Tradicionalmente los judíos y los cristianos han interpretado estos pasajes como prohibiciones morales de toda forma de práctica homosexual, pero algunos [¿quién?] exégetas "modernos" consideran estos pasajes interpretables y los contextualizan en las sociedades en las en que se produjeron.
Pasajes del Antiguo Testamento
La Biblia Hebrea (denominada Tanaj por los judíos y Antiguo Testamento por la mayoría de los cristianos) es considerada por muchos como directamente escrita o inspirada por Dios. Los Judíos ortodoxos y conservadores consideran sus leyes y halajás como normas que hay que cumplir a rajatabla, aunque el judaísmo reformista y el reconstruccionista no lo consideran así. Para la mayoría del cristianismo se ha reconocido siempre la autoridad de muchos de los mandatos éticos del Nuevo Testamento. Por ejemplo, en el artículo 7 de los Treinta y nueve de la Iglesia de Inglaterra dice que los cristianos todavía están ligados a sus mandamientos morales, aunque no al ceremonial, ritual o leyes civiles.
Posibles Referencias
Aunque la interpretación tradicional de que el pecado que causó la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, relatado en el Génesis 19.1-38, fue la práctica de la homosexualidad, en el texto no se especifica, y ha habido mucha controversia en tiempos modernos sobre esta interpretación, basándose principalmente en aspectos lingüísticos.
La Biblia hebrea usa la palabra kadeshah para prostituta. El significado de su forma masculina
kadesh o qadesh, que es el término que se usa en este pasaje del Génesis, no está del todo claro. Algunas interpretaciones lo asocian a cultos religiosos con implicaciones sexuales, como la prostitución sagrada, en lugar de homosexual que fue su interpretación tradicional.
¿Qué dice realmente la Biblia sobre el tema?
El Libro de Levíticos
Los capítulos 18 y 20 del Levítico contiene los siguientes versículos:
No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Levítico 18:22.
Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre. Levítico 20:13.
Tradicionalmente los dos versículos han sido interpretados como una prohibición total de las prácticas homosexuales, pero interpretaciones "modernas" [¿por quién?] apuntan a que el asunto no es tan evidente, porque están al final de una serie de leyes que regulan el incesto hombre/mujer y por lo tanto pueden interpretarse como una extensión de la prohibición al incesto hombre/hombre.
No es Discriminación Bíblica
La Biblia no promueve la discriminación contra las personas, pero sí adopta una postura clara con respecto a los actos homosexuales.
Levíticos 18:22 No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
Esta prohibición era uno de los preceptos morales de la Ley entregada por Dios a Israel mediante Moisés.
¿Qué dice realmente la Biblia sobre el tema?
El Libro de Levíticos
Los capítulos 18 y 20 del Levítico contiene los siguientes versículos:
No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Levítico 18:22.
Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre. Levítico 20:13.
Tradicionalmente los dos versículos han sido interpretados como una prohibición total de las prácticas homosexuales, pero interpretaciones "modernas" [¿por quién?] apuntan a que el asunto no es tan evidente, porque están al final de una serie de leyes que regulan el incesto hombre/mujer y por lo tanto pueden interpretarse como una extensión de la prohibición al incesto hombre/hombre.
No es Discriminación Bíblica
La Biblia no promueve la discriminación contra las personas, pero sí adopta una postura clara con respecto a los actos homosexuales.
Levíticos 18:22 No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
Esta prohibición era uno de los preceptos morales de la Ley entregada por Dios a Israel mediante Moisés.
Aunque dicha Ley regía específicamente a esta nación, la expresión “es abominacion” o "es cosa detestable" dejó claro lo que Dios pensaba sobre los actos homosexuales, fuera entre judíos o no judíos. Los pueblos vecinos de Israel realizaban prácticas prohibidas por la Ley, como la homosexualidad, el incesto y el adulterio. Por eso, Dios los consideraba inmundos (Levítico 18:24-25).
David y Jonathan
Por otro lado, el relato de la amistad entre David y Jonatán del Libro de Samuel interpretado por las corrientes religiosas mayoritarias como una relación platónica, es interpretado por autores laicos y pro-gays como una relación de naturaleza sexual, lo cual es poco probable.
¿Por qué dice la Biblia que los actos homosexuales son contranaturales y obscenos?
Porque se trata de actos que Dios no tenía pensados para los seres humanos. Las uniones homosexuales no pueden producir hijos. La Biblia incluso compara las relaciones homosexuales con las relaciones que tuvieron los ángeles rebeldes —conocidos más tarde como Ángeles Caídos— con las mujeres antes del Diluvio de los días de Noé (Génesis 6:4; 19:4, 5; Judas 6, 7). Dios considera ambos tipos de unión antinaturales.
En el Nuevo Testamento
¿Cambió la norma bíblica con la llegada del cristianismo? Porque se trata de actos que Dios no tenía pensados para los seres humanos. Las uniones homosexuales no pueden producir hijos. La Biblia incluso compara las relaciones homosexuales con las relaciones que tuvieron los ángeles rebeldes —conocidos más tarde como Ángeles Caídos— con las mujeres antes del Diluvio de los días de Noé (Génesis 6:4; 19:4, 5; Judas 6, 7). Dios considera ambos tipos de unión antinaturales.
En el Nuevo Testamento
Ser homosexual es desaprobado completamente en la palabra de Dios: Evangelio de Mateo 5:17-18
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido
¿Cuál Escritura? ¿Cuál ley y los profetas?. Jesús se refería al Antiguo Testamento en su totalidad, y desde su perspectiva, todo lo que decía el Antiguo Testamento era verdad y por lo tanto, lo que Él afirmaba, incluyendo los pasajes en Levítico 18-20, que eran, obviamente parte de la Ley. Es decir, “Ni una jota ni una tilde pasarían del pasaje en Levítico 18-20 hasta que todo se haya cumplido.” Es claro, entonces, que Jesús indirectamente sí habló acerca de la homosexualidad.
¿Cuál fue su posición?. Si usamos una correcta hermenéutica debemos concluir que la posición del Señor Jesús era la misma que la del Antiguo Testamento, es decir, que la homosexualidad (tener relaciones sexuales con otro hombre como si fuera una mujer) es una abominación.
El Apostol Pablo
Pablo, quien sabemos fue un hombre bien educado tanto en el hebreo como en el griego, no limitó este término de una forma tan estrecha como lo hacen algunos autores cristianos. El apóstol estaba condenando, bajo la autoridad de Jesucristo, todo tipo de relaciones sexuales entre hombres. ¿Cómo lo sabemos?.
26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. (Romanos 1:26-27.)
Como ha sido demostrado por los académicos, Pablo estaba muy familiarizado con la Septuaginta (la traducción al griego coiné del Antiguo Testamento) traducida 200 años a. C.. Muy probablemente, como el apóstol a los gentiles, ésta versión era su escritura.
Lo interesante es que los judíos que hicieron la traducción de Levítico 18:22 del hebreo al griego, 300 años a. C., lo hicieron así: "meta arsenos ou koimethese koiten gunaikos" (No tendrás relaciones sexuales con otro hombre como si fuera mujer)
Más interesante es como traduce la Septuaginta
Levítico 20:13 “hos an koimethe meta arsenos koiten gunaikos"
Es fácil notar la conexión entre arsenos (varón) y koiten (tener relaciones sexuales) en la Septuaginta y por lo tanto, es aún más fácil entender que Pablo, un conocedor de esta traducción griega del Antiguo Testamento, no está limitando el término arsenokoîtai a los pederastas, sino como lo define el Antiguo Testamento, a todo acto homosexual. En Levítico 20:13 es muy claro ver la relación entre arsenos koiten y el uso que le da Pablo a arsenokoitai en 1 Corintios 6. Esto es lo mismo que hace Pablo en 1 Timoteo 1, donde confirma que todo lo que dice la Ley (el Antiguo Testamento) es bueno y luego en el versículo 10 usa el mismo término en el sentido en que fue usado en Levítico, el cual era parte de esa Ley. Pablo escribió a Timoteo,
"10 para los fornicarios, para los sodomitas, (ἀρσενοκοίταις-arsenokoitais), para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina”
La ley, dijo Pablo, fue dada para los transgresores de la ley, para los criminales. Y entre los criminales que condena la ley -la cual Pablo dijo es buena- estaban los arsenokoitai. La palabra sodomita es simplemente una traducción basado en el relato de Génesis 19 que acusa de homosexualidad a los hombres que habitaban la ciudad de Sodoma, pero debemos entender que Pablo no está hablando de un pecado diferente al de 1 Corintios 6.
Es claro, entonces, que tanto Jesús como el Nuevo Testamento concuerdan con las enseñanzas morales del Antiguo Testamento, especialmente en cuanto a la homosexualidad, la cual es condenada como un pecado contra la ley de Dios.
¿Es justificable la homosexualidad? ¿Hay algo que justifique la homosexualidad?
LA HOMOSEXUALIDAD sigue ganando aceptación en muchos países. Por ejemplo, en Estados Unidos, el ala liberal de cierta iglesia está pidiendo que se reinterpreten las palabras de la Biblia sobre la homosexualidad “a la luz de la sabiduría moderna”. En Brasil, un pastor que contrajo recientemente matrimonio con su pareja homosexual recomendó “ver la Biblia con nuevos ojos” a fin de justificar el punto de vista actual de su iglesia.
Mientras tanto, a quienes están en contra de la homosexualidad se les tacha de homofóbicos o discriminadores.
Argumentos Falsos
Los defensores de la homosexualidad ven como algo
Es fácil notar la conexión entre arsenos (varón) y koiten (tener relaciones sexuales) en la Septuaginta y por lo tanto, es aún más fácil entender que Pablo, un conocedor de esta traducción griega del Antiguo Testamento, no está limitando el término arsenokoîtai a los pederastas, sino como lo define el Antiguo Testamento, a todo acto homosexual. En Levítico 20:13 es muy claro ver la relación entre arsenos koiten y el uso que le da Pablo a arsenokoitai en 1 Corintios 6. Esto es lo mismo que hace Pablo en 1 Timoteo 1, donde confirma que todo lo que dice la Ley (el Antiguo Testamento) es bueno y luego en el versículo 10 usa el mismo término en el sentido en que fue usado en Levítico, el cual era parte de esa Ley. Pablo escribió a Timoteo,
"10 para los fornicarios, para los sodomitas, (ἀρσενοκοίταις-arsenokoitais), para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina”
La ley, dijo Pablo, fue dada para los transgresores de la ley, para los criminales. Y entre los criminales que condena la ley -la cual Pablo dijo es buena- estaban los arsenokoitai. La palabra sodomita es simplemente una traducción basado en el relato de Génesis 19 que acusa de homosexualidad a los hombres que habitaban la ciudad de Sodoma, pero debemos entender que Pablo no está hablando de un pecado diferente al de 1 Corintios 6.
Es claro, entonces, que tanto Jesús como el Nuevo Testamento concuerdan con las enseñanzas morales del Antiguo Testamento, especialmente en cuanto a la homosexualidad, la cual es condenada como un pecado contra la ley de Dios.
¿Es justificable la homosexualidad? ¿Hay algo que justifique la homosexualidad?
Alguien podría preguntarse: “¿Tiene justificación una persona para ceder a sus impulsos homosexuales por razones de genética o de crianza, o por traumas como el abuso sexual?”. No.
¿Por qué?
¿Por qué?
Tal vez una persona tenga lo que algunos científicos llaman la tendencia hereditaria al alcoholismo, o quizás se haya criado en un hogar en el que el abuso del alcohol era algo normal. Sin duda, la mayoría de nosotros intentaría comprender a alguien así. ¿Pero sería razonable animarlo a seguir abusando del alcohol o a renunciar a su lucha tan solo porque nació con esa tendencia o fue criado en un entorno nocivo?. Claro que no.
Del mismo modo, aunque la Biblia no condena a quienes libran una batalla contra las tendencias homosexuales, tampoco consiente que cedan a dichos deseos, se deban a causas genéticas o de otro tipo (Romanos 7:21-25; 1 Corintios 9:27). Más bien, ofrece apoyo y soluciones prácticas a quienes quieran vencer tales impulsos.
¿Qué espera Dios de quienes tienen impulsos homosexuales?
La Biblia asegura que la voluntad de Dios es que "el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:4). Aunque las Escrituras no aprueban la homosexualidad, tampoco promueven la homofobia.
Las normas de Dios no se pueden rebajar. En 1 Corintios 6:9-10, la Biblia señala claramente que los “hombres que se acuestan con hombres” están entre quienes “no heredarán el reino de Dios”.
Sin embargo, el versículo 11 añade estas consoladoras palabras: “Eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios”.
Como vemos, todos aquel los que tenían el deseo sincero de servir a Dios según las normas establecidas por él eran bien recibidos en la congregación cristiana del siglo primero. Lo mismo sucede hoy día con quienes buscan de corazón la aprobación de Dios, no reinterpretando la Biblia, sino amoldándose a sus normas.
Del mismo modo, aunque la Biblia no condena a quienes libran una batalla contra las tendencias homosexuales, tampoco consiente que cedan a dichos deseos, se deban a causas genéticas o de otro tipo (Romanos 7:21-25; 1 Corintios 9:27). Más bien, ofrece apoyo y soluciones prácticas a quienes quieran vencer tales impulsos.
¿Qué espera Dios de quienes tienen impulsos homosexuales?
La Biblia asegura que la voluntad de Dios es que "el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:4). Aunque las Escrituras no aprueban la homosexualidad, tampoco promueven la homofobia.
Las normas de Dios no se pueden rebajar. En 1 Corintios 6:9-10, la Biblia señala claramente que los “hombres que se acuestan con hombres” están entre quienes “no heredarán el reino de Dios”.
Sin embargo, el versículo 11 añade estas consoladoras palabras: “Eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios”.
Como vemos, todos aquel los que tenían el deseo sincero de servir a Dios según las normas establecidas por él eran bien recibidos en la congregación cristiana del siglo primero. Lo mismo sucede hoy día con quienes buscan de corazón la aprobación de Dios, no reinterpretando la Biblia, sino amoldándose a sus normas.
LA HOMOSEXUALIDAD sigue ganando aceptación en muchos países. Por ejemplo, en Estados Unidos, el ala liberal de cierta iglesia está pidiendo que se reinterpreten las palabras de la Biblia sobre la homosexualidad “a la luz de la sabiduría moderna”. En Brasil, un pastor que contrajo recientemente matrimonio con su pareja homosexual recomendó “ver la Biblia con nuevos ojos” a fin de justificar el punto de vista actual de su iglesia.
Mientras tanto, a quienes están en contra de la homosexualidad se les tacha de homofóbicos o discriminadores.
Argumentos Falsos
Los defensores de la homosexualidad ven como algo
"normal", utilizar los mismos argumentos débiles y flojos que los pedófilos, cosas como "siempre ha existido, en el reino animal existe" y demás argumentos desfasados que no les restan inmoralidad ni anormalidad. Si los roedores se comen a sus crías ¿Entonces eso le daría calidad de "normal" si se practica en los seres humanos? Los animales procrean entre padres y crías ¿Eso le da calidad de "normal" al incesto (sin mencionar las anomalías genéticas que eso trae)?. Hay muchas especies animales que canibalizan los cadáveres de los muertos de su manada ¿Eso validaría y daría calidad de "normal" al canibalismo en los humanos?
Si este acto pasa en los animales, eso no es homosexualidad como lo es en el ser humano, en los animales es otra palabra llamada instinto, ellos no son conscientes de tremenda ABERRACION a su naturaleza, es completamente ridículo la comparacion, ya que el ser humano decide en su perversión ser o no ser lesbiana u homosexual. La Homosexualidad se resumen en solo sexo anal, ahí no hay amor sino que hay pasión desordenada y Lujuria. En cambio la heterosexualidad se resumen en elementos importantes y transcendentales, como el amor verdadero, la fidelidad, la estabilidad social y emocional, la reproducción y la supervivencia de la especie.
No es Reconocido
El mal llamado “matrimonio” gay no es un derecho humano y no es reconocido como tal ni por
la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y por ningún Tratado Internacional.
Lo de ser homosexual no puede ser impuesta en la sociedad como una ley por que una orientación o gusto personal no es un derecho de ley, es solo eso, es como si los acosadores de mujeres pelearan por ese gusto personal, o los marihuaneros también hicieran lo mismo, el asunto es que ser homo o lesbiana atenta contra la familia creada por Dios compuesta por hombre y mujer y los bendijo, fructificad y multiplicaos, nuestros sentimientos o ideas estan por encima de la palabra de Dios ? ser homosexual es desaprobado completamene en la biblia, el hecho de decirle a un homosexual que esta mal su conducta no quiere decir que haya discriminacion u odio o intolerancia, he ahi el amor de Dios al mostrarles en privado y en publico la verdad: La Agenda Oculta del Lobby ProGay
Ahora el lobby gay tiene su agenda oculta, por que después querrán matrimonio y luego adopción y luego enseñar en los colegios sobre que esta bien ser homosexual, osea es un camino que están buscando.
Las Iglesias para Homosexuales
#1 Terapias Reparativas Pág. 19
#2 Actitudes Positivas en La Biblia Pág. 21
#3 Textos sobre Prostitución Masculina Pág. 24
#4 Acerca de Génesis y la Creación Pág. 26
¿Que nos dice La Biblia acerca de la homosexualidad?
Para responder en pocas palabras tendríamos que decir que la Biblia prácticamente no dice nada que pueda ayudarnos en el día de hoy. Podemos encontrar unas pocas citas relacionadas con aspectos de la conducta homosexual pero ninguna referencia a la homosexualidad, tal como la comprendemos en la actualidad. La Biblia nunca trata las relaciones homosexuales como tópico de discusión aunque sí lo hace de manera evidente en relación a otros aspectos de la conducta humana tales como el egoísmo, la injusticia, la opresión de los pobres y hasta la lujuria sexual, entre muchos otros.
Como consecuencia el homosexual cristiano queda expuesto a mucho sufrimiento e incomprensión dentro de la Iglesia. La actitud negativa de mucha gente y de la mayoría de los cristianos, los prejuicios infundados, la supuesta condena bíblica, la necesidad de amar a alguien, el deseo sexual reprimido y la soledad, suelen convertir su vida en un continuo tormento.
Las Sagradas Escrituras desaprueban algunas conductas sexuales relacionadas con la homosexualidad -al igual que otras vinculadas a la heterosexualidad- pero no desacreditan la posibilidad de una relación homosexual madura, seria y responsable. La realidad es que el asunto no fue contemplado por sus diferentes escritores a lo largo de mas de dos mil años.
La razón habrá que buscarla en la escasa comprensión de la homosexualidad y del concepto de sexualidad entre los antiguos. De hecho el término “homosexual” no aparece en la literatura sino hasta fines del siglo XIX. Esencialmente en los tiempos bíblicos no existía una comprensión elaborada de lo que actualmente entendemos por orientación sexual. Había mayormente una percepción general de “contacto” entre personas del mismo sexo donde la satisfacción sexual sería la motivación primaria y que podríamos denominar homogenitalidad.
Se asumía que los actos sexuales entre personas del mismo género eran simplemente materia de opción o elección. Se pensaba que una persona si quería podía tener un tipo de relación en lugar de otra ya sea en forma ocasional o permanente.
La Biblia se limita a considerar únicamente actos sexuales de carácter homogenital.
La homosexualidad no es como equivocadamente se supone una forma de conducta en la que el único móvil es la consumación del acto sexual entre personas del mismo sexo sino una condición sicológica caracterizada por una propensión emocional y psico-sexual hacia personas del mismo sexo, de manera idéntica a lo que sucede en la persona heterosexual con respecto al sexo opuesto.
En primer lugar habrá que distinguir entre conducta homosexual y orientación homosexual. La supuesta condena moral se efectúa siempre en términos de conducta o actividad homosexual exclusivamente sin considerar la condición homosexual de la persona, reduciendo la actividad homosexual a actos puramente homogenitales como única forma de relación sexual.
Sin embargo podemos encontrar variadas formas de comportamientos homosexuales, es decir de actividad, que no se corresponden necesariamente con una orientación homosexual. En efecto, buena parte de los seres humanos son capaces de experimentar una actividad ya sea homo ó heterosexual independientemente de su propia orientación sexual.
De hecho muchos homosexuales frecuentemente se casan y tienen hijos como una forma de ocultar su verdadera orientación sexual. Por otro lado está el caso de personas que han tenido experiencias homosexuales y que no tienen una condición homosexual predominante sino que son definidamente heterosexuales como ocurre en las prácticas contingentes de la homosexualidad denominada situacional que no responden a una condición sicológica homosexual -por ejemplo hombres que separados por períodos largos de tiempo del contacto con la mujer, adoptan transitoriamente una conducta homosexual que luego abandonan al cesar la condición de aislamiento para reasumir su actividad heterosexual. Para ponerlo en forma simple, del mismo modo que la atracción hacia los miembros del sexo opuesto forma parte de la naturaleza misma de los heterosexuales, para los homosexuales ser atraídos hacia los de su mismo sexo forma parte de su propia naturaleza. Mientras que la actividad homosexual es una elección personal, la orientación homosexual -por ser parte de la naturaleza misma de la persona- no está abierta a la elección.
Lo que está en juego es el sentimiento espontáneo de atracción y afecto entre personas del mismo sexo y la posibilidad ética de expresar ese afecto en la forma de una relación amorosa que incluya el sexo, pues todos los seres humanos fuimos creados con la necesidad de relacionarnos íntimamente con otro satisfaciendo una urgencia natural de compañerismo y pertenencia.
De hecho el fenómeno social moderno de dos hombres ó mujeres constituyendo un compromiso duradero como alternativa al matrimonio heterosexual era seguramente una situación ajena a la cultura judeo-cristiana y a la comprensión de los autores bíblicos. Sus comentarios, mas bien se relacionan con una clase de actividad vinculada al comercio y la explotación del sexo muy característicos de las culturas paganas de la época.
De este modo resulta válido sostener que la Biblia permanece en silencio respecto de la clase de relaciones homosexuales que encontramos hoy en el mundo occidental, del mismo modo que también permanece en silencio respecto de otros aspectos controversiales del comportamiento sexual tales como la masturbación ó la contracepción.
No podemos esperar que la Biblia nos acerque una respuesta orientadora porque todas estas cuestiones no tenían lugar en la mentalidad de los autores bíblicos. Como ya se indicó la Biblia desconoce el concepto de orientación sexual tal como hoy lo conocemos. Mas aún, en términos bíblicos tampoco existe el concepto de “amor romántico” ni aún en el Nuevo Testamento donde la palabra griega que lo refiere (eros) jamás aparece.
Sorprendentemente las únicas ocasiones en que la Biblia manifiesta un amor entre dos personas que va más allá del afecto, ocurren en el caso de relaciones que podríamos sospechar como demasiado íntimas para individuos del mismo sexo donde además la unión se fundamenta sobre un “pacto” que es autorizado por las Escrituras mismas y que debería servir de ejemplo como modelo para gays y lesbianas en el día de hoy. (Ver 1 Samuel 18:3 y 20:16,17; Ruth 1:15-17)
Este tipo de amor “consensuado” jamás se presenta en relación a los matrimonios históricos de la Biblia, probablemente porque esos matrimonios no se basaban en la elección romántica. El concepto de matrimonio en los tiempos bíblicos tiene muy poca relación con el concepto actual. Lo mismo sucede con otros temas entre los cuales se incluye la homosexualidad. Como antes se dijo, todos los seres humanos fuimos creados con la necesidad de relacionarnos íntimamente satisfaciendo una urgencia de compañerismo y pertenencia.
Si este acto pasa en los animales, eso no es homosexualidad como lo es en el ser humano, en los animales es otra palabra llamada instinto, ellos no son conscientes de tremenda ABERRACION a su naturaleza, es completamente ridículo la comparacion, ya que el ser humano decide en su perversión ser o no ser lesbiana u homosexual. La Homosexualidad se resumen en solo sexo anal, ahí no hay amor sino que hay pasión desordenada y Lujuria. En cambio la heterosexualidad se resumen en elementos importantes y transcendentales, como el amor verdadero, la fidelidad, la estabilidad social y emocional, la reproducción y la supervivencia de la especie.
No es Reconocido
El mal llamado “matrimonio” gay no es un derecho humano y no es reconocido como tal ni por
la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y por ningún Tratado Internacional.
Lo de ser homosexual no puede ser impuesta en la sociedad como una ley por que una orientación o gusto personal no es un derecho de ley, es solo eso, es como si los acosadores de mujeres pelearan por ese gusto personal, o los marihuaneros también hicieran lo mismo, el asunto es que ser homo o lesbiana atenta contra la familia creada por Dios compuesta por hombre y mujer y los bendijo, fructificad y multiplicaos, nuestros sentimientos o ideas estan por encima de la palabra de Dios ? ser homosexual es desaprobado completamene en la biblia, el hecho de decirle a un homosexual que esta mal su conducta no quiere decir que haya discriminacion u odio o intolerancia, he ahi el amor de Dios al mostrarles en privado y en publico la verdad: La Agenda Oculta del Lobby ProGay
Las Iglesias para Homosexuales
#1 Terapias Reparativas Pág. 19
#2 Actitudes Positivas en La Biblia Pág. 21
#3 Textos sobre Prostitución Masculina Pág. 24
#4 Acerca de Génesis y la Creación Pág. 26
¿Que nos dice La Biblia acerca de la homosexualidad?
Para responder en pocas palabras tendríamos que decir que la Biblia prácticamente no dice nada que pueda ayudarnos en el día de hoy. Podemos encontrar unas pocas citas relacionadas con aspectos de la conducta homosexual pero ninguna referencia a la homosexualidad, tal como la comprendemos en la actualidad. La Biblia nunca trata las relaciones homosexuales como tópico de discusión aunque sí lo hace de manera evidente en relación a otros aspectos de la conducta humana tales como el egoísmo, la injusticia, la opresión de los pobres y hasta la lujuria sexual, entre muchos otros.
Como consecuencia el homosexual cristiano queda expuesto a mucho sufrimiento e incomprensión dentro de la Iglesia. La actitud negativa de mucha gente y de la mayoría de los cristianos, los prejuicios infundados, la supuesta condena bíblica, la necesidad de amar a alguien, el deseo sexual reprimido y la soledad, suelen convertir su vida en un continuo tormento.
Las Sagradas Escrituras desaprueban algunas conductas sexuales relacionadas con la homosexualidad -al igual que otras vinculadas a la heterosexualidad- pero no desacreditan la posibilidad de una relación homosexual madura, seria y responsable. La realidad es que el asunto no fue contemplado por sus diferentes escritores a lo largo de mas de dos mil años.
La razón habrá que buscarla en la escasa comprensión de la homosexualidad y del concepto de sexualidad entre los antiguos. De hecho el término “homosexual” no aparece en la literatura sino hasta fines del siglo XIX. Esencialmente en los tiempos bíblicos no existía una comprensión elaborada de lo que actualmente entendemos por orientación sexual. Había mayormente una percepción general de “contacto” entre personas del mismo sexo donde la satisfacción sexual sería la motivación primaria y que podríamos denominar homogenitalidad.
Se asumía que los actos sexuales entre personas del mismo género eran simplemente materia de opción o elección. Se pensaba que una persona si quería podía tener un tipo de relación en lugar de otra ya sea en forma ocasional o permanente.
La Biblia se limita a considerar únicamente actos sexuales de carácter homogenital.
La homosexualidad no es como equivocadamente se supone una forma de conducta en la que el único móvil es la consumación del acto sexual entre personas del mismo sexo sino una condición sicológica caracterizada por una propensión emocional y psico-sexual hacia personas del mismo sexo, de manera idéntica a lo que sucede en la persona heterosexual con respecto al sexo opuesto.
En primer lugar habrá que distinguir entre conducta homosexual y orientación homosexual. La supuesta condena moral se efectúa siempre en términos de conducta o actividad homosexual exclusivamente sin considerar la condición homosexual de la persona, reduciendo la actividad homosexual a actos puramente homogenitales como única forma de relación sexual.
Sin embargo podemos encontrar variadas formas de comportamientos homosexuales, es decir de actividad, que no se corresponden necesariamente con una orientación homosexual. En efecto, buena parte de los seres humanos son capaces de experimentar una actividad ya sea homo ó heterosexual independientemente de su propia orientación sexual.
De hecho muchos homosexuales frecuentemente se casan y tienen hijos como una forma de ocultar su verdadera orientación sexual. Por otro lado está el caso de personas que han tenido experiencias homosexuales y que no tienen una condición homosexual predominante sino que son definidamente heterosexuales como ocurre en las prácticas contingentes de la homosexualidad denominada situacional que no responden a una condición sicológica homosexual -por ejemplo hombres que separados por períodos largos de tiempo del contacto con la mujer, adoptan transitoriamente una conducta homosexual que luego abandonan al cesar la condición de aislamiento para reasumir su actividad heterosexual. Para ponerlo en forma simple, del mismo modo que la atracción hacia los miembros del sexo opuesto forma parte de la naturaleza misma de los heterosexuales, para los homosexuales ser atraídos hacia los de su mismo sexo forma parte de su propia naturaleza. Mientras que la actividad homosexual es una elección personal, la orientación homosexual -por ser parte de la naturaleza misma de la persona- no está abierta a la elección.
Lo que está en juego es el sentimiento espontáneo de atracción y afecto entre personas del mismo sexo y la posibilidad ética de expresar ese afecto en la forma de una relación amorosa que incluya el sexo, pues todos los seres humanos fuimos creados con la necesidad de relacionarnos íntimamente con otro satisfaciendo una urgencia natural de compañerismo y pertenencia.
De hecho el fenómeno social moderno de dos hombres ó mujeres constituyendo un compromiso duradero como alternativa al matrimonio heterosexual era seguramente una situación ajena a la cultura judeo-cristiana y a la comprensión de los autores bíblicos. Sus comentarios, mas bien se relacionan con una clase de actividad vinculada al comercio y la explotación del sexo muy característicos de las culturas paganas de la época.
De este modo resulta válido sostener que la Biblia permanece en silencio respecto de la clase de relaciones homosexuales que encontramos hoy en el mundo occidental, del mismo modo que también permanece en silencio respecto de otros aspectos controversiales del comportamiento sexual tales como la masturbación ó la contracepción.
No podemos esperar que la Biblia nos acerque una respuesta orientadora porque todas estas cuestiones no tenían lugar en la mentalidad de los autores bíblicos. Como ya se indicó la Biblia desconoce el concepto de orientación sexual tal como hoy lo conocemos. Mas aún, en términos bíblicos tampoco existe el concepto de “amor romántico” ni aún en el Nuevo Testamento donde la palabra griega que lo refiere (eros) jamás aparece.
Sorprendentemente las únicas ocasiones en que la Biblia manifiesta un amor entre dos personas que va más allá del afecto, ocurren en el caso de relaciones que podríamos sospechar como demasiado íntimas para individuos del mismo sexo donde además la unión se fundamenta sobre un “pacto” que es autorizado por las Escrituras mismas y que debería servir de ejemplo como modelo para gays y lesbianas en el día de hoy. (Ver 1 Samuel 18:3 y 20:16,17; Ruth 1:15-17)
Este tipo de amor “consensuado” jamás se presenta en relación a los matrimonios históricos de la Biblia, probablemente porque esos matrimonios no se basaban en la elección romántica. El concepto de matrimonio en los tiempos bíblicos tiene muy poca relación con el concepto actual. Lo mismo sucede con otros temas entre los cuales se incluye la homosexualidad. Como antes se dijo, todos los seres humanos fuimos creados con la necesidad de relacionarnos íntimamente satisfaciendo una urgencia de compañerismo y pertenencia.
En Génesis Dios manifiesta claramente que “no es bueno para el hombre estar sólo“,lo que quiere decir que el propósito primario de la creación del sexo es la intimación interpersonal aún antes que la procreación. Debería existir una alternativa justa y razonable que permita satisfacer esa necesidad humana a todas aquellas personas para quienes el matrimonio heterosexual no es una opción posible.
La respuesta bíblica sólo tiene que ver con ciertos actos homosexuales sin reparar en la condición humana de la cual derivan lo cual cierra la puerta a la posibilidad ética de distinguir entre actos moralmente legítimos y otros que no lo son como sucede en el caso de la heterosexualidad.
El estudio científico de la homosexualidad no tiene más de un siglo de existencia. Hoy sabemos que la homosexualidad es un aspecto central de la personalidad, probablemente fijado desde la niñez, con sustento biológico que afecta una proporción no despreciable de la población sin conocer fronteras ya sean culturales, étnicas ó sociales. Además no existe evidencia convincente de que la orientación sexual de una persona pueda verdaderamente ser cambiada -como intentan hacer las terapias reparativas con escasos resultados de éxito por demás cuestionados a la hora de pasar la prueba científica-.
Aparejada a la sexualidad de una persona está su capacidad de sentir afecto, de deleitarse en el otro, de involucrarse emocionalmente con la otra persona y de entregarse a ella. La sexualidad forma parte de la capacidad humana de amar, pues no somos meramente seres intelectuales, sino también físicos y emocionales. El temor a manifestar esta condición significa negar la capacidad de amar con que fuimos creados. Es el temor a una parte de lo más profundo de nuestra personalidad. Este temor es un estigma que aparece como consecuencia de las presiones sociales y religiosas a las que están expuestos los homosexuales desde muy jóvenes. Es también vergüenza, miedo al ridículo, al desprecio y a la mofa de los demás, sobre todo en el período mas difícil que comienza en la adolescencia cuando se afirma la identidad sexual del individuo.
Se trata de un período muy duro en el que el joven lucha consigo mismo en soledad, pues en la mayoría de los casos no se anima a compartirlo con un amigo o con un consejero. Obviamente por vergüenza y temor a ser rechazado ya que todos tenemos la necesidad de ser aceptados y queridos por los demás. La vergüenza es una consecuencia de ese estigma social y religioso: la homosexualidad es aún considerada por muchos como una enfermedad, una perversión ó un comportamiento despreciable y reprobable. Para la Iglesia tradicional es un pecado muy grave.
Además muchos deben enfrentarse a una gran variedad de riesgos procedentes de su entorno, como perder el empleo, ser echados de casa por los padres, ser agredidos por los compañeros de la escuela, perder oportunidades de progreso laboral o ser apartados de la congregación eclesiástica.
Un mecanismo muy común de escapismo es la “negación”. El individuo sencillamente niega reconocer lo que siente y trata de asumir una conducta heterosexual. Estas personas viven vidas muy conflictivas por lo que en muchos casos se ven obligadas a recurrir en busca de ayuda a terapeutas cristianos que por lo general no harán más que agravar el problema. En términos de fe, el homosexual parece condenado a elegir entre abandonar su religión ó lo que parece mas difícil, su propia sexualidad. Lo cual puede decirse es equivalente a elegir entre religión ó uno mismo. Una gran mayoría de los homosexuales se pierden de la fe como consecuencia del mensaje negativo e intolerante de la iglesia no pocas veces cargado de homofobia, una actitud para nada compasiva que dista significativamente de la del Señor Jesucristo que fue conocido como el “amigo de los pecadores”. De hecho la mayoría de sus seguidores se conformaba de una larga lista de los “mal vistos” de su época, personas marginadas y excluidas de la sociedad y de la religión imperante. Pero el evangelio de Jesús que se solidarizaba con la miseria humana vino a transmitir un mensaje de liberación e inclusión para salvar al hombre de toda opresión.
Según el pensamiento ingenuo de la Iglesia tradicional solamente existen dos alternativas para el homosexual: casarse heterosexualmente ó abstenerse de sexo y permanecer célibe. La permanente continencia sexual a la que parece estar sentenciado el cristiano homosexual no es una opción realista. Todos sabemos que el evangelio la presenta como un regalo ó don especial que muy pocos reciben y que era dado por Dios para la causa de Su Reino.
No hay ninguna razón para suponer que Dios otorga este don a cada homosexual. Por el contrario, la experiencia nos muestra que la gran mayoría de gays que han intentado reprimir sus deseos y vivir una vida célibe terminan respondiendo a su urgencia sexual en las formas mas promiscuas y autodestructivas. El resultado de estas conductas no hace más que agregar sentimientos de culpa, frustración y odio a uno mismo. Al sentimiento de culpa se suma la convicción de que uno carece de la fuerza de voluntad que supuestamente debería tener, dejando siempre una muy profunda sensación de fracaso y amargura.
Es posible que alguien con orientación homosexual se abstenga en forma temporaria o permanente de vivir una conducta homosexual lo cual no significa verdaderamente haya “cambiado” su orientación.
La única respuesta saludable y santa para la orientación homosexual, es la aceptación de la misma en concordancia con una vida en sintonía con los valores cristianos. No se elige ser homosexual como tampoco se elige ser heterosexual. La realidad es que ciertas personas simplemente resultan ser homosexuales aunque no lo quieran y no existen razones objetivas para suponer que la orientación sexual pueda cambiarse por mas convincente que sea el argumento. Los avances en el campo de la ciencia, especialmente en la psicología han demostrado que no todas las personas son por definición heterosexuales. Una proporción de los seres humanos desarrolla una orientación homosexual que forma parte de su propia naturaleza.
Por lo tanto si tenemos en cuenta que el concepto de orientación sexual no se conoció sino hasta fines del siglo XIX, resulta claro que ninguno de los escritores bíblicos pudo haber estado en condiciones de abordar este tema en forma apropiada.
La respuesta bíblica sólo tiene que ver con ciertos actos homosexuales sin reparar en la condición humana de la cual derivan lo cual cierra la puerta a la posibilidad ética de distinguir entre actos moralmente legítimos y otros que no lo son como sucede en el caso de la heterosexualidad.
El estudio científico de la homosexualidad no tiene más de un siglo de existencia. Hoy sabemos que la homosexualidad es un aspecto central de la personalidad, probablemente fijado desde la niñez, con sustento biológico que afecta una proporción no despreciable de la población sin conocer fronteras ya sean culturales, étnicas ó sociales. Además no existe evidencia convincente de que la orientación sexual de una persona pueda verdaderamente ser cambiada -como intentan hacer las terapias reparativas con escasos resultados de éxito por demás cuestionados a la hora de pasar la prueba científica-.
Aparejada a la sexualidad de una persona está su capacidad de sentir afecto, de deleitarse en el otro, de involucrarse emocionalmente con la otra persona y de entregarse a ella. La sexualidad forma parte de la capacidad humana de amar, pues no somos meramente seres intelectuales, sino también físicos y emocionales. El temor a manifestar esta condición significa negar la capacidad de amar con que fuimos creados. Es el temor a una parte de lo más profundo de nuestra personalidad. Este temor es un estigma que aparece como consecuencia de las presiones sociales y religiosas a las que están expuestos los homosexuales desde muy jóvenes. Es también vergüenza, miedo al ridículo, al desprecio y a la mofa de los demás, sobre todo en el período mas difícil que comienza en la adolescencia cuando se afirma la identidad sexual del individuo.
Se trata de un período muy duro en el que el joven lucha consigo mismo en soledad, pues en la mayoría de los casos no se anima a compartirlo con un amigo o con un consejero. Obviamente por vergüenza y temor a ser rechazado ya que todos tenemos la necesidad de ser aceptados y queridos por los demás. La vergüenza es una consecuencia de ese estigma social y religioso: la homosexualidad es aún considerada por muchos como una enfermedad, una perversión ó un comportamiento despreciable y reprobable. Para la Iglesia tradicional es un pecado muy grave.
Además muchos deben enfrentarse a una gran variedad de riesgos procedentes de su entorno, como perder el empleo, ser echados de casa por los padres, ser agredidos por los compañeros de la escuela, perder oportunidades de progreso laboral o ser apartados de la congregación eclesiástica.
Un mecanismo muy común de escapismo es la “negación”. El individuo sencillamente niega reconocer lo que siente y trata de asumir una conducta heterosexual. Estas personas viven vidas muy conflictivas por lo que en muchos casos se ven obligadas a recurrir en busca de ayuda a terapeutas cristianos que por lo general no harán más que agravar el problema. En términos de fe, el homosexual parece condenado a elegir entre abandonar su religión ó lo que parece mas difícil, su propia sexualidad. Lo cual puede decirse es equivalente a elegir entre religión ó uno mismo. Una gran mayoría de los homosexuales se pierden de la fe como consecuencia del mensaje negativo e intolerante de la iglesia no pocas veces cargado de homofobia, una actitud para nada compasiva que dista significativamente de la del Señor Jesucristo que fue conocido como el “amigo de los pecadores”. De hecho la mayoría de sus seguidores se conformaba de una larga lista de los “mal vistos” de su época, personas marginadas y excluidas de la sociedad y de la religión imperante. Pero el evangelio de Jesús que se solidarizaba con la miseria humana vino a transmitir un mensaje de liberación e inclusión para salvar al hombre de toda opresión.
Según el pensamiento ingenuo de la Iglesia tradicional solamente existen dos alternativas para el homosexual: casarse heterosexualmente ó abstenerse de sexo y permanecer célibe. La permanente continencia sexual a la que parece estar sentenciado el cristiano homosexual no es una opción realista. Todos sabemos que el evangelio la presenta como un regalo ó don especial que muy pocos reciben y que era dado por Dios para la causa de Su Reino.
No hay ninguna razón para suponer que Dios otorga este don a cada homosexual. Por el contrario, la experiencia nos muestra que la gran mayoría de gays que han intentado reprimir sus deseos y vivir una vida célibe terminan respondiendo a su urgencia sexual en las formas mas promiscuas y autodestructivas. El resultado de estas conductas no hace más que agregar sentimientos de culpa, frustración y odio a uno mismo. Al sentimiento de culpa se suma la convicción de que uno carece de la fuerza de voluntad que supuestamente debería tener, dejando siempre una muy profunda sensación de fracaso y amargura.
Es posible que alguien con orientación homosexual se abstenga en forma temporaria o permanente de vivir una conducta homosexual lo cual no significa verdaderamente haya “cambiado” su orientación.
La única respuesta saludable y santa para la orientación homosexual, es la aceptación de la misma en concordancia con una vida en sintonía con los valores cristianos. No se elige ser homosexual como tampoco se elige ser heterosexual. La realidad es que ciertas personas simplemente resultan ser homosexuales aunque no lo quieran y no existen razones objetivas para suponer que la orientación sexual pueda cambiarse por mas convincente que sea el argumento. Los avances en el campo de la ciencia, especialmente en la psicología han demostrado que no todas las personas son por definición heterosexuales. Una proporción de los seres humanos desarrolla una orientación homosexual que forma parte de su propia naturaleza.
Por lo tanto si tenemos en cuenta que el concepto de orientación sexual no se conoció sino hasta fines del siglo XIX, resulta claro que ninguno de los escritores bíblicos pudo haber estado en condiciones de abordar este tema en forma apropiada.
Lo que dice la Biblia:
La respuesta cristiana estará en la forma en que leemos la Biblia o en la que la Biblia es interpretada. Pues convengamos que la condena de la iglesia a la homosexualidad o a su práctica se hace con la Biblia misma y sobre la base de un puñado de no mas de cinco pasajes no muy claros en su alcance y muy discutidos entre los eruditos.
En tal sentido es muy importante prestar atención a las diferentes formas de leer y comprender un texto, especialmente cuando se trata de textos muy antiguos como es ciertamente nuestro caso. Las palabras pueden sugerirnos una cosa a nosotros hoy en el siglo XXI que puede haber significado algo diferente para quienes lo escribieron hace dos ó tres mil años, mas aún cuando el idioma hebreo en que fue escrito el Antiguo Testamento contaba con tan sólo 50.000 palabras contra unas 300.000 de nuestro español actual.
La respuesta cristiana estará en la forma en que leemos la Biblia o en la que la Biblia es interpretada. Pues convengamos que la condena de la iglesia a la homosexualidad o a su práctica se hace con la Biblia misma y sobre la base de un puñado de no mas de cinco pasajes no muy claros en su alcance y muy discutidos entre los eruditos.
En tal sentido es muy importante prestar atención a las diferentes formas de leer y comprender un texto, especialmente cuando se trata de textos muy antiguos como es ciertamente nuestro caso. Las palabras pueden sugerirnos una cosa a nosotros hoy en el siglo XXI que puede haber significado algo diferente para quienes lo escribieron hace dos ó tres mil años, mas aún cuando el idioma hebreo en que fue escrito el Antiguo Testamento contaba con tan sólo 50.000 palabras contra unas 300.000 de nuestro español actual.
Existen en principio dos formas distintas de interpretación. La interpretación “literal” y la “histórica crítica”. La literal señala que un texto debe interpretarse simplemente por lo que dice -esta es la forma preferida por los fundamentalistas- El histórico crítico en cambio dice que un texto tiene el sentido que le quiso dar quien lo escribió.
O sea que para entender mejor un texto de la Biblia hoy, deberíamos primero comprender el texto en la situación original y luego aplicar su significado a la situación presente. Es importante destacar en este momento, que ambas formas de interpretación, aunque muy distintas, coinciden en que la Biblia es inspirada por Dios aunque humanamente transmitida, por lo que también queda sujeta a las limitaciones propias del ser humano.
La interpretación literal de muchos textos de la Biblia, tales como los que tienen que ver con la conducta homosexual, ha sido el arma mas contundente de condenación hacia los homosexuales por parte de la iglesia y que tantas heridas y dolor ha producido en aquellos que teniendo una orientación sexual diferente desean seguir a Cristo. Si bien muchas denominaciones cristianas mayormente se guían por la interpretación histórico crítica, en ciertos pasajes como ocurre con el tema que nos ocupa, con gran hipocresía rechazan este método. El método de interpretación se denomina histórico porque requiere llevar el texto a su contexto histórico-cultural original antes de decidir un significado y se denomina crítico porque requiere además un cuidadoso y serio análisis del mismo.
En este punto, podemos decir que a la luz de la interpretación histórico crítica de los pasajes relacionados con la conducta homosexual, las conclusiones no se corresponden con las que tradicionalmente se han enseñado. Se puede afirmar que los textos se refieren solamente a ciertos aspectos de la conducta homosexual y no a otros; mucho menos a la homosexualidad como posible orientación sexual de la vida práctica de las personas.
No debemos perder de vista que las Escrituras fueron escritas por mensajeros inspirados por Dios que escribieron influenciados por el contexto de su época y su propia comprensión del mundo y la cultura. Los textos bíblicos más directos y conocidos son cinco. El primero tiene que ver con el pecado de Sodoma (Ge. 19:1-11) cuya interpretación errónea lo ha convertido en el texto que mas ha confundido a los cristianos y mas daño ha causado a los homosexuales.
En segundo lugar aparece el único texto de todo el Antiguo Testamento que hace expresa mención a relaciones sexuales de hombre con hombre y que tradicionalmente se aplicó a todo tipo de relación homosexual. Se trata de Levítico 18:22 y 20:13
Finalmente debemos remitirnos al Nuevo Testamento donde el pasaje mas discutido está en el capítulo 1 de Romanos (específicamente 1:27) mas otros dos que encontramos en 1Corintios 6:9 y 1 Timoteo 1:10.
Lo más significativo es que en los Evangelios jamás aparece una sola referencia a la homosexualidad. Jesús nunca habló del asunto aunque repetidas veces lo hizo respecto de la prostitución y el adulterio. Este silencio de Jesús debería sorprendernos si su pensamiento hubiese sido que todas las relaciones homosexuales son intrínsecamente pecaminosas.
El Pecado de Sodoma
El relato bíblico que encontramos en Génesis 19:1-13, ha sido históricamente utilizado como un argumento contundente contra toda expresión homosexual como contraria a la voluntad de Dios. La interpretación errónea de este pasaje ha causado un inmenso daño a los homosexuales a lo largo de los siglos y aún hoy se lo sigue utilizando con frecuencia en forma equívoca y arbitraria.
El pecado de Sodoma fue específicamente el abuso y la ofensa en su forma más aberrante contra los extranjeros –los dos ángeles de Dios- hospedados por Lot y su familia (v.5 BJ). Queda claro que “todo el pueblo sin excepción” reunido frente a la casa de Lot deseaba asaltar sexualmente a los visitantes. Pero es igualmente claro y evidente que las intenciones eran la violación sexual lo cual nada tiene que ver con la relación sexual consensuada entre seres que se aman y respetan. El versículo 9 pone de manifiesto que se trata de un acto de singular maltrato: “pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos...”. le dicen a Lot cuando se rehúsa a entregarlos ofreciendo a sus hijas a cambio de los visitantes lo que hoy se consideraría por cierto escandaloso. El silencio del escritor sobre este ofrecimiento, pone en evidencia el carácter relativo de la moral sexual muy ligado a la costumbre social propia de cada época de modo que lo que en un momento es éticamente aceptable en otro resultaría inaceptable y viceversa.
Algunos autores sugieren que el pecado de Sodoma fue la inhospitalidad en su peor y más aberrante expresión al incluir el asalto sexual. La hospitalidad era una virtud sagrada entre los antiguos. El pecado de Sodoma fue específicamente abuso y ofensa contra los extranjeros, los dos ángeles de Dios recibidos por Lot y su familia. El intento de violación de los ángeles, solamente agrega mayor ofensa al abuso, pero la historia misma y su contexto cultural demuestran que el interés del autor no estaba tan centrado en lo sexual sino en el acto de desprecio y humillación hacia los visitantes.
El punto de la historia no es particularmente la ética sexual. El punto de la historia es el abuso y el asalto cualquiera fuera su forma. Forzar sexualmente a los hombres, al igual que las mujeres era una práctica común que usualmente se ejercía como una forma muy aberrante de sometimiento y humillación mayormente sobre los vencidos en batalla. La mas clara definición del pecado de Sodoma sin embargo la encontramos en el libro de Ezequiel 16:49, un texto a menudo pasado por alto: “Esta fue la culpa de tu hermana Sodoma: ella y sus hijas fueron soberbias, con excesos de comida y de ocio, pero no de ayuda hacia el pobre o el necesitado”.
La confirmación acerca del carácter del pecado de Sodoma la encontramos también en el Nuevo Testamento justamente en la palabra de Cristo (Lc. 10:10-13) cuando hace específica referencia a la inhospitalidad.
A lo largo del Antiguo Testamento, Sodoma es siempre mencionada como símbolo de destrucción ocasionada por pecados de tal magnitud como para ser merecedores de semejante castigo. En ninguna cita sin embargo se indica que ese pecado fuera específicamente la actividad homosexual. De igual modo ninguno de los pasajes bíblicos que condenan ciertas conductas homosexuales la relacionan con la historia de Sodoma. Sin embargo la tradición -fundamentalmente a partir del segundo milenio de nuestra era- la ha vinculado con la homosexualidad como causa primaria de su destrucción.
La interpretación homofóbica de este pasaje hace aguas justamente porque la narrativa en nada sugiere el rechazo de la actividad homosexual. Lo que se está rechazando exclusivamente es el abuso sexual en la forma de asalto y violación, conductas obviamente reprobables y condenables. Pero es un grave y arbitrario error seguir utilizando este relato bíblico para condenar las relaciones homosexuales consensuadas entre adultos responsables.
Supongamos que los huéspedes hubiesen sido mujeres, entonces ¿se justificaría en ese caso la actitud del pueblo de Sodoma? Por cierto que la respuesta es no. En tal caso a nadie se le ocurriría culpar y condenar la heterosexualidad. De hecho existe un relato en Jueces cap. 19 que presenta similitud con el de Sodoma y Gomorra donde la víctima de la violación –en este caso consumada- es una mujer.
¿Alguien ha condenado a la heterosexualidad por ello?
levítico 18:22 y 20:13
La evidencia textual de la Biblia Hebrea (AT) que muchas iglesias utilizan para justificar su homofobia comprende solamente dos pasajes: la narrativa Génesis 19 concerniente a Sodoma y las prohibiciones legales sobre relaciones sexuales varón-varón que encontramos en Levítico 18:22 y 20:13.
Ya hemos hecho referencia a la lectura errónea del relato de Sodoma. Comprendemos ahora que esta historia tiene exclusivamente que ver con un intento de violación sexual como ejemplo extremo de oposición a los códigos sagrados de la hospitalidad.
Con respecto a los versículos de Levítico resulta pertinente destacar en primer lugar que de todos los códigos legales incorporados en las Escrituras de Israel, existe una única referencia que apenas toca el asunto del homoerotismo masculino. En tal dirección, Saúl Olyan sostiene que “Son las únicas leyes de su tipo en la Biblia Hebrea; absolutamente no existe una sola ley análoga en ninguna de las demás colecciones legales israelitas que conocemos, aunque esta característica única no ha sido debidamente reconocida por los eruditos”
Es razonable preguntarnos si una única cita –que como veremos nada tiene que ver con nuestra comprensión actual de la homosexualidad- puede ser suficiente para condenar todo tipo de relación entre personas del mismo sexo. Especialmente cuando ésa no es una característica propia de la Biblia como un todo, ya que cuando ésta condena, manda ó exhorta lo hace siempre en forma clara y repetitiva dejando muy poco lugar para la duda.
¿Pero que es lo que exactamente se prohíbe en Levítico? Con frecuencia estos textos se citan literalmente asumiendo una interpretación sin siquiera cuestionar su verdadero alcance y aplicación.
Según leemos en la versión española de la Biblia de Jerusalén (BJ): No te acostarás con varón como con mujer; es abominación (18:22)
Si alguien se acuesta con varón como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos (20:13)
En primer lugar nos detendremos en la palabra “abominación” que en hebreo se lee toebah. Se trata fundamentalmente de un término técnico de culto que primariamente aparece en contextos de idolatría. En Ezequiel (donde toebah aparece más frecuentemente), tanto en Jeremías como en Deuteronomio se presenta en conexión con la idolatría y es mencionado en relación al sacrificio de niños (por ejemplo Ezequiel 16:36). También se lo usa en conexión con la prostitución cúltica masculina (1 Reyes 14:24; ver Anexo III) Por esta razón los estudiosos independientes están de acuerdo en que Levítico 18:22 y 20:13 se justifica en el contexto de la prostitución religiosa, un tema que se repite extensamente a lo largo del Antiguo Testamento especialmente en el Exodo y Deuteronomio. Sin embargo toebah aparece también en otros contextos no necesariamente idolátricos, por ejemplo en la mezcla de categorías o traspaso de límites que mencionaremos más adelante.
Fundamentalmente en Levítico, la relación hombre-hombre resulta abominable por razones de “pureza” religiosa. Un aspecto distintivo de la ley básica de Israel era su preocupación por la “pureza” física y en tal sentido define y diferencia específicamente lo que es puro de lo que es impuro. En realidad esta era una característica que permitía mantener al pueblo de Israel separado de las demás naciones vecinas para evitar “contaminarse” con sus costumbres paganas. El código de pureza y santidad del Levítico vincula las prácticas sexuales supuestamente perversas con la idolatría de los pueblos vecinos. El capítulo 18 comienza precisamente con “No… hagáis como se hace en la tierra de Canaán a donde os llevo; no debéis seguir sus costumbres …”, finalizando con: “ Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres que habitaron el país antes que vosotros, y por eso el país se ha llenado de impurezas…no practicaréis ninguna de las costumbres abominables que se practicaban antes de vosotros, ni os hagáis impuros con ellas…”
En las religiones paganas de los tiempos bíblicos era común la creencia de que si uno podía brindar placer a los dioses usualmente a través de los prostitutos sagrados –masculinos y femeninos- entonces los dioses les recompensarían con abundancia y fertilidad tanto para ellos mismos como para sus animales y sus tierras. No deberá sorprendernos que en la antigua versión de la Vulgata Latina confeccionada por Jerónimo a fines del siglo IV y que tanto influenciara al mundo cristiano occidental, las personas referidas en el Levítico 18:22 y 20:13 son varones que ejercen la prostitución en el templo. Jerónimo vivió en una época muy cercana a los tiempos apostólicos cuando las Sagradas Escrituras eran solamente el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea y por lo tanto puede haber tenido una comprensión más exacta del significado de este texto.
En ambos versículos encontramos dos partes que se relacionan entre si: la primera de ellas es “no te acostarás con”, que claramente hace referencia a un acto sexual: “tener sexo con” (comparar con Génesis 19:32). Sin embargo el texto completo, como la mayoría supone, no dice “no tendrás sexo con varones”. Lo que realmente se prohíbe no es simplemente cualquier forma de sexo con otro varón sino precisamente la forma de sexo que un varón tiene con una mujer. Lo cierto es que el autor utiliza una forma indirecta de hablar para referirse a la relación homogenital: “acostarse con un hombre como se hace con mujer”. En realidad el texto hebreo literalmente traducido es aún mas oscuro: “con un hombre no se acostará los acostamientos de una mujer”. En la prohibición de sexo con animales –tanto para el varón como para la mujer- el texto simplemente dice “no tendrás sexo con animales”; no dice al varón: “no tendrás sexo con una bestia como con una mujer”. En definitiva lo que se prohíbe es una forma particular de sexo: un varón no deberá tener sexo con otro varón de la manera que lo hace con una mujer.
La mayoría de los eruditos asume que ambos textos hacen referencia a la penetración anal. De hecho la penetración anal de las mujeres era el único método de control de la natalidad disponible. Habrá que notar además que para los antiguos no existía la idea de sexo sin penetración. En 18:22 parece claro que la ley hace referencia al “penetrador” y lo que se prohibiría es la feminización del compañero que normalmente se produce en la agresión fálica contra otros varones a quienes se los reduce a la posición de una mujer, siendo éstos en realidad varones (posiblemente heterosexuales). Comprendido así, el texto prohíbe cierto tipo de acto sexual entre varones que utiliza al otro varón como si fuera una mujer (de-masculinizándolo y según la concepción antigua también degradándolo). Si esto es lo que el texto prohíbe, entonces no se están prohibiendo las relaciones entre personas de igual sexo que responden a una expresión de deseo o de amor, que desea o se deleita en la masculinidad del compañero sexual. En resumen lo que el texto prohíbe es el uso del sexo para hacer violencia y degradar a otra persona.
No obstante, es importante prestar atención a la posibilidad de que lo que se esté prohibiendo aquí es ser penetrado por otro varón, aunque el texto no dice “no te acuestes con un varón como si fueras una mujer”. Sin embargo en 20:13 ambas partes resultan culpables. Esta prohibición cobra sentido si entendemos que toebah como anteriormente se indicó, puede además hacer referencia a la mezcla de categorías que la ley israelita prohíbe: el hombre que es penetrado estaría experimentando una “mezcla de categorías” ya que siendo varón, se hace como mujer, confundiendo las categorías sociales que la tradición hebrea se esfuerza en respetar. La mezcla de categorías se establece como una “mezcla” de roles y como el rol de varón era considerado superior al de la mujer, entonces se estaría en presencia de una mezcla impura o contaminante. Justamente gran parte de las reglas de pureza entre los antiguos hebreos estaban relacionadas con el hecho de mantener las cosas semejantes separadas de aquellas diferentes. Cuando se mezclaban cosas de diferente categoría, entonces el resultado era considerado impuro. Por ese motivo las leyes del Levítico prohíben sembrar dos tipos distintos de semilla en un mismo campo, tejer dos tipos de fibra en una misma prenda ó cruzar diferente ganado.
Este argumento cobra fuerza si pensamos que en las culturas antiguas la mujer era considerada un ser inferior sin prácticamente ningún derecho. En realidad la mujer era una propiedad ó bien del padre ó del esposo. Justamente esto explica en cierta forma el hecho de que la Biblia nada dice acerca de la actividad homosexual femenina ó lesbianismo y no porque no le interese la moral sexual de la mujer, pues sí por ejemplo se le prohíbe expresamente la práctica del bestialismo ó sexo con animales. Simplemente la actividad homosexual de la mujer que además no contempla la penetración carecería de particular interés.
Existen además otras razones culturales muy poderosas que dieron origen a las leyes del Levítico, las cuales eran necesarias para el funcionamiento y prosperidad de la comunidad hebrea. La continuidad de la línea familiar era de vital importancia tanto durante el período nómada como en el posterior asentamiento en la tierra de Canaán. La supervivencia dependía de la existencia de familias grandes donde se ayudaban unos a otros en los distintos trabajos y tareas. La familia era también muy importante porque los israelitas no conocían el concepto de la vida eterna que hoy nosotros tenemos en Jesús. Después de la vida existía solamente el Seol o mundo de los muertos. La continuación de la vida tenía sentido solamente en la descendencia y por tal motivo no se consideraba la posibilidad de que un hombre no contrajera matrimonio, a tal punto que en el idioma hebreo no había lugar para la palabra “soltero”, es decir este término literalmente no existía. Por la misma razón existía la ordenanza del “Levirato” por la cual la viuda sin hijos pasaba a ser la esposa del hermano del difunto. Al desconocer la idea de vida eterna, se creía que la retribución de la justicia divina solo tenía lugar en la vida presente, de tal modo que solamente los que prosperaban y tenían descendencia eran los que contaban con el favor de Dios, mientras que los pobres, los enfermos y los estériles debían su desgracia a la desobediencia. El conocimiento precientífico de los antiguos suponía además que el hombre (varón) era el depositario exclusivo de la “semilla” de la vida mientras que la mujer era vista como la incubadora. Por tal motivo si un hombre deliberadamente vertía su semen fuera de la mujer, cometía un pecado sumamente grave –considerado de muerte (ver Génesis 38:9-10).
¿Cómo se trataba entonces al hombre cuyos genitales estaban mutilados o dañados?, ¿compasivamente? Todo lo contrario, no solamente esta persona estaría condenada a una vida sin familia sino que además se lo excluía de la congregación (es decir del templo) ya que se consideraba que su infortunio era consecuencia de la desobediencia a Dios.
¿Cómo veían finalmente estas personas cualquier acto sexual que no fuera definitivamente procreativo? Obviamente era un crimen contra la tribu cuya supervivencia dependía de la procreación y contra Dios. Las personas que cometían tales actos eran merecedoras de la muerte por desobediencia al mandamiento de fructificar y multiplicarse, del mismo modo que el hijo que maldice a su padre o a su madre. (20:9). Es singular que un tema supuestamente de tanta importancia moral como las relaciones sexuales entre varones merezca una sola referencia en la Biblia Hebrea. Es sin lugar a dudas atípico: nunca Dios dijo “les diré esto una sola vez”.
Consideremos algunos pecados sexuales tales como el adulterio y la prostitución. No sólo son condenados en numerosas ocasiones sino hasta formaron parte del simbolismo espiritual de la infidelidad de Israel hacia Dios (Ezequiel cap.16 es un excelente ejemplo entre muchos otros). Comparando las leyes del Exodo/Levítico con las del Deuteronomio (denominado copia de la Ley) del mismo modo que se compara los libros de Reyes con el de Crónicas o los evangelios sinópticos en el Nuevo Testamento a los efectos de una mejor comprensión, en Deuteronomio la ley comparable a Levítico 18:22 tiene que ver inequívocamente con la prostitución masculina en el culto de los cananeos (Dt. 23:17-18). En la mentalidad judía, la conducta homosexual estaba asociada con la idolatría de los santuarios paganos o “lugares altos” y en consecuencia había una fuerte presión cultural para evitar cualquier forma de relación sexual que estuviera fuera del matrimonio heterosexual. El concepto de “pureza física” y sus correspondientes reglas fueron abolidas por el Nuevo Testamento (ver Romanos 14:14). En consecuencia la ética de la pureza física que prohibía las relaciones sexuales entre varones debería ser reemplazada por otras éticas que fueran pertinentes teniendo en cuenta la comprensión actual de la sexualidad humana.
Como en Levítico solamente se contemplan ciertos actos homoeróticos (penetración anal de un varón por otro varón) sin incluir el lesbianismo y desconociendo el concepto de orientación sexual, resulta erróneo suponer que esos textos hacen referencia a la homosexualidad. Queda claro que la influencia cultural de la ley ha sido enorme. No ha pasado un siglo –lo cual sería ya demasiado- ¡sino que han pasado miles de años! La mayoría de estas leyes han dejado de aplicarse desde hace siglos y son incompatibles con la mentalidad y conocimiento del ser humano actual.
La iglesia primitiva tuvo que resolver si las leyes hebreas debían aplicarse o no a los cristianos. Comenzaron a convertirse muchos gentiles que obviamente no estaban circuncidados ni tampoco seguían la Ley que Dios había dado a los israelitas. Los judíos se consideraban justificados delante de Dios por la observancia de la Ley. En la lectura de las cartas de Pablo a los Romanos, Gálatas, Corintios, Colosenses y Hebreos, encontramos un clamor consistente de que “nadie es justificado delante de Dios por la ley” (Gálatas 3:10). Pablo escribe: “Así también vosotros hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo el Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:4-6 Reina Valera, 1960) “Pero antes que viniese la fe estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo para ser llevados a Cristo a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. (Gálatas 3:23-26 Reina Valera, 1960).
El pecado de Sodoma fue específicamente el abuso y la ofensa en su forma más aberrante contra los extranjeros –los dos ángeles de Dios- hospedados por Lot y su familia (v.5 BJ). Queda claro que “todo el pueblo sin excepción” reunido frente a la casa de Lot deseaba asaltar sexualmente a los visitantes. Pero es igualmente claro y evidente que las intenciones eran la violación sexual lo cual nada tiene que ver con la relación sexual consensuada entre seres que se aman y respetan. El versículo 9 pone de manifiesto que se trata de un acto de singular maltrato: “pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos...”. le dicen a Lot cuando se rehúsa a entregarlos ofreciendo a sus hijas a cambio de los visitantes lo que hoy se consideraría por cierto escandaloso. El silencio del escritor sobre este ofrecimiento, pone en evidencia el carácter relativo de la moral sexual muy ligado a la costumbre social propia de cada época de modo que lo que en un momento es éticamente aceptable en otro resultaría inaceptable y viceversa.
Algunos autores sugieren que el pecado de Sodoma fue la inhospitalidad en su peor y más aberrante expresión al incluir el asalto sexual. La hospitalidad era una virtud sagrada entre los antiguos. El pecado de Sodoma fue específicamente abuso y ofensa contra los extranjeros, los dos ángeles de Dios recibidos por Lot y su familia. El intento de violación de los ángeles, solamente agrega mayor ofensa al abuso, pero la historia misma y su contexto cultural demuestran que el interés del autor no estaba tan centrado en lo sexual sino en el acto de desprecio y humillación hacia los visitantes.
El punto de la historia no es particularmente la ética sexual. El punto de la historia es el abuso y el asalto cualquiera fuera su forma. Forzar sexualmente a los hombres, al igual que las mujeres era una práctica común que usualmente se ejercía como una forma muy aberrante de sometimiento y humillación mayormente sobre los vencidos en batalla. La mas clara definición del pecado de Sodoma sin embargo la encontramos en el libro de Ezequiel 16:49, un texto a menudo pasado por alto: “Esta fue la culpa de tu hermana Sodoma: ella y sus hijas fueron soberbias, con excesos de comida y de ocio, pero no de ayuda hacia el pobre o el necesitado”.
La confirmación acerca del carácter del pecado de Sodoma la encontramos también en el Nuevo Testamento justamente en la palabra de Cristo (Lc. 10:10-13) cuando hace específica referencia a la inhospitalidad.
A lo largo del Antiguo Testamento, Sodoma es siempre mencionada como símbolo de destrucción ocasionada por pecados de tal magnitud como para ser merecedores de semejante castigo. En ninguna cita sin embargo se indica que ese pecado fuera específicamente la actividad homosexual. De igual modo ninguno de los pasajes bíblicos que condenan ciertas conductas homosexuales la relacionan con la historia de Sodoma. Sin embargo la tradición -fundamentalmente a partir del segundo milenio de nuestra era- la ha vinculado con la homosexualidad como causa primaria de su destrucción.
La interpretación homofóbica de este pasaje hace aguas justamente porque la narrativa en nada sugiere el rechazo de la actividad homosexual. Lo que se está rechazando exclusivamente es el abuso sexual en la forma de asalto y violación, conductas obviamente reprobables y condenables. Pero es un grave y arbitrario error seguir utilizando este relato bíblico para condenar las relaciones homosexuales consensuadas entre adultos responsables.
Supongamos que los huéspedes hubiesen sido mujeres, entonces ¿se justificaría en ese caso la actitud del pueblo de Sodoma? Por cierto que la respuesta es no. En tal caso a nadie se le ocurriría culpar y condenar la heterosexualidad. De hecho existe un relato en Jueces cap. 19 que presenta similitud con el de Sodoma y Gomorra donde la víctima de la violación –en este caso consumada- es una mujer.
¿Alguien ha condenado a la heterosexualidad por ello?
levítico 18:22 y 20:13
La evidencia textual de la Biblia Hebrea (AT) que muchas iglesias utilizan para justificar su homofobia comprende solamente dos pasajes: la narrativa Génesis 19 concerniente a Sodoma y las prohibiciones legales sobre relaciones sexuales varón-varón que encontramos en Levítico 18:22 y 20:13.
Ya hemos hecho referencia a la lectura errónea del relato de Sodoma. Comprendemos ahora que esta historia tiene exclusivamente que ver con un intento de violación sexual como ejemplo extremo de oposición a los códigos sagrados de la hospitalidad.
Con respecto a los versículos de Levítico resulta pertinente destacar en primer lugar que de todos los códigos legales incorporados en las Escrituras de Israel, existe una única referencia que apenas toca el asunto del homoerotismo masculino. En tal dirección, Saúl Olyan sostiene que “Son las únicas leyes de su tipo en la Biblia Hebrea; absolutamente no existe una sola ley análoga en ninguna de las demás colecciones legales israelitas que conocemos, aunque esta característica única no ha sido debidamente reconocida por los eruditos”
Es razonable preguntarnos si una única cita –que como veremos nada tiene que ver con nuestra comprensión actual de la homosexualidad- puede ser suficiente para condenar todo tipo de relación entre personas del mismo sexo. Especialmente cuando ésa no es una característica propia de la Biblia como un todo, ya que cuando ésta condena, manda ó exhorta lo hace siempre en forma clara y repetitiva dejando muy poco lugar para la duda.
¿Pero que es lo que exactamente se prohíbe en Levítico? Con frecuencia estos textos se citan literalmente asumiendo una interpretación sin siquiera cuestionar su verdadero alcance y aplicación.
Según leemos en la versión española de la Biblia de Jerusalén (BJ): No te acostarás con varón como con mujer; es abominación (18:22)
Si alguien se acuesta con varón como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos (20:13)
En primer lugar nos detendremos en la palabra “abominación” que en hebreo se lee toebah. Se trata fundamentalmente de un término técnico de culto que primariamente aparece en contextos de idolatría. En Ezequiel (donde toebah aparece más frecuentemente), tanto en Jeremías como en Deuteronomio se presenta en conexión con la idolatría y es mencionado en relación al sacrificio de niños (por ejemplo Ezequiel 16:36). También se lo usa en conexión con la prostitución cúltica masculina (1 Reyes 14:24; ver Anexo III) Por esta razón los estudiosos independientes están de acuerdo en que Levítico 18:22 y 20:13 se justifica en el contexto de la prostitución religiosa, un tema que se repite extensamente a lo largo del Antiguo Testamento especialmente en el Exodo y Deuteronomio. Sin embargo toebah aparece también en otros contextos no necesariamente idolátricos, por ejemplo en la mezcla de categorías o traspaso de límites que mencionaremos más adelante.
Fundamentalmente en Levítico, la relación hombre-hombre resulta abominable por razones de “pureza” religiosa. Un aspecto distintivo de la ley básica de Israel era su preocupación por la “pureza” física y en tal sentido define y diferencia específicamente lo que es puro de lo que es impuro. En realidad esta era una característica que permitía mantener al pueblo de Israel separado de las demás naciones vecinas para evitar “contaminarse” con sus costumbres paganas. El código de pureza y santidad del Levítico vincula las prácticas sexuales supuestamente perversas con la idolatría de los pueblos vecinos. El capítulo 18 comienza precisamente con “No… hagáis como se hace en la tierra de Canaán a donde os llevo; no debéis seguir sus costumbres …”, finalizando con: “ Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres que habitaron el país antes que vosotros, y por eso el país se ha llenado de impurezas…no practicaréis ninguna de las costumbres abominables que se practicaban antes de vosotros, ni os hagáis impuros con ellas…”
En las religiones paganas de los tiempos bíblicos era común la creencia de que si uno podía brindar placer a los dioses usualmente a través de los prostitutos sagrados –masculinos y femeninos- entonces los dioses les recompensarían con abundancia y fertilidad tanto para ellos mismos como para sus animales y sus tierras. No deberá sorprendernos que en la antigua versión de la Vulgata Latina confeccionada por Jerónimo a fines del siglo IV y que tanto influenciara al mundo cristiano occidental, las personas referidas en el Levítico 18:22 y 20:13 son varones que ejercen la prostitución en el templo. Jerónimo vivió en una época muy cercana a los tiempos apostólicos cuando las Sagradas Escrituras eran solamente el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea y por lo tanto puede haber tenido una comprensión más exacta del significado de este texto.
En ambos versículos encontramos dos partes que se relacionan entre si: la primera de ellas es “no te acostarás con”, que claramente hace referencia a un acto sexual: “tener sexo con” (comparar con Génesis 19:32). Sin embargo el texto completo, como la mayoría supone, no dice “no tendrás sexo con varones”. Lo que realmente se prohíbe no es simplemente cualquier forma de sexo con otro varón sino precisamente la forma de sexo que un varón tiene con una mujer. Lo cierto es que el autor utiliza una forma indirecta de hablar para referirse a la relación homogenital: “acostarse con un hombre como se hace con mujer”. En realidad el texto hebreo literalmente traducido es aún mas oscuro: “con un hombre no se acostará los acostamientos de una mujer”. En la prohibición de sexo con animales –tanto para el varón como para la mujer- el texto simplemente dice “no tendrás sexo con animales”; no dice al varón: “no tendrás sexo con una bestia como con una mujer”. En definitiva lo que se prohíbe es una forma particular de sexo: un varón no deberá tener sexo con otro varón de la manera que lo hace con una mujer.
La mayoría de los eruditos asume que ambos textos hacen referencia a la penetración anal. De hecho la penetración anal de las mujeres era el único método de control de la natalidad disponible. Habrá que notar además que para los antiguos no existía la idea de sexo sin penetración. En 18:22 parece claro que la ley hace referencia al “penetrador” y lo que se prohibiría es la feminización del compañero que normalmente se produce en la agresión fálica contra otros varones a quienes se los reduce a la posición de una mujer, siendo éstos en realidad varones (posiblemente heterosexuales). Comprendido así, el texto prohíbe cierto tipo de acto sexual entre varones que utiliza al otro varón como si fuera una mujer (de-masculinizándolo y según la concepción antigua también degradándolo). Si esto es lo que el texto prohíbe, entonces no se están prohibiendo las relaciones entre personas de igual sexo que responden a una expresión de deseo o de amor, que desea o se deleita en la masculinidad del compañero sexual. En resumen lo que el texto prohíbe es el uso del sexo para hacer violencia y degradar a otra persona.
No obstante, es importante prestar atención a la posibilidad de que lo que se esté prohibiendo aquí es ser penetrado por otro varón, aunque el texto no dice “no te acuestes con un varón como si fueras una mujer”. Sin embargo en 20:13 ambas partes resultan culpables. Esta prohibición cobra sentido si entendemos que toebah como anteriormente se indicó, puede además hacer referencia a la mezcla de categorías que la ley israelita prohíbe: el hombre que es penetrado estaría experimentando una “mezcla de categorías” ya que siendo varón, se hace como mujer, confundiendo las categorías sociales que la tradición hebrea se esfuerza en respetar. La mezcla de categorías se establece como una “mezcla” de roles y como el rol de varón era considerado superior al de la mujer, entonces se estaría en presencia de una mezcla impura o contaminante. Justamente gran parte de las reglas de pureza entre los antiguos hebreos estaban relacionadas con el hecho de mantener las cosas semejantes separadas de aquellas diferentes. Cuando se mezclaban cosas de diferente categoría, entonces el resultado era considerado impuro. Por ese motivo las leyes del Levítico prohíben sembrar dos tipos distintos de semilla en un mismo campo, tejer dos tipos de fibra en una misma prenda ó cruzar diferente ganado.
Este argumento cobra fuerza si pensamos que en las culturas antiguas la mujer era considerada un ser inferior sin prácticamente ningún derecho. En realidad la mujer era una propiedad ó bien del padre ó del esposo. Justamente esto explica en cierta forma el hecho de que la Biblia nada dice acerca de la actividad homosexual femenina ó lesbianismo y no porque no le interese la moral sexual de la mujer, pues sí por ejemplo se le prohíbe expresamente la práctica del bestialismo ó sexo con animales. Simplemente la actividad homosexual de la mujer que además no contempla la penetración carecería de particular interés.
Existen además otras razones culturales muy poderosas que dieron origen a las leyes del Levítico, las cuales eran necesarias para el funcionamiento y prosperidad de la comunidad hebrea. La continuidad de la línea familiar era de vital importancia tanto durante el período nómada como en el posterior asentamiento en la tierra de Canaán. La supervivencia dependía de la existencia de familias grandes donde se ayudaban unos a otros en los distintos trabajos y tareas. La familia era también muy importante porque los israelitas no conocían el concepto de la vida eterna que hoy nosotros tenemos en Jesús. Después de la vida existía solamente el Seol o mundo de los muertos. La continuación de la vida tenía sentido solamente en la descendencia y por tal motivo no se consideraba la posibilidad de que un hombre no contrajera matrimonio, a tal punto que en el idioma hebreo no había lugar para la palabra “soltero”, es decir este término literalmente no existía. Por la misma razón existía la ordenanza del “Levirato” por la cual la viuda sin hijos pasaba a ser la esposa del hermano del difunto. Al desconocer la idea de vida eterna, se creía que la retribución de la justicia divina solo tenía lugar en la vida presente, de tal modo que solamente los que prosperaban y tenían descendencia eran los que contaban con el favor de Dios, mientras que los pobres, los enfermos y los estériles debían su desgracia a la desobediencia. El conocimiento precientífico de los antiguos suponía además que el hombre (varón) era el depositario exclusivo de la “semilla” de la vida mientras que la mujer era vista como la incubadora. Por tal motivo si un hombre deliberadamente vertía su semen fuera de la mujer, cometía un pecado sumamente grave –considerado de muerte (ver Génesis 38:9-10).
¿Cómo se trataba entonces al hombre cuyos genitales estaban mutilados o dañados?, ¿compasivamente? Todo lo contrario, no solamente esta persona estaría condenada a una vida sin familia sino que además se lo excluía de la congregación (es decir del templo) ya que se consideraba que su infortunio era consecuencia de la desobediencia a Dios.
¿Cómo veían finalmente estas personas cualquier acto sexual que no fuera definitivamente procreativo? Obviamente era un crimen contra la tribu cuya supervivencia dependía de la procreación y contra Dios. Las personas que cometían tales actos eran merecedoras de la muerte por desobediencia al mandamiento de fructificar y multiplicarse, del mismo modo que el hijo que maldice a su padre o a su madre. (20:9). Es singular que un tema supuestamente de tanta importancia moral como las relaciones sexuales entre varones merezca una sola referencia en la Biblia Hebrea. Es sin lugar a dudas atípico: nunca Dios dijo “les diré esto una sola vez”.
Consideremos algunos pecados sexuales tales como el adulterio y la prostitución. No sólo son condenados en numerosas ocasiones sino hasta formaron parte del simbolismo espiritual de la infidelidad de Israel hacia Dios (Ezequiel cap.16 es un excelente ejemplo entre muchos otros). Comparando las leyes del Exodo/Levítico con las del Deuteronomio (denominado copia de la Ley) del mismo modo que se compara los libros de Reyes con el de Crónicas o los evangelios sinópticos en el Nuevo Testamento a los efectos de una mejor comprensión, en Deuteronomio la ley comparable a Levítico 18:22 tiene que ver inequívocamente con la prostitución masculina en el culto de los cananeos (Dt. 23:17-18). En la mentalidad judía, la conducta homosexual estaba asociada con la idolatría de los santuarios paganos o “lugares altos” y en consecuencia había una fuerte presión cultural para evitar cualquier forma de relación sexual que estuviera fuera del matrimonio heterosexual. El concepto de “pureza física” y sus correspondientes reglas fueron abolidas por el Nuevo Testamento (ver Romanos 14:14). En consecuencia la ética de la pureza física que prohibía las relaciones sexuales entre varones debería ser reemplazada por otras éticas que fueran pertinentes teniendo en cuenta la comprensión actual de la sexualidad humana.
Como en Levítico solamente se contemplan ciertos actos homoeróticos (penetración anal de un varón por otro varón) sin incluir el lesbianismo y desconociendo el concepto de orientación sexual, resulta erróneo suponer que esos textos hacen referencia a la homosexualidad. Queda claro que la influencia cultural de la ley ha sido enorme. No ha pasado un siglo –lo cual sería ya demasiado- ¡sino que han pasado miles de años! La mayoría de estas leyes han dejado de aplicarse desde hace siglos y son incompatibles con la mentalidad y conocimiento del ser humano actual.
La iglesia primitiva tuvo que resolver si las leyes hebreas debían aplicarse o no a los cristianos. Comenzaron a convertirse muchos gentiles que obviamente no estaban circuncidados ni tampoco seguían la Ley que Dios había dado a los israelitas. Los judíos se consideraban justificados delante de Dios por la observancia de la Ley. En la lectura de las cartas de Pablo a los Romanos, Gálatas, Corintios, Colosenses y Hebreos, encontramos un clamor consistente de que “nadie es justificado delante de Dios por la ley” (Gálatas 3:10). Pablo escribe: “Así también vosotros hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo el Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:4-6 Reina Valera, 1960) “Pero antes que viniese la fe estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo para ser llevados a Cristo a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. (Gálatas 3:23-26 Reina Valera, 1960).
Otros textos del Nuevo Testamento incluyen: 2 Corintios 3:6; Colosenses 2:13-15; Hebreos 8:8-13, Romanos 19:1-4. En el segundo capítulo de su carta a los Gálatas Pablo confronta a Pedro que había estado forzando a los gentiles a observar la ley judía (Gálatas 2:14) llegando al punto de decir: “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 2:15-16 Reina Valera, 1960).
Pablo fue perseguido por causa de su profundo convencimiento de que como cristianos, nosotros no estamos más sujetos a la ley hebrea sino que somos justificados por la fe en Cristo. Si no estamos “bajo la ley” ¿significa que podemos mentir, engañar, robar, etc.? En Romanos 6:15 Pablo mismo responde a esta pregunta, “ ¡De ninguna manera!” ¿Jesús mismo en Mateo 5:17 no dijo que el no vino a abolir la ley sino a cumplirla”
¿Entonces, en que consiste el cumplimiento de la ley?.
En una oportunidad le preguntaron a Jesús “Maestro, ¿Cuál es el mas grande mandamiento de la ley?”. Jesús replicó, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36-40). Por lo tanto el cumplimiento de la ley es el amor. Más tarde el mismo Pablo se haría eco de esta idea cuando escribe en Romanos: “No debáis nada a nadie sino el amaros los unos a los otros; porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque: no adulterarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Romanos 13:8-10 Reina Valera, 1960)
Dejamos para el final una consideración que puede ser relevante en el tratamiento de las conductas homosexuales en relación con la ley hebrea. Los textos de Levítico hacen referencia a la prohibición de tener relaciones sexuales (específicamente penetrativas) con otro varón. Pero la categorización actual de las personas en base a su orientación sexual era desconocida en la antigüedad ya que no existía el concepto de heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad. Simplemente se distinguían dos categorías de personas de sexo masculino: aquellos que tenían la capacidad de procrear hijos, a quienes se los designaba como “varones” y los que no estaban en condiciones de procrear que eran conocidos como “eunucos”. Dicho de otro modo, las categorías no se establecían en base la sexualidad sino a la habilidad procreativa. Sin embargo los textos de la ley solamente hacen referencia al sexo entre varones y no con eunucos, que al igual que para con las mujeres no tienen nada que decir. Por lo tanto el sexo con eunucos al igual que el sexo entre mujeres carecería de interés particular. En Mateo 19 Jesús hizo referencia a tres clases de eunucos, una de las cuales señala con el nombre de “eunucos de nacimiento” El estudioso Faris Malik dedicó muchos años de su vida a investigar los eunucos de nacimiento preguntándose quiénes eran en realidad esta clase de personas. La tarea de Malik consistió en buscar referencias a los eunucos de nacimiento en todas las fuentes de literatura antigua disponibles. Como resultado pudo descubrir que los eunucos de nacimiento a diferencia de los eunucos hechos por los hombres (castrados) tenían todos su órganos reproductivos intactos y funcionales, pero no sentían atracción por el sexo femenino y además disfrutaban tener relaciones sexuales con hombres. No será necesario explicar que se trata de lo que hoy conocemos como varones exclusivamente homosexuales que son incapaces de tener sexo con una mujer (y procrear). Por lo tanto cuando Jesús dice que no todas las personas son aptas para el matrimonio, está incluyendo una clase de personas homosexuales que la cultura consideraba “eunucos” y no “varones”. Siguiendo esa línea de pensamiento, nos damos cuenta que los textos de Levítico no estarían prohibiendo relaciones entre homosexuales sino relaciones entre “varones” heterosexuales, es decir lo que se prohíbe es la penetración de un varón heterosexual por parte de otro varón, que coincide justamente con lo que San Pablo parece señalar en el texto de Romanos 1:27 y que podemos relacionar con el sexo abusivo (con esclavos y menores) y con las relaciones características de los contextos idolátricos y de explotación (prostitución).
Romanos Capítulo 1: El argumento que mas se ha utilizado contra la actividad homosexual - ó mas bien homogenital- como intrínsecamente inmoral se encuentra en el Nuevo Testamento y proviene del pasaje de Romanos cap. 1 (Ro 1:26-27) donde se refiere a esta actividad como para-phisin, palabra que se traduce como “contra la naturaleza” ó simplemente “antinatural”.
En el uso corriente la palabra naturaleza (phisin) se interpretaba como “lo que es costumbre” o “lo usual”, pero sin lugar a dudas Pablo conoce también el sentido estoico heredado de los griegos que según los especialistas tiene que ver con lo que es innato (de nacimiento) o de la raza. (ver además Rom 2:14 y 3:27, en esta última varias traducciones por temor a que caiga mal ponen “físicamente” en lugar de “por naturaleza”)
Examinando las otras veces que Pablo emplea esta palabra sin embargo nos damos cuenta que en la mayoría de ellas no hace uso del sentido estoico como por ejemplo en el pasaje de 1 Corintios 14:14 donde dice : “ acaso la naturaleza misma no nos enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello”. Sin lugar a dudas lo natural es aquí lo que va de acuerdo con la costumbre social. Mientras tanto el término paraphisin (contra naturaleza) aparece solamente dos veces en todo el Nuevo Testamento y la segunda vez también está en Romanos donde Pablo señala que ¡Dios mismo actúa “contra naturaleza”! (11:24) al injertar a los gentiles en el bueno y verdadero olivo que es Israel.
El concepto de acto antinatural característico de la filosofía moral estoica que eventualmente introduce Pablo en este pasaje se justificaría al menos por dos razones: Porque desafía el pensamiento patriarcal judío basado en la superioridad del hombre sobre la mujer y por el cual las relaciones entre varones serían degradantes para la condición de varón, tal como se discutió en nuestro análisis del texto del Levítico, y Porque pondría en riesgo el mandamiento de procrear y multiplicarse pues si las relaciones homosexuales fueran materia de elección personal, tal como se suponía en ese entonces, luego si todos eligieran esta opción en el caso extremo la humanidad podría extinguirse.
Contrariamente a lo que muchos intentaron sugerir, parece evidente que en el verso 26 Pablo no se refiere al lesbianismo sino a mujeres (gentiles) que se ofrecen sexualmente a varones para relaciones anales que evitan la procreación. Singularmente en este texto a diferencia del verso 27 no se habla de “cambiar” compañeros sexuales masculinos por otros del mismo sexo. Los actos son “contra natura” porque van contra la ideología de la época que desaprueba evitar la procreación. Es relevante notar que ésta fue la interpretación de los padres de la iglesia entre los cuales figuran Clemente de Alejandría y San Agustín.
Las personas a las cuales se refiere el apóstol en el verso 27 no son homosexuales en lo que respecta a su orientación sino que se trata de personas que según la comprensión de esa época abandonaron o “cambiaron” el uso que para ellos era natural (es decir el sexo procreativo) para entregarse a actos homogenitales cambiando lo natural por lo antinatural (que no es intrínsecamente malo) lo que además responde a la antigua idea de elección sexual en contraste con la idea actual de identidad sexual.
Lo más importante es que la actividad homosexual en Romanos 1 se trata en el contexto de la idolatría (el no reconocimiento de Dios por parte de los paganos) de la misma manera que en el Levítico: Los actos homogenitales son el resultado de la idolatría y no la inversa, es decir según este pasaje una persona no es idólatra porque comete actos homosexuales sino que porque es idólatra –es decir por no reconocer y glorificar a Dios, ni darle gracias (Ro 1:21)- llega a cometer ciertos actos homosexuales. Indubitablemente este no es el caso de tantos homosexuales cristianos que luchan por un espacio dentro de la iglesia. Según la opinión de muchos estudiosos contemporáneos Romanos 1:26-27 hace específica referencia a conductas propias de ciertos cultos idolátricos que transgredían las normas culturales de género y sexualidad.
La cultura religiosa pagana entre la cual se movió el apóstol San Pablo estaba íntimamente relacionada con prácticas sexuales muy perversas. K. Kroeger en su trabajo “Journal of the Evangelical Theological Society” lo describe con particular crudeza: “Los hombres se vestían de mujer, usaban velos y larga cabellera como signo de su devoción al dios y las mujeres se lo quitaban y rapaban la cabeza. En una cerámica encontrada en Corinto, se observa la pintura de una mujer con órgano sexual masculino danzando delante de Dionisio, una deidad que había sido criada como niña y que se lo conocía como el varón-mujer” y en otro pasaje dice: “El intercambio sexual que caracterizaba el culto de diosas como Cibeles (Afrodita, Ishtar, etc.) y Artemisa de Efeso era aún mas horrendo. Muchos hombres voluntariamente se castraban y vestían con atuendos femeninos; una escultura proveniente de Roma muestra por ejemplo a un sumo sacerdote de Cibeles usando velo, joyas y ropaje femenino...”
Esta clase de prostitución religiosa pagana era bien conocida por el Apóstol Pablo a quien no le pasó inadvertida en sus viajes misioneros sino que por el contrario le era causa de gran preocupación, razón por la cual advierte enfáticamente a las comunidades de las ciudades mas idólatras (Roma, Corinto, Efeso) para evitar la contaminación de los discípulos. El paralelismo con Levítico es por demás evidente. Comprendido de este modo, queda bastante claro que Romanos 1:26-27 no hace referencia a la homosexualidad como orientación sexual y por lo tanto debería ser removido de toda discusión de la homosexualidad como alternativa cristiana.
Otro aspecto que destacan los estudiosos es que la preocupación primaria de Pablo no es primordialmente el género del compañero sexual sino el “excesivo deseo”, la pasión o la codicia que lleva a hacer daño al prójimo lo cual se desprende de los calificativos utilizados en 1:24 (epithumía, excesivo deseo), 1:26 (pathos, pasión), 1:27a (ekkaio, inflamarse, encenderse) y 1:27b (oreksis, apetitos, lascivia).
Entonces no se trata de deseos “desorientados” sino de deseos “desmesurados”
¿Porqué trae San Pablo en este pasaje el tema de la homogenitalidad?. Es interesante descubrir que detrás del capítulo 1 de Romanos existe un plan que el apóstol intenta desarrollar a lo largo del libro. En este capítulo, Pablo describe en forma bien diferenciada dos grupos de acciones contrarias a los principios de la Ley mosaica a los cuales califica respectivamente con adjetivos de distinto tenor.
El primer grupo corresponde a la clase de actos que la Ley denomina impuros (v.24) como ciertos actos sexuales entre varones para los cuales el calificativo no conlleva una connotación ética sino que está mas bien relacionado con la desaprobación social. En el verso 26 se usa el término atimia que se traduce como “degradante” (deshonroso o vergonzoso en RV) y en el verso 27 se utiliza el término aschemosyne que en RV también se traduce como vergonzoso.
Estos calificativos usados por Pablo no se corresponden con el vocabulario bíblico propio de “pecado” sino se refieren a actos impuros que parten del corazón de los gentiles idólatras. En cambio los actos del segundo grupo que se describen a partir del verso 28 son calificados con el lenguaje propio del pecado y son actos graves contrarios a la Ley moral que señalan hechos reprobables de maldad (adikia, injusticia/opresión) que se listan entre los versos 29 y 31 y entre los cuales no se incluye ningún acto de tipo sexual (KJV,NIV,BJ,JB). Resumiendo, del mismo modo que el Levítico incluye los actos homogenitales en la categoría de actos impuros, pero no específicamente pecaminosos, Pablo en este pasaje sugiere desaprobación o deshonra social mientras que Levítico indica desaprobación religiosa.
En este capítulo de Romanos Pablo separa los actos impuros de los actos inmorales de maldad pues según el mismo la idolatría de los gentiles tiene una doble consecuencia: impureza y maldad. De este modo repite una misma fórmula en cada caso: al no reconocer a Dios, se entregan a actos impuros (v.23, 24) y luego como no probaron tener en cuenta a Dios, éste los entrega a una mente reprobada para hacer todo tipo de mal (adikia), pecados éstos últimos que merecen la muerte. Entre los cristianos y judíos de la iglesia de Roma (como en otras tantas) existía una suerte de controversia acerca de guardar la Ley y especialmente los códigos de pureza entre los cuales estaba la circuncisión ó el no comer ciertos alimentos, entre muchos otros y Pablo quería poner fin a esas discusiones. Traer a colación estos temas tan sensibles hubiera sido inconveniente por parte de Pablo que quería atraer a los judíos cristianos y por ese motivo prefiere exponer el tema de la homogenitalidad como ejemplo de impureza bien conocido por los judíos que además no daría lugar a controversia. Para ponerlo en un lenguaje más sencillo, probablemente hubiera sido un recurso imprudente de su parte utilizar -por ejemplo- el tema de los alimentos prohibidos (es decir impuros) como un medio para alcanzar su propósito de mostrar que en Cristo no hay nada impuro en sí mismo. El planteo de Pablo tiene en definitiva un propósito muy claro el cual consiste en: Ganar la simpatía de los cristianos judíos tratando de mostrar que el desconocimiento de Dios lleva a cometer pecados graves y actos impuros sin mencionar aquellos que podían afectar la sensibilidad de estos nuevos creyentes.
Contrariamente a lo que muchos intentaron sugerir, parece evidente que en el verso 26 Pablo no se refiere al lesbianismo sino a mujeres (gentiles) que se ofrecen sexualmente a varones para relaciones anales que evitan la procreación. Singularmente en este texto a diferencia del verso 27 no se habla de “cambiar” compañeros sexuales masculinos por otros del mismo sexo. Los actos son “contra natura” porque van contra la ideología de la época que desaprueba evitar la procreación. Es relevante notar que ésta fue la interpretación de los padres de la iglesia entre los cuales figuran Clemente de Alejandría y San Agustín.
Las personas a las cuales se refiere el apóstol en el verso 27 no son homosexuales en lo que respecta a su orientación sino que se trata de personas que según la comprensión de esa época abandonaron o “cambiaron” el uso que para ellos era natural (es decir el sexo procreativo) para entregarse a actos homogenitales cambiando lo natural por lo antinatural (que no es intrínsecamente malo) lo que además responde a la antigua idea de elección sexual en contraste con la idea actual de identidad sexual.
Lo más importante es que la actividad homosexual en Romanos 1 se trata en el contexto de la idolatría (el no reconocimiento de Dios por parte de los paganos) de la misma manera que en el Levítico: Los actos homogenitales son el resultado de la idolatría y no la inversa, es decir según este pasaje una persona no es idólatra porque comete actos homosexuales sino que porque es idólatra –es decir por no reconocer y glorificar a Dios, ni darle gracias (Ro 1:21)- llega a cometer ciertos actos homosexuales. Indubitablemente este no es el caso de tantos homosexuales cristianos que luchan por un espacio dentro de la iglesia. Según la opinión de muchos estudiosos contemporáneos Romanos 1:26-27 hace específica referencia a conductas propias de ciertos cultos idolátricos que transgredían las normas culturales de género y sexualidad.
La cultura religiosa pagana entre la cual se movió el apóstol San Pablo estaba íntimamente relacionada con prácticas sexuales muy perversas. K. Kroeger en su trabajo “Journal of the Evangelical Theological Society” lo describe con particular crudeza: “Los hombres se vestían de mujer, usaban velos y larga cabellera como signo de su devoción al dios y las mujeres se lo quitaban y rapaban la cabeza. En una cerámica encontrada en Corinto, se observa la pintura de una mujer con órgano sexual masculino danzando delante de Dionisio, una deidad que había sido criada como niña y que se lo conocía como el varón-mujer” y en otro pasaje dice: “El intercambio sexual que caracterizaba el culto de diosas como Cibeles (Afrodita, Ishtar, etc.) y Artemisa de Efeso era aún mas horrendo. Muchos hombres voluntariamente se castraban y vestían con atuendos femeninos; una escultura proveniente de Roma muestra por ejemplo a un sumo sacerdote de Cibeles usando velo, joyas y ropaje femenino...”
Esta clase de prostitución religiosa pagana era bien conocida por el Apóstol Pablo a quien no le pasó inadvertida en sus viajes misioneros sino que por el contrario le era causa de gran preocupación, razón por la cual advierte enfáticamente a las comunidades de las ciudades mas idólatras (Roma, Corinto, Efeso) para evitar la contaminación de los discípulos. El paralelismo con Levítico es por demás evidente. Comprendido de este modo, queda bastante claro que Romanos 1:26-27 no hace referencia a la homosexualidad como orientación sexual y por lo tanto debería ser removido de toda discusión de la homosexualidad como alternativa cristiana.
Otro aspecto que destacan los estudiosos es que la preocupación primaria de Pablo no es primordialmente el género del compañero sexual sino el “excesivo deseo”, la pasión o la codicia que lleva a hacer daño al prójimo lo cual se desprende de los calificativos utilizados en 1:24 (epithumía, excesivo deseo), 1:26 (pathos, pasión), 1:27a (ekkaio, inflamarse, encenderse) y 1:27b (oreksis, apetitos, lascivia).
Entonces no se trata de deseos “desorientados” sino de deseos “desmesurados”
¿Porqué trae San Pablo en este pasaje el tema de la homogenitalidad?. Es interesante descubrir que detrás del capítulo 1 de Romanos existe un plan que el apóstol intenta desarrollar a lo largo del libro. En este capítulo, Pablo describe en forma bien diferenciada dos grupos de acciones contrarias a los principios de la Ley mosaica a los cuales califica respectivamente con adjetivos de distinto tenor.
El primer grupo corresponde a la clase de actos que la Ley denomina impuros (v.24) como ciertos actos sexuales entre varones para los cuales el calificativo no conlleva una connotación ética sino que está mas bien relacionado con la desaprobación social. En el verso 26 se usa el término atimia que se traduce como “degradante” (deshonroso o vergonzoso en RV) y en el verso 27 se utiliza el término aschemosyne que en RV también se traduce como vergonzoso.
Estos calificativos usados por Pablo no se corresponden con el vocabulario bíblico propio de “pecado” sino se refieren a actos impuros que parten del corazón de los gentiles idólatras. En cambio los actos del segundo grupo que se describen a partir del verso 28 son calificados con el lenguaje propio del pecado y son actos graves contrarios a la Ley moral que señalan hechos reprobables de maldad (adikia, injusticia/opresión) que se listan entre los versos 29 y 31 y entre los cuales no se incluye ningún acto de tipo sexual (KJV,NIV,BJ,JB). Resumiendo, del mismo modo que el Levítico incluye los actos homogenitales en la categoría de actos impuros, pero no específicamente pecaminosos, Pablo en este pasaje sugiere desaprobación o deshonra social mientras que Levítico indica desaprobación religiosa.
En este capítulo de Romanos Pablo separa los actos impuros de los actos inmorales de maldad pues según el mismo la idolatría de los gentiles tiene una doble consecuencia: impureza y maldad. De este modo repite una misma fórmula en cada caso: al no reconocer a Dios, se entregan a actos impuros (v.23, 24) y luego como no probaron tener en cuenta a Dios, éste los entrega a una mente reprobada para hacer todo tipo de mal (adikia), pecados éstos últimos que merecen la muerte. Entre los cristianos y judíos de la iglesia de Roma (como en otras tantas) existía una suerte de controversia acerca de guardar la Ley y especialmente los códigos de pureza entre los cuales estaba la circuncisión ó el no comer ciertos alimentos, entre muchos otros y Pablo quería poner fin a esas discusiones. Traer a colación estos temas tan sensibles hubiera sido inconveniente por parte de Pablo que quería atraer a los judíos cristianos y por ese motivo prefiere exponer el tema de la homogenitalidad como ejemplo de impureza bien conocido por los judíos que además no daría lugar a controversia. Para ponerlo en un lenguaje más sencillo, probablemente hubiera sido un recurso imprudente de su parte utilizar -por ejemplo- el tema de los alimentos prohibidos (es decir impuros) como un medio para alcanzar su propósito de mostrar que en Cristo no hay nada impuro en sí mismo. El planteo de Pablo tiene en definitiva un propósito muy claro el cual consiste en: Ganar la simpatía de los cristianos judíos tratando de mostrar que el desconocimiento de Dios lleva a cometer pecados graves y actos impuros sin mencionar aquellos que podían afectar la sensibilidad de estos nuevos creyentes.
Mostrarles que los judíos cristianos que se sienten superiores y más justos porque supuestamente cumplen la ley, son tan culpables de romper los mandamientos delante de Dios como cualquier otro. Mostrarles que todos somos pecadores y que la justicia de Dios ahora se ha manifestado por la fe en Jesucristo para todos los que creen “porque el hombre es justificado por la fe sin (necesidad) de las obras de la ley”.
Mostrarles que en Cristo la ley judía ha sido reemplazada por la “ley de la fe” y que el concepto de puro ó impuro de la ley mosaica ya no interesa.
Tratar que los judíos reciban sin ningún prejuicio a los gentiles cristianos. Reprender a los gentiles por los sentimientos de desprecio hacia los judíos que les obligaban a judaizar. La inclusión de la homogenitalidad como ejemplo de actos impuros propios de los gentiles idólatras es en definitiva un recurso retórico muy inteligente por parte de Pablo en sus presentación del “Evangelio de Dios” (Romanos 1:1) para mostrar que las reglas de impureza no tienen ninguna importancia en Cristo ya que según sus propias palabras mas adelante dice “yo sé y confío en el Señor Jesús que nada es impuro en sí mismo” (Romanos 14:14). Por la forma, la desaprobación de la actividad homogenital en el capítulo 1 de Romanos se relaciona con las conductas opresivas, abusivas (esclavos sometidos por sus amos) y la prostitución (porneia), un tema que se repite en varias de las epístolas paulinas.
Varios estudiosos modernos han destacado que en Rom. 1:24,26-27 Pablo introduce cuatro elementos: actos “impuros”, contra naturaleza”, “vergonzosos” y “la codicia o excesivo deseo que hace daño” para luego deconstruir los tres primeros a lo largo de la epístola y dejar el último intacto como norma para todas las iglesias el cual quedará vigente como principio de conducta para todos los cristianos. Algunos autores opinan que si en verdad San Pablo está condenando toda forma de homosexualidad, luego tendríamos que admitir que el apóstol se equivoca en su juicio del mismo modo que hoy admitimos que igualmente se equivocó en el tratamiento tolerante del tema de la esclavitud. Charles S. Cosgrove, profesor de Nuevo Testamento y Etica Cristiana en el Northen Baptist Theological Seminary (USA), en su reciente libro El Debate Moral en La Biblia concluye que “No se debería utilizar el texto de Romanos 1 como guía para establecer una posición cristiana contemporánea en el tema de la homosexualidad”
Los restantes textos del Nuevo Testamento: 1 Co 6:9 y 1 Ti 1:10
Tratar que los judíos reciban sin ningún prejuicio a los gentiles cristianos. Reprender a los gentiles por los sentimientos de desprecio hacia los judíos que les obligaban a judaizar. La inclusión de la homogenitalidad como ejemplo de actos impuros propios de los gentiles idólatras es en definitiva un recurso retórico muy inteligente por parte de Pablo en sus presentación del “Evangelio de Dios” (Romanos 1:1) para mostrar que las reglas de impureza no tienen ninguna importancia en Cristo ya que según sus propias palabras mas adelante dice “yo sé y confío en el Señor Jesús que nada es impuro en sí mismo” (Romanos 14:14). Por la forma, la desaprobación de la actividad homogenital en el capítulo 1 de Romanos se relaciona con las conductas opresivas, abusivas (esclavos sometidos por sus amos) y la prostitución (porneia), un tema que se repite en varias de las epístolas paulinas.
Varios estudiosos modernos han destacado que en Rom. 1:24,26-27 Pablo introduce cuatro elementos: actos “impuros”, contra naturaleza”, “vergonzosos” y “la codicia o excesivo deseo que hace daño” para luego deconstruir los tres primeros a lo largo de la epístola y dejar el último intacto como norma para todas las iglesias el cual quedará vigente como principio de conducta para todos los cristianos. Algunos autores opinan que si en verdad San Pablo está condenando toda forma de homosexualidad, luego tendríamos que admitir que el apóstol se equivoca en su juicio del mismo modo que hoy admitimos que igualmente se equivocó en el tratamiento tolerante del tema de la esclavitud. Charles S. Cosgrove, profesor de Nuevo Testamento y Etica Cristiana en el Northen Baptist Theological Seminary (USA), en su reciente libro El Debate Moral en La Biblia concluye que “No se debería utilizar el texto de Romanos 1 como guía para establecer una posición cristiana contemporánea en el tema de la homosexualidad”
Los restantes textos del Nuevo Testamento: 1 Co 6:9 y 1 Ti 1:10
Finalmente tenemos dos textos muy utilizados para condenar la homosexualidad que leídos ligeramente parecen involucrar conductas homogenitales. Pero un estudio serio y profundo de los términos griegos empleados por el apóstol Pablo pone de manifiesto que los mismos hacen referencia a actividades sexuales abusivas y explotativas y nada tienen que ver con las relaciones consensuadas entre personas adultas del mismo sexo basadas en el amor y el mutuo compromiso. Sin embargo la mayoría de las versiones bíblicas conocidas utiliza palabras que sugieren la condena de la homosexualidad: los “Afeminados” y “los que se echan con varones” (RV), “los sodomitas” (NVI) y “homosexuales” (BJ,DHH,RSV) son algunos ejemplos. Aunque la traducción de los dos términos griegos en cuestión, malakoi y arsenokoitai ha variado a lo largo de los años, en el siglo XX con frecuencia se los ha interpretado como referidos a las personas homosexuales, pero más por razones de intereses ideológicos –la marginalización de gays y lesbianas- que por un estricto criticismo histórico.
Ambos términos son sin duda bastante difíciles de traducir, uno de ellos (arsenokoitai) por ser demasiado raro (sólo aparece dos veces en la Biblia) y el otro, (malakoi) por ser demasiado ambiguo. Por ello deberían leerse con mucha cautela, sabiendo que su interpretación errónea puede causar mucho daño a los creyentes homosexuales.
Arsenokoitai, que aparece en ambos pasajes es la más difícil de traducir. Se trata de una palabra compuesta formada por arseno -macho o varón- y koitai, -cama, que se interpreta como “acostarse con” o “echarse con”. La palabra compuesta haría referencia a una relación sexual, aunque literalmente no nos revela con certeza si se refiere a una relación con otros en general (mujeres/varones) o con varones exclusivamente, pues no sabemos si arseno se refiere en realidad al género del agente o al género del objeto sexual.
Algunos estudiosos como Boswell y Coutryman, entre otros creen que arsenokoitai puede referirse a prostitutos masculinos que trabajan con hombres o quizá indistintamente con hombres y mujeres o a los clientes que recurren a los prostitutos. En la cita de 1Ti 1:10 el término aparece entre medio de pornois, literalmente prostitutos (varones) y secuestradores, personas que secuestraban y traficaban esclavos y libres para explotarlos sexualmente. Por lo tanto arsenokoitai puede hacer referencia a los clientes de los prostitutos, en muchos casos varones secuestrados por traficantes inescrupulosos. Sin embargo Dale Martin nos muestra que en otras listas de vicios de la literatura extrabíblica, arsenokoitai tiene que ver sorprendentemente con conductas de abuso y explotación económica. Autores conservadores como D. Garland o R. Gagnon realizan una interpretación más general y suponen que se trata de “varones que penetran a varones”
Malakoi literalmente significa suave, blando, delicado o tierno (ver por ejemplo Lc 7:25). Durante varios siglos algunas traducciones interpretaron que malakoi hacía referencia a las personas que se masturban mientras que otras señalaban a los licenciosos y débiles de carácter. Sin embargo el término “afeminados” que usan algunas versiones puede ser una buena traducción mientras se considere el correcto significado que esta palabra tenía entre los antiguos. La palabra malakoi podía hacer referencia por ejemplo a las ropas delicadas y costosas, a las comidas sofisticadas, a la decadencia moral, a la liviandad y la falta de coraje, a los varones mujeriegos o aquellos que no gustaban de ir a la guerra sino que preferían el confort de los palacios. En un sentido literal, se la asociaba con lo “femenino” lo cual incluía también el aspecto sexual: las mujeres esencialmente eran para ser penetradas. Así un varón que se permitiría ser penetrado sería un malakos pero el término era mucho más amplio y complejo pues la feminidad no se definía exclusivamente en base a la penetración sino en tal caso la penetración venía a ser como una prueba o un signo de ella. Algunos autores conservadores entienden que los malakoi son exclusivamente varones penetrados por otros varones. Otros estudiosos creen que se trata de jóvenes (afeminados?) que se prostituyen efectuando el rol pasivo en la relación sexual (Catamitas, BJ).
Conclusión: la interpretación de estos términos reconoce que “homosexuales” (BJ, DHH, etc.) no es una traducción correcta, pues 1) sólo se refiere a una clase de conducta sexual entre varones (penetración) y no incluye a las lesbianas. 2) sólo se refiere a “actos” sexuales sin tener en cuenta la “orientación” sexual. 3) el contexto demuestra que se trata de actos de explotación y abuso: clientes de prostitutos que fueron secuestrados y mantenidos como esclavos (arsenokoitai) y posiblemente prostitutos pasivos (malakoi). Pero si ambos términos son difíciles de traducir, entonces encontramos que el contexto puede ser de gran ayuda para una mejor interpretación. Nos detendremos en dos contextos: el contexto histórico-cultural y las características propias de las listas de vicios (o mejor dicho de actos de injusticia/opresión) señalados por San Pablo. En cuanto al contexto histórico cultural, vale la pena transcribir lo que encontramos en 1Corinthians ECNT de Garland, David E. (2003) Notas Adicionales, pág. 217-18 (estudioso de trasfondo conservador): En el mundo antiguo el acto homosexual más común era la pederastia que sólo ocurría entre varones (Schrage 1991:432). Esto era porque el sexo era comprendido de acuerdo a los valores sociales (de propiedad sexual): “Los antiguos no clasificaban los tipos de deseo o comportamiento sexual en base a la igualdad o diferencia del sexo de las personas que intervenían en un acto sexual; más bien evaluaban los actos sexuales de acuerdo al grado en que los mismos violaban o se conformaban a las normas de conducta que se consideraban apropiadas para los participantes en el acto sexual ya sea por razones de género, edad, o status social” (Halperin,OCD 720;cf.Dover 1978:277). Lo que se consideraba aceptable o inaceptable estaba determinado por el rango o status social de la persona. Por un lado estaban los varones libres; por otro las mujeres y los esclavos. Era socialmente aceptado que un hombre libre tenía la libertad de elegir mujeres, hombres o muchachitos como objetos sexuales sin depreciar su status como varón. Sin embargo un hombre libre no podría “entregarse a actos haciendo un rol sexual pasivo como las mujeres o los esclavos” sin ser estigmatizado por ello (Stegema
Debes saber que existe la ley ritual que fue cumplida por Cristo, y una moral de la cual fuimos librados de la maldición. Los términos que usa Pablo: "arsenokoites" es literalmente "hombre-cama", no es una palabra que exista en el griego, no hay ninguna relación con el término, puede significar lo mismo que "Yaceres" de Levítico 18, y que está relacionado al incesto, la pedofilia y el sexo cúltico (que incluye la prostitución, trata y abuso sexual de esclavos y/o prisioneros de guerra), que se entiende desde la lectura de todo el capítulo. Y el homosexualismo, con respecto lo que traduces como "afeminado" Malakos en realidad significa "suave" aparece solo tres otras veces en el Nuevo Testamento, en Mateo 11:8 y Lucas 7:25. En estos dos pasajes su significado es “suave,” refiriéndose a “ropa suave.” “ropa elegante” ahí entra la interpretación de cada quién según sus propios prejuicios. Ninguno se refiere a la vida o la relación de 2 personas del mismo sexo.Y sobre lo que dices, sí es un derecho, la no discrimianción. pero nada, hermano, continúa con tu postura. Dios juzgará. Yo trato de conocerle y seguir su ejemplo, estar al lado de quien sufre, marginados. Bendiciones
Refutacion biblica y Medica
nuestros sentimientos o ideas estan por encima de la palabra de Dios ? ser homosexual es desaprobado completamene en la biblia, el hecho de decirle a un homosexual que esta mal su conducta no quiere decir que haya discriminacion u odio o intolerancia, he ahi el amor de Dios al mostrarles en privado y en publico la verdad: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” Mateo 5: 17-18 Cuál Escritura? Cuál ley y los profetas? Jesús se refería al Antiguo Testamento en su totalidad, y desde su perspectiva, todo lo que decía el Antiguo Testamento era verdad y por lo tanto, lo que Él afirmaba, incluyendo los pasajes en Levítico 18-20, que eran, obviamente parte de la Ley. Es decir, “Ni una jota ni una tilde pasarían del pasaje en Levítico 18-20 hasta que todo se haya cumplido.” Es claro, entonces, que Jesús indirectamente sí habló acerca de la homosexualidad. Cuál fue su posición? Si usamos una correcta hermenéutica debemos concluir que la posición del Señor Jesús era la misma que la del Antiguo Testamento, es decir, que la homosexualidad (tener relaciones sexuales con otro hombre como si fuera una mujer) es una abominación.
Pablo, quien sabemos fue un hombre bien educado tanto en el hebreo como en el griego, no limitó este término de una forma tan estrecha como lo quieren hacer otros. El apóstol estaba condenando, bajo la autoridad de Jesucristo, todo tipo de relaciones sexuales entre hombres. Cómo lo sabemos?
Como ha sido demostrado por los académicos, Pablo estaba muy familiarizado con la Septuaginta (la traducción al griego coiné del Antiguo Testamento) traducida 300 años antes de Cristo. Muy probablemente, como el apóstol a los gentiles, ésta versión era su Biblia. Lo interesante es que los judíos que hicieron la traducción de Levítico 18:22 del hebreo al griego, 300 años antes de Cristo, lo hicieron así: “meta arsenos ou koimethese koiten gunaikos” (No tendrás relaciones sexuales con otro hombre como si fuera mujer).
Ambos términos son sin duda bastante difíciles de traducir, uno de ellos (arsenokoitai) por ser demasiado raro (sólo aparece dos veces en la Biblia) y el otro, (malakoi) por ser demasiado ambiguo. Por ello deberían leerse con mucha cautela, sabiendo que su interpretación errónea puede causar mucho daño a los creyentes homosexuales.
Arsenokoitai, que aparece en ambos pasajes es la más difícil de traducir. Se trata de una palabra compuesta formada por arseno -macho o varón- y koitai, -cama, que se interpreta como “acostarse con” o “echarse con”. La palabra compuesta haría referencia a una relación sexual, aunque literalmente no nos revela con certeza si se refiere a una relación con otros en general (mujeres/varones) o con varones exclusivamente, pues no sabemos si arseno se refiere en realidad al género del agente o al género del objeto sexual.
Algunos estudiosos como Boswell y Coutryman, entre otros creen que arsenokoitai puede referirse a prostitutos masculinos que trabajan con hombres o quizá indistintamente con hombres y mujeres o a los clientes que recurren a los prostitutos. En la cita de 1Ti 1:10 el término aparece entre medio de pornois, literalmente prostitutos (varones) y secuestradores, personas que secuestraban y traficaban esclavos y libres para explotarlos sexualmente. Por lo tanto arsenokoitai puede hacer referencia a los clientes de los prostitutos, en muchos casos varones secuestrados por traficantes inescrupulosos. Sin embargo Dale Martin nos muestra que en otras listas de vicios de la literatura extrabíblica, arsenokoitai tiene que ver sorprendentemente con conductas de abuso y explotación económica. Autores conservadores como D. Garland o R. Gagnon realizan una interpretación más general y suponen que se trata de “varones que penetran a varones”
Malakoi literalmente significa suave, blando, delicado o tierno (ver por ejemplo Lc 7:25). Durante varios siglos algunas traducciones interpretaron que malakoi hacía referencia a las personas que se masturban mientras que otras señalaban a los licenciosos y débiles de carácter. Sin embargo el término “afeminados” que usan algunas versiones puede ser una buena traducción mientras se considere el correcto significado que esta palabra tenía entre los antiguos. La palabra malakoi podía hacer referencia por ejemplo a las ropas delicadas y costosas, a las comidas sofisticadas, a la decadencia moral, a la liviandad y la falta de coraje, a los varones mujeriegos o aquellos que no gustaban de ir a la guerra sino que preferían el confort de los palacios. En un sentido literal, se la asociaba con lo “femenino” lo cual incluía también el aspecto sexual: las mujeres esencialmente eran para ser penetradas. Así un varón que se permitiría ser penetrado sería un malakos pero el término era mucho más amplio y complejo pues la feminidad no se definía exclusivamente en base a la penetración sino en tal caso la penetración venía a ser como una prueba o un signo de ella. Algunos autores conservadores entienden que los malakoi son exclusivamente varones penetrados por otros varones. Otros estudiosos creen que se trata de jóvenes (afeminados?) que se prostituyen efectuando el rol pasivo en la relación sexual (Catamitas, BJ).
Conclusión: la interpretación de estos términos reconoce que “homosexuales” (BJ, DHH, etc.) no es una traducción correcta, pues 1) sólo se refiere a una clase de conducta sexual entre varones (penetración) y no incluye a las lesbianas. 2) sólo se refiere a “actos” sexuales sin tener en cuenta la “orientación” sexual. 3) el contexto demuestra que se trata de actos de explotación y abuso: clientes de prostitutos que fueron secuestrados y mantenidos como esclavos (arsenokoitai) y posiblemente prostitutos pasivos (malakoi). Pero si ambos términos son difíciles de traducir, entonces encontramos que el contexto puede ser de gran ayuda para una mejor interpretación. Nos detendremos en dos contextos: el contexto histórico-cultural y las características propias de las listas de vicios (o mejor dicho de actos de injusticia/opresión) señalados por San Pablo. En cuanto al contexto histórico cultural, vale la pena transcribir lo que encontramos en 1Corinthians ECNT de Garland, David E. (2003) Notas Adicionales, pág. 217-18 (estudioso de trasfondo conservador): En el mundo antiguo el acto homosexual más común era la pederastia que sólo ocurría entre varones (Schrage 1991:432). Esto era porque el sexo era comprendido de acuerdo a los valores sociales (de propiedad sexual): “Los antiguos no clasificaban los tipos de deseo o comportamiento sexual en base a la igualdad o diferencia del sexo de las personas que intervenían en un acto sexual; más bien evaluaban los actos sexuales de acuerdo al grado en que los mismos violaban o se conformaban a las normas de conducta que se consideraban apropiadas para los participantes en el acto sexual ya sea por razones de género, edad, o status social” (Halperin,OCD 720;cf.Dover 1978:277). Lo que se consideraba aceptable o inaceptable estaba determinado por el rango o status social de la persona. Por un lado estaban los varones libres; por otro las mujeres y los esclavos. Era socialmente aceptado que un hombre libre tenía la libertad de elegir mujeres, hombres o muchachitos como objetos sexuales sin depreciar su status como varón. Sin embargo un hombre libre no podría “entregarse a actos haciendo un rol sexual pasivo como las mujeres o los esclavos” sin ser estigmatizado por ello (Stegema
Debes saber que existe la ley ritual que fue cumplida por Cristo, y una moral de la cual fuimos librados de la maldición. Los términos que usa Pablo: "arsenokoites" es literalmente "hombre-cama", no es una palabra que exista en el griego, no hay ninguna relación con el término, puede significar lo mismo que "Yaceres" de Levítico 18, y que está relacionado al incesto, la pedofilia y el sexo cúltico (que incluye la prostitución, trata y abuso sexual de esclavos y/o prisioneros de guerra), que se entiende desde la lectura de todo el capítulo. Y el homosexualismo, con respecto lo que traduces como "afeminado" Malakos en realidad significa "suave" aparece solo tres otras veces en el Nuevo Testamento, en Mateo 11:8 y Lucas 7:25. En estos dos pasajes su significado es “suave,” refiriéndose a “ropa suave.” “ropa elegante” ahí entra la interpretación de cada quién según sus propios prejuicios. Ninguno se refiere a la vida o la relación de 2 personas del mismo sexo.Y sobre lo que dices, sí es un derecho, la no discrimianción. pero nada, hermano, continúa con tu postura. Dios juzgará. Yo trato de conocerle y seguir su ejemplo, estar al lado de quien sufre, marginados. Bendiciones
Refutacion biblica y Medica
nuestros sentimientos o ideas estan por encima de la palabra de Dios ? ser homosexual es desaprobado completamene en la biblia, el hecho de decirle a un homosexual que esta mal su conducta no quiere decir que haya discriminacion u odio o intolerancia, he ahi el amor de Dios al mostrarles en privado y en publico la verdad: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” Mateo 5: 17-18 Cuál Escritura? Cuál ley y los profetas? Jesús se refería al Antiguo Testamento en su totalidad, y desde su perspectiva, todo lo que decía el Antiguo Testamento era verdad y por lo tanto, lo que Él afirmaba, incluyendo los pasajes en Levítico 18-20, que eran, obviamente parte de la Ley. Es decir, “Ni una jota ni una tilde pasarían del pasaje en Levítico 18-20 hasta que todo se haya cumplido.” Es claro, entonces, que Jesús indirectamente sí habló acerca de la homosexualidad. Cuál fue su posición? Si usamos una correcta hermenéutica debemos concluir que la posición del Señor Jesús era la misma que la del Antiguo Testamento, es decir, que la homosexualidad (tener relaciones sexuales con otro hombre como si fuera una mujer) es una abominación.
Pablo, quien sabemos fue un hombre bien educado tanto en el hebreo como en el griego, no limitó este término de una forma tan estrecha como lo quieren hacer otros. El apóstol estaba condenando, bajo la autoridad de Jesucristo, todo tipo de relaciones sexuales entre hombres. Cómo lo sabemos?
Como ha sido demostrado por los académicos, Pablo estaba muy familiarizado con la Septuaginta (la traducción al griego coiné del Antiguo Testamento) traducida 300 años antes de Cristo. Muy probablemente, como el apóstol a los gentiles, ésta versión era su Biblia. Lo interesante es que los judíos que hicieron la traducción de Levítico 18:22 del hebreo al griego, 300 años antes de Cristo, lo hicieron así: “meta arsenos ou koimethese koiten gunaikos” (No tendrás relaciones sexuales con otro hombre como si fuera mujer).