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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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sábado, 31 de diciembre de 2016

La Biblia XIV: Los Cinco Rollos I

Noemí, Rut y Orfa, por William Blake, 1795

Cantar de los Cantares 
Cantar de los Cantares (hebreo שִׁיר הַשִּׁירִים, Shir Hashirim), conocido también como Cantar de Salomón o Cantar de los Cantares de Salomón, es uno de los libros de la Biblia y del Tanaj.

Datos generales
Origen del nombre
La construcción Cantar de los Cantares tiene valor superlativo, análogo al de otras expresiones como "Rey de reyes" (Ezequiel 26,7; Daniel 2, 37), "Libro de los libros", "Santo de los santos" o Sábado de sábados. Este honroso tratamiento implica reputarlo "El Cantar por excelencia", superior a todos los demás y el singular y el excelso entre los de su misma textura. El nombre, concretamente, dimana del capítulo 1 versículo 1 ("La canción superlativa que es de Salomón") "la canción de las canciones".

Colocación
En la Biblia hebrea encabeza los libros llamados megillot y se ubica entre Rut y Eclesiastés. En la Biblia cristiana católica se encuentra entre Eclesiastés y Sabiduría. En la Biblia cristiana protestante se encuentra ubicado entre los libros de Eclesiastés e Isaías.

Autor y fecha
La introducción a este libro señala a Salomón como autor del libro, y así lo han considerado tradicionalmente las religiones judía y cristiana. Sin embargo, esta atribución supone que la obra debió componerse en el siglo X a. C., lo cual se considera inverosímil, pues, como señala el arqueólogo Israel Finkelstein, los cinco primeros libros de La Biblia no se compusieron hasta el siglo VII a. C.

La atribución a Salomón es, pues, ficticia, pues la cultura hebraico-bíblica no surge hasta el cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto es, además, obviamente tardío y contiene algunos arameísmos e incluso influencias del griego, lo que sugiere que cuando se compuso ya estaba escrita la Septuaginta. Por todos esos motivos filológicos y por la simbología de la obra, Ricciotti sitúa la redacción en el siglo IV a. C.

Canonicidad y uso litúrgico
Su canonicidad fue puesta en duda en el ámbito judío, pero establecida firmemente en el Concilio de Jamnia. En la tradición cristiana siempre ha sido considerado canónico. Llama la atención el uso que se da de este libro en la misa en memoria de María Magdalena.

Contenido
Estructura del cantar
Se han propuesto varias interpretaciones sobre la estructura de la obra y el género literario al que pertenece. Así, Lapide divide el libro en cinco secciones; Muntz, en seis escenas, y Bossuet, en siete cantos; pero hay aspectos que dan unidad:

Se trata de dos amantes separados, que se buscan ávidamente, claman su amor común, se reúnen y se ven de nuevo separados, esperando llegar, después de una prueba de que triunfa la amada, a poseerse definitivamente.

Esquema
El Cantar de los Cantares, al no seguir un orden preestablecido, siempre ha planteado dificultades a la hora de dividirlo para su estudio. Se lo ha considerado dividido, según las diferentes consideraciones, en cinco secciones, en cinco cánticos, en seis escenas, en siete poemas y más, hasta llegar al caso extremo de considerarlo formado por veintitrés cantos. La división más moderna y aceptada es la siguiente, que consta de un prólogo, cinco poemas y dos apéndices:

El prólogo (1, 2-4)
Primer canto (1, 5 - 2,7)
Segundo canto (2, 8 - 3, 5)
Tercer canto (3, 6 - 5, 1)
Cuarto canto (5, 2 - 6, 3)
Quinto canto (6, 4 - 8, 7)
Hay dos apéndices añadidos con posterioridad (8, 8-14)

Contenido general
A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura como un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, ajeno a todo plan organizado y que escapa a cualquier categorización rigurosa.

Trata de dos amantes, un joven pastor y una sulamita, que han sido obligados a separarse, que se buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "el amor siempre triunfa". Una de las claves del Cantar de los Cantares es la forma descriptiva, sensual e inspiradora, con la que se desarrollan todas las situaciones utilizando la metáfora a través del mundo de la naturaleza, los frutos, las flores, los capullos, los árboles y la miel, para relacionarlo con los enamorados, el deseo de verse y el amor profundo entre ambos. Las palabras utilizadas y la forma de usarlas inspiraron muchos sermones como los de Bernardo de Claraval, quien encontró en las Cántigas, una forma nueva de expresar el amor hacia Dios.

Género literario del cantar
Panigarola, Jacobi y Guitton afirman que se trata de una obra dramático-lírica. Generalmente se niega que tenga carácter histórico.

Interpretaciones
Las interpretaciones antiguas
Dado su carácter canónico dentro de la Biblia hebrea, se ha dudado de que se le diera un sentido literal, abogando más bien por un sentido alegórico. Por esta línea siguen Esdras (4 Esd 5, 24-26),1​ el Tárgum y el Talmud. Lusseau afirma: Algunas torpezas de exégesis más o menos fantásticas no logran oscurecer la concepción esencial que se formaron del Cantar los judíos: la obra canta las bodas místicas del Señor con su pueblo escogido. cf. Cazelles, obra citada en la bibliografía, pág. 657

Los analistas antiguos no judíos se mantuvieron fieles a esta explicación, y lo mismo hacen los judíos modernos y la inmensa mayoría de las confesiones cristianas: Dios es el perfecto esposo del pueblo creyente y, como cualquier pareja de amantes, ambos suelen sufrir desilusiones, desesperanzas y problemas. Con el cristianismo la imagen alegórica se actualizó: el cantar trata del matrimonio místico de Cristo con su Iglesia. Y aunque las correspondencias de la esposa hayan variado (la humanidad, el alma fiel del creyente), la interpretación simbólica prima durante bastante tiempo. Teodoro de Mopsuestia consideraba que el libro era una evocación de la relación de Salomón con una princesa egipcia.

El sentido literal, fue vuelto a proponer por Sebastian Castellio (en el año 1537), en el ámbito judío. A partir de allí, diversos exégetas cristianos, entre los que se cuenta al mismo Bossuet, le dan una interpretación literal que da pie para la interpretación alegórica.

La otra escuela sostiene que la obra debe leerse en el sentido literal, es decir, no es más que una colección de cantos eróticos que celebran el amor humano protagonizado por un hombre y una mujer (cosa que también mandaría la Biblia). Según algunos analistas, el libro evitaría cuidadosamente la profanación de este amor, ya que el casamiento del hombre y la mujer estaría bendito por Dios y deseado por Él. No es la primera vez, como se ha dicho, que el tema es tratado en el Antiguo Testamento, y la santidad que para la Iglesia significa el matrimonio religioso justificaría que se lo entienda tanto de manera llana como alegórica.

Desde el siglo XVIII hasta nuestros días
La interpretación alegórica se enriquece con nuevas imágenes, como la de la unión de Salomón con la sabiduría (Rosenmüller),o la unión entre Israel y Judá (Hug). Al mismo tiempo, la interpretación literal siguió ganando adeptos como Renan. La interpretación llamada tipológica (es decir, que al sentido literal se superpone uno alegórico dado a conocer por la misma revelación) continúa siendo defendida por autores como Miller y Hontheim.

En los años 50 se abrió una nueva forma de considerar el sentido literal: según Dubarle y Audet el Cantar de los Cantares es un libro que canta y celebra el amor esponsal manifestando el modo querido por Dios para su desarrollo.

Otras interpretaciones
A lo largo de la historia, se le han atribuido interpretaciones cristianas y cabalísticas: la Virgen María, la Iglesia como esposa de Jesús (ver Apocalipsis: 12) y la Sabiduría. En el ámbito cabalístico, se dice que la mujer simboliza la sabiduría, en tanto hace alusión a la letra escrita (de color negro en los rollos de la Torah): «Soy morena, pero hermosa» (Cantares 1:5).

Sulamita
Sulamita es un nombre propio femenino de origen hebreo (shûlammîth), que significa «la mansa» o «la pacífica».

Origen
Nativa de Sulem, que tal vez sea Sunem, por el hecho de que dicha ciudad se conocía como Sulem en los días de Eusebio (siglo IV d. C.). Este nombre aparece en el Cantar de los Cantares (6:13) para referirse a una joven. Se dice que Salomón usó dicho nombre para referirse a la belleza de la joven.

Homilías sobre el Cantar de los Cantares
Las Homilías sobre el Cantar de los Cantares de Gregorio de Nisa es una obra de la literatura mística cristiana. Como su nombre sugiere, el libro es un comentario exegético del Cantar de los Cantares.

Autor y contexto de la obra
Gregorio de Nisa es uno de los tres Padres capadocios. Hay que encuadrar su producción literaria dentro de la metodología de la Escuela de Cesarea, caracterizada por un gusto preferente por la interpretación alegórica, simbólica y espiritual de la Biblia. Hablar de la Escuela de Cesarea implica indirectamente hablar de Orígenes y la gnosis alejandrina, cuya influencia en la teología del Niseno es reconocible tanto en la metodología como en los contenidos. La teología de san Gregorio, sin embargo, se separa de la gnosis alejandrina en un aspecto esencial y distintivo como es la primacía interior del amor sobre el conocimiento. Esta distinción supone el arranque de una espiritualidad cristiana de nuevo cuño, llamada Teología mística.

Hay que enmarcar las homilías de San Gregorio dentro de los esfuerzos teológicos realizados en los primeros siglos del cristianismo para elaborar una exégesis cristiana del Antiguo Testamento. Esta cuestión tuvo especial importancia en esos siglos porque el rechazo de los escritos veterotestamentarios fue motivo de controversia y bandera de algunos grupos afines al Gnosticismo cristiano, como los marcionistas.

En este sentido, el Cantar de los Cantares fue siempre un libro difícil, por su carácter epitalámico. En algunos círculos de la tradición judía existía el convencimiento de que el Cantar no debía entenderse según su sentido literal sino que debía buscarse una interpretación alegórica o simbólica del mismo. A ello contribuía el hecho de que su autor fuese Salomón, tenido por el más sabio de los hombres. La extrañeza que aún hoy puede causar su lectura fue compartida por los teólogos de Cesarea que interpretaron este libro como una descripción de la vía unitiva mística, de la unión del alma (la esposa) con Dios (el esposo). En concreto: Proverbios, Eclesiastés y el Cantar fueron considerados como un trasunto de los tres grados de la vía interior: principiante, aprovechado y perfecto.

Es inevitable, cuando se habla de la unión de la esposa y el esposo, no pensar en la obra poética y espiritual de san Juan de la Cruz. Si esta última se puede considerar como la cima de un monte o el fruto de un árbol, las homilías de san Gregorio y su Vida de Moisés pueden tomarse como base y raíz de las mismas.

Quince son las homilías de Gregorio, en las cuales desgrana e interpreta sucesivamente pasajes del Cantar hasta (6,10):

Interpretación alegórica
La interpretación alegórica del Cantar utiliza unos elementos interpretativos generales sobre los cuales se desarrolla el resto de la interpretación. Dichos elementos son:

-la esposa como la Iglesia.
-El Esposo como Cristo.
-El matrimonio como la unión de Cristo y la Iglesia, de la que es eco la del alma con Dios.
-El cortejo de la esposa como la comunidad de fieles que canta con ella y escucha con ella lo que el Esposo dice.
-El cortejo del Esposo como el coro de ángeles y hombres perfectos.

Sobre estos elementos generales desarrolla San Gregorio su exégesis del Cantar, de la cual se ofrecen algunos ejemplos ilustrativos, no exhaustivos.

Soy morena, pero hermosa, hijas de Jerusalén. (Cantares 1,5)

Esto dice la esposa de sí misma. Para San Gregorio, la blancura es imagen de pureza del alma. Un alma que de sí misma dice que es morena, representa entonces un alma tocada por el pecado. La hermosura, que aun así dice conservar, no proviene de sí misma sino del amor que, como gracia, recibe del esposo. (Homilía II)

En mi lecho, por la noche, busqué al amado de mi alma, busquéle y no le hallé. (Cantares 3,1)

Esto dice la esposa al comienzo del Canto tercero, frase que supone una ruptura con la dinámica de los dos anteriores. Hasta entonces, los esposos se habían buscado y dedicado cantos de alabanza. Cuando parecía que la unión era inminente, la esposa se da cuenta de que su amado no está con ella. Para San Gregorio, esta frase debe interpretarse dentro del contexto de las tres vías místicas. Elevada el alma por encima de los sentidos encuentra que, lejos de alcanzar la deseada unión con el esposo, llega a una solitaria oscuridad. Si esperaba conocer al esposo, descubre que todavía no puede y necesita emprender una nueva búsqueda que debe llevarla más allá de las realidades inteligibles (ángeles). La cima donde ha llegado es, en definitiva, comienzo de una nueva ascensión. (Homilía VI)

Mi amado metió la mano por el hueco de la cerradura y mi entrañas se estremecieron (Cantares 5,4)

Orígenes y Gregorio advertían que la lectura del Cantar requería cierta sutileza espiritual para no interpretar de forma grosera algunos pasajes. La interpretación de Gregorio para este pasaje encuentra una continuidad en cierta experiencia que describen otros autores místicos como Ruysbroeck o el mismo San Juan, y en la que Dios, según afirman, entra de algún modo secreto en el alma y la toca en un sentido espiritual, produciéndole lo que la cita anterior señala: un estremecimiento interior.(Homilía IX).

Cabe añadir que el método alegórico practicado en la Escuela de Cesarea condujo a exageraciones interpretativas que fueron motivo de controversia con otra escuela, cercana en el tiempo y el espacio, como la Escuela de Antioquía. Propugnaba esta última una exégesis bíblica de carácter literal, que a su vez era desestimada por la de Cesarea. La polémica entre ambas escuelas influyó posteriormente en el rechazo del origenismo.

Libro de Rut
Rut, también llamado Libro de Rut, es uno de los libros bíblicos del Tanaj y del Antiguo Testamento, precedido por el Libro de los Jueces y seguido por I Samuel. En el Tanaj hebreo se lo cuenta entre los Ketuvim ("escritos").

Autor y época
El autor del libro de Rut es desconocido; algunos detalles de su estilo y argumento ubican la fecha de su composición en la época posterior al Exilio en Babilonia.

Otros por su parte argumentan la posibilidad de que el escrito data de fechas posteriores a la coronación de David, pues al final del libro se encuentra su genealogía. El hecho de que no se mencione a Salomón convence a muchos estudiosos de que debe ser fechado antes del reinado de este.

Origen del nombre
El libro ha sido bautizado con el nombre de una de sus protagonistas, mujer moabita llamada Rut, viuda y sin hijos. Por su bondad y piedad para con su suegra fue aceptada y bendecida por Dios.

Rut, una moabita que, después de la muerte de su esposo Mahlon, se dirigió a Belén con su también enviudada suegra Noemi, ocupa un lugar importante en la historia israelita, ya que llegó a ser antecesora de David (rut 4:18-22) y de Jesús (Mateo 1:1-5).

Argumento
El libro narra la historia de Elimelec, un hombre de Belén de Judá que emigró con su familia al país de Moab. Su mujer se llamaba Noemí y sus hijos, Quelión y Mahlón. Al morir Elimelec, sus dos hijos se casaron con Orfa y Rut de Moab, respectivamente.

Unos diez años más tarde, murieron también los dos hijos sin dejar descendencia, y entonces Noemí, acompañada de su nuera Rut, regresó a Belén, mientras que Orfa decidió regresar con su familia. Al llegar a Belén, Rut y Noemí no tenían nada, por lo que Rut se puso a trabajar en el campo de Booz, uno de los primos de la familia de Elimelec. Como otro familiar no estuvo dispuesto a casarse con Rut, ese deber le correspondió Booz, que ya se había sentido atraído por la moabita. De este matrimonio nació un hijo, Obed, que más tarde sería abuelo del rey David. Así, Rut ingresa por sus propias virtudes en la religión judía.

Propósito
Las intenciones principales del libro son :

a) Demostrar que había bondad y fidelidad de Dios en Israel durante el período cruel y desenfrenado de los jueces. No todos los hebreos se dieron a la idolatría, la concupiscencia y el derramamiento de sangre en aquel entonces. Ross comenta: “esta hermosa órbita nos pinta un cuadro de las santas bendiciones que descienden sobre la vida social y doméstica de cualquier época, cuando prevalecen una fe sencilla en Dios y un amor sincero al prójimo.

b) Revelar la providencia divina. Dios en sus inescrutables designios, permite grandes males para traer bien a los suyos, y se interesa en las cosas más ordinarias de la vida diaria. Incluso para las personas menos importantes. Aunque la tragedia de la familia de Elimelec fue dolorosa y numerosas sus desgracias, Dios recompensó ampliamente la piedad de Noemí y la bondad de Rut.

c) Proporcionar una lección misionera, demostrando de qué manera una mujer gentil se convirtió en la seguidora del verdadero Dios y como se incorporó a la vida del pueblo Dios. En Dios no hay acepción de razas; Él toma bajo sus alas de protección a los extranjeros que confían en Él.

d) Demostrar de qué manera David descendió de una mujer cuya fe –no su raza- fue lo que la salvó.

Casi todos los comentaristas consideran el libro de Rut como un ensayo sobre la soberanía de Dios que destaca su misericordia y relata el final feliz de una historia que comienza con una escena de hambre, muerte y desconsuelo. Desafortunadamente, esas observaciones se hacen a menudo invocando los reiterados lamentos de Noemí, quien se quejaba amargamente de que la mano de Dios se había levantado contra ella (1.13, 20, 21). Dos veces, en sus lamentaciones, Noemí usa el término «Todopoderoso» para referirse a Dios, haciendo énfasis en que su irresistible poder se había vuelto contra ella. Sin embargo, no es necesario presumir que el punto de vista de Noemí deba ser aceptado como una revelación espiritual llamada a convertirse en doctrina. Por el contrario, se comprenden mejor sus palabras como una expresión de humana perplejidad recogida por la historia. Esta aclaración, a la hora de considerar las palabras de Noemí, parece imprescindible para una sana interpretación del texto. Atribuir a la intención o a la mano de Dios los desastres que aparecen en este libro no concuerda con la revelación que ofrece la Escritura, en su conjunto, sobre la naturaleza divina. La hambruna (1.1) era un subproducto natural del pecado, un castigo que el pueblo se impuso a sí mismo por su desobediencia. El Señor les había advertido que la propia tierra se volvería en su contra si le eran infieles (Dt 28.15, 16, 23, 24, 38–40). Aún más, la decisión de Elimelec de mudarse con su familia a los campos de Moab (1.2) no se presenta como fruto de indicación divina alguna, sino de su propia elección. ¿Por qué sugerir que los acontecimientos que ocurrieron a continuación (su muerte y la de sus hijos) se debieron a la providencia divina? Existe otra razón para afirmar que estos infortunados acontecimientos, aunque no escapaban a la omnisciencia divina, no constituyeron un castigo de Dios, sino el resultado natural de circunstancias ajenas a la promesa divina. La protección de Dios es para aquellos que se mantienen obedientes en la heredad que de Él han recibido. Por lo tanto, Noemí representa algo más que una teología folclórica. Aunque obviamente era una mujer sincera y creyente, se revela vulnerable a la práctica común de culpar a Dios por aquellos acontecimientos que alejan, causan la muerte o perjudican a su gente, y frente a los cuales la humanidad indefensa no puede hacer nada. Pero la Escritura revela, a través de la integridad de su mensaje, que tales infortunios no proceden directamente de Dios, sino son el resultado del castigo que pesa sobre los seres humanos por el pecado original o el fruto de la carne cuando decide seguir sus propios caminos, no importa lo malicioso o inocente del intento, o consecuencia del asalto directo de nuestro gran adversario, el diablo (Jn 10.10).

Rut es un libro que demuestra que la soberanía de Dios no está minimizada por esas observaciones. Por el contrario, subraya que el objetivo de Él es su soberana gracia y poder. Como Todopoderoso deja en libertad al hombre y no se opone, pero transforma las restricciones, los daños, las dificultades y los consejos que nos llevan al fracaso y que son el resultado del pecado, la carne o el diablo.

Características
Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás..

Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.

El primer grupo quería prohibir hasta los matrimonios mixtos, y los últimos profetas se adscribieron a esta teoría y preconizan severamente contra las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut, al igual que Job y Jonás.

El autor de Rut se preocupa por mostrar la gloria de Dios a través de Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia, sumisión y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Yahvéh a través de ella.

Sentido religioso
Si bien el libro es bastante liberal y universalista, su sentido último es de equilibrio y compromiso entre las dos corrientes contrapuestas. Si bien es cierto que el judaísmo debe conservar su unidad y pureza doctrinaria, los analistas cristianos afirman que esto está equilibrado por la aproximación del Evangelio que viene, en el sentido de que, a partir de aquí, será también misión esencial del pueblo judío preparar la difusión de la verdad entre las demás naciones.

Símbolos presentes
Rut es, como otros libros históricos de la Biblia, una narración histórica cuya finalidad es trazar una parábola moral. Los fines que pretende lograr el autor son éticos y literarios además de históricos.

Los nombres de los personajes encierran significados profundos: Noemí ("mi graciosa"), Mahlón ("languidez"), Quelión ("consunción"), Orfa ("la que vuelve la espalda") y finalmente Rut ("la compañera"). Todo esto apoya y ayuda a la narración, aunque es posible que algunos sentidos ocultos escapen hoy en día al lector moderno.

Es definitivamente un relato de fe, amor y evidentemente con una gran tipología mesiánica.

Generación Fares
El Libro especifica la generación de Farés: Farés, Hezrón, Aram o Ram, Aminadab, Naasón, Salmon o Salma, Boaz o Booz, Obed, Isaí o Jesé, David.

Costumbre de renuncia a herencia o a compra preferente
Dice el Libro que era antigua costumbre en el Israel de aquella época que cuando alguien renunciaba a heredar un bien o a ejercer su derecho preferente a comprarlo, se quitaba ante testigos su sandalia y se la daba al que, tras su renuncia, había de heredar o ser comprador. (Rut 4,7).

Booz
Boaz es un personaje bíblico que aparece en el libro de Rut. Boaz es quien se casa con Rut, que engendra un hijo suyo, Obed, padre de Isai y por tanto, es bisabuelo de David. Es un hombre muy rico y poseedor de tierras, que permitió que Rut recogiera las gavillas de trigo que dejaban sus trabajadores; posteriormente aceptó tomarla como esposa y serían bisabuelos del Rey David.

Su padre fue Salmón y su madre Raab. Este personaje inspiró uno de los poemas más célebres que aparece en La leyenda de los siglos, de Víctor Hugo: Boaz dormido.

Libro de las Lamentaciones
El Libro de las Lamentaciones (איכה ʾēḫā(h), Eikha), atribuido a Jeremías, es un documento del Antiguo Testamento de la Biblia, y también del Tanaj.

Nombre y ubicación
La Biblia cristiana lo ubica en las series de Libros proféticos, entre Jeremías y Ezequiel en las Biblias protestantes, y entre Jeremías y Baruc, en las ediciones católicas y ortodoxas. En tanto el Tanaj lo ubica en la sección correspondiente a los Ketuvim (כְּתוּבִים), ‘Escritos’, entre el Rollo de Rut y el Rollo del Eclesiastés. Sin embargo, las versiones griega y latina las colocan a continuación de Jeremías, a quien se atribuye su composición.

El nombre hebreo del libro es ekah. Más tarde, la literatura rabínica lo llamó qinot, que los LXX tradujeron como Trenos y la Vulgata por "Lamentaciones".

Autor
Tanto la tradición judía como la cristiana atribuyen el libro a la pluma de Jeremías, apoyando sus afirmaciones en el hecho de que el contenido de los poemas corresponden a la época en que vivió el profeta. En la Septuaginta1​ y en la versión de Torres Amat se relata que fue éste profeta quien pronunció esas palabras al contemplar a Jerusalén devastada:

“Después que Israel fue llevado cautivo y quedo Jerusalén desierta, estaba sentado el profeta Jeremías llorando, y endechó sobre Jerusalén con la siguiente lamentación, y suspirando con amargura de animo y dando alaridos, dijo:”

Sin embargo, no hay prueba alguna de la autoría de Jeremías. El único indicio es una sola frase en II Crónicas: "Jeremías compuso una lamentación sobre Yosiyahu". A pesar de que en efecto el libro se escribió en forma inmediata a los hechos, es difícil certificar la atribución.

El primer problema es que Jeremías no parece un hombre inclinado a géneros tan complicados y difíciles como los poemas de lamentación; por otra parte, no formaba parte del partido proegipcio (el libro implora la ayuda del faraón), ni se alegró por la muerte de Sedecías (el libro la celebra), ni, por cierto, testimoniaría en contra de la verdad de las profecías (era él mismo un profeta).

Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al mismo tiempo. Los autores verdaderos fueron obviamente judíos piadosos y versados en la Ley, y, con toda probabilidad, eran sacerdotes que conocían perfectamente el Libro de Jeremías. El capítulo 1 puede ser tan antiguo como de 597 a. C.

Por lo tanto, es difícil que las manifestaciones del Talmud, los LXX y el Tárgum en el sentido de que Jeremías escribió el texto puedan mantenerse. Las tres fuentes no hacen en realidad nada más que repetir la atribución de Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909). «2 Crónicas». Biblia; traducción Reina-Valera.

Seguir a la antigua fuente solucionaba el problema de atribución con autoridad bíblica pero hoy se sabe que no corresponde a la autoridad.

Época
Salvo el capítulo 1, las Lamentaciones fueron escritas en Jerusalén en fecha posterior a la caída de la ciudad en manos de los caldeos y deben haber servido para las ceremonias religiosas que persistieron en el templo luego del Exilio.

Utilización
Como los textos se refieren al arrepentimiento por las desobediencias que causaron la catástrofe bélica, junto con el duelo de la ciudad y sus habitantes, los judíos las recitan en el gran ayuno que conmemora la destrucción del Segundo Gran Templo de Jerusalén a manos de los babilonios.

Contenido
El libro contiene cinco poemas de lamentación por la destrucción de Jerusalén tras haber caído en manos de Nabucodonosor II en 587 a. C.

Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al mismo tiempo. Evocan, por tanto, la destrucción de Judá y el horror del sitio de la ciudad.

Primera lamentación
El poeta llora la catástrofe y, personificando a la ciudad como alegoría, ambos reconocen el pecado del pueblo que causara la dura caída.

Segunda lamentación
Se conduele del castigo tan severo que Yahvéh envía a los judíos y exige a la ciudad que haga penitencia.

Tercera lamentación
Equipara su propio sufrimiento con el del resto de la ciudad y anhela para sí los perdones de la divinidad.

Cuarta lamentación
Nueva lamentación por la catástrofe y el abandono en que se encuentra la ciudad.

Quinta lamentación
Es un fuerte grito que pide ayuda y una lamentación de todo el pueblo que imploran la ayuda de Yahvéh. La Vulgata latina la titula "Oración del profeta Jeremías".

Características particulares
Las cinco endechas o elegías son independientes unas de otras y presentan características distintas. La tercera es una lamentación individual; la quinta una colectiva y la primera, segunda y cuarta constituyen oraciones fúnebres.

Las cuatro primeras configuran cantos alfabéticos en los cuales cada verso comienza con una letra hebrea distinta. Sin embargo, el orden alfabético de la lamentación primera es totalmente distinto de los de la segunda, tercera y cuarta.

Continua en La Biblia XIV: Los Cinco Rollos II
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