algunos grupos, entre ellos los judíos nazarenos y judíos mesiánicos (no reconocidos como judíos por ninguna denominación tradicional) consideran el llamado «Nuevo Testamento» como material importante de aprendizaje, al mismo nivel que el santo Zohar o el Talmud, pero nunca al mismo nivel que la Torá de Moisés, la cual es considerada «Ley perfecta» (Salmos 19:7), «para los hijos de nuestros hijos» (Deuteronomio 4:8-9), y como Jesús mismo enseñaría, la Torá es vigente «hasta que pasen los cielos y la Tierra» (Mateo 5:18).

Géneros literarios
El Antiguo Testamento es un texto muy complejo por estar compuesto por libros escritos en múltiples géneros y en distintas épocas históricas del pueblo hebreo. En cuanto a la mayoría de los libros, se pueden reconocer cuatro tradiciones literarias que los componen (de acuerdo con la hipótesis documentaria):

-Yahvista, que hace uso del término Yahveh para referirse a Dios, al que presenta antropomórfico, manifestado de forma humana. Este género es probablemente propio del reino hebreo del sur o de Judá.
-Elohísta, que hace uso del término Elohim para referirse a Dios, al que presenta más intrascendente. Este género es probablemente propio del reino hebreo del norte o de Israel.
-Sacerdotal, que se centra en cuestiones del culto judaico, y que incluye el relato que se encuentra al principio de todo el Antiguo Testamento: la primera versión de la Creación en el libro del Génesis (la segunda versión de la Creación viene inmediatamente después y es de tradición yavista).
-Deuteronómica, que se centra en el cumplimiento de la Ley, por haber sido escrita en lo que algunos han identificado como el hallazgo de la Ley en tiempos del rey Josías. Precisamente el libro del Deuteronomio pertenece a este género. 

Se pueden reconocer los siguientes géneros literarios en el Antiguo Testamento:

-Histórico. Abarca todos los textos en forma de relato. Incluye: historias reales, noveladas y ficticias; relatos populares (mitos, leyendas, sagas, cuentos); datos informativos, y biográficos; relatos que anuncian la venida del Mesías.
-LeyColecciones de normas y preceptos por los que se regía el pueblo hebreo, tanto en lo civil como en lo religioso.
-Profecía. Dichos y discursos pronunciados por un profeta (mensajero que habla en nombre de Dios). Incluye oráculos, relatos biográficos, visiones y acciones simbólicas.
-LíricaTextos poéticos, generalmente en verso, que expresan sentimientos y vivencias profundos. Incluye cantos de amor, elegías de dolor, poemas de oración.
-Sabiduría. Colecciones de sentencias, proverbios, alegorías y refranes que expresan de forma popular y razonada la experiencia de vida propia del sabio.

Libros del Antiguo Testamento
Pentateuco o Torá
-Génesis: El libro del Génesis relata la historia de la creación del mundo, el relato de la caída de Adán del jardín del Edén, la narración del Diluvio Universal, la historia de la Torre de Babel, el llamado del patriarca Abraham y la aparición de las 12 tribus de Israel que terminarían viviendo en Egipto.
-Éxodo: Los principales hechos del libro giran alrededor de la partida de los esclavos hebreos de Egipto, bajo el liderazgo de Moisés, y culmina fervorosamente con la entrega de la Sagrada Torá en el monte Sinaí.
-Levítico: Este libro trata los temas de las leyes referidas a los sacrificios, la consagración de los sacerdotes y las leyes referidas a la pureza y santidad; mayormente mandamientos para los grupos levitas y sacerdotales.
-Números: Este libro narra los mandamientos dados durante las estancias en el Sinaí, el desierto de Qades-Barnea y los llanos de Moab.
-Deuteronomio: Este libro relata lo que sucedió desde la entrega de las Tablas de la Ley hasta la llegada a los llanos de Moab. Es considerado el discurso final de Moisés antes de morir.

Libros Históricos
-Libro de Josué: Este libro narra la conquista de la Tierra Prometida y el reparto que Josué efectúa entre las diversas tribus. Luego trata algunos temas de la Asamblea de Siquem y de las disposiciones de Josué. Es considerado libro profético en el canon judío.
-Libro de los Jueces: Narra el período que va desde la muerte de Josué hasta el nacimiento de Samuel, un tiempo en que el pueblo de Israel ha abandonado su vida nómada y acaba de instalarse como semisedentarios primero y agricultores luego, habitando en casas de material o chozas de adobe. Es considerado libro profético en el canon judío.
-Libro de Rut: El libro narra la historia de Elimélec, un efrateo de Belén de Judá que emigró con su familia al país de Moab. Su mujer se llamaba Noemí y sus hijos, Majlón y Quilión. Al morir Elimélec, sus dos hijos se casaron con Orpá y Rut de Moab, respectivamente.
-Primer Libro de Samuel: Este libro cuenta la historia de Samuel y del reinado del rey Saúl hasta su muerte, incluyendo la guerra de los israelitas contra los filisteos y la gran hazaña del pastorcillo David al derrotar al gigante Goliat. Es considerado libro profético en el canon judío.
-Segundo Libro de Samuel: siendo la continuación de I Samuel, cuenta la historia de Israel a partir de la muerte del rey Saúl y el subsiguiente reinado de David, con un suplemento al final.
-Primer Libro de los Reyes: Este libro cuenta la historia del reinado de Salomón, hijo de David y de los reinos de Judá e Israel.
-Segundo Libro de los Reyes: En este libro continúa la historia de los reinos de Judá e Israel desde la muerte de Salomón hasta la caída de Samaria y de Jerusalén, cabe resaltar que todos los reyes israelitas hicieron lo malo a los ojos de Dios, entre ellos, Jeroboam, Omrí, Ahab y Jezabel, Oseas y Joacaz. También relata los milagros del profeta Eliseo y al final del libro se continúa la historia para culminar en el Exilio de Babilonia.
-I Crónicas o I Paralipómenos: Este libro en particular narra el período comprendido desde los orígenes hasta la muerte de David. Cuenta la historia desde Adán hasta Saúl en su primera mitad y luego la de David.
-II Crónicas o II Paralipómenos: Este libro en particular narra el período comprendido entre la muerte de David y la liberación final. Cuenta la historia de cada rey de manera muy esquemática y no exhaustiva, indicando en general: nombre del padre, nombre de la madre, duración del reinado, sucesor, lugar de la sepultura, principales acontecimientos y sincronía de cada uno de los reyes de Israel.
-Libro de Esdras: Esdras trata especialmente de la reconstrucción del Templo y de la organización legal del judaísmo.
-Libro de Nehemías: este libro narra la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, el arreglo del templo y las reformas llevadas a cabo por Nehemías.
-Libro de Tobías: Es parte del canon católico y ortodoxo mas no el de la mayoría de las iglesias protestantes y la religión judía . Este libro relata el acompañamiento que el arcángel Rafael hace a un joven lleno de fe, que va a buscar esposa y finalmente se casa luego de sortear enormes dificultades con la ayuda del ángel enviado por Dios. Es una apología de los valores familiares y humanos.
-Libro de Judit: El libro cuenta la historia de Judit hija de Merari en plena guerra de Israel contra el ejército asirio.
-Libro de Ester: Es de gran valor entre el pueblo judío, ya que narra la salvación de los judíos de un exterminio inminente preparado por Haman el amalecita. Dicha salvación se conmemora con la fiesta de Purim.
-I Macabeos: forma parte del canon católico y ortodoxo mas no del canon protestante y judio. Macabeos narra el intento de helenizar por la fuerza a los judíos por parte de Antíoco IV Epífanes.
-II Macabeos: El libro se centra en dos fiestas religiosas: la Dedicación del Templo luego de su reconstrucción (Jánuca), y el día en que Nicanor asedia el templo. También cuenta la historia de Heliodoro, y el martirio de Eléazaro, y de los siete hermanos y su madre. Al igual que I Macabeos, es parte del canon católico y ortodoxo mas no del de la mayoría de los protestantes y los judios

Libros Sapienciales
-Libro de Job: Éste libro, cuenta la historia de Job (Biblia), un hombre justo y temeroso de Dios que es probado duramente para ver si negaba a Dios y se apartaba de él.
-Libro de los Salmos: Este libro contiene salmos y oraciones, mayormente del rey David.
-Proverbios: son las enseñanzas de la filosofía teológica que enseñan al hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.
-Eclesiastés: Es el compendio de las meditaciones de Salomón. Tras investigar la vida y ver que todo es vanidad, discurre que lo único importante en la vida es guardar la Palabra de Dios, por la cual seremos juzgados.
-El Cantar de los Cantares: Trata de dos amantes, Salomón y Sulamit, que han sido obligados a separarse.
-Libro de la Sabiduría: pertenece al canon católico y ortodoxo. Este libro se dirige a los hermanos de su autor alertándolos sobre la ruina a los que los conducirán la idolatría y el ateísmo si se dejasen llevar por ellos.
-Libro del Eclesiástico: El libro está dirigido a los judíos piadosos que quieran vivir la vida según la Ley, sin olvidar a los paganos que quieran saber lo que les espera al convertirse en buenos judíos.

Libros Proféticos
Profetas mayores
-Libro de Isaías: Este libro contiene profecías con muy vivos destellos de tempranos sueños y aspiraciones de una redención universal para todos los pueblos de la tierra. La exégesis moderna lo divide en al menos tres grandes colecciones de poemas proféticos (Capítulos 1-35, 40-55 y 56-66), y un apéndice histórico (Capítulos 36-39), en parte paralelo o retomado de partes o pasajes de II Reyes.
-Libro de Jeremías: Este libro contiene la historia y profecías de Jeremías, un hidalgo judío sumamente sensible, que desde muy joven se sintió obligado a concienciar al pueblo de la necesidad de ser fieles y obedientes ante Dios. De manera insistente profetizó el exilio y destierro del pueblo y de los reyes de Judá por Nabucodonosor de Babilonia, por lo que muchas veces se metió en problemas con las autoridades civiles y religiosas del Reino de Judá.
-Libro de las Lamentaciones: Este libro contiene cuatro lamentaciones acróstico-alefáticas, y una oración, escritas con motivo de la devastación de Jerusalén tras caer en las manos de Nabucodonosor II. Evocan vivamente los horrores del sitio, caída y destrucción de Jerusalén, y la insondable pena de ver a los judíos humillados, marchando hacia el exilio, llevados como ovejas por los conquistadores babilonios.
-Libro de Baruc: Baruc o Baruj Es un texto que pertenece al canon católico y ortodoxo mas no al de la mayoría de los protestantes y judíos . Es una serie de documentos adscritos a Baruc o Baruj, escriba y secretario del profeta Jeremías, en donde se alecciona a los judíos sobre cómo afrontar y sobrellevar el exilio y cautiverio con responsabilidad y dignidad, y lealtad al Señor. Numerosos autores, así como editores de los escritos bíblicos, presentan como un cuerpo de texto independiente del cuerpo de este libro de Baruc, el Capítulo 6, que contiene una Epístola adscrita al profeta Jeremías.
-Libro de Ezequiel: En la introducción, Dios entrega al profeta los lineamientos de su misión profética, mientras que los capítulos siguientes detallan una larga serie de amenazas y futuros castigos para Jerusalén y Judá, para los falsos profetas y, en general, para todos los judíos que han pecado antes de la invasión de Nabucodonosor.
-Libro de Daniel: Este libro es la suma de hasta doce distintos documentos que relatan historias y visiones adscritas a Daniel, un sabio y consejero judío del exilio que prestó sus servicios en las cortes de reyes babilonios. En el canon judío, el libro de Daniel no es considerado parte de los libros de los Profetas, sino como parte de los Ketuvim (Escritos inspirados por el Ruaj haKodesh). En el canon católico se agrega la historia de Susana y la del Dragón

Profetas menores
-Libro de Oseas: Este libro relata una profecía que se divide en dos partes.
-Libro de Joel: El libro de Joel se encuentra dividido en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, una devastadora plaga de langostas destruye el país, produciendo una celebración penitencial entre las víctimas. La segunda parte trata acerca de los frutos de la penitencia y de la liberación que anuncia una redención futura.
-Libro de Amós: Este libro da un mensaje de advertencia hacia las naciones paganas y a los pecadores de Judá e Israel ya que serán juzgados por Yavé (Dios) y castigados pero eventualmente podrían ser perdonados.
-Libro de Abdías: El libro de Abdías profetiza la venganza de Yavé contra Edom, que llegará en 312 con su conquista por parte de los árabes.
-Libro de Jonás: El libro da cuenta del profeta Jonás y una historia bien conocida en la cual Dios manda a Jonás profetizar o predicar al pueblo de Nínive para persuadirlos de arrepentirse o recibir destrucción.
-Libro de Miqueas: Este libro trata sobre el castigo de Dios sobre el reino del norte por pecados como: idolatría, adoración de Baal, sacrificios, rituales de niños, magia y encantamientos.
-Libro de Nahúm: Nahúm profetiza la destrucción de Nínive, que simboliza la liberación de todas las esclavitudes.
-Libro de Habacuc: Este libro narra los días finales del Imperio Asirio y el principio del dominio de Babilonia a escala mundial bajo Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor.
-Libro de Sofonías: El libro de Sofonías es una invitación a la penitencia y una afirmación del amor de Dios hacia el pueblo.
-Libro de Ageo o Libro de Hageo: Este libro trata principalmente de la reconstrucción del Templo y se divide en cuatro discursos o sermones que se encuentran en orden cronológico.
-Libro de Zacarías: Este libro habla principalmente sobre la restauración del Templo y de Jerusalén y de la coronación del Sumo sacerdote Josué.
-Libro de Malaquías: Este es el último libro del Antiguo Testamento que reprocha las actitudes de las familias al separarse y el comportamiento de los sacerdotes por el no cumplimiento al culto divino.

Tabla
Los libros en disputa, incluido en un canon, pero no en otros, a menudo se llaman apócrifos bíblicos, un término que se utiliza a veces para describir específicamente los libros incluidos en los cánones católicos y ortodoxos que están ausentes en el texto masorético judío y en las biblias protestantes más modernas. Los católicos, siguiendo el Canon de Trento (1546), describen estos libros como deuterocanónicos, mientras que los cristianos ortodoxos griegos, tras el Sínodo de Jerusalén (1672), utilizan el nombre tradicional de anagignoskomena, que significa “lo que ha de ser leído”. También están presentes en algunas versiones protestantes históricas: la Biblia alemana de Lutero incluía tales libros, al igual que la Biblia del rey Jacobo (1611).
Tanaj
(Biblia judía)
(24 libros)​
Los libros en negrita forman parte del Ketuvim
Antiguo Testamento
Protestante
(39 libros)
Antiguo Testamento
Iglesia Católica
(46 libros)
Antiguo Testamento
Iglesia ortodoxa
(51 libros)
Idioma original
TorahPentateuco o los Cinco Libros de Moisés
BereishitGénesisGénesisGénesisHebreo
ShemotÉxodoÉxodoÉxodoHebreo
VayikraLevíticoLevíticoLevíticoHebreo
BamidbarNúmerosNúmerosNúmerosHebreo
DevarimDeuteronomioDeuteronomioDeuteronomioHebreo
Nevi'im (Profetas)Libros históricos
YehoshuaJosuéJosuéJosué (Iesous)Hebreo
ShofetimJuecesJuecesJuecesHebreo
Rut (Ruth)RutRutRutHebreo
Shemuel1 Samuel1 Samuel (1 Reyes)​1 Samuel (1 Reinos)​Hebreo
2 Samuel2 Samuel (2 Reyes)​2 Samuel (2 Reinos)​Hebreo
Melakhim1 Reyes1 Reyes (3 Reyes)​1 Reyes (3 Reinos)​Hebreo
2 Reyes2 Reyes (4 Reyes)​2 Reyes (4 Reinos)​Hebreo
Divrei Hayamim (Crónicas)1 Crónicas1 Crónicas (1 Paralipómenos)1 Crónicas (1 Paralipómenos)Hebreo
2 Crónicas2 Crónicas (2 Paralipómenos)2 Crónicas (2 Paralipómenos)Hebreo
1 EsdrasHebreo
Ezra-NehemiahEsdrasEsdras (1 Esdras)Esdras (2 Esdras)​Hebreo y Arameo
NehemíasNehemías (2 Esdras)Nehemías (2 Esdras)​Hebreo
Tobit (Tobias)Tobit (Tobias)Arameo (¿y Hebreo?)
JudithJudithHebreo
EstherEstherEsther​Esther​Hebreo
1 Macabeos​I MacabeosHebreo
2 Macabeos​II MacabeosGriego
III MacabeosGriego
IV Macabeos​Griego
Ketuvim (Escritos)Libros sapienciales
Iyov (Job)JobJobJobHebreo
Tehillim (Salmos)SalmosSalmosSalmos​Hebreo
Oración de ManasésGriego
Mishlei (Proverbios)ProverbiosProverbiosProverbiosHebreo
Qoheleth (Eclesiastés)EclesiastésEclesiastésEclesiastésHebreo
Shir Hashirim (Cantar de los Cantares)5Cantar de SalomónCantar de los CantaresCantar de los Cantares (Aisma Aismaton)Hebreo
SabiduríaSabiduríaGriego
Sirach (Eclesiástico)SirachHebreo
Nevi'im (Últimos Profetas)Profetas mayores
YeshayahuIsaíasIsaíasIsaíasHebreo
YirmeyahuJeremíasJeremíasJeremíasHebreo y Arameo
Eikhah (Lamentations)LamentacionesLamentacionesLamentacionesHebreo
Baruc​Baruc​Hebreo14
Carta de Jeremías​Griego (opinión mayoritaria)16
YekhezqelEzequielEzequielEzequielHebreo
DanielDanielDaniel​Daniel​Hebreo y Arameo
Profetas menores
Los Doce
or
Trei Asar
OseasOseasOseasHebreo
JoelJoelJoelHebreo
AmósAmósAmósHebreo
AbdíasAbdíasAbdíasHebreo
JonásJonásJonásHebreo
MiqueasMiqueasMiqueasHebreo
NahumNahumNahumHebreo
HabacucHabacucHabacucHebreo
SofoníasSofoníasSofoníasHebreo
HageoHageoHageoHebreo
ZacaríasZacaríasZacaríasHebreo
MalaquíasMalaquíasMalaquíasHebreo
Varios libros incluidos en el canon ortodoxo también se encuentran en el apéndice de la Biblia Vulgata Latina, que fue en su momento la Biblia oficial de la Iglesia católica.
Libros en el Apéndice de la Biblia Vulgata
Nombre en la VulgataNombre para los Ortodoxos orientales
3 Esdras1 Esdras
4 Esdras
Oración de ManasésOración de Manasés
Salmo de David, en el que mata a Goliat (Salmo 151)Salmo 151
El Antiguo Testamento en el catolicismo
La Iglesia católica siempre ha considerado los libros del Antiguo Testamento como inspirados. En el Concilio Vaticano II se encuentra un resumen del aspecto histórico-salvífico y del sentido de las experiencias del pueblo judío como fundamento de su inclusión en las fuentes de la revelación cristiana:

Dios amantísimo, buscando y preparando solícitamente la salvación de todo el género humano, con singular favor se eligió un pueblo, a quien confió sus promesas. Hecho, pues, el pacto con Abraham (cf. Genesis 15:18) y con el pueblo de Israel por medio de Moisés (cf. Éxodo 24:8), de tal forma se reveló con palabras y con obras a su pueblo elegido como el único Dios verdadero y vivo, que Israel experimentó cuáles fueran los caminos de Dios con los hombres y, hablando el mismo Dios por los profetas, los entendió más hondamente y con más claridad de día en día, y los difundió ampliamente entre las gentes (cf. Salmo 21, 28-29; 95, 1-3; Isaias 2, 1-4; Jeremias 3:17). La economía, pues, de la salvación pronunciada, narrada y explicada por los autores sagrados, se conserva como verdadera palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento; por lo cual estos libros inspirados por Dios conservan un valor perenne. Conc. Vaticano II, Const. Dei Verbum, 14.

Elaboración del canon
El Antiguo Testamento o Tanaj comenzó su canonización en el 450 a. C. y terminó su canonización en el concilio de Yavne (96 d. C.), por el Sanedrín del siglo I. Aunque el concilio de Yavne fue más una confirmación que canonización. El último libro en ser canonizado fue el libro de Daniel, en Yavne (Yamnia). Cuando se debatió si Cantar de los Cantares era simplemente un idilio amoroso, Rabí Akiva se levantó en su defensa (ver Halajá) diciendo que Salomón
estaba hablando inspirado por el Espíritu Santo, como un Midrash (romance metafórico) entre Dios y el pueblo de Israel.(También, por motivos similares se planteó la aceptación o rechazo de Eclesiastés y el rollo de Ester. El Sanhedrín consideró que Ester Salomón
estaban dotados del espíritu de profecía. Rabí Hanina (siglo I) tuvo un arduo trabajo alineando la teología del libro de Ezequiel con la Ley de Moisés. Gracias a eso al final el libro también fue aceptado en el canon.

El Sanedrín terminó listando a aquellos que escribieron el Tanaj“Moisés escribió la Torá y Job. Josué escribió su libro y (según ciertos sabios) los últimos 8 versos de Deuteronomio. El libro de Josué fue terminado por Eleazar y Finees. Samuel escribió su libro, Jueces y Rut. El libro de Samuel fue terminado por Gad y el profeta Natán. David escribió el libro de los Salmos, agregando sus cantos a los libros de los ancianos (Adam (Salmo 139:16), Melquizedec (Sal 110), Abraham (Salmo 89), Moisés (Salmo 90), Heman, Jedutún, Asaf y los tres hijos de Coré). Jeremías escribió su libro, Lamentaciones y Reyes. Ezequías y sus compañeros editaron los libros de Isaías, y de Salomón (proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés). Los hombres de la gran asamblea, (450 a.c.) editaron el libro de Ezequiel, los doce profetas menores, Daniel y el rollo de Ester (aunque estos fuesen originalmente escritos o dictados por sus respectivos autores). Esdras escribió su libro y las genealogías del libro de Crónicas. Crónicas fue terminado por Nehemías, hijo de Hacalías”.(Talmud; Bava Batra 14b-15a).

Más allá del Tanaj, no se considera canónico ningún libro, como dijera el Sanedrín: “Cuando Hageo, Zacarías, y Malaquías murieron, el Espíritu Santo dejó Israel”.

El cristianismo naciente no utilizaba el canon del Sanedrín, sino que utilizaba la versión griega llamada de los setenta. Por esta razón, la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa conservaron los llamados libros deuterocanónicos, que formaban parte del canon en las comunidades judías fuera de Palestina, (la versión griega llamada de los setenta). Por su parte, siglos después, el protestantismo, surgido durante el siglo XVI, rechazó el canon que utilizase la Iglesia católica y prefirió usar el canon del Sanedrín para su Antiguo Testamento.

Las Escrituras hebreas según los Testigos de Jehová
Los testigos de Jehová, a partir de una exégesis del texto de Pablo de Tarso, usan la expresión «Escrituras hebreas». Afirman que el contexto del párrafo y el sentido de la expresión griega correspondiente (διαθήκη / diathḗkē) alude al Pentateuco. Así, la expresión «Testamento» se referiría solo a esos libros y no al conjunto de la Biblia (sea el Antiguo o el Nuevo Testamento) a lo que se añade el hecho de que la expresión «Nuevo Testamento» no aparece en ninguna parte de la Biblia. Por este motivo, los Testigos de Jehová prefieren utilizar la expresión «Escrituras hebreas» para referirse a la versión del Antiguo Testamento, y «Escrituras griegas cristianas» para referirse al Nuevo. En cuanto a los nombres de cada libro se utiliza el habitual en la tradición cristiana occidental, con la relativa excepción del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, para el cual prefieren usar la traducción literal del griego: Revelación, según el uso de las Biblias en inglés.

El canon del Antiguo Testamento antes del Concilio de Trento
La opinión ampliamente mayoritaria hasta el siglo XVI es que el canon del AT como regla de fe era el hebreo; admitiéndose al mismo tiempo que los libros llamados Apócrifos o Eclesiásticos y luego deuterocanónicos son útiles para la edificación pero no para fundar doctrinas.

I. El canon del Antiguo Testamento: siglos II y III
Más allá de lo que puede inferirse en base al uso de determinados libros, el primer autor cristiano cuya opinión explícita del canon del AT se ha conservado (gracias a Eusebio de Cesarea) es Melitón, obispo de Sardis en Asia Menor (m. hacia 190). En su carta a Onésimo da un «catálogo de los escritos admitidos del Antiguo Testamento» que corresponde esencialmente al canon hebreo, con la sola omisión de Esther (Eusebio, Historia Eclesiástica  IV, 26:12-14).

Un catálogo similar y probablemente contemporáneo (siglo II) , pero con el añadido de Ester, fue hallado en 1875 en el mismo manuscrito en el que se halló la Didajé, o Doctrina de los Doce Apóstoles, uno de los más antiguos documentos cristianos extracanónicos.

A mediados del siguiente siglo, el sobresaliente erudito bíblico  Orígenes de Alejandría, quien puede considerarse con justicia el padre de la  crítica textual, afirmaba: «No se ha de ignorar que los libros  testamentarios, tal como los han transmitido los hebreos, son veintidós,  tantos como número de letras hay en entre ellos». Orígenes da luego  una lista de tales libros que corresponden casi exactamente al canon hebreo  excepto por el añadido de la «carta de Jeremías»; como parte del libro  canónico del mismo nombre, y la omisión de los Profetas menores (Eusebio, Historia  Eclesiástica VI, 25: 1-2). Esto último es seguramente un desliz original o de  transcripción, ya que el total nombrado es de 21 y la canonicidad de dicho  libro –los Doce Profetas Menores- nunca estuvo en entredicho. Dice Orígenes explícitamente que los libros de Macabeos están «aparte de estos». Hay que reconocer, sin embargo, que en la práctica, Orígenes se negó a excluir totalmente los apócrifos, porque se los empleaba  en la Iglesia, como él mismo lo explica en su Carta a Julio Africano.

II. El canon del Antiguo Testamento: siglos IV y V
Una evidencia de la «fluidez» del canon del AT en aquel tiempo, en lo que a los libros Eclesiásticos concierne,  está indicada por los más antiguos códices existentes: el Sinaítico y el Vaticano, ambos del siglo IV, y el Alejandrino, del siguiente siglo. Estos manuscritos que son cristianos, incluyen el Antiguo Testamento griego de la Septuaginta, la  traducción judía alejandrina precristiana, pero (además de pérdidas accidentales) difieren en los libros apócrifos/deuterocanónicos incluidos. El Sinaítico incluye, además de Tobit, Judit, 1 Macabeos, Sabiduría de Salomón y Eclesiástico (Sirá), a 4 Macabeos (que nunca fue tenido por  canónico), al tiempo que excluye 2 Macabeos y Baruc. El códice Vaticano excluye todos los libros de Macabeos; por el contrario, el Alejandrino incluye los cuatro libros de Macabeos. En otras palabras, en los manuscritos a veces faltan libros tenidos hoy por  canónicos por la Iglesia de Roma, y en otras ocasiones se incluyen libros  cuya canonicidad rechaza la citada Iglesia.

Atanasio, obispo de Alejandría y campeón de la ortodoxia nicena, en su carta pascual 39ª de 367 da a los obispos africanos una lista de libros del  Antiguo Testamento similar a la hebrea, con la diferencia de que incluye Baruc y la Carta de  Jeremías y omite a Ester. La lista es parecida a la de Orígenes, aunque pone a Ruth separado de Jueces. Dice Atanasio"Pero para mayor exactitud debo ... añadir esto: hay otros libros fuera de éstos, que no están ciertamente incluidos en el canon, pero que han sido desde el tiempo de los padres dispuestos para ser leídos a aquellos que son convertidos recientes a nuestra comunión y desean ser instruidos en la palabra de la verdadera religión. Estos son la Sabiduría de Salomón, la Sabiduría de Sirá [Eclesiástico], Ester, Judit y Tobit ... Pero mientras los primeros están incluidos en el canon y estos últimos se leen [en la iglesia], no se ha de hacer mención a los libros apócrifos. Son la invención de herejes que escriben según su propia voluntad ..." Nicene and Post-Nicene Fathers, 2nd Series (= NPNF2), 4:551-552.

Como puede verse, Atanasio tornó explícito lo que Orígenes hizo en la práctica: reconocer esencialmente el canon hebreo, al tiempo que admitía la  existencia de libros que, si bien fuera del canon, tenían valor para la  instrucción. Por otra parte, aquellos que él llama apócrifos son obra de herejes y deben ser excluidos. Cuatro años antes de que Atanasio escribiese esta carta hubo un sínodo en Laodicea, en cuyo canon 59 se establecía que en las Iglesias debían ser leídos sólo los libros canónicos de los Testamentos Antiguo y Nuevo. El canon 60 da una lista esencialmente igual a la de Atanasio, pero que incluye al libro de Ester (NPNF2 14:158-159). Es posible que este canon 60 sea una adición posterior.

Cirilo, obispo de Jerusalén entre 348 y 386, sigue básicamente la  opinión de Orígenes, pero incluye Baruc (NPNF2, 7:27).
Gregorio Nazianceno (330-390) da una lista de libros canónicos en verso, en donde reconoce veintidós libros; omite Ester (Himno 1.1.72.31). Anfiloquio, obispo de Iconio (m. hacia 394) da una lista igual a la de Gregorio, pero añade: «Junto con éstos, algunos incluyen Ester».
Epifanio, obispo de Salamis en Chipre (315-403) da una lista de 22 libros similar a la anónima del siglo II mencionada más arriba (Sobre pesos y medidas, 23). En otra parte, añade como apéndice a una lista de libros del Nuevo Testamento a la Sabiduría de Salomón y a la de Sirá (Panarion 76:5).
Jerónimo (346-420) fue secretario del obispo de Roma, Dámaso, entre 382 y 384. Por pedido de Dámaso, comenzó a revisar los Salmos y los Evangelios (o quizá todo el Nuevo Testamento) de la versión bíblica llamada  Latina Antigua. Luego de la muerte de Dámaso, en 384, comenzó un peregrinaje hasta que se estableció en Belén (Palestina) en 386. Allí prosiguió su tarea. Comenzó con una nueva revisión del Salterio en latín conforme a la Septuaginta (LXX) . Pronto se convenció, empero, de que debía trabajar a partir del texto hebreo. Su obra de traducción del AT fue completada en 405. Al parecer no planeaba incluir los apócrifos/deuterocanónicos pero más tarde cedió al uso prevalente (eclesiástico) y realizó una traducción de Tobit y Judit  «del arameo»; el resto de los apócrifos/deuterocanónicos no fue traducido por él, sino añadido por otros tal como se hallaban en la Latina Antigua. No es cierto que los incluyese por orden de Dámaso, quien había estado muerto por más de 20 años cuando Jerónimo completó su trabajo.

Jerónimo enumera el canon hebreo  palestino exactamente, y da cuenta de la doble numeración como 24 ó 22, según si Rut y Lamentaciones se contasen por  separado o añadidos, respectivamente, a Jueces y Jeremías. Luego escribe: "Este prólogo a las Escrituras puede servir como un prefacio con yelmo [galeatus] para todos los libros que hemos vertido del hebreo al latín, para que podamos saber -mis lectores tanto como yo mismo- que cualquiera [libro] que esté más allá de estos debe ser reconocido entre los apócrifos. Por tanto, la Sabiduría de Salomón, como se la titula comúnmente, y el libro del Hijo de Sirá [Eclesiástico] y Judit y Tobías y el Pastor no están en el Canon."
Jerónimo trazó la diferencia entre los libros canónicos y los eclesiásticos como sigue: "Como la Iglesia lee los libros de Judit y Tobit y Macabeos, pero no los recibe entre las Escrituras canónicas, así también lee Sabiduría y Eclesiástico para la edificación del pueblo, no como autoridad para la confirmación de la doctrina." De igual modo, subrayó que las adiciones a Ester, Daniel y Jeremías (el libro de Baruc) no tenían lugar entre las Escrituras canónicas.

Agustín (354-430), obispo de Hipona, fue el gran autor cristiano casi  contemporáneo de Jerónimo. Agustín poseía un vuelo teológico que le faltaba a Jerónimo, pero en compensación éste tenía un sentido crítico bíblico mucho  más desarrollado. Aunque Agustín reconocía la importancia de las lenguas  originales, no sabía hebreo, e instó en su correspondencia con Jerónimo a  que éste realizase su nueva versión a partir de la Septuaginta. Da una lista  del canon del Antiguo y Nuevo Testamentos en Sobre la Doctrina Cristiana 2 (8):13, en el cual incluye los apócrifos/deuterocanónicos. Sin embargo, en  ocasiones Agustín demuestra haber sido consciente de la distinción entre el canon y el uso eclesiástico: Desde el tiempo de la restauración del templo entre los judíos no hubo ya reyes, sino príncipes, hasta Aristóbulo. El cálculo del tiempo de éstos no se encuentra en las Santas Escrituras llamadas canónicas, sino en otros escritos, entre los cuales están los libros de los Macabeos, que no tienen por canónicos los judíos, sino la Iglesia... La Ciudad de Dios, XVIII:36. Sin embargo, como otros autores cristianos antes que él, en la práctica la  distinción era a menudo  soslayada.

Concilios africanos
Estos se realizaron a fines del siglo IV y principios del V, y la autoridad de Agustín parece haber sido decisiva. No hay documentos del Concilio de Hipona de 393, pero otro sínodo en Cartago (397) reafirma la lista de libros del AT y NT, este último tal como hoy lo conocemos (una lista igual había sido dada 30 años antes por Atanasio en su Carta Pascual), y el AT con los libros Eclesiásticos, incluido 1 Esdras (= 3 Esdras en el Apéndice a la Vulgata), que no forma parte del Canon de Trento. La decisión fue ratificada en el sexto Concilio de Cartago de 419. No figuran las distinciones que había indicado Agustín (y otros antes que él).

El obispo de Roma Inocencio I, en una carta al obispo de Tolosa, Exuperio, da en 405 una lista de libros del AT que incluye los apócrifos/deuterocanónicos (con 1 Esdras). Rufino, contemporáneo de Jerónimo, en su Comentario al Credo de los  Apóstoles da luego del Concilio de Cartago de 397 una lista de libros del AT que corresponde exactamente al canon hebreo. Luego precisa: Pero debiera saberse que hay también otros libros que nuestros padres no  llaman canónicos, sino eclesiásticos, es decir, Sabiduría, llamado Sabiduría  de Salomón, y otra Sabiduría, llamada la Sabiduría del hijo de Sirá, el  último de los cuales los latinos llaman por el título general de Eclesiástico ...

A la misma clase pertenecen el libro de Tobit, y el libro  de Judit, y los libros de los Macabeos ... todos los cuales se han leído en  las Iglesias, pero no se apela a ellos para la confirmación de la doctrina.  A los otros escritos les han llamado «Apócrifos»;. Estos no han admitido que se lean en las Iglesias. (NPNF2  3:558).

Se atribuye a Gelasio, obispo de Roma (492-496) un decreto acerca de los libros que deben ser recibidos y los que no deben ser recibidos, que según algunos manuscritos es atribuida al papa Dámaso; sin embargo, el tal Decreto parece ser una compilación realizada en Italia en el siglo VI.

III. El Canon del Antiguo Testamento: siglos VI y VII
Un siglo más tarde Gregorio Magno, obispo de Roma  (590-604) continuaba insistiendo en la distinción entre libros canónicos y  eclesiásticos: Con referencia a tal particular no estamos actuando irregularmente, si de los libros, aunque no canónicos, sin embargo otorgados para la edificación de la Iglesia, extraemos testimonio. Así, Eleazar en la batalla hirió y derribó al elefante, pero cayó debajo de la misma bestia que había matado [1 Macabeos 6:46]. Library of the Fathers of the Holy Catholic Church, 2:424; negritas añadidas. Que la cuestión del canon del AT no estaba zanjada, ni mucho menos, lo confirma no sólo Gregorio Magno, sino otros obispos como los africanos Jumilius y Primasius (siguen a Jerónimo), Anastasio de Antioquía y Leoncio, que reconocen el canon hebreo.

Sexto Concilio Ecuménico. En el sínodo de Constantinopla, llamado  Trulano, reunido en 692 como una especie de continuación del Sexto Concilio  Ecuménico, Tercero de Constantinopla (680-681) se ratificaron los cánones de  los Concilios previos, incluyendo el de Cartago. Con esto podría pensarse  que implícitamente se ratificó el canon del AT allí determinado. Sin  embargo, en el mismo documento los obispos conciliares también ratificaban los «cánones» (cartas decretales) de Atanasio, Gregorio Nazianceno y Anfiloquio, los cuales, como vimos, defendían un canon virtualmente igual al hebreo (NPNF2 14:361). De modo que no queda clara la posición de estos obispos del VI Concilio Ecuménico acerca del canon del AT; es posible que ellos mismos no tuviesen una posición uniforme. En el mismo siglo Juan de Damasco (aprox. 675-749), en su Exposición de la Fe Ortodoxa (4:18) defiende asimismo el canon hebreo, el cual explica con cierto detalle, y agrega: Está también el Panaretus, esto es la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Jesús, publicada en hebreo por el padre de Sirá [=Eclesiástico] y posteriormente traducido al griego por su nieto, Jesús hijo de Sirá. Estos son virtuosos y nobles, pero no son contados ni fueron depositados en el arca. NPNF2 9:89-90).

IV. El Canon del Antiguo Testamento: Curso Posterior
Podrían citarse muchos otros autores entre los siglos IX y XV que  sostuvieron explícitamente el canon hebreo y respetaron la distinción  trazada por Jerónimo. Por ejemplo, Beda,  Alcuino, Nicéforo de Constantinopla, Rabano Mauro, Agobardo de Lyon, Pedro Mauricio, Hugo y Ricardo de San Víctor, Pedro Comestor, Juan Belet, Juan de Salisbury, el anónimo autor de la Glossa Ordinaria, Juan de Columna, arzobispo de Mesina, Nicolás de Lira, William Occam, Alfonso Tostado, obispo de Avila, y el Cardenal Francisco Ximenes de Cisneros (editor de la famosa Políglota Complutense, el mayor monumento a la erudición bíblica católica del siglo XVI). 

La posición de este último  era la siguiente: "El cardenal Ximénez de Cisneros produce en España su monumental Biblia políglota llamada Complutense (1514–1517), con el texto latino de la Vulgata en el centro, el griego de la Septuaginta de un lado y el hebreo masorético del otro, que representan respectivamente la Iglesia Griega y la Sinagoga, y dice que el texto latino se imprime en medio «como Jesús fue crucificado entre dos ladrones». Pero en cuanto a los Deuterocanónicos, que van incluidos en la Complutense, explica en su Prefacio que son recibidos por la Iglesia para edificación, más bien que para fundamentar doctrinas, por lo que se ve que el dictamen de Jerónimo sigue todavía en vigencia." (Gonzalo Báez-Camargo, Breve historia del Canon bíblico , 1980, p. 56; negritas añadidas).

Dos importantes autoridades sobre la Biblia, en esa misma época, son Erasmo de Rotterdam, el eminente humanista, y el cardenal Cayetano. Erasmo da la lista del canon hebreo omitiendo Ester. Y de los deuterocanónicos, entre los cuales pone este libro, sin duda porque está considerándolo en su texto griego (con adiciones) y no en el hebreo, dice que «han sido recibidos para el uso eclesiástico», pero que "seguramente (la Iglesia) no desea que Judit, Tobit y Sabiduría tengan el mismo peso que el Pentateuco". He aquí como resumen la situación en Occidente un autor católico: En la Iglesia latina, a través de toda la Edad Media hallamos evidencia de vacilación acerca del carácter de los deuterocanónicos. Hay una corriente amistosa hacia ellos, otra distintamente desfavorable hacia su autoridad y sacralidad, mientras que oscilando entre ambas hay un número de escritores cuya veneración por estos libros es atemperada por cierta perplejidad acerca de su posición exacta, y entre ellos encontramos a Tomás de Aquino. Se encuentran pocos que reconozcan inequívocamente su canonicidad. La actitud prevalente de los autores occidentales medievales es substancialmente la de los Padres griegos. (George J. Reid, Canon of the Old Testament, en The Catholic Encyclopedia ,1913).

El peso de la evidencia indica que por mucho tiempo existió una distinción entre los libros canónicos (básicamente el canon hebreo) y los eclesiásticos, que corresponden a los apócrifos /deuterocanónicos. Lamentablemente, la nomenclatura en los autores antiguos no es uniforme, y así el propio Jerónimo llama «apócrifos» a los Eclesiásticos; pero a veces reserva tal apelativo para los libros heréticos. De igual modo, había confusión acerca del término «canónico» que en sentido estricto solía reservarse para los libros considerados inspirados y santos de manera singular, pero que con frecuencia se refería a toda la colección, incluyendo los eclesiásticos. Este problema fue notado por el Cardenal Tomás de Vío (Cayetano): "Aquí concluimos nuestros comentarios sobre los libros históricos del Antiguo Testamento. Pues el resto (esto es, Judit, Tobit, y los libros de Macabeos) son contados por Jerónimo fuera de los libros canónicos. Y son puestos entre los apócrifos. Junto con Sabiduría y Eclesiástico, como es evidente del Prólogo con Yelmo. Y no te preocupes, como un erudito principiante, si hallan en cualquier parte, sea en los sagrados concilios o los sagrados doctores, estos libros reconocidos como canónicos. Pues las palabras tanto de los concilios como de los doctores han de ser reducidas a la corrección de Jerónimo. Ahora, según su juicio, en la carta a los obispos Cromacio y Heliodoro, estos libros (y cualesquiera como ellos en el canon de la Biblia) no son canónicos, esto es, no son de la naturaleza de una regla para confirmar asuntos de fe. Empero, ellos pueden ser llamados canónicos, esto es, de la naturaleza de una regla para la edificación de los fieles, como habiendo sido recibidos y autorizados en el canon de la Biblia para este propósito. Con ayuda de esta distinción tú puedes ver tu camino claramente a través de los que dice Agustín, y lo que está escrito en el Concilio provincial de Cartago." Cardenal Tomás de Vío. (Sobre el último Capítulo de Ester). Como puede verse, todavía bien entrado el siglo XVI eminentes eruditos católicos sostenían, para el Antiguo Testamento, la distinción entre libros Canónicos propiamente dichos (los del canon hebreo) y libros Eclesiásticos (en un nivel inferior y por tanto no canónicos en sentido estricto).

El canon del Antiguo Testamento que la Iglesia Católica determinó a su entera satisfacción no solamente difiere del hebreo y protestante, sino que es diferente del aceptado en Cartago y del admitido por las diversas iglesias Ortodoxas orientales. La decisión dogmática del Concilio de Trento puso (al menos para los católicos) fin a esta distinción muy razonable y sostenida por la mayoría durante siglos.

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