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Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,

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martes, 13 de septiembre de 2022

La Teología Cristiana IV

Representación de la Santísima Trinidad hacia 1489.

Santísima Trinidad
característica de Dios en el cristianismo
La Santísima Trinidad es el dogma central sobre las personas que conforman al único Dios en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único en tres personas distintas o hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias (solamente hay una persona), los testigos de Jehová (arrianos) y los pentecostales unicitarios (una persona en tres manifestaciones) así como las iglesias binitarias (hay dos personas únicamente), rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica, indicando que Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo son seres completamente separados que trabajan juntos en completa unidad, bajo el mismo propósito (triteísmo).

Fuera del ámbito del cristianismo, pero en otra fe también monoteísta, el Corán menciona la Trinidad y se muestra contrario a ella.

Perspectivas históricas
En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término «Trinidad» (Trinitas). Anteriormente Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia). Tertuliano, en uno de sus escritos polémicos dirigidos contra Práxeas, un seguidor de la doctrina cristiana conocida como «monarquianismo», Adversus Praxeam II, diría que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia». 

La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV: La definición del Concilio de Nicea (325), sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia’) al Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.

Concilios
En el Primer Concilio de Nicea (325) toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, y fue redactado el credo niceno incluso mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; sin hacer ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo.

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; unigénito nacido del Padre, es decir, de la sustancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma naturaleza del Padre; por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, (y) subió a los cielos, vendrá a juzgar a vivos y muertos; y [creemos] en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: hubo un tiempo en que no existió [el Hijo]; antes de ser engendrado no existió; fue hecho de la nada o de otra hipóstasis o naturaleza, pretendiendo que el Hijo de Dios es creado y sujeto de cambio y alteración, a éstos los anatematiza la santa Iglesia católica apostólica.

Credo Niceno
Pero, en el Primer Concilio de Constantinopla (381) se indicó que el Espíritu Santo es adorado y glorificado junto con Padre y el Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos redactando así el Credo niceno-constantinopolitano.

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre; por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato y padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras y subió al cielo; y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas. En una Iglesia santa, católica y apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Credo Niceno-Constantinopolitano
Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.

A finales del siglo VI, algunas iglesias de habla latina agregaron las palabras "y del Hijo" (Filioque) en la descripción de la procesión del Espíritu Santo, ya que las palabras no fueron incluidas en el texto del credo ni por el Concilio de Nicea ni por el de Constantinopla. Esto se incorporó a la práctica litúrgica de Roma en 1014. Con el tiempo, la cláusula Filioque se convirtió en una de las principales causas del Cisma de Oriente y Occidente en 1054 y en los fracasos de los repetidos intentos de unión. 

Según el XI Concilio de Toledo (675) el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales en cuanto a su naturaleza o sustancia, pero son distintas en cuanto a la distinción de personas: Porque cuando decimos: el que es el Padre no es el Hijo, nos referimos a la distinción de personas, pero cuando decimos: el Padre es lo que el Hijo es, el Hijo, lo que es el Padre, y el Espíritu Santo lo que es el Padre y el Hijo, esto se refiere claramente a la naturaleza o sustancia.

El Cuarto Concilio de Letrán (1215) agrega: En Dios solo hay una Trinidad, ya que cada una de las tres personas es esa realidad, es decir, sustancia, esencia o naturaleza divina. Esta realidad no engendra ni se origina; el Padre engendra, el Hijo es engendrado y el Espíritu Santo procede. Por lo tanto, hay una distinción de personas pero una unidad de naturaleza. Aunque, por lo tanto, el Padre es una persona, el Hijo otra persona y el Espíritu Santo otra persona, no son realidades diferentes, sino que lo que es el Padre es el Hijo y el Espíritu Santo, todos iguales, por lo tanto, según la fe ortodoxa y católica, se cree que son consustanciales.

Antecedentes bíblicos
En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la naturaleza de Dios.

Hay diversas citas del Antiguo Testamento en las que aparecen referencias a Dios en plural.

Fórmula trinitaria
La fórmula trinitaria aparece en el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). El apóstol Pablo cerró una de sus epístolas diciendo: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13:14). La Primera epístola de Juan (en versiones bíblicas que contienen la coma joánica) afirma: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno». (1 Juan 5:7).

Fuentes posteriores
Fuera de los libros considerados canónicos, la fórmula trinitaria está presente en la Didaché, documento cristiano datado del siglo I por la mayoría de los estudiosos contemporáneos: «Os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua […]. Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Did 7,1-3).

Además de la controversia sobre la naturaleza de Jesús —si era humano, divino, o ambas cosas a la vez— y su origen —si era eterno o temporal—, así como otras cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario radica en justificar la distinción entre una “sustancia” única y una triple “personalidad”. La mayoría de las iglesias protestantes, al igual que las ortodoxas y la Iglesia católica, sostienen que este es un misterio inaccesible para la inteligencia humana.

Santísima Trinidad, titular de la Hermandad de la Trinidad (Sevilla), que procesiona por las calles de Sevilla en la tarde del Sábado Santo.

La Iglesia católica
La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana […] Así, en las palabras del Símbolo Quicumque: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad […] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes […]”. Así, Dios se revela a sí mismo como una comunión de personas.

Dios es una substancia (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") en tres personas o hipóstasis distintas, las tres personas son consubstanciales (de la misma substancia). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina", sin embargo, las Personas divinas son realmente distintas entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede". La Unidad divina es Trina. La Iglesia católica recuerda que este dogma fundamental de su fe fue definido en concilios ecuménicos celebrados en Oriente, lo cual es motivo de comunión con las Iglesias orientales.

La Iglesia ortodoxa griega
 La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: «Dios es trino y uno. […] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios».[16]​The Catholic Encyclopedia afirma que es un dogma y a la vez un misterio como sigue: «Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina».

Las iglesias protestantes / evangélicas
Las iglesias protestantes / evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza; por lo tanto, estos tres constituyen el único Dios.

Personas de la Trinidad
Según esta doctrina:
  • El Padre. Es increado y no engendrado.
  • El Hijo. No es creado sino engendrado eternamente por el Padre.
  • El Espíritu Santo. No es creado, ni engendrado, sino que procede eternamente del Padre (según las Iglesias ortodoxas y otras Iglesias orientales) o del Padre y del Hijo (según la Iglesia católica y en la cristiandad occidental en general).
Según el dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un dogma de fe. Para explicar este misterio, en ocasiones los teólogos cristianos han recurrido a símiles. Así, Agustín de Hipona comparó la Trinidad con la mente, el pensamiento que surge de ella y el amor que las une. Por otro lado, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través de la fe.

Perspectiva de santo Tomás de Aquino
  • Todo ungido presupone por lo menos tres elementos: El que unge, el ungido y la unción.
  • Siendo Jesús el Cristo (es decir, el ungido de Dios), se puede hacer referencia a tres personas:
  1. El que unge: sería Dios Padre.
  2. El ungido: sería Dios Hijo.
  3. La unción: sería Dios Espíritu Santo.[cita requerida]
En el cristianismo no trinitario
Dentro del cristianismo, existen varias denominaciones cristianas que consideran que la Trinidad no es una doctrina que se encuentre en los textos bíblicos. Ellos se basan en que la Trinidad fue producto del desarrollo teológico en siglos posteriores, bajo influencia del pensamiento filosófico griego, Estas son:
  1. El unitarismo o Iglesias unitarias.
  2. Los Testigos de Jehová.
  3. El Pentecostalismo unicitario.
  4. Los Cristadelfianos y grupos como la Iglesia de Dios de la fe en Abraham.
Otros grupos cristianos no trinitarios, como el judaísmo mesiánico y corrientes derivadas del Nuevo Pensamiento.

Unitarismo o Iglesias unitarias
Las Iglesias y congregaciones unitarias surgieron en el siglo XVI como parte del ala radical de la Reforma protestante y su teología ha evolucionado, desde variantes de sabelianismo y arrianismo en sus orígenes, como las defendidas por autores tales como Miguel Servet y Fausto Socino, a un cristianismo ético y racional que evitaba todo tipo de dogmas. La primera formulación estructurada del credo sociniano se estableció en el Catecismo Racoviano (1605) polaco. Asimismo, el lema tradicional de las Iglesias unitarias de Europa Central de lengua húngara sigue siendo desde su fundación el de "Dios es Uno" (Egy az Isten en húngaro), en alusión a su rechazo de la idea trinitaria.

Perspectiva griega
Existen tríadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres.

Las tríadas presentes en religiones o visiones filosóficas corresponden a fuerzas primordiales hipostasiadas o a aspectos del dios supremo. Aunque las relaciones entre los diferentes términos de estas tríadas no sean siempre fáciles de discernir, parece claro que no han sido concebidas en ningún caso partiendo de un modelo como el de la Trinidad cristiana.

En algunas corrientes platónicas, se distinguen varios niveles de realidad, entre las que encontramos tres de gran importancia:
  • Dios, ser absoluto y causa primera.
  • Logos, o razón universal.
  • Anima mundi, alma universal emanada de Dios que anima y gobierna el mundo visible.
En otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible.

Revelación divina
revelación en base a la fe religiosa
En religión y teología, la revelación divina consiste en revelar, descubrir o hacer algo obvio a través de comunicación activa o pasiva con alguna entidad sobrenatural. Según la tradición judeocristiana la revelación puede originarse directamente a partir de una deidad o a través de algún agente de la misma, como un ángel. A quien ha experimentado ese tipo de comunicación divina se le suele llamar profeta. Según J.F. Rowny, catedrático de la Universidad de California y presidente de la Academia Estadounidense de Religión, un término más propio y amplio para este tipo de encuentro sería mística, convirtiendo la persona que lo experimente en un místico. El encuentro de los profetas tendría un fin más concreto, con lo que todos los profetas serían místicos, pero no todos los místicos serían profetas.

Algunas religiones, como el judaísmo, cristianismo, el islam y el hinduismo cuentan con libros sagrados que se ven como revelados o inspirados de manera sobrenatural. La revelación desde una fuente sobrenatural es mucho menos importante en otras tradiciones religiosas, como el taoísmo o el confucianismo, aunque se han encontrado similitudes entre la visión de la revelación en el Antiguo Testamento y el principio de bodhi del budismo.

En el cristianismo
Para los cristianos, especialmente para los católicos, la revelación es un acto por el cual Dios se da a conocer a los hombres, ya sea de manera natural o sobrenatural. La revelación natural es una manifestación a partir de la realidad del universo, la naturaleza, el mismo ser humano, o sea, toda la creación; el hombre puede, por analogía y con el solo uso de la luz natural de la razón, llegar al conocimiento y certeza de la existencia de un Dios creador. La revelación sobrenatural es una acción más específica y directa de Dios para manifestarse por una libre iniciativa suya de modo que trascienda las realidades naturales.

En el cristianismo la revelación divina sobrenatural consiste específicamente en las verdades teológicas transmitidas por la Sagrada Tradición y las Sagradas Escrituras. Según enseña la Iglesia católica, el Magisterio de la Iglesia es el encargado de interpretar la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición, entendiendo estas últimas como un solo depósito de la fe. Otras iglesias cristianas difieren de este último punto. De acuerdo con la doctrina católica, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras haciendo uso de la razón natural. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la revelación divina.​ Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Entre sus revelaciones dentro del credo cristiano, destacan aquellas que hablan del envío de su hijo encarnado, Jesucristo, y del Espíritu Santo.

Dios, que «habita una luz inaccesible» quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su hijo, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas. El designio divino de la revelación se realiza a la vez «mediante acciones y palabras», íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una «pedagogía divina» particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.

Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: «El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre Dios».

En el judaísmo
Maimónides enumeró diferentes niveles de profecía, indicando también la meramente intelectual, cuyo propósito es conocer la verdad de la Torá especificando que su revelación tuvo lugar para Moisés a través de la palabra divina dirigida a él 'cara a cara' con Dios, lo que se refiere a la visión y revelación de la palabra de Dios a través de los ángeles como fue el caso de Abraham y Jacob, finalmente con visiones de sueño veraz​ (el Talmud especifica sin embargo, que en los sueños algunas partes pueden no ser totalmente ciertas debido a múltiples mensajes, para esto pueden ser interpretadas por el Jajam o por los propios profetas como sucedió con el patriarca José).

«Nuestros Sabios (midrash Beret rabba 70,8) enseñan: ¿Por qué se llama: 'Beit haShoeva'? Esto se debe a que el espíritu profético (el ruaj hakodesh fue extraído de allí). La Guemará (Sota 3a) nos enseña que una persona comete una falta solo cuando 'un espíritu de locura' se apodera de ella. Por otro lado, si una persona tiene cuidado de no cometer errores o de hacer Teshuvá sobre sus faltas, acerca de él, está escrito: en él descansará el espíritu de Hashem: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fuerza, espíritu de ciencia y temor de Dios (Yeshayahu 11,2). Este era el espíritu profético que descansaba sobre las personas que estaban presentes en el Beit haShoeva = un espíritu que era el resultado de la Teshuvá y el hecho de vaciar la culpa»

Es obvio que la profecía debe ser absolutamente reconocida como real y verdadera, ya que deriva de Dios,​ si se trata de la Torá en su conjunto como una revelación divina o si se refiere a eventos pasados, presentes y futuros, aunque el propósito no es usar el espíritu profético para un propósito simple, sino precisamente para el conocimiento de toda la verdad; no es coincidencia que este aspecto, es decir, el del espíritu profético o el Ruaj haKodesh, se correlaciona necesariamente con la paz, la inteligencia, el juicio, la verdad bíblica, además de la evaluación veraz de cada tema puesto ante la persona elegida por Dios. Los textos religiosos judíos tradicionales, en la Cabalá y en los textos de Jasidut afirman que nadie puede igualar a Moisés, en el Pirkei Avot Líder de los profetas: se distingue por su habilidad profética como a través de una superficie clara, mientras que todos los demás profetas usan parábolas que solo son accesibles para aquellos que pueden ver la verdad, hasta el punto de ser acusados de mentir (José Alb​o da el ejemplo de Isaías).

En el futuro, con el Mashiaj,​ será posible​ decir 'un profeta Moisés': esto está en oposición al falso profeta mencionado incluso en el Pentateuco,​ donde está escrito que será asesinado (es cierto que el Mesías tendrá que enfrentar la muerte, precisamente en la era mesiánica, sin negar su veracidad divina); también se sabe que los textos de la Biblia hebrea no dudan en citar eventos mesiánicos que darán testimonio de cómo la profecía también afectará a los bebés, 'siervos' y no judíos, los Goyim.

Porque Dios da la sabiduría, De Su boca viene el conocimiento y el discernimiento. De esta manera la Torá de Dios será perfecta en cada generación y libre de cualquier deficiencia. José Albo, Sefer HaIkkarim

No se puede excluir que incluso la exégesis de la Torá derive de la revelación de la palabra divina. Jajam significa 'sabio': se deduce que un Jajam puede ser investido con el Ruaj haKodesh y así comentar verdaderamente los textos de la Biblia.

Esta es la concepción de Maimónides sobre el conocimiento de Dios, dice, como no podemos comparar su esencia con nuestra esencia, tampoco podemos comparar su conocimiento con nuestro conocimiento, porque el término conocimiento se aplica a Dios ya nosotros como un puro homónimo. Maimónides no quiere decir que el término aplicado a nosotros signifique conocimiento y aplicado a Dios signifique ignorancia, o viceversa, como significaría la homonimia absoluta. Sin sentido. Lo que quiere decir es esto. El término existencia se aplica a Dios y a nosotros mismos de manera absolutamente homónima. Sin embargo, no hay duda de que aunque la existencia de Dios es absolutamente diferente de la existencia de cualquier otra cosa, el término no denota existencia en un caso e inexistencia en el otro. En cuanto al significado negativo, la negación de la no-existencia, el término tiene el mismo significado en ambos casos, como se explica en el Libro Segundo, capítulo 30. El término existencia denota la negación de la no-existencia, tanto aplicada a nosotros como a Dios. El término se aplica a su significado positivo, porque no hay comparación entre la existencia de Dios y la existencia de cualquier otra cosa. De manera similar, el término conocimiento, ya sea que se aplique a Dios o se aplique a nosotros, significa la negación de la ignorancia. En este sentido, con respecto a su significado negativo, la relación de las dos aplicaciones, para Dios y para nosotros, es de prioridad y de posterioridad y no de absoluta homonimia. Sin embargo, con respecto al significado positivo, el término conocimiento se aplica a Dios ya nosotros como un puro homónimo y el conocimiento de Dios es absolutamente desconocido como su esencia es absolutamente desconocida. José Albo, Sefer HaYikkarim

Así, Dios, siempre existente, siempre ha sabido lo que entonces pasó en el Mundo y lo que habrá de volver a pasar; en cuanto al conocimiento, Dios es inmensamente sabio y su sabiduría es infinita y siempre tal como es perfecta: el conocimiento del ser humano, como recuerda Maimónides, aunque se complace con las verdades conocidas cada vez, precisamente por su 'fragmentación' incluso en un razonamiento amplio, completo y lógico, nunca podrá alcanzar ese conocimiento divino que deriva de un pasado eterno en el tiempo, lo 'abarca todo' en el presente y 'se proyecta' infinitamente en el futuro.

En el hinduismo
De acuerdo con la tradición hinduista los textos shruti o śruti (en sánscrito ‘lo que se oye’) son lo que los sabios o rishis escucharon directamente de los dioses , y por tanto, no fueron escritos como creaciones del hombre, por lo que no son obras de origen intelectual, sino revelaciones directas de los dioses a los hombres. Los rishis (sabios o videntes) fueron los intermediarios que captaron esas revelaciones divinas. Estos textos que de acuerdo a la tradición hinduista son universales y eternos. No pueden ser interpretados, sino sólo seguidos al pie de la letra.

Hermenéutica bíblica
estudio de interpretación bíblica
Hermenéutica bíblica es la ciencia de la interpretación aplicada a los libros y epístolas de la Biblia, es decir, la interpretación de los documentos bíblicos o exégesis bíblica.

Además de los términos “exégeta” y “hermeneuta”, también se utiliza el término biblista para denominar al experto en las Sagradas Escrituras. El proceso de interpretación de los textos bíblicos debe ser de índole científico crítico, no un ejercicio de justificación del criterio teológico propio, por lo que la hermenéutica bíblica no debe ser una excusa, sino una sincera búsqueda racional del sentido y alcance de los textos en cuestión. Para este fin, se aplica especialmente el método gramático-histórico, que tiene en cuenta tanto la crítica filológica como el impacto del contexto sobre el texto y la crítica histórica de los hechos relatados. Hermenéutica (del griego ερμηνευτική τέχνη [ermeneutiké tejne], ‘interpretar’, ‘traducir’, ‘explicar’), es el conocimiento y arte de la interpretación de los textos para determinar el significado exacto de las palabras mediante las cuales se ha expresado un pensamiento. Exégesis (del griego ἐξήγησις [exéguesis], de ἐξηγεομαι [exegueomai], ‘explicar’)​ implica la interpretación crítica y completa de un texto. La distinción entre exégesis y hermenéutica es muy sutil, pues no son términos que tengan necesariamente un significado idéntico, aunque se utilizan de forma intercambiable en la mayor parte de los casos. Según la intención del que use dichos términos se puede dar a “hermenéutica” el rasgo de búsqueda de significados espirituales, y a “exégesis” el de una interpretación bíblica centrada en la literalidad del texto y en la reconstrucción de su significado original en el momento de su redacción; pero también puede darse a entender que “exégesis” sea la explicación de la Biblia y “hermenéutica” el conjunto de reglas que se siguen para llegar a tal explicación.

Historia
Interpretación de los libros bíblicos desde ellos mismos.
Se presume y da por hecho que los libros que componen la Biblia son la "revelación del único Dios verdadero" que se dio a conocer al pueblo de Israel. Este es uno de los presupuestos dogmáticos fundamentales de la fe judía y cristiana en general sobre la que se fundamenta el dogma: "La Biblia es la Palabra de Dios". Acorde con este supuesto de fe, el trabajo hermenéutico pretende, ya sea mediante el sistema judío (PaRDeS) de exégesis de la Torá, la yuxtaposición de la tradición católica con los textos bíblicos, o la total aceptación de los escritos bíblicos como la única regla de fe y conducta para el creyente cristiano, promulgada por los reformadores del siglo XVI, "sacar" de los textos presuntamente inspirados, su contenido preciso y cabal.

Hay evidencia documental de la interpretación bíblica en el Antiguo Testamento cuando Esdras, fiel sacerdote judío, leyó públicamente al pueblo reunido en asamblea, “en el libro de la ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido para que comprendieran la escritura”. Según la tradición, los judíos que retornaron del cautiverio babilónico hablaban arameo, y se vieron en la necesidad de acceder a los textos que constituían las Sagradas Escrituras de su religión, conocidas como Halajá (la Ley de Moisés), que estaban escritas en hebreo; de modo que los levitas (que cumplían la función sacerdotal) hacían la traducción e interpretación del hebreo al arameo, procurando conservar el sentido correcto de la ley.

En adición, en el Nuevo Testamento aparecen numerosos ejemplos de interpretación del Antiguo Testamento, algunos supuestamente realizados por el propio Jesús, al que se requiere explícitamente para ello; otras por los redactores de los Evangelios, para encontrar el “cumplimiento de las Escrituras” en los hechos de la vida de Jesús; y otras por los redactores de las Epístolas, para dar orientaciones a las primeras comunidades cristianas. Es necesario señalar que los grados del enfoque de la interpretación de los textos bíblicos varía, ya sea éste desde el punto de vista de la religión judía, católica o protestante. La fe judía entiende que la revelación divina se realizó mediante dos vertientes complementarias: la escrita, la Tanaj, y la oral. Es, se podría decir, una revelación que fluye articuladamente en función del propio sentido orgánico de una revelación a la que se le puede realizar una hermenéutica abierta. El caso católico es distinto porque aparte de que la religión católica no tiene el sentido étnico judío, sino universalista, con lo que esto repercute en su apreciación del significado de los textos bíblicos, el catolicismo hace de la tradición de la Iglesia ("doctores tiene la Santa Madre Iglesia") el árbitro y maestro del sentido de las Sagradas Escrituras, que serán, en definitiva, complemento de las decisiones finales de los prelados católicos, con el papa a la cabeza, a quien se le reserva la prerrogativa de la infalibilidad. Es, la católica, una hermenéutica bíblica complementaria a la tradición de la Iglesia. Los protestantes, por el contrario, ciñen la interpretación de los documentos bíblicos exclusivamente a los propios textos que componen la Biblia. "Scriptura Scripturae Interpres" (La Biblia se interpreta a sí misma) es su punto de partida hermenéutico del que las iglesias protestantes, en general, dependen ya que entienden, como dogma de fe, que la revelación divina del Dios de Israel en Cristo, está compendiada exclusivamente en los sesenta y seis textos que componen sus biblias.

Hermenéutica bíblica judía
Las formas tradicionales de hermenéutica o exégesis en el judaísmo aparecen a través de la literatura rabínica, que incluye el Mishná, los dos Talmudes y la literatura midrash.

Los exégetas o hermeneutas judíos reciben el título de mefarshim (comentadores). El Midrash forma una exposición de la exégesis bíblica del Torá y sus párrafos relacionados con la Ley, que también es un objeto de análisis. La Halajá comprende una exégesis de la Ley escrita. La Agadá es una exégesis de partes del Torá no conectadas a la Ley. El Mikra comprende el estudio exegético de la Torá, los Nevi'im (“profetas”) y los Ketuvim (“escritos”), las tres divisiones de la Biblia hebrea (no idéntica a lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento). La Mesorá es la exégesis que determinó las reglas y principios que gobiernan los textos bíblicos. La redacción del Talmud resulta de estudios exegéticos, y el Talmud en sí se ha convertido en objeto de estudio y análisis. La exégesis judía no terminó con la redacción del Talmud; continuó durante el resto de la Edad Antigua, la Edad Media y el Renacimiento. En el siglo XVII Baruch Spinoza (que fue expulsado de la comunidad judía de Ámsterdam por su racionalismo filosófico) fue uno de los precursores de la hermenéutica bíblica moderna.

En el judaísmo la hermenéutica o exégesis sigue siendo objeto de estudio hoy en día, pues se considera una herramienta importante en el entendimiento de las Escrituras. En cada comunidad judía de cualquier parte del mundo hay centros para estudios exegéticos.

Hermenéutica bíblica cristiana
Edad Antigua
Entre los exégetas antiguos se cita a:
  • Orígenes (185-254),
  • Juan Crisóstomo (347-407),
  • Teodoreto de Ciro (393-458),
  • Hilario (c. 410-468),
  • Ambrosio de Milán (340-397) y, principalmente,
  • Jerónimo de Estridón (340-420).
Estos nos dan una idea de la interpretación bíblica durante el primer medio siglo después de la muerte del apóstol Juan. Las fuentes de ese período son los escritos de los primeros líderes de la iglesia como Clemente de Roma, Ignacio, Policarpo y un escritor seudónimo que se llama a sí mismo Bernabé. ​Los padres apostólicos usaron varios métodos de interpretación. En ocasiones utilizaron la tipología para relacionar el Antiguo con el Nuevo Testamento.​ Por ejemplo: en la Epístola de Bernabé se mencionan dos pasajes del Antiguo Testamento como tipos de la cruz de Cristo, los brazos extendidos de Moisés, que dieron la victoria de Israel sobre Amalec (Éx. 17.8ss) y la serpiente de bronce (Nm. 21, comparar con Jn. 3.14). El escritor trata de mostrar que ambos tipos enseñan que no hay ninguna esperanza de salvación fuera de Jesús.​

Edad Media
En la Edad Media, la exégesis estuvo representada por:
  • Gregorio Magno (540-604),
  • Bernardo de Claraval (1090-1153),
  • Buenaventura de Fidanza (1218-1274),
  • Alberto Magno (1193/1206–1280) y
  • Tomás de Aquino (1225-1274).
Edad Moderna
En la Edad Moderna, con el humanismo del Renacimiento y, sobre todo desde el siglo XVI a ejemplo de Lutero, salieron a la palestra infinidad de intérpretes racionalistas de la Biblia que fueron contrarrestados entre otros por los católicos Cornelio a Lapide (1567-1637) y Dom Calmet (1672-1757). Desde los siglos XVII y XVIII se aplica la hermenéutica a una interpretación objetiva y comprensible de la Biblia. Esta pretende indagar en el contexto histórico bíblico, y en su connotación, pertinencia y relevancia, teniendo en cuenta el ámbito actual. Esta rama de la hermenéutica intenta trazar un puente de comprensión entre el pasaje bíblico (palabra escrita) y la realidad presente. La hermenéutica bíblica siempre respeta el sentido histórico y literario del texto, pero abre las puertas para una interpretación sólida y pertinente, sin violentar lo que se quiso decir inicialmente.

Pero el origen de los estudios hermenéuticos se encuentra realmente en la teología cristiana, donde la hermenéutica tiene por objeto fijar los principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros sagrados de la Biblia, que, como revelados por Dios pero compuestos por hombres, poseían dos significados distintos: el literal y el espiritual, este último dividido en tres: el anagógico, el alegórico y el moral: 
  1. El sentido literal es el significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis filológica que sigue las reglas de la justa interpretación. Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal. 
  2. El sentido espiritual, infuso por Dios en el hombre según la creencia cristiana, da un sentido religioso suplementario a los signos, dividido en tres tipos diferentes:
      1. El sentido alegórico, por el que es posible a los cristianos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; de esa manera el paso del mar Rojo simboliza la victoria de Cristo y el bautismo.
      2. El sentido moral, por el cual los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducir a un obrar justo; su fin es la instrucción.
     3. El sentido anagógico (o sentido místico) por el cual los santos pueden ver realidades y acontecimientos de una significación eterna, que conduce (en griego anagogue) a los cristianos hacia la patria celestial. Así, la Iglesia en la tierra (Iglesia militante) es signo de la Jerusalén celeste (Iglesia triunfante).

El paso del siglo XVIII al XIX ofrece en las "Ciencias Eclesiásticas" de Juan Andrés, en el marco de la tardía Ilustración cristiana, la síntesis madura de la Hermenéutica bíblica junto a la Teología.

Edad Contemporánea
En la Edad Contemporánea, dentro del catolicismo el Concilio Vaticano II indicó criterios para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme al Espíritu que la ha inspirado:
  • Unidad de toda la Escritura.
  • Leer la Escritura en el contexto de la tradición viva de toda la Iglesia.
  • La analogía de la fe, es decir, la cohesión de las verdades de fe individuales entre ellas y con el plano completo de la Revelación.
Narración de la creación del Génesis
mito de la creación tanto del judaísmo como del cristianismo
La narración de la creación del Génesis es la cosmogonía tanto del judaísmo como del cristianismo. Dos historias de creación se encuentran en los primeros dos capítulos del Libro del Génesis, en la primera (Génesis 1:1-2:3), Elohim, palabra hebrea genérica para Dios, crea los cielos y la tierra en seis días, luego descansa, bendice y santifica el séptimo; en la segunda historia (Génesis 2:4-2:24), Dios, al que ahora se hace referencia por el nombre propio YHWH, crea a Adán, el primer humano, del polvo y lo coloca en el Jardín del Edén, donde se le da el dominio sobre los animales. Eva, la primera mujer, es creada de Adán y es su compañera.

Expone temas paralelos a los de la mitología mesopotámica, pero enfatizándolos a la creencia del pueblo israelita en un solo Dios. El primer gran borrador completo del Pentateuco (la serie de cinco libros que comienza con Génesis y termina con el Deuteronomio) fue compuesto a finales del siglo VII a. C. o en del siglo VI a. C. (la fuente yahvista) y luego fue expandido por otros autores (la fuente sacerdotal) en una obra muy similar a la que tenemos hoy.​ Las dos fuentes se pueden identificar en la narrativa de la creación: Génesis 1:1-2:3 es sacerdotal y Génesis 2:4-2:24 es yahvista.​ La narrativa combinada es una crítica de la teología mesopotámica de la creación: el Génesis afirma el monoteísmo y niega el politeísmo.​ Robert Alter describió la narración combinada como «convincente en su carácter arquetípico, su adaptación del mito a fines monoteístas».

El malentendido del género de la narración de la creación del Génesis, es decir, la intención de los autores y la cultura dentro de la cual escribieron, puede dar como resultado una lectura incorrecta. Bruce Waltke, un conocido erudito evangélico, advierte contra la que considera una de esas lecturas erróneas, el enfoque que lo lee como historia en lugar de teología y por lo tanto conduce al creacionismo y la negación de la evolución.​ Como señaló el experto en estudios judíos, Jon D. Levenson:

¿Cuánta historia hay detrás de la narración del Génesis? Porque la acción de la narración primitiva no se representa como si tuviera lugar en el plano de la historia humana ordinaria y tiene tantas afinidades con la mitología antigua, es muy exagerado hablar de sus narrativas como históricas en absoluto.

Con todo, es de notar que los primeros cristianos y los judíos contemporáneos eran creacionistas. Como escribió Orígenes de Alejandría: [Celso] presta fe a las historias de los bárbaros y de los griegos, respetando la historia antigua de aquellas naciones cuando habla de ellas. Pero juzga como falsa la historia de únicamente esta nación [Israel]. ... Observen pronto, pues, el proceder arbitrario de este hombre, quien cree las historias de aquellas naciones a base de su erudición, y condena a otras como ignorantes. ... Parece, pues, no ser del amor a la verdad, sino de un espíritu de odio, que Celso hace estas declaraciones, su propósito siendo el despreciar el origen del cristianismo, el cual se relaciona con el judaísmo. ... Los egipcios cuando cuentan jactanciosamente sus relatos de la divinidad de los animales, se deben considerar sabios. Pero si algún judío, quien ha dado a entender su amor a la ley y al Legislador, atribuye todo al Creador del universo—y al único Dios—a él, en la opinión de Celso y sus semejantes, se le tiene por inferior. Orígenes, Against celso, tomo 1, capítulos 14-20.

Composición
Creación por palabra versus creación por combate
Las narraciones en Génesis 1 y 2 no fueron los únicos mitos de creación en el antiguo Israel, y la evidencia bíblica completa sugiere dos modelos contrastantes.​ El primero es el modelo de «logos» (que significa palabra), donde un Dios supremo «habla» a la materia dormida en existencia. El segundo es el modelo «agón» (que significa lucha o combate), en el cual es la victoria de Dios en la batalla sobre los monstruos del mar lo que marca su soberanía y poder. Génesis 1 es un ejemplo de creación por palabra, mientras que Salmos 74 e Isaías 51:9-10 son ejemplos de la mitología «agón», que recuerda un mito cananeo en el que Dios crea el mundo al vencer a las deidades del agua: «Despiértate, despiértate [...] ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?».

Génesis 1:1-2:3
Fondo
El cosmos creado en Génesis 1:1-2:3 tiene un parecido sorprendente con el Tabernáculo en Éxodo 35-40, que fue el prototipo del Templo en Jerusalén y el centro de la adoración sacerdotal de YHWH; por esta razón, y debido a que otras historias de la creación de Oriente Medio también culminan con la construcción de un templo/casa para el dios creador, Génesis 1 puede interpretarse como una descripción de la construcción del cosmos como la casa de Dios, para lo cual el Templo en Jerusalén sirvió como representante terrenal.

La palabra bara se traduce como «creó» en español, y los eruditos generalmente aceptan que ese era el significado del término hebreo. No obstante, John Walton afirma que el concepto que encarnaba no era el mismo que el término moderno: en el mundo del antiguo Oriente Próximo, los dioses demostraban su poder sobre el mundo no creando materia sino fijando destinos, de modo que la esencia del bara que Dios realiza en Génesis concierne a traer «los cielos y la tierra» (una frase establecida que significa «todo») a la existencia organizando y asignando roles y funciones.

El uso de los números en los textos antiguos era a menudo numerológico más que fáctico, es decir, los números se usaban porque tenían algún valor simbólico para el autor. El número 7, que denota la terminación divina, impregna Génesis 1: el versículo 1:1 consta de 7 palabras; el versículo 1:2, de 14; 2:1-3 tiene 35 palabras (5x7); Elohim se menciona 35 veces; «cielos/expansión» y «tierra», 21 veces cada uno; y las frases «y fue así» y «vio Dios que era bueno» ocurren 7 veces cada una.

Pre-creación: Génesis 1:1–2
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. –Génesis 1:1-2

Aunque la frase inicial de Génesis 1:1 se traduce comúnmente como está escrito arriba, el hebreo es ambiguo y se puede traducir al menos de tres maneras:
  1. como una declaración de que el cosmos tuvo un comienzo absoluto («En el principio creó Dios los cielos y la tierra»),
  2. como una declaración que describe la condición del mundo cuando Dios comenzó a crear («Cuando en el principio creó Dios los cielos y la tierra, la tierra era indomable e informe»); y
  3. tomando todo Génesis 1:2 como información de fondo («Cuando en el principio creó Dios los cielos y la tierra, siendo la tierra indomable e informe, Dios dijo: ¡Hágase la luz!»).
Según Walton, el segundo parece ser el significado pretendido por el autor sacerdotal original: el verbo bara se usa solo para Dios (la gente no participa en el bara), y se refiere a la asignación de roles, como en la creación de las primeras personas como «masculino» y «femenino» (es decir, les asigna sexos): en otras palabras, el poder de Dios se muestra no por la creación de la materia, sino por la fijación de los destinos. Otros eruditos, como John Day, consideran que Génesis 1:1 describe la creación inicial del cosmos.

Los cielos y la tierra son una expresión idiomática que significa «todo», es decir, el cosmos. En las cosmogonías del antiguo Oriente Próximo, éste estaba compuesto de tres niveles: la tierra habitable en el medio, los cielos arriba, un inframundo abajo, todo rodeado por un «océano» acuoso de caos como el Tiamat babilónico.​ La tierra misma era un disco plano, rodeado de montañas o mar. Sobre ella estaba el firmamento o expansión, una cúpula transparente pero sólida que descansaba sobre las montañas, permitiendo a los hombres ver el azul de las aguas de arriba, con «ventanas» para permitir la entrada de la lluvia, y que contenía el sol, la luna y las estrellas. Las aguas se extendían debajo de la tierra, que descansaba sobre pilares hundidos en las aguas, y en el inframundo estaba el Seol, la morada de los muertos.

La apertura de Génesis 1 continúa: «Y la tierra estaba desordenada y vacía [...]». La frase «desordenada y vacía» es una traducción del hebreo tohu va-bohu, (hebreo: תֹהוּ וָבוה), caos; la condición que bara, ordenamiento, remedia. Tohu en sí mismo significa «vacío, inutilidad», se usa para describir el desierto del desierto; bohu no tiene ningún significado conocido, aunque parece estar relacionado con la palabra árabe bahiya («estar vacío»), y aparentemente fue acuñado para rimar con y fortalecer a tohu.​ La frase también aparece en Jeremías 4:23, donde el profeta advierte a Israel que la rebelión contra Dios conducirá al regreso de la oscuridad y el caos, «la tierra [...] que estaba asolada y vacía».

La apertura de Génesis 1 concluye con una declaración de que «las tinieblas estaban sobre la faz del abismo» (hebreo: תְהוֹםk tehôm); las «tinieblas» y el «abismo» son dos de los tres elementos del caos representado en tohu va-bohu (el tercero es la «tierra desordenada»). En el Enuma Elish, el «abismo» se personifica como la diosa Tiamat, la enemiga de Marduk;​ aquí está el cuerpo sin forma de agua primitiva que rodea el mundo habitable, que luego será liberado durante el Diluvio, cuando «fueron rotas todas las fuentes del grande abismo» de las aguas debajo de la tierra y de las «cataratas» del cielo.

La ruaj de Elohim se mueve sobre la faz del abismo antes de que comience la creación. Ruaj (רוּחַ) tiene los significados «viento, espíritu, aliento», y elohim puede significar «grande» como también «dios»: la ruaj elohim puede significar el «viento/aliento de Dios» (el viento de la tormenta es el aliento de Dios en Salmos 18:16 y en otros lugares, y el viento de Dios regresa en la historia del Diluvio como el medio por el cual Dios restaura la tierra), o el «espíritu» de Dios, un concepto que es algo vago en la Biblia hebrea, o simplemente significa un gran viento de tormenta.

Seis días de la Creación: Génesis 1:3–2:3
El primer acto de Dios fue la creación de luz indiferenciada; la oscuridad y la luz se separaron en noche y día, su orden (antes de la mañana) significaba que ese era el día litúrgico; y luego se crearon el sol, la luna y las estrellas para marcar los tiempos adecuados para los festivales de la semana y el año. Solo cuando esto se hace Dios crea al hombre y la mujer y los medios para sostenerlos (plantas y animales). Al final del sexto día, cuando se completa la creación, el mundo es un templo cósmico en el cual el papel de la humanidad es la adoración a Dios. Esto es paralelo al mito mesopotámico (el Enuma Elish) y también se hace eco del capítulo 38 del Libro de Job, donde Dios recuerda cómo cantaban las estrellas, los «hijos de Dios», cuando se colocaba la piedra angular de la creación.

Primer día
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. –Génesis 1:3-5

El día 1 comienza con la creación de la luz (y, por implicación, el tiempo). Dios crea mediante un comando hablado y nombra los elementos del mundo a medida que los crea. En el antiguo Oriente Próximo, el acto de nombrar estaba ligado al acto de crear: así, en la literatura egipcia, el dios creador pronunció los nombres de todo, y el Enûma Elish comienza en el punto donde nada ha sido nombrado aún. La creación de Dios mediante la palabra también sugiere que se lo compara con un rey, que simplemente tiene que hablar para que las cosas sucedan.

Segundo día
6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. –Génesis 1:6-8

Rāqîa, la palabra traducida como expansión, proviene de rāqa, el verbo utilizado para el acto de golpear el metal en placas delgadas. Creado en el segundo día de la creación y poblado por luminarias en el cuarto, es una cúpula sólida que separa la tierra debajo del cielo y sus aguas arriba, como en la creencia egipcia y mesopotámica de ese mismo tiempo. En Génesis 1:17, las estrellas se establecen en la raqia'; en la mitología babilónica, los cielos estaban hechos de varias piedras preciosas (compare con Éxodo 24:10, donde los ancianos de Israel ven a Dios en el embaldosado de zafiro del cielo), con las estrellas incrustadas en su superficie. Según la leyenda judía, el segundo día es también el día de la creación del infierno. Por lo tanto, no se podía decir del día como de los demás, que «vio Dios que era bueno».

Tercer día
9 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. 11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero. –Génesis 1:9-13

En el tercer día, las aguas se retiran, creando un anillo de océano que rodea un único continente circular. Al final del tercer día, Dios ha creado un ambiente fundacional de luz, cielos, mar y tierra.​ Luego, los tres niveles del cosmos se pueblan en el mismo orden en el que fueron creados: cielos, mar, tierra. Dios no crea ni hace árboles y plantas, sino que ordena a la tierra que los produzca. El significado teológico subyacente parece ser que Dios le ha dado a la tierra previamente estéril la capacidad de producir vegetación, y ahora lo hace a su orden. «Según su género» parece esperar las leyes que se encuentran más adelante en el Pentateuco, que ponen gran énfasis en la santidad a través de la separación.

Cuarto día
14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. –Génesis 1:14-19

El cuarto día se introduce el lenguaje de «señorío»: los cuerpos celestes «señorearán» día y noche y marcarán las estaciones, años y días (una cuestión de crucial importancia para los autores sacerdotales, ya que las festividades religiosas se organizaron en torno a los ciclos del sol y luna); más tarde, el hombre será creado para gobernar sobre toda la creación como el regente de Dios. Dios pone «lumbreras» en el firmamento para «señorear» el día y la noche. Específicamente, Dios crea la «lumbrera mayor», la «lumbrera menor» y las estrellas. Según Victor Hamilton, la mayoría de los estudiosos coinciden en que la elección de «lumbrera mayor» y «lumbrera menor», en lugar de los más explícitos «sol» y «luna», es una retórica antimitológica destinada a contradecir las creencias contemporáneas generalizadas de que el sol y la luna eran deidades en sí mismas.

Quinto día
20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto. –Génesis 1:20-23

En las mitologías egipcia y mesopotámica, el dios creador tiene que luchar con los monstruos marinos antes de poder construir el cielo y la tierra; en Génesis 1:21, la palabra tannin, a veces traducida como «monstruos marinos» o «grandes criaturas», es paralela a los llamados monstruos del caos Rahab y Leviatán de Salmos 74:13, Isaías 27:1 e Isaías 51:9, pero no hay ninguna pista (en Génesis) de combate, y los tannin son simplemente criaturas creadas por Dios.

Sexto día
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. –Génesis 1:24-31

Cuando en Génesis 1:26 Dios dice «hagamos al hombre», la palabra hebrea que se usa es adam; de esta forma es un sustantivo genérico, «humanidad», y no implica que esta creación sea masculina. Después de esta primera mención, la palabra siempre aparece como ha-adam, «el hombre», pero como Génesis 1:27 muestra («Y creó Dios al hombre a su [propia] imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó»), la palabra todavía no es exclusivamente masculina.

El hombre fue creado a la «imagen de Dios». El significado de esto no está claro; las sugerencias incluyen:
  1. Tener las cualidades espirituales de Dios tales como el intelecto, la voluntad, etc.;
  2. Tener la forma física de Dios;
  3. Una combinación de estos dos;
  4. Siendo la contraparte de Dios en la tierra y capaz de entrar en una relación con él;
  5. Ser representante de Dios o virrey en la tierra.
El hecho de que Dios diga «Hagamos al hombre [...]» ha dado lugar a varias teorías, de las cuales las dos más importantes son que «Hagamos» es plural mayestático,​ o que refleja un escenario en un concilio divino con Dios entronizado como rey y proponía la creación de la humanidad a los seres divinos inferiores.

Dios le dice a los animales y a los humanos que les ha dado «toda planta verde [...] para comer»; la creación es ser vegetariano. Solo más tarde, después del Diluvio, el hombre recibe permiso para comer carne. El autor sacerdotal del Génesis parece mirar hacia atrás a un pasado ideal en el que la humanidad vivía en paz tanto consigo misma como con el reino animal, y que podía ser re-lograda a través de una vida sacrificial adecuada en armonía con Dios.

Al finalizar, Dios ve que «todo lo que había hecho [...] era bueno en gran manera» (Génesis 1:31). Esto implica que los materiales que existían antes de la Creación («tohu va-bohu», «oscuridad», «tehom») no eran «buenos en gran manera». Israel Knohl hipotetizó que la fuente sacerdotal estableció esta dicotomía para mitigar el problema del mal.

Séptimo día: descanso divino
1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. –Génesis 2:1-3

La creación es seguida de descanso. En la antigua literatura del Cercano Oriente, el descanso divino se logra en un templo como resultado de haber llevado al orden el caos. El descanso es a la vez desvinculación, ya que el trabajo de la creación ha terminado, pero también el compromiso, ya que la deidad está ahora presente en su templo para mantener un cosmos seguro y ordenado.​ Compárese con Éxodo 20:8-11: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Dios tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Dios los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Dios bendijo el día de reposo y lo santificó». 

Génesis 2:4–2:25
Génesis 2–3, la historia del Jardín del Edén, probablemente fue escrita alrededor del año 500 a. C. como «un discurso sobre los ideales en la vida, el peligro en la gloria humana y la naturaleza fundamentalmente ambigua de la humanidad, especialmente las facultades mentales humanas».​ El Jardín en el que tiene lugar la acción se encuentra en la frontera mitológica entre los mundos humano y divino, probablemente al otro lado del océano cósmico, cerca del borde del mundo; siguiéndome encantan los un concepto antiguo tradicional del Cercano Oriente, el río Edén primero forma ese océano y luego se divide en cuatro ríos que corren desde los cuatro rincones de la tierra hacia su centro.​ Inicia «en el día en que YHWH Elohim hizo la tierra y los cielos», una introducción similar a las que se encuentran en los mitos babilónicos.​ Antes de que el hombre sea creado, la tierra es un desperdicio estéril regado por un ’êḏ (אד); la versión Reina–Valera de Génesis 2:6 tradujo esto como «vapor» siguiendo la práctica judía pero, desde mediados del siglo XX, los hebraístas generalmente han aceptado que el verdadero significado es «manantial de agua subterránea».

En Génesis 1, la palabra característica para la actividad de Dios es bara, «crear»; en Génesis 2 la palabra usada cuando crea al hombre es yatsar (ייצר, yîṣer), que significa «formar», una palabra usada en contextos tales como un alfarero que forma una olla de barro.[53]​ Dios respira su propio aliento en el barro y se convierte en nefesh (נֶ֫פֶשׁ), una palabra que significa «vida», «vitalidad», «la personalidad viva»; el hombre comparte nefesh con todas las criaturas, pero el texto describe este acto vivificante de Dios solo en relación con el hombre. Edén, donde Dios pone su Jardín del Edén, proviene de una raíz que significa «fertilidad»: el primer hombre debe trabajar en el jardín milagrosamente fértil de Dios.​ El «árbol de la vida» es un motivo del mito mesopotámico: en la Epopeya de Gilgamesh (c. 1800 a. C.) al héroe se le da una planta cuyo nombre es «el hombre se vuelve joven en la vejez», pero una serpiente le roba la planta. Existe mucha discusión académica sobre el tipo de conocimiento dado por el segundo árbol. Las sugerencias incluyen: cualidades humanas, conciencia sexual, conocimiento ético o conocimiento universal; siendo el último el más aceptado.​ En el Edén, la humanidad tiene la opción de elegir entre la sabiduría y la vida, y elige la primera, aunque Dios le propuso para la segunda.

El mítico Edén y sus ríos pueden representar la verdadera Jerusalén, el Templo y la Tierra Prometida. Edén puede representar el jardín divino en Sion, la montaña de Dios, que también era Jerusalén; mientras que el verdadero Gihón era un manantial fuera de la ciudad (reflejando el manantial que riega el Edén); y las imágenes del Jardín, con su serpiente y sus querubines, se han visto como un reflejo de las imágenes reales del Templo de Salomón con su serpiente de cobre (el nehushtán) y sus querubines guardianes. Génesis 2 es el único lugar en la Biblia donde el Edén aparece como una ubicación geográfica: en otros lugares (especialmente en el Libro de Ezequiel) es un lugar mitológico ubicado en la montaña sagrada de Dios, con ecos de un mito mesopotámico del rey como hombre primordial colocado en un jardín divino para proteger el árbol de la vida.

«Bien y mal» es un merismo, en este caso significa simplemente «todo», pero también puede tener una connotación moral. Cuando Dios prohíbe al hombre comer del árbol del conocimiento, dice que si lo hace está «condenado a morir»: el hebreo detrás de esto está en la forma utilizada en la Biblia para emitir sentencias de muerte.

La primera mujer fue creada para ser ezer kenegdo (עזר כנגדו ‘êzer kəneḡdō), un término notablemente difícil de traducir, para el hombre. Kəneḡdō significa «al lado, opuesto, una contraparte de él», y ‘êzer significa intervención activa en nombre de la otra persona.​ El nombramiento de Dios de los elementos del cosmos en Génesis 1 ilustra su autoridad sobre la creación; ahora el nombramiento del hombre de los animales (y de Mujer) ilustra la autoridad de Adán dentro de la creación. La mujer es llamada ishah (אשה ’iš-šāh), «Mujer (Varona)», con una explicación de que esto se debe a que fue tomada de ish (אִישׁ, ’îš), que significa «Varón»; aunque en realidad, las dos palabras no están conectadas. Más tarde, una vez completada la historia del Jardín, recibe un nombre: Ḥawwāh (חוה, Eva). Esto significa «vivir» en hebreo, de una raíz que también puede significar «serpiente».​ La palabra traducida tradicionalmente como «costilla» también puede significar «lado», «aposento» o «viga».[66]​ Una antigua tradición exegética sostiene que el uso de una costilla del lado del hombre enfatiza que tanto el varón como la mujer tienen la misma dignidad, ya que la mujer fue creada del mismo material que el varón, moldeada y dotada de vida por los mismos procesos.

Creacionismo y el género de la narrativa de la creación
El significado que se derivará de la narrativa de la creación del Génesis dependerá de la comprensión del lector de su género, el «tipo» literario al que pertenece: «hace una enorme diferencia si los primeros capítulos del Génesis se leen como cosmología científica, mito de la creación o saga histórica». La mala interpretación del género del texto, es decir, la intención del autor/autores y la cultura dentro de la cual escribieron, dará lugar a una lectura errónea. El erudito evangélico reformado Bruce Waltke advierte contra uno de esos malentendidos, el enfoque «literal rígido» que conduce a la «ciencia de la creación» y tales «interpretaciones inverosímiles» como la «teoría de la brecha», la presunción de una «tierra joven» y la negación de evolución.​ Otro erudito, Conrad Hyers, resume el mismo pensamiento en estas palabras: «Una interpretación literal de los relatos del Génesis es inapropiada, engañosa e inviable [porque] presupone e insiste en un tipo de literatura e intención que no existe».

Sea lo que sea, Génesis 1 es un «relato», ya que presenta el personaje y su caracterización, un narrador y una tensión dramática expresada a través de una serie de incidentes organizados en el tiempo. El autor sacerdotal de Génesis 1 tuvo que enfrentar dos dificultades principales. Primero, está el hecho de que dado que solo Dios existe en este punto, nadie estaba disponible para ser el narrador; el narrador resolvió esto presentando un discreto «narrador en tercera persona». En segundo lugar, estaba el problema del conflicto: el conflicto es necesario para despertar el interés del lector en la historia, pero sin nada más existente, ni un monstruo del caos ni otro dios, no puede haber ningún conflicto. Esto se resolvió creando una tensión muy mínima: a Dios se le opone la nada misma, el espacio en blanco de la tierra «sin forma y vacía». Contar la historia de esta manera fue una elección deliberada: hay una serie de historias de creación en la Biblia, pero tienden a ser contados en primera persona: por Sabiduría, el instrumento por medio del cual Dios creó el mundo; la elección de un narrador omnisciente en tercera persona en la narrativa del Génesis permite al narrador crear la impresión de que todo se está contando y que nada se detiene. También puede considerarse como historia antigua, «parte de un espectro más amplio de narraciones antiguas del Oriente Próximo originalmente anónimas, similares a la historia». Frecuentemente se le denomina mito en los escritos académicos, pero no hay acuerdo sobre cómo se debe definir el «mito»: Brevard Childs sugirió que el autor de Génesis 1–11 «desmitificó» su narrativa, lo que significa que eliminó de sus fuentes (los mitos babilónicos) aquellos elementos que no encajaban con su propia fe; otros autores señalan que la narrativa es completamente mítica.

Génesis 1–2 puede analizarse como ciencia antigua: en palabras de E.A. Speiser, «sobre el tema de la creación, la tradición bíblica se alineó con los principios tradicionales de la ciencia babilónica». Las palabras iniciales de Génesis 1, «En el principio Dios creó los cielos y la tierra», resumen la creencia del autor de que YHWH, el dios de Israel, era el único responsable de la creación y no tenía opositores. Los pensadores judíos posteriores, adoptando ideas de la filosofía griega, concluyeron que la Sabiduría, la Palabra y el Espíritu de Dios penetraron todas las cosas y les dieron unidad.​ El cristianismo a su vez adoptó estas ideas e identificó a Jesús como la palabra creadora: «En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios».

Cuando los judíos entraron en contacto con el pensamiento griego, esto condujo a una importante reinterpretación de la cosmología subyacente de la narrativa del Génesis. Los autores bíblicos concibieron el cosmos como una Tierra plana en forma de disco en el centro, un inframundo para los muertos de abajo y el cielo de arriba.​ Debajo de la Tierra estaban las «aguas del caos», el mar cósmico, hogar de monstruos míticos derrotados y muertos por Dios; en Éxodo 20:4, Dios advierte contra hacer una imagen de cualquier cosa ubicada «en las aguas debajo de la tierra». También había aguas sobre la Tierra, por lo que la raqia (firmamento), un cuenco sólido, era necesario para evitar que inundaran el mundo.[80]​ Durante el período helenístico, esto fue reemplazado en gran medida por un modelo más «científico» como lo imaginaban los filósofos griegos, según el cual la Tierra era una esfera en el centro de las capas concéntricas de esferas celestes que contienen el sol, la luna, las estrellas y los planetas.

La idea de que Dios creó el mundo de la nada (creatio ex nihilo) es fundamental hoy en día para el judaísmo, el cristianismo y el islam; de hecho, el filósofo judío medieval Maimónides sintió que era el único concepto que las tres religiones compartían,​ pero no se encuentra directamente en Génesis, ni en toda la Biblia hebrea. Según Walton, los autores sacerdotales de Génesis 1 no estaban interesados en los orígenes de la materia (el material que Dios formó en el cosmos habitable), sino en la asignación de roles para que el cosmos funcionara.​ John Day, sin embargo, considera que Génesis 1 proporciona claramente un relato de la creación del universo material.​ Aun así, la doctrina todavía no había sido plenamente desarrollada a principios del siglo II, aunque los primeros eruditos cristianos comenzaban a ver una tensión entre la idea de la formación del mundo y la omnipotencia de Dios; a principios del siglo III se resolvió esta tensión: la formación del mundo fue superada y la creación ex nihilo se convirtió en un principio fundamental de la teología cristiana. ​Es interesante también advertir que dichos relatos bien pudieron ser gestados en épocas muy disímiles. El primer relato llamado anteriormente "del logos" por la creación de la nada del mundo a través de la palabra, pertenece a una época más reciente que el segundo relato caracterizado por la creación de materia preexistente (barro) y que con el aliento le otorga el hálito vital (al hombre). Este último relato posiblemente es más antiguo que el primero. Es interesante advertir que en este ùltimo la imagen de un Dios-alfarero, propia de la época patriarcal, nómades por el desierto. En cambio el primer relato corresponde a un Dios-Rey Monarca, propio de la época en donde el pueblo de Israel tuvo experiencia histórica de la monarquía con Saúl, David y Salomón.

Continua en La Teología Cristiana V

sábado, 3 de septiembre de 2022

La Teología Cristiana III

Cabeza de Cristo, del artista Nikolai Koshelev

Teología católica
estudio de las doctrinas de la Iglesia católica
La teología católica es aquella desarrollada en el seno de la Iglesia católica. La teología católica estudia la relación entre Dios y la humanidad tomando como base tres fuentes: la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio.

También se puede definir la teología católica como la correcta comprensión de la doctrina y las enseñanzas católicas, y es el resultado de las santas vidas vividas por todos sus santos, especialmente los más bendecidos con los dones de la teología, remontándose hasta su fundador, su Señor y Salvador, Jesucristo. Se basa en el canónico La escritura y la Sagrada Tradición, interpretadas con autoridad por el Magisterio vivo y auténtico de la Iglesia católica. Este artículo sirve como introducción a varios temas de la teología católica, con enlaces a los lugares donde se encuentra una cobertura más completa.

Las principales enseñanzas de la Iglesia católica discutidas en los primeros concilios de la iglesia se resumen en varios credos, especialmente el Credo Niceno (Niceno-Constantinopolitano) y el Credo de los Apóstoles. Desde el siglo XVI la Iglesia ha producido catecismoss que resumen sus enseñanzas; el gran Catecismo del Concilio de Trento publicado entonces, hasta que en 1992, la Iglesia católica publicó el oficial Catecismo de la Iglesia católica. La Iglesia católica entiende que la Tradición viva de la Iglesia contiene lo esencial de su doctrina sobre la fe y la moral y está protegida del error, a veces mediante enseñanza definida infaliblemente, siendo su Fuente última Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.​ La Santa Iglesia cree en la Revelación guiada por el Espíritu Santo a través de la Sagrada Escritura, desarrollada en la Sagrada Tradición y enteramente enraizada en el depósito de la fe original, dejado por Nuestro Señor a los Apóstoles. Este Depósito de Fe desarrollado es protegido por el "Magisterio" o Colegio de Obispos en concilios ecuménicos supervisados por el Santo Padre,​ comenzando con el Concilio de Jerusalén (c. 50). El más reciente fue el Concilio Vaticano II (1962 a 1965).Dos veces en la historia un Santo Padre definió un dogma tras consultar con todos los obispos pero sin convocar un concilio formal, ya que la Verdad que expresaba era algo ya aceptado desde hacía tiempo por los Fieles. Definirlo oficialmente, fue como decir, sí, ya ha sido la creencia principal de la Fe Católica durante siglos: pero ahora lo decimos con un 100% de certeza.

El culto católico formal se ordena por medio de la liturgia, regulada de modo admirable por el Magisterio Docente, en obediencia a la expresión, "Lex Orandi, Lex Credendi": " la ley de la oración es la ley de la creencia". - Así como uno ora, así formará su creencia. La celebración del Santo Sacrificio de la Misa, la Eucaristía, uno de los siete sacramentos católicos, es el centro del culto católico. Es la creencia inquebrantable y la verdad de que Jesucristo, el "Pan de Vida, bajado del cielo", está real y efectivamente presente en las especies de pan y vino, la Eucaristía La Iglesia ejerce el control sobre formas adicionales de oración personal y devoción, incluyendo el Rosario, Vía Crucis, y Adoración eucarística, declarando que todos los que realmente practican la Fe Católica deben obtener grandes bendiciones, dones espirituales, como la humildad y la confianza en el Señor de la recepción adecuada de la Eucaristía. (Recepción adecuada significa, no estar en estado de pecado mortal).[8]​ La Iglesia católica está formada por el clero ordenado (formado por el obispo, el sacerdocio, y el diaconía), los laicos, y aquellos como monjes y monjas que viven una vida consagrada bajo sus constituciones, todos tratando de vivir sus vidas complaciendo a Dios en primer lugar.

Según el Catecismo, que recoge los más de 20 siglos de Fe vivida en Jesucristo, éste instituyó siete sacramentos y los confió a la Iglesia católica. Estos son Bautismo, Confirmación (Crismación), la Eucaristía, la Penitencia, la Unción de los enfermos, el Orden sagrado y el Matrimonio. Otras obras, como la República Dominicana, Marie-Dominique Chenu, Karl Rahner, un defensor de un "giro antropológico" de Hans Urs von Balthasar, quien exhortó a la Iglesia a renovarse a sí misma, preparó el terreno al Concilio Vaticano II, que provocó un intenso debate sobre la relación con la realidad terrena y de los problemas de la secularización, además de determinar un ecumenismo más pronunciado. Lo que ayudó a la llamada "teología de la esperanza" fue una profundización de la naturaleza escatológica del cristianismo en el sentido progresivo del término. Dicha "teología de la esperanza" hizo propios los elementos políticos y utópicos y le siguieron, con diferentes configuraciones, la teología de la liberación, construida en América del Sur, quien dio la bienvenida gran parte de la ideología marxista del sistema, la teología negra africana.

La Universidad de París fue durante el siglo XIII el centro teológico de Occidente.

Partes de la teología católica
  • Teología fundamental
  • Categoría: Historia de la teología cristiana (común a otras denominaciones cristianas)
  • Teología sacramental
  • Teología dogmática
  • Teología patrística
  • Teología bíblica
  • Teología catequética
  • Teología espiritual
  • Teología pastoral
  • Teología moral
  • Teología litúrgica
  • Homilética
  • Exegética
  • Mariología
Liturgia católica
Para la Iglesia católica, la liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Cristo que es realizado por los bautizados por medio de los sacramentos. El Concilio Vaticano II define la liturgia como "la cumbre a la que tiende toda la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza​".

Definición
Liturgia católica, en sentido general objetivo, es lo mismo que culto público de la Iglesia y puede definirse como "el conjunto de acciones, fórmulas y cosas con que, según las disposiciones de la Iglesia católica, se da culto público a Dios". En un sentido más teológico puede definirse como "todo culto público del Cuerpo místico de Jesucristo, o sea de la Cabeza y de sus miembros" o como "el ejercicio del Sacerdocio de Jesucristo por la Iglesia" (Pío XII, Mediator Dei). Es también parte de la Sagrada Tradición.

En el Magisterio de la Iglesia, la palabra liturgia se usa por primera vez en el breve Inter Gravissimas (1832) de Gregorio XVI. Sin embargo, se usará regularmente sólo desde el pontificado de San Pío X, a inicios del siglo XX. La palabra liturgia se usa también como ciencia litúrgica, o sea, el conocimiento científico y sistemático del culto público en cuanto lo ha ordenado y prescrito la Iglesia.

Objeto
Funciones litúrgicas
Funciones extralitúrgicas o -funciones eclesiásticas
Funciones paralitúrgicas

Caracteres
a) público
b) interno y externo
c) jerárquico

División
  • Por razón del ministro:
a) pontifical
b) sacerdotal
  • Por razón del fin:
a) latréutica
b) sacramental
  • Por el objeto:
a) sacramentaria
b) salmódica
  • Por el origen y el lugar
a) liturgias orientales: Antioquenos, greco-eslavos, armenios y copto
b) liturgia occidental o liturgia latina: liturgia romana y liturgias galicanas

Actualmente existen 23 ritos litúrgicos católicos en total, entre latinos y orientales.

Fuentes de la liturgia
  • Fuentes constitutivas:
a) Jesucristo
b) el Romano pontífice
c) la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
d) los obispos
e) La costumbre
  • Fuentes cognoscitivas:
a) libros litúrgicos
b) el Código de derecho canónico
c) Decretos de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Historia de la liturgia
Los humanistas del siglo XVI entendían por Liturgia el conjunto de acciones que la Iglesia ha ejercido en la historia como culto oficial, naciendo así la ciencia litúrgica, esto es, el estudio sistemático de las celebraciones de la Iglesia. De esta manera, en el siglo XVII la palabra liturgia adquiere un nuevo significado con matiz jurídico, refiriéndose a las normas y principios de toda celebración eclesial, es decir a las rúbricas (llamadas así porque en los libros litúrgicos estaban escritas en color rojo, ruber en latín).

El Movimiento litúrgico
Odo Casel ofrece una definición: “la acción ritual de la obra salvífica de Cristo, o sea, la presencia, bajo el velo de los signos, de la obra divina de la redención”. Aunque la definición resulta muy semejante a las posteriores del magisterio católico, no tuvo buena acogida debido a las controversias suscitadas en ámbito teológico por su noción de misterio relacionado con los cultos mistéricos antiguos. En la Mediator Dei el Papa ofrece un esbozo de definición: “el culto público que nuestro Redentor, Cabeza de la Iglesia, tributa al Padre celestial y el que la sociedad de los fieles tributa a su Fundador, y, por medio de Él, al Eterno Padre: y, para decirlo todo brevemente, constituye el culto público íntegro del Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, de la cabeza y de sus miembros”. Uno de los padres redactores del texto de la Constitución Sacrosanctum Concilium, el P. Cipriano Vagaggini aporta también una definición: “La liturgia es el conjunto de signos sensibles de cosas sagradas, espirituales, invisibles, instituidos por Cristo o por la Iglesia, eficaces, cada uno a su modo, de aquello que significan y por los cuales Dios (el Padre por apropiación), por medio de Cristo, cabeza de la Iglesia y sacerdote, en la presencia del Espíritu Santo, santifica a la Iglesia, y la Iglesia, en presencia del Espíritu Santo, uniéndose a Cristo, su cabeza y sacerdote, por su medio rinde como cuerpo culto a Dios (el Padre por apropiación)”.

Vaticano II
Fue el XXI Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica, con el fin de hacer un aggiornamento o actualización de la Iglesia. Como fruto de ese concilio, se promulgó la Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium el 5 de diciembre de 1963, en la que se decretan nuevas leyes litúrgicas. En esta constitución se considera la Liturgia como fons et culmen (manantial y cumbre) de la vida de la Iglesia y como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. La Liturgia retoma un gran valor para la vida eclesial y se dejan en segundo término las cuestiones jurídicas, recalcando la importancia de la participación comunitaria de manera plena, consciente y activa. A partir de entonces se ha reformado y modificado toda la liturgia católica, a fin de que cada acto litúrgico refleje esta percepción.

En esta constitución se introduce el concepto de liturgia dentro del movimiento de la historia de la salvación más que como parte de la virtud de la religión. Se inserta pues en el misterio de Cristo. Una vez contextualizado el culto, el concilio ofrece una definición: “Se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia” (SC 7 y también Catecismo de la Iglesia Católica número 1070).

La reforma litúrgica
El 29 de junio de 2022, el Papa Francisco publicó su Carta Apostólica "Desiderio desideravi" sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios.

Teología moral
La teología moral es la comprensión científica y la exposición sistemática de cuanto concierne a la vida de los fieles en Cristo dentro de la comunidad eclesial bajo la guía autorizada de los obispos.

Doctrina
La doctrina son las verdades que fueron siendo reveladas y desarrolladas a través de los siglos.

Teología fundamental
La teología fundamental es una disciplina de la Teología católica en investigación y docencia.

Las áreas de la teología fundamental
Es función de la teología fundamental el presentar desde el punto de vista de la razón los fundamentos y las características de la fe cristiana, analizando sus condiciones y desarrollando las diferencias esenciales con respecto a otras visiones del mundo y otras religiones.

Sus orígenes se encuentran en las apologías de los primeros siglos del cristianismo y en la Apologética. La denominación se empezó a utilizar en el siglo XIX. En el siglo XXI se estudia teología fundamental de la misma manera que antes apologética con dos enfoques: en Alemania desde la búsqueda de la Verdad y la de Roma, que busca estructurar, fundamentar a la persona desde la propuesta de sentido "dar razón de tu esperanza a todo aquel que te la pida" (1Pe.3,15). También se estudia la materia orígenes cristianos.

Teología dogmática
parte de la teología que trata de las verdades teóricas de la fe, relativas a Dios y sus obras
Teología dogmática es la parte de la teología que trata de las verdades teóricas de la fe, relativas a Dios y sus obras, especialmente la teología oficial reconocida por un cuerpo de iglesia organizado, como la Iglesia católica o la Iglesia Reformada Neerlandesa. A veces, la apologética o teología fundamental, se llama "teología dogmática general", distinguiéndose de la teología dogmática propiamente dicha, que se denomina entonces "teología dogmática especial". Sin embargo, según el uso actual, la apologética ya no es tratada como parte de la teología dogmática, sino que ha alcanzado la categoría de ciencia independiente, siendo vista en general como la introducción a los fundamentos de la teología dogmática.

El término "teología dogmática" llegó a ser más ampliamente utilizado después de la Reforma protestante, y se usó para designar los artículos de fe que la Iglesia había formulado oficialmente. Un buen ejemplo de teología dogmática es el que los dogmas o declaraciones doctrinales que fueron formulados por los concilios de la iglesia primitiva que trataron de resolver los problemas teológicos y de adoptar una postura en contra de las enseñanzas heréticas. Estos credos o dogmas que salieron de los concilios de la iglesia fueron considerados fuentes de autoridad, obligando a todos los cristianos, porque la Iglesia oficialmente los confirmó. Uno de los propósitos de la teología dogmática es que un cuerpo de iglesia puede formular y comunicar la doctrina que se considera esencial para la cristiandad y que si la deniega, se constituye en herejía.

Definición
La teología dogmática puede definirse como la exposición científica de toda la doctrina teórica acerca de Dios mismo y su actividad exterior, basado en los dogmas de la Iglesia. La teología dogmática hace hincapié en la importancia de la verdad propuesta, por encima de la experiencia, o las percepciones sensoriales.

Origen del término
El término "teología dogmática" se cree que apareció por primera vez en 1659, en el título de un libro de L. Reinhardt. A. M. Fairbairn sostiene que fue la fama de Petau la que dio curso a la nueva acuñación del término, y aunque la misma frase u otras relacionadas se han utilizado en repetidas ocasiones por escritores de menos influencia, desde Reinhard y Andreas Essenius, F. Buddeus (Institutiones theol. Dogmat., 1723; Compendio, 1728) han dado la supremacía a la expresión. Noel Alexandre, el teólogo galicano, posiblemente la introdujo en la Iglesia católica (1693 Theologia dogmatica et moralis).

Las autoridades católica y protestante están de acuerdo en que la expresión está conectada con la nueva costumbre de distinguir la dogmática de la ética cristiana o la teología moral, aunque Albert Schweitzer niega esto de Reinhard. En otra dirección, los dogmas y la teología dogmática también fueron contrastados con las verdades de la razón y la teología natural.

Teología espiritual
La teología espiritual es aquella parte de la teología católica que, a partir de los datos revelados y de la experiencia espiritual de los santos, indaga la vida espiritual: su concepto, los modos de progreso desde los inicios hasta la cumbre de la perfección mística.

Fuentes
En primer lugar, la Sagrada Escritura donde se encuentran los fundamentos, es decir, lo que Dios ha querido mostrar de sí mismo y su pedagogía con las almas, los ejemplos de algunas personas en la vivencia de las virtudes y de su relación con Dios. También se encuentra en la Escritura un buen compendio de oraciones y plegarias. En segundo lugar, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia que son intérpretes de lo que la Revelación contiene. En tercer lugar, los escritos de los santos especialmente de los místicos. A modo de enumeración no exhaustiva se podrían citar: San Agustín de Hipona, San Bernardo de Claraval, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura de Fidanza, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio, Santa Teresa de Lisieux, etc.

Otras fuentes secundarias son las vidas de los santos y el estudio de los fenómenos religiosos de las demás religiones.

Contenidos
Aun cuando el objeto de la teología espiritual es la misma vida espiritual y la santidad, existen discrepancias entre los teólogos acerca de las partes del tratado o del orden de los contenidos.

Tanquerey separa su tratado en dos partes: los principios (que contiene elementos más especulativos) y las “tres vías” que muestran el camino de ascenso a la santidad desde un punto de vista más práctico. Por su parte, Garrigou-Lagrange en su libro Las tres edades de la vida interior propone cinco partes: las fuentes de la vida interior y su finalidad, la purificación del alma, los progresos del alma, la unión de las almas perfectas con Dios y las gracias extraordinarias. Royo Marín divide el estudio en cuatro partes: los principios fundamentales de la vida cristiana, el organismo sobrenatural y la perfección cristiana, el desarrollo normal de la vida cristiana y los fenómenos místicos extraordinarios.

Teología pastoral
La teología pastoral es la reflexión sobre la acción eclesial, como puerta de entrada a la comunicación (predicación y enseñanzas de sana doctrina) y en la vida cotidiana (mandamientos, ética cristiana y todas las actividades pastorales) de las verdades acumuladas en el estudio de las Sagradas Escrituras y de la teología sistemática y dogmática.

En la invitación de Cristo (Jn 21, 15-19) la Iglesia como comunión fraternal (pueblo de Dios) y jerárquica cuida de sus miembros. Ella es el cuerpo de Cristo. Como pastor (Cristo con San Pedro : "apacienta a mis ovejas") refleja la manera de despertar a la experiencia de Dios y de vivir en lo cotidiano la unión a Cristo y las verdades de la fe. Esto es la ‘teología pastoral’.

En la práctica
Concretamente la teología pastoral reflexiona esto:
  • El despertar a la fe y formación cristiana (como adaptarse a diferentes grupos: niños, adolescentes, marginados o en situación irreguliar, etc).
  • La vida litúrgica y sacramental de las comunidades cristianas.
  • El acompañamiento psicológico, moral y espiritual de las personas.
  • La atención especial a las personas y grupos con especiales dificultades particulares (enfermos y moribundos, personas ancianas, refugiados, drogadictos, marginados, etc).
  • La lucha por el respeto de los derechos humanos, la paz y la justicia social.
  • La iglesia como comunidad sanadora y terapéutica, a través del amor fraternal, en aspectos de sanidad interior, guerra espiritual, liberación espiritual y restauración espiritual
  • La dimensión misionera de las comunidades cristianas con la introducción del evangelio en otros lugares, culturas y/o naciones.
Historia
La acción eclesial y la ‘teología pastoral’ datan del origen de la Iglesia, por supuesto. Algunos padres de la Iglesia han contribuido eminentemente como Juan Crisóstomo (347-407) y el papa Gregorio Magno (540-604). Su aspecto de ‘reflexión sistemática’ es sin embargo más reciente, en relación con otras áreas de la teología. La Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo, del Concilio Vaticano II ha contribuido significativamente al desarrollo de las investigaciones en teología pastoral.

Teología moral
rama de la teología que enseña la moral en base a la religión
La teología moral es una rama de la teología que trata del bien y el mal en el comportamiento humano. La mayoría de las religiones tienen un componente moral (se habla pues de la moral religiosa en contraposición con la moral secular). En las religiones, desde el punto de vista teológico y en la medida en que la ética se deriva de verdad revelada de las fuentes divinas, la ética se estudia como una rama de la teología. Muchos, especialmente en los círculos cristianos, hicieron famosa —a pesar de que no es un principio formulado originariamente por ellos— la Regla de oro, que enseña a la gente a "tratar a los demás como usted quiera ser tratado". Es un denominador común en muchos de los principales códigos morales y las religiones.

La ética cristiana radica en la práctica del bien y de las buenas obras, tal como lo manda Jesucristo en el Evangelio. Por otra parte, el bien o el buen obrar está presente de modo intrínseco en la persona misma, que según la enseñanza cristiana fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Cabe resaltar que en la cultura luterana de los países nórdicos se cree que el hombre no es bueno en sí mismo y que necesita a Dios para librarse de su mal obrar.

La ética en la Biblia
La ética en el Antiguo Testamento
Los libros del Antiguo Testamento reflejan una rica variedad de creencias y condiciones, desde su principio como pastores de tribus nómadas hasta la vida en ciudad, desde un clan henoteísta a la ética del monoteísmo y sus profetas. La Biblia, entendida como un todo, no permite ver sus enseñanzas sobre ética bíblica como una sola unidad. Aun así, con un estudio minucioso, se puede descubrir un variado número de temas éticos.

Enunciados prescriptivos, por ejemplo, son encontrados en todas partes, al igual que temas como la santificación, las relaciones de alianza con Dios o la propia comunidad religiosa.

Dios como ejemplo y suprema bondad
Desde una perspectiva teísta, Dios es la máxima bondad, por tanto, es la plenitud del bien, del ser y del poder. Por esto todo lo que Dios hace es bueno y como Jesucristo es Dios, podemos decir que todo lo que Jesucristo hace es bueno. Entonces, una acción es mejor (más bondad) cuanto más se asemeja a lo que Jesucristo haría, y es peor (menos bondad) entre más se aleja a lo que Jesucristo haría. Por todo esto, se propone que debemos seguir a Jesucristo siguiendo su ejemplo: "Actúa como Jesucristo actuaria" (Filipenses 2:5). Podemos recordar también que la autentica felicidad consiste en hacer el bien, entonces Dios es la felicidad, y el camino para llegar a ella es seguir el ejemplo de Jesucristo actuando como él mismo actuaría. Esta es una reflexión sobre la teología moral, viendo a Dios como la máxima bondad.

Homilética
Homilética (del griego homiletikos, reunión, y homileos, conversar) es en teología la aplicación de los principios generales de la retórica, específicamente en la predicación pública.

Definiciones
Homilética es una rama de la teología pastoral, la cual se encarga del estudio del sermón o discurso religioso. Trata de manera principal sobre la composición, reglas de elaboración, contenidos, estilos y correcta predicación del sermón. Nos enseña cómo presentar, con elegancia y estilo, un discurso religioso. Puede decirse, por lo tanto, que la homilética es el arte y la ciencia de predicar. Además del sermón, la homilética incluye otros tipos de discursos religiosos, que por lo general son formas de exposiciones más complejas y elaboradas para compartir los diferentes contenidos de la fe.

La predicación o sermón homilético fue la principal forma de comunicar la fe utilizada por Cristo durante su ministerio terrenal. Sus apóstoles continuaron utilizándola con grandes resultados, según ha quedado registrado en el libro de Hechos de los Apóstoles. Durante la época apostólica de la Iglesia cristiana, el apóstol Pablo fue sin dudas el más destacado y prolífero predicador evangélico. En épocas modernas, la homilética recibe grandes aportes gracias a la obra de destacados autores y evangelistas, entre ellos: Juan Wesley, Charles H. Spurgeon y Dwight L. Moody, cuyos escritos sentaron los fundamentos modernos de la homilética. Charles Haddon Spurgeon publicó su obra célebre: Discursos a mis estudiantes, que ha sido de gran ayuda para la comprensión de esta ciencia. Cabe mencionar la gran aportación de autores contemporáneos, como James D. Crane, autor de la obra "El sermón eficaz", el cual ha sido un texto base para el estudio de la homilética.

Dentro de la Homilética católica, la formación de lectorados tales como la de Lyman Beecher en la Universidad de Yale produjo un aumento de la atención que se presta a la homilética, y los volúmenes publicados de esta serie son una fuente útil de información sobre la historia y la práctica de la disciplina.

Subdivisión de teología pastoral
Desde el siglo XIX, la homilética ha ocupado un lugar primordial, especialmente en Alemania, como una rama de la teología pastoral. El "Diccionario de la norma" define Homilética como "la rama de la retórica que trata de la composición y la entrega de homilías o sermones".

Predicación misionera
Cristo mismo predicó y encargó a sus apóstoles hacerlo. En su predicación se incluyeron dos formas de sermón, el misionero y ministerial (que corresponden al Magisterio y el ministerium de la Iglesia), el primero para los incrédulos, el último a los que ya están en la fe cristiana. De estos últimos tenemos un ejemplo notable en el discurso después de la última Cena (Juan, capítulos 14 al 16).

Homilética evangélica y Homilética católica
Cabe señalar las distinciones entre la Homilética evangélica y la Homilética católica.

En las confesiones evangélicas, el sermón o discurso religioso es la "Predicación", el cual puede ser de naturaleza pastoral o evangelística. Este discurso, por lo general, tiene un carácter coloquial y se presenta con mayor libertad y espontaneidad por parte del predicador. La predicación puede ser presentada por el Pastor o cualquier miembro de la congregación, pues no se requiere ordenación al ministerio. Por eso es más común que las denominaciones evangélicas utilicen con mayor frecuencia otros métodos, tales como la conferencia, la charla, el simposio, el estudio, etc., los cuales forman parte del estudio de la homilética.

En la Fe católica, el principal discurso es la homilía, el cual es un sermón con un carácter de mayor solemnidad, que forma un todo, un conjunto, con la Misa o culto católico. Debido a su carácter solemne, solo el sacerdote, o quien ha sido autorizado, puede impartirlo. En la Fe católica, tanto los textos, las fuentes y la naturaleza de la homilética son propios y, por lo general, su estudio forma parte de los estudios sacerdotales. Es también su carácter solemne el que impide que otros posibles predicadores puedan dirigir la ceremonia religiosa.

Exégesis
interpretación crítica y completa de un texto
La exégesis (del griego ἐξήγησις [ekˈseːgesis], de ἐξηγέομαι [ekseːˈgeomai], ‘explicar’; lit. ‘extraer, interpretar objetivamente’) es la interpretación crítica y completa de un texto, netamente científico o investigativo, aunque en algunos casos también puede ser filosófico o religioso, como, por ejemplo, el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia. Un exégeta es un individuo que practica esta disciplina, y la forma adjetiva es exegético.

La palabra exégesis significa "extraer el significado de un texto dado". La exégesis suele ser contrastada con la eiségesis, que significa "insertar las interpretaciones personales en un texto dado". En general, la exégesis presupone un intento de ver el texto objetivamente, mientras que la eiségesis implica una visión más subjetiva.

La exégesis tradicional requiere lo siguiente:
  • análisis numéricos de variables, cuantificación y modelamientos.
  • análisis de palabras significativas en el texto, en el marco de la traducción;
  • examen del contexto general histórico y cultural;
  • confirmación de los límites de un pasaje; y finalmente,
  • examen del contexto dentro del texto.
Exégesis judía y cristiana

Exégesis en otras religiones y en otros textos
A pesar de que la utilización más extendida del término "exégesis" es para la interpretación de los textos sagrados judeocristianos, existe también el análisis de textos de otras religiones, como los del islam (véase tafsir), e incluso de libros no religiosos.

En el derecho
En el campo jurídico la exégesis es uno de los métodos de hermenéutica jurídica que tuvieron su auge con el Código napoleónico.

Básicamente la exégesis pretende limitar la acción del juez, pues luego de la revolución francesa se considera que todos los hombres son iguales. El juez en la monarquía era un instrumento importante de poder; por lo tanto estaba en la capacidad de interpretar las normas a su gusto. Desde la revolución francesa, y a través de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se considera que la ley es la emanación de la voluntad general (concepto de Rousseau).

Dada la igualdad de los individuos, el juez no debía interpretar la ley pues esto sería darle más importancia a la voluntad particular del juez sobre la voluntad general.

Finalmente, la exégesis consiste en hacer una paráfrasis directa del texto; es tomar casi textualmente lo que dice la ley sin capacidad de salirse de esta.

La exégesis y el conceptualismo hicieron parte del formalismo jurídico de principios del siglo XIX.

Este método llegó a Latinoamérica a través del Código civil chileno realizado por el venezolano-chileno Andrés Bello (inspirado en el Código napoleónico, en los tratados de los juristas Domat y Pothier, y en la tradición romana clásica), que luego fue fuente de inspiración para otros países, entre ellos Colombia, Nicaragua y Venezuela.

Mariología
rama de la teología cristiana que se dedica al estudio de la Virgen María
La mariología es la parte de la teología cristiana que se dedica a la Virgen María. Además del estudio de su vida, tal como se refleja en los Evangelios, realiza interpretaciones acerca de distintos dogmas y doctrinas marianas: su naturaleza (Inmaculada Concepción de la Virgen, Asunción de la Virgen, Coronación de la Virgen, etc.), su papel en la salvación (mediación —Maria Mediatrix— o co-redención —Corredentora—), sus advocaciones (Reina de los Cielos, Madre de la Iglesia, Perpetuo Socorro, Esperanza, Auxiliadora, etcétera), y cómo debe realizarse su veneración o culto (el culto mariano, denominado hiperdulía). Mientras que en el protestantismo el papel de la Virgen es muy reducido, en el catolicismo,​ el anglicanismo y la iglesia ortodoxa se destaca mucho más.

Historia
La patrística dedicó una buena parte de su producción a la mariología. San Ireneo de Lyon llamaba a María "segunda Eva" porque a través de María y su elección voluntariamente aceptada de la elección de Dios (la Anunciación), Dios deshizo el daño hecho por la elección de Eva de comer el fruto prohibido (el pecado original). El poeta hispanolatino Prudencio parece conocer esta doctrina en uno de sus Himnos. San Jerónimo escribió La Perpetua Virginidad de María. San Agustín insistía en lo misterioso de la virginidad y la condición bienaventurada de María, destacando lo voluntario de su papel (creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó). Ya en época altomedieval aparecerá la obra de San Ildefonso de Toledo.

El Concilio de Éfeso (tercer concilio ecuménico) debatió sobre si María debía ser llamada Theotokos o Christotokos. Theotokos significa en idioma griego "Madre de Dios"; esto implica que Jesús, a quien María dio a luz, es Dios. Los nestorianos prefieren la denominación Christotokos, que en griego significa "Madre de Cristo", no porque nieguen la divinidad de Jesús, sino porque creen que Dios Hijo (el Logos) existió antes del tiempo y antes de María, y que Jesús tomó su divinidad de Dios Padre y su humanidad de su madre; así que para ellos, llamar a María "Madre de Dios" es confuso y potencialmente herético. Otros, en el mismo concilio, creían que negando el título de Theotokos acarrearía la implicación de que Jesús no es divino. Al final, el concilio confirmó el uso del término Theotokos y con ello afirmaba la indivisibilidad de la divinidad y la humanidad de Jesús (unión hipostática o de las dos naturalezas de Cristo). Así, mientras que el debate trató sobre el título correcto para María, también se trataba de una cuestión cristológica sobre la naturaleza de Jesucristo, una cuestión que volvería a debatirse en el Concilio de Calcedonia (cuarto concilio ecuménico).

El nacimiento virginal de Jesús es dogma compartido por la mayor parte de las confesiones cristianas; en cambio, la virginidad de María[8]​ mantenida perpetuamente ("antes del parto, en el parto y después del parto")​ es negada por algunas iglesias protestantes, que la consideran contradictoria con las referencias evangélicas a hermanos de Jesús (por ejemplo Santiago el Justo, y se supone que también habría tenido hermanas). Las iglesias católica y ortodoxa (e incluso el islam) insisten en ella, pues consideran que tales "hermanos" serían simplemente parientes de Jesús, y no hijos de María (en idioma arameo, el hablado por Jesús y los apóstoles, la misma palabra designa a los hermanos y a otros parientes, aunque el término usado en los Evangelios sea el griego ἀδελφός -"hermano"-).

A partir del siglo XII se produce una gran expansión del culto mariano en la cristiandad occidental, que se llena de iglesias e imágenes dedicadas a la Virgen.

Entre los más importantes santos mariólogos de esta época, intelectualmente denominada como escolástica, y que presencia el desarrollo del Císter y las órdenes mendicantes, estuvieron San Bernardo de Claraval, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno, San Francisco de Asís, San Buenaventura, etc. La obra de Santo Tomás de Aquino dedica una parte de sus reflexiones a la mariología. Algunos autores reciben el epíteto de "Doctor Mariano" (Anselmo de Canterbury y Duns Scoto). En 1854 se definió como dogma, por el papa Pío IX, la Inmaculada Concepción, que supone la exención de la Virgen del pecado original.

Las enseñanzas católica y ortodoxa también se extienden hacia el final de la vida de María, con los conceptos de Asunción de María (dogma católico desde 1950) y Dormición o Tránsito de la Virgen (dogma ortodoxo tradicional).

Teología ortodoxa
La teología de la Iglesia ortodoxa está caracterizada por un trinitarianismo monoteístico, por la creencia en la Encarnación del Logos (Hijo de Dios), por un equilibrio entre la teología afirmativa y la teología negativa, una hermenéutica definida por la Tradición Sagrada, una eclesiología concretamente católica, un cuerpo teológico robusto sobre la persona, y una soteriología terapéutica y principalmente recapitulativa.

Tradición sagrada
Eclesiología
La Iglesia ortodoxa se considera la iglesia única, santa, católica y apostólica establecida por Cristo y sus apóstoles. Durante los primeros años de la iglesia, gran parte de lo que se transmitió a sus miembros fue en forma de enseñanzas orales. En un período muy corto de tiempo, se establecieron tradiciones para reforzar estas enseñanzas. La Iglesia ortodoxa afirma haber sido muy cuidadosa en preservar estas tradiciones. Cuando surgen preguntas de creencia o nuevos conceptos, la Iglesia siempre se remite a la fe original. Los ortodoxos ven la Biblia como una colección de textos inspirados que surgieron de esta tradición, no al revés; y las elecciones hechas en la formación del Nuevo Testamento provienen de una comparación con la fe ya firmemente establecida. La Biblia ha llegado a ser una parte muy importante de la "Tradición", pero no la única parte.

Asimismo, la Iglesia Ortodoxa siempre ha reconocido el desarrollo gradual en la complejidad de la articulación de las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, no cree que la verdad cambie y, por lo tanto, siempre respalda sus creencias basándose en las enseñanzas directas de los Apóstoles. La Iglesia también entiende que no todo está perfectamente claro; por lo tanto, siempre ha aceptado una buena cantidad de disputas sobre ciertos temas, argumentos sobre ciertos puntos, como algo que siempre estará presente dentro de la Iglesia. Es esta contienda la que, a través del tiempo, aclara la verdad. La Iglesia ve esto como la acción del Espíritu Santo en la historia para manifestar la verdad al hombre.

La Iglesia es inquebrantable al mantener sus enseñanzas dogmáticas, pero no insiste en aquellos asuntos de fe que no se han definido específicamente. Los ortodoxos creen que siempre debe haber lugar para el misterio cuando se habla de Dios. A los individuos se les permite tener teología (opiniones teológicas privadas) siempre que no contradigan la enseñanza tradicional ortodoxa. A veces, varios Padres Sagrados pueden tener opiniones contradictorias sobre una determinada pregunta, y donde no existe consenso, el individuo es libre de seguir su conciencia.

La tradición también incluye el Credo de Nicea, los decretos de los Siete Concilios Ecuménicos, los escritos de los Padres de la Iglesia, así como las leyes ortodoxas (cánones), libros litúrgicos e iconos, etc. En defensa de la tradición extrabíblica, la Iglesia Ortodoxa cita a Pablo: "Por lo tanto, hermanos, permanezcan firmes y mantengan las tradiciones que les han enseñado, ya sea por nuestra palabra hablada o por nuestra epístola". (2 Tesalonicenses 2:15). La Iglesia Ortodoxa también cree que el Espíritu Santo trabaja a través de la historia para manifestar la verdad a la Iglesia, y que Él elimina la falsedad para que la Verdad pueda ser reconocida más plenamente.

Consenso de los Padres
La ortodoxia interpreta la verdad basada en tres testigos: el consenso de los Santos Padres de la Iglesia; la enseñanza continua del Espíritu Santo que guía la vida de la Iglesia a través del nous, o la mente de la Iglesia (también llamada la "Conciencia Universal de la Iglesia"), que se cree que es la Mente de Cristo (1 Corintios 2:16); y la praxis de la iglesia (incluyendo, entre otras cosas, el ascetismo, la liturgia, la himnografía y la iconografía).

El consenso de la Iglesia a lo largo del tiempo define su catolicidad, lo que toda la Iglesia cree en todo momento. San Vicente de Lerins, escribió en su Commonitoria (434 d. C.), que la doctrina de la Iglesia, como el cuerpo humano, se desarrolla con el tiempo mientras mantiene su identidad original: "En la Iglesia ortodoxa misma, se debe tener todo el cuidado posible en mantener esa fe que se ha creído en todas partes, siempre, por todos". Los que no están de acuerdo con ese consenso no son aceptados como auténticos "Padres". Todos los conceptos teológicos deben estar de acuerdo con ese consenso. Incluso aquellos considerados como auténticos "Padres" pueden tener algunas opiniones teológicas que no se comparten universalmente, pero que no se consideran heréticas. Algunos Santos Padres incluso han hecho declaraciones que luego se definieron como heréticas, pero sus errores no los excluyen de la posición de autoridad (la herejía es un pecado de soberbia; el error involuntario no lo convierte a uno en un hereje, solo la negativa a aceptar un dogma que ha sido definido por la iglesia). Así, un cristiano ortodoxo no está obligado a estar de acuerdo con cada opinión de cada Padre, sino con el consenso de los Padres, y luego solo con aquellos asuntos sobre los cuales la iglesia es dogmática.

Algunos de los más grandes teólogos en la historia de la iglesia provienen del siglo IV, incluidos los Padres Capadocios y los Tres Santos Jerarcas. Sin embargo, los ortodoxos no consideran que la "era patrística" sea cosa del pasado, sino que continúa en una sucesión ininterrumpida de maestros iluminados (los santos, especialmente aquellos que nos han dejado escritos teológicos) de los Apóstoles hasta la actualidad.

Sagradas escrituras
Muchos cristianos modernos consideran la Biblia y su interpretación como la única autoridad para el establecimiento de sus creencias sobre el mundo y su salvación. Desde el punto de vista ortodoxo, la Biblia representa aquellos textos aprobados por la iglesia con el propósito de transmitir las partes más importantes de lo que ya se creía. La Iglesia más o menos aceptó la versión preexistente de la Septuaginta griega de las Escrituras Hebreas que les transmitieron los judíos; pero los textos del Nuevo Testamento fueron escritos para miembros o congregaciones de la Iglesia que ya existían. Estos textos no se consideraron universalmente canónicos hasta que la iglesia los revisó, editó, aceptó y ratificó en el 368.

Los griegos, que tenían un lenguaje altamente sofisticado y filosófico, siempre entendieron que ciertas secciones de las Escrituras, aunque contienen lecciones morales y verdades complejas, no necesariamente tienen que ser interpretadas literalmente. Los ortodoxos también entienden que un pasaje particular puede ser interpretado en muchos niveles diferentes simultáneamente. Sin embargo, la interpretación no es una cuestión de opinión personal (2 Pedro 1:20). Por esta razón, los ortodoxos dependen del consenso de los Santos Padres para proporcionar una guía confiable para la interpretación precisa de las Escrituras.

La Iglesia ortodoxa es una iglesia fuertemente bíblica. Una gran parte del Oficio divino se compone de porciones directas de las Escrituras (Salmos, lecturas) o alusiones a pasajes o temas de las Escrituras (himnografía como la contenida en los Octoechos, Triodion, Pentecostarion, etc.) Se lee todo el Salterio en el transcurso de una semana (dos veces durante la Gran Cuaresma). Todo el Nuevo Testamento (con la excepción del Libro de Apocalipsis) se lee durante el transcurso del año, y se leen numerosos pasajes del Antiguo Testamento en Vísperas y otros servicios.

El Evangelio se considera un icono de Cristo, y se coloca en una posición de honor en la Mesa Santa (altar). El Libro del Evangelio tradicionalmente no está cubierto de cuero (la piel de un animal muerto) porque la Palabra de Dios se considera que da vida. Tradicionalmente, el Evangelio está cubierto de oro o tela. Se alienta a los cristianos ortodoxos a leer y estudiar la Biblia a diario, especialmente haciendo uso de los escritos de los Santos Padres como guía. Ensayos recientes han surgido por varios eruditos ortodoxos contemporáneos que intentan tanto conciliar y reaccionar a la interpretación creacionista de Génesis 1-2 con la estricta teoría darwinista de la evolución humana.[cita requerida]

Trinidad
Los cristianos ortodoxos creen en un único Dios que es a la vez tres y uno (triuno): el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, "uno en esencia e indivisible". La Santísima Trinidad consiste de tres personas divinas "inconfundidas" y distinguidas (hipóstasis), que comparten una única esencia divina (ousia) no creada, inmaterial y eterna. El Padre es la fuente eterna de la Deidad, de quien el Hijo es eternamente generado, y también de Quien el Espíritu Santo procede eternamente. La esencia de Dios siendo aquello que está más allá de la comprensión humana, no puede ser definida y/o abordada por el entendimiento humano.

Cristología
Los cristianos ortodoxos creen que la Palabra encarnada de Dios es una persona en dos naturalezas, tanto divina como humana, perfectamente Dios (τέλειος Θεός) y perfectamente hombre (τέλειος άνθρωπος). A lo largo de los siglos, este ha sido un punto de disputa entre las facciones teológicas cristianas cismáticas (heterodoxas) y el cuerpo dominante de creyentes cristianos (ortodoxos). Cristo tenía una voluntad divina, o un conjunto de deseos e incentivos espirituales, y una voluntad humana con impulsos carnales. Tenía un cuerpo humano, una mente humana y un espíritu humano capaces de ser tentados con el pecado y sufrir de la misma manera que nosotros. De esta manera, se dice que Dios sufrió y murió en la carne de Jesús, aunque la naturaleza divina es impasible e inmortal.

Los cristianos ortodoxos creen que Jesús de Nazaret es el Mesías prometido de los judíos, el Dios de Israel vino a estar con su pueblo, el Redentor de la raza humana que salva al mundo del pecado y sus efectos, la auto-revelación comprensible del Dios incomprensible, y el Hijo pre-eterno engendrado del Padre antes de todas las edades: "el Hijo unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los mundos (eones), Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, siendo de una sustancia con el Padre". Se dice que fue engendrado sin tiempo como Dios sin madre y engendrado en la historia como hombre sin padre.

Los cristianos ortodoxos creen en la traición, el juicio, la ejecución, el entierro y la resurrección de Jesucristo, que realmente resucitó de los muertos al tercer día después de su crucifixión. La fiesta de la resurrección de Cristo se conoce como Pascha en la Iglesia ortodoxa. Esta es la variante aramea (el idioma hablado en la época de Jesús) del hebreo Pesaj, que significa "Pascua". La resurrección de Cristo es la Pascua cristiana. Pascha se llama "la Fiesta de las Fiestas" y se considera la fiesta más grande de todas las fiestas litúrgicas de la Iglesia, incluidas las fiestas de la Natividad (Navidad) y la Anunciación.

Esencia y energías
Al discutir la relación de Dios con Su creación, se hace una distinción dentro de la teología ortodoxa entre la esencia eterna de Dios y las energías no creadas, aunque se entiende que esto no compromete la simplicidad divina. Las energías y la esencia son inseparablemente Dios. Las energías divinas son las expresiones del ser divino en acción según la doctrina ortodoxa, mientras que las personas de la Trinidad son divinas por naturaleza. Por lo tanto, los seres creados están unidos a Dios a través de la participación en las energías divinas y no en la esencia divina u ousia.

Teodicea
El teólogo ortodoxo Olivier Clement escribió: Los cristianos no necesitan crear una teoría especial para justificar a Dios (teodicea). Para todas las preguntas sobre la concesión del mal por parte de Dios (el problema del mal) hay una respuesta: Cristo; el Cristo crucificado, que quema en sí mismo todos los sufrimientos del mundo para siempre; Cristo, quien regenera nuestra naturaleza y ha abierto la entrada al Reino de vida eterna y plena a cada uno que lo desee.

Estos conceptos de teodicea y el problema del mal desde una perspectiva ortodoxa se derivan de una concepción errónea sobre la antropología del hombre (es decir, libre albedrío y omnipotencia divina). En los primeros años de la comunidad cristiana llamada gnósticos (por padres de la iglesia como Ireneo), estos atacaron al Dios judío y la historia de la creación cósmica contenida en la Torá. Gran parte de estas sectas gnósticas llamaron al creador judío YHWH inferior debido a que permitió que su creación fuera imperfecta o que permitiera la ocurrencia de eventos negativos. El ejemplo más claro de este dios creador tonto o malvado se expresa en términos modernos en el concepto filosófico denominado "el problema del mal". Los filósofos católicos occidentales (como Agustín, Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino, siguiéndolos la teodicea agustiniana) han intentado disculparse por el Dios judeocristiano debido a esta característica del mundo material, bajo el término teodicea.

Los primeros padres de la iglesia abordaron esta forma de fatalismo (un término secular más moderno para estas enseñanzas sería o bien necesitarismo o determinismo teológico) ya que enseñaba que la humanidad no tenía libre albedrío significativo; los judeocristianos enseñaron que la humanidad tiene libre albedrío indeterminado (una posición filosófica llamada libertarismo). La Iglesia enseñó (contra los gnósticos) que el cosmos ha caído, pero no porque Dios lo haya creado disfuncionalmente, sino porque el hombre hizo mal uso de su libre voluntad para elegir un camino que lo separe de Dios, es decir, para existir dentro de la voluntad divina en relación perfecta, y proclamó idólatramente su autosuficiencia. Cuando la humanidad hizo esta elección, se enseña en la patrística oriental que la realidad o cada esfera de influencia y participación humana "cayó" y se corrompió, lo que llevó a la indeterminación (una condición necesaria para el libre albedrío moralmente significativo en un modo de separación de Dios) en la existencia humana. Como resultado de esta aleatoriedad o indeterminación, lo bueno y lo malo les sucede a todas las personas, ya sean de buen o mal carácter. La primera condición de este cambio fue la comprensión oriental de la creación que contrasta radicalmente con el enfoque fatalista del pecado tal como lo enseñaron los sectarios gnósticos y luego los agustinos estrictos. La noción de que los ortodoxos ven la teodicea como una preocupación exclusivamente occidental es desmentida por escritos como El pilar y fundamento de la verdad: un ensayo sobre teodicea ortodoxa en doce letras de Pavel Florensky; Teodicea y escatología un punto de vista ortodoxo fundamental en teodicea y escatología del arzobispo Stylianos; Tsunami y Teodicea de David B. Hart, un teólogo ortodoxo y autor de La belleza del infinito; "La dama y la moza": una teodicea práctica en la literatura rusa de Paul Valliere; y con respecto a uno de los Padres de la Iglesia la Teodicea de Ireneo.

Pecado
El enfoque de la ortodoxia respecto del pecado y cómo tratarlo, rehúye la percepción del "legalismo" occidental. Seguir estrictamente las reglas sin que sea esto una motivación del corazón no ayuda al creyente en su salvación. El pecado no se trata fundamentalmente de transgredir una ley divina; más bien, es una etiqueta atribuida a cualquier comportamiento que "pierde el norte", es decir, no cumple con el objetivo superior de conformarse a la naturaleza de Dios.

Por lo tanto,en la tradición ortodoxa el pecado no es visto como una mancha reprensible en el alma que debe ser eliminada, sino más bien como una enfermedad penetrante o un fracaso en el logro del objetivo de la vida verdaderamente humana, cumpliendo nuestro diseño divino y función como creación a la imagen de Dios. El pecado,por lo tanto, no implica meramente la culpabilidad de desobedecer un mandamiento, sino más bien el ímpetu de convertirnos en algo distinto a lo que en realidad somos. Debido a que la experiencia de cada persona es única, conquista los hábitos pecaminosos requiere atención y corrección individual. El objetivo final de este proceso salvífico es llegar a ser divinizado, reflejar la semejanza Divina al convertirse semejante a Cristo tanto de comportamiento como de pensamiento.

Una práctica tradicional de la ortodoxia es, como en otras Iglesias apostólicas, tener un mentor espiritual y guía a quien uno se confiesa y que trata el pecado de manera individual. Un guía experimentado y espiritualmente maduro sabrá cómo y cuándo aplicar rigor al tratar con el pecado y cuándo administrar la misericordia.

Continua en La Teología Cristiana IV