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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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sábado, 17 de agosto de 2019

El Anglicanismo I: Origen

Catedral de Canterbury 

Anglicanismo
denominación cristiana protestante nacida en el siglo XVI, a instancias de Enrique VIII de Inglaterra
No debe confundirse con Anglicismo.

El anglicanismo es la rama del protestantismo surgida en Inglaterra, en el siglo XVI, y tiene su origen en la Reforma anglicana. Podría definirse como la fe, práctica y espíritu de las Iglesias que son miembros de la Comunión anglicana, es decir, Iglesias en plena comunión con el arzobispo de Canterbury.​ Con todo, el anglicanismo tiene profundas raíces en el pasado: Rowan Williams describió el Anglicanismo como lo que le ocurrió a la Iglesia de Inglaterra, Gales e Irlanda durante la reforma del siglo XVI y posteriormente. Lo medular de la fe de los anglicanos se encuentra en la Biblia, los Treinta y nueve artículos de la fe cristiana, y el Libro de Oración Común, los cuales resumen la enseñanza de la Iglesia de los primeros cinco siglos y rechazan tanto la evolución posterior de la Iglesia católica como las simplificaciones del unitarismo. Recientemente, con las divisiones sobre temas doctrinales y morales, se ha extendido a grupos fuera de la Comunión anglicana (ver lista parcial).

Diferentes ramas anglicanas
  • Comunión anglicana
-Movimiento anglicano de Continuación
-Comunión Anglicana Tradicional
Iglesia católica anglicana (tradicionalista)
  • Iglesia Episcopal Reformada
Orígenes del término «anglicanismo»
El término «anglicanismo» se usó por primera vez en 1838.​ Deriva del adjetivo «anglicano» que, a contar del siglo XII, se encuentra en documentos haciendo parte de la frase en latín ecclesia anglicana. En aquel período esta significaba Iglesia inglesa, es decir, aquella parte de la iglesia occidental o latina que existía en Inglaterra. El adjetivo se usó como sinónimo de «inglés» hasta el siglo XVIII cuando empezó a adquirir matices teológicos que definían la postura religiosa de la Iglesia de Inglaterra frente a los católicos y los calvinistas. De allí, se extendió a las Iglesias trasplantadas por ingleses a otros países durante el período de la expansión colonial y esto determinó el sentido de la palabra anglicanismo.

Esbozo histórico
Hasta 1547
El cristianismo llegó tempranamente a las islas británicas: tres obispos británicos asistieron al Concilio de Arles en 314. La Iglesia sufrió una serie de contratiempos durante las invasiones paganas que pusieron fin a la civilización y cultura romana en Inglaterra y expulsaron a los cristianos a Gales e Irlanda. La fe cristiana recuperó terreno en el siglo VII como consecuencia de misioneros célticos de Irlanda quienes evangelizaron el norte Inglaterra y de una misión romana que llegó a Canterbury en el sureste del país en 597. En 664 las Iglesias de tradición celta aceptaron la jurisdicción papal. Durante casi novecientos años, la Iglesia de Inglaterra formaba parte de la iglesia latina aunque hubo tensiones en el siglo XVI sobre la manera en que el papado ejercía su jurisdicción en desmedro de los ingleses y hacia fines del mismo siglo cuando Juan Wyclif(fe).

A comienzo del siglo XVI, al igual que en otras partes de Europa, mucha gente influyente comenzó a exigir la reforma administrativa, legal y moral de la Iglesia.​ Entre las causas de este movimiento figura el Renacimiento que proporcionó a los críticos nuevos instrumentos intelectuales.

Reforma anglicana (1547-1625)
Guerra civil y sus secuelas (1625-1714)
La Comunión anglicana
La Comunión anglicana, una fraternidad amplia de 40 provincias autónomas de dependencia mutua que están en plena comunión con el arzobispo de Canterbury, es una de las comuniones cristianas más numerosas del mundo, con aproximadamente 98 millones de miembros.

La Comunión anglicana se considera parte plena de la Iglesia cristiana: una, santa, católica y apostólica, y se considera católica y reformada.

Para muchos anglicanos, representa también una forma del catolicismo no papal, y para otros, una forma de protestantismo sin figuras fundadoras tales como Martín Lutero o Juan Calvino.

Pero en la línea del anglicanismo clásico, los planteamientos del teólogo isabelino del siglo XVI Richard Hooker en Essays on ecclesiastical polity siguen expresando la identidad anglicana como prudente combinación entre estas dos tradiciones cristianas, una "vía media" entre ambas, mediante una aplicación equilibrada de tres criterios esenciales de fe y ética:
  • La Sagrada Escritura,
  • la Tradición apostólica
  • la Razón.
Así, con algunas diferencias de énfasis doctrinal y litúrgico, las iglesias de la comunión anglicana mantienen su unidad a través, principalmente, de la comunión sacramental con el arzobispo de Canterbury y la celebración de la liturgia conforme a las diferentes versiones autorizadas del Libro de Oración Común.

Valores y características destacadas
En 1888 la Conferencia de Lambeth propuso como base para la reunión de las Iglesias cuatro elementos conocidos comúnmente como el Cuadrilátero de Lambeth:

1. Las Santas Escrituras de los Testamentos Antiguos y Nuevos como 'conteniendo todas las cosas necesarias por la salvación', como la regla y norma última de la fe.
2. El Credo Apostólico como credo bautismal; el Credo Niceno, como definición suficiente de la fe cristiana.
3. Los dos Sacramentos ordenados por Cristo mismo —Bautismo y la Eucaristía— administrados sin falta con las palabras de institución de Cristo, y de los elementos ordenados por él.
4. El episcopado histórico, adaptado localmente —en cuanto a sus métodos administrativos— a las variadas necesidades de las naciones y pueblos llamados por Dios a la unidad de su Iglesia. Estos cuatro elementos resumen lo medular de la fe anglicana y se comprenderían a la luz de la tríada: Escritura, Tradición y Razón, que servirían como triple criterio para discernir la fe y la ética del cristiano.

Entre los anglicanos no existe una veneración de santos propiamente dicha; antes bien, en la medida en que la Iglesia, como Pueblo de Dios, es Santa, todos sus miembros bautizados lo son, no por sus merecimientos morales, sino en virtud de su vocación. Sin embargo, la Iglesia honra a Dios y le da gracias «por la Gracia depositada en sus santos, que han sido luces del mundo en su propia generación»; de esta manera, es posible honrar, dentro de la liturgia, y con arreglo a un Calendario Eclesiástico, a los bautizados que han sido héroes de la fe.

En las iglesias anglicanas existen diversas imágenes de Cristo, la Virgen María y los santos: iconos, retablos, conjuntos escultóricos y, sobre todo, vitrales; sin embargo, en los ambientes anglicanos suele establecerse una clara diferencia entre utilizar imágenes en el culto (práctica generalmente aceptada), a rendir culto, de cualquier índole, a las imágenes. Este criterio distingue al anglicanismo tanto de las tradiciones protestantes, y el ortodoxas, en lo que al tratamiento de las imágenes religiosas se refiere. La misa anglicana o Servicio de Comunión tiene muchos elementos parecidos a la misa católica ordinaria, y al igual que esta incluye una Epíclesis (o sea, una invocación al Espíritu Santo).

La dignidad humana y la igualdad entre todas las personas forman parte fundamental de los valores anglicanos. Así lo muestran las modernas redacciones de los votos bautismales en las diversas provincias de la Comunión, y también el ejemplo de arzobispos anglicanos destacados, como el ugandés Janani Luwum, reconocido como mártir del siglo XX, o el sudafricano Desmond Tutu, luchador incansable por la justicia en un país dominado por una de las formas más severas de discriminación racial, el «apartheid». En medio de esta discriminación, el Arzobispo Tutu no solo luchó por los derechos de los africanos, sino que ayudó a mantener la paz desterrando el odio, siendo galardonado por ello con el Premio Nobel de la Paz en 1984.

Otro ejemplo de expresión de estos valores del anglicanismo se observa en que, en la mayoría de las provincias anglicanas, es canónicamente posible, desde la década de 1970, la Ordenación de mujeres al diaconado, al presbiteriado y al episcopado, lo cual, no obstante, no ha dejado de crear amplia discusión entre las Iglesias de esta Comunión. La primera mujer consagrada al episcopado fue Barbara Clementine Harris, como Obispa Sufragánea de Massachusetts (Estados Unidos de América), en 1990.

La actitud de los anglicanos ante la homosexualidad es también un asunto espinoso que ha provocado, en su seno, serias confrontaciones en todo ámbito, desde la repulsión hasta la más amplia aceptación. Aunque las Iglesias anglicanas, a lo largo de su historia, no se han caracterizado por una inclinación a las discusiones acaloradas ni a las declaraciones sobre moral sexual (de hecho, su clero ha sido libre, en todas partes, desde el siglo XVI, para contraer matrimonio, mantenerse célibe o vivir en soltería), dos hechos históricos, en la primera década del siglo XXI, han disparado el debate sobre la relación entre homosexualidad y cristianismo: La autorización para la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo por parte de la diócesis de New Westminster, de la Iglesia anglicana del Canadá, y la elección y consagración de Gene Robinson como obispo de la diócesis de New Hampshire, de la Iglesia episcopal en los Estados Unidos, puesto que Robinson había declarado oficialmente su condición homosexual ante su diócesis.

Doctrina sobre la Iglesia e instrumentos de unidad
Para los anglicanos, la mínima expresión de la Iglesia en el mundo es la diócesis, es decir, la reunión de las personas bautizadas (laicos y clérigos), que forman parte del Cuerpo Místico de Cristo en una determinada área territorial, bajo la guía pastoral de un Obispo.

Cada obispo es el sacerdote principal de su iglesia diocesana, preside por derecho la Santa Eucaristía, ordena y consagra a los diáconos, a los presbíteros (esto siempre en unión de dos o más presbíteros que imponen las manos junto con él), y a otros obispos (igualmente, en unión de dos o más obispos). El Obispo preside ex officio todos los cuerpos canónicos o de facto instituidos dentro de su diócesis, y que están integrados por clérigos y laicos debidamente elegidos por el sínodo o convención, pero no puede ponerse por encima de la Constitución y Cánones de su diócesis ni de su Provincia eclesiástica o Iglesia autónoma.

De acuerdo con la tradición católica, todos los obispos anglicanos tienen el mismo rango (son iguales entre sí), salvo las diferencias funcionales entre los obispos diocesanos y sus ayudantes, los obispos sufragáneos y coadjutores; pero todos son considerados sucesores de los apóstoles y, en cuanto tales, comparten, de manera colegiada, el liderazgo de la Comunión anglicana (tal cosa como la "Iglesia anglicana", no existe sino a nivel de denominación provincial).

Un obispo anglicano actúa siempre, al menos de derecho, con la participación del clero y los laicos en todas las decisiones trascendentales, a través de los sínodos o convenciones diocesanas (anuales) o provinciales (generalmente trienales), siendo los obispos los pastores principales.

Aunque los anglicanos reconocen que el repudio a la autoridad del papa iniciada por Enrique VIII de Inglaterra condujo a la Iglesia de Inglaterra a existir efectivamente como entidad completamente separada de Roma, también reconocen su continuidad con respecto a la medieval Iglesia Pre Reforma. Completamente aparte de sus distintivas costumbres y liturgia (por ejemplo el Rito de Sarum) el entramado organizacional de la Iglesia de Inglaterra estaba ya establecido al momento de efectuarse el Sínodo de Hertford (entre 672 y 673), cuando todos los obispos ingleses fueron capaces, por primera vez, de actuar como un cuerpo, bajo la dirección del Arzobispo de Canterbury. El efecto del Estatuto Restrictivo de Apelaciones (Act in Restraint of Appeals) de 1533 y del Acta de Supremacía (Acts of Supremacy) de 1534, promulgados por Enrique VIII fue, simplemente, declarar que la Corona de Inglaterra era «la única cabeza suprema en la tierra de la Iglesia de Inglaterra, llamada Ecclesia Anglicana», y que el Obispo de Roma no tenía ninguna «mayor jurisdicción en Inglaterra que cualquier otro obispo extranjero». El desarrollo posterior de los Treinta y nueve artículos y la promulgación de los Estatutos de Uniformidad (Acts of Uniformity) culminaron en el Acuerdo Religioso Isabelino que dio lugar a una Iglesia que era a la vez católica y Reformada con el monarca inglés (luego británico) como su Gobernador supremo.

El Anglicanismo en contexto ecuménico
El Anglicanismo está presente principalmente en los países de trasfondo cultural británico, como las antiguas colonias inglesas en América (Canadá, los Estados Unidos y parte de las Antillas), así como Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, algunos países del Sureste de Asia, y de África.

Durante el reinado de la reina Isabel I de Inglaterra, catorce obispos fueron depuestos de sus sedes episcopales, excepto la diócesis de Llandaff (luego pasaría a formar parte de la Iglesia inglesa). La sede de Canterbury estaba vacante. Surgió la cuestión de cómo obtener una consagración que preservara inquebrantable la Sucesión Apostólica, ya que el Obispo de Llandaff rehusó oficiar la consagración del Nuevo Arzobispo de Canterbury. Matthew Parker había sido elegido por Isabel I para ocupar dicha sede.

En el "Book of Common Prayers" se reformaron las fórmulas de consagración episcopal, quitando las que aluden a la intención consagratoria (esencial al Sacramento). Por esto, los Obispos no son de sucesión apostólica por doble motivo: los ordenados por Parker, porque él no lo era válidamente (fue 'nombrado' no 'ordenado'), y los 'consagrados' según el Common Prayer, por carecer el rito de su ordenación de intención consagratoria manifiesta.

Los teólogos anglicanos sostienen que la Comunión anglicana conserva la sucesión apostólica, también conocida como episcopado histórico, elemento fundamental de catolicidad. Sin embargo, esta afirmación no está libre de polémicas. En efecto el papa León XIII en la Bula Apostolicae curae de 1896, tras un estudio canónico, teológico y sacramental sobre las formas rituales utilizadas en la Iglesia anglicana, decidió desconocer la validez de las órdenes sagradas conferidas con el rito anglicano. Singularmente, la Iglesia ortodoxa —especialmente el Patriarcado de Antioquía—, expresó en 1922 que consideraba las órdenes anglicanas como equiparables a las de la Iglesia de Roma y las otras Iglesias orientales.

Entre 2007 y 2009, numerosos obispos y fieles anglocatólicos de la TAC (Comunión Anglicana Tradicional) que no están en comunión con Canterbury han pedido la entrada en la Iglesia católica, por lo que el 4 de noviembre de 2009, el papa Benedicto XVI publicó la Constitución apostólica Anglicanorum cœtibus, que ofrece una normativa general que regule la institución y la vida de los ordinariatos personales para aquellos fieles anglocatólicos que desean entrar corporativamente en la comunión plena con la Iglesia católica.

Las Iglesias de la Comunión anglicana, han sido pioneras en el ecumenismo: el diálogo fraternal, teológico, y de cooperación social entre los cristianos de diversas Iglesias y denominaciones, así como también en el diálogo interreligioso. La conferencia de Edimburgo que, en 1910, reunió a varias denominaciones evangélicas, contó también con la activa presencia organizativa de la Iglesia de Inglaterra. Cuando en 1948 se fundó el Consejo Mundial de Iglesias, con sus filiales por varias partes del mundo, los anglicanos de todo el mundo fueron los primeros en responder y comprometerse en este diálogo.

Desde mediados del siglo XX, los anglicanos han estado dispuestos a proyectos de unidad cristiana que han supuesto su desaparición como denominación, en bien de una unidad más amplia con otros cristianos. Estos son los casos de las llamadas Iglesias Unidas, como: Bangladés, Pakistán, Norte de la India, sur de la India; estas Iglesias se han organizado ante la necesidad de ofrecer un testimonio de unidad a los no-cristianos, las comunidades involucradas han llegado a importantes acuerdos, aceptando simultáneamente la práctica del bautismo de niños así como el de adultos, y un ejercicio episcopal no gubernativo.

Existen Iglesias Unidas en Canadá y Australia, de las cuales las Iglesias anglicanas de esos países no han entrado a formar parte, pero a las que apoyan ampliamente y con las cuales mantienen programas conjuntos. Las Iglesias del Norte y sur de la India, Bangladés y Pakistán, no son provincias anglicanas, pero están en comunión con la familia anglicana, y sus obispos tienen asiento en la Conferencia de Lambeth.

Divisiones organizativas
Para los anglicanos, la mínima expresión de la Iglesia en el mundo es la diócesis, es decir, la reunión de las personas bautizadas (laicos y clérigos), que forman parte del Cuerpo Místico de Cristo en una determinada área territorial, bajo la guía pastoral de un Obispo.

Dentro de la Iglesia anglicana, se pueden distinguir tres clases de anglicanos, en lo que respecta su acercamiento a las doctrinas bíblicas, católicas y liberales:

  • Iglesia alta (High Church): El círculo más conservador de la Iglesia anglicana y cercano principalmente a la aristocracia inglesa, el cual preserva conceptos católicos en lo que respecta al culto y al ecumenismo. Su principal reflejo dentro del culto es la aceptación de los siete sacramentos católicos, las imágenes icónicas del catolicismo (no las veneran pero tampoco prohíben que otros miembros lo hagan), y el marcado ecumenismo con la Iglesia católica, de ahí los famosos anglocatólicos.
  • Iglesia baja (Anglicanos Evangélicos o Low Church): El círculo más reformado de la Iglesia anglicana, ligado con la historicidad directa de la reforma de Latimer, y los posteriores reformados como Owen, Chadwick y Ryle, y parte de los llamados "puritanos" que llegaron a establecer la colonia británica en Norteamérica que pasaría a ser Estados Unidos, de allí se separaron algunas de ellas en las llamadas "Iglesias episcopales". Estos círculos son los más apegados a los 39 artículos y al libro de oración común tradicional, no se identifican tanto con los católicos y hacen mayor énfasis en la herencia protestante del anglicanismo, como parte del cristianismo histórico, apostólico, católico (entiéndase por universal, que la iglesia de Cristo está en todas las partes de la tierra) y reformado. Muchos son de tendencia calvinista, y apegados a los preceptos reformados como las cinco solas (Sola Escritura, Sola Gracia, Sola Fe, Solo Cristo, Solo a Dios sea la gloria), y el famoso TULIP, o los cinco puntos del calvinismo. El actual Arzobispo de Canterbury, Rev. Justin Welby, se identifica como Evangélico.
  • Liberales: No es un círculo aparte, solo para temas de ordenamiento lo podemos considerar de esa manera. Estos liberales son aquellos que han realizado las últimas modificaciones y aperturas en la iglesia anglicana, sobre todo en la misma Inglaterra y en países como Canadá, EE. UU, Australia, que no quiere decir que todas las Iglesias anglicanas de estos países sean liberales. Están a favor de la apertura al ministerio femenino (designación de presbíteros, pastores y arzobispos femeninos), el ordenamiento homosexual, el casamiento homosexual y una fuerte tendencia a ideas socialistas.
Críticas
Las principales críticas y disyuntivas en la Iglesia anglicana corresponden a los problemas entre los bandos conservadores y liberales (minoría) en torno al acceso de mujeres y de personas abiertamente homosexuales al Sacramento del orden sagrado. Mientras los primeros (conservadores) rechazan la ordenación de mujeres y de homosexuales, argumentando razones teológicas y morales, los restantes (liberales) promueven la idea, señalando la necesidad de una equidad entre hombres y mujeres. Debido a esto, se ha creado un clima muy exaltado dentro de la Comunión anglicana, creándose así un profundo quiebre dentro de esta institución.

Reforma anglicana
reforma de la iglesia de Inglaterra por Enrique VIII en el siglo XVI
La Reforma anglicana o reforma inglesa es una serie de acontecimientos ocurridos en Inglaterra en el siglo XVI que culminaron con la separación de la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia católica y con la emancipación de la autoridad papal. Es parte de la reforma protestante que ocurrió en muchos países de Europa.

El desencadenante de la Reforma inglesa fue el deseo del rey Enrique VIII de obtener la nulidad de su matrimonio. Lo que comenzó como una disputa política y no teológica, tuvo profundas consecuencias tanto políticas como teológicas. Tras la separación de Roma, por el Acta de Supremacía Real, el monarca se convirtió en jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, que devino en una Iglesia nacional independiente de Roma.

Siguieron en Inglaterra muchos años de disputas teológicas, que a la postre llevaron a la guerra civil. El resultado fue el establecimiento de una Iglesia oficial del Estado y el reconocimiento gradual de varias otras iglesias y movimientos religiosos, incluyendo la Iglesia católica.

Inglaterra estuvo junto a Roma durante casi mil años, antes de que ambas iglesias se separaran en 1534, durante el reinado de Enrique VIII. La separación teológica se venía gestando en el seno de la Iglesia británica por medio de movimientos como el de los Lolardos, pero la reforma inglesa ganó verdadero apoyo político cuando Enrique VIII quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón (de acuerdo al Derecho canónico). Bajo presión del sobrino de Catalina, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V, el papa Clemente VII, inicialmente favorable a la solicitud, la rechazó, por lo que el rey Enrique VIII, aunque teológicamente un católico devoto (proclamado "Defensor de la Fe" por su refutación del luteranismo), decidió convertirse en Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra para asegurar la anulación de su matrimonio.

Enrique mantuvo una fuerte preferencia por la liturgia católico-romana tradicional durante su reinado, de modo que los reformadores protestantes no pudieron realizar prácticamente ningún cambio en las doctrinas y prácticas de la Iglesia de Inglaterra bajo su mandato. Pero bajo el gobierno de su hijo, Eduardo VI (1547-1553), la iglesia sí llegó a ser teológicamente protestante aunque fuese solo hasta retornar a la Iglesia católica durante el reinado de la reina María I en 1555 (que fue apodada por sus detractores como "María la Sanguinaria" - Bloody Mary). El establecimiento, bajo el gobierno de Isabel I (a partir de 1558) de una Iglesia de Inglaterra claramente protestante, pero moderada (pues reconocía su herencia católica y apostólica), permitió consolidarla legalmente (conforme al Estado y parte de él) y permitirle acomodar dentro de su comunión a una amplia gama de posiciones teológicas, lo cual ha sido, desde entonces, una de sus características esenciales.

Enfrentamiento de ideas religiosas en el siglo XVI
Inglaterra comenzó el siglo XVI como una nación católica romana. El catolicismo romano enseñaba que las personas contritas podían cooperar con Dios para su salvación realizando buenas obras (ver sinergismo). La gracia de Dios fue dada a través de los siete sacramentos: Bautismo, Confirmación, Matrimonio, Orden Sagrada, Unción de los Enfermos, Penitencia y Eucaristía. La Eucaristía se celebraba durante la Misa, el acto central del culto católico. En este servicio, un sacerdote consagraba el pan y el vino para que se convirtieran en el cuerpo y la sangre de Cristo a través de la transubstanciación. La iglesia enseñó que, en nombre de la congregación, el sacerdote ofreció a Dios el mismo sacrificio de Cristo en la cruz que proveyó expiación por los pecados de la humanidad.​ La Misa era también una ofrenda de oración por la que los vivos podían ayudar a las almas del purgatorio.​ Si bien la penitencia eliminó la culpa asociada al pecado, el catolicismo enseñó que aún quedaba una pena. Se creía que la mayoría de las personas terminarían sus vidas con estas penas insatisfechas y tendrían que pasar un tiempo en el purgatorio. El tiempo en el purgatorio podía reducirse mediante indulgencias y oraciones por los muertos, que eran posibles gracias a la comunión de los santos.

Lolardy anticipó algunas enseñanzas protestantes. Derivado de los escritos de John Wycliffe, un teólogo y traductor de la Biblia del siglo XIV, Lollardy enfatizó la primacía de las Escrituras y enfatizó la predicación sobre la Eucaristía, considerando que esta última no es más que un memorial.​ Aunque perseguidos y muy reducidos en número e influencia en el siglo XV,​ los lolardos se mostraron receptivos a las ideas protestantes.

Los humanistas del Renacimiento, como Erasmo (que vivió en Inglaterra durante un tiempo), John Colet y Tomás Moro, pidieron un retorno ad fontes ("volver a las fuentes") de la fe cristiana, las Escrituras tal como se entienden a través de la erudición textual y lingüística. y quería que la Biblia estuviera disponible en lengua vernácula. Los humanistas criticaron las llamadas prácticas supersticiosas y la corrupción clerical, mientras enfatizaban la piedad interna sobre el ritual religioso. Algunos de los primeros líderes protestantes pasaron por una fase humanista antes de abrazar el nuevo movimiento.

La Reforma protestante fue iniciada por un monje alemán llamado Martín Lutero. A principios de la década de 1520, las opiniones de Lutero eran conocidas y discutidas en Inglaterra. El punto principal de la teología de Lutero era la justificación por la fe sola en lugar de las buenas obras. Desde este punto de vista, el favor inmerecido de Dios es la única forma en que los humanos pueden ser justificados; no se puede lograr ni ganar con una vida recta. En otras palabras, la justificación es un regalo de Dios recibido a través de la fe.

Si Lutero estaba en lo cierto, entonces la Misa, los sacramentos, los actos de caridad, las oraciones a los santos, las oraciones por los muertos, la peregrinación y la veneración de las reliquias no median el favor divino. Creer lo contrario sería superstición en el mejor de los casos e idolatría en el peor. Los primeros protestantes describieron las prácticas católicas como la confesión a los sacerdotes, el celibato clerical y los requisitos para ayunar y cumplir los votos como una carga y una opresión espiritual. Según los protestantes, el purgatorio no solo carecía de base bíblica, sino que el clero también fue acusado de aprovechar el miedo al purgatorio para ganar dinero con las oraciones y las misas. Los católicos respondieron que la justificación por la fe sola era una "licencia para pecar".​

La publicación del Nuevo Testamento en inglés de William Tyndale en 1526 ayudó a difundir las ideas protestantes. Impresa en el extranjero y contrabandeada al país, la Biblia de Tyndale fue la primera Biblia en inglés que se produjo en masa; probablemente había 16.000 copias en Inglaterra en 1536. La traducción de Tyndale fue muy influyente y formó la base de todas las traducciones posteriores al inglés. Un ataque a la religión tradicional, la traducción de Tyndale incluyó un epílogo que explica la teología de Lutero de la justificación por la fe, y muchas opciones de traducción fueron diseñadas para socavar las enseñanzas católicas tradicionales. Tyndale tradujo la palabra griega charis como favor en lugar de gracia para restar importancia al papel de los sacramentos que dan gracia. Su elección del amor en lugar de la caridad para traducir ágape restó importancia a las buenas obras. Al traducir el verbo griego metanoeite al inglés, Tyndale usó arrepentirse en lugar de hacer penitencia. La primera palabra indicaba una vuelta interna a Dios, mientras que la última traducción apoyaba el sacramento de la confesión.

Las ideas protestantes eran populares entre algunas partes de la población inglesa, especialmente entre académicos y comerciantes con conexiones con la Europa continental.​ El pensamiento protestante fue mejor recibido en la Universidad de Cambridge que en Oxford. Un grupo de estudiantes de Cambridge con mentalidad reformista (conocidos por el apodo de "Pequeña Alemania") se reunió en la taberna White Horse a mediados de la década de 1520. Sus miembros incluían a Robert Barnes, Hugh Latimer, John Frith, Thomas Bilney, George Joye y Thomas Arthur.

No obstante, el catolicismo inglés era fuerte y popular a principios del siglo XVI, y aquellos que las simpatías protestantes mantenidas siguieron siendo una minoría religiosa hasta que intervinieron los acontecimientos políticos.​ Como herejes a los ojos de la iglesia y el estado, los primeros protestantes fueron perseguidos. Entre 1530 y 1533, Thomas Hitton (primer mártir protestante de Inglaterra), Thomas Bilney, Richard Bayfield, John Tewkesbury, James Bainham, Thomas Benet, Thomas Harding, John Frith y Andrew Hewet murieron quemados. William Tracy fue condenado póstumamente por herejía por negar el purgatorio y afirmar la justificación por la fe, y su cadáver fue desenterrado y quemado.

Reforma enriquista
Controversia por la anulación de su matrimonio
Enrique VIII accedió al trono inglés en 1509 a la edad de 17 años. Hizo un matrimonio dinástico con Catalina de Aragón, viuda de su hermano Arturo, en junio de 1509, justo antes de su coronación el día de mediados de verano. A diferencia de su padre, que era reservado y conservador, el joven Enrique parecía el epítome de la caballería y la sociabilidad. Se trataba de un ferviente católico, que acudía a hasta cinco misas por día (excepto durante la temporada de caza); de "mente poderosa pero poco original", se dejó influenciar por sus asesores de quienes nunca estuvo separado, de noche o de día. Por lo tanto, era susceptible a quien tenía el oído.

Esto contribuyó a un estado de hostilidad entre sus jóvenes contemporáneos y el Lord Canciller, el cardenal Thomas Wolsey. Mientras Wolsey le haya orientado, el catolicismo romano de Enrique estaba seguro: en 1521, había defendido a la Iglesia Católica Romana de las acusaciones de herejía de Martin Luther en un libro que escribió, probablemente con considerable ayuda del obispo conservador de Rochester John Fisher —Entementó la defensa de los siete sacramentos, por los cuales fue galardonado con el título de "Defensor de la Fe" (defensor de Fidei) por el Papa León X.​ (Los sucesivos monarcas ingleses y británicos han retenido este título al presente, incluso después del anglicano La Iglesia se separó del catolicismo romano, en parte porque el título fue reconferido por el Parlamento en 1544, después de la división). Los enemigos de Wolsey en la corte incluían a aquellos que habían sido influenciados por ideas luteranas, entre los cuales era la atractiva y carismática Ana Bolena.

Ana llegó a la corte en 1522 como Dama de Honor para la Reina Catalina, después de haber pasado algunos años en Francia siendo educada por la Reina Claudia de Francia. Era una mujer de "encanto, estilo e ingenio, con voluntad y salvajismo que la convirtió en un partido para Enrique". Ana era una distinguida conversadora francesa, cantante y bailarina. Fue culto y es la autora disputada de varias canciones y poemas. Por el año 1527, Enrique quería que su matrimonio con Catalina se anule. Ella no había producido un heredero masculino que sobrevivió más de dos meses, y Enrique quería que un hijo asegurara la dinastía Tudor. Antes de que el padre de Henry (Enrique VII) ascendiera al trono, Inglaterra había sido acosada por una guerra civil por reclamos rivales a la corona inglesa. Henry quería evitar una incertidumbre similar sobre la sucesión. Catalina del único hijo sobreviviente de Aragón fue la princesa María.

Enrique afirmó que esta falta de un heredero masculino era porque su matrimonio estaba "arruinado en los ojos de Dios". Catherine había sido la esposa de su difunto hermano y, por lo tanto, estaba en contra de las enseñanzas bíblicas que Enrique se casara con ella (Levítico 20:21); Se había necesitado una dispensación especial del Papa Julio II para permitir la boda en primer lugar. Enrique argumentó que el matrimonio nunca fue válido porque la prohibición bíblica era parte de la ley divina inquebrantable, e incluso los papas no podían prescindir de ella. En 1527, Enrique le pidió al Papa Clemente VII que anule el matrimonio, pero el Papa se negó. Según la Ley Canon, el Papa no pudo anular un matrimonio sobre la base de un impedimento canónico previamente dispensado. Clemente también temía la ira del sobrino de Catalina, el rey del Sacro Emperador Romano Carlos V, cuyas tropas a principios de ese año habían partido a Roma y habían tomado brevemente al Papa prisionero.

La combinación del "escrúpulo de conciencia" de Enrique y su cautivación de Ana Bolena hicieron su deseo de librarse de su reina convincente.​ La acusación de su Canciller Cardenal Wolsey en 1529 por Praemunire (tomando la autoridad del papado por encima de la Corona) y la posterior muerte de Wolsey en noviembre de 1530 en su camino a Londres para responder un cargo de alta traición dejó a Enrique abierta a las influencias de las Los partidarios de la reina y las influencias opuestas de quienes sancionaron el abandono de la lealtad romana, por quien una anulación no era más que una oportunidad.

Acciones contra la Iglesia
En 1529, el rey convocó al Parlamento para lidiar con la anulación y otras quejas contra la Iglesia. La Iglesia Católica era una institución poderosa en Inglaterra con una serie de privilegios. El rey no pudo gravar ni demandar al clero en los tribunales civiles. La iglesia también podría otorgar santuario de fugitivos, y muchas áreas de la ley, como la ley de familia, fueron controladas por la iglesia. Durante siglos, los reyes habían intentado reducir el poder de la iglesia, y la Reforma inglesa fue una continuación de esta lucha de poder.

El Parlamento de Reforma se sentó de 1529 a 1536 y reunió a los que querían una reforma pero que no estaban de acuerdo qué forma debería tomar. Hubo abogados comunes que se molestaron en los privilegios del clero para convocar a laicos a sus tribunales eclesiásticos, y hubo quienes habían sido influenciados por el luteranismo y eran hostiles a la teología de Roma. El canciller de Enrique, Tomas Moro, sucesor de Wolsey, también quería una reforma: quería nuevas leyes contra la herejía. El abogado y miembro del Parlamento Thomas Cromwell vio cómo el Parlamento podría usarse para avanzar en la supremacía real sobre la Iglesia y nuevas creencias protestantes.

Inicialmente, el parlamento aprobó una legislación menor para controlar las tarifas eclesiásticas, el pluralismo clerical y el santuario.​ En el asunto de la anulación, ningún progreso parecía posible. El Papa parecía tener más miedo al emperador Carlos V que a Enrique VIII. Ana, Cromwell y sus aliados deseaban simplemente ignorar al Papa, pero en octubre de 1530 una reunión de clérigos y abogados informó que el Parlamento no podía empoderar al Arzobispo de Canterbury para que actuara contra la prohibición del Papa. Enrique así resolvió intimidar a los sacerdotes.​

Después de haber acusado por primera vez a ocho obispos y otros siete clérigos de Praemunire, el rey decidió en 1530 proceder contra todo el clero por violar el estatuto de Praemunire 1392, que prohibió la obediencia al Papa o cualquier gobernante extranjero. Enrique VIII quería que el clero de la provincia de Canterbury pagara £ 100,000 por su perdón; Esta fue una suma igual al ingreso anual de la Corona.​ Esto fue acordado por la convocatoria de Canterbury el 24 de enero de 1531. Quería que el pago se extendiera durante cinco años, pero Enrique VIII se negó. La convocatoria respondió retirando su pago por completo y exigió a Enrique cumplir ciertas garantías antes de que le dieran el dinero. Enrique rechazó estas condiciones, acordando solo el período de pago de cinco años. El 7 de febrero, se le pidió a Convocation que aceptara cinco artículos que especificaron que:
  • El clero reconoce a Enrique como el "único protector y el jefe supremo de la iglesia y el clero inglés"
  • El rey fue responsable de las almas de sus sujetos
  • Los privilegios de la Iglesia se mantuvieron solo si no rayan de la prerrogativa real y las leyes del reino
  • El rey perdonó al clero por violar el estatuto de Praemunire
  • Los laicos también fueron perdonados.
En el parlamento, el obispo Fisher defendió a Catalina y al clero, insertando en el primer artículo la frase "en lo que respecta a la Palabra de Dios". El 11 de febrero, William Warham, arzobispo de Canterbury, presentó la redacción revisada a la convocatoria. El clero debía reconocer que el rey era "Protector singular, Señor Supremo e incluso, en lo que respecta a la Ley de Cristo, jefe supremo de la Iglesia y Clero inglés". Cuando Warham solicitó una discusión, hubo silencio. Warham luego dijo: "El que está en silencio parece consentir", a lo que un obispo respondió: "Entonces todos estamos en silencio". La convocatoria otorgó su consentimiento a los cinco artículos del rey y al pago del 8 de marzo de 1531. Más tarde, la convocatoria de York acordó lo mismo en nombre de la provincia del Clero de York. Ese mismo año, el Parlamento aprobó la Ley de Perdón al Clero 1531.

Para 1532, Cromwell fue responsable de administrar negocios gubernamentales en la Cámara de los Comunes. Es autor y presentó a los Comunes la súplica contra los Ordenados, que era una lista de quejas contra la Iglesia, incluidos los abusos de poder y la autoridad legislativa independiente de la Convocación. Después de aprobar los Comunes, la súplica se presentó al rey como una petición de reforma el 18 de marzo.​ El 26 de marzo, la Ley de restricción condicional de Annates ordenó que el clero no pagara más del cinco por ciento de los ingresos de su primer año (Annates) a Roma.

El 10 de mayo, el rey exigió la convocatoria que la iglesia renuncie a toda la autoridad para hacer leyes.​ El 15 de mayo, la convocatoria renunció a su autoridad para hacer la ley canónica sin asentimiento real, la llamada sumisión del clero. (El parlamento posteriormente dio a esta fuerza legal con la sumisión de la Ley del Clero). Al día siguiente, más resignado como Lord Canciller. Esto dejó a Cromwell como el primer ministro de Enrique. (Cromwell nunca se convirtió en canciller). Su poder vino, y estaba perdido, a través de sus relaciones informales con Enrique VIII).

Separación de Roma
El arzobispo Warham murió en agosto de 1532. Enrique quería que Thomas Cranmer, un protestante en el que se podía confiar en oponerse al papado, para reemplazarlo. El Papa aprobó a regañadientes el nombramiento de Cranmer, y fue consagrado el 30 de marzo de 1533. En este momento, Enrique VIII se casó en secreto con una Ana embarazada. El inminente nacimiento de un heredero dio una nueva urgencia a anular su matrimonio con Catalina. Sin embargo, una decisión continuó retrasándose porque Roma fue la autoridad final en todos los asuntos eclesiásticos.​ Para abordar este tema, el Parlamento aprobó la Ley en restricción de apelaciones, que prohibieron las apelaciones a Roma sobre asuntos eclesiásticos y declaró que: Este reino de Inglaterra es un imperio, por lo que ha sido aceptado en el mundo, gobernado por un jefe supremo y rey que tiene la dignidad y la propiedad real de la corona imperial de la misma, a quien un cuerpo político compacto de todos Las personas divididas en términos y por nombres de espiritualidad y temporalidad, deben limitar y tener a Dios una obediencia natural y humilde.

Esto declaró a Inglaterra un país independiente en todos los aspectos. El historiador inglés Geoffrey Elton calificó a esta Ley como un "ingrediente esencial" de la "Revolución Tudor" en el sentido de que expuso una teoría de la soberanía nacional. Cranmer ahora pudo otorgar una anulación del matrimonio a Catalina como requirió Enrique, pronunciando el 23 de mayo el juicio al que el matrimonio de Enrique con Catalina estaba en contra de la ley de Dios.​ El Papa respondió excomulgando a Enrique el 11 de julio de 1533. Ana dio a luz a luz a una niña, la Princesa Isabel, el 7 de septiembre de 1533.

En 1534, el Parlamento tomó más medidas para limitar la autoridad papal en Inglaterra. Un nuevo acto de herejía aseguró que nadie pudiera ser castigado por hablar contra el Papa y también hizo que fuera más difícil condenar a alguien de herejía; Sin embargo, los sacramentarios y los anabaptistas continuaron siendo perseguidos enérgicamente. La Ley en restricción absoluta de Annates prohíbe a todos los Annates a Roma y también ordenó que si Cathedrals rechazara la nominación del rey para el obispo, Praemunire les gustaría castigar. El acto de las primeras frutas y décimas transfirió los impuestos sobre los ingresos eclesiásticos del Papa a la Corona. La Ley sobre el penante de Peter y las dispensaciones prohibieron el pago anual por parte de los terratenientes de Peter's Pence al Papa, y transfirió el poder para otorgar dispensaciones y licencias del Papa al Arzobispo de Canterbury. Esta ley también reiteró que Inglaterra no había "no era superior bajo Dios, sino solo su gracia" y que la "corona imperial" de Enrique había sido disminuida por "los usurpaciones y exacciones irrazonables y poco caritativas" del Papa.​

El primer acto de la supremacía convirtió a Enrique en jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y ignoró cualquier "uso, costumbre, leyes extranjeras, autoridad extranjera [o] receta".​ En caso de que esto se resistiera, el Parlamento aprobó la Ley de Treasons 1534, lo que hizo que fuera una gran traición castigada por la muerte para negar la supremacía real. Al año siguiente, Tomas Moro y John Fisher fueron ejecutados bajo esta legislación. Finalmente, en 1536, el Parlamento aprobó la Ley contra la autoridad del Papa, que eliminó la última parte de la autoridad papal aún legal. Este era el poder de Roma en Inglaterra para decidir disputas sobre las Escrituras.

Reforma eduardiana
Cuando Enrique VIII murió en 1547, su hijo de nueve años, Eduardo, heredó el trono. Debido a que Eduardo recibió una educación humanista protestante, los protestantes tenían altas expectativas y esperaban que fuera como Josías, el rey bíblico de Judá que destruyó los altares e imágenes de Baal.​ Durante los siete años del reinado de Eduardo, un establecimiento protestante implementaría gradualmente los cambios religiosos que fueron "diseñados para destruir una iglesia y construir otra, en una revolución religiosa de la despiadada minuciosidad".

Inicialmente, sin embargo, Eduardo era de poca cuenta políticamente. El poder real estaba en manos del Consejo de Regencia, que eligió a Edward Seymour, primer duque de Somerset, para ser Lord Protector. El protestante Somerset siguió la reforma vacilante al principio, en parte porque sus poderes no eran sin respuesta. Los seis artículos seguían siendo la ley de la tierra, y se emitió una proclamación el 24 de mayo tranquilizando a las personas contra cualquier "innovación y cambios en la religión".

Sin embargo, Seymour y Cranmer planeaban promover la reforma de la religión. En julio, se publicó un libro de homilías, desde el cual todos los clérigos predicarían los domingos. Las homilías eran explícitamente protestantes en su contenido, condenando reliquias, imágenes, cuentas de rosario, agua bendita, palmas y otras "supersticiones papistas". También contradecía directamente el libro del rey al enseñar "Estamos justificados solo por la fe, libremente y sin obras". A pesar de las objeciones de Gardiner, quien cuestionó la legalidad de evitar tanto el parlamento como la convocatoria, la justificación por fe se había convertido en una enseñanza central de la iglesia inglesa.

Mártires protestantes durante la reforma anglicana
Los protestantes fueron ejecutados en Inglaterra bajo leyes de herejía durante los reinados de Enrique VIII (1509-1547), que a partir de 1534 ejecutó a un gran número de católicos que se negaron a aceptarle como cabeza de la Iglesia de Inglaterra, y María I (1553-1558). Los cristianos radicales (anabaptistas o puritanos) también fueron ejecutados, aunque en un número considerablemente inferior, durante los reinados de Eduardo VI (1547-1553), Isabel I (entre 1559 y 1603, decenas de católicos fueron igualmente ejecutados por traición) y Jacobo I (1603-1625), siendo los excesos de este periodo registrados en la obra El libro de los mártires, de John Foxe.

Los protestantes de Inglaterra y Gales eran ejecutados bajo una legislación que castigaba a cualquier persona declarada culpable de herejía contra el catolicismo. Pese a que el castigo común para aquellos acusados de traición en aquel entonces era ser ahorcado, arrastrado y descuartizado, la ley adoptó el castigo de morir quemado en la hoguera para todos los condenados, siendo 284 personas ejecutadas mediante este método, según fuentes contemporáneas, durante los cinco años que duró el reinado de María Tudor.

Contexto histórico
Reforma anglicana
La reforma anglicana había puesto fin al gobierno católico en Inglaterra, afianzando la supremacía real sobre la Iglesia de Inglaterra y disolviendo algunas instituciones eclesiásticas, como monasterios y capellanías. 1547 fue un año importante para la reforma anglicana al acceder al trono Eduardo VI, primer monarca protestante. El rey murió a los 15 años de edad, subiendo al trono su sobrina Juana Grey, también protestante, quién sería depuesta nueve días después, el 19 de julio de 1553, por la medio hermana católica de Eduardo, María Tudor. 

Persecuciones contra los protestantes (1553-1558)
En 1553 la relación entre la Iglesia anglicana y Roma fue restaurada con la subida al trono de María I. Su derogación de todas las políticas religiosas de Eduardo VI dejó a los protestantes tres opciones: el exilio, la conversión o la muerte.  Los protestantes se opusieron a las acciones de la reina, con muchos de ellos exiliándose y varios cientos de disidentes muriendo en la hoguera, lo que le valió el apelativo de «María la sanguinaria» («Bloody Mary»).​ Se cree que al menos 284 personas fueron ejecutadas por motivos religiosos durante las persecuciones, siendo 56 de ellas mujeres,​ mientras que 34 murieron en prisión. 

Las también llamadas «persecuciones marianas» empezaron con cuatro clérigos protestantes,  ofreciendo la obra El libro de los mártires un registro de las ejecuciones, las cuales se extendieron más allá del objetivo inicial (el alto clero). Numerosos comerciantes fueron igualmente quemados en la hoguera así como hombres y mujeres casados y gente joven, muriendo en la hoguera en al menos una ocasión una pareja y su hija.  La cifra de 300 víctimas en las persecuciones marianas fue aportada por Foxe​ y, posteriormente, por Thomas Brice en su poema The Regester.

Inquisición inglesa
Pese a lo sangriento de las persecuciones, las acusaciones de herejía eran asuntos de carácter legal, siendo los juicios presididos por obispos adheridos a un estricto protocolo legal bajo el Consejo Privado (siendo el más notable Edmund Bonner) y con el beneplácito del parlamento.  María tuvo dificultades a la hora de formar un Consejo eficiente, el cual llegó a contar con más de 40 hombres y nunca llegó a funcionar como fuente de asesoramiento político, aunque sí como fuerza policial y refuerzo de la uniformidad religiosa.  Durante la sesión que restauró el poder del papa, el parlamento reinstauró también las leyes de herejía;  desde el 20 de enero de 1555, Inglaterra estuvo en poder de castigar legalmente a aquellos juzgados y declarados culpables de herejía contra la Iglesia Católica. 

Este hecho supuso una forma de establecer la culpabilidad o inocencia de los acusados de herejía en un juicio abierto (un proceso en el que las autoridades laicas empleaban el reclamo «ovejas descarriadas» y sentaban a la vez un precedente para la enseñanza católica).  Si el acusado era declarado culpable, primero se lo condenaba a la excomunión, siendo posteriormente entregado a las autoridades seculares para ser ejecutado.  Los registros oficiales de los procesos judiciales se limitan, entre otros, a acusaciones formales y sentencias; los documentos en los que se basaron los historiadores en lo referente al contexto y detalles de los juicios fueron los escritos por los propios acusados o sus partidarios. 

Ejecución de John Rogers
Antes de la subida de María al trono, Foxe, uno de los pocos clérigos de su época que estaba en contra de ejecutar en la hoguera incluso a los herejes más obstinados, se había aproximado al Real Capellán y predicador protestante John Rogers para interceder por Joan Bocher, una mujer anabaptista sentenciada a morir quemada en 1550,  si bien Rogers rechazó ayudarla debido a que estaba a favor de la quema de herejes, declarando que dicho método de ejecución era «bastante leve» en comparación con el grave crimen que suponía la herejía.  Irónicamente, en cuanto María asumió el poder y restauró el catolicismo en Inglaterra, Rogers habló con vehemencia en contra del nuevo orden, motivo por el que fue acusado de herejía y quemado en la hoguera.

Legado
En el transcurso de las persecuciones, Foxe elaboró una lista compuesta por 312 personas que fueron quemadas o ahorcadas por motivos religiosos o murieron o enfermaron en prisión: tres de ellas fueron conmemoradas con un memorial gótico en Oxford, aunque hay numerosos memoriales repartidos por toda Inglaterra. Del mismo modo, las víctimas de las persecuciones son conocidas localmente como «mártires marianos».

La Comunión anglicana considera santos a los ingleses ejecutados durante la reforma. Su festividad es el 4 de mayo.

Procedimientos póstumos
  • William Tracy, de Toddington, Gloucestershire («esquire honorable»): exhumado y quemado en la hoguera en 1532.​
  • John Tooley (pollero): exhumado y quemado en la hoguera el 4 de junio de 1555.
  • James Trevisam: muerto el 3 de julio de 1555 y convocado póstumamente a aparecer ante el obispo.
  • Catherine, esposa de Pedro Mártir Vermigli: exhumada en 1556 en Cambridge.
  • Martín Bucero (teólogo): exhumado y quemado en la hoguera el 6 de febrero de 1557 en Cambridge.
  • Paul Fagius (lector de hebreo): exhumado y quemado en la hoguera el 6 de febrero de 1557 en Cambridge.
  • Joan Seaman: entierro rechazado en Mendlesham a principios de 1558.
  • John Glover (caballero): se ordenó su exhumación «alrededor del final de la reina María».
  • William Glover: entierro rechazado en Wem, Shropshire, en septiembre de 1558.
  • Edward Burton: entierro rechazado en Shrewsbury el 15 de enero de 1559.