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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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sábado, 5 de febrero de 2022

El Aeiparthenos

Imagen de María que la representa amamantando a Jesús. siglo III, Catacumbas de Priscila, Roma.

La Virginidad perpetua de María

La Virginidad perpetua de María es la doctrina de que María, la madre de Jesucristo, fue virgen ante partum, in partu, et post partum, antes, durante y después del nacimiento de Cristo. Es uno de los cuatro dogmas marianos de la Iglesia católica, y es sostenido también por las Iglesias Ortodoxas Orientales en el cristianismo oriental y por algunos luteranos y anglicanos en el cristianismo occidental.

El título Aeiparthenos (Siempre Virgen) se usa ampliamente en la liturgia de la iglesia ortodoxa oriental, y los íconos la muestran con tres estrellas, en los hombros y la frente, que simbolizan su triple virginidad. La virginidad ante-partum de María se basa en versículos del Evangelio de Mateo y del Evangelio de Lucas. Según algunos exegetas, ningún pasaje del Nuevo Testamento menciona su virginidad durante y después del nacimiento. Las epístolas paulinas, los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles mencionan a los hermanos de Jesús (adelphoi).​ La Iglesia católica, siguiendo a Jerónimo, explica que los hermanos de Jesús eran en realidad sus primos e hijos de María de Cleofás, hermana de la virgen María; mientras que la Iglesia Ortodoxa Oriental, siguiendo a Eusebio y Epifanio, argumenta que eran hijos de José de un matrimonio anterior y por tanto hermanastros de Jesús. Anglicanos, luteranos y metodistas están de acuerdo con este punto de vista.

La doctrina de la virginidad de María fue establecida en el Concilio de Éfeso en 431 y el Concilio de Letrán de 649 enfatizó su triple carácter antes, durante y después del nacimiento de Cristo. Los primeros líderes protestantes, incluido el reformador Martín Lutero, el teólogo reformado Huldrych Zwingli,​ y John Wesley , uno de los fundadores del metodismo, creían en la virginidad perpetua de María. Tanto la iglesia católica occidental como la ortodoxa oriental reconocen a María como «Aeiparthenos», que significa «siempre virgen». La iglesia, desde la Antigüedad, afirma en el Credo de los Apóstoles que Jesús fue «concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María». El papa Martín I precisó y extendió el dogma en el concilio de Letrán (649), afirmando que el parto de Jesús no causó ninguna lesión física al himen de María y que María continuó siendo virgen hasta el final de su vida terrenal, sin tener relaciones sexuales con su marido ni dar a luz a más hijos.

La bendita siempre virginal e inmaculada María concibió, sin semilla, por el Espíritu Santo, y sin pérdida de integridad le dio a luz, y después de su nacimiento conservó su virginidad inviolada.
En la Edad Media, Tomás de Aquino reconoció que la razón no podía probar la virginidad perpetua, pero que debía ser aceptado porque era «adecuado»,​ ya que como Jesús era el hijo unigénito de Dios, también debería ser el hijo unigénito de María, ya que una segunda y pura concepción humana no respetaría el estado sagrado de su santo vientre.

Hoy día, la virginidad perpetua de María antes, durante y después del nacimiento de Jesús es uno de los cuatro dogmas marianos de la Iglesia católica, lo que significa que se considera una verdad divinamente revelada, cuya negación es una herejía,​ —los otros tres son su papel como Theotokos (madre de Dios), su Inmaculada Concepción y su Asunción corporal al cielo. Simbólicamente, la virginidad perpetua de María ha sido interpretada como una nueva creación y un nuevo comienzo en la historia de la salvación, por ejemplo por el Concilio Vaticano II: Esta unión de la madre con el Hijo en la obra de la salvación, se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo... luego también en el nacimiento de Nuestro Señor, que no disminuyó la integridad virginal de su madre sino que la santificó... Lumen Gentium, n.º 57.
 
Historia
Se desconoce el origen exacto de la tradición de la virginidad perpetua de María. La virginidad de María, pre o post natal, parece haber atraído poca atención teológica antes de finales del siglo II; Ignacio de Antioquía (c.35-108 d. C.), por ejemplo, la discute solamente para argumentar la realidad del nacimiento humano de Jesús en contra de los docetistas que le negaban toda humanidad. La doctrina de la virginidad ante partum se basa en un versículo del Evangelio de Mateo (Mt 1:23) que se refiere a una profecía de Isaías:

Ved que la virgen [en el griego original parthenos] concebirá y dará a luz un hijo...
Sin embargo, el texto original de Isaías (Isaías 7:14) en hebreo no dice "virgen" sino "mujer joven":

El Señor, pues, les dará esta señal: La joven [en el hebreo original alma] está embarazada y da a luz un varón...

La idea de la virginidad in partu de María aparece por primera vez en un texto cristiano no canónico de finales del siglo II llamado el Protoevangelio de Santiago, que es «la fuente última de casi toda la doctrina mariana posterior».​ En este relato María sigue siendo virgen de por vida, José es un anciano que se casa con ella sin deseo físico, y los hermanos de Jesús se explican como los hijos de José por un matrimonio anterior.​ El nacimiento de Jesús tiene lugar en una cueva cerca de Belén, y el recién nacido Jesús simplemente aparece de una nube y una luz cegadora y toma el pecho de su madre. Dos parteras están presentes fuera de la cueva, una sin nombre que cree y la otra, Salomé, que se atrevió a verificar con su dedo la vagina de la madre de Jesús: La partera salió de la cueva [en la que tuvo lugar el nacimiento], y Salomé la encontró. Y ella le dijo: «Salomé, Salomé, tengo una nueva visión que decirte: una virgen ha dado a luz, algo que su naturaleza no le permite». Y Salomé dijo: «Como vive el Señor mi Dios, si no pongo mi dedo y compruebo su estado, no creeré que una virgen ha dado a luz». Y Salomé entró y se preparó para probar su estado. Y gritó diciendo: «He tentado al Dios vivo...» (Protoevangelio de Santiago, 19:3-20, citado en Brown, 1978). La mano de Salomé se secó, según el Protoevangelio, pero le ruega a Dios que la perdone y aparece un ángel y le dice que vuelva a tocar al Niño Jesús, con lo cual su mano fue restaurada. Este episodio cumple la misma función de catequesis que «la duda de Tomás» en el Evangelio de Juan.

El Protoevangelio deriva de los escritos de la comunidad protoortodoxa.​ Esto trabajo tuvo una amplia difusión, gracias al crecimiento del ascetismo y su énfasis en el celibato. Se distribuyó ampliamente y parece haber formado la base de las historias de María en el islam. Según el teólogo protestante Richard Bauckham, sin embargo, la misma creencia se encontra de forma independiente en otras obras del siglo II como el Evangelio de Pedro y el Evangelio de la Infancia de Tomás. El autor del Segundo Apocalipsis de Santiago afirma que Santiago, "el hermano del Señor", era hijo de un hombre llamado "Teudas", también descrito como "hermano" de Jesús.

Establecimiento de la ortodoxia en los siglos III y IV

En el siglo III, Hipólito sostenía que María era "siempre virgen", y Orígenes fue un influyente defensor de la doctrina. Hacia el siglo IV la difusión del monacato había promovido el celibato como el estado cristiano ideal, y se estableció una jerarquía moral con el matrimonio ocupando el tercer rango por debajo de la virginidad y la viudez de toda la vida. Alrededor del año 380 Helvidio objetó la devaluación del matrimonio inherente a este punto de vista y argumentó que los dos estados, el de la virginidad y el del matrimonio, eran iguales; pero su contemporáneo Jerónimo, al darse cuenta de que esto llevaría a que la Madre de Dios ocupara un lugar en el cielo más bajo que las vírgenes y las viudas, defendió su virginidad perpetua en sus inmensas obras La Perpetua Virginidad de María y Contra Joviniano emitida c. 383.

El único intelectual cristiano importante que defendió la virginidad de María in partu fue Ambrosio, arzobispo de Milán, quien fue el principal blanco de la acusación de maniqueísmo. Para Ambrosio, tanto el nacimiento físico de Jesús por María como el nacimiento bautismal de cristianos por la Iglesia tenían que ser totalmente virginales, incluso in partu, para anular la mancha del pecado original, del que los dolores de parto son el signo físico. Se debe a Ambrosio que la virginitas in partu se afianzase en el pensamiento de los teólogos posteriores.

Joviniano rechazaba la virginidad durante el parto.[45]​ El punto de vista de Joviniano fue rechazado en un Sínodo de Milán celebrado bajo la presidencia de Ambrosio en 390, después de lo cual se estableció la virginidad perpetua de María como el único punto de vista ortodoxo. El Concilio de Éfeso en el 431 estableció un consenso general completo sobre el tema, en el año 553 el Concilio de Constantinopla II le dio a María el título de «Aeiparthenones», que significa Virgen Perpetua, y en el Concilio de Letrán de 649 el papa Martín I enfatizó su triple carácter, antes, durante y después del nacimiento de Cristo.

Reforma protestante
La Reforma Protestante trajo la idea de la Biblia como fuente fundamental de autoridad con respecto a la palabra de Dios (sola scriptura), y los reformadores señalaron que, si bien las sagradas escrituras requerían explícitamente la creencia en el nacimiento virginal, solamente permitían la aceptación de la virginidad perpetua. La doctrina fue apoyada por Martín Lutero —que la incluyó en los Artículos de Esmalcalda, una confesión luterana de fe escrita en 1537—,​ así como por Ulrico Zuinglio, Juan Calvino y más tarde John Wesley, el cofundador del metodismo. Estos reformadores moderados estaban bajo la presión de otros más radicales que ellos, que consideraban que Jesús no era más que un profeta. La virginidad perpetua de María se convirtió así en una garantía de la Encarnación, a pesar de sus inestables fundamentos bíblicos.

Argumentos y debates
El Nuevo Testamento solo menciona la virginidad de María en el citado versículo del Evangelio de Mateo, con base a la traducción errónea de una palabra al griego, y únicamente antes de la concepción de Jesús.​ Otro problema que enfrentan los teólogos que defienden la virginidad perpetua es que las epístolas paulinas, los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles, todos mencionan a los hermanos (adelphoi) de Jesús.

Epifanio de Salamina y el Protoevangelio de Santiago defienden que los «hermanos de Jesús» eran hijos de José de Nazaret de un matrimonio anterior;​ la cual sigue siendo la opinión de las iglesias cristianas ortodoxas. Jerónimo, por su parte, opinaba que estos "adelphoi" eran en realidad hijos de María, la madre de Santiago y José (Marcos 15:40), a quien él identificaba con la esposa de Cleofás y hermana de la virgen María (Juan 19:25). Esta es la opinión actual de la iglesia católica.

Otras contradicciones aparentes de la virginidad perpetua se encuentran en Lucas 2:7, que llama a Jesús el «primogénito» hijo de María, y en Mateo 1:25, que afirma que José no «conoció» —tuvo relaciones sexuales con— a su esposa «hasta que ella dio a luz a su hijo primogénito». Helvidio argumentó que primogénito implica nacimientos posteriores, y que la palabra «hasta» dejaba abierta la vía a las relaciones sexuales después del nacimiento. Los apologistas católicos sostienen que la locución "hasta que" de Mateo 1:25 es solo una expresión idiomática utilizada para enfatizar que en el momento de la concepción y nacimiento de Jesús José no había tenido relaciones con María, y que Lucas 2:6 podía referirse a Jesús como «primogénito» simplemente porque él, siendo hijo único, no había tenido ningún hermano previo a sí mismo. Las opiniones sobre la calidad de este tipo de refutación van desde la opinión de que es magistral y bien argumentada hasta escasa, retórica y a veces insípida de mal gusto.

Otros dos Padres de la Iglesia del siglo iv, Gregorio de Nisa y Agustín de Hipona, avanzaron un argumento adicional leyendo Lucas 1:34 como un voto de virginidad perpetua por parte de María; la idea, introducida por primera vez en el Protovangelio de Santiago, tiene poco apoyo académico hoy en día. Sin embargo, este argumento, y los avanzados por Jerónimo y Ambrosio de Milán, fueron presentados por el papa Juan Pablo II como los cuatro hechos que apoyan la fe actual de la Iglesia católica en la virginidad perpetua de María: ... No hay razones para pensar que entonces se modificó la voluntad de permanecer virgen, que María expresó en el momento de la Anunciación Lucas 1:34. Además, el significado inmediato de las palabras «Mujer, he aquí tu hijo»... «He aquí a tu madre» Juan 19:26, que Jesús dirigió desde la cruz a María y a su discípulo favorito, implica que María no tuvo otros hijos. La palabra «primogénito» significa literalmente «un hijo no precedido por otro», y, en sí misma, no hace referencia a la existencia de otros hijos. ...La frase «hermanos de Jesús» indica «los hijos» de una María que fue discípula de Cristo Mateo 27:56 y que se describe significativamente como «la otra María» Mateo 28:1. «Son parientes cercanos de Jesús, según una expresión del Antiguo Testamento».

LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA Y LAS CONFESIONES DE FE PROTESTANTE


Muchos protestantes en la actualidad rechazan el dogma de la Virginidad Perpetua de María a pesar que los principales líderes de la reforma creyeron y defendieron esta enseñanza.

El dogma de la Virginidad Perpetua de María se puede decir que fue definido por el Magisterio Extraordinario de la Iglesia específicamente en el Concilio de Constantinopla II (553), el cual reconoce a María como la siempre virgen y anatematiza a aquellos que no lo creen así.

“Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios tiene dos nacimientos, el que es antes de todos los siglos procedente del Padre, fuera del tiempo y sin cuerpo, y en segundo lugar el nacimiento de estos postreros días cuando el Verbo de Dios descendió de los cielos y se hizo carne de María santa y gloriosa, madre de Dios y SIEMPRE VIRGEN y nació de ella: sea anatema.” (2. Anatemas contra los “tres capítulos”)

Este concilio es reconocido como el V concilio ecuménico de la Iglesia y que según el erudito protestante J. Gordon Melton es uno de los 7 primeros concilios de la Iglesia que los protestantes aceptan.

“Tanto los protestantes como los ortodoxos orientales aceptan las decisiones teológicas de los Siete Antiguos Concilios Ecuménicos de la Iglesia.” (Religions of the World: A Comprehensive Encyclopedia of Beliefs and Practices. p. 1913)

Aunque sabemos que en la práctica como se ha demostrado anteriormente, los protestantes no aceptan realmente los primeros siete concilios ecuménicos de la Iglesia porque si lo hicieran aceptarían muchas doctrinas católicas que estos enseñaron. Pero como se mencionó al principio, esta si fue una creencia defendida por los principales líderes del protestantismo, entre los cuales tenemos a Martín Lutero, Ulrico Zuinglio, Juan Calvino, entre otros, esto lo confirma el teólogo evangélico Donald G. Bloesch.

“Lutero, Calvino, Zuinglio, Wolleb, Bullinger y Wesley afirmaron que María era siempre Virgen (Semper virgo).” (Jesus Christ: Savior and Lord. p. 87)

Pero volviendo al punto, los protestantes que rechazan la Virginidad Perpetua de María pretenden justificar su rechazo a la doctrina de la Virginidad Perpetua de María, alegando que es “materia opinable” y no un “dogma de fe” por eso no se encuentran en las confesiones de fe protestante las cuales representan lo que si creen los protestantes históricos. ¿Pero qué tan cierto será esto?

Bueno quiero compartir algunas citas del libro “Reformed Confessions of the 16th and 17th Centuries in English Translation: (1523-1693)” compilado por James T. Dennison, Jr quien hace una recopilación de las confesiones de fe protestante desde el año 1523 hasta el año 1693 para que veamos si en estas confesiones protestante se mencionó la virginidad perpetua de María o no. Específicamente citare las siguientes confesiones.

- Los Artículos de Esmalcalda (1538) – Libro de Concordia (1580)

- Confesión Reformada de Rhaetia (1552)

- La confesión de Tarcal (1562) y Torda (1563)

- La Segunda Confesión Helvética (1566)

- Consenso de Sandomierz (1570)

- El Sínodo de Thorn (1595)

Entonces veamos que enseñaron estas confesiones y sínodos protestantes respecto a la virginidad perpetua de María.

-Los Artículos de Esmalcalda (1538) – Libro de Concordia (1580)

“Que el Hijo se hizo hombre de esta manera, que fue concebido, sin la cooperación del hombre, por el Espíritu Santo, y nació de la pura, santa y siempre Virgen María…” (Parte I. 4)

Estos artículos representan un resumen de la doctrina y creencia luterana, en su publicación en latín realizada por el seguidor de Martin Lutero, Nikolaus Selnecker se puede leer claramente la afirmación de la expresión “siempre virgen maría” (Semper virgine) que confirma la creencia en la virginidad perpetua de María. Del mismo modo se le llama Virgen en mucha de la literatura luterana.

Respecto a los Artículos de Esmalcalda (1538) hay que entender lo que ellos mismos afirman que “respecto a estos artículos no hay contienda ni disputa, ya que los confesamos de ambos lados. Por lo tanto, no es necesario ahora tratar más de ellos.”

Dejando así en claro que esta creencia de la Virginidad Perpetua de María no debe haber contienda ni disputa, también fueron incluidos en el Libro de la Concordia en 1580 como una de las Confesiones Luteranas de la fe. Todo luterano debe estar dispuesto a confesar la virginidad perpetua de María como lo observa el reverendo Mark P. Braden pastor de la iglesia evangélica-luterana de Zion.

“Cualquier pastor ordenado en la iglesia luterana debe estar dispuesto a confesar la doctrina de la virginidad perpetua de María, pues está contenida en el Libro de Concordia de 1580. En los Artículos de Esmalcalda, el latín dice et ex Maria, pura, sancta, Semper virgine (siempre virgen) nasceretur (Parte I.4). La confesión luterana, por tanto, puede ser justamente “María, siempre Virgen…”.” (“…Mary, ever virgin…” A Brief Exposition of the Biblical Doctrine of the Virginity of Mary, Mother of God (2012)

-Confesión Reformada de Rhaetia (1552)

“¿no creemos firmemente que el Señor Jesús no fue en modo alguno concebido de la simiente de José (lo cual ciertos herejes, estando discapacitados con los judíos, se han atrevido a proclamar) sino que Él fue concebido del Espíritu Santo (Lucas 1:35), y que Su bendita madre nunca había conocido varón, sino que permaneció virgen e intacta para siempre? Pero sería una tarea infinita producir todos los lugares de la Sagrada Escritura donde manifiesta cosas por un lado con palabras y por otro con significado y quiere que se entiendan cosas que son completamente diferentes de lo que dice en las palabras mismas (Ezequiel 44).”

Esta confesión forma parte de las creencias de los reformados suizos, vemos claramente como hace la pregunta de si María permaneció virgen e intacta para siempre, al mismo tiempo que responde que sería una tarea infinita producir todos los lugares que demuestran esto y termina citando Ezequiel 44 un texto que también uso San Jerónimo para defender la virginidad perpetua de María.

-La confesión de Tarcal (1562) y Torda (1563)

“Por tanto, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre (es decir, constituido verdaderamente de cuerpo y alma humanos y, por obra del Espíritu Santo, de la sustancia de la virgen María, hija de David), fue verdaderamente concebido y verdaderamente nacido de esa virgen (virgen, digo, tanto antes como después de dar a luz) y debía cumplir todas las cosas para nuestra salvación (Mateo 1:21-23; Lucas 1:27,31).” (Artículo XXIII)

La aclaración de que cuando la confesión dice “virgen” está refiriéndose a la Virgen antes y después de dar a luz, es una clave para entender que cuando en el protestantismo se hacía referencia en una confesión de fe a la Virgen María mayormente se estaba haciendo alusión a la Virginidad perpetua de María, esta confesión fue válida para los protestante húngaros hasta que fue reemplazada por la Segunda Confesión Helvética (1566), sin embargo alguno pensara que luego dejo de creer, pero veamos lo que dice la Segunda Confesión Helvética.

-La Segunda Confesión Helvética (1566)

“Enseñamos también y creemos que el Hijo eterno del Dios eterno fue hecho Hijo del hombre, de la simiente de Abraham y de David (Mat. 1:1-25), no por medio de ningún hombre, como afirma Ebion; pero que Él fue puramente concebido por el Espíritu Santo, y nació de María, quien siempre fue virgen, tal como lo declara la historia del evangelio. Y Pablo dice: “Él no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham” (Hebreos 2:16). Y el apóstol Juan dice: “El que no cree que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Juan 4:3). La carne de Cristo, por lo tanto, no era ni carne en apariencia, ni tampoco carne traída del cielo, como soñaron Valentino y Marción.” (Capitulo 11)

Esta fue una confesión vinculante de las iglesias suizas reformadas y declara explícitamente que María fue siempre virgen. James Dennison, Jr. Comenta que esta confesión fue “la más ampliamente recibida de las confesiones reformadas del siglo XVI” (Reformed Confessions, vol. 2, p. 809), quienes adoptaron esta confesión además de las iglesias suizas, estaban las iglesias reformadas de Hungría y Europa del Este.

Consenso de Sandomierz (1570)

“También creemos y confesamos que este eterno Hijo de Dios es el hijo del hombre, de la generación de Abraham y de David, concebido no de la unión con un hombre (como dijo Ebion), sino sin mancha por el Espíritu Santo y nacido de sangre pura y perpetua virgen María. Todos los evangelistas escribieron sobre esto diligentemente, y San Pablo dice que Dios no llamó a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham (Heb. 2:16). Asimismo, San Juan: “El que no cree que Jesucristo vino en carne, no es de Dios” (1 Juan 4:3).” (Artículo 11)

En otros países donde hizo presencia el protestante el consenso de Sandomierz represento la confesión de fe confesión polaca, checa y bohemia. Del mismo modo que las anteriores esta confiesa la virginidad perpetua de María de manera más explícita al usar la expresión “perpetua virgen María” además de aclarar que los evangelistas escribieron sobre esto diligentemente.

-El Sínodo de Thorn (1595)

“También creemos como artículo fundamental el artículo sobre el oficio de nuestro Señor Jesucristo, a saber, que el Hijo unigénito del Padre hecho carne por María (que permaneció siempre virgen) es nuestro único Redentor y Mediador, y sólo por esto es el Fundamento, la Cabeza, el Sumo Sacerdote y el Profeta, y asimismo el único Rey y Esposo de la iglesia, en quien solo reside la plenitud del poder, la gracia y la vida, que de Él, como cabeza por medio de la misma Espíritu, se derrama en todos los miembros según la medida de cada creyente.” (II, 2, 2)

Este sínodo representa también a los protestantes de Polonia y Lituania, se aprecia que sigue confirmando a María como la siempre virgen.

Conclusión:

Después de haber leído, analizado y estudiado las diversas confesiones de fe y sínodos protestantes podemos constatar que la Virginidad Perpetua de María formaba parte de las creencias de gran parte de los protestantes históricos, con algunas excepciones. Pero que no llegan a afectar el dogma ya proclamado en el Concilio de Constantinopla II (553) de María siempre virgen.

¿LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA TIENE ORIGEN GNÓSTICO?

Por: Richbell Meléndez

Según algunos protestantes, sobre todo aquellos fuertemente anticatólicos y antimarianos, que no les importa negar verdades de fe ya definidas por la Iglesia como la Virginidad Perpetua de María, suelen alegar que esta doctrina es de origen gnóstico.

Se basan en el hecho de que la Virginidad Perpetua de María fue mencionada en libros "apócrifos" del siglo II como el Protoevangelio de Santiago, por lo que concluyen que al ser mencionado en un libro "apócrifo" entonces el origen de la creencia se debe a dicho libro.

Ese argumento claramente es una falacia non sequitur, porque la conclusión a la que se llega no se sigue de las premisas, dado que el hecho de que una verdad se mencione en un libro apócrifo no quiere decir que su origen se deba a ese libro, ya que como reconoce el mariólogo Gabrielle M. Roschini: "Los Apócrifos tienen indudablemente (...) importancia teológica (por los elementos que confirman alguna verdad revelada)" (Diccionario Mariano (1964) p. 46)

Fíjense como el mariólogo dice que los apócrifos confirman alguna verdad revelada, no dice que originan dicha verdad. Otro mariólogo, José C.R. García Paredes, también opina que el Protoevangelio de Santiago refleja creencias anteriores a su fecha de composición.

“Las primeras alusiones a este evangelio [Protoevangelio de Santiago] se encuentran en Justino (†165), Clemente de Alejandría († 215), Orígenes († 253-254), Gregorio de Nisa († 394) y Epifanio († 403). Respecto a su antigüedad, parece ser que ya existía en el siglo II un libro de Santiago, que contenía dos partes al menos del Protoevangelio. Objetivo de este libro era glorificar a María. Tuvo una grandísima difusión. Es una obra anterior a los dogmas, a la doctrina desarrollada, a los Santos Padres. Refleja creencias populares anteriores a su fecha de composición.” (Mariología, BAC. Madrid 1995, p. 170).

Aun así, el error del protestante es que generaliza todos los apócrifos, cometiendo el típico error de pensar que "apócrifo" es igual a falso o herético. Al parecer, ignora las distintas clasificaciones que podemos encontrar de los libros apócrifos del Nuevo Testamento, específicamente entre los llamados "Evangelios apócrifos.

El "Diccionario Bíblico Ilustrado Holman Revisado y Aumentado" (2014) explica esta clasificación de los Evangelios apócrifos:

"Los Evangelios apócrifos. Este gran grupo de escritos se puede clasificar aún más en evangelios de la infancia, evangelios de la pasión, evangelios judeocristianos y evangelios originados en grupos herejes. (...) “Evangelios de la Infancia” es el nombre de obras apócrifas que en cierto modo tratan del nacimiento o de la niñez de Jesús, o de ambos. (...) Los escritores de estos evangelios de la infancia apócrifos intentaban corregir lo que ellos consideraban como deficiencias de los relatos canónicos e intentaban llenar los espacios en blanco que ellos veían. La mayor parte del material se ocupa de los años de silencio de la niñez de Jesús. Los dos evangelios de la infancia más antiguos, a partir de los cuales se desarrolló la mayor parte de la literatura posterior, son el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio de la Infancia según Tomás." (p. 108)

Entonces, el Protoevangelio de Santiago, entra en la clasificación de los "Evangelios de la Infancia" los cuales se distinguen de los "Evangelios heréticos" que, como también comenta el mismo "Diccionario Bíblico Ilustrado Holman Revisado y Aumentado" estos si son los que tienen origen gnóstico.

"Los Evangelios heréticos abarcan una amplia variedad de evangelios apócrifos, la mayoría de los cuales se consideran evangelios gnósticos." (p. 109)

Lo anterior también lo confirma el P. Philip J. Donnelly quien colabora en la obra de "Mariología" (1964) de Juniper Carol.

"ESTOS (COMO EL PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO) FUERON COMPUESTOS, PROBABLEMENTE, POR LA GENTE SENCILLA PERTENECIENTE A LA IGLESIA, NO POR LAS SECTAS CONSIDERADAS HEREJES – COMO ALGUNOS HAN AFIRMADO. Pero, sea cual fuere su origen, no tenemos fundamento para concluir que los apócrifos contenían y transmitieron la tradición auténticamente apostólica relativa al dogma de la perpetua virginidad de María.” (Mariología" (1964) p. 656).

Lo que está entre paréntesis lo agregue para entender mejor a que se refiere.

He citado a este mariólogo católico y su opinión, dado que a estos protestantes que niegan la virginidad perpetua de María suelen citar opiniones de "mariólogos católicos" y piensan que son la última autoridad en el tema. Sin embargo, para el cristianismo la autoridad sobre este tema de la Virginidad Perpetua de María ya fue aclarada en el Concilio de Constantinopla II (553), un concilio ecuménico de la Iglesia reconocido por la cristiandad antigua.

Este concilio reconoce a María como la siempre virgen y anatematiza a aquellos que no lo creen así.

“Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios tiene dos nacimientos, el que es antes de todos los siglos procedente del Padre, fuera del tiempo y sin cuerpo, y en segundo lugar el nacimiento de estos postreros días cuando el Verbo de Dios descendió de los cielos y se hizo carne de María santa y gloriosa, madre de Dios y siempre virgen, y nació de ella: sea anatema.” (2. Anatemas contra los “tres capítulos”)

Claramente, este concilio llama a María siempre virgen confirmando el dogma de la perpetua virginidad de María, algo que ciertos protestantes niegan o consideran antibíblico. Pero este concilio fue muy claro al enseñarlo.

Finalmente, la opinión de estos protestantes no hace que deje de ser verdad la Virginidad Perpetua de María, creencia que compartimos la cristiandad antigua conformada por católicos y ortodoxos y los protestantes históricos, no tiene nada que ver con el gnosticismo como algunos suelen afirmar en base a falacias.

María (madre de Jesús)
María (en hebreo: מרים‎, romanizado: Miryām y en arameo: ܡܪܝܡ‎‎, romanizado: Maryām), madre de Jesús de Nazaret, fue una mujer judía de Nazaret de Galilea que, según diversos pasajes neotestamentarios pertenecientes al Evangelio de Mateo, al Evangelio de Lucas y a los Hechos de los Apóstoles, como también distintos textos apócrifos tales como el Protoevangelio de Santiago, vivió entre fines del siglo i a. C. y mediados del siglo i d. C. También el Corán (siglo vii), libro sagrado del islam, la presenta como madre de Jesús (Isa), bajo su nombre en árabe: مريم‎, romanizado: Maryam.

La presencia de María es atestiguada por las principales corrientes del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico: primero, de forma alusiva, en el cristianismo paulino, y luego, con mayor énfasis en el cristianismo sinóptico y joánico, donde se la considera una personalidad cualificada y en más de un sentido única, partícipe singular de un momento clave de la Historia de la salvación, la encarnación de Jesucristo, y copartícipe de otros dos, la crucifixión y muerte de Jesús, y la conformación de la primera comunidad cristiana orante inmediatamente antes de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

El Evangelio de Mateo​ y el Evangelio de Lucas​ presentan a María como una joven virgen cuando, en la Anunciación, consintió en quedar encinta por obra del Espíritu Santo, sin concurso de varón.​ Por esto, a menudo se la llama la «Virgen María», o simplemente «la Virgen», en las Iglesias católica, ortodoxa, copta, en la Comunión anglicana y en otras confesiones cristianas.

En las Iglesias ortodoxas y en la Iglesia católica se le atribuyen facultades de intercesión ante Jesucristo, siguiendo a san Ireneo de Lyon (siglo II) y lo narrado en el Evangelio de Juan sobre su intervención en las bodas de Caná. En las Iglesias antes citadas, la devoción a ella se manifiesta a través de expresiones diversas, que van desde declaraciones dogmáticas y doctrinales marianas, hasta oraciones a ella dedicadas, y títulos con los que se la identifica, tales como «Madre de Dios», o su correspondiente término en griego, «Theotokos», este último adjudicado a ella tempranamente en el Concilio de Éfeso de 431 y muy utilizado por la Iglesia ortodoxa. También se la llama «Bienaventurada Virgen María», en línea con el texto evangélico: «[...] desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada [...]» María a Isabel, Evangelio de Lucas 1:48

Otras confesiones cristianas, en particular varias surgidas a partir de la Reforma cuestionan la devoción mariana de católicos y ortodoxos.

El nombre de María
María es un nombre conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido el nombre de la hermana de Moisés y Aarón,​ originalmente escrito como Mīryam. La versión de los Setenta lo menciona a partir de la forma aramea Mariám (Mαριαμ); el cambio en la primera vocal refleja la pronunciación corriente, la del arameo que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Jesús de Nazaret. En el texto griego del Nuevo Testamento, el nombre usado era Mariám. María es la forma helenizada de la palabra.

Aunque en la Edad Media se le buscaron significados más piadosos que exactos, "Alteza" o "Ensalzada" son los significados más cercanos al nombre de origen hebreo. El apelativo latino Stella Maris aplicado a María tiene su origen en errores de transcripción de un pasaje del Antiguo Testamento debidos a Eusebio de Cesarea y Jerónimo. En efecto, el primero interpretó Maryām como mar-yam (מר-ים) "gota del mar", basado en מר mar, una palabra bíblica poco común para "gota" y ים yam "mar". San Jerónimo adoptó esta interpretación y tradujo el nombre al latín como stilla maris, "gota del mar", pero en una etapa posterior un copista lo transcribió a stella maris, "estrella del mar", y este error de transcripción se generalizó.

María, en árabe: مريم‎, romanizado: Maryam, ocupa un lugar singularmente exaltado en el Islam como la única mujer mencionada por su nombre en el Corán, el cual se refiere a ella setenta veces e incluso le dedica una sura completa (la número 19, llamada precisamente Maryam).

María en la Biblia
Varios textos del Nuevo Testamento de la Biblia mencionan a María. Los más antiguos, las epístolas de Pablo de Tarso, mencionan que Jesús "nació de una mujer" pero no dan su nombre. Sí aparece su nombre, aunque de forma tangencial, en el evangelio más antiguo, el Evangelio de Marcos. El Evangelio de Mateo añade la narración de la concepción milagrosa de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.

El autor de dicho evangelio conecta a María con una profecía de Isaías al decir: «la Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros"».

El Evangelio de Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar con más detalle los temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se amplían más abajo: la Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación de Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: «a ti misma una espada te atravesará el corazón», aludiendo al dolor de María durante la Pasión de su Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También es el autor de este evangelio quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. En el Evangelio de Juan, Jesús hace su primer milagro a petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al "discípulo amado", y él es entregado a María como hijo (por estos hechos, las teologías católica y ortodoxa destacan la intercesión de María ante su Hijo; y la proclamación simbólica de María como «Madre de la Iglesia», es decir, «de todos los cristianos», figurados en la persona del discípulo amado). También se la menciona brevemente en los Hechos de los Apóstoles​como miembro de la familia de Jesús en la comunidad cristiana primitiva.

Fuera de la Biblia canónica, un evangelio apócrifo denominado Protoevangelio de Santiago contiene un extenso relato sobre los orígenes y la vida de María que ha sido aceptada en gran parte por la tradición cristiana. Por ejemplo, de ahí se tomó el llamar Joaquín y Ana a los progenitores de María.

Familia
En el Nuevo Testamento, algunos pasajes mencionan a los hermanos de Jesús. En concreto, se mencionan dos veces en el Evangelio de Mateo,​ dos en el Evangelio de Marcos,​ una en el Evangelio de Lucas] y dos en el Evangelio de Juan, así como una vez en los Hechos de los Apóstoles​ y en dos epístolas paulinas. La interpretación de si estos hermanos eran hijos de María y de José, solo de José de un matrimonio anterior, o primos de Jesús, hijos de la hermana de María divide a las distintas iglesias cristianas.

La Iglesia católica, la mayoría de los anglicanos, luteranos, metodistas y reformados, siguiendo a Jerónimo, afirman que los "hermanos" de Jesús eran en realidad sus primos, hijos de una hermana de María que a veces se identifica como María de Cleofás. Así no solo María sino también José serían vírgenes.​ El argumento de Jerónimo se basa en que en el idioma arameo y así también en el hebreo no existe un término para indicar primo o un familiar cercano,​ lo que llevó a que los traductores al griego de la Biblia de los Setenta, tradujesen cada término hebreo "hermano" (בן) a ἄδελφος, incluso cuando este término designaba a parientes incluso no muy cercanos; así, se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos”.​

La Iglesia ortodoxa y otras Iglesias orientales, siguiendo a Eusebio y Epifanio, que a su vez se basaban en el Protoevangelio de Santiago, afirman que estos "hermanos" eran hijos de José de un matrimonio anterior.[44]​[45]​Por ello en el arte cristiano (no solo en el ortodoxo) se suele representar a José como un hombre mucho mayor que María.

Las denominaciones protestantes que no creen en la perpetua virginidad de María siguiendo a Helvidio afirman que los hermanos de Jesús eran hijos carnales de José y María, basando su argumentación en que en griego no hay ambigüedad posible entre las palabras "hermanos" (adelphoi), que es la que utilizan tanto Pablo de Tarso como los evangelios, y "primos".

Matrimonio de María y José
Los evangelios de Mateo y Lucas hacen aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús, afirmando que era prometida de José de Nazaret, carpintero.

El Evangelio de Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia de Jesús. Es en Lucas también donde María es llamada "bendita entre todas las mujeres", "madre del Señor" y "llena de gracia" o "muy favorecida" según las traducciones. Esta última expresión en el griego original es κεχαριτωμένη, que se lee kecharito̱méni̱ y que es participio perfecto pasivo de χαριτον (chariton). En las versiones protestantes de la Biblia se traduce como "muy favorecida", mientras que en las católicas se suele traducir como "llena de gracia" siguiendo el "gratia plena" de la Vulgata. La Nueva Biblia de Jerusalén, por ejemplo, afirma que este saludo en forma literal significa: "tú que has estado y sigues estando llena del favor divino".[46]​ Esto se debe a que en griego un verbo factitivo como χαριτόω en perfecto indica completamiento del acto que indica el verbo.

Según la tradición judía de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban entre los dieciocho y veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a partir de los doce años eran consideradas doncellas (na'arah); a partir de esa edad podían desposarse. El matrimonio judío tenía dos momentos, desposorio y matrimonio propiamente dicho: el primero era celebrado en la casa de la novia y traía consigo acuerdos y obligaciones, aunque la vida en común era posterior. Si la novia no había estado casada antes se esperaba un año después del desposorio para llegar a la segunda parte, el matrimonio propiamente dicho, donde el novio llevaba solemnemente a la novia desde la casa de sus padres a la de él.

Anunciación
La presencia de María en el evangelio de Lucas comienza con la narración de la aparición del ángel Gabriel a María.

Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo.» Lucas 1:26-28

El autor de este evangelio resalta las reacciones de María ante las revelaciones divinas: su turbación​ y su dificultad,​ al igual que posteriormente la mostrará asombrada ante el oráculo de Simeón​ e incapaz de comprender la palabra de Jesús en el templo.​

Tras la Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de María parece trastocarse, comienza una secuencia de riesgos y de inseguridades señalada por los evangelios de Lucas y de Mateo.​ La primera inseguridad se presenta en relación con el origen de su concepción. En efecto, la incertidumbre parece atacar el corazón de su prometido José, y lo conduce a su intención de repudiar a María en secreto para no ponerla en evidencia. Así lo tiene planificado José cuando Dios le hace conocer sus designios por un sueño: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»[53]​ A partir de entonces, José coparticipa de los riesgos que se presentan en la vida de María, como se detalla más adelante.

Visita de María a Isabel
Según el Evangelio de Lucas, María, ya embarazada, visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel Gabriel le había anunciado que también ella, aunque ya anciana, estaba encinta. El destino de María es una población de la montaña de Judea, cuyo nombre no se explicita, pero que una tradición, recogida por los primeros peregrinos cristianos, identifica con la actual Ain Karim a seis kilómetros y medio al oeste de Jerusalén.

Al llegar María, el evangelio narra que el niño que tenía Isabel en su vientre dio un salto, que fue interpretado como de alegría. Isabel saludó a María como la "Madre de su Señor"​ y la alabó. María respondió con un canto de alabanza, ahora llamado "Magnificat",​ inspirado en el cántico de Ana del Primer Libro de Samuel,​ en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento. El "Magnificat" incluye un texto que se interpreta como una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada". La "Anunciación" y el "Magnificat" son los dos pasajes de los evangelios canónicos en que María expresa verbalmente con más detalle su pensamiento,[58]​ tal como los concebían los autores de los mismos y las comunidades para los que fueron escritos.

Nacimiento de Jesús
Lucas, al narrar las circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, describe con sencillez el riesgo que sigue impregnando la vida de María.[51]​ Ante un edicto de César Augusto que ordena un censo,[60]​ José y María deben emprender la travesía desde Nazaret en Galilea hacia Belén en Judea, cuando ella está por dar a luz.​ Como no hay sitio para hospedarse, debe dar a luz en un pesebre.​ El relato del Evangelio de Lucas parece resaltar de forma creciente la fe de María, quien se fía de Dios a pesar de no comprender plenamente lo que sucede: ella guarda "estas cosas" y las medita en su corazón.[63]​[cita requerida]

Presentación de Jesús en el Templo
Con motivo de la presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a la ley que ordena que todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor,[64]​ se produce un nuevo signo de inseguridad para María. Un hombre justo y piadoso llamado Simeón, a quien le es revelado que no verá la muerte antes de ver al Cristo, reconoce en el hijo de María la salvación, luz para iluminar a los gentiles y gloria del pueblo de Dios, Israel.​ Pero a continuación, Simeón profetiza que una espada atravesará el alma de María:

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! –– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.» Lucas 2:33-35

Adoración de los Magos y huida a Egipto
Tiempo más tarde, unos magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de los judíos que ha nacido». Cuando entran en la casa, ven al niño con María su madre y, postrándose, le adoran. Pero esta visita de los magos atrae la atención de Herodes el grande que ordena matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca.

El riesgo se cierne nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y se retira a Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes.

Cuando mueren los que buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y a su madre, y vuelve a Judea. Pero se entera de un nuevo riesgo: Arquelao reina en Judea en lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo de ir allí. Avisado en sueños, se retira a la región de Galilea, a una ciudad llamada Nazaret.​

María durante la adolescencia de Jesús
María aparece también en el único episodio de Jesús adolescente narrado por los evangelios canónicos: el referido por Lucas con motivo de la fiesta de la Pascua.

Después de sufrir la pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado durante tres días, al encontrarlo María le pregunta: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando!»​ María afirma así que es José el padre de su hijo, lo cual a continuación niega Jesús al decir «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo estar en la casa de mi Padre?» María no comprende las palabras de su hijo, según el autor del evangelio, pareciendo haber olvidado la Anunciación y la Concepción. El Evangelio de Lucas repite en este punto casi textualmente la frase antes citada: «Y su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».

Se ha interpretado que esta segunda frase no solo se referiría a la respuesta dada por Jesús en el Templo, sino que se extendería a todo lo que Jesús le dijo en los diálogos que con ella tendría durante los años que pasó «sujeto a sus padres».

Ministerio y muerte de Jesús
Durante el ministerio de Jesús, María aparece mencionada en los evangelios como "su Madre". Un pasaje del Evangelio de Lucas narra que una mujer entre la muchedumbre se refirió a Jesús al exclamar: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Jesús respondió: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». Según José María Cabodevilla, Cristo no significó con esas palabras que hubiera otros seres más dichosos que su madre sino que la bienaventuranza principal de María consistía no solo en haberlo concebido y criado a él, sino en haber escuchado y puesto en práctica su palabra, en haber creído en él.

En el Evangelio de Juan, la vida pública de Jesús se encuadra entre los dos únicos pasajes en los que aparece mencionada María como «su madre», propios de este evangelio. En primer lugar, las bodas de Caná[24]​ tienen lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha llegado «su Hora». Sin embargo, a pedido de María, Jesús realiza su primer milagro. María reaparece en la escena de la crucifixión, cuando Jesús llama a su madre, y como en Caná le dice «mujer», encomendándole que sea «madre» del discípulo amado que está con ella junto a la cruz.

Después de la ascensión de Jesús
En Hechos 1:12-26, María es la única, además de los once apóstoles, que se menciona por nombre y que se quedó en el cenáculo, cuando regresaron del monte de los Olivos. A partir de este momento desaparece de los relatos bíblicos, aunque los católicos sostienen que vuelve a ser representada como la mujer vestida de sol en Apocalipsis 12, 1-6.

Apelativo de «mujer»
Según la opinión de muchos Padres de la Iglesia, que Jesús llame en los evangelios a su madre «mujer», sería una alusión a la mujer del comienzo del Génesis, "Eva, madre de todos los vivientes". Justino, Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona, Cirilo de Alejandría, Juan Crisóstomo y Juan Damasceno señalan al respecto que "si la muerte vino por Eva, la vida vino por María".

Por el contrario, exegetas actuales consideran que la manera en que el Jesús de los evangelios se dirija a María no como «madre» sino como «mujer» sugiere un tono de reproche y poco amable, similar al de Pedro al dirigirse a una sirvienta en Lc 22:57.

María en el cristianismo primitivo y en la patrística
Ya en el siglo II, san Ireneo de Lyon llamó a María "nuestra más eminente abogada",​ y su figura aparecía representada en las catacumbas de Priscila en Roma.​ También en el siglo ii, el apócrifo Protoevangelio de Santiago la hacía objeto de devoción: "Y en Ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel".

Ignacio de Antioquía escribió en una carta a la comunidad cristiana de Roma entre los años 98 y 110 d. C.​

“...quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María y su parto, como también la muerte del Señor: tres misterios clamorosos que fueron cumplidos en el silencio de Dios” Ignacio de Antioquía
Orígenes Adamantius, de Alejandría, uno de los tres pilares de la teología cristiana, expresó lo siguiente en el año 232 d. C.

“María conservó su virginidad hasta el fin, para que el cuerpo que estaba destinado a servir a la palabra no conociera una relación sexual con un hombre, desde el momento que sobre ella había bajado el Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo como sombra. Creo que está bien fundado decir que Jesús se ha hecho para los hombres la primicia de la pureza que consiste en la castidad y María a su vez para las mujeres. No sería bueno atribuir a otra la primicia de la virginidad”
Orígenes

Efrén el sirio (306-373 d. C.), padre y doctor de la Iglesia, declaró: “¿Cómo hubiera sido posible que aquella que fue morada del Espíritu, que estuvo cubierta con la sombre del poder de Dios, se convirtiera en una mujer de un mortal y diese a luz en el dolor, según la primera maldición?…Una mujer que da a luz con dolores no podría ser llamada bienaventurada. El Señor que entró con las puertas cerradas, salió así del seno virginal, porque esta virgen dio a luz realmente pero sin dolor“ San Efrén

Sobre estas bases se desarrollaron todo tipo de virtudes y cualidades.

Sin embargo, otros creen que la devoción a María fue más tardía. «Parece que la Iglesia de Roma no celebró ninguna fiesta de la Virgen antes del séptimo siglo» (Christian Worship: Its Origin and Evolution, por el historiador francés Louis Duchesne). «La devoción a Nuestra Bienaventurada Señora a fin de cuentas debe considerarse como una aplicación práctica de la doctrina de la Comunión de los Santos. Dado que esta doctrina no se encuentra, por lo menos de manera explícita, en las versiones más antiguas del Credo de los Apóstoles, tal vez no haya razón para que nos sorprendamos de no hallar rasgos claros del cultus de la Bienaventurada Virgen durante los primeros siglos de la era cristiana» (The Catholic Encyclopedia). El título ‘madre de Dios’ parece haber surgido del uso devocional, probablemente en Alejandría, en algún tiempo durante el siglo III o el iv. Para fines del siglo iv, la Theotokos se había discutido y establecido firmemente en varias diócesis de la Iglesia, y se afirmó formalmente en el Concilio de Éfeso de 431.

Algunos historiadores ven en la veneración a María similitudes con la veneración de diosas o mujeres divinizadas en las religiones paganas anteriores al Cristianismo.

María en las Iglesias católica, ortodoxa y copta
Como la doctrina de la Trinidad considera a Jesús una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se le da a María el título de Theotokos, 'Madre de Dios'. Isabel había dicho: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Aquí "el Señor" es indudablemente Dios. Por lo tanto cuando a continuación la llama: "la madre de mi Señor", la referencia es muy clara: la consideraba 'Madre de Dios'.

Según la teología católica y ortodoxa, es correcto denominarla de esta forma pues Jesús unía en una misma persona dos naturalezas (la humana y la divina), y cuando se habla de María como Madre de Dios se refiere a María como madre de Jesús en toda su persona. La ortodoxia encuentra correcto[cita requerida] el referirse a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Su razonamiento lógico es el siguiente: "Si Jesús es Dios y María es madre de Jesús, entonces María es Madre de Dios". La encarnación significa que en un instante la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, de naturaleza divina, asumió plenamente la naturaleza humana —sin menoscabo de su condición divina— al ser concebido milagrosamente en María. Como fue instantánea y esencial, María en ese momento empezó a ser madre de Jesús: hombre-Dios.

Para los cristianos, sobre todo en la teología católica, ortodoxa y anglicana, se ponen de manifiesto un conjunto de "paradojas marianas" (recopiladas por Castán Lacoma) y solo contempladas en el marco de la fe, pues forman parte del "misterio mismo de Dios, que quiso hacerse niño", y depositó en María gracias extraordinarias en orden a su maternidad. Por ser la madre de Cristo –considerado el Verbo encarnado, Dios mismo–, María es:

• la que dio el ser al creador de todo,
•la que engendró al mismo que la había creado a ella,
•la que encerró en su seno al Inmenso e Infinito,
•aquella que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo,
•la que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta,
•la que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve,
•la que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos,
•la que tocó los confines de quien no tiene fin.

En las Iglesias ortodoxas y en la Iglesia católica también existe la creencia de la "Dormición de la Virgen", ya que al considerar que estaba libre del pecado original, no podía morir pues la muerte es consecuencia de este pecado. Por ello fue algo comúnmente creído por los fieles: “En el principio, la comunidad cristiana no tenía ningún recuerdo de la muerte de María”. (Periódico L‘Osservatore Romano por el teólogo católico Jean Galot).

En Jerusalén se encuentra la benedictina Abadía de Hagia María o de la Dormición, en cuya cripta se dice descendió María y fue dormida antes de su asunción al cielo, lo cual fue proclamado solemnemente por Pío XII en 1950. Por otro lado también se cree lo dicho por los padres de la Iglesia desde San Melitón de Sardes en el siglo ii después de Cristo de que María fue coronada en el cielo después de su asunción, basándose esto en el relato del libro del Apocalipsis en el capítulo 12. En la iglesia católica, la Coronación de María es el 5.º Misterio glorioso del Rosario.

La última Casa de la Virgen María es ahora un lugar religioso cerca de Éfeso, a siete kilómetros de Selçuk, donde, según la tradición, el apóstol San Juan, se fue de Jerusalén, tras la crucifixión de Cristo y cuidó de la Virgen María hasta su bienaventurada Asunción, según los católicos. La religiosa alemana Ana Catalina Emmerick habría tenido una visión de María, en su casa, sin haber visitado el lugar, cuya descripción fue publicada, posteriormente, por el escritor Clemens Brentano. Desde su descubrimiento a fines del siglo xix, el lugar es un destino de peregrinos cristianos y musulmanes.

Transición de María (Dormición)​ es la glorificación del cuerpo de la Virgen María mediante el paso a la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte; según el catolicismo, es decir, al contrario que sucede en la muerte humana, la intervención divina de su Hijo hizo que cuerpo y alma glorificados no se separasen en espera del Juicio Final y ascendieran unidos a los cielos. Según el dogma establecido por Pío XII el 1 de noviembre de 1950: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado; que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste».

El Sepulcro de María, se encuentra a los pies del monte de los Olivos, cerca de la Basílica de Getsemaní. Ahí fue construido el templo del Sepulcro de María en el valle de Cedrón en las cercanías de Jerusalén es, según la antigua tradición eclesiástica de los cristianos ortodoxos, el lugar "donde fue puesto el cuerpo de María", madre de Jesucristo.

La Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo con la tradición y doctrina de la Iglesia católica​ y de la Iglesia ortodoxa, la iglesia ortodoxa oriental y algunas denominaciones protestantes como los anglicanos, de que María, la madre de Jesucristo, cumplido el curso de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo. No debe confundirse con la Ascensión, que hace referencia al propio Jesucristo. Este traslado es llamado Assumptio Beatae Mariae Virginis​ (‘Asunción de la Bienaventurada Virgen María’) por los católicos, cuya doctrina fue definida como dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. La Iglesia católica celebra esta fiesta en honor de María en Oriente desde el siglo vi y en Roma desde el siglo vii. La festividad se celebra el 15 de agosto.

Cuestiones teológicas
Mientras con el transcurso del tiempo la Reforma se alejaba de Lutero y Calvino, y disminuía la posición de María, en el catolicismo esta posición se mantenía. El pasaje del Evangelio de Juan 19:27 ha dado lugar a interpretaciones que aún hoy no concuerdan: Muchas versiones traducen: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa”. Mientras que otras [como Sagradas Escrituras (1569) y Reina Valera (1909)] traducen: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo”.

Según el catolicismo, la diferencia de lo que se transmite no es menor, ya que "para Jesús era el momento más trascendental de toda su existencia terrenal". Para saber si estaba dejando a su madre al cuidado de su amado discípulo Juan, es conveniente verificar el texto original (griego):

καὶ ἀπ’ ἐκείνης τῆς ὥρας [y desde aquella hora]

ἔλαβεν ὁ μαθητὴς αὐτὴν εἰς τὰ ἴδια [(aquel discípulo la tomó a su propiedad)]

En cualquier caso se traduce al español como: “y desde aquella hora el discípulo la tomó como propia” (es decir, como su propia madre).

El 8 de diciembre de 1854, con la bula Ineffabilis Deus el papa Pío IX declaró el dogma de la Inmaculada Concepción: María fue liberada del pecado original desde el momento de su concepción, de manera que vivió una vida completamente sin pecado, cuestión que tampoco es aceptada por los protestantes. Por tanto, la Iglesia católica considera dogma de fe que "la Santísima Virgen, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original".

Por medio de la constitución apostólica Munificentissimus Deus, el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de 1950: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Al definir este dogma, Pío XII no hizo más que definir solemnemente lo que los fieles siempre habían creído, es decir que la carne de la mujer que había dado carne al Hijo de Dios escapó a la corrupción de la carne humana. Las confesiones protestantes niegan esta proposición.

María en la Reforma
Postura de los reformadores
Los primeros líderes protestantes, incluido el fundador de la Iglesia luterana, Martín Lutero,[93]​ y el teólogo reformado Ulrico Zuinglio, sostenían la perpetua virgnidad de María, de la misma manera John Wesley, uno de los fundadores del metodismo. Juan Calvino también creía que era posible que María permaneciera virgen, pero creía que la evidencia bíblica no era concluyente.​ El resto de las demás denominaciones protestantes no creen en la perpetua virginidad de María.

Martín Lutero dijo entre otras cosas: María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo... Si Él es nuestro, debiéramos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre. Sermón, Navidad, 1529

(Ella es) la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo... ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aun cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras. Sermón, Navidad 1531

Sobre la Maternidad Divina: ... ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios... es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios". Ref: Sermon on John 14. 16: Luther‘s Works (St. Louis, ed. Jaroslav, Pelican, Concordia. vol. 24. p. 107)

Sobre la Inmaculada Concepción: Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado. Sermón: "Sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios", 1527.

Y sobre la virginidad perpetua de María: Cristo... fue el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él... Me inclino a aceptar a quienes declaran que los "hermanos" realmente significan "primos" aquí ya que el escritor sagrado y los judíos en general siempre llamaban hermanos a los primos.
Luther‘s Works, eds. Jaroslav Pelikan (vols. 1-30) & Helmut T. Lehmann (vols. 31-55), St. Louis: Concordia Pub. House (vols. 1-30); Philadelphia: Fortress Press (vols. 31-55), 1955, v.22:23, v.22:214-15 / Sermons on John, chaps. 1-4 (1539)

Otra importante figura del Protestantismo, Juan Calvino, escribió sobre este punto: Helvidius mostró excesiva ignorancia al concluir que María debe haber tenido muchos hijos porque el término "hermanos" de Cristo es mencionado varias veces" Harmony of Matthew, Mark & Luke, sec. 39 (Geneva, 1562), vol. 2 / From Calvin's Commentaries, tr. William Pringle, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1949, p.215; on Matthew 13:55

(Sobre Mateo 1,25): La deducción que él [Helvidius] hizo, de que María no permaneció virgen más que hasta su primer parto, y que después tuvo otros hijos de su esposo... Ninguna justa y sólidamente fundada inferencia puede ser lograda a partir de esas palabras... como que tomara lugar después del nacimiento de Cristo. El es llamado el "Primogénito"; pero por el solo propósito de informarnos que nació de una virgen... lo que ocurrió después no nos es informado por los historiadores... nadie podrá sostener este argumento obstinadamente, excepto por un extremo apego a las disputas. Pringle, ibid., vol. I, p. 107

Desarrollo posterior
Las iglesias surgidas de la Reforma, conocidas como protestantes, rechazan por lo general la veneración e invocación de los santos. Comparten con el resto del cristianismo la creencia de que María es la madre de Jesús y "bendita entre las mujeres" pero no están de acuerdo con que María sea venerada; si bien se la considera un ejemplo sobresaliente de una vida dedicada a Dios. Por ello, los teólogos reformados, tienden a no aceptar ciertas doctrinas de la Iglesia católica, como la de la Inmaculada Concepción, es decir que María fue preservada del pecado original. El teólogo Karl Barth escribió al respecto: "la herejía de la Iglesia católica es su mariología".

Si bien, como se cita más arriba, algunos de los primeros reformados veneraban a María, también es cierto que esta práctica pronto cayó en desuso, y, a partir de 1532, Lutero dejó de celebrar la fiesta de la Asunción de María y tampoco volvió a sostener la creencia en la Inmaculada Concepción.​ Juan Calvino, aunque elogioso respecto de María,​ rechazó firmemente la noción de que María puede interceder entre Cristo y el ser humano.

Después del Concilio de Trento en el siglo XVI, cuando la veneración mariana se asoció con los católicos, el interés de los protestantes por la figura de María disminuyó y los pocos elementos de la antigua veneración de la Virgen prácticamente desparecieron.

En el siglo XX, algunos protestantes reaccionaron fuertemente contra la proclamación del dogma católico de la Asunción de María. Sin embargo, desde mediados de los años 1960, con el Concilio Vaticano II y experiencias ecuménicas como la de Taizé, los protestantes comenzaron a mostrar interés en los temas marianos. No obstante, la mayoría de los protestantes no está de acuerdo con la veneración mariana y algunos la ven como un desafío a la autoridad de las Escrituras.

María en la Comunión anglicana
Las diversas iglesias que forman la Comunión anglicana y el Movimiento Anglicano de Continuación tienen diferentes puntos de vista sobre las doctrinas marianas y las prácticas cultuales relacionadas con ellas, dado que no hay una sola iglesia con autoridad universal dentro de la Comunión y que la iglesia madre (la Iglesia de Inglaterra) se entiende a sí misma a la vez como "católica" (en su acepción original) y "reformada". Así, a diferencia de las iglesias protestantes en general, la Comunión anglicana incluye segmentos que aún conservan la veneración a la Virgen María.

La posición especial de María dentro del propósito de salvación de Dios como "portadora de Dios" es reconocida de varias maneras por algunos cristianos anglicanos.​ Todas las iglesias miembros de la Comunión Anglicana afirman en los credos históricos que Jesús nació de la Virgen María y celebran las fiestas de la Presentación de Cristo en el Templo, y la que en los libros de oraciones más antiguos se denomina Purificación de la Santísima Virgen María el 2 de febrero. La Anunciación de Nuestro Señor a la Santísima Virgen el 25 de marzo fue, desde antes de la época de Beda hasta el siglo xviii, el día de Año Nuevo en Inglaterra. La Anunciación se llama "Anunciación de Nuestra Señora" en el Libro de Oración Común de 1662. Los anglicanos también celebran en la Visitación de la Santísima Virgen el 31 de mayo, aunque en algunas regiones se mantiene la fecha tradicional del 2 de julio. La fiesta de Santa María la Virgen se celebra el día tradicional de la Asunción, el 15 de agosto. La Natividad de la Santísima Virgen se celebra el 8 de septiembre. La mayoría de los anglocatólicos creen en la Asunción de María, pero los anglicanos moderados la consideran una opinión piadosa. Los anglicanos de mentalidad protestante rechazan la celebración de estas fiestas.

Las oraciones y las prácticas de culto mariano varían en el seno de la Comunión anglicana. Por ejemplo, a partir del siglo XIX, los anglo-católicos rezan con frecuencia el Rosario, el Ángelus, el Regina caeli y otras oraciones e himnos que honran a María y recuerdan las prácticas católicas​ Además, los anglicanos de la conocida como «alta iglesia» abrazan doctrinas y prácticas que están más cerca de las de los católicos, por lo que conservan la veneración por María, como las peregrinaciones anglicanas oficiales a Nuestra Señora de Lourdes, que han tenido lugar desde 1963, y las peregrinaciones a Nuestra Señora de Walsingham, que han tenido lugar desde hace cientos de años. Por el contrario, los anglicanos de la llamada «iglesia baja» rara vez invocan a la Virgen excepto en ciertos himnos, como la segunda estrofa de Ye Watchers y en el Ye Holy Ones.

La Sociedad Anglicana de María se formó en 1931 y mantiene capítulos en muchos países. El propósito de la sociedad es fomentar la devoción a María entre los anglicanos. 

Históricamente, ha habido suficientes puntos en común entre católicos y anglicanos sobre cuestiones marianas que, en 2005, se produjo una declaración conjunta de la ARCIC (Comisión Internacional Anglicano-Católica) titulada: «María: gracia y esperanza en Cristo». Este documento, conocido informalmente como la "Declaración de Seattle", no está respaldado formalmente ni por la Iglesia católica ni por la Comunión anglicana, pero sus autores lo ven como el comienzo de una comprensión conjunta de María. Una de las conclusiones del mismo es que "es imposible ser fieles a las Escrituras sin prestar la atención debida a María".​ Profundizando el acercamiento anterior, el 24 de septiembre de 2008, el arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión anglicana Rowan Williams peregrinó al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional.

Apariciones marianas
Según la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la Iglesia copta, es posible que María y los santos puedan comunicarse privadamente con los hombres. Los mensajes revelados a los videntes son considerados por la Iglesia como revelaciones privadas (mensajes que pueden ayudar a la salvación). Sin embargo, aunque la Iglesia católica llegue a aprobar una aparición como auténtica manifestación sobrenatural y diga que los mensajes están de acuerdo con la doctrina y tradición cristiana, estas revelaciones no son consideradas como una verdad de fe, lo que deja en libertad a los creyentes de aceptarlas o no. Las apariciones de María son indicadas en la teología católica con el término mariofanías.

La historia del catolicismo recuerda numerosas apariciones, de las cuales solo algunas han sido aprobadas oficialmente. Entre las más conocidas podemos citar: del Pilar (España, 40 DC), Guadalupe —Reina de la Hispanidad— (España, siglo xiii, y venerada en México, 1531), Coromoto (Venezuela, 1652), de la Medalla Milagrosa (Francia, 1830), Lourdes (Francia, 1858), Campinas (Brasil, 1930) y Fátima (Portugal, 1917); la que se refiere a Medjugorje (Bosnia y Herzegovina, 1981), todavía es objeto de estudio por parte de la Santa Sede.

Estos fenómenos no han ocurrido solo en el catolicismo. Durante la historia de casi todos los países de la cristiandad ortodoxa, tales apariciones se manifestaron en gran número con la consiguiente construcción de santuarios. Algunas de esas apariciones se reflejaron en los calendarios litúrgicos de las iglesias ortodoxas (véase Protección de la Madre de Dios).

Oraciones marianas
La oración mariana de más antigüedad conocida es el Sub tuum praesidium (español: Bajo tu protección o amparo).

Texto griegoTexto en latínTraducción
Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων
λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
Sub tuum praesidium confugimus,
sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta
Bajo tu amparo nos acogemos,,
Santa Madre de Dios
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos
siempre de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y bendita

El papiro Rylands 470 descubierto en Egipto, datado del siglo III y publicado por Roberts en Mánchester en 1938, contiene la muy conocida oración Sub Tuum Praesidium. El original se conserva en la Biblioteca Universitaria John Rylands. Cabe destacar en el texto la presencia del término Theotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de Dios”. Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma solemne este título para la Virgen María, contra el parecer de Nestorio. Está considerada, por tanto, como la oración mariana más antigua de las que tenemos noticia.

La Iglesia católica propone muchas otras oraciones para venerar a María o pedir su intercesión. Entre ellas están el Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de Pascua en lugar del Angelus), la Salve, el Memorare, el Bendita sea tu pureza y la más popular de todas ellas es el Ave María:

Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

María en el islam
Virgen María y Jesús. Miniatura persa antigua.
En el Islam se llama Maryam bint ʿImran (مريم بنت عمران), esto es, María hija de ʿImran (Joaquín en el cristianismo), y de Hannā (حنـّا Ana), o también Maryam bint Dāwud (María hija de David), por proceder del linaje del rey David según la tradición. Es considerada ejemplo de mujer virtuosa y tiene tanta relevancia como su hijo Jesús (ʿIsà عيسى), a cuyo nombre se añade casi siempre el laqab o filiación "ibn Maryam" (بن مريم), esto es, «hijo de María». A María está dedicada una de las azoras o capítulos del Corán, la que lleva por título آل عمران Āl ʿImrān, esto es, la familia de Imran.

También el Corán 19:28 describe a María como hermana de Aarón, que es el hermano de Moisés. Asimismo el Evangelio, según Lucas 1:5, establece la relación genealógica entre Aarón y otra mujer relacionada con María; se trata de Isabel (madre de Juan, el Bautista) a la que describe como descendiente de Aarón (Lc 1:15) y parienta de María (Lc 1:36). Según el Éxodo 6:20 Aarón es hijo de Amram y de Iojebed. Así, según el Corán María es hija de 'Imran y hermana de Aarón, y según el libro del Éxodo Aarón es hijo de Amrán, por lo que la María está ligada al personaje que el Corán llama Imran y que la Biblia llama Amrán, y por tanto a Iojebed y a Moisés.

Según el Corán, la madre de María esperaba tener un hijo varón a quien dedicar al servicio del Templo, siguiendo la tradición familiar. Dio a luz a una niña, en quien sin embargo se cumpliría la tradición, pues fue asignada al servicio sagrado. Fue confiada a la tutela del profeta Zacarías (necesariamente un personaje distinto al Zacarías bíblico), quien se sorprendía, al visitar a su ahijada en el oratorio en el que esta se encontraba retirada, de que siempre contara con alimentos que le eran enviados por Dios.

Como en la tradición cristiana, a María le fue anunciada la concepción sobrenatural de Jesús por un ángel. El Corán insiste, sin embargo, en que aunque tuvo un hijo por voluntad de Dios sin la intervención de un varón, Jesús no es un ser divino. En el Corán no existe José: María dio a luz sola en el desierto, al que se había retirado con este propósito y en el que se alimentaba de dátiles y del agua de un riachuelo colocados allí por Dios. El hijo, por su parte, tiene en el islam la consideración de profeta o enviado de Dios (véase el epígrafe Jesús en el islam).

María tiene en el islam la envergadura espiritual de un profeta, sin serlo. En el Corán, el mayor error de los judíos en lo que a Jesús y María se refiere no es, como asumen los cristianos, el supuesto asesinato de Jesús (la tradición islámica indica que Jesús no murió en la cruz), sino el hecho de haber menospreciado y dudado de la virtud de la madre.

Una tradición atribuye a Mahoma el dicho de que cinco son las mujeres más destacadas ante Dios: Asia, esposa del faraón, que cuidó de Moisés y que creía en las enseñanzas judías pese a la opresión de su esposo y de su entorno; María, la madre de Jesús; Jadiya, la primera esposa de Mahoma, que fue la primera creyente y lo apoyó en las épocas más difíciles de adversidad, su otra esposa Aisha, y Fátima, su hija menor y madre de sus nietos, los imanes Hasan y Husain.

Repercusión de María en el mundo actual
En 1999, una investigación realizada por el periódico británico The Guardian en la que se efectuó un análisis computarizado del inventario de libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos con sede en Washington D. C., concluyó que «si la celebridad de un individuo consiste en que se escriba un libro sobre él, [...] Jesucristo es aún el personaje que goza de más fama en el mundo actual». En efecto, se contabilizaron 17.239 obras acerca de Jesús, casi el doble que de William Shakespeare, quien alcanza el segundo lugar. La Virgen María alcanza el 7.° lugar, siendo la única mujer que se ubica en uno de los 30 primeros puestos. Con los 3595 libros dedicados a ella, supera en casi 5 veces a su inmediata seguidora, Juana de Arco.

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