Lectura de la Torá en una sinagoga sefardita. Miniatura de la Hagadá Barcelona, Cataluña, 1350. Manuscrito sefardí miniado para Pésaj.
Torá (תּוֹרָה) Ley o Instrucción
Los libros que forman el Pentateuco son:
Génesis — Bereshit (בְּרֵאשִׁית), "En el comienzo"
Éxodo — Shemot (שְׁמוֹת), "Nombres"
Levítico — Vayikrá (וַיִּקְרָא), "Y llamó"
Números — Bemidbar (בְּמִדְבַּר), "En el desierto"
Deuteronomio — Devarim (דְּבָרִים), "Palabras"/"Cosas"/"Leyes".
Torá (תּוֹרָה) Ley o Instrucción
La Torá (en hebreo: תּוֹרָה Torah, lit., «instrucción, enseñanza, doctrina») es la compilación de los primeros cinco libros de la Biblia hebrea, específicamente los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Es el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío, y es llamada Pentateuco en el cristianismo y Al-Tawrat (en árabe: توراة) por los musulmanes y drusos, constituye la base y el fundamento del judaísmo y noajismo. Se le conoce también como la Torá escrita (en hebreo: תּוֹרָה שֶׁבִּכְתָב, romanizado: Tōrā šebbīḵṯāv) en la tradición judía. Cuando se usa para propósitos litúrgicos se presenta en la forma de un rollo o Sefer Torá (en hebreo: סֵפֶר תּוֹרָה, lit. 'libro de Torá'). En su forma de libro es llamada Jumash, y se imprime por lo general con comentarios rabínicos (perushim). El término proviene de la raíz hebrea .י.ר.ה (Y.R.H.), que significa "acometer" y se halla etimológicamente ligado a las nociones de ley, enseñanza e instrucción.
En la literatura rabínica, la palabra Torá se refiere tanto a los cinco libros como a la Torá oral (en hebreo: תּוֹרָה שֶׁבְּעַל־פֶּה, romanizado: Tōrā šebbəʿal-pe), que consiste en interpretaciones y amplificaciones que según la tradición rabínica han sido transmitidas de generación en generación y se encuentran recopiladas ahora en el Talmud y el Midrash. Según esta tradición, todas las enseñanzas encontradas en la Torá (escrita y oral) fueron dadas por Dios a través del profeta Moisés, algunas en el Monte Sinaí y otras en el Tabernáculo, y todas fueron escritas por Moisés, lo que dio como resultado la Torá que existe hoy. Según el Midrash, la Torá fue creada antes de la creación del mundo, y usada como un plano para la Creación. La mayoría de expertos en ciencias bíblicas creen que los libros escritos fueron producto del cautiverio en Babilonia (c. siglo VI a. C.), basados en fuentes escritas y tradiciones orales más tempranas, y que se completó con revisiones finales durante el período posterior al exilio (c. siglo V a. C.). Para el judaísmo, la Torá es la Ley. Según la tradición judía, involucra la totalidad de la revelación y enseñanza divina otorgada al pueblo de Israel. Considerando la importancia de Moisés en este proceso, ambas denominaciones a veces se refieren a la Torá como la Ley de Moisés, la ley mosaica, e incluso ley escrita de Moisés: dado que en el judaísmo, la Torá comprende tanto la ley escrita como la ley oral. Ello no es arbitrario dado que su sentido estricto, el término Torá se refiere específicamente a los cinco primeros libros bíblicos, el Pentateuco, al que se conoce también como los cinco libros de Moisés. En hebreo se denominan Jamishá Jumshéy Torá (חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה—"Los Cinco Quintos de la Torá"), más habitualmente se emplea la forma abreviada de esa expresión y se llaman y conocen entonces como el Jumásh (חֻמָּשׁ-"Quinto"). En su sentido más amplio, cuando el término Torá implica todos los libros de la Biblia hebrea, los israelitas suelen denominarla "Tanaj"
(תַּנַ"ךְ). Se trata de un acrónimo para designar a los 24 libros de la Biblia hebrea. El mencionado acrónimo es formado por tres consonantes, T-a-N-a-J, que son a su vez las iniciales de los términos hebreos que designan las tres secciones que forman la Biblia hebrea: T de Torá (Pentateuco), N de Nevi'im (Profetas) y J de Ketuvim (Escritos).
Tradicionalmente, las palabras de la Torá son escritas en hebreo por un escriba (sofer) en un rollo. Una parte de la Torá es leída en público al menos una vez cada tres días en presencia de una congregación. La lectura pública de la Torá es una de las bases de la vida comunitaria judía. La Torá es considerada un libro sagrado también fuera del judaísmo. En el samaritanismo, el Pentateuco samaritano es un texto de la Torá escrito en alfabeto samaritano y usado como sagrada escritura por los samaritanos. La Torá también es común entre todas las diferentes versiones del Antiguo Testamento cristiano. En el islam es llamada Tawrat y es considerado un libro sagrado islámico que según los musulmanes fue dado por Alá a los profetas y mensajeros que surgieron entre los Hijos de Israel.
Génesis — Bereshit (בְּרֵאשִׁית), "En el comienzo"
Éxodo — Shemot (שְׁמוֹת), "Nombres"
Levítico — Vayikrá (וַיִּקְרָא), "Y llamó"
Números — Bemidbar (בְּמִדְבַּר), "En el desierto"
Deuteronomio — Devarim (דְּבָרִים), "Palabras"/"Cosas"/"Leyes".
Tanto la Torá como el Tanaj constituyen aquello que los cristianos denominan "Antiguo Testamento". Por último, los judíos utilizan la palabra Torá para referirse también a la Mishná, la ley oral, desarrollada durante siglos y compilada en el siglo II por Yehudah Hanasí.
Tradicion Judia y Tora
Según la tradición hebrea, los cinco libros del
Pentateuco fueron escritos por Moisés, quien recibió la revelación directamente de Dios en el monte Sinaí, por lo cual se define como la "instrucción dada por Dios para su pueblo, a través de Moisés". Aunque los autores rabínicos difieren en los detalles, la doctrina ortodoxa del judaísmo sostiene que la totalidad de la Torá proviene directamente de la inspiración divina, y que por lo tanto todos los detalles del texto, desde el léxico hasta la puntuación, son significativos. De acuerdo con esta doctrina, la escritura de los rollos que se utilizarán a efectos de culto está sujeta a normas sumamente estrictas; un escriba ritual, familiarizado con las prescripciones pertinentes, está a cargo de la tarea. En varias partes de la Biblia se encuentran citas que indican que Moisés escribió la Torá, verbigracia: 2° de Crónicas 25:4, 1° de Reyes 2:3, Esdras 6:18, Juan 5:46-47, Hechos 15:21. Además de lo escrito en la Biblia, es probable que Moisés haya recibido lo que escribió en Génesis y parte de Éxodo, mediante la tradición oral de 6 eslabones:
Adán: Vivió hasta los 233 años de Matusalén y hasta los 51 años de Lamec;
Matusalén: Vivió hasta los 98 años de Sem;
Sem: Vivió hasta los 50 años de Jacob;
Jacob: Vivió hasta los 60 años de Leví y hasta aproximadamente los 18 ó 20 años de Cohat;
Leví: Vivió aproximadamente hasta los 77 años de Amram;
Amram: Padre de Moisés.
Toda la doctrina religiosa del judaísmo se deriva, directa o indirectamente, de la Torah. Las fuentes clásicas, sin embargo, ofrecen varias versiones acerca del texto. La hipótesis maximalista indica que la totalidad del texto de la Torah es una transcripción directa, letra por letra, hecha por Moisés de la revelación divina recibida en el Sinaí; esto incluiría aún los fragmentos posteriores a Deuteronomio 32:50-52, que relata la muerte de Moisés, que le habría sido anunciada anticipadamente por Dios. Otras fuentes consideran que la revelación tuvo lugar gradualmente, y que si bien el texto es de origen divino, la redacción es humana. Finalmente, otros autores consideran que tras la muerte de Moisés, otros profetas divinamente inspirados completaron el texto.
Textos sagrados del judaísmo
Si bien la Torá constituye el núcleo de la revelación divina, ésta contiene otros libros.
Los judíos consideran de origen divino a los Nevi'im o libros de los profetas: Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel.
Los doce profetas menores: Oseas Joel Amós Abdías Jonás Miqueas Nahúm Habacuc Sofonías Ageo Zacarías Malaquías. Y los Ketuvim o libros de los escritos: Libro de los Salmos Job Proverbios Ruth Cantar de los Cantares Eclesiastés Lamentaciones Esther Daniel Esdras Nehemías Crónicas (I Crónicas y II Crónicas).
El conjunto de estos veinticuatro libros constituye el Tanaj, al que antiguamente se conocía como Mikrá
(lectura). Estos libros forman las Sagradas Escrituras del judaísmo y es por ello que en hebreo se los llama Kitvei Ha-Kodesh (Escritos de la Santidad) y también Sifrei Ha-Kodesh (Libros de la Santidad).
Además de los libros enumerados, el judaísmo ortodoxo sostiene que junto con los escritos, el pueblo de Israel recibió también la revelación oral, que ha sido transmitida de generación en generación como parte inalienable de la tradición judía. Es a partir de las indicaciones y aclaraciones de la tradición oral, afirma, que deben interpretarse las ambigüedades y dificultades del texto bíblico. La ley oral se codificó y registró por primera vez en el siglo III, para evitar que se perdiese durante la Diáspora; el rabino Yehudah Hanasí redactó el primer comentario acerca de la interpretación de la ley, compendio al que se conoce como Mishná; lo hizo a partir de las enseñanzas de los tannaim, los estudiosos de la tradición oral. A su vez, el contenido de la Mishná fue objeto de debate, discusión y comentario por parte de los estudiosos de las comunidades judías en Israel y Babilonia; el resultado de estas discusiones dio lugar a nuevos volúmenes de comentarios, llamados Guemará.
Junto con la Mishná, estos volúmenes constituyen el Talmud, la recopilación de la tradición rabínica. Aun los judíos no ortodoxos siguen, en numerosos puntos importantes, las interpretaciones del texto bíblico vertidas en el Talmud; la única excepción la constituyen los caraítas, una secta clásica que se rige únicamente por el contenido literal de la Torá.
Niveles de interpretación
Los judíos se comparan a un diamante en bruto que se puede mejorar con el trabajo. A nivel religioso, dentro del judaísmo, la Torá tiene cuatro niveles o maneras de ser interpretada, las cuales se llaman: Peshát, Rémez, Derásh y Sod.
Con las iniciales de estas cuatro palabras se forma la palabra Pardés, literalmente, "huerto de árboles frutales" (el paraíso, para los cabalistas).
Peshát: el nivel de interpretación que atiende al sentido literal del texto, tal como las palabras son entendidas en la vida diaria de la gente.
Rémez: atiende al sentido alegórico del texto bíblico, las cuales hacen alusiones a cosas que las personas pueden comprender.
Derásh: es el nivel de interpretación que atiende al sentido interpretativo de la escritura sagrada, de la cual se derivan las reglamentaciones y leyes de la tradición judía. Para conseguir este objetivo, se utilizan métodos como por ejemplo las referencias, las comparaciones entre palabras y versículos bíblicos, e incluso las analogías.
Sod: es el método místico de interpretación, del cual deriva la cábala, y que busca un sentido oculto en el texto sagrado, el cual sólo podría encontrarse con el estudio de los textos originales en sus lenguas originales.
Uso ritual de la Torá
Las lecturas de la Torá son una parte importante de la mayoría de las ceremonias religiosas del judaísmo. En la sinagoga, los rollos en los que están escritos estos libros son custodiados respetuosamente en el interior de un compartimiento especial, orientado hacia Jerusalén, llamado Arón haKodesh (literalmente
‘Cofre Sagrado’, aunque no sea sagrado en sí, sino por lo que contiene). En presencia de un rollo de la Torá, los judíos varones deben llevar la cabeza cubierta. Los rollos de la Torá son sacados para su lectura. La lectura pública de la Torá sigue una entonación y dicción, prescritas ritualmente, sumamente complejas; por ello, es normalmente un cantor o jazán
profesional quien la lleva a cabo, si bien todos los
varones judíos mayores de edad tienen derecho a hacerlo. Una vez leído, el rollo vuelve a guardarse reverentemente. La lectura semanal de la Torá se denomina parashá hashavua –sección de la semana– o sidra, y la misma abarca todo el Pentateuco
subdividido en tantas semanas como tiene el año judío.
Todos los integrantes del Pueblo de Israel estudian en la misma semana la misma sección, lo cual debe generar un clima de unión y afecto entre los que siguen la religión judía.
Objeto litúrgico, preservación y embellecimiento
La Torá es para el judaísmo un objeto sagrado porque contiene la Palabra de Dios.
Cuando se observan con cuidado los rollos de pergamino de la Torá es posible comprender que los dos extremos del rollo se hallan a una especie de mango, visible a ambos lados del texto y que funciona como un eje que permite desenrollar, desplazar y volver a enrollar el texto con relativa facilidad. Dada su naturaleza asociada al Todopoderoso y su uso frecuente, cuando no a lo largo de varios siglos, cada comunidad judía ha desarrollado diferentes modos de preservar los rollos de pergamino que sirven de soporte para el texto bíblico. Uno de esos métodos incorporó una caja o estuche de madera de tipo cilíndrico (en hebreo, tik), que no solo sirve para preservar los rollos sino también facilita su transporte en caso de ser ello necesario. Otro método involucra el cierre total de los rollos de la Torá, usando un cinto para mantenerlos unidos, y su ulterior cubrimiento mediante el empleo de una especie de camisa o funda de seda o terciopelo.
Las comunidades judías orientales y aquellas oriundas de países islámicos recurren por lo general a la mencionada caja o estuche cilíndrico. Las comunidades asquenazíes de los países europeos suelen emplear la ya mencionada funda. Dado que en la historia del pueblo judío las migraciones han sido frecuentes, en algunos casos es posible que las comunidades hayan inicialmente empleado la caja y eventualmente recurrieran luego a la funda. Ejemplo de ello puede ser el caso de los judíos sefarditas, quienes vivieron en territorios que fueron musulmanes y luego cristianos, debiendo emigrar a partir de 1492 hacia otros territorios alternativamente cristianos o musulmanes. Asimismo, en las diversas comunidades judías diaspóricas a veces coexisten grupos asquenazíes y sefarditas en una misma ciudad, cuando no en un mismo barrio o sector de la misma. Hasta mediados del siglo XX, cada uno de esos grupos mantuvo con apego sus tradiciones características. A partir de la creación del Estado de Israel, dichos grupos tienden gradualmente a acercarse y las nuevas generaciones a dejar de lado las diferencias otrora sumamente importantes. Si bien esas diferencias aún persisten en el siglo XXI, también existe una cierta apertura, y hasta flexibilidad, para con el tema en cuestión, particularmente en Israel. Tal fenómeno es consonante con la inicial naturaleza del Estado Judío, hasta hace algunas décadas formado por numerosos judíos que provenían de contextos identitarios y comunidades con tradiciones considerablemente distintas. Con el renacimiento cultural israelí, el mencionado cambio de actitud tiende a reflejarse principalmente en los aspectos estilísticos y ornamentales que atañen a la Torá, mas no al texto bíblico. Incluso si de un modo no evidente, más considerando el carácter transmigrante del pueblo hebreo y su varias veces milenaria dispersión por el mundo, la caja empleada para preservar la Torá puede, como objeto móvil y transportable, ser asociada debido a estas características con el Arca de la Alianza que los hebreos construyeron en el desierto y que preservaban en el Sanctasanctórum del Tabernáculo.
Significativamente, el embellecimiento a partir de la ornamentación ha sido casi una permanente constante en el caso de tanto las cajas o estuches para la Torá, así como también en lo que respecta a las ya mencionadas fundas. Tradicionalmente, la Torá es embellecida con diferentes adornos, generalmente de plata; ellos incluyen una corona y un escudo o pectoral, asimismo un par de terminaciones o remates, también a menudo de plata, y que son colocados sobre la parte superior de los mangos de la Torá, una vez que la misma se encuentra ya cerrada y en posición vertical. Dichas terminaciones suelen poseer pequeñas campanillas y se las conoce como "rimonim" (granadas) o "tapujim" (manzanas). Cuando se trata de una Torá que va provista de una funda, todos componentes mencionados también se agregan pero sólo una vez que a la Torá se le ha colocado su funda. Un último elemento que suele adicionársele es un puntero que suele culminar en forma de pequeña mano con su dedo índice extendido: se lo conoce como yad, término hebreo que significa "mano". Visualmente, dicho motivo tiene referentes iconográficos en la Mano de Dios, cuya manifestación en la cultura judía se remonta a los frescos de la Sinagoga de Dura Europos y a los mosaicos de la Sinagoga de Beit Alfa, siglos III y VI E.C..
Traducciones y versiones cristianas de la Torá
Alrededor del siglo III a. C., el texto de Tanaj se tradujo al griego para el uso de las comunidades judías que residían en las colonias griegas del Mediterráneo. La versión resultante, conocida como la Septuaginta, contiene importantes variaciones y adiciones con respecto al texto canónico de la versión hebrea. De acuerdo a la tradición crítica (ver infra), esto se debe a que la Septuaginta proviene de un canon textual distinto al que compilaron los masoretas para producir la versión hebrea. Según la tradición rabínica, sin embargo, éstos son añadidos posteriores.
A pesar de ser la versión de uso común en la iglesia de su día, y endosada por padres antiguos incluyendo
Agustín de Hipona, Jerónimo de Estridón no utilizó la Septuaginta para redactar la Vulgata latina, el texto canónico de la religión católica, optando más bien utilizar el texto hebreo Masorético. En las comunidades judías de Israel y Babilonia, el texto del Tanaj se tradujo al arameo, el idioma cotidiano de los israelitas, para propósitos de estudio y comentario. Las versiones arameas de la Torá se conocen como targumim; el más conocido es el targum de Ónkelos el prosélito, escrito en la comunidad de Babilonia, aún utilizado para el estudio y la solución de cuestiones de etimología. Existe también un targum jerosolimitano (targum Ierushalmi), compilado en Israel. Los targumim
contienen numerosos comentarios y glosas además de la traducción del texto bíblico.
Datación
La mayoría de los eruditos bíblicos creen que los libros escritos fueron producto del cautiverio babilónico (~siglo VI a. C.) basado en fuentes escritas anteriores y tradiciones orales, y que se completó con revisiones finales durante el período posterior al exilio (~siglo v a. C.). Según la tradición judía; todas las enseñanzas que se encuentran en la Torá (tanto escritas como orales) fueron dadas por Dios a través de Moisés, algunas en el Monte Sinaí y otras en el Tabernáculo. Según el Midrash, la Torá se originó antes de la creación del mundo y se utilizó como modelo para la Creación.
Compilación
La Torá final es ampliamente vista como un producto del período persa (539-332 a. C., probablemente 450-350 a. C.). Este consenso se hace eco de una visión judía tradicional que le da a Esdras, el líder de la comunidad judía a su regreso de Babilonia, un papel fundamental en su promulgación. Se han propuesto muchas teorías para explicar la composición de la Torá, pero dos han sido especialmente influyentes. La primera, la autorización imperial persa, presentada por Peter Frei en 1985, sostiene que las autoridades persas exigieron a los judíos de Jerusalén que presentaran un solo cuerpo legal. La teoría fue demolida en un simposio interdisciplinario celebrado en el 2000, pero la relación entre las autoridades persas y Jerusalén sigue siendo una cuestión crucial. La segunda teoría, asociada con Joel P. Weinberg y denominada "Comunidad Ciudadana-Templo", propone que la historia del Éxodo se compuso para satisfacer las necesidades de una comunidad judía post-exílica. Una minoría de eruditos situaría la formación final de la Torá algo más tarde, en el período helenístico (332-164 a. C.) o incluso asmoneo (140-37 a. C.). Russell Gmirkin, por ejemplo, aboga por una datación helenística sobre la base de que los papiros elefantinos, los registros de una colonia judía en Egipto que datan del último cuarto del siglo v a. C., no hacen referencia a una Torá escrita, el Éxodo o a cualquier otro evento bíblico.
Hipótesis documentaria
Una teoría que intenta explicar el origen de la Torá es la llamada hipótesis documentaria. Sostiene que el texto actual es el resultado de una compilación, realizada en Israel alrededor de la época de Esdrás el escriba, a partir de no menos de cuatro fuentes distintas, cada una de las cuales relataba la historia completa de Israel. Dos de las fuentes, los textos yavista y eloísta, provendrían de la época de la división del legado de Salomón a los reinos de Judá e Israel. Otra, el texto sacerdotal, correspondería a una primera compilación realizada por los escribas del rey Ezequías. Finalmente, el Deuteronomio y otros fragmentos habrían sido redactados por los escribas del rey Josías y por la escuela que siguió sus puntos de vista teológicos durante el exilio y después de este. Tras el regreso a Israel, las diferentes tradiciones habrían sido homogeneizadas y recopiladas por los sacerdotes. La hipótesis documentaria se apoya en los rasgos idiomáticos distintivos de los diversos fragmentos (en particular el nombre utilizado para mencionar a Yahvé en el libro del Génesis, distinción que desaparece a partir del libro del Éxodo), en las repeticiones y contradicciones del texto, en otras variaciones conceptuales y en las relaciones con los mitos de otras religiones contemporáneas para establecer esta división. En una u otra forma, esta teoría es aceptada por estudiosos laicos y creyentes, entre ellos determinados musulmanes. No obstante, la hipótesis documentaria siempre ha generado acalorado debate, al punto de ser rechazada por creyentes monoteístas y diferentes estudiosos, quienes recurren a otras hipótesis para explicar la formación del Pentateuco. Dentro del marco del judaísmo ortodoxo, la hipótesis documentaria es considerada errónea y herética
El Libro de Génesis
Génesis es el primer libro de la Torá (‘La Ley’ o Pentateuco) y también el primer libro del Tanaj, la Biblia hebrea (conocida por los cristianos como el Antiguo Testamento). En hebreo los libros del Pentateuco se conocen por su primera palabra, así que para los hebreos este libro es Bereshit ('En el principio').El nombre génesis proviene del griego γένεσις (/guénesis/), ‘nacimiento, creación, origen’, en Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «Génesis 2, 4 » En hebreo esta palabra «génesis» se dice תּוֹלֵדוֹת (‘generación’) aunque como título del libro se utiliza בְּרֵאשִׁית (/bereshít/), en ʿivrit o hebreo Be reshith son las primeras palabras de la Torá (y por ende del Tanaj) y significan «En (el) Principio» , siguiendo Génesis 1:1).
Autor y Fecha de Composición
El Libro del Génesis no menciona a ningún autor. Muchos estudios académicos están de acuerdo en que tiene varias fuentes, redactadas por varios religiosos, por ejemplo en la época del cautiverio en Babilonia, y que tiene muchos autores (hipótesis documentaria o hipótesis JEDSR). Durante la mayor parte del siglo XX, los estudios académicos sobre los orígenes del génesis estuvieron dominados por la hipótesis documentaria formulada por Julius Wellhausen a finales del siglo XIX. Esta hipótesis ve el Génesis como una compilación de fuentes inicialmente independientes:
el texto J, llamado así por su uso del término YHWH (JHWH en alemán) como el nombre de Dios; el texto E, llamado así porque usa Elohim como el nombre de Dios; y el texto P, o fuente sacerdotal, debido a su preocupación por el sacerdocio de Aarón y los levitas.
Estos textos fueron compuestos de manera independiente entre el 950 y el 500 a. C. y sufrieron numerosos procesos de redacción, culminando en su forma actual alrededor del 450 a. C. Se han identificado varias fuentes adicionales que no se pueden atribuir a ninguno de los tres documentos originales, especialmente Génesis 14 (la batalla de Abraham y los «reyes de Oriente») y la «bendición de Jacob».
La tradición sostiene que Moisés escribió el Pentateuco (los ‘cinco libros’ que contienen al Génesis). Entre los estudiosos medievales esta tradición se mantuvo incuestionada hasta la hipótesis de Wellhausen. En la primera mitad del siglo XX, la ciencia de la arqueología bíblica, desarrollada por William F. Albright y sus seguidores, combinada con la aplicación de nuevos métodos de estudio como la crítica de fuentes y la historia de la tradición, desarrollada por Hermann Gunkel, Robert Alter y Martin Noth, parecen demostrar que las historias del Génesis están basadas en tradiciones orales del II milenio a. C.. Así, a mediados del siglo XX parecía que la arqueología y el mundo académico habían reconciliado la hipótesis de Wellhausen con una versión modificada de la autoría de Moisés.
Este consenso fue roto en los años 70 con la publicación de dos libros: "La historicidad de las narraciones patriarcales" (1974) de Thomas L. Thompson y "Abraham en la historia y la tradición" (1975) de John Van Seter. En ellos se señalaba que la evidencia arqueológica que conectaba al autor del Génesis al II milenio a. C., podría apuntar igualmente al I milenio y que las tradiciones orales no eran tan fácilmente recuperables como Gunkel y otros habían afirmado. Un tercer trabajo, "La fabricación del Pentateuco" (1987) de R. N. Whybray analizaba las asunciones que subyacían en el trabajo de Wellhausen y las consideró ilógicas y poco convincentes, mientras que William G. Dever atacó las bases filosóficas de la arqueología bíblica de Albrightean, argumentando que no era ni deseable ni posible usar la Biblia para interpretar los registros arqueológicos. Actualmente las teorías mayoritarias se pueden dividir en tres grupos: Revisiones del modelo documental de Wellhausen, de los que el modelo de Friedman es uno de los más conocidos. Modelos fragmentarios, como el de R. N. Whybray, que ven la Torah como el producto de un único autor trabajando a partir de una multitud de pequeños fragmentos más que de extensas fuentes coherentes. Modelos suplementarios como el de John Van Seter, que ve en el Génesis la adición gradual de material a lo largo de muchos siglos por muchos autores. El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones. Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" (Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.
Los Orígenes del Universo y de la Humanidad
La fe de Israel en el Dios creador encontró su máxima expresión literaria en el gran poema de la creación, que ahora figura al comienzo de la Biblia. Una verdad se perfila a lo largo de todo este relato: el universo, con todas las maravillas y misterios que encierra, ha sido creado por el único Dios y es la manifestación de su sabiduría, de su amor y su poder. Por eso, cada una de las cosas creadas es "buena" y el conjunto de ellas es "muy bueno". En ese universo, al hombre le corresponde un lugar de privilegio, ya que Dios lo creó "a su imagen" y lo llamó a completar la obra de la creación.
Pero el relato del origen del universo sirve de prólogo a lo que constituye el principal centro de interés de los once primeros capítulos del Génesis, a saber, el drama de la condición humana en el mundo. Los diversos personajes que se van sucediendo, Adán y Eva, Caín y sus descendientes, los pueblos que intentan edificar la torre de Babel, representan arquetípicamente a la humanidad entera que pretende ocupar el puesto de Dios, constituyéndose así en norma última de su propia conducta. Esta pretensión, en lugar de convertir al hombre en dueño de su destino, hizo entrar en el mundo el sufrimiento y la muerte, rompió los lazos fraternales entre los hombres y provocó la dispersión de los pueblos. En el marco de esta historia, Dios va a realizar su designio de salvación. Para describir este drama, los autores inspirados no recurrieron a formulaciones abstractas. Lo hicieron por medio de una serie de relatos convenientemente ordenados, de hondo contenido simbólico, que llevan la impronta del tiempo y de la cultura en que fueron escritos. Por eso, al leer estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y actualidad permanente, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo cultural común a todos los pueblos del Antiguo Oriente.
Contexto Histórico de Génesis
El contexto inicial para Génesis es la eternidad pasada. Dios en ese entonces, por un acto deliberado y por la Palabra divina, habló e hizo que la creación existiera, la adornó, y finalmente exhaló vida a una masa de polvo que él formó a su imagen para volverse Adán. Dios hizo de la humanidad el punto de coronación de su creación, esto es, sus compañeros quienes disfrutarían de comunión con Él y traerían gloria a su nombre. El contexto histórico para los primeros acontecimientos en Génesis es claramente mesopotámico. Mientras que es difícil señalar con precisión el momento histórico para el cual este libro fue escrito, Israel primero oyó Génesis en algún momento previo a cruzar el río Jordán y entrar en la Tierra Prometida (1405 a.C.).
Génesis tiene tres contextos geográficos distintos y secuenciales: 1) Mesopotamia (caps. 1-11); 2) la Tierra Prometida (caps. 12-36); y 3) Egipto (caps 37-50). Los marcos de tiempo de estos tres segmentos son: 1) Creación has 2090 a.C.; 2) 2090-1897 a.C; y 3) 1897-1804 a.C. Génesis cubre más tiempo que el resto de los libros de la Biblia combinados.
(Biblia de Estudio NVI p.3)
Retos de Interpretación
Entender los mensajes individuales de Génesis que constituyen el plan mayor y propósito del libro no presenta un reto pequeño ya que tanto los relatos individuales como el mensaje general del libro ofrecen importantes lecciones para la fe y las obras. Génesis presenta la creación por fiat divino, ex nihilo, que es, "de la nada". Tres acontecimientos traumáticos de proporciones épicas, específicamente la caída, el diluvio universal y la dispersión de las naciones, son presentados como contexto histórico para entender la historia mundial. Desde Abraham en adelante, el patrón es enfocarse en la redención y bendición de Dios. Las costumbres de Génesis con frecuencia difieren considerablemente de aquellas de nuestro día moderno. Deben ser explicadas a la luz de su contexto del Oriente Medio. Cada costumbre debe ser tratada de acuerdo al contexto inmediato del pasaje antes que cualquier intento sea hecho por explicarlas basado en costumbres registradas en fuente extra bíblicas o aun en otras partes de las Escrituras.
Temas históricos y teológicos
En este libro de principios. Dios se reveló a sí mismo y un amanera de ver la vida a Israel que contrastaba, algunas veces fuertemente, con la manera de ver la vida por parte de los vecinos de Israel. El autor no hizo intento por defender la existencia de Dios o por presentar una discusión sistemática de su persona y obras. En lugar de esto, el Dios de Israel se distinguió a sí mismo claramente de los supuestos dioses de sus vecinos. Fundamentos teológicos son revelados los cuales incluyen a Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios Espíritu Santo, el hombre, pecado, redención, pacto, promesa, Satanás y los ángeles, reino, revelación, Israel, juicio y bendición.
Génesis 1-11 (historia primitiva) revela los orígenes del universo, esto es, los principios del tiempo y el espacio y muchos de los inicios en la experiencia humana, tales como el matrimonio, la familia, la caída, el pecado, la redención, el juicio y las naciones. Génesis 12-50 (historia patriarcal) le explicó a Israel cómo llegaron a existir como una familia cuyo linaje podía ser rastreado a Haber (de aquí los "hebreos"; Génesis
10:24, 25) y aun remontándose más atrás a Sem, el hijo de Noé (de aquí los "semitas"; Génesis 10:21). El pueblo de Dios llegó a entender no solo su linaje e historia familiar, sino también los orígenes de sus instituciones, costumbres, idiomas y diferentes culturas, especialmente experiencias humanas básicas tales como el pecado y la muerte.
Debido a que se estaban preparando para entrar a Canaán y expulsar a los habitantes cananeos de sus hogares y propiedades, Dios reveló el contexto de sus enemigos. Además, necesitaban entender la base de la guerra que estaban a punto de declarar a la luz de la inmoralidad de matar, coherente con los otros cuatro libros que Moisés estaba escribiendo (Éxodo, Levíticos, Números y Deuteronomio). Finalmente, la nación judía entendería una porción selecta de historia anterior y el contexto inaugural de Israel como una base mediante la cual vivirían en sus nuevos principios bajo el liderazgo de Josué en la tierra que había sido previamente prometida a sus ancestro patriarca original: Abraham.
Génesis 12:1-3 estableció un enfoque primario es las promesas de Dios a Abraham. Esto estrechó su perspectiva del mundo entero de naciones en Génesis 1:11 a una pequeña nación, Israel, a través de quien Dios progresivamente llevaría a cabo su plan redentor. Esto afirmó la misión de Israel de ser una "luz de las naciones" (Is. 42:6). Dios prometió tierra, descendientes (simiente) y bendición. Esta promesa triple se volvió, a su vez, en la base del pacto con Abraham (Gn. 15:1-20). El resto de las Escrituras registra el cumplimiento de estas promesas.
A una escala más grande, Génesis 1-11 establece un mensaje singular de la persona y obras de Dios. En la secuencia de los latos que constituyen estos capítulos de las Escrituras, un patrón emerge el cual revela la gracia abundante de Dios conforme respondió a la desobediencia deliberada de la humanidad. Sin excepción alguna, en cada relato Dios aumentó la manifestación de su gracia. Pero también sin excepción, el hombre respondió con una rebelión pecaminosa mayor. En palabras bíblicas, mientras más abundó el pecado, más abundó la gracia de Dios (cp. Ro. 5:20).
Un tema final tanto de importancia teológica como histórica aparta a Génesis de otros libros de las Escrituras, en que el primer libro de la Biblia se corresponde de cerca con el libro final. En el libro de Apocalipsis, el paraíso que fue perdido en Génesis será recuperado. El apóstol Juan claramente presentó los acontecimientos registrados en su libro como resoluciones futuras a los problemas que comenzaron como resultado de la maldición en Génesis 3. Su enfoque se encuentra en los efectos de la caída al deshacer de la creación y la manera en la que Dios libra a la creación del efecto de la maldición. En las propias palabras de Juan: "Y no habrá más maldición" (Ap. 22:3). No es sorprendente que, en el capítulo final de la Palabra de Dios, los creyentes se hallarán de regreso en el Huerto del Edén, el paraíso eterno de Dios, comiendo del árbol de la vida (Ap. 22:1-14). En ese tiempo participarán vestidos de túnicas lavadas en la sangre del Cordero (Ap. 22:14).
Vista Panorámica de Génesis
“Génesis” es la palabra griega para “origen” o “comienzo”. Los hebreos al Génesis lo llaman “Bereshit,” que es la primera palabra del libro. Ellos también nombran a los libros del Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y Lamentaciones, de acuerdo a la primera palabra de cada uno de esos libros.
Génesis proporciona una introducción apropiada a la Biblia. Es un libro de comienzos: el universo físico, las plantas, los animales y la vida humana; además de muchas ideas claves de la Palabra de Dios.
Génesis traza el inicio de la obra redentora de Dios con la humanidad. Después que Adán y Eva pecaron, la redención llegó a ser absolutamente necesaria. En Génesis 3:15, el lector se da cuenta que el Redentor vendría de “la simiente de la mujer.” El enfoque se reduce a la familia de Sem (Gn 9:26, 27), y luego a la familia de Abraham (Genesis 12:3). La línea del Mesías continuaría por la línea de Isaac, y después por la línea de Jacob. El enfoque en Génesis se estrecha aún más a la familia de Judá. De los ocho pactos más importantes en las Escrituras (véase Los Pactos), cuatro se encuentran en Génesis: el Edénico, el Adámico, el de Noé y el de Abraham. En cada uno de estos casos, Dios prueba a sus hijos respecto a algún aspecto de su voluntad; cada vez, el hombre falla la prueba. Desde los tiempos bíblicos, los primeros cinco libros de la Biblia se han tratado como un todo y son llamados la “ley” o el “Pentateuco” (que consiste de cinco rollos). Moisés es el autor del Pentateuco (Ex 17:14; 24:4, 7; 34:27; Nm 33:1, 2; Dt 31:9; Jos 1:7, 8; 8:32, 34; 22:5; 1 R 2:3; 2 R 14:6; 21:8; Esd 6:18; Dn 9:11–13; Mal 4:4; Mt 19:8; Mr 12:26; Jn 5:46, 47; 7:19; Ro 10:5).
Génesis es la introducción lógica y necesaria al Pentateuco. Este libro se compone de once documentos: Un relato introductorio de los días de la creación, seguido por diez secciones, que comienzan con, “Estas son las generaciones de…” El material de Génesis se divide en dos partes naturales: los primeros once capítulos tratan cuatro acontecimientos claves: La creación, la caída, el diluvio y la torre de Babel con la resultante dispersión de los habitantes a través del mundo. Los cap. 12 al 50 tratan la historia de cuatro personajes claves: Abraham, Isaac, Jacob y José.
Referencias Proféticas.
Muchos temas del Nuevo Testamento tienen sus raíces en Génesis. Jesucristo es la Simiente de la mujer que destruiría el poder de Satanás (Génesis 3:15). En cuanto a José, el plan de Dios para el bien de la humanidad a través del sacrificio de Su Hijo, fue destinado para bien, aunque aquellos que crucificaron a Jesús lo hicieron por maldad. Noé y su familia son los primeros de muchos remanentes descritos en la Biblia. A pesar de las adversidades y las difíciles circunstancias, Dios siempre preserva para Sí Mismo a un remanente fiel. El remanente de los israelitas regresó a Jerusalén después de la cautividad en Babilonia; Dios preservó a un remanente a través de todas las persecuciones descritas en Isaías y Jeremías, un remanente de 7000 sacerdotes fue escondido de la ira de Jezabel; Dios promete que un día, un remanente de judíos se convertirá a su verdadero Mesías (Romanos 11). La fe manifestada por Abraham sería el don de Dios y la base de la salvación tanto de judíos como de gentiles (Efesios 2:8-9; Hebreos 11).
Importancia en la Biblia
La importancia teológica del Génesis es enorme. En este libro se aclaran cuestiones como el origen del mundo, el pecado original del hombre, la imagen de Dios, la progresiva depravación del género humano y la promesa de la victoria final de la simiente de la mujer. Describe no solamente la necesidad de la salvación de la humanidad, sino también su realización en los comienzos. Funde la historia general de la humanidad con la de los patriarcas: «Benditas en ti todas las familias» (12.3).
Pablo más tarde habría de explicar que estas promesas fueron dadas antes que la Ley (Gl 3). La historia de Abraham subraya especialmente la fe en la promesa; la de Jacob y Esaú, la elección divina; la de José, la providencia divina.
Libro de Exodo
El Éxodo es el segundo libro de la Biblia. Se trata de un texto tradicional que narra la esclavitud de los hebreos en el antiguo Egipto y su liberación a través de Moisés, quien los condujo hacia la Tierra prometida.
En el judaísmo, el libro del Éxodo forma parte del canon, encontrándose contenido en la Torá y formando uno de los cinco libros del Pentateuco, que forman la primera parte de la Biblia hebrea.2 En el cristianismo, el libro del Éxodo también forma parte del canon y se encuentra en el Antiguo Testamento.
Origen y empleo del término “Éxodo”
Éxodo proviene del latín exŏdus, y éste del griego ἔξοδος, éxodos, que significa ‘salida’.
En el judaísmo, el texto tradicional es conocido en hebreo como Shemot (שׁמות), término cuyo significado literal es ‘nombres’. Es en la Septuaginta donde se lo titula Éxodos. Al realizarse la traducción al latín, se adoptó dicho nombre, que fue entonces expresado como exŏdus. Las diferentes transformaciones en la grafía, necesarias según cada idioma, dieron lugar al término “Éxodo”.
Naturaleza y propósito del libro
El principal propósito del Éxodo es mantener vivo en la memoria del pueblo hebreo el relato fundacional de dicho grupo como nación: a partir de la salida de Egipto, una vez libre y dirigiéndose hacia la Tierra Prometida, el pueblo israelita adquirió por primera vez conciencia de su unidad étnica, filosófica, religiosa y nacional, dado que el Libro del Éxodo se refiere a la esclavitud de los hebreos en Egipto y la epopeya que condujo a liberarlos de tal condición, haciendo de ellos un grupo libre, con identidad nacional propia y a su vez provisto de Ley.6 Significativas, en este contexto fue aquello que Moisés dijo al pueblo israelita:
« Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Yahvé os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. Vosotros salís hoy en el mes de Abib.7 [...] Harás esta celebración en este mes. Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para Yahvé. Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura [...]. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Yahvé hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Yahvé esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Yahvé de Egipto. Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año ». Éxodo 13:3-10.
A partir del citado pasaje bíblico que el pueblo de Israel ha considerado —y aún considera— su obligación el narrar el relato del Éxodo a lo largo de cada celebración pascual.9 Ello tiene lugar cada Séder de Pésaj, cuando el pueblo de Israel lee y rememora los contenidos que se encuentran expresados en la Hagadá pascual. El Libro del Éxodo establece también las bases de la liturgia y del culto del pueblo Israel; el libro en cuestión está a su vez dominado en toda su extensión por la figura del patriarca Moisés, quien se desempeñó como líder, conductor y legislador del pueblo de Israel. El Libro del Éxodo no es exclusivamente narrativo, sino que contiene también leyes, himnos y oraciones.
Contenidos del relato tradicional
"La historia comienza con un pueblo esclavizado en medio de la idolatría egipcia y termina con un pueblo redimido morando en la presencia de Dios". Opresión en Egipto 1:1-11:10.
Esclavitud en Egipto 1:1-22
Preparación del Libertador 2:1-4:31
Lucha contra el opresor 5:1-11:10
2. Liberador de Egipto 12:1-14:31
Redención por sangre 12:1-51
Institución de la pascua 12:1-28
La décima plaga: muerte de los primogénitos 12:29-51
Redención mediante la poderosa ayuda divina 13:1-14:31
Consagración de los primogénitos 13:1-16
Cruce del mar Rojo 13:17- 14:31
3. Educación de los redimidos en el desierto 15:1-18:27
Canto triunfal de los redimidos 15:1-21
Los redimidos puestos a prueba 15:22-17:16
Prueba amarga 15:22-27
Hambre 16:1-36
Sed 17:1-7
El conflicto 17:8-16
Gobierno de los redimidos 18:1-27
4. “Consagración de Los Redimidos en el Sinaí” 19:1-34-35
Aceptación de la Ley 19:1-31:18
Directivas dadas a Moisés 19:1-25
Los mandamientos de carácter moral 20:1-26
Las ordenadas de carácter social 21:1-24:11
Reglamentos de carácter religioso 24:12-31-18
Infracción de la Ley 32:1-14
El becerro de oro 32:1-14
Rompimiento de las tablas 32:15-35
Restauración de la Ley 33:1-34:35
Visión renovada 33:1-34:35
Las segundas tablas 34:1-35
5. La adoración de los redimidos en el tabernáculo, sacerdocio y ritual 38:1-40:38
Ofrendas y obreros para el tabernáculo 35:1-40:38
Construcción del tabernáculo y nombramiento de quienes participaron 36:1-39:43
Se erige el tabernáculo y desciende la gloria divina 40:1-38
Tematica
Simbologia
Autoría
Tradicionalmente, tanto judíos como cristianos atribuyen el libro del Éxodo, así como también todos los demás libros del Pentateuco, a Moisés.
Hipótesis documentaria. Según la así denominada hipótesis documentaria, los principales autores de este trabajo habrían sido los grupos de la tradición yavista, elohísta, sacerdotal y deuteronomista. La hipótesis documentaria estima que la poética Canción del mar y el Código del pacto (escrito en prosa) son trabajos originalmente independientes de autores pero de algún modo asociados a los grupos ya indicados. En esta hipótesis, los elohístas son identificados como únicos responsables del episodio del becerro de oro, y la tradición sacerdotal es autora de las instrucciones para crear el tabernáculo, las vestimentas y objetos rituales, así como de la descripción de la creación de los mismos. Tres autores o equipos de escritores tradicionales son a su vez también autores de cada una de las partes del código de la ley: la tradición elohísta, del Pacto; la sacerdotal, del decálogo ético; y la yavista, del decálogo de rituales. La hipótesis documentaria sostiene que las demás partes del libro del Éxodo emergieron a partir de versiones entremezcladas de la tradición yavista, elohísta y sacerdotal. La reconstrucción de las historias en esas fuentes, aplicando esta hipótesis, tiende a identificar diferencias y variaciones entre segmentos narrativos diversos.
Leyenda e historicidad
El tradicional relato que presenta el libro del Éxodo es conocido por los judíos hasta hoy en términos de leyenda pascual: durante la celebración de la pascua judía se lee la Hagadá (הגדה "relato") de Pésaj. Para muchos es un hecho histórico que conmemoran.
Los investigadores y científicos prácticamente no disponen de evidencia para corroborar o sustentar lo narrado, por eso, desde un punto de vista historiográfico crítico, el libro del Éxodo constituye antes que nada una narración de carácter religioso y cultural, un legendario mito fundacional, en el que los eventos relatados no deben ser interpretados como hechos reales, sino como una semblanza poética y una epopeya nacional identitaria de considerable valor simbólico. Aun así, la posible historicidad del evento ha dado lugar a diferentes teorías especulativas. Una de ellas, por ejemplo, sostiene que los hebreos no habrían sido dejados en libertad sino que habrían sido expulsados de Egipto. Según esta teoría, el tema en cuestión se encontraría ligado a la expulsión de los hicsos, evento descrito en la literatura egipcia. La situación se complica además debido a que la tradición hebrea ha sido inicialmente y durante varios siglos una tradición de corte oral, de la que por el momento sólo se conocen documentos escritos que datan del siglo VIII antes de la Era Común.
Existe también la así denominada “hipótesis de los dos éxodos”. Ante la ausencia de pruebas arqueológicas sobre el éxodo de los israelitas, algunos investigadores suponen que la tradición hebrea podría estar basada en fragmentos o restos de hechos reales y plantean la posibilidad de que haya ocurrido más de una salida de grupos semíticos desde Egipto en dirección a Canaán.
Hay quienes a su vez suponen que el éxodo pudo haber tenido lugar en tiempos de Amenhotep IV, a quien se conoce también como “Akenatón”. Entre ellos se destaca Sigmund Freud, quien expresa tal convicción en su obra Moisés y el monoteísmo (1934-1939).18 Freud sostiene que la conexión monoteísta entre Akenatón y Moisés es sugerente y bien podría constituir una solución para el enigma que emana del libro del Éxodo. Existen por otra parte otras tantas hipótesis acerca del tema, algunas contemplan olas migratorias que pudieron haber dado lugar no solo a uno sino a varios éxodos. Sea como fuere, la “hipótesis de los dos éxodos” acaso responda mejor que otras a lo ocurrido en términos históricos al sugerir diferentes restos recogidos por la tradición oral hebrea que, con el paso del tiempo, fueron entremezclándose y por último se fusionaron, dando lugar a la narración del libro del Éxodo.
Éxodo entendido como leyenda literaria
En La Biblia desenterrada, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman plantean la inexistencia del éxodo hebreo.19 En 2006, Finkelstein afirmó: «El éxodo no existió», sosteniendo que bajo la lupa de las indagaciones arqueológicas no hay prueba ninguna del éxodo; que décadas de búsquedas en Kadesh (Barnea) no arrojaron ningún resultado absoluto, a lo que se suma la completa inexistencia de evidencias egipcias —quienes, según él, eran fabricadas por “excelentes cronistas”—, y sobre todo —sostiene Finkelstein— porque la arqueología contradice sistemáticamente a la Biblia en este tema: hay evidencias de que en Canaán, (la Tierra Prometida), existían ya asentamientos protoisraelíes desde mucho antes que las posible fechas del Éxodo desde Egipto. En otras palabras, Finkelstein propone que no existió ninguna conquista comandada por el guerrero israelita Josué, sino que Canaán fue invadido pacíficamente varios siglos antes de Josué por parte de nómadas extranjeros protohebreos cuando el declive de las ciudades-estado cananeas.
Éxodo como hecho histórico
Se han planteado diferentes puntos de vista respecto a la historicidad del Éxodo considerándose la falta de registros, evidencia arqueológica y otros tantos factores. Se originaron también distintas críticas y teorías especulativas que difieren del relato bíblico original. Una de las teorías que se plantearon tenía que ver con la tremenda presencia militar egipcia que seguía la ruta costera del Mediterráneo hasta Canaán.20 Esta teoría quedó descartada debido a que no guardaba concordancia a lo relatado en la Biblia, ya que en el texto se indica que los hebreos no siguieron la ruta del Mediterráneo, no fuera que se echaran atrás cuando vieran el ejército (Éxodo 13:17-18).
Otra crítica que se suele hacer es la falta de registros egipcios sobre el hecho, aunque es posible que los egipcios hayan tenido un documento escrito sobre ello, el egiptólogo británico Kenneth Kitchen manifestó ante este hecho que los enormes archivos de papiro que estuvieron almacenados en el antiguo Egipto se encuentran desaparecidos: "En el fango del delta del Nilo, embebido de agua, no hay papiro que sobreviva (mencione o no a los hebreos fugitivos)... En otras palabras, dado que los archivos oficiales del s. XIII a.C. procedentes de ciudades situadas en la parte este del delta del Nilo se han perdido al cien por ciento, no podemos esperar que contengan menciones de los hebreos o de cualquier otro pueblo."
Datación y cronología
Datos aportados por el relato bíblico
Según el libro bíblico del Génesis la familia del patriarca Jacob salió desde el valle de Beerseba en Canaán (Gen 46:5) y bajo el amparo de José, hijo del patriarca hebreo Jacob y primer ministro en Egipto,21 los hebreos se establecieron en el valle de Gosén, en la región llamada Ramesés (Gen 47:6), y allí se multiplicaron.22 José murió a la edad de ciento diez años (Gén:50:26), la esclavitud de los hebreos en el Antiguo Egipto comenzó tiempo después, más en un período aún indeterminado. La ciudad egipcia de la cual salen los israelitas en el Éxodo también es llamada Ramesés, y según la tradición bíblica, se trató de unos 600.000 varones (sin contar a las mujeres, niños y ancianos, ni tampoco a las personas no hebreas que los acompañaron). Ramesés podría ser la actual Qantir en el Bajo Egipto, en la tierra de Gosén, donde vino a morar la familia de Jacob bajo el amparo de José y donde se multiplicaron los hebreos en aquellos tiempos (Gén: 47:1). Desde Sucot, los hebreos y quienes les acompañaban salieron a Etam, a la entrada del desierto (Éxodo, 13:20) y fueron a acampar a Pi-hahirot, "entre Migdol y el Mar de cañas (Yam Zuf: Mar Rojo) hacía Baal-Zefón".
En Génesis 15:13 aparece un relato en el que Dios le indica a Abraham que su descendencia morará en tierra ajena, y que una nación extranjera les afligiría, esto por un período de 400 años. Según la redacción de este pasaje tales 400 años pueden referirse tanto a la experiencia de ser forasteros como al período de esclavitud que empezó mucho después de la muerte de José en Egipto. En Éxodo 12:40 se indica que se cumplieron 430 años exactos de la "morada de los hijos de Israel en Egipto" el mismo día en que se liberó al pueblo hebreo mediante Moisés.
En Gálatas 3:17 el autor de la epístola señala que la Ley llegó a existir 430 años después de que Dios hiciera un pacto con Abraham y su descendencia, lo que parece dar a entender un punto de vista en que los 430 años incluyen la morada de Abraham en Canan. Esta opinión existía en el siglo I d.C, la Septuaginta tradujo este pasaje: “Pero la morada de los hijos de Israel que ellos (el códice Alejandrino, s. V d.C, añade "y sus padres moraron") en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán fue de cuatrocientos treinta años de duración”. El pentateuco samaritano también dice: “en la tierra de Canaán y en la tierra de Egipto”. De igual manera, Josefo escribió en Antigüedades judías, Libro II, capítulo 15, párr. 2: “Salieron de Egipto en el mes de xánticus (el mes macedonio que Josefo equiparó al mes de Nisán),... cuatrocientos treinta años después de la llegada de nuestro antepasado Abram a Canaán”. (Obras completas de Flavio Josefo, por L. Farré, 1961, tomo 1, p. 168.) Así, según esta opinión presente en el siglo I los 430 años se cuentan desde el tiempo en que Abrahán cruzó el Éufrates camino de Canaán hasta el tiempo en que los israelitas salieron de Egipto.
Posteriormente en la Biblia se explica que el Templo de Salomón se construyó alrededor de 480 años después de la salida de Egipto (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 6, 1 ». Biblia; traducción Reina-Valera
Hipótesis basadas en la historia egipcia
La datación de la composición cronológica del libro del Éxodo es dificultosa y, para alcanzar una certeza razonable, es necesario relacionar los eventos en él narrados con la historia del Antiguo Egipto. Ha habido muchos intentos por ajustar las fechas de los eventos acontecidos en este libro para precisarlos de acuerdo al calendario gregoriano. Estas tentativas raramente toman en cuenta las siguientes consideraciones:
la intrincadas relaciones cronológicas correspondientes para con el calendario hebreo, que es luni-solar y posee sus propios criterios, que de hecho no son ni necesariamente coincidentes ni fácilmente adaptables a aquellos solares que rigen tanto al egipcio como al gregoriano; el nombre o identidad del faraón de esa época: dado que en el Libro del Éxodo se lo denomina meramente "faraón"; las fechas de descripciones no bíblicas de los diferentes pueblos semitas que pudieron haber abandonado Egipto; o la fecha que los arqueólogos e historiadores establecen para la destrucción de Jericó. Pero, en general, se tiende a suponer que una correcta identificación del Faraón mencionado en el Éxodo sería la clave para establecer la cronología apropiada para el Éxodo. Algunos, sin embargo, cuestionan las evidencias arqueológicas que sostienen la fecha del Éxodo y la fecha de la conquista de Canaán, pero los asentamientos conocidos más antiguos de israelitas no aparecen hasta el 1230 a. C., mucho después que los muros de Jericó fueran destruidos, además de la falta de evidencia de un Éxodo de tamaña magnitud, y la ausencia de evidencia de un asentamiento en el desierto del Sinaí o Arabia. Tampoco hay evidencia de la conquista militar de Canaán.
Aun así han sido propuestos varios faraones y dinastías para el Éxodo, cubriendo tales posibilidades hasta dos siglos de diferencia:
Amosis I (1550-1525 a.C.), que cae en el siglo XVI a. C. y tiene el soporte de los semíticos en tiempos de los hicsos coincidiendo con el período de la expulsión de los Hicsos, aunque esto contradice algunos aspectos clave narrados en la Biblia. Este vínculo entre los israelitas y los Hicsos ya fue propuesto por Flavio Josefo en el siglo I d.C.
Tutmosis I (muerto sin descendencia masculina el año 1492 a. C.), Tutmosis III o Amenhotep II de la Dinastía XVIII ―siglo XV a. C.. También se ha considerado ese siglo por parte de autores como Hans Goedicke, egiptólogo de la Universidad Johns Hopkins, que cree que las plagas de Egipto pudieron haber coincidido con la erupción de la isla de Tera (Santorini) en 1477 a.C.
Ramsés II o Merenptah de la Dinastía XIX ―1279-1213 a.C.―. Hay quienes creen que esta hipótesis concuerda con los recientes descubrimientos arqueológicos en Tell el-Daba y Jericó. Esta hipótesis se sustenta principalmente en el nombre de la ciudad de almacenamiento que los israelitas fueron obligados a construir, una de las cuales se denominó Ramsés, y junto a Pitom son ubicables en los tiempos de Ramsés II. La ciudad o localidad en que vivían los israelitas en el delta del Nilo es llamada también Ramesés: (Éxodo 12,37: “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños...” Números 33,3: “De Ramesés salieron en el mes primero, a los 15 días del mes primero...” Números 33,5: “Salieron pues, los hijos de Israel de Ramesés y acamparon en Sucot”. Si se acepta esta última hipótesis, el faraón opresor inicial habría sido Seti I, cuyo gobierno tuvo lugar entre 1294 y 1279 a.C., y el Éxodo se habría desarrollado durante el reinado de Ramsés II (quien gobernó Egipto entre 1279 y 1213 a.C), considerándose en términos de investigación el año 1250 a.C.
Cálculo de la fecha del comienzo del Éxodo
La Biblia no menciona por su nombre al faraón del Éxodo, ni da fecha exacta al Éxodo. En Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 6, 1 ». Biblia; traducción Reina-Valera, se lee que el rey Salomón comenzó a construir el templo de Jerusalén en el cuarto año de su reinado, «480 años después que los hijos de Israel salieron de Egipto». La caída de Jerusalén ante el rey babilonio Nabucodonosor II sucedió aproximadamente en el año 586 a. C. El período de los reyes de Israel y Judá es difícil de determinar, pero a partir del relato paralelo del Primero y el Segundo libro de los reyes transcurren aparentemente 390 años hasta la muerte del rey Salomón; y otros 37 años adicionales abarcados por el gobierno de Salomón (incluyendo el cuarto año de su gobierno), daría la fecha de 1013 a. C. para la edificación del primer Templo de Jerusalén, de lo que puede deducirse que 480 años antes implicaría que la fecha del Éxodo habría sido en año 1493 a. C. (o 1513 a. C., si se data la caída de Jerusalén en el año 607 a.C., tomando al pie de la letra la duración de 70 años del exilio en Babilonia y la desolación del país mencionados en 2 Crónicas 36:21; Jeremías 25:11; 29:10; Zacarías 7:5 y Daniel 9:2).
Sin embargo, considerando la complicada cronología de los reyes de Judá e Israel, Enciclopedia judaica castellana expresa que: Para la fijación absoluta de las fechas se dispone del eclipse solar del epónimo Isid-Seti-Igbi, ocurrido el 13 de junio del 809 a.C., o sea 91 años después de la batalla de Cancor, en vida de Ajab, y 78 años después del envío, por Yehu, de tributos a Salmanasar III de Nínive. Las tablillas epónimas y la crónica babilonia sitúan la caída de Samaria en enero del 721 a.C. Los dos eclipses del año 7 de Cambises (523-522 a.C.) establecen la fecha del advenimiento de Nabucodonosor en mayo o junio del 605 a.C., y la de la liberación de Joaquín por Evilmerodac, hijo de aquel, en el 25 o 27 de adar, o sea el domingo 29 de febrero o el martes 2 de marzo del 561 a.C..
De ello resulta que el cuarto año del reinado de Salomón debería haber sido el año 967 a. C. Por lo tanto, la fecha de Éxodo fue el 1447 a. C. (967 + 480), cuando gobernaba Tutmosis III o Amenofis II, si bien por el momento se desconoce cualquier tipo de documento o resto arqueológico que confirme tal acontecimiento. Desde el plano de la creencia, el judaísmo ortodoxo, por su parte, ubica el inicio del Éxodo del pueblo de Israel el 15 de Nisán de 2448, fecha que se corresponde en el calendario gregoriano con el año 1313 a.C. Dado que la Biblia indica que los hebreos partieron de la ciudad llamada Ramesés y a hacia Sucot, ciudades que son datadas en el siglo XIII a.C., durante el período en que Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la investigación se considera el año 1250 a.C. H.W.F. Saggs observa en sus escritos académicos que: La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-Ramsés], la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en el siglo XIII a.C.
Ruta emprendida, según el relato bíblico
En el relato bíblico se expone que, después de atravesar el Mar Rojo, los hebreos se adentraron en el desierto de Shur o Etam, y tres días después llegaron a Mara. En este lugar, la unidad del pueblo hebreo empezó a resentirse y hubo quienes murmuraron y, a pesar de los hechos que habían visto de Dios, se opusieron a Moisés (Éxodo, 15:24). Desde Mara se trasladaron a Elim, un oasis de doce fuentes de agua, desde este lugar se adentraron el desierto de Sin en dirección al monte Sinaí orillando el mar Rojo; ya habían transcurrido dos meses desde la partida de Egipto. Aquí se verifica el evento del maná proporcionado por Dios. Ya en el desierto de Sin, la congregación se trasladó desde locaciones como Dofca y Alús. En Refidim ―cerca del monte Horeb, en el desierto de Parán, un lugar sin agua― combatieron por primera vez como pueblo contra los amalequitas, venciéndoles (Éxodo, 17:13). En este lugar, Moisés golpeó una roca con su vara e hizo brotar agua potable. Desde Refidim, el pueblo hebreo entró al desierto del Sinaí y acamparon en las postrimerías del monte Sinaí o del monte Horeb a los 90 días de haber salido de Egipto. En este lugar, Moisés pudo ver a Yahvé, quien le entregó los Diez Mandamientos. Además constituyó el sacerdocio de Aarón (o sacerdocio levítico), las primeras leyes civiles y religiosas en el pueblo judío, adicionalmente se construyó el primer Tabernáculo, el Arca de la Alianza. (Éxodo, 25:10). En este lugar permanecieron dos años y dos meses. Al salir del Sinaí, el pueblo de Israel estaba regido en todo aspecto legal, civil, moral y religioso (Éxodo, 10:11).
Desde el Sinaí partieron al desierto de Parán y habitaron en Kibrot-hataava (Éxodo, 11:35) para trasladarse a Hazerot, en pleno desierto. Desde este lugar, Moisés asignó a doce espías para que reconocieran la tierra de Canaán (Éxodo, 13) desde el monte Neguev (en el desierto del mismo nombre). Mientras tanto, la congregación avanzó a Ritma y de allí a Rimón-Peres. La tierra de Canaán reconocida estaba habitada por jebuseos, anacitas, amalequitas, amorreos y cananeos. La información conseguida en cuarenta días, fue mal recibida por la congregación, dado que diez de los doce espías incitaron a murmuraciones en contra de sus líderes, lo que provocó una funesta rebelión en el pueblo en contra de Yahvé debido a que pensaban que Dios los estaba llevando a la muerte ante gente aparentemente más poderosa que los mismos israelitas (Números 14) y muchos pugnaron por volver a Egipto.
Yahvé maldijo a los diez espías, quienes fallecieron de plaga (Números, 14:36) y además condenó al pueblo de Israel a perderse durante cuarenta años en el desierto del Neguev. Solo Caleb y Josué fueron autorizados a salir del desierto y adentrarse en Canaán (Números 14:30). Israel intenta rebelarse ante la condena en el desierto pero son derrotados por los amorreos liderados por el rey de Edom y los obligan a permanecer entre Cades, el desierto de Moab y el Neguev y allí permanecen casi 40 años. Aarón fallece en el monte Hor (Números, 20:22-29). Cuando se cumplieron los 40 años, y hubo fallecido toda la generación adulta, la generación precedente pudo por fin entrar a Canaán teniendo como líder a Josué (Deuteronomio, 2:14 -24). Yahvé no autorizó a Moisés a entrar a Canaán y solo le permitió observar la tierra de la herencia desde el monte Pisga o Nebo (Deuteronomio, 3:27 y Deuteronomio, 32: 48-52) para fallecer en este mismo lugar y ser enterrado en Moab.
Sentido religioso
Judaísmo
La salida de Egipto y la revelación del monte Sinaí son dos hechos fundacionales en la historia del pueblo Israel. Significativamente, ambos son narrados en el libro bíblico del Éxodo. Según el judaísmo, el milagro de la liberación del pueblo hebreo demuestra y confirma al pueblo de Israel como el pueblo elegido por Yahveh y dicha liberación es a su vez determinante en el establecimiento de la liturgia yahvista.
Cristianismo
Para los cristianos, la celebración de la primera Pascua prepara el camino para la resurrección cristiana. La formación del Pueblo de Dios es el antecedente de la Iglesia como asamblea y reunión de fieles a través de la liturgia. El Nuevo Testamento reinterpreta muchos de los acontecimientos del Éxodo: Pablo de Tarso insiste en esto de manera especial (1.ª Corintios, 10:2-4), y luego compara el pasaje del mar Rojo con el bautismo y la eucaristía (1.ª Corintios, 79:8). En el Evangelio de Juan se compara al mesías Jesucristo con Moisés, y Cristo opone el maná al “pan de la vida”. En más de una ocasión se ha hecho notar el paralelismo de la estructura del Éxodo con este evangelio, especialmente en los primeros capítulos.
Por último, en la Epístola a los hebreos se concibe la muerte como el éxodo de la vida hacia la Tierra Prometida del Cielo, el sacerdocio cristiano como el hebreo, el sacrificio de Cristo como el del Sinaí y la antigua alianza como la nueva, es sacramentada con la sangre de Jesús.
Continua en La Biblia XI: La Tora Levíticos/Números/Deuteronomio
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Debido a que se estaban preparando para entrar a Canaán y expulsar a los habitantes cananeos de sus hogares y propiedades, Dios reveló el contexto de sus enemigos. Además, necesitaban entender la base de la guerra que estaban a punto de declarar a la luz de la inmoralidad de matar, coherente con los otros cuatro libros que Moisés estaba escribiendo (Éxodo, Levíticos, Números y Deuteronomio). Finalmente, la nación judía entendería una porción selecta de historia anterior y el contexto inaugural de Israel como una base mediante la cual vivirían en sus nuevos principios bajo el liderazgo de Josué en la tierra que había sido previamente prometida a sus ancestro patriarca original: Abraham.
Génesis 12:1-3 estableció un enfoque primario es las promesas de Dios a Abraham. Esto estrechó su perspectiva del mundo entero de naciones en Génesis 1:11 a una pequeña nación, Israel, a través de quien Dios progresivamente llevaría a cabo su plan redentor. Esto afirmó la misión de Israel de ser una "luz de las naciones" (Is. 42:6). Dios prometió tierra, descendientes (simiente) y bendición. Esta promesa triple se volvió, a su vez, en la base del pacto con Abraham (Gn. 15:1-20). El resto de las Escrituras registra el cumplimiento de estas promesas.
A una escala más grande, Génesis 1-11 establece un mensaje singular de la persona y obras de Dios. En la secuencia de los latos que constituyen estos capítulos de las Escrituras, un patrón emerge el cual revela la gracia abundante de Dios conforme respondió a la desobediencia deliberada de la humanidad. Sin excepción alguna, en cada relato Dios aumentó la manifestación de su gracia. Pero también sin excepción, el hombre respondió con una rebelión pecaminosa mayor. En palabras bíblicas, mientras más abundó el pecado, más abundó la gracia de Dios (cp. Ro. 5:20).
Un tema final tanto de importancia teológica como histórica aparta a Génesis de otros libros de las Escrituras, en que el primer libro de la Biblia se corresponde de cerca con el libro final. En el libro de Apocalipsis, el paraíso que fue perdido en Génesis será recuperado. El apóstol Juan claramente presentó los acontecimientos registrados en su libro como resoluciones futuras a los problemas que comenzaron como resultado de la maldición en Génesis 3. Su enfoque se encuentra en los efectos de la caída al deshacer de la creación y la manera en la que Dios libra a la creación del efecto de la maldición. En las propias palabras de Juan: "Y no habrá más maldición" (Ap. 22:3). No es sorprendente que, en el capítulo final de la Palabra de Dios, los creyentes se hallarán de regreso en el Huerto del Edén, el paraíso eterno de Dios, comiendo del árbol de la vida (Ap. 22:1-14). En ese tiempo participarán vestidos de túnicas lavadas en la sangre del Cordero (Ap. 22:14).
Vista Panorámica de Génesis
“Génesis” es la palabra griega para “origen” o “comienzo”. Los hebreos al Génesis lo llaman “Bereshit,” que es la primera palabra del libro. Ellos también nombran a los libros del Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y Lamentaciones, de acuerdo a la primera palabra de cada uno de esos libros.
Génesis proporciona una introducción apropiada a la Biblia. Es un libro de comienzos: el universo físico, las plantas, los animales y la vida humana; además de muchas ideas claves de la Palabra de Dios.
Génesis traza el inicio de la obra redentora de Dios con la humanidad. Después que Adán y Eva pecaron, la redención llegó a ser absolutamente necesaria. En Génesis 3:15, el lector se da cuenta que el Redentor vendría de “la simiente de la mujer.” El enfoque se reduce a la familia de Sem (Gn 9:26, 27), y luego a la familia de Abraham (Genesis 12:3). La línea del Mesías continuaría por la línea de Isaac, y después por la línea de Jacob. El enfoque en Génesis se estrecha aún más a la familia de Judá. De los ocho pactos más importantes en las Escrituras (véase Los Pactos), cuatro se encuentran en Génesis: el Edénico, el Adámico, el de Noé y el de Abraham. En cada uno de estos casos, Dios prueba a sus hijos respecto a algún aspecto de su voluntad; cada vez, el hombre falla la prueba. Desde los tiempos bíblicos, los primeros cinco libros de la Biblia se han tratado como un todo y son llamados la “ley” o el “Pentateuco” (que consiste de cinco rollos). Moisés es el autor del Pentateuco (Ex 17:14; 24:4, 7; 34:27; Nm 33:1, 2; Dt 31:9; Jos 1:7, 8; 8:32, 34; 22:5; 1 R 2:3; 2 R 14:6; 21:8; Esd 6:18; Dn 9:11–13; Mal 4:4; Mt 19:8; Mr 12:26; Jn 5:46, 47; 7:19; Ro 10:5).
Génesis es la introducción lógica y necesaria al Pentateuco. Este libro se compone de once documentos: Un relato introductorio de los días de la creación, seguido por diez secciones, que comienzan con, “Estas son las generaciones de…” El material de Génesis se divide en dos partes naturales: los primeros once capítulos tratan cuatro acontecimientos claves: La creación, la caída, el diluvio y la torre de Babel con la resultante dispersión de los habitantes a través del mundo. Los cap. 12 al 50 tratan la historia de cuatro personajes claves: Abraham, Isaac, Jacob y José.
Referencias Proféticas.
Muchos temas del Nuevo Testamento tienen sus raíces en Génesis. Jesucristo es la Simiente de la mujer que destruiría el poder de Satanás (Génesis 3:15). En cuanto a José, el plan de Dios para el bien de la humanidad a través del sacrificio de Su Hijo, fue destinado para bien, aunque aquellos que crucificaron a Jesús lo hicieron por maldad. Noé y su familia son los primeros de muchos remanentes descritos en la Biblia. A pesar de las adversidades y las difíciles circunstancias, Dios siempre preserva para Sí Mismo a un remanente fiel. El remanente de los israelitas regresó a Jerusalén después de la cautividad en Babilonia; Dios preservó a un remanente a través de todas las persecuciones descritas en Isaías y Jeremías, un remanente de 7000 sacerdotes fue escondido de la ira de Jezabel; Dios promete que un día, un remanente de judíos se convertirá a su verdadero Mesías (Romanos 11). La fe manifestada por Abraham sería el don de Dios y la base de la salvación tanto de judíos como de gentiles (Efesios 2:8-9; Hebreos 11).
Importancia en la Biblia
La importancia teológica del Génesis es enorme. En este libro se aclaran cuestiones como el origen del mundo, el pecado original del hombre, la imagen de Dios, la progresiva depravación del género humano y la promesa de la victoria final de la simiente de la mujer. Describe no solamente la necesidad de la salvación de la humanidad, sino también su realización en los comienzos. Funde la historia general de la humanidad con la de los patriarcas: «Benditas en ti todas las familias» (12.3).
Pablo más tarde habría de explicar que estas promesas fueron dadas antes que la Ley (Gl 3). La historia de Abraham subraya especialmente la fe en la promesa; la de Jacob y Esaú, la elección divina; la de José, la providencia divina.
Libro de Exodo
El Éxodo es el segundo libro de la Biblia. Se trata de un texto tradicional que narra la esclavitud de los hebreos en el antiguo Egipto y su liberación a través de Moisés, quien los condujo hacia la Tierra prometida.
En el judaísmo, el libro del Éxodo forma parte del canon, encontrándose contenido en la Torá y formando uno de los cinco libros del Pentateuco, que forman la primera parte de la Biblia hebrea.2 En el cristianismo, el libro del Éxodo también forma parte del canon y se encuentra en el Antiguo Testamento.
Origen y empleo del término “Éxodo”
Éxodo proviene del latín exŏdus, y éste del griego ἔξοδος, éxodos, que significa ‘salida’.
En el judaísmo, el texto tradicional es conocido en hebreo como Shemot (שׁמות), término cuyo significado literal es ‘nombres’. Es en la Septuaginta donde se lo titula Éxodos. Al realizarse la traducción al latín, se adoptó dicho nombre, que fue entonces expresado como exŏdus. Las diferentes transformaciones en la grafía, necesarias según cada idioma, dieron lugar al término “Éxodo”.
Naturaleza y propósito del libro
El principal propósito del Éxodo es mantener vivo en la memoria del pueblo hebreo el relato fundacional de dicho grupo como nación: a partir de la salida de Egipto, una vez libre y dirigiéndose hacia la Tierra Prometida, el pueblo israelita adquirió por primera vez conciencia de su unidad étnica, filosófica, religiosa y nacional, dado que el Libro del Éxodo se refiere a la esclavitud de los hebreos en Egipto y la epopeya que condujo a liberarlos de tal condición, haciendo de ellos un grupo libre, con identidad nacional propia y a su vez provisto de Ley.6 Significativas, en este contexto fue aquello que Moisés dijo al pueblo israelita:
« Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Yahvé os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. Vosotros salís hoy en el mes de Abib.7 [...] Harás esta celebración en este mes. Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para Yahvé. Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura [...]. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Yahvé hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Yahvé esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Yahvé de Egipto. Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año ». Éxodo 13:3-10.
A partir del citado pasaje bíblico que el pueblo de Israel ha considerado —y aún considera— su obligación el narrar el relato del Éxodo a lo largo de cada celebración pascual.9 Ello tiene lugar cada Séder de Pésaj, cuando el pueblo de Israel lee y rememora los contenidos que se encuentran expresados en la Hagadá pascual. El Libro del Éxodo establece también las bases de la liturgia y del culto del pueblo Israel; el libro en cuestión está a su vez dominado en toda su extensión por la figura del patriarca Moisés, quien se desempeñó como líder, conductor y legislador del pueblo de Israel. El Libro del Éxodo no es exclusivamente narrativo, sino que contiene también leyes, himnos y oraciones.
Contenidos del relato tradicional
"La historia comienza con un pueblo esclavizado en medio de la idolatría egipcia y termina con un pueblo redimido morando en la presencia de Dios". Opresión en Egipto 1:1-11:10.
Esclavitud en Egipto 1:1-22
Preparación del Libertador 2:1-4:31
Lucha contra el opresor 5:1-11:10
2. Liberador de Egipto 12:1-14:31
Redención por sangre 12:1-51
Institución de la pascua 12:1-28
La décima plaga: muerte de los primogénitos 12:29-51
Redención mediante la poderosa ayuda divina 13:1-14:31
Consagración de los primogénitos 13:1-16
Cruce del mar Rojo 13:17- 14:31
3. Educación de los redimidos en el desierto 15:1-18:27
Canto triunfal de los redimidos 15:1-21
Los redimidos puestos a prueba 15:22-17:16
Prueba amarga 15:22-27
Hambre 16:1-36
Sed 17:1-7
El conflicto 17:8-16
Gobierno de los redimidos 18:1-27
4. “Consagración de Los Redimidos en el Sinaí” 19:1-34-35
Aceptación de la Ley 19:1-31:18
Directivas dadas a Moisés 19:1-25
Los mandamientos de carácter moral 20:1-26
Las ordenadas de carácter social 21:1-24:11
Reglamentos de carácter religioso 24:12-31-18
Infracción de la Ley 32:1-14
El becerro de oro 32:1-14
Rompimiento de las tablas 32:15-35
Restauración de la Ley 33:1-34:35
Visión renovada 33:1-34:35
Las segundas tablas 34:1-35
5. La adoración de los redimidos en el tabernáculo, sacerdocio y ritual 38:1-40:38
Ofrendas y obreros para el tabernáculo 35:1-40:38
Construcción del tabernáculo y nombramiento de quienes participaron 36:1-39:43
Se erige el tabernáculo y desciende la gloria divina 40:1-38
Tematica
Capítulo | Temas | |
1-2 | Esclavitud | |
14 | Persecución | |
8-9-10-11 | “Los juicios de Dios” | |
4- | Fe | |
6-16-17-23(v20)-33-34 | “Promesas de Dios” | |
12-20 a 25-35 | “Mandatos de Dios” | |
34(v27). | “Comunión con Dios” | |
3(v5) y 36(v8) | Lugar Santo |
Simbologia
Capítulo | Símbolo | |
1(v14). | Barro | |
14 | Azul | |
9(v32). | Trigo | |
30(v17)- | Bronce | |
12(v7). | Sangre | |
16(v13). | Maná | |
34(v27). | Oro | |
25(v10). | Arca | |
26(v32). | Madera de Acacia | |
36(v8). | Tabernáculo | |
34(v1). | Tablas de Piedra |
Autoría
Tradicionalmente, tanto judíos como cristianos atribuyen el libro del Éxodo, así como también todos los demás libros del Pentateuco, a Moisés.
Hipótesis documentaria. Según la así denominada hipótesis documentaria, los principales autores de este trabajo habrían sido los grupos de la tradición yavista, elohísta, sacerdotal y deuteronomista. La hipótesis documentaria estima que la poética Canción del mar y el Código del pacto (escrito en prosa) son trabajos originalmente independientes de autores pero de algún modo asociados a los grupos ya indicados. En esta hipótesis, los elohístas son identificados como únicos responsables del episodio del becerro de oro, y la tradición sacerdotal es autora de las instrucciones para crear el tabernáculo, las vestimentas y objetos rituales, así como de la descripción de la creación de los mismos. Tres autores o equipos de escritores tradicionales son a su vez también autores de cada una de las partes del código de la ley: la tradición elohísta, del Pacto; la sacerdotal, del decálogo ético; y la yavista, del decálogo de rituales. La hipótesis documentaria sostiene que las demás partes del libro del Éxodo emergieron a partir de versiones entremezcladas de la tradición yavista, elohísta y sacerdotal. La reconstrucción de las historias en esas fuentes, aplicando esta hipótesis, tiende a identificar diferencias y variaciones entre segmentos narrativos diversos.
Leyenda e historicidad
El tradicional relato que presenta el libro del Éxodo es conocido por los judíos hasta hoy en términos de leyenda pascual: durante la celebración de la pascua judía se lee la Hagadá (הגדה "relato") de Pésaj. Para muchos es un hecho histórico que conmemoran.
Los investigadores y científicos prácticamente no disponen de evidencia para corroborar o sustentar lo narrado, por eso, desde un punto de vista historiográfico crítico, el libro del Éxodo constituye antes que nada una narración de carácter religioso y cultural, un legendario mito fundacional, en el que los eventos relatados no deben ser interpretados como hechos reales, sino como una semblanza poética y una epopeya nacional identitaria de considerable valor simbólico. Aun así, la posible historicidad del evento ha dado lugar a diferentes teorías especulativas. Una de ellas, por ejemplo, sostiene que los hebreos no habrían sido dejados en libertad sino que habrían sido expulsados de Egipto. Según esta teoría, el tema en cuestión se encontraría ligado a la expulsión de los hicsos, evento descrito en la literatura egipcia. La situación se complica además debido a que la tradición hebrea ha sido inicialmente y durante varios siglos una tradición de corte oral, de la que por el momento sólo se conocen documentos escritos que datan del siglo VIII antes de la Era Común.
Existe también la así denominada “hipótesis de los dos éxodos”. Ante la ausencia de pruebas arqueológicas sobre el éxodo de los israelitas, algunos investigadores suponen que la tradición hebrea podría estar basada en fragmentos o restos de hechos reales y plantean la posibilidad de que haya ocurrido más de una salida de grupos semíticos desde Egipto en dirección a Canaán.
Hay quienes a su vez suponen que el éxodo pudo haber tenido lugar en tiempos de Amenhotep IV, a quien se conoce también como “Akenatón”. Entre ellos se destaca Sigmund Freud, quien expresa tal convicción en su obra Moisés y el monoteísmo (1934-1939).18 Freud sostiene que la conexión monoteísta entre Akenatón y Moisés es sugerente y bien podría constituir una solución para el enigma que emana del libro del Éxodo. Existen por otra parte otras tantas hipótesis acerca del tema, algunas contemplan olas migratorias que pudieron haber dado lugar no solo a uno sino a varios éxodos. Sea como fuere, la “hipótesis de los dos éxodos” acaso responda mejor que otras a lo ocurrido en términos históricos al sugerir diferentes restos recogidos por la tradición oral hebrea que, con el paso del tiempo, fueron entremezclándose y por último se fusionaron, dando lugar a la narración del libro del Éxodo.
Éxodo entendido como leyenda literaria
En La Biblia desenterrada, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman plantean la inexistencia del éxodo hebreo.19 En 2006, Finkelstein afirmó: «El éxodo no existió», sosteniendo que bajo la lupa de las indagaciones arqueológicas no hay prueba ninguna del éxodo; que décadas de búsquedas en Kadesh (Barnea) no arrojaron ningún resultado absoluto, a lo que se suma la completa inexistencia de evidencias egipcias —quienes, según él, eran fabricadas por “excelentes cronistas”—, y sobre todo —sostiene Finkelstein— porque la arqueología contradice sistemáticamente a la Biblia en este tema: hay evidencias de que en Canaán, (la Tierra Prometida), existían ya asentamientos protoisraelíes desde mucho antes que las posible fechas del Éxodo desde Egipto. En otras palabras, Finkelstein propone que no existió ninguna conquista comandada por el guerrero israelita Josué, sino que Canaán fue invadido pacíficamente varios siglos antes de Josué por parte de nómadas extranjeros protohebreos cuando el declive de las ciudades-estado cananeas.
Éxodo como hecho histórico
Se han planteado diferentes puntos de vista respecto a la historicidad del Éxodo considerándose la falta de registros, evidencia arqueológica y otros tantos factores. Se originaron también distintas críticas y teorías especulativas que difieren del relato bíblico original. Una de las teorías que se plantearon tenía que ver con la tremenda presencia militar egipcia que seguía la ruta costera del Mediterráneo hasta Canaán.20 Esta teoría quedó descartada debido a que no guardaba concordancia a lo relatado en la Biblia, ya que en el texto se indica que los hebreos no siguieron la ruta del Mediterráneo, no fuera que se echaran atrás cuando vieran el ejército (Éxodo 13:17-18).
Otra crítica que se suele hacer es la falta de registros egipcios sobre el hecho, aunque es posible que los egipcios hayan tenido un documento escrito sobre ello, el egiptólogo británico Kenneth Kitchen manifestó ante este hecho que los enormes archivos de papiro que estuvieron almacenados en el antiguo Egipto se encuentran desaparecidos: "En el fango del delta del Nilo, embebido de agua, no hay papiro que sobreviva (mencione o no a los hebreos fugitivos)... En otras palabras, dado que los archivos oficiales del s. XIII a.C. procedentes de ciudades situadas en la parte este del delta del Nilo se han perdido al cien por ciento, no podemos esperar que contengan menciones de los hebreos o de cualquier otro pueblo."
Datación y cronología
Datos aportados por el relato bíblico
Según el libro bíblico del Génesis la familia del patriarca Jacob salió desde el valle de Beerseba en Canaán (Gen 46:5) y bajo el amparo de José, hijo del patriarca hebreo Jacob y primer ministro en Egipto,21 los hebreos se establecieron en el valle de Gosén, en la región llamada Ramesés (Gen 47:6), y allí se multiplicaron.22 José murió a la edad de ciento diez años (Gén:50:26), la esclavitud de los hebreos en el Antiguo Egipto comenzó tiempo después, más en un período aún indeterminado. La ciudad egipcia de la cual salen los israelitas en el Éxodo también es llamada Ramesés, y según la tradición bíblica, se trató de unos 600.000 varones (sin contar a las mujeres, niños y ancianos, ni tampoco a las personas no hebreas que los acompañaron). Ramesés podría ser la actual Qantir en el Bajo Egipto, en la tierra de Gosén, donde vino a morar la familia de Jacob bajo el amparo de José y donde se multiplicaron los hebreos en aquellos tiempos (Gén: 47:1). Desde Sucot, los hebreos y quienes les acompañaban salieron a Etam, a la entrada del desierto (Éxodo, 13:20) y fueron a acampar a Pi-hahirot, "entre Migdol y el Mar de cañas (Yam Zuf: Mar Rojo) hacía Baal-Zefón".
En Génesis 15:13 aparece un relato en el que Dios le indica a Abraham que su descendencia morará en tierra ajena, y que una nación extranjera les afligiría, esto por un período de 400 años. Según la redacción de este pasaje tales 400 años pueden referirse tanto a la experiencia de ser forasteros como al período de esclavitud que empezó mucho después de la muerte de José en Egipto. En Éxodo 12:40 se indica que se cumplieron 430 años exactos de la "morada de los hijos de Israel en Egipto" el mismo día en que se liberó al pueblo hebreo mediante Moisés.
En Gálatas 3:17 el autor de la epístola señala que la Ley llegó a existir 430 años después de que Dios hiciera un pacto con Abraham y su descendencia, lo que parece dar a entender un punto de vista en que los 430 años incluyen la morada de Abraham en Canan. Esta opinión existía en el siglo I d.C, la Septuaginta tradujo este pasaje: “Pero la morada de los hijos de Israel que ellos (el códice Alejandrino, s. V d.C, añade "y sus padres moraron") en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán fue de cuatrocientos treinta años de duración”. El pentateuco samaritano también dice: “en la tierra de Canaán y en la tierra de Egipto”. De igual manera, Josefo escribió en Antigüedades judías, Libro II, capítulo 15, párr. 2: “Salieron de Egipto en el mes de xánticus (el mes macedonio que Josefo equiparó al mes de Nisán),... cuatrocientos treinta años después de la llegada de nuestro antepasado Abram a Canaán”. (Obras completas de Flavio Josefo, por L. Farré, 1961, tomo 1, p. 168.) Así, según esta opinión presente en el siglo I los 430 años se cuentan desde el tiempo en que Abrahán cruzó el Éufrates camino de Canaán hasta el tiempo en que los israelitas salieron de Egipto.
Posteriormente en la Biblia se explica que el Templo de Salomón se construyó alrededor de 480 años después de la salida de Egipto (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 6, 1 ». Biblia; traducción Reina-Valera
Hipótesis basadas en la historia egipcia
La datación de la composición cronológica del libro del Éxodo es dificultosa y, para alcanzar una certeza razonable, es necesario relacionar los eventos en él narrados con la historia del Antiguo Egipto. Ha habido muchos intentos por ajustar las fechas de los eventos acontecidos en este libro para precisarlos de acuerdo al calendario gregoriano. Estas tentativas raramente toman en cuenta las siguientes consideraciones:
la intrincadas relaciones cronológicas correspondientes para con el calendario hebreo, que es luni-solar y posee sus propios criterios, que de hecho no son ni necesariamente coincidentes ni fácilmente adaptables a aquellos solares que rigen tanto al egipcio como al gregoriano; el nombre o identidad del faraón de esa época: dado que en el Libro del Éxodo se lo denomina meramente "faraón"; las fechas de descripciones no bíblicas de los diferentes pueblos semitas que pudieron haber abandonado Egipto; o la fecha que los arqueólogos e historiadores establecen para la destrucción de Jericó. Pero, en general, se tiende a suponer que una correcta identificación del Faraón mencionado en el Éxodo sería la clave para establecer la cronología apropiada para el Éxodo. Algunos, sin embargo, cuestionan las evidencias arqueológicas que sostienen la fecha del Éxodo y la fecha de la conquista de Canaán, pero los asentamientos conocidos más antiguos de israelitas no aparecen hasta el 1230 a. C., mucho después que los muros de Jericó fueran destruidos, además de la falta de evidencia de un Éxodo de tamaña magnitud, y la ausencia de evidencia de un asentamiento en el desierto del Sinaí o Arabia. Tampoco hay evidencia de la conquista militar de Canaán.
Aun así han sido propuestos varios faraones y dinastías para el Éxodo, cubriendo tales posibilidades hasta dos siglos de diferencia:
Amosis I (1550-1525 a.C.), que cae en el siglo XVI a. C. y tiene el soporte de los semíticos en tiempos de los hicsos coincidiendo con el período de la expulsión de los Hicsos, aunque esto contradice algunos aspectos clave narrados en la Biblia. Este vínculo entre los israelitas y los Hicsos ya fue propuesto por Flavio Josefo en el siglo I d.C.
Tutmosis I (muerto sin descendencia masculina el año 1492 a. C.), Tutmosis III o Amenhotep II de la Dinastía XVIII ―siglo XV a. C.. También se ha considerado ese siglo por parte de autores como Hans Goedicke, egiptólogo de la Universidad Johns Hopkins, que cree que las plagas de Egipto pudieron haber coincidido con la erupción de la isla de Tera (Santorini) en 1477 a.C.
Ramsés II o Merenptah de la Dinastía XIX ―1279-1213 a.C.―. Hay quienes creen que esta hipótesis concuerda con los recientes descubrimientos arqueológicos en Tell el-Daba y Jericó. Esta hipótesis se sustenta principalmente en el nombre de la ciudad de almacenamiento que los israelitas fueron obligados a construir, una de las cuales se denominó Ramsés, y junto a Pitom son ubicables en los tiempos de Ramsés II. La ciudad o localidad en que vivían los israelitas en el delta del Nilo es llamada también Ramesés: (Éxodo 12,37: “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños...” Números 33,3: “De Ramesés salieron en el mes primero, a los 15 días del mes primero...” Números 33,5: “Salieron pues, los hijos de Israel de Ramesés y acamparon en Sucot”. Si se acepta esta última hipótesis, el faraón opresor inicial habría sido Seti I, cuyo gobierno tuvo lugar entre 1294 y 1279 a.C., y el Éxodo se habría desarrollado durante el reinado de Ramsés II (quien gobernó Egipto entre 1279 y 1213 a.C), considerándose en términos de investigación el año 1250 a.C.
Cálculo de la fecha del comienzo del Éxodo
La Biblia no menciona por su nombre al faraón del Éxodo, ni da fecha exacta al Éxodo. En Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «1Reyes 6, 1 ». Biblia; traducción Reina-Valera, se lee que el rey Salomón comenzó a construir el templo de Jerusalén en el cuarto año de su reinado, «480 años después que los hijos de Israel salieron de Egipto». La caída de Jerusalén ante el rey babilonio Nabucodonosor II sucedió aproximadamente en el año 586 a. C. El período de los reyes de Israel y Judá es difícil de determinar, pero a partir del relato paralelo del Primero y el Segundo libro de los reyes transcurren aparentemente 390 años hasta la muerte del rey Salomón; y otros 37 años adicionales abarcados por el gobierno de Salomón (incluyendo el cuarto año de su gobierno), daría la fecha de 1013 a. C. para la edificación del primer Templo de Jerusalén, de lo que puede deducirse que 480 años antes implicaría que la fecha del Éxodo habría sido en año 1493 a. C. (o 1513 a. C., si se data la caída de Jerusalén en el año 607 a.C., tomando al pie de la letra la duración de 70 años del exilio en Babilonia y la desolación del país mencionados en 2 Crónicas 36:21; Jeremías 25:11; 29:10; Zacarías 7:5 y Daniel 9:2).
Sin embargo, considerando la complicada cronología de los reyes de Judá e Israel, Enciclopedia judaica castellana expresa que: Para la fijación absoluta de las fechas se dispone del eclipse solar del epónimo Isid-Seti-Igbi, ocurrido el 13 de junio del 809 a.C., o sea 91 años después de la batalla de Cancor, en vida de Ajab, y 78 años después del envío, por Yehu, de tributos a Salmanasar III de Nínive. Las tablillas epónimas y la crónica babilonia sitúan la caída de Samaria en enero del 721 a.C. Los dos eclipses del año 7 de Cambises (523-522 a.C.) establecen la fecha del advenimiento de Nabucodonosor en mayo o junio del 605 a.C., y la de la liberación de Joaquín por Evilmerodac, hijo de aquel, en el 25 o 27 de adar, o sea el domingo 29 de febrero o el martes 2 de marzo del 561 a.C..
De ello resulta que el cuarto año del reinado de Salomón debería haber sido el año 967 a. C. Por lo tanto, la fecha de Éxodo fue el 1447 a. C. (967 + 480), cuando gobernaba Tutmosis III o Amenofis II, si bien por el momento se desconoce cualquier tipo de documento o resto arqueológico que confirme tal acontecimiento. Desde el plano de la creencia, el judaísmo ortodoxo, por su parte, ubica el inicio del Éxodo del pueblo de Israel el 15 de Nisán de 2448, fecha que se corresponde en el calendario gregoriano con el año 1313 a.C. Dado que la Biblia indica que los hebreos partieron de la ciudad llamada Ramesés y a hacia Sucot, ciudades que son datadas en el siglo XIII a.C., durante el período en que Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la investigación se considera el año 1250 a.C. H.W.F. Saggs observa en sus escritos académicos que: La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-Ramsés], la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en el siglo XIII a.C.
Ruta emprendida, según el relato bíblico
En el relato bíblico se expone que, después de atravesar el Mar Rojo, los hebreos se adentraron en el desierto de Shur o Etam, y tres días después llegaron a Mara. En este lugar, la unidad del pueblo hebreo empezó a resentirse y hubo quienes murmuraron y, a pesar de los hechos que habían visto de Dios, se opusieron a Moisés (Éxodo, 15:24). Desde Mara se trasladaron a Elim, un oasis de doce fuentes de agua, desde este lugar se adentraron el desierto de Sin en dirección al monte Sinaí orillando el mar Rojo; ya habían transcurrido dos meses desde la partida de Egipto. Aquí se verifica el evento del maná proporcionado por Dios. Ya en el desierto de Sin, la congregación se trasladó desde locaciones como Dofca y Alús. En Refidim ―cerca del monte Horeb, en el desierto de Parán, un lugar sin agua― combatieron por primera vez como pueblo contra los amalequitas, venciéndoles (Éxodo, 17:13). En este lugar, Moisés golpeó una roca con su vara e hizo brotar agua potable. Desde Refidim, el pueblo hebreo entró al desierto del Sinaí y acamparon en las postrimerías del monte Sinaí o del monte Horeb a los 90 días de haber salido de Egipto. En este lugar, Moisés pudo ver a Yahvé, quien le entregó los Diez Mandamientos. Además constituyó el sacerdocio de Aarón (o sacerdocio levítico), las primeras leyes civiles y religiosas en el pueblo judío, adicionalmente se construyó el primer Tabernáculo, el Arca de la Alianza. (Éxodo, 25:10). En este lugar permanecieron dos años y dos meses. Al salir del Sinaí, el pueblo de Israel estaba regido en todo aspecto legal, civil, moral y religioso (Éxodo, 10:11).
Desde el Sinaí partieron al desierto de Parán y habitaron en Kibrot-hataava (Éxodo, 11:35) para trasladarse a Hazerot, en pleno desierto. Desde este lugar, Moisés asignó a doce espías para que reconocieran la tierra de Canaán (Éxodo, 13) desde el monte Neguev (en el desierto del mismo nombre). Mientras tanto, la congregación avanzó a Ritma y de allí a Rimón-Peres. La tierra de Canaán reconocida estaba habitada por jebuseos, anacitas, amalequitas, amorreos y cananeos. La información conseguida en cuarenta días, fue mal recibida por la congregación, dado que diez de los doce espías incitaron a murmuraciones en contra de sus líderes, lo que provocó una funesta rebelión en el pueblo en contra de Yahvé debido a que pensaban que Dios los estaba llevando a la muerte ante gente aparentemente más poderosa que los mismos israelitas (Números 14) y muchos pugnaron por volver a Egipto.
Yahvé maldijo a los diez espías, quienes fallecieron de plaga (Números, 14:36) y además condenó al pueblo de Israel a perderse durante cuarenta años en el desierto del Neguev. Solo Caleb y Josué fueron autorizados a salir del desierto y adentrarse en Canaán (Números 14:30). Israel intenta rebelarse ante la condena en el desierto pero son derrotados por los amorreos liderados por el rey de Edom y los obligan a permanecer entre Cades, el desierto de Moab y el Neguev y allí permanecen casi 40 años. Aarón fallece en el monte Hor (Números, 20:22-29). Cuando se cumplieron los 40 años, y hubo fallecido toda la generación adulta, la generación precedente pudo por fin entrar a Canaán teniendo como líder a Josué (Deuteronomio, 2:14 -24). Yahvé no autorizó a Moisés a entrar a Canaán y solo le permitió observar la tierra de la herencia desde el monte Pisga o Nebo (Deuteronomio, 3:27 y Deuteronomio, 32: 48-52) para fallecer en este mismo lugar y ser enterrado en Moab.
Sentido religioso
Judaísmo
La salida de Egipto y la revelación del monte Sinaí son dos hechos fundacionales en la historia del pueblo Israel. Significativamente, ambos son narrados en el libro bíblico del Éxodo. Según el judaísmo, el milagro de la liberación del pueblo hebreo demuestra y confirma al pueblo de Israel como el pueblo elegido por Yahveh y dicha liberación es a su vez determinante en el establecimiento de la liturgia yahvista.
Cristianismo
Para los cristianos, la celebración de la primera Pascua prepara el camino para la resurrección cristiana. La formación del Pueblo de Dios es el antecedente de la Iglesia como asamblea y reunión de fieles a través de la liturgia. El Nuevo Testamento reinterpreta muchos de los acontecimientos del Éxodo: Pablo de Tarso insiste en esto de manera especial (1.ª Corintios, 10:2-4), y luego compara el pasaje del mar Rojo con el bautismo y la eucaristía (1.ª Corintios, 79:8). En el Evangelio de Juan se compara al mesías Jesucristo con Moisés, y Cristo opone el maná al “pan de la vida”. En más de una ocasión se ha hecho notar el paralelismo de la estructura del Éxodo con este evangelio, especialmente en los primeros capítulos.
Por último, en la Epístola a los hebreos se concibe la muerte como el éxodo de la vida hacia la Tierra Prometida del Cielo, el sacerdocio cristiano como el hebreo, el sacrificio de Cristo como el del Sinaí y la antigua alianza como la nueva, es sacramentada con la sangre de Jesús.
Continua en La Biblia XI: La Tora Levíticos/Números/Deuteronomio
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