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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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sábado, 5 de febrero de 2022

El Aeiparthenos I

Imagen de María que la representa amamantando a Jesús. siglo III, Catacumbas de Priscila, Roma.

La Virginidad perpetua de María

La Virginidad perpetua de María es la doctrina de que María, la madre de Jesucristo, fue virgen ante partum, in partu, et post partum, antes, durante y después del nacimiento de Cristo. Es uno de los cuatro dogmas marianos de la Iglesia católica, y es sostenido también por las Iglesias Ortodoxas Orientales en el cristianismo oriental y por algunos luteranos y anglicanos en el cristianismo occidental.

El título Aeiparthenos (Siempre Virgen) se usa ampliamente en la liturgia de la iglesia ortodoxa oriental, y los íconos la muestran con tres estrellas, en los hombros y la frente, que simbolizan su triple virginidad. La virginidad ante-partum de María se basa en versículos del Evangelio de Mateo y del Evangelio de Lucas. Según algunos exegetas, ningún pasaje del Nuevo Testamento menciona su virginidad durante y después del nacimiento. Las epístolas paulinas, los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles mencionan a los hermanos de Jesús (adelphoi).​ La Iglesia católica, siguiendo a Jerónimo, explica que los hermanos de Jesús eran en realidad sus primos e hijos de María de Cleofás, hermana de la virgen María; mientras que la Iglesia Ortodoxa Oriental, siguiendo a Eusebio y Epifanio, argumenta que eran hijos de José de un matrimonio anterior y por tanto hermanastros de Jesús. Anglicanos, luteranos y metodistas están de acuerdo con este punto de vista.

La doctrina de la virginidad de María fue establecida en el Concilio de Éfeso en 431 y el Concilio de Letrán de 649 enfatizó su triple carácter antes, durante y después del nacimiento de Cristo. Los primeros líderes protestantes, incluido el reformador Martín Lutero, el teólogo reformado Huldrych Zwingli,​ y John Wesley , uno de los fundadores del metodismo, creían en la virginidad perpetua de María. Tanto la iglesia católica occidental como la ortodoxa oriental reconocen a María como «Aeiparthenos», que significa «siempre virgen». La iglesia, desde la Antigüedad, afirma en el Credo de los Apóstoles que Jesús fue «concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María». El papa Martín I precisó y extendió el dogma en el concilio de Letrán (649), afirmando que el parto de Jesús no causó ninguna lesión física al himen de María y que María continuó siendo virgen hasta el final de su vida terrenal, sin tener relaciones sexuales con su marido ni dar a luz a más hijos.

La bendita siempre virginal e inmaculada María concibió, sin semilla, por el Espíritu Santo, y sin pérdida de integridad le dio a luz, y después de su nacimiento conservó su virginidad inviolada.
En la Edad Media, Tomás de Aquino reconoció que la razón no podía probar la virginidad perpetua, pero que debía ser aceptado porque era «adecuado»,​ ya que como Jesús era el hijo unigénito de Dios, también debería ser el hijo unigénito de María, ya que una segunda y pura concepción humana no respetaría el estado sagrado de su santo vientre.

Hoy día, la virginidad perpetua de María antes, durante y después del nacimiento de Jesús es uno de los cuatro dogmas marianos de la Iglesia católica, lo que significa que se considera una verdad divinamente revelada, cuya negación es una herejía,​ —los otros tres son su papel como Theotokos (madre de Dios), su Inmaculada Concepción y su Asunción corporal al cielo. Simbólicamente, la virginidad perpetua de María ha sido interpretada como una nueva creación y un nuevo comienzo en la historia de la salvación, por ejemplo por el Concilio Vaticano II: Esta unión de la madre con el Hijo en la obra de la salvación, se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo... luego también en el nacimiento de Nuestro Señor, que no disminuyó la integridad virginal de su madre sino que la santificó... Lumen Gentium, n.º 57.
 
Historia
Se desconoce el origen exacto de la tradición de la virginidad perpetua de María. La virginidad de María, pre o post natal, parece haber atraído poca atención teológica antes de finales del siglo II; Ignacio de Antioquía (c.35-108 d. C.), por ejemplo, la discute solamente para argumentar la realidad del nacimiento humano de Jesús en contra de los docetistas que le negaban toda humanidad. La doctrina de la virginidad ante partum se basa en un versículo del Evangelio de Mateo (Mt 1:23) que se refiere a una profecía de Isaías:

Ved que la virgen [en el griego original parthenos] concebirá y dará a luz un hijo...
Sin embargo, el texto original de Isaías (Isaías 7:14) en hebreo no dice "virgen" sino "mujer joven":

El Señor, pues, les dará esta señal: La joven [en el hebreo original alma] está embarazada y da a luz un varón...

La idea de la virginidad in partu de María aparece por primera vez en un texto cristiano no canónico de finales del siglo II llamado el Protoevangelio de Santiago, que es «la fuente última de casi toda la doctrina mariana posterior».​ En este relato María sigue siendo virgen de por vida, José es un anciano que se casa con ella sin deseo físico, y los hermanos de Jesús se explican como los hijos de José por un matrimonio anterior.​ El nacimiento de Jesús tiene lugar en una cueva cerca de Belén, y el recién nacido Jesús simplemente aparece de una nube y una luz cegadora y toma el pecho de su madre. Dos parteras están presentes fuera de la cueva, una sin nombre que cree y la otra, Salomé, que se atrevió a verificar con su dedo la vagina de la madre de Jesús: La partera salió de la cueva [en la que tuvo lugar el nacimiento], y Salomé la encontró. Y ella le dijo: «Salomé, Salomé, tengo una nueva visión que decirte: una virgen ha dado a luz, algo que su naturaleza no le permite». Y Salomé dijo: «Como vive el Señor mi Dios, si no pongo mi dedo y compruebo su estado, no creeré que una virgen ha dado a luz». Y Salomé entró y se preparó para probar su estado. Y gritó diciendo: «He tentado al Dios vivo...» (Protoevangelio de Santiago, 19:3-20, citado en Brown, 1978). La mano de Salomé se secó, según el Protoevangelio, pero le ruega a Dios que la perdone y aparece un ángel y le dice que vuelva a tocar al Niño Jesús, con lo cual su mano fue restaurada. Este episodio cumple la misma función de catequesis que «la duda de Tomás» en el Evangelio de Juan.

El Protoevangelio deriva de los escritos de la comunidad protoortodoxa.​ Esto trabajo tuvo una amplia difusión, gracias al crecimiento del ascetismo y su énfasis en el celibato. Se distribuyó ampliamente y parece haber formado la base de las historias de María en el islam. Según el teólogo protestante Richard Bauckham, sin embargo, la misma creencia se encontra de forma independiente en otras obras del siglo II como el Evangelio de Pedro y el Evangelio de la Infancia de Tomás. El autor del Segundo Apocalipsis de Santiago afirma que Santiago, "el hermano del Señor", era hijo de un hombre llamado "Teudas", también descrito como "hermano" de Jesús.

Establecimiento de la ortodoxia en los siglos III y IV

En el siglo III, Hipólito sostenía que María era "siempre virgen", y Orígenes fue un influyente defensor de la doctrina. Hacia el siglo IV la difusión del monacato había promovido el celibato como el estado cristiano ideal, y se estableció una jerarquía moral con el matrimonio ocupando el tercer rango por debajo de la virginidad y la viudez de toda la vida. Alrededor del año 380 Helvidio objetó la devaluación del matrimonio inherente a este punto de vista y argumentó que los dos estados, el de la virginidad y el del matrimonio, eran iguales; pero su contemporáneo Jerónimo, al darse cuenta de que esto llevaría a que la Madre de Dios ocupara un lugar en el cielo más bajo que las vírgenes y las viudas, defendió su virginidad perpetua en sus inmensas obras La Perpetua Virginidad de María y Contra Joviniano emitida c. 383.

El único intelectual cristiano importante que defendió la virginidad de María in partu fue Ambrosio, arzobispo de Milán, quien fue el principal blanco de la acusación de maniqueísmo. Para Ambrosio, tanto el nacimiento físico de Jesús por María como el nacimiento bautismal de cristianos por la Iglesia tenían que ser totalmente virginales, incluso in partu, para anular la mancha del pecado original, del que los dolores de parto son el signo físico. Se debe a Ambrosio que la virginitas in partu se afianzase en el pensamiento de los teólogos posteriores.

Joviniano rechazaba la virginidad durante el parto.[45]​ El punto de vista de Joviniano fue rechazado en un Sínodo de Milán celebrado bajo la presidencia de Ambrosio en 390, después de lo cual se estableció la virginidad perpetua de María como el único punto de vista ortodoxo. El Concilio de Éfeso en el 431 estableció un consenso general completo sobre el tema, en el año 553 el Concilio de Constantinopla II le dio a María el título de «Aeiparthenones», que significa Virgen Perpetua, y en el Concilio de Letrán de 649 el papa Martín I enfatizó su triple carácter, antes, durante y después del nacimiento de Cristo.

Reforma protestante
La Reforma Protestante trajo la idea de la Biblia como fuente fundamental de autoridad con respecto a la palabra de Dios (sola scriptura), y los reformadores señalaron que, si bien las sagradas escrituras requerían explícitamente la creencia en el nacimiento virginal, solamente permitían la aceptación de la virginidad perpetua. La doctrina fue apoyada por Martín Lutero —que la incluyó en los Artículos de Esmalcalda, una confesión luterana de fe escrita en 1537—,​ así como por Ulrico Zuinglio, Juan Calvino y más tarde John Wesley, el cofundador del metodismo. Estos reformadores moderados estaban bajo la presión de otros más radicales que ellos, que consideraban que Jesús no era más que un profeta. La virginidad perpetua de María se convirtió así en una garantía de la Encarnación, a pesar de sus inestables fundamentos bíblicos.

Argumentos y debates
El Nuevo Testamento solo menciona la virginidad de María en el citado versículo del Evangelio de Mateo, con base a la traducción errónea de una palabra al griego, y únicamente antes de la concepción de Jesús.​ Otro problema que enfrentan los teólogos que defienden la virginidad perpetua es que las epístolas paulinas, los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles, todos mencionan a los hermanos (adelphoi) de Jesús.

Epifanio de Salamina y el Protoevangelio de Santiago defienden que los «hermanos de Jesús» eran hijos de José de Nazaret de un matrimonio anterior;​ la cual sigue siendo la opinión de las iglesias cristianas ortodoxas. Jerónimo, por su parte, opinaba que estos "adelphoi" eran en realidad hijos de María, la madre de Santiago y José (Marcos 15:40), a quien él identificaba con la esposa de Cleofás y hermana de la virgen María (Juan 19:25). Esta es la opinión actual de la iglesia católica.

Otras contradicciones aparentes de la virginidad perpetua se encuentran en Lucas 2:7, que llama a Jesús el «primogénito» hijo de María, y en Mateo 1:25, que afirma que José no «conoció» —tuvo relaciones sexuales con— a su esposa «hasta que ella dio a luz a su hijo primogénito». Helvidio argumentó que primogénito implica nacimientos posteriores, y que la palabra «hasta» dejaba abierta la vía a las relaciones sexuales después del nacimiento. Los apologistas católicos sostienen que la locución "hasta que" de Mateo 1:25 es solo una expresión idiomática utilizada para enfatizar que en el momento de la concepción y nacimiento de Jesús José no había tenido relaciones con María, y que Lucas 2:6 podía referirse a Jesús como «primogénito» simplemente porque él, siendo hijo único, no había tenido ningún hermano previo a sí mismo. Las opiniones sobre la calidad de este tipo de refutación van desde la opinión de que es magistral y bien argumentada hasta escasa, retórica y a veces insípida de mal gusto.

Otros dos Padres de la Iglesia del siglo iv, Gregorio de Nisa y Agustín de Hipona, avanzaron un argumento adicional leyendo Lucas 1:34 como un voto de virginidad perpetua por parte de María; la idea, introducida por primera vez en el Protovangelio de Santiago, tiene poco apoyo académico hoy en día. Sin embargo, este argumento, y los avanzados por Jerónimo y Ambrosio de Milán, fueron presentados por el papa Juan Pablo II como los cuatro hechos que apoyan la fe actual de la Iglesia católica en la virginidad perpetua de María: ... No hay razones para pensar que entonces se modificó la voluntad de permanecer virgen, que María expresó en el momento de la Anunciación Lucas 1:34. Además, el significado inmediato de las palabras «Mujer, he aquí tu hijo»... «He aquí a tu madre» Juan 19:26, que Jesús dirigió desde la cruz a María y a su discípulo favorito, implica que María no tuvo otros hijos. La palabra «primogénito» significa literalmente «un hijo no precedido por otro», y, en sí misma, no hace referencia a la existencia de otros hijos. ...La frase «hermanos de Jesús» indica «los hijos» de una María que fue discípula de Cristo Mateo 27:56 y que se describe significativamente como «la otra María» Mateo 28:1. «Son parientes cercanos de Jesús, según una expresión del Antiguo Testamento».

LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA Y LAS CONFESIONES DE FE PROTESTANTE


Muchos protestantes en la actualidad rechazan el dogma de la Virginidad Perpetua de María a pesar que los principales líderes de la reforma creyeron y defendieron esta enseñanza.

El dogma de la Virginidad Perpetua de María se puede decir que fue definido por el Magisterio Extraordinario de la Iglesia específicamente en el Concilio de Constantinopla II (553), el cual reconoce a María como la siempre virgen y anatematiza a aquellos que no lo creen así.

“Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios tiene dos nacimientos, el que es antes de todos los siglos procedente del Padre, fuera del tiempo y sin cuerpo, y en segundo lugar el nacimiento de estos postreros días cuando el Verbo de Dios descendió de los cielos y se hizo carne de María santa y gloriosa, madre de Dios y SIEMPRE VIRGEN y nació de ella: sea anatema.” (2. Anatemas contra los “tres capítulos”)

Este concilio es reconocido como el V concilio ecuménico de la Iglesia y que según el erudito protestante J. Gordon Melton es uno de los 7 primeros concilios de la Iglesia que los protestantes aceptan.

“Tanto los protestantes como los ortodoxos orientales aceptan las decisiones teológicas de los Siete Antiguos Concilios Ecuménicos de la Iglesia.” (Religions of the World: A Comprehensive Encyclopedia of Beliefs and Practices. p. 1913)

Aunque sabemos que en la práctica como se ha demostrado anteriormente, los protestantes no aceptan realmente los primeros siete concilios ecuménicos de la Iglesia porque si lo hicieran aceptarían muchas doctrinas católicas que estos enseñaron. Pero como se mencionó al principio, esta si fue una creencia defendida por los principales líderes del protestantismo, entre los cuales tenemos a Martín Lutero, Ulrico Zuinglio, Juan Calvino, entre otros, esto lo confirma el teólogo evangélico Donald G. Bloesch.

“Lutero, Calvino, Zuinglio, Wolleb, Bullinger y Wesley afirmaron que María era siempre Virgen (Semper virgo).” (Jesus Christ: Savior and Lord. p. 87)

Pero volviendo al punto, los protestantes que rechazan la Virginidad Perpetua de María pretenden justificar su rechazo a la doctrina de la Virginidad Perpetua de María, alegando que es “materia opinable” y no un “dogma de fe” por eso no se encuentran en las confesiones de fe protestante las cuales representan lo que si creen los protestantes históricos. ¿Pero qué tan cierto será esto?

Bueno quiero compartir algunas citas del libro “Reformed Confessions of the 16th and 17th Centuries in English Translation: (1523-1693)” compilado por James T. Dennison, Jr quien hace una recopilación de las confesiones de fe protestante desde el año 1523 hasta el año 1693 para que veamos si en estas confesiones protestante se mencionó la virginidad perpetua de María o no. Específicamente citare las siguientes confesiones.

- Los Artículos de Esmalcalda (1538) – Libro de Concordia (1580)

- Confesión Reformada de Rhaetia (1552)

- La confesión de Tarcal (1562) y Torda (1563)

- La Segunda Confesión Helvética (1566)

- Consenso de Sandomierz (1570)

- El Sínodo de Thorn (1595)

Entonces veamos que enseñaron estas confesiones y sínodos protestantes respecto a la virginidad perpetua de María.

-Los Artículos de Esmalcalda (1538) – Libro de Concordia (1580)

“Que el Hijo se hizo hombre de esta manera, que fue concebido, sin la cooperación del hombre, por el Espíritu Santo, y nació de la pura, santa y siempre Virgen María…” (Parte I. 4)

Estos artículos representan un resumen de la doctrina y creencia luterana, en su publicación en latín realizada por el seguidor de Martin Lutero, Nikolaus Selnecker se puede leer claramente la afirmación de la expresión “siempre virgen maría” (Semper virgine) que confirma la creencia en la virginidad perpetua de María. Del mismo modo se le llama Virgen en mucha de la literatura luterana.

Respecto a los Artículos de Esmalcalda (1538) hay que entender lo que ellos mismos afirman que “respecto a estos artículos no hay contienda ni disputa, ya que los confesamos de ambos lados. Por lo tanto, no es necesario ahora tratar más de ellos.”

Dejando así en claro que esta creencia de la Virginidad Perpetua de María no debe haber contienda ni disputa, también fueron incluidos en el Libro de la Concordia en 1580 como una de las Confesiones Luteranas de la fe. Todo luterano debe estar dispuesto a confesar la virginidad perpetua de María como lo observa el reverendo Mark P. Braden pastor de la iglesia evangélica-luterana de Zion.

“Cualquier pastor ordenado en la iglesia luterana debe estar dispuesto a confesar la doctrina de la virginidad perpetua de María, pues está contenida en el Libro de Concordia de 1580. En los Artículos de Esmalcalda, el latín dice et ex Maria, pura, sancta, Semper virgine (siempre virgen) nasceretur (Parte I.4). La confesión luterana, por tanto, puede ser justamente “María, siempre Virgen…”.” (“…Mary, ever virgin…” A Brief Exposition of the Biblical Doctrine of the Virginity of Mary, Mother of God (2012)

-Confesión Reformada de Rhaetia (1552)

“¿no creemos firmemente que el Señor Jesús no fue en modo alguno concebido de la simiente de José (lo cual ciertos herejes, estando discapacitados con los judíos, se han atrevido a proclamar) sino que Él fue concebido del Espíritu Santo (Lucas 1:35), y que Su bendita madre nunca había conocido varón, sino que permaneció virgen e intacta para siempre? Pero sería una tarea infinita producir todos los lugares de la Sagrada Escritura donde manifiesta cosas por un lado con palabras y por otro con significado y quiere que se entiendan cosas que son completamente diferentes de lo que dice en las palabras mismas (Ezequiel 44).”

Esta confesión forma parte de las creencias de los reformados suizos, vemos claramente como hace la pregunta de si María permaneció virgen e intacta para siempre, al mismo tiempo que responde que sería una tarea infinita producir todos los lugares que demuestran esto y termina citando Ezequiel 44 un texto que también uso San Jerónimo para defender la virginidad perpetua de María.

-La confesión de Tarcal (1562) y Torda (1563)

“Por tanto, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre (es decir, constituido verdaderamente de cuerpo y alma humanos y, por obra del Espíritu Santo, de la sustancia de la virgen María, hija de David), fue verdaderamente concebido y verdaderamente nacido de esa virgen (virgen, digo, tanto antes como después de dar a luz) y debía cumplir todas las cosas para nuestra salvación (Mateo 1:21-23; Lucas 1:27,31).” (Artículo XXIII)

La aclaración de que cuando la confesión dice “virgen” está refiriéndose a la Virgen antes y después de dar a luz, es una clave para entender que cuando en el protestantismo se hacía referencia en una confesión de fe a la Virgen María mayormente se estaba haciendo alusión a la Virginidad perpetua de María, esta confesión fue válida para los protestante húngaros hasta que fue reemplazada por la Segunda Confesión Helvética (1566), sin embargo alguno pensara que luego dejo de creer, pero veamos lo que dice la Segunda Confesión Helvética.

-La Segunda Confesión Helvética (1566)

“Enseñamos también y creemos que el Hijo eterno del Dios eterno fue hecho Hijo del hombre, de la simiente de Abraham y de David (Mat. 1:1-25), no por medio de ningún hombre, como afirma Ebion; pero que Él fue puramente concebido por el Espíritu Santo, y nació de María, quien siempre fue virgen, tal como lo declara la historia del evangelio. Y Pablo dice: “Él no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham” (Hebreos 2:16). Y el apóstol Juan dice: “El que no cree que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Juan 4:3). La carne de Cristo, por lo tanto, no era ni carne en apariencia, ni tampoco carne traída del cielo, como soñaron Valentino y Marción.” (Capitulo 11)

Esta fue una confesión vinculante de las iglesias suizas reformadas y declara explícitamente que María fue siempre virgen. James Dennison, Jr. Comenta que esta confesión fue “la más ampliamente recibida de las confesiones reformadas del siglo XVI” (Reformed Confessions, vol. 2, p. 809), quienes adoptaron esta confesión además de las iglesias suizas, estaban las iglesias reformadas de Hungría y Europa del Este.

Consenso de Sandomierz (1570)

“También creemos y confesamos que este eterno Hijo de Dios es el hijo del hombre, de la generación de Abraham y de David, concebido no de la unión con un hombre (como dijo Ebion), sino sin mancha por el Espíritu Santo y nacido de sangre pura y perpetua virgen María. Todos los evangelistas escribieron sobre esto diligentemente, y San Pablo dice que Dios no llamó a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham (Heb. 2:16). Asimismo, San Juan: “El que no cree que Jesucristo vino en carne, no es de Dios” (1 Juan 4:3).” (Artículo 11)

En otros países donde hizo presencia el protestante el consenso de Sandomierz represento la confesión de fe confesión polaca, checa y bohemia. Del mismo modo que las anteriores esta confiesa la virginidad perpetua de María de manera más explícita al usar la expresión “perpetua virgen María” además de aclarar que los evangelistas escribieron sobre esto diligentemente.

-El Sínodo de Thorn (1595)

“También creemos como artículo fundamental el artículo sobre el oficio de nuestro Señor Jesucristo, a saber, que el Hijo unigénito del Padre hecho carne por María (que permaneció siempre virgen) es nuestro único Redentor y Mediador, y sólo por esto es el Fundamento, la Cabeza, el Sumo Sacerdote y el Profeta, y asimismo el único Rey y Esposo de la iglesia, en quien solo reside la plenitud del poder, la gracia y la vida, que de Él, como cabeza por medio de la misma Espíritu, se derrama en todos los miembros según la medida de cada creyente.” (II, 2, 2)

Este sínodo representa también a los protestantes de Polonia y Lituania, se aprecia que sigue confirmando a María como la siempre virgen.

Conclusión:

Después de haber leído, analizado y estudiado las diversas confesiones de fe y sínodos protestantes podemos constatar que la Virginidad Perpetua de María formaba parte de las creencias de gran parte de los protestantes históricos, con algunas excepciones. Pero que no llegan a afectar el dogma ya proclamado en el Concilio de Constantinopla II (553) de María siempre virgen.

¿LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA TIENE ORIGEN GNÓSTICO?

Por: Richbell Meléndez

Según algunos protestantes, sobre todo aquellos fuertemente anticatólicos y antimarianos, que no les importa negar verdades de fe ya definidas por la Iglesia como la Virginidad Perpetua de María, suelen alegar que esta doctrina es de origen gnóstico.

Se basan en el hecho de que la Virginidad Perpetua de María fue mencionada en libros "apócrifos" del siglo II como el Protoevangelio de Santiago, por lo que concluyen que al ser mencionado en un libro "apócrifo" entonces el origen de la creencia se debe a dicho libro.

Ese argumento claramente es una falacia non sequitur, porque la conclusión a la que se llega no se sigue de las premisas, dado que el hecho de que una verdad se mencione en un libro apócrifo no quiere decir que su origen se deba a ese libro, ya que como reconoce el mariólogo Gabrielle M. Roschini: "Los Apócrifos tienen indudablemente (...) importancia teológica (por los elementos que confirman alguna verdad revelada)" (Diccionario Mariano (1964) p. 46)

Fíjense como el mariólogo dice que los apócrifos confirman alguna verdad revelada, no dice que originan dicha verdad. Otro mariólogo, José C.R. García Paredes, también opina que el Protoevangelio de Santiago refleja creencias anteriores a su fecha de composición.

“Las primeras alusiones a este evangelio [Protoevangelio de Santiago] se encuentran en Justino (†165), Clemente de Alejandría († 215), Orígenes († 253-254), Gregorio de Nisa († 394) y Epifanio († 403). Respecto a su antigüedad, parece ser que ya existía en el siglo II un libro de Santiago, que contenía dos partes al menos del Protoevangelio. Objetivo de este libro era glorificar a María. Tuvo una grandísima difusión. Es una obra anterior a los dogmas, a la doctrina desarrollada, a los Santos Padres. Refleja creencias populares anteriores a su fecha de composición.” (Mariología, BAC. Madrid 1995, p. 170).

Aun así, el error del protestante es que generaliza todos los apócrifos, cometiendo el típico error de pensar que "apócrifo" es igual a falso o herético. Al parecer, ignora las distintas clasificaciones que podemos encontrar de los libros apócrifos del Nuevo Testamento, específicamente entre los llamados "Evangelios apócrifos.

El "Diccionario Bíblico Ilustrado Holman Revisado y Aumentado" (2014) explica esta clasificación de los Evangelios apócrifos: "Los Evangelios apócrifos. Este gran grupo de escritos se puede clasificar aún más en evangelios de la infancia, evangelios de la pasión, evangelios judeocristianos y evangelios originados en grupos herejes. (...) “Evangelios de la Infancia” es el nombre de obras apócrifas que en cierto modo tratan del nacimiento o de la niñez de Jesús, o de ambos. (...) Los escritores de estos evangelios de la infancia apócrifos intentaban corregir lo que ellos consideraban como deficiencias de los relatos canónicos e intentaban llenar los espacios en blanco que ellos veían. La mayor parte del material se ocupa de los años de silencio de la niñez de Jesús. Los dos evangelios de la infancia más antiguos, a partir de los cuales se desarrolló la mayor parte de la literatura posterior, son el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio de la Infancia según Tomás." (p. 108)

Entonces, el Protoevangelio de Santiago, entra en la clasificación de los "Evangelios de la Infancia" los cuales se distinguen de los "Evangelios heréticos" que, como también comenta el mismo "Diccionario Bíblico Ilustrado Holman Revisado y Aumentado" estos si son los que tienen origen gnóstico.

"Los Evangelios heréticos abarcan una amplia variedad de evangelios apócrifos, la mayoría de los cuales se consideran evangelios gnósticos." (p. 109)

Lo anterior también lo confirma el P. Philip J. Donnelly quien colabora en la obra de "Mariología" (1964) de Juniper Carol.

"ESTOS (COMO EL PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO) FUERON COMPUESTOS, PROBABLEMENTE, POR LA GENTE SENCILLA PERTENECIENTE A LA IGLESIA, NO POR LAS SECTAS CONSIDERADAS HEREJES – COMO ALGUNOS HAN AFIRMADO. Pero, sea cual fuere su origen, no tenemos fundamento para concluir que los apócrifos contenían y transmitieron la tradición auténticamente apostólica relativa al dogma de la perpetua virginidad de María.” (Mariología" (1964) p. 656).

Lo que está entre paréntesis lo agregue para entender mejor a que se refiere.

He citado a este mariólogo católico y su opinión, dado que a estos protestantes que niegan la virginidad perpetua de María suelen citar opiniones de "mariólogos católicos" y piensan que son la última autoridad en el tema. Sin embargo, para el cristianismo la autoridad sobre este tema de la Virginidad Perpetua de María ya fue aclarada en el Concilio de Constantinopla II (553), un concilio ecuménico de la Iglesia reconocido por la cristiandad antigua.

Este concilio reconoce a María como la siempre virgen y anatematiza a aquellos que no lo creen así.

“Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios tiene dos nacimientos, el que es antes de todos los siglos procedente del Padre, fuera del tiempo y sin cuerpo, y en segundo lugar el nacimiento de estos postreros días cuando el Verbo de Dios descendió de los cielos y se hizo carne de María santa y gloriosa, madre de Dios y siempre virgen, y nació de ella: sea anatema.” (2. Anatemas contra los “tres capítulos”)

Claramente, este concilio llama a María siempre virgen confirmando el dogma de la perpetua virginidad de María, algo que ciertos protestantes niegan o consideran antibíblico. Pero este concilio fue muy claro al enseñarlo.

Finalmente, la opinión de estos protestantes no hace que deje de ser verdad la Virginidad Perpetua de María, creencia que compartimos la cristiandad antigua conformada por católicos y ortodoxos y los protestantes históricos, no tiene nada que ver con el gnosticismo como algunos suelen afirmar en base a falacias

Protoevangelio de Santiago
evangelio apócrifo

El Protoevangelio de Santiago, también conocido como el Libro de Santiago o el Protoevangelium, es un evangelio apócrifo, escrito probablemente hacia el año 150 y centrado en la infancia de la Virgen María y en el nacimiento de Jesús de Nazaret. Se conserva en unos 20 manuscritos medievales del siglo XII en adelante.

Aunque nunca fue incluido entre los evangelios canónicos, recoge relatos que han sido admitidos como ortodoxos por algunas iglesias cristianas, tales como la natividad milagrosa de María, la localización del nacimiento de Jesús en una cueva o el martirio de Zacarías, padre de Juan el Bautista.

Mientras que en las iglesias orientales alcanzó gran difusión durante los primeros siglos del cristianismo, su auge en Occidente llegó solo con el cabalista francés Guillaume Postel (1510-1581), quien lo tradujo al latín y lo publicó en 1552.

Denominación
La denominación más nueva conocida para este evangelio apócrifo es la de Libro de Santiago, utilizada por Clemente de Alejandría y Orígenes.

El término «protoevangelio» fue utilizado por primera vez por Guillaume Postel en 1552 al considerarlo un prólogo del evangelio de Marcos.

Fecha y autoría
El texto tiene un epílogo en que se declara su autoría: «Y yo, Santiago, que he escrito esta historia [...]». Una antigua tradición afirmaba que dicho autor era Santiago el «hermano» de Jesús, pero esta hipótesis no tiene hoy día ningún crédito.

Los estudiosos actuales creen que el texto fue escrito mucho más tarde, durante el siglo II, por un cristiano procedente del paganismo (ya que desconoce las costumbres judías) y que ignoraba el hebreo, pues usó como fuente la Biblia griega de los Setenta. Es muy probable que utilizara también como fuentes los evangelios de Mateo y Lucas.

La primera mención de este evangelio se encuentra en las obras de Orígenes (muerto hacia el año 254), quien lo aduce para demostrar que los llamados «hermanos de Jesús» eran en realidad hijos de José con su anterior esposa, lo que significa que el texto era ya en el siglo III lo suficientemente antiguo como para que Orígenes lo tuviera por auténtico. Aunque no se han encontrado menciones anteriores, la referencia de Justino Mártir (muerto en 165) al nacimiento de Jesús en una cueva parece revelar que conoció la obra. Por su parte, Clemente de Alejandría (muerto en 215), asegura en uno de sus escritos que la virginidad de María fue constatada por una comadrona, en lo que puede ser una referencia a un episodio narrado en el capítulo XX del protoevangelio.

Transmisión
El texto del Protoevangelio de Santiago ha llegado hasta nuestros días en más de 140 manuscritos diferentes en griego. Esta abundancia de manuscritos implica un gran interés por el texto. Además, existen traducciones al siríaco, etiópico, copto, georgiano, eslavo antiguo, armenio, árabe, irlandés y latín. Igual que ocurre con el resto de los evangelios, incluyendo los canónicos, la mayor parte de los manuscritos son del siglo X o posteriores.

El manuscrito más antiguo de este texto es un papiro de finales del siglo III o comienzos del siglo IV encontrado en 1958, conocido como Papiro Bodmer V porque se conserva en la Biblioteca Bodmeriana de Cologny (en las afueras de Ginebra).

Durante el Renacimiento, este evangelio apócrifo volvió a cobrar importancia gracias al cabalista francés Guillaume Postel (1510-1581), quien lo llevó a Occidente desde Constantinopla. Pese a que el manuscrito original se ha perdido, Postel realizó una traducción al latín que aún se conserva y que fue publicada en Basilea (Suiza) bajo el auspicio del editor Teodoro Bibliander (Theodore Buchmann, 1509-1564). Posteriormente, en 1564 Michael Neander realizó a través del mismo impreso una nueva edición del texto en griego acompañado de la traducción de Postel. Los volúmenes posteriores del Protoevangelio se basaron en estas publicaciones.

A mediados del siglo XIX, el texto actual fue definitivamente fijado por el teólogo alemán Konstantin von Tischendorf (1815-1874), quien utilizó 18 manuscritos diferentes, además de testimonios indirectos.

Género
El Protoevangelio de Santiago es más una leyenda hagiográfica (biografía de un santo), centrada en María, que un evangelio propiamente dicho. Suele contarse entre los llamados «apócrifos de la Natividad», de los cuales es el más antiguo y el modelo principal. Otros evangelios de la Natividad son el Evangelio del Pseudo Mateo, y el Libro sobre la Natividad de María o Liber de infantia Salvatoris.

Contenido
El texto consta de dos partes distintas:

1) Vida de María hasta el nacimiento de Jesús. Narra la historia de la concepción milagrosa de María (capítulos I-V). Sus padres, Ana y Joaquín ya eran ancianos cuando Dios les concedió tener descendencia. Después relata la infancia de María (VI-VII), quien es puesta bajo el cuidado del templo desde los tres años de edad. Se casa con José, quien se compromete a protegerla y a respetar su virginidad. De él se afirma que es viudo y tiene varios hijos.

2) Nacimiento de Jesús. Se describe luego el episodio de la Anunciación (con algunas variaciones con respecto al Evangelio de Lucas), la Visitación, las dudas de José y la aparición en sueños del ángel. En los capítulos XV y XVI José es acusado por el escriba Anás de haber violado a María, y tanto José como María deben someterse a una prueba para demostrar su inocencia. A partir del capítulo XVII se narra el nacimiento de Jesús y los episodios de la llegada y adoración de los Magos. Siguen la matanza de los inocentes y el martirio de Zacarías (padre de Juan el Bautista).

La obra se cierra con un epílogo (capítulo XXV), en el que Santiago se presenta como autor e indica que compuso la obra cuando se retiró al desierto para huir de un motín que se produjo en Jerusalén tras la muerte de Herodes.

El protoevangelio tiene una finalidad apologética. Se trata de defender a María de las acusaciones que contra ella hacían tanto judíos como paganos, y que son registradas por Orígenes en Contra Celso: la madre de Jesús habría sido una mujer pobre e ignorante, adúltera y repudiada por su marido, que habría dado a luz a un hijo ilegítimo de un soldado romano. Para rechazar estas acusaciones, el autor del protoevangelio enfatiza la santidad de María y, sobre todo, su virginidad, incluso después del parto. Para ello relata que Salomé ―un personaje que aparece también en el Evangelio de Marcos, citada entre los asistentes a la crucifixión― comprueba empíricamente tras el parto la virginidad de María (capítulo 20). La redacción de este evangelio tiene sin duda relación con los inicios del culto mariano.

Algunos autores encuentran en este evangelio influencias del docetismo.

Influencia posterior
Del Protoevangelio de Santiago proceden muchas creencias populares acerca de la vida de la Virgen María, empezando por los nombres de sus padres, Joaquín y Ana, o escenas de su vida después ilustradas por el arte cristiano, como su presentación en el templo (capítulo VI). La Natividad de Cristo es también situada con frecuencia en una cueva en las representaciones del arte occidental, siguiendo una tradición que procede del Protoevangelio de Santiago.

La representación de José, el marido de María, como un hombre mucho mayor que ella proviene también de este Protoevangelio y ha sido asumida por prácticamente todos los pintores y escultores cristianos.

El Papiro John Rylands 470: la oración más antigua dirigida a la Virgen María (a. 250)

El Papiro John Rylands 470 es un pequeño fragmento de papiro, que mide 94 mm por 180 mm; se encuentra ahora en los Papiros de la Colección Rylands en la Universidad de Manchester. Este fragmento es probablemente una copia privada de una oración dirigida a la Virgen María. Está escrito en tinta marrón. El dorso esta en blanco. Más abajo se hace un estudio de lo que se lee en el papiro. Fue adquirido por la Biblioteca Universitaria Jhon Rylands en 1917. 
 
El fragmento fue estudiado por Edgar Lobel 1889-1982, experto en papirología de la Universidad de Oxford. El papiro fue descubierto durante unas excavaciones en la ciudad de Oxirrinco, que se encuentra al sur del ramal Bahr Yussef del Nilo en Egipto, llevadas a cabo a finales del siglo XIX. En las excavaciones aparecieron miles de papiros del antiguo Egipto en griego, latín y copto, que habían sido tirados durante un período de mil años en vertederos del desierto fuera de la ciudad.

P. Rylands 470 ha sido fechado alrededor del año 250, por papyrologistas que han examinado el estilo de escritura a mano. Si la datación es correcta se demuestra que las peticiones y oraciones a la Madre de Dios se remontan a los primeros tiempos de la Iglesia, tal vez para el siglo II.

Aunque parcialmente roto, registra claramente el texto en griego koiné de una oración todavía utilizada hoy por católicos y cristianos ortodoxos, y que actualmente dice así:

Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη

La oración es también conocida por su texto latino: sub confugimus Praesidium tuum, Sancta Dei Genetrix. Nostras deprecationes despicias ne en nostris necessitatibus, sed un periculis cunctis libera nos sempre Virgo gloriosa et Benedicta.

La traducción es español es esta: Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

Se trata de un tropario (himno bizantino). Es quizás el texto más antiguo que conservamos en que se llama Theotokos a la Virgen, en un contexto oracional e invocativo.

Fuente: Rylands Papiros Colección , Universidad de Manchester

Theotokos (θεοτόκος), la que da a luz a Dios
Cabe destacar la presencia del término θεοτόκος: Theotokos (en este caso, Θεοτόκε: Theotoke, en vocativo). Θεοτόκος es un término que está compuesto por dor palabras: Θεος que significa Dios y τόκος que significa nacimiento o portador. El significado literal es: portadora de Dios o la que da a luz a Dios. Este significado es equivalente al título: Μήτηρ του Θεού: Madre de Dios. La Iglesia cristiana temprana le dio a María en el Concilio de Éfeso de 431 en título de Theotokos.

El el papiro se lee lo siguiente:
Nota: El escritor utiliza un Sigma semilunar (es decir, «C «) para Σ. Las letras grises son las desaparecidos o parcialmente desaparecidas desde el papiro; el papiro no tiene espacios entre palabras, pero hay espacios en la trascripción del texto fuente que copio a continuación:

1 ΥΠΟ ΤΗΝ CΗΝ 
2 ΕΥCΠΛΑΓΧΝΙΑΝ
3 ΚΑΤΑΦΕΥΓΟΜΕΝ
4 ΘΕΟΤΟΚΕ ΤΑC ΗΜΩΝ
5 ΙΚΕCΙΑC ΜΗ ΠΑ
6 ΡΙΔΗC ΕM ΠΕΡΙCΤΑCΕΙ
7 ΑΛΛ ‘ ΕΚ ΚΙΝΔΥΝΟΥ
8 ΡΥCΑΙ ΗΜΑC
9 ΜΟΝΗ ΑΓΝΗ , ΜΟΝ
10 Η ΕΥΛΟΓΗΜΕΝΗ

1 Bajo su
2 compasión
3 nos refugiamos
4 Theotokos nuestras
5 peticiones no de-
6 precies en tiempo de angustia
7 y en los peligros
8 rescatanos
9 Sólo Santo Só-
10 -lo Santísimo

Así es la oración mariana más antigua del mundo, escrita en griego en un papiro descubierto en 1917
El fragmento fue datado en el año 250 d.C., un siglo antes del Edicto de Milán firmado por el emperador Constantino. Eran tiempos de persecución y los cristianos le pedían en esta oración su protección a María

en 1917, la biblioteca John Rylands de Manchester, recibió un gran panel de papiro egipcio. Entre los rollos había uno con un corto texto escrito en griego clásico. Fue etiquetado con el número 470. Tenían entre sus manos la oración mariana más antigua del mundo, conocida como Sub tuum praesidium (ya por su nombre en latín y traducido al español como Bajo tu protección).

El fragmento fue datado en el año 250 d.C., un siglo antes del Edicto de Milán firmado por el emperador Constantino. Eran tiempos de persecución y los cristianos le pedían en esta oración su protección a María, bajo la advocación de Theotokos. Esta palabra griega quiere decir la que da luz a Dios y se usaba para referirse a la Virgen como madre de Jesús. Casi 200 años después se consagró este nombre de María como Cristotokos, en el Concilio de Éfeso (431 d.C.).

'Sub tuum praesidium'
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre
de todo peligro,
¡Oh Virgen gloriosa y bendita!

Durante siglos, el papiro estuvo bajo la arena del desierto, en una zona de arrabales de la antigua ciudad de Oxirrinco. El lugar adquirió fama internacional después de que los arqueólogos Bernard Pyne Grenfell y Arthur Surridge encontraron una ingente cantidad de manuscritos de un antiguo vertedero. Los llamados papiros de Oxirrinco llevan siendo recopilados desde 1898, mientras que el volumen más reciente apareció en 2008.

La oración a María Theotokos aparece en el papiro escrita a mano con tinta marrón. Según los detalles del archivo, se cree que podría ser un modelo para un grabador, es decir, para copiarse tantas veces fuese necesario. Igualmente indican que no hay indicios de que estuviera destinada al uso litúrgico, sino que se trataría más bien de un extracto privado.

Además de ser la reproducción más antigua de esta oración tan importante para las tradiciones católica y ortodoxa, en las que se ha llegado a convertir en un himno, es también la evidencia más antigua que sobrevive de cristianos dirigiéndose a la Virgen como madre Dios. Ello es prueba también de que ya durante los primeros siglos del cristianismo existía una devoción a María.

Además de la griega, hay versiones en copto, siriaco, armenio y latín. Fue durante la Edad Media cuando se popularizó su uso como antífona final del rezo de Completas, en vez del Salve Regina, en la Liturgia de las Horas, que se sigue practicando a día de hoy. Más tarde, Pío VI concedió de forma extraordinaria una indulgencia de cien días para quien con contrición rezase por la mañana la Salve y por la tarde el Sub tuum praesidium.

Continua en El Aeiparthenos II

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