Apologetica-Teologia-Ciencias Biblicas

Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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sábado, 25 de octubre de 2008

La Biblia y la Historia II

Batalla de Gaugamela por Charles LeBrun

Cronología Bíblica

1 Separación de las Naciones
Génesis 10:25 Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. 

Este versículo bíblico narra el nacimiento de Peleg (lo cual significa división), cuatro generaciones después de Noé‘Porque en sus días fue dividida la tierra’. 

Algunos sugieren que los continentes de la Tierra se dividieron en este tiempo. Pero esto parece poco probable, puesto que tal proceso debería haber ocurrido en un periodo de tiempo muy breve, y la violencia geológica resultaría en una catástrofe sobrecogedora-- como si el Diluvio empezara de nuevo. Por lo tanto cualquier separación continental probablemente ocurrió durante el Diluvio.

La interpretación tradicional, que parece más razonable, relaciona este versículo con la división de pueblos/naciones en la Torre de Babel en Génesis 11. De la misma forma que la palabra ‘tierra’ en español puede tener una diversidad de significados, la palabra Hebrea ‘erets’ también puede significar nación(es), por ejemplo, ‘erets Yisrael’ es la tierra (nación, pueblo) de Israel. Según la cronología Bíblica deducida por el Arzobispo Ussher, el diluvio tuvo lugar en 2349-2348 a.C., y Peleg nació en 2247 a.C. alrededor de cien años más tarde.

¿Podemos encontrar referencias históricas de esto?

2 Los inicios de Babilonia
Durante el año 331 a. C. Alejandro el Magno, tras haber derrotado a Darío en Gaugmela cerca de Arbela, viajó a Babilonia. Allí recibió 1903 años de observaciones astronómicas de los Caldeos, que según ellos se remontaban a la fundación de Babilonia. Si esto fuera así, entonces la fundación de Babilonia se situaría en 2234 a. C., es decir trece años después del nacimiento de Peleg. Esto fue registrado en el sexto libro de De Caelo (‘Acerca de los Cielos’) por Simplicio, un escritor latino del siglo VI d. C., Porfirio (un filósofo griego que estaba en contra de los cristianos, 234-305 d. C.) también dedujo la misma fecha.

3 Surgimiento de Egipto
El cronista bizantino Constantino Manasses (d. 1187) escribió que el estado Egipcio duró 1663 años. Si esto es correcto, contando en sentido inverso desde el momento en que Cambises, rey de Persia, conquistó Egipto en 526 a. C., nos da el año 2188 a. C., como fecha de fundación de Egipto; más o menos 60 años después del nacimiento de Peleg. Alrededor de esta época Mizraim, hijo de Ham, condujo al pueblo a Egipto. De ahí que la palabra hebrea para Egipto es Mizraim (o a veces ‘ la tierra de Ham ‘ ejemplo:

Salmo 105:23-27
23 Después entró Israel en Egipto, Y Jacob moró en la tierra de Cam. 24 Y multiplicó su pueblo en gran manera, Y lo hizo más fuerte que sus enemigos. 25 Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, Para que contra sus siervos pensasen mal. 26 Envió a su siervo Moisés, Y a Aarón, al cual escogió. 27 Puso en ellos las palabras de sus señales, Y sus prodigios en la tierra de Cam.

4 Grecia se pone en marcha
Según Eusebio de Cesárea, historiador y obispo del siglo IVEgialeo, rey de la ciudad Griega de Sición, al oeste de Corinto en el Peoloponeso, inició su reinado en 2089 a. C.1313 años antes de la primera Olimpiada en 776 a. C..

Si Eusebio está en lo cierto, entonces este rey inició su reinado aproximadamente 160 años después del nacimiento de Peleg.

Nótese que en Babilonia, Egipto y Grecia se hablaba en cada uno un idioma distinto. Estos antiguos historiadores involuntariamente han confirmado la extrema exactitud de las genealogías Bíblicas tal como las hallamos en las Escrituras Hebreas.

La Torre de Babel debería haber ocurrido antes de la fundación de estos otros reinos. Babel (Babilonia), al estar en la misma región que la Torre, evidentemente habría sido uno de los primeros reinos.

De los otros reinos, los más alejados de Babel habrían sido fundados más tarde. Esto es exactamente lo que estos escritores han explicado. Fue fundada primero Babilonia, después Egipto, y más tarde Grecia.

¡Esto también nos enseña algo acerca de la naturaleza humana!. Tras la Torre de Babel, la gente se vio obligada a dividirse en grupos según sus nuevos idiomas. Los humanos somos fundamentalmente perezosos, de tal manera que se habrían alejado de Babel sólo lo necesario para vivir en paz. Sin embargo, la presión demográfica, la fuerza militar, o el deseo de búsqueda de ‘pastos más verdes’ los llevaron a desplazarse más y más lejos. De tal manera que la humanidad se esparció lentamente a través de migraciones periódicas desde su centro en Babel. A pesar de que los historiadores seculares ignoran los sucesos de Babel y el Diluvio, reconocen que la civilización comenzó en Oriente Medio, probablemente cerca de Babilonia, y se propagó lentamente desde allí. Sin embargo, utilizan un marco cronológico mas extenso que el Bíblico.

Eusebio de Cesárea también escribió que la Torre de Babel tuvo lugar cinco años después del nacimiento de Peleg. Si esto es así, entonces confirmaría que las migraciones registradas en Génesis 10 ocurrieron a lo largo de un periodo de tiempo, porque los dirigentes aparentes de muchos de estos grupos nacionales habrían sido niños muy jóvenes cuando tuvo lugar la confusión de lenguas.

La lección que aprendemos de esto es que la Biblia es exacta.
El que las reconstrucciones seculares de la historia estén o no de acuerdo con Ella no afecta su exactitud.

Nosotros deberíamos utilizar la cronología Bíblica para determinar dónde los seculares se desvían, y no deberíamos modificar la Biblia para que encaje en las últimas especulaciones seculares sobre la historia. Esta área de investigación ha sido enormemente ignorada por los cristianos en los últimos cien años mientras corrían a manipular la Biblia para ajustarla a las últimas reconstrucciones seculares de la historia del hombre.

En años recientes, algunos cristianos han hecho excelentes progresos en cuanto a la restauración de la autoridad de Génesis 1-4, 6-9. 

Sin embargo, se han entregado en manos de los historiadores seculares las genealogías de Génesis 5, 10 y 11 (y las secciones cronológicas de Reyes y Crónicas). La obra destructiva sobre estas cronologías ha derrumbado la fe de muchos. Ha llegado el momento de reconquistar esta base Bíblica. Si no se puede confiar en las fechas de las cronologías de la Biblia, ¿Por qué deberíamos confiar en las palabras que hay entre estas fechas? ¿Cuáles son los límites que deberíamos establecer a la incredulidad?

La Biblia y la Cronología
Existen tres errores comunes en la cronología Bíblica actual.

En primer lugar, están los que menosprecian la Biblia e ignoran sus datos cronológicos por completo. Los escritores seculares antiguos mencionados en el artículo adjunto, aportan su aval independiente a la exactitud de los datos de la Biblia, la cual se basa en hechos, no en mitos como creen muchos liberales.

En segundo lugar, están quienes acortan el periodo del reino dividido.

Edwin Thiele es su defensor principal
Thiele utiliza la fragmentaria cronología Asiria del reino dividido durante más o menos 50 años, para encajar las supuestas fechas de Asiria.

¡Pero esto significaría que Babilonia habría sido fundada mucho antes de Peleg y la Torre de Babel! En tercer lugar, están aquellos que prolongan la cronología Bíblica.

Unos de los primeros fueron los rabinos que en Egipto tradujeron la Biblia Hebrea al Griego para producir la Septuaginta (LXX) en el siglo III a.C..

Éstos de forma arbitraria añadieron alrededor de 700 años a la cronología Bíblica durante el periodo entre Noé y Abraham, para hacerlo concordar con los escritos de Manetho. Si lo que hicieron es cierto, entonces Peleg habría estado muerto y enterrado antes de la Torre de Babel (tal y como lo habrían estado la mayoría de los dirigentes de la división de las naciones).

Muchos arqueólogos Bíblicos modernos, al igual que los traductores de la Septuaginta, son culpables de las mismas cosas hoy. De la misma manera que los traductores de la Septuaginta escucharon los cuentos que los sacerdotes Egipcios les contaron, la mayoría de los eruditos Bíblicos modernos siguen las mismas historias que cuentan los historiadores seculares y los arqueólogos quienes retrasan la fundación de Babilonia y Egipto mil años.

4.- ANTIGUO TESTAMENTO
4.1.- Trasfondo histórico
Israel no es un pueblo aislado, cerrado en sí mismo y ajeno a toda influencia exterior. Es un pueblo que ha llegado tarde a la Historia y a la Cultura, cuando otros pueblos, por ejemplo, Egipto, Mesopotamia e incluso Canaán, de la misma área geográfica llevan siglos de cultura y han dejado huella de la misma en la tierra en que logra asentarse el pueblo hebreo; convive con otros pueblos, a algunos de los cuales está unido por vínculos de raza, y mantiene intercambios de toda clase con los demás pueblos y culturas de la misma área geográfica. Ello genera influencias mutuas en los distintos campos de la vida y de la cultura.

Esas influencias tienen una razón aún mas fuerte y es que hunden sus raíces en un mismo pasado legendario y mítico.
Por todo ello debemos estudiar la Biblia también como cualquier otro libro de aquella época y zona geográfica, aplicando los mismos medios y técnicas. Para lo cual es imprescindible conocer las condiciones sociales e históricas, así como el ambiente cultural, político, económico y religioso del pueblo protagonista de la Biblia. Todo esto se ha hecho más fácil gracias a los hallazgos arqueológicos de antiguas civilizaciones del Oriente Medio y a los documentos e incluso bibliotecas enteras que contienen una literatura de gran semejanza con los libros bíblicos. Todo ello nos ayuda a conocer el ambiente semita en que nace la Biblia.

4.1.1. CulturalLos semitas no conocen la abstracción y sus imágenes son concretas. Sobre una idea primitiva acumulan notas, matices y vivencias para darle mayor relieve y color.

Su visión de la historia es distinta de la actual. Utiliza las fuentes de la forma que le conviene, las yuxtapone y las reinterpreta desde la visión de la nueva situación histórica.

Su concepción del mundo y del cosmos es la común a todos los pueblos semitas y a esa concepción responden relatos como la creación o el diluvio, que tienen paralelos en los poemas sumerios mucho más antiguos.

4.1.2. Moral
La moral es regla fundamental para comprender a un pueblo y la de Israel hay que situarla también en esa mentalidad semita. Así, por ejemplo, la Ley de talión (Ex 21,24; Lv 24,20.20, etc.), que prohíbe que la venganza sea mayor que el mal recibido, responde, aunque supera, a las costumbres y leyes de la época en que la venganza de sangre podía llevar al exterminio de familias enteras.

Otros hechos que chocan con nuestra mentalidad y sobre todo con nuestra concepción cristiana de Dios, son asimismo propios de la cultura y mentalidad de la época. Por ejemplo, la ley de “heren”, que exigía la aniquilación total del pueblo conquistado, la poligamia, los sacrificios humanos, crímenes y mentiras, etc., constantes, por otra parte en el comportamiento humano, incluso en nuestro tiempo, que no se caracteriza precisamente por verse libre de crímenes de toda clase, genocidios, abusos y aberraciones sexuales, mentiras e infidelidades, etc.

4.1.3. ReligiosoEl Israel bíblico no sólo recibió influencias culturales de los pueblos vecinos, sino también religiosas. No afirmamos que Israel copie sino que debe contarse con el fondo religioso de los pueblos vecinos (Canaán, Egipto, Mesopotamia) para captar las imágenes que nos brinda la Biblia y su sentido, como ejemplos típicos pueden aducirse los relatos de la Creación (Gn 2) o del Diluvio (Gn 6) de la Biblia y los paralelos de los poemas babilónicos (Enuma, Elish y Guilgamés)
Parece ser que los clanes primitivos seminómadas fueron politeístas (Jos 24), como lo eran todos los pueblos del entorno, y en sus orígenes comparten el viejo fondo pagano de las religiones semitas.
De ese patrimonio común participan imágenes y relatos que encontramos en la Biblia, así como ritos que van cambiando su sentido originario, por ejemplo, la Pascua, que en principio está unida a las costumbres de los pastores nómadas pasa a ser la fiesta de la libertad relacionada con la salida de Egipto y la constitución de Israel como pueblo.

Israel, como los demás pueblos del Oriente Medio, tiene su propio Dios que le protege frente a los demás pueblos y hace alianza con él: Yahveh. (En las versiones de uso corriente en lugar de Yahveh leemos “Señor”, que traduce la palabra Adonay que en la versión griega de la Biblia sustituye el nombre sagrado de Yahveh).

Sin embargo la religión de Israel tiene rasgos propios que la diferencian notablemente del resto de las religiones de su área geográfica. Los más significativos y determinantes para su proceso de evolución del concepto de Dios, a lo que contribuye de manera decisiva la influencia de los profetas, son la prohibición de representar a su Dios: Yahveh no es un Dios abarcable por el hombre, como se lo hace ver a Moisés (Ex 3,13-14) y defiende siempre la tradición yahvista. Y no tener más que un Dios, frente al politeísmo de todos los pueblos circundantes. La fe yavista lucha continuamente contra la tendencia a imitar las costumbres politeístas cananeas y de los otros pueblos del entorno, así como por mantener la pureza del culto condenando practicas habituales de las otras religiones.

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4.4. Hechos fundamentales del Antiguo TestamentoEn la base de todos los libros del Antiguo Testamento están los hechos fundamentales de la Historia de Israel. Aquellos hechos que les han constituido como pueblo y que son como los hitos a través de los cuales han ido descubriendo al Dios con el que hacen Alianza.

Por ello es esencial conocer tales hechos que fueron transmitidos por viejas tradiciones a veces mezcladas con la leyenda, posteriormente repensadas a la luz de los nuevos acontecimientos y puestos por escrito a varios siglos de distancia de los hechos que relatan.

4.4.1 Los Patriarcas
Los Patriarcas son los antepasados seminómadas procedentes de Mesopotamia en los que Israel descubre sus orígenes. Su historia se relata en el libro del Génesis a partir del capítulo 12.

El principal de los Patriarcas es Abraham a quien todos los clanes reconocen como tronco común. Abraham procede de un clan politeísta pero descubre a un Dios desconocido que se le revela. Abraham confía en ese Dios que le promete una descendencia numerosa y una tierra y con Él hace un pacto. Abraham, movido por la fe, se pone en camino hacia esa tierra desconocida, pero más importante que su camino material es su itinerario espiritual: su fe en ese Dios que se le ha revelado, en cuyas manos se pone y sigue el camino que le va marcando sin preguntar por qué.

En la descendencia del hijo de la promesa, padre de Jacob, que con su hijos emigra a Egipto, encuentra Israel el origen de las tribus que componen el pueblo que posteriormente se constituyó.

En la historia de Abraham y de los Patriarcas aparecen los elementos esenciales de la historia y de la religión de Israel: Elección, promesa, alianza y tierra.

La historia de los Patriarcas de Israel sólo está recogida en la Biblia, pero el tiempo que refleja es perfectamente identificable con la fecha en que se data, aproximadamente la época de Hamurabi de Babilonia (1792-1759 a. C.).

4.4.2 El Éxodo
El éxodo es el hecho fundamental para la Historia de Israel y en el cual sitúa su nacimiento como pueblo. Este hecho liberador, narrado en los libros del Éxodo y Números, es la clave de la historia de la religión de Israel. Sucedió en la segunda mitad del siglo XIII a. C., después de más de 400 años, de los que no hay noticia alguna, desde la bajada del clan de Jacob a Egipto.

Según la interpretación de estos libros, Yahveh, que se revela a Moisés como el Dios de los Padres con lo cual los redactores quieren dar continuidad a la revelación primitiva, los israelitas vivían esclavizados en Egipto y les liberó con mano poderosa en la noche del primer plenilunio de primavera.

Constituyen este hecho:
-La Revelación de Moisés a Yahveh (Origen del Yahvismo) que le encomienda a Moisés la misión de liberar a su pueblo (Éxodo 3-4). Y las dificultades de la misión (Éxodo 6-11)
-La Pascua y Salida de Egipto (Éxodo 12-13)
-La Alianza de Yahveh con Israel en el Sinaí (Éxodo 19-24)
-El santuario del desierto que materializa la presencia de Yahveh (Éxodo 25-35)
-La larga marcha hacia la Tierra Prometida a través del desierto con rebeliones, castigos, cansancio...

Sus protagonistas principales son Yahveh e Israel y secundarios, Moisés y el faraón

En cuanto a la ruta, aunque el texto da nombres y lugares de acampada, es difícil trazar el itinerario seguido. Los hitos principales serían el Mar de las Cañas, el Sinaí y el Oasis de Kadés.

No hay que olvidar, al leer estos relatos, que no se entiende la Historia en el sentido que hoy damos al término, sino que los hechos son vistos ante todo con una perspectiva y finalidad religiosas, por ello se presentan bajo la luz de lo maravilloso, con una constante intervención de Yahveh, pero sin negar las reacciones paradójicas del pueblo. Todo ello para poner de manifiesto que Israel tiene conciencia de haber sido elegido por Yahveh por puro amor, que lo ha liberado portentosamente de la opresión, ha hecho con él una alianza y lo ha conducido a la tierra que había prometido a sus antepasados.

El Éxodo es constante referencia en el esfuerzo por mantener la fidelidad a su fe. Los profetas lo consideran como la edad ideal de Israel, el tiempo de su noviazgo con Dios.

4.4.3 Penetración en Canaán
Está descrita en los libros de Josué y Jueces y se fecha en torno a 1200-1000 a. C..

Según el relato del libro de Josué, es el cumplimiento de la finalidad del Éxodo: ocupar la tierra que Yahveh les había prometido. En este libro no faltan los hechos prodigiosos y parece que los israelitas ocupan todo el territorio.

Sin embargo, el libro de los Jueces presenta una penetración lenta y difícil donde los clanes hebreos que han hecho el éxodo ocupan sólo las montañas desguarnecidas, están, con frecuencia, a merced de los filisteos y otros pueblos, surgiendo personajes carismáticos que ocasionalmente los liberan o les llevan a conseguir alguna conquista. Asimismo deja patente la precaria cohesión de las tribus.

En el libro de los Jueces está presente la teología que posteriormente se repetirá: el pueblo peca apartándose de Yahveh que les castiga sometiéndolos a otro pueblo hasta que se decide liberarlos por medio de un personaje carismático, cuya conducta personal no suele ser modélica, lo cual subraya que el único que salva y libera siempre es Yahaveh movido por el amor a su pueblo y no por los méritos de éste.

4.4.4 Monarquía
Este periodo se recoge en 1-2 Samuel y en 1-2 Reyes y abarca desde el año 1000 a. C., aproximadamente hasta el 586 a. C..

El sistema de los jueces había fracasado y sintieron la necesidad de tener un rey como los demás pueblos. Sin embargo tampoco parece que los autores de estos libros estuvieran convencidos de que este sistema fuera bueno. De muchos de los reyes se dice que actuaron mal ante los ojos de Yahveh. Destaca David, que ha quedado como el prototipo de rey ideal. Bajo su reinado se consiguió la unidad de las tribus, mantenida por su hijo Salomón, y el reino alcanzó su mayor extensión.

Pero ya con Salomón la monarquía entra en decadencia poniéndose de manifiesto la poca solidez de los lazos que unían a las tribus. A la muerte de éste, el reino se divide en dos, el del Norte o Israel con diez tribus, bajo Jeroboam y el del Sur o Judá, con una sola tribu, regido por Roboam.

El reino del Norte fue conquistado por los asirios en el año 721 a. C., desapareciendo sus tribus. El del Sur fue conquistado por los Babilonios que deportaron a su población en 597 y 586 a. C., pero Judá pudo regresar y reconstruirse, aunque no como reino sino como comunidad de fe.

La historia de la monarquía encierra una importante lección: por un lado que las clases dirigentes, políticas o religiosas, suelen caer en los pecados que denuncian los profetas: injusticias sociales, inmoralidad sexual, idolatría, sincretismo... arrastrando tras de sí a los pueblos, lo que hace inevitable el castigo, y, por otro, que la salvación llega por un pequeño resto que permanece fiel al Dios.

4.4.5 Exilio de Babilonia
Durante el exilio comienza un periodo de renovación espiritual, por la acción de los profetas Jeremías, Ezequiel y segundo Isaías, y también de actividad cultural que culminará cien años después con la reforma de Edras y Nehemías (siglo V a. C), con la cual puede decirse que nace el Judaísmo.

Por influencia del profeta Ezequiel, los exiliados descubren que Yahveh también marchó con ellos, empiezan a reunirse en grupos donde reviven y renuevan sus tradiciones, recuerdan las causas de sus males, oran... Así nace la sinagoga.

Los deportados pudieron volver por el edicto de libertad dado por Ciro el Grande (538 aC), cuando sus tropas de medos y persas conquistaron Babilonia. Los que regresaron renuncian a toda idea de volver a ser un estado político y se constituyen como comunidad de fe dirigida por sus jefes religiosos, siendo Judá parte de una satrapía persa.

4.4.6 Periodo persa y griego
A partir del regreso del exilio, Israel pierde toda importancia política pero desarrolla una profunda labor cultural y espiritual. Ha renunciado definitivamente a la tentación de los dioses y afirma su fidelidad a Yahveh. En este tiempo se redactaron definitivamente muchos libros del Antiguo Testamento y aparecen otros nuevos. Asimismo aparece una nueva clase de hombres, los sabios, que toman el relevo de los profetas en la tarea de educar y dirigir al pueblo.

4.5. Los grandes temas
En la Biblia no encontramos una teología sistemática, una exposición ordenada de verdades relacionadas con Dios, el hombre y el mundo, pero sí datos fundamentales que muestran el concepto que Israel tiene de Dios, el hombre y el mundo, de sí mismo como pueblo, del pecado, la salvación, etc. Conceptos cuya evolución queda reflejada en los libros del Antiguo Testamento.

4.5.1. Dios
Porque en la Biblia no encontramos teología en el sentido actual de la palabra, tampoco encontramos una definición de Dios o la demostración de su existencia. Se admite sin más. Es por medio de los acontecimientos como Israel conoce a su Dios y tiene certeza de su presencia y de su actividad salvadora a favor de su pueblo.

Yahveh es el único Dios a quien Israel ha de adorar y servir, porque es su Dios (Dt 7,6-8) que por su parte ha de protegerles. Este concepto era general en todos los pueblos del Oriente Medio Antiguo, pero Israel se diferencia de los demás en que no tiene más que un Dios, frente al politeísmo de las otras religiones que muchas veces identifican sus dioses con las fuerzas y fenómenos de la naturaleza. El de Israel es un Dios trascendente por encima de todas esas fuerzas y fenómenos naturales (Dt 4,15-19). Israel tiene prohibido construirse imágenes de seres como dioses. Yahveh es un Dios al que no se le puede representar (Ex 20,4.23; 34,17; Dt 5,8-9).

Este Dios de Israel en principio es un Dios tribal, el Dios del clan seminómada de Abraham a quien se revela y con quien hace un pacto y le promete una descendencia y una tierra. Con el éxodo pasa a ser el Dios de un pueblo, que al penetrar en Canaán y sedentarizarse, por influencia de las concepciones locales, se convierte en el Dios de una tierra, que habita en Israel y en el Templo de Jerusalén. Mas cuando han de marchar al exilio, por influencia de los profetas, descubren que Yahveh ha marchado también con ellos, que no abandona a su pueblo y es fiel a sus promesas que a su tiempo se cumplirán.

En cuanto a cómo es ese Dios se percibe asimismo en la Biblia una evolución. En una concepción más primitiva el Dios bíblico presenta una cara terrible y aparece con los sentimientos que caracterizan a cualquier hombre: lo mismo alegría (Génesis 1,21; Nehemias 8,10; Salmos 104,31) que disgusto (Génesis 6,6) o ira (Génesis 6,7.13; Éxodo 32,10; Números 12,9), deseo de venganza (Éxodo 32,33; Deuteronomio 7,10) o arrepentimiento (Génesis ,6,6; Éxodo 32,14). Es un Dios celoso (Ex 34,14; Deuteronomio 4,24) y temible (Éxodo 20,5; Deuteronomio 7,9), que ordena el extermino de los pueblos enemigos (Deuteronomio 7,2) y endurece el corazón de los hombres para luego castigarlos (Éxodo 73,9.12) a fin de mostrar su poder. Un Dios al que no se puede ver sin morir (Génesis 2,31; Éxodo 20,19; Éxodo 33,20). Aunque Yahveh, el Dios de Israel, se presenta como superior, puede coexistir con otros dioses propios de otros pueblos (Éxodo 18,11; Deuteronomio 4,7; Deuteronomio 6,14).

En una concepción más evolucionada y purificada, a lo que contribuyen los profetas, el Dios bíblico presenta una cara fascinante opuesta a la anterior. Es el Dios creador y dueño de cuanto existe (Isaias 66,2), que está presente en todas partes (Amos 9,6). El Dios justo, misericordioso y santo (Levitico 9,2), fiel a su palabra. El Dios trascendente pero al mismo tiempo próximo a su pueblo, un Dios cercano (Deuteronomio 4,7), presente en medio de él, que le ama gratuitamente (Oseas 14,5) con amor de Padre (Oseas 11,1). El Esposo de Israel (Oseas 2,16-22).

Poco a poco van descubriendo a su Dios como un Dios viviente (Deuteronomio 5:26; Jeremias 10,10) frente a los dioses de los otros pueblos que son obra de manos humanas, seres inertes que ni ven ni oyen ni olfatean... (Deuteronomio  4,28; Is 44,6ss; Jeremias 10,1-9; Salno 135,15-17). Un Dios que acoge a cualquier hombre de cualquier pueblo y condición social (Isaias 56:3-7), que llegará a ser el Dios de Egipto y Asiria (Isaias 19,21-25), que dispone también el destino de otros pueblos (Amos 9:7) y se compadece incluso de aquellos que son el prototipo de los enemigos de Israel (Jonas 4:11).

Leyendo los libros del Antiguo Testamento encontramos diversos nombres de Dios. Los más habituales son Elohim y Yahveh que suelen traducirse por Dios y Señor, respectivamente. Yahveh es el nombre revelado a Moisés, el nombre propio del Dios de Israel, nombre impronunciable para un judío por su santidad y el respeto que se debe a Dios, por ello en su lugar se lee Adonay.

4.5.2. PuebloHistóricamente no puede hablarse de un pueblo israelita antes de su asentamiento en Canaán (1.200 a. C.).

Existían grupos tribales, con diferentes trayectorias, y uno de ellos, Efraín, aparece como catalizador. A él están vinculadas las principales tradiciones que los otros grupos aceptan aportando a su vez las suyas. Aquellas tribus a las que se unen otros grupos de egipcios, madianitas, edomitas, cananeos, hititas, amorreos, etc. van formando el pueblo de Israel a través de un proceso complejo que no cesó hasta las leyes sobre la pureza de sangre que implantó Esdras (Esd 9,2). Pero este pueblo no es una raza, sino que con otros pueblos de la zona pertenece a la raza semita, originaria, al parecer, de Arabia.

Israel se considera el pueblo por antonomasia, frente a los gentiles (no-pueblo), elegido por Yahveh que hizo con él una alianza y le dio una tierra. Esta idea perdura aun cuando Israel llega a un concepto más evolucionado de Dios.

4.5.3. ElecciónIsrael tiene conciencia de haber sido elegido por Yahveh entre los demás pueblos (Ex 6,7; 19,8; Dt 26,17ss). Esta elección es gratuita (Dt 7,7-10) y amorosa (Dt 7,6), no depende de méritos anteriores del pueblo (Dt 7,7-8; 4,37; 8,17; 9,5). Por ella Israel es el Pueblo de Yahveh (2 Sam 14,13) como otros pueblos lo son de su dios (Nm 21,29), le pertenece en propiedad (Dt 12,2), es su herencia (Dt 4,20).

El origen de esta elección según algunos textos (Gn 12,1-3; Jos 24,3) proviene de la elección de Abraham, pero otra tradición, de origen profético, sitúa la elección en el éxodo (Ex 3, 7-10; Dt 5,21-23). En la literatura judía posterior acaba por imponerse la elección en Abraham y así se recoge en el Nuevo Testamento (Juan 8,33-39; Mateo 3,9; Romanos 4,1).

Esa elección supone bendición, promesa, protección pero también responsabilidades: reconocer a Yahveh como su único Dios, guardar su alianza, extender el conocimiento de su nombre, etc.

Estas dos vertientes de la elección son interpretadas de manera diversa. Una, correspondiente a la teología nacional de los dirigentes religiosos y políticos e incluso para el pueblo, la consideraban exigencia de total protección por parte de Dios, independientemente del comportamiento del pueblo y sus dirigentes. Sin embargo, para los profetas es exigencia de fidelidad a la alianza y obligación de guardar su código por parte del pueblo y de los dirigentes.

Como consecuencia de la evolución del concepto de Dios y de la purificación de la religión de Israel que se produce por influjo de los profetas, encontramos que algunos libros de la Biblia hablan de otras elecciones por parte del mismo Dios que ha elegido a Israel. Por ejemplo, en el libro de Amós (Am 9,7) o Isaías (Is 19,25).

4.5.4. Alianza
Es un concepto común a todos los pueblos del Oriente Medio Antiguo. El dios elige a un pueblo que se convierte en “su” pueblo y con el que hace alianza por la cual el dios protege a ese pueblo y el pueblo adquiere un compromiso de fidelidad con el dios al que dará culto.

La religión de Israel se centra en esa alianza (Ex 34,10.16) o pacto que Yahveh hace con su Pueblo por la cual se convierte en su propiedad particular (Ex 19,5). Esta alianza tiene similitud en muchos de sus elementos con los pactos políticos corrientes en el Oriente Medio Antiguo que se hacían conforme a un ritual en el que había sacrificio, imprecaciones, erección de un memorial, banquete sagrado (Gn 15,9ss; Ex 24,4ss).

Hubo alianzas anteriores como la de Noé y la de Abraham, pero la Alianza por excelencia es la del Sinaí cuyos elementos son la promesa (Ex 19), el decálogo (Ex 20), el código de la alianza (Ex 22-23), ratificación y banquete sagrado (Ex 24,1-11).

Israel no sólo recordará constantemente esta alianza, sino que la renovará sobre todo en los momentos cruciales de su historia: en los llanos de Moab (Dt 28,69), en Sikem (Jos 24), más tarde cuando el rey Josías emprende la reforma religiosa y política de Judá (2 Re 22) y a la vuelta del Exilio (Neh 10,1-30). Porque la alianza no es algo estático, sino un compromiso que debe asumir cada generación.

La alianza tiene unas exigencias:
♦ Para Dios,

proteger a su pueblo.
♦ Para el pueblo

Ser el pueblo de Yahveh (Ex 19,6) por lo tanto al único que han de dar culto. Cumplir el código de la alianza (Ex 21-23) cuyo resumen es el decálogo (Éxodo 20). Ser un pueblo de sacerdotes en medio de los demás pueblos (Ex 10,6) y una Nación Santa (Éxodo 19,6). Para los profetas la alianza es irrevocable, aunque también se habla de una alianza nueva, por la que el pueblo será definitivamente libre.

4.5.5. Promesa
En la Biblia, como en los pactos del Oriente Medio Antiguo, las promesas están vinculadas a la Alianza.

En la Alianza con Abraham la promesa es una descendencia numerosa, una tierra y una bendición. En el Deuteronomio la promesa de la tierra adquiere primacía. Con David las promesas anteriores son sustituidas por la de la permanencia en el trono de su descendencia. Si se refirieren al pueblo se trata de abundancia de bienes y prosperidad material pero unidas a la fidelidad en el cumplimento de la Ley.

Todas las promesas bíblicas tienen como constante que Dios siempre es fiel a su palabra aunque el pueblo no corresponda al pacto (Lv 26,40-42; Dt 4,31; 30, 1-5).

4.5.6. TierraEn la conciencia de Israel, la tierra que habitaba era un don de Yahveh, su Dios (Jos 24,13), en virtud de las promesas hechas a sus antepasados (Gn 12,1.7; Ex 6,8).

Es la tierra que recorrieron los Patriarcas en sus desplazamientos, Canaán (Gn 15,7.18-19), a quienes les fue prometida bajo juramento por Yahveh y entregada a Israel (Dt 1,8.38...) para que pudiera cumplir la Alianza (Dt 12,1).

La tierra es un don gratuito de Yahveh que deben agradecer, pues no les ha sido dada porque lo merecieran (Dt 9,6). Yahveh, el dueño de toda la tierra (Sal 24,1), ha dado su heredad a Israel, su siervo (Sal 135,10-12), por su eterna misericordia para con su pueblo (Sal 136,17-22).

Pero es un don que exige fidelidad (Dt 30,16-20). Su posesión está vinculada a la observancia de la Alianza por el Pueblo (Dt 4,25-25; Dt 8,6-11; Jos 23,16) que ha de dar culto a Yahveh y rechazar cualquier culto a otros dioses. En caso de incumplimiento será expulsado de ella como lo fueron los anteriores poseedores (Dt 28,15.36). Mas si se arrepiente de sus pecados podrá instalarse en ella de nuevo porque siempre será la Tierra prometida (Jr 25,5).

Por esta tierra participaran en la salvación las demás naciones y Jerusalén será el centro del mundo (Is 2,2ss).

Esa tierra material adquiere con los profetas un sentido escatológico y se convierte en símbolo del Reino de Dios y del mundo que ha de venir.
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