Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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viernes, 27 de junio de 2014

Los Diez Mandamientos V

9) No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

Cuenta el Evangelio que, en el juicio de Yahshúa = Jesus ante el Sanedrín, los judíos presentaron testigos falsos que le acusaban de muchas cosas para condenarle. Ante aquellos testimonios falsos y contradictorios, Yahshúa permanecía en silencio. Sólo habló cuando el Sumo Sacerdote le preguntó:

"¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?" (Marcos 14:61).

Y confesó la verdad, aunque por decir la verdad sufrió tantos ultrajes y la muerte.

Este Mandamiento es muy necesario, sobre todo cuando las relaciones entre los hombres están enturbiadas por tanta mentira, calumnias difamaciones y falsos testimonios. A todo esto hemos de oponer el amor a la verdad.

Jesús enseña a decir la Verdad
Jesus nos enseña con su ejemplo a decir la verdad, aunque esto le costara muchos sufrimientos y la muerte.

La verdad, dice Santo Tomás, es algo divino: hay que respetarla y amarla. A veces, decir la verdad cuesta y exige esfuerzo; pero hay que ser valientes para decirla siempre y no mentir.
Yahshúa dijo en una ocasión: "Sea vuestro modo de hablar: sí, sí, o no, no. Lo que excede de esto, viene del Maligno" (Mateo 5:37). Es un buen lema que nos ayudará a ser sinceros y leales con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

El daño de la Mentira
Igual que una cerilla -una cosa tan pequeña- puede destruir un bosque, así la mentira puede destruir cosas grandes, como la amistad de un amigo o la confianza de los padres. Si se miente a los amigos o a los padres, se acaba perdiendo su amistad y su confianza. Después, aunque el mentiroso diga la verdad, ya no se le cree. Para vivir en sociedad es indispensable ser sinceros y decir la verdad. Para ello hemos de esforzarnos en la sinceridad con nosotros mismos, sin ocultarnos la verdad. Aun cuando nunca de debe mentir, en ocasiones se debe callar para guardar un secreto o para no perjudicar a otra persona.

Motivos por los que se Miente
El móvil más ruin para decir mentiras, es para engañar a otros con el fin de sacar ventajas y con ello obtener provecho (lucro). Con frecuencia se miente por ánimo de venganza, o por resentimiento que produce afán de hacer daño, por miedo o vergüenza de ser descubiertos; otras veces, para salir de un apuro o para gastar una broma. Siempre va a ser pecado mortal mentir por motivaciones mezquinas sobre todo en asuntos importantes, o sabiendo que hacemos un daño grave. Si el bien común o particular no exige que callemos, un cristiano debe decir siempre la verdad, incluso hasta el martirio, que es supremo testimonio de la verdad de la fe.

Este Mandamiento ordena respetar la Honra de los demás

La honra es un bien más importante que los bienes materiales. Todos los hombres tienen derecho a su fama; por eso no podemos robar o destruir la honra de los demás.

a) Modos de destruir la Honra. 
Destruye la honra de los demás:

- La calumnia, que es exagerar las faltas de los demás o decir que han hecho algo malo sabiendo que no es verdad.
- La Maledicencia o difamación, por difundir injustamente los defectos ocultos del prójimo.
- El Falso testimonio, declarando en un juicio algo que no es verdad y perjudica al prójimo.
- El Juicio temerario, que consiste en pensar mal de los demás sin justo motivo.
- Violando el secreto, que manifiesta lo que debía callar.

b) Actuación del cristiano.
El que oye hablar de los demás -sea persona particular o jurídica (familia, institución, etc.)- está obligado a no prestar oídos a lo que se dice y a defender con valentía la rectitud o a disculpar, si lo que dice es verdad.

c) Obligación de restituir la Honra.
Dios quiere que seamos como los guardianes de la buena fama de los demás. El que destruye esta buena fama peca gravemente, si el defecto que descubre o el daño que produce es grave. El que ha dañado la buena fama del prójimo está obligado a reparar, esto es, a decir públicamente que aquello que ha dicho no es verdad o que ha exagerado. La reparación hay que hacerla -igual que cuando se roba algo material- para que se pueda perdonar el pecado.

Cuidar y defender nuestra buena Fama

Durante el juicio ante el Sanedrín, un criado dio una bofetada a Jesús que respondía a Caifás. Y el Señor se defendió:

"Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien ¿por qué me pegas?" (Juan 18:23).

Jesús da ejemplo de cómo hay que defender la buena fama cuando nos atacan injustamente.

Podemos ayudar a los demás con la corrección Fraterna

La caridad (El Amor) nos llevará a decir con nobleza, a decir las cosas a la cara, de frente, nunca de espaldas. Decir las cosas con verdad y caridad es ayudar a nuestros hermanos con la corrección fraterna. Podemos recordar lo que dijo Jesús: 

La verdad os hará libres (Juan 8.32).

CUANDO ATACAS A TU PRÓJIMO, le golpeas hasta herirlo y quizá aún le robas su fama, sabes que le has causado daño y que serás castigado según las leyes terrenales.

Cuando se habla de un ataque o una violación, vosotros sentís indignación, y cuando son personas relacionadas con vosotros las que sufren por tal concepto, os asustáis y quedáis horrorizados.
Sin embargo, poco os importa que, en vuestra presencia, alguien hable mal de otra persona ausente, bien sea con palabras malévolas o solamente con gestos que hacen suponer más de lo que se puede expresar con palabras.

Pero ten cuidado: Es mucho más fácil reparar el mal de un ataque corporal que el de un ataque al alma, la cual padece por pérdida de la buena reputación. Por lo tanto, apartaos de todos los difamadores que roban a su prójimo la buena reputación y que se asemejan a asesinos del cuerpo material. Su culpa es la misma, si no aún peor. La poca piedad que tienen estos hombres para con las atormentadas almas de sus víctimas la hallarán reflejada en la poca ayuda que encontrarán en el más allá cuando la supliquen. Les mueve en su interior el funesto deseo de desacreditar a los demás, y lo hacen con frialdad y falta de misericordia, aun con personas desconocidas. Por eso, la misma frialdad y la misma falta de misericordia la encontrarán centuplicada en el lugar que les espera después de haberse separado de su cuerpo terrenal.

Este mandamiento trata con la importancia de la acción moral.

“No des Falso Testimonio Contra Tu Prójimo” ¿Quién es mi prójimo? ¿Qué nos dice Jesús sobre el prójimo?

 Lucas 10:25-37
¡Tu prójimo son con quienes interactúas!

El falso testimonio afecta a todos.
El Peligro del Falso Testimonio.

Números 13:26-14:1-4                                                                                                                                                                   
Una nación se pierde por falso testimonio
--Los faltos de fe son exentos de la  tierra prometida.
--¡Josué y Caleb responden por fe y su herencia es asegurada!
             
- ¡Habla Palabras llenas de fe a Todos!
1.  Una visión para los fieles.
      a.  Malaquías  2:4-9
      b.  Nuestros labios deben preservar sabiduría (habla lo que conoces).
      c.  ¡Nunca asumas!
      d.  Nada falso debe salir de tus labios.
      e.  ¡Habla palabras llenas de fe!

- ¡Hala Palabras llenas de Gracia!
1.  Efesios 4:22-ff
     a.  Habla palabras saludables al alma.
     b.  No hables palabras corrompidas.

Conclusión:  Hebreos 13.15.

1.  ¡Combina tu habla con acción!
2.  Esto es lo que agrada a Dios.

10) No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.


Este Mandamiento se dirige clara y directamente contra los instintos corporales y animales, a los cuales desgraciadamente, el hombre da muchas veces rienda suelta, tan pronto se le presenta la oportunidad.

He aquí a la par el punto decisivo, la trampa más grande para los seres humanos, en la cual caen casi siempre, tan pronto como entran en contacto con ella:

La Oportunidad

El instinto es despertado y dirigido únicamente por los pensamientos.
El hombre puede observarlo muy bien en sí mismo:

El instinto no se despierta, no puede despertar, si no hay pensamientos. 

Todo el cuerpo depende completamente de ellos. Sin ninguna excepción. No digáis que el tacto también puede despertar el instinto, pues no es cierto. Es solamente un engaño. El sentido del tacto sólo despierta los pensamientos, y éstos, a su vez, el instinto. Y para despertar pensamientos, el incentivo más grande es la oportunidad, a la que el hombre debe temer.

Por esta razón, evitar la oportunidad es la mejor protección y la mejor defensa para las personas de ambos sexos. Es la única áncora de salvación en los tiempos actuales de degeneración, hasta que la humanidad vuelva a ser tan resistente en sí misma, que ella, como algo natural, sea capaz de conservar limpio el hogar de sus pensamientos. Entonces la transgresión de este mandamiento será absolutamente imposible. Muchas tormentas han de pasar hasta ese momento sobre la humanidad para purificarla, pero este ancla podrá resistir, si cada uno se esfuerza seriamente en no dar nunca a personas de ambos sexos la oportunidad de estar solas en proximidad seductora. Esto debe grabárselo cada uno en su mente con letras de fuego, pues no es tan fácil liberar el alma de esta transgresión, ya que esto depende también de la otra persona. Y para una ascensión simultánea raras veces hay posibilidad.

No desearás la mujer de tu prójimo
No se refiere solamente a la esposa de un tercero, sino al sexo femenino en general, también a las hijas. Y como bien claro se dice, “no desearás”, el mandamiento se refiere únicamente al instinto corporal y no al hecho de cortejar seriamente a una mujer.

Las palabras son tan claras que no cabe error posible. Aquí se trata del Mandamiento divino, severo, contra la seducción y la violación así como también contra la profanación por pensamientos de deseo secreto. Esto último constituye ya la transgresión del mandamiento, pues es el punto de partida de la mala acción y trae consigo el castigo por medio de una consecuencia que tendrá que cumplirse, indefectiblemente, de un modo u otro, antes de que el alma pueda liberarse de su culpa.

Algunas veces, este principio citado, que los hombres erróneamente consideran una pequeñez, puede influir en el modo de su próxima encarnación sobre la Tierra o su futuro destino en la vida actual.

Así, pues, no tomemos a la ligera la fuerza de vuestros pensamientos, de los cuales sois responsables. Debemos dar cuenta hasta de los más pequeños pensamientos frívolos, pues ya causan daño en el reino de la materia etérea, reino al que pasaremos después de la vida terrenal. Y si el deseo se transforma en acción física, esto es, llega hasta la seducción, temamos las consecuencias, en el caso de que ya no se puede reparar más el mal sobre la Tierra, corporal y espiritualmente. No importa que la seducción sea consecuencia de halago o de rudeza o que, por fin, se obtenga el consentimiento de la mujer, el efecto recíproco que de ello resulta se mantiene imperturbable, pues ya se inició con el deseo, y toda astucia, toda artimaña, solamente contribuyen a activarlo, y el consentimiento final no puede entonces anularlo. Por lo tanto, tener cuidado, evitar todas las oportunidades y no seamos indiferentes. ¡Ante todo, conservad limpio el hogar de vuestros pensamientos! Así nunca pecaréis contra este mandamiento.

No hay disculpa tampoco cuando un hombre intenta convencerse a sí mismo, arguyendo que era posible el matrimonio. Este pensamiento sería la mayor mentira. Un matrimonio en el cual falta el amor espiritual del uno para con el otro no tiene valor ante Dios. Este amor constituye la mejor defensa para no transgredir este mandamiento, pues una persona que ama verdaderamente, no deseará más que el bien para el ser amado y no podrá nunca dar curso a deseos o exigencias impuras, prohibidas por este mandamiento.

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