Los trece Códices de Nag Hammadi con los tratados que los constituyen
Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de la Biblia israelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes. Entre esos escritos se encuentran los Manuscritos de Nag Hammadi.
El término apócrifo (griego: από 'lejos', κρυφος
'oculto'; latín: apócryphus), que originalmente significaba "ocultar lejos", y luego fue derivando en "oculto, obscuro", ha sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de textos y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos. Con él se califican una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no reconocieron como parte de la Sagrada Escritura, pero que se presentan con nombres o características que los hacen aparecer como si fueran libros canónicos. Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si se considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es "canónico". El canon consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido tardíamente se dice que es "deuterocanónico". En ocasiones un libro puede ser simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Tomás. Ni Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la biblia. Cuestiones distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por Salomón y la de si forma o no forma parte de la Biblia.
Diferencias entre los evangelios canónicos y apócrifos
Es un fragmento de papiro con dichos o pronunciamientos (logia) escritos en griego que el autor pone en labios de Jesús. Fue descubierto por Grenfell y Hunt en 1897 y está datado de la primera mitad del siglo III. Se considera una sección del apócrifo evangelio de Tomás. A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido, y fueron abrupta o progresivamente desconsiderados por las comunidades cristianas para el anuncio de la «buena noticia» (significado etimológico del término «evangelio»).
Estilo y contenido en general
Los evangelios denominados «canónicos» conservan el estilo propio de una predicación apostólica templada, carente de adornos. Algunos autores redactaron otros escritos distintos de los evangelios resultantes de aquella predicación apostólica. En los evangelios apócrifos, se pueden encontrar relatos resultantes de abundante fantasía (en algunos de ellos, Jesús realiza milagros mucho más numerosos y extravagantes), o doctrinas diferentes de las transmitidas en los evangelios canónicos, o enseñanzas misteriosas reservadas a unos pocos. Las Iglesias cristianas históricas consideraron que estos escritos son el resultado de una incorrecta intelección de lo que significa la palabra «evangelio». En general, se observa en los «evangelios canónicos» un estilo mucho más sobrio que en los «evangelios apócrifos». Varios apócrifos ya no fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas.
Autoría
A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos escritores apenas señalan su autoría de los escritos, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la presunta autoría del escrito por parte de algún personaje distinguido de la comunidad (Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.), buscando un respaldo en ese nombre.
Es un fragmento de papiro con dichos o pronunciamientos (logia) escritos en griego que el autor pone en labios de Jesús. Fue descubierto por Grenfell y Hunt en 1897 y está datado de la primera mitad del siglo III. Se considera una sección del apócrifo evangelio de Tomás. A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido, y fueron abrupta o progresivamente desconsiderados por las comunidades cristianas para el anuncio de la «buena noticia» (significado etimológico del término «evangelio»).
Estilo y contenido en general
Los evangelios denominados «canónicos» conservan el estilo propio de una predicación apostólica templada, carente de adornos. Algunos autores redactaron otros escritos distintos de los evangelios resultantes de aquella predicación apostólica. En los evangelios apócrifos, se pueden encontrar relatos resultantes de abundante fantasía (en algunos de ellos, Jesús realiza milagros mucho más numerosos y extravagantes), o doctrinas diferentes de las transmitidas en los evangelios canónicos, o enseñanzas misteriosas reservadas a unos pocos. Las Iglesias cristianas históricas consideraron que estos escritos son el resultado de una incorrecta intelección de lo que significa la palabra «evangelio». En general, se observa en los «evangelios canónicos» un estilo mucho más sobrio que en los «evangelios apócrifos». Varios apócrifos ya no fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas.
Autoría
A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos escritores apenas señalan su autoría de los escritos, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la presunta autoría del escrito por parte de algún personaje distinguido de la comunidad (Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.), buscando un respaldo en ese nombre.
Intelección
Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo, el evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego,
Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo, el evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego,
apokryphos) al entendimiento de la mayoría, quizá con la finalidad de dar apoyo a sus doctrinas cuando éstas no estaban en total acuerdo con los materiales canónicos, incluidos hoy en la Sagrada Escritura. Estos mensajes ocultos entre los discursos atribuidos a Jesús estaban reservados a los iniciados en esas comunidades. Aunque en principio se calificó como «apócrifo» únicamente a este tipo de escritos, se extendió posteriormente esta valoración a todos los materiales que no se incluyeron en el canon del Nuevo Testamento, independientemente de su finalidad, oculta o no. Según el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española), «apócrifo» significa
«fabuloso», «supuesto» o «fingido». En nuestros días, la acepción más utilizada para el término «apócrifo»
presenta una connotación de falsedad. Por tal motivo, se ha empezado a llamar también a esos escritos
«evangelios extracanónicos», para evitar la evocación de algo falso, siendo que las Iglesias cristianas históricas consideran que son materiales no inspirados por Dios, aunque no por eso carentes de valor.
Evangelios apócrifos
Evangelios apócrifos
El término apócrifos, lejos de referirse a las consabidas acepciones adversas negativas que tiene, es una expresión que reviste otro carácter: se trata de textos cuyo acceso fue oculto, vedado, denegado ante las grandes masas de cristianos católico-ortodoxos, escritos revestidos en un aura de magia y misticismo.
Se trata de otras palabras y enseñanzas de Jesús, que posiblemente fueron escritas por siete, Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés (hermano de Simón Pedro), Judas Iscariote, Simón el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor (hermano de Juan), de los doce discípulos de Cristo, ya que de acuerdo con los textos del Nuevo testamento, sólo aparecen compilados documentos escritos por cinco, Mateo, Juan (hermano de Jacobo hijo de
Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor), Simón Pedro (hermano de Andrés), Judas Tadeo y su hermano Jacobo hijo de Alfeo, conocido como
Santiago el Menor, de estos doce discípulos. Se trata de escritos que alegan ser las enseñanzas ocultas de los restantes apóstoles y cuyo contenido no respalda muchas de las ideas mesiánicas comúnmente aceptadas por grupos de cristianos, y que fueron documentos tenidos en gran estimación. Los apócrifos del Nuevo Testamento incluyen varios evangelios y vidas de los apóstoles. Algunos de ellos fueron escritos evidentemente por autores gnósticos o miembros de otros grupos posteriormente definidos como herejes. Muchos de estos textos fueron descubiertos durante los siglos XIX y XX, generando una intensa oleada de especulaciones en torno a su importancia en los inicios del cristianismo entre los eruditos religiosos. Si bien los protestantes, católicos y, en general, los ortodoxos están de acuerdo acerca de qué libros deben ser incluidos en el canon del Nuevo testamento, la Iglesia ortodoxa etíope solía incluir las epístolas I y II de Clemente y al Pastor de Hermas. A su vez, otras iglesias como la Copta tenían en sus pasajes escritos que describían la niñez de Jesús.
Lutero consideraba apócrifa a la epístola de
Santiago, dudando y cuestionando su autoría a manos de cualquiera de los dos apóstoles llamados por el nombre de Jacobo o Santiago, que algunos atribuyen a otro Jacobo, Santiago el Justo. También porque la epístola contiene una declaración que contradice aparentemente las enseñanzas de Lutero de la salvación solo por la fe: la "fe sin obras está muerta" (2:26). Lutero, en su propia edición de la Biblia, degradó y relegó al nivel de unos simples apéndices la Epístola de Santiago y otros tres documentos, a saber: la Epístola a los Hebreos, la Epístola de Judas y el libro de Apocalipsis. Posteriormente se incluyeron estos libros con el canon protestante en su Nuevo Testamento, pero los colocaron luego de esos libros. Por lo tanto, los libros del Nuevo Testamento luterano (al menos en alemán) están ordenados en forma diferente a otras Biblias protestantes.
Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadi
Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadi
en 1945. Otro evangelio propio de las corrientes gnósticas dentro del cristianismo de los primeros siglos, atribuido a Judas de Carioth, el Evangelio de
Judas, generó expectativa entre los seguidores de estudios y cuestiones del judeocristianismo cuando fue rescatado, reconstruido y presentado en el año 2006, en esfuerzo conjunto de Maecenas Foundation y National Geographic Society.
Han ejercido y ejercen un enorme influjo en la piedad e iconografía cristianas. Entre las tradiciones conservadas únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los padres de María, (Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el templo, el número y los nombres de los Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar), y la presencia de un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí también se encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del Mal Ladrón (Gestas); la historia de Verónica (recogida inclusive en la devoción piadosa del Via Crucis, de tradición católica); el nombre de Longinos, el centurión que atravesó el costado de Jesús en la cruz; o la primera sugerencia explícita de la virginidad perpetua de María, que se encuentra en el Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas tradiciones en la liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido entre los Evangelios canónicos.
Entre los textos apócrifos se cuentan numerosos Evangelios; entre ellos hay los que llevan nombres de personajes famosos de la iglesia primitiva a los que se atribuyen estos escritos, como el Evangelio de Tomás, del cual se encontraron antiguas copias en copto, manuscritas por una comunidad de cristianos gnósticos; otros fueron titulados por el supuesto contenido de la obra (Evangelio de la Verdad), por su origen (evangelios atribuidos a Marción, a Cerinto) o por el grupo al que estuvieron destinados (Evangelio de los Hebreos, de los Griegos, etc.).
En el siglo XIX comenzaron a hacerse unos estudios a fondo sobre estos textos. Se hallaron escritos
"apócrifos" desde el año 300 a. C. hasta el Nuevo testamento, que proporcionaron a los investigadores una gran riqueza como fuentes históricas, así como posturas divergentes sobre temas como inmortalidad y resurrección, y la creencia en ellos a través de los siglos, desde un punto de vista siempre escatológico.
Valoración de los evangelios apócrifos
Durante algún tiempo, varios de esos escritos fueron tenidos como canónicos por comunidades o grupos del judaísmo o del cristianismo. Más aún, algunos de ellos dejaron su huella en textos y celebraciones litúrgicas y en la piedad popular. Si bien muchos textos apócrifos permearon ciertos aspectos de la liturgia y de la piedad de los fieles cristianos, las Iglesias cristianas históricas tienden a considerar que los materiales apócrifos en general no aportan contenidos de relevancia para la fe de los creyentes. Sin embargo, los estudiosos y especialistas de las propias Iglesias consideran que el estudio de los evangelios apócrifos puede ser útil para conocer el pensamiento y la forma de expresión de la fe que tuvieron ciertos grupos judíos o cristianos en momentos específicos de la Historia. En una extensa carta a Laeta, quien le había consultado sobre la crianza de su hija Paula, Jerónimo da una serie de consejos; entre ellos, que la instruya en las Escrituras, sugiriendo el orden en que ha de leerlas, añadiendo: "Que [Paula] evite todos los escritos apócrifos, y si ella es llevada a leerlos no por la verdad de la doctrinas que contienen sino por respeto a los milagros contenidos en ellos, que ella entienda que no son escritos por aquellos a quienes son adjudicados, que muchos elementos defectuosos se han introducido en ellos, y que requiere una discreción infinita buscar el oro en medio de la suciedad". Jerónimo.
Clasificación
Entre los más de 50 descritos, pueden citarse:
Evangelios Gnósticos
Evangelio de Tomás - Evangelio de Marción - Evangelio de María Magdalena - Evangelio de Judas - Evangelio apócrifo de Juan - Evangelio de Valentín o Evangelio de la Verdad - Evangelio griego de los egipcios
Evangelios de la Natividad
Protoevangelio de Santiago - Evangelio del pseudo-Mateo - Evangelio de la natividad de María - Extractos del "Liber de Infantia Salvatoris" (cód. Arundel 404 del British Museum) - Otros apócrifos de la Natividad
Evangelios de la Infancia
Evangelios de la infancia de Tomás - Evangelio árabe de la infancia - Historia de José el Carpintero -Evangelio armenio de la infancia - Liber de Infantia Salvatoris (ms. lat. 11867 de la Biblioteca Nacional de París)
Evangelios de Pasión y Resurrección
Evangelio de Pedro (fragm. de Akhmim) - Evangelio de Nicodemo, también llamado "Hechos de Pilatos" (Acta Pilati) y Escritos complementarios - Evangelio de Bartolomé
Evangelios asuncionistas
Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo) - Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica - Narración del Pseudo José de Arimatea
Cartas del Señor
Correspondencia entre Jesús y Abgaro - Carta del domingo
Evangelios de la infancia de Tomás - Evangelio árabe de la infancia - Historia de José el Carpintero -Evangelio armenio de la infancia - Liber de Infantia Salvatoris (ms. lat. 11867 de la Biblioteca Nacional de París)
Evangelios de Pasión y Resurrección
Evangelio de Pedro (fragm. de Akhmim) - Evangelio de Nicodemo, también llamado "Hechos de Pilatos" (Acta Pilati) y Escritos complementarios - Evangelio de Bartolomé
Evangelios asuncionistas
Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo) - Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica - Narración del Pseudo José de Arimatea
Cartas del Señor
Correspondencia entre Jesús y Abgaro - Carta del domingo
Otros
Evangelio secreto de Marcos - Evangelio del Pseudo-Santiago - Evangelio cátaro del pseudo-Juan -Evangelio de Bernabé - Evangelio de Taciano - Evangelio de los nazarenos - Evangelio de Ammonio - Evangelio de la Venganza del Salvador - Evangelio de la muerte de Pilato - Evangelio apócrifo de Galilea
Evangelio secreto de Marcos - Evangelio del Pseudo-Santiago - Evangelio cátaro del pseudo-Juan -Evangelio de Bernabé - Evangelio de Taciano - Evangelio de los nazarenos - Evangelio de Ammonio - Evangelio de la Venganza del Salvador - Evangelio de la muerte de Pilato - Evangelio apócrifo de Galilea
Manuscritos de Nag Hammadi
Apocalipsis de Pablo
Evangelios perdidos
Evangelio de los hebreos - Evangelio de los ebionitas, también llamado "Evangelio de los Doce" -Evangelio de los Egipcios - Evangelio o Tradiciones de Matías - Evangelio de Tomás - Evangelio de Felipe - Evangelio de Pedro - Evangelio de los adversarios de la Ley y de los Profetas - Memoria de los Apóstoles - Tres clases de frutos de vida cristiana - Evangelio de los cuatro rincones y quicios del mundo - Evangelio de Apeles - Nacimiento de María - Evangelio de Judas Iscariote - Evangelio de Eva - Ascensión de Santiago - Evangelio vivo - Preguntas de María - Evangelio de la Perfección - Evangelio de Basílides - Evangelio de Marción
Fragmentos papiráceos
Agrapha
Agrapha canónicos extraevangélicos - Variantes de los manuscritos evangélicos - Agrapha citados por los Padres - Agrapha de origen musulmán
Traducciones al español
Hay varias traducciones al español de los llamados Evangelios apócrifos. Entre las completas pueden citarse Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González-Blanco, Madrid, 1934, 3 tomos, reimpresa en 2 tomos por Hyspamérica-Ediciones Argentina, 1985; es la versión más completa, porque incluye textos que no se consideran hoy en día apócrifos; y la edición crítica bilingüe de Aurelio de Santos Otero, Los Evangelios Apócrifos, La Editorial Católica: Biblioteca de Autores Cristianos, 1956, reimpresa varias veces, la última en 2005. Hay muchas otras que no poseen nihil obstat ni imprimatur y otras parciales. Sumándolas todas son las siguientes:
-Los Evangelios Apócrifos: Colección de textos griegos y latinos. Versión crítica, estudios introductorios, comentarios e ilustraciones por Aurelio de Santos Otero. Biblioteca de Autores Cristianos; t. 148. 1963. 10ª ed. (rev. y corr.) Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1999.
-Evangelios apócrifos [recopilado por Joseph Carter]. Málaga, Sirio, D.L. 1996.
-Evangelios apócrifos. Barberà del Vallès (Barcelona), Humanitas, D.L. 1994.
-Los evangelios apócrifos: para esclarecer el Nuevo Testamento.Textos escogidos y presentados por Pierre Crépon; [traducido por M. García Viñó]. Madrid, Edaf, D.L. 1993.
-Evangelios Apócrifos, según la versión de Uriel Koss. Pedro Muñoz (Ciudad Real), Perea, D.L. 1990.
-Evangelios apócrifos, según la versión de Charles Michael..., P. Peeters. Barcelona, Edicomunicación, D.L. 1989.
-Evangelios apócrifos [traducción, Edmundo González-Blanco]. Barcelona, Hyspamérica, 1987.
-La cueva de los tesoros. Apócrifos cristianos. Edición de Pilar González Casado. Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España.
-Hechos apócrifos de los apóstoles. Edición de Antonio Piñero, Tomos I y II. Editorial Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España. ISBN 84-7914-716-4 (Obra completa).
-Hechos de Andrés y Mateo en la ciudad de los antropófagos. Martirio del Apóstol San Mateo.
-Apócrifos Cristianos. Edición de Concepción García Lázaro y Gonzalo Aranda Pérez, Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España.
-Hechos de Andrés y Mateo en la ciudad de los antropófagos. Martirio del Apóstol San Mateo.
-Apócrifos Cristianos. Edición de Concepción García Lázaro y Gonzalo Aranda Pérez, Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España.
-Biblioteca de Nag Hammadi. Volúmenes I, II, III. Textos Gnósticos. Edición de Antonio Piñero y colaboradores. Editorial Trotta. Madrid, España. ISBN 84-8164-163-4 (Obra completa).
-El evangelio de Judas. Textos Gnósticos. Edición de Francisco García Bazán. Editorial Trotta. Madrid, España.
-Apócrifos árabes cristianos. Edición de Juan Pedro Monferrer Sala. Editorial Trotta. Madrid, España.
-El evangelio de Judas. Textos Gnósticos. Edición de Francisco García Bazán. Editorial Trotta. Madrid, España.
-Apócrifos árabes cristianos. Edición de Juan Pedro Monferrer Sala. Editorial Trotta. Madrid, España.
-La dormición de la virgen. Cinco relatos árabes. Edición de Pilar González Casado. Editorial Trotta. Madrid, España.
Frases Apócrifas
Las frases apócrifas son frases célebres que se citan de forma incorrecta o se atribuyen a fuentes erróneas. La palabra "apócrifa" proviene del griego Απόκρυφα que significa ocultar lejos, y actualmente se relaciona con la autenticidad dudosa.
Frases Apócrifas
Las frases apócrifas son frases célebres que se citan de forma incorrecta o se atribuyen a fuentes erróneas. La palabra "apócrifa" proviene del griego Απόκρυφα que significa ocultar lejos, y actualmente se relaciona con la autenticidad dudosa.
Ejemplos
"Ayúdate que yo te ayudaré". Suele ser atribuida a Jesús, sin embargo en la Biblia no existe tal expresión; la más aproximada podría estar en Josué 1:9 que dice "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".
"Al que madruga Dios le ayuda" es una frase que no se encuentra en la Biblia, ni ninguna parecida. Una aproximación a esta frase se encuentra en Proverbios 9:17 que dice: "Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan". También se puede encontrar en el Antiguo Testamento en el que se muestra que el pueblo tenía que madrugar para recoger el maná del cielo.
"Errar es humano, pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía" es una de la gran cantidad de frases que se le atribuye al grupo Les Luthiers, sin embargo estos lo han desmentido.
"Elemental, mi querido Watson" es atribuida a Sherlock Holmes, sin embargo esta combinación exacta de palabras no existe en los libros originales, sino en películas e historietas de otros autores.
"Ladran Sancho, señal que cabalgamos".
Es sin duda, la frase apócrifa más conocida de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha - Escrita por Cervantes ”. En dicha obra, cabe resaltar que en ninguno de sus párrafos se encuentra la frase de referencia; de hecho, ni siquiera hay una frase parecida.
La frase es de Goethe en su poema "Kläffer" (Ladrador, 1808), prueba de ello es que en español, la referencia más antigua conocida se encuentra en la edición de agosto de 1903 de la Revista «Nuestro Tiempo»; en el artículo «Los dos catolicismos», de Edmundo González Blanco, dice: «El perro, empleando la comparación de Goethe, quisiera acompañarnos desde el establo; pero el eco de sus ladridos nos prueba que cabalgamos». El poema de Goethe al que se refiere dice (traducción de Arturo):
Ágrafa de Jesús
Las fuentes de los ágrafa son al menos tres grupos:
1. Los ágrafa contenidos en los libros canónicos del Nuevo Testamento, obviamente fuera de los cuatro evangelios. Es el caso de los Hechos de los Apóstoles (Hch 20, 35). En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
2. Los que citan los Padres Apostólicos (por ejemplo, Epístola de Bernabé 12,1) y los contenidos en las variantes de los códices del Nuevo Testamento.
De nuevo igualmente define acerca de la cruz en otro profeta, que dice: ¿Y cuándo se cumplirán estas cosas? Dice el Señor: Cuando el madero se incline y se levante y cuando del madero destilare sangre. Ahí tienes otra vez cómo se habla de la cruz y del que había de ser crucificado.
3. Finalmente, fuentes apócrifas, fuentes judías así como en fuentes islámicas más tardías. Por ejemplo el Corán (19,30-33). Dijo él: Soy el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta. Me ha bendecido dondequiera que me encuentre y me ha ordenado la azalá y el azaque mientras viva, y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento, desgraciado. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida.
Entre las fuentes apócrifas la más representativa es el Evangelio de Tomás, un escrito gnóstico con 114 dichos, algunos de ellos presentes en los evangelios canónicos y otros no.
En los Padres Apostólicos
Sude en tu mano la limosna
El antiguo texto titulado Didaché o Enseñanza de los doce apóstoles, escrito a mediados del siglo I en Siria, contiene una cita que ha sido interpretada como tradición oral de una enseñanza de Jesús de Nazaret: Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.
El autor hace esta cita de Jesús para justificar y explicar lo que había afirmado: «¡Ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; mas el que recibe sin sufrir necesidad, tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué».
Trescientos años más tarde, del otro lado del mediterráneo, Agustín de Hipona (354 – 430) en su comentario al salmo 102 vuelve a citar este ágrafon: «Enim dictum est "omni petenti te da", et de alio dictum est "desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum cui eam des"», que en español significa: «En efecto, ha sido dicho "da a todo el que te pida", y sobre el otro tema ha sido dicho: "sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la das"». No sabemos de qué texto lo leyó, pero efectivamente se repite la misma cita que en la Didaché, y la vuelve a repetir en su comentario al salmo 46,. En ambas ocasiones se inicia la frase con «dictum est»: ha sido dicho. Más sorprendente es la cita que hace en su comentario al salmo 142, afirmando que «La escritura dice»: «Scriptura dicit: Sudet eleemosyna in manu tua...».
También Casiodoro (c. 485 – c. 580), describiendo el salmo 40 en su Expositio in Salterium dice «Scriptum est etiam: Desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum, cui eam tradas», que quiere decir: «Está escrito también: sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la des».
Jesucristo Juez
Mi misterio es para mí
Fuentes apócrifas
El Evangelio de Marcos
"Al que madruga Dios le ayuda" es una frase que no se encuentra en la Biblia, ni ninguna parecida. Una aproximación a esta frase se encuentra en Proverbios 9:17 que dice: "Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan". También se puede encontrar en el Antiguo Testamento en el que se muestra que el pueblo tenía que madrugar para recoger el maná del cielo.
"Errar es humano, pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía" es una de la gran cantidad de frases que se le atribuye al grupo Les Luthiers, sin embargo estos lo han desmentido.
"Elemental, mi querido Watson" es atribuida a Sherlock Holmes, sin embargo esta combinación exacta de palabras no existe en los libros originales, sino en películas e historietas de otros autores.
"Ladran Sancho, señal que cabalgamos".
Es sin duda, la frase apócrifa más conocida de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha - Escrita por Cervantes ”. En dicha obra, cabe resaltar que en ninguno de sus párrafos se encuentra la frase de referencia; de hecho, ni siquiera hay una frase parecida.
La frase es de Goethe en su poema "Kläffer" (Ladrador, 1808), prueba de ello es que en español, la referencia más antigua conocida se encuentra en la edición de agosto de 1903 de la Revista «Nuestro Tiempo»; en el artículo «Los dos catolicismos», de Edmundo González Blanco, dice: «El perro, empleando la comparación de Goethe, quisiera acompañarnos desde el establo; pero el eco de sus ladridos nos prueba que cabalgamos». El poema de Goethe al que se refiere dice (traducción de Arturo):
Kläffer (1808) | Ladrador (1808) |
---|---|
Wir reiten in die Kreuz und Quer Nach Freuden und Geschäften; Doch immer kläfft es hinterher Und bellt aus allen Kräften. So will der Spitz aus unserm Stall Uns immerfort begleiten, Und seines Bellens lauter Schall Beweist nur, daß wir reiten. | Cabalgamos por el mundo En busca de fortuna y de placeres Mas siempre atrás nos ladran, Ladran con fuerza… Quisieran los perros del potrero Por siempre acompañarnos Pero sus estridentes ladridos Sólo son señal de que cabalgamos |
Se denominan Ágrafa (griego no escrita; singular agraphon) a los dichos atribuidos a Jesús no contenidos en los evangelios canónicos. El término fue utilizado por primera vez por Johann Gottfried Körner, un teólogo alemán, estudioso de la Biblia en 1776. En el Evangelio de Juan (Jn 20,30: 21,25), San Juan deja constancia de que no estaba escrito todo lo que había dicho y hecho Jesús. Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.
Las ciencias bíblicas han ido recogiendo durante años los dichos y hechos de Jesús de fuentes antiguas extrabíblicas. Las primeras colecciones fundamentales fueron las de A. Resch, entre 1889 y 1906.
Fuente
Los evangelios canónicos, según ellos mismos afirman, no contienen todas las cosas que Jesús pronunció en su vida. Esto generó en ciertos ámbitos la pregunta acerca de la completitud de la Biblia y si quizá alguna parte importante de su enseñanza se hubiese perdido. Así abundaron distintos conjuntos de dichos y frases atribuidas a Jesús que se han preservado en distintas fuentes. Este material forma parte de los ágrafa: son los dichos que originalmente no fueron registrados en los evangelios o se atribuyeron a Jesús de fuentes distintas a los evangelios canónicos.
Las ciencias bíblicas han ido recogiendo durante años los dichos y hechos de Jesús de fuentes antiguas extrabíblicas. Las primeras colecciones fundamentales fueron las de A. Resch, entre 1889 y 1906.
Fuente
Los evangelios canónicos, según ellos mismos afirman, no contienen todas las cosas que Jesús pronunció en su vida. Esto generó en ciertos ámbitos la pregunta acerca de la completitud de la Biblia y si quizá alguna parte importante de su enseñanza se hubiese perdido. Así abundaron distintos conjuntos de dichos y frases atribuidas a Jesús que se han preservado en distintas fuentes. Este material forma parte de los ágrafa: son los dichos que originalmente no fueron registrados en los evangelios o se atribuyeron a Jesús de fuentes distintas a los evangelios canónicos.
Las fuentes de los ágrafa son al menos tres grupos:
1. Los ágrafa contenidos en los libros canónicos del Nuevo Testamento, obviamente fuera de los cuatro evangelios. Es el caso de los Hechos de los Apóstoles (Hch 20, 35). En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
2. Los que citan los Padres Apostólicos (por ejemplo, Epístola de Bernabé 12,1) y los contenidos en las variantes de los códices del Nuevo Testamento.
De nuevo igualmente define acerca de la cruz en otro profeta, que dice: ¿Y cuándo se cumplirán estas cosas? Dice el Señor: Cuando el madero se incline y se levante y cuando del madero destilare sangre. Ahí tienes otra vez cómo se habla de la cruz y del que había de ser crucificado.
3. Finalmente, fuentes apócrifas, fuentes judías así como en fuentes islámicas más tardías. Por ejemplo el Corán (19,30-33). Dijo él: Soy el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta. Me ha bendecido dondequiera que me encuentre y me ha ordenado la azalá y el azaque mientras viva, y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento, desgraciado. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida.
Entre las fuentes apócrifas la más representativa es el Evangelio de Tomás, un escrito gnóstico con 114 dichos, algunos de ellos presentes en los evangelios canónicos y otros no.
En los Padres Apostólicos
En los escritos del primer siglo cristiano, llamado también período de los Padres Apostólicos por el hecho de que muchos escritores habían conocido a los apóstoles o a sus discípulos directos, se conservan algunos dichos transmitidos a viva voz por tradición oral. A veces sucede que estos dichos son recogidos en momentos muy tempranos y en lugares muy dispersos lo cual alimenta la hipótesis de que hayan sido diseminados como parte constitutiva del mensaje cristiano.
Sude en tu mano la limosna
El antiguo texto titulado Didaché o Enseñanza de los doce apóstoles, escrito a mediados del siglo I en Siria, contiene una cita que ha sido interpretada como tradición oral de una enseñanza de Jesús de Nazaret: Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.
El autor hace esta cita de Jesús para justificar y explicar lo que había afirmado: «¡Ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; mas el que recibe sin sufrir necesidad, tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué».
Trescientos años más tarde, del otro lado del mediterráneo, Agustín de Hipona (354 – 430) en su comentario al salmo 102 vuelve a citar este ágrafon: «Enim dictum est "omni petenti te da", et de alio dictum est "desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum cui eam des"», que en español significa: «En efecto, ha sido dicho "da a todo el que te pida", y sobre el otro tema ha sido dicho: "sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la das"». No sabemos de qué texto lo leyó, pero efectivamente se repite la misma cita que en la Didaché, y la vuelve a repetir en su comentario al salmo 46,. En ambas ocasiones se inicia la frase con «dictum est»: ha sido dicho. Más sorprendente es la cita que hace en su comentario al salmo 142, afirmando que «La escritura dice»: «Scriptura dicit: Sudet eleemosyna in manu tua...».
También Casiodoro (c. 485 – c. 580), describiendo el salmo 40 en su Expositio in Salterium dice «Scriptum est etiam: Desudet eleemosyna in manu tua, donec invenias iustum, cui eam tradas», que quiere decir: «Está escrito también: sude la limosna en tu mano, hasta que conozcas al justo a quien se la des».
Similarmente el papa Gregorio Magno (c. 540 – 604) en su Regula Pastoralis afirma «Scriptum est: Desudet eleemosyna in manu tua», y lo mismo dice Bernardo de Claraval (1090 – 1153).
Jesucristo Juez
Otro ágrafon recogido por los padres apostólicos es el que reporta Justino el Mártir (c. 100/114 - 162/168) en su obra Diálogo con Trifón: Justino expone una doctrina cristiana acerca del Juicio de Jesucristo, diciendo que según el antiguo Libro de Ezequiel (Ez 18:21-32) el justo que abandone la justicia será condenado, y el malvado que se arrepienta será perdonado, y que acerca de eso Jesús habría dicho: En el estado en que os sorprenda, en ése también os juzgaré. Esto mismo reporta Clemente de Alejandría (c. 150 – c. 215) en Quis Dives Salvetur? (¿Quién es el rico que se salva?) en el capítulo 40, párrafo 2.
Mi misterio es para mí
Un ágrafon ciertamente menos claro que el anterior es aquel citado por Clemente de Alejandría en su obra Stromata, a veces llamada Miscelánea: en su quinto libro el décimo capítulo trata sobre la opinión de los apóstoles acerca de velar los misterios de la fe. Y dice Clemente Alejandrino: El Señor anunció en Evangelio: mi misterio es para mí, y para los hijos de mi casa. Entre los siglos II y III se escribieron unas Homilías atribuidas a Clemente Romano, y en la décimo novena de ellas aparece lo siguiente «Y Pedro dijo: "Recordamos que nuestro Señor y Maestro nos ordenó, 'Guarden los misterios, para mí, y para los hijos de mi casa'"».
Fuentes apócrifas
En 1897 y 1903 se descubrieron valiosos papiros que contenían estos dichos en Oxyrhynchus, Egipto. Las primeras tradiciones atribuían a san Mateo un libro donde se recogían estos dichos de Jesús
Otros posibles dichos auténticos de Jesús se pueden encontrar en las fuentes cristianas no canónicas, tales como el evangelio de Tomás, el evangelio de Felipe, y los escritos de los primeros líderes cristianos como Clemente de Roma y Jerónimo de Estridón. Los escribas cristianos han preservado cientos de refranes de Jesús aparte de los evangelios, algunos de los cuales se suponen auténticos y otros legendarios.
El Evangelio de Marcos
Otro ejemplo proviene del Evangelio de Marcos, donde un dicho de Jesús fue probablemente añadido al evangelio casi quinientos años después de que fuera escrito, (Marcos 9, 49). Y todo sacrificio será salado con sal.
La datación tardía de este dicho se demuestra por el hecho de que no aparece en los primeros manuscritos de Marcos, ni en latín ni en griego, y es por tanto probablemente inédito en las ediciones originales de Marcos.
La datación tardía de este dicho se demuestra por el hecho de que no aparece en los primeros manuscritos de Marcos, ni en latín ni en griego, y es por tanto probablemente inédito en las ediciones originales de Marcos.
Diferencia entre apócrifos y deuterocanónicos
El primero en usar el término en este sentido fue Jerónimo, en los escritos en que comenta la tarea que representó la traducción al latín del texto bíblico, a fin de designar a algunos de los libros que hoy son conocidos como deuterocanónicos, que habían sido incluidos en la Biblia judía griega (canon alejandrino), llamada Biblia septuaginta, o Biblia de los LXX, aun cuando no aparecen en el Tanaj judío hebreo-arameo (Canon Palestinense), que fue redefinido por judíos fariseos históricos y neotestamentarios, durante los trabajos del Sínodo de Jamnia, en fecha tan tardía como el 95 d. C., y luego utilizada por las comunidades judías de los siglos posteriores. Jerónimo ignoraba las grandes disensiones que esta aventurada decisión atraería con el tiempo entre las Cristiandades del Mundo Occidental.
Doce de estos libros: Tobit, Judit, el Resto de Ester, Baruc, la Epístola de Jeremías, la Historia de Susana, la Historia de Bel y el Dragón, el pasaje Daniel 3:24-90 (en el cual se contiene la Oración de Azarías y el Himno de los tres Jóvenes), Sabiduría, Eclesiástico, 1 Macabeos y 2 Macabeos, finalmente serían aceptados por los distintos grupos históricos cristianos (cristianos ortodoxos, cristianos orientales —cópticos eutiquianos, siríacos nestorianos, etc.— y católicos).
Otros de esos textos: el Capítulo 151 del Libro de los Salmos de David (comúnmente llamado Salmo 151), el Capítulo 8 del Libro de las Odas, 3 Esdras y 3 Macabeos, así como el Epílogo Griego del Libro de Job, los Epígrafes Griegos de varios de los Salmos de David y el Epígrafe Griego del Capítulo 1 del Libro de las Lamentaciones fueron recibidos como parte integrante del canon por todos esos grupos, excepto por la Iglesia católica. Todos estos escritos han sido ratificados por los escritos de muchos de los padres de la iglesia de oriente y occidente. Y, en el caso concreto de la iglesia latina, los doce documentos de la primera lista fueron legitimados por el Sínodo de Roma, en el año 380 d. C., y el Concilio de Hipona, en el año 393 d. C. A pesar de lo cual, el término «apócrifos» volvió a ser aplicado a esos doce textos por Martín Lutero y otros reformadores protestantes del siglo XVI. A causa de lo cual, la iglesia occidental ratificó su legitimación durante los trabajos del Concilio de Trento en 1546.
Existen controversias tradicionales entre los diferentes grupos confesionales en el seno de la tradición judeocristiana; dado que cada uno entre los principales grupos (cristianos ortodoxos, cristianos orientales —coptos, eutiquianos, siríacos nestorianos, etc.—, católicos, protestantes y otras tendencias) ha venido planteando a través de los siglos algunas importantes diferencias con respecto del canon de los grupos restantes y ha ido reservando el término de «apócrifos» para distintos grupos de textos y de escritos no incluidos en su propia versión del Canon bíblico, aunque estén en la de otro u otros.
Los representantes del protestantismo han llamado Apócrifos a los documentos Deuterocanónicos, que son reivindicados como parte integrante del canon por distintas iglesias cristianas ortodoxas, cristianas orientales y católica. Y usan el término Pseudoepígrafos, «escritos falsamente atribuidos», para hacer referencia al resto de los libros surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos y que, sin embargo, no han sido aceptados por ninguno de los grupos antes mencionados.
El primero en usar el término en este sentido fue Jerónimo, en los escritos en que comenta la tarea que representó la traducción al latín del texto bíblico, a fin de designar a algunos de los libros que hoy son conocidos como deuterocanónicos, que habían sido incluidos en la Biblia judía griega (canon alejandrino), llamada Biblia septuaginta, o Biblia de los LXX, aun cuando no aparecen en el Tanaj judío hebreo-arameo (Canon Palestinense), que fue redefinido por judíos fariseos históricos y neotestamentarios, durante los trabajos del Sínodo de Jamnia, en fecha tan tardía como el 95 d. C., y luego utilizada por las comunidades judías de los siglos posteriores. Jerónimo ignoraba las grandes disensiones que esta aventurada decisión atraería con el tiempo entre las Cristiandades del Mundo Occidental.
Doce de estos libros: Tobit, Judit, el Resto de Ester, Baruc, la Epístola de Jeremías, la Historia de Susana, la Historia de Bel y el Dragón, el pasaje Daniel 3:24-90 (en el cual se contiene la Oración de Azarías y el Himno de los tres Jóvenes), Sabiduría, Eclesiástico, 1 Macabeos y 2 Macabeos, finalmente serían aceptados por los distintos grupos históricos cristianos (cristianos ortodoxos, cristianos orientales —cópticos eutiquianos, siríacos nestorianos, etc.— y católicos).
Otros de esos textos: el Capítulo 151 del Libro de los Salmos de David (comúnmente llamado Salmo 151), el Capítulo 8 del Libro de las Odas, 3 Esdras y 3 Macabeos, así como el Epílogo Griego del Libro de Job, los Epígrafes Griegos de varios de los Salmos de David y el Epígrafe Griego del Capítulo 1 del Libro de las Lamentaciones fueron recibidos como parte integrante del canon por todos esos grupos, excepto por la Iglesia católica. Todos estos escritos han sido ratificados por los escritos de muchos de los padres de la iglesia de oriente y occidente. Y, en el caso concreto de la iglesia latina, los doce documentos de la primera lista fueron legitimados por el Sínodo de Roma, en el año 380 d. C., y el Concilio de Hipona, en el año 393 d. C. A pesar de lo cual, el término «apócrifos» volvió a ser aplicado a esos doce textos por Martín Lutero y otros reformadores protestantes del siglo XVI. A causa de lo cual, la iglesia occidental ratificó su legitimación durante los trabajos del Concilio de Trento en 1546.
Evangelios Gnósticos
Evangelio de Tomás
El Evangelio de Tomás —también llamado Evangelio copto de Tomás o Evangelio gnóstico de Tomás— es un evangelio apócrifo que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret. Se ha conservado en un papiro manuscrito en copto, descubierto en 1945 en la localidad egipcia de Nag Hammadi. Existen dudas acerca de su fecha de composición. Algunos de los dichos de este evangelio se asemejan a los de los evangelios canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan; otros eran desconocidos hasta su descubrimiento.
Estructura
A diferencia de los evangelios canónicos, el libro de Tomás no adopta la estructura de un relato acerca de la vida de Jesús, sino que contiene sólo dichos (en griego logia) de Jesús enmarcados en las conversaciones que mantiene con varios de sus discípulos. La autoría de la obra es atribuida en un breve prólogo a Dídimo Judas Tomás («dídimo» significa ‘mellizo’): «Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito». Finaliza con el título «El Evangelio según (gr. kata) Tomás».
Unos 17 de los 114 dichos que componen este evangelio coinciden con otros dichos, redactados en griego, encontrados en los fragmentos de los Papiros de Oxirrinco, descubiertos en Oxyrhynchus, en Egipto, en 1898. Estos fragmentos se han fechado en torno al año 200, en tanto que el manuscrito copto hallado en Nag Hammadi data de alrededor de 340. Se cree que el manuscrito copto es traducción de un texto griego más antiguo, del que dan testimonio los fragmentos de Oxyrhynchus.
Confusión con otras obras
Debe distinguirse el Evangelio de Tomás de otros apócrifos o pseudoepígrafos atribuidos al mismo personaje, como los Hechos de Tomás o el Evangelio del Pseudo Tomás (acerca de supuestas cosas que hizo Jesús siendo niño), así como del texto gnóstico conocido como Libro de Tomás el Contendiente.
Hipólito de Roma (muerto hacia 235) hace referencia a un Evangelio de Tomás, del que cita un logion («Quien me busca me encontrará entre los niños a partir de los siete años, pues allí me manifiesto oculto en el decimocuarto eón») que no aparece en el texto de Nag Hammadi, y que se ha relacionado más bien con los apócrifos de la infancia. También Ireneo (en Adversus haereses, Contra los herejes, 1, 22, 1) menciona un Evangelio de Tomás, pero se cree que hace referencia al Evangelio del Seudo Tomás y no al que aquí nos ocupa. En el siglo IV es mencionado por Cirilo de Jerusalén, quien en su Cathechesis V afirma que no se trata de una obra de ninguno de los apóstoles, sino de uno de «tres malvados discípulos de Mani». Sin embargo, en este evangelio apenas hay trazas de dualismo maniqueo.
Fecha
Actualmente existe un vivo debate acerca de la fecha de composición de este evangelio. Existen fundamentalmente dos teorías: una serie de estudiosos defienden una datación temprana de este evangelio, en torno al año 50, antes, incluso, que el primero de los evangelios canónicos, el de Marcos; otros abogan por una fecha más tardía, posterior a los canónicos y no anterior, en cualquier caso, a finales del siglo I (la mayor parte de estos autores prefiere la fecha de 150). La datación temprana está más extendida entre los investigadores estadounidenses, en tanto que la tardía es preferida en Europa (especialmente en Alemania y el Reino Unido).
Datación temprana
Los partidarios de la datación temprana argumentan que —dado que el Evangelio de Tomás se compone sobre todo de material original y no parece basarse en los evangelios canónicos— debe haber sido escrito partiendo de una tradición oral. Dado que sólo en el siglo I fue considerada la tradición oral como fuente de autoridad, el Evangelio de Tomás debió haberse escrito en esta época. Si así fue, se ha pensado que pudo haber cierta relación entre este texto y la hipotética fuente Q, texto escrito u oral, que, según la teoría de las dos fuentes (la más extendida acerca de los sinópticos) es la fuente del material común a los evangelios de Mateo y de Lucas, que no procede de Marcos.
Existe la hipótesis de que Q se formó en tres estratos sucesivos (denominados, respectivamente, Q1, Q2 y Q3), de los cuales el material apocalíptico corresponde a los dos últimos. Estudiosos bíblicos han identificado 37 dichos de Jesús que coinciden en su reconstrucción de Q y en el Evangelio de Tomás, de los cuales todos corresponderían a los estratos primero y segundo de Q (los más antiguos). Según esta hipótesis, el autor de Tomás no conoció (o apenas conoció) Q3, pues no incorporó este material a su escrito. Dado que Q1 y Q2 serían anteriores a los cuatro evangelios canónicos, el Evangelio de Tomás sería más antiguo que ellos y, por tanto, el primero de todos los evangelios conocidos. Según algunos autores, como Koester, este evangelio se basa en tradiciones anteriores a las fechas en que se escribieron los evangelios canónicos. Otros autores señalan que el Evangelio de Tomás sigue los mismos cambios verbales que Lucas utiliza sobre el texto de Marcos (Logion 5 de Tomás; Lucas 8,17; Marcos 4,22). Esto sugiere que los evangelios de Lucas y Tomás son tardíos o anteriores respecto a Marcos.
Teoría de Elaine Pagels
Según la tesis desarrollada por la teóloga Elaine Pagels en su libro Beyond Belief: The Secret Gospel of Thomas (‘Más allá de la fe: el evangelio secreto de Tomás’), muchos de los pasajes del evangelio de Juan pueden entenderse como una refutación de los dichos, ideas, tradiciones y creencias de una comunidad cristiana cuya línea de pensamiento estaría ejemplificada por el Evangelio de Tomás. El ejemplo más destacado es la imagen que en el evangelio de Juan se da del apóstol Tomás, en pasajes como el de la duda de Santo Tomás (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Juan 20, 24-29». Biblia versión Reina-Valera.
Contenido
Consta de 114 sentencias, que comienzan con la fórmula «Jesús dijo» o «Él dijo». Enfatizan en la sencillez, en la sinceridad y en la renuncia al poder mundano: Jesús dijo: «Haceos transeúntes». [42] «Si no ayunáis del mundo, no encontraréis el Reino.» [27] Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar respecto a la comida?». Jesús dijo: «No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado». [6] «Quien haya encontrado el mundo y se haya hecho rico, ¡que renuncie al mundo!» [110] «Si tenéis algún dinero, no lo prestéis con interés, sino dádselo a aquel que no va a devolvéroslo.» [95] Reclaman el amor al prójimo: Dijo Jesús: «Ama a tu hermano como a tu alma; cuida de él como a la pupila de tus ojos». [25] «Si dos personas hacen la paz entre sí en esta misma casa, dirán a la montaña: “¡Desplázate de aquí!”, y ella se desplazará.» [48] Su concepción del papel de la mujer tiene un peculiar interés: Simón Pedro les dice: «Que María salga de entre nosotros, pues las hembras no son dignas de la vida». Jesús dice: «He aquí que le inspiraré a ella para que se convierta en varón, para que ella misma se haga un espíritu viviente semejante a vosotros varones. Pues cada hembra que se convierte en varón, entrará en el Reino de los Cielos». [114]
Jesús les dijo: «Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y el exterior como el interior y lo de arriba como lo de abajo, y cuando establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina, cuando establezcáis un ojo en el lugar de un ojo y una mano en el lugar de una mano y un pie en el lugar de un pie y una imagen en el lugar de una imagen, entonces entraréis en el Reino». [22] En otros puntos, el conjunto de las sentencias muestra importantes similitudes con la colección de los Logia Jesu (logia), también conocida como Q (del alemán Quelle, ‘fuente’), que se supone fue utilizada para escribir los evangelios de Mateo y Lucas. Se considera que la antigüedad del Evangelio de Tomás es otra prueba de la existencia de esa fuente común.
Evangelio de Marción
El Evangelio de Marción, denominado por sus seguidores como el Evangelio del Señor, fue un texto utilizado por el maestro cristiano Marción de Sinope a mediados del siglo II, excluyendo a los otros evangelios. Sus fragmentos reconstruidos aparecen ahora entre los apócrifos del Nuevo Testamento. La enseñanza de Marción fue condenada como herejía en el año 144. Muchos apologistas cristianos escribieron tratados contra Marción después de su muerte, además de la célebre obra de Tertuliano, por medio de la cual se ha podido reconstruir casi todo el Evangelio del Señor de Marción a partir de sus citas. Así pues, Marción solo es conocido por medio de sus críticos, quienes consideraban a sus doctrinas como una desviación del cristianismo proto-ortodoxo.
Relación con el Evangelio de Lucas
Hay dos relaciones posibles entre el Evangelio de Marción y el Evangelio de Lucas: o bien Marción editó el Evangelio de Lucas que existía anteriormente para que se ajustara a su propia agenda; o bien su Evangelio del Señor es anterior al Evangelio de Lucas como lo tenemos hoy y fue, de hecho, su base.
El Evangelio de Marción como edición de Lucas
Los Padres de la Iglesia escribieron, y la mayoría de los eruditos modernos están de acuerdo,23 que Marción editó a Lucas para ajustarse a su propia teología, el marcionismo. Tertuliano, apologista cristiano de finales del siglo II, señaló que Marción «expurgó [del Evangelio de Lucas] todas las cosas que se oponían a su visión [...] pero conservó aquellas cosas que estaban de acuerdo con su opinión».
De acuerdo con este punto de vista, Marción eliminó los dos primeros capítulos de Lucas acerca de la Natividad, y comenzó su evangelio en Cafarnaúm haciendo modificaciones al resto adecuado al marcionismo. Las diferencias en los textos a continuación destacan la visión marcionita de que, primero, Jesús no siguió a los Profetas y, segundo, que la tierra es mala.
Lucas | Marción |
---|---|
¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Lucas 24, 25». Biblia versión Reina-Valera. | ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que les he dicho! |
Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación [...] (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Lucas 23, 2». Biblia versión Reina-Valera. | Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación [...] y destruir la ley y los profetas. |
Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra [...] (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Lucas 10, 21». Biblia versión Reina-Valera. | Yo te alabo, Padre celestial [...] |
Justificación
El teólogo Adolf von Harnack (1851–1930), de acuerdo con el relato tradicional de Marcion como revisionista, discutió las razones de sus alteraciones a Lucas. Según
Harnack, Marción creía que solamente podía haber un evangelio verdadero, todos los demás eran invenciones de elementos pro-judíos, decididos a sostener la adoración de YHWH. Además, él creía que el verdadero evangelio fue dado directamente al apóstol Pablo por el mismo Cristo, pero posteriormente fue corrompido por aquellos mismos elementos que también corrompieron las epístolas paulinas. Marción vio la atribución de este evangelio a Lucas el Evangelista como otra invención. Por lo tanto, comenzó lo que él consideró como la restauración del evangelio original como fue dado a
Pablo. En palabras de Harnack: «Para esta tarea no apeló a una revelación divina, ni a instrucción especial alguna, ni a una ayuda neumática [...] De esto se deduce inmediatamente que para sus purificaciones del texto -y esto generalmente se pasa por alto- no podía reclamar ni reclamó una certeza absoluta».
Evangelio de María Magdalena
Se denomina evangelio de María Magdalena a un evangelio apócrifo gnóstico, escrito entre los años 30 y 180 d. C. Han llegado hasta nuestros días sólo algunos fragmentos.
Características del texto
De este evangelio se conservan sólo tres fragmentos: dos, muy breves, en griego, en manuscritos del siglo III (papiro Rylands 463 y papiro Oxyrhynchus 3525); y otro, más extenso, en copto (Berolinensis Gnosticus 8052,1), probable traducción del original griego. El texto copto fue hallado en 1896 por C. Schmidt, aunque no se publicó hasta 1955, por Walter Till. Los fragmentos en griego fueron publicados, respectivamente, en 1938 y en 1983.
La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que el evangelio original fue escrito en griego durante el siglo II. Sin embargo, el profesor Hollis, del Seminario Harvard, sugiere que fue escrito en tiempo de Cristo.
En ninguno de los fragmentos hay mención alguna del autor de este evangelio. El nombre que tradicionalmente recibe, evangelio de María Magdalena, se debe a que se cita en el texto a una discípula de Jesús llamada María, que la mayoría de los especialistas identifican con la María Magdalena que aparece en los evangelios canónicos, aunque algunos han sugerido que podría referirse a María, la madre de Jesús. No puede ser posterior al siglo III, ya que los manuscritos en griego corresponden a esta época. Por características internas del texto, como la presencia de ideas gnósticas, suele considerarse que fue redactado en el siglo II.
Contenido
En el fragmento copto, que es el más extenso, faltan varias páginas (concretamente 1-6 y 11-14). Se trata de un diálogo entre Jesús (mencionado como «el Salvador») y sus discípulos. Tras la marcha de Jesús, los apóstoles se encuentran desorientados.
Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?». Entonces Mariam se levantó, los saludó a todos y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres». Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del [Salvador]. laguna del evangelio: ...del Salvador?». Leví dice a Pedro: «Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda. Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, (sino) como dijo el Salvador». Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María. María, entonces, relata una visión y el diálogo que mantuvo con Jesús en esta visión, lleno de términos propios del pensamiento gnóstico. El testimonio de María es rechazado por Andrés y por Pedro, quienes dudan de que Jesús haya preferido a una mujer antes que a ellos para hacerle revelaciones secretas. Sin embargo, Leví (el apóstol Mateo) decide predicar "el evangelio según María".
Según interpretaciones como la de Karen King, el texto revela las tensiones existentes en las primitivas comunidades cristianas entre los protoortodoxos, representados por Pedro, y los gnósticos, simbolizados por María Magdalena. Una confrontación similar existe en otros textos gnósticos, como el evangelio de Tomás, la Pistis Sophia o el evangelio copto de los egipcios. Además, de acuerdo con este texto, María Magdalena habría sido depositaria de revelaciones secretas de Jesús, y habría tenido un papel destacado en la comunidad cristiana postpascual. Sin embargo, es posible que María Magdalena no sea aquí más que un símbolo de la Sofía de la teología gnóstica.
Pueden encontrarse ciertas analogías entre las ideas expuestas en este evangelio y religiones orientales como el taoísmo y el budismo. En el texto traducido se muestra que María Magdalena tuvo una relación muy estrecha con Jesús: “de todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda.” (Pedro); muchas afirmaciones como estas han contribuido a las discusiones religiosas pero aún la verdad no está dicha porque ambas partes tiene argumentos muy fiables para defender sus tesis.
Evangelio de Judas
No debe confundirse con Epístola de Judas. Se denomina Evangelio de Judas a un texto utilizado, según testimonios de los Padres de la Iglesia, por la secta gnóstica de los cainitas. Fue compuesto durante el siglo II alrededor de los años 130-150. Este evangelio se creía desaparecido, pero durante los años 1970 fue hallado en Egipto el códice Tchacos copto del siglo IV (supuestamente traducción de un original griego del cual no se conserva ningún ejemplar) en el que aparece un texto que parece corresponder al Evangelio de Judas mencionado en la literatura cristiana primitiva.
En 2006 la organización National Geographic Society hizo público su trabajo de restauración y traducción del manuscrito. También en ese mismo año la organización National Geographic Society elaboró un video documental titulado "The Gospel of Judas" (El Evangelio de Judas).
En el texto se hace una valoración positiva de la figura del apóstol Judas Iscariote, que en los cuatro evangelios canónicos es considerado como traidor a Jesús. Según este evangelio gnóstico, Iscariote fue su discípulo favorito, y si entregó a su maestro a las autoridades romanas fue en cumplimiento de un plan previsto por el propio Jesús. En el año 2007, tras revisar una transcripción del manuscrito, la biblista April D. DeConick, profesora de la Universidad Rice (Estados Unidos), rechaza esa interpretación argumentando errores de traducción. El 21 de marzo de 2008 el experto en copto Marvin Meyer, que formó parte del equipo de traducción de National Geographic, rebate las conclusiones de DeConick defendiendo la traducción original con base en otros textos gnósticos.
Descubrimiento
La primera referencia moderna conocida a este texto data de 1983, cuando alguien propuso su compra a la Universidad Metodista del Sur y el experto Stephen Emmel pudo examinarlo brevemente, junto con otros manuscritos. Según se cree, lo descubrieron en 1978 unos campesinos egipcios en la localidad de Menia, y fue sacado de Egipto de forma ilegal. El anticuario que intentó venderlo pedía una cifra que los posibles compradores consideraron excesiva (tres millones de dólares por el lote en el que iba incluido), por lo que tuvo que desistir. El texto estuvo depositado desde 1984 en un banco de Nueva York.
En 2002 lo adquirió la Maecenas Foundation for Ancient Art, radicada en Basilea, una fundación privada de Suiza, dirigida por el abogado Mario Roberti. Esta fundación contactó con National Geographic Society para que restaurase, datase y tradujese el manuscrito. Según el vicepresidente de esta institución, Terry García, el códice estaba muy deteriorado, y, si no hubiesen actuado de inmediato, hubiera acabado convirtiéndose en polvo.
Rudolf Kasser hizo pública la existencia del texto en una conferencia que tuvo lugar en París, en julio de 2004. Al año siguiente, un portavoz de la Maecenas Foundation anunció su traducción inminente al inglés, francés y alemán. National Geographic Society eligió para hacer pública la restauración y traducción del manuscrito la fecha del 6 de abril de 2006, próxima a la Semana Santa, en que se conmemora la muerte de Jesús de Nazaret. El 9 del mismo mes programó el estreno televisivo de un documental sobre el manuscrito.
Contenido
El texto del Evangelio de Judas es un relato de unas doscientas cincuenta líneas, cuya traducción a un idioma moderno contrasta con los extensos relatos evangélicos porque sólo insume alrededor de siete páginas. Se encuentra en un códice de 66 páginas, más de un tercio del cual es ilegible, y que contiene otras tres obras. Dos de ellas (el Primer Apocalipsis de Santiago, y la Epístola a Felipe, atribuida a San Pedro) son obras gnósticas ya conocidas por los hallazgos de Nag Hammadi. La tercera es un fragmento de un texto desconocido, titulado provisionalmente Libro de Alógenes. Todos los textos están escritos en el dialecto sahídico del idioma copto, aunque es una traducción de un original griego. Mediante varios métodos, entre ellos el del carbono-14, el códice ha sido datado entre los años 220 y 340.
El papiro se encuentra muy deteriorado: algunas partes del texto se han perdido y otras se conservan sólo fragmentariamente. Veintiséis de las 66 páginas corresponden al así denominado Evangelio de Judas. La parte que ha podido ser traducida comienza indicando que se trata de las revelaciones que Jesús hizo a Judas Iscariote, en conversación privada, tres días antes de la Pascua. Escrito en tercera persona, el texto es un diálogo entre Jesús y sus discípulos, especialmente Judas, que aparece como el discípulo favorito de Jesús. Según este evangelio, Judas entregó a su maestro a los romanos siguiendo órdenes del propio Jesús, quien profetizó: "Tú serás el decimotercero, y serás maldito por generaciones, y vendrás para reinar sobre ellos" (página 47 del manuscrito).
El Jesús que presenta este evangelio es desenfadado. Mientras en los evangelios canónicos Jesús de Nazareth nunca es presentado riendo y menos con malicia, en el texto gnóstico el personaje llamado Jesús se ríe con frecuencia de los malentendidos de los demás discípulos y de su devoción, a la que pretende superficial. En particular, se ríe de modo sardónico mofándose de la ignorancia ajena. Los apóstoles y discípulos se ponen furiosos al ver que este Jesús se burla de ellos; todos, menos el otro protagonista denominado Judas, que responde al primero, "Yo tengo conocimiento de quién eres tú y de dónde vienes. Tú vienes del inmortal reino de Barbelo." En los antiguos textos gnósticos, Barbelo es la Divina Madre de todo y la prudente previsión o lógos que posee el Uno Infinito.
Debido al "conocimiento" (gnosis, en griego) de Judas, acerca de que Jesús viene desde "el inmortal reino de Barbelo", a Judas se le promete una revelación "referida a secretos que ninguna otra persona ha conocido nunca". La inversión de la relación tradicional entre Jesús y Judas que plantea el texto es que Jesús le está agradecido a Judas y lo elogia: “Tú los superarás a todos ellos. Porque tú sacrificarás el hombre que me reviste (...). La estrella que indica el camino es tu estrella.” (n. 56-57). La última parte de la "revelación" que el "Jesús" gnóstico brinda a Judas es la siguiente. Los paréntesis rectos indican lagunas del texto; es de notar la referencia a "Cristo" y el lugar atribuido al mismo en el universo:
La multitud de aquellos inmortales es denominada cosmos -que significa perdición- por el Padre y las 72 luminarias que están con el Autogenerado y sus 72 eones. En El apareció el primer humano con sus poderes incorruptibles. Y el Eón entonces apareció con su generación, en quien la nube de conocimiento y el ángel es llamado El. [...] eón [...] después de eso [...] dijo, hagamos que doce ángeles adquieran realidad para gobernar sobre el caos y el mundo subterráneo. Y hete aquí, que desde la nube emergió un ángel con destellos de fuego en su faz y sucio de sangre en su apariencia. Su nombre era Nebro, que significa Rebelde; otros le llaman Yaldabaoth. Otro ángel, Saklas, también salió de la nube. En esto, Nebro creó seis ángeles y lo mismo hizo Saklas, para que fuesen sus asistentes, lo cual produjo doce ángeles en los cielos, y cada uno recibió una porción de los cielos. Los doce soberanos hablaron a los doce ángeles [...] el primero es Seth, quien es llamado Cristo. El segundo es Harmathoth. El tercero es Galila. El cuarto es Yobel. El quinto es Adonaios. Estos son los cinco que gobiernan sobre el mundo subterráneo, y ante todo sobre todo caos.
Este tipo de contenido es abiertamente gnóstico. Es lo que impide considerarlo un texto cristiano, por cuanto no tiene prácticamente nada en común con los cuatro evangelios o la fe cristiana excepto el empleo de los nombres "Jesús" y "Judas". Al final, poco después de entrar en una nube luminosa, Judas "recibió algún dinero y se lo entregó a ellos". Jesús se lo agradece, ya que prepara el momento en que Jesús quedará "liberado" del cuerpo, lo que le permite regresar al “reino grande e ilimitado cuya inmensidad no ha visto ninguna generación de ángeles” (n. 47). El texto termina con Judas entregando a Jesús ante los sumos sacerdotes y no incluye ninguna mención de la crucifixión o de la resurrección.
La única otra fuente independiente referida a este texto es Ireneo de Lyon, obispo y mártir fallecido en el año 202, quien escribió una serie de libros titulados Contra las Herejías, refutando a varios maestros gnósticos, en uno de los cuales menciona al Evangelio de Judas. Hacia el año 180, Ireneo escribió sobre la secta gnóstica de los cainitas, que pretendían "rehabilitar" una cantidad de villanos que aparecen en la Biblia, tales como Caín (que asesinó a su hermano Abel), los Sodomitas (habitantes de una ciudad notoria por su inmoralidad sexual), Esau (que despreció y vendió sus derechos de nacimiento por un plato de lentejas), Coré o Korah (que dirigió una sedición para derrocar a Moisés) y Judas, presentándolos como héroes espirituales. A fin de procurar ese objetivo, los cainitas produjeron lo que Ireneo de Lyon denominó "un relato ficticio al estilo de El Evangelio de Judas."
Origen
Según el Obispo Ireneo de Lyon, dicho evangelio tuvo sus raíces en un mago llamado Simón, a quien dicho personaje se le hace mención en el libro de los Hechos de los Apóstoles donde se afirma que este hechicero quiso comprar a los Apóstoles el poder de hacer milagros. Simón Pedro lo repelió, diciendo: “Tú estás preso en los lazos de la iniquidad” (Hechos 8, 23). Simón, el Mago, es tenido como el “padre de las herejías”, y de su sacrílego intento le viene el nombre al pecado de simonía. Sus seguidores predicaban la vieja doctrina de la gnosis.
Entre los prosélitos de Simón, el Mago, San Ireneo
señala a la secta de los cainitas. Estos decían que Caín fue creado por un poder superior. Además, se juzgaban hermanos espirituales de Esaú, de Coré, de los habitantes de Sodoma y otros semejantes. “Y dicen —añade San Irineo— que Judas, el traidor, fue el único que conoció todas estas cosas exactamente, porque sólo él entre todos conoció la verdad, para realizar el misterio de la traición [...]. Para eso muestran un libro que ellos inventaron, que llaman el Evangelio de Judas”.
Autenticidad del Evangelio
Los críticos de este evangelio apócrifo señalan que dicho documento nunca perteneció al canon bíblico puesto que no fue aprobado por la iglesia primitiva desde sus comienzos dado que esta era la comunidad que conocía con certeza los libros que tenían la autoría apostólica.
El primer criterio que usaba la iglesia primitiva para aceptar un libro dentro del canon bíblico es que haya sido escrito por los contemporáneos de Jesús y de los apóstoles, siendo ésta la principal normativa, el evangelio de Judas queda automáticamente excluido, ya que este fue escrito más de 100 años después de la muerte de Jesús, de sus apóstoles y contemporáneos.
El segundo criterio a considerar es que se haya usado y citado por cristianos de los primeros siglos, de manera que éstos le hayan tenido la reverencia debida como un libro inspirado; es decir, que toda la comunidad lo conociera y por consiguiente avalado como tal; hay que hacer notar que algunos libros contemporáneos no cumplieron estos criterios a pesar de su uso entre los primeros cristianos; por ejemplo, todos los biblistas hablan de un primer Evangelio de Mateo escrito en arameo (todos los demás libros del Nuevo Testamento fueron escritos en griego), al que llaman Proto-Mateo que, incluso, se considera fuente que influyó en la redacción de los tres Evangelios Sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas), y que, sin embargo, no pertenece al Nuevo Testamento. Había también otros escritos llamados “Logias o Logia Jesu ” que encerraban una colección de dichos de Jesús y que eran importantes pero no considerados como inspirados.
El Evangelio de Judas entra en la categoría de los escritos pseudoepígrafos (falsamente atribuidos). Esto significa que realmente no fue escrito por el autor a quien se le atribuyó. El antiguo escritor Ireneo en su obra llamada “Refutación de Todas las Herejías” dice que el evangelio de Judas fue una historia ficticia: “Una vez más, otros declaran que Caín derivó su ser del Poder superior, y reconocen que Esaú, Coré, los Sodomitas, y todas esas personas están relacionadas entre sí. En este registro, ellos agregan, que han sido asediados por el Creador, aún cuando ninguno de ellos ha sufrido lesiones. Sofía tenía el hábito de llevarles a ellos lo que le pertenecía a ella. Ellos declaran que Judas el traidor estaba perfectamente informado de estas cosas, y que él solo, conociendo la verdad como ninguno de los otros la conoció, llevó a cabo el misterio de la traición; por él todas las cosas, tanto terrenales y celestiales, fueron puestas en confusión. Ellos producen una historia ficticia de esta clase, con la cual enfocan el Evangelio de Judas.”
Evangelio apócrifo de Juan
El Libro Secreto de Juan (Evangelio Apócrifo de Juan) es un texto de enseñanzas gnósticas del siglo II, al cual se le ha dado un contexto cristiano. Describe una aparición de Jesús de Nazareth en la cual le da información privada al apóstol Juan luego de que Cristo ascendiera al cielo. Junto con el Evangelio de María Magdalena y el Libro de la Sabiduría de Jesucristo, pertenece a la colección de los Papiros Coptos (egipcios) de Berlín.
Contenido
En su principal fragmento, se trata de un diálogo entre Jesús y sus discípulos, quienes se cuestionaban qué debían evitar para acceder al reino de los cielos: Pero ellos (los Discípulos) le contestaron: ¿A dónde iremos, pues contigo están las palabras de Vida Eterna? Dinos cuáles son los pecados que debemos evitar para que nunca más conozcamos la enfermedad y podamos entrar al reino de los cielos.
Jesús les contestó: «Hágase de acuerdo a vuestra fe», y se sentó entre ellos y dijo: «Se ha dicho desde tiempo inmemorial: Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre Terrenal, y obedece sus mandamientos, para que tus días sean largos sobre la tierra. Y luego se les dio el siguiente mandamiento: No matarás, porque la vida es dada a todos por Dios y lo que Dios ha dado no dejen que el hombre lo arrebate. Pues en verdad os digo que de una Madre procede todo lo que vive sobre la tierra. Por tanto quien mata, mata a su hermano. Y de él se alejará la Madre Terrenal y le retirará sus pechos vivificadores, y los ángeles le rehuirán y Satanás tendrá morada en su cuerpo. Y la carne de los animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba. Pues en verdad os digo que quien mata, se mata a sí mismo, y quien come la carne de animales muertos come del cuerpo de la muerte. Pues cada gota de su sangre se mezcla con la suya y la envenena; su respiración es un hedor; su carne se llena de forúnculos; sus huesos se convierten en yeso; sus intestinos se llenan de descomposición; sus ojos se llenan de costras; y sus oídos de ceras. Y su muerte será la suya propia. Pues solamente en el servicio de vuestro Padre Celestial son vuestras deudas de siete años perdonadas en siete días. Mientras que Satán no os perdona nada y debéis pagarle todo. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida, vida por vida, muerte por muerte. Pues el precio del pecado es la muerte.
No matéis, ni tampoco comáis la carne de vuestras inocentes víctimas, no sea que os convirtáis en esclavos de Satanás. Pues ése es el camino del sufrimientos y conduce hacia la muerte. Pero obedeced la voluntad de Dios, para que sus ángeles os sirvan en el camino de la vida. Obedeced, por tanto, las palabras de Dios: «He aquí,os he dado toda hierba que produce semilla que crece sobre la faz de la tierra, y todo árbol en el cual esta el fruto de un árbol que produce semilla. Para ustedes será como carne; Y a todas las bestias de la tierra, y a toda ave del cielo, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, donde hay aliento de vida, doy toda hierba verde como carne. También la leche de todo lo que se mueve y que vive sobre la tierra será como carne para vosotros. Al igual que a ellos les he dado toda hierba verde, así os doy a vosotros su leche. Pero la carne y la sangre que la vivifica, vosotros no comeréis».
Luego otro discípulo dijo: «Moisés, el más grande de Israel, permitió a nuestros antepasados que comieran carne de bestias no impuras y prohibió la carne de bestias impuras. ¿Porque entonces, nos prohíbes Tú la carne de todas las Bestias? ¿Cuál ley proviene de Dios? ¿La de Moisés o la Tuya? Y Jesús continuo: «Dios ordenó a vuestros antepasados «No matarás» pero sus corazones se endurecieron y siguieron matando. Entonces Moisés quiso que por lo menos no mataran a los hombres y les toleró que mataran a las bestias. Pero los corazones de vuestros antepasados se endurecieron aún más y mataron a hombres y a bestias por igual».
Contenido
En su principal fragmento, se trata de un diálogo entre Jesús y sus discípulos, quienes se cuestionaban qué debían evitar para acceder al reino de los cielos: Pero ellos (los Discípulos) le contestaron: ¿A dónde iremos, pues contigo están las palabras de Vida Eterna? Dinos cuáles son los pecados que debemos evitar para que nunca más conozcamos la enfermedad y podamos entrar al reino de los cielos.
Jesús les contestó: «Hágase de acuerdo a vuestra fe», y se sentó entre ellos y dijo: «Se ha dicho desde tiempo inmemorial: Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre Terrenal, y obedece sus mandamientos, para que tus días sean largos sobre la tierra. Y luego se les dio el siguiente mandamiento: No matarás, porque la vida es dada a todos por Dios y lo que Dios ha dado no dejen que el hombre lo arrebate. Pues en verdad os digo que de una Madre procede todo lo que vive sobre la tierra. Por tanto quien mata, mata a su hermano. Y de él se alejará la Madre Terrenal y le retirará sus pechos vivificadores, y los ángeles le rehuirán y Satanás tendrá morada en su cuerpo. Y la carne de los animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba. Pues en verdad os digo que quien mata, se mata a sí mismo, y quien come la carne de animales muertos come del cuerpo de la muerte. Pues cada gota de su sangre se mezcla con la suya y la envenena; su respiración es un hedor; su carne se llena de forúnculos; sus huesos se convierten en yeso; sus intestinos se llenan de descomposición; sus ojos se llenan de costras; y sus oídos de ceras. Y su muerte será la suya propia. Pues solamente en el servicio de vuestro Padre Celestial son vuestras deudas de siete años perdonadas en siete días. Mientras que Satán no os perdona nada y debéis pagarle todo. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida, vida por vida, muerte por muerte. Pues el precio del pecado es la muerte.
No matéis, ni tampoco comáis la carne de vuestras inocentes víctimas, no sea que os convirtáis en esclavos de Satanás. Pues ése es el camino del sufrimientos y conduce hacia la muerte. Pero obedeced la voluntad de Dios, para que sus ángeles os sirvan en el camino de la vida. Obedeced, por tanto, las palabras de Dios: «He aquí,os he dado toda hierba que produce semilla que crece sobre la faz de la tierra, y todo árbol en el cual esta el fruto de un árbol que produce semilla. Para ustedes será como carne; Y a todas las bestias de la tierra, y a toda ave del cielo, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, donde hay aliento de vida, doy toda hierba verde como carne. También la leche de todo lo que se mueve y que vive sobre la tierra será como carne para vosotros. Al igual que a ellos les he dado toda hierba verde, así os doy a vosotros su leche. Pero la carne y la sangre que la vivifica, vosotros no comeréis».
Luego otro discípulo dijo: «Moisés, el más grande de Israel, permitió a nuestros antepasados que comieran carne de bestias no impuras y prohibió la carne de bestias impuras. ¿Porque entonces, nos prohíbes Tú la carne de todas las Bestias? ¿Cuál ley proviene de Dios? ¿La de Moisés o la Tuya? Y Jesús continuo: «Dios ordenó a vuestros antepasados «No matarás» pero sus corazones se endurecieron y siguieron matando. Entonces Moisés quiso que por lo menos no mataran a los hombres y les toleró que mataran a las bestias. Pero los corazones de vuestros antepasados se endurecieron aún más y mataron a hombres y a bestias por igual».
Pero Yo os digo: «No matéis hombres ni bestias, ni siquiera el alimento que ponéis en vuestras bocas, pues si comes alimento vivo, el mismo os vivificara, pero si matáis vuestro alimento, el alimento muerto os matará a vosotros también. Pues la vida proviene solo de la vida y la muerte proviene siempre de la muerte. Pues todo lo que mata a vuestro alimento mata también a vuestros cuerpos. Y todo aquello que mata vuestros cuerpos mata también a vuestros espíritus. Vuestros cuerpos se convierten en lo que vuestros alimentos son, así como vuestros espíritus se convierten igualmente en lo que vuestros pensamientos son».
Por lo tanto, comed siempre de la mesa de Dios: Las frutas de los árboles, el grano y las hierbas del campo, la leche de las bestias y la miel de las abejas. Porque todo lo que está más allá de esto es Satanás y conduce por el camino del pecado y de las enfermedades hasta la muerte. Pero los alimentos que coméis de la abundante mesa de Dios os darán fortaleza y juventud a vuestro cuerpo y nunca sufriréis enfermedad.
El Evangelio de la Verdad
El Evangelio de la Verdad o Evangelio de Valentín es uno de los tratados, afines a la Gnosis del cristianismo primitivo, hallados en la Biblioteca copta de Nag Hamadi. Se encuentra en dos de los trece códices descubiertos, en diciembre de 1945, a los pies del macizo de Jabal al Tarif, en las cercanías de la localidad de Nag Hammadi, 2 en el Alto Egipto, constituyendo el tratado 3 del códice I o Codex Jung (NHC I,3), abarcando sus páginas 16 a 43 y, en modo muy fragmentado, el tratado 2 del códice XII (NHC XII,2).
El Evangelio de la Verdad o Evangelio de Valentín es uno de los tratados, afines a la Gnosis del cristianismo primitivo, hallados en la Biblioteca copta de Nag Hamadi. Se encuentra en dos de los trece códices descubiertos, en diciembre de 1945, a los pies del macizo de Jabal al Tarif, en las cercanías de la localidad de Nag Hammadi, 2 en el Alto Egipto, constituyendo el tratado 3 del códice I o Codex Jung (NHC I,3), abarcando sus páginas 16 a 43 y, en modo muy fragmentado, el tratado 2 del códice XII (NHC XII,2).
Carácterísticas filológicas
El Evangelio de la Verdad está redactado, como el resto de tratados o escritos contenidos en los Códices de Nag Hammadi, en copto. En el caso de su presentación como tercer tratado del Códex Jung, lo es en su variedad dialectal subacmínica, .3 En cuanto a los fragmentos inutilizables en que se muestra el Evangelio de la Verdad como segundo texto del códice XII, lo son en la variedad dialectal sahídica del copto.
Fecha y lugar de composición
La datación paleográfica de los papiros en que se halla transcrito el Evangelio de la Verdad apunta, como en la mayoría de escritos manuscritos de la biblioteca de Nag Hammadi, al siglo IV de n.e. El origen de este tratado, en su presentación copta, está íntimamente relacionada con la conformación de la biblioteca de textos gnósticos en que se halla integrada. En este sentido si bien, durante mucho tiempo, se consideró la posibilidad de que ésta hubiera sido redactada por uno o varios monjes de alguno de los monasterios fundados por Pacomio, cercanos al lugar del descubrimiento de los códices, recientemente se apunta la hipótesis de que fuera propiedad de "una comunidad ascético gnóstica de varones y mujeres de mediana cantidad de miembros asentada en la zona de Khenoboskion". En todo caso, la mayoría de eruditos considera que el texto copto del Evangelio de la Verdad, es una traducción de un original griego de la primera mitad del s. II (entre el año 140 y 180 e.c.), con algunas voces que sin embargo señalan su origen siríaco, por algunas de las expresiones en él contenidas.
Autoría y naturaleza del texto original
El Evangelio de la Verdad es un texto gnóstico del cristianismo primitivo con afinidades claras con la escuela valentiana. Por ello es considerado que, el original griego del que procede el texto copto, fuera redactado por el propio maestro gnóstico Valentín o un discípulo cercano, en la primera mitad del siglo II d. C. Como otros textos de la biblioteca copta de Nag Hammadi, este tratado no tiene un título explícito en el manuscrito, siendo conocido por su comienzo: «El Evangelio de la Verdad es alegría para aquellos que han recibido del Padre de la Verdad la gracia de conocerlo...». En todo caso Ireneo de Lyon (130- 202 e.c.), refiere en su obra Adversus Haereses III 11,19, un "Evangelium Veritatis" utilizado por los valentinianos que probablemente sea el mismo descubierto en las cercanías de Nag Hammadi. Por su estilo literario se enmarca como una homilía en la que el autor, habiendo experimentado la plenitud que se deriva de conocer la Unidad del Padre expone, ante un público cercano y afín al contenido doctrinario expresado, la naturaleza y sentido de la buena nueva o evangelio que con la venida de Jesús Cristo se ofrece pues, con Él, se abre la posibilidad de salvación o redención en la intimidad de aquel «que se busca», del gnóstico cristiano, por medio del "Cristo pleromático".
Extractos del Evangelio de la Verdad
16.31 El Evangelio de la Verdad es alegría para aquellos que han recibido del Padre de la Verdad la gracia de conocerlo, por medio del Poder de la Palabra (del Verbo, del Cristo)) que ha venido desde 5 el Pleroma (desde la Plenitud), la que está en el Pensamiento y en la Inteligencia del Padre, la que es llamada “Salvador”, ya que es el nombre de la Obra que debe llevar a cabo para la Redención (Salvación) de aquellos que eran 17.1 ignorantes del Padre, mientras que el nombre [de] "Evangelio" (Buena Nueva) es la proclamación de la esperanza, siendo descubierta por aquellos que Le buscan. 18 Éste es el Evangelio del que se busca, que se reveló a los que son perfectos por las misericordias 15 del Padre, el Misterio Oculto, Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó a los que estaban en la oscuridad a causa del olvido. Los ha iluminado y <les> ha mostrado un camino; 20 y el Camino es la Verdad que les ha enseñado. 22 De esta manera el que posee la Gnosis (Conocimiento) es de lo Alto. Si es llamado, 5 escucha, responde y se vuelve hacia quien lo llama, para ascender hacia Él. Y sabe en qué modo es llamado. Poseyendo el Conocimiento hace 10 la voluntad de quien lo ha llamado, quiere complacerle y recibe el reposo. Su nombre adviene a él. El que llegue a poseer el Conocimiento de este modo sabe de dónde viene y a dónde va. Sabe, como una persona que habiendo estado embriagada ha salido de su embriaguez, (y) habiendo vuelto a sí misma, ha corregido lo que le 20 es propio. Extractos del Evangelio de la Verdad, NHC I, 3.
Relevancia en la historia del cristianismo primitivo
El descubrimiento del Evangelio de la Verdad, junto con el resto de textos descubiertos en la biblioteca de Nag Hammadi, ha permitido a los estudiosos del ámbito de la historia de las religiones, y muy particularmente de lo referente al cristianismo de los primeros siglos, disponer de los registros escritos, sin el filtro de sus adversarios o detractores, de una de las corrientes ideológicas predominantes en el ámbito filosófico y religioso de la cuenca mediterránea en los siglos I al IV de nuestra era: El gnosticismo y la Gnosis del Cristianismo Primitivo. Las exposiciones doctrinarias teologales del Evangelio de la Verdad avalan y confirman, que el gnosticismo cristiano fuera "la primera expresión de una teología cristiana sistemáticamente expuesta".
Evangelio griego de los egipcios
El Evangelio de los egipcios es un evangelio apócrifo perdido cuya existencia está atestiguada por citas de autores como Clemente de Alejandría, Hipólito y Epifanio, pero cuyo contenido se desconoce, a excepción de unos pocos fragmentos recogidos por Clemente de Alejandría. Data probablemente de la primera mitad del siglo II.
Menciones del texto
Además de por Clemente, la existencia de este evangelio está atestiguada por citas de otros autores cristianos, todos los cuales lo relacionan con sectas heréticas. Lo menciona brevemente Hipólito de Roma, fallecido en 235, quien lo atribuye a los naassenos.1 Epifanio de Salamis escribe que se servían de él los sabelianos.1 En los Excerpta ex scriptis Theodoti, de Teodoto de Ancira, que son un apéndice de los Stromata de Clemente de Alejandría, se relaciona con los valentinianos.2
Contenido
Sólo se puede afirmar con seguridad que pertenece a este evangelio un diálogo de Jesús con Salomé que transmite Clemente de Alejandría en sus Stromata. De acuerdo con la traducción de Aurelio de Santos Otero, son fragmentos de este diálogo los siguientes: A Salomé, que preguntaba: «¿Durante cuánto tiempo estará en vigor la muerte?», le dijo el Señor: «Mientras vosotras, las mujeres, sigáis engendrando». [...] Strom. III 6, 45)
Y afirman que dijo el Salvador en persona: He venido a destruir las obras de la mujer.[...] Pues habiendo dicho ella: «Bien hice al no engendrar», tomando la generación como cosa no conveniente, replicó el Señor diciendo: «Puedes comer cualquier hierba, pero aquella que es amarga no la comas». Strom. III 9, 66
Por eso dice Casiano: Preguntando Salomé cuándo llegarían a realizarse aquellas cosas de que había hablado, dijo el Señor: «Cuando holléis la vestidura del pudor y cuando los dos vengan a ser una sola cosa, y el varón, juntamente con la hembra, no sea ni varón ni hembra». Strom. III 13, 92
Se ha especulado también con la idea de que el Papiro de Oxyrhynchus 655 pueda ser parte del mismo evangelio, pero la opinión más extendida considera que corresponde al Evangelio de Tomás.
A partir de los escasos fragmentos transmitidos por
Clemente de Alejandría, no es posible conocer la extensión ni la estructura de esta obra, pero sí, al menos, ciertas características literarias y teológicas. Desde el punto de vista teológico, muestra claros rasgos gnósticos, como lo es la negación radical de la sexualidad. Igualmente característico de los textos gnósticos es el diálogo como procedimiento literario, en la forma denominada erotapokríseis (pregunta y respuesta). Para los escritores cristianos de la época que lo citan, se trataba indudablemente de un texto herético.
Contexto
Fue escrito, probablemente, en Egipto, como indica su nombre, durante la primera mitad del siglo II (algunos autores lo consideran posterior a esta fecha). La comunidad en la que surgió este evangelio era probablemente de cristianos convertidos del paganismo; se discute si fue utilizado únicamente en grupos gnósticos, "heréticos", o también en comunidades de cristianos "ortodoxos".
Continua en La Biblia VI; Apócrifos II
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